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CESIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS: FORMA, PUBLICIDAD Y

REGISTRACIÓN
Año 2000 / N° 2 / Pag. 9 /

Autor

D'Alessio, Carlos Marcelo


Sumario

I. Forma del contrato de cesión de derechos hereditarios. II. Publicidad de la cesión de


derechos hereditarios. Registración. III. Conclusiones.

I. Forma del contrato de cesión de derechos hereditarios II. Publicidad de la cesión de


derechos hereditarios. Registración III. Conclusiones

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CESIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS: FORMA, PUBLICIDAD Y


REGISTRACIÓN

El objetivo de este trabajo es analizar los temas de la forma y la publicidad de la cesión


de derechos hereditarios teniendo en cuenta las últimas modificaciones legislativas y los
proyectos actualmente en análisis. Para ello debemos desarrollar previamente algunos
aspectos generales de la figura, en cuanto sean necesarios para enmarcar el tema
específico.
Es conocido que nuestro Código Civil no trata en forma orgánica el contrato de cesión
de derechos hereditarios. Vélez Sarsfield en la nota al artículo 1484 dice que considera
impropio tratarlo en el título referido a la cesión de créditos y en consecuencia promete
tratarlo en el Libro IV al desarrollar la materia de las sucesiones, donde luego no lo
hace. Sólo existen, en consecuencia, algunas normas aisladas que se refieren a la cesión
de herencia: el artículo 1175 en cuanto prohíbe los pactos sobre herencia futura; el
artículo 1449 que, en concordancia con la disposición anterior, excluye del posible
objeto de la cesión a las esperanzas de sucesión; el artículo 1184, inciso 6°, referido al
tema específico de este trabajo: la forma requerida para este contrato; los artículos 2160
a 2163 que regulan la evicción entre cedente y cesionario y el artículo 3322 que
considera la cesión como un modo de aceptación tácita de la herencia.
También se alude al tema en el artículo 3732 que declara nulas las disposiciones
testamentarias que veden enajenar todo o parte de la herencia.
Nos encontramos así frente a una figura que si bien es de muy frecuente aplicación
carece de una regulación orgánica. Esto ha permitido a alguna doctrina ubicarla en la
categoría de los contratos atípicos [1].
La mayoría de nuestra doctrina prefiere encuadrarla como una especie de la cesión de
derechos regulada por el Código Civil en el Título IV de la Sección 3ª del Libro 2°. Si
bien el título es De la cesión de créditos y el artículo 1434 con que comienza define sólo
a esta figura, la amplitud con que el artículo 1444 se refiere al objeto del contrato: "todo
objeto incorporal, todo derecho y toda acción", permite sostener que la regulación
abarca a la cesión de derechos en general y que los artículos 1432, 1435, 1437, 1439 y
1442 a pesar de referirse en su texto a "créditos" deben ser aplicados a toda clase de
derechos [2]. Es decir que el Título IV trata de la cesión como género e incluye algunas
normas específicas de uno de sus subtipos: la cesión de créditos [3].
Cabe resaltar, porque se vincula con nuestro tema específico, que la cesión de créditos
tiene una estructura muy particular ya que supone una relación creditoria entre deudor y
acreedor, y es éste quien mediante el contrato transmite al cesionario el derecho que le
compete contra aquél. Esto permite organizar el sistema de publicidad del contrato
basado en la notificación al deudor cedido que regulan los artículos 1459 y siguientes.
En las cesiones cuyo objeto no sea un derecho creditorio en las que, por ende, no hay
deudor cedido alguno, resulta de imposible aplicación este modo de hacer oponible el
contrato a los terceros.
Encuadrar a la cesión de herencia en el género de la cesión de derechos permite
aplicarle las reglas de este contrato sin perjuicio de distinguir aquellos aspectos
singulares de la figura [4].
La cesión de derechos hereditarios puede definirse como el contrato mediante el cual el
titular de toda o una parte alícuota de la herencia transmite total o parcialmente a otro el
contenido patrimonial de ésta [5].
De este concepto se deduce que el objeto del contrato lo constituye una universalidad
por lo que no han de tenerse en cuenta los bienes que la integren [6]. Ello permite
incluirlo en el concepto de "objeto incorporal" del artículo 1444 y por tanto ratificar la
aplicabilidad de las normas de la cesión de derechos que resulten compatibles.
Tal universalidad no incluye la porción de gananciales que corresponde al cónyuge
supérstite como consecuencia de la disolución de la sociedad conyugal operada por el
fallecimiento del otro. Respecto de esta categoría de bienes el esposo sobreviniente no
es heredero, por lo que, si es voluntad de las partes incluirlos en la cesión, deberán
aclararlo en el contrato, en cuyo caso éste tendrá por objeto además de la herencia los
derechos a los bienes que correspondan al cedente por tal disolución [7].
Debe distinguirse el supuesto en que el negocio consiste en ceder los derechos ya no
sobre la herencia como universalidad, sino en particular sobre uno de los bienes que la
integran. Aquí falta uno de los requisitos típicos del contrato de cesión de herencia cual
es la universalidad del objeto. Nos encontraremos entonces frente a un contrato de
compraventa, de permuta o de donación de un bien determinado, según sea la
contraprestación del adquirente. Esto reviste especial interés al referirse a la forma y
publicidad del contrato. Ésta es la expresa solución del proyecto de 1998 que en su
artículo 1561 dice: "Cesión de bienes determinados. La cesión de derechos sobre bienes
determinados que formen parte de una herencia o indivisión postcomunitaria no se rige
por las normas de esta Sección sino por las del contrato que corresponda y su eficacia
está sujeta a que el bien sea atribuido al cedente en la partición".
El contrato es consensual en cuanto queda perfeccionado con el mero consentimiento,
sin perjuicio de la exigencia de forma a la que nos referiremos en extenso más adelante;
puede ser gratuito u oneroso según se pacte o no una contraprestación a cargo del
cesionario; como consecuencia de ello tendrá carácter de unilateral o bilateral; se trata
de un contrato formal con el alcance que precisaremos y la doctrina coincide en
asignarle carácter aleatorio en la medida en que se transmite una universalidad cuyo
contenido resulta desconocido al momento de celebrarse el contrato [8].
Desde el punto de vista funcional se trata de un contrato transmisivo de derechos [9].
El contrato de cesión de derechos, del cual consideramos una especie a la de herencia,
produce el efecto inmediato de transmitir el derecho hereditario. Ello no implica la
transmisión de la calidad de heredero que por ser un derecho personal no puede ser
cedido. El efecto transmisivo resulta de la norma del artículo 1457 del Código Civil que
dispone que "La propiedad de un crédito pasa al cesionario por el efecto de la cesión,
con la entrega del título si existiere" la que complementa el artículo 1458 al prescribir
"La cesión comprende por sí la fuerza ejecutiva del título..." [10] Es decir que quien ha
celebrado un contrato de cesión no adquiere un mero derecho frente al cedente a que se
le transmita el objeto del contrato, como ocurre, por ejemplo, respecto de la cosa
vendida en el contrato de compraventa, sino que, perfeccionado el contrato de cesión de
derechos hereditarios, se ha convertido, como consecuencia del mismo, en titular de los
derechos patrimoniales inherentes a la herencia [11].
Pérez Lasala sostiene que el objeto de la cesión de herencia no es una universalidad sino
el conjunto de bienes que la componen [12], lo que le permite negar el carácter de
sucesor universal del cesionario y el efecto traslativo de derechos del contrato exigiendo
para que opere la transmisión el cumplimiento del modo que corresponda a cada especie
de bienes y los requisitos de publicidad exigibles a la misma.
Debe distinguirse el supuesto en que se cede el derecho a un legado, en el cual el objeto
de la cesión es el crédito frente al heredero que debe cumplir la manda testamentaria
[13] y el de la cesión de los derechos sobre un bien determinado que, por estar excluido
del concepto de cesión de herencia, deberá cumplir para operar la transmisión con los
requisitos propios de la naturaleza del bien de que se trate. Si fuese un inmueble, por
ejemplo, requerirá además del contrato (título suficiente) la tradición de la cosa como
modo traditivo.

