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Estudio sistemático

del Proyecto
de nuevo Código Penal
de Honduras
© Asociación de Jueces por la Democracia (AJD)
Barrio Río de Piedras
19 avenida y 8 calle «A», S.O.
Edificio Madeleine 2º piso
San Pedro Sula, Cortés, Honduras
ajuecesdemocracia@gmail.com

Este estudio fue realizado por Alejandro Rodríguez Barillas,


y el informe final fue revisado y adecuado por el equipo técnico de la AJD.
Los contenidos de este documento son responsabilidad de la Asociación de
Jueces por la Democracia.
La AJD permite la reproducción total o parcial de sus publicaciones, siempre
que se cite la fuente.

Primera edición: mayo de 2019


Diagramación e impresión: Editorial Guaymuras, Tegucigalpa
Tiraje: 400 ejemplares

Esta publicación ha sido posible gracias a la colaboración del


National Democratic Institute (NDI).
Índice
Antecedentes.................................................................................9
Metodología........................................................................................ 11

Primera parte
Análisis de la Parte General del Código Penal

I. Análisis de principios y formulación


de garantías penales en el CPH............................................17
1.1. Principio de Legalidad............................................................ 18
1.2. Principio de Lesividad............................................................. 21
1.3. Principio de humanidad de las penas..................................... 22
1.4. Principio de responsabilidad subjetiva................................... 23
1.5. Principio de Proporcionalidad................................................ 24
1.6. Principio de Ne bis in ídem..................................................... 25
1.7. Principio de Jurisdicción Universal......................................... 26
1.8. Evaluación final sobre la formulación
del sistema de garantías en el CPH......................................... 27

II. Bases de la teoría del delito del Código Penal


de Honduras......................................................................... 28
2.1. Regulación de la responsabilidad penal................................. 28
2.2. Regulación del iter criminis.................................................... 32
2.3. Teoría de la participación....................................................... 33
2.4. Causas eximentes de responsabilidad................................... 36
2.5. Circunstancias modificativas de la responsabilidad penal.....42

5
III. Sistema de consecuencias jurídicas...................................... 45
3.1. La duración excesiva de las penas de privación de libertad..... 45
3.2. Alternativas a la privación de libertad y modalidades
de cumplimiento de las penas privativas de libertad.............49
3.3 Penas accesorias..................................................................... 54
3.4. Determinación de la pena...................................................... 54
3.5. Sustitutivos de las penas privativas de libertad.....................56

IV. Regulación de las medidas de seguridad.............................. 61


4.1. Principios reguladores de las medidas de seguridad.............61
4.2. Tipología de las medidas de seguridad.................................. 61
4.3. Aplicación de medidas de seguridad a personas
imputables y violación al principio de derecho
penal del acto......................................................................... 62
4.4. Sistema vicarial de aplicación de medidas de seguridad.......63

V. Responsabilidad penal de las personas jurídicas..................64


5.1. Principios generales............................................................... 64
5.2. Sanciones previstas para las personas jurídicas.....................67
5.3. Suspensión del procedimiento en delitos cometidos
por personas jurídicas (probation para personas jurídicas)...70

Segunda parte
Análisis de la Parte Especial del Código Penal

I. Consideraciones generales...................................................75
1.1. Bienes jurídicos tutelados y respeto por
el principio de lesividad, subsidiariedad y
fragmentariedad de los bienes jurídicos................................ 75
1.2. La jerarquía de bienes jurídicos y la coherencia
intrasistemática del sistema de consecuencias jurídicas........79

6
II. Análisis por bien jurídico tutelado........................................86
2.1. Delitos contra la comunidad internacional............................86
2.2. Delitos contra la seguridad colectiva..................................... 90
2.3. Delitos contra la vida, la integridad corporal y la salud.........91
2.4. Violencia contra la mujer..................................................... 102
2.5. Discriminacion con ocasión del ejercicio
de derechos.......................................................................... 104
2.6. Delitos contra la dignidad y el honor...................................105
2.7. Delitos contra la libertad...................................................... 113
2.8. Título IX: delitos contra la libertad sexual
e indemnidad....................................................................... 120
2.9. Regulación del bien jurídico intimidad: Título X..................133
2.10. Título XI: delitos contra el orden jurídico familiar..............135
2.11. Delitos contra los derechos laborales................................138
2.12. Delitos contra la salud pública: Título XIV..........................140
2.13. Delitos contra el medio ambiente...................................... 146
2.14. Delitos de receptación y lavado de activos........................150
2.15. Regulación de delitos contra la seguridad
de redes y sistemas informáticos....................................... 153
2.16. Delitos contra el orden socioeconómico............................154
2.17. Delitos contra la administración pública............................157
2.18. Delitos contra la administración de justicia:
Título XXVIII....................................................................... 164
2.19. Criminalización de la protesta social..................................169

7
Antecedentes

E n diciembre de 2017 el Congreso Nacional aprobó el Decreto 130-


2017, Código Penal de Honduras. Por la importancia que represen-
ta un nuevo Código Penal, la Asociación de Jueces por la Democracia
(AJD) consideró de primer orden analizar los aspectos novedosos
que desarrolla esta normativa, tanto en su Parte General como en
su Parte Especial.
El propósito de la AJD es desarrollar un estudio sistemático de las
grandes líneas dogmáticas del nuevo Código Penal, hacer una lectura de
su progresividad o regresividad en lo que corresponde a teoría del delito,
valorar de forma general los tipos penales que se encuentran desarro-
llados en el mismo y, de manera particular, las conductas que pueden
ser de mayor preocupación para la vigencia de los derechos humanos.
Este documento contiene el estudio técnico sistemático del proyec-
to del nuevo Código Penal de Honduras, que se realizó observando los
estándares internacionales en materia de derechos humanos y, espe-
cialmente, su adecuación a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (CADH) y al principio de Convencionalidad.
Si bien el proyecto de Código Penal aprobado a finales de 2017 aún
no ha sido publicado en el Diario Oficial La Gaceta y, por tanto, no tiene
el carácter de ley vigente, en la AJD consideramos importante que esta
normativa sea desde ya objeto de estudio y debate en la judicatura y
en el foro de abogados; por tanto, este uno de los propósitos de esta
publicación.
Los objetivos que se propone alcanzar este estudio del nuevo
Código Penal de Honduras son los siguientes:
a) Analizar y actualizar conforme al primer estudio, si la formula-
ción de las garantías penales se encuentra acordes a los tratados
y convenciones en materia de derechos humanos.
b) Determinar las bases de la teoría del delito que se consagra en
la parte general, a partir de la formulación del injusto penal,
teoría de la participación, imputación objetiva.
c) Determinar de manera particular los aspectos sobresalientes en
cuanto a autoría y participación que sigue esta nueva normativa.

9
d) Verificar el grado de cumplimiento del principio de humanidad y
dignidad humana en el sistema de penas que adopta el Código
Penal.
e) Analizar la teoría de la responsabilidad de las personas jurídicas
determinando los avances respecto al Código vigente.
f) Analizar, en la segunda parte del estudio, los bienes jurídicos
tutelados, los delitos específicamente regulados y las limita-
ciones o restricciones que algunos tipos penales suponen para
la protección de derechos humanos y para el ejercicio de la
protesta social.
g) Finalmente, hacer una valoración global del nuevo CPH: sus
fundamentos político criminales dogmáticos, su coherencia
inter-sistemática, y sus principales aciertos y retrocesos.

10
Metodología
P ara desarrollar este estudio, la metodología consistió en realizar
el análisis dogmático de las partes general y especial del Código
Penal de Honduras de 2017 (en adelante CPH 2017), haciendo acopio
de la sistemática científica de las ciencias penales, y comparativo con
el Código Penal de 1983 (CPH 83) derogado y el proyecto de Código
Penal presentado originalmente (PCPH), sobre el cual se desarrolló
el primer estudio.
El análisis se hizo a partir de las garantías consagradas en la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, de la cual el Estado de
Honduras es signatario, y la jurisprudencia emitida por el Sistema Inte-
ramericano de Derechos Humanos1, con fundamento en el principio de
Convencionalidad, que es la base de todo sistema penal democrático
en las Américas.
Como ha señalado Ferrajoli, la legislación penal debe consolidar un
sistema coherente y unitario de derecho penal, que configure un modelo
epistemológico de identificación de la desviación penal encaminado a
asegurar el máximo grado de racionalidad y fiabilidad de la aplicación del
derecho penal, con el objeto de limitar la potestad punitiva del estado
y la tutela de la persona contra la arbitrariedad2.
En ese marco, las garantías penales consagradas en los instrumentos
internacionales de derechos humanos constituyen el mecanismo previo
para definir las conductas punibles, asegurando una técnica de compro-
bación de la verdad, que se base fundamentalmente en la conducta per-
sonal y excluya situaciones o definiciones arbitrarias o discriminatorias,
que llevan hacia modelos de derecho penal de autor. Como ha señalado
también la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante
Corte IDH) en el caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala:
… una expresión del ejercicio del ius puniendi estatal sobre la
base de las características personales del agente y no del hecho
cometido, sustituye el Derecho Penal de acto o de hecho, propio

1 Zaffaroni, R. E. (coordinador). Sistemas penales y derechos humanos. Instituto


Interamericano de Derechos Humano, Editorial de Palma, 1987.
2 Ferrajoli, L. Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal. Editorial Trotta, Madrid,
1995, p. 34.
11
del sistema penal de una sociedad democrática, por el Derecho
Penal de autor, que abre la puerta al autoritarismo precisamente
en una materia en la que se hallan en juego los bienes jurídicos
de mayor jerarquía3.
Sobre esta base, Ferrajoli ha señalado que un sistema penal debe
contar con seis garantías penales básicas de definición de legislación
punible, las cuales operan como precondición de la siguiente garantía.
Estas garantías penales, además, tienen la función de hacer operativas
las garantías procesales asegurando de esta forma que el juicio sea real-
mente un ejercicio de conocimiento, con base a pruebas sobre hechos
empíricamente verificables y que aseguren el carácter contradictorio y
controlable de las decisiones judiciales4.
Dichas garantías están incorporadas en los tratados internacionales
en materia de derechos humanos y en la Constitución hondureña y son
la base de análisis de la parte general5:
• Principio de retributividad: No hay pena sin delito;
• Principio de legalidad: No hay delito sin ley;
• Principio de necesidad: No hay ley sin necesidad;
• Principio de lesividad: No hay necesidad sin daño;
• Principio de materialidad de la acción: No hay daño sin acción;
• Principio de culpabilidad: No hay acción sin culpa.
Por supuesto, de cada uno de estos principios se derivan otros que
aseguran su correcta interpretación y aplicación y que deben ser obje-
to de consagración expresa, para poder satisfacer los requerimientos
epistemológicos de un sistema penal garantista.
En todo caso, el correcto desarrollo de las garantías penales es una
precondición absolutamente indispensable para hacer operativas las
garantías procesales como el juicio previo, el principio acusatorio, la pre-
sunción de inocencia y el derecho de defensa y, en consecuencia, tener
un derecho penal basado en la estricta legalidad y jurisdiccionalidad.
Es decir, un modelo penal que limite adecuadamente la cognición
judicial, basado en la verificabilidad y verificación de las proposiciones
penales consagradas en la ley. De esta manera, como indica Ferrajoli:

3 Caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de


20 de junio de 2005. Serie C, No. 126, parr. 94.
4 Ferrajoli, L. Derecho y Razón…, op. cit., p. 93.
5 Ibíd.
12
… estricta legalidad y estricta jurisdiccionalidad resultan así
mediadas y conectadas, la primera como presupuesto de la
segunda, por el principio cognoscitivista de la significación
normativa y de la certeza probatoria: de tal manera que el juez
comprueba o prueba como verdadero (que se ha cometido un
delito) sólo si el hecho comprobado o probado corresponde a
lo taxativamente denotado por ley como delito6.
En consecuencia, este estudio verifica el grado de cumplimiento
de los estándares internacionales en materia de derechos humanos
del Código Penal, que sirve de parámetro para determinar la validez
de un sistema penal democrático, utilizando la dogmática penal y la
jurisprudencia de la Corte IDH, y la teoría del sistema epistemológico
garantista. Por ello, en la primera parte se hace una revisión de la parte
general del CPH 2017 con el objeto de determinar:
a) Si la formulación de las garantías penales se encuentra acorde a
los tratados y convenciones en materia de derechos humanos;
b) Las bases de la teoría del delito que se consagran en la parte
general, a partir de la formulación del injusto penal, teoría de la
participación, imputación objetiva y teoría de la participación;
c) El grado de cumplimiento de los principios de mínima inter-
vención, necesidad, proporcionalidad y dignidad humana en
el sistema de consecuencias jurídicas;
d) La racionalidad y seguridad jurídica en la determinación de la
pena y,
e) La teoría de la responsabilidad de las personas jurídicas y su
regulación.
En la segunda parte se analizan los bienes jurídicos tutelados, los
delitos específicamente regulados y los principales problemas político-
criminales que se desprenden de la regulación concreta de los marcos
penales establecidos para todos los delitos.
Adicionalmente, en la parte especial del Código Penal, se estudian
las figuras penales, especialmente en cuanto a su adecuación consti-
tucional, principio de legalidad, y compatibilidad con los instrumentos
internacionales de derechos humanos.

6 Ibíd., p. 96.
13
Primera parte
Análisis de la Parte General
del Código Penal
I Análisis de principios y
formulación de garantías
penales en el cph

L os códigos penales deben explicitar técnicamente los principios


fundamentales para la interpretación y aplicación de la ley penal,
al menos en lo que se trata de las seis garantías fundamentales bá-
sicas para un sistema penal basado en la estricta legalidad. Dichas
garantías penales consagran un orden axiológico que coloca a la dig-
nidad humana como principio jerárquico fundamental, de tal manera
que únicamente se pueda aplicar a una persona por sus actos, y no
por su personalidad o formas de hacer.
La estricta legalidad constituye, por consiguiente, una técnica
legislativa diseñada específicamente para excluir, por arbitrarias y
discriminatorias, las normas penales no referidas a hechos, sino direc-
tamente a personas. Se trata de construir un sistema penal regulativo
de lo que es punible, que garantice la limitación de la potestad punitiva
y la tutela de la persona frente a la arbitrariedad. De esa cuenta, un
derecho penal basado en principios democráticos y en el reconoci-
miento de la dignidad humana no admite normas constitutivas; es
decir, aquellas que pretenden establecer formas de responsabilidad
basadas en la naturaleza o la forma de ser del sujeto, sino que preten-
den que la desviación punible se base en reglas de comportamiento
que establecen una prohibición. Es decir, «una modalidad deóntica
cuyo contenido no puede ser más que una acción respecto de la que
sea posible tanto la omisión como la comisión, imputable a título de
culpa o responsabilidad del autor»7.
La consagración de estos principios se encuentra en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH): en el artículo 5, que
establece el respeto a la integridad física, psíquica y moral, la prohi-
bición de tortura, tratos o penas crueles inhumanos o degradantes;
el artículo 7, que garantiza la libertad de las personas; el artículo 9
que garantiza el principio de legalidad; el artículo 13 que garantiza
la libertad de expresión y, el artículo 24, que impone el principio de
igualdad y no discriminación. Estos se complementan con el principio
de necesidad de toda restricción a un derecho humano, como la ha
entendido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir
de las reglas de interpretación de la Convención, consagradas en el
artículo 29 de la CADH:

7 Ferrajoli, L., Derecho y Razón, op. cit., p. 35.


17
… «necesarias», sin ser sinónimo de «indispensables», implica
la «existencia de una necesidad social imperiosa» y que para
que una restricción sea «necesaria» no es suficiente demostrar
que sea «útil», «razonable» u «oportuna». Esta conclusión, que
es igualmente aplicable a la Convención Americana, sugiere que
la «necesidad» y, por ende, la legalidad de las restricciones a la
libertad… dependerá de que estén orientadas a satisfacer un in-
terés público imperativo. Entre varias opciones para alcanzar ese
objetivo debe escogerse aquélla que restrinja en menor escala
el derecho protegido. Dado este estándar, no es suficiente que
se demuestre, por ejemplo, que la ley cumple un propósito útil
u oportuno; para que sean compatibles con la Convención, las
restricciones deben justificarse según objetivos colectivos que,
por su importancia, preponderen claramente sobre la necesidad
social del pleno goce del derecho que garantiza y no limiten más
de lo estrictamente necesario el derecho proclamado… Es decir,
la restricción debe ser proporcionada al interés que la justifica
y ajustarse estrechamente al logro de ese legítimo objetivo8.
Sobre esta base se analizará el desarrollo de las garantías penales
en el Código Penal hondureño.
Análisis de principios
y formulación de 1.1. Principio de Legalidad
garantías penales en El principio de Legalidad aparece consagrado en el artículo 9 de la
el cph Convención Americana de Derechos Humanos, que dispone:
Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el
momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho
aplicable. Tampoco se puede imponer pena más grave que la
aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con pos-
terioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición
de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.
Este principio constituye uno de los elementos centrales de la per-
secución penal en una sociedad democrática. Al establecer que «nadie
puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento
de cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable», el artí-
culo 9 de la Convención obliga a los Estados a definir esas «acciones u
omisiones» delictivas en la forma más clara y precisa que sea posible.

8 Corte IDH. La colegiación obligatoria de periodistas (Arts. 13 y 29 Convención Ame-


ricana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-5/85 de 13 de noviembre
de 1985. Serie A, No. 5, párr. 46.
18
Al respecto, la Corte ha establecido:
[…] Con respecto al principio de legalidad en el ámbito penal, […]
la elaboración de los tipos penales supone una clara definición
de la conducta incriminada, que fije sus elementos y permita
deslindarla de comportamientos no punibles o conductas ilícitas
sancionables con medidas no penales. En un Estado de Derecho,
los principios de legalidad e irretroactividad presiden la actua-
ción de todos los órganos del Estado, en sus respectivas compe-
tencias, particularmente cuando viene al caso el ejercicio de su
poder punitivo. En un sistema democrático es preciso extremar
las precauciones para que las sanciones penales se adopten
con estricto respeto a los derechos básicos de las personas y
previa una cuidadosa verificación de la efectiva existencia de la
conducta ilícita. En este sentido, corresponde al juez penal, en
el momento de la aplicación de la ley penal, atenerse estricta-
mente a lo dispuesto por ésta y observar la mayor rigurosidad
en el adecuamiento de la conducta de la persona incriminada
al tipo penal, de forma tal que no incurra en la penalización de
actos no punibles en el ordenamiento jurídico9.
El CPH consagra el principio de Legalidad en los siguientes términos:
Análisis de principios
Artículo 1. Principio de Legalidad.
y formulación de
Nadie puede ser castigado por acción u omisión que en el mo- garantías penales en
mento de su perpetración o comisión no está prevista como el cph
delito o falta.
Nadie puede ser castigado con una pena o medida de seguridad
que no ha sido previamente establecida por la Ley e impuesta
por Órgano Jurisdiccional competente conforme a las leyes
procesales.
No puede ejecutarse pena ni medida de seguridad de forma
distinta a la prescrita por la Ley.
La ley penal se aplica de forma retroactiva en las disposiciones
más favorables al imputado o reo, así como al condenado. No
obstante y a no ser que se disponga expresamente lo contrario,
los hechos cometidos bajo la vigencia de una ley temporal deben
ser juzgados conforme a ella.
La interpretación de este Código se debe realizar conforme al
sentido de la Ley y con criterios de género.

9 Caso De la Cruz Flores. Sentencia de 18 de noviembre de 2004. Serie C, No. 115,


párrs. 79-82; y Caso Ricardo Canese. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C,
No. 111, párrs. 174-177.
19
Se prohíbe la analogía salvo que beneficie al imputado o reo, así
como al condenado.
En cuanto al principio de legalidad criminal, contempla los princi-
pios de lex previa y escrita. El artículo parte de exigir como fundamento
de toda infracción penal «una acción u omisión», lo cual impone el
respeto al derecho penal del acto y excluye, por definición, cualquier
norma penal que se base en la personalidad, las formas de ser o la
peligrosidad del autor.
En cuanto al principio de lex previa, la norma establece la prohibi-
ción absoluta de la aplicación retroactiva de la ley. Además, contempla
el principio de extractividad, es decir, que puede aplicarse una ley
retroactivamente cuando su aplicación sea más beneficiosa para la
persona del reo.
Sin embargo, en cuanto al principio de lex certa o taxatividad, la
redacción deja abierto el campo para crear normas ambiguas, impre-
cisas o poco definidas. Al respecto, la Corte IDH ha sido contundente
al indicar que no basta con que exista una norma en la ley, sino que el
artículo 9 de la CADH «no permite la utilización de términos ambiguos
o de contenido indeterminado»10.
Análisis de principios Las deficiencias en cuanto a la enunciación de los principios de lex
y formulación de certa y lex stricta, llevan a generar un grave peligro para la libertad de
garantías penales en los ciudadanos. Como ha indicado Zaffaroni, «un tipo penal de límites
el cph difusos es una grieta de seguridad de todos los derechos humanos y
no sólo en la mera garantía de legalidad. La detención arbitraria, el ar-
bitrario sometimiento a proceso, la privación preventiva arbitraria son
medidas que afectan múltiples derechos que en el curso de una vida
pueden llegar a tener consecuencias imprevisibles y catastróficas»11.
Por otra parte, constituye un gran acierto que la interpretación de
las normas se haga con criterios de género. Esto, por supuesto, obliga a
los jueces a incorporar, al momento de realizar la interpretación, todo
el corpus iuris de la mujer, especialmente la Convención sobre la Elimi-
nación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW
por sus siglas en inglés), la Convención de Belem Do Para y las observa-
ciones generales con relación a los derechos de la mujer emitidas por
el Comité CEDAW: incluso, los jueces deben utilizar las disposiciones
emitidas en el seno del Mecanismo de Seguimiento de la Convención
de Belém do Pará (MESECVI).

10 Caso Caso Lori Berenson Mejía. Sentencia de 25 de noviembre de 2004. Serie C,


No. 119, párr. 79.
11 Zaffaroni, R.E. Sistemas Penales y Derechos Humanos. Editorial de Palma, Buenos
Aires, 1987, p. 16.
20
Sin embargo, no se hace referencia a los criterios de interpretación
con relación a los pueblos indígenas, lo cual constituye una grave omisión
legislativa y desconoce el Convenio 169 de la OIT.
La prohibición expresa de la analogía constituye un reforzamiento
al principio de legalidad, pues la Corte IDH ha establecido la prohibición
de analogía en diversas sentencias, como un componente esencial del
principio de legalidad12.
Por otra parte, la inclusión de la analogía in bonan partem, una
garantía penal derivada del principio in favor libertatis y que es reco-
nocida en los códigos penales democráticos, constituye un gran acierto
del legislador. Esto permitirá a los jueces poder invocar circunstancias
eximentes o atenuantes de la responsabilidad basadas en principios
generales del derecho o en los estándares internacionales en materia
de derechos humanos. Es una confirmación de que el sistema penal
garantista exige el máximo respeto para los derechos del ciudadano y
debe utilizarse solo en circunstancias de ultima ratio.

1.2. Principio de Lesividad


El artículo 2 establece el principio de Lesividad, indicando que
solo debe sancionarse las conductas que lesionan o ponen en peligro Análisis de principios
bienes jurídicos, y que la actuación del Derecho Penal debe limitarse y formulación de
a los ataques más insoportables contra los bienes jurídicos más re- garantías penales en
levantes. Este es un importante principio regulador de actuación del el cph
sistema penal, que puede guiar la interpretación teleológica de los
tipos penales y orientar criterios hermenéuticos como la falta de antiju-
ricidad material13 por la insignificancia del daño causado, lo cual puede
crear una categoría de atipicidad en el sentido propugnado por Roxin.
Jescheck señala que la antijuricidad no se agota en la relación
entre la acción y la norma, sino que también es importante por su
contenido (antijuricidad material). En sentido material, una acción es
antijurídica en atención al menoscabo del bien jurídico protegido por
la correspondiente norma. La contemplación material de la antijuridici-
dad indica así por qué razones el legislador ha conminado con pena un
determinado comportamiento como lesión intolerable del orden de la
comunidad. La contemplación material posibilita la interpretación de
los tipos penales atendiendo a los fines y representaciones valorativas
que les sirven de base.

12 Caso Kimel vs. Argentina. Sentencia del 2 de julio de 2004, párr. 63.
13 Jescheck, H. H. Tratado de Derecho Penal. Parte General, 4ª ed., Granada, 1993,
p. 211.
21
1.3. Principio de humanidad de las penas
El artículo 5 de la CADH establece:
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psíquica y moral.
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad
será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al
ser humano.
Mientras que el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos indica:
1. Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y
con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
2. a) Los procesados estarán separados de los condenados, sal-
vo en circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un
tratamiento distinto, adecuado a su condición de personas no
condenadas;
b) Los menores procesados estarán separados de los adultos y
deberán ser llevados ante los tribunales de justicia con la mayor
Análisis de principios
celeridad posible para su enjuiciamiento.
y formulación de
garantías penales en 3. El régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya fi-
nalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los
el cph
penados. Los menores delincuentes estarán 4 separados de los
adultos y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su edad
y condición jurídica.
El art. 3 del CPH consagra a nivel teórico el principio de humanidad,
en el sentido de que nadie puede ser sometido a penas o medidas de
seguridad que atenten contra su dignidad humana. Sin embargo, este
principio es violado en el art. 35, al establecer un sistema de penas
desproporcionado e inhumano, como la cadena perpetua y la pena
privativa de libertad de 30 años. En el caso de la prisión a perpetuidad,
si bien se permite su revisión, esta únicamente se contempla a partir
de los 30 años de cumplimiento14, lo cual es exageradamente tardío y
cuando los efectos principales ya impactaron en la vida del reo.
Ambas se pueden considerar penas que afectan de forma irreversi-
ble a la persona humana, por los graves sufrimientos psicológicos que
provoca y los daños en la salud mental de quien la padece, toda vez que
una pena superior a veinte años causa daños mentales y se convierte

14 Artículo 37 del CPH.


22
en una pena de carácter físico15. En este sentido, constituyen penas
crueles, inhumanas o degradantes, contrarias al artículo 5 de la CADH.
Por otra parte, se omite que la función de la pena debe ser reso-
cializadora, como exige el artículo 5.6 de la CADH y el 10.3 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

1.4. Principio de responsabilidad subjetiva


El principio de responsabilidad subjetiva (también denominado
principio de culpabilidad) no aparece expresamente consagrado en
la CADH o en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Sin embargo, Zaffaroni considera que este principio se deriva de los
artículos 9 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 7
y 9 de la CADH y 9, 14 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos16.
El artículo 4 del CPH establece el principio de responsabilidad
subjetiva, al señalar que nadie puede ser castigado sin dolo o impru-
dencia. Esto es un importante reconocimiento garantista, dado que
no castiga a la persona por los resultados externos, sino que es nece-
sario probar cuál era la intención del sujeto al momento de realizar
la acción, y elimina todas las formas de responsabilidad objetiva (por Análisis de principios
el mero resultado). y formulación de
Sin embargo, existen violaciones a este principio en la Parte garantías penales en
Especial, que contempla delitos cualificados por el resultado, como el cph
el secuestro agravado17 y la extorsión, y permite la aplicación de la
pena a perpetuidad cuando «Si se llega a causar, dolosa o impruden-
temente, la muerte al cónyuge, compañero de hogar, o un miembro
de su familia dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo
de afinidad o cualquier persona que tenga una relación laboral con
la víctima o con la persona jurídica extorsionada se debe imponer
la pena de prisión a perpetuidad»18. Como señala la doctrina19, los
delitos cualificados por el resultado son una manifestación de ver-
sari in re illicita, pues aplican la responsabilidad únicamente por el

15 Zaffaroni, R. E. Sistemas penales y derechos humanos, tomo II, Editorial De Palma,


Buenos Aires, 1986, p. 33. Esta parte se desarrollará al analizar el sistema de penas
del CPH.
16 Zaffaroni, R. E. Sistemas penales…, op. cit., p. 34.
17 El artículo 240 in fine del Código Penal dispone: «Si se causa, dolosa o impru-
dentemente, la muerte del secuestrado, se debe imponer la pena de prisión a
perpetuidad».
18 Art. 373 CPH.
19 Díez Ripollés, J. L. «Los delitos calificados por el resultado y el artículo 3o. del
proyecto de Código Penal Español (I)» en Anuario de Derecho Penal y Ciencias
Penales, 1982, p. 642.
23
ulterior resultado, sin considerar las circunstancias concretas del
caso. También violentan el principio de desvalor subjetivo de la
acción, que proclama la diferenciación punitiva entre dolo y culpa,
ya que establece una pena única aun cuando el fundamento de la
responsabilidad subjetiva es distinto20.
Es un principio general de derecho el de diferenciar el desvalor
subjetivo entre la responsabilidad culposa y dolosa. El imponer la
misma pena para el dolo y la culpa, claramente violenta el principio de
igualdad, tal y como lo ha interpretado la Corte IDH: cuando la diferen-
cia de tratamiento «carece de justificación objetiva y razonable»21. En
el presente caso, tratar de la misma forma dos supuestos diferentes
de desvalor, constituye una violación al principio de igualdad ante la
ley, consagrado en el artículo 24 de la CADH, que prohíbe introducir en
su ordenamiento jurídico regulaciones discriminatorias referentes a la
protección de la ley.

1.5. Principio de Proporcionalidad


El principio de Proporcionalidad es una materialización del derecho
a la igualdad y no discriminación ante la ley, consagrado en el artículo
Análisis de principios 24 de la CADH. En el artículo 5 del CPH se establece este principio en
los siguientes términos: «La pena se debe fijar atendiendo a la gravedad
y formulación de
del hecho y a la culpabilidad del sujeto».
garantías penales en
el cph El principio de proporcionalidad, tal como se encuentra regulado,
consagra dos dimensiones: el desvalor del resultado, o sea la dimensión
objetiva del daño causado, o lo que Mir Puig denomina el desvalor ob-
jetivo de la acción y el principio de culpabilidad.
En cuanto al desvalor de resultado, lo importante es vincularlo con
el principio de lesividad, para efectos de determinar el grado de daño
que causó la acción, aunque sin obviar la imputación objetiva; es decir,
que el resultado tiene que ser producto de la acción y no se puede cas-
tigar por daños imprevisibles o no imputables a título de dolo o culpa.
En cuanto a exigir culpabilidad del sujeto, estamos frente a una
exigencia del derecho penal moderno: no puede imponerse una pena
sin culpabilidad del autor. Consagra el principio de culpabilidad (propor-
cionalidad) en el sentido que nadie pueda ser castigado sin culpabilidad.
La culpabilidad analiza las condiciones personales del sujeto de carácter

20 Luzón Peña, D. M. Curso de Derecho Penal. Parte General. Hispamer, Bogotá, 1995,
p. 535.
21 Corte IDH. Propuesta de modificación a la Constitución Política de Costa Rica
relacionada con la naturalización. Opinión Consultiva OC-4/84 de 19 de enero de
1984. Serie A No. 4, párr. 56.
24
psicobiológico y cultural, para determinar el grado de exigibilidad de la
conducta. Es decir, hasta dónde el sujeto pudo comportarse conforme a
las normas del deber jurídico en el caso concreto y si existen las condicio-
nes necesarias para la imputación del hecho22. Sin embargo, la redacción
del texto es incompleta, ya que no precisa cuáles son las condiciones
personales del sujeto que deben existir para exigir responsabilidad penal.
Además, aunque de manera implícita, recoge la doctrina elaborada
por el Tribunal Constitucional Alemán de prohibición de exceso, que
impide que una pena pueda superar la culpabilidad merecida en el caso
concreto23. Una pena conforme a la proporcionalidad, exige al juez que
valore la aptitud psicobiológica y cultural para determinar si al sujeto
en cuestión era exigible, en las circunstancias concretas del hecho, el
actuar conforme a la norma o hasta dónde era posible atender el lla-
mado de la norma.

1.6. Principio de Ne bis in idem


El principio de Ne bis in idem, en cierta medida, es una expresión
del principio de legalidad24; se consagra en el artículo 8.2.3 de la CADH
y el 14.7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
El artículo 7 del CPH dispone: Análisis de principios
PRINCIPIO NON BIS IN ÍDEM.Un mismo hecho o circunstancia no
y formulación de
debe ser utilizado más de una vez para la calificación jurídica garantías penales en
de la conducta de un sujeto, siempre que responda a un mis- el cph
mo fundamento. Se considera que no concurre identidad de
fundamento en el castigo del delito continuado, la reincidencia
o la habitualidad, en los términos establecidos en el presente
Código.
Cuando se analizó este artículo, junto con el texto del artículo 29
del Proyecto del CPH, se indicó que había deficiencia en la redacción de
este último, por cuanto no contemplaba las reglas para poder aplicar
el concurso aparente de normas. Esta circunstancia fue superada en el
CPH pues, en el artículo 29, se adicionaron las reglas para resolver el
concurso aparente de normas, utilizando los criterios empleados por

22 Véase, Mir Puig, S. Derecho Penal. Parte General, 5ª ed., PPU, Barcelona, 1998, p.
539.
23 Sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania del 9 de marzo de 1994.
24 El Tribunal Constitucional español ha declarado reiteradamente que el principio Ne
bis in idem se encuentra íntimamente unido a los principios de legalidad y tipicidad
en el art. 25 de la norma fundamental (así desde la citada STC 2/1981 de 30 de
enero, y después, entre otras, por las SSTC 159/1985 de 27 de noviembre, 98/1989
de 1 de junio, 112/1990 de 18 de junio, 154/1990 de 15 de octubre, 53/1994 de
24 de febrero y 270/1994 de 17 de octubre).
25
otros códigos, como el español25. De esa cuenta, se indica como criterios
reguladores:
Principio de especialidad: La norma especial prevalece sobre la
general;
Principio de subsidiariedad: La norma subsidiaria solo se aplica en
defecto de la principal;
Principio de absorción: La norma que describa más ampliamente
la conducta punible absorbe a las que prevén las situaciones descritas
en aquella; y,
Principio de consunción: en defecto de los anteriores criterios, se
aplica el del delito más grave cometido.

1.7. Principio de Jurisdicción Universal


Independientemente de las disposiciones vigentes en el lugar
de la comisión de la conducta punible y de la nacionalidad del autor,
se puede juzgar y sancionar, conforme con la Ley penal hondureña,
los delitos cometidos en el extranjero cuando se cumplen las con-
diciones establecidas en los tratados y convenios internacionales
Análisis de principios
suscritos y/o ratificados por el Estado de Honduras, así como cuando
y formulación de los autores o los instrumentos del delito se encuentran dentro del
garantías penales en territorio nacional o en un lugar donde el Estado de Honduras ejerce
el cph jurisdicción, en los delitos siguientes:
a) Genocidio, de lesa humanidad y crímenes de guerra;
b) Lavado de activos y testaferrato;
c) Tráfico de vehículos automotores que provengan de actividades
ilícitas;
d) Tráfico ilícito de personas, órganos, materiales anatómicos u
óvulos fecundados;
e) Trata de personas;
f) Terrorismo;
g) Tráfico ilícito de armas;
h) Tráfico ilícito de drogas, estupefacientes o sustancias psicotró-
picas;
i) Explotación sexual de menores de dieciocho (18) años;
j) Desaparición forzada de personas; y,
k) Corrupción de funcionarios o empleados públicos.
26
Debe entenderse como un importante avance que se haya colocado
esta norma que, en todo caso, es el cumplimiento de diversos tratados
internacionales que imponen la obligación de extraditar o juzgar a las
personas (aut iudicare aut dedere) que son sospechosas de haber co-
metido delitos contra el ius gentium. Sin embargo, se echa en falta que
no se colocó explícitamente el delito de tortura, que obliga a aplicar la
jurisdicción universal, de conformidad con el artículo 5 la Convención de
las Naciones Unidas contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos
o degradantes.

1.8. Evaluación final sobre la formulación


del sistema de garantías en el CPH
La conclusión general respecto al sistema de garantías, es que el
CPH contempla de forma bastante satisfactoria los principios de un
derecho penal democrático, consagrados en la Convención Americana
de Derechos Humanos. El hecho de que estas garantías estén colocadas
en la parte introductoria es plausible, dado que pretenden vincular al
juez con un sistema de derecho penal democrático y sirven de base para
toda la interpretación posterior del texto.
Sin embargo, el reconocimiento de estos principios en la parte ge- Análisis de principios
neral, no asegura que en el resto de la regulación normativa no existan y formulación de
violaciones o contradicciones con ellos26. Estas violaciones puntuales se garantías penales en
advertirán al analizar otros segmentos del CPH. Partiendo del carácter
el cph
unitario y coherente que debe tener un sistema penal, corresponderá
a los jueces reconocer la preeminencia de estos principios sobre las
normas que los contravengan o limiten.
Además, las normas consagradas en estas garantías penales res-
ponden al principio de Convencionalidad, el cual debe ser honrado por
los jueces, puesto que estos son límites o prohibiciones a la potestad
punitiva del Estado, que derivan directamente de la CADH y su jerarquía
normativa27.

25 Mir Puig, S. Derecho Penal… op. cit., p. 677.


26 Como se desprende de la existencia de penas inhumanas, como la prisión a per-
petuidad, o la persistencia de delitos que desconocen el principio de desvalor
subjetivo de la acción, como en la extorsión y el secuestro.
27 Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Repa-
raciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C, No. 154, párr.
118.
27
II Bases de la teoría del
delito en el Código Penal
de Honduras

P artiendo de los principios garantistas que se recogen en el CPH y


de la regulación de la responsabilidad penal que aparece en el
Título II, se puede concluir que existe una fundamentación dual del
injusto28, basada tanto en el desvalor de acción como en el desvalor
de resultado; esto hace que solo pueda exigirse responsabilidad penal
por una acción u omisión, dolosa o imprudente, (artículo 12 del CPH).
El Código establece dos formas principales de responsabilidad
subjetiva: el dolo o la imprudencia. Partiendo de las garantías penales
previamente establecidas, para que pueda existir esta forma de respon-
sabilidad subjetiva, es necesario que la conducta sea concebida como
objetivamente peligrosa para un bien jurídico penal, para satisfacer la
garantía de lesividad del art. 2. Además, que sea personalmente im-
putable, conforme la regla de proporcionalidad o culpabilidad por el
hecho del artículo 6 CPH.
Bases de la teoría del
delito en el Código 2.1. Regulacion de la responsabilidad penal
Penal de Honduras
Se puede colegir del conjunto del texto del Título II, que el Código
sigue una orientación de la teoría del injusto personal29, por lo cual se
incluye el dolo en el tipo de lo injusto, en el sentido de conocer y que-
rer la realización típica; y la imprudencia, como infracción de un deber
objetivo general de cuidado30.

2.1.1. Conductas punibles


El Código contempla dos tipos de conducta:
A) La acción y la omisión
No se definen la acción ni la omisión como tales. Sin embargo, se
considera que, con base en el principio político criminal de lesividad,
consagrado en el artículo 2, debe entenderse que la conducta pe-

28 Schunemann, B. El sistema moderno de derecho penal: Cuestiones fundamentales.


Tecnos, Madrid, 1991, p. 31 y ss; Roxin. C. Política criminal y sistema del derecho
penal. Barcelona, 1972.
29 Silva Sánchez, J.M. Introducción, en Schunemann, B. El sistema moderno de derecho
penal..., op. cit., p. 12.
30 Artículo 12 del CPH.
28
nalmente relevante es únicamente aquella que tiene la capacidad de
lesionar o cuando menos poner en peligro un bien jurídico.
Esto impone al juez cuestionarse para determinar la tipicidad de
la conducta, si esta realmente creó un riesgo penalmente relevante
para el bien jurídico, conforme a la teoría de la imputación objetiva
(juicio sobre la peligrosidad de la acción o juicio de adecuación)31.
B) La comisión por omisión
El artículo 14 dispone que los delitos de resultado pueden cometer-
se tanto por acción como por omisión. Los delitos de resultado solo se
entienden cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, al
infringir el omitente un deber jurídico personal, equivale a su causación.
La introducción de la comisión por omisión es un importante avance,
porque el CPH de 1983 no contemplaba en su texto la figura de COMI-
SIÓN POR OMISIÓN, lo cual provoca problemas a los jueces, con relación
al principio de legalidad, para poder sancionar este tipo de conductas.
La redacción de la comisión por omisión en el CPH mejoró las de-
ficiencias técnicas que presentaba el Proyecto, que no establecía con
claridad la posición de garante y cuáles son las fuentes de responsabi-
lidad del deber personal.
Bases de la teoría del
En ese sentido, se mejoró la redacción al haber incluido el deber
jurídico personal y establecer las fuentes de esta posición de garante. delito en el Código
Siguiendo precedentes jurídicos, como el Código Penal español, se es- Penal de Honduras
tablecieron las causales de la posición de garante en el segundo párrafo
del artículo 14:
Son deberes jurídicos personales los derivados directamente de:
• la Ley,
• de un contrato y
• de la creación por el omitente de una situación de peligro para
un bien jurídico mediante una acción u omisión precedente.

2.1.2 El delito doloso


Siguiendo la doctrina del injusto personal, el PCPH contempla solo
dos formas de responsabilidad subjetiva: el dolo y la imprudencia.

31 Para determinar el desvalor objetivo de la acción, entiende Mir Puig, se hace


precisa una interpretación del verbo típico, desde el punto de vista de la finalidad
de protección del Derecho Penal, que sólo debe tender a evitar conductas que
aparezcan como suficientemente peligrosos en el momento de su realización. Mir
Puig. S. Derecho Penal…, op. cit., p. 231.
29
El CPH, en el artículo 17, define el dolo como el conocimiento y
voluntad de realización de la conducta típica. Este concepto de dolo
es acogido universalmente por la doctrina como el elemento subjetivo
del injusto penal32.
En el segundo párrafo adiciona que también se considera como
dolo, «quien asume la producción de un resultado que, sin ser seguro,
se puede derivar del curso normal de los hechos». Esta ampliación del
dolo acoge la teoría del consentimiento, que indica que basta con que
el sujeto haya asumido la posibilidad del resultado, sin que sea seguro,
pero asume su realización como parte del curso normal de los aconte-
cimientos.
Esta teoría del dolo considera que el resultado es una consecuencia
normalmente previsible del hecho, y el sujeto asume la realización.
Es decir, exige probar que el sujeto a) se representó mentalmente la
producción del resultado (sin que sea seguro) y, b) asumió o aceptó
el riesgo. La deficiencia de esta descripción es que no indica cuál es
el grado de certeza que debe poseer el agente de que el resultado se
producirá al momento de realizar el acto. (En todo caso, es un juicio de
imputación subjetiva de carácter personal, que requiera probar que el
sujeto, en el caso concreto, se representó el posible resultado33. No se
Bases de la teoría del puede presumir esta representación con carácter general).
delito en el Código Se considera que es un concepto razonable de dolo, que deberá
Penal de Honduras irse integrando por la jurisprudencia con la delimitación entre culpa
consciente y dolo eventual. Pero permite colocar el conocimiento del
resultado, y su asunción, como una probabilidad seria de ocurrencia,
como elemento central para determinar el dolo eventual, y que tal
resultado sea el razonable en el caso concreto, y se pruebe que el
sujeto se LO REPRESENTÓ como probable. Se excluyen del dolo aquellos
resultados que, conforme a las expectativas del curso causal, eran
imprevisibles o improbables, A JUICIO del sujeto, en el caso concreto.

2.1.3 Construcción del delito imprudente


Es plausible que se utilice la moderna terminología de delito impru-
dente y ya no el delito culposo. El CPH establece una punición numerus
clausus34 del delito imprudente, lo cual es plenamente congruente con la
tendencia de limitar este tipo de responsabilidad a supuestos realmente
imprescindibles, respetando el principio de mínima intervención.

32 Jescheck, H.H. op. cit., p. 262.


33 Ragues I Vallés. R. El dolo y su prueba en el proceso penal. JM Bosch Editor, Barce-
lona, 1999, p. 60.
34 Artículo 18, segundo párrafo: «Las acciones u omisiones imprudentes solo se
castigan en los casos en los que la Ley lo indique expresamente».
30
Por ello, en la redacción se indica que se refiere a la «imprudencia
grave». Luego, la imprudencia leve no es considerada como delito, sino
como falta (artículo 598). Una omisión importante en este sentido es la
imprudencia leve en el caso del homicidio, pues el legislador no la incluyó
dentro de las faltas contra las personas. La imprudencia leve contra la
integridad corporal sí está tipificada, pero no la imprudencia leve contra
la vida, lo cual representa una importante laguna del punibilidad.
El delito imprudente es concebido en el artículo 18 del CPH como
«la producción del resultado típico, objetivamente previsible por la vul-
neración de las reglas del debido cuidado más elementales aplicables
a la situación concreta». En este sentido, el legislador claramente se
refiere a resultados OBJETIVAMENTE PREVISIBLES; es decir, que era posible
prever su producción y evitar su realización, aplicando las reglas de
cuidado debido. De esta manera, la base central de la responsabilidad
penal radica en el deber de diligencia debida, en el sentido de castigar
al sujeto por no adoptar las reglas objetivamente exigibles de cuidado
a la situación concreta.
La inclusión de la regla de previsibilidad objetiva obliga al juez a
emplear la teoría de la imputación objetiva para determinar la respon-
sabilidad por la causación del resultado. Esta redacción es plausible,
porque evita cualquier forma de responsabilidad objetiva y obliga a Bases de la teoría del
que la interpretación judicial deba efectuarse conforme al principio de
delito en el Código
responsabilidad subjetiva.
Penal de Honduras
2.1.4. La regulación del error de tipo
El CPH recoge en el artículo 23.1 el error de tipo, que ha sido recono-
cido universalmente como una consecuencia básica de una concepción
del dolo como parte del tipo subjetivo y del principio de culpabilidad35.
En este sentido, la primera parte del artículo 23.1 indica que el
error invencible sobre un elemento constitutivo del delito da lugar a la
exoneración de la pena. En la segunda parte, este artículo indica que,
si el error fuera vencible, el delito será castigado como delito impru-
dente (siempre y cuando se encuentre tipificado). El error sobre una
circunstancia agravante o cualificante del delito, hace que no se pueda
apreciar la misma.
No se explica en qué consiste la diferencia entre error vencible e
invencible de tipo. Esta omisión hace que sea el juez quien deba definir,
con criterios dogmáticos, los supuestos donde cabe apreciar la esen-
cialidad del error.

35 Ver el artículo 14 del CP español. Sobre esto, Luzón Peña, M. Manual de Derecho
Penal Español.
31
Sobre este punto, la doctrina indica que el error es vencible cuando
el autor hubiese podido evitarlo si hubiera observado el debido cuida-
do. El error invencible, por el contrario, es el que no hubiese logrado
evitarse, ni aun aplicando la diligencia debida (error no imprudente)36.

