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Fase I: Tema 2

2. MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES.

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2. MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES.
Puntos a tratar:
2 MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES. El problema desde un punto de vista económico.
2.1 Introducción: mercado y satisfacción de necesidades.
2.2 Biosfera y mercado.
2.3 Racionalidad económica y degradación ambiental.
2.4 El nivel de contaminación óptimo.
2.5 El teorema de Coase y el paradigma de los derechos de propiedad.
2.6 El valor del medio ambiente en presencia de restricciones.

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2. MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES.
Puntos a tratar:
2 MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES. El problema desde un punto de vista económico.
2.1 Introducción: mercado y satisfacción de necesidades.
La especie humana, organizada en distintos niveles, tiene que resolver muchos problemas, algunos de los cuales tienen un contenido
marcadamente económico. Entre éstos cabría destacar el de satisfacer una serie de necesidades de sus miembros, desde las más
básicas (la propia supervivencia) hasta las que muchos observadores considerarán superfluas, tanto individuales como colectivas. Cuenta
para ello con una serie de recursos: tierra, mano de obra, maquinaria, infraestructuras, tecnología, recursos naturales, etc.
Cómo organizar estos recursos para obtener de ellos el máximo bienestar, en función de las necesidades satisfechas, es uno de
los principales problemas de los que se ocupa la economía. En una sociedad como la nuestra, el mercado juega un papel fundamental en
la resolución de este problema: de hecho vivimos en una sociedad regida por el sistema de mercado. Su funcionamiento es
conceptualmente sencillo. El mercado es como una inmensa cámara de compensación en la que se procesa toda la información que las
personas proporcionamos con respecto a nuestras preferencia y a nuestras posibilidades, y de la que surgen unas señales sobre el valor
de las cosas: los precios. Estos precios, que informan sobre el valor que el mercado otorga a los distintos bienes y servicios, son los que
contienen la información necesaria para que las personas organicen su comportamiento tanto en su papel de consumidores como
en su papel de productores. Vale la pena detenerse un instante en este último punto y tratar de interpretar el significado de este valor
que el mercado otorga.
Tenemos doble información:
• La prioridad que la persona le da a la necesidad que satisface con su ayuda.
• Y el de los recursos que se necesitan para proporcionársela.
PIRÁMIDE DE MASLOW.

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Puntos a tratar:

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Puntos a tratar:
2.2 Biosfera y mercado.
La biosfera tiene un valor económico indudable, éste le viene dado por el hecho de que proporciona una serie
de servicios que permiten satisfacer necesidades humanas y por tanto, aumentar el bienestar de las personas.
Convencionalmente se han agrupado estos servicios alrededor de cuatro grandes tipos de funciones que la
biosfera cumple:
• La biosfera es para la especie humana el sustento de la vida y de su diversidad.
• Los recursos de la biosfera forman parte de la función de producción de innumerables bienes y servicios.
• La biosfera, gracias a su capacidad de asimilación, funciona como un sumidero para muchos de los residuos y
desperdicios que genera la actividad económica, y que la sociedad quisiera eliminar.
• Los recursos de la biosfera entran a formar parte de la función de producción de utilidad de las economías
domésticas, como cualquier otro insumo productivo. Ejemplo: Función de producción de salud con alimentos
sanos, ejercicio físico en instalaciones adecuadas, etc.
Resulta evidente, por tanto, que la biosfera proporciona una serie de servicios que tienen un indudable valor para
la especie humana, ya que le permiten satisfacer toda una serie de necesidades, comenzando por las más
básicas.

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Puntos a tratar:
2.3 Racionalidad económica y degradación ambiental.
Los problemas ambientales tienen, como es obvio, multitud de causas. Algunas de ellas son naturales: la actividad volcánica, por
ejemplo, agrava los problemas de contaminación atmosférica. Poco es lo que pueda hacerse en este sentido, salvo una cuidadosa
ordenación del territorio. Ahora bien, la mayoría de las causas de la degradación ambiental tienen que ver con la actividad del ser
humano, y estas son las que interesan al economista, porque implican que puede hacerse algo al respecto. Podrían distinguirse dos
grandes tipos de causas antrópicas:
• La degradación ambiental puede deberse al desconocimiento de los efectos que sobre el medio tienen distintas actuaciones del ser
humano. Este desconocimiento, a su vez, puede ser debido a la existencia de una serie de incógnitas que las ciencias naturales no
han sido capaces de despejar, o que ni siquiera se han planteado: recuérdese, por ejemplo, el problema del adelgazamiento de la
capa de ozono.
• Puede darse el caso, sin embargo, de que el desconocimiento sobre consecuencias de un acto concreto sobre el medio ambiente se
deba, no a la existencia de una falta de conocimiento científico, sino a una inversión insuficiente de recursos para despejar
la incógnita, ejemplo, los impactos que la construcción de un embalse tendrá sobre el delta de un rio, o sobre la evolución de las
playas cercanas a su desembocadura.
• Por otro lado, puede que el deterioro ambiental no sea debido a ningún tipo de desconocimiento, sino al comportamiento racional
de las personas (agentes económicos) perfectamente informadas. Esta causa de degradación ambiental es, probablemente, la
más importante y la que más interesa desde el punto de vista del análisis económico.
. El problema de la deforestación: los colonos. Colonos que tumban o desmontan el bosque, por medio del fuego, para
transformarlo en terreno agrícola o ganadero.
. El problema de deforestación: las empresas madereras. Estas empresas acceden mediante licitaciones con los gobiernos.