I. Forma del contrato de cesión de derechos hereditarios


Es éste el aspecto de la cesión de derechos hereditarios que Vélez Sársfield reguló con
mayor precisión y respecto del cual, paradójicamente, se ha producido mayor confusión
por parte de doctrina y jurisprudencia.
El artículo 1184 del Código Civil en su redacción originaria, al enumerar los actos que
debían ser otorgados por escritura pública, bajo la pena de nulidad incluía en su inciso
6° a "la cesión, repudiación o renuncia de derechos hereditarios que importen la suma
de mil pesos". La reforma producida por la ley 17.711 suprimió la mención "bajo la
pena de nulidad" y generalizó la exigencia de la escritura pública para todos los casos de
los actos enumerados en el inciso 6° suprimiendo el límite de mil pesos. El texto vigente
es: "Deben ser hechos en escritura pública, con excepción de los que fuesen celebrados
en subasta pública [...] 6° La cesión, repudicación o renuncia de derechos hereditarios".
El artículo 1454, por su parte, prescribe la forma escrita para el contrato de cesión de
derechos en general y se complementa con el artículo 1455 que agrava la exigencia
respecto de una especie al disponer: "Exceptúanse las cesiones de acciones litigiosas
que no pueden hacerse bajo pena de nulidad, sino por escritura pública, o por acta
judicial hecha en el respectivo expediente..."
Con relación a la renuncia de herencia incluida, junto con la cesión, en el inciso 6° del
artículo 1184 juegan además los artículos 3346: "La renuncia hecha en instrumento
privado es eficaz y tiene efecto entre los coherederos; 3347: La renuncia hecha en
instrumento público es irrevocable. La que se hace en instrumento privado no puede
serle opuesta al renunciante por los coherederos, sino cuando hubiese sido aceptada por
éstos, y 3349: Entre los que tengan derecho a la sucesión, la renuncia no está sometida a
ninguna forma especial. Puede ser hecha y aceptada en toda especie de documento
público o privado".
El juego de estas normas parece claro: el artículo 1454 prescribe la forma escrita para la
cesión de derechos en general; el inciso 6° del artículo 1184 y el artículo 1455 aumentan
la exigencia respecto de dos de sus especies: la de derechos hereditarios, a la que le
impone escritura pública, y a la de derechos litigiosos, en la que admite dos
instrumentos alternativos: la escritura pública o el acta judicial.
El inciso 6° del artículo 1184 incluye además otros actos distintos a la cesión: renuncia
o repudiación de herencia y respecto de éstos la ley admite en sus artículos 3346, 3347 y
3349 otras formas instrumentales.
A pesar de que pareciera que el esquema no admite dudas, ha sido mucha la doctrina y
jurisprudencia que, confundiendo a la cesión de derechos hereditarios con la renuncia de
herencia o con la cesión de derechos litigiosos, aplica a aquélla preceptos que nada
tienen que ver con este contrato.
Borda [14] sostiene de modo contundente que a la forma de la cesión de herencia deben
aplicarse los mismos principios de la renuncia, fundando su apreciación en que el inciso
6° del artículo 1184 se refiere a ambos actos y que los artículos 3346, 3347 y 3349
aluden también a la cesión de herencia [15]. De este concepto deduce que la cesión de
derechos hereditarios puede instrumentarse válidamente tanto por escritura pública
como por instrumento privado presentado a la sucesión.
Esta asimilación es refutada, a nuestro criterio con acierto, por Zanonni [16] quien dice
que la renuncia a la que se refiere el artículo 3346 afecta sólo a las relaciones internas
entre coherederos, por lo que mal puede confundirse con la cesión de derechos
hereditarios que no produce efectos sólo entre cedente y cesionario sino que trasciende a
las relaciones externas de comunidad en cuanto el cesionario sustituye al cedente en la
misma y como consecuencia de la cesión efectuada opondrá su carácter de adquirente
universal en los términos del artículo 3263, párrafo 1° del Código Civil.
Otra postura, a nuestro juicio errónea, hizo extensiva la aplicación del artículo 1455 a
las cesiones de derechos hereditarios, confundiéndolas en este caso con las cesiones de
créditos litigiosos. Se sostuvo, así, que la cesión de herencia podía instrumentarse
mediante acta judicial.
Esta tesis merece ser refutada por diversos motivos:
a) El único punto en común entre las cesiones de herencias y las de derechos litigiosos
puede ser que, por lo general, en ambos casos existen actuaciones judiciales vinculadas
con los derechos que se ceden. Ni siquiera esto es cierto, ya que la herencia puede ser
cedida a partir del momento del fallecimiento del causante, se haya iniciado o no un
proceso sucesorio. Pero aun cuando en ambos casos se estuvieran sustanciando
expedientes en sede judicial, no puede confundirse al litigio que necesariamente supone
controversia, con el proceso sucesorio, por lo general exento de litigio alguno y por
ende meramente voluntario. En el primer caso la litis será resuelta por el juez mediante
una declaración que le ponga fin, la que tendrá fuerza de verdad legal; en el segundo el
juez dictará la declaratoria de herederos en cuanto haya lugar por derecho, la que no
dirimirá ningún litigio y carecerá de fuerza de cosa juzgada [17].
b) No cabe duda de que tanto la escritura pública como el acta judicial pertenecen al
género de los instrumentos públicos enumerados en el artículo 979 del Código Civil,
pero constituye un error grave asimilar a las distintas especies de tal género [18], ya que
cada una tiene sus particularidades y efectos diferenciados. Por otra parte tal asimilación
implica violar expresamente lo dispuesto por el artículo 977 del Código Civil: "Cuando
se hubiere ordenado exclusivamente una clase de instrumento público, la falta de esa
especie no puede ser suplida por especie diferente". Por ello si bien tanto las escrituras
públicas como las actas del Registro Civil están incluidas en sendos incisos del artículo
979, no sería válido entre nosotros el matrimonio celebrado ante escribano ni la
compraventa inmobiliaria autorizada por el Oficial de Registro Civil [19].
c) El artículo 1455 que exige la escritura pública o el acta judicial para la cesión de
derechos litigiosos implica una mayor exigencia de forma para estos actos respecto de la
cesión en general para la cual el artículo 1454 sólo exige la forma escrita. Mal puede ser
utilizado para disminuir la exigencia de forma para otro caso, para el cual la norma
exige un tipo específico de instrumento: la escritura pública [20].
La doctrina y jurisprudencia que sostuvieron la posibilidad de admitir las cesiones de
derechos hereditarios por acta judicial, avanzando más aún al aceptar el mero escrito
firmado por las partes y reconocido en el expediente [21], nos merecen mayores
reparos. Esto implica un error todavía peor: el acta judicial supone que el contrato de
cesión se celebró en presencia de un funcionario investido de fe pública judicial: el
secretario del juzgado, quien autoriza el acto. Por tanto el instrumento por él elaborado
hará plena fe hasta que sea argüido de falso, por acción civil o criminal de los actos
cumplidos por el mismo oficial público en su presencia (art. 997, Cód. Civ.). Esto no