2.2. Regulación del iter criminis

2.2.1 Impunidad de los actos preparatorios como regla


La regla general del CPH es que únicamente son punibles los delitos
consumados y la tentativa (artículo 19). De ello se desprende en el artí-
culo 20 el principio general de que los actos preparatorios son impunes,
salvo que por su gravedad sean expresamente punibles.

2.2.2 Regulación de la tentativa


La frontera entre acto preparatorio impune y tentativa se resuelve
en el artículo 21, donde se indica que, para que exista tentativa, «se
requiere que hayan ejecutado actos exteriores directos y objetivamente
encaminados a su ejecución». Con ello se salvaguarda el principio del
derecho penal del acto y de lesividad, pues la actuación exterior debe ir
Bases de la teoría del dirigida directamente a la realización del resultado, y este no se produce
por circunstancias ajenas a la voluntad del agente.
delito en el Código
Penal de Honduras Se considera aconsejable, sin embargo, que el juez, al interpretar
el artículo, agregue el requisito de que la ACCIÓN SEA IDÓNEA, para tener
una mejor garantía de la lesividad de la acción. Este requisito, además,
viene exigido por el principio de lesividad (artículo 3) y la teoría de la
imputación objetiva.
En ese mismo artículo, el CPH distingue entre tentativa inacabada
y frustrada. En la primera, el autor del delito es interrumpido en la
ejecución; mientras que, en la segunda, el autor ejecuta todo su plan,
pero el resultado no se da POR CIRCUNSTANCIAS AJENAS a la voluntad del
agente (una cuestión de azar). Esta distinción tiene efectos en la deter-
minación de la pena.
La tentativa tiene una sustancial rebaja de la pena con relación al
delito consumado. El artículo 63 establece que;
A los autores de tentativa de delito se les debe imponer la
pena del delito consumado rebajada en un cuarto (1/4) si se
tratase de tentativa acabada, y en un tercio (1/3) en caso de
una tentativa inacabada.

36 Mir Puig. S. op. cit., 1998, p. 254.


32
Esta distinción en la determinación de la pena es plausible, dado
que es coherente con el principio de lesividad en la medida que existe
un mayor de desvalor de resultado en la tentativa acabada (cuando
ya se ejecutó todo el plan del autor y se puso en mayor peligro al bien
jurídico) que en la tentativa inacabada (donde el riesgo corrido por el
bien jurídico fue radicalmente menor).
En cuanto al desistimiento, que es la voluntaria decisión de no co-
meter el delito, el artículo 22 CPH considera que el acto será impune, a
menos que los actos realizados constituyan por sí mismos otros delitos,
en cuyo caso se sancionará por los cometidos.

2.3. Teoría de la participación


Una de las mayores innovaciones del CPH es que establece la
responsabilidad de las personas jurídicas (art. 105). Esto es una mate-
rialización de compromisos internacionales del Estado, adquiridos en
instrumentos como la Convención de Palermo y otros37. En cuanto a
las personas físicas, el CPH establece la responsabilidad penal de los
autores y partícipes (art. 24).

2.3.1. Concepto de autor Bases de la teoría del


Para definir al autor del delito, el CPH utiliza en el artículo 25 la delito en el Código
teoría del dominio del hecho de Claus Roxin en sus tres variantes: do- Penal de Honduras
minio personal, dominio a través de un instrumento (autoría mediata)
y dominio funcional o coautoría38. No se incluye el dominio del hecho
a través de aparatos de poder organizado, que ha sido importante en
la construcción de responsabilidad penal en los casos de dictaduras
militares, y se ha utilizado en el caso de la Junta Militar de Argentina, la
sentencia contra el presidente del Perú Alberto Fujimori, o en el caso
de los tiradores del Muro de Berlín, entre otros.

2.3.2. Concepto de partícipe


El artículo 26 CPH define dos tipos de participes: los inductores y los
cómplices. Inductores son, según este artículo, quienes dolosamente y
por cualquier medio, determinan a otro a realizar un hecho delictivo.
Según el artículo 61 CPH, a los inductores se les impone la misma
pena (debe entenderse marco penal) que a los autores. A los cómpli-
ces se les impone la pena del autor, rebajado en una tercera parte. Sin

37 Este tema se analiza más adelante.


38 Véase Roxin, C. Autoría y participación. Madrid, 1992.
33
embargo, este artículo dispone para los partícipes que, cuando «su
aportación hubiera sido muy relevante para la realización del hecho se
le impone la misma pena que al autor».
En este sentido, se equipara a la categoría de cooperador necesario,
el cual es un cómplice que, por su contribución esencial, se reconoce
generalmente que debe ser sancionado con la pena del autor. Este se
encuentra en el CP español, artículo 28 inciso b: «los que cooperen
en su ejecución por un acto sin el cual no se habría ejecutado», o en
el CP guatemalteco, artículo 36.3: «Quienes cooperen a la realización
del delito, ya sea en su preparación o en su ejecución, sin el cual no se
hubiera podido cometer».
En el artículo 61 se consagra el principio de accesoriedad de la parti-
cipación, al indicar que la responsabilidad de los inductores y cómplices
es por un delito consumado o tentado. De esto se infiere, aunque de
manera ambigua, que para que pueda existir la responsabilidad de in-
ductores y cómplices se requiere que el autor haya efectuado un delito
consumado o en grado de tentativa. Además, el artículo 63 exige que
esta regla no es aplicable cuando la participación se encuentra especí-
ficamente prevista.
Se puede inferir que la responsabilidad emerge de la responsabilidad
Bases de la teoría del del autor, quien da además el título de la imputación. Cuando el autor
delito en el Código no ha ejecutado actos idóneos, es decir, no ha efectuado la tentativa
Penal de Honduras del delito, la inducción y la complicidad son impunes.
Finalmente, el artículo 72 del CPH establece que, cuando en el
inductor o en el cómplice no concurran las condiciones, cualidades o
relaciones personales que fundamentan la culpabilidad del autor, se
podrá imponer la pena señalada por la ley para el delito de que se trate
rebajada en un tercio (1/3).
En este punto, el CPH resuelve el problema de la participación en
los delitos especiales, resolviendo que al extraneus, o sujeto que carece
de las condiciones especiales exigidas por el tipo penal, sí se le aplicará
pena, la cual corresponde al delito cometido por el autor.

2.3.3. Responsabilidad en nombre de otro


El artículo 27 dispone la RESPONSABILIDAD POR ACTUACIONES EN NOMBRE
DE OTRO: «Quien actúa en representación legal o voluntaria de una per-
sona natural o jurídica o como administrador de hecho o de derecho de
una sociedad, responde personalmente de la conducta realizada, aunque
no concurran en él, pero sí en la persona representada, las cualidades,
condiciones o relaciones que requiera el correspondiente delito para
ser sujeto activo del mismo».
34
Esta importante forma de responsabilidad, que básicamente trata
de imputar los hechos personales realizados en representación de las
personas jurídicas (o de otra persona natural como incapaces, ausentes,
etc.), está regulada de manera acertada y recoge la redacción del CP
español.
El acierto más importante es que recoge tanto la representación
formal, o sea la legalmente establecida, como la representación de facto,
es decir, los supuestos que la teoría denomina de levantamiento del velo
y donde una persona pretende sustraer o encubrir su responsabilidad
en personas jurídicas ficticias o constituidas ex professo para delinquir.
Junto a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, esta forma
de responsabilidad constituye un importante mecanismo del derecho
penal económico para combatir los distintos delitos cometidos utilizando
personas jurídicas39.

2.3.4. Responsabilidad por medios de difusión


El artículo 28 del CPH dispone la RESPONSABILIDAD PENAL EN DELITOS
COMETIDOS A TRAVÉS DE MEDIOS DE DIFUSIÓN de la siguiente manera:

En los delitos que se cometen utilizando medios o soportes de


difusión no responden criminalmente los cómplices. Bases de la teoría del
Los que sean autores solo responden en estos casos de forma delito en el Código
escalonada, excluyente y subsidiaria, de acuerdo con el orden Penal de Honduras
siguiente:
a) Quienes hayan redactado el texto o producido el signo de
que se trate y quienes les hayan inducido a realizarlo;
b) Los directores de la publicación o programa en que se di-
funda;
c) Los directores de la empresa editora, emisora o difusora; y,
d) Los directores de la empresa de grabación, reproducción o
impresión.
Cuando por cualquier motivo distinto de la extinción de la
responsabilidad penal, incluso la declaración de rebeldía o la
residencia fuera de Honduras, no puede perseguirse a ninguna
de las personas comprendidas en alguno de los literales del

39 Sobre este punto, véase: Silva Sánchez, D. Ingeniería financiera y derecho penal.
Muñoz Conde, F. «Problemas de autoría y participación en el derecho penal econó-
mico, o ¿cómo imputar a título de autores a las personas que, sin realizar acciones
ejecutivas, deciden la realización de un delito en el ámbito de la delincuencia
económica empresarial?», en Consejo General del Poder Judicial, Cuadernos del
Poder Judicial. Madrid, 1999.
35
párrafo anterior, debe dirigirse el procedimiento contra las
mencionadas en el literal inmediatamente posterior.
Esta forma de responsabilidad es totalmente contraria al principio
de responsabilidad personal, puesto que está permitiendo que se pueda
establecer una responsabilidad por hechos cometidos por una tercera
persona.
Además, la criminalización de la libertad de expresión es altamente
cuestionable, dado que la Convención Americana exige que las conse-
cuencias jurídicas por infracciones o atentados contra el honor, o que se
cometan con ocasión de actividades de difusión de ideas, debe evitar el
uso del derecho penal. En este sentido, el artículo del CPH está orientado
a reprimir la libertad de expresión, por lo que se considera que vulnera
el artículo 13 de la CADH.

2.4. Causas eximentes de responsabilidad


EL CPH contempla en el artículo 30 las causales de exclusión de
responsabilidad:
• La falta de capacidad de culpabilidad o inimputabilidad;
• Las relativas a la exclusión de la antijuridicidad (ejercicio de un
Bases de la teoría del
derecho, oficio o cargo; legítima defensa y estado de necesidad)
delito en el Código y,
Penal de Honduras
• El miedo invencible.
Se considera que la regulación no está técnicamente bien desarro-
llada, ya que mezcla en un solo artículo las causales que excluyen la
inimputabilidad, las causas de justificación y las causales de exclusión de
culpabilidad. Técnicamente es más apropiada la clasificación contenida
actualmente en el CP hondureño, que diferencia claramente las causas
de inimputabilidad, justificación e inculpabilidad (artículo 22) y luego
desarrolla cada una de las categorías.
Desde una perspectiva dogmática, lo más apropiado hubiese sido
que las causas eximentes de responsabilidad penal se agrupasen en un
título, y que cada una constituyese un capítulo específico (inimputabi-
lidad, causas de justificación y causas de inculpabilidad), dado que cada
una de ellas tiene un fundamento político criminal distinto y permite
hacer una mejor clasificación de sus presupuestos, atendiendo a las
finalidades específicas que la teoría del delito asigna a cada categoría40.

40 Jescheck, H. H. Tratado de Derecho Penal…, op. cit., p. 234; y Mir Puig. S. Derecho
Penal. Parte General…, op. cit., p. 545.
36
Es claro que las causas de justificación están en función de la cate-
goría dogmática de la antijuricidad y, por tanto, se refieren fundamen-
talmente a un juicio despersonalizado sobre el hecho41, en tanto que la
categoría de la culpabilidad está en función de lo exigible antropológica
y socioculturalmente al sujeto responsable, en el momento de realizar
el injusto; por tanto, determinan el grado de exigibilidad social a una
persona concreta42.

2.4.1. Regulación de la inimputabilidad


En cuanto a la inimputabilidad, el concepto que utiliza el artículo 30
CPH es bastante claro; se refiere fundamentalmente a la exclusión de la
capacidad para comprender el carácter ilícito de su conducta o de actuar
conforme a esa comprensión, en el momento que se realiza la acción.
Tal situación puede ser de carácter permanente en el sujeto o tener
un carácter temporal, pero existente en el momento de la actuación.
Básicamente se contemplan cuatro supuestos que dan lugar a la
exclusión de esta capacidad de comprensión:
• anomalía o alteración psíquica,
• alteración en la percepción o
Bases de la teoría del
• intoxicación plena
delito en el Código
• y el menor de 12 años. Penal de Honduras
La anomalía o alteración psíquica es una categoría para la cual otros
códigos emplean el término de «enfermedad mental». En general, se
considera que la regulación de esta causa de inimputabilidad es adecua-
da y técnicamente precisa. Deberá ser la jurisprudencia, con apoyo de la
psiquiatría y psicología forense, la que desarrolle más adecuadamente
cada una de las categorías específicas.
En cuanto a la intoxicación plena, desaparece la categoría de actio
libera in causa. De tal manera que, en todos los casos de intoxicación,
deberá aplicarse la eximente, lo cual no es óbice para que al sujeto se
le pueda aplicar una medida de seguridad, conforme a las reglas del
Código, si se revela una peligrosidad criminal.
En cuanto al menor de 12 años, se debe hacer dos precisiones. La
primera es que la edad penal o edad para tener responsabilidad penal,
no debe fijarse en una edad tan temprana como los 12 años. La CIDH
aconseja fijar la edad penal a partir de los CATORCE años43. En ese punto,

41 Jescheck, H. H…, Ibíd., p. 143.


42 Ibíd., p. 545.
43 CIDH. Justicia juvenil y derechos humanos en las Américas. 2011, párr. 46.
37
la CIDH «manifiesta su preocupación por el hecho que los 12 años de
edad siga siendo considerada la edad mínima absoluta aceptada para
responsabilizar a niños, niñas y adolescentes ante la justicia juvenil» en
algunos países44.
En segundo lugar, debe aclararse que los menores de 18 años res-
ponderán penalmente de conformidad con una ley especial. Esta laguna
podría implicar que el CPH es aplicable a adolescentes entre 12 a 18 años,
situación contraria a la CADH. Para evitar equívocos debe utilizarse la
fórmula del CP español, según el cual, los menores de 18 años no serán
responsables: «Cuando un menor de edad cometa un hecho delictivo
podrá ser responsable con arreglo a la ley que regule la responsabili-
dad penal del menor»45. Se evita así una discusión innecesaria sobre la
inimputabilidad de los menores.
En cuanto a la alteración de percepción, se debería aclarar o mati-
zar que debe ser una situación que provoque una falsa conciencia de
la realidad. La redacción actual del CPH es deficiente y requiere de una
revisión judicial para precisar con mayor rigor, con base en criterios
jurisprudenciales, los requisitos de aplicación.
Debería agregarse que la inimputabilidad excluye la responsabili-
dad penal, pero habilita la imposición de medidas de seguridad, cuando
Bases de la teoría del se determine la peligrosidad criminal del agente, conforme un procedi-
delito en el Código miento especial y luego de haberse comprobado la antijuricidad del
Penal de Honduras hecho (aunque debe reconocerse que tales requisitos se exigen en el
artículo 87 del PCPH).

2.4.2. Causas de justificación


En el artículo 30 PCPH se contemplan tres supuestos tradicional-
mente aceptados por la doctrina como causas de justificación:
• El legítimo ejercicio de un derecho, cargo o profesión.
• El estado de necesidad.
• La legítima defensa.
Como se ha indicado, sería más técnico que cada uno de estos su-
puestos fuera incluido en un artículo independiente y sistemáticamente,
y que las causas de justificación fueran incluidas en un capítulo sobre
causas de justificación.

44 CIDH. Ibíd., párr. 49.


45 En el mismo sentido está redactado el artículo 23. «No es imputable: 1) El menor de
doce (12) años. Tanto éste como el mayor de dicha edad, pero menor de dieciocho
(18) años quedarán sujetos a una ley especial».
38
Se advierte que no se incluye el consentimiento de la víctima como
causa de justificación, en aquellos supuestos en que se admite de forma
voluntaria, libre y espontánea la disposición del bien jurídico por parte
de su titular, y no se afecte a la colectividad46.
En todo caso, esta puede ser una causa de justificación construida
a partir de la analogía in bonam partem que se reconoce en el artículo
1 PCPH. Como señala Jescheck, la enumeración exhaustiva de todas las
causas imaginables de justificación no es posible ni en una ley ni en una
exposición científica. Tampoco podrá el legislador actual regular por sí
mismo todas las causas de justificación. En consecuencia, el principio de
analogía in bonam partem debe reconducirse como una regla general
de interpretación que permite al juez reconocer causas de justificación
supra legales47.
a. Legítimo ejercicio de un derecho, oficio o cumplimiento
de un deber
El artículo 30 inciso 2) del CPH indica que está exento de respon-
sabilidad penal «Quien actúa en cumplimiento de un específico deber
jurídico o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo».
La regulación parece apropiada, siendo suficiente para que el juez
pueda determinar los límites del deber jurídico y del legítimo ejercicio Bases de la teoría del
del cargo, según las circunstancias.
delito en el Código
b. Estado de necesidad justificante Penal de Honduras
La regulación del estado de necesidad, como causa de justificación
eximente de responsabilidad penal, contiene los requisitos general-
mente exigidos por la doctrina y, especialmente, el criterio de proporcio-
nalidad, en el sentido que el mal causado no sea superior al bien jurídico
propio o de tercero que se pretende salvar. Además, que la situación de
necesidad no haya sido provocada voluntariamente por el autor.
Igualmente, se establece que no pueden invocar el estado de nece-
sidad justificante los funcionarios o personas que tienen una posición
de garante y, por lo tanto, tienen el deber de sacrificarse. Finalmente,
se requiere que el estado de necesidad no haya sido provocado por el
agente.
Sin embargo, no se establece el requisito de proporcionalidad del
medio empleado, ni de necesidad, en el sentido que el mal causado sea
evitable de otra manera.

46 Jescheck, H. H. Tratado de Derecho Penal…, op. cit., p. 339.


47 Ibíd., p. 294.
39
c. Legítima defensa
Es claro que, por el principio de monopolio del uso de la violencia por
parte del Estado, la facultad de autodefensa debe ser restringida para no
caer en un vigilantismo penal o en la aceptación de la venganza privada.
En ese sentido, la regulación de la legítima defensa es bastante
adecuada en virtud de que el razonamiento subyacente en la teoría de
la legítima defensa, regulada en el art. 30 inciso 4, es que el derecho
penal no debe ceder ante lo injusto, por lo cual la exigencia básica para
que exista la legítima defensa es el concepto de agresión ilegítima ac-
tual48. Ahora bien, se considera apropiado hacer la complementación
del CP español en el sentido de exigir que, en caso de defensa de bie-
nes, la agresión ilegítima sea un delito o falta y el peligro inminente de
deterioro o pérdida.
En el caso de defensa de la morada o sus dependencias, se reputa
agresión ilegítima la entrada indebida a ellas. Esta se complementa con
las exigencias del criterio de proporcionalidad y razonabilidad del medio
empleado para defenderse.
La presunción de que concurren las tres circunstancias anteriores
respecto de quien de noche rechaza el escalamiento o fractura de
Bases de la teoría del cercados, paredes, entradas de una casa o apartamento habitado o
de sus dependencias, o emplea violencia contra la persona extraña a
delito en el Código ella cuando sea sorprendida dentro de los indicados lugares, puede
Penal de Honduras ser excesiva y justificar el uso indebido de la violencia por parte de los
propietarios. Esta parte debe revisarse para evitar el uso excesivo de la
fuerza en defensa del derecho de propiedad.

2.4.3. Causas de exculpación


En la doctrina se reconoce que la responsabilidad penal exige
una imputación con relación al hecho o acto (injusto penal) y otra
imputación que se refiere a las condiciones psicobiológicas y socio-
culturales con relación al sujeto, que hacen que le sea exigible penal-
mente adecuar su comportamiento a la norma (imputación personal
o culpabilidad). De ahí que la categoría dogmática de la culpabilidad,
responsabilidad o exigibilidad49 define socialmente los límites de la

48 Sería más apropiado exigir, en sustitución del término actual, los conceptos de
AGRESIÓN ILEGÍTIMA REAL E INMINENTE, que permite denotar tanto el hecho,
como que el peligro existe y es actual.
49 Existe claridad con relación a que la imputación personal es parte de una tercera
categoría dogmática del delito; sin embargo, existe desacuerdo en cuanto a la
denominación como categoría de culpabilidad como un juicio de reproche al autor
(finalismo) o como el grado de exigibilidad que se puede pedir a un sujeto en el
hecho concreto (responsabilidad, según Roxin) o atribuibilidad, según Bacigalupo.
40
exigibilidad de la conducta a un sujeto concreto, y habilita la imposi-
ción de la pena.
Sobre esto, Amelung ha indicado: «La función de la tercera categoría
fundamental de sistema, según Roxin, consiste en la comprobación de si
el comportamiento antijurídico del autor resulta merecedor de pena»50.
a) Miedo insuperable
La regulación actual del CPH se considera que es deficiente, dado
que únicamente contempla como causa de exculpación el miedo insu-
perable (artículo 30.5): «Quien obra impulsado por miedo insuperable».
La norma no define qué es un miedo insuperable, pero debe enten-
derse que es una situación en la que normalmente no sería exigible a
un sujeto comportarse conforme a la norma. Así lo conceptúa Mir Puig,
quien indica que el miedo insuperable debe concebirse como una causa
de no exigibilidad de la conducta51. En este sentido, podría entenderse
como una suerte de estado de necesidad ex culpante.
El Tribunal Supremo Español (TSE) manejó como criterio que el miedo
sea de tal entidad, que el hombre medio «el común de los hombres»,
no lo hubiese resistido. Así, habría que preguntar si este hombre medio
hubiera resistido al miedo en caso de haber tenido la edad, sexo, cultura,
experiencia, el oficio del autor, y en la situación concreta. Bases de la teoría del
b) Inexistencia del Estado de necesidad exculpante delito en el Código
Penal de Honduras
La regulación del Código es insuficiente, por cuanto no admite otros
supuestos de no exigibilidad de la conducta, como el estado de necesidad
exculpante, tal como se concibe en la doctrina penal52. Este se aplica,
fundamentalmente, en los casos donde los bienes jurídicos son de igual
valor y no es aplicable el principio de ponderación de bienes del estado
de necesidad justificante.
En el CPH no se establece la posibilidad de aplicar el estado de nece-
sidad cuando los bienes son de igual valor, como en el CP español, que lo
contempla en el art. 20 núm. 5). En estos casos, el ordenamiento jurídico
desaprueba el mal causado; sin embargo, prescinde excepcionalmente
de la sanción penal, en la medida que se considera que no era exigible
al sujeto observar la norma. Esto no obsta para que en aplicación de la
analogía in bonan partem, los jueces no puedan hacer uso de la figura
del estado de necesidad exculpante.

50 Amelung. K. «Contribución a la crítica del sistema de Roxin», en Schunemann, B.


El sistema moderno de derecho penal…, op. cit., p. 104.
51 Mir Puig. op. cit., p. 622.
52 Sobre los presupuestos del estado de necesidad exculpante véase, Jescheck, H. H.
Tratado…, op. cit. p. 435.
41
c) El error de prohibición
El error de prohibición, si bien se encuentra regulado entre las
causas eximentes de responsabilidad, aparece en el tratamiento del
error. El PCPH lo regula en el artículo 23.2:
d) El error invencible sobre la ilicitud de la conducta constitutiva
de la infracción excluye la responsabilidad penal. Si el error es
vencible la pena debe ser disminuida en un tercio (1/3).
Finalmente, debe señalarse como una grave omisión, la falta de
regulación sobre la diversidad cultural como causa de justificación, ex-
culpación o tratamiento jurídico diverso. Este desconocimiento de las
culturas diferenciadas, especialmente en un país como Honduras, que
cuenta con pueblos originarios y poblaciones garífunas, es una grave
violación a los derechos humanos que debe ser objeto de una revisión
cuidadosa por parte de los jueces. Sobre esto, Zaffaroni ha señalado
que debe suprimirse cualquier pena o medida de seguridad que pre-
tenda sustraer forzadamente a una persona de las pautas de su grupo
cultural53. El tratamiento jurídico distinto es obligatorio, conforme el
Convenio 169 de la OIT:
Artículo 8 1. Al aplicar la legislación nacional a los pueblos in-
Bases de la teoría del teresados deberán tomarse debidamente en consideración sus
costumbres o su derecho consuetudinario.
delito en el Código
Penal de Honduras
2.5. Circunstancias modificativas de la
responsabilidad penal

2.5.1. Circunstancias atenuantes y sus efectos


El CPH contempla como causas atenuantes las siguientes (artículo
31):
1. Las causas de exención de la responsabilidad criminal cuando no
concurra alguno de los requisitos no esenciales exigidos para su
apreciación. Estas causas tienen la consideración de atenuantes
cualificadas. (Eximentes incompletas).
2. Actuar por estímulos tan poderosos que produzcan en el sujeto
arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad seme-
jante (estado de emoción violenta).
3. Haber procedido el culpable a reparar el daño causado o a dis-
minuir los efectos perjudiciales del delito antes de la finalización
de las investigaciones preliminares (arrepentimiento eficaz).

53 Zaffaroni, R. E. Sistemas penales y derechos humanos, op. cit., p. 58.


42
4. Ser el culpable mayor de dieciocho (18) años y menor de vein-
tiuno (21).
5. Haber procedido el culpable, antes de tener conocimiento del
inicio de un procedimiento judicial, a confesar la infracción a
las autoridades.
6. Cualquier otra circunstancia análoga a las anteriores.
Las circunstancias atenuantes pueden dividirse en dos: las muy
calificadas que provocan la reducción del marco penal, y las circuns-
tancias comunes, que su única consecuencia es disminuir el injusto
penal, pero dentro de los límites fijados en el marco penal.
El único caso de circunstancia atenuante muy calificada, es el inciso
primero: las causas eximentes de responsabilidad incompleta. Aquí se
refiere a todas las causas eximentes de responsabilidad actualmente
contempladas en el artículo 30 CPH (inimputabilidad, causas de justifi-
cación y exculpación).
El artículo 64 del PCPH establece que, en estos casos, el juez o Tri-
bunal, «atendiendo al número y la identidad (sic) de los requisitos que
faltaren o concurrieren», puede imponer la pena correspondiente al
delito cometido rebajada en un tercio (1/3) o un cuarto (1/4), aplicándola
en la extensión que estimen conveniente, atendidas las circunstancias Bases de la teoría del
personales del autor y, en su caso, el resto de las circunstancias ate- delito en el Código
nuantes o agravantes. Penal de Honduras
Evidentemente, el legislador incurrió en error al referirse a la «iden-
tidad» de los requisitos, pues a lo que se refiere, como se señalaba en
el Proyecto del CPH, es a la «entidad», es decir, al grado de importancia
de los requisitos faltantes.
En el caso de las demás circunstancias atenuantes, consagradas en
los numerales 2 al 6 del art. 31 del CPH, la consecuencia es la posibilidad
de atenuar la pena, graduándola dentro del marco penal fijado para el
delito correspondiente, conforme a las reglas del artículo 60 para los
autores, o 61 para el caso de los partícipes.
Es importante señalar que por el principio de analogía in bonam
partem, el inciso 6º recoge que el juez puede apreciar otras circuns-
tancias atenuantes por analogía. Aquí pues, no se aplica una cláusula
cerrada de circunstancias atenuantes, sino que el juez puede apreciar
cualquier otra de conformidad con las características tanto con relación
al hecho (antijuricidad), como personales del autor (culpabilidad), y que
tengan fundamento en consideraciones político criminales razonables.

43
2.5.2. Circunstancias agravantes y sus efectos
En términos generales, las circunstancias agravantes son respetuosas
del principio de lesividad y están basadas en la protección de bienes
jurídicos (artículo 32 CPH). Es plausible que se contemplen como cir-
cunstancias agravantes aquellas que tienen que ver:
Con motivos de odio54.
El abuso de superioridad o de confianza.
Prevalerse de la función pública. Sin embargo, la redacción de este
inciso es un poco deficiente, pues indica: «Prevalerse del carácter público
que tenga el culpable» (art. 32.6).
Como nota negativa, se observa que se mantiene la reincidencia
como causa agravante, lo cual puede constituir una forma de derecho
penal de autor o por conducción de vida. Adicionalmente, el artículo
83 contempla la figura del CONDENADO HABITUAL, definiéndolo como:
«quien incurre en nuevo delito habiendo sido ya condenado por dos
(2) o más delitos de la misma naturaleza, y dentro de un periodo de
cinco (5) años a partir de la condena», lo que le impide acceder a de-
terminados beneficios penales.
El efecto principal de las agravantes es graduar la responsabili-
Bases de la teoría del
dad del sujeto dentro del marco penal correspondiente. De tal manera
delito en el Código que, salvo cuando constituyan por sí mismas un elemento CUALIFI-
Penal de Honduras CANTE del tipo, no aumentan el marco penal. Su principal función es
apoyar la determinación de la pena conforme las reglas del artículo
70 CPH.

54 Art. 32. 8. Cometer el delito por motivos racistas u otros relativos a la ideología,
religión o creencias de la víctima, edad, lengua, situación familiar, etnia, raza o
nación a la que pertenezca, su sexo, orientación sexual o identidad de género,
razones de género, enfermedad o discapacidad.
44
III Sistema de
consecuencias jurídicas
3.1. La duración excesiva de las penas
de privación de libertad
Sin duda, uno de los grandes nudos problemáticos del CPH es el
sistema de penas, especialmente por la extensión e indeterminación
que plantea en cuanto a la prisión perpetua y la pena privativa de
libertad de 30 años. Ambas dimensiones son contrarias al principio
de humanidad y mínima intervención de todo derecho penal demo-
crático.
Es plausible que el CPH no contemple la pena de muerte lo cual,
por otra parte, es una obligación del Estado de Honduras derivada de
la prohibición expresa de reintroducir la pena de muerte y el carácter
abolicionista del artículo 4.2 de la CADH.
Sin embargo, al haber establecido la cadena perpetua (art. 37) y la
pena privativa de libertad de 30 años (art. 38), el CPH se encuentra en Sistema de
violación del artículo 5 de la CADH, que prohíbe la tortura y los tratos o consecuencias
las penas, crueles, inhumanas y degradantes. Además, violenta el carác- jurídicas
ter resocializador de la pena consagrado en el artículo 5.6 de la CADH.
Zaffaroni es claro al indicar que la pena de larga duración provoca
un «deterioro psíquico irreversible»55. Constituye, por tanto, una forma
de INOCUIZAR o INUTILIZAR a una persona humana, convirtiéndose en una
pena de carácter corporal56.
Por su parte, Gracia Martín señala que
… debería atenderse seriamente a las estimaciones de la
moderna Ciencia del Derecho penal en el sentido de que una
pena privativa de libertad de duración real superior a quince
años puede producir una producción espiritual, en deterioro
irreversible de la personalidad del recluso. Desde este punto de
vista una privatia de libertad que produzca estos efectos podría
considerarse contraria a nuestra Constitución… que prohíbe las
penas inhumanas57.

55 Zaffaroni, R. E. Sistemas penales y derechos humanos, op. cit. p. 69.


56 Ídem.
57 Gracia Martin, L. Lecciones de consecuencias jurídicas del delito. Tirant lo Blanch,
Valencia, 1998, p. 225.
45
La Corte IDH, en su jurisprudencia constante, ha señalado que toda
pena corporal es incompatible con la Convención58:
58. Todos los instrumentos internacionales de derechos huma-
nos de alcance general, sean de carácter regional o universal,
contienen preceptos de contenido similar al artículo 5 de la
Convención Americana59. Dichos preceptos generales se com-
plementan con la prohibición expresa de la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes previstos
en los instrumentos internacionales específicos y, para efectos
del presente caso, la prohibición de la imposición de penas
corporales60.
59. La Corte Interamericana ha sostenido que: […] la tortura y las
penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes están estricta-
mente prohibidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos. La prohibición de la tortura y las penas o tratos crue-
les, inhumanos o degradantes es absoluta e inderogable, aun en
las circunstancias más difíciles, tales como guerra, amenaza de
guerra, lucha contra el terrorismo y cualesquiera otros delitos,
estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto interior,
suspensión de garantías constitucionales, inestabilidad política
Sistema de interna u otras emergencias o calamidades públicas61.
consecuencias 60. Asimismo, la jurisprudencia internacional y las resoluciones
jurídicas de otras autoridades, descritas a continuación, han considerado
que el castigo corporal es incompatible con las garantías inter-
nacionales contra la tortura y otros tratos crueles, inhumanos
y degradantes.

58 Corte IDH. Caso Caesar Vs. Trinidad y Tobago. Sentencia de 11 de marzo de 2005.
59 Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 5); Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre (art. 1); Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos (art. 7); Convención Europea para la Protección de los Derechos Huma-
nos y de las Libertades Fundamentales (art. 3); Carta Africana sobre los Derechos
Humanos y de los Pueblos (art. 5) y Carta Árabe de Derechos Humanos (art. 13).
60 Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas el 30 de agosto de
1955 por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito
y Tratamiento del Delincuente, U.N. Doc. A/CONF/611, annex I, E.S.C. res. 663C,
24 U.N. ESCOR Supp. (No. 1) p. 11, ONU. Doc. E/3048 (1957), enmendado E.S.C.
res. 2076, 62 U.N. ESCOR Supp. (No. 1) p. 35, U.N. Doc E/5988. La Regla 31 prevé
específicamente que «[l]as penas corporales, encierro en celda oscura, así como
toda sanción cruel, inhumana o degradante quedarán completamente prohibidos
como sanciones disciplinarias».
61 Caso Lori Berenson Mejía, op. cit. párr. 100; Caso De la Cruz Flores. Sentencia de
18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115, párr. 125; y Caso Tibi, Sentencia de 7
de septiembre de 2004. Serie C, No. 114, párr. 143.
46
Además, la Corte ha señalado la obligación que tiene el Estado de
garantizar el derecho a la reeducación y reinserción social. En este punto,
indicó en el caso de López Álvarez Vs. Honduras62:
106. El Estado es garante de los derechos de los detenidos, y
debe ofrecer a éstos condiciones de vida compatibles con su
dignidad. (…) el Estado debe asegurar que una persona esté
detenida en condiciones que sean compatibles con el respeto
a su dignidad humana, que la manera y el método de ejercer
la medida no le someta a angustia o dificultad que exceda el
nivel inevitable de sufrimiento intrínseco a la detención, y que,
dadas las exigencias prácticas del encarcelamiento, su salud
y bienestar estén asegurados adecuadamente, brindándole,
entre otras cosas, la asistencia médica requerida.
Por todo ello, tanto la pena de prisión a perpetuidad como la pena
de treinta años, son incompatibles con los estándares internacionales
en materia de derechos humanos.
Por otra parte, la pena de prisión a perpetuidad viola el principio de
determinación de la pena, pues es variable y su duración depende de
la extensión de la vida del penado. También su régimen de aplicación
resulta difícilmente compatible con el principio de proporcionalidad,
ya que para poder revisar la pena y aplicar una libertad anticipada, el Sistema de
penado debe haber cumplido 30 años de prisión63. Es decir, resulta in- consecuencias
discutible que toda persona condenada a perpetuidad deberá cumplir jurídicas
como mínimo 30 años de privación de libertad.
Para que se pueda suspender la prisión a perpetuidad, el artículo
37 CPH exige «que el condenado haya observado buena conducta en
el establecimiento penitenciario y no exista peligro de reiteración de-
lictiva, a la vista de las características del hecho y de las circunstancias
personales del autor». En todo caso, el beneficio de suspensión de la
pena a perpetuidad se puede revocar, cuando «se produjere un cambio
de circunstancias que no permita mantener ya el pronóstico de falta de
peligrosidad».
Así, resulta indudable que la pena a perpetuidad es una mani-
festación de derecho penal de autor, que se basa en el pronóstico de
peligrosidad sobre una persona penalmente imputable. Esta situación
es incompatible con el principio de legalidad, como lo ha señalado la
Corte IDH en el Caso Fermín Ramírez64:

62 Corte IDH. Caso López Álvarez Vs. Honduras. Sentencia de 1 de febrero de 2006.
63 Artículos 38.2 y 83 inciso a) PCPH.
64 Corte IDH. Fermín Ramírez Vs. Guatemala. Sentencia del 20 de junio de 2005.
47
94. En concepto de esta Corte, el problema que plantea la
invocación de la peligrosidad no sólo puede ser analizado a la
luz de las garantías del debido proceso, dentro del artículo 8 de
la Convención. Esa invocación tiene mayor alcance y gravedad.
En efecto, constituye claramente una expresión del ejercicio
del ius puniendi estatal sobre la base de las características
personales del agente y no del hecho cometido, es decir, sus-
tituye el Derecho Penal de acto o de hecho, propio del sistema
penal de una sociedad democrática, por el Derecho Penal de
autor, que abre la puerta al autoritarismo precisamente en
una materia en la que se hallan en juego los bienes jurídicos
de mayor jerarquía.
95. La valoración de la peligrosidad del agente implica la apre-
ciación del juzgador acerca de las probabilidades de que el
imputado cometa hechos delictuosos en el futuro, es decir,
agrega a la imputación por los hechos realizados, la previsión
de hechos futuros que probablemente ocurrirán. Con esta base
se despliega la función penal del Estado. En fin de cuentas, se
sancionaría al individuo —con pena de muerte inclusive— no
con apoyo en lo que ha hecho, sino en lo que es. Sobra pon-
derar las implicaciones, que son evidentes, de este retorno al
Sistema de pasado, absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los
consecuencias derechos humanos. El pronóstico será efectuado, en el mejor
jurídicas de los casos, a partir del diagnóstico ofrecido por una pericia
psicológica o psiquiátrica del imputado.
96. En consecuencia, la introducción en el texto penal de la pe-
ligrosidad del agente como criterio para la calificación típica de
los hechos y la aplicación de ciertas sanciones, es incompatible
con el principio de legalidad criminal y, por ende, contrario a
la Convención.
Por todo ello, se considera que la regulación actual de las penas
privativas de larga duración y de privación de libertad a perpetuidad
es contraria a las obligaciones internacionales del Estado de Honduras
en materia de respeto a los derechos humanos y, en consecuencia,
deben adecuarse a través de la interpretación judicial. Los jueces, en
aplicación del principio de Convencionalidad, deben abstenerse de
imponer este tipo de sanciones, dado que constituyen penas contra-
rias a la CADH.

48
3.2. Alternativas a la privación de libertad y
modalidades de cumplimiento
de las penas privativas de libertad
Más allá de la duración de las penas privativas de libertad, el CPH
introduce importantes innovaciones en el sistema punitivo hondureño.
En primer lugar, establece modalidades de penas privativas de
libertad que pueden coadyuvar a evitar los efectos desocializadores de
la institucionalización. Así, se contemplan:
• Arresto domiciliario (art. 39)
• La pena de detención de fin de semana (art. 40)
Esto es positivo, en la medida que permite a la persona continuar
con sus actividades y desarrollo de su proyecto de vida. En especial, le
permite continuar con la vida familiar, en su trabajo o en sus estudios,
o realizar otras actividades sin que la privación de libertad le coarte
innecesariamente sus actividades. Se evita también la estigmatización
proveniente de la cárcel.
Sin embargo, no se contempla la prisión nocturna, aunque en el régi-
men de detención de fin de semana se puede hacer arreglos para lograr
la adecuación de la privación de libertad a las necesidades del penado.
Sistema de
Otra innovación importante del Código es que amplía el catálogo consecuencias
de penas, para evitar que la privación de libertad sea el eje central del jurídicas
sistema de penas. La exigencia de que no se utilice la cárcel como pena
única y principal, ha sido reseñada tanto por la doctrina como por los
instrumentos internacionales en materia de derechos humanos.
El fundamento para reivindicar la supresión de las penas cortas de
privación de libertad se deriva del principio de ultima ratio del derecho
penal65. Solo se debe acudir a la pena (en general), pero fundamental-
mente a la pena privativa de libertad, cuando es absolutamente impres-
cindible por resultar insuficientes otras formas de reacción jurídica. La
pena corta privativa de libertad provoca efectos sociales muy negativos,
pues causa desarraigo y pérdida del empleo, desvinculación con la familia
y, sobre todo, estigmatización social.
Derivado de esta necesidad de prescindir de la pena de prisión, Na-
ciones Unidas adoptó las Reglas mínimas sobre las medidas no privativas
de la libertad o (Reglas de Tokio)66, cuyo artículo 2.3 dispone:

65 Gracia Martin, L. op. cit., p. 225.


66 Adoptadas por la Asamblea General en su Resolución 45/110, de 14 de diciembre
de 1990.
49
A fin de asegurar una mayor flexibilidad, compatible con el tipo
y la gravedad del delito, la personalidad y los antecedentes del
delincuente y la protección de la sociedad, y evitar la aplicación
innecesaria de la pena de prisión, el sistema de justicia penal
establecerá una amplia serie de medidas no privativas de la
libertad, desde la fase anterior al juicio hasta la fase posterior
a la sentencia. El número y el tipo de las medidas no privativas
de la libertad disponibles deben estar determinados de manera
tal que sea posible fijar de manera coherente las penas.
Por ello, es plausible que el Código haya introducido alternativas a
la privación de libertad, que corresponden a:
• Las penas privativas de otros derechos (artículos 40 al 49).
• Prestación de servicios de utilidad pública o a la víctima (artículo
50).
• La pena de días multa (artículo 53).

3.2.1 Penas privativas de otros derechos


El CPH establece en la sección III, del título correspondiente a las
penas, la regulación de las penas privativas de derechos. En este senti-
Sistema de do, se trata de la privación de derechos distintos a la libertad. Suponen
consecuencias una limitación a los derechos civiles, políticos, profesionales o a la libre
jurídicas circulación o residencia de una persona determinada.
En el CPH las penas privativas de otros derechos se contemplan co-
mo pena principal para ciertas modalidades de delitos, especialmente
aquellos que tienen que ver con la función pública o la autorización
estatal para realizar determinadas actividades. Asimismo, se ha pre-
visto limitaciones al derecho a la libre locomoción, para los casos en
que el sujeto activo del delito puede afectar a la víctima.
Como penas privativas de otros derechos se contemplan:
• Pérdida de la nacionalidad: solo para el extranjero nacionalizado
hondureño (art. 41).
• Suspensión de la ciudadanía: para el ejercicio del derecho de
sufragio activo y pasivo para optar a cargos públicos y ser fun-
cionario o empleado público (hasta 10 años) (art. 42).
• Inhabilitación absoluta: pérdida de honores, empleo, oficios o
cargos públicos o ser elegido a cargos públicos (de 5 a 20 años)
(art. 43).
• Inhabilitación especial de cargo u oficio público. Pérdida del
cargo u oficio público por 3 meses a 20 años (art. 44).

50
• Inhabilitación de profesión, oficio, comercio o industria: pér-
dida por 3 meses a 20 años (art. 45).
• Privación del derecho de conducción de vehículos automoto-
res, aeronaves y embarcaciones: por un periodo de 3 meses a
10 años (art. 46).
• Privación de los derechos a la tenencia y portación de armas
de fuego, explosivos y similares: privación del derecho por
periodo de 3 meses a 20 años (art. 47).
• Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
para contratar con el sector público y para gozar de beneficios
o incentivos fiscales o de la Seguridad Social: duración de 3
meses a 10 años (art. 48).
• Inhabilitación especial de patria potestad, tutela, guarda o
curatela: duración de 3 meses a 20 años (art. 49).
• Las penas de prohibición de residencia, prohibición de apro-
ximación o de comunicación con la víctima: por un periodo de
3 meses a 10 años (art. 51).
• Pena de localización permanente por un período de hasta 3
años (art. 52).
Estas penas de inhabilitación de derechos establecen periodos de Sistema de
duración que oscilan entre 3 y 20 años, dependiendo de cada una de las consecuencias
modalidades. El objetivo político criminal es evitar la reiteración delictiva jurídicas
y lograr que el sujeto no vaya a prisión, pero que sufra la privación de
un derecho vinculado con el delito cometido.
De estas penas, quizás las que presentan inquietudes más impor-
tantes son la prohibición de RESIDENCIA, PROHIBICIÓN DE APROXIMACIÓN
O DE COMUNICACIÓN CON LA VÍCTIMA (art. 51) y la de localización perma-
nente (art. 52), que establece el uso de dispositivos electrónicos en
el condenado para vigilarlo de forma continua.
Esta sanción es similar —por no decir que tiene el mismo fundamen-
to—, que la prohibición de residencia o aproximación de comunicación
con la víctima. Sin embargo, debido a que la vigilancia es sumamente
intensa, la pena de localización permanente tiene una duración máxima
de 3 años, en tanto que las prohibiciones de residencia o aproximación
a la víctima pueden contemplar un período de hasta 10 años.
No se justifica la diferenciación de la duración de ambas sanciones,
ya que se entiende que el uso de dispositivos electrónicos es solo un
medio para controlar el cumplimiento de la sanción y NO la sanción en
sí misma.

51
3.2.2 La prestación de servicios a favor de utilidad
pública o a favor de la víctima
El artículo 50 CPH dispone que
La prestación de servicios de utilidad pública o a las víctimas
obliga al condenado a realizar gratuitamente actividades de
utilidad pública, que pueden consistir en labores de reparación
del daño causado, apoyo o asistencia a las víctimas, participación
en talleres o programas formativos o de reeducación, labora-
les, culturales, de educación vial, sexual u otros similares que
guarden relación con el delito cometido.
Esta sanción ha sido pensada para delitos menos graves, con el ob-
jetivo de prescindir de una pena de corta duración. Su duración diaria
tiene un mínimo de cuatro (4) y un máximo de ocho (8) horas de trabajo.
No se podrá imponer menos de veinte (20) horas ni más de cuarenta
(40) horas de trabajo por semana.
La pena de prestación de servicio de utilidad pública o a las víctimas
tiene una duración de un (1) mes a un (1) año, a no ser que se dispon-
ga expresamente otra cosa. La imposición de esta modalidad punitiva
requiere del consentimiento del penado.
Sistema de Si el condenado incurre en dos ausencias injustificadas, el Juez de
consecuencias Ejecución, sin perjuicio de deducir testimonio por quebrantamiento
jurídicas de condena, puede acordar la sustitución del tiempo restante de ser-
vicios de utilidad pública o a las víctimas por arresto domiciliario o
localización permanente.

