lógica PARTE II ¿Cómo usar las perlas de amor y lógica? El conocimiento de algunos conceptos sobre ser padres brinda una base sobre la cual construiremos un sistema de disciplina. Pero, llevar esas ideas a la practica nos conduce a un terreno muy traicionero. ¿Cómo manejamos a los chicos que provocan la erupción de un volcán cada vez que no ganan un a batalla entre distintas voluntades? ¿Qué ocurre con esos pequeños salvajes que, ante nuestra intervención mas bondadosa nos responden con palabras como “vete al diablo, tonto”? ¿Y qué sucede con los niños que no van a la cama a la hora indicada, o no hacen sus deberes, o no alimentan a sus animalitos domésticos? No deseamos filosofía ¡Queremos respuestas! ¿Cómo se conjugan la separación de los problemas, las palabras pensadas, las elecciones y la empatía con la paternidad real y práctica? La segunda parte de este libro cuenta con 40 perlas de amor y lógica, y ofrece consejos prácticos para enfrentar algunos problemas de disciplina mas comunes durante los primeros doce años de vida de un niño. En estas perlas se han investigado, discutido temas individuales y se han aportado consejos precisos y prácticos acerca de cómo manejarse con ellos. Muchas de ellas incluyen un dialogo de muestra para ejemplificar la manera de discutir una situación con el niño. Asignaciones - Dinero PERLA 1 En algún momento de la vida de los niños se manifiesta la responsabilidad económica. Es mas habitual ver en otros países, sobretodo en los de habla inglesa la costumbre de LA MESADA O ASIGNACIÓN. En general, comienza cuando el niño comienza cuando el niño tiene cinco o seis años. Objetivo: Se lo damos porque queremos que aprendan a manejar dinero. De esa manera se hacen de una responsabilidad fiscal en todas las áreas de la vida. Se ha comprobado que los niños capacitados para disponer correctamente de su dinero se muestran mas habilidosos en la escuela. Algunas reglas referidas a las asignaciones o mesadas ayudarán a nuestros hijos e hijas a aprovechar esta importante experiencia de aprendizaje. Regla 1: Los chicos no se ganan sus mesadas. Eso significa que no les pagamos para que realicen tareas. Si actuáramos así, les arrebataríamos la dignidad de participar en el trabajo doméstico de la familia. La única ocasión en que les pagamos por realizar una tarea es cuando nos suplantan en nuestros propios quehaceres. Regla 2: Laasignación, debe ser entregada en un mismo momento de cada semana. Puede hacerse con sobres de paga. Sepone el dinero en el sobre e incluyen un pequeño recibo o boleta. Por ejemplo, para un chico de primero básico: “Tanto de asignación, tanto para gastos de almuerzo”. Escriben el nombre del beneficiario en el sobre. Firmen la boleta o recibo y agreguen: “porque te amamos, gástalo bien y hazlo durar”. Regla 3: No insistir en que ese dinero sea ahorrado. Los chicos no aprenderán a manejar el dinero si lo guardan en una caja de zapatos para cuando sean grandes. Con el fin de conocer el tema del dinero, los niños deben atravesar su propia depresión económica: gastarlo y luego no tenerlo en caso de necesidad. En general, niños y adultos aprender a ahorrar solo después de la bancarrota. Regla 4: Mientras no se involucren en alguna actividad ilegal, debe permitirse a los niños que ahorren o gasten el dinero de la manera que prefieran. Lo pueden usar para contratar a otros con el fin de que desempeñen sus tareas Hasta puedan contratar a una niñera si no quieren ir a algún lado con la familia. Nota importante: Pero hay una trampa: cuando se fue, se fue. No habrá mas dinero hasta el sobre de la próxima semana o de la próxima quincena, etc. La cólera: cuando procede PERLA 2 Por lo general, la decisión acerca de utilizar o no la cólera en nuestra relación con los niños o niñas se relaciona con el tema de la separación de los problemas. Los problemas de los niños y niñas siempre tendrían que encontrar nuestra empatía. Ellos mismos se meten en líos. El aumento de su responsabilidad se producirá solo si brindamos nuestra compasión, no si les gritamos. Si los errores de nuestros hijos los perjudican a ellos y no a nosotros –si se caen, se vuelven a casa con un ojo negro, si fracasan en la escuela- entonces nuestra cólera agrava el problema. Esto recuerda la situación en el cual el esposo aprieta el acelerador hasta casi el limite permitido. Si su esposa se lo advierte, él se enoja. Dado que es él quien conduce, piensa que la velocidad es su problema y lo ofende la interferencia de la esposa. Pero si ella le dice que no tiene ganas de morir, presenta la cuestión de su propia seguridad. Su cólera es comprensible y efectiva. El puede aceptar eso. Cuando nuestros hijos hacen algo que nos afecta directamente –perder nuestras herramientas, dejar la bicicleta en la entrada de los autos, no guardar nuestras cosas si las usan- entonces está bien que nos enojemos un poco. Ellos reconocerán que estamos enojados por su mal comportamiento nos ha afectado. El caso de la pequeña Bárbara. La cólera también es apropiada si hemos decidido racionalmente utilizarla. A veces, los niños necesitan que se les ofrezca un despliegue de cólera. Podemos evaluar estas opciones: ¿acaso deseo aislar a mi hijo? ¿o quiero solucionar el problema hablando con él o con ella? ¿o creo que necesita unos buenos gritos y luego un abrazo con la explicación de que estoy tan enojado porque él o ella podrían haber manejado mejor la solución? En conclusión… Ladecisión de usar la cólera debe tomarse en forma desapasionada. Solo debe usarse cuando la conducta de nuestros hijos nos afecta en forma directa. ADVERTENCIA: No debemos emplearla tan a menudo como para convertirla en una emoción esperada. Todos nosotros, incluso los niños y niñas, amamos la emoción. Una vez que los chicos se acostumbran a la demostración de una en particular –vergüenza, cólera, culpa o amor- esa emoción esperada se transforma en la emoción elegida. Hora de ir a dormir PERLA 3 “Hora de ir a la cama, querido” Uno lo dice todas las noches. Y siempre hay que sortear toda clase de obstáculos antes de seguir una acción positiva. Todas las veces surge algo como: “Después de que termine este programa”, “¿Puedo comer algo antes?, “Léeme un cuento”, “No estoy cansado”, “hay monstruos en mi cuarto”. Si hay que buscar razones para no meterse dentro de las sábanas, cada niño se convierte en Einstein. El hecho es que no podemos conseguir que nuestros hijos se vayan a dormir. Lo harán cuando el reloj de sus cuerpos se los diga. Cada chico requiere una cantidad de sueño distinta. Recientes investigaciones han determinado que los niños mas brillantes, en particular los mas dotados, pueden no necesitar tanto sueño como otros. Son tan brillantes… Quizás sea un mayor problema mientras están despiertos. En realidad, Dios ha determinado la cantidad de sueño que los niños necesitan, y varia en cada uno de ellos. Lo triste es que muchos padres dicen: “Mamita y papito están cansados, de modo que es hora de que los nenes se vayan a la cama”. Lo ideal sería que los chicos pudieran estar levantados y fuera del camino de sus padres. En lugar de decirles a sus hijos que cantidad de horas de sueño necesitan, el padre con Amor y Lógica habla así: “Esta es la oportunidad que tienen de dormir por la noche porque están en su cuarto”. Esa oportunidad… Puede comenzar a las 7:30, a las 8:30 o a la hora que sea. El chico y nuestra necesidad de intimidar lo determinaran. Así conseguimos hacer menos engorrosa la batalla para ir a la cama. En realidad la batalla no existirá. Como cualquier otro tema que requiera control. Los padres tienden a subestimar la necesidad del chico con respecto a la pequeña cantidad de ese control. De modo que, cuando ven que los niños luchan por la totalidad, piensan en que eso es lo ellos necesitan. En definitiva, lo que necesitan es un poco de control, no todo el timón. De manera que podemos concederlo. Pregunten a sus hijos si quieren permanecer en sus cuartos con la puerta cerrada o con la puerta abierta, con la luz encendida o no, con radio o sin radio. No se queden con todas las cartas; hagan que ellos también participen. En conclusión… Muchos de nosotros no concedemos este control por miedo a las consecuencias. Tememos que el pequeño Lukas, levantado a la una de la madrugada, jugueteando con su radio y sus guantes de arquero, sea una detestable molestia al día siguiente. ADVERTENCIA: Debemos tener en cuenta eso, y no las horas de sueño. No se piense que porque el niño pueda ser molesto hemos de hacerlo dormir más. Mejor será pensar en la lección que puede aprender y decirle: “necesitas pasar mas tiempo en tu cuarto (o donde sea), pues eres un caprichoso” El niño probablemente dirá: “En fin, anoche no dormí mucho. ¿Y qué responderán ustedes? “Bien pensado”. La lección ha dado en el blanco. Autoritarismo PERLA 4 ¿Acaso es una sorpresa que los padres autoritarios suelen tener hijos autoritarios? Los padres que mandonean a sus hijos como si fueran reclutas terminan por encontrarse con chicos y chicas que desean ser sargentos. Esto tiene mucho sentido y lógica por supuesto. A losniños pequeños les encanta actuar a lo grande. Si ven que los adultos se muestran autoritarios, ellos también lo harán. Sinembargo, no siempre son los padres quienes actúan equivocadamente. Aún papás y mamás no autoritarios pueden tener hijos de esa clase. A esos chicos y chicas les gusta salirse con la suya y se hacen mandones como una forma de lograr su objetivo. ¿Puede suceder que quieran actuar así con nosotros? ¿cómo lo vamos a tolerar? Una manera de manejar esta situación es contar con un buen guión para uso inmediato. Cuando se presenta el caso, nuestra primera respuesta consiste en una franca sonrisa dirigida al niño. Este giro inesperado le da a él o a ella tiempo para pensar, para preguntarse qué está pasando. Después, suavemente, decimos algo como “Buen intento, Yahir, buen intento ¿qué crees que ocurre en esta familia cuando alguien se pone mandón? ¿eso es bueno o no? Por favor, no contestes ahora, piensa en ello”. Luego nos vamos. Conclusiones: Lospadres con amor y lógica manejan a los chicos autoritarios sin inyectar emoción en el ambiente. No les decimos: “¡Ni te atrevas a mandonearme!”. Enfrentamos su actitud en forma racional. Cuando nuestros hijos se muestran autoritarios con otros niños, entonces nos convertimos en meros consejeros. Después de todo, ahora es problema de ellos, no nuestro. Decirles a los chicos que no sean autoritarios sirve sólo para acentuar nuestra autoridad sobre ellos y su actitud no cambiará. Pero si ponemos el peso del problema sobre sus hombros y nos mantenemos cerca para intercalar algún consejo que no sea solicitado, contribuiremos a encaminarlos hacia una solución. El auto: batallas en el asiento trasero PERLA 5 ¿Acaso es un problema que debe controlarse a tiempo? Si lo enfrentamos cuando todavía no es serio, nunca lo será. Pero debemos elegir el momento adecuado: Cuando no estamos apurados por llegar a algún lado y cuando no nos importa el tiempo que invertiremos en transmitir nuestro mensaje. Este consiste en lo siguiente: no vamos a tolerar el caos en el asiento trasero y, si eso continúa, algo pasará. En cada táctica, si no estamos apurados y luego cuando sí lo estamos una palabrita dirigida hacia el asiento trasero dará resultado. Tareas domesticas PERLA 6 ¿No es acaso una utopía pensar que tanto padres como hijos odian esto? No existen pies alegres que corran presurosos a realizar cualquier tarea hogareña. Pero si lo manejamos bien, podemos eliminar el tedio en las tareas cotidianas. Y empezamos cuando los chicos y chicas son pequeños. Cuando son pequeños disfrutan mas el hecho de hacer cosas con sus padres. Decimos “hacer las cosas con” en lugar de “ayudar” porque conviene admitirlo, no ofrecen una ayuda verdadera. Solo les gusta copiarnos a nosotros. Elsecreto de inculcar en los chicos una actitud positiva con respecto a las tareas consiste en que nosotros nos DIVIRTAMOS cuando las realizamos. De modo que, durante los años de la primera infancia, debemos inculcar la idea de que trabajar es divertido. Los padres sabios dirán cosas parecidas a:
