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Las perlas de ser

padres con amor y


lógica
PARTE II
¿Cómo usar las perlas
de amor y lógica?
 El conocimiento de algunos conceptos sobre ser padres brinda una base sobre la cual
construiremos un sistema de disciplina. Pero, llevar esas ideas a la practica nos
conduce a un terreno muy traicionero.
 ¿Cómo manejamos a los chicos que provocan la erupción de un volcán cada vez que
no ganan un a batalla entre distintas voluntades?
 ¿Qué ocurre con esos pequeños salvajes que, ante nuestra intervención mas bondadosa
nos responden con palabras como “vete al diablo, tonto”?
 ¿Y qué sucede con los niños que no van a la cama a la hora indicada, o no hacen sus
deberes, o no alimentan a sus animalitos domésticos?
No deseamos filosofía
¡Queremos respuestas!
 ¿Cómo se conjugan la separación de los problemas, las palabras pensadas, las
elecciones y la empatía con la paternidad real y práctica?
 La segunda parte de este libro cuenta con 40 perlas de amor y lógica, y ofrece
consejos prácticos para enfrentar algunos problemas de disciplina mas comunes
durante los primeros doce años de vida de un niño.
 En estas perlas se han investigado, discutido temas individuales y se han aportado
consejos precisos y prácticos acerca de cómo manejarse con ellos. Muchas de
ellas incluyen un dialogo de muestra para ejemplificar la manera de discutir una
situación con el niño.
Asignaciones - Dinero
PERLA 1
En algún momento de la vida de los niños se manifiesta
la responsabilidad económica.
Es mas habitual ver en otros países, sobretodo en los de
habla inglesa la costumbre de LA MESADA O
ASIGNACIÓN.
En general, comienza cuando el niño comienza cuando el
niño tiene cinco o seis años.
Objetivo:
 Se lo damos porque queremos que aprendan a manejar dinero.
 De esa manera se hacen de una responsabilidad fiscal en todas las áreas
de la vida.
 Se ha comprobado que los niños capacitados para disponer
correctamente de su dinero se muestran mas habilidosos en la escuela.
 Algunas reglas referidas a las asignaciones o mesadas ayudarán a
nuestros hijos e hijas a aprovechar esta importante experiencia de
aprendizaje.
Regla 1:
Los chicos no se ganan sus mesadas.
Eso significa que no les pagamos para que realicen
tareas. Si actuáramos así, les arrebataríamos la dignidad
de participar en el trabajo doméstico de la familia. La
única ocasión en que les pagamos por realizar una tarea
es cuando nos suplantan en nuestros propios quehaceres.
Regla 2:
 Laasignación, debe ser entregada en un mismo momento de cada
semana. Puede hacerse con sobres de paga.
 Sepone el dinero en el sobre e incluyen un pequeño recibo o
boleta.
 Por ejemplo, para un chico de primero básico: “Tanto de
asignación, tanto para gastos de almuerzo”. Escriben el nombre del
beneficiario en el sobre. Firmen la boleta o recibo y agreguen:
“porque te amamos, gástalo bien y hazlo durar”.
Regla 3:
 No insistir en que ese dinero sea ahorrado. Los chicos no
aprenderán a manejar el dinero si lo guardan en una caja de
zapatos para cuando sean grandes.
 Con el fin de conocer el tema del dinero, los niños deben
atravesar su propia depresión económica: gastarlo y luego no
tenerlo en caso de necesidad.
 En general, niños y adultos aprender a ahorrar solo después de
la bancarrota.
Regla 4:
Mientras no se involucren en alguna actividad ilegal,
debe permitirse a los niños que ahorren o gasten el
dinero de la manera que prefieran.
Lo pueden usar para contratar a otros con el fin de que
desempeñen sus tareas
Hasta puedan contratar a una niñera si no quieren ir a
algún lado con la familia.
Nota importante:
Pero hay una trampa: cuando se fue, se fue.
No habrá mas dinero hasta el sobre de la
próxima semana o de la próxima quincena,
etc.
La cólera: cuando procede
PERLA 2
 Por lo general, la decisión acerca de utilizar o no la cólera en nuestra relación
con los niños o niñas se relaciona con el tema de la separación de los
problemas. Los problemas de los niños y niñas siempre tendrían que encontrar
nuestra empatía.
 Ellos mismos se meten en líos. El aumento de su responsabilidad se producirá
solo si brindamos nuestra compasión, no si les gritamos.
 Si los errores de nuestros hijos los perjudican a ellos y no a nosotros –si se
caen, se vuelven a casa con un ojo negro, si fracasan en la escuela- entonces
nuestra cólera agrava el problema.
 Esto recuerda la situación en el cual el esposo aprieta el acelerador hasta casi el
limite permitido. Si su esposa se lo advierte, él se enoja. Dado que es él quien
conduce, piensa que la velocidad es su problema y lo ofende la interferencia de
la esposa.
 Pero si ella le dice que no tiene ganas de morir, presenta la cuestión de su propia seguridad.
Su cólera es comprensible y efectiva. El puede aceptar eso.
 Cuando nuestros hijos hacen algo que nos afecta directamente –perder nuestras
herramientas, dejar la bicicleta en la entrada de los autos, no guardar nuestras cosas si las
usan- entonces está bien que nos enojemos un poco. Ellos reconocerán que estamos
enojados por su mal comportamiento nos ha afectado.
 El caso de la pequeña Bárbara.
 La cólera también es apropiada si hemos decidido racionalmente utilizarla. A veces, los
niños necesitan que se les ofrezca un despliegue de cólera. Podemos evaluar estas opciones:
¿acaso deseo aislar a mi hijo? ¿o quiero solucionar el problema hablando con él o con ella?
¿o creo que necesita unos buenos gritos y luego un abrazo con la explicación de que estoy
tan enojado porque él o ella podrían haber manejado mejor la solución?
En conclusión…
 Ladecisión de usar la cólera debe tomarse en forma desapasionada.
Solo debe usarse cuando la conducta de nuestros hijos nos afecta en
forma directa.
 ADVERTENCIA: No debemos emplearla tan a menudo como para
convertirla en una emoción esperada. Todos nosotros, incluso los niños
y niñas, amamos la emoción. Una vez que los chicos se acostumbran a
la demostración de una en particular –vergüenza, cólera, culpa o amor-
esa emoción esperada se transforma en la emoción elegida.
Hora de ir a dormir
PERLA 3
“Hora de ir a la cama, querido”
 Uno lo dice todas las noches. Y siempre hay que sortear toda clase de obstáculos
antes de seguir una acción positiva.
 Todas las veces surge algo como: “Después de que termine este programa”,
“¿Puedo comer algo antes?, “Léeme un cuento”, “No estoy cansado”, “hay
monstruos en mi cuarto”. Si hay que buscar razones para no meterse dentro de las
sábanas, cada niño se convierte en Einstein.
 El hecho es que no podemos conseguir que nuestros hijos se vayan a dormir. Lo
harán cuando el reloj de sus cuerpos se los diga.
 Cada chico requiere una cantidad de sueño distinta. Recientes investigaciones han
determinado que los niños mas brillantes, en particular los mas dotados, pueden
no necesitar tanto sueño como otros.
Son tan brillantes…
 Quizás sea un mayor problema mientras están despiertos.
 En realidad, Dios ha determinado la cantidad de sueño que los niños
necesitan, y varia en cada uno de ellos.
 Lo triste es que muchos padres dicen: “Mamita y papito están cansados, de
modo que es hora de que los nenes se vayan a la cama”. Lo ideal sería que
los chicos pudieran estar levantados y fuera del camino de sus padres.
 En lugar de decirles a sus hijos que cantidad de horas de sueño necesitan, el
padre con Amor y Lógica habla así: “Esta es la oportunidad que tienen de
dormir por la noche porque están en su cuarto”.
Esa oportunidad…
 Puede comenzar a las 7:30, a las 8:30 o a la hora que sea. El chico y nuestra
necesidad de intimidar lo determinaran. Así conseguimos hacer menos engorrosa la
batalla para ir a la cama. En realidad la batalla no existirá.
 Como cualquier otro tema que requiera control. Los padres tienden a subestimar la
necesidad del chico con respecto a la pequeña cantidad de ese control. De modo
que, cuando ven que los niños luchan por la totalidad, piensan en que eso es lo ellos
necesitan. En definitiva, lo que necesitan es un poco de control, no todo el timón.
 De manera que podemos concederlo. Pregunten a sus hijos si quieren permanecer
en sus cuartos con la puerta cerrada o con la puerta abierta, con la luz encendida o
no, con radio o sin radio. No se queden con todas las cartas; hagan que ellos
también participen.
En conclusión…
 Muchos de nosotros no concedemos este control por miedo a las
consecuencias. Tememos que el pequeño Lukas, levantado a la una de la
madrugada, jugueteando con su radio y sus guantes de arquero, sea una
detestable molestia al día siguiente.
 ADVERTENCIA: Debemos tener en cuenta eso, y no las horas de sueño. No
se piense que porque el niño pueda ser molesto hemos de hacerlo dormir más.
Mejor será pensar en la lección que puede aprender y decirle: “necesitas
pasar mas tiempo en tu cuarto (o donde sea), pues eres un caprichoso”
 El niño probablemente dirá: “En fin, anoche no dormí mucho. ¿Y qué
responderán ustedes? “Bien pensado”. La lección ha dado en el blanco.
Autoritarismo
PERLA 4
¿Acaso es una sorpresa que los padres autoritarios
suelen tener hijos autoritarios?
 Los padres que mandonean a sus hijos como si fueran reclutas terminan por
encontrarse con chicos y chicas que desean ser sargentos. Esto tiene mucho
sentido y lógica por supuesto.
 A losniños pequeños les encanta actuar a lo grande. Si ven que los adultos se
muestran autoritarios, ellos también lo harán.
 Sinembargo, no siempre son los padres quienes actúan equivocadamente.
Aún papás y mamás no autoritarios pueden tener hijos de esa clase.
A esos chicos y chicas les gusta salirse con la suya y se hacen mandones
como una forma de lograr su objetivo.
¿Puede suceder que quieran actuar así con
nosotros? ¿cómo lo vamos a tolerar?
 Una manera de manejar esta situación es contar con un buen guión para uso
inmediato.
 Cuando se presenta el caso, nuestra primera respuesta consiste en una franca
sonrisa dirigida al niño. Este giro inesperado le da a él o a ella tiempo para
pensar, para preguntarse qué está pasando.
 Después, suavemente, decimos algo como “Buen intento, Yahir, buen intento
¿qué crees que ocurre en esta familia cuando alguien se pone mandón? ¿eso
es bueno o no? Por favor, no contestes ahora, piensa en ello”. Luego nos
vamos.
Conclusiones:
 Lospadres con amor y lógica manejan a los chicos autoritarios sin inyectar
emoción en el ambiente.
 No les decimos: “¡Ni te atrevas a mandonearme!”.
 Enfrentamos su actitud en forma racional.
 Cuando nuestros hijos se muestran autoritarios con otros niños, entonces nos
convertimos en meros consejeros. Después de todo, ahora es problema de
ellos, no nuestro.
 Decirles a los chicos que no sean autoritarios sirve sólo para acentuar nuestra
autoridad sobre ellos y su actitud no cambiará. Pero si ponemos el peso del
problema sobre sus hombros y nos mantenemos cerca para intercalar algún
consejo que no sea solicitado, contribuiremos a encaminarlos hacia una
solución.
El auto: batallas en el
asiento trasero
PERLA 5
¿Acaso es un problema que debe controlarse a
tiempo?
 Si lo enfrentamos cuando todavía no es serio, nunca lo será. Pero debemos
elegir el momento adecuado:
 Cuando no estamos apurados por llegar a algún lado y cuando no nos
importa el tiempo que invertiremos en transmitir nuestro mensaje.
 Este consiste en lo siguiente: no vamos a tolerar el caos en el asiento trasero
y, si eso continúa, algo pasará.
 En cada táctica, si no estamos apurados y luego cuando sí lo estamos una
palabrita dirigida hacia el asiento trasero dará resultado.
Tareas domesticas
PERLA 6
¿No es acaso una utopía pensar que tanto
padres como hijos odian esto?
 No existen pies alegres que corran presurosos a realizar cualquier tarea
hogareña. Pero si lo manejamos bien, podemos eliminar el tedio en las tareas
cotidianas. Y empezamos cuando los chicos y chicas son pequeños.
 Cuando son pequeños disfrutan mas el hecho de hacer cosas con sus padres.
Decimos “hacer las cosas con” en lugar de “ayudar” porque conviene admitirlo,
no ofrecen una ayuda verdadera. Solo les gusta copiarnos a nosotros.