3.2.3. El sistema de días multa


El artículo 53 CPH impone una pena pecuniaria bajo la modalidad
de días multa, lo cual es un avance político criminal importante, en la
medida que garantiza una mejor adecuación de la sanción a la capaci-
dad de pago del autor y al nivel de culpabilidad por el delito cometido.
Se establece un sistema de 10 a 2000 días. Estos días multa se fijan
con relación a la gravedad del delito y el nivel de responsabilidad del
condenado.
El principio de capacidad de pago viene dado por la regulación del
quantum del día-multa, el cual se fija en atención al patrimonio del
penado. Con ello se garantiza la igualdad de la sanción, en función del
nivel socioeconómico de la persona condenada. El parámetro diario de
multa lo fijará el juez entre 20 a 5000 lempiras.
El Código también establece en el artículo 54 la multa proporcio-
nal, que se contempla excepcionalmente para ciertos delitos y obliga
52
al juez a imponerla conforme el valor del objeto del delito, el beneficio
económico obtenido o perseguido o el daño causado.
Sin embargo, el artículo 54 impone límites máximos para estos casos
en cuanto a los días, estableciendo tres parámetros:
• Los delitos con sanciones privativas de libertad que superen los
5 años, no podrán tener multas superiores de 1000 a 2000 días.
• Los delitos entre 2 a 5 años de privación de libertad, no podría
tener multas superiores de 600 a 1000 días.
• Los delitos inferiores a 2 años de privación de libertad, no podrán
tener multas superiores de 300 a 600 días.
Esto es importante, porque el CPH prevé la privación de libertad
en caso de impago de multa. Si la multa fuera proporcional al daño
causado o beneficio obtenido, o valor del objeto, podría alcanzar en
algunos casos varios millones de lempiras, lo que generaría penas in-
determinadas que, al momento de ser convertidas de multa a privación
de libertad, podrían equivaler a decenas o cientos de años, e incluso
ser muy superiores a las penas privativas de libertad previstas para el
correspondiente delito. En cambio, en la forma prevista se establece
que, en caso de responsabilidad personal subsidiaria, la privación de
libertad no puede exceder de 2 años67. Sistema de
Al fijar estos límites, el legislador mantiene la coherencia político consecuencias
criminal del objetivo de la sanción y no genera situaciones de inseguridad jurídicas
jurídica y desproporción de la pena.
Debe recordarse que, si el condenado no satisface la multa impuesta,
voluntariamente o por vía de apremio, queda sujeto a una responsabi-
lidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad por cada
dos cuotas diarias no satisfechas, que puede cumplir bajo la forma de
detención de fin de semana o arresto domiciliario68.
La ley permite también la sustitución de la pena de multa por servi-
cios de utilidad pública, siendo equivalente un día de multa por un día
de prestación de servicio.

67 Artículo 56 CPH, tercer párrafo.


68 Artículo 56 CPH.
53
3.3. Penas accesorias
La sección IV del título relativo a consecuencias, establece las penas
accesorias.
Las penas accesorias son aquellas que solo pueden ser impuestas
junto a una pena principal. Se caracterizan por no estar previstas de
modo específico para el concreto delito previsto en la Parte Especial
del Código. De esa cuenta, la accesoriedad va referida a otras penas,
que son las principales y que se encuentran expresamente previstas
para cada delito.
Esta circunstancia es claramente explicada en el artículo 57, el cual
indica que: «Las penas de inhabilitación son accesorias en los casos en
que, no estando previstas específicamente en un delito, la Ley declara
que otras penas las llevan consigo».
Se contemplan las siguientes penas accesorias: para los delitos con
penas de privación de libertad, el artículo 58 CPH aplica como penas
accesorias la inhabilitación absoluta y especial, por el tiempo de la
condena, salvo que esté ya prevista como pena principal.
Para los delitos con penas inferiores a los 5 años, el artículo 59 dis-
pone que se aplicarán como penas accesorias las siguientes:
Sistema de
1) Inhabilitación especial de cargo o empleo público durante el
consecuencias tiempo de la condena, siempre y cuando estos derechos hayan
jurídicas tenido relación directa con el delito cometido;
2) Inhabilitación especial de profesión, oficio, comercio o indus-
tria durante el tiempo de la condena, siempre y cuando estos
derechos hayan tenido relación directa con el delito cometido;
3) Inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad,
custodia, tutela o curatela durante el tiempo de la condena,
siempre y cuando estos derechos hayan tenido relación directa
con el delito cometido.

3.4. Determinación de la pena


Para la imposición de una pena determinada por la comisión de un
delito, es necesario llevar un proceso de concreción o individualización.
Este proceso lleva tres fases: la pena legal abstracta, la concreción legal y
la individualización judicial. El CPH regula este proceso en el Capítulo II.
En cuanto a la determinación de la pena, se utiliza básicamente un
sistema de límites mínimos y máximos, que vienen establecidos para
cada delito. En este punto, el artículo 60 señala que se aplicará al autor
del delito consumado «La pena fijada en la Ley».
54
3.4.1 Penas para autores y partícipes
Para el caso de tentativa, según el artículo 63, al autor se le rebajará
la pena en un cuarto (1/4) si se tratase de tentativa acabada, y en un
tercio (1/3) en caso de una tentativa inacabada.
A los inductores se les impone la misma pena del autor. Mientras
que a los cómplices se les rebaja en una tercera parte la pena prevista
en la ley para los autores, salvo cuando, por las circunstancias del caso,
se considere que su contribución ha sido esencial, en cuyo caso se im-
pone la pena del autor.

3.4.2. Reglas concursales


En cuanto a la pluralidad de delitos, el CP regula los tradicionales:
concurso real (art. 66) y concurso ideal (art. 67).
En el caso del concurso real, se establece que las penas impuestas
deben cumplirse una en pos de otra, pero en ningún caso deben durar
más del triple del tiempo de duración de la más grave de las penas
impuestas, y nunca puede exceder de treinta (30) años.
En cuanto al concurso ideal, se aplica la pena correspondiente al
delito o falta que tenga señalada la pena más grave aumentada en un
Sistema de
tercio (1/3), sin que pueda exceder de la suma de las penas concretas
impuestas, si se hubiesen penado separadamente los delitos. consecuencias
jurídicas
Finalmente, una innovación importante es la introducción del deli-
to masa; este se aplica cuando existe una pluralidad de ofendidos por
defraudaciones menores que, al ser consideradas individualmente, por
sí solas, no constituyen delito en razón de su cuantía.
Por ello, el CPH dispone que el hecho debe estimarse en conjunto
como un solo delito, tomándose como monto del perjuicio patrimonial
el conformado por el importe global de lo defraudado.
En el caso del delito masa, la pena se fija teniendo en cuenta el
perjuicio total causado, pudiendo aumentarse en dos tercios (2/3).
Ahora, si cada hecho es por sí mismo constitutivo de delito, se
aplica la regla tradicional del delito continuado: con la pena señalada
para la infracción más grave que se debe imponer en su mitad superior,
pudiendo llegar hasta una pena superior en un tercio (1/3).

55
3.5. Sustitutivos de las penas privativas de libertad
El CPH contempla la posibilidad de sustituir la pena privativa de
libertad, o suspender la sanción en determinados supuestos, mediante
los siguientes mecanismos:
• Probation o suspensión condicional del fallo (art. 73).
• Reemplazo o conversión de la pena privativa de libertad (art.
74).
• Reemplazo de la pena de prisión por la de expulsión del territorio
nacional (art. 75).
• La suspensión de la ejecución de la pena o parole (art. 78).
• La libertad condicional (art. 81).

3.5.1. Suspensión condicional del fallo


El art. 73 faculta al juez a suspender el dictado del fallo, cualquiera
que sea la naturaleza de la pena, siempre que
• La sanción a imponer no exceda de 2 años.
• Se trata de delincuente primario o que no se tome en cuenta
Sistema de condenas anteriores, por delitos cancelados o que debieran ser-
consecuencias lo, o por delitos que por su naturaleza o circunstancias carezcan
jurídicas de significación en relación con el delito juzgado.
• No exista peligro de reiteración delictiva en el sujeto
• Se hayan satisfecho las responsabilidades civiles o estas no
existan, o cuando sea imposible al condenado hacer frente a
las mismas, según declaratoria judicial.
En estos casos, la declaratoria de suspensión del fallo tendrá una
duración de 2 a 5 años, según las circunstancias del delito. El juez no
dictará la parte resolutiva del fallo y el procesado puede quedar sometido
a reglas de conducta o a la localización permanente del artículo 84 CPH69.

69 Artículo 84.- MEDIDAS REGULADORAS DE LA LIBERTAD. En los supuestos expresa-


mente previstos en este Capítulo, el Órgano Jurisdiccional competente atendiendo
la naturaleza del hecho cometido y las necesidades de rehabilitación social del
sujeto, puede imponer alguna o algunas de las medidas siguientes: 1) Prohibición
de acudir a determinados lugares; 2) Prohibición de aproximarse o comunicarse con
la víctima, sus familiares u otras personas que determine el Órgano Jurisdiccional
competente; 3) Prohibición de ausentarse del lugar donde resida sin autorización
del Órgano Jurisdiccional competente; 4) Obligación de presentarse periódica-
mente ante el Órgano Jurisdiccional competente para informar de sus actividades
y justificarlas; 5) Participación en programas formativos, laborales, culturales,
de educación vial, sexual y de consejería familiar; 6) Someterse a tratamientos
56
Si el sujeto infringe durante el plazo de suspensión las obligaciones
o deberes impuestos, el Juez o Tribunal podrá, previa audiencia de las
partes, según los casos:
a) Sustituir la medida de conducta impuesta por otra distinta;
b) Prorrogar el plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda
exceder de siete (7) años;
c) Revocar la suspensión del fallo y proceder a su pronunciamiento,
si el incumplimiento fuera reiterado, con las mismas consecuen-
cias previstas en el párrafo anterior.
Transcurrido el plazo de suspensión habiéndose cumplido las
condiciones establecidas, el Juez o Tribunal acordarán dejar definiti-
vamente sin efecto la sentencia.

3.5.2. Reemplazo de la pena de prisión


a) Reemplazo por detención de fin de semana,
arresto domiciliario o multa
El juez, por el artículo 74 CPH, puede sustituir la pena privativa de
libertad por detención de fin de semana, arresto domiciliario o multa,
previa audiencia de las partes, siempre que: Sistema de
a) La pena de prisión no sobrepase los 3 años; consecuencias
jurídicas
b) las circunstancias personales del reo, la naturaleza del hecho,
su conducta y, en particular, el esfuerzo realizado para reparar
el daño causado así lo aconsejen;
c) no se trate de reos habituales.
En estos casos, cada semana de prisión debe ser sustituida por
detención de dos (2) fines de semana, y cada día de prisión por dos (2)
cuotas de multa o por un (1) día de arresto domiciliario.
Cuando la pena de prisión no supera los seis (6) meses, el Juez o
Tribunal puede, además, sustituir esta pena por localización permanente.
Cada día de prisión equivale a dos (2) días de localización permanente.
Excepcionalmente, se puede reemplazar la pena privativa de liber-
tad con penas que no excedan de 4 años, cuando se estime que el
cumplimiento de la pena puede frustrar la prevención especial.

ambulatorios psicológicos, psiquiátricos y de desintoxicación; 7) Suspensión del


derecho de conducción de vehículos automotores, aeronaves y embarcaciones;
8) Suspensión del derecho a la tenencia y portación de armas y explosivos; y, 9)
Portación de grillete o dispositivos electrónicos. En ningún caso el contenido de
las medidas reguladoras puede atentar contra la dignidad del condenado.
57
En estos casos, los condenados quedan sujetos a las reglas de la
libertad vigilada del artículo 86 (es un error en el texto, pues se refiere
realmente al artículo 87).
En el caso de la conversión de la pena de prisión en multa, se con-
vertirá cada día de prisión por dos (2) cuotas de multa o por un (1) día
de arresto domiciliario.
b) Reemplazo de la pena de prisión por la de expulsión
del territorio nacional
La pena impuesta a un extranjero, que no supere los 3 años, pue-
de ser reemplazada por la expulsión del territorio hondureño, siempre
que aquél no tenga antecedentes penales en el territorio nacional.
La expulsión conlleva la imposibilidad del condenado de reingre-
sar en el territorio nacional durante el triple del tiempo de la pena de
prisión sustituida, contado desde la fecha de su expulsión.
Si regresa en este término cumplirá la pena de prisión que le hubiera
sido sustituida, sin perjuicio de la responsabilidad penal por delito de
quebrantamiento de condena.

3.5.3. Suspensión condicional de la ejecución


Sistema de
de la pena o parole
consecuencias
jurídicas Esta institución es sumamente parecida a la suspensión condicional
del fallo, con la diferencia que, en este supuesto, el juez ya dictó una
sentencia de condena. Por tanto, aquí la suspensión se produce tras la
emisión del fallo.
La suspensión condicional de la ejecución de la pena de prisión
procede, según el artículo 78 CPH, cuando concurren los requisitos
siguientes:
a) Que la pena, individualmente considerada o sumada con otras,
no supere los cinco (5) años de privación de libertad;
b) Que sea la primera vez que delinque el condenado;
c) Que no exista peligro de reiteración delictiva del condenado, a
la vista de las características del hecho y de las circunstancias
personales del autor; y
d) Que el condenado haya satisfecho, en su caso, las responsabili-
dades civiles derivadas del hecho delictivo, salvo que el Juez o
Tribunal, después de oír a los interesados y al Ministerio Público,
declare excepcionalmente la imposibilidad total o parcial de que
el sujeto haga frente a las mismas.

58
La suspensión se condiciona a que el condenado no vuelva a delin-
quir en un plazo de cinco (5) años, que se fijará por el Juez o Tribunal,
previa audiencia de las partes, atendidas las circunstancias personales
del delincuente, las características del hecho y la duración de la pena.
Igualmente, el juez puede imponer al penado las reglas de conducta
establecidas en el artículo 84.
El incumplimiento de las condiciones de la suspensión, da lugar a
modificar las medidas reguladoras impuestas al condenado, cuando la
variación de sus circunstancias personales así lo aconseje, o ampliar el
plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda exceder de cinco
(5) años. El juez podrá revocar la suspensión de la ejecución de la pena
si el incumplimiento fuera reiterado.
Si el sujeto delinque durante el plazo de suspensión establecido,
el Juez o Tribunal revocará la suspensión de la ejecución de la pena y
deberá cumplir la pena impuesta.

3.5.4. Libertad condicional


Según el artículo 81 CPH se podrá anticipar la libertad del condena-
do, quedando sometido a un régimen condicional de libertad. Para que
se pueda aplicar la libertad condicional, es necesario haber cumplido la Sistema de
pena privativa de libertad, de la siguiente forma:
consecuencias
En delitos con penas menores de 15 años, hasta la mitad de la pena; jurídicas
En delitos con penas superiores a 15 años hasta 30 años, deberá
haber cumplido 2/3 partes de la pena;
En delitos cuya pena sobrepasa los 30 años (pena a perpetuidad)
hasta que se hayan cumplido los 30 años de prisión.
Bajo estas condiciones, el régimen de libertad provisional se torna
más exigente conforme aumenta la duración de la pena. En última ins-
tancia, bajo esas condiciones deja de cumplir sus finalidades, puesto que
prácticamente la persona condenada a prisión perpetua debe cumplir
la totalidad de la condena máxima (30 años), antes de poder solicitar
su libertad condicional.
El requisito para poder optar a la libertad condicional es haber ob-
servado buena conducta durante la ejecución de la pena y que exista
un pronóstico favorable de reinserción social.
Además, ha de haber satisfecho las responsabilidades civiles deri-
vadas del hecho delictivo, salvo que el Juez o Tribunal, después de oír
a los interesados y al Ministerio Público, declare excepcionalmente la
imposibilidad total o parcial de que el sujeto haga frente a las mismas.

59
El pronóstico favorable de reinserción social constituye una manifes-
tación de derecho penal de autor, que podría estimarse inconstitucional
por su subjetividad y la arbitrariedad de su valoración.
La doctrina establece que no debe efectuarse prognosis de crimina-
lidad sobre personas imputables, o sea condenadas a penas privativas
de libertad. Esto contraviene el principio de legalidad, como ya quedó
explicado al analizar el artículo 9 de la CADH70.
La persona sometida a libertad vigilada queda sometida a las reglas
de conducta del artículo 84, según estime necesario el juez. El período
de libertad condicional dura todo el tiempo que le falte al sujeto para
cumplir la condena.
Si en dicho período el condenado comete un nuevo delito doloso o
incumple las medidas reguladoras de la libertad impuestas, el Órgano
Jurisdiccional competente revocará la libertad concedida y el sujeto
reingresará a prisión para cumplir la parte de la pena que se hubiera
dejado de ejecutar, de la que puede descontarse hasta tres cuartos (3/4)
del tiempo pasado en libertad.
Por último, se establece que la libertad condicional no es aplicable
a condenados que lo hayan sido por participación en grupos delictivos
organizados, excepto si colaboran de forma directa y eficaz para prevenir
Sistema de otros delitos de criminalidad organizada, impidiendo su realización o
consecuencias aportando u obteniendo pruebas de otros ya cometidos, y tras cumplir
jurídicas los requisitos a los que se refiere el presente artículo.
Esta prohibición puede ser considerada discriminatoria, pues
prácticamente está excluyendo a un colectivo específico del beneficio.
Además, condicionar su aplicación a que actúen como colaboradores
eficaces está pervirtiendo la figura.
Los beneficios de colaboración eficaz deben regularse en forma
independiente de la libertad anticipada, pues sus fundamentos políti-
co criminales son distintos, y deben ser los regulados en disposiciones
legales relativas a la criminalidad organizada.

70 Cfr. Sentencia de Fermín Ramírez contra Guatemala, ya citada.


60
IV Regulación de las
medidas de seguridad
4.1. Principios reguladores
de las medidas de seguridad
Como puntos positivos del régimen de medidas de seguridad, se
establece en el artículo 85 CPH que son post delictuales, requieren una
sentencia previa declarando la comisión del delito y se requiere de una
prognosis de peligrosidad criminal.
El art. 85 contempla el principio de proporcionalidad, en el sentido
de que solo podrán imponerse medidas de seguridad privativas de li-
bertad, cuando la sanción prevista para el delito contemple una pena de
prisión. La medida de seguridad no debe ser ni más gravosa ni de mayor
duración que la pena que hubiere sido aplicable al hecho cometido, ni
exceder el límite de lo necesario para prevenir la peligrosidad del sujeto.
Por otra parte, el artículo 86 contempla el principio de flexibilidad,
de tal manera que las medidas de seguridad son revisables periódica- Regulación de las
mente por el juez (una vez al año cuando menos) y pueden ser cesadas,
medidas de seguridad
o sustituidas por otras menos gravosas, o suspendidas.

4.2. Tipología de las medidas de seguridad


El art. 87 contempla dos grandes categorías de medidas de segu-
ridad: las privativas de libertad y las no privativas de libertad. Como
medidas privativas de libertad establece:
a) El internamiento en centro psiquiátrico;
b) El internamiento en centro de desintoxicación; y
c) El internamiento en centro educativo especial.
Como medidas no privativas de libertad, se cuenta con un amplio
catálogo de recursos:
a) La sumisión a tratamiento ambulatorio;
b) La inhabilitación profesional;
c) La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclo-
motores;

61
d) La privación del derecho a la tenencia y porte de armas y ex-
plosivos;
e) La custodia familiar;
f) La prohibición de residencia;
g) La prohibición de acudir a determinados lugares;
h) El sometimiento a programas de tipo formativo, cultural,
educativo-profesional, de educación sexual y otros similares;
i) La caución de buena conducta;
j) La libertad vigilada y,
k) La expulsión de extranjeros.

4.3. Aplicación de medidas de seguridad


a personas imputables y violación al principio
de derecho penal del acto
Sin embargo, el artículo 97 in fine del CPH contempla la posi-
bilidad de aplicar medidas de seguridad a sujetos imputables, cuan-
do concurra «pronóstico de comportamiento futuro de reiteración
delictiva»71.
Regulación de las
Se establece un estado peligroso y la posibilidad de extender las
medidas de seguridad
consecuencias jurídicas a personas imputables, a través de la aplicación
de la libertad vigilada y el sometimiento a reglas de conducta. Esto
configura un derecho penal de autor.
Este precepto es además sumamente grave, puesto que la persona
imputable, que ha cumplido su pena, puede quedar sometida a LIBERTAD
VIGILADA por el «pronóstico de reiteración delictiva futura», y puede ser
procesada por el incumplimiento de las reglas de conducta impuestas
en la libertad vigilada72, por el delito de quebrantamiento de condena,
lo cual es sin duda una violación al principio de ne bis in idem.
En este caso, como advierte el Tribunal Constitucional español, se
advierte un intento de sancionar de nuevo, desde la misma perspectiva
de defensa social, unos hechos ya sancionados lo que, según la STC de
27 de noviembre de 1985, infringía dicho principio»73.

71 Art. 97 CPH.
72 Art. 96 CPH.
73 Muñoz Conde, F. Derecho Penal. Parte General, op. cit., p. 641.
62
4.4. Sistema vicarial de aplicación
de medidas de seguridad
Como punto positivo, el CPH contempla el sistema vicarial de medi-
das de seguridad74 para semi-imputables o inimputables que actuaron
por adicción o toxicomanías. El artículo 98 dispone que,
… en caso de concurrencia de penas y medidas de seguridad
privativas de la libertad, el Órgano Jurisdiccional competente
ordenará en primer lugar el cumplimiento de la medida que
se abonará para el de la pena. Una vez cumplida la medida
de seguridad, el Órgano Jurisdiccional competente puede
suspender el cumplimiento del resto de la pena por un plazo
no superior a la duración de la misma, si con su ejecución
se pusieran en peligro los efectos conseguidos a través de
la medida.
Como señala Muñoz Conde, con esta previsión se da respuesta a
los casos en que el sujeto es responsable del delito, pero se le reconoce
una imputabilidad disminuida que desaconseja el ingreso en prisión
y requiere la sumisión a tratamiento. Piénsese en anomalías que no
siempre alcanzan la exención total (por ejemplo, las toxicomanías) pero
que sería funesto remitir a la cárcel.
En el sistema vicarial, por tanto, la pena y medida de seguridad no Regulación de las
se acumulan matemáticamente, sino que se integran mutuamente. medidas de seguridad

74 Ibíd., p. 640.
63
V Responsabilidad penal
de las personas jurídicas
5.1. Principios generales
El CPH, en su Título VII, establece la responsabilidad penal de las
personas jurídicas.
Desde perspectivas tradicionales penales, la responsabilidad penal
de las personas jurídicas había sido rechazada por el principio societas
delinquere non potest, por considerársele una forma de responsabili-
dad colectiva, impropia del principio de culpabilidad.
Sin embargo, la doctrina reciente considera ya superado este prin-
cipio, por cuanto las personas jurídicas tienen una enorme importancia
en la vida social contemporánea y el omitir su punición genera graves
situaciones de impunidad: las corporaciones y personas jurídicas son
hoy más poderosas que muchos Estados, tanto desde el punto de vista
político como económico.
Responsabilidad
Por ello, la regulación de la responsabilidad de las personas jurí-
penal de las personas
dicas es positiva y obligada, ya que diversos tratados internacionales
jurídicas establecen que se reconozca; entre ellos:
La Convención de Palermo75:
Artículo 10. Responsabilidad de las personas jurídicas 1. Cada
Estado Parte adoptará las medidas que sean necesarias, de
conformidad con sus principios jurídicos, a fin de establecer
la responsabilidad de personas jurídicas por participación en
delitos graves en que esté involucrado un grupo delictivo or-
ganizado, así como por los delitos tipificados con arreglo a los
artículos 5, 6, 8 y 23 de la presente Convención.
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción76:
Artículo 26. Responsabilidad de las personas jurídicas. 1.
Cada Estado Parte adoptará las medidas que sean necesarias,
en consonancia con sus principios jurídicos, a fin de establecer
la responsabilidad de personas jurídicas por su participación en
delitos tipificados con arreglo a la presente Convención. 2. Con

75 Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional.


Resolución 55/25 de la Asamblea General, de 15 de noviembre de 2000.
76 Ibíd. Resolución 58/4 de la Asamblea General, de 31 de octubre de 2003.
64
sujeción a los principios jurídicos del Estado Parte, la responsa-
bilidad de las personas jurídicas podrá ser de índole penal, civil o
administrativa. 3. Dicha responsabilidad existirá sin perjuicio de
la responsabilidad penal que incumba a las personas naturales
que hayan cometido los delitos. 4. Cada Estado Parte velará en
particular por que se impongan sanciones penales o no pena-
les eficaces, proporcionadas y disuasivas, incluidas sanciones
monetarias, a las personas jurídicas consideradas responsables
con arreglo al presente artículo.
Además, países tradicionalmente seguidores del principio societas
delinquere non potest, como España, Italia y otros, lo han abandonado.
Como indica Adan Nieto: «El principio societas delinquere non potest
pertenece a la historia del derecho en la práctica totalidad de los países
de la Unión Europea»77.
El sistema de responsabilidad que se propone en el CPH (artículo
102) se basa en la autonomía e independencia de la responsabi-
lidad penal de las personas jurídicas y de sus representantes. De tal
manera, que la responsabilidad penal de las personas físicas que os-
tentan los cargos directivos o de representación (de hecho o derecho)
subsiste independientemente de la responsabilidad de la persona
jurídica. La responsabilidad de personas jurídicas tiene como finali- Responsabilidad
dad incrementar la eficacia del derecho penal y la responsabilidad
penal de las personas
individual. No viene a sustituir a la responsabilidad individual, sino a
hacerla más efectiva.
jurídicas
De esta forma, la responsabilidad de la persona jurídica sirve para
reforzar la individual, porque su finalidad es que las personas jurídicas
adopten medidas de organización que impidan la realización de hechos
delictivos y, en su caso, permitan y coadyuven en su esclarecimiento y
denuncia a las autoridades públicas78.
La independencia de la punición de las personas jurídicas se regula
en el artículo 102 párrafo 3º. «La responsabilidad penal de las perso-
nas naturales es independiente de la que corresponda a las personas
jurídicas». Esta autonomía total de la sanción se explica en el artículo
102 párrafo 2º:
La concurrencia, en las personas que materialmente hayan reali-
zado los hechos, de circunstancias que afecten a la culpabilidad
del acusado o agraven su responsabilidad o, el hecho de que
dichas personas hayan fallecido o se hubieren sustraído a la

77 Nieto Martín, A. La responsabilidad penal de las personas jurídicas: un modelo


legislativo. Iustel, Madrid, 2008.
78 Ibíd.
65
acción de la justicia, no excluirá ni modificará la responsabilidad
penal de las personas jurídicas.
Se abre así un derecho penal de doble vía —colectiva e individual—
que permite alcanzar la meta de protección de bienes jurídicos más
eficientemente: La responsabilidad penal de la empresa obliga a abrir los
ojos a los socios y a la cúpula empresarial, de manera que forma parte
de la ordenada gestión de la entidad preocuparse por la prevención de
hechos delictivos. Se evita, además, que la responsabilidad penal recaiga
únicamente en actores secundarios o de nivel medio.
En segundo lugar, la responsabilidad colectiva no solo hace más
eficaz la individual, sino que permite un derecho penal material más
sencillo, menos costoso y lesivo para los ciudadanos, evitando el proceso
de sobreexplotación del derecho penal individual79.
La responsabilidad de la persona jurídica sólo cabe apreciarse en
delitos dolosos (artículo 102). Para que se pueda imputar la respon-
sabilidad a la persona jurídica, es necesario que sus administradores,
de hecho o de derecho, hayan cometido el delito en su nombre y por
cuenta de ella en su beneficio.
El hecho de que la ley reconozca a los administradores de hecho o
derecho es importante, porque de esta manera está llegando a los últi-
Responsabilidad mos responsables, que muchas veces se esconden tras un entramado
penal de las personas económico falso. Por ello, reconocer el dominio que tienen los adminis-
jurídicas tradores de facto o que en la realidad ostentan el poder real en la toma
de decisiones es un paso muy positivo para enfrentar los hombres de
paja o testaferros que muchas veces son colocados para encubrir a los
verdaderos responsables.
El CPH establece un sistema de punición numerus clausus, donde la
responsabilidad de la persona jurídica está «prevista en los supuestos
de este Código» (artículo 102 primer párrafo).
El artículo 102 establece la responsabilidad de las personas jurídicas
en delitos dolosos donde exista un beneficio para estas.
Para que emerja la responsabilidad penal, tuvo que existir una
actuación de sus representantes legales o de aquellos que, actuando
individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurí-
dica, están autorizados para tomar decisiones en su nombre, dirigidas
a beneficiarla.
Lo central es que las personas que ostentan cargos de represen-
tación, de iure o de facto, o tengan capacidad de tomar decisiones en
la persona jurídica, hubiesen cometido el delito para BENEFICIO de la

79 Ibíd.
66
sociedad. En este caso reconoce una forma de autoría mediata, donde
la persona natural utiliza como instrumento a la persona jurídica para
fin defraudatorio.
Este es un avance positivo, que debe ser interpretado por los jueces
para fundamentar la responsabilidad penal de personas, que aun cuando
no aparezcan a cargo de la persona jurídica, ostentan su dominio y, por
tanto, la pueden instrumentalizar.
El artículo 103 establece ciertas categorías de personas jurídicas
excluidas de responsabilidad penal:
• El Estado,
• Las organizaciones internacionales de Derecho Público,
• Otras entidades que ejerzan potestades públicas de soberanía
o administrativas,
• Sociedades mercantiles estatales que ejecuten políticas públi-
cas o presten servicios de interés económico general, a excep-
ción de cuando se trate de delitos contra la Seguridad Social.
• Las personas jurídicas cuya facturación anual en el año prece-
dente a la comisión del delito no haya excedido los Tres Millones
de Lempiras (L 3,000,000.00). Responsabilidad
Esta última exoneración se presenta como sumamente benevolen- penal de las personas
te y no tiene una razón justificativa de ser desde una perspectiva de jurídicas
política criminal.
En el mismo artículo se señala que cuando una persona natural
utilice personas jurídicas para cometer un delito, estas deben ser san-
cionadas por el delito o delitos cometidos si concurren las condiciones
recogidas en el artículo precedente. Lo anterior también es aplicable a
los fundadores, administradores representantes que se aprovechen de
una institución estatal para eludir alguna responsabilidad penal.

5.2. Sanciones previstas para las personas jurídicas


Las sanciones previstas para las personas jurídicas plantean una
serie de posibilidades que van desde la DISOLUCIÓN, la suspensión de
actividades por determinados periodos, su intervención para su rees-
tructuración y el pago de multas80.
El catálogo de penas o sanciones previsto en el CPH ha sido concebi-
do tomando en cuenta la importante función social que desempeñan las
personas jurídicas en la sociedad contemporánea y también los enormes

80 Artículo 104 CPH.


67
peligros que entraña la desviación de sus conductas en múltiples ám-
bitos de la vida social: ambiental, económica, derechos laborales, etc.
Por ello el legislador pretende dotar al juez de herramientas que se
adecúen a las necesidades sociales y que le permitan cumplir con los
fines de protección de bienes jurídicos, pero de preservación de otros
intereses sociales, de carácter económico o laboral.
El juez no puede limitarse, en consecuencia, a aplicar únicamente
la pena de multa. Si bien esta es de obligatoria imposición, el juez debe
motivar el uso de las otras sanciones, estimadas las circunstancias.
En este punto, el artículo 104 indica que la imposición de las penas
exigirá de la resolución judicial en la que se impongan, una doble mo-
tivación o justificación adicional, condicionándose su imposición a una
específica valoración sobre:
1) Su necesidad para prevenir la continuidad de la actividad delic-
tiva o de sus efectos, y
2) Las consecuencias económicas y empresariales para la persona
jurídica; y,
3) El impacto económico, social y laboral de su adopción.
Responsabilidad La pena de multa se computa por cuotas o proporcional. La multa
penal de las personas por cuota diaria se fija entre 200 a 50,000 lempiras, hasta por un máxi-
jurídicas mo de 2000 días.
También se puede fijar la multa proporcional en atención al daño
causado, al beneficio obtenido o que se pudiere obtener, al valor del
objeto, la cantidad defraudada o indebidamente obtenida (art. 104,
inciso 1).
Cuando no sea posible estimar el cálculo, se aplicarán las siguientes
proporciones:

cuando la pena a una persona individual sea


• 700 a 2000 días multa
pena de prisión superior a 5 años
cuando la pena a una persona individual sea
• 400 a 1000 días multa
entre 2 a 5 años;
• 200 a 600 días multa en los restantes casos.

El mismo art. 104 establece otras penas potestativas en aquellos


casos en que en el concreto tipo de la parte especial reconoce al Juez o
Tribunal la potestad de imponer algunas otras penas principales, además
de las expresamente previstas. Estas son:
1) Suspensión de las actividades específicas en las que se produjo
el delito, por un plazo que no puede exceder de cinco (5) años;
68
2) Clausura de los locales y establecimientos que se utilizaron para
la realización del delito, por un plazo que no puede exceder de
cinco (5) años;
3) Prohibición de realizar en el futuro las actividades específicas
en cuyo ejercicio se ha cometido, favorecido o encubierto el
delito;
4) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
para contratar con el sector público y para gozar de beneficios
e incentivos fiscales o de la Seguridad Social, por un plazo que
no puede exceder de quince (15) años;
5) Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los
trabajadores o de los acreedores por el tiempo que se estime
necesario, sin que exceda de cinco (5) años. La intervención
puede ser total o parcial, poseerá el contenido que se fije en la
resolución judicial y podrá modificarse por el Órgano Jurisdic-
cional competente, tanto material como temporalmente, en
atención a los informes que periódicamente realicen el inter-
ventor y el Ministerio Público (MP). El ejercicio de la función
del interventor estará regulado reglamentariamente.
En estos casos únicamente podrá imponerse aquellas cuyo conte-
nido material tenga directa relación con el delito cometido. Responsabilidad
Finalmente, se establece la pena de disolución, la cual produce la penal de las personas
pérdida definitiva de la personalidad jurídica, así como la capacidad jurídicas
de actuar de cualquier modo en el tráfico jurídico, o la de llevar a cabo
cualquier clase de actividad, aunque sea lícita.
En este supuesto, y para garantizar los derechos de los trabajadores
y proteger los intereses de la economía nacional, antes de disolver la
persona jurídica, el Estado puede optar a intervenirla o a subrogarse la
titularidad de la persona jurídica condenada a la disolución, si concu-
rriera alguna de las siguientes condiciones:
a) Que se pudiera producir importantes repercusiones laborales
en el territorio donde esté implantada la entidad a la vista de
la actividad desempeñada por la misma; o,
b) Que la entidad desarrolle un servicio público o de utilidad pú-
blica cuya interrupción pudiera ocasionar un daño considerable
a la colectividad.
En el artículo 105 CPH se establecen circunstancias atenuantes para
las personas jurídicas penalmente responsables:
1) Confesar la infracción a las autoridades antes de conocer que
las investigaciones o el procedimiento judicial se dirige contra
ella;
69
2) Colaborar en la investigación del hecho aportando pruebas,
antes del comienzo del juicio oral, que fueran nuevas y decisivas
para esclarecer las responsabilidades penales dimanantes de
los hechos;
3) Reparar o disminuir el daño causado por el delito antes del
comienzo del juicio oral; y,
4) Haber establecido, antes del comienzo del juicio oral, medidas
eficaces para prevenir y descubrir los delitos que en el futuro
pudieran cometerse con los medios o bajo la cobertura de la
persona jurídica, por sus representantes o administradores.
La concurrencia de circunstancias atenuantes permite al Juez o
Tribunal, en atención a su número e intensidad, imponer la pena hasta
su límite mínimo.
De no mediar circunstancias atenuantes, el Juez o Tribunal impon-
drá la pena en atención a las circunstancias del hecho y del sujeto que
haya obrado en nombre, representación o por cuenta de la persona
jurídica.

5.3. Suspensión del procedimiento en delitos


Responsabilidad cometidos por personas jurídicas (probation
para personas jurídicas)
penal de las personas
jurídicas El artículo 106 CPH permite al órgano jurisdiccional competente
suspender motivadamente el procedimiento, hasta antes de la aper-
tura del juicio oral, atendidas las exigencias de prevención general,
siempre que concurran las siguientes condiciones:
1) Que sea la primera vez que se comete un hecho delictivo;
2) Que no existe peligro de reiteración delictiva a la vista de las
características del hecho y de las circunstancias de la persona
jurídica;
3) Que no exista responsabilidad civil derivadas del hecho delictivo
o se hayan satisfecho las mismas;
4) Que los representantes de la persona jurídica colaboren con las
autoridades en las investigaciones; y,
5) Que la persona jurídica reconozca su responsabilidad en los
hechos.
El plazo de suspensión es de dos (2) a cinco (5) años, y lo fija el Juez
o Tribunal atendidas las características del hecho.
La suspensión del procedimiento, y sin perjuicio de fijar en auto
motivado las responsabilidades civiles que procedan, la condicionará a
70
que no se cometa otro delito atribuible a la persona jurídica durante el
periodo que se señale.
Además, puede someter a la persona jurídica al cumplimiento de
las medidas siguientes:
a) Realización de cambios organizativos en la persona jurídica que
minimicen el riesgo de reiteración delictiva;
b) Implementación de programas de prevención del delito y de los
mecanismos correspondientes;
c) Renuncia a la realización, por parte de la persona jurídica, de
ciertas actividades;
d) Despido de los ejecutivos responsables;
e) Intervención judicial, lo que puede incluir la realización de au-
ditorías o inspecciones con coste a cargo de la persona jurídica.
Si se imputa otro delito a la persona jurídica durante el plazo de
suspensión fijado, o incumple cualquiera de las medidas impuestas, el
Órgano Jurisdiccional competente revocará la suspensión y continuará
el proceso hasta dictar la sentencia que procede.

Responsabilidad
penal de las personas
jurídicas

71
Segunda parte
Análisis de la Parte Especial
del Código Penal
I Consideraciones
generales

L a Parte Especial del Código Penal de Honduras (CPH) contempla


los delitos concretos y está agrupado sistemáticamente en 32
títulos, cada uno en función de la protección de un determinado
bien jurídico. La categoría de bien jurídico realiza tres funciones
esenciales: la primera de carácter político criminal, como criterio
orientador sobre los parámetros de selectividad empleados para
escoger los intereses sociales merecedores de tutela social.
Una segunda función de carácter dogmático, para enjuiciar crítica-
mente aquellos delitos que no se apegan al principio de Lesividad; es
decir, que tipifican conductas que son socialmente inocuas o no com-
portan mayor dañosidad social, siempre y cuando otras instancias de
control social, jurídicas o de otro tipo, no ofrezcan una respuesta igual o
más efectiva de la que ofrece el derecho penal a un menor coste social.
Finalmente, los bienes jurídicos cumplen una función intra-
sistemática, permitiendo establecer la jerarquía de los intereses tu- Consideraciones
telados, y fijando proporcionalmente un sistema de sanciones, lógico generales
y coherente, que responda a la importancia del bien jurídico y como
criterio teleológico de interpretación de los tipos penales.

1.1. Bienes jurídicos tutelados y respeto por


el principio de lesividad, subsidiariedad y
fragmentariedad de los bienes jurídicos
En términos político criminales, se considera que el CPH está
inspirado por principios personalistas de protección de los bienes ju-
rídicos. Respecto a la incriminación penal, la doctrina penal sostiene
que los bienes jurídicos corresponderán a aquellos cuyo disfrute debe
garantizar el Estado y que se dan al hombre por naturaleza o desarrollo
social1. Se podría afirmar que el CPH presenta, en términos generales,
una teoría monista personalista2, llevando a un ordenamiento jurídi-
co penal configurado de modo que se tienda al libre desarrollo de la
personalidad: puesto que el Estado existe para el ciudadano, y no al

1 Lascurain, Juan Antonio, «Bien jurídico y legitimidad de la intervención penal»,


Revista Chilena de Derecho, Vol. 22, N° 2, 1995, p. 254.
2 Stratenwerth, Günther, Derecho Penal Parte General I. El hecho punible, trad.
Manuel Cancio y Marcelo Sancinetti, Buenos Aires: Hammurabi, 2005.
75
revés, la libertad sólo puede restringirse para asegurarla3. Aunque,
como se analizará más adelante, algunos bienes jurídicos escogidos
no responden a esta finalidad.
Desde la perspectiva del desarrollo integral de la persona humana,
es sumamente plausible la introducción de nuevos bienes jurídicos como
los delitos ambientales4, delitos contra la seguridad social5, delitos labo-
rales6 (especialmente los atentados contra la libertad de sindicalización)
y los delitos contra el orden socioeconómico7.
En el capítulo XXIV se establecen delitos contra la hacienda pú-
blica, que tutelan no solo la defraudación tributaria, sino también la
defraudación a la seguridad social. Sin duda, esta es una modernización
importante del CPH, que protege así a los trabajadores frente a emplea-
dores que muchas veces omiten pagar cuotas patronales y, además, se
quedan con las deducciones de salarios efectuadas a los trabajadores.
Además, la regulación del derecho a la salud garantiza a los con-
sumidores la calidad y seguridad en cuanto a productos alimenticios y
sanitarios8. En este punto, el legislador hondureño parece estar actuando
en función de la tutela de intereses de la colectividad y haciendo frente
a actos gravemente nocivos que, regularmente, habían permanecido
impunes por falta de tipificación.
Consideraciones Ciertamente, se debe hacer un análisis más detallado para conocer
generales si las conductas criminalizadas y las penas contempladas están acor-
des a la gravedad de las conductas. Pero el reconocimiento de todas
estas formas de criminalidad es en sí mismo un avance importante
en los procesos de criminalización primaria y dota al derecho penal de
un marco más democrático. Por supuesto, se espera que estas figuras
penales sean efectivamente perseguidas y no se limiten a un mero
derecho penal simbólico.
Asimismo, es plausible que el CPH contemple las relaciones de
igualdad de género como un bien jurídico tutelado, lo que viene a
reconocer la realidad histórica de exclusión y marginación contra la
mujer. Además, responde a la obligación convencional de adecuar la
legislación interna a las convenciones internacionales de las cuales el

3 «Lineamientos de una teoría personal del bien jurídico», trad. Patricia Ziffer,
en Doctrina penal. Teoría y práctica de las ciencias penales, Año 12, N° 45 a 48,
Buenos Aires: Ediciones Depalma, 1989, pp. 275-285.
4 Título XVI.
5 Título XXIII.
6 Título XII.
7 Título XXIII.
8 Capítulos I y II de los delitos contra la salud, y capítulo III de los delitos contra el
orden socioeconómico.
76
Estado hondureño es parte, como la Convención de Belem Do Para,
que obligan a prevenir y sancionar adecuadamente todas las formas
de violencia contra la mujer9.
En este punto, el artículo 7 de la precitada Convención indica que:
Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia
contra la mujer y convienen en adoptar, por todos los medios
apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, san-
cionar y erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente
c. Incluir en su legislación interna normas penales, civiles y
administrativas, así como las de otra naturaleza que sean ne-
cesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra
la mujer y adoptar las medidas administrativas apropiadas que
sean del caso.
También es un cambio positivo que en la Parte General se disponga
que la interpretación del CPH debe hacerse conforme a la perspectiva
de género. Este punto ha sido aplaudido por la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), que ha destacado que,
como resultado de la aprobación de la Convención de Belém
do Pará, las leyes penales de la región en lo que respecta a la
violencia sexual se han modificado. Las nuevas normas incorpo-
ran la necesidad de desarrollar políticas de persecución fiscal y Consideraciones
disposiciones generales sobre los delitos y las faltas, así como generales
los delitos y sus penas; lo que rompe con algunos de los patro-
nes socioculturales que discriminan y violentan a las mujeres10.
EL CPH establece como bien jurídico tutelado la libertad y la segu-
ridad sexual11. Los delitos son de acción pública12, no siendo el perdón
un eximente de responsabilidad13.
Además, incluye artículos que responsabilizan a los entes del Esta-
do. Por ejemplo, establece una sanción de prisión para el funcionario
o empleado público, agente de autoridad o autoridad pública que, por
razón de nacionalidad, raza, sexo, religión o por cualquier otra condición
de una persona, le deniegue cualquiera de los derechos individuales
reconocidos por la Constitución14. Esta disposición busca evitar la discri-
minación y promover la debida diligencia, reconocida por los tratados

9 Sobre la obligación de proteger penalmente la violencia contra la mujer.


10 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Acceso a la justicia para mujeres
víctimas de violencia sexual en Mesoamérica, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 63, 9 diciembre
2011, p. 40.
11 Título IX. Delitos contra la libertad e indemnidad sexual.
12 Artículo 268 CPH.
13 Artículo 116 CPH.
14 Artículo 295 CPH.
77
internacionales en la investigación y persecución penal de delitos contra
la mujer y, especialmente, la violencia sexual.
Por otra parte, el Código Penal incluye una serie de bienes jurídicos
que, sin duda, resultan exagerados y no responden al principio de Le-
sividad. Sobre este punto, la doctrina considera que para que un bien
jurídico sea penalmente tutelable, debe encontrarse consagrado como
un derecho constitucionalmente protegido, o cuando menos derivable
directamente de la Constitución15.
Desde el punto de vista del principio de Lesividad, los bienes jurí-
dicos más cuestionables son los delitos contra el bienestar animal (Tí-
tulo XVI), los delitos contra el orden público (Título XXXI), y terrorismo
(Título XXXII).
En el caso del bien jurídico Bienestar Animal, parece que no existen
justificaciones político criminales para intervenir penalmente, a fin de
proteger a los animales del maltrato; en todo caso establece un mero
derecho penal simbólico, causando una hipertrofia penal que, lo úni-
co que generará, es la impunidad de estas conductas o la sobrecarga
procesal, lo cual puede impedir que la protección penal se enfoque en
bienes jurídicos de mayor trascendencia. Igualmente, resultan bastante
cuestionables bienes jurídicos como los delitos urbanísticos16, los cuales,
de conformidad con el principio de subsidiariedad y fragmentariedad
Consideraciones
del derecho penal, bien podrían ser protegidos a través de mecanismos
generales menos lesivos, como el derecho administrativo sancionador.
En el caso del Título XXXI Orden Público, el bien jurídico tiene una
innegable naturaleza autoritaria, y ha perdido la referencia a la protec-
ción de derechos o valores de la persona humana, para convertirse en
tutela de un sistema político frente a sus opositores. Esto puede sig-
nificar un claro peligro para la democracia participativa, al criminalizar
conductas que no están en función de la persona humana, sino de la
obediencia ciega al Estado.
También resulta cuestionable que se tipifique como delito el ultraje
a símbolos nacionales, en el artículo 538 CPH, pues no existe un bien
jurídico tutelado y es un claro acto de penalización de la libertad de
expresión17. Como ha señalado Zaffaroni, «se deben rechazar tanto
doctrinal, jurisprudencial como legislativamente la pretensión de que
las meras pautas morales o la sola autoridad del Estado puedan erigirse
en bienes jurídicos»18. Esto constituye una violación a los artículos 1, 2

15 Silva Sánchez, J.M. Aproximación al derecho penal contemporáneo, J.B. Editor,


Barcelona, 1992, p. 208.
16 Título XVIII Delitos urbanísticos.
17 Zaffaroni. Sistemas Penales y Derechos Humanos, op. cit., p. 30.
18 Ibíd., p. 30.
78
y 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y al artículo
9.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos19.
Más cuestionable aún es que se haya erigido el Terrorismo como
bien jurídico penal20. La CIDH ha cuestionado mucho la figura del te-
rrorismo por su ambigüedad, falta de taxatividad y la posibilidad de
crear condiciones para la persecución política de grupos disidentes
o de opositores políticos21. Como se verá al analizar las regulaciones
jurídicas concretas que integran este título, la mayoría de las figuras
no cumplen con el principio de legalidad y tienen una clara tendencia
a posibilitar la criminalización de sectores de la población, e impedir
el ejercicio de libertades ciudadanas como la libertad de expresión,
asociación y manifestación. Con ello se pretende acallar la protesta
social a través del uso del derecho penal, lo cual es absolutamente
inadmisible en un estado constitucional de derecho.

