Texto; Pontificio Consejo “Justicia y Paz” Pps: José Orozco Juárez 4.- PRINCIPIO DEL BIEN COMÚN.
4.1.- Significado y aplicaciones
principales. El principio del Bien común se deriva de la dignidad del hombre. Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. En resumen es: La preocupación por el desarrollo integral de todos. (Material y espiritual). Una sociedad verdadera es la que se propone como meta el bien común para todos y para todo el hombre. La persona no puede encontrar su realización en sí misma, prescindiendo de su ser “con” y “para” los demás. 4.2.- La r4esponsabilidad de todos por el bien común.
Las exigencias del
bien común son: Prestación de los El compromiso por la servicios esenciales para paz. las personas: La correcta Alimentación. organización de los Habitación. poderes del Estado. Trabajo. Sólido ordenamiento Educación. jurídico. Acceso a la cultura. Salvaguarda del ambiente. Transporte. Salud. Libre circulación de las informaciones. Libertad religiosa.
El bien común es un deber de todos los miembros de la
sociedad, nadie está exento de colaborar. Pero es un bien arduo de obtener, porque exige alcanzar el bien de los demás como si fuese el propio. Todos tienen derecho a gozar de las condiciones de vida social que resultan de la búsqueda del bien común. Por eso sigue siendo actual la enseñanza de Pío XI: “Es necesario que el reparto de los bienes creados se ajuste a las normas del bien común y de la justicia social. Pues cualquier persona sensata puede ver cuán gravísimo trastorno acarrea la enorme diferencia entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud de los necesitados”. [Quadragesimo Anno: AAS 23 (1931) 197.] 4.3.- Las tareas de la comunidad política. Al Estado también le compete velar por el Bien Común de las personas y de la sociedad civil de la que es expresión, ya que éstas, por sí mismas no están en condiciones de alcanzar por sí mismas su propio desarrollo. Para asegurar el bien común, el Estado debe armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales, inclusive las minorías más necesitadas. El Bien Común no es un fin autárquico (que se baste a sí mismo), tiene valor en relación con el fin último de la persona y al bien común de toda la creación. No puede privarse al Bien Común de su dimensión trascendente, porque Dios es el fin último de sus criaturas.
Esta perspectiva alcanza su
plenitud a la luz de la fe en la Pascua de Jesús, que ilumina en plenitud la realización del verdadero Bien Común de la humanidad. Una visión puramente histórica y materialista terminaría por transformar el Bien Común en un simple bienestar socioeconómico, sin trascendencia, es decir: de su más profunda razón de ser.