 Elsecreto de inculcar en los chicos una actitud positiva con respecto a las tareas
consiste en que nosotros nos DIVIRTAMOS cuando las realizamos.
 De modo que, durante los años de la primera infancia, debemos inculcar la idea
de que trabajar es divertido.
Los padres sabios dirán cosas parecidas a:

 “¡Como me gusta trabajar en casa!”.


 “¡Es tan divertido hacer esto!”.
 “¡Que bien! Disfruto tanto haciendo estas cosas contigo”.
 “¡Juntos nos divertimos mucho!”
Llegando a una edad podemos determinar que son un poco mas responsables,
resulta conveniente darles tareas domésticas muy simples.
Luego, a través de la básica ya pueden lavar platos, pasar la aspiradora, etc.
Nota importante:
 No será fácil, serán perezosos. Encontrarán excusas para no realizar las tareas.
 Los padres con amor y lógica son sabios en negociar las labores domésticas con sus hijos.
 Cuelgan en la cocina una lista de tareas y les piden a sus chicos que la lean y decidan cuales
prefieren realizar.
 Uno o dos días mas tardes, toda la familia se siente a deliberar. Se permite a los chicos
decidir quien hace que. Si el reparto parece resultar injusto, el niño o niña que carga con la
peor parte pedirá una renegociación.
 Un problema mayor resulta en lograr que las tareas se realicen en el horario apropiado o
establecido por los padres.
 Lo mejor en dicho caso es mencionar un rango temporal con expresiones como “para antes
de tu próxima comida” o “para antes de ir a ver el partido”
La Iglesia: cuando los
chicos se niegan a ir.
PERLA 7
 Los padres responsables desean criar a sus hijos con valores espirituales
establecidos. Quieren que tengan fe, que entiendan el mensaje cristiano, que
conozcan a Dios. Eso implica forme parte de la Iglesia y sus actividades.
 Lamentablemente, llega un momento en la vida de los niños en la cual no
quieren asistir a la Iglesia. Deben permanecer mucho tiempo sentados. No
entienden lo que dice El Señor que está hablando. Se sienten incomodos con
su ropa dominguera.
 Una de las razones mas importantes; por la cual los chicos no quieren saber
nada con la Iglesia reside en la REBELIÓN CONTRA LOS VALORES
PATERNOS.
 Nuestros hijos aprenden muy pronto que no podemos hacer que piensen como
nosotros y que crean en lo que nosotros creemos. Cuando lo hacemos, los
invitamos a ser desobedientes. Ven que estamos usurpando parte del control y
quieren recuperarlo.
 Los padres responsables desean criar a sus hijos con valores espirituales
establecidos. Quieren que tengan fe, que entiendan el mensaje cristiano, que
conozcan a Dios. Eso implica forme parte de la Iglesia y sus actividades.
 Existe otra área dentro de la paternidad donde el modelo correcto es de vital
importancia. Si desde su mas tierna infancia los chicos nos han oído hablar
acerca de lo bueno que resulta ir a la Iglesia habremos hecho que se encariñen
con la idea sin llegar a la coacción
 Deseamos enunciar opiniones positivas como “estoy contento de tener mi
Iglesia, disfruto de mis amigos y me siento alentado cuando estoy allí”, o
“siempre me siento mejor cuando estoy en la Iglesia”.
 Estas afirmaciones pueden sin duda influir en el ánimo del niño y disminuyen
su inclinación a la rebeldía.
Recomendaciones:
 Si insiste con firmeza en no ir, Descubrir las razones de su desagrado.
 Hay formas de obligar, pero por supuesto no se recomiendan, pues coartan
oportunidad de valorar y apreciar su propia volición.
 Debemos una vez mas recordar que las ordenes parentales, por lo general,
provocarán la rebelión implícita o explícita en ellos.
 Los “peques” lucharán contra los padres que insisten en la idea “tú crees lo que
yo creo”.
 Por lo general, el desagrado de la Iglesia es solo una etapa, si ha tenido una base
de enseñanzas Bíblicas cuando mas pequeño, lo mas probable es que ha medida
que crezca apreciará el valor de estar con la Iglesia.
Situaciones de crisis
PERLA 8

Uso de drogas – Niños que se escapan – Suicidio – Una muerte en la familia


Una enfermedad deformante o terminal, etc.
Recomendaciones:
 Primero, de acuerdo con su propia naturaleza, son por general temporales.
Vendrán épocas mejores. Saber esto nos permite comprometernos demasiado.
 Segundo, pocas de ellas deben enfrentarse inmediatamente.
 Casi siempre tenemos tiempo para orar, pensar y actuar en forma racional;
también para pedir consejo a otros que quizás han tenido similares experiencias
o que están capacitados profesionalmente.
 Además, por ejemplo: si descubrimos que nuestro hijo ha estado en contacto con
la droga, ese es en verdad un acontecimiento serio. Pero, no implica la
obligatoriedad de una crisis. Tenemos tiempo para hacernos cargo de ello en
forma apropiada.
 Incluso podemos decidir no hacer nada. Está bien, en muchos casos no es una
buena solución, pero podemos tener en cuenta la alternativa. Hacer algo no
constituye una respuesta. Sí lo es hacer lo correcto.
 Después de anotar todas las opciones, desde la actitud mas activa a la menos
activa, debemos hablar el tema con alguien a quien respetemos. LA
PERSPECTIVA DE UN PENSAMIENTO CLARO ES LA CLAVE.
 Tercero, para permitirnos actuar bien, siempre debemos preguntarnos cuál
sería el peor resultado. Muchas veces descubrimos que somos capaces de
manejarlo. Lo mas grave “la muerte” es de todas maneras inevitable y se
puede enfrentar si estamos preparados para el encuentro con nuestro Creador.
 Para finalizar, siempre debemos hacer que la carga quede sobre las espaldas
de la persona del problema. Si nuestro hijo se está drogando, ése sigue siendo
su problema a pesar de nuestra agonía.
En resumen:
 Cuando aparece una crisis, nos tomamos un tiempo.
 Oremos.
 Respiramos profundo y nos relajamos.
 Anotamos las posibles opciones.
 Hablamos con personas dignas de nuestro respeto.
 Pensamos en nuestra capacidad de enfrentar el peor resultado.
 Mantener nuestra FE.
Después de todo, esa es nuestra mejor arma.
La disciplina en público;
sesión estratégica de
entrenamiento
PERLA 9
 Los chicos nacen astutos. Aún antes de saber hablar bien, ya intuyen cuales
son los puntos vulnerables. La mayoría de las veces sus triunfos tienen lugar
en un negocio, un supermercado u otro lugar público.
 Loschicos y chicas piensan que los padres no se atreven a hacerles nada
porque hay gente. Los padres creen que no se atreven a retarlos porque
muchas personas están mirando. ¡Y esas personas piensan por qué los padres
no hacen algo con un chico tan desagradable!
 Un lugar público no es tan diferente de una habitación de la casa. Claro, no se
presta para un dialogo profundo, pero no significa que olvidemos nuestros
principios de amor y lógica. Los niños con mal comportamiento deben recibir
alguna forma de consecuencia. De lo contrario cada salida será un desastre.
 Una técnica para eliminar este mal hábito se llama “Sesión estratégica de
entrenamiento”.
Recomendaciones:
 Primero, requiere planificación y cooperación de parte de los integrantes de la
familia y de amigos. Si se pone en práctica una vez, se aprendió la lección y los
ataques públicos infantiles serán cosa del pasado.
 Caso práctico de Laura y su hija Holly.
 Las sesiones estratégicas de entrenamiento pueden programarse con el cónyuge o
incluso con un hermano mayor. No es necesario llevar al niño hasta la casa, basta
con llegar al auto si los compañeros de conspiración de los padres pueden vigilar,
sin ser detectados, desde cierta distancia.
 No hay razón por la cual nuestros hijos tengan en público una conducta infernal por
el simple hecho de nosotros estamos con ellos. Una o dos sesiones pueden bastar
para solucionar el problema.
Disciplina 101
Ovejero Alemán Básico
Edad: 11 a 18 meses
PERLA 10
 Chicos y perros. Créase o no, a los nueve meses los niños superan en
inteligencia al perro de la familia. En realidad, entre once y trece meses, están
capacitados para aprender lo mismo que le enseñamos a un perro, es decir,
órdenes como “ven, siéntate, no quédate”. Llamamos a esto “Ovejero Alemán
Básico”.
 El niño debe aprenderlo a los dieciocho meses. Es la base de toda la disciplina.
Si no logramos que un niño de dos años obedezca órdenes primarias, los
próximos dieciséis años de su vida, y también de la nuestra serán una tortura.
 La clave reside en controlar sólo lo que podemos controlar.
 No podemos hacer que un bebé deje de llorar o que siga chupándose el dedo.
Lo que podemos y debemos controlar es donde lo hacen.
 Sinuestros hijos ignoran nuestro firme “por favor, basta” una sola vez, se les
debe dar la oportunidad de ser desagradables en otro lugar. Y ese lugar es su
habitación. Pueden actuar como quieran, siempre y cuando lo hagan en su
habitación.
 El problema es llevarlos al lugar que corresponde.
 El primer paso es enseñarles a quedarse sentados en un lugar específico de la
habitación cuando tienen una actitud desagradable, cuando ya se incorporan,
establecer contacto visual, y sin gritar, le decimos “quédese allí”. El siguiente
paso es llevarlo a una habitación cercana para vigilarlo.
 Si la mala conducta persiste, los mandamos a llorar a su habitación. No es un
castigo. Sólo les estamos dando la oportunidad de calmarse. Si continúan con
su mala actitud, se ponen en penitencia 5 minutos más por cada año de vida.
Nunca debemos de dejar de
demostrarles nuestro amor. Al
dejar de portarse mal, los
abrazaremos y los mimaremos
porque están haciendo las cosas
bien.
Tres errores comunes:
 Primero podemos ser demasiado duros. A veces, ya sea que nuestros padres hayan
sido estrictos o permisivos, podemos estar tentados a abusar del Ovejero Alemán
Básico.
 Recuerden que todos tienen derecho a estar malhumorados de vez en cuando,
incluso nuestros hijos. La compresión y el sentido común deben prevalecer en la
relación padre-hijo.
 Segundo, podemos llegar a ser demasiados “permisivos” antes de darles la orden
“vete o márchate”. Si pasa mucho tiempo. Si pasa mucho tiempo que les digamos
“adiós”, resultaremos padres enojados y no padres eficientes.
 Tercero, no debemos confundir la firmeza con el enojo, podemos hablar en voz
alta, incluso usar un poco de presión física, sin llegar a gritar y a demostrar
frustración.
Algunos padres creen que los niños que están entre los
once y los dieciséis meses son demasiado pequeños
para aprender el Ovejero Alemán Básico (los chicos lo
aprovecharán). Sin embargo, la mayor parte del
lenguaje receptivo de los chicos a esa edad está tan
desarrollado como para saber lo que estamos diciendo o
esperando. En realidad, si a los niños se les permite
molestar a sus padres, eso generalmente contribuye a
intensificar su propia autodisminución
Disciplina 201
Ovejero Alemán Reparador
Edad: 4 a 6 años
PERLA 10
RECOMENDACIONES PARA SU USO CORRECTO:
 Eviten los encuentros físicos.
 Usen las órdenes con discreción.
 Den un mensaje completo.
 A veces es necesario agradecer por anticipado.
 Hablar con los chicos cuando están de buen humor.
 Usar el cambio de lugar en vez de tratar de parar su mala conducta.
 Sean emotivos cuando las cosas están bien hechas.

Con estas reglas en mente, escuchemos cómo Elaine intenta mandar a su


habitación a su hijo Jesse, de cinco años.
Divorcio y visitas
PERLA 12
 Pauta1: Los hijos e hijas enfrentarán el divorcio de la misma
manera en que lo hacen los adultos.
 Pauta2: Puede ser obvio que el divorcio no es su responsabilidad.
Sin embargo, hay que dejárselo claro.
 Pauta 3: Sean sinceros acerca de sus sentimientos y observaciones.
 Pauta 4: Entiendan la mala conducta de sus hijos sin justificarla.
 Pauta 5: Den a los chicos un grupo de apoyo.
 Pauta 6: El consejo post-divorcio para padres e hijos puede ser útil.
 Pauta 7: Permanezcan a disposición sin ser inquisidores.
 Pauta 8: Manejar el tema de las visitas en forma directa con el ex-
cónyuge.
 Pauta 9: Los niños necesitan “mamás” y “papás”.
 Pauta 10: El progenitor natural debe siempre respaldar al padrastro en
materia de disciplina.
El mensaje que los padres en trance de divorcio deben enviar a sus hijos
dice así: “Esto no va a arruinar sus vidas. Sé que pueden enfrentarlo. Es
difícil, pero ahora pueden tener tres o cuatro adultos que los amen en
lugar de dos”.
