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Clásico (c. 250-900 d. C.

El Clásico es una etapa en la que las diversas culturas de Mesoamérica alcanzaron un alto desarrollo
en sus estructuras políticas, sociales y artísticas. Conviene señalar que estas culturas no surgieron de
la nada, pues, en todos los casos, habían iniciado su desarrollo desde el Preclásico.

Entre sus características principales, encontramos las siguientes:

La arquitectura de los centros ceremoniales estaba planificada.


El poder político y religioso era controlado por una minoría.
El comercio cobró gran importancia, lo que permitió mantener relaciones con culturas de diferentes regiones.
Las poblaciones de las principales culturas se incrementaron considerablemente.

En el aspecto artístico, surgieron diversos estilos; puede señalarse, además, que el uso de la metalurgia se
extendió y la emplearon en moldes para la cerámica.
Arte teotihuacano

El desarrollo de la ciudad de Teotihuacán tiene sus orígenes en el 200 d. C. Lo que se ha interpretado de esta ciudad, a
través de la arqueología, es que no centró su poder en la guerra, pues las representaciones relacionadas con ésta son
escasas. De Teotihuacán dependieron pueblos y aldeas del Valle de México, que alcanzaron una población de 200 000
habitantes, que mantuvieron relaciones comerciales con diversas zonas de Mesoamérica.
Arquitectura
El desarrollo arquitectónico alcanzado por Teotihuacán es extraordinario; encontramos entre sus construcciones pirámides
escalonadas, plazas, avenidas, plataformas y altares. Un elemento característico en sus diversas construcciones fue la
utilización del talud —cuerpo inclinado— y el tablero —elemento horizontal saliente—. Otro factor es que se le dará una
orientación cardinal a la arquitectura; así, la Calzada de los Muertos va de norte a sur y una avenida de este a oeste, lo que
divide al centro ceremonial en cuatro cuadrantes.

Entre las construcciones más representativas de Teotihuacán se encuentran la Pirámide del Sol, la de la Luna, la de
Quetzalcóatl y la Ciudadela.
Escultura
Las esculturas de menor tamaño son numerosas y están realizadas en barro o piedra, en las que destaca el sentido
estético alcanzado por la cultura teotihuacana. Entre las esculturas de barro, destacan aquellas ricamente ataviadas,
con diversos tocados, que dan la idea de la diversidad de clases que convivieron en dicha cultura. En cuanto a las
figuras de piedra, sobresalen las máscaras rituales, destinadas a acompañar a los muertos en su tumba. En este tipo de
esculturas, se tiende a la abstracción; están finamente labradas y algunas de ellas presentan incrustaciones de jade,
obsidiana, turquesa, concha, etc.

Pintura
La pintura parece haber tenido una gran importancia en Teotihuacán; así, en los restos de estuco que cubrieron las
paredes de los diferentes templos, es frecuente encontrar pigmentos de color; sin embargo, existen innumerables
ejemplos de pintura mural; muchas de ellas se encuentran en museos extranjeros. Estas pinturas se localizaban en el
interior de las construcciones, en pórticos bajos y varias eran realizadas bajo la técnica del fresco.

En cuanto a la temática, puede decirse que la mayoría está vinculada a lo religioso; así, aparecen sacerdotes que
cantan, mientras depositan piedras preciosas en la tierra. Las divinidades ocuparon un lugar primordial, ricamente
ataviadas; destaca la figura de Tláloc. Asimismo, aparecen jaguares, lechuzas, mariposas, caracoles, serpientes
emplumadas, pájaros, etc.; también pueden identificarse personajes que portan escudos y lanzan dardos.

La pintura fue de gran importancia en la decoración de la cerámica, pues existen numerosos ejemplos en los que,
sobre una delgada capa de estuco, se representaron elementos geométricos, animales y dioses. Ejemplo de este tipo
de pintura puede observarse en las numerosas vasijas que han llegado hasta nosotros.

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