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Democracia cómo Sistema Político

La democracia es el mejor sistema político que ha sabido


implantar el hombre para gobernar las sociedades ya que implica
la participación de la mayor cantidad de gente posible.
La democracia es un tipo de gobierno que supone la participación
directa o indirecta de la totalidad de los adultos que component
una sociedad
La edad en la que una persona se convierte en adulto puede
variar de sociedad en sociedad pero normalmente estamos
hablando de que las personas entran a la adultez entre los 16 y
los 21 años. De este modo, la democracia supone que el gobierno
que actuará en representación de una sociedad lo hará en
representación justamente de lo que la mayoría eligió y no de
unos pocos (como es la oligarquía). Además, la democracia se
basa en la división de poderes, lo cual significa que las funciones
del Estado no se centran en una sola persona, y también en la
periodicidad de los funcionarios con el objetivo de impedir su
permanencia eterna en el cargo.
La democracia promueve el autogobierno
La esencia de la democracia es el auto-gobierno. Este sistema político
distribuye el poder administrativo en bloques, empezando por el nivel más
básico, que pueden ser las alcaldías o municipios, hasta el nivel federal que
rige a todo el país, cada uno con su propio sistema político, aunque los
gobiernos más pequeños están subordinados al gobierno nacional, que
brinda la oportunidad de participación a todos los ciudadanos.
La justicia como el pilar principal
La democracia, a diferencia de otras formas de gobierno, se basa en la
justicia. En ella todos los ciudadanos tienen el mismo derecho de llegar al
poder y representar a sus connacionales. Toda persona tiene un voto y todo
voto tiene el mismo valor. Las elecciones libres y justas se llevan a cabo cada
determinado tiempo bajo la supervisión de un organismo independiente.
Una verdadera democracia es una plataforma de la competencia sana, que
no debería estar sometida a ningún juego de poder.
Todas las sociedades son testigos de conflictos originados por la diferencia
de intereses y opiniones entre los diferentes sectores de la población.
Dichos conflictos pueden conducir a enfrentamientos que se resuelven
mejor en un sistema democrático en el que nadie se perfila como un
ganador o un perdedor permanente. En los gobiernos distintos a la
democracia, las diferencias se convierten en un juego de poder donde el
grupo más potente dicta sus términos, lo que lleva al resentimiento y la
infelicidad de la población.
Todo se basa en la toma de decisiones
Un sistema democrático requiere llevar a cabo elecciones del
órgano legislativo, cuyos miembros provienen de diferentes
regiones del país. Son ellos quienes nos representan y cualquier
decisión la discutes antes, tomando en cuenta las sugerencias
provenientes de diferentes sectores de la sociedad, evitando con
ello resoluciones arbitrarias.
Aunque en una democracia la ciudadanía elige a sus propios
representantes, no hay garantía de que éstos sean los mejores
pues pueden resultar corruptos o insensibles hacia las verdaderas
necesidades del pueblo, sin embargo, siempre podemos votar a
favor de mejores alternativas en las próximas elecciones
generales. Si los gobernantes no cambian sus decisiones,
podemos cambiarlas nosotros. Esto no es posible en cualquier
otra forma de gobierno.
Un gobierno que mejora la dignidad de los ciudadanos.
Finalmente, la escena política de un país determina en gran medida
la calidad de la vida de sus ciudadanos y es aquí donde la
democracia está muy por delante de otras formas alternativas de
gobierno. El argumento más fuerte a favor de la democracia no se
refiere a lo que ésta representa para el gobierno, sino para sus
ciudadanos. Incluso si la democracia conduce a la inestabilidad,
incluso si no puede traer mejores decisiones e incluso si no responde
a las necesidades de la gente, sigue siendo la mejor opción, ya que
mejora la dignidad de los ciudadanos. Con la democracia vienen los
derechos y libertades, la igualdad y la justicia. Cada individuo, rico o
pobre tiene el mismo estatus político. No hay restricciones en
pensamientos, creencias, prácticas y expresiones religiosas. Un
gobierno democrático es aquel en el que cada individuo camina
dignamente y con la cabeza en alto.
La democracia se estima que es la forma de gobierno más moderna
ya que supone que una sociedad es lo suficientemente madura