Los chicos cuyos padres se divorcian lo pasan mucho mejor si los
adultos se muestran positivos.
Comer con buenas
maneras
PERLA 13
Lani, una mamá muy dedicada, ha pasado la mayor
parte del día inclinada sobre el horno. Está bien, es un
día especial. El plato es algo nuevo, nunca visto en la
mesa familiar: pollo “alla cacciatora”. La transpiración
mezclada con las especias, el trabajo, con el amor.
Todos la miraron cuando llevó su creación a la mesa.
Cuando levantó la tapa de la fuente, esperaba los
suspiros de aprobación de sus amantes hijos.
-En lugar de eso, escuchó un coro de “¡oh, caramba,
esta cosa es algo raro!”. “Esta cosa” puede arruinar la
alegría de la mesa familiar y convertirla, en virtud de
las malas maneras, en un campo de batalla. No hay que
preocuparse. Lani era una madre con amor y lógica.
Estaba decepcionada, pero recibió bien las críticas. Dijo
que no había problema y tiró a la basura el contenido
de. los platos de los chicos.
Luego, con voz muy suave, les dijo: -Vayan, chicos
hagan lo que deben hacer después de cenar. Nos
veremos para el desayuno. Más tarde, cuando los
encontró saqueando la heladera, les dijo ¿Cómo me
pagarán por lo que han tomado de allí? ¿En dinero
contante y sonante, o con parte de la asignación? Los
chicos deberían decidir cuánto han de comer. El padre
prudente los preparará para el mundo real al permitirles
tomar una decisión temprana.
Para presentar nuevos platos, Carol nunca
tuvoproblemas, cada vez que cocinaba algo diferente,
Para presentar nuevos platos, Carol nunca tuvo
problemas, cada vez que cocinaba algo diferente,
las porciones eran sólo para dos: ella y su esposo.
Los chicos comían salchichas. Durante el
transcurso de la comida, los adultos alababan el
plato hasta que los niños preguntaban dónde
estaban sus porciones.
Carol les decía que era comida para adultos, que
probablemente no les gustaría, y no les daba
nada. A la noche siguiente la escena se repetía y
los chicos reclamaban sus derechos. Carol
conservaba el control y les decía que todavía no
estaban capacitados para probar un sabor tan
fuerte.
Durante la tercera noche, los chicos insistieron
en sus derechos. Carol cedió y puso pequeñas
porciones en sus platos, con la recomendación
de que no comieran demasiado. Desde ese
momento, Carol tuvo pocos problemas en
conseguir que sus hijos aceptaran lo que
preparaba para comer.
Al referirnos a las buenas maneras en la mesa,
volvemos al axioma del amor y de la lógica: si
no podemos cambiar la conducta, cambiemos el
lugar. Aun con los más pequeños, podemos
ejercitar nuestro poder. A un niño de doce meses
que escupe, se le ofrece una elección: “Escupe
desde tu sillita alta o ponte a jugar en el piso”.
Con los chicos más grandes podemos variar la
técnica, permitiéndoles comer en un lugar donde
no nos importunen con sus malas maneras.
Cuando mi esposa (la de Foster) se ve frente a
maneras incorrectas de sentarse a la mesa,
despacha a los ofensores con estas palabras:
“Lleven todo al secador”. Nuestros hijos evitarán
complicarse más de lo necesario si deben
permanecer a solas con sus platos de comida.
Miedos y monstruos
PERLA 14
Monstruos. A veces se encuentran debajo de la cama. A
veces, del otro lado de la ventana. Pueden estar debajo
de la alfombra o en los armarios, listos para hacer su
aparición en el momento en que Mamá se va. Estarán
de acuerdo en que los monstruos anidan en la cabeza
de los chicos y allí solamente. La imaginación infantil
hace que los niños sepan que las criaturas nocturnas no
se parecen a una amistosa mascota de felpa.
Una niña de siete años, después de ser adoptada,
imaginó que sus nuevos padres tenían apariencia
humana durante el día y que por la noche se
convertían en lagartos. Esos miedos que nos
parecen tontos son muy reales para los chicos,
aunque no deberían impedirles irse a la cama.
Resulta conveniente investigar las emociones
negativas de nuestros hijos (y el miedo a ir a la cama)
en una forma comprensiva y fría, sin inmiscuirnos
emotivamente. Nuestra calma se transfiere a los niños.
Sus problemas se agravan si manifestamos enojo o
frustración. Aplicamos una regla importante: tan
pronto como la charla sobre un tema determinado se
vuelve previsible, el tema deja de ser investigado.
Una actitud tranquila acerca de la capacidad del chico.
para resolver sus problemas ayuda a disminuir su
preocupación. En lugar de ello, ciertos padres investigan
en exceso o se involucran demasiado: así se agranda el
problema, Por ejemplo, al decir "Mary, no te pasará nada,
querida”. Además, la situación no mejora cuando nos
arrodillamos y verificamos si hay o no monstruos debajo
de la cama. De esa manera confirmamos los temores de
los chicos.
Podemos también sacar provecho del pensamiento
mágico. Los niños creen de corazón en la magia. Por eso,
al pequeño Ron lo tranquiliza tener un osito caza-
monstruos en la repisa. Y a veces, una gota del perfume
mágico de Mamá en el borde de la sábana ayuda a Naomi
a dormir. Esas técnicas, por supuesto, deben aplicarse sin
darles mayor importancia, pensando sólo en la natural
manera de razonar de los niños.
Vale la pena gastar un poco más en electricidad y
dejar encendidas algunas luces. Podemos rendirnos
en eso, pero no en permitir que el chico entre en
nuestro cuarto porque él o ella está asustado.
Un ejemplo de conversación beneficiosa es el siguiente;
CHICO -No quiero ir a la cama,
Mamá. Tengo miedo de morirme esta noche.
MAMA-Por suerte, sólo un niño en diez millones se morirá esta
noche, querido.
CHICO -Pero tengo miedo.
MAMA-¿De qué tienes miedo?
CHICO -De los monstruos.
MAMA-Yo no me preocuparía por eso. Tienes a Teddy contigo.
CHICO -¿Quieres desparramar un poco de perfume mágico sobre mis
sábanas?
MAMA -Por supuesto.
Los padres que no agrandan el problema de los
monstruos tendrán hijos que aceptarán irse a la
cama sin quejarse cuando tengan sueño.
Amigos
PERLA 15
Amigos. A partir del momento en que comienzan a gatear,
nuestros hijos están en contacto con otros niños. Jugando a
las muñecas. O a las carreras. Tendrán amigos. Y eso es
bueno. Lo malo es que muchas veces no nos gustan los
amigos elegidos. La peor batalla que podemos iniciar es la
vinculada con quiénes son los amigos de nuestros hijos.
Dado que no podemos vencer en ella, mantengamos la boca
cerrada.
Podemos ofrecerles una opción: elijan amigos que nos gustan y
jueguen con ellos en casa, o jueguen lejos con amigos que no
aprobamos. O podemos decir: “¿Quieren tener amigos que pongan a
prueba su capacidad para pensar y decidir, o prefieren amigos que
no los presionen tanto?”. Si intervenimos en este tema, y tratamos
de que cambien de amistades, podemos dañar nuestra propia
relación con los hijos. Ellos se rebelan contra nuestras órdenes. Al
prohibirles que jueguen con ciertos amigos, les estamos diciendo
que tememos que los perjudiquen sus creencias o sus hábitos.
También les decimos que no pueden pensar por si
mismos. El resultado consiste en que esos amigos se
vuelven más deseables. Pero podemos decirles lo que
pensamos. Los chicos no pueden rebelarse contra ideas
y opiniones. De hecho, si somos comunicativos con
nuestros hijos, a largo plazo elegirán las amistades que
preferimos. Joan está a punto de salir para reunirse con
amigos que a su padre no le gustan.
JOAN -Adiós, Papá.
PAPA -Espera un momento. Dame un beso de despedida.
JOAN -Bueno... sí.
PAPA -¿Sales con Jean y Debby?
JOAN -Claro... ¿Y?
PAPA --Y... ¡Estupendo! Sólo que a veces se me ocurre que se
aprovechan de ti. Quizás eres una buena influencia para ellas.
JOAN -No te gustan.
PAPA -Ese no es el punto, Joan. Sólo me preocupa el hecho de que la
vida es más fácil para ti que para ellas... En fin, vete Y Pásala bien.
Podemos llevarnos una buena sorpresa al conocer a los
amigos de nuestros hijos. A menudo, ellos ven en otros lo
que nosotros no vemos. Al conocer a los amigos de nuestros
niños, quizá conozcamos aspectos distintos de sus vidas.
Además, podemos entender por qué se sienten atraídos por
cierto tipo de personas.
Preparándose para la
escuela
PERLA 16
A menudo nos encontramos por la mañana ladrándoles a nuestros hijos para
que se apuren. Nuestro horario matutino es denso y el ritual del desayuno,
complejo. Sin embargo, esa hora del día resulta ideal para enseñar
responsabilidad. Lo ponemos en práctica al permitir que los niños piensen por
sí mismos y que realicen las tareas que en general hacemos en su nombre.
Cuatro reglas ayudan a que la mañana sea un momento amistoso para todos.
Primero, decidan qué tareas pertenecen a los padres y cuáles a los hijos. Una
charla con los niños les hará comprender que son de su responsabilidad tareas
como poner el reloj despertador, levantarse cuando suena la campanilla, elegir
la ropa, vestirse, lavarse, recordar qué se debe llevar a la escuela. Nuestra
responsabilidad consiste en respaldar las consecuencias impuestas por la
escuela con respecto a la impuntualidad.
Segundo, no interfieran con respecto a los horarios. Eso impide a los
chicos equivocarse y aprender lecciones. Tercero, ¡no los rescaten!
Les impide aprender en momentos tan emotivos que resultan
propicios para la transmisión de enseñanzas. En otras palabras, no
acompañar a los niños para que no lleguen tarde. ¡Y no firmarles una
nota para justificar la tardanza! Para terminar, reemplacen la cólera
por la tristeza cuando los chicos se equivocan. El siguiente diálogo
resulta ejemplificador:
PAPA -¿A qué hora viene el ómnibus de la escuela, Mark?
MARK-8:20.
PAPA -¿A qué hora quieres levantarte?
MARK -A las ocho.
PAPA -Bien. ¿Cómo vas a despertarte?
MARK -Tú me despertarás.
PAPA -En fin, eso es lo que acostumbraba hacer, Pero ahora que tienes ocho años
me he dado cuenta de que no fui justo contigo porque otros chicos de tu edad se
despiertan por su cuenta. ¿Cómo crees que te despertarás?
MARK -Con mi reloj.
PAPA -Buena idea. Puedes ponerlo como para que suene a las ocho.
MARK _¿Qué pasa si me quedo dormido?
PAPA _Y, bueno... Terminarás por perderte la escuela.
MARK -¡Qué bien!
PAPA -Si no te levantas a tiempo como para alcanzar el ómnibus, pasarás el
resto del día en tu cuarto. Mamá y yo fingiremos que estás en la escuela. No
salgas de tu cuarto hasta que se haya cumplido el horario escolar. Y _deberás
pensar en cómo justificar tu ausencia con los maestros.
MARK -Eso es fácil. Me firmarás una nota.
PAPA --Me agradará escribir sobre la verdad: que te cuesta llegar temprano y
que respaldaré a la escuela en cuanto al castigo.
MARK --¡Pero si sigo faltando, me aplazarán!
PAPA -Supongo que sí. Sería muy triste.
Lo mas probable es que ala mañana siguiente Mark esté esperando el
ómnibus con puntualidad. Los chicos de padres menos preocupados
por los aplazos que por darles a los hijos la oportunidad de
reflexionar acerca de esos aplazos, se convierten en seres pensantes
que rara vez son reprobados. En forma ocasional, el retraso matutino
de nuestros niños afecta también a otros. Para resolver este dilema se
requiere un poco de inventiva. Steve, de cinco años, obliga a su
madre al llegar con atraso al trabajo. Ella probó todas las tácticas
usuales para revertir la situación: palmadas, sacarle cosas, prohibirle
la televisión. Nada funcionó.
Decidió entonces darle algo de control al pequeño. Le dijo: -Steve,
a partir de mañana nunca más llegaré tarde al trabajo, porque mi
auto partirá cada día a las 7:30. Hay dos maneras de venir
conmigo. ¿Te interesa saber cuáles son?- Supongo que sí -dijo
Steve.- Bueno -dijo Mamá-, vienes vestido o sin vestir. Cuando
llegó la mañana, Steve que no estaba preparado todavía para
cambiar su comportamiento con tanta facilidad, continuó con su
campaña de lentitud. No estuvo listo a las7:30. Mamá fue a su
cuarto y le dijo: -No estás vestido, pero eso no es problema.
