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Créditos

Traducción Corrección

Achilles Aruasi
Alic Vaughan
Brenda
Cris
Diana C.
Ella R
Irán
Lu
Ro Grigori
Scáthach
ShiningBoice
Tami

Corrección Final

Vaughan
El libro que ahora tienen en sus manos, es el resultado del trabajo
final de varias personas que, sin ningún motivo de lucro, han
dedicado su tiempo a traducir y corregir los capítulos del libro.
El motivo por el cual hacemos esto es porque queremos que
todos tengan la oportunidad de leer esta maravillosa saga lo más
pronto posible, sin tener que esperar tanto tiempo para leerlo en el
idioma en que fue hecho.
Como ya se ha mencionado, hemos realizado la traducción sin
ningún motivo de lucro, es por eso que este libro se podrá descargar
de forma gratuita y sin problemas.
También les invitamos a que en cuanto este libro salga a la venta
en sus países, lo compren. Recuerden que esto ayuda a la escritora
a seguir publicando más libros para nuestro deleite.
¡Disfruten la lectura!
CAPÍTULO UNO

Traducido por Irán.


Corregido por Aruasi.

Incluso después de un semestre en la Universidad de Palmetto y un


par de semanas practicando en el estadio de Exy más grande de los
Estados Unidos, Neil todavía se quedaba golpeado sin aliento frente
al estadio de los Zorros. Se recostó sobre su espalda en la línea de
media cancha y se empapo de esta. Contó las filas alternadas de
asientos naranjas y blancos hasta que se desdibujaron en un
desorden borroso cerca de las vigas, luego estudió los carteles del
campeonato de primavera que colgaban en orden numérico
alrededor del estadio. Había uno para cada uno de los Zorros,
incluido el antiguo Seth Gordon. No habían estado ahí antes de que
los Zorros se separaran para Navidad y Neil se preguntaba qué diría
Allison cuando los viera.
— ¿Has olvidado cómo ponerte de pie, Josten?
Neil inclino su cabeza hacia un lado para mirar a su entrenador.
Había dejado la puerta del estadio abierta detrás de él y ahora David
Wymack estaba parado en la entrada. Neil no creía que hubieran
estado ahí el tiempo suficiente para que Wymack terminara su
papeleo. O bien Wymack no confiaba en que Neil mantendría su
promesa de no practicar hasta que estuviera completamente curado
o Neil había perdido la noción del tiempo otra vez. Neil esperaba
que fuera lo primero sin embargo el nudo en su estómago predecía
lo contrario.
Había aceptado pasar las vacaciones de verano en Edgar Allan
salvo que los Cuervos operaban en días de dieciséis horas durante
sus vacaciones. Las que deberían haber sido dos semanas pasaron
como tres y el reloj interno de Neil se volvía loco incluso después de
dos días en Carolina del Sur. Se suponía que las clases empezarían
el jueves siquiera y la temporada de primavera empezaría la
siguiente semana. Wymack estaba seguro de que tener una rutina
normal otra vez ayudaría. Neil sólo podía esperar que tuviera razón,
— Es tiempo de irnos —dijo Wymack.
Eso fue suficiente para hacer que Neil se levantara, aunque su
cuerpo maltratado protestó. Ignoro el dolor con la naturalidad de una
larga familiaridad y resistió el impulso de trabajar con el dolor en su
hombro mientras cruzaba la cancha hacia Wymack. No se perdió de
la mirada crítica que Wymack le dio, sin embargo, decidió no
reconocerla.
— ¿Ya aterrizaron? —pregunto Neil cuando estaba la
suficientemente cerca.
—Lo sabrías si estuvieras contestando tu teléfono.
Neil saco su teléfono de su bolsillo y lo abrió. Presiono un par de
botones y después inclino la pantalla oscura hacia Wymack.
—Debo haber olvidado cargarlo.
—Debes haberlo hecho —dijo Wymack, sin dejarse engañar.
Tenía razón en sospechar; Neil había dejado que su teléfono
muriera a propósito.
Antes de ir a acostarse en Año Nuevo había apagado su celular y
lo dejo desconectado. Aún no había leído los mensajes que sus
compañeros de equipo le enviaron durante las vacaciones. No podía
evitarlos por siempre, salvo que Neil no sabía cómo explicar sus
acciones. Las horribles heridas que lucía eran una consecuencia
esperada de enfrentar a Riko.
El tatuaje en su mejilla tomaría un poco más de trabajo para
justificar, al menos era realizable. Lo que Neil no podía evadir era lo
que Riko le había hecho a su apariencia.
Después de nueve años de lentes de contacto y cabello teñido
Neil finalmente tenía de nuevo su color natural. Con cabello castaño
rojizo y brillantes ojos azules era la viva imagen del padre asesino
del que había pasado la mitad de su vida huyendo. No se había
mirado en un espejo en dos días. La negación no cambiaría su
apariencia, sólo vomitaría si volviera a ver su reflejo. Si tan solo
pudiera teñir su cabello un par de tonos más oscuro podría respirar
un poco más fácil, no obstante, Riko dejo en claro que haría con los
Zorros si Neil cambiaba su apariencia.
— Están en la recepción de equipaje —dijo Wymack.
—Tenemos que hablar.
Neil aseguro la puerta detrás de él y siguió a Wymack a los
vestidores. Wymack apago las luces del estadio detrás de ellos y
Neil miro hacia atrás mientras que la cancha de los Zorros fue
tragada por la oscuridad. La repentina ausencia de luz le envió un
escalofrió por su columna vertebral. Por un momento estaba de
vuelta en Evermore, siendo sofocado por la malicia de los Cuervos y
el riguroso esquema de colores del estadio. Nunca había sido
claustrofóbico, solamente el peso de tanto odio casi había aplastado
todos los huesos de su cuerpo.
El tintineo de las llaves lo trajo de vuelta de ese borde peligroso y
Neil se giró, sobresaltado. Wymack había entrado en los vestuarios
antes que él y estaba abriendo la puerta de su oficina. Aunque eran
los dos únicos aquí —excepto por el guardia de seguridad que hacía
rondas obligatorias en alguna parte— Wymack había cerrado su
oficina en su breve ausencia.
Neil había estado allí suficientes veces para saber que Wymack
no mantenía nada particularmente valioso en sus estantes. Lo única
cosa con alguna importancia era el bolso de lona de Neil, el que
había metido en la esquina de la oficina antes de entrar a la cancha.
En el primer día de Neil en Carolina del Sur le había pedido a
Wymack que protegiera sus cosas y siete meses después Wymack
aún cumplía esa promesa. Era casi suficiente para hacer que Neil se
olvidara por completo de Riko.
Wymack se hizo a un lado e hizo un gesto para que Neil se
ayudara a sí mismo. En el corto tiempo que le tomo a Neil recoger
su bolso y colgar la correa sobre su hombro, Wymack desapareció.
Neil lo encontró en el salón, sentado en el centro de entretenimiento
a un lado del televisor. Neil agarro la correa de su bolso para darse
valor y fue a pararse en frente de él.
—Kevin me llamo ayer por la mañana cuando no pudo localizarte
—comentó Wymack.
—Quería asegurarse de que estuvieras bien, al parecer supo todo
el tiempo dónde estabas.
No había ninguna razón para mentir, así que dijo
— Sí.
—Le hice decirle a los demás—dijo Wymack y el corazón de Neil
se detuvo.
Abrió la boca para protestar, pero Wymack levanto su mano y
continúo.
—Necesitaban saber a qué regresaban, por tu bien. Piensa por un
momento en como habrían reaccionado si regresaran sin ninguna
advertencia. Te asustas cuando te llaman —amigo—;
probablemente tendrías un brote psicótico cuando se asustaran por
ti.
Neil quería discutir sobre eso, lo mejor que logro fue un poco
convincente.
—Estaba descifrando algo.
—Estabas atascado —Wymack lo acusó.
—Así que lo hice por ti. Les conté que te ves como si te hubieras
enfrentado seis rondas contra pie grande y que probablemente no
querrías hablar sobre eso. Prometieron no abrumarte, sin embargo,
no sé si mantendrán esa promesa cuando te vean de cerca. Aunque
no les conté sobre esto.
Hizo un gesto vago en su propia cara.
Neil toco el vendaje en su mejilla que ocultaba su nuevo tatuaje.
— ¿Esto?
—Todo esto— dijo Wymack y asintió cuando Neil movió su mano
a su cabello.
—No sé porque Riko lo hizo, sin embargo, voy a esperar por mis
respuestas. Lo que les digas a ellos depende de ti.
Era casi suficiente como para descongelar el frio en su pecho. Neil
no sabía que decir, así que asintió y miro hacia el reloj. No tuvo que
recoger a los otros en el aeropuerto porque Matt pago para dejar su
camioneta en el estacionamiento a largo plazo. Se suponía que Neil
tenía que reunirse con ellos en la torre de los Zorros, no obstante, si
ellos acababan de conseguir sus maletas les tomaría otros veinte
minutos más o menos para llegar al campus desde el Aeropuerto
Regional del Norte.
— ¿Debería de ir contigo para arbitrar? —pregunto Wymack.
— ¿Al dormitorio? —cuestionó Neil.
Wymack le dedico a Neil una mirada breve y compasiva.
— Me refería a en Columbia.
Andrew iba a ser puesto en libertad hoy. Tan pronto como los
otros dejaran sus cosas en el dormitorio estarían en camino al
Hospital Easthaven. Habían pasado siete semanas desde que los
Zorros lo vieron por última vez y habían pasado casi tres años
desde que Andrew estuvo limpio. Dos de ellos sabían cómo era
Andrew cuando estaba completamente sobrio; los otros solo
conocían especulaciones y rumores desagradables. Era muy poco
probable que a Andrew le importara que Neil estuviera medio partido
en pedazos, sin embargo, Neil había roto su promesa de
permanecer junto a Kevin mientras Andrew estaba ausente. Neil
dudaba que Andrew lo tomara bien.
A pesar de eso Neil no estaba preocupado.
—Estaremos bien.
—Si no, al menos Abby volverá a la ciudad mañana para curarte.
Wymack miro su reloj y se deslizo fuera de donde estaba sentado.
—Vámonos entonces.
Fue un viaje corto hasta el dormitorio de los atletas. El
estacionamiento detrás de la Torre de los Zorros estaba casi
desierto, solamente un par de los autos de los Zorros aún estaban
estacionados ahí. Se suponía que los guardias de seguridad hacían
rondas para asegurarse de que los autos no sean destrozados
durante la ausencia de sus dueños, no obstante Neil aún tenía a
Wymack parado junto al auto de Andrew. Probó primero las manijas
de las puertas, después reviso las ventanas en busca de grietas o
vandalismo. Dio una patada a los neumáticos y decidió que era
aceptable para el viaje. Wymack espero con el motor en marcha
hasta que Neil terminó.
— ¿Tengo qué quedarme? —inquirió Wymack.
—Estaré bien —contestó Neil.
—Haré que Kevin te llame cuando tengamos a Andrew.
—Carga tu teléfono y llámame tú mismo—. Instruyó Wymack.
—Buena suerte.
Se apartó y Neil entró al dormitorio. Los pasillos olían ligeramente
a ambientador y limpiadores; alguien había estado allí durante su
descanso para limpiar. Su dormitorio estaba en el tercer piso, el más
alejado de los tres dormitorios de los Zorros desde las escaleras.
Entró, cerró la puerta detrás de él y dio una lenta vuelta en la suite.
Al no encontrar nada fuera de lugar, conectó su teléfono para
cargarlo y desempaco su bolsa de lona. Lo último que saco fue un
paquete de cigarrillos. Los llevo a la ventana del dormitorio y prendió
uno.
Estaba en su segundo cigarrillo cuando la puerta principal se
abrió. El silencio le dijo que Matt había venido solo; Nicky no podía
ser escurridizo para salvar su vida. Neil escucho el ruido de una
maleta al caer y el clic de una puerta en su marco. Neil tomo una
última bocanada de humo y apagó su cigarrillo en el alféizar de la
ventana. Forzó la tensión de sus hombros, rezo para mantener su
expresión neutral y tiro de la ventana para cerrarla. Cuando se
volvió Matt estaba parado en la puerta del dormitorio con las manos
metidas en los bolsillos de su abrigo.
La boca de Matt se movió silenciosamente por unos momentos
antes de finalmente dijera ahogadamente.
—Jesucristo, Neil.
—No es tan malo como parece —dijo Neil.
—No lo hagas, solo…no ¿de acuerdo? —dijo Matt. Él tallo sus
dedos por su cabello, revolviendo las puntas con gel y se alejó.
—Espera aquí.
Neil fue a la puerta del dormitorio cuando Matt salió de la suite.
Casi tan pronto como la puerta se cerró se escuchó el fuerte sonido
de un cuerpo golpeando la pared. Neil escucho el tono furioso de
Matt mientras arremetía contra alguien, sin embargo, las paredes
eran lo suficientemente gruesas para esconder sus palabras. Neil se
movió de un pie a otro y cometió el error de mirar a su derecha. La
puerta del baño estaba abierta, dándole una buena vista de su
reflejo. Las magulladuras tecnicolor que salpicaban su rostro eran
horribles, pero los ojos azules que lo miraban eran mil veces más
aterradores. Neil trago duro contra las náuseas y aparto su mirada.
Regreso para buscar su teléfono y lo tiro del cargador. No estaba
ni cerca de estar cargado, sin embargo, con suerte tendría suficiente
carga para durar hasta Columbia. Neil lo apago hasta que lo
necesitara y lo metió en su bolsillo. La tentación de meterse en la
cama era casi abrumadora. Ya estaba exhausto y aún quedaban
siete compañeros con los que tenía que lidiar después de que Matt
terminara con él. No había forma de que sobreviviera si las chicas
regresaban hoy; afortunadamente las tres volarían mañana por la
mañana. Tendría la noche para retirarse y recargarse.
Se obligó a entrar a la sala principal para esperar. Matt se reunió
con él un minuto después y cerró la puerta firmemente detrás de él.
Hizo un esfuerzo visible para calmarse, aunque aún había un borde
en su voz cuando hablo.
— ¿El entrenador ya te grito?
—Fuerte y por un largo tiempo —dijo Neil.
—No sirvió de nada. No lo siento y lo haría de nuevo si tuviera
que hacerlo.
Neil lo interrumpió antes de que Matt pudiera discutir.
—Los Zorros son todo lo que tengo. No me digas que me
equivoque en hacer la única llamada que pude.
Matt lo miro por un minuto que pareció eterno, después agregó.
—Quiero romperle la cara en seis partes. Si alguna vez se
encuentra a menos de mil metros de ti…
—Lo hará —dijo Neil.
—Vamos a jugar contra los Cuervos en la final.
Matt negó con la cabeza y agarro su maleta. Neil se hizo a un lado
para que Matt pudiera pasar, excepto que Matt hecho una última
mirada a su rostro de camino a su habitación. La sorpresa se
antepuso a su indignación. Neil no regreso la mirada, pero se dirigió
hacia la puerta. Casi lo había logrado; tenía su mano en el pomo
cuando Matt habló.
—El entrenador pidió que no preguntáramos sobre tus ojos —
murmuro Matt.
—Supuse que Riko los había ennegrecido.
No fue realmente una pregunta, así que Neil no respondió.
—Volveremos en un par de horas.
Se fue antes de que Matt pudiera discutir. Kevin, Nicky y Aarón
estaban esperando dos puertas abajo, frente a su dormitorio. Nicky
estaba sosteniendo dos bolsas de regalo, aunque las dejo caer
cuando Neil se acercó. Neil estaba a medio camino de ellos antes
de que viera el moretón en la cara de Kevin. La mancha rojiza
cubría la mitad de su mejilla indicaba que un segundo moretón no
tardaría en formarse. No era la primera vez que Matt golpeaba a
Kevin y definitivamente no sería la última, sin embargo, Neil hizo
una nota para hablar con él más tarde. Nada de esto era culpa de
Kevin.
Con eso, aparto a Matt de su mente y se enfocó en los tres
hombres delante de él. Como era de esperar, Aarón era el más
seguro para mirar. El ceño fruncido en la esquina de su boca era
curiosidad, no simpatía y su mirada se demoró más en el cabello de
Neil que en los moretones que manchaban su rostro. Neil le dio un
momento para ver si preguntaba, pero todo lo que hizo fue
encogerse de hombros.
Nicky por otro lado se veía absolutamente abatido al ver la
apariencia destrozada de Neil. Extendió la mano tan pronto como
Neil estuvo lo suficientemente cerca y envolvió su mano en la parte
posterior del cuello de Neil. Con cuidado, jaló a Neil contra él y
apoyó su barbilla en la cabeza de Neil. Nicky estaba tenso como la
piedra, no obstante, el largo suspiro que soltó fue tembloroso.
—Oh Neil —murmuro con voz ahogada.
—Te ves horrible.
—Desaparecerá —dijo Neil.
—La mayor parte, de todos modos. No te preocupes por esto.
Los dedos de Nicky se tensaron una fracción.
—No te atrevas a decirme que estas bien. No puedo oír eso de ti
hoy ¿de acuerdo?
Neil obedientemente se calló. Nicky le sostuvo la mirada un
minuto más y después lo dejo ir. Neil se volvió hacia Kevin y sintió
que se le revolvía el estómago. Kevin estaba mirando a Neil como si
estuviera viendo a un fantasma. Los otros podrían pensar que el
abrupto cambio en el aspecto de Neil era sorpresivo… los primos lo
estaban menos porque habían visto los ojos azules de Neil en sus
viajes a Columbia —solamente Kevin sabía quién era realmente Neil
y había conocido al padre de Neil. Sabía exactamente qué
significaba. Neil negó con la cabeza en un silencioso pedido para
que se quedara callado. No estaba del todo sorprendido de que
Kevin lo haya ignorado, aunque al menos tuvo la decencia de hablar
en francés.
—Dime que el maestro no aprobó esto.
—No lo sé —dijo Neil.
Los últimos días bajo el cuidado de Riko fueron un borrón
doloroso y sin sentido a los que él todavía estaba tratando de darle
sentido. Solo recordaba vagamente las manos de Jean trabajando el
tinte en su cabello.
Pensó que era una de las últimas cosas que le habían hecho,
pero no podía recordar si el tío de Riko, Tetsuji había estado
presente.
—Riko dijo que nos haría daño si lo cambio a cómo estaba. Todo
lo que puedo hacer es agachar la cabeza y esperar lo mejor.
—Agachar la cabeza —Kevin repitió, hizo un gesto incrédulo hacia
su propia cara.
—Riko me llamo en Navidad para decirme que te había marcado.
¿Cuánto tiempo crees que te permitirá esconderlo antes de obligarte
a mostrarlo? La prensa hablará sobre esto y no detendrán sus
preguntas sobre tu tatuaje. Está tratando de exhibirte.
El miedo era hielo en el estómago de Neil, haciendo su camino
hacia su garganta. Evitar que impregnara su voz tomo todo lo que
Neil tenía.
—Lo tomaré como un cumplido. Está tratando de sacarme del
juego antes de las semifinales. No malgastaría su tiempo a menos
que piense que realmente vamos a ser un problema para su equipo.
Eso significa algo, ¿no?
—Neil.
—Me preocuparé por esto Kevin, me preocuparé por mí. Haz lo
que haces mejor y céntrate en el Exy. Llévanos donde él no quiere
que estemos.
La boca de Kevin se redujo a una línea dura, salvo que no
discutió. Quizás sabía que no tenía sentido; tal vez sabía que era
demasiado tarde. Nicky miró entre ellos como si se estuviera
asegurando de que hubieran acabado, después recogió sus bolsas
de nuevo y le tendió una a Neil.
—Regalo de Navidad atrasado—. Dijo él, un poco tristemente.
—Nadie sabía tu dirección en Millport así que pensé que
simplemente te lo daría en persona. Erik me ayudo a elegirlo.
—Ante la mirada confundida de Neil, Nicky aclaró.
—Voló a Nueva York por un par de días como una sorpresa
navideña. Kevin tiene algo para ti también, no me dejó envolverlo,
así que está en una fea bolsa de plástico, lo siento.
Nicky sacudió la otra bolsa de regalo mientras Neil tomaba la que
le ofrecía.
—También tengo uno para Andrew. De hecho, les regalé a
ustedes dos lo mismo porque son como las personas más
imposibles en el mundo para comprarles algo.
—Lo siento —se disculpó Neil.
—No compré nada para nadie. No estoy acostumbrado a celebrar
la Navidad.
—Quieres decir que estabas demasiado ocupado siendo
pulverizado para comprar —dijo Aarón.
Parecía que Nicky se había quedado mudo ante la rudeza de su
primo, sin embargo, Aarón continuó como si no hubiera dicho nada
malo.
—Kevin dijo que fuiste por Andrew, ¿Es cierto?
Neil le lanzó a Kevin una mirada de advertencia.
—Sí.
— ¿Por qué? —Aarón preguntó.
—No te lo agradecerá.
—No estará agradecido contigo por matar a Drake —dijo Neil.
—No importa, hicimos lo que teníamos que hacer. No me importa
lo que Andrew piense.
Aarón lo estudió en silencio. Estaba buscando respuestas, pero
Neil no sabía cuál era la pregunta. Todo lo que pudo hacer fue mirar
de vuelta hasta que Aarón finalmente negó con la cabeza y miró
hacia otro lado. Neil quería presionar para obtener una explicación,
no obstante, necesitaba guardar su energía para Andrew.
Se distrajo a sí mismo abriendo el presente que Nicky le dio.
Envuelto en papel de seda naranja había un abrigo negro. Parecía
pequeño, sin embargo, pesaba en sus manos; evitaría el frío que se
había establecido en Carolina del Sur. Neil dejó que Nicky le quitara
la bolsa.
—Gracias —dijo.
—Todavía no tienes ninguna ropa de invierno adecuada—.
Comentó Nicky.
—Deberíamos sacarte y expandir tu guardarropa de nuevo,
solamente pensé que comenzaríamos con esto. No puedes seguir
vistiendo sudaderas del equipo y esperar no resfriarte. ¿Te queda?
Neil lo desabrochó y comenzó a alzar sus hombros. Solo pasó un
brazo antes de que todo su pecho y costado pincharan de dolor. Él
se congeló y parpadeó para evitar la visión borrosa.
—Lo siento —dijo y se arrepintió de inmediato.
Podía oír el dolor en su voz, lo suficientemente fuerte como para
que emborronara sus palabras. Nicky parecía afectado por la culpa.
—No puedo todavía.
—Lo siento —dijo Nicky.
—No…no estaba pensando. Aquí, aquí, déjame. Lo tengo.
Nicky quitó el abrigo del brazo de Neil y lo dobló.
—Lo conservaré hasta que estés mejor, ¿vale?
—Está bien.
Neil se dio un momento para respirar antes de sacar el regalo de
Kevin de la bolsa. Sabía lo que era tan pronto como sintió el peso.
Había estado demasiado tiempo preocupado por este cuaderno
como para no reconocer cómo se sentía en su mano. A primera
vista, la carpeta era el santuario de un fanático obsesionado con
Kevin y Riko. Un poco más de exploración desenterraría todo lo que
Neil necesitaba para una vida huyendo. El dinero, los contactos del
bajo mundo y el número de teléfono de su tío estaban ocultos entre
los innumerables artículos de Exy.
— ¿No vas a verlo?
— Sé lo que es —Neil agarró la bolsa y miró a Kevin.
— Gracias.
— No lo abrí.
Neil no quería lidiar con Matt otra vez, así que pensó que podría
llevarse la carpeta a Columbia y lo guardaría más tarde.
— ¿Estamos listos?
— Si estás seguro de que estarás bien con una vuelta —replicó
Nicky.
Neil camino hacia las escaleras como respuesta. Los tres
caminaron detrás de él y lo siguieron hasta el auto. Kevin tomó su
lugar habitual en el asiento del pasajero y Nicky siguió a Aarón al
asiento trasero. Neil escondió su carpeta debajo del asiento del
conductor e ignoró la forma en que le dolía el cuerpo al entrar al
auto. Tan pronto como todos se acomodaron, Neil los puso en
camino. Ayer había buscado rutas para llegar a Easthaven en la
computadora de Wymack. Era un camino fácil desde aquí, casi
exactamente el mismo que tomaban para llegar a Eden’s Twilight
cuando fueron a beber a Columbia. La única diferencia real fueron
los últimos quince minutos, cuando giraron alrededor de la capital y
se dirigieron hacia el noreste.
Neil no se dio cuenta de que esperaba que Easthaven Hospital se
viera como una prisión hasta que finalmente apareció y la falta de
alambre de púas en la valla lo sorprendió. La puerta no estaba
vigilada y el estacionamiento estaba relativamente vacío.
Neil apagó el motor y salió, Kevin no estaba muy atrás de él, pero
Nicky y Aarón fueron más lentos en moverse. La mirada que Nicky
le dio a la puerta principal era nerviosa. Escondió su preocupación
detrás de una sonrisa cuando se dio cuenta de que Neil lo estaba
mirando.
— ¿De verdad le tienes miedo? —preguntó Neil.
—Nah —dijo Nicky, muy poco convincente.
Kevin estaba cerca de los talones de Neil cuando se dirigieron al
interior y Neil no se perdió la forma en que Aarón y Nicky se
quedaron atrás. Pensó que sus reservas de último momento lo
harían sentir un poco más aprensivo de lo que estaba esperando
por ellos aquí, pero no sentía nada.
Observó el lobby en su camino a la recepción. Las pinturas
florales agregaron un poco de color y la fachada de una chimenea
se construyó en la pared del fondo. El lugar estaba tratando de ser
hogareño y parecía una sala de exposición salida de un catálogo. Al
menos no olía a antiséptico y enfermedad.
—Dios mío —dijo la empleada cuando levantó la vista de su
computadora y vio la cara maltratada de Neil.
— ¿Estás bien?
— Estamos aquí para recoger a Andrew Minyard —dijo Neil.
—Eso no es lo que quise decir —dijo, pero Neil solo la miró en
silencio.
Por fin, señaló el portapapeles en el escritorio frente a ella.
—Si firman, llamaré al Dr. Slosky y le haré saber que están aquí.
Saturaron el escritorio y se turnaron para garabatear sus nombres
en la última hoja. Neil fue el único que dudó cuando su bolígrafo
tocó el papel. Riko no lo había dejado ser —Neil— en Evermore.
Cada vez que Neil respondía al nombre en la corte, Riko lo
golpeaba por ello. Neil no había tenido muchas opciones, ya que los
Cuervos no sabían de qué otra manera llamarlo, excepto que Riko
quería que supiera cuánto problema había causado a los Moriyamas
con todas sus coartadas.
La empleada estaba esperando con su mano estirada, así que
finalmente Neil apretó los dientes y anotó su nombre debajo del de
los demás. Le pasó el portapapeles e intentó deshacerse de la
nueva tensión en sus hombros.
No tuvieron que esperar mucho antes de que un hombre de
mediana edad se les uniera. Él sonrió y estrechó sus manos juntas.
Sus cejas se levantaron cuando vio a Neil, pero no preguntó
— Mi nombre es Alan Slosky. He sido el terapeuta principal de
Andrew durante su estadía aquí. Gracias por venir hoy.
— Terapeuta principal —Nicky repitió.
— ¿Cuántos le asignaron?
— Cuatro —dijo Slosky, al ver la mirada en el rostro de Nicky,
explicó.
—No es inusual que nuestros pacientes vean a varios médicos.
Por ejemplo, un paciente podría verme para recibir asesoramiento
grupal, a un colega mío para terapia intensiva uno a uno y a uno de
nuestros especialistas en rehabilitación para el manejo de
medicamentos. Seleccioné personalmente el equipo de Andrew y
les aseguro que eran algunos de mis mejores.
—Estoy seguro de que hizo una gran diferencia —dijo Aarón.
Slosky no se perdió el sarcasmo en la voz de Aarón, a juzgar por
la mirada que le dirigió a Aarón, pero no mordió el anzuelo. Neil se
preguntó si era prudencia o una confesión inconsciente de fracaso.
— ¿Puedo confiar en que tendrá su apoyo en los próximos días?
Si tienen alguna pregunta o necesitan asesoramiento sobre cómo
proceder, no duden en llamarme. Puedo darles mi tarjeta.
—Gracias, sin embargo, tenemos a Betsy —dijo Nicky, y ante la
mirada inquisitiva que Slosky le dirigió, explicó.
— ¿Doctora Dobson?
— Ah, sí —Slosky asintió en aprobación. Miró por encima del
hombro hacia el pasillo vacío, pensó por un momento y luego hizo
un gesto hacia la sala de espera contigua.
—Por favor, pónganse cómodos. Él debería estar abajo en un
momento, sólo debe firmar su salida de la habitación.
Se organizaron alrededor de la habitación, Nicky y Aarón en sillas
separadas y Kevin estaba compartiendo un sofá con Neil. Neil miró
la chimenea sin verla. Su mente estaba a medio mundo de
distancia, a la deriva entre Líbano y Grecia. La habitación estaba lo
suficientemente cálida como para que tuviera sueño. Tenía tres o
dos semanas de sueño para ponerse al día. Las noches con los
Cuervos fueron cortas, y el dolor y la violencia habían roto la mayor
parte de él. No se había dado cuenta de cuan desorientado estaba
hasta que el francés sobresaltado de Kevin lo despertó.
—Sé cómo es él—murmuró Kevin.
Neil lo miró, salvo que Kevin estaba estudiando sus manos.
—Riko, si quieres hablar.
Era lo más incómodo y torpe que Kevin le había dicho alguna vez.
Kevin era conocido por su talento, no por su sensibilidad. La
consideración y el tacto eran tan extraños para él como el alemán
que los primos hablaban. Que al menos lo intentara había sido tan
inesperado que Neil lo sintió como un bálsamo en cada pulgada
magullada de su piel.
—Gracias.
—Sé cómo es, pero no puedo…—Kevin hizo un gesto de
impotencia—. Riko era cruel, sin embargo, me necesitaba para tener
éxito. Éramos los herederos de Exy, me lastimó, solamente había
líneas que no cruzaría hasta el final. Fue diferente con para Jean,
era peor. Su padre le debía a los Moriyamas unan gran deuda, el
amo pagó esas deudas a cambio de la presencia de Jean en
nuestra cancha. Él era una propiedad, nada más. Eres lo mismo a
sus ojos.
—No soy una propiedad —Neil dijo en voz baja.
—Se cómo te ve —murmuró Kevin.
—Sé que eso significa que no se contuvo.
—No importa.
Parecía una mentira incluso para él, pero Kevin no lo dijo en voz
alta.
—Se acabó y he vuelto a donde pertenezco. Lo único que importa
ahora es lo que viene a continuación.
—No es así de fácil.
—Te diré lo que no es fácil: descubrir de Jean que el entrenador
es tu padre —dijo Neil, y Kevin dio un violento estremecimiento.
— ¿Alguna vez vas a decirle?
— Iba a hacerlo cuando me contrato —dijo Kevin.
— No pude.
— ¿Lo estabas protegiendo a él o a ti?
—A ambos, tal vez —dijo Kevin.
—El maestro no es como su hermano, ni es como Riko. Su reino
es su cancha y esa es la única esfera sobre la que él elige ejercer
control. Nunca antes ha levantado una mano o la voz en contra del
Entrenador porque el Entrenador nunca ha sido una amenaza real
para él.
No sabía si una confesión podría cambiar las cosas. No podría
arriesgarme. Tal vez cuando todo esto termine.
— ¿Alguna vez…? —Neil comenzó, aunque el movimiento en la
puerta le hizo olvidar sus palabras.
Andrew estaba en la puerta con Slosky a su espalda. Llevaba el
mismo jersey de cuello alto negro y jeans en los que había
ingresado. Una bolsa colgaba de su hombro, pero Neil no lo
recordaba que hubiera empacado antes de que Betsy lo sacara de
la casa. Neil podría haber preguntado con qué Easthaven lo enviaba
a casa, excepto que finalmente su mirada se posó en la cara de
Andrew y olvidó sus palabras. La expresión de Andrew estaba en
blanco y su mirada era lo suficientemente vacía como para poner un
nudo en las tripas de Neil. Andrew se demoró lo suficiente para ver
quién había venido por él y se dio la vuelta.
Aarón fue el primero en reaccionar. Había sido ignorado por su
hermano durante años; ser visto como si ya no fuera más
interesante que una roca ya era común. Aarón le hizo una seña a
Nicky y camino hacia su hermano. Neil y Kevin intercambiaron
miradas, pidiendo una tregua temporal y silenciosa, y se levantaron.
Slosky les dijo algo mientras salían del salón, no obstante Neil no
perdió el tiempo descifrando sus palabras. Slosky había cumplido su
propósito al sacar a Andrew de su medicación. Neil no necesitaba,
ni quería nada más de él.
Para cuando Neil llegó a la puerta, Andrew ya estaba en la mitad
de camino del edificio. Aarón no siguió, sin embargo, cruzó el patio
hacia el estacionamiento. Nicky fue con él, pero Neil y Kevin se
detuvieron para mirar a Andrew. Dos contenedores de basura se
encontraban en la esquina del edificio, Andrew colocó su bolso en
uno de ellos y Neil vio como caía ropa. Dudaba de que Easthaven
los hubiera provisto; era más probable que Betsy Dobson y Andrew
hubieran escogido un poco de ropa en su camino para obtener la
admisión de Andrew. Andrew encontró a su familia con una mirada
penetrante y uso su trayectoria para encontrar el camino hacia su
automóvil. Cuando camino hacia él, Neil y Kevin comenzaron a
seguirlo.
Nicky tenía las llaves y él consiguió abrir el auto para que él y
Aarón pudieran subir al asiento trasero. Andrew abrió la puerta del
conductor, pero no entró. Se quedó de espaldas al automóvil, con un
brazo apoyado en el capo y el otro a lo largo de la parte superior de
la puerta y observo a los delanteros acercarse. Kevin se detuvo
justo en frente de él para inspeccionar a su compañero de equipo.
Neil dudó ante la puerta trasera abierta, así podía ver su
reencuentro.
Si Neil no hubiera sabido que Andrew pasó el último año y medio
siendo ferozmente protector y territorial con Kevin, hubiera pensado
que eran desconocidos. Andrew le dio a Kevin una inspección
aburrida, luego chasqueó los dedos en señal de despedida. Al
parecer ni siquiera los moretones eran lo suficientemente
interesantes como para obtener un comentario. Kevin asintió y
rodeó la parte delantera del auto hasta el asiento del pasajero. Neil
no esperó a ver si Andrew dirigía su mirada de vuelta a él, sino que
subió al automóvil.
Andrew se sentó en el asiento del conductor cuando todos
estaban acomodados y levantó una mano entre los asientos. Neil
dejó caer su llavero en la palma de Andrew. Nicky atrapó la muñeca
de Neil mientras bajaba la mano y le dio un apretón corto y feroz.
Nicky probablemente lo hizo decir a modo de disculpa por la frialdad
de su primo, pero fuego chisporroteó en el antebrazo de Neil y llegó
hasta sus dedos.
Se había raspado las muñecas luchando contra las esposas de
Riko, y sus vendas no eran lo suficientemente gruesas como para
protegerlo del apretado agarre de Nicky. Neil se estremeció antes de
que pudiera detenerse.
Nicky lo soltó como si lo hubieran quemado.
—Lo siento, lo siento, yo no…
La mano de Neil estaba palpitando, solamente replicó:
—Está bien.
—No lo está —insistió Nicky y miró a su primo.
—Quiero decir, Jesús, Andrew ¿ni siquiera vas a preguntar?
Andrew subió el volumen de la radio lo suficientemente fuerte
como para ahogar cualquier otra cosa que ellos tuvieran que decir.
La boca de Nicky se torció, sin embargo, Neil negó con la cabeza y
lo dejo pasar. No alivió la mirada enfermiza en los ojos de Nicky, no
obstante Nicky lo dejó ir por el momento.
Kevin alcanzó los controles de volumen solo una vez. Andrew
apartó su mano y le apuntó con un dedo de advertencia sin apartar
la vista de la carretera.
Kevin se cruzó de brazos en una silenciosa declaración de
disgusto que Andrew ignoró. La cabeza de Neil comenzó a palpitar
antes de que llegaran a la mitad del camino hacia el norte del
estado. Se alegró de ver la Torre de los Zorros, estaba contento
cuando Andrew estacionó y el automóvil se puso
misericordiosamente en silencio.
Neil fue el primero en salir y atrapó la puerta de Andrew antes de
que pudiera cerrarla. Andrew no se movió, sin embargo, había
espacio suficiente para que Neil se inclinara y cogiera su carpeta.
Se enderezó y se volvió para encontrar que Andrew se había
acercado más. No había ningún lugar para que Neil se levantara
excepto contra Andrew, no obstante, de alguna manera a Neil no le
importaba. Habían estado separados durante siete semanas, sin
embargo, Neil recordaba profundamente por qué se había quedado.
Recordaba este implacable e incuestionable peso que podía
sostenerlo a él y a todos sus problemas sin romper a sudar. Por
primera vez en meses, finalmente pudo respirar nuevamente. Fue
un alivio tan aterrador; Neil no había tenido la intención de apoyarse
tanto en Andrew.
Finalmente, Andrew dio un paso atrás y deslizó su mirada hacia
Nicky.
—Tú te quedas, los demás váyanse.
Neil miró a Nicky para ver si estaba bien estando solo con
Andrew. Ante el leve asentimiento de Nicky, Neil rodeó el automóvil
para reunirse con Aarón y Kevin. Kevin miró fijamente a Andrew por
encima del toldo del coche como si pudiera ver a través de la
expresión en blanco de Andrew. Neil tuvo que obligarlo a ir hacia el
dormitorio.
Subieron las escaleras hasta el tercer piso. Aarón abrió la puerta
de la suite, pero Neil negó con la cabeza ante el gesto de Kevin para
unirse a ellos. Esperó hasta que cerraran la puerta detrás de ellos
antes de ir al final del pasillo y encender su teléfono. Cuando el
logotipo parpadeante finalmente dio paso a su pantalla de inicio,
marcó a Wymack.
—Estaba empezando a pensar que te había matado y te había
dejado pudriéndote a un lado de la carretera—. Aseveró Wymack en
lugar de saludar.
—Todavía no —dijo Neil.
—Estamos de regreso.
—Si alguien necesita algo, tengo mi teléfono conmigo. Intenta
mantener el tuyo encendido.
—Sí, entrenador —dijo Neil y apagó su teléfono tan pronto como
colgó.
Le había dado sus llaves a Andrew, así que tuvo que llamar a la
puerta para entrar en su habitación. Llevó su carpeta a la otra
habitación y sacó su caja fuerte del armario. La caja fuerte ahora
solo contenía una desgastada carta, solamente la metió en su
carpeta y la guardó.
Volvió a la sala de estar y vio a Matt esperándolo en el brazo del
sofá. Neil devolvió la mirada inquisitiva de Matt con una expresión
reservada de su parte. Esperó las inevitables preguntas y
acusaciones, sin embargo, cuando finalmente Matt habló, fue solo
para decir:
— ¿Estás bien?
— Estoy bien —afirmó Neil.
—Para que conste, no te creo —dijo Matt.
Neil levantó un hombro en un cansado encogimiento de hombros.
—Probablemente no deberías creer nada de lo que digo.
Matt resopló, fue un sonido demasiado tenso y bajo para ser una
verdadera risa.
—Me da la sensación de que es la cosa más sincera que me has
dicho en todo el año. Pero ¿Neil? estamos aquí cuando quieras
hablar sobre esto.
—Lo sé.
Le sorprendió que fuera la verdad. Sabía simplemente por mirar a
Matt que Matt aceptaría cualquier verdad que Neil le diera en este
momento, sin importar cuán cruel o increíble fuese. Había hecho lo
correcto al ir a Evermore; había hecho la elección correcta al
mantenerse firme con los Zorros. No importaba cuánto le asustaba
su reflejo. Si esta era la única manera de mantener a sus
compañeros a salvo de la crueldad de Riko, era un precio fácil de
pagar.
Neil dijo
—Nunca he estado en Nueva York.
No era lo que necesitaba decir o lo que Matt quería oír, sin
embargo, Matt no lo presionó. Le obsequió a Neil historias de sus
vacaciones, desde la primera reunión incómoda de los primos con
su madre hasta las locas compras de Nicky. Matt llevó a Neil a la
cocina para mostrarle los granos enteros que había traído de una
cafetería local. Era tarde para tomar café, sin embargo, Matt estaba
cansado de viajar y Neil todavía estaba indispuesto. Neil sacó los
filtros del gabinete mientras Matt molía suficientes granos para una
olla.
Neil estaba llenando la olla con agua cuando llamaron a la puerta.
Matt estaba más cerca, así que fue a abrir. Neil no podía ver a su
invitado desde este ángulo, pero cuando Matt retrocedió en una
invitación silenciosa Nicky entró por la puerta. Parecía ileso, aunque
nervioso y no había forma de que ocultara la culpa en su expresión
cuando se enfrentó a Matt.
— Me quedaría un rato quieto si fuera tú —dijo Nicky.
— Andrew acaba de descubrir quién hizo los moretones en la cara
de Kevin. Intenté defenderte porque Kevin se lo merecía y pagaste
la fianza de Aarón, salvo que no sé cuánto bien va a hacer. La lógica
y Andrew no están exactamente en buenos términos.
— Gracias por el aviso —dijo Matt.
Nicky miró a Neil.
— Me envió a buscarte.
— ¿Cuánto le dijiste? —Neil preguntó.
—Nada sobre ti—. Nicky se metió las manos en los bolsillos y dio
un incómodo encogimiento de hombros.
—Quería ponerse al día sobre todo lo demás, el juicio de Aarón, la
cara de Kevin y los Cuervos. Le dije que llegamos a campeonatos y
le conté sobre la pelea en el banquete de Navidad. No le dije que no
estabas con nosotros en Nueva York.
Neil asintió y regresó a su habitación. Primero agarró su paquete
de cigarrillos y se lo metió en el bolsillo trasero.
Los brazaletes de Andrew estaban debajo de su almohada, donde
Neil los escondió el pasado mes de noviembre. Nicky hizo una
mueca al verlos.
—Tal vez no sea una buena idea armarlo ahora —dijo Nicky.
—Estará bien —dijo Neil, y se dirigió al pasillo por las escaleras.
Andrew estaba esperando en el hueco de la escalera, con los
brazos cruzados sobre el pecho y la espalda apoyada contra la
barandilla. Su mirada se posó de inmediato en la tela oscura en la
mano extendida de Neil y los tomó sin decir una palabra. Neil ya
había visto las cicatrices de Andrew de pasada, pero Andrew se giró
para tirar de las bandas. Cuando sus mangas ocultaron las bandas
Andrew se dirigió al piso de arriba en lugar de bajar.
El hueco de la escalera quedo sin salida frente a una puerta
marcada como —Acceso Al Techo: Solo Para El Personal De
Mantenimiento—. Neil supuso que estaría bloqueado, no obstante
Andrew solo necesitó dar un par de fuertes sacudidas para abrirlo. A
juzgar por los cortes limpios en la puerta y el marco, Andrew había
saboteado la cerradura hace mucho tiempo. Neil no preguntó, sino
que siguió a Andrew hacia la fría tarde. El viento se sentía más
fuerte desde esta altura y Neil deseó haber podido usar su nuevo
abrigo.
Andrew fue hasta el borde del techo y examinó el campus. Neil se
puso a su lado y miró cautelosamente sobre su costado. No tenía
miedo a las alturas, solamente la falta de una barandilla de
seguridad era perturbadora cuando era una caída de cuatro pisos.
Neil sacó sus cigarrillos, sacudió dos cigarrillos y los encendió.
Andrew apoyó el suyo entre sus labios, Neil ahuecó el suyo contra
sus manos para protegerlo de la brisa.
Andrew se volvió hacia él.
— Tomaré una explicación ahora.
— ¿No podrías pedir respuestas adentro en donde es cálido? —
Neil preguntó.
—Si te preocupa morir por exposición es un poco tarde.
Andrew levantó una mano hacia la cara de Neil, pero se detuvo
con sus dedos a sólo un aliento de la piel de Neil. Andrew no estaba
mirando sus heridas; estaba mirando los ojos desprotegidos de Neil.
— ¿Rompí mi promesa o estabas manteniendo la tuya?
— Ninguna de los dos —dijo Neil.
— Sé que en mi ausencia has tenido tiempo suficiente para
aparecer con tus preciosas mentiras, sin embargo, recuerda que te
di una verdad como crédito en noviembre. Es tu turno en nuestro
juego y no me mentirás
— Ninguna de los dos —repitió Neil de nuevo.
— Pasé la Navidad en Evermore.
No debería haberse sorprendido de que lo primero que Andrew
buscara fuera el vendaje en su mejilla. Aarón y Nicky habían mirado
más allá, ni siquiera lo habían notado de entre el resto de la gasa y
la cinta adhesiva. Andrew había pasado demasiado tiempo vigilando
la espalda de Kevin para no juntar las piezas. Rascó una esquina de
la cinta y arranco el vendaje como si quisiera llevarse la cara de Neil
con esta. Neil se preparó para la violencia, pero la expresión en
blanco de Andrew no cambió al ver el nuevo tatuaje de Neil.
— Esto es un nuevo nivel incluso para ti —dijo Andrew.
— No lo llevo por elección.
— Elegiste ir a Evermore.
— Regresé.
— Riko te dejo ir —Andrew corrigió.
— Lo estamos haciendo muy bien este año y tu hostilidad es
demasiado pública. Nadie hubiera creído que de buena gana te
hubieras transferido a Edgar Allan a mitad de temporada.
Andrew aplastó el vendaje contra la cara de Neil otra vez y
presionó con dureza la cinta con sus dedos.
—Se suponía que no debías dejar el lado de Kevin. ¿Lo
olvidaste?
—Prometí mantenerlo a salvo —aseveró Neil.
—No dije que lo perseguiría a cada paso del camino como tú
haces. Mantuve mi parte del trato.
—Sin embargo, no así —dijo Andrew.
—Ya dijiste que esto no tiene nada que ver con Kevin ¿Por qué
fuiste?
Neil no sabía si podría decirlo. Pensar en eso era casi demasiado.
Sin embargo, Andrew estaba esperando, así que Neil reprimió sus
náuseas.
—Riko dijo que, si no lo hacía el Dr. Proust podría…
Andrew le tapó la boca con su mano sofocando el resto de sus
palabras y Neil supo que había fallado.
Riko dijo que el Dr. Proust de Easthaven usaba —recreaciones
terapéuticas— para ayudar a sus pacientes.
Era una línea delgada entre la crueldad psicológica y el abuso
físico real y Riko dejó en claro que Proust estaba dispuesto a cruzar
esa línea si Neil desobedecía. Debería haber sabido mejor que
confiar en la palabra de Riko. El odio derretía un poco el nuevo hielo
en sus venas, no obstante, la mirada aburrida en la cara de Andrew
era difícil de soportar. Hace un par de meses Andrew estaba tan
drogado que se reía de su propio dolor y trauma. Hoy no le
importaba lo suficiente como para hacer eso. Neil no sabía cuál
extremo era peor.
Andrew bajó la mano cuando Neil se calló.
— No cometas el error de pensar que necesito tu protección.
— Tenía que intentarlo. Si hubiera tenido la oportunidad de
detenerlo, pero no hubiera hecho nada, ¿cómo podría volver a verte
a la cara? ¿Cómo podría vivir conmigo mismo?
— Tu psique derrumbada es tu problema, no mío —murmuró
Andrew.
— Dije que te mantendría con vida este año. Lo haces
infinitamente más difícil para mí cuando tratas activamente de que te
maten.
— Pasaste todo este tiempo cuidando nuestras espaldas —dijo
Neil.
— ¿Quién está cuidando la tuya? No digas que tú lo haces porque
tú y yo sabemos que te importa una mierda cuidar de ti mismo.
—Tienes un problema auditivo —dedujo Andrew.
—Demasiadas bolas contra el casco, tal vez. ¿Puedes leer los
labios?
Andrew señaló su boca mientras hablaba.
—La próxima vez que alguien venga por ti, aléjate y déjame lidiar
con eso ¿Lo entiendes?
—Si eso significa perderte, entonces no —contestó Neil.
—Te odio —dijo Andrew casualmente.
Dio una última y larga calada de su cigarrillo y lo tiró del techo.
—Se suponía que debías ser un efecto secundario de las drogas.
—No soy una alucinación —dijo Neil, desconcertado.
—Eres un sueño imposible —dijo Andrew.
—Entra y déjame en paz.
—Todavía tienes mis llaves —le recordó Neil.
Andrew sacó las llaves de Neil de su bolsillo y le quitó la llave de
su coche. En lugar de devolverle el resto, las tiró detrás de su
cigarrillo. Neil se asomó para ver si aterrizaban sobre alguien, pero
la acera de abajo estaba vacía. Sus llaves chocaron
inofensivamente contra el suelo. Neil se enderezó y miró a Andrew.
Andrew no le devolvió la mirada, sino que afirmó:
—Ya no.
Neil abrió la boca, cambió de opinión en el último segundo y se
alejó silenciosamente. Bajó las escaleras hasta la planta baja y abrió
las puertas de cristal del frente. Sus llaves habían caído más lejos
de lo que había esperado, sin embargo, la luz del sol que brillaba en
el metal las hacía más fáciles de encontrar. Neil las recogió y vio el
cigarrillo de Andrew a un par de metros de distancia. La ceniza se
había dispersado al impactar, aunque la colilla del cigarrillo todavía
desprendía un delgado zarcillo de humo.
Andrew lo estaba mirando, todavía situado en el borde como si
tuviera un deseo suicida. Neil no estaba seguro de por qué lo hizo,
excepto que sacó el cigarrillo de Andrew de la acera y se lo metió
entre los labios. Inclinó su cabeza hacia atrás para encontrarse con
la mirada firme de Andrew y golpeó dos dedos contra su sien en un
saludo burlón. Andrew se dio vuelta y desapareció de la vista. Se
sintió como una victoria, aunque Neil no estaba seguro de por qué.
Apagó el cigarrillo con su zapato en su camino de regreso al interior.
Matt estaba en el sofá cuando Neil regresó a su habitación. La
cafetera estaba hecha y una taza caliente se sentía bien para las
manos frías de Neil. Matt lo revisó en su camino hacia el sofá,
probablemente en busca de nuevas lesiones. Neil se sentó tan
cuidadosamente como pudo en el otro cojín y aspiró el vapor de su
bebida.
— ¿Dónde estábamos? —preguntó Neil.
Matt suspiró, solo reanudo donde lo había dejado. Le contó a Neil
sobre la nieve en Central Park y sobre la cuenta regresiva de Año
Nuevo en Times Square. Neil cerró los ojos mientras escuchaba,
tratando de crear una imagen, imaginando por un momento que
había estado allí también. No pretendía quedarse dormido, pero un
cuidadoso tirón de su taza de café lo despertó. Matt apenas evitó
ser golpeado y levantó las manos para alejar a Neil.
—Oye —dijo —solo soy yo.
La taza estaba fría en sus manos y la luz en la habitación parecía
equivocada. Neil miró hacia la ventana, necesitando ver el cielo, no
obstante, las persianas estaban corridas. Dejó que Matt tomara su
café y se puso en pie de un tirón cuando Matt dio un paso atrás.
Cruzó la habitación tan rápido como su cuerpo maltratado podía
moverse y tiró de las cuerdas para levantar las persianas. El sol
estaba abajo, sin embargo, todavía había algo de luz en el cielo. Era
el crepúsculo o el amanecer; Neil no sabía cuál.
Neil presionó sus manos contra la ventana.
— ¿Qué día es?
Se sintió como una eternidad antes de que Matt contestara, y sus
palabras llegaron lentamente.
— Es martes.
Crepúsculo, entonces. Solo había perdido un par de horas.
— ¿Neil? —Preguntó Matt.
— ¿Estás bien?
— Estoy más cansado de lo que pensaba —dijo Neil.
—Me iré a la cama temprano.
El triste ceño fruncido en la cara de Matt dijo que no le había
creído a Neil ni por un segundo, sin embargo, Matt no intentó
detenerlo. Neil cerró la puerta de la habitación firmemente detrás de
sí mismo y comenzó el minucioso proceso de cambiarse. Estaba
respirando con los dientes apretados cuando finalmente se puso la
sudadera. Apretó las manos para evitar que temblaran, no obstante,
el ascenso a su cama solo envió los temblores a su estómago. Era
demasiado temprano y todavía estaba demasiado adolorido para
dormirse otra vez, pero se cubrió la cabeza con las mantas y se
obligó a dejar de pensar.
CAPÍTULO DOS