puede predicarse nunca del escrito firmado por las partes el que, aun cuando sea
reconocido en el expediente, carecerá de tales efectos.
Por otra parte la distinción entre la escritura pública y otras especies de instrumentos
públicos no es meramente nominal sino que responde a particularidades propias de la
primera categoría. Sólo en ella actúa el escribano a quien competen funciones de
asesoramiento, de control de legalidad y de legitimación de las partes y la facultad de
autenticación, ajenas a otros funcionarios públicos. El ejercicio cabal de tales funciones
constituyen una garantía para la prestación del consentimiento de las partes que no
puede ser brindada por otro tipo instrumental. Es por ello que la escritura pública
aparece como única forma admitida respecto de algunos actos que el legislador
considera de suma importancia para el otorgante, tales como la donación de inmuebles
(art. 1810, Cód. Civ.).
En el sentido de exigir la escritura pública como único medio válido para instrumentar
la cesión de derechos se pronunció la XVI Jornada Notarial Argentina (Buenos Aires,
1976). Igual criterio sentaron las Primeras Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil
(1982) que declararon: "La cesión debe ser concluida por escritura pública (art. 1184,
inc. 6°, Cód. Civ.). Esta forma no se suple por acta judicial ni por instrumento privado,
aun cuando el instrumento fuere reconocido por los otorgantes
o se declarara su autenticidad por resolución judicial". Más recientemente el Congreso
Nacional de Derecho Registral (Bariloche, 1999) declaró en su conclusión N° 7: "La
escritura pública constituye el único medio idóneo para la instrumentación de la cesión
de herencia" [22].
No puede sostenerse que la nulidad ocasionada por la falta de forma es purgada por la
resolución judicial que ordena inscribir tal instrumento ya que tal decisión no hace cosa
juzgada [23].
La postura que exigía la instrumentación por escritura pública fue sostenida en
numerosos fallos judiciales. Otros en cambio admitieron el acta judicial y aun el escrito
reconocido en el expediente.
En el ámbito de la Capital Federal, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
resolvió la cuestión mediante fallo plenario dictado el 24 de febrero de 1986 en autos
"Rivera de Vignatti, María F. M. s/Suc." [24] Allí, por amplia mayoría se resolvió:
"Para quedar concluida como tal la cesión de derechos hereditarios debe ser efectuada
por escritura pública". Los fundamentos de la decisión son breves y claros: descartar la
aplicación de las normas dictadas para la renuncia de herencia (arts. 3345, 3346, 3347 y
3349) y para la cesión de derechos litigiosos (art. 1455) al contrato de cesión de
derechos hereditarios, respecto del cual el artículo 1184, inciso 6° impone con carácter
imperativo la escritura pública. Dado el carácter de doctrina legal obligatoria que otorga
a este tipo de fallos el artículo 303 del Código Procesal, la orientación de los tribunales
de la Capital Federal ha quedado definida a partir de entonces.
Otra es la situación en la Provincia de Buenos Aires. Allí el Registro de la Propiedad
dictó con fecha 7 de diciembre de 1987 la Disposición Técnico Registral N° 27 cuyo
artículo 1° establecía que "sólo se procederá a la toma de razón de las cesiones de
derechos hereditarios instrumentadas en escritura pública, rechazándose las actas
judiciales o escritos presentados en el sucesorio con firma ratificada por el actuario". En
el caso "Etchebarne, Juan Pedro s/Sucesión ab intestato" se instrumentó una cesión por
instrumento privado ratificado en el juzgado, la que se presentó para su inscripción en el
Registro de la Propiedad que la denegó basándose en la norma antes relacionada. Ello
motivó la intervención de la Suprema Corte de la Provincia, en actuación originaria por
tratarse de un conflicto de poderes (art. 149, inc. 2°, Const. Prov.). El tribunal ratificó el
criterio judicial y ordenó al Registro inscribir definitivamente la cesión. Ello provocó un
cambio en la jurisprudencia provincial donde el tema había merecido diversos
tratamientos [25].
Analizada cuál es la exigencia de forma para este contrato restaría ocuparse de las
consecuencias de la falta de cumplimiento de la forma requerida por la ley. Ya hemos
señalado que el contrato es formal en cuanto tiene una forma prescripta por la ley, pero
sabemos que dentro de tal categoría existen subgrupos según las consecuencias que
ocasione la omisión de la forma exigida. Adoptamos la clasificación [26] que distingue
aquellos contratos formales que son válidos cualquiera sea la forma que se adopte pero
que, negados en juicio sólo pueden probarse mediante la forma requerida, que son los
contratos formales ad probationem (por ej. la fianza art. 2006, Cód. Civ.), de los
contratos solemnes en los que la forma es exigida como requisito de validez, y dentro de
este tipo, los solemnes absolutos en los cuales la forma es constitutiva por lo que de no
cumplirse con la misma el contrato no produce efecto alguno (donaciones de inmuebles:
art. 1810, Cód. Civ) y los solemnes relativos en los cuales la falta de la forma exigida
hace que los "contratos no queden concluidos como tales mientras la escritura no se
halle firmada; pero quedarían concluidos como contratos en que las partes se han
obligado a hacer escritura pública" (art. 1185, Cód. Civ.) lo que hace aplicable lo
dispuesto por el artículo 1187.
La cesión de derechos hereditarios debe ubicarse en el campo de los solemnes relativos.
Por tanto si se hubiese otorgado en un instrumento privado, o aun en un instrumento
público insuficiente como el acta judicial, el contrato no quedaría concluido como
cesión de derechos hereditarios pero cualquiera de las partes, fundando su pretensión en
los artículos 1185 y 1187 y la generalizada interpretación judicial del juego de ambos,
podría demandar el otorgamiento de la respectiva escritura pública. Respecto del
contrato de cesión de derechos hereditarios, nulo como tal, se ha operado la conversión
en un contrato que impone una obligación de hacer: el otorgamiento de la escritura
pública [27]. La supresión por la ley 17.711 de la expresión bajo pena de nulidad
contenida en el encabezamiento del artículo 1184 nada cambió al respecto. En este
sentido se pronunció expresamente el plenario "Rivera de Vignatti" antes citado.
Esto es así, tanto respecto de la cesión de derechos hereditarios a título oneroso como de
la realizada a título gratuito ya que no resulta aplicable a esta última la disposición del
artículo 1810 del Código Civil, aun cuando en el acervo sucesorio existieran inmuebles
ya que la definición del contrato de donación exige que el objeto consista en una cosa,
en el sentido del artículo 2311 del Código Civil, mientras que el de la cesión de
derechos hereditarios no está constituido por ningún bien determinado sino por la
universalidad [28]. Distinto es el caso, al que ya nos referimos, en que se pretenda
celebrar la cesión gratuita de los derechos hereditarios sobre un inmueble en particular,
ya que estaríamos aquí frente a una donación de inmuebles y por tanto, por aplicación
del artículo 1810 del Código Civil, la omisión de la escritura pública no podría ser
suplida mediante la posterior acción de escrituración.