“¡Como me gusta trabajar en casa!”.
“¡Es tan divertido hacer esto!”. “¡Que bien! Disfruto tanto haciendo estas cosas contigo”. “¡Juntos nos divertimos mucho!” Llegando a una edad podemos determinar que son un poco mas responsables, resulta conveniente darles tareas domésticas muy simples. Luego, a través de la básica ya pueden lavar platos, pasar la aspiradora, etc. Nota importante: No será fácil, serán perezosos. Encontrarán excusas para no realizar las tareas. Los padres con amor y lógica son sabios en negociar las labores domésticas con sus hijos. Cuelgan en la cocina una lista de tareas y les piden a sus chicos que la lean y decidan cuales prefieren realizar. Uno o dos días mas tardes, toda la familia se siente a deliberar. Se permite a los chicos decidir quien hace que. Si el reparto parece resultar injusto, el niño o niña que carga con la peor parte pedirá una renegociación. Un problema mayor resulta en lograr que las tareas se realicen en el horario apropiado o establecido por los padres. Lo mejor en dicho caso es mencionar un rango temporal con expresiones como “para antes de tu próxima comida” o “para antes de ir a ver el partido” La Iglesia: cuando los chicos se niegan a ir. PERLA 7 Los padres responsables desean criar a sus hijos con valores espirituales establecidos. Quieren que tengan fe, que entiendan el mensaje cristiano, que conozcan a Dios. Eso implica forme parte de la Iglesia y sus actividades. Lamentablemente, llega un momento en la vida de los niños en la cual no quieren asistir a la Iglesia. Deben permanecer mucho tiempo sentados. No entienden lo que dice El Señor que está hablando. Se sienten incomodos con su ropa dominguera. Una de las razones mas importantes; por la cual los chicos no quieren saber nada con la Iglesia reside en la REBELIÓN CONTRA LOS VALORES PATERNOS. Nuestros hijos aprenden muy pronto que no podemos hacer que piensen como nosotros y que crean en lo que nosotros creemos. Cuando lo hacemos, los invitamos a ser desobedientes. Ven que estamos usurpando parte del control y quieren recuperarlo. Los padres responsables desean criar a sus hijos con valores espirituales establecidos. Quieren que tengan fe, que entiendan el mensaje cristiano, que conozcan a Dios. Eso implica forme parte de la Iglesia y sus actividades. Existe otra área dentro de la paternidad donde el modelo correcto es de vital importancia. Si desde su mas tierna infancia los chicos nos han oído hablar acerca de lo bueno que resulta ir a la Iglesia habremos hecho que se encariñen con la idea sin llegar a la coacción Deseamos enunciar opiniones positivas como “estoy contento de tener mi Iglesia, disfruto de mis amigos y me siento alentado cuando estoy allí”, o “siempre me siento mejor cuando estoy en la Iglesia”. Estas afirmaciones pueden sin duda influir en el ánimo del niño y disminuyen su inclinación a la rebeldía. Recomendaciones: Si insiste con firmeza en no ir, Descubrir las razones de su desagrado. Hay formas de obligar, pero por supuesto no se recomiendan, pues coartan oportunidad de valorar y apreciar su propia volición. Debemos una vez mas recordar que las ordenes parentales, por lo general, provocarán la rebelión implícita o explícita en ellos. Los “peques” lucharán contra los padres que insisten en la idea “tú crees lo que yo creo”. Por lo general, el desagrado de la Iglesia es solo una etapa, si ha tenido una base de enseñanzas Bíblicas cuando mas pequeño, lo mas probable es que ha medida que crezca apreciará el valor de estar con la Iglesia. Situaciones de crisis PERLA 8
Uso de drogas – Niños que se escapan – Suicidio – Una muerte en la familia
Una enfermedad deformante o terminal, etc. Recomendaciones: Primero, de acuerdo con su propia naturaleza, son por general temporales. Vendrán épocas mejores. Saber esto nos permite comprometernos demasiado. Segundo, pocas de ellas deben enfrentarse inmediatamente. Casi siempre tenemos tiempo para orar, pensar y actuar en forma racional; también para pedir consejo a otros que quizás han tenido similares experiencias o que están capacitados profesionalmente. Además, por ejemplo: si descubrimos que nuestro hijo ha estado en contacto con la droga, ese es en verdad un acontecimiento serio. Pero, no implica la obligatoriedad de una crisis. Tenemos tiempo para hacernos cargo de ello en forma apropiada. Incluso podemos decidir no hacer nada. Está bien, en muchos casos no es una buena solución, pero podemos tener en cuenta la alternativa. Hacer algo no constituye una respuesta. Sí lo es hacer lo correcto. Después de anotar todas las opciones, desde la actitud mas activa a la menos activa, debemos hablar el tema con alguien a quien respetemos. LA PERSPECTIVA DE UN PENSAMIENTO CLARO ES LA CLAVE. Tercero, para permitirnos actuar bien, siempre debemos preguntarnos cuál sería el peor resultado. Muchas veces descubrimos que somos capaces de manejarlo. Lo mas grave “la muerte” es de todas maneras inevitable y se puede enfrentar si estamos preparados para el encuentro con nuestro Creador. Para finalizar, siempre debemos hacer que la carga quede sobre las espaldas de la persona del problema. Si nuestro hijo se está drogando, ése sigue siendo su problema a pesar de nuestra agonía. En resumen: Cuando aparece una crisis, nos tomamos un tiempo. Oremos. Respiramos profundo y nos relajamos. Anotamos las posibles opciones. Hablamos con personas dignas de nuestro respeto. Pensamos en nuestra capacidad de enfrentar el peor resultado. Mantener nuestra FE. Después de todo, esa es nuestra mejor arma. La disciplina en público; sesión estratégica de entrenamiento PERLA 9 Los chicos nacen astutos. Aún antes de saber hablar bien, ya intuyen cuales son los puntos vulnerables. La mayoría de las veces sus triunfos tienen lugar en un negocio, un supermercado u otro lugar público. Loschicos y chicas piensan que los padres no se atreven a hacerles nada porque hay gente. Los padres creen que no se atreven a retarlos porque muchas personas están mirando. ¡Y esas personas piensan por qué los padres no hacen algo con un chico tan desagradable! Un lugar público no es tan diferente de una habitación de la casa. Claro, no se presta para un dialogo profundo, pero no significa que olvidemos nuestros principios de amor y lógica. Los niños con mal comportamiento deben recibir alguna forma de consecuencia. De lo contrario cada salida será un desastre. Una técnica para eliminar este mal hábito se llama “Sesión estratégica de entrenamiento”. Recomendaciones: Primero, requiere planificación y cooperación de parte de los integrantes de la familia y de amigos. Si se pone en práctica una vez, se aprendió la lección y los ataques públicos infantiles serán cosa del pasado. Caso práctico de Laura y su hija Holly. Las sesiones estratégicas de entrenamiento pueden programarse con el cónyuge o incluso con un hermano mayor. No es necesario llevar al niño hasta la casa, basta con llegar al auto si los compañeros de conspiración de los padres pueden vigilar, sin ser detectados, desde cierta distancia. No hay razón por la cual nuestros hijos tengan en público una conducta infernal por el simple hecho de nosotros estamos con ellos. Una o dos sesiones pueden bastar para solucionar el problema. Disciplina 101 Ovejero Alemán Básico Edad: 11 a 18 meses PERLA 10 Chicos y perros. Créase o no, a los nueve meses los niños superan en inteligencia al perro de la familia. En realidad, entre once y trece meses, están capacitados para aprender lo mismo que le enseñamos a un perro, es decir, órdenes como “ven, siéntate, no quédate”. Llamamos a esto “Ovejero Alemán Básico”. El niño debe aprenderlo a los dieciocho meses. Es la base de toda la disciplina. Si no logramos que un niño de dos años obedezca órdenes primarias, los próximos dieciséis años de su vida, y también de la nuestra serán una tortura. La clave reside en controlar sólo lo que podemos controlar. No podemos hacer que un bebé deje de llorar o que siga chupándose el dedo. Lo que podemos y debemos controlar es donde lo hacen. Sinuestros hijos ignoran nuestro firme “por favor, basta” una sola vez, se les debe dar la oportunidad de ser desagradables en otro lugar. Y ese lugar es su habitación. Pueden actuar como quieran, siempre y cuando lo hagan en su habitación. El problema es llevarlos al lugar que corresponde. El primer paso es enseñarles a quedarse sentados en un lugar específico de la habitación cuando tienen una actitud desagradable, cuando ya se incorporan, establecer contacto visual, y sin gritar, le decimos “quédese allí”. El siguiente paso es llevarlo a una habitación cercana para vigilarlo. Si la mala conducta persiste, los mandamos a llorar a su habitación. No es un castigo. Sólo les estamos dando la oportunidad de calmarse. Si continúan con su mala actitud, se ponen en penitencia 5 minutos más por cada año de vida. Nunca debemos de dejar de demostrarles nuestro amor. Al dejar de portarse mal, los abrazaremos y los mimaremos porque están haciendo las cosas bien. Tres errores comunes: Primero podemos ser demasiado duros. A veces, ya sea que nuestros padres hayan sido estrictos o permisivos, podemos estar tentados a abusar del Ovejero Alemán Básico. Recuerden que todos tienen derecho a estar malhumorados de vez en cuando, incluso nuestros hijos. La compresión y el sentido común deben prevalecer en la relación padre-hijo. Segundo, podemos llegar a ser demasiados “permisivos” antes de darles la orden “vete o márchate”. Si pasa mucho tiempo. Si pasa mucho tiempo que les digamos “adiós”, resultaremos padres enojados y no padres eficientes. Tercero, no debemos confundir la firmeza con el enojo, podemos hablar en voz alta, incluso usar un poco de presión física, sin llegar a gritar y a demostrar frustración. Algunos padres creen que los niños que están entre los once y los dieciséis meses son demasiado pequeños para aprender el Ovejero Alemán Básico (los chicos lo aprovecharán). Sin embargo, la mayor parte del lenguaje receptivo de los chicos a esa edad está tan desarrollado como para saber lo que estamos diciendo o esperando. En realidad, si a los niños se les permite molestar a sus padres, eso generalmente contribuye a intensificar su propia autodisminución Disciplina 201 Ovejero Alemán Reparador Edad: 4 a 6 años PERLA 10 RECOMENDACIONES PARA SU USO CORRECTO: Eviten los encuentros físicos. Usen las órdenes con discreción. Den un mensaje completo. A veces es necesario agradecer por anticipado. Hablar con los chicos cuando están de buen humor. Usar el cambio de lugar en vez de tratar de parar su mala conducta. Sean emotivos cuando las cosas están bien hechas.
Con estas reglas en mente, escuchemos cómo Elaine intenta mandar a su