Probablemente no tuviste deseos de vestirte. Por eso tengo esta
valijita. Pondremos tu ropa aquí y lo harás cuando quieras.
Cuando ponía en marcha el auto, dijo: -Estoy contenta porque hoy llegaré
temprano al trabajo. Ahora, los pequeños como Steve no aceptarán esto sin
ninguna reacción. El tiró su mejor dardo: directo a la yugular de Mamá.
Empezó a quejarse y a decir que no lo amaban porque lo ponían en el asiento
trasero todavía con su pijama, Después descubrió el resto de su arsenal. Pateó,
se agitó, aulló. Pronto estuvo haciendo señas a los conductores de otros
vehículos como si lo estuvieran secuestrando. Y al rato, una vocecita se
escuchó en el asiento trasero: -Creo que, después de esto, tendré que vestirme
a tiempo.A1 usar esta técnica, resulta conveniente conectarse con la maestra o
el encargado del turno con anticipación. Se les dirá que no le permitan al chico
participar en ninguna actividad hasta que esté completamente vestido.
La habitación y como hacer
para que el niño se quede
allí
PERLA 17
Resulta curiosa la relación entre los chicos y sus cuartos. Como
saben los padres de adolescentes, a veces resulta imposible sacarlos
de ese lugar. Allí pasan momentos secretos y privados. Pero para los
pequeños la situación es distinta: no se quedarán en su cuarto. Clara
resumió su problema con Brad: “Cuando es una molestia para mis
oídos, sigo el plan de amor y lógica. Decido qué es lo mejor para
ambos. Y si no puedo cambiar su comportamiento, cambio de lugar.
Lo llevo a su habitación. Tan pronto como lo dejo allí y comienzo a
bajar la escalera, ya me está siguiendo”.
Una vez que llevamos los chicos a sus cuartos, ¿cómo hacemos para que
permanezcan allí? Clara hizo algo que debemos evitar: lo llevó ella. Excepto
cuando son muy Pequeños y los ponemos en una cuna, deben ir a sus cuartos
solos.
A los dos años, una afirmación --“Deseo que vayas a tu cuarto ahora mismo"--
enunciada en tono firme y con el índice apuntando hacia la habitación, en
general da resultado, Si el niño se escapa, le administramos una sólida palmada
en la cola y le decimos que vuelva. Sin embargo, las palmadas deberían usarse
sólo cuando desafían las órdenes del Ovejero Alemán (ven, siéntate, no,
quédate ) y cuando el chico es menor de tres años (ver Perlas 10, 11 y 31).
A veces, los niños desean abandonar sus cuartos debido a una experiencia
traumática anterior, como hospitalización o cirugía. Necesitan entonces
nuestra comprensión especial y, a menudo, una buena charla les da
seguridad y los hace sobreponerse a sus temores. Si la conducta persiste,
debemos permitir que ellos elaboren el tema. Además de situaciones
relacionadas con la disciplina, otro grave problema que enfrentan los padres
es el de los chicos que salen del cuarto por la noche y los despiertan porque
están asustados o porque desean agua. Una luz de noche puede ayudar a
solucionarlo. Si los chicos continúan con su actitud, se requieren medidas
más directas.
Reserven una o dos noches para tratar el problema. Asegurándose de que el
niño escucha, un cónyuge le dice al otro: -Necesitamos dormir bien una noche.
¿Qué te parece si vamos a un hotel (o a la casa de alguien) para descansar sin
que Burt moleste?-Luego los padres besarán y abrazarán a Bert y llamarán a
una niñera a quien ya antes habían hablado, para que se quede con el pequeño
esa noche. La niñera también debe interpretar un papel. Puede decir cosas
como: “Parece que tus padres necesitan descansar. Quizá quieran hacerlo
durante mas de una noche”. Si el chico la despierta a las tres o a las cuatro, no
deberá prestar atención a sus pedidos: “No sé qué hacer con chicos que se
levantan a estas horas porque no tengo a ninguno que lo haga"- Quizá deba
repetir eso dos o tres veces durante la noche, pero es muy importante que no se
rinda ante la insistencia del niño.
Permitan a la niñera mandarlo al jardín de infantes o al preescolar a la
mañana siguiente. Teniendo en cuenta el grado de responsabilidad del
chico, reforzará la idea de que debe ir a la escuela. Ni la niñera ni ustedes
deben mostrarse enojados. Arruinamos todo si decimos: “Piensa si te gustó
pasar la noche sin Papá y Mamá en casa”. El chico se enoja con nosotros
en lugar de preocuparse por su problema. También mandan un mensaje
equivocado expresiones como “Nos obligas a irnos", o “Mira lo que
debemos hacer por tu culpa”.
Nos marchamos por una sola razón: deseamos tener una noche de descanso.
Conviene entonces expresarse así: “Querido, necesitamos dormir bien hoy,
por eso nos vamos. Quizá lo hagamos otras veces porque es bueno para Papá
y para mí. De vez en cuando dormimos mejor si tú no andas cerca”. La
mayoría de los chicos que se levantan por la noche son dependientes de sus
padres. A veces, la única manera de curarlos consiste en no estar allí cuando
nos llaman. Esta puede parecer una solución extrema, complicada y costosa,
pero a los padres que no han tenido una buena noche de descanso en meses o
años les resultará atractiva. Incluso puede salir gratis si intercambian horas
nocturnas con amigos que tengan el mismo problema. A los chicos no les
gusta molestar a “padres” extraños; no saben qué botones apretar.
Insolencia y falta de
respeto
PERLA 18
“No tengo por qué escucharte. ¡Cállate!” Si alguna vez su hijo
le dirigió esta explosión de palabras desafiantes, ya sabe todo
con respecto a la reacción paterna. Cara púrpura. Puños
cerrados. Labios apretados. Y esto es sólo el preludio de los
fuegos artificiales que seguirán.
Los chicos irrespetuosos son difíciles de aceptar. Siempre parecen
tener una respuesta engreída para todo lo que decimos. El problema
se halla en que, cuando contestamos con algún despliegue de
fuegos artificiales, en realidad estamos recompensando su
insolencia. Les estamos dando emoción. Y a ellos les gusta la
emoción paterna; pueden ponerse cómodos y disfrutar del
espectáculo. Forma parte dela naturaleza humana. Los sermones
sobre el fuego y el azufre en general opacan aquellos que se
concentran en el amor de Jesús. La humanidad no quiere la paz,
quiere emoción.
Antes de decir que ninguno de sus hijos hablará así y luego de desarrollar una
conferencia sobre el respeto, los padres del amor y de la lógica dejarán claro
desde el principio que la insolencia no provoca una respuesta emocional. Las
palabras caerán en oídos sordos si una de las partes implicadas en una
discusión está enojada, por no decir nada si las airadas son las dos. Así,
hablamos sobre la insolencia sólo si nuestros hijos no están comportándose
insolentemente con nosotros. La clave para desarmarlos consiste en
mantenerlos alejados de nuestra vista y de nuestros oídos hasta que puedan
hablar con calma y nuestra presión arterial haya disminuido. Pero no
disponemos su exilio. Les hacemos elegir: “¿Prefieres ir a tu cuarto, abajo o
afuera? Vuelve tan pronto como puedas hablar con la misma serenidad que
yo".
Observen cómo maneja Suzanne a su hijo Calvin:
CALVIN -No tengo por qué escucharte. ¡Cállate!
SUZANNE -Sabes, Calvin, nadie puede obligarte a escuchar. En este
momento nos resulta difícil escuchamos el uno al otro. ¿Por qué note vas
por un rato?
CALVIN -No tengo que ir a ningún lado. Esta también es mi casa. Vivo
aquí. Además, tú nunca me escuchas.
SUZANNE --Me gustará escucharte cuando te calmes. Pienso que ahora te
sentirías mejor si te fueras a otra parte.
CALVIN -No es justo.
SUZANNE -Lamento que lo veas así; pienso que te sentirías mejor si te
fueras a otra parte.
Con chicos insolentes, lo primero que debe hacerse es
mantenerlos alejados hasta que se restablezca la calma. Pero no
olviden la discusión que han prometido. “Boca suelta" puede
curarse. Cuando puedan hablar sin ponerse colorados, traten de
descubrir la causa de la falta de respeto.
En ese punto, resulta conveniente decir: “Calvin, noto que a menudo
me dices ciertas palabras si te pido que hagas algo. Me pregunto si
las escucho con el mismo significado que tú les das. Estoy
confundida con respecto a lo que quieres decirme. ¿Acaso te sientes
incómodo, dejado de lado? ¿O sientes que debes ser el jefe, que me
odias o que no tienes otra manera mejor para responder? ¿Algo te
parece familiar?”. Esto, en general, conduce a un intercambio de
opiniones. Es importante que escuchen sin estar a la defensiva o en
actitud de jueces. (Estén preparados para separarse de nuevo si las
emociones salen de su cauce). La reacción que mejor funciona
consiste en decir: “Gracias por compartir”.
Certificados y notas
PERLA 19
-Wendy no se lleva bien con las matemáticas. Estamos algo
preocupados. Hablamos con su maestra. Todas las noches hacemos
muchos problemas, pero seguimos sacando malas notas. No sé cómo
pasaremos de grado. ¿Acaso está hablando la melliza de Wendy? No, es
su mamá. Esta es la regla cardinal para notas y boletines: a los padres
no se les dan boletines, a los chicos, sí. Los chicos reciben la
instrucción. Ellos hacen el trabajo y reciben a su vez las notas. Para que
los padres resulten eficaces en este tema, deben dejar la carga en las
espaldas de sus hijos. Es importante que lo asuman como asunto suyo.
En calidad de padres, nos preocupamos. Pero resolver el problema corre
por cuenta de nuestros hijos.
Yo (Foster) recuerdo con mucha claridad cómo actuaba mi sabio papá.
En la primaria me costó mucho adaptarme al ritmo de la escuela. Cierta
vez volví a casa con malas notas en todo. El miró el boletín, sacó su
gorda y negra lapicera fuente y dijo: -Hijo, ¿estás orgulloso de esto?-
No, señor -respondí.-Eso es bueno, hijo--y firmó el boletín. Este ritual
tuvo lugar varias veces. Por suerte nunca dije que estaba orgulloso de
mi boletín. Me habrían puesto tutores, o me habrían mandado a una
escuela para pupilos, o quién sabe qué más. Los problemas con los
boletines pueden ser evaluados con una ecuación algebraica basada en
sentimientos y actuación. Esta fórmula nos permite saber cuándo
debemos preocuparnos:
Cuando un chico trabaja bien (+) y está contento con ello (+), el resultado es
positivo (+ x + = +).Cuando un chico obtiene una buena nota (+), pero aun
así se siente mal consigo mismo (-), el resultado alargo plazo será pobre a
pesar de la nota (+ x - = -).Cuando un chico trabaja mal (-) y se siente
preocupado por ello (-) los padres no necesitan intervenir porque todo
eventualmente marchará bien (- x - = +).Cuando a un chico le va mal (-),
pero se siente bien con respecto a ello (+), el resultado es negativo (- x +=
-).
En resumen, cuando los chicos actúan como pavos y quieren convertirse en
águilas, vuelan como profesionales. Pero cuando actúan como pavos y se
sienten águilas, nunca dejan el suelo.
Con respecto a los boletines -o a otros temas- los chicos quieren la emoción de
los padres. Sobre una base inconsciente, no importa si esa emoción es negativa
o positiva. Por eso, si vuelven de la escuela con un boletín de calidad
despareja, los padres se entusiasmarán con lo positivo y señalarán sin emoción
lo negativo. La charla puede ser así:
PAPA --Hola, ¡un 10 en dibujo! ¡Qué bueno! Siempre te gustó dibujo, ¿no es
cierto?
NIÑO -Claro, es divertido.
PAPA -Y un 9 en gimnasia. En fin, siempre corriste como el viento. Y otro 9
en música. Eso es muy bueno. Hm-m-m, un 4 en matemáticas. Claro, podría
mejorarse. ¡Caramba! Un gran 9 en estudios sociales. Es importante conocer
historia y geografía. (Luego, sin emoción) ¿Cómo harás con matemáticas?
Siempre debemos demostrar nuestro interés en aquellas áreas donde nuestros hijos
sobresalen. Si a Becky le va bien en ciencias, pasamos con ella un rato mirando por el
microscopio. Si Mandy es buena en matemáticas, averiguamos si le interesa la
armonía del sistema solar. Si a Allan le gusta la historia, buscamos libros que la
presenten en forma entretenida. Cuando se hable de malas notas, nuestro tono no
debe resultar emotivo, aunque sí interesado: ¿Sabes lo que harás con historia? ¿Qué
piensas con respecto a la nota de matemáticas? Es importante que las preguntas no
denoten la actitud de “fiscal”. En realidad, las malas notas no constituyen el
problema. Los chicos las obtienen debido a una autoimagen empobrecida, depresión,
problemas de aprendizaje, y una multitud de otras razones. En ciertos casos hay un
problema de actitud. Algunas de estas razones puede requerir una respuesta distinta.