II. Publicidad de la cesión de derechos hereditarios. Registración


Establecido cuál es la forma requerida para que este contrato produzca sus efectos
propios y que el contrato produce por sí la transmisión de los derechos que constituyen
su objeto, parece claro que los efectos entre las partes se generan desde el mismo
momento de la celebración del contrato. Tratándose de una figura consensual, no ofrece
duda que perfeccionado el consentimiento y cumplida la forma requerida, el cesionario
se habrá convertido en titular de los derechos a la herencia o a una parte de ella [29].
No es tan clara la situación respecto de los terceros, entendiendo por ellos, en especial, a
los restantes coherederos, a los acreedores del cedente, a quienes puedan contratar con
éste respecto de los bienes que componen la herencia y aun a otro eventual cesionario
en caso de varias cesiones sucesivas.
Respecto de la cesión de derechos en general el Código Civil dispone que sólo es
oponible a los terceros con la notificación al deudor cedido (art. 1459, Cód. Civ). Ya
hemos visto que, si bien podemos considerar a la cesión de derechos hereditarios como
una especie del género cesión de derechos, la norma del citado artículo sólo es aplicable
a la especie cesión de créditos ya que es la única cuya estructura permite hablar de
deudor cedido. Por tanto la norma no resulta aplicable a la figura que estudiamos [30].
Al no imponer la ley ningún requisito de publicidad podríamos sostener que el mero
otorgamiento del contrato genera la oponibilidad a los acreedores [31]. Ello resulta a
todas luces insuficiente ya que si bien la escritura es pública en cuanto al carácter del
instrumento ello no implica generar la posibilidad de que los terceros tomen
conocimiento de la existencia del contrato, por lo que se estaría favoreciendo el fraude
[32].
Una postura propuesta en la doctrina francesa por Huc y generalizada en nuestra
doctrina y jurisprudencia admitió que la publicidad se consideraba cumplida con la
presentación de la copia de la cesión en el expediente sucesorio [33].
Es ésta una solución práctica ya que implica un procedimiento sencillo que permite
conocer la cesión a todos los interesados quienes, de un modo u otro, pueden tener
acceso a las actuaciones judiciales. Se brinda así una publicidad más amplia en cuanto
abarca toda clase de bienes, más segura en cuanto basta revisar los autos para enterarse
de la cesión y más fácil, sobre todo en los supuestos en los que hay inmuebles en
diversas jurisdicciones [34]. Además con ello toma conocimiento el juez que interviene
en el proceso sucesorio que es precisamente quien debe dar la posesión de la herencia a
todos los que no la tienen ministerio legis [35]. En este sentido se pronunciaron las XI
Jornadas Nacionales de Derecho Civil (1987) [36].
Se ha observado que este modo de publicidad no resuelve el caso en que al momento de
operarse la cesión no se haya iniciado aún el procedimiento sucesorio, pero dado que,
como consecuencia del contrato, queda legitimado el cesionario para iniciarlo por sí,
puede de tal modo hacer oponible su derecho.
Para la posición que niega que el objeto de la cesión sea una universalidad y afirma que
consiste en la venta de cada uno de los bienes que la componen serían exigibles los
requisitos de forma, modo y publicidad propios de cada categoría de bienes [37].
Aun sin negar expresamente el carácter de universalidad del objeto de la cesión de
derechos hereditarios, algunos fallos y opiniones doctrinarias sostuvieron que en el caso
en que en el acervo hereditario existieran inmuebles la publicidad ha de obtenerse
mediante la inscripción del contrato de cesión de derechos hereditarios en los registros
de la propiedad inmueble. Esta postura requiere un análisis más detallado, teniendo en
cuenta las modificaciones legislativas operadas al respecto en nuestro país.
La ley 17.417 (promulgada el 30-8-67) organizó el Registro de la Propiedad Inmueble
de la Capital Federal, modificando así las normas de la ley 1893 que lo regían desde
1866. Su artículo 58, al disponer sobre el Registro de Anotaciones Personales
prescribía: "El registro tendrá secciones donde se anotarán [...] c) La cesión de acciones
y derechos hereditarios anteriores a la registración de la respectiva declaratoria o
testamento". Se abría así, en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires la posibilidad de
anotar la cesión de herencia en el registro inmobiliario.
Poco tiempo después se dictó la ley 17.801 (publ. el 10-7-68 pero con vigencia desde el
1° de julio del mismo año) que reguló el régimen registral inmobiliario en el ámbito
nacional. Esta norma es complementaria del Código Civil cuyo artículo 2505 reformado
por la ley 17.711 -cuya vigencia es simultánea con la de la ley 17.801- impone el
requisito de la inscripción de los títulos en los registros inmobiliarios para hacer
oponible a terceros la adquisición o transmisión de derechos reales sobre inmuebles. El
artículo 30 de la ley 17.801 que regula el Registro de Anotaciones Personales, omite
toda mención a la cesión de derechos hereditarios reproduciendo, en lo demás, el texto
de la ley 17.417: "El Registro tendrá secciones donde se anotarán [...] b) Toda otra
registración de carácter personal que dispongan las leyes nacionales o provinciales y
que incida sobre el estado o disponibilidad jurídica de los inmuebles". Por su parte el 38
deja librada la organización, funcionamiento y número de los registros de la propiedad a
lo que dispongan las leyes y reglamentaciones locales.
La ley 17.417 mantuvo su vigencia como norma de organización del Registro de la
Propiedad Inmueble de la Capital Federal, por lo que en esta demarcación se conservó
