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Comprendiendo la convivencia familiar

en presencia del trastorno bipolar*


La actitud de los familiares frente al trastorno
bipolar constituye uno de los pilares básicos
para minimizar los efectos de la enfermedad
El trastorno (afectivo) bipolar (TB) es una enfermedad crónica y
recurrente que ocasiona perjuicio en el desempeño y en el bienestar del
portador y su familia.

Aparte de la sobrecarga económica, se hace difícil la convivencia


familiar, la relación con vecinos, amigos, compañeros de escuela o del
trabajo, frecuentemente perjudicadas por el estigma y el miedo derivado
de la falta de información, sustituida por creencias y mitos acerca del
TAB que interfieren la aceptación de la enfermedad, su tratamiento y la
rehabilitación psicosocial.

Por otro lado, estos mismos factores contribuyen a aumentar el riesgo de


recaídas, tanto por abandono del tratamiento como por precipitación
debido a factores interpersonales estresantes.
Cuando los familiares de un afectado por trastorno
bipolar conocen por primera vez el diagnóstico, su
reacción puede ser muy amplia. Desde mostrar
angustia, enfado o rechazo hasta mostrarse tan
dispuestos a ayudar que alcancen sobreprotección.
Círculo vicioso
La actitud de los familiares es determinante a la hora de ayudar a una
persona con trastorno bipolar. La tarea no es nada fácil, puesto que una
implicación excesiva puede resultar perjudicial, ya que en la mayoría de los
casos se suele relacionar cualquier comportamiento con la enfermedad.
Todas estas actitudes se traducen, en muchos casos, en un enfrentamiento
entre la persona afectada y sus familiares por su actitud sobreprotectora.

Cuando la persona afectada se enfrente a los familiares por su


comportamiento sobreprotector, no es difícil que estos reaccionen usando el
trastorno como una etiqueta de conducta, cosa que aún hace sentirse peor a
los afectados. Estar enfrentados constantemente por esta implicación
excesiva puede generar un círculo vicioso. Para salir de él se requiere apoyo
del terapeuta y de estrategias que ayuden a la resolución del problema de
comunicación.
El papel de la pareja es fundamental
 En lo que respecta al papel de la pareja, tiene un papel muy importante
en la aceptación y control de la enfermedad. La mayoría de las
personas que tienen una pareja con trastorno bipolar tardan en
comprender que muchas de esas reacciones no son voluntarias, y que
su comportamiento es consecuencia de un trastorno mental.
Problema con las relaciones íntimas
Los cónyuges o las parejas de los afectados por trastorno bipolar,
en el periodo de recuperación después de un episodio maníaco,
manifiestan cierto distanciamiento en las relaciones íntimas.

Según los expertos, esta incomodidad pocas veces tiene que ver
con una actitud crítica o de sobreprotección, pero la persona
afectada bien puede interpretarlo como retraimiento emocional.

Las relaciones sexuales pueden cesar de forma completa durante el


último episodio o poco después, o disminuir sucesivamente tras
múltiples episodios. Los especialistas señalan que es un problema
común que las relaciones sean vulnerables en el periodo de
recuperación.
En muchos casos, la falta de confianza y el resentimiento resultante de la
enfermedad impiden un restablecimiento de la intimidad emocional y
física. Estos problemas de pareja se pueden superar mediante técnicas de
comunicación destinadas a reducir críticas y conflictos o a través de
técnicas de resolución de problemas cuya finalidad es «educar» a la
familia y a las personas vinculadas con el enfermo bipolar.
En descompensación, los problemas de
pareja son frecuentes

 Durante la depresión bipolar, los problemas de pareja son


frecuentes. Se debe tener muy presente que durante las
fases de descompensación no se deben tomar decisiones
importantes (ni sobre la pareja ni sobre cualquier otro
aspecto de su vida).

 En este sentido, no es una buena idea separarse durante


estas fases ya que la mayoría de problemas de pareja
desaparecen cuando la persona con trastorno bipolar se
estabiliza.
Decálogo para convivir con una persona
bipolar
# 1.- La persona bipolar, en la fase depresiva, debe ser tratado co­mo si padeciera
una depresión.