Traducido por Ella R


Corregido por Aruasi

Salir de la cama la mañana del miércoles tomó un esfuerzo colosal,


uno que Neil resolvió solo porque era tan aplicado en auto—
preservación como lo era manteniendo sus mentiras. Necesitaba
que sus compañeros creyeran que él estaba bien. Eso significaba
atravesar el día como si la Navidad nunca hubiese ocurrido. Se
compró a sí mismo tiempo para alejar sus pensamientos, tomando
la corrida más lenta del mundo por la Ruta Perimetral. Cada paso
enviaba una sacudida de dolor por sus piernas y Neil estaba
entumecido de las rodillas a sus dedos de los pies para el momento
en que llegó a la Torre de los Zorros.
Matt, quien había desaparecido hacia el gimnasio antes de que
Neil se levantara, lo estaba esperando en la sala de estar con una
incrédula mirada en su rostro.
— Estás loco, ¿sabes eso? Dime que no has realmente salido así.
— ¿A qué hora llega el vuelo de Dan? —preguntó Neil.
Por un momento Neil creyó que Matt no iba a seguirle la corriente
y dejarle cambiar el tema. La boca de Matt se contrajo a una línea
desaprobatoria. En vez de lanzarse a dar un sermón, sin embargo,
Matt expreso:
— Los iré a buscar a las once y los traeré directamente a la
cancha, ¿tú viajarás con Andrew?
—Sí —dijo Neil—. El entrenador quiere que haga el ingreso con
Abby antes de la reunión.
Neil se encerró en el baño para una ducha rápida. Secarse
después fue casi tan doloroso como lo había sido su corrida a pesar
de sus mejores esfuerzos por ser cuidadoso. Se vistió al ritmo de un
caracol, haciendo muecas todo el tiempo, y se tomó un minuto para
recuperar el aliento luego. Le dio tiempo para cambiar las vendas
sobre su tatuaje, sin embargo, su corazón seguía latiendo en su sien
cuando abandonó el húmedo calor del baño.
Matt estaba desparramado en el sofá con la televisión prendida
cuando Neil salió del baño completamente vestido. No dijo nada
cuando Neil se fue, tal vez asumiendo que se dirigiría dos puertas
más por el pasillo para molestar a los primos. En vez de eso, Neil
abandonó las habitaciones y tomó el camino serpenteante hacia la
Perimetral. Tomó un atajo atravesando el campus hacia la biblioteca.
Solo vio a un par de estudiantes subiendo las escaleras hacia el
laboratorio de computación. A pesar de la relativa privacidad, Neil
buscó una computadora en la última fila. Había dejado su obsesión
de mantenerse al tanto de las noticias en septiembre, pero hoy no
estaba buscando manchas en su pasado. Primero busco cualquier
cosa relacionada con su temporada en Evermore, no encontró nada
y prosiguió a investigar a los otros equipos que habían calificado
para los campeonatos de primavera. Era una sencilla herramienta
para dejar de pensar y perder un par de horas.
No recordaba bajar su cabeza y definitivamente no recordaba
haberse quedado dormido.
Unos dedos clavándose en su nuca lo despertaron.
Él intentó agarrar un arma, un cuchillo, cualquier cosa lo
suficientemente cerca que le comprara tiempo para huir, y lanzó el
ratón de la computadora a través de la mesa. Neil se le quedó
mirando en blanco, luego a la pantalla frente a él. Los dedos se
tensaron en un puño sobre su cabello y Neil no resistió mientras
Andrew forzaba su cabeza a inclinarse hacia atrás.
— ¿Tu curva de aprendizaje es una línea horizontal? —preguntó
Andrew.
— Ayer te dije que dejaras de dificultar mi vida.
—Y yo te dije que no te prometería nada.
Andrew lo soltó y observó sin pena mientras Neil se frotaba la
cabeza. Neil se sentó derecho y comenzó a cerrar sus ventanas de
búsqueda. Había cerrado tres pestañas antes de ver qué hora era.
Eran las once pasadas lo que significaba que Matt estaba saludando
a Dan y las chicas en Arribos y Neil se suponía que ya estaría en el
estadio con Abby. Neil no sabía qué era peor: haber perdido dos
horas así o que se había quedado dormido fuera del dormitorio. En
silencio contó hasta diez en francés y español. Hizo poco por calmar
su frustrada ira.
Andrew se dirigió hacia las escaleras, asumiendo legítimamente
que Neil lo seguiría. El auto estaba en la vereda, balizas prendidas.
Los otros tres de su grupo estaban apretados en el asiento trasero.
Neil no sabía quién había convencido a Kevin para que cediera el
asiento del acompañante, ni porqué, pero no valía la pena
cuestionar eso. Se subió y se abrochó el cinturón de seguridad.
—No le dije a nadie que iba a la biblioteca —inquirió cuando
Andrew hubo ingresado a la carretera.
—Tú solo tienes un par de escondites —explicó Nicky.
— El Entrenador dijo que no estabas en el estadio. No respondiste
tu teléfono cuando te llamamos.
Neil tocó su bolsillo y extrajo su celular. Cuando lo abrió, la
pantalla permaneció oscura. Lo había cargado ayer, pero no por
mucho tiempo. Lo cerró y lo dejó en el sostenedor de vasos que
había entre los dos asientos delanteros. Andrew estiró un brazo y
abrió la guantera. Un cargador estaba metido allí. Por un momento
Neil pensó que Andrew había revisado sus cosas, pero la pegatina
roja en el cable no le era familiar. Debía ser el de Andrew, entonces;
tenían el mismo modelo de celular. Neil tomó el cargador y cerró la
guantera.
Una llave estaba enganchada al cabezal adaptador con una
banda elástica. Neil había usado la llave del auto de Andrew lo
suficiente en los meses pasados para reconocer su forma. Neil pasó
la mirada a la llave en el arranque. O Andrew había confiscado la
copia de Nicky o le había conseguido una propia a Neil. Ninguna
opción tenía mucho sentido para Neil. Solo había usado el auto de
Andrew porque él necesitaba un segundo conductor en su ausencia.
Fue un viaje corto hacia la Cancha de los Zorros y Andrew no
entró con ellos. Neil marcó el código para entrar y siguió a los otros
hacia los vestidores. Wymack y Abby lo estaban esperando en el
recibidor. Abby se veía increíblemente triste al asimilar el lastimoso
estado de Neil, pero no lo castigó por lo que había hecho ni le hizo
preguntas. Quizás ya había obtenido respuestas satisfactorias por
parte de Wymack o quizás él estaba aquí para asegurarse que ella
no se entrometiera. Neil estaba agradecido, en cualquier caso.
—No puedo creer que hayas confiado en David para vendarte —
dijo Abby.
— El hombre apenas puede lavar un plato, mucho menos limpiar
puntos.
—Calla, mujer —protestó Wymack— Fui cuidadoso con él.
Abby le hizo señas con ambas manos a Neil para que lo siguiera.
—Vamos, vamos a darte un vistazo.
Ella guio el camino hacia su oficina y cerró la puerta ni bien él
entró. Subir a la cama no era tan doloroso como subir las escaleras
de su departamento por lo que Neil se sentó en el borde del delgado
colchón. Abby buscó gasa y antisépticos mientras Neil intentaba
sacarse el jersey por encima de su cabeza. Apretó sus dientes ante
el calor que cortó por sus hombros y hacia su espalda e inhaló
superficialmente para calmar el dolor.
Abby lo ayudó con las mangas y cuidadosamente hizo el jersey a
un lado. Neil escogió un lugar en la pared más alejada donde clavar
la mirada y se sentó en silencio mientras ella trabajaba. Ella
comenzó desde arriba, gentilmente pasando sus dedos entre su
cabello por bultos escondidos y fue haciendo su camino abajo.
Wymack había chequeado a Neil la mañana del día anterior, pero
Abby le quito todas las vendas a excepción de la que se encontraba
en su mejilla.
—Te contó acerca de mi tatuaje —dijo Neil.
—Y acerca de estas —Abby deslizó sus pulgares por la suave piel
debajo de sus ojos.
— ¿No preguntarás? —cuestionó Neil.
—He visto tus cicatrices, Neil. No estoy tan sorprendida como
debería al saber que no son las únicas cosas que escondes. Quiero
preguntar, pero ya me advertiste una vez que no husmeara.
Ella regresó al trabajo, no obstante, pasó un largo rato antes que
terminara. Cuando finalizó con la mitad superior, aún tenía que
chequear sus piernas. Los moretones alargados en sus muslos,
cortesía de las pesadas raquetas, la hicieron fruncir sus labios con
indignación. Había capas de ellos, los púrpuras más frescos
apilándose sobre los verdes y amarillos que ya iban
desapareciendo. Las rodillas de Neil no estaban mucho mejor, como
consecuencia de caer sobre ellas tantas veces.
—El Entrenador no me dejará entrar a la cancha hasta que tú no
me des el alta —dijo Neil— ¿Qué tan pronto puedes hacerlo?
Abby lo miró como si estuviera hablando en otro idioma.
—Puedes prepararte cuando dejes de verte como si te han
aplastado en una carrera de caballos.
—Me estoy mejorando —dijo Neil—. Además, jugué en peores
condiciones en Evermore.
—Esto no es Evermore. Sé que la temporada es importante para
ti, sin embargo, no dejaré que pongas en riesgo tu seguridad y tu
salud nada más. Debes guardar reposo por un tiempo. Durante una
semana —ella dijo, alzando su voz cuando Neil comenzó a
protestar.
— El próximo martes decidiré si quiero o no dejarte jugar. Si haces
algo extenuante entre ahora y ese momento, te dejaré en el banco
durante otra semana, ¿entiendes? Utiliza esta semana para
descansar. Y cuando puedas, quítate las vendas. Las heridas
necesitan airearse.
—Una semana —repitió Neil.
—Esto no es justo.
—No —dijo Abby, tomando su rostro entre sus manos.
— Esto no es justo. Nada de esto lo es.
El dolor en su voz mató el argumento de Neil en su garganta.
Abby miró por encima de él, trazando sus cicatrices y heridas
nuevas con una mueca desolada.
—A veces creo que este trabajo me va a matar—. Protestó Abby.
— Ver lo que la gente les ha hecho, lo que continúan haciéndoles,
a mis Zorros. Desearía poder protegerlos, pero siempre llego tarde.
Todo lo que puedo hacer es vendarlos posteriormente y esperar lo
mejor…
—…Lo lamento, Neil. Debimos haber estado allí para ti.
—No los hubiera dejado estar —contestó Neil.
Abby envolvió sus brazos a su alrededor y le dio un apretado
abrazo. Ella intentó ser cuidadosa, pero dolió de todas formas. No
fue el dolor lo que tensó a Neil, sino la incertidumbre. Las únicas
personas quienes alguna vez abrazaron a Neil fueron sus
compañeros de equipo y esos eran rápidos apretones en medio de
un buen juego. Su madre lo había acercado a ella antes, no
obstante, usualmente era cuando estaban evitando ojos curiosos y
deseaba protegerlo con su cuerpo. Nunca lo había sostenido como
si fuera algo que ser protegido. Siempre había sido dura. Ella había
sido fiera e irrompible hasta el final.
Neil la recordó arañando el aire y ahogándose por conseguir una
última inhalación. Él recordaba su cuerpo destrozado, donde su
sangre había pegado su piel al vinilo. Los dedos de Neil se crisparon
por la urgencia de un cigarrillo, por el olor a humo que era tan
horrible como tranquilizador. El fuego era todo lo que le quedaba de
ella. No había siquiera un indicio suyo en su reflejo: él era cada
pulgada de su padre.
Ella se había ido. Incluso si hubiera estado aquí, no lo hubiera
reconfortado por esto. No lo habría sostenido como si estuviera a
una respiración de romperse por completo. Habría limpiado sus
heridas porque no podía arriesgarse a retrasarse por una infección,
pero lo habría golpeado por haber elegido a los Zorros sobre su
propia seguridad. Neil casi podía oír su perorata en su oído. Él no
sobreviviría el tiempo suficiente para olvidar el sonido de su voz. Era
tranquilizador y depresivo al mismo tiempo y de repente un pozo de
pena que amenazaba con tragárselo entero.
—Necesito irme —interrumpió Neil
— ¿Terminamos?
Abby lentamente lo soltó y lo ayudó a vestirse nuevamente. Él
podría haber atado los cordones de sus zapatillas, salvo que Abby lo
hizo por él. Neil la dejó hacer y se concentró en alisar su jersey.
Abby se movió para que él pudiera bajarse de la cama y no lo siguió
afuera.
En vez de dirigirse hacia el salón, Neil salió por la puerta trasera
hacia la cancha. No pudo respirar hasta que no estuvo en el anillo
interno con sus manos presionadas contra la pared y entonces, la
primera bocanada real que tomó casi lo destrozó. Neil podía sentir
cada pared que había levantado para sobrevivir a Evermore
desmoronarse a su alrededor. Se aferró al control con sus dedos,
sabiendo que se ahogaría si se dejaba ir. Su corazón se sentía
como roca fundida, más cada respiración calmaba un poco el calor.
Neil obligó a sus temblorosos dedos a que se quedaran quietos y se
dirigió nuevamente hacia los vestidores.
Wymack y Andrew se habían ido, pero Matt y las chicas habían
aparecido durante la ausencia de Neil.
Él no quería enfrentarlos todavía, por lo que se retrasó buscando
un enchufe disponible. Encontró un lugar en la toma de corriente1
detrás del centro de entretenimiento y puso su teléfono a cargar.
Cuando la luz en su teléfono se volvió roja, él se encaminó hacia el
sofá. Su acto casual funcionó solamente hasta que tuvo que
sentarse. Nada de lo que hiciera podía disimular lo cuidadoso que
debía ser para acomodarse sobre el almohadón.
Ahí fue cuando el temperamento de Dan finalmente estalló.
—Ese hijo de p…
Se cortó tan abruptamente que Neil tuvo que mirarla. Renee tenía
un brazo sobre el hombro de Dan. Renee sonrió cuando Neil miró
hacia ella y agregó:
— Estábamos discutiendo lo que pediremos para almorzar. Abby
dijo que ella llamaría para encargarlo y lo pasaría a buscar por
nosotros para que no tuviésemos que esperar la entrega ¿Alguna
sugerencia?
—Estoy bien con cualquier cosa—dijo Neil.
Allison le dio una mirada escéptica.
— ¿Puedes siquiera masticar?
—Sí —respondió Neil.
— ¿Dónde está Andrew?
—Lo vi cuando entraba —dijo Matt—. Él y el entrenador están
hablando en el extremo más alejado del estacionamiento. Se están
conociendo desde cero, supongo. Esperemos que resulte mejor que
su pasado primer encuentro.
—Sigo hablándote a ti —dijo Allison.
Neil recompensó su persistencia con otra evasiva.
— ¿Ya has visto el banderín de Seth?
Las palabras tardaron un momento en asimilarse y luego Allison
salió disparada de su silla hacia la cancha en tacones arcoíris de
quince centímetros. Dan por un momento pareció como si fuera a ir
tras ella, pero cambió de parecer con un rápido movimiento de
cabeza.
— ¿Emparedados o comida china? —le preguntó a Neil.
— Cualquiera está bien.
— Estoy con Allison en eso de masticar —Nicky señaló su propio
rostro, indicando los cardenales que cubrían las mejillas y la
mandíbula de Neil.
— Los fideos con arroz son más suaves que los sándwiches.
Pidamos comida china.
Matt se levantó y fue a comunicarle la decisión a Abby. Estaba
saliendo cuando la puerta que daba al exterior se cerró de golpe. A
través de la habitación Dan se enderezó en su asiento y le dio a
Renee una significativa mirada. Renee dejó caer su mano y
entrelazó sus dedos en su regazo. No era la respuesta entusiasta
que Dan esperaba, a juzgar por el ceño de decepción en su rostro,
excepto que Dan no tuvo tiempo de cuestionar antes de que Andrew
atravesara la puerta del salón solo.
Matt cometió el error de detenerse a mirar. Andrew sin siquiera
titubear lo golpeó lo suficientemente fuerte como para tirarlo al
suelo. Debería haber sido imposible derribarlo; Matt le llevaba más
de una cabeza a Andrew y levantaba más que ninguno en el
gimnasio. Andrew tenía la ventaja de la sorpresa, no obstante, y no
se detuvo cuando Matt cayó. Descargó su puño contra el rostro de
Matt en cuanto este golpeó el suelo.
Dan estuvo de pie en un segundo, aunque de alguna manera Neil
llegó hacia Andrew primero. Él no recordaba siquiera decidir
moverse. Utilizó su cuerpo e impulso para empujar a Andrew hacia
atrás. Esperó que Andrew se resistiera, pero él se dejó empujar y le
dio a Neil una mirada despreocupada. Neil levantó ambas manos
entre ellos en caso de que Andrew intentara esquivarlo.
—Suficiente —dijo—. Matt no hizo nada malo.
Andrew chasqueó sus dedos, desestimándolo.
— Él sabía que ocurriría si posaba una mano sobre Kevin, sin
embargo, fue lo suficientemente estúpido como para hacerlo dos
veces. Si lo vuelve a hacer, no seré tan amigable.
— No lo estás amenazando en serio —dijo Dan, incrédula.
— ¿Quién crees que pagó la fianza de Aarón? De no haber sido
por Matt, Aarón seguiría en prisión a la espera de su juicio.
— No importa —replicó Aarón desde su asiento.
Ayer Nicky se veía culpable cuando le advirtió a Matt que tuviera
un perfil bajo. Hoy cerró sus filas con sus primos y se encogió
visiblemente de hombros ante Dan.
— Matt ayudó a Aarón haciendo eso, no a Andrew. No puedes
contar un favor a uno como si fuera un favor para los dos solo
porque son gemelos, ¿sabes? Eso es hacer trampa.
— Es agradable verte también, monstruo —dijo Matt, un poco
amargamente.
Neil volvió su mirada mientras Matt se ponía de pie otra vez. Matt
pasó una mano por la sangre que caía de su nariz, aspiró
fuertemente e hizo una mueca ante el sabor.
— Es bueno ver que sigues tan loco como la mierda.
— No te sorprendas —dijo Aarón.
— No eran las drogas lo que lo enloquecían.
— Hola, Andrew —dijo Renee.
Andrew no dijo nada, en vez de eso, le otorgó una impávida
mirada. Una complaciente sonrisa curvó los labios de Renee y ella
asintió ligeramente, reconociendo y aceptando lo que haya sido que
hubiese visto en la penetrante mirada de Andrew. Ese intercambio
de dos segundos fue la totalidad de su reencuentro; Andrew volvió
su atención a Neil tan pronto como Renee vio lo suficiente.
Abby entró un momento más tarde y titubeó con su bolso
colgando de su hombro. Ella pasó la mirada de la obvia ira de Dan
hacia la tensa expresión de Matt y su nariz sangrante. No le tomó
mucho tiempo armar el rompecabezas y le dio una precavida mirada
a Andrew.
—Andrew —empezó—. Bienvenido. No ha sido lo mismo sin ti.
Andrew la contempló en silencio. Abby esperó, luego se dio
cuenta que no obtendría una respuesta. Miró incómodamente al
resto de los Zorros.
—La comida debería estar lista para el momento en que llegue
allí. Ya vuelvo, ¿sí? Intenten comportarse mientras no estoy.
—Gracias —dijo Dan.
Abby le dio una última mirada a Andrew y se fue. La puerta
apenas se había cerrado tras ella cuando Wymack entró
apresuradamente. Neil se preguntó si habría estado fumando o solo
perdiendo el tiempo, dejando que su equipo se aclimatara al abrupto
reingreso de Andrew y a las heridas de Neil, de la misma manera en
que los había abandonado a favor de la pena de Allison en
septiembre. Wymack enarcó una ceja hacia Matt, después volvió la
mirada hacia Neil y Andrew.
— ¿No tuvimos una charla acerca de no matar a tus compañeros
de equipo? —preguntó Wymack. Andrew fingió no haberlo
escuchado, por lo que Wymack miró a su alrededor. Le tomó medio
segundo darse cuenta que le faltaba un Zorro—. Allison estaba justo
aquí, ¿Adónde se fue?
—Fue a ver los banderines del campeonato —dijo Neil.
—Volverá cuando haya terminado de llorar —agregó Nicky.
—No está llorando —dijo Neil.
Nicky sonrió malvadamente.
—Cinco dólares a que lo está.
Era un burdo intento de aligerar el humor del ambiente. Neil no
tendría que haberle dado importancia. Quizás un mes atrás lo
hubiera hecho.
Sabía que sus compañeros eran jugadores obsesivos; apostaban
sobre cualquier cosa, desde las puntuaciones finales a la inexistente
relación entre Andrew y Renee hasta sobre quién comenzaría una
discusión. Apostar dinero sobre el trauma psicológico de una
persona no era nuevo ni inesperado, solamente Neil no estaba de
humor para soportarlo hoy. Su encuentro con Abby había dejado sus
nervios a flor de piel y estaba apenas manteniendo el control por su
equipo. El punzante olor a cigarrillos que se aferraba al abrigo de
Andrew fue la gota que rebasó el vaso.
Neil mantuvo el borde fuera de su voz, pero sólo apenas.
—No te atrevas a apostar sobre la pena de alguien.
—Oh, oye, oye —Nicky levantó sus manos como un mecanismo
de auto—defensa.
— Sin daño intencionado ¿sí? No te ofendas. Estaba intentando
levantar el humor.
—Levántate de tu silla y ve a ver cómo esta —dijo Wymack—.
Tenemos mucho que repasar hoy y no puedo comenzar hasta que
ella haya regresado. Se enfadará más con nosotros si comenzamos
sin ella que si la interrumpes. Y sí, me refiero a ti, Hemmick. No
quiero que Neil se mueva más que lo necesario.
—Puedo caminar —indicó Neil.
—Orgullo por ti —replicó Wymack.
— No te lo pregunté.
Nicky se levantó de su silla y se fue.
Andrew clavó un dedo en el hueco de la garganta de Neil hasta
que obtuvo su atención.
—Siéntate y quédate quieto.
Neil alejó la mano de Andrew de un golpe y se dirigió nuevamente
hacia el sofá. Andrew reclamó el cojín del medio por lo que Neil se
deslizó en el lugar libre a su costado. Su cuerpo se arrepintió de
haber interferido en esa pelea, sin embargo, Matt le dio un leve
asentimiento con la cabeza en señal de agradecimiento cuando Neil
se encontró con su mirada a través de la habitación.
Neil miró a Andrew, intentando adivinar su humor, y siguió su
mirada hacia abajo. Andrew había extraído un pequeño cuchillo y lo
estaba haciendo girar entre sus dedos una y otra vez. No era uno de
los que guardaba en sus muñequeras, aunque Neil no se sorprendió
de no reconocerlo. Casi nunca veía el mismo cuchillo dos veces.
—No es tan fascinante —dijo Andrew.
—No —concordó Neil.
No sabía cómo explicar las complicadas emociones que lograba
despertarle una cuchilla afilada. Su padre era conocido como el
Carnicero por una razón. Su arma favorita era un afilado cuchillo de
carnicero lo suficientemente pesado como para cortar extremidades
de un solo hachazo. Antes del cuchillo de carnicero, Nathan
Wesninski usaba un hacha. Aún mantenía esa hacha cerca, para
cuando quería hacer sufrir realmente a alguien. El cuchillo no era lo
suficientemente afilado, así que requería un poco de peso extra y
más esfuerzo para cortar el hueso. Neil solo lo vio usándolo una
vez, el día que conoció a Riko y a Kevin en el Estadio Evermore.
—Es sólo que… —Neil buscó las palabras, demasiado consciente
que la conversación en la habitación había disminuido un poco. Los
estudiantes de último año estaban intentando escucharlos sin ser
obvios. Neil se conformó con la explicación más vaga que podía dar
y esperó que sus compañeros confundieran el pronombre por Riko.
—Nunca entendí porque le gustan los cuchillos.
Palabras tan simples no deberían haber obtenido la reacción que
lograron. Andrew se tensó y levantó la mirada, mas no miró a Neil.
Miró a Renee, por lo cual Neil lo hizo también. Ella se había
detenido a la mitad de la oración para clavar la mirada en Neil, no
obstante, la Renee que lo estudiaba no era la redimida optimista de
los Zorros. Su dulce sonrisa había desaparecido y la mirada en
blanco en su rostro le recordó a Andrew. Neil instintivamente se
tensó para un huye—o—pelea. Antes de que su cuerpo descubriera
qué hacer, Renee pasó su inescrutable mirada hacia Andrew.
Ellos se miraron, quietos y sin emitir sonidos, ajenos a las
desconcertadas miradas que sus compañeros intercambiaban entre
ellos. Andrew no dijo nada, pero Renee levantó su barbilla. Andrew
emitió un sonido en respuesta y alejó el cuchillo.
—Le perderá el gusto cuando tenga uno clavado en sus entrañas
—dijo él.
Neil volvió a mirar a Renee, justo a tiempo para ver a la Otra—
Renee desaparecer. Una máscara de calma derritió la muerte que
había en su expresión y Renee continuó desde donde se había
quedado. Ella no reconoció lo sucedido ni las obvias preguntas que
aparecían en el rostro de Dan, sino que molestó gentilmente a sus
amigos para que se reintegraran a la conversación.
Allison y Nicky regresaron juntos. Las mejillas de Allison estaban
secas y sus ojos fieros con determinación al tomar asiento. La
sonrisa de Renee era alentadora y Dan sonrió en aprobación.
Allison tamborileó sus dedos impacientemente en los brazos de su
silla y clavó una mirada expectante en Wymack.
— ¿A quién dejaremos fuera primero?
—Primera ronda: sudeste versus sudoeste—. Wymack tomó su
portapapeles y echó una ojeada por la primera página—. Los
equipos en puestos impares juegan los jueves este año, por lo que
nos toca los viernes. El doce de enero nos iremos a jugar contra la
Universidad de Texas. Las buenas noticias son que Austin queda
justo afuera del rango de mil millas, lo cual significa que la junta nos
dejará volar hasta allí… El diecinueve somos locales para una
revancha contra Belmonte. El veintiséis de enero jugamos de
visitantes contra Arkansas. Son dos de los tres que nos quedan
antes de los combates mortales. Belmonte está en el puesto número
cuatro, solamente recuerden cómo jugaron el otoño pasado. SUA
también está en cuarto lugar. La Universidad de Texas está en
segundo lugar y ellos han salido segundos en su región durante los
últimos cinco años… Estos tres equipos han estado en los
campeonatos de primavera anteriormente, con resultados variados.
Saben lo que hacen. Saben lo que se necesita para calificar.
Nosotros somos el eslabón débil. Eso no significa que nos
romperemos. Sólo significa que debemos trabajar doblemente duro
para estar a la par. Si están dispuestos a hacer eso, tenemos una
posibilidad.
Soltó una pila de papeles y se las entregó a Matt. Matt se puso de
pie y las fue repartiendo. Wymack había armado informes de la
primera ronda para ellos. La primera página contenía los horarios de
otoño de la Universidad de Texas, completa con resultados. Las
notas al pie detallaban los últimos siete intentos de la Universidad
de Texas por entrar en las competencias de primavera. Durante tres
años habían llegado a la tercera ronda antes de quedar eliminados.
Neil volteó la página y observó la alineación del equipo. Las cuatro
páginas siguientes seguían el mismo patrón para Belmonte y SUA.
—El lunes analizaremos su forma de jugar en profundo y
propondremos estrategias —dijo Wymack.
— Para entonces también les tengo copias de todos sus juegos
de otoño grabadas en discos…
—Obsérvenlas en su tiempo libre si tienen curiosidad. Con una
excepción, no le quitaré tiempo a las prácticas para mostrarles más
que un par de movimientos destacados… Hay un descanso de una
semana entre la primera ronda y el primer par de combates mortales
—continuó Wymack.
— Las malas noticias son que no sabremos contra quién nos
enfrentamos hasta febrero. Las buenas noticias: este año los Tres
Grandes estarán en el mismo grupo. Tendrán que enfrentarse entre
sí en la tercera ronda. Por la primera vez en seis años uno de ellos
quedará eliminado antes de las semifinales.
—Oh, demonios —dijo Dan, perpleja.
— Eso es suerte.
—Apuesto a que Penn sale primero —dijo Nicky.
—No lo hagas —dijo Kevin, antes que los otros pudieran apostar
también—. No importa cuál quede eliminado; no estamos listos ni de
cerca para enfrentarnos a cualquiera de ellos. ¿Por cuánto tiempo
Neil permanecerá en el banco?
—Una semana —dijo Neil, con un poco de resentimiento—. Abby
no lo quiere reconsiderar hasta el próximo martes.
—Fue generosa —comentó Dan—. Yo no te habría permitido
jugar durante toda la primera ronda.
—Estoy bien para jugar —dijo replicó.
Kevin estiró el brazo detrás de Andrew para golpear la parte
trasera de la cabeza de Neil. Cada incómoda onza de empatía que
había estado recolectando desde ayer despareció; respondió a la
molesta mirada de Neil con un fiero ceño fruncido y un mordaz:
— Te advertí ya una vez que no mintieras sobre tu salud. Te
necesitamos dentro de la cancha, pero no para que nos arrastres
por el suelo contigo. En la forma en que estás ahora, serías una
total pérdida de tiempo para nosotros.
—No lo sería —dijo Neil—. Ponme en la cancha y lo probaré.
—Cállate —dijo Wymack—. Cuando portes menos de cincuenta
puntos, consideraré dejarte entrar a mi cancha nuevamente. Si te
encuentro siquiera mirando al equipo de protección, te mantendré
en el banco durante otra semana por puro rencor, ¿entiendes?
—Pero…
—Dame un —Sí, entrenador—.
—Entrenador…
Neil olvidó el resto de su argumento cuando Andrew pellizcó su
muñeca. Una ráfaga de fuego se esparció por sus dedos y él alejó
su mano tan rápido como pudo. Neil le dio a Andrew una mirada
irritada, aunque éste ni siquiera miró en su dirección. Neil envolvió
sus brazos alrededor de su estómago para alejarlas del alcance de
Andrew y súbitamente volvió su atención a Wymack.
—Lo apreciarás, creo —dijo Wymack.
— Andrew, ¿qué tan atrasado estás? No vi un gimnasio en la lista
de servicios de Easthaven.
—No había ninguno —dijo Andrew—. Improvisé.
— ¿Quiero saberlo siquiera? —cuestionó Wymack, después
procedió a responder su propia pregunta.
—No, no quiero, a menos que exista una inminente demanda de
la que deba estar enterado… Las prácticas matutinas vuelven a ser
en el gimnasio. Neil, hasta que no vuelvas a la cancha, nos
encontraremos aquí. Te tendré trabajando mirando grabaciones e
investigando acerca de la defensa de Texas.
—Mañana por la tarde haremos el encuentro semestral con Betsy.
Conoces la rutina: no puedes ir con alguien que juegue en tu misma
posición…Dan armará las parejas y te asignará un tiempo durante la
práctica matutina, ¿verdad?
—Cuenta con eso —respondió Dan.
—La última orden de negocios oficiales es el control de daños —
siguió Wymack—. Tenemos la atención de todos. Una feroz
temporada y abundantes tragedias se traducen en que somos la
comidilla de la ciudad y este año la gente puede llegar a alentar por
el que lleva las de perder. La junta quiere que motivemos esa fiebre
mediante más publicidad. Esperen más cámaras en los juegos, más
entrevistas y más ruido en general. Si pudiera prohibir a alguno de
ustedes nunca abrir su boca en público, lo haría, no obstante, queda
fuera de mis manos. Intenten comportarse sin damnificar su imagen
confiada, ¿creen que pueden hacerlo?
—No eres para nada divertido, Entrenador —dijo Nicky.
—Seré aún menos divertido si nos haces quedar como idiotas —
Wymack replicó—. Sin embargo, no estoy tan preocupado por ti
como lo estoy por nuestra bolsa de golpes residente y su lista boca.
¿Alguno tiene una idea de cómo hacer que Neil no se vea tanto
como una esposa golpeada?
—Está bajo control —dijo Allison, mirando a Neil.
— Vendrás a nuestra habitación después de la reunión.
—Iba a comprar mis libros de texto hoy —dijo Neil.
—No estaba preguntando —dijo Allison—. Puedes ir cuando
termine contigo, a menos que quieras salir viéndote así.
—Prometemos no preguntar acerca de lo sucedido en Navidad —
dijo Renee.
O ella no vio la molesta mirada que Allison le disparó por matar su
oportunidad de obtener buenos chismes o escogió no reconocerla.
— Solo tomará un par de minutos, creo.
Neil no confiaba en que Allison no husmeara, pero confiaba en
Renee para que interfiriera por él cuando eso sucediera.
—Está bien.
—Necesito conseguir mis cosas, también —dijo Nicky.
— Podemos ir una vez que terminen contigo.
Wymack asintió e interrogó a su equipo.
— ¿Alguno tiene algo oficial para añadir?
—Necesitaremos una repisa o algo así aquí para poner nuestro
trofeo del campeonato—dijo Dan.
— ¿Podemos volver a arreglar eso?
—La junta dijo que no aprobará compras de ese tipo hasta que
por lo menos hayamos llegado al segundo partido mortal —dijo
Wymack.
— Buen intento, siquiera.
— ¿Quién necesita el permiso de la junta? —dijo Allison.
— La compraré yo, porque en la junta son muy tacaños.
Merecemos algo obscenamente caro. Matt, mide la parte trasera de
tu camioneta. Necesito saber lo que puede caber allí antes de
comenzar a buscar la pieza correcta.
—Oh, ser joven y asquerosamente rica —dijo Nicky.
— Debe ser lindo.
Allison observó sus uñas con un obvio aburrimiento.
—Lo es.
Nicky puso los ojos en blanco, pero no presionó más.
— ¿Algo más? —preguntó Wymack.
El sonido de la puerta abriéndose anticipó el retorno de Abby y
Wymack sacudió su cabeza.
—Olvídenlo. La comida llegó. Llenen sus bocas y salgan de mis
vestidores. Estaré repasando el papeleo y los horarios, por si
alguien me necesita.
Saltó de su asiento y despareció dentro de su oficina. Abby cubrió
la mesa de café con cajas de comida y fue repartiendo platos de
papel. Cuando terminó se quedó el tiempo suficiente como para
ofrecer una silenciosa a la par que cálida bienvenida a los Zorros.
Neil creyó que era extraño que ella no estuviera saltando alrededor
preguntándoles a todos acerca de sus vacaciones, sin embargo, la
incómoda mirada que le dio a Neil y a Andrew mientras se retiraba
hacia la oficina de Wymack lo hizo pensar que ella estaba
disculpando sus sentimientos. Era una cortesía fuera de lugar. A
Andrew no le importaría que sus compañeros tuvieran mejores
vacaciones que él y Neil no les envidiaba su felicidad.
El almuerzo fue un asunto silencioso. Neil desconectó su celular
cuando salía y Andrew no lo dejó subir al auto hasta que lo hubo
encendido. El equipo viajo en dos autos hasta la Torre de los Zorros
y Neil siguió a las chicas a su habitación. Allison hizo que se sentara
de costado en el sillón mientras ella buscaba su valija. Ella trajo
consigo una bolsa de plástico y se sentó tan cerca de él como pudo.
Neil observó mientras ella desparramaba el maquillaje en el escaso
espacio entre ellos.
—Hubiese sido mejor si hubieras entrado a la tienda con nosotras
—dijo Allison. Sonó como una acusación, a pesar de que no habían
hecho consciente a Neil de sus intenciones. Neil se preguntó si se
suponía que debía disculparse. Antes de aclarar su cabeza, Allison
continuó:
— No importa, compré todos los tonos. Algo se igualará tarde o
temprano. Ponte derecho y déjame trabajar. No hables hasta que te
haga una pregunta.
Ella levantó cada dos pequeños paquetes al mismo tiempo, uno a
cada lado de su rostro y verificó los tonos que más se igualaran.
Alguno ella pudo descartarlos inmediatamente. Otros hicieron a un
lado para una segunda inspección. Finalmente se quedó con tres y
se puso manos a la obra cubriendo los cardenales en su garganta y
rostro. Renee y Dan aparecieron por detrás del sofá para observarla
trabajar. Neil no se arriesgó a provocar la ira de Allison mirándolas,
aunque casi podía oír a Dan rechinando sus dientes.
— ¿Por qué? —demandó saber finalmente.
— ¿Qué esperaba ganar? ¿Por qué lo hizo?
— Dan —Renee la reprobó silenciosamente.
— Lo prometimos.
—Tú lo prometiste —dijo Dan.
Neil habría dejado que se peleen, mas no era su decisión la que
Dan estaba retando.
—Para llegar a Kevin —dijo él y Allison bajó sus manos de su
rostro.
Neil miró a Dan.
— ¿Lo sabías? Kevin ha estado con los Zorros durante un año
ahora, pero aún tiene una habitación en el Nido de los Cuervos.
Riko ni siquiera ha tirado sus trabajos escolares. ¿No es
interesante? Riko amenaza y desestima a Kevin cada vez que tiene
la oportunidad, pero no puede dejarlo ir. Está tan obsesionado con
Kevin como Kevin lo está con él… Ahora Kevin está comenzando a
olvidarlo —continuo Neil.
— Cuando nos enfrentamos a los Cuervos en octubre, Kevin
estaba más preocupado por nosotros que por tener a Riko a sus
espaldas. Nos escogió a nosotros por sobre a ellos ese día y eso es
imperdonable. Riko es el rey.
— Él no será desestimado ni denigrado ni vencido. Por lo que
alejó a las personas en las Kevin se apoyaba. Quería que nosotros
le temiéramos e infectar a Kevin con esas dudas.
Dan soltó una irrespetuosa risotada.
—Qué idiota tan incompetente.
—Gracias —dijo Neil.
Dan se veía perdida, por lo que Neil aclaró:
— Por no preguntarme si funcionó.
—Por supuesto que no funcionó —dijo Allison.
— Tú no le temes a Andrew, ¿por qué le temerías a Riko? Es otro
charlatán mimado con problemas de ira. Ahora, mira hacia adelante
y déjame trabajar. No te dije que podías mirar hacia otro lado.
Neil retomó su posición congelada hasta que ella terminó. Ella se
inclinó un poco hacia atrás para darle un último vistazo, después se
levantó para agarrar un espejo del escritorio. El estómago de Neil se
retorció mientras ella se lo entregaba. Neil lo tomó de su mano, no
obstante, lo apoyó en su regazo boca abajo. Allison le hizo señas
para que fuera a echar un vistazo. Neil sacudió la cabeza.
—Si tú dices que está bien, te creo —dijo Neil.
— ¿No estás asustado de Riko, pero sí de tu propio reflejo? —
Allison cruzó sus brazos sobre su pecho y le habló con una
expresión de pena.
—Eres un chico con problemas, ¿viniste así naturalmente o tus
padres te hicieron eso?
Dan saltó hacia adelante antes que Neil pudiera reaccionar.
—Se ve genial. Si alguien se acerca demasiado probablemente
note que estás maquillado, aunque no creo que nadie pregunte.
Desde aquí atrás ni siquiera se nota. Sólo tendrás que pasarte por
aquí después de las prácticas matutinas para que te acicalemos
para las clases hasta que el desastre desaparezca. ¿Tienes clases
a las nueve en punto este semestre?
—No, llegaba muy justo el otoño pasado—. A Allison, Neil le
comentó:
— Gracias. Ni siquiera se me habría ocurrido probar esto. Parece
un truco muy útil.
—Lo es. Lo aprendí para mantener a los paparazzi lejos cuando
comencé a jugar. No lo he necesitado desde entonces, pero nunca
olvido un buen consejo de belleza.
Allison levantó un hombro en un gesto de desdén.
—Tómalo como una prueba y ve a buscar tus libros de texto.
Ahora, preferentemente. Dan está esperando para incautar tu
habitación.
—No es su habitación en la que estoy interesada —dijo Dan.
Neil hizo el espejo a un lado y se levantó del sofá.
—Me voy.
—Ah, ¿y Neil? —dijo Dan cuando Neil llegó a la puerta.
Neil colocó su mano en el picaporte y se dio vuelta para mirarla.
— Si quieres hablar acerca de eso o de cualquier cosa o… —Ella
señaló vagamente un lado de su cabeza, quizás refiriéndose al
abrupto cambio de imagen de Neil.
— Sabes que estamos aquí para ti, ¿sí? Para cualquier cosa que
necesites.
—Lo sé —respondió Neil.
— Quizás más tarde. ¿Me mandarás un mensaje cuando sea
seguro volver?
—Tal vez, sí tal vez no.
Neil sacudió su cabeza y salió. Cerró la puerta detrás de él y salió
al pasillo. Estaba cansado y dolido y para nada ansioso de su
semana fuera de la cancha, sin embargo, durante un momento,
nada de eso importó.
—Estamos bien —le dijo al pasillo vacío.
— Estaremos bien.
Los Zorros estarían bien, por lo menos y eso era más que
suficiente.
CAPÍTULO TRES