el registro de cesiones de derechos hereditarios.
En tal contexto normativo la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
con fecha 24 de diciembre de 1979 en el plenario "Díscoli, Alberto T. s/Suc." [38]
resolvió: "Para que la cesión de derechos hereditarios que comprende cosas inmuebles
sea oponible a terceros interesados debe ser anotada en el Registro de la Propiedad".
Interpreta la mayoría del tribunal que el artículo 38 de la ley 17.801 remite a la norma
local, cuyo artículo 58, inciso c, regulaba el registro de cesiones de derechos
hereditarios.
El 13 de octubre de 1980 se pone en vigencia el decreto del Poder Ejecutivo Nacional
2080/80 de organización del Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital Federal
que reemplaza a la ley 17.417 como reglamento local. Esta norma, al regular las
anotaciones personales (art. 151), las limita a las inhibiciones de las personas para
disponer de sus bienes, por lo que eliminó el registro de cesiones de derechos
hereditarios, lo que hizo de imposible aplicación la doctrina del plenario "Díscoli" antes
reseñada [39].
Otro cambio legislativo se produjo como consecuencia del dictado del decreto del Poder
Ejecutivo Nacional 466/99 (12-5-99) que modificó el texto del decreto 2080/80, cuyo
artículo 137 quedó redactado así: "En las secciones a que se refiere el artículo 30 de la
ley 17.801 y sus modificaciones se anotarán [...] b) la cesión de acciones y derechos
hereditarios anteriores a la registración de la respectiva declaratoria o testamento".
Como consecuencia de esta reforma el Registro dictó la Disposición Técnico Registral
6/99 (3-8-99) que determina el contenido del respectivo asiento, exige la solicitud
previa de certificado de inhibiciones y de derechos hereditarios por el causante y de
inhibiciones por el cedente y establece que la cesión se anotará con referencia al
causante independientemente de quién fuere el cedente.
El nuevo marco legal, al haber desaparecido el obstáculo que significaba el decreto
2080/80 en cuanto no regulaba este tipo de registro, permitiría suponer que para que la
cesión de derechos hereditarios fuera oponible a terceros debería estar inscripta en el
Registro de la Propiedad. Otra postura limitaría la solución a los supuestos en que la
herencia cedida incluyese inmuebles según la doctrina del plenario "Díscoli".
Estas soluciones nos merecen las siguientes observaciones:
a) Dado que el objeto de la cesión de derechos hereditarios, como ya lo hemos dicho,
configura una universalidad, mal puede distinguirse entre aquellas que contengan
inmuebles y las que no incluyan bienes de tal naturaleza. Recordemos que por el
artículo 2610 del Código Civil el cedente no responde por ningún bien en particular.
¿Cuál sería entonces la situación de un contrato de cesión celebrado poco después de la
muerte del causante, en la que no se ha iniciado proceso sucesorio y en consecuencia no
hay denuncia alguna de bienes en particular?
b) Si se pretende que la inscripción registral de la cesión de derechos hereditarios
implica un modo de cumplir con la exigencia del artículo 2505 del Código Civil -lo cual
carece de sentido ya que el cesionario devendrá propietario sólo como consecuencia de
la partición- habría que inscribir la cesión de derechos hereditarios en la totalidad de los
registros inmobiliarios de las demarcaciones en que hubiese inmuebles.
c) Debe quedar claro que el registro que organiza el decreto 2080/80, modificado por el
466/99 es meramente personal como resulta de la respectiva Disposición Técnico
Registral, por ende no tiene vinculación con inmueble alguno. Entonces, ¿qué cesiones
deben registrarse?; ¿las que se otorguen en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires?: no
parece demasiado útil en los casos en que el causante se hubiese domiciliado en otra
jurisdicción, sus bienes pueden encontrarse también fuera de la ciudad y aun puede el
proceso sucesorio estar tramitando en otra demarcación. ¿Deben inscribirse las cesiones
de derechos hereditarios vinculadas con procesos sucesorios que tramiten ante los
tribunales de la Capital? ¿Y si el sucesorio aún no se hubiese iniciado? Estos
interrogantes sin respuesta nos mueven a no considerar valiosa la reforma introducida
por el decreto reglamentario.
d) Por otra parte, aun cuando el texto del decreto 466/99 no lo diga, la registración
debería limitarse a aquellas cesiones de derechos hereditarios cuyo objeto contenga
bienes inmuebles ya que de lo contrario se estaría excediendo el marco establecido por
el artículo 30 de la ley 17.801 ("El Registro tendrá secciones donde se anotarán [...] b)
Toda otra registración de carácter personal que dispongan las leyes nacionales o
provinciales y que incida sobre el estado o disponibilidad jurídica de los inmuebles") lo
que tornaría inconstitucional la disposición del decreto reglamentario. Si esto es así,
¿debe inscribirse la cesión de cuyo texto no surja si dentro del acervo hereditario hay o
no inmuebles?
Entendemos que el registro previsto en el decreto 466/99 y en otras normas provinciales
que establecen registros similares no tornan obligatoria la inscripción y son un modo
alternativo de publicidad, no constituyendo un requisito para la oponibilidad del
contrato de cesión de derechos hereditarios [40]. La inscripción no puede constituir un
requisito de fondo para la oponibilidad del derecho ya que un recaudo de este carácter,
en la medida en que condicione los efectos del contrato frente a terceros a la inscripción,
debiera surgir de una ley de fondo, tal como lo hace el artículo 1459 del Código Civil
respecto de la cesión de créditos. Los efectos del contrato no pueden depender de que
una norma local cree un registro o lo suprima [41].