A veces resulta beneficioso tener en cuenta la opinión de alguien ajeno a la situación
del chico y que ayude a los padres a decidirse con respecto a una reacción adecuada.
Abuelos
PERLA 20
Verano. Reuniones familiares. Abuelito y Abuelita, Mamá, Papá y los chicos.
Durante estos encuentros se dan momentos únicos y maravillosos entre
abuelos y nietos, como también entre los chicos mayores y sus padres. Por
desgracia, la relación padre-hijo a veces se ve empañada por la conducta de
los niños cuando están el mismo tiempo con nosotros y nuestros propios
padres. Lastres generaciones juntas pueden llegar a producir una combustión
espontánea. La causa reside en que a menudo criamos a nuestros hijos en
forma diferente de como nos criaron a nosotros, especialmente si usaron
técnicas distintas de las del amor y la lógica. Los abuelos pueden no entender
lo que sucede entre nosotros y los niños. Reaccionamos frente a sus errores
con tristeza antes que con ira; nos mostramos bondadosos antes que
protectores; nos preocupamos, pero no nos angustiamos.
En general, damos responsabilidad a los chicos, permitiendo su fracaso y sabiendo
que los precios marcados son accesibles y constituirán grandes lecciones. En la
mayoría de los casos, nuestros padres se manejaron en forma muy distinta. Los
abuelos que no entienden estas técnicas pueden volverse críticos y acusadores:
“¿Cómo puedes permitir que eso le pase a Yahir?”. Y entonces surge la tensión en
las relaciones. Debemos recordar que el modelo establecido con nuestros padres
habrán de imitarlo nuestros hijos a medida que crezcan. Según tratemos a nuestros
padres, así seremos tratados nosotros. (¿,Acaso se les puso la piel de
gallina?)Segundo, recuerden que en unos pocos casos infelices los hijos han tenido
una relación tóxica con sus padres. Los chicos mayores a veces se sienten atraídos
hacia los padres como mariposas por las llamas: siempre se queman, pero siempre
vuelven con la esperanza de estrechar una relación que nunca se dará. Los choques
en la crianza de los nietos son síntomas de problemas anteriores más profundos.
Excepto unas pocas almas afortunadas, la mayoría de nosotros debe darse
cuenta de que iremos por la vida sin ser amados en forma incondicional por
nuestros padres o sin ser totalmente aceptados. La energía empleada en el
intento de conseguirlo sólo conducirá a una frustración mayor. Es importante
recordar esto mientras discutimos las cuatro reglas básicas para la interacción
padres-abuelos. Regla 1: cuando estamos con nuestros padres, debemos decidir
quién controlará al chico. En general, tendríamos que ser nosotros. Si un
abuelo siente la necesidad de discutir la conducta de un niño, le pedimos que lo
haga cuando no se está comportando mal. Quizás use estas palabras: “Mi
relación contigo es muy importante y no quiero estropearla. Tengo algunas
observaciones acerca de los nietos. ¿Quieres escucharlas?”. Sólo si accedemos
el abuelo proseguirá.
Regla 2: debemos ser firmes con respecto a nuestros deseos. Antes que
reaccionar frente a la actitud de los abuelos, es preferible buscar activamente
la manera de manejar la situación. Por ejemplo, podemos decir: --Mama,
antes de hacer comentarios sobre la forma en que educo a los chicos, espero
que investigaras el tema con amor y me preguntarás por qué actúo así. ¿Te
parece razonable?
Regla 3: permitan que los padres sepan por qué estamos con ellos. ¿Se debe
a la culpa o a la obligación? ¿O los visitamos porque deseamos divertirnos?
A veces es necesario plantearles todo eso y agregar: “Me pregunto si
consideran divertidos nuestros encuentros. De no ser así, ¿qué sugieren
como solución? No quiero que nuestras relaciones se basen solo en la culpa
y el deber”.
Regla 4: clarifiquen cuáles son las expectativas más importantes. Debemos pedirles
que no hagan comentarios negativos sobre nuestros métodos educativos delante de
los chicos. También, que no impongan castigos sin nuestro permiso. A veces resulta
necesario considerar la opción de dejar a los chicos en casa para que los abuelos no
interfieran. Por otra parte, los abuelos tienen derechos. Si los chicos actúan como
salvajes, pueden pedir nuestra intervención o la partida de la tribu entera. Si nuestras
técnicas les resultan totalmente desconocidas o diferentes, es mejor explicarles los
principios del amor y dela lógica antes de la visita.
En resumen, las pautas para manejar a los abuelos son similares a aquellas para
manejar a los chicos. Sean firmes. Cuídense en forma saludable. Concéntrense en la
solución delos problemas antes que en la frustración y el enojo. Y, si es necesario,
provean alternativas posibles.
Tareas escolares
PERLA 21
Las tareas escolares son problema de los chicos. Son sus lápices los que se
moverán, sus mentes las que trabajarán y sus boletines los que llegarán a
casa. Demasiados papás y mamás caen en la trampa de creer que es as tareas
constituyen el problema de los padres. Ponen condiciones con respecto a
juegos y diversiones si las tareas no se completan. Amenazan y gritan si las
notas no resultan buenas, Tenemos la responsabilidad de brindarles la
ocasión de realizar sus tareas escolares. Ya sea durante una hora o media
hora, nuestros hijos deben sentarse frente al escritorio con los textos a su
alcance. Esa es la oportunidad ola ocasión. Permitimos que elijan el lugar
(sala de estar, cocina, sus propios cuartos) y el momento. Incluso les
permitimos que elijan si estudiarán o no.
Después de todo, hay dos maneras de aprender. Pueden hacerlo al realizar sus tareas
(leyendo y escribiendo) o al pensar acerca de hacerlas. Las lecciones serán diferentes, pero
aprenderán. Quizá los maestros, que se encontrarán con las consecuencias, no acepten la
segunda forma de aprendizaje. Rachel manejó así el tema con su hijo Sean:
RACHEL -Bueno, Sean, es hora de hacer deberes. ¿Estás preparado?
SEAN -Ay, Mamá, ¿es necesario?
RACHEL -En fin... puedes aprender haciendo las tareas o pensando en ellas. ¿Qué prefieres
ahora?
SEAN -Sólo pensaré acerca de hacer mis deberes.
RACHEL -Está bien. Espero que tu maestra lo apruebe. ¿Crees que lo hará?
SEAN --No sé.
RACHEL -Bueno, ¿por qué no piensas en eso también? Tienes mucho en qué pensar durante
una hora. Te veré cuando termines.
No está mal que los padres ayuden a los chicos con sus deberes. Muchos chicos
quieren ayuda Y debemos estar allí la sugerencia o la explicación necesarias. Pero sólo
si los chicos lo piden y resulta provechoso. Cuando empezamos a irritamos, ya hemos
ayudado lo suficiente. De esa manera, presentamos a los chicos un modelo positivo al
no permitir que su problema con las tareas escolares se convierta en nuestro problema.
El modelo positivo no debe terminar allí. Les demostramos la importancia de los
deberes al hablar de lo necesario que resulta realizar las tareas domésticas o el trabajo
de la oficina. Esto les ofrece a los niños un ejemplo para imitar. La renuencia a
completar los deberes es un tema complicado. La pereza es sólo una de las causas.
Millones de otras razones pueden constituir el núcleo del problema. Quizás el chico
tenga un desorden neurológico o de aprendizaje, un problema de falta de atención o de
actitud. En estos casos, tratar los síntomas no resulta beneficioso. Si ustedes
encuentran causas subyacentes más serias, recurran a la ayuda profesional.
La rutina del “estoy
aburrido”
PERLA 22
Tres horas después del amanecer del día de Navidad.
Juguetes y más juguetes inundan el piso. Se oye una vocecita
que dice: -Mami, estoy aburrido. En forma inevitable
respondemos:-¿Cómo? ¿Aburrido? Si tienes más juguetes
que todos tus amiguitos juntos. No, eso es psicológicamente
imposible. Los chicos aburridos dan miedo desde el primer
día del verano. Sus continuas preguntas acerca de qué
pueden hacernos obligan a desear la vuelta de los ómnibus
que los llevan a la escuela.
A pesar de lo que digan, en general no están aburridos. El
“estoy aburrido” significa muchas veces “quiero que
pases más tiempo conmigo”. Jugar con nuestros hijos es
una de las grandes alegrías de la paternidad. Pero cuando
accedemos a hacerlo, debe quedar claro que el
aburrimiento es problema de ellos. El Padre manejó bien
la situación en el siguiente diálogo:
HIJO -Estoy aburrido. Aquí no hay nada para hacer.
PADRE -¿De verdad estás aburrido? Eso es malo. ¿Cuáles son tus planes?
HIJO -Bueno, ¿qué puedo hacer?
PADRE -Esa es una gran pregunta. ¿Qué tienes en tu cuarto?
HIJO -Nada que me guste. Estoy cansado de todas esas cosas.
PADRE -¿Hay algo que te guste en la casa?
HIJO -No creo.
PADRE -Mucha gente encuentra cosas que le gusta para no aburrirse. ¿Dices que nada te llama la atención cuando
estás aburrido?
HIJO -Así es.
PADRE -En fin, creo que no hay más opción que sentarse y estar aburrido. ¿Dirías que es una posibilidad?
HIJO -Supongo que puedo usar mis juegos de video.
PADRE -¿Quieres que hagamos un juego juntos?
HIJO -¡Claro!
PADRE -¿No me pedirás que juegue otro más? HIJO -Te prometo que no.
Deseamos que nuestros hijos desarrollen la habilidad
de interesarse, motivarse y entretenerse por sí mismos.
Permiten que ellos solos salgan de esa cápsula de
autoimpuesto aburrimiento antes que ofrecerles un
servicio de entretenimiento.
Mentiras y
deshonestidad
PERLA 23
Muchos niños, desde el jardín de infantes hasta segundo grado,
atraviesan una etapa en la cual dicen mentiras. La deshonestidad induce
a los padres a enrojecer de frustración. Después de todo, nadie quiere
criar chicos con problemas de integridad. Si hablamos con franqueza, a
veces estamos en desventaja porque no sabemos si están mintiendo o
no. Si los sorprendemos en el acto, es una cosa. Pero si sólo
sospechamos el embuste, nuestras preguntas investigadoras pueden
llevar al cumplimiento de una profecía. Se dice que, al acusar a
nuestros hijos dos veces de la misma cosa, harán lo posible para que
estemos en lo cierto. Sin embargo, eso no implica no poder discutir el
tema de las mentiras con ellos. Cierta duda saludable resulta
beneficiosa.
Una técnica efectiva consiste en preguntarles si piensan que les
estamos creyendo o no. Si afirman estar diciendo la verdad,
debemos esforzarnos por no adoptar un tono acusatorio. Llamar
mentirosos a los chicos es como tirar una granada a un
regimiento de boinas verdes. Ellos lucharán contra nosotros sólo
para protegerse a sí mismos. Si pensamos que un chico está
mintiendo, es mejor decir: -Si es verdad y no te creo, resulta
triste para ambos. Pero si es una mentira y no te creo, es
doblemente triste para ti.-Primero, el niño está mintiendo y,
segundo, está con gente que no le cree.
Muchos padres no se atreven a decirles a sus hijos que no les
creen. Temen que al hacerlo destruirán un vínculo de mutua
confianza. Pero la frase “no te creo” es útil. Ante ella, los chicos
sólo pueden defender su honestidad. No los estamos llamando
mentirosos; simplemente afirmamos que no les creemos. Eso los
lleva a ellos a que reflexionen. Sin embargo, al encontrar a
nuestro hijo en el acto de mentir, el diálogo termina. Le decimos
que sí le ha pegado a Doug porque lo hemos visto. El chico es
culpable. Lo único que cabe es preguntar qué es lo que hará con
respecto a ello.
En general, la honestidad es inducida en nuestros hijos por acciones
y no por órdenes. Necesitamos ponemos a un lado y analizar el
modelo que les estamos presentando. ¿Acaso les pedimos que
mientan por nosotros? ¿Alguna vez les hemos susurrado “no estoy
en casa” cuando alguien con quien no deseamos hablar llama por
teléfono? ¿Ven que uno de los padres da parte de enfermo en
nombre del otro sólo porque no tiene ganas de ir a trabajar? ¿Hemos
dado débiles excusas (traducción: mentiras) para desvincularnos de
obligaciones sociales o de la iglesia? Esto puede resultar
insignificante, claro, pero tiene más peso sobre nuestros hijos que
todas las conferencias sobre la honestidad.