habitación a su hijo Jesse, de cinco años. Divorcio y visitas PERLA 12 Pauta1: Los hijos e hijas enfrentarán el divorcio de la misma manera en que lo hacen los adultos. Pauta2: Puede ser obvio que el divorcio no es su responsabilidad. Sin embargo, hay que dejárselo claro. Pauta 3: Sean sinceros acerca de sus sentimientos y observaciones. Pauta 4: Entiendan la mala conducta de sus hijos sin justificarla. Pauta 5: Den a los chicos un grupo de apoyo. Pauta 6: El consejo post-divorcio para padres e hijos puede ser útil. Pauta 7: Permanezcan a disposición sin ser inquisidores. Pauta 8: Manejar el tema de las visitas en forma directa con el ex- cónyuge. Pauta 9: Los niños necesitan “mamás” y “papás”. Pauta 10: El progenitor natural debe siempre respaldar al padrastro en materia de disciplina. El mensaje que los padres en trance de divorcio deben enviar a sus hijos dice así: “Esto no va a arruinar sus vidas. Sé que pueden enfrentarlo. Es difícil, pero ahora pueden tener tres o cuatro adultos que los amen en lugar de dos”. Los chicos cuyos padres se divorcian lo pasan mucho mejor si los adultos se muestran positivos. Comer con buenas maneras PERLA 13 Lani, una mamá muy dedicada, ha pasado la mayor parte del día inclinada sobre el horno. Está bien, es un día especial. El plato es algo nuevo, nunca visto en la mesa familiar: pollo “alla cacciatora”. La transpiración mezclada con las especias, el trabajo, con el amor. Todos la miraron cuando llevó su creación a la mesa. Cuando levantó la tapa de la fuente, esperaba los suspiros de aprobación de sus amantes hijos. -En lugar de eso, escuchó un coro de “¡oh, caramba, esta cosa es algo raro!”. “Esta cosa” puede arruinar la alegría de la mesa familiar y convertirla, en virtud de las malas maneras, en un campo de batalla. No hay que preocuparse. Lani era una madre con amor y lógica. Estaba decepcionada, pero recibió bien las críticas. Dijo que no había problema y tiró a la basura el contenido de. los platos de los chicos. Luego, con voz muy suave, les dijo: -Vayan, chicos hagan lo que deben hacer después de cenar. Nos veremos para el desayuno. Más tarde, cuando los encontró saqueando la heladera, les dijo ¿Cómo me pagarán por lo que han tomado de allí? ¿En dinero contante y sonante, o con parte de la asignación? Los chicos deberían decidir cuánto han de comer. El padre prudente los preparará para el mundo real al permitirles tomar una decisión temprana. Para presentar nuevos platos, Carol nunca tuvoproblemas, cada vez que cocinaba algo diferente, Para presentar nuevos platos, Carol nunca tuvo problemas, cada vez que cocinaba algo diferente, las porciones eran sólo para dos: ella y su esposo. Los chicos comían salchichas. Durante el transcurso de la comida, los adultos alababan el plato hasta que los niños preguntaban dónde estaban sus porciones. Carol les decía que era comida para adultos, que probablemente no les gustaría, y no les daba nada. A la noche siguiente la escena se repetía y los chicos reclamaban sus derechos. Carol conservaba el control y les decía que todavía no estaban capacitados para probar un sabor tan fuerte. Durante la tercera noche, los chicos insistieron en sus derechos. Carol cedió y puso pequeñas porciones en sus platos, con la recomendación de que no comieran demasiado. Desde ese momento, Carol tuvo pocos problemas en conseguir que sus hijos aceptaran lo que preparaba para comer. Al referirnos a las buenas maneras en la mesa, volvemos al axioma del amor y de la lógica: si no podemos cambiar la conducta, cambiemos el lugar. Aun con los más pequeños, podemos ejercitar nuestro poder. A un niño de doce meses que escupe, se le ofrece una elección: “Escupe desde tu sillita alta o ponte a jugar en el piso”. Con los chicos más grandes podemos variar la técnica, permitiéndoles comer en un lugar donde no nos importunen con sus malas maneras. Cuando mi esposa (la de Foster) se ve frente a maneras incorrectas de sentarse a la mesa, despacha a los ofensores con estas palabras: “Lleven todo al secador”. Nuestros hijos evitarán complicarse más de lo necesario si deben permanecer a solas con sus platos de comida. Miedos y monstruos PERLA 14 Monstruos. A veces se encuentran debajo de la cama. A veces, del otro lado de la ventana. Pueden estar debajo de la alfombra o en los armarios, listos para hacer su aparición en el momento en que Mamá se va. Estarán de acuerdo en que los monstruos anidan en la cabeza de los chicos y allí solamente. La imaginación infantil hace que los niños sepan que las criaturas nocturnas no se parecen a una amistosa mascota de felpa. Una niña de siete años, después de ser adoptada, imaginó que sus nuevos padres tenían apariencia humana durante el día y que por la noche se convertían en lagartos. Esos miedos que nos parecen tontos son muy reales para los chicos, aunque no deberían impedirles irse a la cama. Resulta conveniente investigar las emociones negativas de nuestros hijos (y el miedo a ir a la cama) en una forma comprensiva y fría, sin inmiscuirnos emotivamente. Nuestra calma se transfiere a los niños. Sus problemas se agravan si manifestamos enojo o frustración. Aplicamos una regla importante: tan pronto como la charla sobre un tema determinado se vuelve previsible, el tema deja de ser investigado. Una actitud tranquila acerca de la capacidad del chico. para resolver sus problemas ayuda a disminuir su preocupación. En lugar de ello, ciertos padres investigan en exceso o se involucran demasiado: así se agranda el problema, Por ejemplo, al decir "Mary, no te pasará nada, querida”. Además, la situación no mejora cuando nos arrodillamos y verificamos si hay o no monstruos debajo de la cama. De esa manera confirmamos los temores de los chicos. Podemos también sacar provecho del pensamiento mágico. Los niños creen de corazón en la magia. Por eso, al pequeño Ron lo tranquiliza tener un osito caza- monstruos en la repisa. Y a veces, una gota del perfume mágico de Mamá en el borde de la sábana ayuda a Naomi a dormir. Esas técnicas, por supuesto, deben aplicarse sin darles mayor importancia, pensando sólo en la natural manera de razonar de los niños. Vale la pena gastar un poco más en electricidad y dejar encendidas algunas luces. Podemos rendirnos en eso, pero no en permitir que el chico entre en nuestro cuarto porque él o ella está asustado. Un ejemplo de conversación beneficiosa es el siguiente; CHICO -No quiero ir a la cama, Mamá. Tengo miedo de morirme esta noche. MAMA-Por suerte, sólo un niño en diez millones se morirá esta noche, querido. CHICO -Pero tengo miedo. MAMA-¿De qué tienes miedo? CHICO -De los monstruos. MAMA-Yo no me preocuparía por eso. Tienes a Teddy contigo. CHICO -¿Quieres desparramar un poco de perfume mágico sobre mis sábanas? MAMA -Por supuesto. Los padres que no agrandan el problema de los monstruos tendrán hijos que aceptarán irse a la cama sin quejarse cuando tengan sueño. Amigos PERLA 15 Amigos. A partir del momento en que comienzan a gatear, nuestros hijos están en contacto con otros niños. Jugando a las muñecas. O a las carreras. Tendrán amigos. Y eso es bueno. Lo malo es que muchas veces no nos gustan los amigos elegidos. La peor batalla que podemos iniciar es la vinculada con quiénes son los amigos de nuestros hijos. Dado que no podemos vencer en ella, mantengamos la boca cerrada. Podemos ofrecerles una opción: elijan amigos que nos gustan y jueguen con ellos en casa, o jueguen lejos con amigos que no aprobamos. O podemos decir: “¿Quieren tener amigos que pongan a prueba su capacidad para pensar y decidir, o prefieren amigos que no los presionen tanto?”. Si intervenimos en este tema, y tratamos de que cambien de amistades, podemos dañar nuestra propia relación con los hijos. Ellos se rebelan contra nuestras órdenes. Al prohibirles que jueguen con ciertos amigos, les estamos diciendo que tememos que los perjudiquen sus creencias o sus hábitos. También les decimos que no pueden pensar por si mismos. El resultado consiste en que esos amigos se vuelven más deseables. Pero podemos decirles lo que pensamos. Los chicos no pueden rebelarse contra ideas y opiniones. De hecho, si somos comunicativos con nuestros hijos, a largo plazo elegirán las amistades que preferimos. Joan está a punto de salir para reunirse con amigos que a su padre no le gustan. JOAN -Adiós, Papá. PAPA -Espera un momento. Dame un beso de despedida. JOAN -Bueno... sí. PAPA -¿Sales con Jean y Debby? JOAN -Claro... ¿Y? PAPA --Y... ¡Estupendo! Sólo que a veces se me ocurre que se aprovechan de ti. Quizás eres una buena influencia para ellas. JOAN -No te gustan. PAPA -Ese no es el punto, Joan. Sólo me preocupa el hecho de que la vida es más fácil para ti que para ellas... En fin, vete Y Pásala bien. Podemos llevarnos una buena sorpresa al conocer a los amigos de nuestros hijos. A menudo, ellos ven en otros lo que nosotros no vemos. Al conocer a los amigos de nuestros niños, quizá conozcamos aspectos distintos de sus vidas. Además, podemos entender por qué se sienten atraídos por cierto tipo de personas. Preparándose para la escuela PERLA 16 A menudo nos encontramos por la mañana ladrándoles a nuestros hijos para que se apuren. Nuestro horario matutino es denso y el ritual del desayuno, complejo. Sin embargo, esa hora del día resulta ideal para enseñar responsabilidad. Lo ponemos en práctica al permitir que los niños piensen por sí mismos y que realicen las tareas que en general hacemos en su nombre. Cuatro reglas ayudan a que la mañana sea un momento amistoso para todos. Primero, decidan qué tareas pertenecen a los padres y cuáles a los hijos. Una charla con los niños les hará comprender que son de su responsabilidad tareas como poner el reloj despertador, levantarse cuando suena la campanilla, elegir la ropa, vestirse, lavarse, recordar qué se debe llevar a la escuela. Nuestra responsabilidad consiste en respaldar las consecuencias impuestas por la escuela con respecto a la impuntualidad. Segundo, no interfieran con respecto a los horarios. Eso impide a los chicos equivocarse y aprender lecciones. Tercero, ¡no los rescaten! Les impide aprender en momentos tan emotivos que resultan propicios para la transmisión de enseñanzas. En otras palabras, no acompañar a los niños para que no lleguen tarde. ¡Y no firmarles una nota para justificar la tardanza! Para terminar, reemplacen la cólera por la tristeza cuando los chicos se equivocan. El siguiente diálogo resulta ejemplificador: PAPA -¿A qué hora viene el ómnibus de la escuela, Mark? MARK-8:20. PAPA -¿A qué hora quieres levantarte? MARK -A las ocho. PAPA -Bien. ¿Cómo vas a despertarte? MARK -Tú me despertarás. PAPA -En fin, eso es lo que acostumbraba hacer, Pero ahora que tienes ocho años me he dado cuenta de que no fui justo contigo porque otros chicos de tu edad se despiertan por su cuenta. ¿Cómo crees que te despertarás? MARK -Con mi reloj. PAPA -Buena idea. Puedes ponerlo como para que suene a las ocho. MARK _¿Qué pasa si me quedo dormido? PAPA _Y, bueno... Terminarás por perderte la escuela. MARK -¡Qué bien! PAPA -Si no te levantas a tiempo como para alcanzar el ómnibus, pasarás el resto del día en tu cuarto. Mamá y yo fingiremos que estás en la escuela. No salgas de tu cuarto hasta que se haya cumplido el horario escolar. Y _deberás pensar en cómo justificar tu ausencia con los maestros. MARK -Eso es fácil. Me firmarás una nota. PAPA --Me agradará escribir sobre la verdad: que te cuesta llegar temprano y que respaldaré a la escuela en cuanto al castigo. MARK --¡Pero si sigo faltando, me aplazarán! PAPA -Supongo que sí. Sería muy triste. Lo mas probable es que ala mañana siguiente Mark esté esperando el ómnibus con puntualidad. Los chicos de padres menos preocupados por los aplazos que por darles a los hijos la oportunidad de reflexionar acerca de esos aplazos, se convierten en seres pensantes que rara vez son reprobados. En forma ocasional, el retraso matutino de nuestros niños afecta también a otros. Para resolver este dilema se requiere un poco de inventiva. Steve, de cinco años, obliga a su madre al llegar con atraso al trabajo. Ella probó todas las tácticas usuales para revertir la situación: palmadas, sacarle cosas, prohibirle la televisión. Nada funcionó. Decidió entonces darle algo de control al pequeño. Le dijo: -Steve, a partir de mañana nunca más llegaré tarde al trabajo, porque mi auto partirá cada día a las 7:30. Hay dos maneras de venir conmigo. ¿Te interesa saber cuáles son?- Supongo que sí -dijo Steve.