1.2. La jerarquía de bienes jurídicos y la coherencia


intrasistemática del sistema de consecuencias
jurídicas
En cuanto a la jerarquía de bienes jurídicos y la coherencia in-
trasistemática de las sanciones que se contemplan en cada figura
delictiva, prima facie, pareciera existir en el legislador la voluntad de
Consideraciones
categorizar los bienes jurídicos a partir de los delitos contra los dere-
chos humanos o crímenes internacionales; luego los delitos contra la
generales
vida, para después regular, en orden de importancia decreciente, los
bienes jurídicos y las correspondientes escalas punitivas.
Un primer punto de vista es que el CPH contempla la pena de
prisión a perpetuidad —lo cual ya se ha señalado en la parte anterior
desde una perspectiva político criminal como una pena inhumana o
degradante—, que viola el artículo 5 de la CADH, y se corresponde a la
doctrina del derecho penal del enemigo22. En esta sección, sin embargo,
no haremos un análisis axiológico, sino estrictamente dogmático de la
regulación de las penas y, en primer lugar, de los supuestos que admiten
la prisión perpetua.

19 Ibíd., p. 26.
20 Título XXXII.
21 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Criminalización de la labor de las
defensoras y los defensores de derechos humanos. OEA/Ser.L/V/II.Doc. 49/15, 31
diciembre 2015, párrs. 139 y ss.
22 González Cussac, J.L. «El renacimiento del pensamiento totalitario en el seno del
estado de Derecho: la doctrina del derecho penal enemigo», en Revista Penal, No.
19, 2007, Universidad de Huelva.
79
En este sentido, los delitos que contemplan prisión a perpetuidad
o penas máximas de prisión, se encuentran principalmente en los
bienes jurídicos contra el derecho internacional (crímenes de lesa
humanidad).
Los delitos que contempla esta pena son ocho:
1. Crímenes de lesa humanidad, artículo 139
2. Genocidio, artículo 143
3. Infracciones graves a los Convenios de Ginebra, artículo 144
4. Medios y métodos prohibidos por la guerra, artículo 146
5. Muerte o lesiones a persona internacionalmente protegida,
artículo 159
6. Secuestro agravado, artículo 240
7. Extorsión, artículo 373
8. Muerte del presidente, artículo 539
Al analizar estas figuras, se observa con preocupación que en los
delitos de secuestro agravado y extorsión, la pena de prisión a perpe-
tuidad puede ser impuesta por la muerte producida por imprudencia.
Consideraciones Esto, naturalmente, es totalmente desproporcionado por cuanto el
desvalor subjetivo de la acción impone que sea disminuida la pena en
generales
los casos de imprudencia. Castigar con la pena de un delito doloso una
conducta imprudente es inconstitucional, por el exceso punitivo. Como
indica Mir Puig: «Hoy se admite generalmente que la pena del delito
doloso (querido) debe ser mayor que la del delito imprudente (culposo)
y que si ni siquiera concurre imprudencia, porque el sujeto actuó con el
cuidado que le era exigible, no cabe imponer pena alguna»23.
Por eso existe una violación al principio de proporcionalidad en
la graduación de las penas, tal como se ha establecido en la doctrina
de prohibición de exceso formulada por el Tribunal Constitucional ale-
mán. La doctrina de prohibición de exceso establece la relevancia de
tres formas distintas en orden a la penalización: en primer lugar, una
determinada figura delictiva como tal, o su extensión, puede infringir
la prohibición de exceso; en segundo lugar, el marco penal abstracto
no está en armonía con la materia de injusto delimitada en el tipo legal
y, por último, la prohibición de exceso puede infringirse a través de la
sentencia que dictan los Jueces o Tribunales24.

23 Mir Puig, S. op. cit., p. 98.


24 Aguado Correa, Teresa. El principio de proporcionalidad en derecho penal. Aspec-
tos generales, en libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/principio-proporcionalidad-
aspectos-298553
80
En el ámbito del Derecho penal destaca la funcionalidad de este
principio en la tipicidad, la antijuricidad y en el establecimiento del
enlace material entre el delito y su consecuencia jurídica. En primer
lugar, la prohibición de exceso actuaría como límite a la criminalización
de conductas que el legislador lleva a cabo a través de la creación de
tipos penales. En particular, sancionar el delito doloso de la misma
forma que el delito imprudente, resulta contrario al desvalor subjetivo
de la acción. En consecuencia, existe aquí una violación al principio de
prohibición de exceso al sancionar con privación perpetua de libertad,
conductas imprudentes. De tal manera que en estos casos la pena es
desproporcionada y por ello resulta inconstitucional.
Esto debe llevar a los tribunales a no incurrir en el error jurídico
de aplicar la pena de prisión a perpetuidad en los casos de extorsión o
secuestro, donde resulte la muerte de la víctima por imprudencia, pues
implicaría una violación al principio de proporcionalidad. En este caso, el
juez debe utilizar la regla del concurso ideal25 entre el delito de secuestro
y extorsión y el delito de homicidio imprudente26: es decir, la pena del
secuestro o extorsión, aumentada en una tercera parte.
Además, en estos dos artículos la pena de prisión a perpetuidad es
obligatoria; es decir, viene configurada como una consecuencia única
imperativa, sin opción alternativa para el juez. Respecto a las penas
únicas y obligatorias, cabe aplicar mutatis mutandi lo dicho por la Corte Consideraciones
IDH para la aplicación de la pena de muerte obligatoria: «la cual trata a generales
los acusados no como seres humanos individuales y únicos, sino como
miembros indiferenciados y sin rostro de una masa que será sometida
a la aplicación ciega de la pena de muerte»27.
En ese mismo sentido, la Corte IDH, en el caso Raxcacó, consideró
que la pena obligatoria por plagio o secuestro,
tal como está redactado, tiene como efecto someter a los
acusados del delito de plagio o secuestro a procesos penales
en los que no se consideran —en ninguna instancia— las cir-

25 Artículo 67 CPH. CONCURSO IDEAL. Hay concurso ideal cuando con una (1) sola
acción u omisión se infringen diversas disposiciones legales que no se excluyen
entre sí.
La apreciación de concurso ideal supone la imposición de la pena correspondiente
al delito o falta que tenga señalada la pena más grave aumentada en un tercio (1/3),
sin que pueda exceder de la suma de las penas concretas impuestas si se hubiesen
penado separadamente los delitos.
26 Artículo 198 CPH. HOMICIDIO IMPRUDENTE. Quien causa por imprudencia grave
la muerte de otra persona, debe ser castigado con la pena de tres (3) a siete (7)
años de prisión; si la imprudencia es leve la pena debe ser de un (1) año a tres (3)
años de prisión.
27 Corte IDH. Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94.
81
cunstancias particulares del delito y del acusado, tales como
los antecedentes penales de éste y de la víctima, el móvil, la
extensión e intensidad del daño causado, las posibles circuns-
tancias atenuantes o agravantes, entre otras consideraciones
del autor y del delito28.
Todo ello constituye para la Corte IDH una violación al principio de
igualdad y prohibición de privación arbitraria de la vida establecida en
el artículo 4.1. de la CADH29. Por ello, cabría argumentar de igual forma
que, la aplicación de la pena de prisión perpetua, como pena obliga-
toria, constituye una pena arbitraria y desproporcionada en violación
al artículo 7.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Finalmente, resulta paradójico y contrario a la coherencia intrasis-
temática de las penas que delitos como el asesinato30 o el homicidio31
(que son delitos contra la vida DOLOSOS) no contemplen la sanción de
pena de prisión perpetua, y sí se contemple para los delitos de secues-
tro agravado y extorsión, cuando ocurra la muerte «POR IMPRUDENCIA».
Naturalmente, esto es una distorsión en el sistema de penas.
Por otra parte, en cuanto a la duración de las penas privativas de
libertad, la regla general es que la prisión máxima es de 30 años, pero
en el caso del delito de Infracciones graves a los Convenios de Ginebra,
se establece una pena máxima de 40 años de prisión. Igualmente, el
Consideraciones
artículo 145, uso de escudos humanos, contempla la misma pena.
generales
Los delitos que contemplan penas entre 20 y 30 años se encuen-
tran fundamentalmente en los delitos contra el derecho internacional,
especialmente, crímenes contra la humanidad, desaparición forzada y
crímenes de guerra.
Los delitos contra la vida, como ya se indicó, en su forma más gra-
ve contemplan penas de 25 a 30 años de prisión para el asesinato por
precio, recompensa o promesa; y de 20 a 25 años, en los demás casos
de asesinato, en tanto que el homicidio presenta penas de entre 15 a
20 años de prisión.
Se observa una paulatina disminución de los marcos penales en
los delitos contra la integridad personal, indemnidad y patrimonio.
Los delitos del patrimonio exhiben penas de 2 a 8 años; al comparar
las penas de delitos patrimoniales con las de los delitos de lesiones32

28 Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No. 133.
29 Ibíd.
30 Este contempla de 20 a 25 años y en caso de precio, recompensa o promesa re-
muneratoria, la pena de prisión debe ser de veinticinco (25) a treinta (30) años.
31 Artículo 192. HOMICIDIO, quince (15) a veinte (20) años.
32 Artículo 199 y siguientes CPH.
82
o incluso delitos de homicidio imprudente33, los delitos patrimoniales
exhiben mayor drasticidad, lo que parece implicar que el legislador
contempla una mayor protección al derecho al patrimonio que a la
integridad corporal.

Comparación de penas por bienes jurídicos:


Integridad corporal vs. Patrimonio
12
12

10
8
8

6
4
4
2
2

0
Penas

Hurto Robo Lesiones Lesiones graves

La desproporcionalidad de las consecuencias jurídicas se observa


más claramente en los delitos de orden público, particularmente en
TERRORISMO, donde las penas a imponer resultan sumamente elevadas, Consideraciones
sin existir claridad conceptual sobre en qué consiste este bien jurídico;
generales
en especial, en delitos como el atentado o la punición de actos prepa-
ratorios de atentado34 y, sobre todo, la asociación terrorista. Este último
contempla penas de 15 a 20 años de prisión35 para directivos, promotores
y financistas, y multa de 1000 a 2000 días, que son las más graves. Se
trata de un claro intento de reprimir a opositores políticos con penas
sumamente graves, basadas en tipos penales de autor.
En la mayoría de los casos, el bien jurídico sirve de parámetro para
establecer el marco general, y luego se gradúa atendiendo al desvalor de
acción, estableciéndose diferencias punitivas entre dolo e imprudencia,
y también agravando ciertas modalidades esencialmente peligrosas de
ataque como tipos agravados o disminuyendo la pena, cuando concurren
ciertas circunstancias atenuantes. Esta política criminal general, natu-
ralmente, exhibe algunas inconsistencias que serán analizadas en cada
punto, donde se equiparan las penas por delito doloso e imprudente36.

33 Artículo 198 CPH.


34 Artículos 570 y 571 CPH.
35 Artículo 587 CPH.
36 Ejemplo los delitos de secuestro y extorsión calificados por el resultado de muerte
de la víctima, que presentan como pena obligatoria la PRISIÓN A PERPETUIDAD.
83
Resulta altamente positivo que las sanciones se diversifican y se
hayan previsto atendiendo a la modalidad de ataque hacia el bien jurí-
dico. De esa cuenta, se han establecido penas como la prohibición de
residencia o de aproximación a la víctima, las inhabilitaciones especiales
de profesión u oficio o para el ejercicio de cargos públicos, cuando se
trata de profesionales o de funcionarios públicos. Estas penas también
han sido graduadas atendiendo a la importancia del bien jurídico tute-
lado, según el orden jerárquico que se ha establecido.
Sin embargo, en los delitos sexuales se establecen MEDIDAS DE SEGURI-
DAD a personas responsables. En especial, la medida de libertad vigilada
constituye una forma de derecho penal de autor37. En este punto se
faculta imponer la medida de libertad vigilada, que se debe ejecutar
con posterioridad a la pena privativa de libertad, con una duración de:
a) Hasta diez (10) años, cuando la pena de prisión impuesta sea
superior a los cinco (5) años; y,
b) Hasta cinco (5) años, en el resto de los casos.
c) Las penas de prohibición de residencia y aproximación a la
víctima por el doble del tiempo de la condena.
La imposición de una medida de seguridad tan intrusiva en la vida
del autor, que impone control y vigilancia por un plazo tan prolongado,
Consideraciones es un acto que puede ser considerado una forma de derecho penal
generales de autor, puesto que está basado en una presunción de peligrosi-
dad. Su compatibilidad con el artículo 9 de la CADH resulta por tanto
cuestionable, pues la Corte IDH ha señalado que las consecuencias
jurídicas para sujetos imputables no pueden basarse en pronósticos
de personalidad38.
El legislador ha establecido la punición de actos preparatorios
con carácter excepcional y siempre atenuando las penas correspon-
dientes con relación al delito doloso, en términos generales, con un
marco penal que va de un tercio a un cuarto del marco penal inicial.
En general, lo hace frente a conductas graves; sin embargo, existen
situaciones cuestionables como en el caso de los actos preparatorios,
por ejemplo del delito de atentado39 que, al ser un delito vagamente
definido, permite una intervención indebida en la esfera de libertad de
los hondureños.

37 Artículo 267 CPH.


38 Corte IDH. Caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 20 de junio de 2005. Serie C No. 126, párr. 96.
39 Artículo 571 CPH.
84
Se establece también la responsabilidad de personas jurídicas en
cada tipo de delito, donde se ha considerado las circunstancias espe-
cíficas del caso, para establecer el tipo de sanción dentro del catálogo
punitivo que se contempla para estas40.
Finalmente, cabe concluir que los principios que inspiran el CPH
exhiben un derecho penal moderno, democrático y respetuoso del ius
puniendi.
Sin embargo, su concreción específica al momento de la configu-
ración de los tipos penales, presenta incoherencias intrasistemáticas,
tanto desde el punto de vista político criminal como dogmático. Estos
problemas deben ser analizados cuidadosamente, para evitar la crimina-
lización de la protesta social, de la libertad de expresión o la despropor-
ción punitiva, así como otras expresiones autoritarias de derecho penal.

40 Artículo 105 CPH.


85
II Análisis por bien
jurídico tutelado
2.1. Delitos contra la comunidad internacional
El CPH establece en el Título I como bien jurídico más importante,
en apariencia, los delitos contra la comunidad internacional. Este título
contiene los siguientes capítulos:
• Delitos contra la humanidad y desaparición forzada (capítulo I)
• El genocidio (capítulo II)
• Crímenes de guerra (capítulo III)
• Crimen de agresión (capítulo IV)
• Disposiciones comunes a los crímenes de lesa humanidad,
genocidio y de guerra (capítulo V)
• Delitos contra el derecho de gentes (capítulo VI)
Análisis por bien • Delitos de fabricación y posesión de armas o medios de des-
jurídico tutelado trucción masiva (capítulo VII)
• La piratería (capítulo VIII)
• Los delitos contra la naturaleza humana (capítulo IX)
Los primeros tres capítulos recogen los delitos contemplados en el
Estatuto de la Corte Penal Internacional o Estatuto de Roma. Es decir,
los que atacan bienes jurídicos fundamentales contra la humanidad.
Su tipificación reconoce, en consecuencia, la obligación del Estado de
Honduras de introducir en su ordenamiento jurídico los delitos incluidos
en dicho instrumento internacional.
En el delito de crímenes de lesa humanidad se establecen los con-
templados en el artículo 6 del Estatuto de Roma, cuando se cometen
como parte de un ataque generalizado o sistemático contra población
civil, y con conocimiento de dicho ataque.
Sin embargo, adolece de un grave problema desde el punto de
vista del principio de taxatividad, que es la ausencia de regulación en
cada uno de los supuestos que aparecen en el artículo 13941, los cuales

41 1) Asesinato;
2) Exterminio;
3) Esclavitud;
86
únicamente enumera, pero no describe la conducta típica. Esto es una
copia literal del artículo 6 del Estatuto de Roma, pero este refiere que,
a través de las Reglas sobre elementos del delito elaboradas por la
Asamblea General de los Estados Parte42, se describirían las conductas
típicas. En este caso, la omisión del legislador puede o debe ser suplida
por los jueces, acudiendo a las reglas que contienen los elementos de
los crímenes del Estatuto de Roma, que aprobaron los Estados Partes
en Asamblea General, y que ha desarrollado la Corte43.
En estos capítulos es donde se consagran las penas más graves del
CPH: la prisión a perpetuidad y la prisión de 4044 o 30 años a perpetui-
dad45. En este punto, el CPH observa pautas punitivas superiores a las del
Estatuto de Roma, que prevé regularmente penas hasta por un máximo
de 25 años y, excepcionalmente, la cadena perpetua.
El artículo 140 contempla en forma autónoma el delito de desapa-
rición forzada. La redacción de este tipo penal mejoró, pues el Proyecto
del CPH únicamente contemplaba como autor del delito al particular que

4) Deportación o traslado forzoso de población;


5) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas
fundamentales de derecho internacional;
6) Tortura; Análisis por bien
7) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, este- jurídico tutelado
rilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad
comparable;
8) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en mo-
tivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género
u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo
al Derecho Internacional;
9) Desaparición forzada de personas;
10) El crimen de apartheid; y,
11) Otros actos inhumanos de carácter similar que causan intencionalmente gran-
des sufrimientos o atentan gravemente contra la integridad física o la salud
mental o física.
42 Artículo 9. Elementos de los crímenes. 1. Los Elementos de los crímenes, que ayu-
darán a la Corte a interpretar y aplicar los artículos 6, 7 y 8 del presente Estatuto,
serán aprobados por una mayoría de dos tercios de los miembros de la Asamblea
de los Estados Partes.
43 El texto de estos Elementos de los Crímenes se reproduce de Documentos Oficiales
de la Asamblea de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal In-
ternacional, primer período de sesiones, Nueva York, 3 a 10 de septiembre de 2002
(publicación de las Naciones Unidas, Nº de venta S.03.V.2 y corrección), segunda
parte. B. Los Elementos de los Crímenes adoptados en la Conferencia de Revisión
de 2010 se reproduce de Documentos Oficiales de la Conferencia de Revisión del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Kampala, 31 de mayo a 11 de
junio de 2010 (publicación de la Corte Penal Internacional, RC/11).
44 Crimen de guerra, art. 144.
45 Crimen de lesa humanidad, art.139; genocidio, art. 143; medios prohibidos de
guerra, art. 147.
87
actuaba con apoyo del Estado46, cuando es un delito cometido princi-
palmente por funcionarios públicos. Constituye un principio común del
derecho internacional penal47 que la desaparición es un delito cometido
por funcionarios públicos que se niegan a reconocer públicamente el
hecho de la detención y las garantías judiciales de toda persona detenida.
Por eso es un acierto político criminal que se haya incluido como figura
central al funcionario público, agente del Estado o personas o grupos
de personas actuando con la autorización, apoyo o aquiescencia del
Estado. Esta forma de redacción establece con claridad que se trata de
delitos especiales, es decir, cometidos por autoridades públicas, o por
grupos paralelos, como los escuadrones de la muerte, que operan bajo
la égida del Estado.
En cuanto al delito de genocidio, se extiende la protección hacia un
grupo ideológico. Esta posición viene a aclarar el debate teórico que se ha
suscitado especialmente en Argentina, donde la destrucción sistemática
de un grupo político opositor es considerada como genocidio48. En todo
caso, es plausible la decisión del legislador de extender la protección
como grupo, hacia personas que pertenecen a un colectivo político o
ideológico, en la medida que las prácticas que se dieron en la década
de 1980 en Latinoamérica y Honduras, llevaron al aniquilamiento de los
opositores políticos, a quienes se les atribuía una determinada ideología.
Análisis por bien
jurídico tutelado
46 El Proyecto CPH establecía en el artículo 140.1: Comete el delito de desaparición
forzada de personas, y debe ser castigado con las penas de quince (15) a veinte
(20) años de prisión y pérdida de la ciudadanía, el particular que actuando bajo
la autorización o con apoyo del Estado o de sus autoridades o agentes, priva de
libertad a una persona ocultando de cualquier modo su situación de detención o
paradero.
47 Artículo II Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas.
«Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada
la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma,
cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen
con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de
información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar
sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos
legales y de las garantías procesales pertinentes. Artículo 2 Convención Interna-
cional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas.
«Se entenderá por ‘desaparición forzada’ el arresto, la detención, el secuestro o
cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado
o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o
la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de
libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida,
sustrayéndola a la protección de la ley».
48 Ente otros Fallos «Etchecolatz» y «Von Wernich». Sobre la evolución de la juris-
prudencia argentina y su aceptación del genocidio político ver: Aguirre, E. L., El
delito de genocidio en la jurisprudencia argentina. Disponible en: http://www.
derechoareplica.org/index.php/165:el-delito-de-genocidio-en-la
88
Para los crímenes de guerra se contempla un marco punitivo de 40
años a perpetuidad, y de 30 a 40 años, lo cual es superior a las penas
de privación de libertad previstas en el CPH. Además, en el artículo 152
se introduce la figura del Crimen de Agresión, que es una exigencia del
Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Con relación a los crímenes de lesa humanidad, guerra y genocidio,
el CPH ha incorporado un capítulo de Disposiciones comunes (capítulo
V), cuyo artículo 153 contempla expresamente la doctrina de la respon-
sabilidad del superior, consagrada en el Estatuto de Roma. Además, en
el artículo 153.2 se sanciona de manera general a los mandos que no
adoptan medidas sancionatorias contra los miembros bajo su mando
que han cometido los delitos anteriores, estableciendo una pena de 2/3
de la que corresponde a la prevista para los autores de tales delitos.
En el artículo 154 se introduce también una figura que debe ser en-
tendida como una forma de responsabilidad atenuada del superior, que
es la comisión por imprudencia grave, de todos los delitos contemplados
como de lesa humanidad, crímenes de guerra, genocidio y agresión. En
este caso, la pena es reducida en una tercera parte.
Esta disposición vendría a suplir una laguna de punibilidad para los
mandos superiores que no han tenido la debida diligencia en la orga-
nización y preparación de sus subordinados para evitar la comisión de
Análisis por bien
los delitos. Supone pues, un reforzamiento para realizar los deberes de
mando con plena diligencia en el control de los subordinados, y que los
jurídico tutelado
altos mandos no puedan invocar desconocimiento o ignorancia de las
atrocidades cometidas por las fuerzas bajo su mando.
Asimismo, en el capítulo V artículo 155, se establece la punición
expresa de los actos preparatorios para cometer los crímenes de lesa
humanidad, genocidio y crímenes de guerra, con una pena de 5 a 10
años de prisión. Finalmente, se prohíbe en forma general las causas de
justificación para estos delitos, especialmente el legítimo ejercicio de
un derecho y la obediencia debida.
En el capítulo VI, artículo 158, se establecen los delitos contra el
derecho de gentes, y se contempla la pena a perpetuidad por la muerte
de un jefe de Estado extranjero o persona internacionalmente protegida.
El artículo 160 se refiere a los delitos de suministro, apodera-
miento, almacenamiento o posesión de armas de destrucción ma-
siva, armas químicas, biológicas, nucleares radiológicas o de similar
potencia destructiva. Esto es necesario, dada la posibilidad de que
el tráfico de armas internacional utilice a Honduras como punto de
partida o destino.

89
En el capítulo VIII se tipifican los delitos contra la piratería, marí-
tima y aérea, los cuales siempre han sido reconocidos como crímenes
internacionales.
En el Título I también se tipifican los delitos contra la naturaleza
humana, y se contemplan como tales aquellas figuras que provienen
de tratados internacionales:
• Tráfico ilegal de órganos humanos,
• La manipulación genética y
• La clonación humana.
Finalmente, en el art. 170 se hace un reconocimiento de jurisdic-
ción universal por el cual, el Estado de Honduras, en los delitos contem-
plados contra la comunidad internacional, podrá ejercer su jurisdicción
con independencia de la nacionalidad de los responsables y el lugar
de comisión de aquellos. El concepto de jurisdicción universal abre
la posibilidad normativa de que los tribunales nacionales puedan
perseguir y sancionar crímenes internacionales cometidos fuera de
su competencia territorial.

2.2. Delitos contra la seguridad colectiva


Análisis por bien El bien jurídico protegido en el Título II es la seguridad colectiva,
jurídico tutelado por lo que los ámbitos típicos no se refieren al riesgo para individuos
concretos, sino para la colectividad. Esto, sin embargo, no genera figu-
ras de peligro abstracto, sino solo de peligro concreto, puesto que el
legislador, en casi todos los delitos, exige la creación de un peligro grave
para la vida o la salud de las personas49.
Estos tipos penales intentan prevenir resultados lesivos para ciertos
bienes jurídicos, resultados que la estadística demuestra que se ocasio-
nan en un alto porcentaje cuando se desarrolla la conducta tipificada.
En este bien jurídico se incluyen los peligros provocados por la ener-
gía nuclear y radioactividad (capítulo I), los delitos de incendios y estra-
gos (capítulo II) y los delitos contra los medios de transporte colectivo.
Se considera positivo incluir los delitos relacionados con peligros
de la energía nuclear, lo cual incluye el apoderamiento de sustancias
radioactivas, la contaminación radioactiva y otros atentados con energía
atómica, puesto que actualmente estas figuras se encuentran impunes
y, sin embargo, son conductas sumamente peligrosas que pueden llevar
a causar graves daños a la colectividad.

49 Artículo 177 CPH.


90
El delito de puesta en peligro de transporte público e infraestruc-
tura puede considerarse un tipo penal abierto, dado que el artículo
189 únicamente exige, «por cualquier medio», alterar las «condiciones
mínimas de seguridad» de cualquier clase de transporte público, vías de
comunicación, plantas de producción o de distribución a los usuarios de
agua o energías o las telecomunicaciones. La descripción típica es suma-
mente vaga y no precisa con claridad la conducta penalmente relevante.
Podría ser un tipo penal utilizado para criminalizar la protesta social50,
tomando en consideración la falta de taxatividad de la conducta prohi-
bida. Como punto positivo, es que es un delito de peligro concreto, pues
exige la puesta en peligro grave para la vida o la salud de las personas.
Por tanto el juez, al momento de aplicar la norma, tiene que exigir
la prueba sobre «el resultado de peligro» creado por el autor con su
acción, y este no puede ser presumido, sino real y efectivo. Además, este
delito parece infringir el principio de ne bis in idem, pues indica que las
penas a imponer se harán sin perjuicio de las que pudiera corresponder
por otros delitos.
Agregado a lo anterior, según el artículo 190, se castiga la Puesta en
peligro imprudente de transporte público e infraestructura, con penas
que alcanzan 2/3 de la pena prevista para el delito doloso. Esto implica
un grave riesgo para el principio de seguridad jurídica por la indetermi-
nación de la conducta prohibida. Una pena tan severa, también podría Análisis por bien
implicar una violación al principio de desvalor subjetivo de la acción, jurídico tutelado
dado que las penas alcanzan casi el mismo desvalor que el delito doloso.
Finalmente, se contempla la punición de los actos preparatorios
para el delito de puesta en peligro, lo cual podría ser admisible con una
descripción típica más adecuada de la prohibición típica en el delito,
pero ante la vaguedad e imprecisión del tipo penal, genera condiciones
para una criminalización de la protesta social.

2.3. Delitos contra la vida, la integridad corporal


y la salud
En el Título III se establecen los delitos contra la vida, integridad
corporal y la salud.
La denominación del Título es desafortunada, toda vez que la inte-
gridad corporal no es el elemento a proteger, sino la integridad personal,
que es un bien jurídico más amplio, que abarca la integridad corporal, la
mental o psíquica y la moral. Se considera aconsejable cambiar el título a

50 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Criminalización de la labor de las


defensoras y los defensores de derechos humanos. OEA/Ser.L/V/II.Doc. 49/15. 31
diciembre 2015, párrs.139 y ss.
91
Delitos contra la vida e integridad personal. Este Título está compuesto
por dos grandes capítulos: La vida (capítulo I) y Lesiones (capítulo II).

2.3.1. Delitos contra la vida


2.3.1.1. Delitos contra la vida humana independiente
El tipo base fundamental es el homicidio doloso51, que está castigado
con una pena de 15 a 20 años. Como formas especialmente agravadas del
homicidio, se encuentran: el asesinato (art. 193) y el parricidio (art. 194).
El asesinato tiene dos modalidades: con alevosía o ensañamiento52,
que es castigado con una pena de 20 a 25 años; y cuando es cometido
por precio, recompensa o promesa remuneratoria, es sancionado con
prisión de 25 a 30 años53.
Parece ilógico que no se contemple la premeditación como circuns-
tancia agravante que cualifica la pena, así como otras circunstancias que
regularmente han sido consideradas agravantes, como el uso de medios
gravemente peligrosos o el envenenamiento.
En el CPH se incluye la figura de Parricidio, que se había excluido en
el Proyecto del CPH54. Esto era acertado, pues regularmente el parricidio
ha sido un estereotipo para proteger privilegiadamente al hombre55. Sin
Análisis por bien embargo, su reintroducción parece adecuada para protección de los
jurídico tutelado hijos cuando son menores de edad, ya que estos merecen una tutela
jurídica reforzada56.
Como quedó establecida, la regulación retorna al concepto tradi-
cional de PARRICIDIO, que considera como autor a quien mata «a alguno

51 Artículo 192 CPH.


52 Artículo 193, primer párr. CPH.
53 Artículo 193, segundo párr. CPH.
54 Esta figura se contempla en el CPH de 1983: «Artículo 118. Es reo de parricidio,
quien diere muerte a alguno de sus ascendientes o descendientes, a su cónyuge o
a la persona con quien hace vida marital, y sufrirá la pena de treinta (30) a cuarenta
(40) años de reclusión».
55 El parricidio sufrió un proceso de derogación masiva durante el siglo pasado. Entre
los países europeos que se han desprendido del tipo están Alemania, Holanda, Sui-
za, Polonia, Finlandia, Grecia, Noruega y Dinamarca. En cuanto a España, el Código
de 1995 también optó por prescindir de este; y pese a que se barajó la alternativa
de utilizar el parentesco como circunstancia agravante, se prefirió una consideración
mixta. González Lillo, D., El delito de parricidio: consideraciones críticas sobre sus
últimas reformas, en Polít. crim. vol. 10, núm. 19, Santiago, jul. 2015, http://dx.doi.
org/10.4067/S0718-33992015000100007
56 Este deber de protección especial lo contempla la CIDH en diferentes sentencias,
a partir del artículo 19 de la CADH, el corpus iuris de la niñez, y se refuerza con el
artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece el interés
superior del niño y su consideración primordial en todo lo que le concierne. Sobre
esto, Corte IDH. La condición jurídica del niño. Opinión Consultiva OC-17/2002.
92
de sus ascendientes, descendientes, a su cónyuge o persona con la que
el agraviado mantenga una relación estable de análoga naturaleza a la
anterior». Esta última regulación («relación estable de análoga natura-
leza a la anterior»), introduce figuras analógicas contrarias al principio
de máxima taxatividad.
Se elimina también el delito de homicidio en riña tumultuaria, lo
cual es muy plausible, dado que este delito es contrario a los principios
de derecho penal democrático, al establecer una forma de responsa-
bilidad colectiva57.
La figura que se contempla con relación a las cualidades del sujeto
pasivo es el FEMICIDIO, pero este delito no se encuentra dentro del bien
jurídico VIDA, sino que se trasladó a otro bien jurídico: la violencia de
género58.
La única figura privilegiada es el HOMICIDIO imprudente (art. 198
CPH), que contempla tres modalidades:
• Imprudencia grave: sancionada con 3 a 7 años de prisión.
• Imprudencia leve: 1 a 3 años de prisión.
• Imprudencia profesional o con uso de ciertos medios: se aplica
además la inhabilitación profesional o de licencias de armas,
conducción o de oficios de 3 a 6 años. Análisis por bien
La regulación de la imprudencia grave tuvo un cambio positivo jurídico tutelado
respecto del Proyecto del CPH59, que establecía penas incluso inferio-
res a los delitos contra la propiedad, como el robo con fuerza60 (que
tiene de 2 a 4 años y, por tanto, una pena superior a la muerte por
imprudencia leve) o el robo con violencia o intimación, el cual tiene una
pena de prisión 4 a 8 años, que es superior incluso a la de homicidio
por imprudencia grave61.
El nuevo CPH aumentó las penas, aunque todavía deja la pena
superior del homicidio por imprudencia grave por debajo del robo con
violencia e intimidación. Esto presenta una incongruencia intrasiste-
mática, ya que coloca los delitos contra la propiedad por encima de los
delitos contra la vida; además, tiene implicaciones adversas en cuanto a

57 Artículo 119 CPH. Si la muerte se hubiere producido riñendo varias personas entre
sí, confusa y tumultuariamente sin que se pueda determinar el causante de las
lesiones de efecto mortal, se impondrá, a cuantos hubieren ejercido violencia
sobre la víctima, de tres a seis años de reclusión. El delito en riña tumultuaria fue
eliminado de la legislación española en la Reforma Parcial y Urgente del Código
Penal por Ley Orgánica 3/89. Véase, Díez Ripolles, J. L., op. cit.
58 Se contempla en el artículo 208 CPH.
59 Art. 196 PCPH.
60 Art. 358 PCPH.
61 Art. 359 PCPH.
93
la prevención general negativa, dado que penas tan leves incentivan la
conducción temeraria, que provoca una alta mortalidad por accidentes
con vehículos automotores62.

2.3.2. Regulación del aborto


El PCPH no contemplaba el delito de aborto o la muerte del feto.
Esta grave omisión parecía implicar la despenalización total del aborto,
lo cual en su momento se consideró como no aconsejable desde una
perspectiva político criminal, puesto que el aborto no consentido por
la madre debe ser siempre un delito.
El artículo 196 del CPH dispone que, quien intencionalmente cause
un aborto debe ser castigado:
1) Con tres (3) a seis (6) años de prisión si la mujer lo hubiere
consentido o produzca su aborto;
2) Con seis (6) a ocho (8) años de prisión si el agente obra sin el
consentimiento de la embarazada y sin emplear violencia o
intimidación; y,
3) Con ocho (8) a diez (10) años de prisión si el agente emplea
violencia, intimidación o engaño.
Análisis por bien En cuanto a penalizar el aborto CONSENTIDO por la madre, se con-
jurídico tutelado sidera que es una afectación a los derechos de la mujer, quien debe
tener una libre disposición sobre su cuerpo y en ningún caso debería
ser obligada a soportar nueve meses de embarazo.
El Código Penal de 1983 también penalizaba el aborto consentido
por la madre63 y no contemplaba ningún supuesto de reconocimiento
explícito de causas de justificación, ni siquiera el aborto terapéutico, que
prácticamente ha sido admitido en todas las legislaciones del mundo64.
En todo caso, parece una omisión desafortunada que el CPH no
haya incluido causas de justificación del aborto establecidas univer-
salmente con base en los derechos sexuales y reproductivos, como el

62 Según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de Honduras, fallecen


tres personas diariamente por accidentes de tránsito. La tasa es de 12 personas
por 100 mil habitantes.
63 Artículo 128. La mujer que produzca su aborto o consienta que otra persona se lo
cause, será sancionada con reclusión de tres (3) a seis (6) años.
64 Honduras es uno de los cuatro países de América que sanciona la interrupción
del embarazo en todas las circunstancias. Junto a Malta y el Vaticano, integra la
lamentable lista de los únicos 6 países, del total de 193 que conforman las Naciones
Unidas, en los que se penaliza el aborto terapéutico; es decir, cuando peligra la
vida de la mujer.
94
aborto terapéutico y el aborto ético65. Las recomendaciones y decisiones
de los órganos de Tratados y de la Corte IDH están contestes en que la
protección del nasciturus cede frente a los derechos de la mujer, parti-
cularmente cuando está en juego su vida, salud, dignidad y autonomía.
Así, el Comité de los Derechos del Niño, en su Observación ge-
neral N° 4 en 2003, sobre la salud y el desarrollo de los adolescentes
en el contexto de la CDN, manifestó su preocupación por los riesgos
del embarazo precoz y, en particular, por la mortalidad de las niñas y
adolescentes producida por el embarazo y por prácticas peligrosas de
aborto. Frente a ello, recomendó la adopción de medidas para reducir
la tasa de mortalidad y prestar apoyo a los padres de las adolescen-
tes. Específicamente, instó a los Estados «[…] a elaborar y ejecutar
programas que proporcionen acceso a los servicios de salud sexual
y reproductiva, incluida la planificación familiar, los contraceptivos y
las prácticas abortivas sin riesgo cuando el aborto no esté prohibido
por la ley, y a cuidados y asesoramiento generales y adecuados en
materia de obstetricia».
Siguiendo esta línea, en 2010, el Comité de Derechos del Niño
llamó la atención de Nicaragua por haber eliminado la posibilidad de
abortar, «en particular a las niñas embarazadas víctimas de violación
e incesto» (párr. 58), y recomendó derogar «los artículos del Código
Penal que penalizan el aborto y garantice que las niñas no estén su- Análisis por bien
jetas a sanciones penales por tratar de abortar o abortar en ninguna jurídico tutelado
circunstancia» (párr. 59).
De esta manera, el Comité de Derechos del Niño considera la pro-
tección del feto en función del niño que está por nacer y, por lo mismo,
establece el deber de otorgar atención prenatal a la progenitora, pero
no establece una prohibición absoluta de aborto. Así, ha sido explícito

65 El Comité de Derechos Humanos ha expresado su preocupación por la interrelación


entre las legislaciones restrictivas en materia de aborto, los abortos realizados en
condiciones de clandestinidad y el riesgo para la vida de las mujeres. (Observacio-
nes finales del Comité de Derechos Humanos sobre Bolivia, U.N. Doc. CCPR/C/79/
Add.74 (1997), párr. 22; Camerún, U.N. Doc. CCPR/C/79/Add.116 (1999), párr. 13;
Chile, U.N. Doc. CCPR/C/79/Add.104 (1999), párr. 15; Colombia, U.N. Doc. CCPR/
CO/80/COL (2004), párr. 13; Costa Rica, U.N. Doc. CCPR/C/79/Add.107 (1999), párr.
11; Ecuador, U.N. Doc. CCPR/C/79/Add.92 (1998), párr. 11; Guatemala, U.N. Doc.
CCPR/CO/72/GTM (2001), párr. 19). En el caso de Chile, donde el aborto es ilegal
en todas las circunstancias desde 1986, el Comité indicó que: «La penalización
de todo aborto, sin excepción, plantea graves problemas, sobre todo a la luz de
informes incontestados según los cuales muchas mujeres se someten a abortos
ilegales poniendo en peligro sus vidas. … El Estado Parte está en el deber de adoptar
las medidas necesarias para garantizar el derecho a la vida de todas las personas,
incluidas las mujeres embarazadas que deciden interrumpir su embarazo. … El Co-
mité recomienda que se revise la ley para establecer excepciones de la prohibición
general de todo aborto».
95
al recomendar legalizar el aborto para casos de violación, incesto y pe-
ligro para la salud de la progenitora, en atención a la integridad física y
síquica de las niñas y adolescentes.
Por su parte, el Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer (Comité CEDAW) ha expresado su preocupación por «las
leyes que prohíben y penalizan toda forma de aborto», dado el efecto
que provocan en la integridad y salud de las mujeres. Es más, indicó
que «considera que esas disposiciones violan los derechos humanos de
todas las mujeres», por lo que recomendó permitir la interrupción del
embarazo «por razones terapéuticas o relacionadas con la salud de la
mujer, incluida la salud mental» y revisar la obligación de denuncia de
los profesionales de la salud66.
El Comité se ha pronunciado en el mismo sentido en casos simila-
res al hondureño, como Chile, Angola, Perú y República Dominicana,
agregando la interrupción de embarazos de fetos con graves malfor-
maciones. De esta manera se puede concluir que, si bien la CEDAW no
contiene una norma expresa que autorice o prescriba el aborto como
ejercicio de un derecho humano de la mujer, el Comité ha interpreta-
do que existe una exigencia en tal sentido bajo ciertas circunstancias,
fundándose en la protección de la vida e integridad física y síquica de
las mujeres. Por lo mismo, ha señalado en reiteradas oportunidades
Análisis por bien su preocupación por la existencia de legislaciones excesivamente
jurídico tutelado restrictivas en materia de aborto, particularmente respecto de los
casos de violación, incesto y riesgo para la salud o vida de la madre.
Finalmente, la Corte IDH, al analizar el artículo 4 de la CADH, ha ma-
nifestado que la voz «en general» que califica la protección de la vida
desde la concepción, en su sentido literal, «indica que dicha expresión
se relaciona con la previsión de posibles excepciones a una regla par-
ticular», aunque no establece la sustancia de dichas excepciones67.
Para determinarlas, la Corte acudió a la interpretación sistemática que
indicaría que muchos de los derechos de la CADH se garantizan a «toda
persona», y no por ello se entiende que el embrión sea titular de los
mismos. Luego, la Corte sostiene que el objeto de la protección del ar-
tículo 4.1 es la mujer embarazada, y no el embrión, dada la intrínseca
dependencia de éste al cuerpo de la mujer68.

66 Recomendación general Nº 24. La mujer y la salud. 1999 Disponible en, http://bcn.


cl/1y4wk (octubre, 2016). Informe del Comité CEDAW. 20° período de sesiones
(19 de enero a 5 de febrero de 1999) 21° período de sesiones (7 a 25 de junio de
1999). Disponible en, http://bcn.cl/1y541 (octubre 2016).
67 Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs. Costa Rica. Excep-
ciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre
de 2012. Serie C No. 257, párr. 188.
68 Ibíd., párr. 187.
96
Tras revisar también la evolución del derecho comparado en la
materia, la Corte concluyó que la inclusión de la cláusula «en general»,
fue adoptada precisamente para permitir el balance entre derechos
e intereses ante un potencial conflicto (párr. 236). «En otras palabras
—indicó la Corte—, el objeto y fin del artículo 4.1 de la Convención
es que no se entienda el derecho a la vida como un derecho absoluto,
cuya alegada protección pueda justificar la negación total de otros
derechos»69.
En resumen, la Corte IDH concluyó: (i) que «el embrión no puede ser
entendido como persona para efectos del artículo 4.1 de la Convención
Americana» (párr. 264); (ii) que la CADH es aplicable solo después de
la implantación del embrión en el útero; y (iii), que las palabras «en ge-
neral» implican que la protección del derecho a la vida no es absoluta,
«sino es gradual e incremental según su desarrollo, debido a que no
constituye un deber absoluto e incondicional, sino que implica entender
la procedencia de excepciones a la regla general»70.
Derivado del principio de Convencionalidad, y en ausencia de regu-
lación en el CPH, el juez debe acudir al principio de analogía in bonan
partem y reconocer las causas de justificación admitidas por los órganos
del sistema universal y regional de derechos humanos como causas
supralegales de justificación por estado de necesidad71.
Análisis por bien
Existen tres situaciones que son reconocidas por el derecho inter-
nacional de los derechos humanos72 como causas legalmente admitidas
jurídico tutelado
para que la madre pueda libremente decidir abortar:
• El aborto terapéutico,
• El aborto por violación y,
• El aborto eugenésico.

69 Ibíd., párr. 258.


70 Ídem.
71 Artículo 24.4 4) Quien haya cometido un hecho obligado por la necesidad de sal-
varse o de salvar a otro u otros de un peligro no causado por él voluntariamente
ni evitable de otra manera, siempre que el hecho sea proporcionado al peligro.
72 Se invoca el derecho a la igualdad, la vida, a la integridad corporal y a no ser so-
metida a tortura, tratos o penas crueles inhumanos o degradantes consagrados
en los artículos 3, 6, y 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Además, los comentarios y observaciones generales de los órganos vigilancias de
tratados como la observación 24 del Comité CEDAW, donde explícitamente exige
que se eliminen los impedimentos para que las mujeres accedan a servicios de salud
que pueden salvar sus vidas (como los altos costos, la autorización del cónyuge, o
los castigos impuestos a las mujeres que se someten a un aborto) Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Recomendación General 24: La
mujer y la salud, 20ª Sesión de 1999, ¶ 14, Doc. de la ONU A/54/38/Rev. 1 (1999).
97
El aborto terapéutico: cuando el embarazo coloca en grave riesgo
la salud y la vida de la mujer. Con esta regulación se permite el aborto
no solo cuando exista un grave riesgo para la vida, sino también a cual-
quier otro daño grave para la salud, como podrían ser enfermedades
sobrevenidas, esterilidad, etc.
La violación sexual ha sido reconocida como una causa justificada
de aborto73 en casi todas las legislaciones; desde 1924 en el Código Penal
de Suiza y en legislaciones que derivan de este, como el Código Penal
argentino74 y el de Ecuador75. La violencia sexual es un grave atentado
contra la dignidad de la mujer y su derecho a la autodeterminación,
que se vería agravado por la imposición de un embarazo no deseado ni
consentido. Esto constituiría una invasión al cuerpo de la madre, y un
grave daño a su proyecto de vida. Por tanto, un embarazo forzado sería
una violación a los derechos humanos de la madre y a la obligación
del Estado de Honduras de proteger a la mujer contra toda forma de
violencia, conforme al artículo 7 de la Convención de Belem Do Pará.
Sobre este punto, el CDH declaró que las disposiciones del Código
Penal de Perú —que penalizan a la mujer, aun en casos en que el em-
barazo sea resultado de una violación— resultan incompatibles con
el derecho a la igualdad en el disfrute de otros derechos protegidos
por el PIDCP:
Análisis por bien Es signo de inquietud que el aborto continúe sujeto a sanciones
jurídico tutelado penales, aun cuando el embarazo sea producto de una viola-
ción. El aborto clandestino continúa siendo la mayor causa de
mortalidad materna en el Perú. … El Comité reitera que estas
disposiciones son incompatibles con los artículos 3 [igualdad],
6 [derecho a la vida] y 7 [derecho a no ser sometido a torturas
ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes] del Pacto
y recomienda que se revise la ley para establecer excepciones
a la prohibición y sanción del aborto76.