Si se desea generar otro modo de publicitar este tipo de contratos que la presentación en
el expediente sucesorio, habrá que abandonar los registros personales organizados sobre
la base de los registros de la propiedad, de carácter local por imperativo constitucional,
y crear un registro de anotaciones personales de alcance nacional. Es ésta la solución
propuesta por las Primeras Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil [42] y adoptada por
el proyecto de 1998 que en sus artículos 2186 a 2188 se refiere a las Anotaciones
Personales, aclarando en sus fundamentos (N° 292) que se debe superar la legislación
actual que erróneamente regula estas anotaciones en función de los objetos y propone la
creación de un registro federal o de registros locales integrados. Coincidimos con sus
autores en que el carácter ambulatorio de las personas permite para ellas superar el
límite constitucional que respecto de los inmuebles impone el carácter local de los
registros.
En la misma línea se encuadra el proyecto de creación de un Centro de Anotaciones
Personales que tuviera en su momento media sanción del Senado y que tiene hoy estado
parlamentario en la Cámara de Diputados de la Nación (Orden del Día 1819, expte. 88
5/98).
Respecto de la cesión de derechos en particular, el proyecto de 1998 dispone que con
relación a otros herederos, legatarios y acreedores del cedente, produce efectos desde
que la escritura pública se inscribe en el Registro de Anotaciones Personales a que se
refiere el artículo 2186 ya referenciado. Si la normativa proyectada fuese sancionada, la
registración impuesta revestirá, sí, el carácter de condición para que los derechos
hereditarios se consideren transmitidos frente a terceros.
Otra cuestión a considerar en materia de registración es hasta qué momento es posible
inscribir una cesión de derechos hereditarios. En el ámbito de la Capital Federal se
refieren a este punto los artículos 99 y 137 del decreto 2080/80 en su actual redacción.
El artículo 99 establece: "Una vez registrada la declaratoria o testamento, no se tomará
razón de cesiones de acciones y derechos hereditarios con relación al asiento de
dominio, salvo que se dispusiera judicialmente". El artículo 137: "En las secciones a
que se refiere el artículo 30 de la ley 17.801 y sus modificatorias se anotarán [...] b) La
cesión de acciones y derechos hereditarios anteriores a la registración de la respectiva
declaratoria o testamento". Estas normas implican aplicar la teoría sostenida por alguna
doctrina y jurisprudencia según la cual la declaratoria de herederos pone fin al proceso
sucesorio y, aun cuando no exista partición, como consecuencia de la misma, los
coherederos se han convertido en condóminos de los bienes heredados [43]. En contra
se pronuncia Zannoni, quien sostiene, a nuestro juicio con acierto, que si bien la
inscripción de la declaratoria otorga a ésta publicidad, no altera el estado jurídico en que
se encuentran los bienes en razón del fallecimiento de su titular [44]. Será la oportuna
partición la que ponga fin a la comunidad hereditaria. De acuerdo con esta postura se
expidieron las Primeras Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil, las XI Jornadas
Nacionales de Derecho Civil y, más recientemente, el Congreso Nacional de Derecho
Registral, Bariloche, 1999 [45].
Por tanto no aprobamos las normas que impiden ceder los derechos hereditarios después
de inscripta la declaratoria de herederos.
Otra cuestión de carácter registral a analizar es si es o no necesario pedir certificado
previo de inhibiciones por el cedente y el causante, o por alguno de ellos, como
requisito para el otorgamiento de una escritura de cesión de derechos hereditarios. Ya
vimos que la disposición 6/99 del Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital
Federal exige solicitar certificado de inhibiciones y de derechos hereditarios por el
causante, y de inhibiciones por el cedente. Se entiende que se pida certificado de
cesiones de derechos hereditarios ya que una función útil de este registro personal puede
ser evitar que se inscriban sucesivas cesiones de la misma herencia. Respecto del
certificado de inhibiciones por el causante no compartimos la solución ya que éste nada
está disponiendo mediante este contrato. Puede ocurrir, además, que el cesionario
adquiera la herencia con las cargas que han motivado la traba de tal medida cautelar, en
cuyo caso la inhibición vigente respecto del causante no debe ser obstáculo para la
cesión ya que ésta no causará perjuicio ninguno al adquirente de los derechos
hereditarios. Será al disponer la inscripción de la partición o aun de la declaratoria de
herederos en las demarcaciones donde ello se permite, y de la cesión, en su caso, que el
magistrado interviniente exigirá la presentación de certificado de inhibiciones. Con
relación a la necesidad de requerir previo certificado de inhibiciones por el cedente
entendemos que quienes así piensan [46] no analizan adecuadamente cuál es el alcance
de la medida cautelar a la que se denomina "inhibición general de bienes". Lo hace con
profundidad Hirsch [47] quien demuestra que la anotación de la inhibición general de
bienes en el Registro de la Propiedad Inmueble sólo produce la indisponibilidad jurídica
de los inmuebles. La obligación de requerir certificaciones que impone el artículo 23 de
la ley 17.801 sólo se refiere a la instrumentación de actos jurídicos que transmitan,
constituyan, modifiquen o cedan derechos reales sobre inmuebles. Dado que el objeto
de la cesión de derechos hereditarios está constituido por una universalidad
independiente de los bienes que la compongan, la exigencia no alcanza a las cesiones
totales o parciales de herencias.