- Bueno -dijo Mamá-, vienes vestido o sin vestir. Cuando llegó la mañana, Steve que no estaba preparado todavía para cambiar su comportamiento con tanta facilidad, continuó con su campaña de lentitud. No estuvo listo a las7:30. Mamá fue a su cuarto y le dijo: -No estás vestido, pero eso no es problema. Probablemente no tuviste deseos de vestirte. Por eso tengo esta valijita. Pondremos tu ropa aquí y lo harás cuando quieras. Cuando ponía en marcha el auto, dijo: -Estoy contenta porque hoy llegaré temprano al trabajo. Ahora, los pequeños como Steve no aceptarán esto sin ninguna reacción. El tiró su mejor dardo: directo a la yugular de Mamá. Empezó a quejarse y a decir que no lo amaban porque lo ponían en el asiento trasero todavía con su pijama, Después descubrió el resto de su arsenal. Pateó, se agitó, aulló. Pronto estuvo haciendo señas a los conductores de otros vehículos como si lo estuvieran secuestrando. Y al rato, una vocecita se escuchó en el asiento trasero: -Creo que, después de esto, tendré que vestirme a tiempo.A1 usar esta técnica, resulta conveniente conectarse con la maestra o el encargado del turno con anticipación. Se les dirá que no le permitan al chico participar en ninguna actividad hasta que esté completamente vestido. La habitación y como hacer para que el niño se quede allí PERLA 17 Resulta curiosa la relación entre los chicos y sus cuartos. Como saben los padres de adolescentes, a veces resulta imposible sacarlos de ese lugar. Allí pasan momentos secretos y privados. Pero para los pequeños la situación es distinta: no se quedarán en su cuarto. Clara resumió su problema con Brad: “Cuando es una molestia para mis oídos, sigo el plan de amor y lógica. Decido qué es lo mejor para ambos. Y si no puedo cambiar su comportamiento, cambio de lugar. Lo llevo a su habitación. Tan pronto como lo dejo allí y comienzo a bajar la escalera, ya me está siguiendo”. Una vez que llevamos los chicos a sus cuartos, ¿cómo hacemos para que permanezcan allí? Clara hizo algo que debemos evitar: lo llevó ella. Excepto cuando son muy Pequeños y los ponemos en una cuna, deben ir a sus cuartos solos. A los dos años, una afirmación --“Deseo que vayas a tu cuarto ahora mismo"-- enunciada en tono firme y con el índice apuntando hacia la habitación, en general da resultado, Si el niño se escapa, le administramos una sólida palmada en la cola y le decimos que vuelva. Sin embargo, las palmadas deberían usarse sólo cuando desafían las órdenes del Ovejero Alemán (ven, siéntate, no, quédate ) y cuando el chico es menor de tres años (ver Perlas 10, 11 y 31). A veces, los niños desean abandonar sus cuartos debido a una experiencia traumática anterior, como hospitalización o cirugía. Necesitan entonces nuestra comprensión especial y, a menudo, una buena charla les da seguridad y los hace sobreponerse a sus temores. Si la conducta persiste, debemos permitir que ellos elaboren el tema. Además de situaciones relacionadas con la disciplina, otro grave problema que enfrentan los padres es el de los chicos que salen del cuarto por la noche y los despiertan porque están asustados o porque desean agua. Una luz de noche puede ayudar a solucionarlo. Si los chicos continúan con su actitud, se requieren medidas más directas. Reserven una o dos noches para tratar el problema. Asegurándose de que el niño escucha, un cónyuge le dice al otro: -Necesitamos dormir bien una noche. ¿Qué te parece si vamos a un hotel (o a la casa de alguien) para descansar sin que Burt moleste?-Luego los padres besarán y abrazarán a Bert y llamarán a una niñera a quien ya antes habían hablado, para que se quede con el pequeño esa noche. La niñera también debe interpretar un papel. Puede decir cosas como: “Parece que tus padres necesitan descansar. Quizá quieran hacerlo durante mas de una noche”. Si el chico la despierta a las tres o a las cuatro, no deberá prestar atención a sus pedidos: “No sé qué hacer con chicos que se levantan a estas horas porque no tengo a ninguno que lo haga"- Quizá deba repetir eso dos o tres veces durante la noche, pero es muy importante que no se rinda ante la insistencia del niño. Permitan a la niñera mandarlo al jardín de infantes o al preescolar a la mañana siguiente. Teniendo en cuenta el grado de responsabilidad del chico, reforzará la idea de que debe ir a la escuela. Ni la niñera ni ustedes deben mostrarse enojados. Arruinamos todo si decimos: “Piensa si te gustó pasar la noche sin Papá y Mamá en casa”. El chico se enoja con nosotros en lugar de preocuparse por su problema. También mandan un mensaje equivocado expresiones como “Nos obligas a irnos", o “Mira lo que debemos hacer por tu culpa”. Nos marchamos por una sola razón: deseamos tener una noche de descanso. Conviene entonces expresarse así: “Querido, necesitamos dormir bien hoy, por eso nos vamos. Quizá lo hagamos otras veces porque es bueno para Papá y para mí. De vez en cuando dormimos mejor si tú no andas cerca”. La mayoría de los chicos que se levantan por la noche son dependientes de sus padres. A veces, la única manera de curarlos consiste en no estar allí cuando nos llaman. Esta puede parecer una solución extrema, complicada y costosa, pero a los padres que no han tenido una buena noche de descanso en meses o años les resultará atractiva. Incluso puede salir gratis si intercambian horas nocturnas con amigos que tengan el mismo problema. A los chicos no les gusta molestar a “padres” extraños; no saben qué botones apretar. Insolencia y falta de respeto PERLA 18 “No tengo por qué escucharte. ¡Cállate!” Si alguna vez su hijo le dirigió esta explosión de palabras desafiantes, ya sabe todo con respecto a la reacción paterna. Cara púrpura. Puños cerrados. Labios apretados. Y esto es sólo el preludio de los fuegos artificiales que seguirán. Los chicos irrespetuosos son difíciles de aceptar. Siempre parecen tener una respuesta engreída para todo lo que decimos. El problema se halla en que, cuando contestamos con algún despliegue de fuegos artificiales, en realidad estamos recompensando su insolencia. Les estamos dando emoción. Y a ellos les gusta la emoción paterna; pueden ponerse cómodos y disfrutar del espectáculo. Forma parte dela naturaleza humana. Los sermones sobre el fuego y el azufre en general opacan aquellos que se concentran en el amor de Jesús. La humanidad no quiere la paz, quiere emoción. Antes de decir que ninguno de sus hijos hablará así y luego de desarrollar una conferencia sobre el respeto, los padres del amor y de la lógica dejarán claro desde el principio que la insolencia no provoca una respuesta emocional. Las palabras caerán en oídos sordos si una de las partes implicadas en una discusión está enojada, por no decir nada si las airadas son las dos. Así, hablamos sobre la insolencia sólo si nuestros hijos no están comportándose insolentemente con nosotros. La clave para desarmarlos consiste en mantenerlos alejados de nuestra vista y de nuestros oídos hasta que puedan hablar con calma y nuestra presión arterial haya disminuido. Pero no disponemos su exilio. Les hacemos elegir: “¿Prefieres ir a tu cuarto, abajo o afuera? Vuelve tan pronto como puedas hablar con la misma serenidad que yo". Observen cómo maneja Suzanne a su hijo Calvin: CALVIN -No tengo por qué escucharte. ¡Cállate! SUZANNE -Sabes, Calvin, nadie puede obligarte a escuchar. En este momento nos resulta difícil escuchamos el uno al otro. ¿Por qué note vas por un rato? CALVIN -No tengo que ir a ningún lado. Esta también es mi casa. Vivo aquí. Además, tú nunca me escuchas. SUZANNE --Me gustará escucharte cuando te calmes. Pienso que ahora te sentirías mejor si te fueras a otra parte. CALVIN -No es justo. SUZANNE -Lamento que lo veas así; pienso que te sentirías mejor si te fueras a otra parte. Con chicos insolentes, lo primero que debe hacerse es mantenerlos alejados hasta que se restablezca la calma. Pero no olviden la discusión que han prometido. “Boca suelta" puede curarse. Cuando puedan hablar sin ponerse colorados, traten de descubrir la causa de la falta de respeto. En ese punto, resulta conveniente decir: “Calvin, noto que a menudo me dices ciertas palabras si te pido que hagas algo. Me pregunto si las escucho con el mismo significado que tú les das. Estoy confundida con respecto a lo que quieres decirme. ¿Acaso te sientes incómodo, dejado de lado? ¿O sientes que debes ser el jefe, que me odias o que no tienes otra manera mejor para responder? ¿Algo te parece familiar?”. Esto, en general, conduce a un intercambio de opiniones. Es importante que escuchen sin estar a la defensiva o en actitud de jueces. (Estén preparados para separarse de nuevo si las emociones salen de su cauce). La reacción que mejor funciona consiste en decir: “Gracias por compartir”. Certificados y notas PERLA 19 -Wendy no se lleva bien con las matemáticas. Estamos algo preocupados. Hablamos con su maestra. Todas las noches hacemos muchos problemas, pero seguimos sacando malas notas. No sé cómo pasaremos de grado. ¿Acaso está hablando la melliza de Wendy? No, es su mamá. Esta es la regla cardinal para notas y boletines: a los padres no se les dan boletines, a los chicos, sí. Los chicos reciben la instrucción. Ellos hacen el trabajo y reciben a su vez las notas. Para que los padres resulten eficaces en este tema, deben dejar la carga en las espaldas de sus hijos. Es importante que lo asuman como asunto suyo. En calidad de padres, nos preocupamos. Pero resolver el problema corre por cuenta de nuestros hijos. Yo (Foster) recuerdo con mucha claridad cómo actuaba mi sabio papá. En la primaria me costó mucho adaptarme al ritmo de la escuela. Cierta vez volví a casa con malas notas en todo. El miró el boletín, sacó su gorda y negra lapicera fuente y dijo: -Hijo, ¿estás orgulloso de esto?- No, señor -respondí.-Eso es bueno, hijo--y firmó el boletín. Este ritual tuvo lugar varias veces. Por suerte nunca dije que estaba orgulloso de mi boletín. Me habrían puesto tutores, o me habrían mandado a una escuela para pupilos, o quién sabe qué más. Los problemas con los boletines pueden ser evaluados con una ecuación algebraica basada en sentimientos y actuación. Esta fórmula nos permite saber cuándo debemos preocuparnos: Cuando un chico trabaja bien (+) y está contento con ello (+), el resultado es positivo (+ x + = +).Cuando un chico obtiene una buena nota (+), pero aun así se siente mal consigo mismo (-), el resultado alargo plazo será pobre a pesar de la nota (+ x - = -).Cuando un chico trabaja mal (-) y se siente preocupado por ello (-) los padres no necesitan intervenir porque todo eventualmente marchará bien (- x - = +).Cuando a un chico le va mal (-), pero se siente bien con respecto a ello (+), el resultado es negativo (- x += -). En resumen, cuando los chicos actúan como pavos y quieren convertirse en águilas, vuelan como profesionales. Pero cuando actúan como pavos y se sienten águilas, nunca dejan el suelo. Con respecto a los boletines -o a otros temas- los chicos quieren la emoción de los padres. Sobre una base inconsciente, no importa si esa emoción es negativa o positiva. Por eso, si vuelven de la escuela con un boletín de calidad despareja, los padres se entusiasmarán con lo positivo y señalarán sin emoción lo negativo. La charla puede ser así: PAPA --Hola, ¡un 10 en dibujo! ¡Qué bueno! Siempre te gustó dibujo, ¿no es cierto? NIÑO -Claro, es divertido. PAPA -Y un 9 en gimnasia. En fin, siempre corriste como el viento. Y otro 9 en música. Eso es muy bueno. Hm-m-m, un 4 en matemáticas. Claro, podría mejorarse. ¡Caramba! Un gran 9 en estudios sociales. Es importante conocer historia y geografía. (Luego, sin emoción) ¿Cómo harás con matemáticas? Siempre debemos demostrar nuestro interés en aquellas áreas donde nuestros hijos sobresalen. Si a Becky le va bien en ciencias, pasamos con ella un rato mirando por el microscopio. Si Mandy es buena en matemáticas, averiguamos si le interesa la armonía del sistema solar. Si a Allan le gusta la historia, buscamos libros que la presenten en forma entretenida. Cuando se hable de malas notas, nuestro tono no debe resultar emotivo, aunque sí interesado: ¿Sabes lo que harás con historia? ¿Qué piensas con respecto a la nota de matemáticas? Es importante que las preguntas no denoten la actitud de “fiscal”. En realidad, las malas notas no constituyen el problema. Los chicos las obtienen debido a una autoimagen empobrecida, depresión, problemas de aprendizaje, y una multitud de otras razones. En ciertos casos hay un problema de actitud. Algunas de estas razones puede requerir una respuesta distinta. A veces resulta beneficioso tener en cuenta la opinión de alguien ajeno a la situación del chico y que ayude a los padres a decidirse con respecto a una reacción adecuada. Abuelos PERLA 20 Verano. Reuniones familiares. Abuelito y Abuelita, Mamá, Papá y los chicos. Durante estos encuentros se dan momentos únicos y maravillosos entre abuelos y nietos, como también entre los chicos mayores y sus padres. Por desgracia, la relación padre-hijo a veces se ve empañada por la conducta de los niños cuando están el mismo tiempo con nosotros y nuestros propios padres. Lastres generaciones juntas pueden llegar a producir una combustión espontánea. La causa reside en que a menudo criamos a nuestros hijos en forma diferente de como nos criaron a nosotros, especialmente si usaron técnicas distintas de las del amor y la lógica. Los abuelos pueden no entender lo que sucede entre nosotros y los niños. Reaccionamos frente a sus errores con tristeza antes que con ira; nos mostramos bondadosos antes que protectores; nos preocupamos, pero no nos angustiamos. En general, damos responsabilidad a los chicos, permitiendo su fracaso y sabiendo que los precios marcados son accesibles y constituirán grandes lecciones. En la mayoría de los casos, nuestros padres se manejaron en forma muy distinta. Los abuelos que no entienden estas técnicas pueden volverse críticos y acusadores: “¿Cómo puedes permitir que eso le pase a Yahir?”