Traducido por Scáthach


Corregido por Aruasi

Neil pensó que lo iban a dejar solo después de haber sido


expulsado del gimnasio la mañana del jueves, pero Wymack le dio
uno de los partidos más interesantes de la UT para que viera.
Wymack vería un juego diferente en su oficina, y los dos después se
reunirían para discutir los estilos de los jugadores. Las chicas lo
recogieron del estadio ya que Allison necesitaba trabajar en su
rostro nuevamente. Esta vez fue más rápido, ahora que Allison
recordaba lo que tenía que hacer y qué colores usar.
Las clases fueron confusas; pasó más tiempo preocupado de lo
que la gente pudiera ver a través del maquillaje de Allison que a
prestar atención a sus profesores.
Fue un alivio cuando su segunda clase terminó a las una cuarenta
y cinco y pudo escapar a la Fox Tower. Matt había desaparecido
cuando entró al dormitorio. Un vistazo al horario de clases pegado a
la nevera le dijo que no volvería hasta que fuera casi la hora de irse.
Dejó su mochila en el escritorio. El estante inferior de su escritorio
aun sostenía los libros de matemáticas y español del último
semestre. Arrancó sus notas de matemáticas del estante, limpió el
polvo de la carpeta y se sentó a revisarla. La mayor parte le era solo
vagamente familiar, pero cuanto más repasaba, más recordaba.
Tenía la sensación de que sabía cómo iba a pasar su fin de semana.
A las tres menos cuarto se encontró con Andrew para ir al estadio.
Los Zorros usualmente iban a las prácticas en dos grupos. Hoy
tomaron tres autos, ya que iban y volvían del Reddin Hall a lo largo
de la práctica de la tarde. Andrew y Kevin tenían las primeras citas
con Betsy Dobson y pasarían directamente a la práctica, por lo que
Aarón y Nicky se amontonaron en la parte trasera de la camioneta
de Matt con Renee. Neil no creía que pudiera subir tan alto sin
romper algo, pero no tuvo que preocuparse. Allison lo metió en su
convertible rosa tan pronto como estuvo a la distancia de su agarre.
Se preparó para las preguntas, pero Allison no le habló durante
todo el viaje. Le dio las gracias cuando salió, recibió una mirada
desconcertada en respuesta, y esperaron en la acera por los demás.
La práctica de la tarde fue tan horrible como había esperado que
fuera. Él tomó el CD que Wymack le ofreció, pero se quedó parado
en el pasillo mientras sus compañeros de equipo se cambiaban. Los
vio entrar al estadio para los calentamientos y tuvo que luchar para
no seguirlos. Sentarse en el sofá le tomó cada onza de autocontrol
que tenía, y esperaba que el juego lo distrajera. Funcionó solo hasta
que los Zorros regresaron al vestuario para sacarse el equipo.
Perdió la pista de lo que estaba sucediendo en la pantalla y se
quedó mirando la pared en su lugar.
—Enfócate —dijo Wymack en algún lugar detrás de él.
—Lo hago —mintió.
—Acaban de anotar un gol imposible y ni siquiera te moviste —
dijo Wymack.
Neil volvió a mirar el televisor y vio que el puntaje se había
elevado. La multitud se estaba volviendo loca en el fondo.
— Debería estar en la cancha.
—Lo estarás —dijo Wymack—. La próxima semana, cuando estés
más sano. No te va a matar si te quedas sentado un par de días. Te
podrías matar si te arrancas algo y te dañas irreparablemente.
Definitivamente te voy a matar si nos eliminas solo porque estas
impaciente. Míralo de esta forma: tus compañeros de equipo están
tratando de ponerse al día en este momento. Tienes dos semanas
de práctica de más durante las vacaciones mientras ellos se
divertían y comían. Estás por delante de ellos.
—Kevin practicó —dijo Neil—. Matt dijo que estuvo en la cancha
del vecindario todos los días.
—Es uno de ocho.
—Pueden darse el lujo de tomarse un descanso. Todos están
mejor que yo, y tienen sustitos.
—Tienen más experiencia y tienen otros puntos fuertes —dijo
Wymack—. Pero estás cien veces mejor ahora que en mayo. No te
subestimes. Ahora concéntrate. Voy a necesitar unas cuantas
buenas notas cuando te vayas hoy.
Neil recogió su lápiz de nuevo en un sumiso silencio y Wymack se
fue.
Estaba a la mitad del segundo juego antes de que llegara el
momento de dirigirse al Reddin. Esta vez iba de tercero y le tocó ir
con Aarón. Neil condujo, y de alguna manera se resistió a preguntar
hace cuánto tiempo que Aarón era pasajero. No había nada que
ganar al enemistarse con él.
Era demasiado temprano para que la mayoría del alumnado
comenzara a ocupar un espacio en el centro médico, por lo que
encontró un lugar donde estacionarse cerca de la puerta. Evitaron el
registro general y se fueron por el pasillo hacia los cuarteles de los
consejeros. Antes de que pudiera preguntar cuál de ellos iba
primero, Aarón se fue directo a la oficina de Betsy. Se hundió en una
de las gruesas sillas para esperar
No quería pensar en la sesión, tampoco quería pensar en los
Zorros practicando sin él, por lo que en su lugar revisó sus
mensajes. La mayoría eran de Nicky: comentarios ociosos sobre
cosas que vio en Nueva York, preguntas sobre Millport y demandas
intermitentes para que Neil dejara de ignorarlo. Al menos cuatro
mensajes consistieron solo en signos de exclamación. Renee envió
saludos dos veces y Allison una vez, en un texto grupal el día de
Navidad.
Kevin le envió un mensaje una sola vez, el día en que se fue a
Evermore. Perdió su celular solo unos minutos; lo dejó para
registrarse en el embarque. Leyó el mensaje de seis palabras cuatro
veces,
—Jean te ayudará si lo ayudas.
A Neil le había desagradado mucho Jean los primeros días, y el
mensaje de Kevin no le habría hecho ningún bien entonces, pero lo
entendió en retrospectiva. Jean estaba al tanto de la desagradable
verdad sobre los Moriyamas, ya que había sido vendido a Tetsuji
hace años para pagar una deuda con el jefe de la familia. Jean
odiaba su suerte en la vida, pero ya había pasado el punto en el que
incluso podía pensar en defenderse. No era un rebelde; era un
sobreviviente. Hizo lo que tenía que hacer para sobrevivir.
A menudo eso significaba cuidar a Neil. Jean mantuvo su postura
firme mientras Riko lo destrozaba una y otra vez, pero Jean siempre
estaba allí para volver a ponerlo de pie. Se convirtieron en
compañeros en la cancha de los Cuervos, lo que significaba que sus
éxitos y sus fracasos impactaban directamente al otro.
Jean era un aliado cuestionable en el mejor de los casos, pero era
el único Cuervo que cuidaba de él. Era egoísmo, no bondad, pero
había sido suficiente para mantenerlo vivo.
Había sobrevivido y había logrado salir de allí. Kevin había
escapado cuando su vida se derrumbó a su alrededor. Jean todavía
estaba allí, manteniéndose a salvo como mejor podía. Se preguntó
cuánto le había costado a Jean ver irse a los dos: si pensaba que
eran tontos por desafiar al maestro o si una parte de él estaba
celosa porque habían tenido una salida. Neil se preguntó si le
importaba. Era más seguro y más inteligente que no le importara. Si
Jean no estaba dispuesto a defenderse, si no tenía nada por lo que
luchar, no había nada que hacer por él.
Un recuerdo perdido tiró de sus pensamientos, fuera de su
alcance. Trató de concentrarse en él, pero pensar en Jean hizo que
su mente volviera a pensar en el abuso de Riko. Apartó todo de su
mente y volvió al resto de sus mensajes. Dan y Matt lo habían
controlado varias veces. El único mensaje de Aarón fue el último
que alguien le envió antes del intercambio de saludos de Año
Nuevo.
—No le cuentes a Andrew sobre Katelyn —decía.
Katelyn y Aarón se habían escabullido la mayor parte del
semestre de otoño, evitándose en los juegos y reuniéndose en la
biblioteca entre las clases. Ahora que Andrew había comprometido a
Katelyn a que fuera un accesorio permanente en sus vidas; a cenar
con Aarón varias noches a la semana y a pasar por el dormitorio de
vez en cuando. Era extraño pensar que volvieran a salir en secreto y
ociosamente se preguntó cómo Katelyn había reaccionado a esa
decisión. Tal vez Aarón le había dicho que ella le desagradaba a
Andrew. Ella podría no estar feliz, pero al menos estaba viva y
segura.
El clic de una puerta lo distrajo de sus pensamientos. Echó un
vistazo al tiempo y cerró sus mensajes. La renuencia, más que el
dolor, hizo que fuera lento al ponerse de pie cuando Aarón regresó.
Betsy siguió a Aarón hasta la entrada y saludó a Neil con una cálida
sonrisa.
— Hola, Neil.
Él la siguió por el pasillo hacia su oficina y pasó junto a ella para
entrar primero. La habitación se veía igual que en agosto, desde la
perfecta inclinación de los cojines en su sofá hasta las figurillas de
cristal que cubrían sus estantes. Se sentó en el sofá y vio como
Betsy cerraba la puerta detrás de ella. Ella se tomó un momento
para mezclar un poco de chocolate caliente y mirarlo.
—Tengo un poco de té caliente, si quieres. Recuerdo que dijiste
que no te gustaban los dulces.
—Estoy bien.
Betsy se sentó frente a él—. Ha pasado un tiempo. ¿Cómo has
estado?
—Los Zorros jugaran en el campeonato de primavera, Andrew
está de vuelta y sobrio, y todavía estoy comenzando como delantero
—dijo Neil—. No tengo ninguna queja aún.
—Felicitaciones por clasificar, por cierto —dijo Betsy—. Confieso
que no entiendo mucho sobre deportes, pero hay jugadores muy
talentosos en tu equipo y tu regreso el año pasado fue brillante.
Creo que vas a tener una carrera increíble. Texas está un poco lejos
para viajar, pero te alentaré desde mi casa para el partido contra
Belmonte. ¿Están preparados?
—No —dijo Neil —pero lo haremos. No tenemos otra opción. El
mes pasado dijimos que no íbamos a perder ni un solo juego de
primavera. No hemos cambiado lo que pensamos, pero creo que
ahora que enero está aquí, nos estamos dando cuenta de lo que
enfrentamos y lo que nos costará para lograrlo…
—Nos enfrentaremos a los mejores del país y solo estamos recién
empezando.
—Esa es una manera madura de verlo. También es… —Betsy
extendió sus manos un poco mientras buscaba las palabras… muy
practicada. Suena más como un discurso que le darías a un
reportero que algo que podrías admitirme. Esperaba que pudieras
progresar más allá de tales declaraciones cautelosas. Recuerda que
no estoy aquí para emitir juicios sobre todo lo que digas.
—Lo recuerdo —dijo Neil, y lo dejó así.
Betsy inclinó su cabeza y siguió adelante.
—Mencionaste el regreso de Andrew como una cosa positiva. Sé
que apoyaste mi decisión de entregarlo el pasado noviembre.
Probablemente sea demasiado pronto para decirlo, pero ¿cómo
estás manejando la realidad de su sobriedad? ¿Alguna duda?
—No voy a hablar de Andrew contigo.
—Estoy tratando de hablar de ti —dijo Betsy—. Esta sesión es
sobre ti.
—Esta no es una sesión real —dijo Neil—. Es una reunión
informal y solo estoy aquí porque el entrenador dijo que teníamos
que venir a verte una vez cada semestre. Ninguno de nosotros se
beneficia. Estás perdiendo el tiempo conmigo, que sería mejor
gastar con tus pacientes reales y me estoy perdiendo la práctica.
—No considero que esto sea una pérdida de tiempo, pero me
disculpo por el recorte de tu tiempo en la cancha—. Ella le dio un
par de momentos para responder, luego dijo: Feliz año nuevo, por
cierto. Me olvidé de decirlo. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
Era la pregunta que él había esperado y temido. No sabía lo que
sus compañeros de equipo le habían dicho a ella. No le diría la
verdad, pero si mentía y a ella ya le habían contado la verdad, ella
comenzaría a cuestionar todo lo demás que le había dicho. Hizo
malabares con las posibles consecuencias y decidió jugársela. Solo
tenía que ver a Betsy una vez por semestre después de todo; esta
era la última vez que él tenía que sentarse con ella cara a cara. Ella
podía pensar lo que quisiera de él.
— Estuvieron bien —dijo Neil.
— ¿Nieva alguna vez en Arizona?
— De vez en cuando. Consideran que una pulgada y media es
una gran nevada.
— Oh, Dios mío —dijo Betsy—. Recuerdo cuando tuvimos una
nevada hace unos años. Pasé junto a una joven en mi camino por el
campus. Ella estaba con su teléfono; había llamado a alguien solo
para decirle que estaba nevando. Estaba tan emocionada por una
cantidad tan insignificante que me pregunté si alguna vez la había
visto antes. Quería preguntarle de dónde era, pero iba a parecer
entrometida.
No había una pregunta allí, por lo que no habló. Betsy no habló
también, pero bebió un sorbo de su cacao. Neil resistió el impulso
de mirar el reloj. No quería saber cuánto tiempo había pasado.
— ¿No quieres hablar conmigo? —Betsy finalmente le preguntó.
— ¿Qué quieres que te diga? —dijo Neil.
— Cualquier cosa —dijo Betsy—. Este es tu momento.
— ¿Cualquier cosa? —Neil dijo. Cuando ella dio un asentimiento
alentador, Neil procedió a contarle sobre los juegos de la UT que
había estado viendo. Fue completamente impersonal y
definitivamente no era para nada lo que ella había estado
esperando, pero no lo interrumpió y no parecía aburrida. Ella bebió
su cacao y escuchó como si fuera la historia más importante que
había escuchado todo el día. De algún modo a Neil le gustaba aún
menos, pero no se detuvo.
Finalmente era libre de irse. Salió de allí, recogió a Aarón en la
sala de espera, y se dirigió al automóvil. Estaban a medio camino
del estadio antes de que Aarón hablara.
—No se lo conté.
Eran los únicos dos en el auto, pero le tomó un momento darse
cuenta de que se dirigía a él. Miró a Aarón, pero él estaba mirando
por la ventana del pasajero.
— Ni yo tampoco —dijo Neil.
— Ella te preguntó acerca de Andrew.
No era una pregunta, pero dijo:
— Sí. ¿A ti también?
—Ya no me pregunta nada —dijo Aarón —. Ella sabe que no tiene
sentido. Nunca le he dicho una palabra.
Se imaginó sentado en un silencio sepulcral mientras Betsy
charlaba sobre esto y aquello. Fue a la vez inspirador e inquietante.
Él no sabía si tendría el estómago para soportar media hora de eso.
— Ojalá hubiera pensado en eso. Le di un resumen de los méritos
de la UT en su lugar.
— Predecible —dijo Aarón.
Se preguntó cómo Andrew mataba el tiempo. Mientras tomaba su
medicación, él estaba obligado a tener sesiones semanales con
Betsy. Neil no sabía si eso continuaría. Estaba más interesado en
saber cómo iba a cambiar lo que pensaba Andrew de Betsy. Andrew
parecía extrañamente tolerante con ella el año anterior, hasta el
punto de que había admitido haber recibido mensajes de texto de
ella fuera de sus sesiones. Las drogas eufóricas, pensó,
probablemente hacían que alguien fuera tolerante más fácilmente.
Neil estacionó en el mismo lugar donde encontró el auto. Volvió a
su lugar en el sofá y Aarón continuó al vestuario para volver con su
equipo en la cancha. Trató de no resentirse por su buena salud y
casi lo logró. Los partidos de la UT fueron una buena distracción de
la irritación injustificada, pero perdió la pista del juego cuando Renee
y Allison llegaron un par de minutos después. Observó cómo
atravesaban la habitación, lo pensó dos veces, luego pausó el
juego.
— ¿Renee?
Ambas se detuvieron, pero Allison no se quedó por mucho tiempo.
Cuando ella se fue, Renee se acercó y se sentó con él, lo
suficientemente cerca como para ofrecer una comodidad silenciosa,
pero lo suficiente lejos como para que Neil pudiera respirar.
— ¿Qué dije ayer? —Neil le preguntó—. ¿Por qué reaccionaste
así?
A ella no le llevó mucho tiempo acordarse.
— Acerca de los cuchillos, quieres decir —Cuando asintió, ella
giró sus manos y observó sus palmas—. ¿Recuerdas que te dije
que solía estar en una pandilla? Había un hombre allí que quería
lastimarme. Le gustaban los cuchillos y mantenía media docena con
él todo el tiempo. No podía defenderme por medios normales, así
que aprendí a luchar con cuchillos, también. Practiqué durante un
año hasta que finalmente lo vencí.
— Vencí —Renee consideró la elección de la palabra por unos
momentos antes de decir—. No sobrevivió a la pelea. El jefe me
ayudó a preparar el cuerpo para que pudiéramos culpar a una
pandilla rival y fui ascendida. Me quedé con los cuchillos en mi
entrenamiento y en mi adopción. Quería recordar qué oscuridad soy
capaz de… y a qué oscuridad soy capaz de sobrevivir.
—Hiciste lo que tenías que hacer —dijo Neil—. Si él hubiese
vivido, hubiera regresado por ti.
—Lo sé —dijo Renee, suave—. Hubo otras chicas antes de que
llamara su atención; habría chicas después de que me fuera. Pero
no lo hice por el bien común. Lo hice porque me hizo daño
personalmente y no quería tenerle miedo nunca más. Lamento lo
que me hizo más de lo que lamento su muerte. No sentí horror
cuando lo vi morir. Estaba orgullosa de lo que le había hecho.
— Le dije a Andrew lo que hice —dijo Renee—. Al día siguiente,
mientras estaba en clase irrumpió en mi habitación y tomó mis
cuchillos. Cuando le dije que me los regresara, él dijo que me
estaba mintiendo a mí misma. Si quisiera recordar, no tendría
escondidos los cuchillos en mi armario como si fuera un secreto que
me daba vergüenza volver a ver o a dejar ir. Ellos no estaban
haciéndome bien, entonces él dijo que los cargaría hasta que los
necesitara nuevamente.
— Dejé que los tuviera porque confiaba en que él no los usaría —
dijo Renee.
— Yo pensé que entendía lo que se suponía que eran: ya no eran
armas sino un símbolo de lo que habíamos vencido. No le pregunté
sus razones, yo sabía que él me diría si él quisiera que yo supiera.
La respuesta obvia era Drake, pero no cuadraba del todo. La
cabeza de Neil giraba, analizando, pensó en las cicatrices de los
antebrazos de Andrew. ¿A quién había sobrevivido Andrew: a Drake
o a sí mismo?
Neil no iba a compartir esa idea con Renee, por lo que dijo,
— Entonces, ¿los cuchillos que lleva a todas partes son tuyos?
— Eran míos —dijo Renee—. Él tenía razón, ya no los necesito.
Si los necesitas, él te los dará, y yo te enseñaré cómo usarlos.
Ella ya no sonreía. Neil estudió su expresión tranquila y supo que
lo decía en serio. Ella había puesto pausa a su fe en la humanidad y
a su piedad cristiana y le mostraría cómo cortarle la garganta a un
hombre si se lo pedía. Neil estaba empezando a entender por qué a
Andrew le gustaba. Ella estaba lo suficientemente loca como para
ser interesante.
— Gracias —dijo Neil—, pero no. No quiero ser como… él.
Él no dijo que había usado cuchillos antes; uno no podía crecer
siendo un Wesninski sin tener un cuchillo en su mano. Nathan no
tuvo el tiempo o la paciencia para enseñarle a su hijo, pero él había
puesto a dos de sus personas para que le enseñaran.
Afortunadamente Neil se fue de casa antes de progresar cortando
trozos de animales muertos.
— Por supuesto —estuvo de acuerdo Renee. Ella esperó un
momento para ver si había algo más, luego se puso de pie.
— No debería dejar a Allison esperando, pero si quieres hablar
más tarde, sabes dónde encontrarme.
— Está bien —dijo Neil. Renee llegó hasta la puerta antes de que
Neil se decidiera a preguntar, ¿Cómo está Andrew? Sin sus drogas,
quiero decir.
Renee lo miró y sonrió.
— Ve a verlo. No creo que al entrenador le importe.
Neil se quedó en donde estaba, hasta que la puerta se cerró
detrás de ella. Miró de su bloc de notas al juego en pausa, luego
dejó sus cosas a un lado y se puso de pie. El sonido de una pelota
que estalló en la pared lo saludó mientras caminaba por la puerta
trasera y siguió el camino hasta el patio interior. Wymack estaba de
pie, cerca de la banca del equipo, viendo a sus jugadores entrenar y
tomaba notas.
Él tenía a sus espaldas a Neil y el ruido que se filtraba a través de
los respiraderos de la cancha ayudó a ocultar sus pasos. Neil se
colocó a una distancia segura y observó a sus compañeros de
equipo
Se veían tan pequeños cuando solo eran tres jugadores, pero
jugaban con la ferocidad de un equipo grande. Dan y Kevin fueron
emparejados en la ofensiva contra tres defensas, y a pesar de ser
superados en número, tuvieron una lucha incansable. Kevin incluso
logró superar a Nicky y a Aarón un par de veces para disparar un
gol. Andrew los desviaba todos, pero tomó un par disparos antes de
que Neil se diera cuenta de lo que estaba haciendo. En lugar de
despejar las pelotas en la cancha, como de costumbre, las estaba
disparando a Kevin. Más específicamente, a los pies de Kevin.
Kevin tuvo que ejecutar un trabajo de pies bastante ágil para evitar
tropezar con la pelota. Andrew hizo lo mismo con Dan cuando
finalmente pasó junto a Matt para hacer un tiro. Ella lo esquivó, pero
por poco, y Matt tuvo que atraparla cuando tropezó.
Wymack maldijo y se volvió para dejar sus cosas. Mientras se
giraba vio a Neil, y vaciló con su portapapeles a mitad del banco.
Esperaba que le ordenara que se marchara de regreso al vestuario.
En cambio, Wymack le chasqueó los dedos y movió su índice hacia
la puerta de la cancha.
—Dile a tu mascota psicópata que se detenga antes de que mutile
a alguien.
—No creo que me escuche, dijo Neil.
—Tú y yo sabemos que lo hará. Ahora vete.
Wymack golpeó la pared, haciendo una pausa en el juego,
mientras Neil se dirigía a la puerta. Se dejó caer en la cancha y se
dirigió hacia la meta.
Andrew colocó su raqueta sobre sus hombros ante la
aproximación de Neil. Neil sabía que era mejor hablar con Andrew
sin una audiencia, por lo que se detuvo tan cerca de Andrew como
pudo y mantuvo la voz baja.
—El entrenador quiere saber qué tienes contra la línea ofensiva.
Andrew deslizó una mirada más allá de Neil hacia la pared de la
cancha.
—Puede preguntarme él mismo.
—O puedes responderme ya que estoy aquí —dijo Neil—. Solo
quedamos nueve. Si perdemos a alguien más, salimos de los
campeonatos de primavera. Tú sabes eso.
Neil esperó un momento, pero por supuesto que no era suficiente
para obtener una reacción. Andrew parecía aburrido de la
conversación. Puso una mano en frente de la cara de Andrew,
bloqueando cuidadosamente la vista de Wymack, y esperó hasta
que Andrew lo miró de nuevo—. Quiero que lleguemos a la final.
Quiero que seamos nosotros quienes finalmente derroten a los
Cuervos. Después de todo lo que Riko nos ha hecho, ¿No quieres
eso, también?
—Dices 'querer' tan libremente —dijo Andrew—, cuando te dije mil
veces antes que yo no quiero nada.
—Probablemente porque estás gastando toda tu energía en no
querer nada —respondió Neil—. Pero si no puedes comprender este
simple concepto, lo pondré en términos que puedas entender: este
es un juego que no podemos permitirnos perder. Se trata de cómo
llegar a Riko. Esto es lo único que podemos quitarle y que en
realidad le va a doler. Vamos a quitarle su lugar en el ranking y
mostrarle que tiene una razón de temernos todo el tiempo.
— ¿Tus compañeros de equipo todavía piensan que eres el más
tranquilo? —Andrew preguntó.
—Nuestros compañeros de equipo —dijo Neil, con énfasis—
quieren esto tanto como yo. Deja de pegarles en las rodillas antes
de que tengan la oportunidad de intentarlo.
—No creo en darle oportunidades a la gente.
—Yo tampoco lo hacía, hasta que vine aquí —dijo Neil—. Me diste
la oportunidad cuando decidí quedarme. Te di la oportunidad cuando
me confiaste a Kevin. ¿Realmente es tan difícil apoyarlos cuando
han estado contigo en cada paso del camino?
— ¿Qué me darás a cambio de mi cooperación? —preguntó
Andrew.
— ¿Por qué la venganza no es suficiente? —Preguntó Neil
— ¿Qué más hace falta?
Andrew no tuvo que pensarlo.
— Muéstrame tus cicatrices.
No era lo que Neil esperaba, la cual, probablemente, era la razón
por la que Andrew se lo pedía. Abrió la boca para protestar, pero las
palabras murieron en su garganta. Wymack y Abby ya las habían
visto, y los Zorros sabían que estaban allí. Él puso la mano de
Andrew en su piel arruinada en noviembre para ganarse la
confianza de Andrew. Le había prometido a Andrew las partes
faltantes de su verdad si sobrevivían el año. No había pensado que
Andrew le pediría mirar.
— ¿Cuándo? —dijo al fin.
— Vamos a ir a Columbia mañana —dijo Andrew—. Ahora vete y
dile al entrenador que recuerde su paga. No dejaré que se salga con
la suya por segunda vez.
No entendió, pero asintió y se fue. Los Zorros esperaron hasta
que la puerta se cerrara y se bloqueara antes de reanudar el juego.
La siguiente vez que Kevin logró un tiro de gol, Andrew despejó por
todo el recorrido de la cancha. Neil tenía el presentimiento de que
los Zorros lamentarían su intervención, muy pronto. Era
definitivamente más seguro, pero ahora Dan y Kevin tenían que
perseguir la pelota cada vez que Andrew los rechazaba.
Volvió al lado de Wymack y transmitió el mensaje de Andrew. Él
esperaba que Wymack ignorara la amenaza de Andrew sin
pestañear. No estaba esperando el bufido divertido y seco de
Wymack—, Solo prométeme que esto no va a ser un problema.
— ¿Qué? —preguntó Neil.
— No puedo decir si estás siendo obtuso solo para molestarme o
si realmente eres así de tonto —dijo Wymack—. Cuando Neil solo lo
miró fijamente, Wymack se frotó sus sienes como si fingiera un dolor
de cabeza—. Te tengo lástima, pero Andrew tiene razón. No me
pagan lo suficiente como para involucrarme en esto. Imagínatelo
tú… a su debido tiempo. Se supone que deberías estar estudiando a
los de la UT en este momento.
Wymack agarró su portapapeles y comenzó a garabatear notas.
Neil miró hacia la cancha.
— Adiós—, dijo Wymack.
Neil se tragó sus preguntas y se dirigió al vestuario.

