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LAS NIÑAS
SIEMPRE DICEN
LA VERDAD
El libro se articula en torno a una precuela, dos partes diferenciadas que acogen
una docena de poemas cada una y se cierra con un poema algo más extenso que
el resto. En la primera sección, que lleva por título Quemar el bosque, nos damos
de bruces con una manera de encarar la vida y la relación con los demás
perpleja, incómoda, instalada en el desasosiego. De estos versos se desprende
una reflexión acerca del aprendizaje como tarea vital y también acerca de la
familia como formato social; el hogar, el rol de la mujer, la tradición, la
desesperanza, el miedo a la violencia: “¿No era esto madurar: elegir cosas / y
esconder la elección a los demás?” La sensación del verano se asocia a la noción
de infancia, reciente y perdida, y en este Quemar el bosque nos encontramos
con imágenes o ideas, como la de los niños muy viejos, o tan niños y tan sabios,
o la de la infancia sin infancia. La infancia como un tiempo luminoso y ligero,
aunque también extraño e incierto: “Niña que no reconoce su cuerpo / comienza
a sentir cosas algo extrañas: / hormigueo, mal carácter, un intenso dolor / en los
dos pechos.”
Referencia
http://javierceballosjimenez.blogspot.com/2019/02/ja
vier-ceballos-jimenez-rosa-berbel-las.html