. Y entonces surge la tensión en las relaciones. Debemos recordar que el modelo establecido con nuestros padres habrán de imitarlo nuestros hijos a medida que crezcan. Según tratemos a nuestros padres, así seremos tratados nosotros. (¿,Acaso se les puso la piel de gallina?)Segundo, recuerden que en unos pocos casos infelices los hijos han tenido una relación tóxica con sus padres. Los chicos mayores a veces se sienten atraídos hacia los padres como mariposas por las llamas: siempre se queman, pero siempre vuelven con la esperanza de estrechar una relación que nunca se dará. Los choques en la crianza de los nietos son síntomas de problemas anteriores más profundos. Excepto unas pocas almas afortunadas, la mayoría de nosotros debe darse cuenta de que iremos por la vida sin ser amados en forma incondicional por nuestros padres o sin ser totalmente aceptados. La energía empleada en el intento de conseguirlo sólo conducirá a una frustración mayor. Es importante recordar esto mientras discutimos las cuatro reglas básicas para la interacción padres-abuelos. Regla 1: cuando estamos con nuestros padres, debemos decidir quién controlará al chico. En general, tendríamos que ser nosotros. Si un abuelo siente la necesidad de discutir la conducta de un niño, le pedimos que lo haga cuando no se está comportando mal. Quizás use estas palabras: “Mi relación contigo es muy importante y no quiero estropearla. Tengo algunas observaciones acerca de los nietos. ¿Quieres escucharlas?”. Sólo si accedemos el abuelo proseguirá. Regla 2: debemos ser firmes con respecto a nuestros deseos. Antes que reaccionar frente a la actitud de los abuelos, es preferible buscar activamente la manera de manejar la situación. Por ejemplo, podemos decir: --Mama, antes de hacer comentarios sobre la forma en que educo a los chicos, espero que investigaras el tema con amor y me preguntarás por qué actúo así. ¿Te parece razonable? Regla 3: permitan que los padres sepan por qué estamos con ellos. ¿Se debe a la culpa o a la obligación? ¿O los visitamos porque deseamos divertirnos? A veces es necesario plantearles todo eso y agregar: “Me pregunto si consideran divertidos nuestros encuentros. De no ser así, ¿qué sugieren como solución? No quiero que nuestras relaciones se basen solo en la culpa y el deber”. Regla 4: clarifiquen cuáles son las expectativas más importantes. Debemos pedirles que no hagan comentarios negativos sobre nuestros métodos educativos delante de los chicos. También, que no impongan castigos sin nuestro permiso. A veces resulta necesario considerar la opción de dejar a los chicos en casa para que los abuelos no interfieran. Por otra parte, los abuelos tienen derechos. Si los chicos actúan como salvajes, pueden pedir nuestra intervención o la partida de la tribu entera. Si nuestras técnicas les resultan totalmente desconocidas o diferentes, es mejor explicarles los principios del amor y dela lógica antes de la visita. En resumen, las pautas para manejar a los abuelos son similares a aquellas para manejar a los chicos. Sean firmes. Cuídense en forma saludable. Concéntrense en la solución delos problemas antes que en la frustración y el enojo. Y, si es necesario, provean alternativas posibles. Tareas escolares PERLA 21 Las tareas escolares son problema de los chicos. Son sus lápices los que se moverán, sus mentes las que trabajarán y sus boletines los que llegarán a casa. Demasiados papás y mamás caen en la trampa de creer que es as tareas constituyen el problema de los padres. Ponen condiciones con respecto a juegos y diversiones si las tareas no se completan. Amenazan y gritan si las notas no resultan buenas, Tenemos la responsabilidad de brindarles la ocasión de realizar sus tareas escolares. Ya sea durante una hora o media hora, nuestros hijos deben sentarse frente al escritorio con los textos a su alcance. Esa es la oportunidad ola ocasión. Permitimos que elijan el lugar (sala de estar, cocina, sus propios cuartos) y el momento. Incluso les permitimos que elijan si estudiarán o no. Después de todo, hay dos maneras de aprender. Pueden hacerlo al realizar sus tareas (leyendo y escribiendo) o al pensar acerca de hacerlas. Las lecciones serán diferentes, pero aprenderán. Quizá los maestros, que se encontrarán con las consecuencias, no acepten la segunda forma de aprendizaje. Rachel manejó así el tema con su hijo Sean: RACHEL -Bueno, Sean, es hora de hacer deberes. ¿Estás preparado? SEAN -Ay, Mamá, ¿es necesario? RACHEL -En fin... puedes aprender haciendo las tareas o pensando en ellas. ¿Qué prefieres ahora? SEAN -Sólo pensaré acerca de hacer mis deberes. RACHEL -Está bien. Espero que tu maestra lo apruebe. ¿Crees que lo hará? SEAN --No sé. RACHEL -Bueno, ¿por qué no piensas en eso también? Tienes mucho en qué pensar durante una hora. Te veré cuando termines. No está mal que los padres ayuden a los chicos con sus deberes. Muchos chicos quieren ayuda Y debemos estar allí la sugerencia o la explicación necesarias. Pero sólo si los chicos lo piden y resulta provechoso. Cuando empezamos a irritamos, ya hemos ayudado lo suficiente. De esa manera, presentamos a los chicos un modelo positivo al no permitir que su problema con las tareas escolares se convierta en nuestro problema. El modelo positivo no debe terminar allí. Les demostramos la importancia de los deberes al hablar de lo necesario que resulta realizar las tareas domésticas o el trabajo de la oficina. Esto les ofrece a los niños un ejemplo para imitar. La renuencia a completar los deberes es un tema complicado. La pereza es sólo una de las causas. Millones de otras razones pueden constituir el núcleo del problema. Quizás el chico tenga un desorden neurológico o de aprendizaje, un problema de falta de atención o de actitud. En estos casos, tratar los síntomas no resulta beneficioso. Si ustedes encuentran causas subyacentes más serias, recurran a la ayuda profesional. La rutina del “estoy aburrido” PERLA 22 Tres horas después del amanecer del día de Navidad. Juguetes y más juguetes inundan el piso. Se oye una vocecita que dice: -Mami, estoy aburrido. En forma inevitable respondemos:-¿Cómo? ¿Aburrido? Si tienes más juguetes que todos tus amiguitos juntos. No, eso es psicológicamente imposible. Los chicos aburridos dan miedo desde el primer día del verano. Sus continuas preguntas acerca de qué pueden hacernos obligan a desear la vuelta de los ómnibus que los llevan a la escuela. A pesar de lo que digan, en general no están aburridos. El “estoy aburrido” significa muchas veces “quiero que pases más tiempo conmigo”. Jugar con nuestros hijos es una de las grandes alegrías de la paternidad. Pero cuando accedemos a hacerlo, debe quedar claro que el aburrimiento es problema de ellos. El Padre manejó bien la situación en el siguiente diálogo: HIJO -Estoy aburrido. Aquí no hay nada para hacer. PADRE -¿De verdad estás aburrido? Eso es malo. ¿Cuáles son tus planes? HIJO -Bueno, ¿qué puedo hacer? PADRE -Esa es una gran pregunta. ¿Qué tienes en tu cuarto? HIJO -Nada que me guste. Estoy cansado de todas esas cosas. PADRE -¿Hay algo que te guste en la casa? HIJO -No creo. PADRE -Mucha gente encuentra cosas que le gusta para no aburrirse. ¿Dices que nada te llama la atención cuando estás aburrido? HIJO -Así es. PADRE -En fin, creo que no hay más opción que sentarse y estar aburrido. ¿Dirías que es una posibilidad? HIJO -Supongo que puedo usar mis juegos de video. PADRE -¿Quieres que hagamos un juego juntos? HIJO -¡Claro! PADRE -¿No me pedirás que juegue otro más? HIJO -Te prometo que no. Deseamos que nuestros hijos desarrollen la habilidad de interesarse, motivarse y entretenerse por sí mismos. Permiten que ellos solos salgan de esa cápsula de autoimpuesto aburrimiento antes que ofrecerles un servicio de entretenimiento. Mentiras y deshonestidad PERLA 23 Muchos niños, desde el jardín de infantes hasta segundo grado, atraviesan una etapa en la cual dicen mentiras. La deshonestidad induce a los padres a enrojecer de frustración. Después de todo, nadie quiere criar chicos con problemas de integridad. Si hablamos con franqueza, a veces estamos en desventaja porque no sabemos si están mintiendo o no. Si los sorprendemos en el acto, es una cosa. Pero si sólo sospechamos el embuste, nuestras preguntas investigadoras pueden llevar al cumplimiento de una profecía. Se dice que, al acusar a nuestros hijos dos veces de la misma cosa, harán lo posible para que estemos en lo cierto. Sin embargo, eso no implica no poder discutir el tema de las mentiras con ellos. Cierta duda saludable resulta beneficiosa. Una técnica efectiva consiste en preguntarles si piensan que les estamos creyendo o no. Si afirman estar diciendo la verdad, debemos esforzarnos por no adoptar un tono acusatorio. Llamar mentirosos a los chicos es como tirar una granada a un regimiento de boinas verdes. Ellos lucharán contra nosotros sólo para protegerse a sí mismos. Si pensamos que un chico está mintiendo, es mejor decir: -Si es verdad y no te creo, resulta triste para ambos. Pero si es una mentira y no te creo, es doblemente triste para ti.