***

Los estudiantes de último año salieron a cenar el viernes después


de la práctica, pero primero fueron a los dormitorios para ponerse
ropa fresca.
Andrew apareció en la habitación de Neil casi tan pronto como Matt
se fue, y trajo una bolsa de ropa con él. Neil aún no entendía por
qué los primos insistían en que se pusiera algo nuevo cada vez que
iban a Columbia, pero ya había pasado el tiempo para preguntar.
Llevó la bolsa a su habitación para cambiarse. Cuando se giró para
cerrar la puerta, Andrew estaba justo detrás de él. Andrew no habló,
pero hizo un gesto hacia la camisa de Neil.
Neil vaciló, luego dejó la bolsa en la cama de Matt y luchó por
quitarse la camisa. Se estaba volviendo un poco más fácil cada día,
pero le dolía cuando levantaba los brazos muy en alto y cuando se
retorcía sentía como los puntos se estiraban. Él había conseguido
pasar su camisa sobre su cabeza y llegar hasta los codos antes de
que Andrew se cansara de verlo luchar y le sacara la camisa suelta.
Andrew la tiró a un lado y no miró para ver donde aterrizaba. Estaba
más interesado en las cicatrices y hematomas que cubrían el frente
de Neil.
Andrew alcanzó las vendas en las muñecas de Neil, y Neil lo dejó
rasgar las cintas y la gasa. Las costras se veían peor ahora que las
que tenía cuando aterrizó en Carolina del Sur. Abby tenía razón;
necesitaba dejar que sus heridas se ventilaran. Neil recorrió su
mirada desde las feas líneas que cruzaban sus muñecas hasta la
cara de Andrew. No estaba seguro de lo que estaba buscando: un
indicio de la violencia del miércoles o al monstruo del último
semestre, perturbado y alegre. No obtuvo nada. Andrew parecía mil
años alejado de todo, distante e indiferente.
En el hombro derecho de Neil había una cicatriz de quemadura,
cortesía de ser golpeado por una plancha. Andrew le puso la mano
izquierda, las yemas de los dedos calzaban perfectamente con las
protuberancias que los agujeros de la plancha habían dejado. Su
pulgar derecho encontró la carne arrugada de una bala. Neil había
dormido con su chaleco antibalas durante casi un mes después de
esa llamada cercana, demasiado asustado para quitárselo. Su
madre tuvo que intimidarlo para que se lo quitara el tiempo
suficiente para lavarse.
—Alguien te disparó —dijo Andrew.
—Te dije que alguien estaba detrás de mí —dijo Neil.
—Esto —Andrew clavó sus dedos con más fuerza en la marca de
la plancha—, no es por andar corriendo por tu vida.
—Mi padre me lo hizo. La gente fue a hacerme preguntas sobre
su trabajo. No dije nada, pero tampoco me quedé quieto el tiempo
suficiente. Él me golpeó tan pronto como la puerta se cerró detrás
de ellos. Es por eso que te dije que mi nombre es Abram —dijo Neil
—. No quise darte el nombre de mi padre porque no quiero que
nadie me llame nunca más así. Lo odiaba.
Andrew estuvo callado por mucho tiempo, luego dejó caer su
mano sobre los cortes que Neil tenía en su estómago.
—Renee dijo que rechazaste nuestros cuchillos. Un imán de
asesinos como tú no debería caminar desarmado.
—No lo estoy —dijo Neil—. ¿Pensé que ibas vigilar mi espalda
este año? —Andrew lo miró de nuevo, con una expresión
indescifrable. No dijo nada, entonces Neil lo presionó— No eres
realmente un sociópata, ¿o sí?
— Nunca dije que lo era.
— Dejas que lo digan sobre ti —dijo Neil—. Podrías haberlos
corregido.
Andrew lo rechazó.
— Lo que la gente quiere pensar de mí no es mi problema.
— ¿El entrenador lo sabe?
— Por supuesto que lo sabe.
— ¿Entonces tu medicina…? —Neil preguntó.
— ¿Eran esas píldoras realmente antipsicóticas?
— Haces muchas preguntas —dijo Andrew, y lo dejó solo para
que se vistiera.
Neil encontró al grupo de Andrew en el pasillo cuando terminó.
Nicky le dio una amplia sonrisa de aprobación a las nuevas ropas.
Aarón no miro tanto a Neil. Kevin revisó la cara de Neil en busca de
manchas en el maquillaje, pero no dijo nada. Andrew solo esperó el
tiempo suficiente para escuchar la cerradura deslizarse en su lugar y
comenzó a bajar las escaleras. Tenía dos cigarrillos encendidos
antes de llegar al segundo piso y le pasó uno por encima de su
hombro a Neil. Neil se aferró a él hasta que llegaron al auto.
Nicky le lanzó una mirada extraña mientras abría la puerta de
atrás.
— Tú no fumas.
— No —estuvo de acuerdo Neil, y frotó la mitad del cigarrillo con
su zapato. Guardó la otra mitad para más tarde. Él se metió en el
asiento del copiloto antes de que Nicky pudiera preguntar algo más
y se puso el cinturón. Los otros no tardaron en amontonarse en el
automóvil, y Andrew los tenía en la carretera tan pronto como se
cerró la última puerta.
Neil hubiera estado feliz de nunca volver a pisar Columbia
después de lo que sucedió en noviembre, pero los otros parecían
indiferentes. Entraron en el estacionamiento de “Sweetie” como si
nada malo hubiera sucedido en esta ciudad y tomaron el primer
puesto disponible. Nicky divagó largamente sobre sus clases, pero
Neil no pudo concentrarse en sus palabras. Las dejó entrar por un
oído y salir por el otro y comió su helado en silencio.
Eden's Twilight estaba tan ocupado como de costumbre. Un gorila
estaba sentado en un taburete revisando las identificaciones
mientras que el otro vigilaba la entrada. El primero realmente saltó
sobre sus pies al ver el auto de Andrew en la acera. Neil se quedó
atrás mientras Nicky y Aarón soportaban vigorosos apretones de
mano y palmadas en la espalda. Uno de los gorilas le dijo algo a
Aarón en voz baja, pero con una expresión intensa. Neil supuso que
era una promesa de apoyo en el próximo juicio, a juzgar por el
asentimiento agradecido de Aarón. Miró a Andrew, que estaba
esperando en el asiento del conductor para un pase en el
estacionamiento VIP, pero Andrew estaba mirando el tráfico que se
aproximaba en lugar del espectáculo en la puerta. Finalmente, Nicky
recibió un pase de uno de los gorilas y se lo pasó.
Andrew se fue mientras los otros entraban. Neil siguió a Kevin a
través de la multitud, empujando cuerpos sobrecalentados y
haciendo una pequeña mueca cuando el bajo sonaba
estrepitosamente en los parlantes. No había mesas desocupadas,
por lo que terminaron en el mostrador de la barra. No tomó mucho
tiempo para que Roland los viera y casi dejara caer su coctelera.
Tan pronto como terminó sus órdenes se dirigió en línea recta hacia
ellos.
—Estaré condenado —dijo—. Estaba empezando a pensar que
no los volvería a ver.
—Como si pudiéramos permanecer lejos para siempre —dijo
Nicky—. Simplemente no habría sido lo mismo sin Andrew.
— ¿Andrew salió, entonces? —Roland preguntó con obvio alivio
—. Nos mató cuando escuchamos las noticias Ojalá pudiéramos
haber hecho algo, cualquier cosa. —Tú —dijo mirando a Aaron —
eres un héroe. Todos te apoyamos aquí, ¿entiendes? Si ellos
intentan hacer que cualquiera de estos cargos de mierda te atasque,
vamos a marchar a la corte. Ese tipo tiene lo que se merecía y todos
lo saben.
—Gracias —dijo Aaron.
Roland sirvió una ronda de shots. Había visto a Neil tal vez una
docena de veces antes y sabía que no bebía, pero puso un shot a
medio camino entre ambos en caso de que se sintiera festivo. Neil lo
dejó donde estaba y los vio beber. Roland tenía una segunda ronda
lista para el momento en que Andrew los alcanzó. Andrew se deslizó
limpiamente en la estrecha brecha entre Kevin y Neil.
—Bienvenido de nuevo a la tierra de la libertad —dijo Roland—.
Yo diría “y a la sobriedad”, pero sé que no durará mucho. Salud.
Disminuyeron sus shots con facilidad. Roland comenzó a
configurar su habitual bandeja. Iba por la mitad cuando finalmente
se desocupó una mesa. Neil se quedó atrás con Andrew mientras
los otros fueron a reclamarla. Andrew bebió el shot de Neil cuando
lo vio. Roland hizo una pausa entre las bebidas para volver a
llenarlo. Esta vez lo deslizó un poco más cerca de Neil.
—Suéltate un poco. Es una ocasión especial —dijo Roland.
—Es el final de siete semanas de duro trabajo —dijo Neil.
Andrew no perdió el aliento discutiendo. Bebió el segundo shot de
Neil y Roland no intentó llenar un tercero. Cuando Roland terminó
de mezclar bebidas, Neil abrió un camino para que Andrew llevara la
bandeja. Los otros se lanzaron, pero Andrew bebió su parte de las
bebidas más lento de lo que Neil lo había visto alguna vez. Neil
asumió que su tolerancia estaba en la cuneta después de dos
meses secos. Andrew le había contado el año pasado que siempre
sabía cuál era su límite. Neil se preguntó si Aaron y Nicky habían
visto alguna vez a Andrew borracho. De alguna manera, lo dudaba.
Compartieron el polvo de cracker como grupo, y Aaron y Nicky
desaparecieron. Kevin siguió con las incursiones de las bebidas.
Andrew miró la multitud y bebió su bebida a paso de tortuga. Neil no
sabía qué decir a cualquiera de ellos, por lo que se mantuvo
ocupado. Cambió los vasos llenos que quedaban en la bandeja por
los vacíos que cubrían la mesa y se dirigió a la barra. Roland fue
con él tan pronto como pudo. Neil se cruzó de brazos en el
mostrador de la barra y vio a Roland mezclar el siguiente lote.
—Entonces Andrew finalmente se rindió, ¿eh? —Roland dijo—.
Eso se ve bastante mal.
Neil levantó la mirada para verle la cara, pero Roland estaba
mirando sus muñecas. La nueva camisa era de manga larga, pero
estaba hecha de un material delgado para que pudiera respirar
tranquilo en un club lleno. Los extremos se habían deslizado un
poco sobre sus antebrazos cuando se cruzó de brazos. Tiró de los
dobladillos hacia abajo, sabiendo que era demasiado tarde para
esconder las laceraciones medio curadas. Al hacerlo, se dio cuenta
de que el estruendo de las palabras de Roland eran todas risas
ahogadas.
Roland sonrió disculpándose cuando Neil lo miró con el ceño
fruncido.
—Me preguntaba si estar limpio curaría esa regla de no tocar que
tiene. Tiene sentido de que no lo haría, ahora que sabemos sobre…
—Roland negó con la cabeza y visiblemente se tragó su ira—. No sé
si decir 'gracias' por aliviar mi curiosidad o 'lo siento' ya que la
sobriedad obviamente ha exacerbado el problema. Solo para que
sepas, hacen puños acolchados. Deberías mirarlos.
—El problema —repitió Neil, perdido—. ¿Qué regla de no tocar?
Roland pareció sorprendido, luego confundido.
— ¿No lo sabes? Pero entonces…
—Me hice esto en una pelea —dijo Neil.
— ¿Por qué Andrew me haría esto?
—Uh, no lo sabes —dijo de nuevo Roland, ya no era una
pregunta, sino un retroceso en la conversación.
— ¿Sabes qué?, olvidemos lo que dije. No, en serio —dijo cuándo
Neil abrió la boca para discutir.
— Oye, aquí. Tus bebidas están hechas. Tengo que controlar al
resto de mis clientes.
Desapareció antes de que Neil pudiera obtener más de un “Qué”.
Miró alrededor de él, pero no había respuestas. Tomó la bandeja
con manos inestables y la llevó a la mesa. Quería enviar a Kevin
lejos, pero Andrew nunca lo dejaría ir sin un guardia.
Afortunadamente, Kevin no podía hablar ni una palabra en alemán.
Se sentó de costado en su silla, frente a Andrew, y dijo:
— ¿Por qué Roland cree que me estás atando?
Andrew vaciló con su vaso a medio camino de su boca. Él miró
hacia abajo, las manos de Neil estaban apretadas en el borde del
asiento entre sus rodillas. Neil no miró para ver si las cicatrices se
veían de nuevo. Él no podía apartar los ojos de la cara de Andrew.
Por fin Andrew puso su shot lleno de vuelta en la bandeja. No lo
soltó por completo, sino que tocó con los dedos el borde en un ritmo
desigual. Pareció una eternidad antes de que finalmente arrastrara
su mirada de las manos de Neil a su cara.
—Presumiblemente él piensa que eres tan malo en seguir las
instrucciones como él —dijo— Roland sabe que no me gusta que
me toquen.
—Eso no responde mi pregunta.
—Es la respuesta —dijo Andrew—. Reformula la pregunta si no te
gusta.
—Quiero jugar otra ronda —dijo Neil—. ¿Qué está fuera de la
paga del entrenador?
Andrew se movió en su asiento para mirar a Neil y apoyó su codo
en la parte de atrás de su silla. Acunó su rostro en su mano y lo
observó. No lo miró en absoluto molesto por el interrogatorio
repentino, pero esa calma no hizo nada para aliviar el estómago
carcomido de Neil.
—Cuando el entrenador nos firmó, prometió mantenerse alejado
de nuestros problemas personales. Dijo que la junta le pagó para
ser nuestro entrenador, nada más y nada menos.
Esa respuesta no fue mucho mejor. Neil no estaba seguro de
seguir empujando, pero si no entendía la verdad ahora, sabía que
nunca lo haría.
—No pensé que era un problema personal. Me odias,
¿recuerdas?
—Cada pulgada de ti —dijo Andrew—. Eso no quiere decir que no
te la chuparía.
El mundo se inclinó un poco hacia los lados. Neil plantó sus
zapatos con más fuerza en el piso para no caer.
—Te gusto.
—Te odio —lo corrigió Andrew, pero Neil apenas lo escuchó.
Por un momento vertiginoso, lo entendió. Recordó la mano de
Andrew sobre su boca en Exites mientras se retiraba de la
conversación. Pensó en Andrew cuando se rendía ante su
insistencia y lo sostenía cuando Neil lo necesitaba más. Andrew lo
había llamado interesante y peligroso y le había dado las llaves de
su casa y su auto. Había confiado en Neil con Kevin porque Kevin
era importante para ambos y sabía que Neil no lo decepcionaría.
Neil trató de juntar las piezas, pero cuanto más empujaba, más
rápido caía. No tenía sentido. Él no sabía lo que se suponía que
debía pensar. Podría ser una mentira, pero sabía que no lo era.
Andrew era un montón de cosas desagradables, pero ser un
mentiroso patológico no era una de ellas.
La honestidad convenía a Andrew porque él era un instigador del
corazón y sus opiniones a menudo no eran populares.
Necesitó de tres intentos para encontrar su voz.
— Nunca dijiste nada.
— ¿Por qué debería haberlo hecho? —Andrew se encogió de
hombros— Nada saldrá de eso.
— Nada —repitió Neil.
— Soy autodestructivo, no estúpido —dijo Andrew—. Lo sé mejor
que nadie.
No había nada que Neil pudiera decir excepto,
— Está bien —pero no sonaba bien y no se sintió bien. ¿Qué se
suponía que debía hacer con una verdad como esta? Estaría muerto
en cuatro meses, cinco si tenía suerte. No quería esto para nadie,
menos para Andrew. Andrew dijo todo el año… se lo había dicho a
la cara de Neil esta semana… que no quería nada. No debería ser
la excepción a esa regla.
Andrew bajó su shot y dejó caer descuidadamente el vaso sobre
la bandeja. Sacó su paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero y se
puso de pie para revisar el contenido.
Debería haberlo dejado irse sin oposición, pero dijo:
— Es tu turno.
Andrew sacudió un cigarrillo en su mano y lo apoyó entre sus
labios. El paquete estaba seguro escondido nuevamente antes de
mirar a Neil.
— No tengo que tomarlo ahora.
Neil lo miró mucho después de que desapareciera entre la
multitud. No se dio cuenta de que Kevin estaba diciendo su nombre
hasta que finalmente Kevin empujó su hombro para obtener su
atención. Saltó como si hubiera recibido un disparo y puso su
atención en él. Lo que Kevin vio en su cara, fue suficiente para
matar su curiosidad. Kevin cerró lentamente la boca, retiró la mano y
volvió a beber.
Pasó una hora antes de que Andrew regresara. Él no dijo otra
palabra esa noche y Neil estaba feliz de darle su espacio. Aaron y
Nicky finalmente regresaron, borrachos y agotados, se fueron todos
juntos. La casa de los primos no estaba lejos, pero no había
suficientes camas para los cinco.
Kevin tomó el sofá, por lo que Neil se acurrucó en una silla con
una manta de repuesto.
Pasaron horas antes de que pudiera dejar de pensar lo suficiente
como para dormir.
CAPÍTULO CUATRO

Traducido por: Diana C.


Corregido por Vaughan

El lunes Kevin retomó los entrenamientos nocturnos, pero se negó


a llevar a Neil consigo. La tarde del martes a regañadientes Abby le
dio a Neil el visto bueno para regresar a la cancha, siempre y
cuando no fuera demasiado tosco en los movimientos “scrums”. Neil
a penas se quedó con ella el tiempo suficiente para escuchar el —ok
— antes de ir por su equipo.
Los Zorros ya estaban en el campo, dado que Abby se había
presentado dos horas tarde para practicar, pero Dan ordenó que el
entrenamiento de detuviese tan pronto como Neil golpeó la puerta.
Ella y Matt recibieron la llegada de Neil al campo con triunfantes
vítores. Nick chocó su palo contra el de él en su camino hacia Kevin.
— Si no puedes jugar, no lo hagas. —Dijo Kevin.
— Lo sé —respondió Neil.
— Si algo se tensa, me retiraré de la cancha.
Kevin le dio una mirada desconfiada, pero no argumentó nada
más.
En verdad dolió, casi de inmediato, pero era casi un alivio ejercitar
sus adoloridos músculos. Neil mantuvo un paso calmado porque
Abby y Wymack lo estaban observando desde las laterales. Cuando
finalmente tuvo que detenerse y estirarse, temió que lo sacaran. No
lo hicieron, así que volvió al juego lleno de entusiasmo. Después,
Wymack los sentó a todos en los vestidores para repasar lo bueno y
lo malo del día.
Cuando hubo terminado miró a Neil y dijo:
— ¿Todo bien?
— Todo bien —dijo Neil e inclinándose un poco fuera de la mirada
asesina de Kevin comentó:
— Si en estos momentos no estuviera adolorido, me preocuparía;
pero no es lo suficiente para ser una molestia. Pero puedo alcanzar
mi límite si los pases altos empiezan a tirar demasiado duro mis
puntos.
— ¿Era eso tan difícil de decir desde el primer momento? —Dan
preguntó irónicamente.
— Así lo hice. Desde la primera vez lo dije —contestó Neil.
— Estoy bien.
—A lo que te refieres es que eres un caso perdido o un obsesivo
—dijo Nicky sonriendo.
—Bien —habló Wymack—. Mañana irás al gimnasio, Neil. Ve a un
ritmo relajado durante los primeros días, ¿de acuerdo? Adapta el
circuito como sea necesario y déjame saber sobre lo que no esté
funcionando. Lastímate aquí no allá —Wymack seguramente notó la
desaprobatoria mirada que Abby le disparó, pero la ignoró.
— Entonces, eso es todo por hoy. Empaquen y retírense.
Ellos se lavaron y se dirigieron al dormitorio. Dan siguió a Matt y
Neil a su cuarto. Neil lo tomó como una señal para desaparecer,
pero Dan le hizo señas para que no se apartara de ellos. Cuando
ella supo que Neil lo había entendido, se sentó sobre el sofá y
abrazó sus rodillas contra su pecho.
—Así que está de vuelta a la vida, como siempre —dijo Dan—.
Me refiero a lo nuestro y lo de ellos. Fue divertido el mes pasado
¿no es así? Me gustaron nuestras cenas grupales y las noches
fuera.
—Se siente como si estuviéramos de vuelta a donde empezamos
en Agosto —Matthew concordó.
—Si hubiéramos sabido lo que Andrew tramaba en nuestra contra,
podríamos haber peleado contra ello —dijo Dan.
Tamborileo un ritmo agitado con sus dedos sobre su rodilla por un
minuto para después mirar directamente a Neil.
— ¿Cómo hiciste que dejará de hacer que nos tropezáramos en la
práctica del otro día?
Neil lo redujo a la más cruda y simple verdad.
— Se lo pedí.
— ¿Se lo pediste? —Matt, preguntó; casi sonando como una
acusación.
— Dijiste lo mismo acerca de Halloween y los padres de Nicky. En
serio, Neil. ¿Cómo es qué continúas convenciéndolo de hacer cosas
que a todas luces no quiere hacer? ¿Es soborno o chantaje?
Dan le lanzó una indescifrable mirada a Matt y dijo,
—Sin presiones, Neil. Sin hablar mierda. Andrew está sobrio
ahora y sé que eso cambia las reglas del juego, pero ¿crees poder
traerlos de vuelta a nosotros?
—No lo sé —admitió Neil.
— Puedo intentarlo, pero —continuó con la mirada entre ellos—
alguien necesita trabajar en Aaron. Nicky quiere ser tu amiga y
Kevin sabe que el equipo es más fuerte como un todo, pero Aaron
está tan empeñado contra nosotros como Andrew lo está. Lo cual no
tiene ningún sentido, porque apoyar a Andrew significa ocultarse de
Katelyn. Si Aaron está dispuesto a hacer eso sin pelear, esto no es
una decisión exclusiva de Andrew. Tiene que ver con ambos.
Dan parecía pensativo,
—Katelyn debe saber algo. Ninguna chica que se respete a sí
misma toleraría esto a menos que hubiera una buena razón. Si ella
no habla, ¿crees que puedes sacar algo de Aaron, Matt? Dijiste que
ha estado mejor desde Navidad, ¿cierto?
—Vale la pena intentarlo —dijo Matt.
— ¿El entrenador ya te entregó nuestro horario?
— Está sobre algún lugar de mi escritorio —contestó Dan.
— Tan pronto como lo desentierre te mandaré un mensaje con su
agenda.
— Está bien. Lo veré si no puedo encontrarlo allí.
— Déjame intentarlo primero con Katelyn —propuso Dan,
moviéndose para sacar su teléfono del bolsillo y teclear un rápido
mensaje.
— No quiero que Aaron le diga que estamos intentado
entrometernos —Matt asintió, pero Dan observaba su teléfono como
si fuera a recibir una respuesta de él. No tomo demasiado tiempo,
cuando este sonó. Dan le dio vueltas al asunto con Katelyn un par
de veces y después de ello se levantó.
— Bien, me iré por un momento. Puede ser un buen rato, así que
coman sin mí. Deséenme suerte.
—Suerte —le deseó Neil, mientras Matt le daba un beso de
despedida.
Neil and Matt terminaron comiendo junto con Renee y Allison en el
cuarto de las chicas. La elección de película de Allison fue
inmediatamente vetada, por lo que esta decidió lanzar la democracia
por la ventana poniendo la película de todas formas. Probablemente
era la peor cosa que Neil había visto jamás, pero al menos ayudó a
matar el tiempo.
Y estuvo perdonado de los últimos quince minutos de melodrama
y de actuación pésima porque Kevin estaba listo para dirigirse a la
cancha. Se encontraron con Andrew en el auto.
Aaron se tumbó sobre el sillón, mientras que Kevin se adelantó a
cambiarse. Neil vaciló, y decidió esperar por Kevin, para después
cambiar de idea de nuevo. Neil se posicionó detrás del sofá
doblando sus brazos a través del respaldo de este, y miró hacia
abajo a donde Andrew se encontraba. Andrew tenía un brazo
doblado debajo de su cabeza y otro sobre sus ojos bloqueando
cualquier rayo de luz.
—Uno de estos días deberías practicar con nosotros —dijo Neil
quien no se sorprendió cuando Andrew no respondió, pero por
supuesto, él no se iba a rendir tan fácilmente.
— ¿Por qué siquiera empezaste a jugar si no estabas dispuesto a
entrenar?
— Era una mejor celda que la otra alternativa.
Esa era una de las cosas en la que los reporteros más les gustaba
insistir cuando Kevin se convirtió en un elemento fijo en el equipo de
Andrew: Kevin había sido criado en Evermore, rodeado por lo mejor
y prácticamente nacido con una raqueta en la mano, mientras
Andrew había aprendido Exy cuando estaba encerrado en un centro
de detención juvenil. Neil tenía un artículo de una extensión de
página y media en su cuaderno sobre eso. Estaba burdamente
titulado como El Príncipe y El Mendigo y su enfoque estaba puesto
en que tan condenada era su amistad. El escritor pensó que su
disposición hacia Exy y sus respectivos orígenes eran tan diferentes
que ninguno de ellos permanecería junto al otro por un largo tiempo.
Neil asumió que el Oficial Higgins era la razón por la que Andrew
había terminado en uno de los mejores centros en California. Se
enfocaba en rehabilitación a través de disciplina y empoderamiento,
lo que significaba que todos los internos practicaban deportes en
equipo. No había suficiente espacio para un campo de juego
completo, pero un oficial confirmó en una entrevista que dentro de
las instalaciones del centro poseían un campo de la mitad de
tamaño de uno normal. Ocasionalmente los mejores de los mejores
portados de los aspirantes a jugadores de Exy iban en viajes de
campo y competían con los equipos del vecindario.
Neil no culpaba a Andrew por pensar que el campo de juego era
un mejor lugar que una celda, pero el dudaba que Exy fuese el único
deporte que el centro ofrecía. Andrew debía haber elegido Exy por
alguna razón. Neil asumió que la naturaleza violenta del juego lo
atraía, pero Andrew era un guardameta. Él había tenido contadas
oportunidades de inmiscuirse en violencia sin sentido. Él comentó
todo a esto a Andrew y obtuvo un leve encogimiento de hombros
como respuesta.
— El oficial me lo asignó —respondió Andrew—. No había otra
forma en la que pudiera jugar.
— ¿Pensaron que lastimarías a alguien si eras dejado libre en la
cancha? —preguntó Neil, aunque Andrew no respondió; Neil tomó
su silencio como una confirmación e intentó infructuosamente
imaginarse a Andrew en otra posición.
— Creo que es mejor de esta forma, contigo como la última línea
de defensa. Nos dejas correr a nuestro gusto en el campo y limpias
a nuestras espaldas. Juegas el juego como juegas tu vida. Esa es la
razón por la que eres tan bueno en ello.
Neil levantó la vista cuando una puerta fue abierta desde el
vestíbulo. Kevin venía en busca de él, ya cambiado en su equipo y
luciendo molesto por el retraso. Se detuvo en seco cuando se
percató que estaban hablando. Kevin aún no le había preguntado a
Neil sobre lo que sucedió el viernes. Neil no sabía si ya le había
preguntado a Andrew, pero dudaba que Andrew fuese capaz de
explicarlo.
De acuerdo con Renee, sólo ella y Neil sabían que Andrew era
gay. Neil no tenía idea como es que Wymack se había enterado.
— Ya voy —dijo Neil sin enderezarse.
Kevin levantó un dedo en una amenaza de un minuto y se
marchó. Neil escuchó hasta que la puerta trasera se cerró antes de
volver a mirar a Andrew.
— Tampoco soy un delantero por elección —retomó.
— Era defensa en las ligar menores. Riko lo recuerda porque fui
parte de la línea de golpeo con él y Kevin. Me hizo jugar como
defensa con sus Cuervos en Navidad.
Eso finalmente hizo que Andrew se relajara.
—Ligas menores —dice él. Recuerdo claramente como les dices a
las personas que aprendiste a jugar en Millport.
—Parcialmente verdad —confirmó Neil—. Sabía cómo jugar a
Exy. Sólo no sabía cómo jugar en posición ofensiva. No quería ser
un anotador, pero el entrenador Hernández no tenía espacio en su
línea defensiva. Era anotador o nada, y tenía tantas ganas de jugar
como para rechazarlo. Ahora no puedo imaginarme jugando en una
posición distinta.
Andrew no dijo nada por un tiempo, hasta:
—Eres más un mapache que un zorro.
Neil se le quedó viendo
— ¿Qué?
— Un mapache —dijo Andrew y gesticuló sosteniendo el balón en
frente de su rostro.
— Exy es el objeto brillante de tu pequeño y triste mundo. Ya
sabes, me refiero a ti siendo cazado y estás al tanto ¿no? los perros
de caza se están acercando, pero tú no lo dejarás ir para salvarte.
Una vez me dijiste que no entendías porque una persona
activamente intentaría morir, pero mírate, aquí estás. Supongo que
esa fue otra mentira.
— No intento morir —Neil dijo.
— Esta es la forma en la que me mantengo vivo. Cuando estoy
jugando, siento que tengo el control sobre algo. Siento como si
tuviera el poder de cambiar las cosas. Me siento más real allá fuera
de lo que jamás me he sentido en otro lado. A la cancha no le
importa cuál es mi nombre, ni de dónde vengo o a donde iré
mañana. Me deja existir, ser lo que soy.
— Es una cancha —intervino Andrew.
— No te deja hacer nada.
— Sabes a lo que me refiero.
— Te equivocas.
— Porque no tienes nada, ¿no es así? —Neil dijo, un reto
silencioso.
— Nada te afecta como eso. Nada se mete debajo de tu piel.
— Al menos lo pilló al final —caviló Andrew—. Le tomó un año.
— ¿De qué estas asustado?
— Las alturas.
— Andrew.
— Si haces que Kevin venga a buscarte vas a lamentarlo.
Neil se levantó del sofá sin decir una palabra más y se fue a
cambiar. Tiró de su equipo con más fuerza de la que era
estrictamente necesaria, pero aún estaba zumbando molestia
cuando se paró en el campo de juego. Ser regañado por llegar
tarde, tampoco ayudó a mejorar su estado de ánimo. Neil casi le
recuerda a Kevin que no existía una agenda mandataria sobre sus
sesiones de entrenamiento extra, pero no había sentido en hacerlo.
Estaban aquí porque tenían trabajo que hacer.
Neil realizó todo el entrenamiento tan rápido y fuerte como pudo,
sabiendo que lo lamentaría en la mañana. No le importó. Pensar era
más difícil cuando todo dolía. El agotamiento finalmente había
exterminado lo último de su enfado y para el tiempo en que dejó el
campo, no estaba sintiendo mucho de nada.
Su paso letárgico duro hasta que Neil dejo las duchas y encontró
a Kevin sentado en una banca de los vestidores. Su severa mirada,
indicaba que no estaba ahí dado a un acto de cortesía.
— ¿Lo arreglaste? —preguntó Kevin.
— ¿Arreglar qué? —inquirió Neil.
— No actúes como un imbécil. Si estás aquí espero que estés
aquí —él dijo poniendo énfasis en la última palabra.
— El segundo en el que tus problemas con Andrew interfieren con
el juego, se convierte en nuestros problemas también. ¿Quieres que
ganemos o no?
—No me sermonees como si no supiera lo está en riego.
—Me dijiste que me enfocara en el equipo —dijo Kevin—. Eso es
lo que estoy haciendo: asegurándome de que tú no pongas en
peligro nuestro éxito.
—No estoy poniendo en peligro nada. Me retrasé dos minutos
porque le ofrecí a Andrew venir a practicar con nosotros.
—Fueron cinco, y no le preguntes de nuevo. No necesitamos que
este ahí como si nos hiciera un favor. Tiene que venir por su propia
voluntad o no significará nada —Kevin se puso en pie e hizo un
mordaz gesto a Neil para que lo siguiera.
— Nos vamos.
Caminaron con Andrew desde la sala hasta el vestíbulo donde se
separaron. Matt ya estaba dormido, pero había dejado la lámpara de
escritorio encendida, así que Andrew pudo moverse alrededor sin
problemas. Neil se cambió bajo la tenue luz. Cuando se dirigía a su
cama con intenciones de apagar la lámpara, encontró una
garabateada nota pegada al interruptor de la luz.
— Estabas en lo cierto —decía.
Neil puso la nota en un cajón de su escritorio y se fue a dormir. No
había ningún punto en preguntarse acerca de ello cuando de todas
formas estarían despiertos en cinco horas, así que dejo sus
pensamientos a un lado y se permitió entregarse sueño. Parecía
que apenas había cerrado sus ojos cuando la alarma sonó. Neil giró
para apagarla y casi gruñó de lo adolorido que se encontraba.
Tendría que haber reducido el nivel de la práctica de hoy si no
quería que Wymack lo reprendiera.
Matt tenía sus zapatos puestos antes de que estuviese lo
suficientemente despierto para hablar, aunque aún iba con sus
cordones medio hechos cuando se dirigió a Neil.
— Estabas en lo cierto. Hicieron una promesa. Me refiero a Aaron
y Andrew. Eso es lo que Aaron le dijo a Katelyn. Andrew hizo un
trato con Andrew en el correccional juvenil: Si Andrew se quedaba a
su lado hasta la graduación, Aaron haría lo mismo por él. Sin
amigos, sin novias, nada. Aaron ni siquiera podía socializar con sus
compañeros de equipo.
Neil peinó su cabello con los dedos y comprobó el vendaje sobre
su mejilla.
— Aaron debió referirse a la graduación de preparatoria. Lo
renovaron cuando firmaron el contrato para jugar aquí.
—Ahora Katelyn también está en escena, pero Aaron no peleará
por ella—. Matt sacudió su cabeza y terminó de anudarse los
cordones.
— Katelyn le dijo a Dan lo que Andrew le hizo a las ex de Aaron.
Si Katelyn no está atemorizada de Andrew, entonces tampoco está
segura de él. ¿Está Andrew tan loco que en serio intentaría agredir
a alguien tan importante para Aaron?
—Aaron hizo una promesa —dijo, eligiendo sus palabras con
cuidado.
— Andrew lo forzará a mantenerla. No es tan loco como suena.
Neil casi se había olvidado de que tan ingenuos eran los de
grados superiores en lo que se refería a la relación de los gemelos.
Él mismo no lo había descubierto hasta su segundo viaje al
Crepúsculo de Edén, pero ahora la guerra fría entre ambos era
dolorosamente obvia. La importancia que Katelyn tenía para Aaron
era lo que la ponía en peligro. Si Aaron no luchaba por ella ¿era por
qué estaba demasiado asustado de hacerle frente a su hermano o
por qué realmente pensaba que no había ninguna ganancia en
seguirle el juego?
Y más importante, ¿por qué Andrew habría de extender el trato?
¿Estaba Andrew aun castigando a Aaron por ponerse del lado de su
madre o pensaba que suficiente tiempo haría una diferencia? Lo
último sonaba demasiado disparatado, pero Neil estaba inclinado a
creerlo. Cuando Drake había dejado a Andrew hecho un sangriento
y conmocionado desastre en Columbia, la única cosa que le
importó, la única persona a la que necesitaba ver, fue Aaron. Su
propio trauma dejado en segundo plano, preocupándose
únicamente en la sangre salpicada sobre la cara de su hermano.
Andrew y Aaron se habían atrapado a sí mismos en un callejón
sin salida. Ninguno de ellos estaba dispuesto a tratar de arreglar sus
problemas o simplemente dejarlos ir. Noviembre debió haber sido el
catalizador, pero el arresto de Aaron y el exilio de Andrew a
Easthaven significaron que ellos se recuperarían lejos el uno del
otro. Andrew tenía una semana de vuelta y Neil estaba seguro de
que ellos no habían hablado acerca de esa noche al igual que nunca
habían hablado de las razones detrás de la muerte de Tilda Minyard.
Andrew ignoraría a Neil si él sacaba el tema a colación y Neil
tampoco tenía un secreto lo suficientemente grande para hacer que
Andrew se acercara a su hermano. Kevin no se involucraría y
Andrew sólo haría a Nicky a un lado si este lo intentaba. Wymack
había prometido mantenerse alejado de sus problemas personales,
aunque él ya había traspasado esa línea el otro día en el nombre de
la seguridad de su propio equipo. Renee podría mantener la
atención de Andrew el tiempo suficiente para plantear el
pensamiento de la reconciliación en su cabeza, pero Aaron no tenía
ningún interés en cualquier cosa que Renee pudiese decir.
Eso dejaba lugar a muy pocas opciones, y Neil había borrado el
número de Betsy Dobson de su teléfono el mismo que Andrew la
programó cono un contacto de emergencia. Aaron dijo que él no
había hablado con Betsy, pero debía haber notado el apego que
Andrew tenía con ella. Tal vez la dejaría mediar en una reunión
privada. Si se rehusaba, Katelyn podría darle el empujoncito final
que necesitara. Que Andrew accediera a eso sería el verdadero
problema. Incluso si la sobriedad no había diezmado su opinión
sobre Betsy, convencerlo de que se abriera a Aaron acerca de todo
lo que estaba pasando rondaba el borde de lo imposible.
Distraídamente se preguntó si Betsy sabría que los dos hermanos
tenían problemas.
— ¿Neil?
Neil alzó la vista para encontrarse con un vacilante Matt a la
entrada de la habitación. Ni si quiera notó cuando Matt había dejado
la habitación, demasiado abstraído en sus pensamientos. Matt
parecía un poco perplejo de encontrar a Neil en el mismo sitio en el
que lo había dejado.
— ¿Estás bien? Tenemos que irnos.
Si Neil llegaba tarde dos veces seguidas, Kevin probablemente lo
mandaría a la banca sin pensarlo. Neil sacó sus llaves de la
cómoda.
— Estoy bien, ¿te dio Dan el horario del nuevo tutor de Andrew?
—Cuando Matt asintió, Neil continuó.
— He cambiado de plan. Lidiaré con él. Tengo una idea.
Matt le envió el texto a Neil, mientras este aseguraba la puerta
detrás de ellos. Neil sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, pero dejo
el mensaje sin leer durante su camino al estadio. Su pantalla era
demasiado pequeña para que alguien leyera el mensaje sobre sus
hombros, pero Nicky querría saber quién le estaba mandando
mensajes a Neil tan temprano en el día. Neil tendría que obtener los
números de Betsy and Katelyn después. Si era afortunado, Dan
tendría guardados ambos números en su teléfono.
Pasaron la mañana de práctica realizando circuitos de fuerza en el
gimnasio. Neil regresó junto con la gente de Andrew, pero se detuvo
en el cuarto de las chicas para retocar sus moretones. Se veía mejor
estando a una semana lejos del alcance de Riko, pero tendría que
cubrirlos por un par de días más. A pesar de que mucho después de
que todo hubiese sanado, Neil tendría un vendaje sobre su cara, y
de que todavía no le había dicho a los de clases superiores lo que
estaba ocultando de ellos. Neil pensó sobre ello mientras Allison
ponía manos a la obra. La gente de Andrew y el staff lo sabía, lo que
significaba que no había ningún punto en tratar de ocultarlo más.
— Allison —él dijo, una advertencia de que estaba a punto de
moverse.
Ella retrajo su mano un poco, y Neil alcanzó la cinta sobre su cara.
Neil no sabía dónde era seguro tocar, dado que su mejilla se
sentía fría gracias al corrector anti-ojeras con el que Allison la había
cubierto. Sin embargo, ella entendió lo que estaba tratando de hacer
y apartó su mano fuera del camino. Allison cortó el borde de la cinta
con sus largas uñas y retiró el vendaje en un movimiento fluido.
Le tomó un segundo darse cuenta de lo que está viendo y
ponerse en pie con un chillido.
— ¿Estás bromeando?
Dan estaba en la cocina devorando su desayuno y Renee estaba
en su habitación, pero el estallido de Allison las hizo salir corriendo.
Dan estaba a la derecha de Neil, por lo que ella lo vio primero. Ella
se paralizó, pero sólo por un momento. Un latido del corazón más
tarde cruzó la habitación y se sentó en el sillón donde Allison había
estado apenas unos segundos antes. Neil no sabía que Dan podía
moverse tan rápido.
— Esto es una broma —dijo Dan sujetando la barbilla de Neil.
— ¿Neil?
— Me dijo que me transfiriera a Los Cuervos —respondió Neil—.
Dijo que podría terminar este año con Los Zorros, pero que me
movería a Edgar Allan este otoño. Me firmaron en preparación y no
pude detenerlos. Quería que lo supieras en caso de que Riko dijera
algo acerca de eso. Aún soy un Zorro, sin importar lo que él diga. Yo
no habría firmado sus papeles.
— Deshazlo —Dan dijo.
— Es permanente —aseguró Neil.
— Nada es permanente. Deshazlo —dijo Allison.
— No quiero ver eso en mi campo. Las faltas de Kevin, ya
ensucian el ambiente lo suficiente.
— Kevin sabía acerca de esto ¿cierto? —Dan agregó enfurecida.
— Él sabía lo que Riko te iba a hacer y dejo que pasara de todas
formas. La próxima vez que lo vea, yo…
— Tú no harás nada —Neil la interrumpió.
— Kevin no tenía ningún derecho a detenerme.
— Te dejo ir con Riko en su lugar.
— No —contestó Neil.
— Kevin no tiene nada que ver en todo esto. Él sabía que esto no
era acerca de él.
Dan no esperaba eso. Confusión disminuyendo el poder de su
enojo.
— Dijiste que Riko estaba tratando de llegar a Kevin.
— Dije que Riko se interesó en mí por mi relación con Kevin —dijo
Neil.
— No dije que eso era el por qué fui. Simplemente pensé que
deberías saberlo antes de que la temporada comience.
Dan le permitió ponerse en pie, pero sujeto su codo antes de que
pudiese ir demasiado lejos. Neil miró hacia abajo directo a ella, más
la vista de Dan se encontraba en un punto vacío de la habitación.
Pasó un minuto antes de que ella hablara.
— Nunca tuviste ningún plan de volver a casa en Navidad, ¿me
equivoco? Todo ese lío acerca de tu tío volando a Arizona…
inventaste eso para que nosotros no te hiciéramos demasiadas
preguntas o nos preguntáramos porque no ibas a Nueva York con
Kevin.
No había ningún punto en negarlo.
— Así lo hice.
— Entiendo que no confías en nosotros por completo —dijo Dan.
— No me agrada, pero creo que hemos sido lo suficientemente
buenos en trabajar sobre eso durante todo el año. No te hemos
forzado a darnos más de lo que tú te sientas cómodo en brindarnos
y no hemos preguntado porque eres así. Así que no nos hagas esto.
No te sientes aquí y nos mientas en nuestras caras—. Finalmente lo
miró, frustración tirando fuertemente de la esquina de su boca—.
Somos tus amigos, merecemos más que eso.
—Si siempre obtienes lo que deseas entonces no serías parte de
Los Zorros —Neil se soltó de su agarre y ella lo dejo ir sin ninguna
pelea, luciendo un poco sorprendida por la contestación cortante.
Neil trató de suprimir el cosquilleo de culpa, pero no lo consiguió por
completo.
— Nunca he tenido amigos antes. No sé cómo es que funciona,
Lo estoy intentando, pero va a tomar tiempo.
Tiempo era algo que él no tenía, pero eso no era algo digno de
mencionarse. Dan aceptó su disculpa y promesa con un cansado
asentimiento, finalmente lo dejaron ir en paz. Neil se detuvo en su
cuarto de baño para poner un vendaje fresco sobre su tatuaje, Aun
tiempo por perder antes de clases, así que se sentó en su escritorio
con sus libros de texto. Él pretendía revisar sus notas de las
lecciones anteriores, pero en su lugar dibujo garras de zorro a través
de las páginas hasta que fue tiempo de marcharse.
Neil no mensajeó a Dan hasta la hora del almuerzo, con la
intención de darle un par de horas para tranquilizarse. Ya fuese que
lo perdonara o que se olvidara del fiasco de la mañana, porque Dan
le respondió casi de inmediato con los números que necesitaba. Neil
terminó de guardar ambos en su teléfono. Nicky tenía el hábito de
llenar su bandeja de entrada, y Neil no podía permitirse perder el
rastro de estas damas.
Se aproximó a Katelyn primero. Debí haberla atrapado en clase,
porque pasó al menos una hora para que ella respondiera de vuelta.
Solamente tomó un par de mensajes para que se dieran cuenta de
que no había ningún momento favorable en sus agendas para
encontrarse hoy.
Sin embargo, ella le prometió hacer tiempo para él mañana, y eso
ya era suficientemente bueno.
Esa tarde, Neil finalmente obtuvo la confirmación que estaba
esperando: a pesar de que Andrew se encontraba fuera del uso de
drogas, él aún tenía sesiones semanales con Betsy. Neil sabía el
tiempo en el que las sesiones comenzaban y asumió que Betsy
tendría un pequeño espacio libre de citas con pacientes antes de
que Andrew se mostrase en su puerta. Tan pronto como Neil supo
que Andrew estaba camino a Reddin, él endureció sus nervios y
llamó a Betsy.
Ella contestó al segundo tono con un simpático,
— Dra. Dobson.
— Es Neil —dijo él y continuó antes de que ella pudiese actuar
sorprendida y contenta de escuchar de él.
— Necesito un sí o un no. Si podemos persuadir a Aaron y
Andrew de tener sesiones conjuntas contigo, ¿puedes hacerlo?
Hubo una breve pausa, antes de que Betsy dijera,
—Trataré, por supuesto.
—No lo intentes —dijo Neil.
— No adivines. Esto es demasiado importante. ¿Puedes o no
puedes hacerlo?
—Sí —él podía oír la sonrisa en su voz: no de entretenimiento,
pero de aprobación.
— Si puedes traerlos a ambos aquí. Me encargaré del resto,
¿Neil? —agregó al tiempo que comenzaba a mover el teléfono de su
oreja.
— Me gusta tu lado honesto.
Neil le colgó.
***
Era demasiado temprano en el año para que la biblioteca estuviera
atascada, por lo que Neil no tuvo ningún problema al encontrar a
Katelyn. Una taza extra grande de café reposaba al lado de su codo
y Neil estuvo tentado a no pedir una bebida para sí del café. No
quería parecer como si se fuera a quedar, así que se deslizó por el
pasillo sin detenerse. Un libro de bioquímica había sido echado a un
lado mientras subrayaba puntos importantes en sus notas. Aaron
tenía el mismo libro en su cuarto, pues él también estaba estudiando
ciencias biológicas. Neil suponía que la similitud en sus carreras y el
traspaso de algunas de sus clases fue como ellos finalmente se
conocieron fueran de los juegos.
Katelyn lo miró mientras se aproximaba y cerró su libreta
— ¡Neil, hola! Sé que sólo han pasado unas pocas semanas, pero
se siente como si hubiera sido una eternidad. ¿Qué tal la pasaste en
Navidad?
— Estuvo bien —dijo Neil—. ¿Qué tal tú?
— Oh dios mío, fue maravilloso —Katelyn juntó sus manos con
regocijo.
— Mi hermana finalmente se enteró de que va a tener a un niño,
así que pasé casi todas las vacaciones comprando cosas para él. Mi
mamá me dijo que me estaba excediendo, pero sé que ella es tan
emocionada como yo.
Ella les había dicho el mes pasado que su hermana estaba
embarazada, pero Neil no conocía los detalles. Neil se desconectó
de sus divagaciones, escuchando solamente las palabras clave que
describían detalladamente todos sus grandiosos hallazgos en
ventas navideñas. No le tomó demasiado tiempo a Katelyn recordar
que no estaban aquí para ponerse al día, recobrando su compostura
con una sonrisa que estaba llena de vergüenza y felicidad.
— ¿Así que de qué va esto? —Inquirió Katelyn.
— ¿Dijiste que querías hablar sobre Aaron?
— Aaron necesita ayuda —dijo Neil.
— Estoy tratando de conseguirle un poco.
Katelyn se espabiló en un segundo.
— Está teniendo pesadillas de nuevo ¿no es así? Dijo que lo
estaba manejando mejor. Me prometió que… —Katelyn hizo gestos,
de frustración o vulnerabilidad, y presiono sus dedos contra su
tembloroso labio inferior.
— Pesadillas —Neil replicó. No era el giro que él esperaba tener
durante esta conversación, pero podía adivinar qué era lo que
estaba haciendo pedazos a Aaron.
—. Te refieres a noviembre, ¿cierto?
—Aaron no quiere darle importancia —dijo Katelyn.
— Dice que Drake merecía cosas peores de lo que había
obtenido. Dijo que él lo haría felizmente. Pero desear que alguien
esté muerto y de hecho ser la mano asesina son dos cosas
completamente diferentes. Estoy dispuesta a escucharlo, y quiero
hacer todo lo que pueda para ayudar, pero él no me escucha
cuando le digo que está bien.
— Necesita hablar con Andrew —Neil dijo.
Katelyn soltó una risa ahogada.
— No lo hará.
Katelyn sabía lo que los de las clases superiores no sabían: que
Aaron y Andrew apenas ponían soportarse el uno al otro en un buen
día. Tal vez ella necesitaba saberlo, dado que su pelea era lo que
los mantenía a ella y Aaron apartados. Neil favorablemente
recalculó las posibilidades de ella, de lograr algo de largo plazo con
Aaron.
— Tiene que —Neil dijo de nuevo.
— Se necesitan el uno al otro. Ellos sólo no saben cómo dar el
primer paso. Ahí en donde entras tú.
Katelyn buscó en su rostro por un momento, después dijo,
— ¿Por qué?
— ¿Por qué tú? —inquirió Neil.
— Porque tú —ella lo corrigió—. Aaron no es…
Ella era demasiado buena para decirlo, pero Neil no tenía
problemas llenando los espacios en blanco.
— Aaron y yo nos llevamos bien, cuando tenemos que hacerlo y
nos evitamos cuanto nos es posible. No voy a mentir y decir que
estoy haciendo esto por su bien. No me importa si está bien o no a
largo plazo. Yo sólo me preocupo por el equipo. No podemos ganar
sin ellos. ¿Realmente tiene importancia el por qué estoy haciendo
esto, si al final todos caminos tranquilos por el camino de la
felicidad?
— Importa para mí —dijo Katelyn.
— Lo amo.
— Entonces ayúdame con él —pidió Neil.
Katelyn presionó sus labios en una línea delgada mientras se
debatía.
—Estoy escuchando.
— ¿Alguna vez Aaron ha mencionado a la Doctora Dobson? —
Preguntó Neil.
— Ella trabaja en Reddin, y es la psicóloga de nuestro equipo.
Está dispuesta a tener sesiones con Andrew y Aaron.
— Aaron la ha mencionado antes. Dijo que era una pérdida de
tiempo.
— Por qué no la usó como se suponía que debía hacerlo —dijo
Neil, cuidadosamente ignorando su hipocresía en la acusación.
— Afortunadamente, no importa lo que Aaron crea. Dobson los
verá a ambos. Ella hasta ahora ha tratado a Andrew por un año y
medio. Si ella de verdad pensara que no puede reconciliarlos no se
habría ofrecido. Si podemos hacer que ambos vayan a su oficina al
mismo tiempo, ella puede hacer que hablen el uno con el otro.
—Quieres que lo convenza —concluyó Katelyn.
—Tú convence a Aaron. Yo lo haré con Andrew.
— ¿En verdad crees que puedes hacerlo?
—Tengo que hacerlo. —dijo Neil.
—Pero ¿cómo? —Presionó Katelyn.
— Estoy preguntando sinceramente porque yo no sé cómo hablar
convencer a Aaron. No me escuchó la última vez que le dije que
consiguiera ayuda.
—Entonces no lo hagas sobre él —comentó Neil.
— Hazlo acerca de ti. Tú puedes arreglar esto justo ahora. Deja
de ser un daño colateral y haz que pelee por ti.
—No creo que pueda usarnos a nosotros en su contra. No sería
justo.
— ¿Y esto si lo es? —Neil hizo un ademán hacia ella.
— Mira, no hay ninguna manera en la que pueda convencer a
Andrew en el transcurso de la noche, así que tienes algo de tiempo
para pensarlo. Pero cuando Andrew esté listo, tendrás que elegir de
qué lado estás. Trata de escoger el correcto.
Él se levantó y se marchó, y ella no hizo ningún intento por
detenerlo.
CAPÍTULO CINCO