como para comprender que una sola persona no puede tomar
decisiones por sí sola como sucede por ejemplo en una monarquía,
además de comprender también que es sólo a través de la
representación de la mayor parte de la población y no de unos
pequeños grupos privilegiados que se puede alcanzar el bien común
para más y más personas.
Democracia como Sistema de Vida
Cuando hablamos de democracia, lo primero que nos viene a
la cabeza es una forma de gobierno donde el poder político
reside en el pueblo​. Además, en democracia hay elecciones
periódicas​, las decisiones se toman por la mayoría​, existe
separación de poderes​ y nadie está por encima de la ley​.
Sin embargo, y a pesar de ser cierto lo anterior, la democracia
no es únicamente un sistema de gobierno o un procedimiento
para tomar decisiones, sino que también puede ser entendida
como un estilo de vida basado en el respeto a los derechos
humanos y a los valores éticos que les sirven de fundamento.
Ser demócrata significa, ante todo, defender la libertad de
todos los ciudadanos para pensar, opinar y actuar como
queramos, mientras no perjudiquemos los derechos de los
demás.
En democracia, las personas debemos poder manifestar
libremente lo que pensamos, tanto en público como en
privado, oralmente o por escrito. Del mismo modo, tiene
que haber libertad de reunión, de manifestación y de
libre circulación, con la única condición de que nos
manifestemos de forma pacífica.
Defender la libertad implica practicar el respeto hacia
todas las personas independientemente de su origen,
sexo, características físicas o formas de pensar.
Por otro lado, vivir en democracia exige tomar parte
activamente en la vida política y social de nuestro país.
Esto significa que debemos informarnos acerca de las
cuestiones que nos afectan y participar en la toma de
decisiones para resolver los problemas.
Por otro lado, vivir en democracia exige tomar parte
activamente en la vida política y social de nuestro país. Esto
significa que debemos informarnos acerca de las cuestiones
que nos afectan y participar en la toma de decisiones para
resolver los problemas.
En el sentido que le estamos dando a la democracia, la
participación democrática no se limita a votar en las
elecciones que se celebran periódicamente para elegir a
nuestros representantes.
También actuamos como demócratas cuando, por ejemplo,
formulamos propuestas constructivas para mejorar el
funcionamiento de nuestro centro educativo o cuando
expresamos nuestra crítica hacia aquellas decisiones que no
nos parecen justas. Pues, además de los valores de la libertad,
el respeto y la participación activa, la democracia exige que
todos seamos tratados con justicia​, es decir, de acuerdo con
nuestros méritos y según nuestras necesidades.
Parece que es evidente que un sistema democrático de
gobierno como el que estamos describiendo
(entendiéndolo no solo como la participación en la elección
de nuestros representantes sino como un estilo de vida
basado en los principios de los derechos humanos) solo
puede funcionar si todos asumimos un compromiso con el
bien común. En este sentido podemos hablar de la
existencia de determinados deberes cívicos, es decir,
aquellos que nos corresponden como ciudadanos y que
garantizan el buen funcionamiento de las instituciones, algo
que resulta clave para poder disfrutar de nuestros derechos
y de una buena calidad de vida.
Problemas y limitaciones de la democracia.
La historia de la democracia, al menos en los últimos dos
siglos, no ha cesado de experimentar en la sociedad
tanto nuevos avances como retrocesos.
Tan solo en el caso europeo, se podría decir que Europa
ha sido uno de los continentes principales de la
experimentación democrática, pero no debemos olvidar
que Europa también fue el continente del cesarismo, del
bonapartismo bajo el reino de Napoleón III. No debemos
olvidar tampoco que Europa fue el continente del
fascismo, y del totalitarismo comunista, y tampoco
debemos olvidar que Europa era el continente, a fines del
siglo XIX, de un grupo de movimientos populistas y
ultranacionalistas.
Los verdaderos peligros que enfrenta la democracia no son solo
aquellos peligros externos a ella, representados por dictaduras que
la niegan o bajo la forma de contrarrevoluciones que desearían
hacerla desaparecer de la faz de la tierra. El peor enemigo de la
democracia surge de su interior, de aquellos que pretenden
cumplirla y transformarla.