III. Conclusiones
1. La forma requerida para la instrumentación de la cesión de derechos hereditarios es la
escritura pública.
2. Los contratos de cesión de derechos hereditarios que no están instrumentados en
escritura pública son nulos como tales, pero valen como contratos mediante los cuales
las partes se han obligado a otorgar la escritura. Por tanto, permiten demandar el
cumplimiento del requisito de forma.
3. En el estado actual de la legislación es requisito suficiente para la publicidad de la
cesión de derechos hereditarios la presentación del respectivo testimonio en el
expediente sucesorio.
4. La registración de las cesiones de derechos hereditarios, en aquellas demarcaciones
donde ello es posible, es optativa y no constituye un requisito para la oponibilidad del
derecho.
5. La cesión de derechos hereditarios puede otorgarse hasta la partición. Por tanto,
debiera permitirse su inscripción con posterioridad a la de la declaratoria de herederos o
el testamento.
6. No debiera exigirse la solicitud previa de certificados de inhibiciones por el causante
y por el cedente.
7. Resulta útil la creación de un registro nacional de anotaciones personales en una de
cuyas secciones se anoten las cesiones de derechos hereditarios.

1 MÉNDEZ COSTA, M. J., en Revista del Notariado, N° 730; GASTALDI, J. M.,


Contratos, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, vol. II, p. 171.
2 SALAS, A. E., en J. A. 65-441; CNCiv., sala A, 26-12-78, L. L. 1979-B-136.
3 SCJBA, 26-11-79, D. J. B. A. 118-51.
4 LÓPEZ DE ZAVALÍA, F. J., Tratado de los Contratos. Parte especial, t. 1, p.
648.
5 Conf. ZANNONI, Eduardo, Derecho de las Sucesiones, t. 1, p. 548.
6 Conf. ZANONNI, ob. y lug. cits.; LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 641; FOR-
NIELES, S., Sucesiones, p. 305; LORENZETTI, R., Tratado de los Contratos, t. II, p.
112; MÉNDEZ COSTA, ob. cit., la caracteriza como una "universalidad de relaciones".
7 ZINNY, Mario, Cesión de herencia, Depalma, Buenos Aires, 1992, p. 6.
8 López de Zavalía (ob. cit., p. 646) tiene sus reservas respecto del carácter
aleatorio ya que señala que la porción de la herencia que se cede es conocida,
independientemente del contenido posterior, tal como ocurre en el contrato de sociedad
que se considera conmutativo por cuanto se conoce la participación social que se
obtendrá del contrato, sin perjuicio de las ganancias o pérdidas que pudieran obtenerse
en el negocio.
9 Así lo clasifica Lorenzetti (Tratado de los Contratos cit., t. II) y lo hace el
proyecto de 1998 que regula la Transmisión de Herencia en los arts. 1553 a 1561,
dentro del Capítulo dedicado a los Contratos Transmisivos. En igual sentido las
Primeras Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil (1982) declararon: "La cesión es un
contrato consensual que tiene no obstante, efectos traslativos entre cedente y cesionario.
Tal efecto constituye aplicación del principio del art. 1457, Cód. Civ. En consecuencia
el cesionario adquiere la alícuota cedida, en relación al cedente, desde el momento
mismo del contrato".
10 ZANNONI, ob. cit., p. 567; v. LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 647.
11 PÉREZ LASALA, José Luis, Curso de Derecho Sucesorio, Depalma, Buenos
Aires, 1989, p. 395; López de Zavalía aplica esta solución ya sea que se trate de la
cesión de la totalidad de la herencia o de una parte de esta (ob. cit., p. 647).
12 PÉREZ LASALA, ob. cit., p. 390. En igual sentido CIFUENTES, Santos, en L.
L. 1996-D-559; CNCiv., sala A, 26-12-78, L. L. 1979-B-136.
13 ZANONNI, ob. cit., p. 560; ZINNY, ob. cit., p. 12.
14 Tratado de Derecho Civil. Sucesiones, Perrot, t. I, p. 1987.
15 En igual sentido CCiv. Cap., sala F, 19-3-76, J. A. 1976-III-329.
16 Ob. cit., p. 562.
17 Esto hace decir a Fornieles (ob. cit., p. 320) que "tal asimilación no tiene el
menor fundamento". En igual sentido, SALAS, A. E., en J. A. 65-441.
18 LORENZETTI, ob. cit., p. 113.
19 Conf. LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 649.
20 LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 650; MÉNDEZ COSTA, en Revista del
Notariado, N° 730, sostiene que cuando el legislador ha querido proponer una forma
alternativa a la prevista en el art. 1184 lo ha dispuesto expresamente, tal como lo hace
en el inc. 2° del art. 1184 respecto de la partición de herencia.
21 CNCiv., sala B, 19-11-79, L. L. 1980-B-18.
22 Ver PELOSI, C., en Revista del Notariado, N° 716.
23 Dictamen de la Comisión Asesora de Consultas Jurídicas del Colegio de
Escribanos de la Capital Federal sobre la base de un dictamen de Beatriz A. de Cerávolo
en Revista del Notariado, N° 772.