Traducido por Achilles


Corregido por Vaughan

Las clases del 12 de enero fueron un completo desperdicio de


tiempo de los Zorros. Las lecciones de Neil fueron lo
suficientemente temprano el día que llegó a ambas, pero él no
aprendió ni una sola cosa. Las voces de sus maestros eran ruido
blanco; las palabras que escribieron en la pizarra transformadas en
diagramas. Neil sostuvo su pluma lista, pero no escribió una sola
letra en su cuaderno. Tendría que tomar notas prestadas de algún
compañero de clase más tarde, pero hoy nada de eso importaba.
Todo lo que importaba era que tenían un vuelo a la una con veinte
fuera del Norte del Estado.
El primer saque estaba programado para las siete y media, pero
Wymack los quería en el terreno de Austin dos horas antes. Él no
confiaba en el clima invernal, había dicho. Neil estaba seguro de
que los había engañado con esa paranoia. Estaba lloviendo afuera,
frío y lo suficientemente fuerte como para sentirlo como hielo, y Neil
se preocupó de que su vuelo fuera retrasado. Tenían un pequeño
colchón, gracias a una escala de noventa minutos en Atlanta, pero
Neil todavía tenía miedo. Si se perdían su primer juego de
campeonato por algo tan estúpido como el clima, él nunca lo
superaría.
Estaba lloviendo demasiado fuerte como para que un paraguas
sirviera de algo, así que Neil se puso su capucha y corrió de regreso
a Fox Tower. Echó una mirada al cielo, esperando ver el final de las
nubes de carbón, y fue recompensado con lluvia en sus ojos. Neil se
pasó una mano por la cara y se lanzó por un espacio en el tráfico en
camino perimetral. Un atleta que bajaba la colina hacia la clase se
resbaló y cayó con una maldición sobresaltada. Él estaba de nuevo
en pie antes de que Neil lo alcanzara, pero Neil aprendió su lección
y disminuyó la velocidad. No había sobrevivido a la crueldad de Riko
como para ser impedido por la impaciencia.
Las cuatro señales de PRECAUCIÓN instaladas en el vestíbulo
eran excesivas, pero Neil aún patinó un poco en el piso mojado.
Atrapó la pared para mantener el equilibrio y agitó su billetera sobre
el sensor cerca del ascensor. Su identificación de estudiante era lo
suficientemente fuerte como para activar el seguro a través del
cuero. Cuando los botones se iluminaron, Neil presionó el botón de
arriba y subió al primer ascensor que llegó. Había agua estancada
en el piso del ascensor, por lo que se aferró a la barandilla hasta
que llegó al tercer piso. El pasillo alfombrado estaba manchado de
huellas mojadas. Neil se sumó al desastre mientras caminaba
penosamente a su habitación.
La ropa seca no hizo nada para que se sintiera más cálido, así
que Neil se tumbó en el sofá con una manta. No recordaba haberse
quedado dormido, pero el sonido de la puerta lo despertó. Matt
parecía medio pie más bajo de lo habitual con su cabello pegado a
su cráneo. A pesar de su miserable estado, estaba sonriendo al
entrar. Hizo un gesto a Neil para llamar su atención, pero no habló
hasta que la puerta estuvo cerrada detrás de él.
—Acaba de pasar Allison —dijo Matt.
— ¿Mojada? —adivinó Neil.
—Subestimación del año —dijo Matt.
— Creo que su paraguas se rompió. Ella es un desastre caliente.
Le dije que iba a tomar una foto de ella para el anuario y ella
amenazó con cortarme las pelotas con las uñas. Cinco dólares a
que Dan tiene que empujarla por la puerta cuando es hora de irse
de nuevo.
—Ella sabe que la necesitamos.
— ¿Eso significa que estás dentro?
—Yo no apuesto —dijo Neil.
— ¿Todavía? ¿En nada? —Matt cruzó la habitación para dejar
caer su mochila junto a su escritorio—. Tenemos, qué, dieciséis
apuestas en curso ahora, ¿y tú no quieres entrar en ninguna de
ellas? Bueno, catorce en los que estás calificado para apostar.
Algunas de las ollas se están haciendo bastante grande y
probablemente estés en la mejor posición para ganar en un par de
ellas.
— ¿Por qué catorce? —Neil preguntó—. ¿Qué pasó con las otros
dos?
—No puedes apostarte a ti mismo —dijo Matt—. Eso es hacer
trampa.
Neil inclinó su cabeza hacia atrás para mirar a Matt.
—No sabía que me estabas apostando a mí.
—Apostamos a todos en un punto en el tiempo dijo Matt. ¿Sabías
que la mayoría del equipo apostó contra mí y Dan? No pensaron
que tendría el coraje de preguntarle y ellos sabían que ella nunca
me daría una oportunidad. Ella era una especie de mujer que odia a
los hombres cuando la conocí. Quería culparla por su tiempo en el
club de striptease, pero creo se debe principalmente a que el
entrenador de los chicos le dio a trabajar en su primer año. Incluso
Allison me dijo que no lo intentara.
—Lo has intentado de todos modos —dijo Neil.
—Durante un año —dijo Matt—. Le hice a Renee una pequeña
fortuna cuando Dan finalmente cedió. Ella es la única que apostó
por nosotros. Ella siempre es la más dispuesta a apostar en causas
perdidas.
Andrew había llamado a Neil una causa perdida el año pasado,
una mano sobre la boca de Neil para evitar que él discutiera.
Mirando hacia atrás ahora, con todas las piezas faltantes de ese
argumento en su lugar, Neil sabía que realmente no era él a quien
Andrew intentaba callar. Neil encontró la autocensura fascinante en
retrospectiva. Renee le hubiera dicho a Andrew antes de que ella le
confesara a Neil la sexualidad de Andrew, y Andrew no se había
abierto camino a través de la verdad cuando Neil se lo pidió este
último viernes. ¿Qué pensó Andrew que iba a decir el noviembre
pasado?
No importaba no debería importar. Andrew no quería nada que
viniera de su atracción y, de todos modos, a Neil no se le permitió
dejar a las personas que se cierran. Fue cómo había sido criado.
Fue como sobrevivió. Tenía suerte de estar tan separado ahora que
el final estaba a la vuelta de la esquina. Había roto todas las demás
reglas que su madre le dejó. Lo menos que podía hacer era
mantener una.
—Es por eso que apuestas a Andrew y Renee —dijo Neil—
porque no pudo, no lo haría, piensa en eso.
—Bueno, sí —dijo Matt—. Por un tiempo, Renee fue la única
afuera de su pequeño grupo con la que Andrew hablaba. Renee dijo
que tenían mucho en común y no era nada grave, pero luego la dejó
conducir su automóvil. Eso es un GS, Neil. No le prestas eso a
cualquiera.
Neil agitó una mano sobre su cabeza para mostrar el significado
que pasaba por él.
—No hablo de autos.
—Lo digo después de que terminó de engañar, costó casi seis
cifras —dijo Matt.
Neil se incorporó y se giró para mirar a Matt.
— ¿Cuesta qué?
Sabía que Andrew arruinó la mayor parte del seguro de vida de
Tilda; Nicky una vez bromeó que Andrew escogió el quién comería
la herencia más rápido. Neil no había preguntado cuánto dinero
ganaron con su muerte, pero él solo sabía al mirar el automóvil que
había sido un desperdicio colosal de recursos. Tener un estadio de
béisbol hizo que Neil se sintiera enfermo. Su llavero pesaba de
repente una tonelada y era todo lo que podría hacer para no sacarlo
de su bolsillo.
—Es casi tan caro como el Porsche de Allison —dijo Matt— y dejó
a Renee conducirlo solo dos meses después de conocerla. ¿Me
culpas por poner dinero en ellos? Hombre, estaba tan seguro de que
me serviría.
El tiempo pasado fue suficiente para distraer a Neil.
— ¿Has cambiado de opinión?
—Más o menos —dijo Matt—. Pero las reglas son reglas. Una vez
que el dinero está en el pozo, no puedes cambiar de qué lado estás
apostando. Puedes apostar contra eso en otras ollas, entonces
podría recuperar parte de mi dinero. Pero diablos, es casi pasado de
las doce. Tenemos que ponernos en movimiento. Si quieres algo
para el avión, te sugiero agarrarlo ahora.
Se había ido antes de que Neil pudiera preguntar qué hizo que
cambiara la opinión de Matt sobre las posibilidades de Renee. Neil
lo dejó y agarró su pila de notas en la alineación de UT. La sonrisa
de Matt era saber, al límite de compasión, cuando se encontraron
para irse y él vio lo que sostenía Neil. Neil fingió no ver y cerró la
puerta de la suite detrás de ellos. Las chicas esperaron a que Matt
las alcanzara, pero Neil continuó unos pasos más allá del grupo de
Andrew.
El automóvil de Andrew parecía un monstruo completamente
nuevo cuando Neil se acercó a él. Se sentía lo suficientemente bien
como para sentarse atrás con Nicky y Aaron, pero Kevin los siguió
antes de que Neil pudiera sugerirlo.
Para el tiempo que a ellos les tomó llegar desde el dormitorio
hasta el automóvil y del automóvil hasta el estadio, los zorros
estaban empapados. Allison no se había molestado con un
paraguas esta vez, pero tenía un segundo impermeable sobre su
cabeza para proteger su cabello recién rehecho y maquillaje Ella
estaba más seca que cualquiera de ellos, pero todavía estaba
jurando al clima mientras entraba al salón. Wymack toleró su
arrolladora llegada con su habitual falta de paciencia y los condujo
por el pasillo para empacar sus equipos.
Tomaron el autobús del equipo al aeropuerto porque era más
barato dejar un coche en el garaje que tres. Estar de vuelta al norte
del Estado hizo pensar a Neil sobre su viaje al oeste de Virginia, por
lo que se centró en sus compañeros de equipo para mantener sus
pensamientos de escurrirse en una espiral en círculos oscuros. Fue
casi un error, al menos hasta que Wymack lanzó una mirada de
búsqueda en su dirección. Neil miró a Wymack y eligió no pensar en
Riko. En cambio, pensó en su regreso a casa, de Wymack dejando
todo para recogerlo y Wymack manteniéndolo unido cuando casi se
rompe. La tensión en el pecho de Neil se alivió un poco y él asintió
con la cabeza un está bien para la pregunta silenciosa de Wymack.
Pasaron a través del registro y la seguridad a tiempo y se
pusieron en marcha de la terminal en busca de su puerta. Casi
habían llegado al final, pasando los baños y una docena de tiendas.
Un café estaba a mitad de camino, y el olor del café y los pasteles
calientes eran casi suficientes para distraerlos. Wymack los mantuvo
en línea con lenguaje grosero y las amenazas poco entusiastas.
Los Vixens los habían llevado al aeropuerto y estaban acampados
en la puerta. Neil miró más allá de ellos hacia el letrero electrónico
sobre el escritorio. Decía “Atlanta 1:20 pm” por lo que la aerolínea
no esperaba una demora a pesar del clima. Neil eligió creerlo solo
porque su avión ya estaba esperando fuera.
Los zorros se dispersaron al consentimiento de Wymack, la mitad
de ellos para mirar la ventana y el resto para tirar sus bolsos de
mano en las sillas vacías que pudieron encontrar. Neil solo tardó un
momento en darse cuenta de que Andrew no se había movido. Neil
volvió a mirarlo, pero Andrew estaba mirando por la ventana. Neil
siguió su mirada y vio un avión volar por la pista.
Los otros ya no estaban lo suficientemente cerca para escuchar,
así que Neil dijo,
—Cuando dijiste que tenías miedo a las alturas, estabas
bromeando, ¿verdad? —Le dio a Andrew un momento para
responder, luego lo intentó de nuevo.
—Andrew, no puedes estarlo. ¿Qué estabas haciendo en el
techo?
Andrew no respondió de inmediato, pero la inclinación de su
cabeza hacia un lado dijo que él estaba pensando en eso. Neil no
sabía si estaba buscando palabras o solo averiguando cuáles quería
darle a Neil en explicación. Finalmente, Andrew se llevó una mano a
la garganta y buscó su pulso. Él tocó con su dedo a lo largo cuando
lo encontró. Estaba yendo más rápido de lo que debería. Neil culpó
a los alrededores de Andrew.
—Sintiendo —dijo Andrew por fin.
—Tratando de recordar el miedo, o tratando de recordar cómo
sentir algo en ¿todo? —preguntó Neil, pero Andrew no respondió.
Neil intentó una táctica diferente.
—Si te hace sentir mejor, menos de veinte aviones se estrellan
cada año y no es siempre debido al clima. A veces los pilotos son
poco confiables. Estoy seguro de que es una muerte rápida de
cualquier manera.
La mano de Andrew se detuvo.
— ¿Cuál era su nombre? —Miró a Neil, quien le frunció el ceño
confundido y dijo— Tu padre. ¿Cómo se llamaba?
Casi lo dejó sin aliento. Neil no quería responder, no quería ese
nombre en el aire entre ellos, pero era el turno de Andrew en su
juego. Él no tenía el derecho de rechazar. Intentó consolarse un
poco, porque Andrew no llegaría tan bajo a menos que la burla de
Neil le hubiera llegado, pero Neil no pudo lograrlo. Miró a los zorros,
se aseguró de que todavía estaban fuera del alcance del oído, y se
acercó más a Andrew de todos modos.
—Nathan —dijo al fin—. Su nombre era Nathan.
—No te ves como un Nathan.
—No lo soy —dijo Neil a través de las piedras en su garganta—.
Soy Nathaniel.
Andrew lo consideró un minuto más, luego se volvió sin otra
palabra y volvió a mirar las pistas de aterrizaje. Neil se retiró,
necesitando espacio para respirar y para sacar ese dolor enfermo
de sus venas. Nicky saludó con la mano para llamar su atención e
hizo un gesto para que Neil se le uniera. Tan pronto como Neil
estuvo lo suficientemente cerca Nicky colocó un cuidadoso brazo
alrededor de sus hombros.
—Favoritismo flagrante —dijo Nicky— ¿Sabes que me ha dicho
tal vez diez palabras desde que lo recogimos de Easthaven? Estaría
celoso si no fuera tan en contra de morir joven. Pero, de todos
modos, tenemos algo de tiempo antes del despegue. ¿Quieren venir
con nosotros y tomar un café?
Terminaron llevándose a la mitad del equipo y varias de las Zorras
con ellos al café. Nicky dijo que tenían tiempo, pero ninguno de ellos
había contado con qué tan lenta se movería la fila.
Para cuando todos regresaron a su puerta con sus bebidas, su
vuelo ya estaba abordando.
Neil mantuvo un ojo agudo en Andrew cuando se unieron a la fila,
esperando que vacilara. Quizás Andrew notó la atención, porque
siguió a sus compañeros de equipo en el avión con una mirada
aburrida en su rostro. El acto duró hasta que todos estaban en sus
asientos y los asistentes estaban pasando por las características de
seguridad en el avión. Lo único que Andrew trajo al avión con él era
un bolígrafo. Lo volteó una y otra vez en sus manos mientras los
asistentes demostraban cómo usar las máscaras de oxígeno a
bordo. Kevin, sentado entre Neil y Andrew, ni siquiera pestañeó. Neil
supuso que estaba acostumbrado a que Andrew estuviera inquieto.
Neil solo sabía lo que significaba esa inquietud porque Andrew tuvo
que decirle la verdad cuando Neil le preguntó a qué le tenía miedo.
Neil miró por la ventana, pero la lluvia era tan espesa sobre el
vidrio que apenas podía distinguir el ala del avión. Las luces eran un
desastre borroso. Neil cerró la cortina cuando los asistentes hicieron
un recorrido final por la cabina. El despegue nunca antes había
parecido un proceso complicado, pero Neil imaginó cuán agotador
se sentiría para alguien que no quería volar. Finalmente, estaban
avanzando por la pista, y Neil arriesgó otra mirada a Andrew.
La expresión de Andrew no cambió cuando los neumáticos
dejaron el suelo, pero La pluma de Andrew se detuvo durante todo
el ascenso y se puso tenso. Él estaba de vuelta en eso tan pronto
como alcanzaron la altitud de crucero. Tenía que notar las miradas
que Neil le enviaba, pero mantuvo su mirada de párpados pesados
sobre el respaldo del asiento frente a él.
Tuvieron tiempo para matar en Atlanta, así que tan pronto como
Wymack confirmó, su puerta no había cambiado y los dejó vagar por
el aeropuerto durante una hora. Andrew pasó la mayor parte de ese
tiempo deambulando de una tienda a otra. Aaron recogió un libro
mientras Nicky cargaba comida chatarra. Andrew desapareció, pero
Neil finalmente lo vio cerca de una vitrina de estatuillas. Fue algo
extraño para que Andrew se distrajese, pero Neil no tuvo mucho
tiempo para pensarlo. Kevin y Nicky estaba a dos segundos de
pelearse porque Kevin estaba tratando de poner los bocadillos de
Nicky en el estante.
—No es todo para mí —insistió Nicky, tratando de luchar fuera del
agarre de Kevin sin tirar nada—. Hay suficiente para todos.
—Nadie necesita comer esto antes de un juego dijo Kevin. Come
algo de granola o proteína si tienes tanta hambre.
—Hola, hay proteínas en la mantequilla de maní —dijo Nicky—.
Déjame ir antes de decirle a Andrew que estás prohibiendo el
chocolate. Dije déjame ir. Tú no eres mí jefe. ¡Ay! ¿En serio me
acabas de pegar?
—Me estoy alejando y pretendiendo que no te conozco —dijo
Aaron.
—Traidor —lo llamó Nicky.
—Kevin, déjalo ir —dijo Neil—. No vale la pena luchar por eso.
—Cuando nuestra defensa es lenta todos sufrimos —dijo Kevin.
—No hablas en serio —dijo Nicky. ¿Tenemos cuántas horas hasta
servir? Esto estará fuera de mi sistema para entonces. Puedes
verme tomar una mierda si no me crees No pensé que estabas en
ese tipo de cosas, pero, ja—, él cacareó cuando Kevin se marchó.
Le mostró a Neil una sonrisa triunfante, ajeno a la forma en que los
empleados de la tienda los estaban mirando.
—Soy un maestro de la persuasión.
—O autoengaño —dijo Neil.
Las cejas de Nicky se dispararon.
—Oh, Dios mío, ¿trataste de hacer una broma? ¿Lo hiciste?
¿Duele un poco? No, en serio —dijo cuándo Neil giró como para
dejarlo—, ¿Qué te puso de tan buen humor?
Girando puso a Andrew en la línea de visión de Neil otra vez. La
luz brilló en el figurilla de cristal en la mano de Andrew mientras se
la pasaba a uno de los cajeros. Neil estaba demasiado lejos para
ver qué forma había tomado, pero no necesitaba saber. Sus
pensamientos estaban en un estante de animales espumosos, todos
equidistantes a cada uno otro. La sorpresa luchaba con alivio y dio
paso a un murmullo de autosatisfacción. Neil no entendió lo que
Andrew vio en Betsy, pero ya no le importaba. Él tenía razón al
poner su fe en ella. Ella iba a parchar a los hermanos y el equipo
finalmente estaría completo. Los Cuervos no sabrían qué hacer con
ellos la próxima vez que se encontraron en la cancha.
—Oye, Neil —dijo Nicky—. ¿Me estás ignorando?
—Solo estoy pensando en esta noche —mintió Neil—. Esperaré
aquí mientras revisas.
Nicky se encogió de hombros y se dirigió al siguiente registro
abierto. Andrew recogió a Kevin en su camino de regreso al lado de
Neil, y Aaron regresó a ellos cuando Nicky lo llamó. Regresaron a la
puerta y se acomodaron hasta la hora de embarque. Los cielos
sobre Atlanta estaban nublados pero secos. Una tabla rápida y
todas las cabezas explicando que tenían que irse un par de minutos
antes. Neil mantuvo un ojo discreto sobre Andrew hasta que el avión
se estabilizó, luego desvió la mirada hacia la ventana y pensó en
UT.
Neil nunca había tratado con reclamo de equipaje antes, ya que él
y su madre arrojaban lo que no cabía en un equipaje de mano. Fue
una revelación y experiencia desagradable. Las mismas maletas
pasaron alrededor de la cinta transportadora tantas veces que Neil
comenzó a pensar que el equipaje del equipo se había perdido. Los
Zorros parecían aburridos, no preocupados, por lo que mantuvo ese
poco de pánico para sí mismo. Fue recompensado unos minutos
después cuando la bolsa de Allison finalmente cayó por un tobogán
y en la cinta. El resto de las bolsas no estaban muy atrás de la suya.
—Tómenlas y alinéenlas —dijo Wymack mientras él y Abby
agarraban sus maletas.
Los Zorros lo siguieron al Transporte Terrestre, donde Wymack
había reservado una camioneta de pasajeros de 12 asientos. Sus
bolsas ocuparon todo el baúl y la mayor parte del espacio para los
pies, pero lograron cerrar la puerta y eso era todo lo que importaba.
Wymack alisó un papel arrugado de instrucciones en manuscrito,
lanzaron a sus notas la más breve de las miradas, y se pusieron en
camino. Se detuvieron brevemente en un restaurante italiano para
devorar pollo y pasta. Wymack se quejó de la factura, pero su
equipo sabía que no debían tomarlo seriamente.
El estadio estaba repleto de policías y fanáticos cuando llegaron.
Guardias de seguridad ayudaron a Wymack a encontrar un lugar
para estacionar y el equipo fue escoltado al vestidor. Llegaron
temprano, así que Wymack encendió todos los televisores que pudo
encontrar y fue a ver a la multitud. El televisor más cercano a Neil
estaba transmitiendo lo más destacado de los juegos de Clase I de
anoche. Como era de esperar, la mitad de las jugadas que valían la
pena fueron de la victoria de los Cuervos de quince a ocho. Neil
había visto su partido entre las prácticas de anoche.
Treinta minutos fuera del saque se separaron en los vestuarios
para cambiarse.
Neil ya no estaba sorprendido de encontrar una completa falta de
privacidad en el vestuario de hombres, pero sus compañeros de
equipo se quedaron fuera del baño lo suficiente como para luchar en
su equipo. Él se quitó el casco y los guantes ya que todavía tenían
mucho tiempo antes de servir y se reincorporaron a sus compañeros
de equipo en la sala principal.
—Llévalos a dar un par de vueltas —le dijo Wymack a Dan—.
Déjalos echar un vistazo al lugar.
El estadio de la Universidad de Texas era comparable al de la
Corte de los Zorros en tamaño. Los Cuernos Largos y los Zorros
compartían los mismos colores del equipo, así que vigas llenas
parecían familiares y reconfortantes. Neil solo tuvo que ignorar el
rugido desafiante de la multitud cuando notaron a los Zorros en
medio de ellos.
Dan los detuvo después de una milla, y corrieron de vuelta al
vestuario para estirar. Abby tenía agua esperándolos. Wymack
estaba protegiendo al resto de su equipo. Aaron y Nicky dirigieron el
bastidor hacia el ring interior cuando era hora de tomar su lugar en
los bancos. Los Vixens habían aparecido y de alguna manera
encontraron la sección reservada para los estudiantes del estado de
Palmetto. Dan tuvo a su equipo agitando un saludo enérgico tanto
para el escuadrón como para sus ardientes fanáticos. Los Zorros
fueron recompensados con vítores entusiastas.
Unos segundos más tarde los Cuernos Largos pasaron en una
corriente infinita. Los zorros venían con sus sudaderas color naranja
sobre blanco, y los Cuernos Largos vestían sus uniformes blancos
sobre naranja. Fue desorientador verlos pasar por sus regazos; Neil
esperaba que nadie se confundiera en el calor del momento. Incluso
la menor vacilación en la cancha podría costarles un punto.
Cuando los Cuernos Largos estuvieran listos, estarían en la
cancha para los ejercicios, así que los Zorros recogieron sus
raquetas. Wymack les dio un momento, luego aplaudió para llamar
su atención.
—Está bien, escuchen. Es hora de ponerse serios. Estos tipos
pueden parecer amistosos en nuestros colores, pero están aquí por
una sola razón: para eliminarnos justo fuera de la puerta. Son
aspirantes a campeones y saben lo que se necesita para pasar al
siguiente nivel. Su trabajo esta noche es hacer que parezcan tontos.
Abby frunció el ceño, pero Wymack ni siquiera la miró.
—Nosotros hemos estado analizando su alineación cien veces.
Han leído las notas de Neil. Les mostré que necesitaban ver. Estos
chicos son rápidos y peligrosos, pero no son impenetrable. El truco
es mantener el centro de la cancha. Por el amor de todas las cosas
profanas, miren a esos Intermediarios.
—Los veré flotar fuera de mi cancha —dijo Dan.
—Haz lo que tengas que hacer —dijo Wymack— pero no te
atrevas a recibir una tarjeta roja. Eso va para todos ustedes—. Le
lanzó a Matt una mirada penetrante. La sonrisa de Matt no hizo
nada para tranquilizar a alguien, pero Wymack no perdió el aliento
advirtiéndole segunda vez.
—Si ustedes señoritas, comienzan a perder terreno, llamen a la
defensa para que les echen una mano. No importa si significa poner
un defensa en dos delanteros lo suficiente para obtener un poco de
espacio para respirar. Los porteros van a bloquear nuestra meta.
¿Entendido?
—Haremos nuestro mejor esfuerzo —dijo Renee con una sonrisa
brillante.
Los gritos de la multitud se intensificaron a un tono emocionado y
febril. Neil asumió que las mascotas habían aparecido para irritar a
las gradas. Echó un vistazo más allá de Wymack, todavía medio
escuchando la conferencia, y siguió los dedos señaladores.
Una sección VIP entre corchetes estaba junto a la caja de la
prensa entre los bancos de los Zorros y las Vixen. Un par de
guardaespaldas estaban revisando a la multitud por posibles
amenazas, pero se apartaron del camino cuando sus cargas eran
cómodas. El mundo de Neil se ralentizó a paso de tortuga al ver
tatuajes negros y cabello oscuro.
Wymack chasqueó los dedos en la cara de Neil. Neil se
estremeció tanto que se meció hacia Kevin. Lanzó una rápida
mirada hacia Wymack, con la boca abierta en una disculpa para la
que no tuvo aliento, pero Wymack no esperó por eso. Él giró para
recorrer el ring interior. Le tomó casi nada de tiempo para ver a Riko
y Jean. Cuando se volvió, su expresión era más oscura de lo que
Neil jamás había visto.
Los zorros los vieron también, y Matt fue el primero en reaccionar
furioso.
— ¿Qué hacen aquí?
—Preguntaré —dijo Andrew, y fue en su dirección.
Wymack lo detuvo antes de que pudiera estar a más de un paso
de distancia del grupo de los Zorros.
—No se te permite matar a nadie en el primer juego de la
temporada. Preocúpate menos por él y más por tu línea ofensiva,
¿me entiendes? Enfócate, Kevin. Tú también, Neil. Neil, dijo, más
fuerte. Ojos en mí.
Neil se dio cuenta de que estaba mirando a Riko de nuevo. Él
arrastró su mirada hacia la cara de Wymack. Wymack parecía
enojado, pero Neil conocía a Wymack demasiado bien hasta ahora.
Esa ira nació de una preocupación genuina. Neil eligió interpretarlo
como decepción en su lugar porque era más fácil motivarse con eso.
Los Zorros lo necesitaban esta noche. No podía dejar que Riko se
acercara a él. Neil atrapó con fuerza cada mal recuerdo que estaba
gruñendo en su oído y los empujó profundamente.
— Estoy empezando a pensar que me gusta después de todo —
dijo Neil con forzada indiferencia.
La risa de Nicky sonó falsa y su sonrisa no llegó a sus ojos, pero
al menos el intentó.
— ¿Quién puede resistirse por mucho tiempo a un espectador
como tú? ¿Verdad? Tienes suerte de que estoy tomado, porque
maldición. ¿Tal vez podamos convencer a Erik para que me
comparta?
— ¿Te mataría dejar la mierda fuera de la cancha por una vez? —
preguntó Aaron.
—Si tengo que verte mirar a Katelyn con los ojos cerrados, debes
mirarme atraer a Neil al lado oscuro.
—No miro a los ojos a Katelyn.
—Está bien, claro, no miras. Tu pino de larga distancia, que es mil
veces más nauseabundo.
—Tienes dos segundos para callarte antes de enviarlos a todos
en vueltas —dijo Wymack.
Nicky se calmó con una sonrisa rápida como un rayo en dirección
a Neil. Neil logró una pequeña sonrisa de vuelta. Las disputas
familiares habían quitado la indignación de los Zorros, y ahora los de
clase alta miraban a Neil en lugar de a Riko. Andrew se puso
cómodo a la izquierda de Neil, una barricada de un solo hombre
entre Neil y la multitud. La siguiente vez que Wymack miró a Neil,
Neil asintió en silencio.
— ¿Dónde estaba? —Preguntó Wymack
—Ofensa, creo —dijo Neil, y miró a Kevin. Kevin estaba mirando
en blanco a Riko, pero Neil lo codeó hasta que tuvo la atención de
Kevin.
—Justa advertencia: si ponen a Beckstein como mi marca voy a
tener que hacer pases laterales toda la noche. Él tiene un pie sobre
mí, así que si él agarra mi palo en un golpe hacia arriba me llevará
demasiado lejos y voy a romper algo.
Kevin comenzó a decir algo, pero Andrew lo golpeó al golpe con
calma.
—Ocho pulgadas. Él solo tiene cinco con once.
Neil y Kevin se giraron para mirar a Andrew. El destello de una
sonrisa en el rostro de Wymack dijo que entendió el significado de
ese comentario y supo qué significado para las oportunidades de los
Zorros esta noche. El resto del equipo estalló justo al lado sin darse
cuenta. Dan le dijo algo a Allison sobre cómo compensar la posible
desventaja de Neil. Neil sabía que él y Kevin estaban destinados a
ser incluidos en la conversación, pero no pudo seguirla.
La altura era posiblemente el detalle más crítico en una cancha
Exy. La altura de un jugador decidía cuánto tiempo podía manejar
una raqueta y determinaba su alcance. Para la mayoría de los
jugadores, una figura general era lo suficientemente buena; no
importaba si estaban a una pulgada o dos de distancia porque solo
necesitaban una idea de a lo que se enfrentaban. Utilizaron el
número únicamente para determinar qué tan difícil sería su marca
para moverse.
Neil y Kevin sabían la altura exacta de cada fondo de Los Cuernos
Largos porque no podían jugar el juego sin esa información.
Jugadores técnicos como Kevin, podrían usar la altura de un
hombre para trazar todos sus puntos débiles. Más importante,
podrían hacer una referencia cruzada de su propio campo de
alcance contra su marca y encontrar los mejores lugares para
empujar. Así fue como eludían a la defensa con tanta frecuencia.
Jugadores instintivos como Neil sabían dónde estaban esas
lagunas sin cálculo de ángulos y superposición. Si Wymack le daba
un bolígrafo a Neil y le decía que dibujara el punto ciego de un
defensa en un diagrama, no podría hacerlo, pero una vez que
estaban el juego Neil podría encontrarlo en un abrir y cerrar de ojos.
Él no era lo suficientemente bueno para tomar provecho al máximo
de esa idea, pero Kevin dijo que un talento como ese finalmente
aseguró el lugar de Neil en el Tribunal de los Estados Unidos.
Andrew no tenía excusa para conocer la estatura de Beckstein.
Para principiantes, Beckstein era un defensa. Si los Zorros hacían
bien su trabajo, Beckstein no debería acercarse lo suficiente al
objetivo para intentarlo. Más importante aún, Wymack solo había
otorgado las alturas de Cuernos Largos una vez: cuando había leído
por primera vez el alineamiento UT con su equipo. Esa estadística
fue impresa en el folleto de la primera ronda que Wymack repartió la
semana pasada, pero Andrew había rellenado esa documentación
en su casillero a la primera oportunidad que tuvo. Neil no lo había
visto sacarlo desde entonces.
Andrew había mirado a miles de kilómetros de distancia cuando
Wymack revisó la lista de los Cuernos Largos, pero él había
escuchado cada palabra y la había retenido. Esa retención perfecta
fue lo que los salvó en su partido contra Belmonte el otoño pasado.
Wymack hizo un comentario desechable sobre penales durante el
medio tiempo. El juego no se redujo a penalizaciones, sino con tan
pocos segundos restantes en el reloj y tanta presión sobre el
delantero de Belmonte para empatar el marcador, Andrew sabía que
iría por lo que le era familiar. Él había bloqueado un tiro imposible
sin pensar dos veces.
Neil miró a Kevin, luego a Wymack, preguntándose por qué nadie
le había dicho que Andrew tenía un recuerdo eidético,
preguntándose si siquiera lo habrían sabido. Él no pudo evitarlo,
pero dale otra prueba.
Se desplazó mentalmente a través de la línea de ataque de los
Cuernos Largos y se conformó con un delantero de quinto año.
— ¿Qué tan alto es Lakes?
— Búscalo —dijo Andrew.
— Apóyame sólo esta vez —dijo Neil. Andrew comenzó a
alejarse, entonces Neil enganchó sus dedos enguantados en la
cabeza enredada de la raqueta de Andrew y le dio una revolcada
cuidadosa. Intentó de nuevo con un insistente.
— ¿Qué altura tiene ella?
— ¿Metro y medio? —supuso Matt.
— Metro y medio o dos metros y treinta —dijo Andrew.
— Suficientemente cerca —Matt se encogió de hombros con
apatía.
Neil soltó la raqueta de Andrew y se aferró a la suya.
— Vamos a ganar.
— ¿Estabas esperando que perdiéramos? —Dan preguntó.
— No —admitió Neil. Sus labios se crisparon, y supo por el tirón
de su boca que llevaba la sonrisa de su padre. Presionó el lado de
su guante en su cara, casi aplastando sus dientes contra sus labios.
Probó la sangre antes de que fuera seguro dejar caer su mano de
nuevo. Neil se inclinó un poco hacia atrás y miró pasando a Andrew
hacia Riko.
—Me alegra que esté aquí para verlo. Veamos si no podemos
sacudirlo.
—Vamos —dijo Wymack—. De todos modos, imaginen que en
realidad supere todo lo importante que necesitaba decir, porque es
demasiado tarde para terminarlo ahora. El tribunal está abierto.
Seguimos con los ejercicios, los unos y tres habituales. Lo digo todo
el tiempo porque me haces decir esto cada vez: mantén las bolas en
nuestro maldito lado de la cancha, Andrew.
Los Zorros se quitaron lo último de sus equipos y se dirigieron a
hacer algunos ejercicios. Neil estaba contento de tomarlo con calma,
más interesado en juzgar el estado de su cuerpo que uno de sus
propios porteros. La vista de Riko había puesto a cada uno de los
moretones de Neil a punzar, pero ahora apenas sentía nada. Lo
único que le importaba era su equipo y la forma en que se movían a
su alrededor.
Tuvieron que salir de la cancha para lanzar una moneda. Dan les
ganó el primer servicio y Wymack tuvo un par de segundos antes de
que las alineaciones los llamaran para reunir a su equipo.
—Recuerden —dijo—. Es dos de tres para avanzar y no se
pueden permitir perder el primer juego de la temporada. Delanteros,
consigan tres goles cada uno o los registraré para un maratón.
Defensas, si se ven como idiotas mantendrán su compañía.
Intermediarios: lo tienen. Renee, juega como si supieras cómo.
Andrew, mantén la puntuación en tres o menos para tu mitad y te
compraré todo el alcohol que quepa en tu armario.
El locutor llamó a ambas alineaciones iniciales a la cancha. Neil
tomó su lugar en la línea a media cancha y envió una mirada final a
Kevin. Por algún milagro Beckstein estaba en la cancha contra
Kevin. Kevin respondió a su mirada con un asentimiento. Neil casi
rebota cuando sonó el timbre.
Por un tiempo, el juego fue un intercambio de ida y vuelta. Hubo
un par de colisiones, un par de casi pérdidas, y más de un
intercambio de pocas palabras groseras. Wymack estaba en lo
cierto al advertirlos de los Intermediarios de los Cuernos Largos. La
niña de Texas que pusieron como titular era rápida y sucia. Ella y
Dan se empujaron el uno al otro casi sin detenerse. Incluso cuando
la pelota estaba en el otro lado de la cancha, golpearon sus palos
constantemente.
Cómo resistió Dan tanto antes de chasquear, Neil no sabía, pero
ella duró unos buenos diez minutos.
La siguiente vez que la pelota fue hacia los Intermediarios, Dan se
agachó, enganchó su cuerpo bajo su marca, y volteó a la chica de
sus pies. Para agregar un insulto a la herida, le ofreció a la chica
caída una mano enguantada para ponerla en pie. Al segundo
siguiente, estaban en la cara del otro con dedos penetrantes y tonos
estridentes. Los árbitros llegaron a la mitad de la cancha, es
probable que ficharan a Dan por su peligroso control del cuerpo,
antes de que el otro Intermediario golpeara a Dan en su boca. Dan
levantó las manos y se negó a tomar represalias. No tenía sentido
cuando ella consiguió lo que quería. Ambos concesionarios
recibieron tarjetas amarillas y los árbitros reiniciaron el juego desde
una posición neutral.
Esa pelea casi fue el punto de inflexión, y el resto de la primera
mitad fue brutal. Neil estaba dolorido cuando la campana sonó para
el medio tiempo, pero no le importó cuánto le doliera su cuerpo.
Andrew había hecho lo que Wymack había pedido y abandonó solo
dos objetivos. Los Zorros, por otro lado, ya habían anotado cuatro.
Neil siguió a sus compañeros de equipo fuera de la cancha para el
descanso de medio tiempo, pasó a Wymack, donde estaba dando
despedidas a los periodistas, y se paseó por el vestuario hasta que
la sensación volvió a sus pies. Abby lo acomodó para un rápido
chequeo en la otra habitación y Neil estaba tan sin aliento como
para despedirla.
Los Cuernos Largos hicieron todo lo posible en la segunda mitad,
logrando que dos jugadores quedaran rezagados y cinco
amarillentos. Su estilo de juego clandestino llevó a los Zorros a
adelgazar, pero los Zorros sabían que no debían defenderse. Una
tarjeta amarilla no los pondría en la banca, pero dos corridas los
sacarían del partido y no tendrían a nadie de sobra. Mantuvieron la
calma lo mejor que pudieron, tomaron una línea cuidadosa en sus
propias transgresiones y cosecharon tantos puntos como pudieron
en los tiros de penalti. Al final valió la pena, porque el puntaje final
fue de siete a seis, a favor de los Zorros.
Cuando los zorros salieron de la cancha, Renee se dirigió hacia
Riko. Ella no era del tipo para pelear, entonces Neil se detuvo para
mirarla. Riko no tomó la mano que Renee le ofreció, pero Jean sí. El
apretón de manos duró un poco demasiado, pero Neil no sabía cuál
de ellos era más lento para soltar.
Neil pensó en la extraña reacción de Jean hacia Renee en el
banquete de otoño, la mirada persistente y la presentación
incómoda. Era el recuerdo que había estado buscando la semana
pasada cuando repasaba sus mensajes en Reddin. Jean aceptó la
crueldad de Riko y Tetsuji porque no tenía a nadie fuera de los
Cuervos. Sin nada más por lo que vivir y sin motivos para luchar,
inclinó la cabeza y se concentró en sobrevivir. Renee fue la primera
cosa brillante en llamar su atención.
—Está interesado en ella —dijo Neil, no del todo una pregunta.
Kevin también los estaba mirando.
—No importa. No funcionará —Renee le dijo a Neil el otoño
pasado que no estaba permitido salir con los Cuervos. Tetsuji no
quería distraer a su equipo del juego. Renee lo sabía, pero ella
estaba allí de todos modos. Neil podría estar pensando demasiado
en sus intenciones, pero estaba dispuesto a explotar cualquier
ángulo que pudieran encontrar.
—Tal vez no —dijo Neil— pero podría darnos una ventaja.
¿Todavía sabes su número? Dáselo y ve lo que puede hacer desde
ahora hasta la final.
Dan y Kevin habían acordado de antemano manejar a los
reporteros después del partido. Neil estaba feliz de dejarlos y seguir
a sus compañeros de equipo jubilosos al vestidor, pero no llegó muy
lejos.
Probablemente estaba a ocho pasos del banco antes de que un
periodista le gritara.
—Neil, ¿es cierto que estás marcado para el Tribunal?
Lo más inteligente era continuar y fingir que no había oído el
sonido de la furiosa multitud, pero Neil se detuvo. Él miró al frente,
sopesando todas las formas en que podía y no debía responder a
eso. Finalmente él regresó. La presencia de Riko significaba que
Andrew estaba pegado a Kevin, pero los ojos de Andrew estaban
puestos en Neil después de una pregunta audaz como esa. Neil
inclinó su cabeza en una pregunta silenciosa, y Andrew le indicó que
hiciera lo que quisiera.
Neil se desabrochó las correas de su casco y se dirigió al trío de
reporteros. Andrew tomó el casco de Neil cuando pasó, y Renee lo
tomó de Andrew mientras se dirigían al vestidor. Neil se metió los
guantes bajo un brazo y se detuvo al lado de Kevin.
—Lo siento —dijo—. ¿Dijiste algo?
—Corre el rumor de que has sido invitado a la Corte perfecta —El
periodista le apuntó con un micrófono, su mirada sobre el vendaje
pegado al pómulo de Neil con sudor y cinta—. ¿Te importaría hablar
sobre eso?
La primera vez que alguien le preguntó sobre los tatuajes de Riko
y Kevin, Riko no había ido por las ramas. Era el mejor delantero del
juego, dijo, y quería que todos lo supieran. La historia cambió un
poco cuando Jean hizo su primera aparición pública con un 3 en su
rostro. Se suponía que Riko estaba seleccionado para liderar al
futuro equipo nacional de EE. UU. Él lo llamó la Corte perfecta y
aunque era increíblemente arrogante y no era oficial, su talento y
educación dieron cierta credibilidad a la idea.
—Oh —dijo Neil—. Te refieres a esto.
Se quitó el vendaje de la cara y dejó que los periodistas le dieran
un buen vistazo a su tatuaje. Uno de los reporteros le espetó a su
camarógrafo a que se acercara y Neil obedientemente inclinó su
rostro para que lo vieran mejor. Estaba sonriendo de nuevo y esta
vez no intentó ocultarlo. Los reporteros eran demasiado estúpidos, o
demasiado ansiosos por una historia, para leer la amenaza en esa
expresión. Kevin no estaba tan ciego y silbó por lo bajo en un
francés tenso.
—No lo presionen.
La urgencia de estrangular a Kevin fue tan feroz como fugaz. Neil
no perdió el tiempo mirando a Kevin, sino que se dirigió a los
periodistas.
—Es realmente impresionante, ¿no? Creo que es la primera vez
que Riko se equivoca. Siempre pareció demasiado torpe para
admitir cuando cometía un error.
— ¿Crees que cometió un error al marcarlo? —preguntó un
periodista.
— ¿No crees que te mereces el número? —dijo otro al mismo
tiempo.
Neil afectó la sorpresa por su malentendido.
—No creo que nos merezca —dijo, e hizo un gesto entre él y
Kevin— pero eso no es ni aquí ni allá.
— ¿Qué quieres decir?
—Mira, voy a ser honesto —dijo Neil—. Sé que Riko está bien.
Todos lo hacen. El nombre de su tío lo ha llevado bastante lejos en
la vida y los Cuervos tienen un historial impresionante. Pero Riko
como persona es difícil de respetar. Hasta diciembre, pensé que era
un maníaco egocéntrico que estaba tan desesperado por su propia
gloria que se negó a ver el potencial en nadie más. Él, por supuesto,
asumió que no sabía nada de nada y no tenía derecho a opinar.
—Esta Navidad intentamos encontrarnos a mitad de camino —dijo
Neil.
— Riko me invitó a practicar con los Cuervos durante las
vacaciones para poder ver la discrepancia entre nuestros dos
equipos. Esto es con lo que nos fuimos. Neil hizo un gesto hacia el
tatuaje en su pómulo. Admitió que estaba equivocado acerca de mí
y yo prometí estar a la altura de sus expectativas. Nunca seremos
amigos y definitivamente nunca nos querremos, pero trabajaremos
el uno alrededor del otro mientras tengamos que.
—Hubo un rumor de que podrías ser transferido a Edgar Allan.
—Se mencionó mientras estuve allí dijo Neil, pero ambos
sabemos que nunca sucederá. Nunca llegaré a donde debo estar si
juego con los Cuervos. Además, apenas podría tolerarlos por dos
semanas. No puedo imaginar jugar con ellos durante cuatro años.
Son seres humanos horribles.
— ¿Pero sabes qué? —Dijo Neil antes de que los periodistas
pudieran responder.
— Eso es mezquino. Dije que sería honesto, pero eso fue
demasiado transparente. Digamos esto en cambio: prometimos a los
Cuervos una revancha esta primavera, así que los animaré hasta la
final. Si Riko no creyó que podríamos encontrarnos allí, él no me
habría marcado ni habría volado la mitad del país para vernos jugar
esta noche. Sabe que tenemos una oportunidad. Todavía no se ha
dado cuenta de que vamos a ganar la próxima vez que nos veamos.
Mantén un ojo en nosotros ¿no? Va a ser un año emocionante.
—Buenas noches —dijo cuando comenzaron a hacerle preguntas.
Dio media vuelta y se dirigió al vestidor como si no los hubiera
escuchado llamarlo.
La risa contenida de Dan dijo que lo estaba siguiendo, pero no
miró para ver si Andrew y Kevin estaban con ella. La puerta del
vestidor se cerró de golpe detrás de ellos, amortiguando la mayor
parte del ruido de la multitud, y Neil atrapó la cola de la amarga
queja de Kevin. El temperamento de Neil estalló de nuevo y esta vez
no lo sofocó. Se giró y empujó a Kevin hacia la puerta tan fuerte
como pudo. Kevin tenía la mejor parte de su pie sobre él y
fácilmente podía llevar a Neil a una pelea, pero estaba demasiado
asustado para defenderse. Dan miró boquiabierto a Neil. Andrew,
que había atacado a Matt por golpear a Kevin, dio un paso limpio
fuera del camino. Ninguno de los dos iba a interferir, así que Neil los
desconectó a favor de Kevin.
—Basta —dijo Neil, en un rápido y furioso francés—. Nunca
intentes censurarme de nuevo. No voy a dejar que dicte cómo
termine esto.
—Lo vas a derribar contra todos nosotros —respondió Kevin—.
No piensas.
—No estás pensando tampoco. Ya no puedes tenerle miedo.
—No se trata de un interruptor que enciendes y apagas. Tú, de
todas las personas, lo sabes —Kevin finalmente alejó a Neil de él,
pero no intentó pasar a Neil—. No creciste con él. No puedes
juzgarme.
—No te estoy juzgando. Te estoy diciendo que ya es hora de que
te mantengas firme. ¿Qué sentido tiene esto si sigues siendo su
mascota al final del día? Si realmente creías en nosotros, si
realmente creías en ti mismo, retrocede.
—No entiendes.
—No lo hago —dijo Neil acaloradamente—. Tienes una salida.
Tienes un futuro. Entonces, ¿por qué no lo tomas? ¿Por qué tienes
tanto miedo de tomarlo?
Solo así su enojo se estaba agrietando, rompiendo el peso del
dolor prematuro y demasiada necesidad. La forma en la que la
expresión de Kevin cambió de irritada a intentar decir que escuchó
el borde ronco en las palabras de Neil. Neil luchó por aferrarse a su
furia y siguió caminando.
—Cuando descubrí por primera vez acerca de los Moriyamas, me
quedé porque pensé que tenías una oportunidad. Uno de nosotros
tuvo que hacerlo y yo quería que fueras tú. Pero aún crees en ese
número en tu cara…
— ¿Qué es tan importante acerca de ser el segundo mejor?
Kevin miró a Andrew, no es que Andrew pudiera seguir nada de
este argumento. Resultó que no era una oferta de ayuda, porque
Kevin dijo.
—Cuando tratábamos de contratar a Andrew con los Cuervos, él
dijo lo mismo. Dijo que no le interesaba porque hice una carrera
para quedar segundo. No quiero esto, pero no soy como tú —La
mirada que Kevin le disparó a Neil fue frustrante, pero la ira en ella
era más auto dirigida que nada.
— Siempre he sido de Riko. Sé más que nadie lo que sucede
cuando desafías a un Moriyama.
—Ya sabes que estuvo de acuerdo Neil. Pero ya se llevaron todo
de ti. ¿Qué más tienes que perder?
Kevin no respondió. Neil le dio un minuto, luego se alejó. Wymack
estaba esperando al final del pasillo con los brazos cruzados y un
cigarrillo apagado colgando de sus labios. Le hizo una mueca a Neil
cuando Neil se dirigió hacia él.
—No sé si lo recuerdas, pero ganamos —dijo Wymack—. ¿Alguna
razón en particular por la que intentas matar el buen humor?
—Solo una diferencia de opiniones —dijo Neil, con la mayor calma
que pudo. Vaciló a la mitad de la puerta del vestuario y miró a
Wymack—. Ah, y lo siento de antemano por la prensa. En mi
defensa, ellos empezaron.
—Cristo vivo —dijo Wymack—. ¿Qué hiciste esta vez?
—Llamó a Riko un idiota de clase uno —dijo Dan—. No en pocas
palabras, pero creo que entendieron el mensaje.
Wymack clavó un pulgar en su sien.
—Debería haber pedido un pago por riesgo cuando tomé este
trabajo. Fuera, fuera. No lidiaré con tu problema de actitud hasta
que haya tomado un par de copas. Eso va para el resto de ustedes
también. Sal de mi vista y límpiate. Si no estás en la camioneta con
tu equipo en veinte minutos, te voy a dejar aquí. Y oye dijo antes de
que pudieran dispersarse.
—Buen trabajo esta noche.
Dijo que solo tenían veinte minutos, pero Neil desperdició diez de
ellos en la ducha. Puso el agua demasiado caliente y no le importó
que le quemara la piel. Escribió su nombre en las paredes de
azulejo con las yemas de los dedos, una y otra vez hasta que su
mano se entumeció.
CAPÍTULO SEIS