Napoleón III por ejemplo, que llegó al poder en Francia como


presidente elegido de la república y luego hizo un golpe de Estado
para transformarse en emperador, estimaba que el hecho de que un
plebiscito hubiese legitimado su golpe de Estado, le permitía
gobernar sin trabas. Decía: “¿Por qué dar la libertad de prensa, si los
periodistas no fueron elegidos, y si yo al menos sí fui elegido y
represento el interés general, y si los periodistas representan solo
intereses particulares, si no fueron elegidos y, por ende, no tienen
derecho a la palabra? Solo el periódico oficial debe imponerse a
todos”. También decía: “¿Por qué debo autorizar los partidos
políticos? Los partidos políticos no son más que emprendedores
privados de la democracia y actúan como una interfaz entre el
pueblo y el poder. Por lo tanto, la verdadera democracia es aquella
en la cual hay una relación directa entre el emperador y el poder”. Y
lo que llama más la atención es que los republicanos franceses
tuvieron muchas dificultades intelectuales para criticar esa visión de
la democracia defendida por Napoleón III.
Europa también ha sido el continente del fascismo, el cual se
presentó como un movimiento que pretendía superar la
“democracia burguesa”, avanzar más allá de ella a través de la
fusión de la masas y sus líderes, y sobre todo a través de la
purificación de las masas. El problema democrático se
confundía, en el mundo fascista, con una especie de
homogeneidad, y todo lo que resultaba un obstáculo para la
homogeneidad había que hacerlo desaparecer. Todo lo que
afectara a la homogeneidad racial, o a la homogeneidad
política. Ello dio como resultado una concepción de
nacionalidad totalmente restrictiva.
El comunismo también es una patología al interior de la
democracia. El comunismo pretendía sobrepasar los límites de
la democracia representativa por medio de un principio de
encarnación. El partido se convierte en el resumen de la
sociedad y luego el comité central es el resumen del partido, el
comité político es el resumen del comité central y, finalmente,
el primer secretario es el resumen del comité central. Fue por
eso, entonces, que Lenin pudo afirmar: “Somos mucho más
fuertes que Luis XIV, y si Luis XIV decía ‘el Estado soy yo’,
nosotros decimos ‘la sociedad soy yo’”.
Todas esas patologías fueron patologías internas a la
democracia, y es a partir de ello importante introducir
algunas reflexiones sobre la transformación
contemporánea de la democracia. No debemos olvidar
jamás ese elemento fundamental.
La democracia siempre ha sido un bien frágil, la
democracia no ha sido nunca completamente adquirida,
y debe ser siempre el objeto de un combate de
consolidación. Para hacer la comparación entre la
dimensión positiva, los avances o el progreso de la
democracia, y el peligro que arriesga al tornarse contra sí
misma, resulta indispensable conocer y comprender su
historia. Es desde allí que podemos decir que las ciencias
sociales resultan útiles a la solidez de la democracia, ya
que las ciencias sociales no pretenden halagar a la
democracia con bellos eslóganes, sino entenderla en su
complejidad y en su fragilidad.
Los problemas de la democracia dentro del mundo
contemporáneo se presentan en términos muy similares en los
distintos países. Podríamos decir que hace treinta años el gran
debate se llevaba a cabo entre dictadura y democracia, o entre
países privados de democracia y países con sistema
democrático. Hoy el número de países donde no existe un
sufragio universal relativamente libre ha disminuido de
manera drástica. La cuestión actual en la mayoría de los países
es la profundización de la democracia y, yo diría, el aprendizaje
sobre este proceso.
Es muy importante destacar ese aspecto ya que no existe un
profesor de democracia en el mundo. Uno de los grandes
errores de los Estados Unidos y uno de los grandes errores de
la Unión Europea es pensar que ellos poseian la democracia. Y
no es así. Incluso los Estados Unidos son aprendices de la
democracia, y vemos diariamente sus problemas de