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2.4 El nivel de contaminación óptimo.
La degradación ambiental de origen antrópico es, normalmente, un acompañante necesario aunque no
deseable del proceso de producción, distribución y consumo de bienes y servicios: en otras palabras, de la
satisfacción de una serie de necesidades. Es importante, en este sentido, sopesar cuidadosamente el
bienestar que proporciona la satisfacción de las mismas, con el coste de hacerlo, para tratar de alcanzar
alguna noción de equilibrio.
Analicemos, por ejemplo, el caso del agua, y preguntémonos por el bienestar que le proporciona a una persona
cualquiera poder satisfacer una serie de necesidades gracias al acceso de este bien. Supongamos que esta
persona sólo contara con un litro de agua al día. No tardaremos mucho en ponernos de acuerdo en que el valor
que para esta persona tiene el bienestar que este litro le proporciona no andará muy lejos del infinito: su vida
depende de ese bien, la necesidad que satisface con él no es otra que la de la propia supervivencia. Añadamos
ahora un litro adicional, y luego otro, y otro. Esta persona, racionalmente, irá satisfaciendo necesidades que
cada vez serán, en su valoración, menos prioritarias: cuando tenga calmada la sed, dedicará el litro adicional a
la higiene corporal, y después a la higiene de la ropa y de la casa…hasta que, si le seguimos proporcionando
litros adicionales, los empleará para refrescarse, regar las macetas o para baldear la calle. En cualquier caso,
para cubrir necesidades cada vez menos perentorias y que por tanto, tienen para ella menos valor.

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2. MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES.
Puntos a tratar:
2.5 El teorema de Coase y el paradigma de los derechos de propiedad.
Si de lo que se trata es de completar información que proporciona el sistema de mercado, construyendo unos
precios allí donde éste se muestra incapaz de proporcionarlos, puede que el esfuerzo no sea realmente necesario.
En efecto, da la impresión de que lo que subyace detrás de esta ausencia de precio es el hecho de que los
recursos de la biosfera son de todos y no son de nadie. Es decir, que carecen de un dueño que, controlando el
acceso a sus servicios, pudiera cobrar a cada usuario el valor que éste obtiene de los mismos.
En efecto, si fuera posible crear un mercado en el que el acceso a las funciones ambientales de la biosfera fuera
objeto de compraventa, el problema, en principio, se simplificaría notablemente.
Ronald Coase, economista británico afincado en la Universidad de Chicago, recibió en 1991 el Premio Nobel de
Economía, entre otras cosas, por el Teorema que lleva su nombre. Realmente el teorema nunca fue formulado
como tal por su autor, lo que no impide que exista un amplio consenso sobre su contenido. El punto de partida de
Coase es la afirmación de que para que exista una externalidad siempre tiene que haber dos partes: alguien que
la cause, y alguien que la sufra. El teorema afirma que, en ausencia de costes de transacción, el problema
causado por las externalidades podría resolverse asignando en favor de una de las partes el derecho de propiedad
sobre el medio a través del que se trasmite la externalidad: dejando a favor de una de las partes la definición de lo
que se puede y no se puede hacer en ese medio. Ejemplo. Si un ganadero instala su granja porcina en la parte
de su parcela que linda con un pequeño hotel rural que se anuncia precisamente por sus posibilidades de
disfrute de la naturaleza, genera una externalidad negativa que puede dar al traste con el negocio.

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2. MERCADO Y SATISFACCIÓN DE NECESIDADES.
Puntos a tratar:
2.6 El valor del medio ambiente en presencia de restricciones.
Los ejemplos analizados en el epígrafe anterior planteaban situaciones entre las que era posible elegir: conservar
un bosque determinado o explotarlo como depósito de madera; embalsar un río para garantizar el suministro de
agua potable a un núcleo urbano o dejarlo como está; permitir la construcción de una estación de esquí en un
paraje que se presta a ello o desarrollar otro tipo de oferta, menos agresiva con el entorno, para el disfrute de la
naturaleza. En cualquier caso, todas las alternativas contempladas eran compatibles con el equilibrio ecológico
global del sistema, aunque la calidad ambiental asociada a cada una de ellas fuera distinta: de eso precisamente
se trataba, de sopesar las posibles pérdidas de calidad ambiental en función de los beneficios obtenidos con ello.
En ocasiones, sin embargo, esta libertad de elección desaparece. No se puede optar por un curso de acción
(seguir aumentando las emisiones de CO2, dióxido de carbono, a la atmosfera), que ponga en peligro la
supervivencia de la especie. Podría afirmarse que cualquier acción humana que violara un equilibrio
ecológico previamente definido como esencial tendría un coste económico igual a infinito, ya que infinito
es el valor de la función de la biosfera para la especie humana que queda degradada (el ser sustento de la
vida). Sin embargo, esta argumentación es insatisfactoria: no por errónea, sino por incompleta.

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