Traducido por Cris G.


Corregido por Vaughan

Los Cuervos manejaron los insultos de Neil con grosera gracia. Su


único comentario oficial sobre el asunto fue que no les importaba lo
que un aficionado ruidoso tuviera que decir sobre ellos. Neil estaba
un poco sorprendido de que se detuvieran allí y no se burlaran de su
miserable actuación en diciembre. Con retraso se dio cuenta de que
no podían arrojarlo debajo del autobús cuando regresó a Carolina
del Sur con el número de Riko en la cara. Socavaría la estimación
de Riko de su valor. Neil se fue a la cama sintiéndose más que un
poco presumido.
Los fanáticos fueron menos tolerantes y sus represalias
comenzaron antes del amanecer del sábado. Un golpe a la puerta
sobresaltó a Neil y lo despertó. Primero miró el reloj, segundo a la
oscura ventana, y se pasó una mano por los ojos cansados. Los
golpes se detuvieron, pero el teléfono de Matt comenzó a sonar un
par de segundos más tarde. Matt rodó y ciegamente dio una
palmada a su teléfono. Los golpes comenzaron de nuevo, entonces
Neil colocó sus piernas sobre el costado de la cama y bajó por su
escalera.
Las voces en el pasillo eran lo suficientemente fuertes como para
atravesar la puerta, amortiguadas pero enfadadas. Neil no reconoció
a ninguna de ellas, pero cuando abrió la puerta definitivamente
escuchó la palabra —policías—. Neil abrió la boca para preguntar
qué estaba pasando, pero Dan se deslizó junto a él tan pronto como
pudo pasar por la puerta. Neil la vio hacer una línea recta hacia la
habitación, luego se inclinó hacia el pasillo. Las puertas estaban
abiertas casi todo el camino hacia abajo, pero solo un par de atletas
se peleaban para despotricar entre ellos. El resto apuntaba a la
escalera como si su vida dependiera de ello.
Neil cerró la puerta y fue tras Dan. Había sacudido a Matt para
despertarlo y estaba hablando mientras Neil entraba:
—Traficaba con los coches.
Matt rodó fuera de la cama y se puso de pie en un abrir y cerrar
de ojos. Neil se subió por la escalera lo suficiente como para agarrar
las llaves de debajo de la almohada. Matt redujo la velocidad el
tiempo suficiente para arrojarse una chaqueta sobre los pantalones
del pijama y ponerse los zapatos. Golpeó los bolsillos de su
chaqueta hasta que sus llaves vibraron en respuesta. Para cuando
Neil encontró sus zapatos, Matt ya se había ido con Dan detrás de
él. Neil cerró la puerta con llave y corrió tras ellos, alcanzando el
hueco de la escalera. Matt saltó el último vuelo y cerró de golpe la
puerta trasera.
Neil no sabía qué era peor: la vista o el olor. Una capa de carne
cruda, huevos rotos y rocas cubrían el estacionamiento y se
pegaban a los autos de los atletas. Algunos autos pasaron con un
par de golpes y arañazos; otros tenían grietas y agujeros en sus
ventanas y parabrisas. Atletas enfurecidos invadían el
estacionamiento, la mitad de ellos en sus teléfonos, los otros
enfurecidos por el estado de sus vehículos. Alguien ya había
entrado lo suficiente como para conseguir un balde, y estaba
restregándose firmemente la carne de la capucha. Los patrulleros y
la seguridad del campus estaban en la escena, con una docena de
oficiales tomando declaraciones e imágenes.
Cualquier pensamiento de que esto no era culpa suya murió
cuando Neil vio la camioneta de Matt. Alguien se tomó más tiempo
para destruirlo.
Todas las ventanas de la cabina habían sido limpiadas, dejando
solo brillantes espinas de vidrio alrededor de los marcos. Las llantas
se desinflaban largamente a partir de salvajes cortaduras. Nuevas
abolladuras machacaban la estructura de cualquier herramienta que
los alborotadores hubiesen usado en las ventanas. El auto de
Allison estaba en la misma forma lamentable, dos puestos más
abajo que el de Matt. Estaba de pie junto al baúl con los brazos
cruzados sobre el pecho y la cara como una máscara de piedra.
Alzó la vista al ver cómo se acercaban, siguió la mirada vacía de
Matt hacia su camioneta y miró a Neil con dureza.
—Diablos —dijo Matt en un tono estrangulado. Alcanzó su
camioneta, pero se detuvo, sin querer tocar el desorden—. ¿Cómo
nadie los escuchó?
—Dejaron las ventanas para el final —dijo Allison. Ella sacudió su
barbilla para indicar a los hombres que estaban de pie al otro lado
de la fila—. Paris llamó a la policía cuando escuchó que se rompía
el cristal, pero no pudo bajar aquí lo suficientemente rápido como
para ver caras. Solo muchos carros salieron de allí, dijo. Al menos
cuatro, tal vez cinco.
—Oh, Jesús —Matt hizo otro intento fallido por alcanzar su
camioneta, luego se conformó con pasarse las manos por el pelo.
Dan se presionó contra su espalda y le rodeó con los brazos. Él la
agarró fuertemente de las muñecas—. ¿Realmente vamos a hacer
esto de nuevo?
—Lo siento —dijo Neil.
Allison frunció el labio con desprecio.
—Cállate. No, no lo sientes. No lo sientes —insistió cuando Neil
abrió la boca para discutir. Parecía menos una acusación y más
como una orden, por lo que Neil renunció a regañadientes—.
¿Olvidaste quién tiene que volver a pintarte todas las mañanas? Si
permites que te aplasten en el ayer después de todo esto —se puso
los dedos en la mejilla—, te odiaría.
—Les dijiste la verdad —dijo Dan—. No es tu culpa que no les
guste.
—No quiero que esta pelea vuelva sobre ti —dijo Neil.
—Demasiado tarde para eso ahora. Pero, en fin —dijo Allison. Iba
en un tono orgulloso, pero Neil todavía podía ver la ira en cada línea
tensa de ella cuando revisó su auto otra vez—. ¿Quieren romper mi
juguete? ¿Entonces qué? Voy a comprar otro. Tal vez compraré dos.
Que se jodan si creen que esto me lastimará.
—Oye —dijo Matt, bajo pero urgente.
Neil siguió el sutil tirón de su mentón hacia la puerta trasera.
Aparentemente era el trabajo de Renee darle la noticia a Andrew,
porque Renee ahora estaba guiando a Andrew por los escalones
hacia el caos. El automóvil de Andrew estaba un poco más atrás en
el estacionamiento y un par de filas más allá, pero Andrew siguió a
Renee a los de clases superiores primero. Andrew se detuvo al lado
de Neil para inspeccionar el daño. Neil a su vez estudió su rostro,
pero no había nada que ver. Andrew parecía tan impresionado con
esto como lo hizo con todo lo demás.
Renee enganchó un brazo a través de Allison y le dio un pequeño
apretón en la mano—. Lo siento.
— ¿Alguien ha llamado al Entrenador? —Neil preguntó.
—Nos llamó —dijo Dan—. Los policías están notificando a todos
los entrenadores y trayéndolos aquí para ayudar a acorralarnos. Él
debería estar aquí en cualquier momento.
Andrew tarareó y se alejó. Allison le dio un ligero codazo a Renee
para que la abandonara por Andrew, pero Renee miró por encima
del hombro a Neil. Neil asintió y fue tras Andrew. Solo había estado
allí un par de minutos, pero la multitud en el estacionamiento se
había triplicado en ese momento.
A pesar del apoyo ácido de Allison, Neil no podía mirar a nadie
más a la cara. Estos atletas no habían hecho nada para ganarse la
desaprobación de los Cuervos. Eran daños colaterales, sufridos
ahora porque Neil no podía mantener la boca cerrada.
Nunca antes le había molestado. El cuidado de los Zorros fue
inesperado, pero se explicó fácilmente debido a la larga exposición.
Sentirse culpable por las desgracias de estos extraños era nuevo e
incómodo. Cada voz estridente era un cuchillo en los nervios de Neil
y lo odiaba. Afortunadamente o no, llegaron al auto de Andrew y Neil
pudo dejar de pensar en los demás por un minuto. Levantó la vista
del asfalto cuando Andrew se detuvo, y su boca se abrió con
silenciosa incredulidad.
Los fanáticos de los Cuervos no habían parado con los
neumáticos y las ventanas de Andrew, y no se habían conformado
con simples golpes. Parecía que habían tomado una almádena
contra todo el cuadro, golpeando cráteres a lo largo de todo el
vehículo. La pintura roja en aerosol sobre lo que quedaba de la
capucha destrozada gritaba Traidor. Los asientos delanteros
estaban destrozados, al igual que la parte posterior, tan lejos como
la gente podía alcanzar sus cuchillos a través de las ventanas
inexistentes. Alguien había reventado bolsas de compost en el
asiento trasero; de todo, desde sobrantes hasta filtros de café y
huesos de pollo, se amontonaban a un pie de profundidad sobre los
cojines. En la cima de la montaña humeante había un zorro muerto.
Un gemido angustiado sacudió a Neil de su sorpresa. Lanzó una
rápida mirada hacia su izquierda y vio que Nicky había aparecido
con Aaron y Kevin a remolque. Nicky se vio devastado al ver el
estado miserable del auto; Aaron parecía como si hubiera recibido
un puñetazo. Kevin tenía una mano sobre su nariz y boca para
bloquear el olor, pero sus ojos verdes estaban muy abiertos. Le
tomó solo un momento darse cuenta de la atención de Neil, y la
mirada que envió a Neil gritó,
—Te lo advertí —Neil apretó los dientes y apartó su mirada.
Nicky se acercó al auto y apretó las manos vacilantes contra la
capucha deforme.
—No, no, no —dijo lastimosamente—. ¿Qué te hicieron, bebé?
¿Qué te… es eso un animal muerto? Oh, Jesús, Aaron, hay un
animal muerto en nuestro coche. Creo que voy a vomitar.
Aaron se acercó más y se inclinó para mirar dentro. Maldijo al
verlo esperándolo y se apresuró a retirarse. Ocultó su nariz en la
curva de su codo mientras le daba otra vez al coche, luego frunció el
ceño a Neil. Neil sabía lo que vendría antes de que Aaron incluso
dejara caer su brazo para hablar.
—Solo tienes que abrir la boca, ¿verdad?
—Lo siento —dijo Neil—. Pensé que vendría a mí. No pensé que
te atraparía en eso.
—Claro —dijo Aaron sarcásticamente—. ¿Seth fue una única vez,
entonces?
Neil se estremeció tanto que dio un paso atrás. Abrió la boca para
discutir, pero no pudo defenderse de una acusación como esa.
Resultó que no tenía que hacerlo. No se había dado cuenta de
que los de clase superior habían venido a ver cómo estaban, pero
Allison había superado a Neil en un abrir y cerrar de ojos y le dio un
fuerte golpe a Aaron lo suficiente como para casi derribarlo. Ella
podría haber dado otro golpe, excepto porque Andrew se movió
como un rayo. Él atrapó su muñeca para torcer su brazo detrás de
su espalda y dio un giro violento para hacerla caer de rodillas.
Cuando cayó, su otra mano se acercó y le agarró la nuca. Se obligó
a agachar la cabeza cuando aterrizó y le impidió volver a levantarse.
Allison intentó decir algo, pero solo logró atragantarse con un fuerte
apretón.
Renee era casi tan rápida; quizás ella ya había empezado a
moverse cuando se dio cuenta de que Allison iba a por Aaron. No
perdió el tiempo tratando de atacar a Andrew, sino que se arrojó
sobre la forma caída de Allison. Ella envolvió sus brazos alrededor
de Allison, consuelo y apoyo o una feroz advertencia para quedarse
quieta, y miró a la cara en blanco de Andrew. En algún lugar detrás
de ellos alguien estaba llamando,
—Vaya, vaya —cuando notó la escaramuza corta pero cruel, pero
Neil estaba más consciente de que Renee era callada pero
insistente.
—Andrew, es solo Allison. ¿De acuerdo? Es solo Allison.
—No es solo alguien cuando pone una mano sobre lo que es mío
—dijo Andrew—. Déjalo ir.
—Sabes que no lo haré —dijo Renee—. Me dijiste que los
protegiera.
—Fracasaste —dijo Andrew—. Deberías haber sido más rápido—.
—Maldita sea, Andrew —dijo Matt, con una ferocidad que era más
miedo que ira. Matt parecía como si fuera a matarlo para quedarse.
Neil estaba contento por ese autocontrol; no se sabía qué haría
Andrew si Matt lo desafiaba ahora mismo.
Dan se quedó con cara pálida y helada al lado de Matt, sus ojos
muy abiertos sobre Allison. Nicky tenía demasiado miedo de ir tras
Andrew, así que lentamente se dejó caer de rodillas y deslizó una
mano por el asfalto. Él enroscó sus dedos alrededor de los de
Allison y le apretó la mano con fuerza. Neil miró a Kevin, que se
había quedado inmóvil como la piedra, y luego a Aaron. La
expresión de Aaron estaba rota, una mezcla de indignación en
Allison y miedo por lo que su hermano podría hacer. Neil no sabía
de qué lado de la valla había caído, pero Neil no podía confiar en él
para que interviniera.
—Andrew —dijo Renee—. Devuélvemela a mí.
Estaban llamando demasiado la atención ahora. En otro momento
alguien iba a dar un paso donde los zorros no lo harían, y Andrew
reaccionaría ante esa amenaza de la peor manera posible. Neil
tenía tal vez diez segundos para hacer esto bien y no tenía idea de
por dónde empezar. Andrew no estaba preocupado por lastimar a
Allison, por lo que Neil no podía apelar exactamente a su mejor
naturaleza. La última vez que Andrew se quedó un suspiro lejos de
matar a alguien, Neil había usado a Kevin como una distracción.
Eso no funcionaría esta vez, pero tal vez… Neil vaciló, luego
abandonó el proceso.
—Es suficiente —dijo en alemán.
Estaba lo suficientemente cerca para agarrar a Andrew, pero
Andrew le había advertido que no le gustaba que lo tocasen.
Extendió su mano sobre la cabeza de Renee y esperó a que Andrew
la mirara con capucha. Satisfecho de que tenía la atención de
Andrew, Neil volvió a decir:
—Es suficiente, Andrew.
—No tienes que decidir eso.
—Si la lastimas, nos descalificas —dijo Neil—. El ERC no nos
dejará jugar con ocho personas.
—Tu unicidad es tan nauseabunda como siempre.
—Lo prometiste —insistió Neil, doblando la verdad hasta que casi
se rompió—. Dijiste que dejarías de cortarles las rodillas. Dijiste que
cooperarías al menos hasta que destruyamos a los Cuervos en la
final. ¿Me estabas mintiendo?
—Yo no prometí eso —dijo Andrew.
—Prometiste tener mi espalda este año —dijo Neil —y te dije a
dónde iba. Es todo lo mismo en este momento, ya sea que quieras o
no…
— Entonces, ¿tienes mi espalda o no? Andrew —insistió Neil
cuando Andrew no respondió lo suficientemente rápido.
— Mírame.
La boca de Andrew dio un violento tirón, una mueca que reprimió
a la fuerza, y finalmente levantó la vista. La oscuridad en su mirada
casi le quita el aliento a Neil. Rápido en los talones de la conmoción
fue un rayo de triunfo. Andrew había regresado de Easthaven
durante casi dos semanas, y esta era la primera señal de que algo
real sucedía detrás de esa máscara en blanco. Neil hubiera
preferido ver al verdadero Andrew en circunstancias más seguras,
pero saber que podría ser alcanzado fue un alivio desesperado.
—Que te jodan —dijo Andrew.
El borde en su voz tenía todos los pelos en los brazos de Neil de
punta. Neil sostuvo la mirada de Andrew, desafiando en silencio esa
ira para romper contra él en vez de Allison.
— ¿Lo harás o no? —Neil preguntó de nuevo.
—Le hice una promesa, también —dijo Andrew—. No romperé la
suya para mantener la tuya.
Neil no entendió, pero Aaron finalmente se sorprendió al elegir un
lado.
—Andrew, eso es… —titubeó, y Neil deseó que se atreviera a
apartar la vista de Andrew para ver la expresión de Aaron. Todo
indicio de ira había desaparecido de la voz de Aaron; sonó casi
perdido. Andrew no lo miró, pero la leve inclinación de su cabeza
hacia Aaron decía que estaba escuchando—. No, Andrew. No. Está
bien. Estoy bien. Ni siquiera dolió.
Neil lo archivó para preguntar más tarde. Tenía miedo de que ya
supiera cuál sería la respuesta. Esperaba que estuviera equivocado,
porque si descubría que Aaron realmente era tan estúpido,
probablemente lo asfixiaría.
Andrew miró a Neil por un momento interminable, luego relajó su
agarre mortal sobre Allison y la dejó colapsar, jadeando, en el
asfalto. Con la amenaza inmediata, Neil esperaba una retribución de
Dan o Matt. Extendió su mano hacia ellos para advertirles por si
acaso. No podía detenerlos si realmente querían pasar por su lado,
pero afortunadamente obedecieron su orden silenciosa de quedarse
quietos.
A sus pies, Renee ocultaba amortiguadas afirmaciones contra el
pelo de Allison. La respuesta de Allison fue demasiado ronca como
para entenderlo, pero permitió que Renee la ayudara a levantarse.
Renee la rechazó y la guio hacia Dan y Matt. Rápidamente la
tomaron en sus brazos, sosteniéndola entre ellos. Renee se apartó
un poco, una barricada silenciosa pero física entre los estudiantes
de último año y Andrew. Neil se arriesgó a mirar a Aaron, quien
estaba mirando a Andrew como si nunca lo hubiera visto antes.
Cuando Dan estuvo seguro de que Allison estaba bien, le lanzó a
Andrew una mirada que debería haber desollado la piel de sus
huesos.
—Idiota, ¡Pudiste haberla lastimado seriamente!
—No tienes derecho a actuar sorprendido —dijo Andrew. La furia
había desaparecido de sus ojos; su expresión había vuelto a su
pizarra muerta y sus hombros estaban relajados. Sonaba aburrido
de nuevo, como si nada de esto hubiera sucedido o importado—.
Esa es la segunda vez en tantas semanas que uno de ustedes se
ha olvidado de sí mismo. Debieron haber aprendido la lección la
primera vez. No se ofenden cuando fuerzan mi mano.
—Esto no es.
Una voz retumbante cortó a Dan.
— ¿Qué carajo está pasando aquí?
El corazón de Neil casi le hace un agujero en la caja torácica.
Había estado tan concentrado en Andrew que no había escuchado
el acercamiento de Wymack. Lanzó una mirada por encima de su
hombro, pero tuvo que apartar rápidamente la mirada de la ira en la
cara de Wymack. Wymack barrió a su equipo con una mirada
furiosa y esperó a que se recuperaran. Dan fue el primero en
encontrar su voz nuevamente.
—Nada —dijo, una mentira acalorada y obvia—. Solo me
replanteé cada vez que defendimos nuestra decisión de reclutar
monstruos.
—Oye —dijo Nicky, demasiado incómodo para parecer ofendido.
Él hizo una mueca de dolor cuando Dan lo fulminó con la mirada,
pero insistió,
—Puede que Andrew haya reaccionado de forma exagerada, pero
él tiene razón. Ella comenzó.
—Ni siquiera trates de justificarlo —dijo Matt—. No devuelves un
golpe con el cuello roto.
—De donde tú vienes, tal vez no —dijo Andrew.
— ¿El mundo real? —Matt dijo, pesado de sarcasmo.
—No —dijo Andrew, con una calma que Neil no creyó por un
segundo. Andrew se tocó dos veces con el dedo, advirtió a Matt que
se callara y le señaló—. Un niño privilegiado como tú nunca ha visto
el mundo real. No hables de él como si entendieras.
—Ya es suficiente —dijo Wymack, y chasqueó los dedos hacia los
estudiantes de último año—. ¿Dónde estás estacionado? —Dan
gesticuló sobre su hombro, demasiado enojado para responder en
voz alta. Wymack señaló—. Ve a esperar con tus coches. Estaré allí
en dos segundos. Ve, dije —Esperó hasta que se apretujaron entre
los coches para volver a su fila, y luego miró fijamente a Andrew. Su
mirada aterrizó en Neil al final—. Nadie respondió mi pregunta.
¿Qué demonios está pasando?
No tenía sentido mentir cuando los estudiantes avanzados iban a
decirle todo a Wymack, así que Neil lo resumió lo más sucintamente
que pudo.
—Allison golpeó a Aaron, entonces Andrew respondió.
Wymack cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz.
Obviamente estaba tratando de no romperlos, no quería volver a
encender una situación horrible, pero demoró una eternidad antes
de dejar caer su mano.
—Andrew, vamos a hablar de esto. No, voy a hablar sobre esto y
vas a escuchar. Hoy, pero no ahora. Después de que el resto de
este caos haya sido resuelto. ¿Entiendes? —Wymack le dio un
minuto a Andrew para que lo reconociera y luego dijo:
—No te escuché.
—Tú hablarás, yo te escucharé —dijo Andrew, e incluso Neil no
estaba seguro de si estaba de acuerdo o resumiendo las demandas
de Wymack.
—Voy a controlarlos —dijo Wymack—. Vuelvo enseguida. Cuando
regrese, nos enfocaremos en el problema real y en el enemigo real.
¿Está claro?
—Como el cristal —dijo Nicky débilmente.
—Sí, entrenador —dijo Neil.
Wymack se marchó, y el grupo de Andrew esperó en silencio su
regreso. Neil miró entre Andrew y Aaron. Andrew, como Nicky, había
vuelto su atención al auto destrozado. Aaron seguía mirando a
Andrew como si la respuesta al universo estuviera fuera de su
alcance. Kevin se había mantenido al margen durante toda la pelea,
pero ahora finalmente se adelantó y tomó una posición al lado de
Andrew.
Wymack se había ido por un tiempo, pero eventualmente regresó
a ellos. Había hablado en serio cuando dijo que estaban poniendo la
pelea de los Zorros en espera. No dijo una palabra más sobre la
violencia de Andrew o la seguridad de Allison. En lugar de eso, miró
largamente al auto de Andrew y le puso un cigarrillo en la mano.
Andrew colocó una mano expectante tan pronto como se encendió.
Wymack se lo entregó sin vacilación y se encendió otro.
—Bueno —dijo Wymack—, al menos mejoró su póliza de seguro
el año pasado.
—Mucho, mucho bien, eso nos hace a nosotros —Nicky se metió
las manos en los bolsillos y tocó el parachoques doblado del auto—.
Este lío no se puede arreglar. Incluso si arrancaron y reemplazaron
todo el interior, no pude volver a entrar sin conseguir escalofríos.
¿Viste al zorro muerto, entrenador? Pusieron un animal muerto en
nuestro auto. Uff.
—Cerdos —dijo Aaron.
Neil estaba perdido por el segundo que tardó en darse cuenta de
la policía. Solo estaban dos autos más abajo que el de Andrew. Neil
no se tensó al verlos, pero estaba cerca. Arrastró su mirada lejos sin
tratar de ser obvio, pero la vista no era mucho mejor en la otra
dirección.
—Cámaras, también —dijo.
En algún momento, la policía acordonó el estacionamiento e hizo
un puesto de control para los entrenadores que llegaban. Dos
camionetas de prensa fueron detenidas fuera de la línea y los
reporteros estaban tomando fotos de la tétrica escena.
Los policías llegaron a ellos unos minutos más tarde. Uno hizo
una vuelta lenta, anotando el número de matrícula y
presumiblemente escribiendo descripciones del extenso daño. En su
segunda vuelta, tenía una cámara apagada, y ahuyentó a los Zorros
con una mano impaciente para poder obtener buenos tiros. El otro
policía se precipitó hacia ellos con expresión cansada, con la pluma
sobre su libreta, y dijo:
— ¿De quién es este coche?
—Es nuestro —dijo Nicky, levantando una mano—. Bueno, está a
nombre de Andrew, pero también estoy bajo la póliza de seguro.
Somos primos, verá. Nicky Hemmick y Andrew Minyard, habitación
317. Si necesita el registro o cualquier cosa, puedo decirle dónde
encontrarlo, pero preferiría no acercarme y obtenerlo para usted.
Mire dentro del automóvil y entenderá por qué. No, en serio, mire
dentro.
El policía echó un vistazo al coche, pero no dijo nada sobre su
lamentable estado. Neil supuso que había dejado de preocuparse
por unos sesenta atletas enojados. Todo lo que dijo fue:
— ¿Viste u oíste algo inusual anoche o esta mañana?
—Viernes por la noche en un campus universitario —dijo Nicky
con un encogimiento de hombros disculpándose—. Aprendes a
desconectar las cosas si quieres dormir un rato. Además, nuestra
habitación mira hacia el frente del edificio.
— ¿Qué hay de ti? —el policía le preguntó a Aaron.
—No —dijo Aaron.
El policía miró a Andrew al último. Andrew contempló el silencio
sin expresión y dio una lenta calada al cigarrillo. Nicky solo le dio un
par de segundos antes de responder por él.
—Se enteró cuando lo hice. Renee se detuvo y nos despertó
cuando escuchó las noticias. Uh, Renee es nuestra compañera de
equipo —ante la mirada que el policía le envió por hablar, Nicky se
encogió de hombros—. Sí, lo siento. Andrew no habla con la policía.
Es una historia larga y completamente irrelevante. ¿Qué más
necesita saber?
El policía solo tenía un par de preguntas más, algunas de las
cuales dirigió a Andrew a pesar de la advertencia de Nicky, el resto
de las cuales dividió entre Nicky y Aaron. Andrew dejó de prestar
atención a la entrevista antes de tiempo y dejó vagar la mirada.
Nicky llenó los huecos tan rápido como pudo, y finalmente la policía
siguió su camino.
Un par de agentes de seguros se presentaron en las oficinas
locales para conocer de primera mano el desorden y tocar base con
los atletas que eran sus clientes. La mujer que representaba a la
agencia de Andrew debía haber traído una hoja de trucos con ella,
porque saludó a los primos por su nombre y expresó su simpatía por
pasar por esto por segunda vez. Mientras ella parloteaba y tomaba
notas e imágenes propias, los camiones de remolque entraron en
escena y comenzaron el lento proceso de llevar cada automóvil a
las tiendas de reparación.
—Estamos pagando la factura de los automóviles de alquiler y
furgonetas durante una semana —dijo Wymack cuando se fue a su
próximo cliente—. Conseguiré los dos que necesitamos en algún
momento del día. Puede llevarle un poco de tiempo llegar a la tienda
—hizo un gesto, indicando la enormidad de la tarea que aguarda a
las cuadrillas locales—, así que háganmelo saber tan pronto como
consigan un ETA. Puedo ofrecer los autos si es necesario.
—Sí, entrenador —dijo Nicky.
— ¿Estás bien aquí por un minuto? —Preguntó Wymack, y a sus
movimientos de cabeza fueron en busca del resto de su equipo.
No quedaba mucho por hacer, excepto esperar. Los policías
tardaron más de una hora en pasar por todos y las grúas demoraron
más tiempo para hacer mella en su carga de trabajo. Wymack
regresó cuando los policías terminaron de hablar con Allison y Matt.
Los de clase superior no estaban muy atrás de él, para sorpresa de
Neil. Dan y Matt todavía parecían un poco enojados, pero todos
parecían más cansados que nada. Allison se encontró con la mirada
de Andrew, una silenciosa declaración de desafío y audacia.
—Andrew y yo vamos a recoger algo de almuerzo para todos —
dijo Wymack—. ¿Alguna preferencia?
Neil dudaba que alguien tuviera hambre después de ahogarse en
el hedor del estacionamiento toda la mañana, pero nadie iba a dejar
pasar la comida gratis. Hicieron un voto poco entusiasta y Andrew
siguió a Wymack a lo lejos. Los Zorros se quedaron mirándolos en
un incómodo silencio. Finalmente, Neil se arriesgó a mirar a Allison.
Abrió la boca, necesitaba y quería decir lo que debería haber dicho
meses atrás, pero en todo este tiempo aún no tenía las palabras
adecuadas.
—Gracias —dijo Allison con rigidez.
Era tan inmerecido que Neil picó y le dijo:
—Lo siento.
Había sido lamentablemente inadecuado para lo que le había
costado, lo que les había costado a todos al decidir quedarse, pero
era todo lo que tenía. La mirada que Allison le envió dijo que sabía
por lo que estaba tratando de disculparse. Ella frunció los labios,
como si no estuviera segura de qué respuesta quería gastar en él.
Antes de que pudiera tomar una decisión, Dan habló.
—Sabíamos que cuando te inscribimos habría problemas —dijo,
mirando a Aaron y Nicky—. Lo aceptamos a pesar de los rumores y
las protestas porque creemos en ti. Te hemos defendido y te hemos
respaldado y hemos perdonado muchas cosas que nadie más
hubiera entendido. Hemos intentado ser tus compañeros de equipo
y tratado de ser tus amigos y te hemos contactado una y otra vez.
—Pero hay una línea aquí donde todo se detiene. Si alguna vez lo
cruzas de nuevo, terminamos. No lo harás, no lo harás —dijo de
nuevo con feroz énfasis—, no herirás a otra persona en este equipo
otra vez. ¿Lo entiendes?
La alegría característica de Nicky había desaparecido. Parecía
casi derrotado mientras miraba a Dan y Allison.
—Entiendo, y tienes razón, pero lo siento. No puedo prometer
nada. Andrew es… Andrew. No podemos predecirlo ni controlarlo.
—Él puede —dijo Matt, señalando con la barbilla a Neil—. ¿Por
qué no puedes tú?
— ¿Menos instintos de supervivencia? —Nicky lo adivinó, pero su
intento de humor se vino abajo.
—Más —corrigió Neil, sabiendo que Nicky no lo entendería.
Matt se volvió hacia Neil, su expresión intensa.
—Incluso Renee no estaba llegando a él. ¿Qué le dijiste para que
lo detuviera? Si no estás allí la próxima vez, alguien más necesita
saber cómo convencerlo desde el límite.
Neil no podía explicar sin meterse en cosas que no eran asunto
suyo.
—No dejes que haya una próxima vez.
—Neil, lo digo en serio —dijo Matt.
Neil negó con la cabeza.
—Yo también.
—Allison —dijo Kevin—. ¿Te lastimó?
Allison conocía a Kevin demasiado bien como para pensar que
estaba preocupado por su bienestar. Ella lo miró con impaciencia y
no respondió. Kevin interpretó el silencio como quiso y envió una
mirada pensativa a Neil. Después de un momento, extendió la mano
y cubrió el tatuaje de Neil con su pulgar. El resultado lo hizo fruncir
el ceño, no por decepción sino por confusión, y Kevin volvió a dejar
caer la mano. Neil esperó, pero Kevin no dijo nada.
—Vamos a entrar —dijo Dan, y los abatidos Zorros entraron
caminando.
Aaron, Kevin y Nicky desaparecieron en su habitación. Neil puso
una mano en la entrada antes de que Nicky pudiera cerrarla detrás
de ellos. Las mujeres seguían a Matt a su habitación más abajo,
pero solo les llevó un momento darse cuenta de que habían perdido
a Neil. Neil levantó un dedo para prometerle que estaría bien y pasó
a Nicky. Nicky cerró y echó llave tan pronto como Neil estuvo a salvo
dentro.
Aaron se dejó caer en una de las sillas con un puff y no se
molestó en mirar hacia arriba cuando Neil se detuvo frente a él. Neil
se metió las manos en los bolsillos para no usarlas con Aaron y se
agachó. Aaron frunció el ceño hacia Neil, sin remordimiento ni
desafío. Neil apretó sus manos en puños. Trató de contar hasta diez
en su cabeza, pero solo llegó a seis.
—Dime que no eres tan estúpido —dijo Neil.
—Esta no es tu habitación —dijo Aaron—. Salí.
— ¿Qué te prometió? —Neil exigió, ignorando aquello—. No dijo
que te mantendría a salvo. Si lo hubiera hecho, no habría permitido
que Kevin se quedara el año pasado. Entonces, ¿de quién prometió
protegerte? —Le dio a Aaron un minuto para cooperar antes de
adivinar—. Regresó a la casa y descubrió que tu madre te estaba
golpeando. Dijo que, si no podías defenderte de una mujer, él
tendría que hacerlo. ¿No es cierto? Todo lo que tenías que hacer a
cambio era quedarte con él hasta la graduación.
—No importa.
—Obviamente que importa —espetó Neil. Aaron frunció el ceño,
pero renunció a negarlo—. Siempre has sabido por qué mató a tu
madre. ¿Por qué me obligaste a pronunciarlo por ti?
—No —argumentó Aaron de inmediato—. Eso no tuvo nada que
ver conmigo. Hizo la promesa de su segunda noche en casa con
nosotros, pero esperó cinco meses para matar a mamá. No viste los
moretones que le dejó cuando pensó que era yo esa noche.
—A Andrew no le importaba que ella lo lastimara. Le importaba
que ella te lastimara a ti. Solo le tomó tanto tiempo porque los
accidentes toman tiempo para planearse.
—No lo sabes.
—Sí lo sé. También lo sabrías si hubieras prestado atención a
cómo te trató en Columbia —dijo Neil—. Antes sabías por qué
recurría a Allison hoy. El único que puede detener esto eres tú.
Descubre qué tienes que hacer —qué debes perdonar—para que te
deje ir.
Cerró la puerta detrás de él mientras salía, pero se quedó helado
en el pasillo. Sabía que no era mejor volver a los estudiantes de
clase superior en un estado de ánimo como aquel. Este no era el
momento ni el lugar para hacerlo, no con el equipo ya tan frágil, pero
el temperamento de Neil nunca había tenido un buen momento. Ni
siquiera estaba seguro de con quién estaba más enojado: Aaron,
por ser tan increíblemente ciego, o él mismo, por no haber reunido
las piezas antes. No ayudaba que todavía estuviera enojado con
Nicky y Kevin por ser tan inútil.
No podía calmarse, así que hizo lo único que pudo: subió las
escaleras hasta la planta baja y salió a correr. No apuntaba a la
cancha, pero inevitablemente terminó allí. Dejó caer sus llaves junto
al banco de la casa cuando pasó y corrió los escalones del estadio.
A la mitad, finalmente superó sus pensamientos. Dejó de sentir, dejó
de ser Neil, dejó de ser todo menos un cuerpo en movimiento. Él
caminó después en el anillo interior. Cada aliento tembloroso estaba
demasiado caliente en sus tensos pulmones, pero Neil finalmente se
sintió normal otra vez.
Recogió sus llaves cuando salía y cerró detrás de sí. Era un
camino lento de regreso a Fox Tower y él tomó las escaleras hasta
el tercer piso. Matt estaba en el sofá de su habitación, Dan a un lado
y Renee al otro. Allison había reclamado uno de los escritorios.
Todos miraron hacia la puerta cuando él entró y por la expresión de
sus caras, Neil tuvo la sensación de que había interrumpido una
conversación importante. Levantó una mano camino al baño, una
silenciosa disculpa por el mal momento y la promesa de que estaría
fuera del alcance del oído, en la ducha, momentáneamente.
—El almuerzo está en la nevera —dijo Matt—. El entrenador lo
dejó cuando estabas fuera—.
Neil lo había olvidado por completo.
—Gracias.
Abrió su armario para sacar la ropa, pero vaciló al ver su caja
fuerte. Se agachó para pasar los dedos por la cerradura, los
pensamientos girando a un millón de millas por hora. Se preguntó
cuánto cubriría la compañía de seguros para reparar los autos de
sus compañeros. Incluso si no podía cubrir todo, Allison y Matt
tenían suficiente dinero para recoger el resto. Los primos no tenían
ese tipo de efectivo, y su auto era casi tan caro como el de Allison.
Nicky ya había predicho que recibirían malas noticias.
El golpeteo de un zapato sobre la fina alfombra lo distrajo. Se
inclinó hacia atrás fuera del armario para mirar. Allison estaba de pie
en la entrada, con una expresión cautelosa y los brazos cruzados
sobre el pecho.
Neil aún no sabía qué decirle, pero tenía que intentarlo.
—Lo siento. Él no se lo merecía.
Allison guardó silencio por una eternidad, y luego dijo:
—Ya lo dijiste. Si obtuviéramos lo que nos merecíamos, no
seríamos Zorros —sus palabras sonaban insensibles cuando se
aplicaban a la muerte de Seth. Neil hizo una mueca, pero Allison se
encogió de hombros y miró hacia otro lado—. Tal vez es mejor así.
Si se lo hubiera hecho a él mismo, viviría sabiendo que nunca lo
había entendido. Al menos de esta manera hay alguien más a quien
culpar.
— ¿Andrew te habló de Riko?
—Lo he sabido desde que sucedió —dijo Allison—. El monstruo
pasó por la casa de Abby antes del funeral para preguntarme sobre
la medicina de Seth. Me contó su teoría para asegurarse de que
volviera a la cancha.
Neil pensó que Allison volvería al juego demasiado pronto
después de la muerte de Seth y por la forma en que Andrew se
detuvo a su lado en su camino hacia la meta. En ese momento,
pensó que era sospechoso que Andrew le ofreciera algún tipo de
apoyo. Quizás Andrew le había estado recordando que se enojara.
Allison dejó de hablar con Neil durante semanas después de la
sobredosis de Seth. Neil pensó que su retirada se debía a su dolor.
Le había dado la bienvenida al hombro, inseguro de cómo acercarse
a ella con su conciencia culpable. Sin embargo, si siempre hubiera
sabido la teoría de Andrew, siempre había sabido que Neil tenía
parte de culpa. Tal vez ese fue el motivo por el que Andrew se
involucró: ya había tomado a Neil bajo su protección para entonces,
por lo que necesitaba asegurarse de que Allison no fuera un
problema para ellos.
En algún momento, ella lo había perdonado y Neil ni siquiera se
había dado cuenta.
—Debería haber dicho algo antes. Simplemente no lo hice —Neil
hizo un gesto, indefenso, perdido y horrible—. No sé cómo hablarle
a la gente sobre las cosas importantes.
—Nos dimos cuenta —Allison se encogió de hombros como si no
fuera gran cosa cuando ambos sabían que sí lo era—. Eres una
verdadera obra de arte. Uno de estos días me vas a decir por qué.
Regresó a la otra habitación, dejando a Neil solo con sus
pensamientos y misterios.
CAPÍTULO SIETE