Cuando los chicos sí dicen la verdad, los padres de amor y lógica
responden con su apoyo. Decimos: -Gracias por ser honesto. Estoy
seguro de que te costó mucho contarme eso. Apuesto a que te resultó
difícil reconocer que cometiste un error. Es muy penoso. -Y luego
dejamos el tema de lado. Demasiados padres inducen a sus hijos a
decir la verdad y luego los castigan por lo que han hecho mal. Esa
posición puede resultar saludable a la larga, pero los chicos ven todo
en el presente. Si se les impone un mes de castigo por determinado
“crimen”, resulta claro que es mejor para ellos no decir la verdad la
próxima vez. En realidad, debemos sentir más tristeza que enojo. Las
consecuencias ya se encargarán de enseñar, y no el castigo
desmesurado que impongamos.
Feas miradas y lenguaje
corporal negativo
PERLA 24
-Sucede cada vez que le pido algo a Pam, o inclusive cuando quiero
hablarle -dijo una mamá-. Se encoge de hombros, tuerce la cabeza
hacia un costado y me manda esa mirada que serviría para abrir
ostras a diez metros de distancia. Eso me hace sentir muy mal, pero
no sé qué hacer al respecto. Lenguaje corporal negativo: esas
irritantes muestras de disgusto que nuestros hijos nos envían si les
pedimos que hagan algo que no les agrada o si queremos hablar
sobre un tema desagradable para ellos. El revoleo de los ojos, la
mirada de disgusto, los portazos. Estos mensajes no verbales están
diciendo algo; eso lo sabemos. Nuestra pregunta es:¿qué?
Muchos padres piensan que sus hijos adoptan una actitud
combativa contra ellos, una mala actitud. En realidad, ¿qué quiere
decir Pam cuando mira a su madre con ojos relampagueantes?
¿Está decepcionada, o enojada consigo misma, o está tratando de
decir que Mamá es injusta, que se siente dolorida, traicionada,
criticada? La mamá de Pam no lo sabe con certeza y, a menudo,
tampoco lo sabemos nosotros.
Lo mejor es decir lo que debemos y luego marchamos. El lenguaje
corporal negativo no constituye un problema para nosotros si no
reconocemos su existencia. En caso de continuar, podríamos
desear enfrentar el tema. Eso implica pensar en nuestro propio
comportamiento. ¿Qué hicimos o dijimos antes de que nuestros
chicos miraran hacia el cielo? ¿Los criticamos? ¿Están
respondiendo a esas críticas? Tanto los niños como los adultos
reaccionan a menudo contra las críticas en forma negativa. Más
tarde, cuando los ánimos se han calmado, podemos intentar
acercarnos a la raíz del problema.
MAMÁ- ¡Qué tal, Pam! ¿Te parece un buen momento para hablar?
PAM - Sí, supongo.
MAMÁ- He notado que a veces, cuando te digo algo, me miras de una
determinada manera y me resulta difícil interpretar el significado de esa mirada.
Sabes, algunos niños actúan así porque tienen miedo de decir que están doloridos
o decepcionados. Otros niños lo hacen porque están tristes, o porque odian a su
mamá y quieren que se calle la boca. ¿Has pensado en ello?
PAM --No.
MAMÁ-Eso explicaría muchas cosas... el hecho de que no lo hayas pensado. Me
gustaría escucharte si lo haces. ¿Por qué no lo piensas? Quizás esté haciendo algo
que te hace sentir mal.
Luego Mamá debe dejar de lado el tema y ver qué pasa. Taimarse es
otra forma de indicar desagrado. Los chicos la utilizan para rogar a
sus padres que les hablen. Una vez que hemos tragado el anzuelo al
pedirles que dejen de mirarnos así o al preguntarles qué anda mal,
estamos condenados. Ahora los chicos nos tienen como
espectadores cautivos. Resulta efectivo decir: -Bueno, parece que
algo no marcha bien para ti en este momento. Cuando puedas
expresarlo con palabras, ven a hablar conmigo. -Luego nos
marchamos.
Si el lenguaje corporal negativo es tan constante que podemos predecir
cuándo aparecerá, podemos prologar nuestras palabras con un
comentario como éste: “Pam, deseo compartir algo contigo. Cuando
termine, quizá quieras derretirme con una de tus miradas, de modo que
prepárate”. A los chicos les resulta difícil hacer algo para lo cual
hemos dado nuestro permiso; sienten que pierden control. Al
considerar las opciones que tienen nuestros hijos cuando se sienten
mal con respecto a nosotros –desde ignorarnos hasta mandarnos a
algún lado- el revoleo de ojos o la mirada de hielo no están tan mal.
Les permite salvar el honor y retener control. Todos necesitamos esa
oportunidad cuando estamos en una situación que no nos agrada.
La presión
de los pares
PERLA 25
La batalla comienza cuando nuestros hijos tienen entre dos y tres
años. Eso no significa que el bebé en pañales cruzará la puerta
gateando con un peinado erizado y púrpura y con una chaqueta de
motociclista. Los chicos están creciendo en forma más rápida que
nunca, pero no es para tanto. Significa que la batalla de las voces
dominantes en la cabeza de cada niño empieza en el momento de
gatear. La presión por la igualdad consiste en eso: chicos que prestan
atención a las voces de sus pares antes que pensar por sí mismos.
Muchos de nosotros, sin saberlo, entrenamos a nuestros hijos, cuando
son pequeños, a escuchar una voz muy fuerte: la nuestra. Les decimos:
-Hagan lo que yo ordeno, háganlo ahora y a mi manera.
Al llegar a la adolescencia se realiza un cambio muy llamativo en
su pensamiento. Afirman que pueden pensar por sí mismos, sin
tener en cuenta esa voz que viene de afuera. De modo que
comienzan a pensar solos, ¿no es cierto? No, no lo es. Tengan en
cuenta su incertidumbre. Durante once años han estado
condicionados por nuestra voz. No van a seguir escuchándonos (lo
han decidido), y no pueden oír una voz dentro de sus propias
cabezas (no la hay; nosotros siempre pensamos por ellos). De modo
que la única voz registrada ahora es la de sus pares: otra voz que
viene desde afuera.
Muchos de nosotros nos sentimos frustrados porque nuestros chicos de
once o doce años ya no nos escuchan y consideramos que han
cambiado totalmente. Otro error. No han cambiado un comino. Siguen
escuchando una voz que viene de afuera. Sólo que no es la nuestra.
El primer paso para prepararlos a enfrentar la presión de los pares que
encontrarán en el camino consiste en que desde muy pequeños
comiencen a escuchar una vocecita dentro de sus propias cabezas. Se
les deben ofrecer elecciones entre cosas no importantes. ¿Leche o
chocolate? ¿El abrigo azul o el colorado? ¿Ponerse los guantes o
llevarlos en el bolsillo? Deben decidir; la vocecita es la que habla.
Cuanto más decisiones tomen los chicos, más veces les hacemos preguntas en
lugar de decirles cómo deben actuar, más temas discutimos usando palabras
pensadas, menor probabilidades habrá de que más adelante sus pares influyan
en ellos en forma negativa. Sin embargo, no debemos engañarnos. La presión
de los pares seguirá siendo fuerte. Durante esos años de la preadolescencia y de
la adolescencia tratan de elaborar habilidades sociales, y las amistades resultan
muy importantes. Con una buena preparación, su propia voz interior va a tener
una oportunidad de pelear.
Segundo, al llegar a los once o doce años los chicos deben ser capacitados para
enfrentar la presión de los pares con pequeñas discusiones acerca de las
tensiones de la vida adolescente. Por ejemplo:
PAPA -Kristin, sé lo difícil que es manejar la adolescencia
ahora y conozco la importancia de las amistades. Mamá y
yo queremos apoyarte en todo. Hoy sólo deseo charlar un
poco sobre cómo te está yendo y sobre tu capacidad para
pensar cuando estás con tus amigos. ¿Estás de acuerdo?
KRISTIN -Pienso que sí.
PAPA -Podríamos hablar sobre tus planes acerca de cómo
estar segura de ser tú misma. Sé que te estás esforzando por
no ser igual a tus padres. De modo que el siguiente paso
consiste en aprender a no ser como tus amigos.
Otra fructífera área de discusión incluye el concepto de decir no. ¿Podrán
nuestros hijos decir no a sus amigos? Lo harán si, a través de los años, hemos
permitido que la voz dentro de sus cabezas crezca en calidad y en volumen.
Tendríamos que enseñar a los chicos a decir no a sus iguales de la misma manera
que les decimos no a ellos: diciendo sí a alguna otra cosa. Si los amigos quieren
que se drogue (puede suceder antes de llegar a la adolescencia), les resultará más
fácil rechazar el ofrecimiento al decir que, en lugar de eso, preferirían ir juntos a
patinar o a tomar un refresco. Los chicos se sienten mucho más seguros cuando
saben cómo decir sí a alguna otra cosa antes que sólo decir no y sentirse como
sapo de otro pozo. También ayuda ofrecernos como referencia. Si deben decir no
a un par, nos pueden usar como a los malos que podrían llegar a matarlos si
hacen lo que se les está pidiendo. Esta es una herramienta adicional que les
damos a los chicos porque saben que los respaldaremos.
El cuidado de los
animalitos domésticos
PERLA 26
Están necesitamos y nos brindan su amor y compañía. Y son
consistentes, siempre parecen estar de buen ánimo. Excepto los
gatos, ¿quién los entiende? Les brindan a nuestros hijos la ocasión
de aprender a ser responsables. Muchos de nosotros accedemos a
traer animales a casa con la premisa de que los chicos los cuidarán.
Ellos se encargarán de alimentarios y mantenerlos limpios. Pero con
mucha frecuencia vamos detrás de Fifi con pala y escoba, o
transferimos a Goldie y Hawn a una licuadora para limpiar la
pecera. No tiene por qué ser así. Podemos hacer, con firmeza, que la
responsabilidad de los animales domésticos corra por cuenta de los
niños.
La madre de dos niñas se guiaba por el lema “sólo alimento
cuatro bocas”. Si a las cinco de la tarde las chicas no habían
alimentado al perro y al gato, entonces las cuatro bocas eran
Mamá, Papá, perro y gato. Les explicaba a sus hijas que no
cenarían porque Mamá había gastado su energía en darles de
comer a Boby y Maxwell. Luego les daba un beso y un abrazo
y les decía que se las extrañaría a la hora de la cena.
Si esa técnica no resulta, los padres sabios intentarán encontrar un
nuevo dueño para los animalitos. A los chicos se les explicará
bondadosamente, sin criticarlos, que Maxwell necesita de alguien
que lo alimente de acuerdo con un horario determinado o que Boby
debe tener siempre su jaula limpia. La otra alternativa consiste en que
seamos nosotros quienes cuidemos de los animales domésticos. Pero
si los chicos saben eso, dejarán de preocuparse por la comida de
Smokey o la pecera de Rodent. La atención de las mascotas se
convierte en nuestro problema. También la elección es nuestra.
Recogiendo pertenencias
PERLA 27
El récord de tiempo no oficial para arrasar un living fue establecido a
principios de 1987 por un muchachito de Colorada llamado Tommy:
cuarenta y cinco segundos. En menos de minuto, este tornado de
cinco años había arrojado diecisiete ositos escaleras abajo y había
desparramado tres cajas completas de bloquecitos para armar, cinco
rompecabezas, decenas de lápices de colores y la cantidad suficiente
de soldaditos de plástico como para invadir el país vecino. Cuando
logró distribuir el rompe cabezas de su hermana de quinientas piezas,
ya ni se podía ver la alfombra. Al contemplar los resultados, Tommy
se dijo que no era un mal trabajo. Pero como todo había quedado muy
desarreglado, se fue a jugar abajo.
Los chicos y sus juguetes. Podemos estar leyendo tranquilos y,
antes de dar vuelta la página, la habitación ha sido demolida.
¿Quién permanecerá una o dos horas agachado para ordenar todo?
Nosotros. Es una molestia doble: debemos trabajar y, además,
nuestros chicos no aprenderán a cuidar sus pertenencias. Los
modelos ayudan a inculcar en los niños el sentido dela
responsabilidad. Nuestros chicos nos imitarán. Muchos padres no
pueden culpar a sus hijos por no guardar los juguetes. Pilas de ropa
adornan las sillas del dormitorio principal y la última vez que se
cortó el pasto hubo que buscarla máquina durante dos horas. Esos
padres no cuidan sus pertenencias.
