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realiza en el amor
y en el servicio a
los demás
El Hijo del hombre, que “No siempre podemos hacer
no vino a que lo grandes cosas, pero sí podemos
sirvieran, sino a servir. hacer cosas pequeñas con gran
amor”.
Mateo 20,28
Santa Teresa de Calcuta
Oración inicial
Guíame, Luz amable,
Yo amaba el lustre fascinante de la vida y,
entre tanta tiniebla espesa, ¡llévame Tú!
aun temiendo, sedujo mi alma el amor
propio:
Estoy lejos de casa,
no guardes cuentas del pasado.
es noche oscura y densa, ¡llévame Tú!
Si me has librado ahora con tu amor,
Guarda mis pasos; no pido ver
es que tu Luz me seguirá guiando
Confines ni horizontes,
entre páramos y fosas hasta que la noche
solo un paso más me basta.
huya
Yo antes no era así,
Y con el alba, estalle la sonrisa de los
jamás pensé en que Tú me llevaras.
ángeles
La que perdí, la que anhelo desde siempre
Decidía, escogía, agitado,
pero ahora, ¡llévame Tú!
San Henry Newman
2. MIRAR LA VIDA
(http://w2.vatican.va/content/benedict-xwi/es/audiences/2009
)
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Dar la vida completamente a Dios,
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En una profesión o en un trabajo. como sacerdote, misionero o
Buscando ser competente, religiosa. Aquí el ideal principal es
responsable, servicial, honesto. la donación libre de sí a Dios y
desde Él a los demás.
Momento Comunitario
Como grupo de estudiantes de la ESPAC planearán una “jornada de la misericordia”, que consistirá en
reunir alimentos o vestidos en buen estado para compartir con los más necesitados de la propia
comunidad.
Al tiempo que se prepara la recolección de cosas materiales, también conviene pensar en un momento de
oración y de anuncio de la Buena Nueva de Jesús.
Síntesis final
No se puede vivir sin amor. Es tarea fundamental para cada persona descubrir y
convencerse de que es amado desde siempre y para siempre y de que, a su vez, es capaz de
amar para siempre. Es necesaria la ayuda de personas maduras y sabias que ayuden en este
proceso.
El amor verdadero es donación y entrega libre a Dios y a los demás. Implica una decisión y
una responsabilidad, por ello es más que un sentimiento o emoción pasajera.
Dios, desde el día del bautismo, ha adornado gratuitamente a cada uno con carismas y
dones que deben ser reconocidos con humildad y puestos al servicio de los demás. Es un
compromiso y una responsabilidad personal tomar conciencia del propio carisma para
ponerlo a disposición de los demás.