Traducido por Cris G.


Corregido por Aruasi

Neil estaba saliendo de la habitación después de la ducha cuando


su teléfono sonó. Se dio unos golpecitos en los bolsillos, los
encontró vacíos, y sacó su teléfono celular de debajo de su
almohada. Dos mensajes lo estaban esperando, uno de Nicky
marcado hace casi una hora y el más reciente de Katelyn. Ella solo
había enviado un desesperado “¿¿¿Qué pasó???” que Neil no
perdió el tiempo respondiendo.
Nicky fue testigo de que Andrew había regresado. Parecía
redundante, ya que, si Wymack les hubiera traído comida, por
supuesto que también habría dejado a Andrew fuera. Conociendo a
Nicky, era una excusa velada para involucrarse y asegurarse de que
todo estuviera bien. Neil guardó su teléfono en su bolsillo trasero y
salió de su habitación sin decir una palabra a nadie. Nicky respondió
a su llamada en cuestión de segundos y no tuvo que preguntar por
qué Neil estaba allí.
—Tomó una botella y se fue de nuevo —dijo Nicky—. No sé a
dónde fue.
Andrew no podía llegar lejos con una botella de licor abierta en la
mano y sin coche.
— ¿Con el entrenador?
—No lo creo —dijo Nicky—. Aaron también se fue, justo después
de ti.
A Neil no le importaba lo que Aaron hiciera. Asintió y se fue, y
Nicky no lo llamó. Neil subió las escaleras hasta el techo y luchó
contra la perilla de la misma forma que vio a Andrew sacudirla. Solo
necesitó un par de intentos antes de abrirla, y salió al ventoso
tejado.
Andrew estaba sentado en la parte trasera del techo esta vez. La
botella de vodka en su rodilla parecía vacía desde allí, pero Neil vio
que la luz del sol se reflejaba en el líquido mientras se dirigía hacia
Andrew. Neil calmó el latido instintivo de su corazón cuando se
acercó más al borde y ocupó un lugar justo fuera del alcance de
Andrew. Miró hacia las ruinas del estacionamiento. Todavía
quedaban una docena de coches, pero el personal ya estaba
limpiando el asfalto. La policía se había ido, dejando atrás a uno de
los equipos de seguridad del campus para supervisar, y la prensa
había desaparecido.
Andrew arrojó su paquete de cigarrillos a Neil.
—Dame una buena razón para no apartarte del lado.
Neil sacó un palo y lo encendió.
—Te arrastraría conmigo. Está muy lejos.
—Te odio —dijo Andrew, pero era difícil creerle cuando parecía
tan aburrido con el concepto. Andrew tomó un trago de la botella y
se limpió la boca con el pulgar. La mirada que dirigía a Neil no era
de impresión ni preocupación—. El noventa por ciento de las veces
que te veo me dan ganas de cometer un asesinato. Pienso en tallar
la piel de tu cuerpo y colgarla como una advertencia para cualquier
tonto que piense que puede obstaculizar mi camino.
— ¿Qué pasa con los otros diez? —Neil preguntó.
Andrew ignoró eso.
—Te advertí que no me pusieras una correa.
—No lo hice —dijo Neil—. Te pusiste esa correa cuando me dijiste
que me quedara sin importar nada. No te enfades conmigo solo
porque fui lo suficientemente inteligente como para elegir el otro
lado.
—Si vuelves a tirar, te mataré.
—Tal vez cuando se acabe el año, lo harás —dijo Neil—. En este
momento no hay mucho que puedas hacer al respecto, así que no
pierdas el tiempo amenazándome.
—No creo que fuera el dinero —dijo Andrew, y elaboró ante la
mirada inquisitiva de Neil— ¿Por qué te persiguieron tanto tiempo?
Imagino que en algún momento se dieron cuenta de que era mucho
más importante hacerte daño que recuperar cualquier cosa perdida.
—Eso dices tú, pero aun así no me pegarás.
Andrew apagó su cigarrillo entre ellos.
—El tiempo se acerca rápidamente.
Neil estudió su rostro, buscando un indicio de la insondable ira
anterior y sin encontrar nada. A pesar de las palabras hostiles de
Andrew, su expresión y tono eran tranquilos. Dijo que estas cosas
no significaban nada para él. Neil no sabía si era una máscara o la
verdad. ¿Andrew estaba escondiendo esa ira de Neil o de él
mismo? Tal vez el monstruo fue enterrado donde ninguno de ellos
pudiese encontrarlo hasta que Neil cruzase otra línea imperdonable.
—Bien —dijo Neil por fin. Tirar de la cola de un dragón dormido
sonaba como una buena forma de tener una muerte dolorosa, pero
Neil estaría muerto antes de que la protección de Andrew se
disipara—. Quiero verte perder el control.
Andrew se quedó inmóvil con la mano a medio camino del vodka.
—El año pasado querías vivir. Ahora pareces empeñado en que te
maten. Si tuviera ganas de jugar otra ronda contigo ahora mismo, te
preguntaría por qué has cambiado de opinión. Tuve suficiente de tu
estupidez para durarme una semana. Vuelve adentro y molesta a
los demás ahora.
Neil fingió confusión cuando se puso de pie.
— ¿Te estoy molestando?
—Más allá de lo que se puede decir.
—Interesante —dijo Neil—. La semana pasada dijiste que nada se
mete debajo de tu piel.
Andrew no perdió el aliento respondiendo, pero Neil lo contó como
una victoria. Arrojó el cigarrillo al viento y entró solo. Subió las
escaleras hasta el tercer piso, pero no dio más de un par de pasos
por el pasillo antes de que se abriera el ascensor. Mirar hacia atrás
fue instintivo. Neil tuvo un segundo para reconocer a Aaron y otro
para registrar la furia en su rostro. Entonces Aaron se estrelló contra
él como un tren de carga y lo aplastó contra la pared.
Neil recibió un golpe en la mejilla y un golpe más fuerte en la boca
antes de luchar contra Aaron. Neil aterrizó un buen golpe en lo más
profundo de Aaron cuando este saltó hacia él de nuevo, y luego
unas manos pesadas los apartaron. Neil echó un rápido vistazo a la
intervención. La pelea había atraído a una multitud rápida desde las
habitaciones más cercanas. Sabía que estas caras las pasaban
bastantes veces en el pasillo y la escalera; él sabía sus nombres y
equipos a pesar de sus mejores esfuerzos para no aprender nada
sobre ellos.
Aaron hizo un violento intento por liberarse, y luego se conformó
con fruncir el ceño a Neil al otro lado del pasillo. Neil probó sus
propias restricciones, las encontró igualmente implacables y empujó
el interior de su boca con la lengua.
Se mordió la mejilla cuando Aaron le dio un puñetazo y el primer
trago no fue suficiente para deshacerse del sabor de la sangre.
—Tranquilícense —les advirtió Ricky, con las manos hacia los dos
—. Tenemos suficientes problemas para lidiar ahora mismo con sus
gilipolleces.
—Estamos bien —dijo Neil.
A Aaron no le gustaba dejar entrar a otras personas a su asunto,
por lo que Neil esperaba que él siguiera hasta que estuvieran solos.
Subestimó cuán enojado estaba Aaron. En lugar de esperar por la
privacidad, Aaron se precipitó hacia él en furioso alemán.
— ¡Jódete! ¿Qué mierda le dijiste?
Los duros sonidos atraparon a los otros atletas con la guardia
baja, dándole a Neil suficiente tiempo para responder. Solo había
una —ella— que podría hacer enojar a Aaron. Neil se arrepintió de
no haber respondido el texto de Katelyn, pero se limitó a encogerse
de hombros con indiferencia hacia Aaron.
— ¿Por qué?, ¿finalmente ella tomó una decisión? ¿Qué pasó, te
apareciste en su puerta para quejarte del auto y obtuviste un
ultimátum en respuesta?
— ¡Deberías saberlo!
—Oye —dijo Ricky—. Cálmate, dijimos.
Neil lo ignoró.
—Le dije que se mantuviera firme. Nunca volví ni le pregunté si
había tomado una decisión. Por lo que demás, lo hice antes de
descubrir cuán específica era la promesa de Andrew. Podría haber
sido un poco más considerada si hubiese sabido lo estúpido que
eras.
— ¡No tenías derecho a arrastrarla a esto!
Las puertas del dormitorio no estaban hechas para ser
insonorizadas, y el fuerte alemán finalmente llamó la atención de los
Zorros. Nicky fue el primero en salir al pasillo, pero los de clase
avanzada no se quedaron atrás. Los jugadores de fútbol se hicieron
a un lado para dejarlos acercarse, pero Dan y Matt se contuvieron
para mirar. Neil esperaba una conferencia, pero Dan los miró de uno
a otro y no dijo nada. Neil no sabía si estaba demasiado sorprendida
de que estuvieran haciendo un espectáculo para intervenir o si
todavía estaba enojada con Aaron por el papel que había
desempeñado en la cercana visita de Allison.
Nicky se acercó lo más posible a Aaron y envió una mirada
perpleja a Neil.
— ¿Quiero saber? —preguntó en alemán.
Aaron hizo otro duro intento por liberarse. Esta vez, Amal lo dejó
ir, aunque mantuvo las manos extendidas por si Aaron volvía a
perseguir a Neil. Aaron dio un paso hacia atrás, como si no pudiera
soportar estar tan cerca de Neil.
—Katelyn se niega a verme o hablar conmigo hasta que Andrew y
yo recibamos asesoramiento.
Nicky se quedó boquiabierto, pero parecía más admirado que
nada.
—Maldición, Neil.
Aaron le lanzó una mirada lívida.
—No te atrevas a tomar su lado.
— ¿Por qué no? —Preguntó Nicky—. No es como si alguna vez
me hubieras dejado tomar el tuyo.
Aaron empujó a Nicky a un lado y se dirigió a su habitación. Nicky
hizo una mueca a Neil y fue tras él. Kevin estaba en la entrada, pero
salió al pasillo para dejarlos pasar. Él no había entendido ni una
palabra de lo que habían dicho, pero la torcedura de su boca no le
gustó. Neil le devolvió la mirada, tratando de transmitir en silencio lo
poco que le importaba el mal humor de Kevin.
Dan hizo un gesto a los atletas que agarraban a Neil.
—Gracias. Los vigilaremos.
Neil fue liberado bajo su custodia y la pequeña multitud se
dispersó lentamente. Dan hizo un gesto para que Neil tomara la
delantera, por lo que se dirigió a su habitación con Matt y Dan
pisándole los talones. Renee y Allison estaban dentro todavía, y
vieron el regreso de Neil con interés.
Neil no tenía hambre, pero comer le dio algo que hacer. También
hizo que fuese más fácil acorralarlo. Dan apoyó la cadera contra el
mostrador y lo observó hurgar en la nevera. Ella estaba tratando de
sobrevivir a él, pensó Neil, pero Neil no iba a ser el primero en
hablar. Él metió su contenedor en el microondas, giró el dial y le
devolvió la mirada. Dan manejó el tratamiento silencioso solo hasta
que el temporizador sonó.
— ¿Vamos a hablar de esto? —preguntó ella.
—Es posible que desees evitar a Aaron por un par de días.
—Ese ya era el plan —dijo Dan—. ¿Qué diablos está pasando?
—Estoy haciendo lo que me pediste que hiciera —dijo Neil—. Los
estoy arreglando.
—Eso no es lo que parecía.
Neil se encogió de hombros, metió los fideos y reinició el
temporizador.
—Si un hueso no se está curando correctamente, no tienes más
remedio que romperlo. Estarán bien.
Matt se apoyó contra el marco de la puerta y arqueó una ceja
hacia Neil.
—Eso no es exactamente tranquilizador. De ti, bien podría
significar cualquier cosa, desde voy a hacer autostop por todo el
estado hasta estoy hecho una maldita pulpa, pero aún puedo
sostener una raqueta.
— ¿Apostaste? —Neil preguntó. Al darse cuenta de que Matt no
podía seguir su línea de pensamiento, dijo:
—Aaron y Katelyn.
—Todos, excepto Andrew, apostaron por ellos —dijo Matt—. No
se trata de que se ejerciten. Es cuestión de cuándo.
Neil consideró eso.
—Entonces estarán bien.
Dan no parecía convencido, pero lo dejó para comer en paz y se
llevó a Matt con ella. Neil pasó el resto de la tarde mirando sus libros
de texto en lugar de hacer un trabajo real. La cena fue entregada
porque Allison no quería ver a nadie en el comedor, y la cena fue
seguida por complicados juegos de cartas y un montón de shots.
Dan, Matt y Allison jugaron como si la única manera de ganar
fuera ser el primero en caer. Allison fue la primera en cabecear de
sueño, pero Matt y Dan no duraron mucho más. Allison reclamó el
sofá, por lo que Dan y Matt entraron a trompicones en el dormitorio
para compartir la cama de Matt. Neil corrigió el desastre que habían
hecho en la sala mientras Renee cogía una manta extra de la
habitación de las chicas. Ella regresó a tiempo para limpiar el resto
de la basura. Lavaron copas pegajosas una al lado de la otra en la
cocina y estaban terminando cuando Renee habló.
—Gracias —dijo ella—, por haberlo alcanzado cuando no pude.
Neil la miró.
— ¿Te pidió que los protejas?
Renee asintió.
—Kevin le dijo a Andrew la verdad sobre los Moriyama primero.
Andrew sabía que dejar que Kevin se quedara podría significar
consecuencias graves para el resto de nosotros. Estaba dispuesto a
proteger lo suyo contra la respuesta negativa, pero no le importó lo
suficiente como para luchar por el resto de nosotros. Él me los dio
en su lugar —Inclinó la cabeza para indicar a sus amigos
durmientes y sostuvo un vaso para inspeccionar—. Una de las
primeras cosas que le pregunté el pasado junio fue quién te estaba
reteniendo. Dijo que lo sabría después de una noche fuera en
Columbia.
Neil tomó la copa y le dio un segundo lavado.
—Se arrepiente de haberme retenido ahora, estoy seguro.
—Andrew no cree en el arrepentimiento, dice que el
arrepentimiento se basa en la vergüenza y la culpa, ninguno de los
cuales sirve para ningún propósito real. Dicho esto, intenté quitarte
de sus manos en un momento —Cuando Neil la miró sorprendido,
Renee lanzó una mirada inocente que por una vez no era del todo
convincente—. Andrew se negó con el argumento de que no
deseaba a nadie más que a un empleado de pompas fúnebres.
—Reina del drama —murmuró Neil.
Renee soltó una carcajada y le cambió una toalla por el vaso. Neil
se secó las manos y se la devolvió. Renee colgó la toalla de su
gancho en la parte delantera de la nevera y salió de la cocina para
inspeccionar la sala de estar.
— ¿Estarás bien aquí? —Renee preguntó.
Neil inclinó la cabeza hacia un lado, escuchando los ruidos del
dormitorio, y solo escuchó el silencio.
—Estoy bien.
Él la vio salir, cerró la puerta detrás de ella y se dirigió a la cama.
La mañana llegó demasiado pronto, y con ella vinieron más malas
noticias. Wymack los llamó temprano para decir que el campus
estaba desfigurado. La pintura negra cubría los edificios y las aceras
en gruesos derrames y el estanque estaba teñido de rojo brillante
por el tinte. Un grosero grafiti empañaba las paredes exteriores
blancas de la Cancha de los Zorros. Wymack no quería que el
equipo se detuviera para verlo, pero tampoco quería que lo oyeran
de segunda mano. El departamento de instalaciones estaba fuera e
intentaba restaurar todo lo más rápido posible. Wymack juró destruir
la seguridad del campus tan pronto como los llamó por teléfono.
La segunda ola de vandalismo hizo que la prensa volviera a
correr, y un periodista finalmente se acercó lo suficiente a Wymack
para ponerle un micrófono en la cara. Wymack era demasiado listo
para perseguir a los Cuervos, por lo que se conformó con atacar a
los fanáticos.
—Creo que es patético —dijo—. ¿Qué bien creen que están
logrando estos cobardes arremetiendo contra nosotros de esta
manera? Todo lo que están haciendo es atraer atención negativa y
publicidad al equipo que están tratando de defender. Ya es hora de
que los Cuervos hablen.
El presidente de Edgar Allan, Louis Andritch, respondió en una
hora e hizo un llamado obligatorio a los fanáticos de los Cuervos
para que dejaran de tener un comportamiento tan indisciplinado.
Tetsuji Moriyama lanzó una declaración más dura poco después,
condenando los ataques como insultantes e innecesarios. Sonaba
sospechosamente como un apoyo hasta que Moriyama terminó
diciendo:
—No se puede entrenar a un perro con un día de retraso, no es lo
suficientemente inteligente como para correlacionar la acción y el
castigo. Debes disciplinarlo en el momento en que se porta mal.
Déjennos corregirlos en la cancha.
Dan hirvió de furia el resto del día, pero las palabras de Moriyama
llegaron a los fanáticos. El lunes amaneció sin nuevos desastres.
Neil casi lo lamentaba, porque sin distracciones externas el equipo
era libre de enfocarse nuevamente en sus problemas internos. Dan
y Matt hablaron con Neil, pero ignoraron al resto del grupo de
Andrew. Allison actuó como si nada hubiera sucedido, pero se
mantuvo notablemente fuera del alcance de Andrew. Aaron ni
siquiera miró a Neil y no habló con nadie, incluido Nicky. Neil
esperaba que hablara cuando Neil los acompañara a practicar, pero
tal vez Aaron estaba tratando de mantener a Andrew fuera de la
pelea el mayor tiempo posible.
Kevin se quejó sobre la discordia desenfrenada durante cuarenta
minutos de práctica de la tarde, luego dejó de regañar a sus
compañeros de equipo y se volvió hacia Neil.
—Si nos costó el juego porque no pudiste mantener la boca
cerrada —no terminó esa amenaza, suponiendo que Neil pudiera
completar los espacios en blanco. Su expresión solo se oscureció
cuando Neil lo rechazó—. Este no es el momento para tu actitud.
Deja de causar problemas innecesarios antes de arruinar cualquier
otra cosa.
Neil sopesó todas las posibles respuestas a eso y se decidió por
lo más simple:
—Que te jodan.
Kevin lo empujó como si pudiera presionar a Neil. Neil le devolvió
todo lo que tenía y tiró a Kevin sobre Matt. Afortunadamente, Matt
había estado viendo la breve discusión. Tropezó bajo el peso
repentino de Kevin, pero no se cayó y agarró a Kevin para que no
siguiera a Neil. Neil apuntó con su raqueta a Kevin en señal de
advertencia y caminó a zancadas por media cancha. Sabía que
Kevin intentaba ir tras él porque escuchó la feroz advertencia de
Matt de que lo detuviera. Para cuando Neil llegó a la mitad de la
cancha, Dan se había involucrado. Tomó varios minutos de
amenazas airadas para calmar a Kevin, pero la paz cuestionable
solo duró porque Kevin y Neil recurrieron a ignorarse el uno al otro.
Tan pronto como los despidieron para descansar, Neil fue al
vestuario a tomar una copa. Wymack lo siguió y se detuvo justo al
otro lado de la puerta trasera. Él plantó sus manos en sus caderas y
miró a Neil al otro lado de la habitación.
—Estoy realmente interesado en saber cómo pasó de una
contienda entre nosotros y ellos a una guerra total —dijo Wymack—.
La opinión popular es que es tu culpa. ¿Es cierto?
—Tenía buenas intenciones —dijo Neil.
—No me importa cuáles fueron tus intenciones —dijo Wymack—.
No podemos darnos el lujo de perder el juego del viernes, no
después de lo que nos hicieron y especialmente después de lo que
dijo el entrenador Moriyama. No sé si lo habrán notado, pero no
estamos ganando terreno ahora mismo.
—Lo sé —dijo Neil—. Lo siento por el momento, pero no me
arrepiento de nada de lo que dije.
—No quiero tus disculpas. Quiero arreglar esto lo más pronto
posible —dijo Wymack.
—Sí, entrenador.
Neil se dirigió a la puerta para regresar al anillo interior, pero
Wymack extendió una mano para detenerlo y le dijo:
—Hablando de la sincronización, ¿cómo está tu reloj mental?
¿Ayuda tener un cronograma establecido de nuevo?
—No tanto como tenerlos a todos aquí —dijo Neil—. No estoy lo
suficientemente solo como para perderme.
—Bien —dijo Wymack—. Ahora vamos. Vamos a ver si no
podemos salvar este desastre.
Neil lo siguió hasta el anillo interior. Sus compañeros de equipo se
habían dispersado en su breve ausencia. Matt, Dan y Allison habían
reclamado uno de los bancos de los Vixens. Kevin estaba solo cerca
de la pared de la corte, con el portapapeles de Wymack en la mano,
y revolvió las notas del día. Nicky se detuvo en los escalones que
conducían a las gradas, y Neil vio a Aaron unas veinte filas más
arriba. Andrew y Renee estaban haciendo sus vueltas habituales
alrededor del anillo interior y no habían llegado muy lejos.
Neil no tenía ganas de lidiar con nadie más, así que fue tras los
porteros. Renee lo vio cuando doblaban la primera esquina y le
indicó a Andrew que esperara. Neil tenía excusas listas si le
preguntaban por qué estaba invadiendo su espacio, pero Renee
saludó con una sonrisa brillante y Andrew lo reconoció con una
mirada indiferente. Se pusieron en marcha de nuevo a un ritmo lento
tan pronto como Neil los alcanzó.
Neil se había preguntado de qué hablaban los dos cuando
estaban lejos de todos los demás. Lo último que esperaba era que
discutieran sobre Exy. Renee quería cambiar las mitades que
jugaban ahora que Andrew no estaba limitado por su retirada. Sus
oponentes se volverían más desafiantes cada semana y Andrew era
el portero más fuerte. Ella quería que tomara el relevo cuando sus
compañeros de equipo bajaran en la segunda mitad. Andrew aceptó
su sugerencia sin discutir, y Renee siguió adelante.
Lo que comenzó como una conversación normal se dislocó
rápidamente, y Neil no tenía idea de cómo pasaron de los trabajos
de construcción en el lado opuesto del campus a un posible punto
de partida para la Tercera Guerra Mundial. Tenía que existir una
correlación entre los dos, pero, aunque se destrozara el cerebro, no
podía encontrar ninguno. Eventualmente se dio por vencido, porque
tratar de darle sentido al salto significaba que no podía escuchar su
argumento. Renee esperaba que comenzara con los recursos,
particularmente con la escasez de agua, mientras que Andrew
estaba convencido de que el gobierno de Estados Unidos se
involucraría en el conflicto equivocado y provocaría represalias. No
quedaba tiempo suficiente para que ninguno de los dos ganase al
otro, y como Neil no jugaría el desempate, dejaron el debate a un
lado para otro día.
Wymack llamó a su equipo al banquillo local y reinició la práctica
con una charla de motivación. Llegó primero a los estudiantes
avanzados. Cuando los lanzó a la cancha para los partidos, Dan
tragó su resentimiento el tiempo suficiente para apartar a Aaron y
Nicky. Ella y Matt tenían un par de ideas que querían que los
defensas probaran, por lo que tuvieron un pow-wow —una reunión
de pueblos indígenas, aunque el término en la actualidad se utiliza
para referir cualquier tipo de reunión— improvisado en la primera
línea. Aaron escuchó porque tenía que hacerlo, pero no miró a Dan
ni dijo nada.
El martes fue fraccionalmente mejor, y eso fue solo porque el
grupo de Dan estaba haciendo un esfuerzo activo para llevarse bien
con todos. Aaron no se inmutó por su acto, Nicky se aferró
desesperadamente a cualquier insinuación de calor que pudiera
obtener, y Andrew estaba habitualmente desinteresado en los
alrededores. Kevin pasó una hora atacando a los primos, y luego
dirigió toda su energía furiosa para azotar a los estudiantes de
último año. Solo le ahorró unas pocas palabras cáusticas a Neil, y
Neil no desperdició palabras en Kevin.
Cuando Wymack los despidió para el descanso, Andrew
inmediatamente se alejó a lo largo del muro de la cancha.
Renee miró a Neil. Neil no estaba seguro de que fuera una
invitación hasta que se volvió hacia ella y obtuvo una sonrisa de
aprobación. Era muy consciente de que estaban llamando la
atención cuando partieron en pos de Andrew, pero Neil no miró a
nadie. Había una buena posibilidad de que los otros no quisieran
pasar el rato con los porteros, y no era porque significaba que él y
Kevin todavía estuviesen fuera de juego. Los Zorros podrían
desconfiar de la amistad de Andrew y Renee, pero había más de
trescientos dólares en el bote en su relación de trabajo. Neil los
distrajo al uno del otro.
Neil no albergaba tales ilusiones sobre las posibilidades de
Renee. Además, Renee hizo un buen trabajo distrayéndose. Se
desvaneció de la conversación varias veces para revisar su teléfono
y contestar mensajes rápidos. Neil captó un poco de la inactividad
porque estaban planeando rutas de evacuación y paradas de
suministro críticas en caso de una invasión de zombis. Sobrevivir
huyendo era el fuerte de Neil y, a pesar de que era un escenario
ridículo, fue interesante ver cómo se comparaban sus prioridades
con las suyas. Renee hizo hincapié en la importancia de recolectar
sobrevivientes, que Andrew derribó de inmediato.
— ¿No volverías por nadie? —Renee preguntó.
Andrew volvió su mano.
—Puedo contarlos con una mano.
—Creo que el entrenador sería bueno en una pelea —dijo Renee
mientras pasaban los bancos de nuevo. Wymack miró en su
dirección, oyendo su nombre, pero solo necesitó un momento para
darse cuenta de que no estaban hablando con él—. También tiene
un permiso de armas.
—Vendió el arma cuando entré varias veces en su apartamento —
dijo Andrew.
— ¿Qué pasa con Abby?
— ¿De qué me sirve ella? —Andrew preguntó—. No se puede
vendar una mordedura de zombi y ella no nos dejaría ejecutar a los
infectados. Además, el entrenador no la dejaría irse. Deja que la
mantenga a salvo todo el tiempo que pueda.
Renee aceptó el punto con un movimiento de cabeza, y la
conversación pasó a ideas menos locas. Sin embargo, se quedó con
Neil y sintonizó su próximo debate. Se preguntó qué haría si una
invasión realmente sucediera. Neil estaba acostumbrado a cortar
todos los lazos y comenzar a correr. Lo más probable era que fuera
instintivo abandonarlos a todos si los muertos vivientes festejaban
vorazmente. No era exactamente una práctica edificante, pero Neil
podía aceptar las desagradables verdades sobre sí mismo.
—Oh —dijo Renee, revisando su mensaje más nuevo—.
Disculpen.
Se apartó de ellos y subió las escaleras, con el teléfono al oído.
Andrew le echó una mirada a Neil mientras continuaban sin ella,
—Jean —dijo—, ¿Te importa explicar eso?
—No sabía que Kevin había pasado su número —dijo Neil,
mirando por encima del hombro. Renee no fue muy lejos, solo un
par de filas donde podía hacer su llamada con relativa privacidad.
Andrew no dijo nada, por lo que Neil se encogió de hombros—.
Parecía interesado en ella cuando vimos a los Cuervos en el
banquete. Espero que pueda debilitar su ciega lealtad.
Neil lo pensó un momento más, y luego dijo:
— ¿Tal vez es por eso que Matt dejó de apostar por ustedes dos?
Andrew no respondió y terminaron la vuelta en silencio.
Como la terapia semanal de Andrew ya no era obligatoria y los
Zorros tenían dos coches, Andrew se saltó su sesión de la tarde del
miércoles con Dobson.
Neil recordó que aún no había hablado con Andrew acerca de su
póliza de seguro e hizo una nota mental para sacar a Andrew en
algún momento. Pensó que podría escabullirse en el descanso, pero
la conversación nunca se detuvo cuando pasaron los bancos y Neil
no pudo expulsar a Renee a mitad de la frase. Su oportunidad no
llegó hasta que volvieron a Fox Tower.
—Andrew —dijo cuando salieron del auto alquilado. Nicky se
detuvo y le lanzó una mirada curiosa. Kevin y Aaron no esperaron,
sino que siguieron a los estudiantes de último año al dormitorio. Neil
sacudió su cabeza hacia Nicky y, cuando esa sutil despedida no
funcionó, dijo—, Estaremos ahí en un minuto. Vigílalos.
Nicky hizo una mueca y se alejó.
—Es más fácil decirlo que hacerlo.
Neil observó hasta que el último de los Zorros desapareció dentro,
luego escaneó el estacionamiento con una mirada lenta. La escuela
había hecho un buen trabajo al ordenar el lugar nuevamente; la
única señal de que algo malo había sucedido era que había menos
automóviles que de costumbre. La presencia de algunos camiones y
deportivos significaba que algunos atletas ya habían empezado a
recuperar sus vehículos, pero al menos la mitad de los autos no les
eran familiares.
— ¿Has tenido noticias de la tienda? —Neil preguntó, arrastrando
su atención de nuevo a Andrew—. Matt recibió una llamada esta
mañana diciendo que su camión estaría listo para ser recogido
mañana. Allison debería tener el suyo el sábado por la mañana.
¿Pueden arreglar el tuyo?
Andrew tomó el teléfono, presionó un par de botones y se lo
entregó. Neil esperó, desconcertado, hasta que el correo de voz de
Andrew comenzó a sonar. Una voz mecánica anunció la fecha del
martes y le siguió un mensaje aleccionador. El daño fue aún más
extenso de lo que parecía; la basura en la parte trasera había
ocultado todo lo que los fanáticos de los Cuervos les hacían a los
cojines del asiento trasero, y ninguno de ellos había mirado en el
portaequipaje antes de que el automóvil fuera remolcado. La tienda
quería que Andrew los llamara para hablar sobre sus opciones y
discutir qué se necesitaría para regresar el auto a su antiguo
esplendor.
Andrew se subió al maletero del auto alquilado y sacó un paquete
de cigarrillos de su bolsillo. Encendió dos y cambió uno por su
teléfono. Neil ahuecó una mano alrededor de la suya para protegerla
de la brisa. Estudió la cara de Andrew mientras él guardaba su
teléfono y sus cigarrillos, pero Andrew no dio señales de que le
molestaran las malas noticias.
—Vas a tener que reemplazarlo —adivinó Neil—. Si la compañía
de seguros no cubre un reemplazo para tu automóvil, toma la
diferencia. Tú sabes que tengo suficiente.
Andrew lo miró con frialdad.
—No estoy interesado en tu caridad.
—No es caridad —dijo Neil—. Es venganza. Para empezar, no era
mi dinero, ¿recuerdas? Te dije que mi padre lo había robado de los
Moriyamas. Si tomas algo para tu auto, estás haciendo que Riko
reemplace lo que destruyeron sus fanáticos.
—La venganza es un motivador solo para los de voluntad débil —
dijo Andrew.
—Si crees que no estabas planeando cómo matar a Proust.
El nombre del doctor aún sabía a ácido, le quemaba la lengua y la
garganta a Neil, pero no fue suficiente para hacer mella en la
expresión calmada de Andrew. Andrew lo miró en silencio por lo que
pareció una eternidad, luego colocó su cigarrillo entre sus labios y le
hizo un gesto a Neil para que se acercara.
Neil estaba seguro de que estaba avanzando hacia un cuchillo
para traer a Proust otra vez, pero obedientemente cerró el corto
espacio entre ellos. Andrew atrapó la parte posterior del cuello de
Neil para evitar que se retirara. Tiró de la cabeza de Neil hacia él y
sopló humo en su cara.
—Esto no es venganza —dijo Andrew—. Le advertí lo que haría
con él si me tocaba. Es mi obligación cumplir mi palabra.
Esperó un momento para asegurarse de que Neil lo entendiera,
luego lo soltó. La próxima vez que se llevó el cigarrillo a la boca, Neil
se lo quitó. Lo rompió entre sus dedos y lo dejó caer al asfalto bajo
sus pies. Andrew vio que las mitades se apartaban una de la otra y
miró a Neil sin mostrarse impresionado.
—Noventa y uno por ciento —dijo Andrew.
—Solo toma el dinero —dijo Neil—. Tú compraste el último
automóvil con la muerte de alguien. Puedes comprarlo con la vida
de alguien —mi vida. Ese dinero iba a comprar mi próximo nombre
cuando me escapase de aquí. Gracias a ti ya no lo necesito.
—Tu vida tiene un precio que ya estás pagando —Andrew le
recordó—. No se puede cambiar la misma cosa dos veces.
—Has perdido el derecho a llamarme difícil —dijo Neil. Andrew se
encogió de hombros, entonces Neil dijo—. Haz un nuevo trato
conmigo.
Andrew inclinó su cabeza hacia un lado, considerándolo.
— ¿Qué quieres por ello?
— ¿Qué me darías? —preguntó Neil.
—No hagas preguntas cuya respuesta ya conoces.
Neil lo miró con el ceño fruncido, perdido, pero Andrew no perdió
el aliento explicando. Él levantó su mano entre ellos y la volvió hacia
arriba. Cuando Neil solo lo miró, Andrew hizo un gesto a la mano de
Neil. Intrigado, Neil imitó el gesto. Andrew tomó el cigarrillo de sus
dedos sin resistencia y se lo metió entre los labios. Casi había
quedado sin aliento para mantenerlo encendido, pero Andrew
convenció a la llama a que volviera a la vida con una larga calada.
—Eso es mío —dijo Neil.
—Oh —dijo Andrew, sin preocuparse.
A Neil no le importó lo suficiente como para recuperarlo, así que
vio a Andrew fumar.
Andrew sostuvo su mirada y no dijo nada. Estaba esperando,
supuso Neil, a que Neil consiguiera un intercambio adecuado. Neil
no tenía idea de lo que se suponía que debía pedir, pero sabía que
había cientos de maneras de estropear este trato.
El sentido común decía que buscara la reconciliación con Aaron,
pero si Andrew se apoyaba en esa tregua, ninguno de los hermanos
lo disfrutaría. Neil debería pedir algo que fortaleciera a los Zorros,
como permiso para reiniciar las cenas grupales y las películas que
tuvieron en ausencia de Andrew. Vaciló porque parecía la pérdida de
una oportunidad. En Halloween había sido sorprendentemente fácil
convencer a Andrew. No era de extrañar, se dio cuenta Neil, porque
¿no lo había dicho Kevin el otoño pasado?
—Cuando sabes lo que quiere una persona, es fácil manipularla
—había dicho. Neil no sabía hasta este año qué —o a quién—
quería Andrew.
Neil lo descartó por ser contraproducente. Su mente pasó de
Halloween a Eden’s Twilight y luego a Sweetie’s, y Neil finalmente lo
descubrió.
—Quiero que dejes de consumir polvo.
—Y él dice que no tiene una veta de justicia —reflexionó Andrew,
más para sí mismo que para Neil.
—Si fuera justo, te pediría que dejaras de beber y fumar también
—dijo Neil—. Solo estoy preguntando por esta cosa. No tiene ningún
efecto en ti de todos modos y es un riesgo innecesario. No necesitas
una tercera adicción.
—No necesito nada —le recordó Andrew, justo a tiempo.
—Si no lo necesitas, será fácil dejarlo —dijo Neil—. ¿No?
Andrew lo pensó un minuto y luego le lanzó el cigarrillo a Neil. El
material donde rebotó se chamuscó en su camisa. Neil lo aplastó
debajo de su zapato cuando golpeó el asfalto. La fría mirada que
jugueteó con Andrew se desperdició; la mirada de Andrew ya había
pasado por su lado en busca de algo más interesante.
—Voy a tomar tu rabieta como un sí —dijo Neil—. Llevaré el
dinero a tu habitación esta noche.
— ¿Podrías? —Andrew deslizó su mirada hacia la cara de Neil—.
Más bien, ¿puedes? —Aaron ya no te quiere en la sala, dice Nicky.
¿Algo sobre ti invitándote a peleas que no te conciernen? Él agitó su
mano en un tipo de gesto—. Esta tontería con las etiquetas en el
teléfono dejó el mensaje un poco confuso. Quizás me expliques por
qué de repente estás tan interesado en la vida de mi hermano.
—No lo estoy —dijo Neil.
—Sin las mentiras —agregó Andrew.
—No lo estoy —dijo Neil de nuevo—. No lo soporto, pero estamos
fuera de tiempo. Te dije el pasado mes de octubre que no podemos
llegar a la final si somos un desastre fracturado. Ustedes dos nos
están frenando. Tenía que comenzar con uno. Como todos apuestan
por Aaron y Katelyn, pensé que pelearía por ella.
—No sería un cambio interesante de ritmo —dijo Andrew—. Ver
también: una pérdida de energía y esfuerzo. Podría intentarlo, pero
no ganará.
—Tienes que dejarlo ir.
—Oh —dijo Andrew, como si esto fuera nuevo para él—. ¿Yo?
—Lo perderás si no lo haces —dijo Neil—. Seguirá alejando a
Katelyn si le dices que lo haga, pero él se resentirá por ello. Contará
los días que faltan para la graduación y cuando llegue nunca lo
verás nuevamente. No eres estúpido. Sé que puedes verlo. Déjalo ir
ahora si alguna vez quieres que regrese.
— ¿Quién te preguntó?
—No era necesario. Ofrezco mi opinión como voluntario.
—No —le aconsejó Andrew—. Los niños deben ser vistos y no
escuchados.
—No me rechaces por mentir y luego me ignores cuando digo la
verdad—.
—Esto no es verdad —dijo Andrew.
— La verdad es irrefutable y no está manchada por el sesgo. El
amanecer, Abraham, la muerte: estas son verdades. No puedes
juzgar un problema con tus gafas de obsesión y decir que es
verdad. No nos estás engañando a ninguno de nosotros.
— Si pides la mitad de la verdad, solo obtendrás la mitad de la
verdad —dijo Neil.
— Es tu culpa si no te gustan las respuestas que te doy, no mía.
Pero mientras hablamos de la obsesión y la vida de Aaron, ¿qué vas
a hacer con su juicio? Ella estará aquí para ello, ¿no? Cass, quiero
decir —dijo Neil, aunque estaba seguro de que Andrew sabía de
quién estaba hablando.
— Vas a tener que enfrentarla.
— Visto y no escuchado —Andrew le recordó.
Parecía aburrido, pero Neil reconocía una advertencia cuando
escuchaba una. Neil lo dejó pasar y volvió adentro.
CAPÍTULO OCHO