Los modelos ayudan a inculcar en los niños el sentido dela
responsabilidad. Nuestros chicos nos imitarán. Muchos padres no
pueden culpar a sus hijos por no guardar los juguetes. Pilas de ropa
adornan las sillas del dormitorio principal y la última vez que se
cortó el pasto hubo que buscarla máquina durante dos horas. Esos
padres no cuidan sus pertenencias. Otra técnica útil consiste en
hablar con nosotros mismos o con nuestro cónyuge acerca de lo bien
que nos sentimos cuando nuestras cosas están prolijamente
guardadas. Si hablamos sobre ello mientras colocamos las
herramientas en sus ganchos o los platos en sus estantes, nuestros
hijos captan el mensaje.
Hasta que vayan al jardín de infantes, guardar los juguetes debería ser un proyecto
comunitario. Guardamos uno, ellos hacen lo mismo con otro, y así sucesivamente.
Después de esa edad, los juguetes quedan a cargo de los chicos. Si los dejan
desordenados en su cuarto, no decimos nada. Pero si cada vez que entramos en la
sala de estar tropezamos con un camioncito, eso es otra cosa. Un padre manejó así
el tema:
PADRE -Oye, Peter, hoy tus cosas están desparramadas por toda la casa. ¿Vas a
recogerlas o prefieres que lo haga yo?
PETER -Hazlo tú.
PADRE -Bueno, la ventaja de que lo hagas tú es que verás tus juguetes de nuevo.
Si los recojo yo, los guardaré yo. Quizá quieras pensar en tu decisión. No debes
apresurarte. Si a la hora del almuerzo tus cosas siguen tiradas por ahí, sabré lo que
has decidido.
Si terminamos recogiendo nosotros los juguetes, ¿debemos devolverlos? Eso depende
de la responsabilidad que el chico demuestre en general. Si es básicamente
responsable, le decimos: --No te preocupes. Cada vez que recojas tus cosas sin que se
te lo diga, te devolveré uno de los juguetes que perdiste hoy. Los niños que tienen un
grave problema con el tema de la responsabilidad sabrán que gradualmente les irán
diciendo adiós a los juguetes ordenados por nosotros. No se sientan mal por eso. En la
mayoría de los hogares los niños tienen más juguetes de los que pueden cuidar.
Tampoco tengan miedo de decir de vez en cuando: -Me preocupa la manera en que te
haces cargo de esto. Quizá debas crecer un poco antes de tener esa responsabilidad.
De modo que guardaré ese juguete hasta que sepa que lo cuidarás bien. Alguna vez lo
tendrás de nuevo. No te preocupes. No hay apuro. -En realidad, no hay apuro para
nosotros. No vamos a perder el sueño por ese juguete. Pero el chico, sí. Y eso se
traducirá en un intento de su parte por ser más responsable.
Ayuda Profesional:
Cuando solicitarla
PERLA 28
Es una pregunta delicada que se formulan los padres de chicos con
problemas: “¿Cuándo nos decidiremos a buscar ayuda profesional?”.
Primero, no piensen que significa admitir el fracaso. En nuestra
compleja sociedad, con su millón de problemas sociales, nuestros
hijos se enfrentan con conflictos no conocidos por nosotros a su
edad. Las presiones para alcanzar el éxito, por ejemplo, son
abrumadoras y comienzan muy temprano en sus vidas. La presión de
sus pares hace que el chico demande ropa de marca cuando todavía
está en el jardín de infantes. En la actualidad, más cantidad de niños
tienen problemas graves cuyas causas quedan fuera de la órbita delos
métodos de disciplina paternos.
 Ofrecemos dos pautas para el tema de la ayuda profesional:
 1.Si han leído este libro amor y de la lógica y aplicándola en sus
chicos, y todavía tienen problemas grandes, entonces necesitan
ayuda profesional.
 2. Si la situación se ha ido agravando en un período de tres meses,
y no hay probabilidades de mejoría, debe solicitarse la ayuda de un
consejero.
 Les anticipamos: la asistencia profesional no implica una gran
cantidad de sesiones. La mayoría de las veces, una sesión con un
consejero experimentado resulta suficiente para solucionar el
problema.
La habitación y como
conservarla limpia.
PERLA 29
Los ojos miran furtivamente. No se oyen pasos ni voces. Parece seguro. La
mano se acerca tímidamente al picaporte a pesar de los ominosos carteles de
advertencias: “No entrar”, “Aléjense”, “Acepte las consecuencias si entra”. A
veces una mamá debe arriesgar su seguridad personal al perseguir un objetivo de
gran aliento, aun cuando ese objetivo tenga mucho de curiosidad. Prueba el
picaporte y espera. Nada. Ni sirenas, ni trampas ni Tortugas Ninjas que salten
sobre el cuello. Suspira con alivio. Con cuidado, abre la puerta, protegiendo sus
ojos como anticipo de la visión que les espera. Es demasiado. Ella grita. Luego
se oye el espantoso ruido que hace un cuerpo humano al caer. Silencio. Entrar en
el cuarto de un chico puede ser peligroso para la salud. El estado de esa
habitación suele producir una gran cantidad de desacuerdos entre padres e hijos.
La cantidad de esfuerzo que se invertirá en “el estado de la pocilga” depende de
la edad y del nivel de responsabilidad del niño.
Los pequeños que todavía gatean y los de edad preescolar pueden
recibir lecciones sobre el cuidado del cuarto a través del ejemplo de
los padres. Estos pueden unírseles en la limpieza dela habitación y al
mismo tiempo decir cosas como:“¿Acaso no te hace sentir bien
disponer tus veinticinco Snoopys en fila?” o “Me siento mejor ahora
que sé que no tropezarás con pelotas de polvo”. Cuando ayudamos a
los hijos a limpiar su cuarto, el mensaje no enunciado dice que hay
una tarea, hay diversión y nosotros lo compartiremos todo. Sin
embargo, cuando los chicos llegan a tercer grado, conviene ponerse a
un lado. Habrá tarea y diversión, pero nosotros no estaremos.
Resignaremos control y permitiremos que los chicos dispongan de un
dominio privado.
El tema del cuarto resulta un excelente terreno de aprendizaje para
los chicos irresponsables. Si no están en un nivel adecuado de
responsabilidad, podemos volver a escena. El estado del cuarto de
los niños es una batalla por el control que podemos ganar. Eso no
significa tener que gritarles. Implica ofrecer elecciones y usar otras
técnicas de amor y lógica. Deseamos evitar el tener que decirles a
nuestros hijos cuándo deben limpiar sus cuartos. Resulta mejor
establecer un horario determinado para la finalización de la tarea.
Un diálogo puede ser el siguiente:
PADRE --¿Te parece razonable tener tu cuarto limpio para el sábado por la
mañana, cuando todos vayamos al parque de diversiones? Irán los que
hayan limpiado su cuarto.
HIJO -No quiero limpiar mi cuarto.
PADRE -Está bien. No entiendes la obligación de hacerlo. Puedes
contratarme a mí, o a alguno de tus hermanos.
HIJO -Pero no tengo dinero. PADRE --En esa circunstancia, los adultos
venden algo.
HIJO -¿Venden algo?
PADRE -No tienes que decidir ahora qué vas a vender. Puedes decírmelo
el sábado. Si no puedes decidirte, significa que yo haré la elección. Queda
a tu cargo elegir quién lo hará.
Todo indica que el niño limpiará su cuarto. ¿Qué pasa con los chicos
medianamente responsables si sus cuartos son un caos? Esa
habitación es problema de ellos. Deben almacenar todo lo que han
acumulado durante su vida dentro de esas cuatro paredes. Muñecas,
juegos electrónicos, xilofones, 450 animales de felpa. ¿A dónde se
supone que todo esto va a ir? Los chicos mantienen sus cuartos tan
limpios como nosotros lo hacemos con el garaje, y por la misma
razón. Es un área de almacenamiento. Quizá convenga permitirles
mantenerla en el estado en que está.
Rivalidades entre
hermanos
PERLA 30
Parece que nunca falla. Podemos comprarles a los hijos suficientes camiones de
juguete como para que establezcan su propia línea de transporte, pero siempre
existe un determinado camioncito que conmueve a ambos chicos. Pelean y
gritan. Ninguno se echa atrás. Es un fenómeno enloquecedor. Los padres
normales de chicos normales tienen chicos que se pelean. Esa es una de las cosas
que hacen los niños. La rivalidad entre hermanos forma parte del crecimiento.
Lamentablemente, muchos de nosotros nos decimos que no somos buenos padres
si nuestros hijos se pelean. En caso de ser cierto, no habría ni un solo buen padre
en la tierra. Debe recordarse que para afrontar las peleas de los chicos lo mejor es
permanecer fuera de ellas. Esto puede resultar difícil ya que ellos desean nuestra
intervención. De hecho, eso los hace sentir seguros. Saben que apareceremos
antes de que alguno salga lastimado.
La intervención incluye sólo el lugar de la pelea: un punto lejos de donde estamos.
Tan pronto como el tumulto empieza a invadir nuestros oídos, los chicos se
marchan. "Vamos, muchachos, afuera con eso” es una manera efectiva de manejar la
situación. Por supuesto, debemos interferir si la vida o algún miembro están en
peligro y cuando un chico grande aterroriza continuamente a uno más pequeño, lo
frenamos. La mayoría de las veces debemos recordar que una pelea necesita de dos
contrincantes. Aun el niño más pequeño tiene posibilidades de enfrentarse con el
hermano o la hermana mayor. Se someterán a horas de castigo con tal de contemplar
durante dos minutos cómo los otros reciben una reprimenda. De modo que si el
“provocado” incita al “provocante” sólo un tercio delas veces, dejamos que
resuelvan sus propios desacuerdos. Cuando las lenguas han enmudecido y los puños
se han abierto, ése es el momento en que aconsejamos a nuestros hijos sobre el tema
de las peleas. Hacerlo antes significa un esfuerzo inútil.
Ayudar a nuestros hijos a solucionar sus dificultades implica que identifiquen sus
sentimientos. ¿Se sentían tristes, frustrados, abandonados? ¿Por qué recurrieron a
palabras coléricas en lugar de jugar bien? En segundo lugar, deben identificar
distintas maneras de manejar esos sentimientos. Podemos entonces actuar sobre
la base de modelos: “Si cada vez que me siento frustrado golpeo al señor
Jackson, mi jefe, probablemente no me sentiría tan bien y buscaría otra manera
de enfrentar mi frustración”. Es importante que nos identifiquemos y luego
ayudarlos a elaborar un nuevo curso de acción. Sin embargo, con aquellos chicos
que se complacen en martirizar a sus padres llega a ser necesario brindarles una
oportunidad significativa de aprendizaje. Yo (Foster) cierta vez traté a un
pequeño llamado Kurt, especialista en aterrorizar a otros niños. Su modus
operandi era simple pero efectivo: los atraía al patio de juegos y allí los
aplastaba.
Dos semanas después de ubicar a Kurt en uno de mis mejores hogares adoptivos, él y su
mamá adoptiva tuvieron una cita conmigo. El leoncito se había convertido en un cordero.
Caminaba de la mano de su mamá. El amor florecía entre ellos. Le pregunté: -Kurt, ¿cómo
andan las peleas?-- Oh, ya casi no peleo -dijo Kurt.-¿Y por qué no? -pregunté-. Era tu
especialidad. Kurt miró a su mamá y dijo -Porque odio hacer todasl as tareas domésticas.
Les dirigí una mirada interrogativa. El comportamiento de Kurt y la realización de tareas
domésticas no tenían relación para mí. Al ver mi mirada perpleja, Kurt explicó: -Doctor
Cline, cuando yo peleo, mamá dice que le saco energía a la familia. Pero cuando limpio
detrás de la heladera, dice que devuelvo esa energía. Eso aclaraba todo. En una casa no
entrenada, los padres le habrían ordenado a Kurt que dejara de comportarse así y él habría
seguido golpeando a otros niños. Pero la mamá adoptiva vinculó la conducta de Kurt con
una consecuencia. En caso de deteriorarse su comportamiento, la mamá lo miraría y le
anunciaría una posible pérdida de energía. Kurt no iba a soportar eso y se acabaría la
pelea.
Palizas
PERLA 31
Constituyen un último recurso y se llevan a cabo sólo en caso de
desobediencias de los puntos del Ovejero Alemán Básico, es decir, las
órdenes "ven, siéntate, márchate, no, quédate” (Ver Perlas 10 y 11). Además,
en caso de decidir que son necesarias unas palmadas, deben recordarlas
siguientes reglas:
 Dar palmadas sólo cuando el chico tiene menos de tres años.
 Dar palmadas sólo si producen dolor.
 Dar palmadas sólo si podemos permanecer con la boca cerrada, sin decir
palabras coléricas.
 Darpalmadas sólo si podemos hacerlo sin sentir culpa. En ese caso, le
damos al chico la respuesta emocional que está buscando.