73 En sentencia del 8 de marzo de 2010, el Superior Tribunal de Justicia de la Provin-


cia del Chubut admitió la solicitud de aborto por violación sobre la base de tres
fundamentos: a) que el caso individual se subsumía en el primer supuesto del inc.
2° del art. 86 del Código Penal, b) que no existían objeciones constitucionales ni
convencionales para hacer lugar al pedido de aborto y c) la innecesaridad de la
autorización judicial. La decisión del tribunal superior provincial fue recurrida por la
vía extraordinaria por el Asesor General Subrogante Provincial y confirmada por la
Corte Suprema Nacional de Argentina, en fallo del 13 de marzo de 2012, donde no
sólo confirmó la decisión del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chubut
sino que, además, especificó un protocolo de atención médica en los hospitales
públicos según el cual no se requiere autorización judicial para el aborto cuando
mediare declaración jurada de la víctima sobre el ilícito que padeció (la violación).
74 Artículo 86 del Código Penal de Argentina.
75 Artículo 447 del Código Penal de Ecuador.
76 Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales del Comité de Derechos
Humanos: Perú, U.N. Doc. CCPR/CO/70/PER, 15 de noviembre de 2000, párr. 20.
98
En ese mismo sentido, el Comité de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales (CDESC) ha abordado el riesgo para la salud de las
mujeres que supone la legislación restrictiva en materia de aborto,
recomendando «mejorar las condiciones médicas y sanitarias para la
realización de abortos»77.
Al expresar su preocupación por las consecuencias negativas sobre
la salud de las mujeres de la legislación restrictiva en esta materia,
el CDESC ha recomendado a los Estados legalizar el aborto en ciertas
circunstancias, por ejemplo, cuando el embarazo es el resultado de
violación o de incesto, o cuando la vida de la mujer corre peligro78.
Un tercer supuesto, reconocido casi universalmente como causal
de despenalización del aborto, lo constituyen las malformaciones del
feto. El aborto eugenésico parte del reconocimiento de que la vida
del nasciturus no es viable o conllevará graves daños congénitos en
caso de nacimiento. Obligar a la madre a llevar un embarazo de un
feto en esas circunstancias, constituiría un trato cruel, inhumano o
degradante.

2.3.3. Punición de actos preparatorios en los delitos


contra la vida
Finalmente, en los delitos contra la vida se contempla la punición
Análisis por bien
de la instigación y conspiración para cometer el asesinato y parricidio,
la cual es castigada con un tercio de la pena del delito79.
jurídico tutelado
La inducción al suicidio y el auxilio ejecutivo al suicidio están expre-
samente tipificados con penas de 3 a 6 años80. En el caso de los menores
de 18 años, incapaces, o si se ha empleado engaño, y si a consecuencia
de la inducción una persona se suicida, se aplican las penas del delito
de homicidio, lo cual sin duda es novedoso; y el engaño puede ser
considerado un supuesto de homicidio o asesinato en autoría mediata.

77 Véase, por ejemplo, las observaciones finales del CDESC sobre Azerbaiján, U.N.
Doc. E/C/12/1/Add.104 (2004), párr. 56; Chile, U.N. Doc. E/C.12/1/Add.82, (2002),
párr. 25; Kuwait, U.N. Doc. E/C.12/1/Add.98 (2004), párr. 43; Polonia, U.N. Doc.
E/C.12/1/Add.82, (2002), párr. 29; y Rusia, U.N. Doc. E/C.12/1/Add.94 (2003), párr.
63.
78 CDESC, Observaciones finales sobre Chile, U.N. Doc. E/C.12/1/Add.105 (2004), párr.
25 y Kuwait, U.N. Doc. E/C.12/1/Add.98 (2004), párr. 43.
79 Art. 195 CPH.
80 Art. 197 CPH.
99
2.3.4. Regulación de los atentados a la integridad
corporal y la salud
2.3.4.1. Lesiones dolosas
El artículo 199 CPH ofrece un concepto general de lesión consti-
tutiva de delito, que refleja claramente las tres dimensiones del bien
jurídico protegido (la salud personal): la integridad corporal, la salud
física y la salud mental. Este concepto desempeña la misión funda-
mental de integrar en el Código Penal el contenido del tipo básico de
los delitos de lesiones y sirve para que, a partir del mismo, se puedan
construir los tipos agravados.
Sin embargo, se aconseja a los jueces que, al analizar el delito,
analicen el elemento subjetivo para que dichas figuras se aprecien
únicamente cuando se cometan «sin intención de matar» o sea, sin
animus necandi.
El tipo básico de lesiones dolosas establece una pena que se con-
sidera excesivamente benigna para proteger con eficacia la integridad
personal de las víctimas81. La pena es de 1 a 4 años de prisión, «cuando la
lesión requiera objetivamente para su sanidad, además de una primera
asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico».
El término objetivamente denota, conforme a la doctrina, que
Análisis por bien
requería originalmente de atención facultativa. De tal suerte que, si la
jurídico tutelado lesión se agrava porque el sujeto se niega a acudir al médico o a recibir
asistencia médica, no se considerará como lesión, pues objetivamente
tuvo una agravación derivada de la actitud pasiva de la víctima.
Debe reconocerse que, con la nueva regulación, la protección ju-
rídica es más amplia que la contemplada en el CP de 1983 (art. 136).
Antes, el delito base de lesiones leves exigía una lesión que requiriese
de 10 hasta 30 días de tratamiento. En el CPH simplemente se requiere
tratamiento médico o quirúrgico, sin precisar el tiempo. Esto hace que
situaciones que en el CPH aún vigente serían constitutivas de faltas,
hayan sido elevadas a la categoría de delito.
El art. 200 CPH plantea dos tipos de agravaciones de la pena: el pri-
mero en cuanto al desvalor de acción; es decir, elementos subjetivos o
móviles determinantes para cometer el delito: alevosía, ensañamiento
y precio, recompensa o promesa remuneratoria. Y otros, respecto a la
peligrosidad de la acción o la víctima:

81 Zaffaroni ha señalado que una característica de los CP latinoamericanos es la


desprotección a los derechos personales, en especial la vida, como los ataques a
la integridad personal. Zaffaroni, R.E. Sistemas Penales y Derechos Humanos, op.
cit., p. 404.
100
• Utilización de armas o instrumentos peligrosos para la vida o la
salud;
• cuando la víctima sea especialmente vulnerable por razón de
edad, situación, enfermedad, o escaso desarrollo intelectual o
físico y,
• razones de género.
En estos casos, la pena aumenta de 4 a 6 años.
En el artículo 201 se contempla el tipo de lesiones graves, para el
cual aumenta la pena con relación al desvalor de resultado. Por eso se
contemplan penas que van de 8 a 12 años cuando: «mutila o inutiliza un
miembro u órgano principal de otro o le causa impotencia, esterilidad
o una enfermedad o deformidad graves».
Se contemplan penas de 6 a 8 años cuando: «Se daña un miembro u
órgano no principal o se le causa a otro una enfermedad o deformidad
no previstas en el numeral anterior. La pérdida de dos o más piezas
dentales se entiende como uno de los supuestos de deformidad».
Las penas previstas parecen ser bastante moderadas en relación
con la importancia del bien jurídico, sobre todo si se analizan en re-
lación con otros bienes jurídicos como el patrimonio, que tiene una
importancia jerárquica inferior. Al comparar, resulta más grave un robo Análisis por bien
(2 a 8 años) que la lesión que provoca la pérdida de un ojo (6 a 8 años). jurídico tutelado
2.3.4.2. Lesiones imprudentes
Se tipifican las lesiones imprudentes graves, en tanto que las lesiones
imprudentes leves no constituyen delito, sino falta.
En el caso de las lesiones imprudentes graves, el artículo 202 modula
las penas de conformidad con el resultado en tres tipos de sanciones:
A) En caso de mutilación o inutilización de un miembro u órgano
principal de otra persona, impotencia, esterilidad o una enfer-
medad o deformidad grave, de 1 a 4 años;
B) El daño a un miembro u órgano no principal, o si se causa a otro
una enfermedad o deformidad no previstas, se sanciona con 1
a 3 años.
C) En los demás resultados de lesiones, que se indican en el artículo
199, la pena es de 6 meses a un año.
La penalización de las lesiones culposas también parece ser dema-
siado benigna. Si bien es cierto que en estos casos no hay un desvalor
de acción tan intenso, el desvalor de resultado puede ser muy grave.
Además, penas tan leves propician el desprecio por la diligencia debida
101
en actividades sumamente peligrosas como la conducción de vehículos,
el ejercicio de la profesión médica o los riesgos laborales.
2.3.4.3. Lesiones al feto
En el artículo 203 se introducen las lesiones al feto. Este delito cons-
tituye una novedad en la legislación hondureña, y se castiga tanto en su
modalidad dolosa como imprudente. En relación con esta última, gran
parte de la doctrina considera que penalizar las lesiones imprudentes
al feto resulta excesivo, ya que implicaría prácticamente paralizar la
vida de la madre.
Las lesiones dolosas al feto son castigadas con penas de 1 a 4 años
de prisión. Las lesiones al feto por imprudencia son castigadas con penas
de 6 meses a 2 años y, las lesiones al feto cometidas por profesionales de
la salud se castigan, además, con la inhabilitación especial de 3 a 6 años.

2.4. Violencia contra la mujer


El CPH, en cumplimiento de las obligaciones dimanantes de la CE-
DAW y de la Convención de Belem Do Pará, ha elevado a la categoría
de bien jurídico digno de protección penal la violencia contra la mujer.
De acuerdo con el artículo 208:
Análisis por bien Comete delito de femicidio el hombre que mata a una mujer
jurídico tutelado en el marco de relaciones desiguales de poder entre hombres
y mujeres basadas en el género.
Las penas para el delito de femicidio son más elevadas que para
los delitos contra la vida: de 20 a 25 años (frente al delito de homicidio
que es de 15 a 20 años).
En los supuestos de asesinato, la pena de prisión es de veinticinco
(25) a treinta (30) años.
También procede la pena de 25 a 30 años cuando:
• El autor haya sido cónyuge o persona con la que la víctima
mantenga o haya mantenido una relación estable de análoga
naturaleza a la anterior o ser ascendiente, descendiente, her-
mano de la agraviada o de su cónyuge o conviviente;
• Que el femicidio haya estado precedido por un acto contra la
libertad sexual de la víctima;
• Cuando el delito se comete por o en el contexto de un grupo
delictivo organizado;

102
• Cuando la víctima del delito sea una trabajadora sexual;
• Cuando la víctima lo sea también de los delitos de trata de
personas, esclavitud o servidumbre;
• Cuando se haya ocasionado lesiones o mutilaciones a la víctima
o a su cadáver relacionadas con su condición de mujer; y,
• Cuando el cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido por el
culpable en lugar público.
• En los casos de femicidios cometidos por funcionarios o em-
pleados públicos se impone, además, la pena de inhabilitación
absoluta por quince (15) a veinte (20) años.
La regulación de la violencia contra la mujer en el artículo 209 CPH
mejoró ostensiblemente en relación con la formulación que incluía el
Proyecto. La violencia contra la mujer es tipificada como quien ejerce
violencia física o psicológica contra la mujer, en el marco de las rela-
ciones desiguales de poder basadas en género.
La sanción prevista es la pena de prisión de uno (1) a cuatro (4) años
y multa de cien (100) a trescientos (300) días, o prestación de servicios
de utilidad pública o a las víctimas por el mismo tiempo.
El contexto de aplicación deja abierto el tipo a TODAS LAS RELACIO-
NES DESIGUALES DE PODER BASADAS EN GÉNERO,y se extiende a todos los Análisis por bien
supuestos donde un hombre y una mujer tengan relaciones habituales. jurídico tutelado
Se agrava en un tercio (1/3) la pena, cuando el maltrato se realiza
concurriendo alguna de las circunstancias siguientes:
1) Sobre una víctima especialmente vulnerable por su edad o ser
una persona con discapacidad, necesitada de especial protec-
ción;
2) En presencia de menores; 

3) Utilizando armas o instrumentos peligrosos;
4) En el domicilio de la víctima; o,
5) Incumpliendo los mecanismos de protección aplicados en base
a la legislación contra la violencia de género.
Si concurren dos causales, la pena se aumenta en 2/3.

103
2.5. Discriminacion con ocasión
del ejercicio de derechos
En el Título VI se contemplan tres figuras delictivas:
• La denegación de prestación de servicios públicos (art. 211).
• La denegación de prestación de servicios profesionales o em-
presariales (art. 212).
• Incitación a la discriminación (art. 213).
La conducta típica fundamental es la denegación de prestación de
servicios a que se tiene derecho con base en una discriminación.
Los sujetos protegidos o sujetos pasivos del delito pueden ser
una persona, grupo, asociación o corporación82 o sus miembros, «por
razón de su ideología, religión o creencias, lengua, pertenencia a una
etnia o raza, origen nacional, pueblo indígena o afrodescendiente, su
sexo, orientación sexual o identidad de género, razones de género,
estado civil, situación familiar o económica, lugar de residencia, edad,
enfermedad o discapacidad».
La denegación de prestación de servicios públicos es un delito
especial, pues tiene que ser cometido por funcionario público, o por
el particular encargado de un servicio público. Las penas previstas son:
Análisis por bien
jurídico tutelado De 1 a 3 años de prisión,
multa de 100 a 200 días,
e inhabilitación del funcionario de 1 a 3 años.
La denegación de prestación de servicios profesionales o em-
presariales se refiere a particulares en el ejercicio de sus actividades
profesionales, mercantiles o empresariales, que deniegan atención.
La pena es inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión,
oficio, industria o comercio de uno (1) a tres (3) años.
La incitación a la denegación o discriminación debe ser castigada
con pena de prisión de 1 a 2 años, y multa de cien (100) a quinientos
(500) días.
Por otra parte, es justificable que la pena de prisión sea mayor,
cuando el delito de denegación de servicios es cometido por funciona-
rios o empleados públicos.

82 El término «corporación» no parece afortunado, pues parece implicar a una per-


sona jurídica de carácter mercantil o empresarial; sería más adecuado emplear el
término «colectivo».
104
Sin embargo, es inadmisible que la pena por denegar servicios pro-
fesionales y empresariales no incluya la multa, ya que en la mayoría de
estos casos se trata de situaciones que generan gran daño social a las
víctimas, y la multa exhibe mayores efectos disuasivos por la privación
del patrimonio. En todo caso, parece que existe una extrema benignidad
en cuanto a sancionar la discriminación cometida en el ámbito privado.

2.6. Delitos contra la dignidad y el honor


El Título VII protege bienes jurídicos como:
1) La integridad moral (capítulo I) que se subdivide en:
• Delitos de tortura y otros tratos o penas crueles inhumanos
o degradantes (sección I) y,
• La trata de personas y otras formas degradantes de explo-
tación humana (sección II).
2) Los delitos de abandono de personas menores de edad, inca-
paces, ancianos y enfermos (capítulo II).
3) Los delitos contra el honor (capítulo III).
En principio, parece plausible la inclusión de la integridad moral
como bien jurídico tutelado, lo cual viene a diferenciar la tortura y Análisis por bien
otros tratos crueles, inhumanos o degradantes de otras figuras delic- jurídico tutelado
tivas como las lesiones. La integridad moral es parte de la integridad
personal, pero tiene un ámbito claramente diferenciado; este es la
capacidad de autodeterminación de la persona y la inviolabilidad de
su dignidad.

2.6.1. Delitos de tortura, tratos crueles,


inhumanos o degradantes
Al determinar los atentados contra la integridad moral, el CPH di-
ferencia entre tratos degradantes, inhumanos y tortura, siguiendo una
escala jerárquica basada en la gravedad de la lesión al bien jurídico que
han reconocido los tratados internacionales en materia de derechos
humanos de las Naciones Unidas83, del Sistema Interamericano84, y la
jurisprudencia emitida por la Corte IHD85. En todos los tipos penales
contra la integridad moral, el legislador alude a la gravedad del atentado
como elemento constitutivo del delito y para distinguir la penalidad.

83 Convención de las Naciones Unidas contra la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.
84 Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura.
85 Corte IDH. Caso Caesar Vs. Trinidad y Tobago. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 11 de marzo de 2005. Serie C No. 123.
105
El delito de trato degradante (art. 214) no coincide con el concepto
elaborado por la doctrina, según la cual se castiga actos que provocan
humillación o sentimientos de inferioridad, pero que no conllevan
violencia física o psicológica. Sin embargo, en este artículo se coloca la
violencia física o psicológica como la conducta prohibida, la cual debe
considerarse como una forma de tortura por su nivel de gravedad. Ade-
más, la pena para este caso es la más leve: 1 a 2 años e inhabilitación
del funcionario por el doble del tiempo. Se aumenta en 1/3 si la víctima
es especialmente vulnerable.
El delito de amenaza para obtener una confesión (art. 215) tipifica la
tortura psicológica, tal como ha sido reconocida en diferentes senten-
cias de la Corte IDH86. En este caso, la pena es de 3 a 6 años. El ámbito
protegido en este delito es la investigación criminal o administrativa, por
lo que existe pluriofensividad, al considerarse también como lesionado
el sistema de justicia y las garantías judiciales mínimas, que prohíben
la obtención coactiva de una confesión, y el principio nemu tenetur
(artículo 8.2 g de la CADH).
Resulta paradójico que se penalice más gravemente la amenaza
de causar violencia física (art. 215), que utilizar la violencia física o
psicológica en el trato degradante (art. 214).
En el artículo 216 se tipifica la tortura. La redacción del tipo es con-
Análisis por bien
fusa, y contiene elementos del trato degradante (causar humillación),
jurídico tutelado pero no contempla la violencia física o psicológica como conducta expre-
samente prohibida. Es plausible que el tipo contemple la utilización de
condiciones o procedimientos que lleven a «la supresión o disminución
de sus facultades de conocimiento, discernimiento o decisión», lo cual
exige la definición de la Convención Interamericana para prevenir y
sancionar la tortura, y recoge los métodos de la tortura científica.
En su conjunto, la redacción es desafortunada, pero puede inter-
pretarse judicialmente. La pena que se prevé para este delito es de 6
a 10 años e inhabilitación absoluta de quince (15) a veinte (20) años.
Se advierte que el tipo de tortura del art. 216 CPH sigue de cerca
la redacción del Código Penal español (art. 174), pero eliminó causar
sufrimientos físicos o mentales, lo cual es importante que esté recono-
cido como parte del tipo penal.
Si bien es cierto que hay métodos de anulación de la capacidad
cognitiva o volitiva del sujeto que no requieren de violencia, es im-
portante recordar que la forma más intensa y común de tortura es la
física (golpes, electrochoques, etc.). Por ello, suprimirlo genera una

86 Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de


27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 117.
106
importante laguna de punibilidad. Sin embargo, el juez puede enten-
der que en las condiciones o procedimientos que «causan sufrimien-
to», se incluyen todos los métodos tradicionales de tortura, como los
golpes, maltrato físico y psicológico, más las privaciones sensoriales,
como privar a la persona de agua, comida o sueño, desorientación
de luz o exposición a ruidos o exacerbantes sensoriales.
La pena de prisión debe ser aumentada en un tercio (1/3) cuando la
víctima es menor de dieciocho (18) años, mujer embarazada, persona
de avanzada edad o persona con discapacidad.
En el artículo 217 se tipifican los «tratos crueles, inhumanos o degra-
dantes por funcionario público», que se describen como un abuso a la
integridad moral, no contemplado en los artículos anteriores, en razón
de menor gravedad. La pena a imponer es de 3 a 6 años de prisión, e
inhabilitación especial de 10 a 15 años del funcionario público.
Correctamente, el artículo 218 contempla la regla concursal por la
cual los delitos de tortura se castigan «sin perjuicio de las que corres-
pondan, en su caso, por delitos cometidos contra la vida, integridad
corporal, salud, libertad ambulatoria, libertad sexual o bienes de la
víctima o de un tercero».
Con esta regla, el pre legislador deja expresamente plasmado que
la integridad moral, como bien jurídico, debe ser sancionada de forma Análisis por bien
específica, con independencia de la lesión a la integridad corporal o jurídico tutelado
mental.

2.6.2. Delito de trata de personas y otras formas degradantes


de explotación humana
En la sección II del capítulo de delitos contra la integridad moral
se establece el delito de trata de personas y formas degradantes de
explotación humana. Son conductas prohibidas:
• La trata de personas,
• La explotación en condiciones de esclavitud o servidumbre,
• La explotación de la mendicidad.
El artículo 219 define las conductas de trata como: captar, trans-
portar, recibir, trasladar o acoger a una persona dentro o fuera del
territorio nacional, cuando se haya utilizado formas de violencia,
intimidación, engaño, abuso de superioridad o de la necesidad de la
víctima. También es una forma de medio prohibido entregar pagos o
beneficios para lograr el consentimiento de la persona encargada de
otra. En este punto, se sigue el Protocolo de Palermo contra la trata
de personas.
107
El art. 219 establece seis finalidades:
1. La explotación en condiciones de esclavitud, servidumbre, ser-
vicios o trabajos forzados, incluida la mendicidad y la obligación
de realizar actividades delictivas;
2. La explotación sexual forzada;
3. Realizar matrimonio o unión de hecho servil o forzado;
4. Provocar un embarazo forzado;
5. La extracción de sus órganos o tejidos corporales, o de sus
componentes derivados; o
6. La experimentación para la aplicación de medicamentos, fár-
macos, sustancias o técnicas clínicas.
El consentimiento de la víctima es irrelevante cuando se ha re-
currido a alguno de los medios prohibidos, y siempre se considerará
trata cuando las acciones sean contra una persona menor de 18 años,
aunque no se utilice ninguno de los medios prohibidos.
En el artículo 220 se establecen las agravantes específicas. Llama la
atención que no se establece la agravante específica de menor de edad,
sino que se establece genéricamente, cuando «la víctima es especial-
Análisis por bien mente vulnerable por razón de la edad, enfermedad, discapacidad o es
jurídico tutelado mujer embarazada». También son agravantes la pertenencia a un grupo
delictivo organizado, y cuando «se pone en peligro la vida, la integridad
física o psíquica o la salud de la víctima».
Las penas previstas son de 5 a 8 años de prisión, y si concurre algu-
na de las agravantes del artículo 220, la pena aumentará en un tercio
(1/3). A quienes ejecutan el hecho prevaliéndose de su condición de
funcionario o empleado público, se les debe imponer —además de la
pena de prisión—, la inhabilitación absoluta por el doble de tiempo que
dure la pena de prisión.
Otra figura delictiva en este capítulo es la explotación en condi-
ciones de esclavitud87 o servidumbre88 (art. 221). Este delito se co-

87 Convención sobre la Esclavitud, adoptada en Ginebra, el 25 de septiembre de 1926.


Artículo 1. La esclavitud es el estado o condición de un individuo sobre el cual se
ejercitan los atributos del derecho de propiedad o algunos de ellos. Protocolo que
enmienda la Convención sobre la Esclavitud y Convención Suplementaria sobre la
abolición de la esclavitud, la trata de esclavos y las instituciones y prácticas análogas
a la esclavitud.
88 Para interpretar el concepto de servidumbre, ver Convención Suplementaria sobre
la abolición de la esclavitud. «Artículo 1: Cada uno de los Estados Partes en la Con-
vención adoptará todas aquellas medidas legislativas o de cualquier otra índole,
que sean factibles y necesarias para lograr progresivamente y a la mayor brevedad
posible la completa abolición o el abandono de las instituciones y prácticas que
108
mete cuando se impone sobre otra persona un poder de disposición
o control, o un estado de sometimiento continuado, obligándola a
realizar actos, trabajos o a prestar servicios dentro o fuera del terri-
torio nacional.
Las penas por este delito son prisión de 6 a 9 años y multa de 150
a 300 días.
La reducción a esclavo o siervo, a efectos de este artículo, tendrá
lugar cuando la situación de sometimiento se logra mediante violencia,
intimidación, engaño o abusando de una situación de superioridad o de
necesidad de la víctima. La pena de prisión debe ser aumentada de un
tercio a la mitad, cuando la víctima sea menor de 18 años.
También se incluye como delito la explotación de la mendicidad
(art. 222), para el que se establece una pena de arresto domiciliario
de 6 meses a un año y servicios de utilidad pública, o a las víctimas,
de 100 a 300 días. Esta pena debe aumentar de 1 a 3 años, cuando se
ha empleado violencia o intimidación, o se le suministra a la víctima
sustancias perjudiciales para su salud.

se indican a continuación, dondequiera que subsistan, les sea o no aplicable la


definición de esclavitud que figura en el artículo 1 del Convenio sobre la Esclavitud, Análisis por bien
firmado en Ginebra el 25 de septiembre de 1926: jurídico tutelado
a) La servidumbre por deudas, o sea, el estado o la condición que resulta del hecho
de que un deudor se haya comprometido a prestar sus servicios personales,
o los de alguien sobre quien ejerce autoridad, como garantía de una deuda,
si los servicios prestados, equitativamente valorados, no se aplican al pago
de la deuda, o si no se limita su duración ni se define la naturaleza de dichos
servicios;
b) La servidumbre de la gleba, o sea, la condición de la persona que está obliga-
da por la ley, por la costumbre o por un acuerdo, a vivir y a trabajar sobre una
tierra que pertenece a otra persona y a prestar a ésta, mediante remuneración o
gratuitamente, determinados servicios, sin libertad para cambiar su condición;
c) Toda institución o práctica en virtud de la cual:
i) Una mujer, sin que le asista el derecho a oponerse, es prometida o dada
en matrimonio a cambio de una contrapartida en dinero o en especie
entregada a sus padres, a su tutor, a su familia o a cualquier otra persona
o grupo de personas;
ii) El marido de una mujer, la familia o el clan del marido tienen el derecho
de cederla a un tercero a título oneroso o de otra manera;
iii) La mujer, a la muerte de su marido, puede ser transmitida por herencia
a otra persona;
d) Toda institución o práctica en virtud de la cual un niño o un joven menor de
dieciocho años es entregado por sus padres, o uno de ellos, o por su tutor, a
otra persona, mediante remuneración o sin ella, con el propósito de que se
explote la persona o el trabajo del niño o del joven.
También los convenios de la OIT: Convenio Internacional del Trabajo (Nº 29)
Relativo al Trabajo Forzoso u Obligatorio, y Convenio 105 Relativo a la Abolición
del trabajo forzoso.
109
El artículo 223 indica que quien insemina artificialmente a una
mujer sin su consentimiento, debe ser castigado con las penas de pri-
sión de 4 a seis 6 años y multa de 100 a 500 días. En las mismas penas
incurre quien, sin el consentimiento de la mujer, le transfiere preem-
briones o le extrae óvulos fruto de técnicas de fecundación artificial.
Se debe imponer la pena de 2 a 4 años de prisión a quien, sin estar
legítimamente autorizado, inutiliza o extrae a la mujer el mecanismo
implantado en su cuerpo para evitar la concepción. La pena prevista se
debe aumentar hasta la mitad (1/2), si la víctima es menor de 18 años.
Finalmente, el artículo 225 establece que cuando una persona ju-
rídica sea responsable de uno de los delitos de esta sección, se le debe
imponer la pena de disolución de la persona jurídica, o multa de 1000
a 2000 días.
Si se opta por la multa, adicionalmente se le puede imponer alguna
de las sanciones siguientes:
1. Suspensión de las actividades específicas en que se produjo el
delito, por un plazo que no puede exceder de 5 años;
2. Clausura de locales y establecimientos que se utilizaron en la
realización del delito, por un plazo que no podrá exceder de 5
años.
Análisis por bien
3. Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
jurídico tutelado para contratar con el sector público y para obtener beneficios
e incentivos fiscales o de la seguridad social, por un plazo que
no puede exceder de 15 años.
Las penas previstas en los artículos anteriores se imponen sin per-
juicio de las que correspondan, en su caso, por otros delitos cometidos.
Esto significa que puede existir concurso entre trata, que es un delito
instrumental, para cometer la explotación en servidumbre.
Finalmente, se contempla la reincidencia internacional: la condena
de un juez o tribunal extranjero en delitos de esta misma naturaleza,
produce efectos de reincidencia.

2.6.3. Delitos contra el honor


En el capítulo III se abordan los delitos contra el honor, y aparecen
las figuras delictivas de injuria y calumnia.
La injuria se tipifica en el artículo 229 como toda acción o expresión
que lesiona la dignidad de otras personas, menoscabando su fama. Se-
gún este artículo, solo son constitutivas de delito las injurias que, «por
su naturaleza, efectos o circunstancias, sean consideradas en el ámbito
público como graves».
110
Sin embargo, no se explica qué se entiende por grave, lo cual es
una clara violación al principio de taxatividad y determinación, y exi-
ge la jurisprudencia del Sistema Interamericano como requisito para
tipificar los delitos contra la libertad de expresión89.
Cuando las injurias consisten en la imputación de hechos, no se
consideran graves, excepto «cuando se han llevado a cabo con conoci-
miento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad».
En este punto, el artículo es compatible con la jurisprudencia
interamericana, asentada en el caso Tristán Donoso Vs. Panamá,
donde la Corte IDH consideró innecesario constatar la veracidad de
las afirmaciones formuladas para desestimar la imposición de sancio-
nes penales o civiles. Basta con que existan razones suficientes para
justificar la formulación de tales afirmaciones, siempre que se trate
de afirmaciones de interés público.
En consecuencia, incluso si los hechos que se afirman (por ejem-
plo, la imputación de un crimen) no pueden ser demostrados en un
proceso judicial, quien realizó las afirmaciones correspondientes estará
protegido, siempre que no tuviera conocimiento de la falsedad de lo
que afirmaba, o no hubiere actuado con negligencia grave (absoluto
desprecio por la verdad)90.
Esta situación se extiende al delito de calumnia (art. 230), donde la Análisis por bien
doctrina de la real malicia está formulada en los siguientes términos: jurídico tutelado
«la falsa atribución de un delito hecha con conocimiento de su falsedad
o temerario desprecio a la verdad».
Ambas figuras penales se castigan más severamente cuando se
utilizan medios impresos, radio, televisión, redes sociales o cualquier
otro medio de comunicación semejante. Por tanto, sí afectan directa-
mente la libertad de expresión.
Es importante señalar que en el texto de los artículos 229 y 230 no
aparece, expresamente señalada, la responsabilidad penal como con-
secuencia de injurias o calumnias contra funcionarios públicos.
La regulación actual integró algunos conceptos de derechos hu-
manos en cuanto a la limitación de aplicar estas disposiciones para
proteger a funcionarios públicos. En ese sentido, se eliminó del Pro-
yecto el texto del artículo 232, por el cual el pre legislador establecía

89 Así, en el caso Kimel Vs. Argentina, Sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C No.
177, la Corte IDH indicó que el tipo penal que tutelaba el honor en Argentina vulne-
raba, por su extrema vaguedad, el principio de estricta legalidad. En consecuencia,
ordenó la reforma de la citada norma.
90 Caso Tristán Donoso Vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 27 de enero de 2009 Serie C, No. 193, párr. 115.
111
la acción privada, salvo cuando se cometan contra funcionario público,
en cuyo caso se convierten en delitos perseguibles de oficio por el
Ministerio Público.
Obviamente, esto era totalmente contrario al derecho a la libertad
de expresión; tanto la CIDH como la Corte IDH han considerado que
la protección de la honra o reputación de funcionarios públicos, o
candidatos a ejercer funciones públicas, mediante el procesamiento
o condena penal de quien se expresa —a través de los tipos penales
de calumnia, injuria, difamación o desacato— resulta desproporcio-
nada e innecesaria en una sociedad democrática91. Las decisiones de
la Corte IDH tienen como fundamento:
• Los niveles mayores de protección de los discursos sobre el
Estado, los asuntos de interés público y los funcionarios públi-
cos en ejercicio de sus funciones o quienes aspiran a ocupar
cargos públicos;
• Las condiciones altamente exigentes de las limitaciones im-
puestas a este tipo de discursos; y,
• Los estrictos requisitos de validez con los que debe cumplir el
recurso y los mecanismos procesales para limitar la libertad de
expresión.
Análisis por bien Sobre este particular, la jurisprudencia ha explicado que tanto los
jurídico tutelado funcionarios públicos como los candidatos a cargos públicos gozan, al
igual que toda persona, del derecho a la honra protegido por la CADH.
Sin embargo, en una sociedad democrática, los funcionarios públi-
cos tienen un umbral distinto de protección, que les expone en mayor
grado a la crítica del público, lo cual se justifica por el carácter de in-
terés público de las actividades que realizan; porque se han expuesto
voluntariamente a un escrutinio más exigente; porque sus actividades
trascienden la esfera privada para ingresar a la esfera del debate público,
y porque cuentan con medios apropiados para defenderse92.
Por ello, la CIDH ha considerado que utilizar mecanismos penales
para sancionar expresiones sobre cuestiones de interés público o sobre
funcionarios públicos, candidatos a ejercer cargos públicos o políticos,
vulnera per se el artículo 13 de la Convención Americana, ya que no

91 Ibíd., párr. 129.


92 Corte IDH. Caso Kimel Vs. Argentina, op. cit., párrs. 86 y 87; Corte IDH, Caso Pala-
mara Iribarne Vs. Chile. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C, No. 135,
párrs. 83 y 84; Corte IDH, Caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica. Sentencia de 2 de julio
de 2004. Serie C No. 107, párrs. 128 y 129; Corte IDH, Caso Tristán Donoso Vs.
Panamá, op. cit., párr. 115; CIDH. Informe Anual 1994. Capítulo V: Informe sobre
la Compatibilidad entre las Leyes de Desacato y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Título IV. OEA/Ser. L/V/II.88. doc. 9 rev. 17 de febrero de 1995.
112
hay un interés social imperativo que la justifique, resulta innecesaria
y desproporcionada y, además, puede constituir un medio de censura
indirecta dado su efecto amedrentador e inhibidor del debate sobre
asuntos de interés público93.
De ello se desprende que, en este punto, el PCPH violaba el artículo
13 de la CADH. El hecho que se haya reformado el régimen de la acción
y se establezca, en el actual art. 234, que la acción penal solo procede
mediante querella, es un gran avance en este sentido.
Sin embargo, el CPH no estableció una cláusula o disposición es-
pecífica que exonere de responsabilidad penal los atentados contra
el honor cometidos contra funcionarios públicos, quienes únicamente
quedarán sujetos a responsabilidades civiles u otro tipo de sanciones
o, en último término, a la publicación de la sentencia, pero NO A CON-
SECUENCIAS PENALES. Corresponde a los jueces hacer uso del principio
de Convencionalidad y no admitir interpretaciones que permitan la
persecución penal de las expresiones dirigidas contra funcionarios
públicos.
El artículo 232 permite a la parte ofendida solicitar la publicación
reparatoria, como medio para indemnizar a la persona que ha sido
perjudicada por la injuria o la calumnia.
El artículo 233 establece la responsabilidad civil subsidiaria de la Análisis por bien
persona jurídica propietaria del medio informativo a través del cual jurídico tutelado
se propagó la injuria o calumnia. Esto puede ser adecuado, siempre y
cuando se demuestre que la persona jurídica propietaria actuó, igual-
mente, con real malicia.
Como se indicó, los delitos son de acción privada y el perdón extin-
gue la acción de la pena. Se establece una condición de procedibilidad,
al indicar que «nadie puede deducir acción de calumnia o injuria ver-
tida en juicio, sin previa autorización del Órgano Jurisdiccional com-
petente ante el que supuestamente se hubiesen proferido» (art. 234).

2.7. Delitos contra la libertad


El Título VIII contempla los delitos contra la libertad, distinguiendo
dos tipos:
• La libertad física o ambulatoria (capítulo I) y
• la libertad de determinación (capítulo II)

93 Caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica, op. cit., párr. 101.2); CIDH. Alegatos ante la
Corte IDH en el caso Ricardo Canese Vs. Paraguay. Transcritos en: Corte IDH, Caso
Ricardo Canese Vs. Paraguay, op. cit., párr. 72. h).
113
2.7.1 Delitos contra la libertad ambulatoria
2.7.1.1. Delito de privación ilegal de libertad por particulares
En la libertad ambulatoria la figura principal es la privación ilegal
de libertad. Por privación de libertad ambulatoria debe entenderse
aquella que impide que el sujeto pueda desplazarse y circular libre-
mente (art. 235). La Corte IDH ha establecido que el derecho a la
libertad protege exclusivamente el derecho a la libertad física, cubre
los comportamientos corporales que presuponen la presencia física
del titular del derecho y se expresan normalmente en el movimiento
físico94.
Conforme al art. 235 del CPH, la pena por este delito es de 5 a 7
años. Y en el art. 236, la privación de libertad es agravada con penas
de 7 a 9 años cuando la víctima es menor de dieciocho (18) años, mujer
embarazada, persona de avanzada edad, especialmente vulnerable o
padece una enfermedad que le impide valerse por sí misma.
Otras causas agravantes son que la persona privada de libertad
sea empleado o funcionario público en el ejercicio sus funciones; que
la privación de libertad exceda de 72 horas; el delito se perpetra con
simulación de autoridad o funciones públicas, o cuando se aplica a la
víctima drogas o cualquier sustancia que anula o debilita su voluntad.
Análisis por bien
Resulta un peligro para las libertades políticas que se establezca
jurídico tutelado como agravante que la víctima sea funcionario o empleado público en
el ejercicio de funciones, pues puede implicar que se utilice como un
medio para criminalizar la protesta social.
Otro problema con la tipicidad, es que el tipo penal base exige una
temporalidad mínima, puesto que se considera agravado si la privación
de libertad supera las 72 horas.
Estos dos supuestos de agravación podrían implicar que hechos de
protesta social, amparados en el ejercicio de la libertad de locomoción o
de manifestación, pudieran ser criminalizados, tales como la ocupación
temporal de edificios o la imposibilidad de salir de determinado lugar
por un espacio muy corto de tiempo.
Estos supuestos deben revisarse adecuadamente, o generar una
causa expresa de atipicidad, que no se considera delito de privación
ilegal de libertad los actos de protesta social, como manifestaciones o
reuniones públicas para reivindicar derechos.

94 Caso Yvon Neptune Vs. Haití. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de


mayo de 2008. Serie C No. 180, párr. 91.
114
En el Código Penal español la pena será agravada cuando la pri-
vación de libertad excede de 15 días. El agravamiento punitivo de
72 horas en el CPH, en consecuencia, no tiene una justificación y se
considera pertinente una interpretación adecuada en cuanto al plazo
de privación de libertad para efectos de agravación de la pena.
Luego, el artículo 237 prevé como privación ilegal de libertad ate-
nuada, cuando el sujeto desiste de su propósito y deja en libertad a la
víctima dentro de las primeras 24 horas de privación de libertad, sin
dañar su salud e integridad física; en estos casos, la pena de prisión
debe ser de 3 a 5 años.
Debido a que es una forma atenuada, debería extenderse a un plazo
de 72 horas, lo cual permitiría al juez ponderar si periodos más breves
podrían considerarse como situaciones de insignificancia. Esto no ocu-
rre con un plazo tan corto como el de 24 horas, que pareciera implicar
la punibilidad de todas las situaciones inferiores a tal lapso temporal.
2.7.1.2. El delito de privación ilegal de libertad
por funcionario o empleado público
La privación ilegal de libertad realizada por funcionario o empleado
público, según el artículo 238, contiene una deficiente técnica legislativa
y el desvalor de la conducta. En efecto, existe violación al principio de
legalidad cuando se emplea el término completamente arbitrario, por Análisis por bien
ser un término indefinido y, sobre todo, porque no observa la jurispru- jurídico tutelado
dencia de la Corte IDH, que consagra las diferencias entre detención
ilegal, arbitraria y con violación a garantías constitucionales.
Para efectos de aplicación del injusto penal, se considera que los
jueces deben aplicar las tres modalidades establecidas por la Corte IDH
al interpretar el artículo 7 de la CADH; es decir, en el aspecto material y
formal: cuando no existe delito, cuando no existe causa legal o en viola-
ción a las garantías de toda persona detenida conforme a la Constitución
y tratados internacionales95.
Junto con este delito, en el artículo 548.6 CPH aparece el delito de
limitación o impedimento de determinados derechos fundamentales,
cuando el funcionario o empleado público que arbitrariamente y abu-
sando de sus funciones…,
Acuerda, practica o prolonga cualquier privación de libertad
o incomunicación de un detenido, preso o sentenciado, con
violación de los plazos, derechos o demás garantías que la
Constitución y las leyes establecen.

95 Caso Yvon Neptune Vs. Haití. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de


mayo de 2008.
115
Este delito tiene una pena privativa de libertad de 2 a 5 años e
inhabilitación para empleo o cargo público de 10 a 15 años, y parece
ajustarse más al contenido de la privación arbitraria que establece el
Sistema Interamericano en su jurisprudencia sobre el artículo 7.396.
En todo caso, habrá que armonizar ambos delitos para deslindar
claramente el desvalor de la conducta y no minimizar las penas a los
funcionarios públicos que priven de derechos a los ciudadanos.
Por otra parte, el delito de privación ilegal de libertad por fun-
cionario o empleado público contempla una pena aumentada en un
tercio de la pena que corresponde al delito común. Es decir, establece
una causal genérica de agravación de la pena.
Esto es un claro acierto del legislador, pues cuando un funcionario
comete un hecho delictivo, no solo afecta la libertad personal, sino
también el correcto desempeño de las funciones públicas y las garantías
jurídicas necesarias para proteger los derechos fundamentales97. Esto
hace que el desvalor de la conducta deba ser agravado, no atenuado.
Funcionario público
Delito Particular
(más 1/3)
6 años 8 meses a
Delito de privación de libertad 5 a 7 años
9 años 4 meses
Análisis por bien 9 años 4 meses a
jurídico tutelado Privación de libertad agravada 7 a 9 años
12 años
2 meses a 3 años
Privación de libertad atenuada 3 a 5 años
4 meses

2.7.1.3. Delito de secuestro (art. 239)


El delito de secuestro está tipificado de manera muy amplia, puesto
que se señala que constituye secuestro «Quien priva de la libertad a
una persona exigiendo alguna condición para liberarla». Esto podría
dar lugar a elementos que facilitan criminalizar la protesta social, ya
que para el efecto basta cualquier condición y no se exige, ni siquiera,
que la condición sea ilícita98.
La pena que se establece es de 8 a 12 años y la prohibición de resi-
dencia por el doble de la condena99.

96 Caso Juan Humberto Sánchez Vs. Honduras. Excepción Preliminar, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C, No. 99.
97 Zúñiga, L. El delito de detenciones ilegales practicadas por funcionario público (art.
184 C.P.): estudio del tipo de injusto.
98 CIDH. Criminalización de la labor de las defensoras y los defensores de derechos
humanos. OEA/Ser.L/V/II.Doc. 49/15. 31 diciembre 2015, párrs. 139 y ss.
99 La pena del delito de secuestro aumentó con relación a la prevista en el PCPH, que
era de 5 a 10 años.
116
El secuestro agravado (art. 240), que contempla penas de 10 a 15
años, se produce
• cuando se cumple la condición o
• la condición consiste en exigir a los poderes públicos naciona-
les o de un gobierno extranjero, alguna medida, concesión o
resolución legal o ilegal.
También son agravantes que la privación de libertad se extienda por
más de 72 horas; que la víctima sea menor de 18 años, mujer embaraza-
da o especialmente vulnerable, o la persona secuestrada sea funcionario
público en el ejercicio de funciones, diplomático o cónsul acreditado
en Honduras; cuando es cometido por un grupo delictivo organizado
con simulación de autoridad, o se administran drogas o sustancias que
anulan su voluntad.
La agravante contemplada en el inciso 2) «La condición consiste en
exigir a los poderes públicos nacionales o de un gobierno extranjero,
alguna medida, concesión o resolución legal o legal», es contraria a la
CADH, como lo expresó la Corte IDH en el Caso del Pueblo Mapuche
contra Chile100:
Que la circunstancia prevista en la ley antiterrorista de Chile
que «el hecho se cometa para arrancar o inhibir resoluciones
de la autoridad o imponerle exigencias» violaba el principio de
Análisis por bien
legalidad y la presunción de inocencia, en relación con la obli- jurídico tutelado
gación del Estado de respetar y garantizar los derechos, según
lo establecen los artículos 9, 8(2), y 1(1), respectivamente, de
la Convención, dado que la redacción de la norma preconcibe
la responsabilidad del acusado por la comisión del delito y que
«no deberán aplicarse acusaciones de delitos tomados de otros
contextos (‘amenaza terrorista’, ‘asociación delictuosa’) a he-
chos relacionados con la lucha social por la tierra y los legítimos
reclamos indígenas»101.
Por tal motivo, basados en el principio de Convencionalidad, los
jueces no deberán hacer uso del inciso 2) del artículo 240, pues este
contiene una forma de criminalización de la protesta social.
Para el delito de secuestro, la pena aumenta de 15 a 20 años cuando
concurran dos o más de las circunstancias anteriores.

100 Corte IDH. Caso Norín Catrimán y otros (líderes, miembros y activistas del Pueblo
Indígena Mapuche) vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia del 29 de
mayo de 2014. Serie C, No. 279, párrs. 171, 173.
101 Ídem.
117
Finalmente, se establece un delito calificado por el resultado (artí-
culo 240 in fine) —cuando se causa la muerte dolosa o imprudente del
secuestrado—, para el que se indica la pena única de prisión a perpe-
tuidad. Este supuesto contiene una pena OBLIGATORIA, que es contraria
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En este caso existen tres problemas: el primero se relaciona con
que es un delito cualificado por el resultado102, para el que se aumenta
la pena automáticamente por la muerte del secuestrado lo cual, per se,
es una violación a la Convención103.
Si bien se aclara que la muerte debe ser por dolo o imprudencia,
siempre existe la posibilidad de que el autor sea castigado simplemente
a consecuencia del resultado, y que la decisión judicial no exija todos los
elementos necesarios para fundamentar la imputación subjetiva, tanto
a título doloso como culposo.
Por ello, Luzón Peña ha señalado que los delitos calificados por el
resultado deben desaparecer y deben diferenciarse las distintas situa-
ciones que dan origen al fallecimiento de la víctima104. En todo caso,
de ser imputable la muerte al autor, se tendrá que realizar conforme al
principio de desvalor subjetivo de la acción.

Muerte objetiva-
Análisis por bien Secuestro mente imprevi- Caso fortuito impune No hay pena
jurídico tutelado sible.
Concurso ideal de se-
Muerte causada Pena de secuestro
Secuestro cuestro con homicidio
por imprudencia. aumentada en 1/3.
imprudente.
Muerte causada Concurso ideal de se- Pena de asesinato
Secuestro
dolosamente. cuestro con asesinato. aumentada en 1/3.