-Primero, el niño está mintiendo y, segundo, está con gente que no le cree. Muchos padres no se atreven a decirles a sus hijos que no les creen. Temen que al hacerlo destruirán un vínculo de mutua confianza. Pero la frase “no te creo” es útil. Ante ella, los chicos sólo pueden defender su honestidad. No los estamos llamando mentirosos; simplemente afirmamos que no les creemos. Eso los lleva a ellos a que reflexionen. Sin embargo, al encontrar a nuestro hijo en el acto de mentir, el diálogo termina. Le decimos que sí le ha pegado a Doug porque lo hemos visto. El chico es culpable. Lo único que cabe es preguntar qué es lo que hará con respecto a ello. En general, la honestidad es inducida en nuestros hijos por acciones y no por órdenes. Necesitamos ponemos a un lado y analizar el modelo que les estamos presentando. ¿Acaso les pedimos que mientan por nosotros? ¿Alguna vez les hemos susurrado “no estoy en casa” cuando alguien con quien no deseamos hablar llama por teléfono? ¿Ven que uno de los padres da parte de enfermo en nombre del otro sólo porque no tiene ganas de ir a trabajar? ¿Hemos dado débiles excusas (traducción: mentiras) para desvincularnos de obligaciones sociales o de la iglesia? Esto puede resultar insignificante, claro, pero tiene más peso sobre nuestros hijos que todas las conferencias sobre la honestidad. Cuando los chicos sí dicen la verdad, los padres de amor y lógica responden con su apoyo. Decimos: -Gracias por ser honesto. Estoy seguro de que te costó mucho contarme eso. Apuesto a que te resultó difícil reconocer que cometiste un error. Es muy penoso. -Y luego dejamos el tema de lado. Demasiados padres inducen a sus hijos a decir la verdad y luego los castigan por lo que han hecho mal. Esa posición puede resultar saludable a la larga, pero los chicos ven todo en el presente. Si se les impone un mes de castigo por determinado “crimen”, resulta claro que es mejor para ellos no decir la verdad la próxima vez. En realidad, debemos sentir más tristeza que enojo. Las consecuencias ya se encargarán de enseñar, y no el castigo desmesurado que impongamos. Feas miradas y lenguaje corporal negativo PERLA 24 -Sucede cada vez que le pido algo a Pam, o inclusive cuando quiero hablarle -dijo una mamá-. Se encoge de hombros, tuerce la cabeza hacia un costado y me manda esa mirada que serviría para abrir ostras a diez metros de distancia. Eso me hace sentir muy mal, pero no sé qué hacer al respecto. Lenguaje corporal negativo: esas irritantes muestras de disgusto que nuestros hijos nos envían si les pedimos que hagan algo que no les agrada o si queremos hablar sobre un tema desagradable para ellos. El revoleo de los ojos, la mirada de disgusto, los portazos. Estos mensajes no verbales están diciendo algo; eso lo sabemos. Nuestra pregunta es:¿qué? Muchos padres piensan que sus hijos adoptan una actitud combativa contra ellos, una mala actitud. En realidad, ¿qué quiere decir Pam cuando mira a su madre con ojos relampagueantes? ¿Está decepcionada, o enojada consigo misma, o está tratando de decir que Mamá es injusta, que se siente dolorida, traicionada, criticada? La mamá de Pam no lo sabe con certeza y, a menudo, tampoco lo sabemos nosotros. Lo mejor es decir lo que debemos y luego marchamos. El lenguaje corporal negativo no constituye un problema para nosotros si no reconocemos su existencia. En caso de continuar, podríamos desear enfrentar el tema. Eso implica pensar en nuestro propio comportamiento. ¿Qué hicimos o dijimos antes de que nuestros chicos miraran hacia el cielo? ¿Los criticamos? ¿Están respondiendo a esas críticas? Tanto los niños como los adultos reaccionan a menudo contra las críticas en forma negativa. Más tarde, cuando los ánimos se han calmado, podemos intentar acercarnos a la raíz del problema. MAMÁ- ¡Qué tal, Pam! ¿Te parece un buen momento para hablar? PAM - Sí, supongo. MAMÁ- He notado que a veces, cuando te digo algo, me miras de una determinada manera y me resulta difícil interpretar el significado de esa mirada. Sabes, algunos niños actúan así porque tienen miedo de decir que están doloridos o decepcionados. Otros niños lo hacen porque están tristes, o porque odian a su mamá y quieren que se calle la boca. ¿Has pensado en ello? PAM --No. MAMÁ-Eso explicaría muchas cosas... el hecho de que no lo hayas pensado. Me gustaría escucharte si lo haces. ¿Por qué no lo piensas? Quizás esté haciendo algo que te hace sentir mal. Luego Mamá debe dejar de lado el tema y ver qué pasa. Taimarse es otra forma de indicar desagrado. Los chicos la utilizan para rogar a sus padres que les hablen. Una vez que hemos tragado el anzuelo al pedirles que dejen de mirarnos así o al preguntarles qué anda mal, estamos condenados. Ahora los chicos nos tienen como espectadores cautivos. Resulta efectivo decir: -Bueno, parece que algo no marcha bien para ti en este momento. Cuando puedas expresarlo con palabras, ven a hablar conmigo. -Luego nos marchamos. Si el lenguaje corporal negativo es tan constante que podemos predecir cuándo aparecerá, podemos prologar nuestras palabras con un comentario como éste: “Pam, deseo compartir algo contigo. Cuando termine, quizá quieras derretirme con una de tus miradas, de modo que prepárate”. A los chicos les resulta difícil hacer algo para lo cual hemos dado nuestro permiso; sienten que pierden control. Al considerar las opciones que tienen nuestros hijos cuando se sienten mal con respecto a nosotros –desde ignorarnos hasta mandarnos a algún lado- el revoleo de ojos o la mirada de hielo no están tan mal. Les permite salvar el honor y retener control. Todos necesitamos esa oportunidad cuando estamos en una situación que no nos agrada. La presión de los pares PERLA 25 La batalla comienza cuando nuestros hijos tienen entre dos y tres años. Eso no significa que el bebé en pañales cruzará la puerta gateando con un peinado erizado y púrpura y con una chaqueta de motociclista. Los chicos están creciendo en forma más rápida que nunca, pero no es para tanto. Significa que la batalla de las voces dominantes en la cabeza de cada niño empieza en el momento de gatear. La presión por la igualdad consiste en eso: chicos que prestan atención a las voces de sus pares antes que pensar por sí mismos. Muchos de nosotros, sin saberlo, entrenamos a nuestros hijos, cuando son pequeños, a escuchar una voz muy fuerte: la nuestra. Les decimos: -Hagan lo que yo ordeno, háganlo ahora y a mi manera. Al llegar a la adolescencia se realiza un cambio muy llamativo en su pensamiento. Afirman que pueden pensar por sí mismos, sin tener en cuenta esa voz que viene de afuera. De modo que comienzan a pensar solos, ¿no es cierto? No, no lo es. Tengan en cuenta su incertidumbre. Durante once años han estado condicionados por nuestra voz. No van a seguir escuchándonos (lo han decidido), y no pueden oír una voz dentro de sus propias cabezas (no la hay; nosotros siempre pensamos por ellos). De modo que la única voz registrada ahora es la de sus pares: otra voz que viene desde afuera. Muchos de nosotros nos sentimos frustrados porque nuestros chicos de once o doce años ya no nos escuchan y consideramos que han cambiado totalmente. Otro error. No han cambiado un comino. Siguen escuchando una voz que viene de afuera. Sólo que no es la nuestra. El primer paso para prepararlos a enfrentar la presión de los pares que encontrarán en el camino consiste en que desde muy pequeños comiencen a escuchar una vocecita dentro de sus propias cabezas. Se les deben ofrecer elecciones entre cosas no importantes. ¿Leche o chocolate? ¿El abrigo azul o el colorado? ¿Ponerse los guantes o llevarlos en el bolsillo? Deben decidir; la vocecita es la que habla. Cuanto más decisiones tomen los chicos, más veces les hacemos preguntas en lugar de decirles cómo deben actuar, más temas discutimos usando palabras pensadas, menor probabilidades habrá de que más adelante sus pares influyan en ellos en forma negativa. Sin embargo, no debemos engañarnos. La presión de los pares seguirá siendo fuerte. Durante esos años de la preadolescencia y de la adolescencia tratan de elaborar habilidades sociales, y las amistades resultan muy importantes. Con una buena preparación, su propia voz interior va a tener una oportunidad de pelear. Segundo, al llegar a los once o doce años los chicos deben ser capacitados para enfrentar la presión de los pares con pequeñas discusiones acerca de las tensiones de la vida adolescente. Por ejemplo: PAPA -Kristin, sé lo difícil que es manejar la adolescencia ahora y conozco la importancia de las amistades. Mamá y yo queremos apoyarte en todo. Hoy sólo deseo charlar un poco sobre cómo te está yendo y sobre tu capacidad para pensar cuando estás con tus amigos. ¿Estás de acuerdo? KRISTIN -Pienso que sí. PAPA -Podríamos hablar sobre tus planes acerca de cómo estar segura de ser tú misma. Sé que te estás esforzando por no ser igual a tus padres. De modo que el siguiente paso consiste en aprender a no ser como tus amigos. Otra fructífera área de discusión incluye el concepto de decir no. ¿Podrán nuestros hijos decir no a sus amigos? Lo harán si, a través de los años, hemos permitido que la voz dentro de sus cabezas crezca en calidad y en volumen. Tendríamos que enseñar a los chicos a decir no a sus iguales de la misma manera que les decimos no a ellos: diciendo sí a alguna otra cosa. Si los amigos quieren que se drogue (puede suceder antes de llegar a la adolescencia), les resultará más fácil rechazar el ofrecimiento al decir que, en lugar de eso, preferirían ir juntos a patinar o a tomar un refresco. Los chicos se sienten mucho más seguros cuando saben cómo decir sí a alguna otra cosa antes que sólo decir no y sentirse como sapo de otro pozo. También ayuda ofrecernos como referencia. Si deben decir no a un par, nos pueden usar como a los malos que podrían llegar a matarlos si hacen lo que se les está pidiendo. Esta es una herramienta adicional que les damos a los chicos porque saben que los respaldaremos. El cuidado de los animalitos domésticos PERLA 26 Están necesitamos y nos brindan su amor y compañía. Y son consistentes, siempre parecen estar de buen ánimo. Excepto los gatos, ¿quién los entiende? Les brindan a nuestros hijos la ocasión de aprender a ser responsables. Muchos de nosotros accedemos a traer animales a casa con la premisa de que los chicos los cuidarán. Ellos se encargarán de alimentarios y mantenerlos limpios. Pero con mucha frecuencia vamos detrás de Fifi con pala y escoba, o transferimos a Goldie y Hawn a una licuadora para limpiar la pecera. No tiene por qué ser así. Podemos hacer, con firmeza, que la responsabilidad de los animales domésticos corra por cuenta de los niños. La madre de dos niñas se guiaba por el lema “sólo alimento cuatro bocas”. Si a las cinco de la tarde las chicas no habían alimentado al perro y al gato, entonces las cuatro bocas eran Mamá, Papá, perro y gato. Les explicaba a sus hijas que no cenarían porque Mamá había gastado su energía en darles de comer a Boby y Maxwell. Luego les daba un beso y un abrazo y les decía que se las extrañaría a la hora de la cena. Si esa técnica no resulta, los padres sabios intentarán encontrar un nuevo dueño para los animalitos. A los chicos se les explicará bondadosamente, sin criticarlos, que Maxwell necesita de alguien que lo alimente de acuerdo con un horario determinado o que Boby debe tener siempre su jaula limpia. La otra alternativa consiste en que seamos nosotros quienes cuidemos de los animales domésticos. Pero si los chicos saben eso, dejarán de preocuparse por la comida de Smokey o la pecera de Rodent. La atención de las mascotas se convierte en nuestro problema. También la elección es nuestra. Recogiendo pertenencias PERLA 27 El récord de tiempo no oficial para arrasar un living fue establecido a principios de 1987 por un muchachito de Colorada llamado Tommy: cuarenta y cinco segundos. En menos de minuto, este tornado de cinco años había arrojado diecisiete ositos escaleras abajo y había desparramado tres cajas completas de bloquecitos para armar, cinco rompecabezas, decenas de lápices de colores y la cantidad suficiente de soldaditos de plástico como para invadir el país vecino. Cuando logró distribuir el rompe cabezas de su hermana de quinientas piezas, ya ni se podía ver la alfombra. Al contemplar los resultados, Tommy se dijo que no era un mal trabajo. Pero como todo había quedado muy desarreglado, se fue a jugar abajo. Los chicos y sus juguetes. Podemos estar leyendo tranquilos y, antes de dar vuelta la página, la habitación ha sido demolida. ¿Quién permanecerá una o dos horas agachado para ordenar todo? Nosotros. Es una molestia doble: debemos trabajar y, además, nuestros chicos no aprenderán a cuidar sus pertenencias. Los modelos ayudan a inculcar en los niños el sentido dela responsabilidad. Nuestros chicos nos imitarán. Muchos padres no pueden culpar a sus hijos por no guardar los juguetes. Pilas de ropa adornan las sillas del dormitorio principal y la última vez que se cortó el pasto hubo que buscarla máquina durante dos horas. Esos padres no cuidan sus pertenencias. Los modelos ayudan a inculcar en los niños el sentido dela responsabilidad. Nuestros chicos nos imitarán. Muchos padres no pueden culpar a sus hijos por no guardar los juguetes. Pilas de ropa adornan las sillas del dormitorio principal y la última vez que se cortó el pasto hubo que buscarla máquina durante dos horas. Esos padres no cuidan sus pertenencias. Otra técnica útil consiste en hablar con