funcionamiento.
En consecuencia, se trata de reflexionar de manera conjunta,
sin maestros ni aprendices. La democracia es un bien mundial
común, y debe por lo tanto ser objeto de una reflexión común
de las ciencias sociales.
Existen cuatro grandes tendencias de cambio en el proceso
de la democracia contemporánea. La primera tendencia:
un movimiento de pluralización y complejización de las
instituciones democráticas. La segunda tendencia: un
movimiento de diseminación y de descentralización de la
expresión democrática. La tercera tendencia: el
surgimiento de nuevos sujetos democráticos. Y la cuarta
tendencia: la existencia de una desigualdad, cada vez más
creciente, entre lo que podríamos llamar la democracia
política y la democracia social. Por decirlo en una palabra,
la democracia política en la mayoría de los países progresa,
mientras que en esos mismos países la democracia social
regresa.
Esta primera gran tendencia de la pluralización y complejización
de las instituciones democráticas engendra un nuevo tipo de
división del poder, una división más allá de la legislativa, la
judicial y la ejecutiva. La nueva división del poder es entre el
poder mayoritario y el poder que se encarna en forma de
calidad democrática. Hoy el poder ejecutivo tiende a ser más
importante. Cuando la democracia fue conceptualizada a fines
del siglo XVII, el poder ejecutivo era prácticamente inexistente.
El verdadero poder estaba en manos del poder legislativo, y se
pensaba que el poder ejecutivo debía estar subordinado al
poder legislativo. Actualmente se da la situación opuesta. En un
mundo dirigido por la velocidad, en un mundo regido por la
urgencia, el poder ejecutivo es prácticamente todo y el
legislativo ocupa un lugar bastante menor. Por lo tanto, la
verdadera división del poder es entre el poder ejecutivo y las
diversas instituciones que representan autoridades
independientes o que representan el poder constitucional.
La segunda gran transformación es la diseminación o la
descentralización de la expresión democrática. Una de las
cosas más impresionantes de la sociedad contemporánea
es que, con la excepción de algunos países, se observa un
incremento de la abstención y a veces una abstención
espectacular. Hay un incremento de la abstención en
países que han salido recientemente de una dictadura.
Pero cuando observamos otros países, existe una erosión
rápida de la participación. Tras la revolución francesa, a
partir de las elecciones de 1790, un año después del inicio
de la revolución, hubo una tasa de abstención que superó
el 60%. ¿Querrá decir que de repente hubo un desinterés
por la cosa pública? No. En la sociedad contemporánea,
esto significa que hay muchas otras instancias en las cuales
el ciudadano puede intervenir. Las elecciones no son más
que una de las modalidades de participar de la ciudadanía.
Internet es una forma social. Internet es por primera vez
una modalidad de existencia no mediatizada de la opinión
pública. Antes de internet nos referíamos a la opinión
pública. Nos referíamos a la palabra mediatizada por un
periodista, a la palabra mediatizada por una encuesta, a la
palabra mediatizada por una institución sindical o por una
asociación. Internet implementa una expresión no
mediatizada de la sociedad con toda su diversidad, la
riqueza de la expresión, la sensación de la participación,
pero a la vez el peligro de un nuevo tipo de populismo, el
peligro de una forma de expresión que convierte un rumor
en argumento. Para poder medir esas diferencias, es cosa
de ver los comentarios que existen en internet.
La tercera gran transformación es la del sujeto de la
política. Estamos en una sociedad que es cada vez más una
sociedad de individuos en un sentido muy particular.
Siempre hubo individuos. Eso no es nuevo. Lo que resulta
nuevo, por parte de la sociedad, es la creciente demanda
de una singularidad. Cada uno quiere ser reconocido como
alguien y quiere la libertad de ser reconocido tal como los
otros, de ser tratado tal como los otros. Pero a la vez se
