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Es fácil comprender el riesgo que implica la tala de árboles de castaña para la sostenibilidad poblacional
de la especie, tomando en cuenta la importancia de la mortandad de árboles adultos dentro de su dinámica
demográfica.
En consideración de este riesgo y sus implicancias para la economía regional, el artículo 39 del D.S.
27572 (2004) prohíbe la tala de estos árboles. Adicionalmente, la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia, en su artículo 392-II, reconoce el valor histórico, cultural y económico de la
castaña y establece la penalización de su tala salvo en los casos de interés público regulados por la ley. A
pesar de la existencia de estas normas, en la práctica, la madera sigue siendo altamente cotizada en los
mercados regionales pues su uso es común como vigas o bien para la construcción de puentes, entre otros.
Paradójicamente, el propio Estado es el principal comprador de madera aserrada de castaña que encuentra
su destino final en obras públicas como viviendas sociales, colegios y oficinas institucionales. En este
marco, se puede destacar que recientemente se firmó un convenio interinstitucional entre el Ministerio de
Desarrollo Productivo y Economía Plural, la Agencia Estatal de Vivienda y la Autoridad de Fiscalización y
Control Social de Bosque y Tierra (ABT) que dispone la implementación de un mecanismo de promoción
a través de las compras estatales responsables que permitirá el empleo de productos forestales elaborados y
semi-elaborados que provengan de fuentes legales y de manejo sustentable del bosque (ABT, 2016).
3. LA DEFORESTACION
. La deforestación
Una presión aún más evidente sobre las poblaciones de castaña es la deforestación. La
provincia Vaca Díez presenta tasas de deforestación que se encuentran entre las más altas del
país. En su Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia (2015), la Fundación
Amigos de la Naturaleza estima que, anualmente, el departamento de Pando pierde
aproximadamente 3% de sus bosques por la conversión de las vegetaciones naturales en otros
usos de tierra. Las principales causas de la deforestación a nivel nacional son la ganadería
(50%), la agricultura mecanizada (30%) y la agricultura campesina e indígena (20%) (Müller et
al., 2014).
Aunque la tala de castaña oficialmente está prohibida y en muchos casos se dejan los árboles
en pie en el proceso de transformación de uso de tierra, en la práctica, las condiciones adversas
en las áreas deforestadas implican que estos árboles dejan de producir, pierden viabilidad y, en
pocos años, mueren.
4. EL CAMBIO CLIMATICO
En los últimos años, el Cambio Climático se ha convertido en
un factor cada vez más significativo para la región. Sus
principales efectos en la Amazonía boliviana son la mayor
fuerza del sol, la mayor frecuencia y fuerza de sequías y los
consecuentes incendios en la época seca, además de mayores
inundaciones en la época lluviosa. Adicionalmente, se ha
percibido incrementos en vientos huracanados y la incidencia de
plagas y enfermedades (Nordgren, 2010). Es necesario
comprender que estos cambios climáticos percibidos en la
región son un efecto combinado de cambios climáticos a
diferentes escalas:
A NIVEL GLOBAL:
Se refiere a los cambios que se vienen dando en la atmósfera mundial por causa del incremento de las
concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero debido a acciones humanas como la
quema de combustibles fósiles y la deforestación.
A NIVEL PANAMAZÓNICO:
Para comprender los procesos climáticos a una escala más regional, es necesario comprender las
funciones ecosistémicas de los bosques: aparte del reciclaje del carbono ya mencionado, incluyen una
compleja contribución a los ciclos de agua entre muchos otros servicios ambientales.
A NIVEL LOCAL:
La degradación ambiental dentro de la misma Amazonía boliviana constituye un factor agravante para las
tendencias climáticas descritas. En especial la provincia Vaca Díez y las áreas aledañas a las principales
carreteras del departamento
5. LAS CONSECUENCIAS PARA
LA CASTAÑA