Al no diferenciar de forma clara las distintas situaciones, el tipo deja


abierta la posibilidad de aplicar únicamente la pena por el resultado,
siendo una manifestación de versari in re illicita, en violación al principio
de culpabilidad o imputación subjetiva.
En segundo lugar, está estableciendo una pena única, que equipara
tanto la muerte por dolo, como a la culpa. El no distinguir las dos mo-

102 Los delitos cualificados por el resultado, que suponían una responsabilidad que
no requería dolo o imprudencia, y que parten del llamado versari in re illicita,
estuvieron presentes en el CP español hasta 1983. Ver Mir Puig, S. Derecho Penal,
op. cit., p. 98.
103 Zaffaroni, R. E., en Sistemas penales y derechos humanos, op. cit., p. 39, indica que
los delitos calificados por el resultado violan la Convención y por ello recomienda:
«Rechazar la teoría de los llamados delitos calificados por el resultado en la medida
que con ella se entiende la consagración de una forma de versari in re illicita».
104 Luzón, Curso de Derecho Penal Español, op. cit., p. 87.
118
dalidades de desvalor subjetivo de conducta es una grave violación al
principio de culpabilidad. Existe unanimidad en la doctrina respecto
a que el delito imprudente contiene un desvalor de injusto inferior al
delito doloso, lo que hace obligatoria su atenuación punitiva.
Aun en los casos de muerte causada dolosamente, el establecer
una pena obligatoria de prisión a perpetuidad, es contrario al principio
de proporcionalidad. En este caso, cabe traer a colación lo indicado
por la Corte IDH en su jurisprudencia105:
79. La Corte constata que la regulación vigente del delito de
plagio o secuestro en el Código Penal guatemalteco ordena
la aplicación de la pena de muerte de manera automática y
genérica a los autores de tal ilícito («se les aplicará la pena
de muerte») y al respecto estima pertinente recordar que el
Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con-
sideró que la obligatoriedad de la pena capital con la que se
priva al sujeto de su derecho a la vida, impide considerar si,
en las circunstancias particulares del caso, esta forma excep-
cional de castigo es compatible con las disposiciones del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos106.
En tal sentido, también señaló que una pena obligatoria tiene
como efecto someter a los acusados del delito de plagio o secuestro
a procesos penales en los que no se consideran —en ninguna instan- Análisis por bien
cia— las circunstancias particulares del delito y del acusado, tales jurídico tutelado
como los antecedentes penales de éste y de la víctima, el móvil, la
extensión e intensidad del daño causado, las posibles circunstancias
atenuantes o agravantes, entre otras consideraciones del autor y del
delito. Esta forma de aplicar la pena se considera arbitraria, viola el
principio de culpabilidad y, por tanto, es contraria a la CADH.

2.7.2. Delitos contra la libertad de determinación


En cuanto a los delitos contra la libertad de determinación, se
contemplan tres figuras delictivas que tradicionalmente se integran en
todos los códigos penales:
Coacción (artículo 245 CPH)
Amenazas (artículo 246 CPH)
Chantaje (artículo 247 CPH)
Desplazamiento forzado (artículo 248 CPH)

105 Ronald Ernesto Raxcacó Reyes Vs. Guatemala, Sentencia de 15 de septiembre de


2005, párrs. 79 y 80.
106 Cfr. Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, Sentencia de 21 de junio de 2002.
Serie C, No. 94, párr. 105.
119
El delito de coacción lo comete «Quien, sin estar legítimamente au-
torizado, impide a otro con violencia, intimidación o fuerza en las cosas
hacer lo que la Ley no prohíbe o le obliga a realizar lo que no quiera,
sea justo o injusto». La pena es de 1 a 3 años o prestación de servicios
de utilidad pública, o a las víctimas, de 180 a 360 días.
Si la coacción impide el ejercicio de un derecho fundamental, se
debe aplicar la sanción de multa de 100 a 300 días.
El delito de amenazas consiste en amenazar «a otro con causarle a
él, a su familia o a otras personas con las que esté íntimamente vincu-
lado, un mal en su persona, honor, intimidad o patrimonio». Las penas
son de 1 a 3 años cuando la amenaza no haya sido condicional y, si es
condicional, de 2 a 4 años.
Si la amenaza se realiza por escrito o a través de medios informáti-
cos, audiovisuales o telemáticos, las penas se aumentarán en un tercio.
El artículo 247 CPH establece que el delito de chantaje lo comete
quien «exige a otra persona dinero, bienes, recompensa o la realización
u omisión de un acto, bajo la amenaza de revelar, difundir o imputar
hechos referentes a su vida privada que pueden afectar su honor, cré-
dito o prestigio». La pena es de 1 a 3 años y, si es funcionario público,
se aplica, además, la inhabilitación de 1 a 5 años.
Análisis por bien Es importante destacar la inclusión del delito de Desplazamiento
jurídico tutelado forzado en el artículo 248 CPH, el cual recoge una figura de protección
del derecho internacional frente a los ataques a la libertad de circu-
lación y residencia. Este delito tipifica como conducta típica obligar
a otro o su familia a cambiar o abandonar el lugar de su residencia,
de actividad mercantil o laboral, su establecimiento educativo, o
cualquier ubicación sobre la que tenga derechos de propiedad, por
medio de violencia o de intimidación.
La sanción prevista es de 6 a 9 años. Esta pena se impone sin per-
juicio de otros delitos cometidos.

2.8. Título IX: delitos contra la libertad sexual


e indemnidad
El hecho que el legislador haya introducido la libertad sexual e
indemnidad como bien jurídico, es un gran avance en la protección
de los derechos de las mujeres frente a la violencia. De hecho, la CIDH
ha sido enfática en afirmar que para asegurar una mejor protección
a las mujeres frente a la violencia sexual107, es necesario generar una

107 CIDH. Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual en Mesoamérica,
OEA/Ser.L/V/II. Doc. 63, 9 diciembre 2011, p. 40.
120
estructura de delitos sexuales, basada específicamente en la libertad
de consentimiento, en sustitución de figuras como el pudor o el honor
sexual, que contemplan estereotipos de carácter patriarcal, contrarios
al artículo 7 de la Convención de Belem Do Pará108.
El bien jurídico tutelado es la libertad sexual, que es una expresión
de la libertad general con características que la definen y distinguen.
Muñoz Conde109 considera que la libertad sexual es aquella parte de la
libertad referida al ejercicio de la propia sexualidad y a la disposición
del propio cuerpo, y aparece como un bien merecedor de protección
penal específica, no siendo suficiente para abarcar toda su dimensión
en la protección genérica que se concede a la libertad.
Efectivamente, la libertad sexual tiene autonomía y, aunque los
ataques violentos o intimidatorios a la misma son ataques a la libertad
que igualmente podrían ser castigados como tales, sus referencias al
ejercicio de la sexualidad le dan connotaciones propias.
Lo que se protege fundamentalmente son los derechos sexuales
y reproductivos, en cuanto a la potestad de poder decidir cuándo
ejercer la sexualidad y con quién hacerlo, de manera libre y con pleno
consentimiento. Por ello, la protección se extiende fundamentalmente
al ejercicio de la libertad sexual, y a que la persona no sea obligada
coactivamente a sostener relaciones de naturaleza sexual SIN CONSEN-
Análisis por bien
TIMIENTO PLENO. Lo que se penaliza es que se imponga a una persona
un comportamiento sexual no deseado.
jurídico tutelado
La protección penal se complementa con la referencia a la in-
demnidad sexual, que busca preservar a la víctima de que no sufra
daños corporales o psíquicos al momento de sostener relaciones se-
xuales, especialmente en el ámbito del aparato reproductor o frente
a traumas físicos o psicológicos que puedan impedir posteriormente
el disfrute de la sexualidad.
El Título IX se divide en tres capítulos que consagran:
En el capítulo I, los atentados individuales contra la libertad sexual
y más tradicionales como violación, agresiones sexuales, etc.

108 Artículo 7. Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la
mujer y convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones,
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar a
cabo lo siguiente: (...) e. Tomar las medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo
legislativo, para modificar o abolir leyes o reglamentos vigentes, o para modificar
prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la tolerancia
de la violencia contra la mujer.
109 Muñoz Conde, F. Derecho Penal. Parte Especial. Tirant Lo Blanch, Valencia, 2001,
p. 195.
121
En el capítulo II se regulan los ataques más graves contra la libertad
sexual, que involucran la explotación sexual comercial; incluye, además,
la pornografía infantil, que proviene de las obligaciones contenidas en
el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño
relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de
niños en la pornografía110.
En el capítulo III se establecen las exhibiciones y la provocación
sexual que, más que todo, son atentados a la moralidad sexual.

2.8.1. Regulación de la violación y otras agresiones sexuales


En el capítulo I se contemplan como delitos siete figuras básicas:
• La violación (art. 249)
• Agresión sexual (art. 250)
• Incesto (art. 252)
• Contacto con finalidad sexual por medios electrónicos:
ciberacoso (art. 253)
• Estupro (art. 254)
• Hostigamiento sexual (art. 256)
Análisis por bien 2.8.1.1 Violación
jurídico tutelado
El delito de violación, conforme el art. 249, constituye:
• Acceso carnal no consentido vía anal, bucal o vaginal, así como
• Introducción de órganos corporales o de objetos vía anal o
vaginal.
Empleando
• Violencia o intimidación,
• En todo caso, cuando la víctima es menor de 14 años o,
• La víctima padece enajenación mental o anulación de la voluntad
originada por cualquier causa.
Es importante destacar que el actual CPH no contempla de mane-
ra expresa el uso de narcóticos, drogas u otros medios que anulan la
voluntad de la víctima.
A falta de una disposición expresa de carácter general que contemple
una definición de que la violencia incluye el uso de drogas, narcóticos
u otra disposición análoga, es necesario que se incluya en la definición

110 Adoptado por la Asamblea General en Resolución A/RES/54/263 del 25 de mayo


de 2000.
122
típica de la violación. El CPH de 1983 sí establecía que el uso de drogas
es una causa de agravación de la pena111.
Sin embargo, en el actual CPH se tipifica mejor el delito que en
el artículo 140 del CPH de 1983, al explicitarse con mayor rigor las
conductas prohibidas. Asimismo, se aumenta la protección penal, al
extender el ámbito de la intangibilidad sexual hasta los 14 años.
Las penas establecidas para la violación son:
• Prisión de 9 a 13 años,
• Prohibición de residencia y aproximación a la víctima por el
doble del tiempo de la pena de prisión y,
• Se aumenta en una tercera parte si la víctima es una persona
menor de 14 años.
En estos casos, la pena quedaría en 12 a 17 años 4 meses, la cual
es ligeramente más leve que las penas contempladas para los casos
donde la víctima es menor de 12 años, pero mucho más grave cuando
la víctima se encuentra entre los 12 y 14 años.
El CPH modificó la causal de consentimiento del sujeto pasivo, en
la forma que se encontraba prevista en el Proyecto112. Este preveía que,
si la víctima tenía de 12 a 14 años, la pena desaparecería si no había
una diferencia de 2 años de edad y el acceso carnal era consentido. Análisis por bien
jurídico tutelado
La actual regulación dispone una atenuación de 6 a 9 años de prisión,
si el autor no ha cumplido los 21 años, «y sea una persona próxima a
su víctima por grado de desarrollo, madurez y circunstancias sociales»
(art. 251).
Esta nueva regulación es incorrecta desde una perspectiva po-
lítico criminal, en tanto no excluye la responsabilidad penal entre
niños, lo cual provoca una criminalización indebida de las relaciones
sexuales consentidas entre pares. Esto constituye una violación a los
derechos de los niños, que debe ser corregida por los tribunales al
aplicar la eximente analógica de consentimiento entre niños, siempre
que no exista una diferencia de edad superior a dos años.
Para los casos de delincuentes adultos, menores de 21 años, la ate-
nuación de la pena parece bien intencionada, aunque puede resultar
insuficiente en el caso concreto, lo cual deberá evaluar el juez atendiendo
a las circunstancias concretas de los hechos.

111 Artículo 140 CPH 1983. «2) Que la víctima se halle privada de razón o de voluntad
o cuando por cualquier causa no pueda oponer resistencia.
En igual pena incurrirá quien intencionalmente drogue o embriague a una persona
con el fin de violarla».
112 Artículo 248 PCPH.
123
2.8.1.2 La agresión sexual (art. 250)
Este delito presenta una tipificación totalmente indescifrable. Se
estipula que comete el delito «quien, concurriendo alguna de las cir-
cunstancias del artículo precedente, realiza actos que atentan contra
la libertad sexual, distintos de los previstos en el precepto anterior».
En tal sentido, por circunstancias debemos entender el uso de los
medios empleados para doblegar a la víctima. En cuanto a los actos, no
define qué tipo de actos, lo cual viola el principio de máxima taxatividad.
Las penas contempladas para este delito son de 5 a 8 años de prisión.
2.8.1.3. Incesto (art. 252)
Es un delito especial impropio que solo pueden cometer el padre,
hermano o tío de la víctima, cuando esta sea menor de 18 años y mayor
de 14, y siempre que no deba ser sancionado con un delito más grave
(la pena es de 4 a 6 años).
Este tipo se considera inconveniente y debería ser retirado del CPH.
Mal interpretado dejaría graves vacíos de punibilidad, pues estable-
cería una forma atenuada de responsabilidad penal por la violación,
lo cual es contrario a la protección penal que debe darse sobre todo
en el seno familiar.
Análisis por bien Debe recordarse que la mayoría de delitos sexuales los cometen
jurídico tutelado personas del entorno familiar de la víctima, lo cual aconseja agravar
la pena, no disminuirla. Los estudios criminológicos han determinado
que muchos de los casos de abuso sexual se dan por el prevalimiento
que tienen los mayores sobre los niños, especialmente los padres.
Sobre esta base, el delito no debió ser atenuado, sino agravado.
En todo caso, el juez debe hacer las consideraciones necesarias
para evaluar correctamente la situación y aplicar la pena por violación,
incluso agravándola, por las circunstancias especiales de agravación
contenidas en el artículo 253 inciso 3.
2.8.1.4. Estupro (art. 254)
El estupro contiene tres figuras típicas:
Estupro mediante engaño. Lo comete quien realiza actos de natu-
raleza sexual, utilizando el engaño, con persona mayor de 14 y menor
de 18 años. La pena es de 6 meses a 1 año de prisión.
Acceso carnal por cualquier vía. La pena de prisión es de 1 a 3 años
y prestación de servicios de utilidad pública, o a las víctimas, por tiempo
de 2 a 4 meses o multa de 300 a 600 días.
Estupro mediante prevalimiento. Cuando el sujeto emplea el abu-
so de superioridad manifiesta para lograr su propósito. En este caso
124
no se contemplan requisitos o condiciones particulares en el sujeto
pasivo. Cualquier persona puede ser víctima del estupro mediante
prevalimiento.
Si realiza con la víctima actos de contenido sexual, la pena es de 1 a 3
años de prisión y multa de 100 a 300 días. Si los actos sexuales implican
acceso carnal por cualquier vía, las penas deben ser de prisión de 4 a 7
años y multa de 300 a 500 días.
Las penas por estupro previstas en el CPH disminuyen drásticamen-
te el marco penal con relación a la regulación aún vigente, establecidas
en el artículo 142113, especialmente cuando la víctima es menor de
edad (aunque mayor de 14 años).
Esta disminución del marco penal es contraria al deber de pro-
tección especial de la niñez, establecido en el artículo 19 de la CADH,
que obliga a los Estados a reforzar la protección de los niños114 y,
especialmente, de las niñas115.
Una disminución tan drástica de la pena, sobre todo en el delito del
art. 251 primer párrafo, que protege directamente a las víctimas menores
de edad, resulta insatisfactorio. Se considera apropiada, cuando menos,
una pena de 3 a 6 años en caso de acceso carnal y de 1 a 3 años en caso
de otros actos de contenido sexual.
Análisis por bien
Diferencias del marco normativo entre el CPH y el actual CP en casos
jurídico tutelado
de estupro de menores de edad entre 14 a 18 años
Vigente Art. 142 CP CPH
1 a 3 años y prestación de servicios
Pena de 6 a 8 años de utilidad pública o a las víctimas
en caso de acceso carnal. por tiempo de 2 a 4 meses o multa
de 300 a 600 días.
Pena de 2 a 4 años de prisión,
6 meses a 1 año de prisión.
otros actos de contenido sexual.

113 El estupro de una mujer mayor de catorce (14) pero menor de dieciocho (18)
años, prevaliéndose de confianza, jerarquía o autoridad, se sancionará con seis
(6) a ocho (8) años de reclusión.
Cuando el estupro se cometa mediante engaño se sancionará con pena de cuatro
(4) a seis (6) años de reclusión.
Cualquier otro abuso deshonesto que se cometa concurriendo alguna de las cir-
cunstancias previstas en este Artículo se sancionará con pena de dos (2) a cuatro
(4) años de reclusión.
114 Corte IDH. Opinión Consultiva OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002, Condición
Jurídica y Derechos Humanos del Niño. Serie A.
115 Corte IDH. Caso Veliz Franco y otros Vs. Guatemala, Sentencia de 19 de mayo de
2014. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, Serie C, No. 277.
125
Estupro sin consentimiento. Quien sin violencia, intimidación,
engaño ni prevalimiento realiza actos de contenido sexual no consen-
tidos por la víctima, debe ser castigado con la pena de prestación de
servicios de utilidad pública o a las víctimas por el tiempo de 6 meses
a 1 año y multa entre 300 a 600 días.
Esta figura carece de conducta típica, o los medios para doblegar la
falta de consentimiento. No puede entenderse a través de métodos que
anulan la voluntad de la víctima (hipnosis, narcosis, drogas), porque
estos ingresan en el campo de la violencia de naturaleza psicológica;
por ello, es suficiente para considerarla como un supuesto típico de
violación.
2.8.1.5. Contacto con menores con fines sexuales
por medios electrónicos (art. 253)
Este delito se denomina grooming y consiste en proponer a un
menor de 14 años concertar un encuentro físico para realizar activida-
des sexuales, siempre y cuando tal propuesta se acompañe de actos
materiales encaminados a dicho encuentro. La pena es de arresto
domiciliario de 1 a 3 años.
Si existe coacción o intimidación, la pena será de 2 a 4 años de
prisión. Si el contacto es para obtener imágenes o videos, la pena será
Análisis por bien un cuarto (¼) de la anterior.
jurídico tutelado 2.8.1.6. Hostigamiento sexual
Consiste en solicitar de forma reiterada favores de naturaleza sexual
para sí o para tercero, que provoque objetivamente en la víctima una
situación gravemente intimidatoria, hostil o humillante en el ámbito
laboral, educativo, religioso, deportivo u otro. La pena en este caso será
prisión de 1 a 2 años.
Si el culpable se ha prevalido de una relación de superioridad, o si
la víctima es especialmente vulnerable por razón de edad, situación,
enfermedad o escaso desarrollo intelectual o físico, la pena debe ser
de 2 a 3 años de prisión.
2.8.1.7. Agravantes específicas
Podrán agravarse hasta en un tercio (1/3) las penas del capítulo I del
Título IX, si concurre alguna de las circunstancias siguientes:
1. El autor hace uso de armas u otros instrumentos peligrosos
para la vida o la salud de la víctima, sin perjuicio de las penas
que pudieran corresponder por otros delitos;
2. El autor ha puesto en peligro por imprudencia grave la vida de
la víctima o ha comprometido gravemente su salud;
126
3. La víctima es especialmente vulnerable por razón de edad,
situación, enfermedad, escaso desarrollo intelectual o físico y,
en todo caso, cuando sea menor de seis (6) años;
4. La conducta realizada haya estado acompañada de actos parti-
cularmente degradantes o vejatorios para la víctima, o
5. Cuando los hechos se cometan por la actuación conjunta de
dos o más personas.
Quedan excluidas de estas agravantes el delito de hostigamiento
sexual.

2.8.2 Delitos relativos a la explotación sexual


y pornografía infantil (capítulo II, Título IX)
Honduras es parte del Protocolo Facultativo de la Convención so-
bre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución
infantil y la utilización de niños en la pornografía. Este obliga a los
Estados Parte a adoptar medidas para que, como mínimo, los actos
y actividades que a continuación se enumeran queden íntegramente
comprendidos en su legislación penal, tanto si se han cometido den-
tro como fuera de sus fronteras, o si se han perpetrado individual o
colectivamente.
Análisis por bien
1. En relación con la venta de niños, en el sentido en que se define jurídico tutelado
en el artículo 2:
i) Ofrecer, entregar o aceptar, por cualquier medio, un niño
con fines de:
a. Explotación sexual del niño;
b. Transferencia con fines de lucro de órganos del niño;
c. Trabajo forzoso del niño;
ii) Inducir indebidamente, en calidad de intermediario, a al-
guien a que preste su consentimiento para la adopción de
un niño en violación de los instrumentos jurídicos interna-
cionales aplicables en materia de adopción;
b) La oferta, posesión, adquisición o entrega de un niño con
fines de prostitución, en el sentido en que se define en el
artículo 2;
c) La producción, distribución, divulgación, importación,
exportación, oferta, venta o posesión, con los fines antes
señalados, de pornografía infantil, en el sentido en que se
define en el artículo 2.
127
2. Con sujeción a los preceptos de la legislación de los Estados
Partes, estas disposiciones se aplicarán también en los casos de
tentativa de cometer cualquiera de estos actos y de complicidad
o participación en cualquiera de estos actos.
3. Todo Estado Parte castigará estos delitos con penas adecuadas
a su gravedad. En tal sentido, el CPH ha introducido como fi-
guras penales la explotación sexual de adultos y menores, y la
pornografía infantil.
2.8.2.1. Explotación sexual
El artículo 257 CPH define la explotación sexual como la utiliza-
ción de una o varias personas en la prostitución, la pornografía, las
exhibiciones de naturaleza sexual o cualesquiera otras actividades
con fines sexuales que se realizan mediante precio, recompensa o
promesa remuneratoria.
Las penas de este capítulo se aplican con independencia de las penas
por los delitos contra la libertad e indemnidad sexual.
Los delitos de explotación sexual contemplados en el CPH son dos:
• Explotación sexual forzada de mayores de edad y
• Explotación sexual forzada de menores y personas con disca-
Análisis por bien pacidad.
jurídico tutelado a) Explotación sexual forzada de mayores de edad (art. 258)
Consiste en promover, favorecer o facilitar la explotación sexual
forzada de persona mayor de dieciocho (18) años mediante el empleo
de violencia, intimidación, engaño, prevalimiento, abuso de su enaje-
nación mental o cualquier otro medio por el que consiga la anulación
de la voluntad de la víctima.
Las penas establecidas para este delito son prisión de 5 a 8 años y
multa de 100 a 500 días.
Estas penas son mayores que las propuestas en el Proyecto CPH,
que preveía pena de prisión de 2 a 4 años y multa de cien (100) a qui-
nientos (500) días. Es positivo que hayan aumentado las penas, pero
resulta incoherente que la explotación sexual —que implica el some-
timiento a múltiples actos sexuales contra la voluntad de la víctima—,
tenga una pena inferior a la violación.
b) Explotación de menores de edad o personas con discapacidad
(art. 259)
Básicamente se penaliza promover, facilitar o beneficiarse de la
explotación de una persona menor de edad. Se entiende que aquí el
juez debe aplicar el concepto de Prostitución infantil contemplado en
128
el Protocolo Facultativo, en el artículo 2.b: «… la utilización de un niño
en actividades sexuales a cambio de remuneración o de cualquier otra
retribución»116.
La pena para este delito es de 6 a 8 años de prisión y multa de 100
a 1000 días. Si la explotación es forzada, la pena es de 8 a 12 años.
Se entenderá por forzada siempre que la víctima sea menor de 14
años. Cabe aquí hacer la observación de que las penas indicadas no
satisfacen el nivel de gravedad que exige el Protocolo.
c) Agravantes de explotación sexual (art. 260)
Las penas contempladas en los dos artículos anteriores se deben
agravar hasta en un tercio (1/3) si concurre alguna de las circunstancias
siguientes:
1) Se pone en peligro la vida o salud de la víctima, sin perjuicio de
las penas que correspondan por las lesiones o muertes causa-
das;
2) La víctima es especialmente vulnerable por razón de edad,
situación, enfermedad o escaso desarrollo intelectual o físico
y, en todo caso, cuando sea menor de seis (6) años;
3) La conducta resulta particularmente degradante o vejatoria para
la víctima; o, Análisis por bien
4) Los hechos se llevan a cabo en el marco de un grupo delictivo jurídico tutelado
organizado.
Las penas pueden incrementarse hasta en dos tercios (2/3) cuando
concurran dos o más circunstancias de las previstas en este artículo.
2.8.2.2. Pornografía infantil
El artículo 262 define la pornografía infantil como «cualquier ma-
terial donde se utilice la persona o la imagen de persona, por medio
directo, mecánico o con soporte informático, eléctrico, audiovisuales o
de otro tipo, que con finalidad de excitación sexual, recoge cualquier
clase de actos sexuales o conductas sexualmente explícitas, realizados
por menores de dieciocho (18) años con otras personas, mayores o
menores de edad, o con ellos mismos, así como la reproducción de sus
órganos sexuales o, eventualmente, de otras partes del cuerpo en un
contexto sexual».
Esta definición recoge, en lo esencial, la definición contemplada
en el Protocolo Facultativo el cual indica que, «por pornografía infan-

116 Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía.
129
til se entiende toda representación, por cualquier medio, de un niño
dedicado a actividades sexuales explícitas, reales o simuladas, o toda
representación de las partes genitales de un niño con fines primordial-
mente sexuales»117.
La actual redacción mejora sustancialmente la versión incluida en
el Proyecto118, que contemplaba la utilización parcial de voces o imáge-
nes de niños, aunque no hayan participado activamente en el acto de
naturaleza sexual.
Las formas en que se comete este delito son la elaboración y utili-
zación de niños en pornografía (art. 261). La pena que se establece es
de 4 a 6 años y multa de 100 a 500 días. Esta pena es sin perjuicio de los
delitos que se hubieren cometido para elaborar el material pornográfico
(violación, etc.).
La posesión de material pornográfico infantil también se castiga
con las mismas penas, si es para la venta, distribución o difusión. Si
es para el propio consumo, la pena se reduce en dos terceras (2/3)
partes.
Como circunstancias agravantes, se han previsto:
1) La víctima es especialmente vulnerable por razón de edad,
situación, enfermedad, o escaso desarrollo intelectual o físico
Análisis por bien y en todo caso, cuando sea menor de seis (6) años;
jurídico tutelado
2) El material pornográfico refleja una imagen particularmente
degradante o vejatoria para la víctima; o,
3) Los hechos se llevan a cabo en el marco de un grupo delictivo
organizado.
En estos casos, la pena se agrava en una tercera parte. Además de
las penas a personas individuales, se establece la responsabilidad de las
personas jurídicas en el artículo 263.

2.8.3. Delitos de exhibicionismo y provocación sexual


El capítulo III presenta dos figuras penales: el exhibicionismo y la
provocación sexual.
2.8.3.1. Exhibicionismo sexual (art. 264)
Comete este delito quien ejecuta o hace ejecutar a otras personas
actos de exhibicionismo de carácter sexual ante menores de dieciocho

117 Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía.
Artículo 2. c.
118 Artículo 259 del PCPH.
130
(18) años o personas con discapacidad necesitadas de especial protec-
ción.
La pena en estos casos es prisión de 1 a 2 años; si se tratare de
menores de 14 años, la pena debe ser de 2 a 3 años.
2.8.3.2. Provocación sexual (art. 265)
Consiste en vender o difundir material pornográfico entre me-
nores de edad o personas con discapacidad necesitadas de especial
protección. El material pornográfico debe afectar gravemente el
normal desarrollo de su sexualidad.
La pena es de prestación de servicios de utilidad pública o a las
víctimas de 6 meses a dos 2 años y multa de 200 a 500 días.

2.8.4. Disposiciones comunes a los delitos sexuales (art. 266)


2.8.4.1. Error sobre la edad en los delitos sexuales
El error vencible sobre la edad de la víctima, la relación de con-
sanguinidad o su condición de incapaz, disminuye en la mitad la pena
a imponer en los delitos contemplados en los tres capítulos sobre la
libertad sexual. Esto significa un cambio en relación con el Proyecto,
que en el art. 263 preveía la rebaja de 2/3 partes.
Análisis por bien
Una disminución tan significativa de la sanción penal podría estar jurídico tutelado
desprotegiendo a la niñez, en la medida que parece favorecer la fácil
invocación del agresor que desconocía la edad de la víctima. Lo ópti-
mo hubiera sido cambiar la redacción para que la disminución fuera
facultativa, y el juez pudiera reducir la pena HASTA la mitad, tomando
en consideración las circunstancias del hecho. De esta forma, se gra-
duaría mejor el injusto penal.
En todo caso, el juez debe ser muy riguroso para apreciar el error
y no generar penas excesivamente benignas. Debe recordarse que el
error vencible de tipo, es aquel que el sujeto hubiera podido superar
utilizando la debida diligencia.
EL principio de intangibilidad sexual de los niños impone a los adul-
tos no sostener relaciones de índole sexual con los niños bajo ninguna
circunstancia, cuando son menores de 14 años. Esta regulación viene
a colocar en riesgo a los niños, por lo cual debe ser profundamente
revisada.
El error solo podría ser admisible cuando la víctima, atendiendo
a circunstancias objetivas y desde una perspectiva ex ante, para un
tercero imparcial, aparente ser mayor de edad, o sea, de 18 años. No
cabría aplicar cuando el sujeto invoque que creía que tenía un poco
131
más de 14 años, pues esto dejaría en condición de vulnerabilidad a los
niños y las niñas.
2.8.4.2. Penas adicionales en delitos sexuales
El artículo 267 CPH contempla como penas adicionales a los delitos
sexuales, siguiendo las tendencias provenientes del derecho norteame-
ricano de aplicar situaciones de autor:
1. Las penas de inhabilitación especial para el ejercicio de la pro-
fesión, oficio, comercio o industria de los que se hubieren valido
los responsables para la realización de los hechos por el doble
del tiempo de la duración de la condena, pudiendo llegarse,
en el caso de la patria potestad, tutela, curatela o guarda, a su
privación definitiva.
Si el autor o partícipe en el delito es un funcionario o empleado
público, debe imponerse, además, la pena de inhabilitación absoluta
por el doble del tiempo de duración de la condena.
2. La medida de libertad vigilada, que se ejecutará con posterio-
ridad a la pena privativa de libertad, con una duración de:
a) Hasta diez (10) años, cuando la pena de prisión impuesta
sea superior a los cinco (5) años;
Análisis por bien b) Hasta cinco (5) años, en el resto de los casos.
jurídico tutelado
3. Las penas de prohibición de residencia y aproximación a la
víctima por el doble del tiempo de la condena.
4. Los pronunciamientos civiles que procedan en orden a la
filiación y fijación de alimentos, con independencia de lo
que deba declararse respecto de la responsabilidad civil
derivada de delito. El reconocimiento del concebido como
consecuencia de la relación sexual ilícita, no procederá en
caso de oposición de la madre.
Se considera que la medida de libertad vigilada por diez años,
cuando la pena sea superior a cinco años, puede resultar excesiva,
dado que supone extender la pena correspondiente sobre el sujeto, y
se constituye como una medida de seguridad para sujeto imputable,
que puede ser considerada una intromisión muy grave a su libertad;
además, su incumplimiento lo somete a que se le inicie proceso por
quebrantamiento de condena (art. 526). Es decir, a una pena de 2 a
4 años de prisión.
También, se habla de una MEDIDA DE LIBERTAD VIGILADA; o sea, la
imposición de una medida de seguridad a un sujeto culpable. Esto
es contrario a las exigencias de un derecho penal democrático, que
132
considera válido solo aplicar la medida de seguridad a inimputables, y
no a sujetos plenamente culpables. Constituye, por tanto, un derecho
penal de autor.
Además, esta sanción constituiría un ne bis in idem, puesto que el
sujeto queda condicionado a la prohibición de residencia y de aproxima-
ción a la víctima, lo cual sería congruente con el principio de legalidad, si
la medida tiene un fundamento objetivo y no el mero indicio arbitrario
de peligrosidad.
2.8.4.3. Régimen de la acción (art. 268)
Es sumamente preocupante que el régimen de la acción para los
delitos contemplados en el Título IX no sea de oficio, sino previa de-
nuncia de la persona ofendida o su representante legal, lo cual cons-
tituye un incumplimiento de la Convención de Belem do Para sobre
violencia sexual; si bien se establece de oficio la acción penal en los
casos de violación, las agresiones sexuales, el incesto y los relativos a
la explotación sexual.
Si la víctima es menor de edad o persona con discapacidad nece-
sitada de especial protección o desvalida, la acción es en todo caso
pública y perseguida por el Ministerio Público (MP). Por otra parte, es
preocupante que el estupro, sobre todo utilizando prevalimiento, quede
excluido de persecución penal. Análisis por bien
jurídico tutelado
2.9. Regulación del bien jurídico intimidad: Título X
Este bien jurídico se fundamenta en el artículo 11 de la CADH y en
el artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
que estipula:
1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o esos ataques.
Este Título incluye dos secciones: los atentados contra la inviolabi-
lidad domiciliaria (capítulo I) y la divulgación de secretos (capítulo II).

2.9.1. Delitos contra la inviolabilidad domiciliaria


Los delitos son:
a) Allanamiento de domicilio por particular (art. 270), para el
que se establece una sanción de 6 meses a 2 años de prisión;
y si se ejecuta con violencia, de 2 a 4 años de prisión.
133
Si la conducta es para ingresar o mantenerse, contra la voluntad
de su titular, en el domicilio de personas jurídicas, despachos
profesionales, oficinas o establecimientos de servicio al público
fuera de los horarios de apertura, se debe aplicar la pena indi-
cada en el párrafo anterior rebajada en un tercio (1/3).
b) Allanamiento por funcionario público (art. 268), para el que se
establece una sanción de 3 a 5 años de prisión (única) e inha-
bilitación para cargo público por el doble de la pena.
Es preocupante que la pena no se agrava cuando se ejecuta
con violencia, con lo cual hay un desvalor en el contenido de la
acción, y se pierde la agravación por el hecho de que el autor
actúa en funciones públicas. En este caso se puede apreciar
que la pena no contempla el desvalor especial que conlleva el
hecho de ejercer funciones públicas.

2.9.2 El delito de descubrimiento y revelación de secretos


(art. 272)
Se establecen como conductas prohibidas las escuchas telefóni-
cas, la captación de imágenes y la interceptación de comunicaciones,
o el apoderamiento físico o intelectual de documentos o efectos
Análisis por bien personales, para conocer secretos o vulnerar la intimidad de un ter-
jurídico tutelado cero. En estos casos, la pena a imponer es prisión de uno (1) a tres
(3) años y multa de 360 a 720 días.
En el segundo párrafo se indica acceder a datos personales in-
corporados a ficheros, soportes o registros informáticos, electrónicos
o telemáticos, o a cualquier otro tipo de archivo o registro público o
privado, en perjuicio de tercero y sin estar autorizado. La pena en estos
casos es de 2 a 3 años de prisión y multa de 360 a 720 días.
En el caso de funcionarios, las penas se incrementan en dos terceras
partes (art. 273). Sin embargo, el tipo penal presenta problemas, puesto
que se indica que el funcionario público debe actuar fuera de los casos
contemplados en la ley y que no medie delito.
Se entiende que si media delito y se cometen actos contra la intimi-
dad —por ejemplo se apropia de papeles o intercepta llamadas telefóni-
cas— no existe antijuricidad. Esto provocaría que prácticamente en todos
los casos de sospecha de delito las personas pudiesen ser interceptadas
anónimamente, lo que dejaría desprotegido el derecho a la intimidad.
En el caso de escuchas realizadas con finalidades políticas o no
basadas en investigación criminal, la pena del funcionario público
también debería incrementarse.

134
2.9.3. El delito de revelación de secreto profesional (art. 274)
Quien revela un secreto ajeno, del que tiene conocimiento por su
oficio o relación laboral, debe ser castigado con pena de prisión de 6
meses a 1 año y multa de 100 a 500 días.
El profesional que, incumpliendo su obligación de guardar secreto
o reserva, divulga secretos ajenos, debe ser castigado con prisión 1 a 3
años y multa de 360 a 600 días.
Agravantes: Las penas de los delitos anteriores se deben aumentar
en un tercio (1/3) cuando concurran las circunstancias siguientes:
• La conducta se realiza por las personas encargadas o respon-
sables de los ficheros, soportes informáticos, archivos o re-
gistros;
• Se afecta datos de carácter personal que revelen la ideología,
religión, creencias, salud, origen racial o vida sexual;
• La víctima es menor de dieciocho (18) años o una persona con
discapacidad necesitada de especial protección; o,
• Los hechos se realizan con fines lucrativos.
En este caso también se sanciona a las personas jurídicas, conforme
el artículo 275. Análisis por bien
jurídico tutelado
2.10.Título XI: delitos contra el orden jurídico familiar
Este Título incluye cuatro capítulos:
Capítulo I. Matrimonios ilegales
Capítulo II. Suposición de parto y alteración de filiación
Capítulo III. Incumplimiento de derechos y deberes familiares y,
Capítulo IV. Maltrato familiar
En los delitos de alteración de filiación, se encontrarían los supuestos
relacionados con formas de sustracción delictiva de niños para darlos
en adopción. Este ha sido un fenómeno grave en Centroamérica; sin
embargo, no está regulado en el CPH.
En el artículo 281 se encuentra la SUPOSICIÓN DE PARTO Y OCULTACIÓN O
SUSTITUCIÓN DE MENOR, cuando se pretende entregar o sustraer un niño
para alterar su filiación.
Sin embargo, se deja un vacío de punibilidad bastante grande con
relación a los supuestos del denominado robo de niños, o formas vio-
lentas de sustracción del niño por terceros. Si no existe una relación de
custodia con el niño, el acto sería IMPUNE, lo cual es grave.
135
El delito de adopción, acogida o guarda fraudulenta (art. 282)
castiga las adopciones por compensación económica o sin llenar los
requisitos legales, aun cuando se entregue al menor en el extranjero.
La sanción en estos casos es de 4 a 6 años.
Según el art. 282 se castiga también a la persona que recibe al
menor en adopción y a los intermediarios, con pena incrementada en
un tercio (1/3).
Los delitos anteriores se agravan cuando son cometidos por los
ascendientes, con la pena de inhabilitación especial para el ejercicio
del derecho de patria potestad de 4 a 8 años, respecto del menor en-
tregado. Si son cometidos por educador, religioso, médico, matrona
o partera, personal de enfermería o cualquier otro profesional en el
ejercicio de sus funciones, funcionario o empleado público, puede im-
ponerse además la pena de inhabilitación especial de profesión, cargo
u oficio público, por el doble de tiempo que dure la pena de prisión.
El capítulo III regula el incumplimiento de derechos y deberes
familiares. La redacción del delito de incumplimiento de deberes
de asistencia y sustento (art. 288) contempla el supuesto genérico
de incumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria
potestad, tutela, guarda o acogimiento familia (párr. 1). Se castiga
igualmente la omisión de prestar lo necesario para el sustento de sus
Análisis por bien
descendientes, ascendientes o cónyuges que se hallen necesitados
jurídico tutelado (párr. 2).
En el tercer párrafo se contempla la negación de pago de pensión
alimenticia: «Quien, después de haber sido requerido fehacientemente
y de haber colocado en situación de desamparo a la víctima, deja de
pagar la pensión alimenticia o cualquier otra prestación económica
establecida legalmente…».
Este delito incluye contenidos típicos que son excesivos, pues
parece indicar que, además de no haber pagado las cantidades econó-
micas que le han sido requeridas legalmente, conforme a obligaciones
establecidas judicialmente, es decir por requerimiento judicial en pro-
ceso legal, es necesario que haya colocado en situación de desamparo
a la víctima. Esto exige un resultado innecesario, pues lo central del
injusto estriba en el incumplimiento del autor del pago de la pensión
hacia el alimentista.
En cuanto a las sanciones de este delito, se estima plausible que
exista una pena de servicios a favor de la comunidad o a la víctima,
de 6 meses a 1 año y multa, lo cual favorece que el sujeto no vaya a
la cárcel, con los efectos resocializadores que la pena de privación de
libertad conlleva, especialmente, en el núcleo familiar.

136
Sin embargo, para la negación de pago de prestaciones requeridas
judicialmente, se prevé pena de prisión de 1 a 3 años, aunque se deja
alternativamente la posibilidad de aplicar servicios de utilidad pública
o a favor de la víctima de 6 meses a 1 año, o multa de 360 a 720 días.
Se considera que la prisión podría ser contraproducente para la víctima
pues, definitivamente, implicaría para el autor perder el trabajo y, con
ello, los ingresos para cumplir sus obligaciones.
La multa parece también una pena adecuada frente al sujeto activo
que se niega a pagar sus obligaciones, teniendo recursos económicos. Sin
embargo, frente a otros sujetos que están en condición precaria, podría
implicar debilitar su posición económica. Por tal motivo, se considera
apropiado que se deje la libertad de elección al juez, quien deberá
imponer la sanción que cumpla mejor las finalidades de prevención
especial en el caso concreto.
El capítulo IV presenta el delito de maltrato familiar (art. 289),
que presenta una configuración penal similar al maltrato de género.
El maltrato familiar castiga a quien ejerce violencia física o psicológi-
ca contra su cónyuge, persona con la que tiene una unión de hecho
reconocida, o persona con quien mantenga o haya mantenido una
relación estable de análoga naturaleza a las anteriores aun sin con-
vivencia, o sobre sus descendientes, ascendientes o hermanos por
naturaleza, adopción o afinidad, ya sean estos parientes propios o Análisis por bien
del cónyuge o conviviente. jurídico tutelado
Las sanciones previstas son prisión de 6 meses a 1 año y multa de
100 a 200 días, o prestación de servicios de utilidad pública a las víctimas
por el mismo tiempo.
Como puede observarse, las penas previstas para el maltrato
familiar son más benignas que las previstas en el caso de violencia
contra la mujer (art. 209). Por virtud del principio de especialidad y
consunción, se entiende que en caso de que el maltrato familiar se
ejerza contra una mujer o niña en el curso de relaciones familiares,
se aplicará el delito de violencia contra la mujer.
En consecuencia, el maltrato familiar se aplicará para dos supuestos:
• Cuando el agresor es una mujer, en cuyo caso la víctima puede
ser de ambos sexos.
• Los casos en que el agresor es hombre y la víctima es un hombre
o niño.
Esto explicaría la diferencia punitiva, dado que el maltrato familiar,
también conocido como violencia doméstica, protege el núcleo familiar
de las formas de violencia, con independencia del sexo del sujeto activo,

137
cuando no existan relaciones de poder de género. Al ser practicado por
un hombre contra una mujer, se estaría dando la diferencia punitiva
derivada de las relaciones desiguales de poder, que establece una pro-
tección reforzada a la mujer, por lo que se aplica el delito de violencia
contra la mujer (art. 209).

2.11. Delitos contra los derechos laborales


Es plausible que hayan introducido en la legislación hondureña
los delitos laborales. El bien jurídico protegido son los derechos del
trabajador nacidos en la relación laboral, reconocidos por los instru-
mentos internacionales de trabajo, las leyes, convenios colectivos o
contrato individual.
Son delitos especiales, en virtud de que el sujeto activo debe osten-
tar la condición de empresario o empleador. El sujeto pasivo, igualmen-
te, tiene que tener la calidad de trabajador, es decir, una persona que
presta sus servicios a cambio de una remuneración y que se encuentra
amparada por la legislación laboral.
En el Título XII se tipifican los delitos contra la seguridad de los
trabajadores: Explotación laboral ilícita; explotación laboral infantil; el
acoso laboral vertical y la discriminación laboral.
Análisis por bien El delito contra la seguridad de los trabajadores (art. 291) los
jurídico tutelado protege frente a la falta de cumplimiento de las normas de higiene
y seguridad, lo cual genera siniestralidad laboral. Debe recordarse
que un importante número de trabajadores se encuentra expuesto
a riesgos profesionales, especialmente en actividades peligrosas
como la construcción, industria, etc. Muchos sufren graves lesiones
o enfermedades derivadas de estos riesgos, por la falta de adopción
de las reglas de protección de la industria o actividad económica por
parte del patrono.
En este sentido, el tipo penal es abierto, dado que las reglas de
higiene y seguridad deben ser determinadas de conformidad con la lex
artis y los reglamentos vigentes de las leyes del trabajo. El tipo es un
delito de peligro concreto, dado que la falta de adopción de las normas
de higiene y seguridad debe poner en grave peligro la vida, la salud o la
integridad física del trabajador. Este plus de peligro diferencia el injusto
penal de las infracciones reglamentarias que se sancionaría en materia
administrativa laboral.
El delito más importante es la explotación laboral ilícita. El artí-
culo 292 presenta dos modalidades: el engaño o abuso de necesidad,
y la violencia. En ambos casos se suprimen o restringen los derechos
de los trabajadores legalmente reconocidos en el empleo público o
138
privado. Aquí el delito se consuma ante la infracción de las normas
legales y constitucionales que protegen los derechos laborales, como
el incumplimiento del pago del salario, vacaciones y otras prestaciones
obligadas.
Las sanciones son pena de prisión de 1 a 3 años y multa de 100 a
300 días, cuando se trate de engaño o abuso de necesidad. Las penas
se aumentarán en un cuarto (1/4), cuando se haya empleado violencia
o intimidación.
Las penas parecen muy leves, considerando la gravedad de la ex-
plotación laboral. Las multas en particular parecen no corresponder al
desvalor de resultado, puesto que muchas veces el número de trabaja-
dores puede ser alto, y el daño social no solo afecta al trabajador sino
también a sus familias.
En los casos de explotación laboral infantil, las penas aumentan con
una agravación acentuada por niveles etarios:
• Entre 16 a 18 años, se aumentarán en un tercio (1/3) las penas
anteriores y,
• si son menores de 16, se aumentarán 2/3.
El acoso laboral vertical o mobbing se refiere a situaciones donde
el patrono o superior, aprovechándose de una relación de superio- Análisis por bien
ridad, realiza contra otra persona actos hostiles o despreciativos de jurídico tutelado
forma reiterada que, sin llegar a constituir individualmente trato de-
gradante, provocan a la víctima una situación objetiva y gravemente
humillante.
El artículo 295 contempla la discriminación laboral, que se refiere
a actos dirigidos contra alguna persona por ostentar la representación
legal o sindical de los trabajadores, por razones de ideología u otras
circunstancias discriminatorias. En estos supuestos, se pretende pro-
teger el ejercicio de la libertad de sindicalización garantizado en los
convenios internacionales. También la discriminación contra la mujer
embarazada, que es una causa común de denegación de empleo o
discriminación en el trabajo.
La pena prevista para este delito es prisión de 1 a 2 años y multa
de 100 a 200 días. Cabe aquí advertir la levedad de las sanciones en
comparación con la gravedad del bien jurídico tutelado, especialmente
las penas de multa, puesto que muchos actos de discriminación tienen
una motivación económica: evitar el surgimiento de sindicatos que pue-
dan reivindicar derechos, mejoras salariales o el pago de prestaciones
especiales de que gozan las mujeres embarazadas.