presenta la creciente demanda del individuo de ser
también único, de ser respetado, de ser tomado en cuenta,
de que se consideren sus ideas, es decir, de ser valorizado.
Y esto cambia completamente el ejercicio de la política,
pues ya no se trata de dirigirse a personas sobre temas de
interés general, sino también de referirse a historias de los
individuos.
El último punto se trata de la distancia creciente que existe
entre la democracia como forma política y la democracia como
forma social. La democracia como forma política, con todas sus
ambigüedades, se encuentra hoy en plena transformación. La
llegada o el desbordamiento de las instituciones
representativas, la ampliación de modos de participación de los
ciudadanos más allá del voto y la redefinición del sujeto político
demuestran que, a pesar de la insatisfacción, las democracias se
encuentran totalmente activas y muy vivaces; sin desconocer
que hay un desencanto, se ve que el régimen forma
instituciones y se forman a la vez centros de acción ciudadana.
Ahora bien, desde el punto de vista social nuestra democracia
está cada vez menos viva. Un nuevo hecho en Europa: la
explosión de las inequidades después de treinta años. Somos
testigos de sus graves efectos. En América Latina, las grandes
inequidades continúan existiendo, pero la tendencia ha sido que
se reduzcan, gracias al crecimiento que ha experimentado la
región.
La democracia construida bajo la idea de implementar una
sociedad de iguales, o de implementar una sociedad de
similares, fue destruida en el siglo XIX. Esas democracias
políticas fueron cuestionadas por la explosión de las
inequidades de un capitalismo salvaje. Las democracias se
consolidaron de manera difícil, pero las democracias en
Europa se consolidaron porque después de la segunda guerra
mundial se ligaron al desarrollo redistributivo del Estado de
Bienestar. Hoy vemos una regresión social, y eso es algo
sumamente peligroso. Es posiblemente la amenaza más
fuerte que existe en la sociedad, porque las sociedades que
sufren el separatismo social, las sociedades que están
marcadas por temas de secesión, las sociedades que ya no
viven en su misma nación, son sociedades que a la larga
tienden a disgregarse.
Antítesis de la democracia: monarquía, despotismo,
tiranía, autocracia, dictadura, autoritarismo, totalitarismo,
oligarquía, anarquía, y partidocracía.
La monarquía, de origen ascentral, tiene su fundamentación
política en una supuesta idea teocéntrica desde la cual se
identifica a un hombre o a una estirpe con los designios divinos
sobre la humanidad. Esta proyección teista se ha mantenido en la
civilización cristiana durante toda la edad media y el renacimiento,
siendo contestada con la llegada de la edad moderna. La
identificación del poder real como derivación del divino, más o
menos mediatizada, fue lo que legitimó el poder absoluto de los
monarcas.
El despotismo consiste en idéntica voluntad de dominio absoluto
por parte de un poder que cuenta con legitimidad de origen y
control de ejercicio, pero que está dispuesto a imponer su
voluntad a todos los ciudadanos sin respetar los derechos de las
minorías, forzando para ello la interpretación de las normas
jurídicas que desprecia con arrogancia, haciendo uso de la
simulación y el engaño que justifica con jactancia, ocultando sus
procedimientos con astucia que celebra con alarde y despreciando
a sus oponentes con la descalificación y el insulto que justifica en
aras de un bien que tiene por superior.
La tiranía es según Aristóteles la corrupción de la monarquía; esto
se puede explicar porque en la monarquía es concebido que una
sola persona sea la que maneje el poder ne determinada instancia,
tiempo y lugar, siendo justos y acordes a las libertades que se le
pueden dar a las ciudadanos con tal de que estos acaten lo
establecido por el rey.
En la tiranía es el gobierno de una sola persona pero a diferencia
de la monarquía, este no concibe ningún tipo de libertades,
diálogos u opiniones, es un poder absoluto en el que solo tiene
cabida el pensamiento del tirano.