A los tres años, los niños ya deben haber completado su Ovejero
Alemán Básico. A partir de ese momento no resulta útil aplicar
nuestra mano a la cola de los chicos. En realidad, es
contraproducente. Por ejemplo, muchos chicos enojados o con ganas
de pelear ya están llenos de rabia o de odio. Si sometemos sus
traseros a un castigo, sólo agravamos el problema. En forma
ocasional, con niños muy pequeños, es necesario pegar. Si
gentilmente le pedimos al joven Barty que se retire de su cuarto
porque está molestando, y el joven Barty nos mira a los ojos y dice
“¡No!”, entonces ha llegado al momento de que el hombrecito tome
algunas decisiones.
PAPA -Barty, ¿quieres ir a tu cuarto con paliza o sin paliza?
BARTY -¡No voy!
PAPA (le da unas palmadas) -¿Quieres ir con una paliza o con dos
palizas?
BARTY -Ua-a-a-a... ¡No y no!
Lo más probable es que dos palizas basten para que Barty tome la
decisión correcta. Algunos padres cometen el error de levantar al
pequeño y llevarlo a su cuarto. Inconscientemente están diciendo:
“Esta es la única manera en que puedo manejarte”. Y como lógica
consecuencia, antes de dos minutos el niño volverá a molestar. ¿Y por
qué no? ¡Le gusta el paseo!
La clave consiste en dominar las propias emociones.
Nunca peguen a menos que puedan susurrar después de
pegar. Si sus voces se elevan dos octavas después de
hacerlo, no funcionará. Pero si pueden aplicar unas
palmadas y luego susurrar “¿Es suficiente o quieres más?”,
entonces sabrán que manejan la situación.
Robos
PERLA 32
Es uno de los problemas que más nos afectan en relación con los niños. El derecho a la
propiedad ocupa un lugar destacado en nuestra jerarquía moral. Queremos que
nuestros hijos respeten lo que es suyo y que alejen sus manos de aquello que no lo es.
De vez en cuando, los chicos roban. Eso no se puede curar con un ataque frontal al
robo en sí mismo. En primer lugar, es necesario comprender los sentimientos
subyacentes que motivaron la acción. Como ocurre con las mentiras -entre los cuatro y
los seis años-el robo es casi siempre sólo una fase de la infancia. Si lo manejamos con
naturalidad, sin mucho enojo, la mayoría de los chicos supera con rapidez el problema.
Una respuesta emocional de nuestra parte puede agravar las cosas, ya que los niños se
ponen a la defensiva y luchan por el control. Consideremos dos propuestas de acción.
La pequeña Janice toma un aro del joyero de su mamá. Esta lo descubre y grita:
“Janice, ¿tú lo tomaste? No me mires, contéstame... Te dije que no abrieras el joyero.
Estoy furiosa. ¡Nunca lo hagas de nuevo!”.
Sin darse cuenta, esta mamá le enseña a Janice a continuar robando y a
provocar una gran emoción. La niña comenzará a sentirse insegura y a
desviarse de su camino para preocupar a Mamá. Robar se convierte en algo
excitante para Janice: un montón de ruido y sin consecuencias. Una manera
mejor de manejar el incidente habría sido que la mamá dijera: “Janice,
querida, a Mamita no le gusta que te lleves su aro. Devuélvelo al joyero.
Gracias. (Luego, muy excitada) Oh, gracias por devolverlo. Mamita se pone
contenta. ¡Qué nena buena!”.Con esta técnica, Mamá brinda a Janice buenos
sentimientos al darle la seguridad de que el aro se coloca en el lugar correcto,
y no la emoción del aro sacado del lugar correcto. El robo crónico puede
resultar una historia diferente. La causa a lo mejor reside en una batalla por el
control entre padre e hijo, o quizá las raíces del problema sean más
profundas.
El robo crónico se da casi siempre cuando un niño se siente vacío o no amado. El
sentimiento de vacío puede caer sobre el chico en forma imprevista o puede haber
estado presente en él durante mucho tiempo. Los chicos roban de la misma
manera en que los adultos se comen las uñas: por hábito. En su interior, estos se
están diciendo: “No me dan lo que me corresponde”. Con respecto al robo
crónico, es importante que lleguemos al tema subyacente, es decir, si debe
atribuirse a un auto-concepto disminuido del niño que se siente tratado en forma
injusta. Hablar con nuestros hijos (cuando el problema no se está dando),
desarrollar el concepto de sí mismos, y demostrar nuestro amor por ellos, todo eso
constituye una ayuda invalorable. El robo es un problema multifacético con el
cual muchas veces no podemos enfrentamos en forma directa. Pero los
sentimientos de pérdida, vacío o injusticia se manejan con comprensión, miradas,
abrazos, contacto, y el uso de consecuencias inteligentes, no basadas en la cólera.
Lenguaje incorrecto
PERLA 33
Nos golpea como una ducha helada. Ese pequeñito que una vez jugó en nuestras
rodillas y cuyo vocabulario incluía en forma exclusiva cu-cús y pe-pés, atraviesa
un día la puerta pronunciando invectivas que harían enrojecer a un estibador. A
veces, nuestros hijos imitan a sus compañeros de escuela. En otras ocasiones,
parece que dijeran obscenidades sólo para ver cómo se nos erizan los cabellos.
Cualquiera sea la razón, el lenguaje incorrecto de nuestros hijos es un problema
para nosotros. En muchos casos es sólo un rito de transición, una fase que
atraviesa en el camino hacia la madurez. Oyen a los chicos mayores decir malas
palabras y desean ser como ellos. Podríamos responder con una explosión de ira:
“¡No hablarás así de esta casa! ¿Cuántas veces hemos de decirte que te limpies
la boca?”. O podríamos recurrir de verdad a la Pasta dentífrica. Sólo
conseguiríamos afirmarlos en su ejercicio de la independencia.
De modo que nuestra respuesta inmediata consistirá en decirles a los chicos,
sin enojo, que nos gustará hablar con ellos cuando adopten un lenguaje
educado y correcto. Cuando ellos y nosotros estemos calmados, hablaremos
sobre el problema. Una propuesta implica decir, por ejemplo: "León, creo que
muchos usan esa clase de lenguaje porque no se sienten bien consigo mismos”.
Con esto apelaríamos a su sentido de la autovaloración. O podríamos adoptar
un punto de vista intelectual: “Las personas que se expresan así tienen un
vocabulario muy limitado, León. No conocen muchas palabras y por eso
hablan con términos que no necesitan buscarse en el diccionario”. Luego, el
tema se deja de lado. A la larga, nuestros hijos utilizarán el lenguaje que
prefieran. Nuestra cólera sólo retrasará el momento en que se dan cuenta de
que la gente inmadura es la que recurre a un vocabulario soez.
Problemas con la escuela y
los maestros
PERLA 34
En general, nuestro papel en la vida escolar de nuestros hijos -en sus notas y en
su comportamiento- se concentra en apoyarlos y ofrecerles buenos modelos.
Dejamos la disciplina en manos de maestros y directivos: permitimos que los
chicos manejen sus propios problemas escolares. A veces, sin embargo, debemos
intervenir y hablar con un docente. Resulta difícil, ya que nos hace recordar los
sentimientos de intimidación que experimentamos con nuestros propios
maestros. En caso de acercarnos a un docente, debemos hacerlo con la actitud de
buscar información para pensar sobre ella; no entraremos como una tromba,
ofreciendo soluciones. Podemos incurrir en tres errores comunes.
Error uno: le decimos al maestro lo que debe hacer. Cuando le pedimos que
cambie a nuestro hijo de aula, en realidad le estamos diciendo: “Usted no es lo
suficientemente listo como para resolver que hará, de moda yo vengo a
ayudarlo”.
Error dos: llegamos ala escuela con amenazas. Decimos: “Si no hace lo que le
pido, hablaré con director". Esto agrava los problemas y crea otros nuevos.
Error tres: nos ponemos al frente de un ejército de padres que piensan como
nosotros para atacar al maestro. Cualquier victoria derivada de enfrentamientos
de este tipo será de corta duración, ya que el maestro o la maestra luchará por su
vida. Una variante de esta táctica consiste en decir: “No soy el único a quien esto
preocupa. Pero soy el único que tiene el coraje de venir a hablar”.
Todas estas tácticas son serios errores. Podremos haber entrado en la escuela con
un problema pero, al salir, tendremos un problema y un enemigo. La gente en
general, y también los maestros, cuando se ponen a la defensiva, se muestra
menos inclinada a la búsqueda de soluciones.
Los padres que obtienen los mejores resultados con los maestros son los que usan la
palabra mágica describir. Es mágica porque, cuando la usamos, no estamos diciendo
nada. Estamos describiendo algo: “Me gustaría describir algo que está pasando y
luego darle mi interpretación". Una vez dicho lo que queríamos, usamos más
palabras mágicas; “Me gustaría conocer su opinión”. Con esto le decimos al
maestro que confiamos en que él o ella puede pensar por sí mismo. Otra actitud
consiste en preguntar: “¿Qué clase de opciones existen para resolver este
problema?”. Luego esperamos que el maestro piense un momento. Recuerden,
aunque creamos conocer muy bien a nuestros hijos, podemos no saber cuáles son
sus reacciones en el ambiente escolar. Con frecuencia, los chicos son muy distintos
en la escuela. Un chico que trabaja bien con un ciento por ciento de atención, quizá
se sienta frustrado con un porcentaje dividido entre sus compañeros. De modo que
resulta valiosa la lectura que el maestro hace de la situación.
Si no nos satisface la actitud del maestro, podemos pedirle que
nos acompañe a hablar con el director para ver cuál es su
opinión sobre el tema. Resulta mucho mejor que anunciarle que
irán por su cuenta.
Nuestra principal tarea al acercarnos a un docente consiste en
discutir el problema de nuestro hijo y ver qué solución existe:
hablar tanto como escuchar, sugerir tanto como aceptar
sugerencias.
La comunicación y el respeto por los otros resultan mucho más
efectivos que las órdenes y las amenazas.
Cepillado de dientes
PERLA 35
A los chicos, como a todos, les gustan las segundas oportunidades. Las horribles
equivocaciones que cometen no son tan siniestras cuando saben que tendrán otra
ocasión si desperdician la primera. Una gran oportunidad de que los chicos
tengan una segunda oportunidad esta allí, frente a nosotros, cada vez que nos
dedican sus grandes y alegres sonrisas. En realidad, hay veintidós segundas
posibilidades mirándonos fijamente: sus dientes de leche. A los chicos se les da
una dentadura completa para que practiquen sus técnicas de cepillado y, al llegar
a los once o doce años, se les regala un conjunto nuevo. Sin embargo, resulta
difícil lograr que aprecien esa oportunidad. Toman el cepillo y el tubo de pasta
dentífrica después de cada comida con el mismo desgano con que nosotros
tomamos la calculadora y el formulario de impuestos. Un pequeño pasaje de las
cerdas sobre las blancas perlas y ya están listos para continuar viviendo.
Podemos conseguir que los chicos tomen conciencia de la importancia de la
higiene dental y, al mismo tiempo, anular el aburrimiento del proceso. Pero
debemos ser buenos modelos. Permitirles que nos observen mientras nos
lavamos los dientes resulta efectivo, como también decimos en voz alta:
“Acabo de comer y voy a proteger mis dientes con un poco de cepillado”.
Hablarle al cónyuge resulta más efectivo. Un papá terminaba de comer y le
decía a la esposa: -No puedo pasar el resto del día con toda esa azúcar en los
dientes. Voy a lavarme para no tener caries. -Luego se iba al baño y, después de
un cuidadoso cepillado, volvía y le decía a la esposa: -Estoy contento de
haberlo hecho. Sólo me llevó un par de minutos y me siento mucho mejor. Los
chicos experimentan el éxtasis de estar escuchando algo que no está dirigido a
ellos y se muestran más dispuestos a probar por sí mismos lo que no les
imponemos.
A medida que el “suspenso” del lavado de dientes va desapareciendo, resulta
necesario obtener mejores resultados y, entonces, vinculamos la higiene dental
con actividades que los chicos deseen realizar. Decimos palabras pensadas como
“Puedes salir a jugar tan pronto como te laves los dientes” o “Siéntete libre de
mirarla televisión después de un cepillado de dientes”. Una mamá, antes de
servir masitas, prologó la distribución así: “Sirvo comida que contiene azúcar
para aquellos de la familia que protegen sus dientes con el cepillo”. Luego leyó
una lista: “Noelle se ha estado cepillando los dientes, Jill también, y Claudia...en
fin, Claudia, tendrás que abstenerte de comer masitas hasta tanto yo deje de
preocuparme por tus dientes”. Desde ese día, Claudia tuvo asistencia perfecta
ante el lavamanos.
Interrupciones telefónicas
PERLA 36

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