139
Finalmente, el artículo 296 sanciona a las personas jurídicas que
cometan este delito, lo cual es muy elogiable, pues esto propiciaría
que los socios o accionistas de una persona jurídica exijan a sus repre-
sentantes legales o administradores que cumplan con la legislación
laboral vigente. Las sanciones previstas para las personas jurídicas
están para todos los delitos contemplados en el Título, con excepción
del mobbing vertical.
No obstante, es preciso advertir que la sanción prevista para las
personas jurídicas es modesta, dado que es multa es de 500 a 1000
días. No existe una razón legítima para que el legislador no previera
como sanción el máximo previsto de 2000 días multa para estos casos.
El Título XIII se refiere al delito de tráfico ilícito de personas, que tra-
dicionalmente ha sido considerado un delito contra los trabajadores. Su
tipificación es obligada de conformidad con el Protocolo de Palermo119,
que define el tráfico de migrantes como: la facilitación de la entrada
ilegal de una persona en un Estado Parte del cual dicha persona no sea
nacional o residente permanente con el fin de obtener, directa o indi-
rectamente, un beneficio financiero u otro beneficio de orden material.
Siguiendo esta definición, el artículo 297 tipifica el tráfico ilegal
como un delito de resultado trascendente: «(…) la finalidad de obte-
ner, directa o indirectamente, un aprovechamiento económico u otro
Análisis por bien
beneficio de orden material…».
jurídico tutelado
Las conductas típicas son promover, favorecer o facilitar el tráfico
ilegal o la inmigración clandestina de personas desde, en tránsito o
con destino a Honduras o a otro país. El medio es la vulneración de la
legislación sobre entrada, permanencia, tránsito o salida de personas,
y la pena prevista es prisión de 4 a 6 años y multa de 100 a 300 días.

2.12.Delitos contra la salud pública: Título XIV


Este título contempla cuatro capítulos:
• El primero sobre delitos relativos a medicamentos o productos
sanitarios (arts. 298-304).
• El segundo referido a alimentos y otros productos para consu-
mo (arts. 305-306).
• El tercero sobre disposiciones comunes para los dos capítulos
anteriores (arts. 307- 310).

119 Protocolo Contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Aire, que comple-
menta la Convención de las Naciones Unidas Contra la Delincuencia Organizada
Transnacional. Artículo 6.
140
• Y el cuarto referido a delitos de tráfico de drogas y precursores
(arts. 311-322).

2.12.1. Delitos relativos a medicamentos


o productos sanitarios
Las figuras típicas son:
• Elaboración y comercio ilegal de medicamentos (art. 298)
• Imitación de productos o sustancias (art. 299)
• Delito de dopaje (art. 300)
• Elaboración no autorizada de sustancias nocivas (art. 301)
• Despacho o suministro ilegales de sustancias nocivas (art. 302)
• Falsificación de documentación preceptiva en la comercializa-
ción de medicamentos (art. 303).
En cuanto al delito de elaboración y comercio ilegal de medica-
mentos o productos sanitarios, se penaliza la fabricación, producción,
venta, almacenamiento, distribución e importación de estos, cuando no
cuentan con licencia farmacéutica, siempre y cuando PONGAN EN RIESGO
LA VIDA O LA SALUD de las personas.
Análisis por bien
La característica esencial, en consecuencia, es que son delitos de
jurídico tutelado
peligro concreto, donde la falta del resultado de peligro generaría que
las conductas no sean consideradas típicas, sino ilícitos administrativos.
Por consiguiente, se entiende que son atípicas la producción, venta o
distribución de medicamentos, cuando no causan peligro para la vida o
la salud. En los casos de peligro abstracto se entiende que la conducta
es atípica, y será un ilícito administrativo, mas no penal.
El delito de dopaje (art. 300) parece ser una violación al principio
de ultima ratio del derecho penal, que consiste en proporcionar a un
deportista (federado o no federado) medicamentos que sirven para au-
mentar su rendimiento, pero que ponen en peligro su vida o su salud. Se
entiende que si no causan riesgo letal o a la salud, la conducta es atípica.
Otra conducta es la imitación de medicamentos; es decir, falsificar o
comercializar un medicamento, sabiendo que es imitación, siempre que
ponga en peligro la salud. Los medicamentos falsificados inocuos (que
no causan daño en la salud), son atípicos y darían lugar a la aplicación
de otro tipo de delitos, como la estafa. Si los medicamentos contienen
las mismas propiedades que los originales, entonces el hecho sería
únicamente un ilícito administrativo, pero no penal.

141
2.12.2. Delitos relacionados con alimentos y productos
destinados al consumo
El artículo 305 penaliza la adulteración de agua potable y alimentos,
a través de sustancias infecciosas u otras que puedan ser gravemente
nocivas para la salud. Al igual que las figuras anteriores, es un delito
de peligro concreto, puesto que se debe demostrar la nocividad de las
sustancias con que se adulteró el agua o alimentos.
En el artículo 306 se tipifica y penaliza el suministro de sustancias
no permitidas a los animales y vegetales destinados al consumo hu-
mano o, en el caso de las permitidas, se haga en dosis superiores a las
reglamentadas, o para fines distintos de los autorizados, que generan
en todos los casos riesgo para la salud de las personas.
También se castiga elaborar alimentos con materias o productos
que contienen sustancias extrañas, descompuestas o tóxicas, peligro-
sas para la vida o la salud de las personas; industrializar para consumo
humano carnes o subproductos de animales afectados por enfermeda-
des transmisibles a las personas; alimentar a animales para consumo
humano con sustancias que puedan ser tóxicas o nocivas para la salud,
o producir alimentos utilizando productos capaces de dañar la salud.
Por último, en el artículo 307 se tipifica la propagación de epidemias y
Análisis por bien de enfermedades infecto-contagiosas.
jurídico tutelado En el artículo 308 se establece, como sanción común a los delitos
de los capítulos I y II, la inhabilitación especial a los autores para pro-
fesión, oficio, industria o comercio por el doble de tiempo que dure la
pena de prisión.
A la vez, el artículo 309 contempla la responsabilidad penal de las
personas jurídicas cuando cometen delitos relacionados con ambos
capítulos, lo cual es un gran avance en la protección de los derechos
de los consumidores.
Además, el artículo 310 indica que todos estos delitos deben ser
sancionados cuando se cometen con imprudencia grave, rebajando
en un tercio (1/3) las penas previstas en los artículos anteriores. Fi-
nalmente, el artículo 310 agrava la pena, aumentándola en un tercio,
cuando los referidos delitos son cometidos por empleado o funcionario
público.

2.12.3. Delitos de tráfico de drogas y precursores


El artículo 321 explica que se entiende por droga, estupefaciente
o sustancia psicotrópica, «cualquiera de las sustancias incluidas en las
Listas I, II y IV de la Convención Única, y sus Protocolos, de Naciones
142
Unidas sobre estupefacientes, hecha en Nueva York, de 1961 y en las
Listas I, II, III y IV del Convenio y sus Protocolos, de Naciones Unidas sobre
sustancias psicotrópicas, hecho en Viena, el 21 de febrero de 1971».
Este artículo también establece que: «Por precursores se entien-
den las sustancias recogidas en los Cuadros I y II de la Convención de
Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias
Psicotrópicas, hecha en Viena el 20 de Diciembre de 1988».
Con lo anterior se satisface de manera general un elemento norma-
tivo de los tipos incluidos en el capítulo IV, sobre lo que se entiende por
droga y precursor, haciendo una remisión expresa a estos Convenios.
2.12.3.1. Regulación del tráfico de drogas
a) Delito de tráfico de drogas (art. 311)
El delito de tráfico abarca toda la cadena de producción: siembra,
cultivo, cosecha, elaboración, comercio, transporte y tráfico. Además,
se penaliza a quien promueve, favorece o facilita el consumo ilegal de
drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, o las posee
para tales fines.
Un punto destacable es que se despenaliza la posesión para el
propio consumo. Este es un gran aporte político criminal, puesto que
las policías del continente han utilizado la posesión de sustancias para Análisis por bien
el consumo como un mecanismo para criminalizar a los más pobres, y jurídico tutelado
han fabricado delitos flagrantes implantando este tipo de sustancias en
los sospechosos. Sin duda, contribuirá significativamente a disminuir el
abuso policial.
También es encomiable que se haya hecho la distinción entre drogas
que provocan grave daño a la salud y aquellas que generan daño leve.
Bajo esa distinción, el marco penal del delito de tráfico se divide en dos:
• Si causan grave daño a la salud: de siete (7) a diez (10) años de
prisión.
• Si no causan grave daño a la salud: de cuatro (4) a siete (7)
años120.
El artículo 321 segundo párrafo aclara que no causan grave daño a la
salud los derivados del cáñamo índico o americano o del cannabis sativa.
Las penas se deben reducir, en los supuestos anteriores, de uno
(1) a tres (3) o de dos (2) a cinco (5) años de prisión, cuando de las
circunstancias del hecho y de las personales del culpable se deduzca
una menor gravedad.

120 Las penas se incrementaron ligeramente en relación con el Proyecto del CPH.
143
Un elemento esencial para determinar la sanción es la cantidad
de droga. Para efectos de determinación, se establece la cantidad de
la droga aprehendida y la cantidad de principio activo, si la naturaleza
de la droga o su presentación lo permiten (excepto para el Cannabis).
b) Agravantes específicas del delito de tráfico de drogas (art. 312)
Se debe imponer la pena de prisión de 10 a 15 años y multa de 300
a 500 días, si concurre alguna de las siguientes circunstancias:
• Se facilitan a menores de dieciocho (18) años, personas con
discapacidad o sometidas a tratamiento de deshabituación.
• Se aprovecha de su carácter público o de su implicación en el
área de ciencias de la salud.
• Grupo delictivo organizado.
• Poner en grave peligro la vida o la salud de la víctima.
• La cantidad objeto del delito es de especial importancia121.
• La conducta se dirige a unidades militares o policiales, estable-
cimientos penitenciarios o de detención, docentes, de desin-
toxicación o rehabilitación.
• Se utilizan medios extraordinarios de transporte.
Análisis por bien
• Se emplea violencia, intimidación o armas en la comisión del
jurídico tutelado
hecho.
• Se dirige al tráfico internacional.
Si concurren las circunstancias de ser de un grupo delictivo orga-
nizado, junto con una cantidad de sustancial importancia y el uso de
medios de transporte extraordinarios, las penas se aumentan en una
tercera parte.
c) Atenuantes específicas en el tráfico de drogas
El art. 310 prevé, como circunstancia que atenúa la pena en una
tercera parte del delito de tráfico, la confesión y colaboración eficaz en
los casos en que se participa en una organización criminal, todo ello en
el marco de la Convención de Palermo contra la Delincuencia Organizada
Transnacional122.

121 Por cantidad de especial importancia, el art. 322 entiende las siguientes: diez mil
(10.000) gramos de marihuana, mil (1000) gramos de hachís, dos mil (2000) gramos
de cocaína o de alcaloide derivado de la cocaína, sesenta (60) gramos de opio o de
sus derivados, doscientos (200) gramos de droga sintética o cuatrocientos (400)
mililitros, cuando la droga sintética se encuentre en solución.
122 Artículo 25 de la Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
144
2.12.3.2. Tráfico de precursores
Se tipifica el delito de tráfico de precursores con base en lo que
dispone el art. 314, y se castiga con pena de prisión de 4 a 6 años y
multa de 100 a 300 días.
Se ha cuestionado severamente el carácter del delito de tráfico de
precursores, en la medida que es un delito de peligro, ya que se castiga
básicamente la tenencia de sustancias que servirán eventualmente
para fabricar drogas; por lo tanto, su inmediación con el bien jurídico
es mínima. Por tal motivo, se ha considerado adecuado que sea un ilí-
cito administrativo y no una conducta castigada penalmente. Además,
por su amplitud y extensión, podría llevar a penalizar la industria y el
comercio lícitos.
En todo caso, se entiende que la tenencia de estas sustancias o su
comercialización, fabricación o distribución, debe estar destinada a la
fabricación de drogas prohibidas, pues de lo contrario sería atípico.
La regulación de las circunstancias agravantes y atenuantes, según
los artículos 315 y 316, remite al sistema de circunstancias previsto para
el tráfico de drogas.
2.12.3.3. Disposiciones comunes a delitos de tráficos
de drogas y precursores
Análisis por bien
El artículo 317 CPH establece que cuando una persona jurídica jurídico tutelado
sea responsable de los delitos de tráfico de drogas o precursores, se le
debe imponer la pena de disolución de la persona jurídica o multa de
quinientos (500) a mil (1000) días. En el caso que se imponga multa, se
aplicarán además las siguientes penas:
1) Suspensión de las actividades específicas en las que se produjo
el delito, por un plazo que no pueda exceder de cinco (5) años;
2) Clausura de los locales y establecimientos que se utilizaron para
la realización del delito, por un plazo que no pueda exceder de
cinco (5) años;
3) Prohibición de realizar en el futuro las actividades específicas
en cuyo ejercicio se haya cometido, favorecido o encubierto el
delito; y,
4) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
para contratar con el sector público y para gozar de beneficios
e incentivos fiscales o de la Seguridad Social, por un plazo que
no pueda exceder de quince (15) años.
El artículo 318 CPH establece la punibilidad de actos preparatorios:
La conspiración, proposición o provocación a la comisión de los delitos
145
de tráfico de drogas, debe ser castigada con la pena de prisión que
corresponda, reducida en un tercio (1/3).
Esto en sí mismo es una violación al principio de Lesividad en los
delitos de precursores, puesto que se entiende que constituyen actos
preparatorios para la elaboración de drogas. De tal manera que su apli-
cación sería una prohibición de exceso.
El artículo 319 indica que la pena de privación de derechos, a
quienes se valieren del ejercicio de cargo u oficio público, de profe-
sión u oficio, industria o comercio, es de inhabilitación de cinco (5) a
quince (15) años.

2.13.Delitos contra el medio ambiente


Es evidente que el medioambiente desempeña un papel fun-
damental en el desarrollo del ser humano. El impulso que tiene el
medioambiente, como lo conocemos hoy en día, proviene de finales
del siglo XIX, a partir de la revolución industrial, y durante el siglo XX
con la revolución tecnológica, debido a que ambas han acarreado
constantes depredaciones masivas de los recursos naturales, que han
influido negativamente en los ecosistemas y en la salud del planeta.
Esa voracidad sobre el medioambiente, en pos del avance tecno-
Análisis por bien lógico, ha suscitado un profundo interés por su protección en forma
jurídico tutelado extensa. De este modo, a partir de movimientos sociales y ecológicos,
que surgieron principalmente en Estados Unidos en el decenio de 1970,
se logró impulsar la creación de leyes y reglamentos que implicaron
principios jurídicos totalmente nuevos para los ordenamientos.
Esta preocupación ha llevado a establecer la constitucionalización
del derecho ambiental y a que sea interpretado por diversos tribunales
constitucionales. Así, el Tribunal Constitucional Español (TCE) formuló
una interpretación de lo que debe entenderse por medioambiente,
otorgándole un contenido bastante amplio, mediante la STC 102/1995
de 26 de junio, en su FJ 4:
… el «medio ambiente» consiste en el conjunto de circunstan-
cias físicas, culturales, económicas y sociales que rodean a las
personas ofreciéndoles un conjunto de posibilidades para hacer
su vida… El medio no determina a los seres humanos, pero los
condiciona.
El TCE señala que dicho entorno lo componen «una serie de ele-
mentos o agentes geológicos, climáticos, químicos, biológicos y
sociales que rodean a los seres vivos y actúan sobre ellos para bien
o para mal, condicionando su existencia, su identidad, su desarrollo
y más de una vez su extinción, desaparición o consunción».
146
Cabe resaltar el carácter que asigna el TCE al concepto:
El ambiente, por otra parte, es un concepto esencialmente
antropocéntrico y relativo. No hay ni puede haber una idea
abstracta, intemporal y utópica del medio, fuera del tiempo y
del espacio. Es siempre una concepción concreta, perteneciente
al hoy y operante aquí.
Además, el TCE señala que «se configura un derecho de todos a
disfrutarlo y un deber de conservación que pesa sobre todos, más un
mandato a los poderes públicos para la protección (artículo 45 CE)».
Es plausible que el legislador hondureño haya incorporado el
medio ambiente como un bien jurídico protegido, el cual debe ser
interpretado en el sentido de una obligación estatal de conservar y
respetar los recursos naturales para preservar las condiciones de vida.
En el Título XVI se contemplan fundamentalmente dos categorías
de delitos agrupados en dos capítulos:
• Delitos contra el equilibrio de los ecosistemas (capítulo I)
• Delitos contra la diversidad biológica (capítulo II)

2.13.1. Delitos contra los ecosistemas


Análisis por bien
2.13.1.1. Delito de contaminación jurídico tutelado
Se puede considerar que los delitos contra el equilibro de los eco-
sistemas, básicamente, penalizan la contaminación de aguas marinas
y continentales123, de la atmósfera, el suelo y el subsuelo, que pone en
grave peligro el equilibrio de un ecosistema, infringiendo la ley protec-
tora del ambiente.
El tipo penal es un delito de peligro concreto; sin embargo, se con-
sidera que su tipificación exige demasiados elementos, ya que requiere
«un grave peligro para el equilibrio del sistema ecológico»; esto eleva
el estándar probatorio a niveles excesivos imposibles de satisfacer, por
lo que fomenta la impunidad.
Por ello se sugiere interpretarlo como un tipo de peligro concreto,
que incluya siempre un resultado de peligro, pero entendido como que
es capaz de provocar perjuicio para la salud de las personas, de la fauna
o de la flora.
Las sanciones previstas son prisión tres (3) a seis (6) años y multa
de trescientos (300) a seiscientos (600) días.

123 Artículo 324 CPH. Contaminación del aire, las aguas y los suelos.
147
Las penas son leves, considerando la gravedad potencial de los
daños que puede provocar la acción contaminante. Si bien es un delito
de peligro, esto no releva que su comisión genere daños que muchas
veces tardan años en materializarse y ser detectados; por ejemplo,
enfermedades renales, cáncer, etc.
La lesión a la salud humana puede ser imperceptible por prolonga-
dos períodos de tiempo y, en otros casos, no se puede comprobar cau-
salmente. En todo caso, los jueces deben ser particularmente drásticos
en la imposición de las penas.
2.13.1.2. Explotación ilegal de recursos naturales
Este delito castiga a quien realiza actividades de captación, extrac-
ción o explotación ilegal de recursos hídricos, forestales, minerales o
fósiles, de forma que ponga en peligro grave el equilibrio de un ecosis-
tema, con infracción de leyes o reglamentos administrativos.
Nuevamente, se estructura como un delito de peligro concreto,
aunque de manera excesiva, pues exige el peligro grave. Las sanciones
previstas para este delito son penas de prisión de tres (3) a seis (6) años
y multa de trescientos (300) a seiscientos (600) días.
2.13.1.3. Manejo ilegal de desechos peligrosos
Análisis por bien Este delito sanciona eliminar, gestionar, comercializar o trasladar
jurídico tutelado desechos peligrosos con infracción de los controles legales estable-
cidos para los movimientos transfronterizos de estas sustancias y su
eliminación de forma que pueda perjudicar gravemente el equilibrio
de un ecosistema. Las sanciones previstas son penas de prisión de tres
(3) a seis (6) años y multa de trescientos (300) a seiscientos (600) días.

2.13.2. Delitos contra la diversidad biológica


En este capítulo se prevén cinco figuras delictivas:
• Incendio forestal (art. 327)
• Introducción de especies exóticas (art. 328)
• Propagación de plagas o enfermedades (art. 329)
• Daños a especies amenazadas (art. 330)
• Captura ilegal de especies comunes (art. 331)
Estas disposiciones penales tienen como elemento común la pro-
tección directa de la flora y fauna, especialmente frente a actividades
específicas, que pueden generar su destrucción o extinción. Se prote-
gen, especialmente, aquellas especies que se encuentran en peligro
de extinción.
148
El artículo 332 contempla como agravantes específicas de los delitos
contra la diversidad biológica cuando:
• Resulta afectada una especie en peligro de extinción o catalo-
gada como símbolo nacional;
• Se emplean medios o técnicas especialmente destructivos para
la especie afectada; y,
• Se realice en zona declarada como Área Protegida.
En estos casos las penas se aumentan en un tercio (1/3).

2.13.3. Disposiciones comunes


El artículo 333 contempla circunstancias especiales de agravación,
que aplican para todos los delitos ambientales, en cuyo caso se aumen-
tan las penas respectivas en un tercio. Estas agravantes son:
1) Se pone en peligro la vida o salud de las personas, salvo que
corresponda una pena más grave atendiendo a otras disposi-
ciones del presente Código;
2) Se afecta un Área Protegida por sus valores ambientales;
3) Se producen efectos devastadores o se genera un riesgo de
deterioro irreversible o catastrófico para el equilibrio de los Análisis por bien
ecosistemas o el mantenimiento de la diversidad biológica; o, jurídico tutelado
4) Los hechos se realizan en el seno de un grupo delictivo organi-
zado.
Las penas a imponer se deben incrementar en dos tercios (2/3)
cuando concurran dos o más circunstancias.
a) Delito ambiental imprudente
Los hechos previstos en los artículos anteriores deben ser castiga-
dos con las penas establecidas para cada delito, rebajadas en la mitad,
cuando se cometen por imprudencia grave.
b) Responsabilidad de funcionarios públicos
Se establece la responsabilidad del funcionario o empleado público
que haya autorizado, dictaminado, informado favorablemente o tole-
rado la realización de los hechos previstos en este Título, a sabiendas
de su ilegalidad.
Se le aplicarán las mismas penas que al autor del hecho, incre-
mentadas en un tercio (1/3), más inhabilitación especial para cargo o
empleo público por el doble del tiempo de la pena privativa de libertad
efectivamente impuesta.
149
c) Responsabilidad de personas jurídicas
El artículo 337 establece que cuando una persona jurídica sea res-
ponsable de los delitos contenidos en el Título XVI, se le debe imponer
la pena de multa por una cantidad igual o hasta el triple del valor del
daño causado o del beneficio obtenido.
Adicionalmente, se le puede imponer alguna de las sanciones si-
guientes:
1) Suspensión de las actividades específicas en las que se produjo
el delito, por un plazo que no pueda exceder de cinco (5) años;
2) Clausura de los locales y establecimientos que se utilizaron para
la realización del delito, por un plazo que no pueda exceder de
cinco (5) años;
3) Prohibición de realizar en el futuro las actividades específicas
en cuyo ejercicio se haya cometido, favorecido o encubierto el
delito; y,
4) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
para contratar con el sector público y para gozar de beneficios
e incentivos fiscales o de la Seguridad Social, por un plazo que
no pueda exceder de diez (10) años.
Análisis por bien Asimismo, en el artículo 339, Restauración del equilibrio ecológico,
jurídico tutelado se introduce el principio de que el que contamina paga, al disponer que:
El Órgano Jurisdiccional competente, debe ordenar la adopción,
a cargo del responsable del hecho, de las medidas necesarias
encaminadas a restaurar el equilibrio ecológico o biológico
perturbado, incluyendo la reforestación en su caso, así como
cualquier otra medida cautelar necesaria para la protección de
los bienes ambientales afectados.

2.14.Delitos de receptación y lavado de activos


En el Título XXV, artículo 438, se establece el delito de receptación,
entendido como ayudar a los responsables de un delito —sin haber par-
ticipado como autor ni como cómplice—, a aprovecharse de los bienes
o efectos procedentes del mismo, a sabiendas de su origen ilícito. En
estos casos, la pena es un tercio de la correspondiente al delito del que
proceden los bienes o efectos.
La estructura típica del delito de lavado de activos contempla bá-
sicamente tres figuras: El lavado en la modalidad dolosa (art. 439) y el
lavado en la modalidad imprudente (art. 440). Además, se penalizan los
actos preparatorios de lavado.
150
El tipo base de lavado de activos establece como conductas típicas:
Invertir, poseer, utilizar, transformar, resguardar, administrar, custo-
diar, transportar, transferir, conservar, trasladar, ocultar, dar apariencia
de legalidad o impedir la determinación del origen o la verdadera natu-
raleza, el destino o la propiedad de activos producto directo o indirecto
de cualquier delito grave.
A pesar de ser numerus apertus, y aunque no define que es delito
grave, se hace una enumeración de tipos penales que, «en todo caso»,
dan lugar al lavado124 y coinciden con los actos enumerados en la Con-
vención de Palermo y sus protocolos. La redacción del tipo es confusa
y requiere ser clarificada por la interpretación judicial.
En el tipo penal se contempla la figura del auto lavado; es decir,
que procede tanto en delitos cometidos por el propio autor o por un
tercero. Se agrega que la conducta «no tenga justificación económica
o lícita procedencia».
El lavado es un delito independiente que puede ser diferenciado del
encubrimiento. Por consiguiente, el autor del delito previo puede ser
considerado autor del crimen de lavado de dinero y, por ende, pasible
de ser penado en concurso con el delito precedente125.
De lo expuesto se concluye que en la regulación propuesta, el lava-
do de activos es un delito independiente (autónomo) contra el orden
Análisis por bien
socioeconómico. Las penas se han fijado en atención a los montos o jurídico tutelado
valor de los activos del lavado de dinero.
Se contemplan para el tipo base tres rangos:

Monto del lavado Pena


5 a 8 años de prisión y multa igual al
No superior a 2 millones de lempiras
50% del valor.
De 2 a 5 millones de lempiras 8 a 10 años y multa del 100% del valor
Cuando supera los 5 millones de 10 a 13 años y multa de 150% del
lempiras valor

124 … delitos de tráfico ilícito de drogas, trata de personas, tráfico ilegal de armas,
falsificación de moneda, tráfico de órganos humanos, hurto o robo de vehículos
automotores, robo a instituciones financieras, estafas o fraudes financieros,
secuestro, amenazas o chantaje, extorsión, financiamiento del terrorismo, terro-
rismo, malversación de caudales públicos, cohecho, tráfico de influencias, contra
la propiedad industrial o el patrimonio cultural, explotación sexual y pornografía
infantil, urbanísticos, explotación de recursos naturales y medioambientales o de
enriquecimiento ilícito, cometidos por él o por un tercero, o que no tengan causa
o justificación económica o lícita de su procedencia (art. 439).
125 Franzini-Battle, Rafael. El delito de lavado de dinero (blanqueo de capitales), 1995,
p. 11.
151
Las penas que se imponen son superiores a las previstas en el PCPH,
que en el rango máximo contemplaba hasta 10 años de prisión.
En el artículo 439 se contemplan las figuras agravadas, para las que
se aumentan las penas en un cuarto (¼). Por razón del delito precedente:
Cuando los bienes o activos provengan de tráfico de drogas,
terrorismo, extorsión126 o delitos de explotación sexual.
Por razones personales:
• Pertenencia a un grupo delictivo organizado (se aumenta en un
tercio).
• El responsable es profesional del sector financiero o no finan-
ciero designado, bancario en el ejercicio de su profesión o
empleado público en el ejercicio de su cargo. En estos casos se
impone, además, la inhabilitación profesional o al cargo público
por el doble de la pena de prisión.
En el art. 440 se contempla el lavado imprudente, que exige impru-
dencia grave, con penas de 1 a 5127 años de prisión y multa de 200 a 500
días. Finalmente, se establece la punición de actos preparatorios, que es
castigada con la pena correspondiente reducida en dos tercios (art. 441).
En este Título también se contempla el delito de testaferrato (art.
Análisis por bien 442), que consiste en prestar el nombre para realizar actos o contratos
jurídico tutelado reales o simulados, transferencia o administración de bienes de las ac-
tividades ilícitas referidas en el delito de lavado de activos. La sanción
es prisión de 5 a 8 años y multa de 200 a 500 días.
Finalmente, se incluye el delito de infidencia, que consiste en que
los sujetos obligados conforme a la legislación de lavado de activos,
ponen en conocimiento de cualquier persona la información solicita-
da por autoridades competentes; la sanción es prisión de 1 a 3 años.
En el lavado de dinero se establece la responsabilidad de las
personas jurídicas (artículo 444), que es sancionada con pena de di-
solución o multa por una cantidad igual al doble o hasta cinco veces
el valor de los bienes objeto de lavado. En caso de que no se aplique
la disolución, se puede imponer sanciones adicionales.
El art. 446 establece la autonomía del delito, al indicar que la pe-
nalidad se hace sin perjuicio de otras penas que correspondan por el
delito o delitos que originan los activos de lavado de dinero. Además,
en vista de que el delito es transnacional, se hace una extensión de

126 Este delito se incluyó en la versión final, ya que no estaba contemplado en el PCPH.
127 La pena máxima del delito de lavado imprudente se aumentó en relación con la
contemplada en el Proyecto del CPH.
152
la jurisdicción cuando haya sido cometido, total o parcialmente, en el
extranjero (art. 445).

2.15.Regulación de delitos contra la seguridad


de redes y sistemas informáticos
En el Título XXII se introduce de manera innovadora la protección
de las redes y sistemas informáticos. La regulación de estos delitos
era necesaria para proteger la privacidad de las comunicaciones, y
porque constituyen una de las formas de criminalidad más novedosa,
que causa pérdidas económicas en todo el mundo.
El Código Penal parece seguir lo establecido por la ONU en cuanto
a reconocer tres tipos de delitos informáticos128:
1. Manipulación de datos de entrada.
2. Daños o modificaciones de programas o datos computarizados.
3. Fraudes cometidos mediante manipulación de computadoras.
El art. 398 establece que quien accede sin autorización a todo o
en parte de un sistema informático, vulnerando las medidas de se-
guridad para impedirlo129, debe ser castigado con pena de prisión de
6 a 18 meses y multa de 100 a 200 días. La pena se aumenta en una
tercera parte, cuando se accede a estructuras de servicios esenciales Análisis por bien
para la comunidad. jurídico tutelado
Este delito parece ir contra el principio de Lesividad, en la medi-
da que no exige un daño o una acción que cause perjuicio. Esa falta
de resultado lesivo hace que sea un simple acto inocuo. Por tanto,
debería exigirse alguna lesión en el bien jurídico, y no solo la simple
vulneración de las medidas de seguridad establecidas.
Los daños a datos y sistemas informáticos son tipificados en el
artículo 399. Este delito penaliza a quien, por cualquier medio y sin
autorización, introduce, borra, deteriora, altera, suprime o hace inac-
cesible de forma grave datos informáticos. La pena es de 1 a 3 años y
multa de 100 a 300 días.
En el mismo artículo también se castiga el inutilizar, total o parcial-
mente, el funcionamiento de un sistema informático, imposibilitando
el desarrollo de los servicios. La pena se aumenta en una tercera
parte, cuando se inutilizan estructuras o servicios esenciales para la
comunidad.

128 UNODC «Comprehensive Study on Cybercrime», https://www.itu.int/en/ITU-


Cybersecurity/Documents/Cybercrime2014_S.pdf
129 En el ámbito de la informática, esta acción se conoce por el término en inglés
hackear.
153
En el art. 401 se penaliza a quien, con ánimo defraudatorio y a tra-
vés de las tecnologías de la información y la comunicación, suplanta la
identidad de una persona natural o jurídica. La pena es de 6 meses a 1
año y multa de 100 a 300 días.
Esta es una figura distinta de la estafa, que se tipifica en el artículo
365 inciso 1) CPH, y se penaliza la obtención de un provecho ilícito a
través de transferencias no consentidas de cualquier activo patrimo-
nial en perjuicio de tercero, mediante manipulación informática u otro
artificio semejante.
Sin embargo, la tipificación de este delito no es adecuada, por
cuanto no establece claramente en qué consiste el ánimo defrauda-
torio, y si solo se castiga por este ánimo, o es necesario que haya un
resultado lesivo. Tampoco se aclara cuáles son las relaciones entre la
estafa informática y la suplantación de identidad.
Las penas se aumentarán en un tercio cuando el culpable es el
responsable o encargado de un sistema, cuenta con autorización para
acceder a datos del sistema informático, o pertenece a un grupo delic-
tivo organizado.
En este caso se prevén reglas especiales de jurisdicción, lo cual es
muy elogiable, ya que estos delitos regularmente se cometen de forma
Análisis por bien transnacional, debido a la ubicuidad de los hackers, que pueden cometer
jurídico tutelado el delito desde cualquier parte del mundo. Así, Honduras puede ser la
base para realizar actos de cibercrimen contra computadoras situadas
en otros países, o viceversa. Por ello se estipula que los tribunales de
Honduras tienen competencia, aunque el culpable hubiese actuado
desde fuera del territorio nacional.
Se tipifica la responsabilidad de las personas jurídicas en este tipo
de delitos, lo cual es sumamente conveniente, dado que muchos de
estos actos son cometidos como espionaje industrial, o como formas
de competencia desleal, dejando disfuncionales los servicios de aten-
ción a terceros.

2.16.Delitos contra el orden socioeconómico


El Título XXIII se refiere a los delitos contra el orden socioeconómico.
Sin duda, es una innovación importante que supera las concepciones
tradicionales patrimonialistas, que limitaban los delitos al bien jurídico
patrimonio individual.
Por orden socioeconómico se entiende el bien jurídico común a los
denominados «Delitos contra la economía», cuya característica básica
es lesionar intereses supraindividuales, sociales o colectivos de la vida
económica, produciendo un atentado contra la economía política.
154
El orden socioeconómico como bien jurídico refleja la inquietud
del legislador penal por el Derecho Penal económico, que como delitos
de «cuello blanco» suponen la utilización de nuevas formas de enrique-
cimiento injusto, usando métodos que aprovechan la complejidad de
la economía y los variadísimos instrumentos para operar en ella, que
además dificultan su concreción por el «alejamiento» de las víctimas,
englobándose en su proyección exterior, la hacienda pública, los crite-
rios de fijación de precios, el marco político-económico de la actividad
empresarial y la protección de los instrumentos de tal actividad.
En ese marco, el Título XXIII presenta cuatro categorías de delitos
agrupados en sus correspondientes capítulos:
• Los delitos de quiebra e insolvencia punible (capítulo I)
• Los delitos contra la economía, el mercado y los consumidores
(capítulo II)
• La corrupción de negocios entre particulares (capítulo III)
• Los delitos societarios (capítulo IV)
Los delitos de quiebra e insolvencia punibles no presentan noveda-
des importantes, pues ya estaban incluidos en el CP de 1983. En cambio,
los delitos contra la economía, el mercado y los consumidores plantean
directamente, como un eje central de protección, los legítimos derechos Análisis por bien
de los consumidores. jurídico tutelado
El art. 412 desarrolla la figura de detracción de materias primas
u otros productos, que consiste en sustraer, por cualquier procedi-
miento, materias primas, productos o servicios de primera necesidad,
o productos financieros, con el propósito deliberado de perjudicar a
los consumidores, desabastecer el mercado o alterar los precios.
El art. 413 se refiere a la difusión de noticias o rumores falsos y
abuso de información privilegiada. Este artículo presenta dificultades
de redacción y contempla dos figuras: la difusión de noticias falsas para
perjudicar ilegítimamente la libertad de contratación o la cotización de
valores o instrumentos financieros; y el abuso de información privile-
giada para realizar transacciones con el fin de asegurar para sí, o en
concierto con otros, una posición dominante en el mercado de valores,
instrumentos financieros o de bolsa, para fijar sus precios en niveles
anormales o artificiales.
El art. 415, sobre acuerdos y prácticas restrictivas de la competen-
cia, presenta cuatro modalidades que provienen del derecho antimo-
nopólico norteamericano y europeo:

155
• Acuerdo de precios, tarifas o descuentos;
• Concertación de condiciones de transacción para limitar, total o
parcialmente, la producción, distribución, suministro o comer-
cialización de bienes o servicios;
• Repartición del mercado en áreas territoriales, clientela, secto-
res de suministro o fuentes de aprovisionamiento; o
• Realizar prácticas de concertación o coordinación de posturas
o de abstenerse concertadamente de participar en licitaciones,
cotizaciones, concursos, subastas públicas, privadas o judiciales.
Estos delitos contemplan también la responsabilidad de las perso-
nas jurídicas, lo cual es importante porque, generalmente, los cárteles
o holdings operan a través de diversos mecanismos de ingeniería
financiera para la concertación de las prácticas monopólicas.
Otro elemento innovador importante es la introducción de los
delitos societarios, que están concebidos en defensa de la economía
nacional; es decir, son bienes supraindividuales que no solo buscan
defender a los accionistas o socios de sociedades mercantiles, sino a
los inversionistas, especialmente a los pequeños, que cotizan en bolsa y
deben tener seguridad jurídica y certeza en sus operaciones financieras.
Análisis por bien La gran recesión de 2008 demostró hasta qué punto los accionis-
jurídico tutelado tas, inversores, acreedores y otros terceros, pueden ser defraudados
por los propios administradores de las sociedades quienes, de manera
egoísta, asumen decisiones que solo a ellos benefician, en perjuicio
de la propia empresa mercantil, sus socios, los terceros que negocian
con ellos y la sociedad en general.
El capítulo IV, sobre delitos societarios, presenta los siguientes
delitos:
• Falsedad de cuentas, información financiera u otros.
• Gestión abusiva.
• Obtención de acuerdo mediante mayoría ficticia.
• Negativa o impedimento del control de entidades supervisoras.
El común denominador de estos delitos es que los administrado-
res aprovechan su posición decisoria sobre la sociedad, para imponer
actos que impiden ejercer funciones de control, auditoría y decisión
legítima dentro de una empresa societaria; con su actuar, perjudican a
miembros de la propia sociedad (socios y empleados), a terceros, como
inversionistas, acreedores, deudores y, en un sentido más amplio, a
toda la comunidad.

156
Una omisión importante en este capítulo es que no incluye la
responsabilidad penal de las personas jurídicas. Esto es sumamente
negativo, puesto que muchas veces se utilizan consorcios societarios
para tomar el control de las sociedades.
Estos delitos son dependientes de instancia particular, ya que el
artículo 426 CPH determina que solo son perseguibles por denuncia del
agraviado o su representante legal, salvo cuando se trate de menores
de edad o persona con discapacidad o desvalida.

2.17.Delitos contra la administración pública


Los delitos contra la administración pública son uno de los aspec-
tos más importantes para preservar la integridad, el correcto uso de
los dineros públicos y un ejercicio de las funciones públicas apegado
a las finalidades estatales.
Todos estos delitos son especiales, ya sea propio o impropio, puesto
que están fundamentados en el mayor desvalor de injusto que proviene
del hecho del prevalimiento de la función pública para cometerlos.
El Título XXVII prevé diez capítulos que consagran las distintas mo-
dalidades de ataque hacia el bien jurídico:
• Malversación de caudales públicos Análisis por bien
• Los fraudes y exacciones ilegales jurídico tutelado
• El enriquecimiento ilícito
• Negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones
públicas.
• El tráfico de influencias
• Cohecho
• Prevaricato
• Abuso de autoridad y violación a deberes de los funcionarios
• Infidelidad en la custodia de documentos y violación de secretos
• Usurpación de funciones
Ciertamente, esta sistemática podría haberse presentado en me-
nos capítulos, ya que algunos solo contemplan una figura delictiva y
pueden subsumirse en otros, como el tráfico de influencias que, por
esencia, es parte de las negociaciones incompatibles con la función
pública; o el enriquecimiento Ilícito, que también podría estar en ese
mismo capítulo.

157
2.17.1. Delitos de malversación
En el capítulo I, Malversación de caudales públicos, se presentan
cuatro figuras delictivas:
a) La malversación por apropiación (art. 474), cuando el fun-
cionario o empleado público se apropia, directa o indirecta-
mente, para provecho propio o de un tercero, de bienes del
Estado que tiene bajo su administración, tenencia o custodia
con ocasión de sus funciones.
Este delito es el más grave y tiene pena de 4 a 6 años de prisión,
multa hasta el triple de lo malversado e inhabilitación absoluta
por el doble del tiempo de la condena.
b) Luego, como tipo privilegiado se contempla la malversación
por uso (art. 475), cuando un empleado o funcionario público
usa indebidamente o permite que otro use un bien del Estado,
cuya administración, tenencia o custodia tiene encomendada,
y causa con ello un perjuicio al patrimonio público.
Aquí la pena de prisión es igual que para la malversación, lo
cual es contrario al principio de desvalor de resultado; en este
caso la lesión al bien jurídico es menor porque no se apropia
del bien y, por tanto, el daño patrimonial es considerablemente
Análisis por bien
menor.
jurídico tutelado
c) Luego se tiene un tipo penal similar, la malversación por apli-
cación oficial diferente (art. 476), que es la aplicación de un
bien del Estado diferente a la oficialmente conferida, y con ello
causa perjuicio al patrimonio público. Tiene igualmente pena
de 4 a 6 años.
d) El art. 477 contempla el delito de administración desleal del
patrimonio público, que se refiere a las infracciones de las fa-
cultades para administrar el patrimonio público, y con ello causa
perjuicio al patrimonio administrado. La pena, igualmente, es
de 4 a 6 años.
Se considera apropiado que en estos casos, junto con el tér-
mino bienes, se incluya el de dinero, puesto que esta omisión
podría crear vacíos de punibilidad.
Como agravantes específicas, el art. 478 contempla el monto
del valor; si la cuantía de lo malversado o del perjuicio causado
supera los 100 mil lempiras, la pena se convierte en prisión de
6 a 9 años, y multa de hasta 4 veces el valor de lo malversado.

158
También se agravan las penas en un tercio, cuando los bienes
son de valor histórico, artístico o cultural, o están destinados
a servicios púbicos de primera necesidad, salud o previsión
social. Si el valor excede de 500 mil lempiras, la pena puede
incrementarse hasta en dos terceras partes.
Como tipo privilegiado, el art. 479 prevé que las penas pre-
vistas pueden rebajarse hasta en dos tercios, cuando el valor
del perjuicio causado o de los bienes apropiados sea inferior a
20,000 lempiras, o cuando el sujeto devuelve o repara el daño
causado, antes de dirigirse las investigaciones contra él.
e) Se contempla también la malversación imprudente (art. 480),
cuando el funcionario o empleado público, por imprudencia
grave, extravía, daña o permite que terceros se apoderen de
bienes del Estado bajo su administración, con prisión de 6 meses
a 3 años de prisión.

2.17.2. Fraudes y exacciones ilegales


a) Fraude (art. 482)
El fraude constituye un delito de estafa, donde el funcionario público
que interviene en una contratación pública o liquidación de efectos o
haberes públicos, se concierta con terceros o usa artificio para defraudar
Análisis por bien
el patrimonio estatal. Es un delito impropio, puesto que normalmente jurídico tutelado
debía ser castigado como estafa, pero por ser cometido por funcionario
público, tiene una pena más agravada.
En este caso las sanciones se prevén en función de la defraudación
patrimonial; las penas son de 5 a 7 años y multa hasta por el triple del
valor defraudado, e inhabilitación absoluta por el doble del tiempo de
la pena de prisión.
Se prevé expresamente el castigo del particular que se concierta
con el funcionario público, con las mismas penas, lo cual es adecuado
para superar los problemas de la accesoriedad de la participación en
los delitos especiales.
b) Exacciones ilegales (art. 483)
Luego se contemplan las exacciones ilegales, que es exigir el pago
de impuestos, tasas, contribuciones, que no son debidos o en cuantía
superior. Se establece la pena de prisión de tres (3) a seis (6) años e
inhabilitación especial del cargo u oficio público por el doble del tiempo
de la pena de prisión.

159
2.17.3. Enriquecimiento ilícito
En el capítulo III, art. 484, se prevé el delito de enriquecimiento ilíci-
to. Esta figura concurre con las disposiciones contempladas en el Decreto
299-93, Ley contra el enriquecimiento ilícito de los servidores públicos.
La tipificación del delito de enriquecimiento ilícito es deficiente,
por lo que su redacción debe ser revisada, aunque mejora sensible-
mente la redacción contenida en el artículo 32 del Decreto 299-93.
Para que se considere enriquecimiento ilícito, el funcionario o
empleado público debe tener un incremento patrimonial por más
de 500.000 lempiras, por encima de los ingresos legítimos durante el
ejercicio de sus funciones y hasta dos años después de haber cesado
en estas. La pena es de 4 a 6 años de prisión, multa por una cantidad
igual o hasta el triple del enriquecimiento ilícitamente obtenido, e in-
habilitación absoluta por el doble del tiempo de la condena de prisión.
Si la cuantía del enriquecimiento ilícito supera el millón de lempiras
(L 1.000.000), la pena de prisión se incrementará en un tercio (1/3), la
multa por una cantidad igual o hasta cuatro (4) veces el enriquecimien-
to indebidamente obtenido, e inhabilitación absoluta por el doble del
tiempo de la condena de prisión.
La cantidad del incremento patrimonial indebido debe entenderse
Análisis por bien
como un resultado, pero también como una condición objetiva de
jurídico tutelado punibilidad, dado que por debajo de los 500 mil lempiras el hecho no
es penalmente punible, sin perjuicio de que se puedan utilizar meca-
nismos del derecho administrativo sancionador, o la responsabilidad
civil, para recuperar el patrimonio indebidamente apropiado por el
funcionario.

2.17.4. Negociaciones incompatibles con el ejercicio


de funciones públicas
En cuanto a las negociaciones incompatibles con el ejercicio de
funciones públicas, en el capítulo IV se prevén los siguientes delitos:
a) Las negociaciones prohibidas para funcionario público (art.
485), que penaliza la intervención en contratos o actividades,
forzando o facilitando para sí o terceros, cualquier forma de
participación. Esto es una especie de fraude, solo que utilizando
medios coactivos de tráfico de influencias, por lo que debería
penarse más severamente que el fraude; sin embargo, la pena
es inferior: de 2 a 4 años.
b) Negociaciones prohibidas a peritos, árbitros y contadores (art.
486), cuando estos se coluden para la tasación, partición o ad-
160
judicación en que intervienen. También se extiende a tutores,
curadores o albaceas respecto a los bienes que administran
y a los administradores concursales. La pena es de 3 a 5 años
de prisión, multa por una cantidad igual o hasta el triple del
beneficio obtenido o perseguido, e inhabilitación especial para
empleo o cargo público, profesión u oficio, guarda, tutela o
curatela, según los casos, por el doble de tiempo que dure la
pena de prisión.
c) El asesoramiento ilegal (art. 487), es un delito que no tiene
una redacción adecuada y no se comprende cuál es el con-
tenido de lo injusto. Se puede colegir que existe una colisión
de intereses, porque el funcionario público trabaja o tiene
relación con personas particulares que se benefician de dic-
támenes, información o resoluciones que tiene bajo su cargo.
Es castigado con multa de cien (100) a cuatrocientos (400)
días e inhabilitación especial para el ejercicio de cargo u oficio
público de uno (1) a tres (3) años.
d) Finalmente, en el artículo 488 se tipifica el uso de información
privilegiada (insider trading), que es hacer uso de un secreto o
información de la que tenga conocimiento por razón del cargo.
Este delito se castiga con pena de multa hasta por el triple del
beneficio obtenido y multa de 100 a 300 días, más inhabilitación Análisis por bien
especial para el ejercicio del cargo u oficio público de tres (3) a jurídico tutelado
cinco (5) años.
Si el daño es grave, se debe imponer de 3 a 5 años de prisión,
multa por una cantidad igual o hasta 4 veces el beneficio o daño
causado, e inhabilitación absoluta de 4 a 6 años.
e) En el artículo 489 aparece una forma de acoso sexual, que es
cuando el funcionario o empleado público solicita sexualmen-
te, de cualquier modo, a una persona que tiene pretensiones
pendientes de resolución, dictamen, informe o tramitación de
aquél, para beneficio de ella misma o para un tercero. La pena
en estos casos es prisión de 1 a 2 años y multa de 100 a 200
días, e inhabilitación absoluta de 5 a 10 años.
Cuando se trata de un funcionario o empleado público del
sistema penitenciario o de un centro de internamiento de la
niñez infractora, que solicita sexualmente a una persona bajo
su guarda, o a un tercero ligado al guardado por parentesco o
afinidad, la pena es de 2 a 4 años de prisión y multa de 200 a
300 días, e inhabilitación absoluta por 6 a 12 años.