Autocracia es un concepto político que se utiliza para designar a


aquellos tipos de gobiernos en los cuales el poder se concentra en
una sola persona, y en los que, por lo tanto, no se permite la
participación de otros individuos, o grupos sociales. Otro elemento
interesante de las autocracias es que las mismas pueden generarse
dentro de otros tipos de gobierno, como por ejemplo sucede con
los gobiernos autocráticos, que surgen dentro de formas
democráticas.
Dictadura. Poder ejercido por una persona o grupo al margen o por encima de las
leyes, sin sometimiento a fiscalización ni control democrático alguno. Modalidad
de gobierno que, invocando un pretendido interés público, identificado en la
realidad con intereses de grupo, prescinde, para conseguirlo, de la voluntad de los
gobernados. La dictadura excluye u obvia, cuando no la elimina, una división de los
poderes del Estado -legislativo, ejecutivo y judicial -, implicando la restricción o
supresión de las libertades de expresión, reunión y asociación.
Viene impuesta mediante golpes de Estado militares respaldados a su vez por
sectores civiles que profesan una ideología concreta, con aspiraciones hegemónicas
y programas autoritarios, en particular en situaciones de crisis económicas o
políticas.

Autoritarismo. Es una práctica política donde, en el ejercicio del poder del


estado, predomina la imposición por la "fuerza de reglas y normas de convivencia
política. En la mayoría de los casos, son regímenes en los que domina una persona
(monarquía), o un grupo de personas(oligarquía), cuyo poder indiscutible y
todopoderoso no está sometido a reglas de alternación e impone como leyes sus
propios intereses.
Se puede llamar autoritarismo a las manifestaciones modernas de las llamadas
formas corruptas de gobierno, es decir, aquellas cuyo objetivo básico es la
imposición por la fuerza de un poder sin controles, al servicio de las élites
dominantes.

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Totalitarismo. Se considera totalitario el régimen político en el que un
partido único, habitualmente dirigido por un líder carismático, ejerce un
control casi completo sobre la vida pública y privada de los ciudadanos.
Mediante el control de los medios de información y de comunicación, los
regímenes totalitarios ejercen una fuerte influencia sobre la opinión
pública, propiciando la formación de un "pensamiento único",
legitimador de las actuaciones del gobierno. La disidencia política es
perseguida y reprimida por los cuerpos policiales o por el ejercito,
férreamente controlados por el gobierno.
Oligarquía. La oligarquía es una forma de gobierno en donde el poder es
ejercido por un pequeño grupo de personas que pertenecen a una
misma clase social, por un grupo de empresarios adinerados que actúan
juntos para defender únicamente sus intereses.
Es un concepto que se opone a la democracia, ya que busca concentrar el
poder en un grupo reducido, en lugar de proveer a todos la posibilidad
de opinar y decidir. En países en estado de represión, el término puede
ser usado como un insulto de una fuerza específica, lleno
de frustración y resentimiento de un pueblo al cual se lo despojó de sus
libertades.

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Anarquía es una propuesta política que se basa en la ausencia de Estado. La idea de
una organización social en la que no hubiera una estructura encargada del control y
la dirección de la comunidad no es nueva, fue planteada por autores como Lao-Tse,
en la antigua China, o Zenón de Citio .
La primera referencia escrita que se tiene del término anarquía la encontramos en
la Grecia Clásica, en una tragedia escrita por Esquilo llamada Los Siete Contra Tebas.
En esa época, dicho término tenía una significado negativo; pues se asociaba a el
caos, el desorden y el enfrentamiento interno dentro de la comunidad.
Quedar sin gobierno, vivir en estado de anarquía, era lo peor que le podía ocurrir a
una Ciudad-Estado en la antigüedad; se creía que esto era un castigo de los dioses,
siendo la antesala de mayores y nuevas desgracias y resentimiento de un pueblo al
cual se lo despojó de sus libertades.

Partidocracia es, etimológicamente, el gobierno, el poder o la influencia de los


partidos políticos. El neologismo, aún no reconocido por la Real Academia Española
de la Lengua, se ha formado de las voces partido, del latín partire, que significa
dividir algo, y del griego krateia = “poder” o “gobierno”. Es el gobierno, el poder, la
fuerza o la autoridad de los partidos políticos en un Estado. Se designa con esta
palabra al régimen en el cual los partidos son los que toman las más importantes
decisiones de la vida política estatal, desde el lanzamiento de los candidatos a los
cargos electivos hasta el control de los elegidos y el sometimiento de ellos a la
disciplina partidista en el ejercicio de sus funciones públicas.

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