nosotros mismos o con nuestro cónyuge acerca de lo bien que nos sentimos cuando nuestras cosas están prolijamente guardadas. Si hablamos sobre ello mientras colocamos las herramientas en sus ganchos o los platos en sus estantes, nuestros hijos captan el mensaje. Hasta que vayan al jardín de infantes, guardar los juguetes debería ser un proyecto comunitario. Guardamos uno, ellos hacen lo mismo con otro, y así sucesivamente. Después de esa edad, los juguetes quedan a cargo de los chicos. Si los dejan desordenados en su cuarto, no decimos nada. Pero si cada vez que entramos en la sala de estar tropezamos con un camioncito, eso es otra cosa. Un padre manejó así el tema: PADRE -Oye, Peter, hoy tus cosas están desparramadas por toda la casa. ¿Vas a recogerlas o prefieres que lo haga yo? PETER -Hazlo tú. PADRE -Bueno, la ventaja de que lo hagas tú es que verás tus juguetes de nuevo. Si los recojo yo, los guardaré yo. Quizá quieras pensar en tu decisión. No debes apresurarte. Si a la hora del almuerzo tus cosas siguen tiradas por ahí, sabré lo que has decidido. Si terminamos recogiendo nosotros los juguetes, ¿debemos devolverlos? Eso depende de la responsabilidad que el chico demuestre en general. Si es básicamente responsable, le decimos: --No te preocupes. Cada vez que recojas tus cosas sin que se te lo diga, te devolveré uno de los juguetes que perdiste hoy. Los niños que tienen un grave problema con el tema de la responsabilidad sabrán que gradualmente les irán diciendo adiós a los juguetes ordenados por nosotros. No se sientan mal por eso. En la mayoría de los hogares los niños tienen más juguetes de los que pueden cuidar. Tampoco tengan miedo de decir de vez en cuando: -Me preocupa la manera en que te haces cargo de esto. Quizá debas crecer un poco antes de tener esa responsabilidad. De modo que guardaré ese juguete hasta que sepa que lo cuidarás bien. Alguna vez lo tendrás de nuevo. No te preocupes. No hay apuro. -En realidad, no hay apuro para nosotros. No vamos a perder el sueño por ese juguete. Pero el chico, sí. Y eso se traducirá en un intento de su parte por ser más responsable. Ayuda Profesional: Cuando solicitarla PERLA 28 Es una pregunta delicada que se formulan los padres de chicos con problemas: “¿Cuándo nos decidiremos a buscar ayuda profesional?”. Primero, no piensen que significa admitir el fracaso. En nuestra compleja sociedad, con su millón de problemas sociales, nuestros hijos se enfrentan con conflictos no conocidos por nosotros a su edad. Las presiones para alcanzar el éxito, por ejemplo, son abrumadoras y comienzan muy temprano en sus vidas. La presión de sus pares hace que el chico demande ropa de marca cuando todavía está en el jardín de infantes. En la actualidad, más cantidad de niños tienen problemas graves cuyas causas quedan fuera de la órbita delos métodos de disciplina paternos. Ofrecemos dos pautas para el tema de la ayuda profesional: 1.Si han leído este libro amor y de la lógica y aplicándola en sus chicos, y todavía tienen problemas grandes, entonces necesitan ayuda profesional. 2. Si la situación se ha ido agravando en un período de tres meses, y no hay probabilidades de mejoría, debe solicitarse la ayuda de un consejero. Les anticipamos: la asistencia profesional no implica una gran cantidad de sesiones. La mayoría de las veces, una sesión con un consejero experimentado resulta suficiente para solucionar el problema. La habitación y como conservarla limpia. PERLA 29 Los ojos miran furtivamente. No se oyen pasos ni voces. Parece seguro. La mano se acerca tímidamente al picaporte a pesar de los ominosos carteles de advertencias: “No entrar”, “Aléjense”, “Acepte las consecuencias si entra”. A veces una mamá debe arriesgar su seguridad personal al perseguir un objetivo de gran aliento, aun cuando ese objetivo tenga mucho de curiosidad. Prueba el picaporte y espera. Nada. Ni sirenas, ni trampas ni Tortugas Ninjas que salten sobre el cuello. Suspira con alivio. Con cuidado, abre la puerta, protegiendo sus ojos como anticipo de la visión que les espera. Es demasiado. Ella grita. Luego se oye el espantoso ruido que hace un cuerpo humano al caer. Silencio. Entrar en el cuarto de un chico puede ser peligroso para la salud. El estado de esa habitación suele producir una gran cantidad de desacuerdos entre padres e hijos. La cantidad de esfuerzo que se invertirá en “el estado de la pocilga” depende de la edad y del nivel de responsabilidad del niño. Los pequeños que todavía gatean y los de edad preescolar pueden recibir lecciones sobre el cuidado del cuarto a través del ejemplo de los padres. Estos pueden unírseles en la limpieza dela habitación y al mismo tiempo decir cosas como:“¿Acaso no te hace sentir bien disponer tus veinticinco Snoopys en fila?” o “Me siento mejor ahora que sé que no tropezarás con pelotas de polvo”. Cuando ayudamos a los hijos a limpiar su cuarto, el mensaje no enunciado dice que hay una tarea, hay diversión y nosotros lo compartiremos todo. Sin embargo, cuando los chicos llegan a tercer grado, conviene ponerse a un lado. Habrá tarea y diversión, pero nosotros no estaremos. Resignaremos control y permitiremos que los chicos dispongan de un dominio privado. El tema del cuarto resulta un excelente terreno de aprendizaje para los chicos irresponsables. Si no están en un nivel adecuado de responsabilidad, podemos volver a escena. El estado del cuarto de los niños es una batalla por el control que podemos ganar. Eso no significa tener que gritarles. Implica ofrecer elecciones y usar otras técnicas de amor y lógica. Deseamos evitar el tener que decirles a nuestros hijos cuándo deben limpiar sus cuartos. Resulta mejor establecer un horario determinado para la finalización de la tarea. Un diálogo puede ser el siguiente: PADRE --¿Te parece razonable tener tu cuarto limpio para el sábado por la mañana, cuando todos vayamos al parque de diversiones? Irán los que hayan limpiado su cuarto. HIJO -No quiero limpiar mi cuarto. PADRE -Está bien. No entiendes la obligación de hacerlo. Puedes contratarme a mí, o a alguno de tus hermanos. HIJO -Pero no tengo dinero. PADRE --En esa circunstancia, los adultos venden algo. HIJO -¿Venden algo? PADRE -No tienes que decidir ahora qué vas a vender. Puedes decírmelo el sábado. Si no puedes decidirte, significa que yo haré la elección. Queda a tu cargo elegir quién lo hará. Todo indica que el niño limpiará su cuarto. ¿Qué pasa con los chicos medianamente responsables si sus cuartos son un caos? Esa habitación es problema de ellos. Deben almacenar todo lo que han acumulado durante su vida dentro de esas cuatro paredes. Muñecas, juegos electrónicos, xilofones, 450 animales de felpa. ¿A dónde se supone que todo esto va a ir? Los chicos mantienen sus cuartos tan limpios como nosotros lo hacemos con el garaje, y por la misma razón. Es un área de almacenamiento. Quizá convenga permitirles mantenerla en el estado en que está. Rivalidades entre hermanos PERLA 30 Parece que nunca falla. Podemos comprarles a los hijos suficientes camiones de juguete como para que establezcan su propia línea de transporte, pero siempre existe un determinado camioncito que conmueve a ambos chicos. Pelean y gritan. Ninguno se echa atrás. Es un fenómeno enloquecedor. Los padres normales de chicos normales tienen chicos que se pelean. Esa es una de las cosas que hacen los niños. La rivalidad entre hermanos forma parte del crecimiento. Lamentablemente, muchos de nosotros nos decimos que no somos buenos padres si nuestros hijos se pelean. En caso de ser cierto, no habría ni un solo buen padre en la tierra. Debe recordarse que para afrontar las peleas de los chicos lo mejor es permanecer fuera de ellas. Esto puede resultar difícil ya que ellos desean nuestra intervención. De hecho, eso los hace sentir seguros. Saben que apareceremos antes de que alguno salga lastimado. La intervención incluye sólo el lugar de la pelea: un punto lejos de donde estamos. Tan pronto como el tumulto empieza a invadir nuestros oídos, los chicos se marchan. "Vamos, muchachos, afuera con eso” es una manera efectiva de manejar la situación. Por supuesto, debemos interferir si la vida o algún miembro están en peligro y cuando un chico grande aterroriza continuamente a uno más pequeño, lo frenamos. La mayoría de las veces debemos recordar que una pelea necesita de dos contrincantes. Aun el niño más pequeño tiene posibilidades de enfrentarse con el hermano o la hermana mayor. Se someterán a horas de castigo con tal de contemplar durante dos minutos cómo los otros reciben una reprimenda. De modo que si el “provocado” incita al “provocante” sólo un tercio delas veces, dejamos que resuelvan sus propios desacuerdos. Cuando las lenguas han enmudecido y los puños se han abierto, ése es el momento en que aconsejamos a nuestros hijos sobre el tema de las peleas. Hacerlo antes significa un esfuerzo inútil. Ayudar a nuestros hijos a solucionar sus dificultades implica que identifiquen sus sentimientos. ¿Se sentían tristes, frustrados, abandonados? ¿Por qué recurrieron a palabras coléricas en lugar de jugar bien? En segundo lugar, deben identificar distintas maneras de manejar esos sentimientos. Podemos entonces actuar sobre la base de modelos: “Si cada vez que me siento frustrado golpeo al señor Jackson, mi jefe, probablemente no me sentiría tan bien y buscaría otra manera de enfrentar mi frustración”. Es importante que nos identifiquemos y luego ayudarlos a elaborar un nuevo curso de acción. Sin embargo, con aquellos chicos que se complacen en martirizar a sus padres llega a ser necesario brindarles una oportunidad significativa de aprendizaje. Yo (Foster) cierta vez traté a un pequeño llamado Kurt, especialista en aterrorizar a otros niños. Su modus operandi era simple pero efectivo: los atraía al patio de juegos y allí los aplastaba. Dos semanas después de ubicar a Kurt en uno de mis mejores hogares adoptivos, él y su mamá adoptiva tuvieron una cita conmigo. El leoncito se había convertido en un cordero. Caminaba de la mano de su mamá. El amor florecía entre ellos. Le pregunté: -Kurt, ¿cómo andan las peleas?-- Oh, ya casi no peleo -dijo Kurt.-¿Y por qué no? -pregunté-. Era tu especialidad. Kurt miró a su mamá y dijo -Porque odio hacer todasl as tareas domésticas. Les dirigí una mirada interrogativa. El comportamiento de Kurt y la realización de tareas domésticas no tenían relación para mí. Al ver mi mirada perpleja, Kurt explicó: -Doctor Cline, cuando yo peleo, mamá dice que le saco energía a la familia. Pero cuando limpio detrás de la heladera, dice que devuelvo esa energía. Eso aclaraba todo. En una casa no entrenada, los padres le habrían ordenado a Kurt que dejara de comportarse así y él habría seguido golpeando a otros niños. Pero la mamá adoptiva vinculó la conducta de Kurt con una consecuencia. En caso de deteriorarse su comportamiento, la mamá lo miraría y le anunciaría una posible pérdida de energía. Kurt no iba a soportar eso y se acabaría la pelea. Palizas PERLA 31 Constituyen un último recurso y se llevan a cabo sólo en caso de desobediencias de los puntos del Ovejero Alemán Básico, es decir, las órdenes "ven, siéntate, márchate, no, quédate” (Ver Perlas 10 y 11). Además, en caso de decidir que son necesarias unas palmadas, deben recordarlas siguientes reglas: Dar palmadas sólo cuando el chico tiene menos de tres años. Dar palmadas sólo si producen dolor. Dar palmadas sólo si podemos permanecer con la boca cerrada, sin decir palabras coléricas. Darpalmadas sólo si podemos hacerlo sin sentir culpa. En ese caso, le damos al chico la respuesta emocional que está buscando. A los tres años, los niños ya deben haber completado su Ovejero Alemán Básico. A partir de ese momento no resulta útil aplicar nuestra mano a la cola de los chicos. En realidad, es contraproducente. Por ejemplo, muchos chicos enojados o con ganas de pelear ya están llenos de rabia o de odio. Si sometemos sus traseros a un castigo, sólo agravamos el problema. En