# 2.- El tema se complica cuando aparece la fase eufórica, sobre todo la primera
vez, pues la familia se queda sorprendida por la actuación del hijo, esposo o mujer
bipolar, y puede pensar que se deba al consumo de tóxicos o a un cambio de
conducta por la “mala cabeza” del sujeto.

Nada más lejos de la realidad. La enfermedad bipolar tiene un componente


genético, por lo que la persona bipolar no es responsable de ese
comportamiento ‘extravagante’ (Vieta i Pascual et al., 2004)
# 3.- La culpa nunca es buena consejera, y en este caso no va a ser una
excepción. Los familiares de la persona bipolar deben aceptar esta enfer­medad
como producto de un conjunto de factores (genéti­cos, estresantes, personales,
etc.), y no como una conse­cuencia directa de la educación y de la relación entre
padres e hijos.

# 4.- La familia debe ser consciente de que el paciente bipolar puede desarrollar
una actividad social, laboral y familiar con normalidad, como cualquier otra
persona, con la limitación de que tiene que seguir un tratamiento y debe evitar,
dentro de lo posible, los factores estresantes gratuitos y procurar llevar una vida
regulada en horarios y esfuerzos. Por este motivo, es necesario procurar que la
persona bipolar mantenga una jornada regular de trabajo y de diver­sión, sin
exageraciones, así como evitar todo lo que supon­ga un “plus” de agobio o estrés.
 # 5.- Los excesos (consumo de tóxicos o alcohol, o una vida con horarios muy
irregulares, etc.) son un buen caldo de cultivo para que la enfermedad se
reactive. En este sentido, es recomendable para la persona bipolar evitar las
amistades ‘problemáticas’. La familia puede colaborar, sin agobiar, ayudando al
paciente bipolar a rodearse de personas que supongan una influencia positiva y
que no incurran en conductas de riesgo para el paciente.

 # 6.- Es muy importante para la persona con trastorno bipolar establecer unos


buenos hábitos de descanso para lograr dormir lo necesario. Si por cualquier
circunstancia esto se ve afectado, es imprescindible que la persona bipolar (o la
familia en su defecto) lo ponga en conocimiento del profesional de la salud que
esté llevando su caso, por si fuera necesario cambiar la medicación.
 # 7.- En la fase eufórica, a veces es necesario un internamiento psiquiátrico, sobre todo para
evitar que el paciente realice acciones o actividades de las que después pueda arrepentir­se (comprar o
vender bienes, viajar sin control, etc.), o bien para evitar que se haga daño a sí mismo o a los demás.
A veces, estos internamientos deben hacerse de forma forzo­sa y sin el consentimiento de la persona
bipolar, que en esos mo­mentos no tiene conciencia de su enfermedad, con el consiguiente malestar
por parte de la familia por tomar una de­cisión tan drástica. Hay que pensar que esas medidas se
aplican por el bien del paciente y que en esas circunstancias es la única manera que tenemos de
facilitar su recuperación.

 # 8.- Los familiares de las personas bipolares deben conocer la impor­tancia del tratamiento
farmacológico (medicación eutimi­zante). De ahí que han de procurar supervisar, sin agobiar, la
correcta administración de la medicación y de los con­troles periódicos de analítica. No debemos
atosigar al pa­ciente respecto de la necesidad de tomarse el tratamiento de forma correcta; pero esto
hay que hacerlo “controlando, pe­ro sin controlar” .
 # 9.- Suele resultar beneficioso para las personas que padecen trastorno
bipolar realizar un ejercicio moderado con regularidad porque les ayuda a
equilibrar su estado de ánimo. La práctica regular del deporte libera
endorfinas que ejercen un efecto positivo para el estado de ánimo en
general. En ello siempre puede colaborar algún miembro de la familia
(hermano, pareja, etc.) o del entorno (amigo) de la persona bipolar, ya que
siempre es más fácil motivarse para hacer algún deporte de manera regular si
se comparte la afición con otra persona.
# 10.- Ante la aparición de algún síntoma, ya sea depresivo o eu­fórico,
la persona bipolar deberá ponerse en contacto con su terapeuta para
reajustar el tratamiento si fuera preciso. En ningún caso, y en éste
menos todavía, es recomendable la automedicación, debido al riesgo
de pasar de una fase a otra sin solución de continuidad, con las
consecuencias ne­gativas para el paciente y sus familiares

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