24 L. L. 1986-B-155.
25 Así aceptan el acta judicial o el instrumento privado: CCiv.1 ' de La Plata, sala
II, 9-2-97, autos "Davicino, Miguel s/Suc."; CCiv. de San Nicolás, 16-2-95, autos
"Turchi, Luis Juan s/Sucesión ab intestato"; CCiv. de Dolores, 17-2-92, autos "Peirano,
Armando y Abad, María s/Suc."
26 GUASTAVINO, E. P., Elementos sustanciales de los contratos, en Boletín del
Seminario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
del Litoral, año 1953, t. 4, p. 210; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Teoría general del
contrato, p. 277; LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., Parte general, p. 182.
27 Conv. PÉREZ LASALA, ob. cit., p. 392; ZANONI, ob. cit., p. 564; ZINNY, ob.
cit., p. 15; GASTALDI, J. M., en ponencia presentada a las XI Jornadas Nacionales de
Derecho Civil.
28 MARTÍNEZ SEGOVIA, F. y SOLARI, O., en Revista del Notariado, N° 717.
29 Así lo resuelve expresamente el proyecto de 1998 en su art. 1553: "La cesión del
derecho a una herencia ya deferida o a una alícuota de ella, tiene efectos entre los
contratantes desde su celebración"
30 Salas (ob. cit.) cita un antiguo fallo que llegó a sostener que en la cesión de
derechos hereditarios hay cedente, cesionario y deudor cedido que no es otro que la
sucesión. El mismo autor sostiene que la postura no resiste el menor análisis.
31 SCJBA, 13-5-38, L. L. 11-205; C1 'Apel. de La Plata, 1-3-40, L. L. 17-667; C2
'CCom. de La Plata, sala I, 3-4-70, E. D. 33-184.
32 BENDERSKY, M., en ponencia presentada a las XI Jornadas Nacionales de
Derecho Civil.
33 BORDA, ob. cit., p. 568; LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 665; PÉREZ
LASALA, ob. cit., p. 391; BENDERSKY, en ponencia cit. en nota anterior.
Jurisprudencia citada en plenario "Díscoli". En el sentido de dar prelación a la cesión
que primero se presentó en el juicio sucesorio: SCJBA, 6-10-76, E. D. 71-409. En este
caso el tribunal va más allá y condiciona el efecto traslativo del derecho a la
presentación en el expediente sucesorio, solución que no compartimos. CNCiv., sala F,
6-10-60, L. L. 103-790; CNCiv., sala B, 12-12-77, E. D. 78-611.
34 FORNIELES, ob. cit., p. 302.
35 LÓPEZ DE ZAVALÍA, ob. cit., p. 665.
36 BORDA, ob. cit., p. 567; BELLUSCIO, A. C., Efectos de la cesión de derechos
hereditarios, en Estudios en homenaje al Dr. Guillermo Borda, L. L., 1985.
37 SALVAT, Derecho Civil argentino. Fuentes de las Obligaciones, t. I, p.
475;PÉREZ LASALA, ob. cit., p. 395; Lorenzetti (ob. cit., p. 113) exige para la
publicidad frente a terceros la tradición e inscripción registral en su caso. Respecto de la
tradición ello no parece compatible con la concepción del objeto de la cesión como una
universalidad sostenida por el mismo autor.
38 L. L. 1980-A-327.
39 CNCiv., sala G, 22-7-85, L. L. 1985-E-389.
40 Conf. ZANNONI, ob. cit., p. 452; VILLARO, F., Elementos de Derecho
Registral Inmobiliario, p. 166: "...la registración es puramente voluntaria puesto que no
produce efectos jurídicos más allá de la divulgación: no hay oponibilidad, ni pérdida de
derechos por registrar o no registrar una cesión".
41 Ver voto del Dr. Ambrosioni en disidencia en el plenario "Díscoli", L. L.
1980A-327. BELLUSCIO, Efectos de la cesión de derechos hereditarios cit.
42 La oponibilidad a terceros de la cesión de derechos hereditarios exige un sistema
único de publicidad, legalmente obligatorio y centralizado a través de un registro
nacional de personas, creado o a crearse, en una de cuyas secciones consten todas las
situaciones jurídicas que genera la sucesión del causante.
43 En tal sentido se pronunció la XVI Jornada Notarial Argentina por entender que
hasta el pedido de todos los herederos para que se inscriba la declaratoria de herederos
con referencia a todos o algunos de los bienes registrables, el sucesor puede ceder sus
derechos hereditarios, total o parcialmente, ya que en ese momento los mismos ponen
fin a la indivisión hereditaria. La inscripción de la declaratoria es una tácita declaración
de terminar con la comunidad hereditaria.
44 ZANONNI, ob. cit., p. 452.
45 Conclusión 6: "El estado de comunidad hereditaria sólo cesa con la partición de
la herencia"
46 FORNIELES, ob. cit, p. 318; Borda (ob. cit., p. 564) sostiene que de tal modo se
"asegura que el cesionario no será burlado en sus derechos y garantiza la seriedad de la
operación". No es compatible esta opinión con la de considerar que la cesión puede
celebrarse válidamente por escrito presentado en el sucesorio. Ver nota 14.
47 HIRSCH, León, en Revista del Notariado, N° 815.

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