forma ocasional, con niños muy pequeños, es necesario pegar. Si gentilmente le pedimos al joven Barty que se retire de su cuarto porque está molestando, y el joven Barty nos mira a los ojos y dice “¡No!”, entonces ha llegado al momento de que el hombrecito tome algunas decisiones. PAPA -Barty, ¿quieres ir a tu cuarto con paliza o sin paliza? BARTY -¡No voy! PAPA (le da unas palmadas) -¿Quieres ir con una paliza o con dos palizas? BARTY -Ua-a-a-a... ¡No y no! Lo más probable es que dos palizas basten para que Barty tome la decisión correcta. Algunos padres cometen el error de levantar al pequeño y llevarlo a su cuarto. Inconscientemente están diciendo: “Esta es la única manera en que puedo manejarte”. Y como lógica consecuencia, antes de dos minutos el niño volverá a molestar. ¿Y por qué no? ¡Le gusta el paseo! La clave consiste en dominar las propias emociones. Nunca peguen a menos que puedan susurrar después de pegar. Si sus voces se elevan dos octavas después de hacerlo, no funcionará. Pero si pueden aplicar unas palmadas y luego susurrar “¿Es suficiente o quieres más?”, entonces sabrán que manejan la situación. Robos PERLA 32 Es uno de los problemas que más nos afectan en relación con los niños. El derecho a la propiedad ocupa un lugar destacado en nuestra jerarquía moral. Queremos que nuestros hijos respeten lo que es suyo y que alejen sus manos de aquello que no lo es. De vez en cuando, los chicos roban. Eso no se puede curar con un ataque frontal al robo en sí mismo. En primer lugar, es necesario comprender los sentimientos subyacentes que motivaron la acción. Como ocurre con las mentiras -entre los cuatro y los seis años-el robo es casi siempre sólo una fase de la infancia. Si lo manejamos con naturalidad, sin mucho enojo, la mayoría de los chicos supera con rapidez el problema. Una respuesta emocional de nuestra parte puede agravar las cosas, ya que los niños se ponen a la defensiva y luchan por el control. Consideremos dos propuestas de acción. La pequeña Janice toma un aro del joyero de su mamá. Esta lo descubre y grita: “Janice, ¿tú lo tomaste? No me mires, contéstame... Te dije que no abrieras el joyero. Estoy furiosa. ¡Nunca lo hagas de nuevo!”. Sin darse cuenta, esta mamá le enseña a Janice a continuar robando y a provocar una gran emoción. La niña comenzará a sentirse insegura y a desviarse de su camino para preocupar a Mamá. Robar se convierte en algo excitante para Janice: un montón de ruido y sin consecuencias. Una manera mejor de manejar el incidente habría sido que la mamá dijera: “Janice, querida, a Mamita no le gusta que te lleves su aro. Devuélvelo al joyero. Gracias. (Luego, muy excitada) Oh, gracias por devolverlo. Mamita se pone contenta. ¡Qué nena buena!”.Con esta técnica, Mamá brinda a Janice buenos sentimientos al darle la seguridad de que el aro se coloca en el lugar correcto, y no la emoción del aro sacado del lugar correcto. El robo crónico puede resultar una historia diferente. La causa a lo mejor reside en una batalla por el control entre padre e hijo, o quizá las raíces del problema sean más profundas. El robo crónico se da casi siempre cuando un niño se siente vacío o no amado. El sentimiento de vacío puede caer sobre el chico en forma imprevista o puede haber estado presente en él durante mucho tiempo. Los chicos roban de la misma manera en que los adultos se comen las uñas: por hábito. En su interior, estos se están diciendo: “No me dan lo que me corresponde”. Con respecto al robo crónico, es importante que lleguemos al tema subyacente, es decir, si debe atribuirse a un auto-concepto disminuido del niño que se siente tratado en forma injusta. Hablar con nuestros hijos (cuando el problema no se está dando), desarrollar el concepto de sí mismos, y demostrar nuestro amor por ellos, todo eso constituye una ayuda invalorable. El robo es un problema multifacético con el cual muchas veces no podemos enfrentamos en forma directa. Pero los sentimientos de pérdida, vacío o injusticia se manejan con comprensión, miradas, abrazos, contacto, y el uso de consecuencias inteligentes, no basadas en la cólera. Lenguaje incorrecto PERLA 33 Nos golpea como una ducha helada. Ese pequeñito que una vez jugó en nuestras rodillas y cuyo vocabulario incluía en forma exclusiva cu-cús y pe-pés, atraviesa un día la puerta pronunciando invectivas que harían enrojecer a un estibador. A veces, nuestros hijos imitan a sus compañeros de escuela. En otras ocasiones, parece que dijeran obscenidades sólo para ver cómo se nos erizan los cabellos. Cualquiera sea la razón, el lenguaje incorrecto de nuestros hijos es un problema para nosotros. En muchos casos es sólo un rito de transición, una fase que atraviesa en el camino hacia la madurez. Oyen a los chicos mayores decir malas palabras y desean ser como ellos. Podríamos responder con una explosión de ira: “¡No hablarás así de esta casa! ¿Cuántas veces hemos de decirte que te limpies la boca?”. O podríamos recurrir de verdad a la Pasta dentífrica. Sólo conseguiríamos afirmarlos en su ejercicio de la independencia. De modo que nuestra respuesta inmediata consistirá en decirles a los chicos, sin enojo, que nos gustará hablar con ellos cuando adopten un lenguaje educado y correcto. Cuando ellos y nosotros estemos calmados, hablaremos sobre el problema. Una propuesta implica decir, por ejemplo: "León, creo que muchos usan esa clase de lenguaje porque no se sienten bien consigo mismos”. Con esto apelaríamos a su sentido de la autovaloración. O podríamos adoptar un punto de vista intelectual: “Las personas que se expresan así tienen un vocabulario muy limitado, León. No conocen muchas palabras y por eso hablan con términos que no necesitan buscarse en el diccionario”. Luego, el tema se deja de lado. A la larga, nuestros hijos utilizarán el lenguaje que prefieran. Nuestra cólera sólo retrasará el momento en que se dan cuenta de que la gente inmadura es la que recurre a un vocabulario soez. Problemas con la escuela y los maestros PERLA 34 En general, nuestro papel en la vida escolar de nuestros hijos -en sus notas y en su comportamiento- se concentra en apoyarlos y ofrecerles buenos modelos. Dejamos la disciplina en manos de maestros y directivos: permitimos que los chicos manejen sus propios problemas escolares. A veces, sin embargo, debemos intervenir y hablar con un docente. Resulta difícil, ya que nos hace recordar los sentimientos de intimidación que experimentamos con nuestros propios maestros. En caso de acercarnos a un docente, debemos hacerlo con la actitud de buscar información para pensar sobre ella; no entraremos como una tromba, ofreciendo soluciones. Podemos incurrir en tres errores comunes. Error uno: le decimos al maestro lo que debe hacer. Cuando le pedimos que cambie a nuestro hijo de aula, en realidad le estamos diciendo: “Usted no es lo suficientemente listo como para resolver que hará, de moda yo vengo a ayudarlo”. Error dos: llegamos ala escuela con amenazas. Decimos: “Si no hace lo que le pido, hablaré con director". Esto agrava los problemas y crea otros nuevos. Error tres: nos ponemos al frente de un ejército de padres que piensan como nosotros para atacar al maestro. Cualquier victoria derivada de enfrentamientos de este tipo será de corta duración, ya que el maestro o la maestra luchará por su vida. Una variante de esta táctica consiste en decir: “No soy el único a quien esto preocupa. Pero soy el único que tiene el coraje de venir a hablar”. Todas estas tácticas son serios errores. Podremos haber entrado en la escuela con un problema pero, al salir, tendremos un problema y un enemigo. La gente en general, y también los maestros, cuando se ponen a la defensiva, se muestra menos inclinada a la búsqueda de soluciones. Los padres que obtienen los mejores resultados con los maestros son los que usan la palabra mágica describir. Es mágica porque, cuando la usamos, no estamos diciendo nada. Estamos describiendo algo: “Me gustaría describir algo que está pasando y luego darle mi interpretación". Una vez dicho lo que queríamos, usamos más palabras mágicas; “Me gustaría conocer su opinión”. Con esto le decimos al maestro que confiamos en que él o ella puede pensar por sí mismo. Otra actitud consiste en preguntar: “¿Qué clase de opciones existen para resolver este problema?”. Luego esperamos que el maestro piense un momento. Recuerden, aunque creamos conocer muy bien a nuestros hijos, podemos no saber cuáles son sus reacciones en el ambiente escolar. Con frecuencia, los chicos son muy distintos en la escuela. Un chico que trabaja bien con un ciento por ciento de atención, quizá se sienta frustrado con un porcentaje dividido entre sus compañeros. De modo que resulta valiosa la lectura que el maestro hace de la situación. Si no nos satisface la actitud del maestro, podemos pedirle que nos acompañe a hablar con el director para ver cuál es su opinión sobre el tema. Resulta mucho mejor que anunciarle que irán por su cuenta. Nuestra principal tarea al acercarnos a un docente consiste en discutir el problema de nuestro hijo y ver qué solución existe: hablar tanto como escuchar, sugerir tanto como aceptar sugerencias. La comunicación y el respeto por los otros resultan mucho más efectivos que las órdenes y las amenazas. Cepillado de dientes PERLA 35 A los chicos, como a todos, les gustan las segundas oportunidades. Las horribles equivocaciones que cometen no son tan siniestras cuando saben que tendrán otra ocasión si desperdician la primera. Una gran oportunidad de que los chicos tengan una segunda oportunidad esta allí, frente a nosotros, cada vez que nos dedican sus grandes y alegres sonrisas. En realidad, hay veintidós segundas posibilidades mirándonos fijamente: sus dientes de leche. A los chicos se les da una dentadura completa para que practiquen sus técnicas de cepillado y, al llegar a los once o doce años, se les regala un conjunto nuevo. Sin embargo, resulta difícil lograr que aprecien esa oportunidad. Toman el cepillo y el tubo de pasta dentífrica después de cada comida con el mismo desgano con que nosotros tomamos la calculadora y el formulario de impuestos. Un pequeño pasaje de las cerdas sobre las blancas perlas y ya están listos para continuar viviendo. Podemos conseguir que los chicos tomen conciencia de la importancia de la higiene dental y, al mismo tiempo, anular el aburrimiento del proceso. Pero debemos ser buenos modelos. Permitirles que nos observen mientras nos lavamos los dientes resulta efectivo, como también decimos en voz alta: “Acabo de comer y voy a proteger mis dientes con un poco de cepillado”. Hablarle al cónyuge resulta más efectivo. Un papá terminaba de comer y le decía a la esposa: -No puedo pasar el resto del día con toda esa azúcar en los dientes. Voy a lavarme para no tener caries. -Luego se iba al baño y, después de un cuidadoso cepillado, volvía y le decía a la esposa: -Estoy contento de haberlo hecho. Sólo me llevó un par de minutos y me siento mucho mejor. Los chicos experimentan el éxtasis de estar escuchando algo que no está dirigido a ellos y se muestran más dispuestos a probar por sí mismos lo que no les imponemos. A medida que el “suspenso” del lavado de dientes va desapareciendo, resulta necesario obtener mejores resultados y, entonces, vinculamos la higiene dental con actividades que los chicos deseen realizar. Decimos palabras pensadas como “Puedes salir a jugar tan pronto como te laves los dientes” o “Siéntete libre de mirarla televisión después de un cepillado de dientes”. Una mamá, antes de servir masitas, prologó la distribución así: “Sirvo comida que contiene azúcar para aquellos de la familia que protegen sus dientes con el cepillo”. Luego leyó una lista: “Noelle se ha estado cepillando los dientes, Jill también, y Claudia...en fin, Claudia, tendrás que abstenerte de comer masitas hasta tanto yo deje de preocuparme por tus dientes”. Desde ese día, Claudia tuvo asistencia perfecta ante el lavamanos. Interrupciones telefónicas PERLA 36