161
2.17.5. Tráfico de influencias
En el artículo 490 se establece el tráfico de influencias por funciona-
rio público, y en el 491 el tráfico de influencias cometido por particular.
Este consiste en influir en otro funcionario público, prevaliéndose
del ejercicio de las facultades de su cargo o cualquier otra situación
derivada de su relación personal o jerárquica, para conseguir una
resolución de naturaleza pública, que le pueda generar directa o in-
directamente beneficio o ventaja. La pena es de 2 a 5 años de prisión
y multa de 100 a 300 días.
En el caso del particular, la pena es de prisión de uno (1) a tres (3)
años, multa de cien (100) a trescientos (300) días e inhabilitación para
obtener subvenciones y ayudas públicas, contratar con el sector público
y obtener beneficios o incentivos fiscales o de la Seguridad Social por el
doble del tiempo de la pena de prisión.

2.17.6. Delito de cohecho


El capítulo VI se refiere a los delitos de cohecho, en sus formas
tradicionales: recibir, solicitar, o aceptar dádiva, retribución o promesa
de cualquier clase. Se divide en tres tipos:
Análisis por bien a) Cohecho propio (art. 492): realizar actos en contra de los
jurídico tutelado deberes inherentes al cargo o retrasar injustificadamente el
que debe practicase; debe castigarse con pena de 5 a 7 años
de prisión. Si el acto administrativo omitido, retardado o
realizado es constitutivo de delito, las penas se incrementan
en un tercio (1/3), sin perjuicio de imponer además las que
correspondan por el delito o falta cometidos.
b) Cohecho impropio (art. 493): por realizar actos propios de su
cargo. La pena en este caso es prisión de tres (3) a seis (6) años,
multa por una cantidad igual o hasta el triple del valor de la
dádiva o retribución, e inhabilitación absoluta por el doble de
tiempo que dure la pena de prisión.
c) Cohecho posterior al acto (art. 494): cuando se recibe la recom-
pensa con posterioridad a la ejecución al acto; en estos casos
la pena es la misma que la del cohecho propio o impropio.
d) Cohecho por consideración del acto (art. 495): consiste en
aceptar regalos o dádivas ofrecidos en consideración del cargo
(sin actuación de por medio). La pena es de 6 meses a 2 años y
multa de 200 a 300 días
e) En caso del cohecho de particular, cuando éste ofrece el
cohecho, se imponen las mismas penas de prisión y multa
162
que las del funcionario corrompido y, además, inhabilitación
para obtener subvenciones y ayudas públicas, contratar con
el sector público y obtener beneficios o incentivos fiscales o
de la Seguridad Social por el doble del tiempo de la pena de
prisión.
f) La concusión, cuando el funcionario o empleado público exige
a alguien (otro funcionario público o particular), por medio de
la fuerza y abusando de sus funciones, dinero o cualquier otra
utilidad indebida; en este caso la pena es de 5 a 7 años de pri-
sión, de 100 a 400 días de multa e inhabilitación absoluta por
el doble de tiempo que dure la pena de prisión.

2.17.7. Prevaricato administrativo


El artículo 498 establece el prevaricato administrativo doloso
cuando el funcionario, a sabiendas de su injusticia, dicta resolución
arbitraria en asunto administrativo. La sanción es de inhabilitación
especial para cargo u oficio público de cinco (5) a diez (10) años.
Prevaricato imprudente. Si la resolución arbitraria es manifiesta-
mente injusta y se dicta por imprudencia grave, se castiga con la pena
de inhabilitación especial para cargo u oficio público de tres (3) a cinco
(5) años. Análisis por bien
jurídico tutelado
2.17.8. Abuso de autoridad
En el artículo 499 se establece el delito de abuso de autoridad; se
indica que se impondrá la pena de inhabilitación especial para empleo
o cargo público de 3 a 6 años, al funcionario que:
• Se niega a cumplir resoluciones judiciales, decisiones u órdenes
de autoridad competente revestidas de las correspondientes
formalidades legales.
• Indebidamente omite, rehúsa o retarda cualquier acto propio
de las funciones que desempeña.
• Requerido por autoridad competente, no presta la debida
cooperación para la Administración de Justicia u otro servicio
público; y,
• Requerido por un particular a prestar algún auxilio al que venga
obligado por razón de su cargo para evitar algún delito u otro
mal, se abstiene de prestarlo.
Cuando los actos se refieran a tareas de justicia, orden público,
educación o salud pública y exijan un cumplimiento inmediato, la pena
se debe incrementar en un tercio (1/3).
163
En todo caso se considera que, con respecto a las resoluciones
judiciales, la pena de este delito favorece el incumplimiento de estas,
por la levedad de la sanción. El incumplimiento de decisiones judicia-
les debería ser drásticamente castigado y, en todo caso, ser colocado
en el capítulo de los delitos contra la administración de justicia.
Se establecen penas muy benignas para actos de gran trascen-
dencia; por ejemplo, ser requerido por autoridad competente para
dar debida cooperación a la administración de justicia u otro servicio
público. En estos casos la pena debe ser mayor, pues de lo contrario
los funcionarios públicos dejarían de cumplir con el ius imperium de
las resoluciones o disposiciones judiciales, en violación al artículo 25.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Otros delitos que se contemplan en el Título XXVII son la antici-
pación, prolongación y abandono de funciones públicas, la infidelidad
en la custodia de documentos y violación de secretos contra la admi-
nistración de justicia, usurpación de funciones y simulación de cargo.
En el capítulo XI, artículo 511, también se establece la responsa-
bilidad de las personas jurídicas en los delitos de fraude, tráfico de
influencias o cohecho contenidos en este Título.
Cuando una persona jurídica sea responsable de alguno de estos
Análisis por bien delitos, se le debe imponer la pena de multa por cantidad igual o hasta
jurídico tutelado cinco (5) veces el valor del daño causado o del beneficio obtenido.
Adicionalmente, se le debe imponer:
1) Suspensión de las actividades específicas en las que se produjo
el delito, por un plazo que no pueda exceder de cinco (5) años;
2) Prohibición de realizar en el futuro las actividades específicas
en cuyo ejercicio se haya cometido, favorecido o encubierto el
delito; y,
3) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas,
para contratar con el sector público y para gozar de beneficios
e incentivos fiscales o de la Seguridad Social, por un plazo que
no pueda exceder de diez (10) años.

2.18.Delitos contra la administración de justicia:


Título XXVIII
La Administración de Justicia es el sistema institucional de solu-
ción de conflictos a través del uso de la ley, en un proceso que garantiza
la igualdad de derechos a todos los ciudadanos. La administración
de justicia es uno de los pilares básicos de la democracia; por eso,
su recto ejercicio debe ser garantizado por el Estado.
164
En ese marco, los procesos judiciales deben ser justos, con pleno
respeto a las garantías judiciales establecidas en los tratados internacio-
nales de derechos humanos, y ante jueces independientes, competentes
e imparciales.
En el Título XVIII se sancionan conductas que impiden o desvían
la actividad judicial, infringen normas procesales o comportan un
desconocimiento de la propia función jurisdiccional, afectando el normal
y correcto desenvolvimiento de la Administración de Justicia.
Este título incluye 5 capítulos:
• Los delitos contra la acción de la justicia (capítulo I)
• Los delitos de obstrucción al ejercicio de la justicia (capítulo II)
• Los delitos contra la autoridad de la justicia (capítulo III)
• Delitos contra el sistema de justicia (capítulo IV)
• Delitos contra la administración de justicia de la Corte Penal
Internacional (capítulo V).

2.18.1. Delitos contra la acción de la justicia


a) Delito de encubrimiento
Análisis por bien
El delito de encubrimiento tiene una configuración como delito
jurídico tutelado
propio e impropio.
Como delito propio establece penas para particulares que corres-
ponden a un tercio de la pena del delito encubierto.
Como delito impropio, se castiga al funcionario público con la pena
de un tercio del delito encubierto, aunque impuesta en su límite máximo.
Esta sanción no parece apreciar todo el desvalor de injusto del delito,
puesto que los funcionarios públicos deben tener un mayor desvalor
de su acción, para impedir la corrupción en el poder judicial.
Esta situación es preocupante, además, por cuanto la Policía y
el Ministerio Público tienen encomendada la dirección funcional de
la investigación criminal. El Ministerio Público tiene una importante
función tanto en la promoción de la acción penal como en la investi-
gación, que no se ve reflejada en el articulado.
Si bien de manera general, algunas de las conductas delictivas en
que puede incurrir el MP se encuentran en el delito de encubrimiento,
este únicamente abarca los supuestos donde el MP pretende auxiliar
al sujeto a eludir la justicia, y no los casos en que se fabrica o implanta
prueba.

165
La figura del encubrimiento no cubre el desvalor adecuado para
esta conducta, porque es un delito concebido principalmente para ser
cometido por particulares.
b) Omisión del deber de perseguir delitos
Por otra parte, es plausible que se incorpore el delito de omisión
del deber de perseguir delitos, como un delito especial a cargo de las
personas que tienen el deber de garantes.
Como delito especial, involucra a todos los agentes de la autoridad
pública que tienen encomendadas tareas de investigación, persecución
y procesamiento de hechos delictivos. La conducta típica en este caso es
omisiva: dejar de promover la persecución de los delitos de que tenga
noticia o de sus responsables.
Además, se tipifica el no realizar los trámites necesarios para adop-
tar medidas cautelares o lograr que se cumplan las expedidas por los
jueces. En este caso, se está hablando de no detener en forma oportuna
a los delincuentes, permitir su fuga antes del arresto para someterlos
a proceso.
Debe entenderse que dentro del tipo penal se incluyen todos los
actos de investigación y la toma de medidas inmediatas para la reco-
lección de pruebas. En ese sentido, es necesario que los jueces utilicen
Análisis por bien el principio de Convencionalidad, que ha implementado una copiosa
jurídico tutelado jurisprudencia sobre el deber de debida diligencia en la investigación.
Esta sirve al juez de parámetro para calificar la actuación del funcionario,
la cual debe observar los principios de oficiosidad, oportunidad, com-
petencia, independencia e imparcialidad, exhaustividad y trato digno y
respeto por los derechos de las víctimas y testigos130.
Este delito tiene una pena de inhabilitación especial para empleo
o cargo público por tiempo de tres (3) a seis (6) años.
Debido a la levedad de las penas previstas, ha de entenderse que
este delito es subsidiario y sólo se aplicará en ausencia de una figura
penal que contemple otras acciones especialmente tipificadas, como
los delitos de obstrucción a la justicia.
En el caso de funcionarios públicos, se debió penalizar no solo la
omisión del deber de perseguir delitos dolosos, sino también la negli-
gencia cuando, de forma descuidada, se permite o facilite la alteración
de la escena del crimen o el procesamiento de esta, omitiendo los
estándares sobre la debida diligencia en la investigación.

130 Sobre la compilación de la jurisprudencia de la Corte IDH: CEJIL. Debida diligencia


en la investigación de graves violaciones a los derechos humanos. Buenos Aires,
2010.
166
2.18.2. Delitos de obstrucción al ejercicio de la justicia
Este capítulo contempla las siguientes modalidades delictivas:
• El prevaricato judicial
• La denegación de justicia
• La realización arbitraria del propio derecho
• Falso testimonio
• Intimidación a testigos y otros intervinientes en el proceso penal
• La revelación de identidad de testigo protegido
• La falta de identificación de registro de clientes y código de
identificación.
En cuanto al prevaricato judicial, la acción típica consiste en dictar
una sentencia o resolución injusta, dolosamente. Es considerado como
el delito más grave en que puede incurrir un miembro de la judicatura,
pues supone faltar a los deberes de imparcialidad y justicia que corres-
ponden a todo juez o magistrado.
El uso del término «injusto» parece ser deficiente, pues es ambiguo
y no determina con claridad el contenido. En todo caso, se refiere a
dictar resoluciones contrarias a derecho o fundadas en hechos falsos. Análisis por bien
La pena es de 3 a 6 años de prisión e inhabilitación especial para cargo
jurídico tutelado
u oficio público de quince (15) a veinte (20) años.
El prevaricato imprudente se refiere a una resolución manifies-
tamente injusta y dictada por imprudencia grave. Por imprudencia
grave debe tenerse la ignorancia inexcusable, donde el juez resuelve
contra el texto de la norma; se castigará con pena de inhabilitación
para empleo o cargo público por tiempo de 3 a 5 años.
El artículo 517 contiene el delito de denegación de justicia. Este es
un delito especial, que sólo puede ser cometido por juez o tribunal. La
conducta típica es negarse a juzgar sin causa legal o alegando oscuridad,
insuficiencia o silencio de la ley.
La pena a imponer es inhabilitación especial para empleo o cargo
público por tiempo de dos (2) a cinco (5) años y multa de cien (100) a
doscientos (200) días.
En el artículo 522 se establece el delito de falta de registro, cuyo
objetivo es obligar a las empresas de telecomunicaciones a registrar a
sus clientes, para efecto de poder identificar al titular de los aparatos
celulares móviles. Este delito es importante, porque una gran cantidad
de extorsiones y otras formas de criminalidad organizada utilizan como
instrumento el teléfono móvil.
167
El registro adecuado de los titulares de dichos aparatos es esen-
cial para desarrollar las investigaciones criminales, de tal manera que
la falta de registro obstruye la investigación penal. Para estos casos
se prevé la pena de multa de setecientos (700) a mil (1000) días.

2.18.3. Delitos contra la autoridad de la justicia


En este capítulo se contemplan figuras delictivas que pretenden
impedir o pervertir el funcionamiento de la justicia.
En primer lugar aparece el delito de coacción judicial; es una forma
agravada de coacción, en función del sujeto pasivo del delito que, en
este caso, es un órgano jurisdiccional o del Ministerio Público. La con-
ducta es coartar, por medio de violencia o intimidación, las legítimas
facultades o labores de los órganos jurisdiccionales o fiscales, con el
objeto de obtener una decisión o resolución favorable.
La sanción es pena de prisión de cinco (5) a diez (10) años y multa
de quinientos (500) a mil (1000) días.
El cohecho activo se refiere a dar, ofrecer dinero u otros beneficios
a testigo, perito, consultor, intérprete o traductor, para que cometa
falso testimonio. Debe ser castigado con pena de prisión de dos (2) a
Análisis por bien cuatro (4) años. Esta pena se impone a menos que esté castigado con
una sanción mayor. Se entiende que si el falso testimonio se produce,
jurídico tutelado
entonces se aplicará la pena de este delito, que es superior.
El artículo 525 contempla el delito de desobediencia a manda-
to fiscal o judicial, que castiga a quien, teniendo obligación legal de
comparecer y habiendo sido legalmente citado por segunda vez por el
Órgano Jurisdiccional competente o el Ministerio Público, se abstiene
de comparecer sin causa legal. La sanción es multa de trescientos (300)
a quinientos (500) días, sin perjuicio de la obligación de cumplir con el
mandato.
Finalmente, se contemplan los delitos de quebrantamiento de con-
dena y favorecimiento a la evasión.
El delito de quebrantamiento de condena tiene dos modalidades:
a) En los casos de prisión preventiva, medida de seguridad de in-
ternamiento, detención judicial, una medida cautelar dictada
en un procedimiento de violencia de género, o una condena
no privativa de libertad, la pena es prisión de dos (2) a cuatro
(4) años.
b) En los casos de evasión de penas privativas de libertad, y utiliza
para su fuga o evasión del lugar en que está recluido, violencia
168
o intimidación en las personas, o toma parte en motín, debe ser
castigado con la pena anterior aumentada en un tercio (1/3).
Se prevé una atenuante de 2/3 de la pena si el prófugo se
presenta ante una autoridad o en el lugar de la evasión, antes
de que transcurran quince (15) días desde la fuga.

2.18.4. Delitos contra el sistema de justicia


En el capítulo IV se contemplan como delitos contra el sistema de
justicia la falsa denuncia o acusación, la simulación de infracción inexis-
tente, y la deslealtad profesional.

2.18.5. Delitos contra la administración de justicia


de la Corte Penal Internacional
Como una novedad bastante plausible, el CPH ha regulado sus de-
beres para hacer operativo el trabajo de la Corte Penal Internacional.
Así, el artículo 531 establece de forma genérica que: «Lo dispuesto
en los capítulos precedentes de este título es de aplicación a los he-
chos cometidos contra la Administración de Justicia de la Corte Penal
Internacional».
Análisis por bien
En este caso, las penas a aplicar en consecuencia, son exactamente jurídico tutelado
las penas previstas para los delitos contra la administración de justicia
nacional.

2.19.Criminalización de la protesta social


El CPH contempla en sus capítulos finales una serie de figuras delic-
tivas que pueden considerarse como graves formas de criminalización
de la protesta social, como veremos a continuación.

2.19.1. Delito de reuniones y manifestaciones ilícitas


El delito de Reuniones y manifestaciones ilícitas (art. 553)131 es-
tablece que constituyen reuniones ilícitas aquellas que se convocan
con la finalidad de cometer delitos, y aquellas a las que concurren sus

131 Artículo 553. REUNIONES Y MANIFESTACIONES ILÍCITAS.


Son reuniones o manifestaciones ilícitas:
1) Las que se convocan con la finalidad de cometer delitos. Para que concurra
este supuesto es necesario que exista una planificación del presunto delito; y,
2) Aquellas a las que concurren sus participantes portando armas de fuego, arte-
factos explosivos que no sean de los habitualmente destinados a finalidades
estrictamente recreativas y con ese propósito u otros objetos igual de peli-
169
participantes portando armas de fuego, artefactos explosivos u otros
objetos igualmente peligrosos.
Esta redacción es muy similar a la contemplada en el tipo penal
actualmente vigente en el artículo 331 del CP. Este artículo fue dura-
mente censurado por la CIDH, a la cual le preocupa la imputación del
tipo penal «manifestación ilícita» a gran cantidad de personas detenidas
en el contexto de manifestaciones.
Particularmente en su informe Honduras: Derechos Humanos y
Golpe de Estado, la CIDH señaló que la descripción que se ha hecho
del delito en la legislación penal hondureña adolece de precisión en
su enunciación, lo que permite a las autoridades competentes reali-
zar una interpretación amplia del precepto legal y, en consecuencia,
considerar su caracterización con discrecionalidad132.
Sobre este tipo penal, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas
también recomendó «revisar o derogar la legislación nacional incom-
patible con las normas internacionales, en particular las disposiciones
relativas a los delitos de sedición y manifestación ilícita»133.
En este sentido, mantener el tipo penal de reuniones y manifesta-
ciones ilícitas constituye una forma de criminalización de la protesta
social. La CIDH estima que la manifestación social es importante para
Análisis por bien la consolidación de la vida democrática y que, en general, dicha forma
jurídico tutelado de participación en la vida pública, en tanto ejercicio de la libertad de
expresión, reviste un interés social imperativo.

grosos que los anteriores. Para que concurra este supuesto se exige que sean
los promotores o asistentes los que lleven las armas u objetos, no personas
ajenas a la reunión o manifestación.
Quienes promueven, dirigen o presiden las reuniones o manifestaciones a las
que se refieren los numerales anteriores, deben ser castigados con la pena
de prisión de dos (2) a cuatro (4) años y multa de cien (100) a quinientos
(500) días, en el caso de que la finalidad sea cometer delitos graves, y con
la pena de prestación de servicios de utilidad pública y multa de veinticinco
(25) a cincuenta (50) días cuando se trate de delitos no considerados como
graves.
El resto de partícipes en la reunión o manifestación ilícitas deben ser casti-
gados con la pena de prisión de uno (1) a tres (3) años y multa de cien (100)
a doscientos (200) días, en el caso de que la finalidad sea cometer delitos
graves, y con la pena de prestación de servicios de utilidad pública cuando
se trate de delitos no considerados como graves.
132 CIDH, Honduras: Derechos humanos y golpe de Estado, 30 de diciembre de 2009,
párr. 381.
133 ONU, Asamblea General, Consejo de Derechos Humanos, A/HRC/13/66, Informe
de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre
las violaciones de los derechos humanos en Honduras desde el golpe de Estado de
28 de junio de 2009, 3 de marzo de 2010, párrs. 48 y 85.
170
En muchos países del hemisferio, la protesta y movilización social se
han constituido como herramienta de petición a la autoridad pública, y
también como canal de denuncias públicas sobre abusos o violaciones
a los derechos humanos134.
Las manifestaciones sociales, como forma de expresión, suponen
el ejercicio de derechos conexos, como el derecho de los ciudadanos
a reunirse y el derecho al libre flujo de opiniones e información, los
cuales se consagran en los artículos IV y XXI de la Declaración America-
na de los Derechos y Deberes del Hombre, y 13 y 15 de la CADH, y se
constituyen como elementos vitales para el buen funcionamiento del
sistema democrático.
Por tanto, se debe analizar si la utilización de sanciones penales en-
cuentra justificación bajo el estándar de la Corte Interamericana, que
establece la necesidad de comprobar que dicha limitación (la penaliza-
ción) satisface un interés público imperativo necesario para el funcio-
namiento de una sociedad democrática135.
Conforme al estándar interamericano, se considera que el delito
553 es incompatible con la CADH. Además, el primer supuesto de
manifestación ilícita, que se convoca para «cometer delitos», es con-
trario al principio de máxima taxatividad, por cuanto no delimita con
claridad cuáles son los delitos que pueden ser considerados como
Análisis por bien
tales y, en todo caso, deja abierta su interpretación para delitos como
sedición, rebelión, terrorismo y otros similares, de enorme vaguedad
jurídico tutelado
en su definición.
Tampoco puede admitirse el inciso 2), ya que este se configura en
forma similar al vigente artículo 331 CP136, en cuanto a que concurran
personas portando armas de fuego, artefactos explosivos no habitua-
les para festividades u otros elementos peligrosos, que deja abierto el
ámbito de lo típico.
Si bien se eliminaron los «objetos contundentes», se considera
que básicamente continúa la misma redacción que ha sido censurada
por los órganos de protección de derechos humanos. En todo caso, de
admitirse la prohibición de concurrir con armas de fuego o explosivos
como causa para calificar la reunión o manifestación de delictiva, debe
excluirse el término «objetos igualmente peligrosos», que es indefinido.

134 CIDH, Informe Anual 2005. Vol. II: Informe de la Relatoría Especial para la Libertad
de Expresión, capítulo V, «Las manifestaciones públicas como ejercicio de la libertad
de expresión y libertad de reunión», párr. 1.
135 Ibíd., párr. 96.
136 Artículo 331. «Tendrán el carácter de ilícitas todas aquellas reuniones a las que
concurran personas con armas, artefactos explosivos u objetos contundentes o de
cualquier otro modo peligrosos, con el fin de cometer un delito».
171
Por otra parte, la regulación entre cabecillas y participantes da
lugar a que se viole el principio de imputación personal, ya que permi-
te hacer una imputación colectiva y no por actos materiales propios.
Esto facilita formas de responsabilidad colectiva incompatibles con el
principio de culpabilidad.
Por ello, se concluye que la regulación propuesta para el artículo
553 sobre Reuniones y manifestaciones ilícitas debe ser revisada y
adecuada a los estándares internacionales de derechos humanos.

2.19.2. Delito de asociación para delinquir


El artículo 554 contiene una definición muy amplia de asociación
para delinquir:
Son asociaciones ilícitas las constituidas, sea de modo perma-
nente o transitorio, por dos (2) o más personas con la finalidad
de cometer ilícitos penales». Y especialmente en la segunda
parte: «Poseen también la consideración de asociaciones ilícitas
las que aun teniendo como objeto uno lícito, emplean como
estrategia permanente y definida medios violentos o intimida-
torios u otros ilícitos para el logro de aquel137.
Se considera que esta redacción estaría permitiendo la persecu-
Análisis por bien ción penal de asociaciones o grupos, especialmente ONG, que buscan
jurídico tutelado cambios sociales y que utilizan los derechos de reunión y manifestación
como medio de reivindicación social.
La situación es más grave cuando se observa que en el párrafo 4º
se castiga a quienes sean directivos, promotores y financistas de la
asociación ilícita. Esto se debe integrar con la referencia del párrafo 3º,
«de que la asociación haya sido constituida en el extranjero».
En este sentido, la Relatora sobre la situación de los defensores de
los derechos humanos de las Naciones Unidas, en su informe de 2012,
hizo notar que,
con el argumento de proteger la soberanía nacional o los inte-
reses nacionales, algunos Estados han promulgado legislación
que proscribe a las asociaciones que trabajan en defensa de
los derechos políticos o que participan en actividades políticas
y reciben financiación de otros países.
La indeterminación del delito de asociaciones ilícitas, especialmen-
te en el párrafo segundo del artículo 554, hace que sea incompatible
con los estándares interamericanos, en particular con el derecho a la

137 Las cursivas son nuestras.


172
libertad de asociación y de defender en forma individual y colectiva
la protección y realización de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, y el ejercicio de estos derechos implica la posibilidad
de promover y defender libre y efectivamente cualquier derecho.
Sobre esta materia, el artículo 13 de la Declaración sobre los defen-
sores de derechos humanos establece:
Toda persona tiene derecho, individual o colectivamente, a
solicitar, recibir y utilizar recursos con el objeto expreso de pro-
mover y proteger, por medios pacíficos, los derechos humanos
y las libertades fundamentales, en concordancia con el artículo
3 de la presente Declaración.
El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, por su
parte, ha manifestado su preocupación por el hecho de que
… la legislación y otras medidas de seguridad nacional que
regulan las organizaciones de la sociedad civil, se han utilizado
indebidamente contra defensores de los derechos humanos o
han obstaculizado su labor y han puesto en peligro su seguridad
en contravención del derecho internacional138.
En consecuencia, ha instado a los Estados a que su legislación
penal contenga disposiciones claramente definidas, acordes con el
derecho internacional de los derechos humanos, incluyendo el prin-
Análisis por bien
cipio de no discriminación, y que no sea utilizada para obstaculizar jurídico tutelado
ningún derecho humano como la libertad de expresión, de asociación
y de reunión pacífica, los cuales son esenciales para la promoción y
protección de otros derechos139.
Por tanto, se recomienda a los jueces hacer una interpretación
que no abra la posibilidad de criminalizar actividades realizadas por
organizaciones sociales que defienden los derechos humanos. También
hacer una interpretación que no penalice el financiamiento que se
provee internacionalmente a asociaciones de defensa de los derechos
humanos, organizaciones ambientalistas y otras.
Por otra parte, los términos «promotores y financistas» de la aso-
ciación ilícita viola el mandato de determinación, al ser vagos e in-
definidos.
La CIDH ha destacado la importancia de que las tipificaciones y
definiciones a nivel interno sean formuladas de manera precisa, ad-
virtiendo que «la imprecisión facilita que los operadores de justicia

138 ONU, Asamblea General, Consejo de Derechos Humanos, A/HRC/RES/22/6, Pro-


tección de los defensores de los derechos humanos.
139 Ídem.
173
realicen interpretaciones amplias, lo que trae como consecuencia que
se sancionen conductas que no corresponden con la gravedad y natu-
raleza del delito»140.
Finalmente, cabe precisar que la CIDH ha considerado excesivas
las leyes «antiterroristas» que prohíben brindar «apoyo material» a
organizaciones calificadas como terroristas. Estas leyes se han utilizado
para impedir la labor de organizaciones de derechos humanos, que
buscan proporcionar asistencia o asesoramiento especializado a grupos
calificados por los Estados como terroristas, aun cuando la asistencia o
asesoramiento se refiera a la defensa de sus derechos humanos.
En tal sentido, censuró la condena de una persona por la Corte Su-
prema de Justicia de Estados Unidos141, en aplicación de la Ley Patriota,
por apoyar a un grupo terrorista en Kurdistán a realizar actividades
pacíficas, en virtud del derecho internacional humanitario142.

2.19.3. Delitos contra el orden público (Título XXXI)


En cuanto a los delitos contra el orden público, se ve con preocupa-
ción la tipificación de los delitos de atentado (art. 570) y desobediencia
(art. 572).
a) El delito de atentado
Análisis por bien
El atentado es un delito a través de cuatro conductas realizadas
jurídico tutelado
por un particular contra la autoridad, funcionarios o empleados
públicos:
• acomete contra la autoridad, funcionario o empleado público,
• los intimida gravemente,
• hace resistencia activa grave o,
• emplea la fuerza contra ellos.
El atentado tiene una pena de 1 a 3 años de prisión y multa de 100
a 300 días. Es del caso destacar que la pena prevista actualmente es
la tercera parte de la prevista originalmente en el Proyecto del CPH, lo
cual es loable, puesto que el legislador atendió la recomendación de
disminuir la pena143.

140 CIDH. Informe sobre la criminalización de defensores en las Américas, 2016. párr.
140.
141 Holder v. Humanitarian Law Project, 561 U.S. 1 (2010).
142 CIDH. Informe sobre la criminalización…, párr. 141.
143 El art. 571 del PCPH establecía: Atentado. 1. Quien acomete a la autoridad, fun-
cionarios o empleados públicos, los intimida gravemente, hace resistencia activa
grave o emplea la fuerza contra ellos, cuando están en el ejercicio de las funciones
de su cargo o como consecuencia del mismo, debe ser castigado como autor de un
174
Este delito puede considerarse como una penalización de la pro-
testa social, pues puede ser utilizado para criminalizar conductas como
manifestaciones o reuniones pacíficas, que son disueltas ilegalmente o
por el uso de la fuerza.
El hecho de que se penalice la resistencia activa grave, puede
implicar simplemente que no se acaten disposiciones de orden admi-
nistrativo, muchas veces emitidas en contravención del ordenamiento
legal o con la intención de impedir el ejercicio de los derechos consti-
tucionales legítimos, con lo cual se estaría criminalizando la protesta
social. Así lo ha entendido la CIDH, que considera que la aplicación
de prohibiciones penales a actos de mera desobediencia es una grave
violación a los derechos garantizados en la Convención144.
En el mismo sentido, puede entenderse que los actos de atentado
pueden criminalizar las reacciones de defensa frente a actos violentos
cometidos por la autoridad contra las personas en reivindicación o
tutela de sus derechos legítimos; especialmente, cuando se trata de
desalojos violentos.
En virtud de lo anterior, se recomienda hacer una interpretación
adecuada y conforme a la Convención del delito de atentado, para
excluir toda forma de criminalización de actos de protesta social.
b) Punición de los actos preparatorios de atentado Análisis por bien
La punición de los actos preparatorios de atentado (art. 571) cons- jurídico tutelado
tituye una intervención punitiva que no tiene justificación en un Estado
democrático de derecho, pues implicaría básicamente penetrar en la
esfera de la libertad ideológica de las personas.
Hacer resistencia activa grave a las autoridades, que es un término
sumamente vago e impreciso, puede abrir la puerta al Estado para
castigar todas las expresiones de disenso social. La pena prevista es la
misma que para el atentado, rebajada en un tercio; es decir, de 1 a 3
años de prisión, rebajada en 1/3.
Afortunadamente, las penas para este delito fueron modificadas
drásticamente en relación con el PCPH, el cual establecía penas de uno
a dos años, por actos que pueden ser exclusivamente expresiones de
pensamiento ideológico divergente.

delito de atentado con las penas de prisión de tres (3) a seis (6) años y multa de
cien (100) a trescientos (300) días. 2. Si en los supuestos anteriores el atentado se
verifica con armas o prevaliéndose el culpable del ejercicio de funciones públicas,
las penas deben ser incrementadas en un tercio.
144 CIDH. Informe sobre criminalización de la protesta social, párr. 130.
175
En todo caso, aun con la rebaja de la pena, la penalización de los
actos preparatorios de atentado no tiene justificación político criminal
y, por tanto, los jueces no deberían aplicar este artículo.
c) Delito de desobediencia
Igualmente se considera el delito de desobediencia (art. 572), que
es un delito de recogida, por el cual se castiga a quienes, «sin estar
comprendidos en los artículos anteriores, desobedecen gravemente a
la autoridad, funcionarios o empleados públicos en el ejercicio de sus
funciones».
Las autoridades estatales pueden y deben impartir órdenes den-
tro de sus funciones, y es claro que el incumplimiento de estas debe
tener una sanción, pero en los ámbitos administrativo, fiscal y civil. Es
inadmisible que el simple incumplimiento de una orden de la autoridad
del Estado sea un bien jurídico145.
Se reconoce que es legítimo tipificar la desobediencia, pero cuando
esta sea emitida por orden de autoridad judicial. Por tal motivo, el
delito del 572 debe trasladarse a los delitos contra la administración
de justicia, y debe exigirse que la desobediencia se refiera a órdenes
emitidas por juez en el legítimo ejercicio de su función jurisdiccional.

Análisis por bien 2.19.4. Delitos de desórdenes públicos


jurídico tutelado
a) Delito de desórdenes públicos
El artículo 573 tipifica este delito así: «Quien mediante acto de
violencia o intimidación grave atemoriza a una población o parte de
esta». Ante una tipificación tan vaga e imprecisa, cabe aplicar lo dicho
por la CIDH con relación al delito de terrorismo:
Existe la tendencia actual en muchos países de asimilar a las y los
defensores de derechos humanos, así como a los movimientos
de protesta social, con grupos terroristas o subversivos. Tales
procesos de criminalización serían posibles debido a que las
definiciones de los tipos penales que castigan conductas rela-
cionadas al terrorismo son excesivamente vagas o imprecisas,
dejando amplio margen de discrecionalidad a las y los opera-
dores de justicia, quienes harían uso de estos tipos penales en
contra de defensoras y defensores con el fin de procesarlos y así
limitar sus actividades de promoción y defensa de los derechos
humanos146.

145 Zaffaroni, Sistemas Penales y derechos Humanos, op. cit., p. 28.


146 CIDH. Informe sobre criminalización de defensoras y defensores de derechos hu-
manos, 2016, párr. 139.
176
Un tipo penal con esta indefinición hace realidad las preocupacio-
nes expresadas por la Alta Comisionada de Derechos Humanos en el
sentido de «que parece haber un patrón en el cual, frente a la defensa
de los derechos humanos en el contexto de explotación de recursos
naturales, se accionan procesos penales ante las fiscalías locales. Se
utilizan tipos penales desproporcionados a los hechos denunciados,
tales como asociación ilícita, terrorismo o secuestro, los cuales corres-
ponden a la lógica del combate al crimen organizado, y no al abordaje
de la demanda de los movimientos sociales»147.
Por tal motivo, se recomienda a los jueces no aplicar indebidamente
el texto de este artículo para criminalizar la protesta social.
En el segundo párrafo se establece como delito la difusión pú-
blica de «noticias o rumores falsos que atemoricen a la población o
parte de ésta y, de este modo, se crea un peligro grave para la vida,
la salud de las personas o el patrimonio…». La pena es de 1 a 3 años
de prisión.
Este delito claramente está dirigido a criminalizar la libertad de
expresión. Debido a su vaguedad, facilita que pueda ser utilizado para
perseguir a dirigentes de grupos u organizaciones que defienden los
derechos humanos.
En una sociedad democrática, las entidades y funcionarios del Análisis por bien
Estado deben estar expuestos al escrutinio y a la crítica, y por ello sus jurídico tutelado
actividades se insertan en la esfera del debate público.
En tal sentido, la Comisión ha establecido que
[e]l tipo de debate político a que da lugar el derecho a la libertad
de expresión generará inevitablemente ciertos discursos críticos
o incluso ofensivos para quienes ocupan cargos públicos o están
íntimamente vinculados a la formulación de la política pública148.
Por ello no cabe penalizar aquellos discursos o comentarios que
«atemoricen a la población o parte de ésta», pues es una forma de
penalizar el discurso político o la libertad de expresión.
Como ha indicado la CIDH, corresponde tener en cuenta que «el
derecho a la libertad de expresión no es un derecho más sino, en todo
caso, uno de los primeros y más importantes fundamentos de toda la
estructura democrática: el socavamiento de la libertad de expresión
afecta directamente al nervio principal del sistema democrático».

147 Declaración final. Visita Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos Flavia Pansieri a Guatemala, 2 de mayo 2014.
148 CIDH, Informe Anual 1994. Capítulo V: Informe sobre la Compatibilidad entre las
Leyes de Desacato y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Título
III, Apartado B. OEA/Ser. L/V/II.88. doc. 9 rev. 17 de febrero de 1995.
177
En tal sentido, es importante que los jueces no apliquen este artícu-
lo, ya que contraviene el principio de Convencionalidad. En todo caso,
la exigencia de que al acto cree un peligro grave para la vida, la salud
o el patrimonio de las personas, tiene que ser interpretado en forma
restrictiva, asegurando que no sea utilizado espuriamente para prohibir
el discurso opositor o la emisión libre del debate político.
b) Delito de perturbación del orden
En el artículo 574 se castiga la perturbación del orden público,
«causando lesiones a las personas, produciendo daños o invadiendo con
violencia o intimidación graves instalaciones o edificios». Este delito es
sancionado con penas de prisión de uno (1) a tres (3) años y multa de
cien (100) a doscientos (200) días, sin perjuicio de las penas que corres-
ponda por los otros delitos cometidos con ocasión de la perturbación.
El delito de perturbación del orden —al igual que el contenido en
el art. 576 (impedimento de tránsito a equipos de socorro a centros
asistenciales)—, está orientado a impedir el legítimo ejercicio del
derecho de reunión y manifestación.
Estos artículos no satisfacen el estándar de la Corte Interamericana,
que establece la necesidad de comprobar que dicha limitación (la pe-
nalización) esté concebida para satisfacer un interés público imperativo
Análisis por bien necesario para el funcionamiento de una sociedad democrática.
jurídico tutelado Sobre este punto, la Comisión ha indicado que, al momento de
hacer un balance entre el derecho de tránsito y el derecho de reunión,
«el libre flujo del tránsito no debería tener prioridad automáticamente
sobre la libertad de reunión pacífica»149.
La Comisión ha indicado que naturalmente las huelgas, los cortes
de ruta, el copamiento del espacio público, e incluso los disturbios que
se puedan presentar en las protestas sociales, pueden generar moles-
tias o incluso daños que es necesario prevenir y reparar. Sin embargo,
los límites desproporcionados a la protesta, en particular cuando se
trata de grupos que no tienen otra forma de expresarse públicamente,
comprometen seriamente el derecho a la libertad de expresión.
En este sentido, la CIDH ha manifestado su preocupación sobre
la existencia de disposiciones penales que convierten en actos cri-
minales la simple participación en una protesta, los cortes de ruta (a
cualquier hora y de cualquier tipo) o los actos de desorden que en
realidad, en sí mismos, no afectan bienes como la vida, la seguridad
o la libertad de las personas.

149 CIDH. Informe sobre la criminalización de las defensoras y defensores…, párr. 126.
178
Como se observa en su redacción actual, el delito no contempla para
todos los supuestos estos elementos, pues los resultados son varios:
• Causar lesiones,
• obstaculizar las vías púbicas con peligro grave para quienes
circulan en ellas,
• invadir instalaciones o edificios.
No se exige en todos los casos peligro para la vida o integridad
personal, pues el peligro grave para las personas que se indica en el
tipo penal no es definido, cuando se refiere a la obstaculización de las
vías de tránsito.
Debido a su ambigua redacción, el delito debe ser interpretado
restrictivamente y, de preferencia, excluyendo la aplicación de este
supuesto.
Igualmente, el delito de impedimento de tránsito a equipos de
socorro o a centros de asistencia (art. 576), solo quedaría justificado
cuando se IMPOSIBILITE el acceso a centros de asistencia, pero debe
agregarse que cuando ello coloque en grave riesgo la vida o salud de
las personas. De lo contrario, sería una simple criminalización de la
protesta social.
Análisis por bien
2.19.5. Delitos de terrorismo jurídico tutelado
El CPH, a diferencia del Proyecto, incorpora el terrorismo como
bien jurídico, creando un título específico, el XXXII. El terrorismo pa-
sa a ser un bien jurídico autónomo, independiente del bien jurídico
Orden Público, lo cual, per se, es una manifestación de derecho penal
del enemigo.
Este «bien jurídico» presenta las siguientes figuras delictivas:
• Asociación terrorista, 587.
• Colaboración sin pertenencia a la asociación terrorista, 588.
• Delitos de terrorismo en particular, 589.
• Asistencia a campos de entrenamiento, 591.
• Ciberterrorismo o terrorismo electrónico, 592.

179
a) EL delito de asociación terrorista
El artículo 587 tipifica como asociación terrorista la constituida
por dos o más personas, sea de modo permanente o transitorio, para
cometer algún delito, con alguna de las finalidades150 siguientes:
1) Subvertir el orden constitucional; o,
2) Provocar un estado de terror en la población o parte de ella.
En términos generales, los tratados internacionales indican que
sean al menos tres los integrantes de una organización, por lo cual esta
es una primera violación.
La Corte Interamericana ha establecido que, en la regulación de
estos tipos penales, el principio de legalidad impone una necesaria
distinción entre dichos delitos y los tipos penales ordinarios, de forma
que tanto toda persona, como el juez penal, cuenten con suficientes
elementos jurídicos para prever si una conducta es sancionable bajo
uno u otro tipo penal. Esto reviste importancia toda vez que los tipos
penales de terrorismo prevén la imposición de penas privativas de
libertad más graves, así como penas accesorias e inhabilitaciones
con efectos importantes respecto del ejercicio de otros derechos
fundamentales151.
Análisis por bien En el artículo 587 se observa que la formulación del tipo penal
jurídico tutelado es muy vaga, pues si bien exige como conducta cometer algún delito,
las finalidades son imprecisas. En tal sentido, adolece de los mismos
defectos de la asociación para delinquir, con el agravante de que sus
finalidades son altamente indeterminadas.
La Corte IDH, en el caso Pueblo Mapuche Vs. Chile, ya se manifestó
en el sentido de que los tipos penales que contemplan fines como «pro-
ducir en la población o en una parte de ella el temor», constituyen una
violación al principio de legalidad y, por tanto, son contrarios al artículo
9 de la Convención152.
La finalidad de subvertir el orden constitucional tampoco tiene un
anclaje objetivo que pueda identificar un bien jurídico tutelado y, sobre
todo, las conductas previsibles. Esto hace que el tipo penal no pueda
ser aplicado, pues claramente contravendría el principio de Conven-
cionalidad.

150 Una de las finalidades prevista en el Proyecto del CPH era alterar gravemente la
paz pública, pero fue suprimida en el texto final del Código.
151 Corte IDH. Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo
Indígena Mapuche) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de
mayo de 2014. Serie C, No. 279, párr. 163.
152 Ídem.
180
Las penas que se prevé son de dos tipos:
i. Cuando se trata de directivos, promotores o financistas de los
grupos delictivos (prisión de 7 a 15 años).
ii. Por ser simples integrantes de la asociación (prisión de 5 a 7
años).
Estas penas son extremadamente altas, además de que no son claras
en cuanto a las conductas previstas.
b) Delito de colaboración sin pertenencia
En el artículo 588 se establece el delito de colaboración sin perte-
nencia a la asociación terrorista. Este castiga a quien —fuera de los casos
contemplados en el delito de asociación terrorista—, colabora con una
asociación terrorista, con las siguientes conductas:
• proporcionando información sobre personas, hechos, bienes o
instalaciones;
• poniendo a disposición de la asociación o de sus integrantes
muebles o inmuebles;
• facilitando el traslado, acogimiento u ocultamiento de personas
o todo tipo de materiales pertenecientes, relacionados o con
destino a la asociación, Análisis por bien
• o prestándole servicios tecnológicos de cualquier tipo. jurídico tutelado
Este tipo penal describe conductas, pero resultan muy imprecisas
porque no establece con claridad en qué momento se convierten en
ilícitas. Sobre todo, cuando indica que «fuera de los casos contemplados
en el artículo anterior…». Con ello deja abierta la posibilidad de que
conductas legales puedan ser catalogadas como delictivas, únicamente
en virtud de la calificación arbitraria de que han sido prestadas a una
asociación terrorista.
La ausencia de elementos típicos claros, impide a los jueces aplicar
este tipo penal. El delito tiene una penalización de 3 a 5 años de prisión
y multa de quinientos (500) a mil (1000) días, a no ser que, por la par-
ticipación en un concreto delito, se aumente la sanción.
c) Delitos de terrorismo en particular
Este delito se configura como una especie de delito cualificado
por la intención subjetiva. El artículo 589 indica que todos los delitos
graves cometidos con finalidad terrorista, y en todo caso las lesiones
personales realizadas con esa finalidad, tienen la consideración de
delitos de terrorismo.

181
El CPH establece como delitos graves los contempladas en el ar-
tículo 36; es decir, las penas de prisión mayores de cinco (5) años; la
privación del derecho a conducir vehículos automotores, aeronaves
y embarcaciones; la tenencia y portación de armas de fuego, explo-
sivos y similares; la pérdida de la nacionalidad; la suspensión de la
ciudadanía; la inhabilitación absoluta y las inhabilitaciones especiales
superiores a cinco (5) años; y las prohibiciones de residencia o de
aproximarse o comunicarse con la víctima, superiores a cinco (5) años.
Es decir, prácticamente todos los delitos del CPH pueden ser con-
siderados como delitos de terrorismo particular, pues lo único que se
requiere es que se pruebe el elemento subjetivo de lo injusto, que es
haber cometido el delito con finalidad terrorista.
La sanción que se aplica en estos casos, es la pena aumentada en un
tercio (1/3) a la prevista en el correspondiente precepto. Si se trata de
delitos de tenencia, porte o depósito de armas, municiones o explosivos,
la pena se debe aumentar en dos tercios (2/3).
d) Delitos de ciberterrorismo o terrorismo electrónico
El ciberterrorismo se contempla en el artículo 592, donde se
prevé como delito acceder, por cualquier medio y sin autorización, a
un sistema informático de la administración pública del Estado, o que
Análisis por bien preste servicios de carácter estatal, con alguna de las finalidades del
jurídico tutelado terrorismo.
Este delito es similar al contemplado en el artículo 398, solo que
contempla un elemento subjetivo de lo injusto, que es subvertir el orden
constitucional, o causar terror o miedo en la población.
Sin duda, causar terror o miedo a la población es un elemento ar-
bitrario e indefinible, lo que lo hace inaplicable en la práctica judicial.
El delito de ciberterrorismo se castiga con una pena de prisión de
cuatro (4) a seis (6) años y multa de trescientos (300) a mil (1000) días,
que se agrava en un tercio (1/3) en los casos siguientes:
1) Cuando se establece algún tipo de condición, a cambio de cesar
la conducta ilícita; o,
2) Cuando las conductas anteriores se llevan a cabo contra infraes-
tructuras críticas o servicios esenciales para la comunidad, o se
causa grave daño económico.

182

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