Traducido por Brenda Monserrath


Corregido por Aruasi

Por primera vez Neil se despertó antes de que la alarma de Matt


sonara. Se quedó quieto por un minuto, luego rodó y apagó su
propia alarma. Él volteó su teléfono abierto para mirar la fecha, era
viernes 19 de enero. Se suponía que, Neil Josten, cumpliría veinte
años el 31 de marzo. Hoy Nathaniel Wesninski cumplió diecinueve
años. Neil nunca tuvo la costumbre de celebrar su cumpleaños, pero
cada uno de ellos estaba vivo por lo que merecía un momento de
silencio. Pasó el pulgar sobre la fecha en su pequeña pantalla y
deseó que ganaran contra Belmonte.
Neil sabía que asistió a sus clases, pero no aprendió nada.
Escribió lo que dijeron sus maestros, pero no asimiló ni una palabra.
Metió sus notas en el fondo de su bolsa, comió una comida sin
sabor solo en el comedor de los atletas, y regresó a la Torre de los
Zorros. Pasó junto a un par de jugadores de voleibol en la escalera
que le desearon suertes entusiastas y se acordó de agradecerles.
Pensó que les daba las gracias, de todos modos. Él no sabía. No
podía concentrarse cuando pensaba en el juego.
Los Zorros no tenían prácticas por la tarde cuando tenían juegos
en casa, razón por loa cual Neil tenía mucho tiempo para matar.
Trató de estudiar, pero no llegó a ninguna parte, luego intentó dormir
la siesta sin éxito. Cuando se marcharon al estadio a una hora de
servicio, se estaba volviendo loco.
El vestidor olía ligeramente a lejía y limpiavidrios. Neil nunca
había entendido el punto de limpiar antes de un juego, no obstante,
un pequeño equipo venia todos los días. El olor por lo general
desaparecía cuando los Zorros se presentaban para las prácticas,
pero Neil supuso que el tráfico en el campus del juego los había
retrasado. Sin embargo, eso explicaba por qué Wymack estaba
sentado en el centro de entretenimiento en lugar de refugiado en su
oficina; Wymack afirmó que era alérgico a los materiales de
limpieza. Abby pensó que era una excusa poco creativa para el
estado descuidado de su departamento, sin embargo, Wymack
mantenía su historia tercamente.
Wymack observó a su equipo pasar, probablemente esperando
una señal de que habían hecho las paces. Cada práctica de esa
semana había ido un poco mejor que la anterior, aunque no estaban
exactamente donde tenían que estar. Neil y Kevin comenzaron a
hablar nuevamente el jueves porque solo podían ignorar el uno al
otro, mientras que los de clase alta no podían perdonar a Andrew
por su violencia, lo aceptaron por un sentido de necesidad fuera de
lugar. Todavía pensaban en él como un sociópata medio en punto,
incapaz de arrepentirse de sus acciones o comprender su enojo.
Aaron, por otro lado, era una piedra inmóvil de odio en el medio
de los Zorros, un golpe de velocidad los hizo tropezar mientras
intentaban recuperar el equilibrio. Neil no sabía cuánto tiempo más
toleraría tal animosidad inmadura antes de darle a Aaron otro golpe
duro, deseó que Nicky tuviera más influencia sobre sus primos, ya
que su situación de habitación significaba que Nicky tenía más
oportunidades de apoyarse en ellos, Kevin sería un aliado
aceptable, excepto que Kevin solo desafió a Andrew cuando se
trataba de Exy. Él no se involucraría en sus problemas personales.
No había tiempo para preocuparse más esta noche; Neil tendría
que resolverlo durante el fin de semana. Empujó a los hermanos de
su mente y siguió a los hombres al vestuario. Giró su combinación
en la cerradura de su armario de cambios y abrió la puerta. Hubo
una fracción de segundo de resistencia inesperada, luego un
estallido agudo de algo que se rompió, y luego, sangre…
Explotó en su casillero, disparando por la apertura de la puerta y
Neil retrocedió mientras caía en cascada sobre todo lo que había
dentro. El olor era tan denso que le obstruía la garganta y lo
ahogaba. La sorpresa de Neil solo duró un segundo candente antes
de que el pánico se hiciera cargo. Se zambulló en su casillero,
buscando su uniforme y equipo. Era demasiado tarde y él lo sabía,
solamente tenía que intentarlo. Su camiseta rechinó en sus manos
como una esponja hinchada, salpicando sangre por todos sus
dedos. Lo dejó caer y buscó su casco. Las yemas de sus dedos
rozaron el plástico duro, salvo que no pudieron agarrarse antes de
que Matt lo agarrara.
—No— dijo Neil, pero Matt lo sacó de su casillero.
— ¡Espera!
Hundió los pies, pero la banda de sus zapatos estaba empapada y
resbalaba por el suelo. La sangre había golpeado el fondo de su
casillero y ahora se derramaba en el suelo en un charco que se
extendía rápidamente. Colgando de la parte superior de su casillero
había una bolsa de plástico vacía, arreglada para abrirse cuando la
puerta se abriera demasiado, parecía lo suficientemente grande
como para contener al menos dos galones; era más que lo
suficientemente grande como para destruir cada pieza de equipo
que poseía Neil.
—Nicky— instruyó Andrew.
— Ve por el entrenador.
Nicky salió disparada. Neil le dio un codazo a Matt tan fuerte como
pudo, Matt maldijo mientras perdía el control sobre Neil quien corrió
de vuelta a su casillero, patinando un poco a medida que se
acercaba. Tuvo que agarrarse al casillero vecino para evitar caerse.
Tan pronto como tuvo equilibrio descargó todo frenéticamente pieza
por pieza. Ya no podía distinguir sus camisetas de Local y Visitante.
Incluso el relleno de su armadura estaba destrozado. Neil levantó su
casco y lo giró para ver cómo la sangre se deslizaba por el protector
de plástico duro.
— ¿Neil? —Matt preguntó.
Neil dejó caer el casco sobre la pila a sus pies y golpeó la parte
posterior de su casillero. Su puño golpeó plástico en lugar de metal,
y Neil arrancó la bolsa rota de su gancho. Cuando se volvió para
tirarlo, Andrew atrapó su muñeca. Neil ni siquiera había escuchado
a Andrew cruzar la habitación hacia él. Neil lo miró y a través de él,
con el corazón palpitando en sus sienes.
— Está arruinado— dijo Neil, con una voz rabiosa; con una rabia
horrible.
— Todo está arruinado.
Wymack irrumpió en la habitación con Nicky pisándole los talones.
La vista de tanta sangre lo detuvo por un momento antes de que
caminase hacia Neil
— ¿Eso es tuyo?
— Mi equipo Entrenador— dijo Neil
— Sus…
— No es suyo —Andrew soltó a Neil y regresó a su propio
casillero.
— Él está bien.
— Peróxido— dijo Neil.
— ¿Abby tiene en su oficina?
Cuando Wymack solo lo miró, Neil se dirigió a la puerta para
encontrarlo él mismo. Wymack puso un brazo en su camino para
detenerlo.
—Tengo que limpiarme la ropa antes de que la sangre se seque o
no tendré nada que ponerme esta noche.
—Y yo necesito que descarriles esa maldita mente tuya durante
dos segundos y te centres en el hecho de que estás cubierto de
sangre de alguien o algo. ¿Estás bien?
— Andrew ya dijo que estoy bien— dijo Neil.
— No le pregunté a Andrew— señaló Wymack.
— Te pregunto a ti—.
—Aquí, tengo una toalla extra— dijo Matt, y sacó una de su
casillero abierto.
Corrió al baño para remojarla en el fregadero, pero se detuvo
bruscamente mientras volvía hacia ellos. Su voz sobresaltada
resonó en las paredes del baño.
— ¿Qué demonios?
Neil sabía que no debía mirar, más fue de todos modos. Wymack
y Andrew estaban justo detrás de él. Neil siguió la mirada de Matt
hacia la pared del fondo y sintió que su estómago tocaba fondo.
Escrito en sangre a través del azulejo era un mensaje audaz:
“Feliz cumpleaños 19, Jr.”
La cabeza de Neil se llenó de estática y gritos. El murmullo
estridente en el fondo estaba fuera de lugar y le tomó a Neil una
eternidad darse cuenta de que el sonido provenía de sus
compañeros de equipo. Él entendió su tono ansioso, pero no
entendió una palabra de lo que decían. El miedo arrastraba garras
heladas sobre su estómago y se arrastraba por su garganta. Neil
cerró los ojos durante dos segundos y respiró. No podía lidiar con
esto ahora. Él no podía; él no lo haría.
Agarró la incipiente sensación de pánico y la enterró
profundamente, de la misma manera que había sofocado su
corazón roto el tiempo suficiente como para quemar el cuerpo de su
madre. Tendría que reaccionar a esto más tarde, porque si lo hacía
ahora con todos los Zorros como testigos, lo iba a perder todo.
El mundo volvió a enfocarse en piezas dentadas, justo a tiempo
para que Neil escuchara a Wymack murmurar algo sobre llamar a la
policía. Neil lo agarró del codo antes de que se alejara y lo apretó
con tanta fuerza que sintió que los huesos crujían.
— Entrenador— dijo, tan tranquilo como pudo:
— Tendrás que dejarlos fuera de esto. De acuerdo, acabemos con
el juego. Lo limpiaré después. Nadie más tiene que saberlo—.
— Dame una buena razón para no cancelar el juego y traer a
seguridad aquí— dijo Wymack.
— No puedo darte eso todavía— dijo Neil, inclinando una mirada
hacia él.
— Te dije que esperaras hasta mayo—.
Deseó que Wymack recordara la promesa que había hecho en la
víspera de Año Nuevo cuando Wymack desafió sus mentiras y
cicatrices, no le había dicho que estaba huyendo, pero le había
relatado lo suficiente como para que hubiera juntado las piezas. Neil
necesitaba que lo recordara ahora y descubriera lo obvio: los
hombres de Riko no habrían dejado evidencia, pero Neil tenía
huellas por todo el lugar.
Wymack no dijo nada, pero estudió a Neil con una intensidad
inquietante. Neil soltó a Wymack y tomó la toalla húmeda de un Matt
que no se resistió. Sus pulmones se sentían como si estuvieran
apretados mientras cruzaba la habitación hacia su mensaje de
cumpleaños.
Respiró superficialmente para no desatar su reflejo de náuseas y
borró las letras de la pared. Hubo suficientes parches limpios en la
toalla después para que Neil se limpiara las manos. Regresó con los
demás y dejó caer la toalla en el fregadero para preocuparse más
tarde.
—Neil —Matt dijo.
Neil no quería escucharlo.
—Cámbiate Matt.
Regresó a la sala principal y consideró su casillero. No pasó
mucho tiempo para darse cuenta de que ninguno de sus
compañeros se estaba moviendo. Matt todavía estaba congelado
junto a los lavabos. Wymack y Andrew estaban de pie en la puerta
del baño. Aaron, Kevin y Nicky estaban junto a sus casilleros. Neil
podía sentir todos los ojos en él. Sintió que la verdad estaba escrita
en su piel para que todos la vieran. El mensaje solo decía “Junior”
pero esperaba que alguien lo llamara por su nombre.
Neil los miró y se concentró en el que probablemente lo ayudaría
a salvar esto.
— Kevin— dijo, y continuó en francés.
— Haz que se muevan. Solo tenemos cuarenta minutos para
empezar.
— ¿Puedes jugar? —Kevin preguntó.
—Estoy enojado, no herido— espetó Neil —No voy a dejar que
esto nos impida ganar esta noche. ¿Y tú? —.
Kevin lo consideró por un momento, luego dirigió una mirada
cáustica a sus compañeros de equipo.
— Pónganse en movimiento. Tenemos un juego para ganar.
—Estás bromeando— dijo Matt, acercándose detrás de Andrew y
mirando entre los huelguistas.
— Realmente vas a ignorar el hecho de que esto— apuñaló con
un dedo en la dirección del casillero de Neil —¿acaba de pasar?
Neil, pareces un doble de Carrie. ¿Ni siquiera quieres llamar a la
seguridad aquí mientras la escena todavía está fresca?
—No— dijo Neil—. No quiero.
—Estas bromeando— Matt dijo de nuevo.
Neil lo miró.
—Riko es un egoísta y una gilipollas. Quiere que reaccionemos a
esto. Si lo hacemos, él gana. No le demos esa satisfacción. Finge
que esto nunca sucedió y concéntrate en los Tortugas Acuáticas.
Wymack tardó solo unos momentos más en elegir su lado.
—Nadie se está cambiando aquí. Consigue tu equipo y vete.
Puedes tener la habitación de las chicas cuando terminen. Te daré
una oportunidad esta noche— dijo cuándo Neil lo miró:
— Si creo que tu cabeza no está en el juego, te jalaré tan rápido
que recibirás un latigazo cervical y Dan tomará tu lugar. ¿Me
entiendes?
—Sí, Entrenador. —Neil acepto.
Wymack miró el desastre una vez más, luciendo un poco como si
se odiara por estar al lado de Neil. Finalmente sacudió su cabeza y
cavó la ropa de Neil de la pequeña montaña en el piso —Haré que
Abby limpie esto. Alguien le presta a Neil otra toalla—.
—Gracias— dijo Neil
—Cállate— respondió Wymack y salió furioso
Un terrible silencio descendió en el vestuario. Finalmente, Andrew
cruzó la habitación hasta su casillero y terminó de descargar su
equipo.
Ese fue el desencadenante que los otros necesitaban al parecer,
porque tomaron sus cosas y se fueron. Nicky le dio a Neil una de
sus toallas de repuesto cuando salía. Matt fue el último en irse, y
dudó cuando se dio cuenta de que Neil no se estaba moviendo.
— Me lavaré aquí— dijo Neil, e hizo un gesto hacia su miserable
apariencia-
— No quiero llevar esto más allá de lo necesario.
Matt aceptó eso sin discutir y dejó a Neil en paz. Neil miró su
casillero, luego apartó resueltamente la mirada y fue a lavarse. Miró
al suelo mientras se duchó y vio que el rojo se desvanecía
lentamente del agua. Incluso cuando el agua corría, sentía que se
estaba muriendo por dentro. Se lavó tres veces antes de darse por
vencido.
Tan pronto como cortó el agua, Wymack lo llamó:
—Matt regresó a Fox Tower para conseguir unos calcetines y
calzoncillos. Me traje el equipo de repuesto, aunque tendrás que
descubrir cuáles se te ajustan mejor. Volveré a traer tu uniforme
cuando esté limpio. Siéntate hasta entonces.
—Sí, entrenador. —dijo Neil
Escuchó que la puerta se cerraba detrás de Wymack y se secó en
su puesto. Los Zorros tenían un par de juegos de equipo como
respaldo, sobrantes de años cuando la línea era un poco más
grande. Renee había escondido la armadura de allí cuando
sustituyó en un defensa el otoño pasado. La mayor parte del equipo
era ajustable, sin embargo, solo hasta cierto punto. Le tomó a Neil
prueba y error elegir un juego completo de la pila que Wymack le
había dejado. Entonces no había nada que hacer más que esperar.
Se sintió como siempre antes de que Matt regresara; el tráfico
nocturno de los juegos hizo el corto viaje a la Torre de los Zorros
mucho más largo de lo que debería haber sido. Neil se sacudió de
sus pensamientos cuando alguien tocó. Se deslizó del banco y fue a
investigar. El equipo que se había puesto le impedía colocar la toalla
alrededor de su cuerpo. En lugar de envolverlo alrededor de él, lo
sostuvo por el cuello y lo dejó colgando de su frente marcado.
Neil abrió la puerta lo suficiente como para darse cuenta de que
era Matt en el pasillo y se sobresaltó al decir
— ¿Tocaste?
Matt lo miró extrañado.
— Abby dijo que todavía tiene tu uniforme.
No era la primera vez que los Zorros se habían salido de su
camino para acomodarse a los problemas de privacidad de Neil, no
obstante, por lo general tenían tiempo para pensarlo detenidamente.
Matt llegó tarde a los calentamientos debido a Neil y sacudido por el
tremendo truco de Riko. A pesar de eso, él había recordado no
irrumpir.
—Gracias— dijo finalmente Neil, y tomó la ropa que Matt estrujó a
través la entrada.
Matt le había traído un atuendo completo para que tuviera algo
que ponerse después del juego. La idea de Matt pasando por sus
cosas hizo que su piel se arrastrara, más Neil luchó contra ese
instintivo ataque de nervios.
— No hay problema— Respondió Matt.
— ¿Necesitas algo más?
—Un tiro claro a Riko y ningún testigo. —Dijo Neil.
Matt sonrió como si pensara que Neil estaba bromeando y se fue.
Neil cerró la puerta detrás de él y tiró de su ropa interior y calcetines.
Él llevó sus zapatos al baño y los enjuagó en el fregadero. Había
sólo tanto que podía hacer.
La sangre se había empapado en el interior. Podría usarlos esta
noche, pero tendría que reemplazarlos lo antes posible. Neil podía
ponerse sus pantalones cortos sobre sus zapatos, así que se puso
los zapatos y los ató. Caminó por el vestuario, mirando el reloj para
no mirar la sangre.
Finalmente, Wymack apareció con su uniforme.
—Hicimos lo que pudimos, pero vamos a tener que conseguir un
conjunto completo nuevo. Lo ordenaré esta noche y lo tendré aquí
de manera exprés.
Se lo entregó y se puso a trabajar enrollándose las mangas. Neil
había manchado de sangre su camisa cuando agarró el brazo de
Wymack. A Wymack le costó un poco esconderlo todo. Neil pensó
que debería disculparse, pero no creía que Wymack se lo
permitiera. En su lugar, exprimió el exceso de agua del dobladillo y
las mangas de su camiseta.
—Está tan seco como pudimos— dijo Wymack, mirando la
salpicadura de agua contra el piso.
— Matt trajo una de las secadoras de pelo de las chicas, pero
Abby no quería usarla por temor a dejar la mancha.
—Si alguien pregunta, les diré que fue una broma anterior al juego
— dijo Neil —Técnicamente es la verdad.
Neil terminó de vestirse. Wymack le dio una vuelta, lo consideró
apto para el escrutinio público con un gesto de asentimiento poco
convincente, y ahuyentó a Neil antes que él saliera del vestuario.
Estaba cerca de servir, el equipo ya había terminado los
calentamientos y estiramientos. Neil dio un par de vueltas por su
cuenta mientras Wymack llevaba a su equipo a través de un
discurso previo al juego. Wymack terminó cuando Neil regresó y Neil
se convirtió abruptamente en el centro de atención.
— ¿Seguro que estas bien Neil? —Preguntó Dan.
—Estoy seguro de que tenemos un juego para ganar— contestó
Neil.
— Preocúpate más por eso y menos sobre mí.
Los árbitros los dejan en la cancha para los ejercicios. Neil se
centró en cada uno de sus movimientos para no pensar en nada
más. Para cuando la alineación inicial tomó su lugar para servir, Neil
estaba tan perdido en sí mismo y el juego de esta noche casi había
olvidado lo que sucedió en el vestuario. El fantasma aún se aferraba
a él, incluso si no lo reconocía, y lo incitaba a ir más duro y más
rápido. Kevin no le advirtió que retrocediera, y se estrellaron contra
las marcas de su defensa con una agresión inusual. Neil tenía una
tarjeta amarilla antes del descanso del medio tiempo. Esperaba que
Wymack lo usara como una excusa para sacarlo, no obstante,
Wymack no dijo nada al respecto cuando llevó a su equipo de vuelta
al vestuario.
Neil pensó que olía a sangre, pero sabía que era imposible. Había
demasiado espacio entre el vestuario y el vestíbulo y el hedor del
sudor y el desodorante de sus compañeros obstruía el aire.
— ¿Dónde está Abby? —Dan preguntó, y Neil se dio cuenta de
que no la había visto desde el servicio.
— Ella tuvo que ir al campus por un tiempo. Nadie será mutilado
en su ausencia— Wymack hizo un gesto hacia el refrigerador.
— Todos beban y estiren. No tenemos mucho tiempo.
Los Zorros jugaron la segunda mitad como si tuvieran todo para
perder. Neil usó las habilidades de pase y lanzamiento que Kevin le
había enseñado y se coló en algunos de los pies de defensa que
había aprendido con los Cuervos. Cuando tuvo que llamar a Kevin,
lo hizo en francés.
No dijo una palabra a su marca de defensa, sin importar lo que el
hombre le dijera. No tenía aliento para un comentario sin sentido y
necesitaba cada onza de energía para cumplir con el juego. Sabía
que el silencio estaba llegando a su punto, a juzgar por la creciente
nitidez en el tono del otro hombre. Neil no lo reconoció excepto para
empujar contra él y pasarlo.
Matt era una fuerza dominante en el otro lado de la cancha. Nicky
seguía siendo el eslabón más débil en la línea de defensa, pero
Andrew lo equilibró con una eficiencia despiadada. Cuando Aaron
vino, él y Andrew jugaron juntos como si nada estuviera mal. Neil no
sabía si cerraban filas debido a la interferencia de Riko o si el juego
era suficiente para distraerlos de sus problemas personales. Por
ahora, a Neil no le importaba cuál era el motivo, siempre y cuando
cooperaran.
Con ocho minutos en el reloj, los zorros comenzaron a disminuir la
velocidad. Habían ido demasiado duro demasiado temprano.
Mientras pudieran mantener su posición, estarían bien, porque
tenían una ventaja de dos puntos, pero Neil quería otro punto para
revitalizar al equipo, sin embargo, Kevin y él se enfrentaron a
defensas frescas y la defensa los cortó en todo momento. Neil sabía
que Kevin estaba tan frustrado como él, porque estaba empezando
a seguir la línea de control inaceptable. Neil le lanzó una advertencia
cuando perdieron el control de la pelota otra vez. Kevin gruñó algo
grosero.
Dos minutos después, los Zorros obtuvieron el impulso que
necesitaban. Un delantero de los Tortugas rodeó a Matt y corrió
hacia la meta. Matt no pudo alcanzarlo, pero recibió un golpe
cuando el delantero fue a disparar. El delantero tropezó, la raqueta
se retorció en un intento de sostener la pelota, y dio un paso muy
cerca de la meta. Andrew estaba fuera de su caja en un abrir y
cerrar de ojos, y comprobó al atacante con la fuerza suficiente para
derribarlo, el delantero se quedó donde estuvo por unos buenos
cinco segundos, demasiado aturdido para volver a subir. El juego no
lo esperó. Matt fue tras la pelota con un grito de guerra y la arrojó
por la cancha a Allison. La próxima vez que Neil tomó un tiro a
puerta, lo logró y los Zorros se unieron.
Los Zorros ganaron, ocho y cinco, y la multitud estuvo a punto de
volar el techo con su raqueta. Los Zorros llevaron su celebración a
la meta porque Andrew no acudió a ellos. Nicky y Renee lo habían
enganchado a la fiesta la temporada pasada porque estaba
demasiado enfermo como para defenderse, ahora, Nicky hizo como
si quisiera abalanzarse sobre él y Andrew apuntó con su raqueta a
Nicky en señal de advertencia. Nicky lo pensó mejor y colgó a Aaron
en su lugar, Andrew se mantuvo como un espectador desinteresado
en las afueras mientras los Zorros saltaban y gritaban a unos pocos
pies frente a él.
De alguna manera, Kevin se acercó a todos para decirle algo a
Andrew. Neil no podía oírlo por el ruido de sus compañeros, pero el
gesto desdeñoso de Andrew dijo que no estaba preocupado por la
aprobación de Kevin.
Estrecharon las manos de los Tortugas Acuáticas tan rápido como
pudieron y lo reservaron fuera de la cancha. Wymack y Abby los
estaban esperando, Wymack con una sonrisa dentuda y Abby
sonreía. El júbilo de Wymack solo aumentó la emoción de Dan en
otro escalón, y corrió hacia la multitud para irritarlos. Nicky y Matt
corrieron detrás de ella. Wymack los dejó ir, sabiendo que los
reporteros los incluirían como los objetivos más fáciles, y condujo a
sus Zorros al vestidor, Neil llegó al vestíbulo antes de recordar el
desastre que lo estaba esperando.
— ¿Tienes un trapeador que pueda usar? —Neil preguntó.
— Cierra la boca— dijo Wymack.
— No estás lidiando con eso ahora. Simplemente ganamos.
— Ocho y cinco— dijo Allison, como si Neil ya lo hubiera olvidado.
El borde en su voz traicionó lo enojada que todavía estaba por
todo esto. Neil no se inmutó ante las siguientes palabras de su boca,
pero era algo cercano.
— Supongo que lo puedes considerar tu regalo de cumpleaños
del equipo.
—Allison— Renee dijo.
—No— Allison apuñaló a Renee con un dedo para cortarla, pero
mantuvo sus ojos en Neil.
— Llegué al límite de las tonterías que toleraré esta semana, y
mucho menos este año. Necesito saber cuánto peor va a ser la
competencia de mear entre Neil y Riko.
—Vamos a hablar de esto— dijo Wymack.
— Solamente no hasta que todos estén aquí. Ve a lavarte. Vamos
a dar vueltas de nuevo. Las damas primero.
Los vio irse y esperó hasta que la puerta del vestuario se cerró
detrás de ellos.
— Estoy instalando una nueva regla de equipo en la que se
requiere que todos estén felices después de una victoria. Ustedes,
los depresivos, me van a sacar la vida antes de tiempo.
Wymack los miró, aunque Kevin estaba viendo a Neil y los
gemelos volver a ignorarse el uno al otro. Wymack levantó las
manos en señal de derrota y se fue. La habitación descendió a
tenso silencio hasta que Dan apareció con Nicky y Matt a remolque.
Los tres aún parecían entusiasmados por la victoria y sus
entrevistas, sin embargo, estar cerca de sus malhumorados
compañeros de equipo los mataron. Dan vaciló solo un momento
antes de continuar al vestuario sin decir una palabra. Nicky vino y
apoyó su hombro contra Neil.
—Así que nos limitamos a embolsar nuestros dos de tres. La
victoria de la próxima semana será la cereza del pastel.
Nicky le dio a Kevin una mirada significativa como si le pidiera que
se uniera a la conversación.
— Entonces es el primer encuentro a muerte. ¿Es posible que
juguemos algo interesante?
— Zero— dijo Kevin.
— Todos los equipos interesantes están en la categoría de
probabilidades—.
— Todos excepto nosotros, quieres decir— Nicky le dio un
momento para que lo aceptara, luego exhaló un suspiro exagerado
cuando no lo hizo.
— Eres tan parcial. No olvides de quién es el equipo en el que te
encuentras. Si terminamos enfrentando a la USC, será mejor que
nos apoyes a nosotros.
—Lo consideraré— dijo Kevin.
Los Cuervos y Troyanos eran rivales feroces, pero Kevin era un
fanático de USC impenitente. Neil no estaba sorprendido desde que
USC tenía uno de los mejores equipos de la nación. Eran famosos
por su espíritu deportivo y habían encabezado el movimiento para
mantener a raya a los Zorros el otoño pasado. Valían la atención y el
favor de Kevin.
— Idiota— dijo Nicky.
— Le diré al entrenador que te gusta más el entrenador Rhemann.
—Díselo— dijo Kevin.
— Si el entrenador vale su posición, sabe que los troyanos son
mejores que los Zorros. Siempre lo han sido y siempre lo serán.
—Parcial— Nicky murmuró de nuevo.
Dan vino a buscarlos cuando las mujeres terminaron, y los
hombres se hicieron cargo del vestuario. Neil se colocó bajo el rocío
y comprobó si tenía sangre bajo las uñas. No encontró ninguno,
pero por un momento juró que olía carne quemada.
Neil fue el último en vestirse, como siempre, y encontró a sus
compañeros de equipo esperándolo en el salón. Wymack estaba de
pie frente al centro de entretenimiento con los brazos cruzados
sobre el pecho. Abby estaba revoloteando en la entrada. Neil estuvo
tentado de continuar más allá de ella y omitir esta conversación por
completo. Dudaba que alguien le permitiera salirse con la suya, así
que se sentó junto a Andrew en el sofá.
Wymack esperó hasta que se hubiera quedado quieto antes de
comenzar—. Primero: el elefante masacrado en la habitación aves
masacradas después, preferí llamar a un favor de la facultad y
conseguí que Abby tuviera acceso a los microscopios en los
laboratorios de ciencias. Necesitábamos asegurarnos de que no
fuera sangre humana—.
—Eso es mórbido— dijo Nicky.
—Pero es necesario considerando con quién estamos tratando—
Wymack negó con la cabeza.
— Lo último que quiero es ponerlos a todos en riesgo. Se supone
que nuestra cancha es un lugar seguro para usted, pero he fallado
en protegerlos. Tengo casi pensado instalar cámaras aquí en las
áreas públicas, pero no haré eso a menos que todos estén de
acuerdo. Si armamos algo, los únicos que verán esas cintas son las
personas que están en esta sala en este momento. Quiero gente en
nuestro negocio tanto como ustedes.
—Lo que me lleva a mi segundo punto: Neil nos pidió que
dejemos a las autoridades fuera de esto— dijo Wymack, mirando a
cada uno de sus Zorros en la cara.
— Lo respeto lo suficiente como para permitir eso, pero no
depende solo de mí. ¿Vas a estar bien con eso?
— ¿De verdad vas a dejar que Riko se salga con la suya? —Dan
preguntó.
— No hubiera hecho esto si hubiera pensado que lo atraparían—
indicó Neil.
—Tal vez no podamos atraparlo, pero podríamos conseguir a sus
intermediarios— dijo Matt.
—Nadie es perfecto. Todos dejan un rastro— Aaron habló
entonces y su insensible acusación hizo que la sangre de Neil se
enfriara:
—Sabrías todo sobre eso, ¿no es así, Junior?
Neil echó un vistazo rápido a la expresión oscura de Aaron y se
preparó para lo peor. Cuando llegó, sin embargo, fue peor de lo que
esperaba.
—Nunca encontrarán pruebas de que Riko estuvo involucrada en
esto— dijo Aaron.
— No obstante, podrían encontrarte, ¿verdad? De eso se trata,
¿no? —Aaron hizo un gesto hacia su propia cara, indicando el
abrupto cambio en la apariencia de Neil.
— Tu apariencia, tus idiomas, tus mentiras, estás huyendo de algo
o de alguien.
Esa mordaz demanda fue un jodido golpe, derribando el aliento de
los pulmones de Neil y aplastando su estómago contra su columna
vertebral. El silencio que siguió se sintió infinito. Neil estaba seguro
de que sus compañeros de equipo podían escuchar los latidos de su
corazón; estaba latiendo tan fuerte que lo sintió en cada centímetro
de su piel. Sus miradas eran penetrantes lo suficiente como para
pelar cada disfraz que alguna vez había llevado.
Encontrar su voz fue un acto de desesperación. Mantenerlo en
calma tomó cada onza de energía que le quedaba.
— Sabes, esperaba golpes bajos y puñaladas por la espalda de
los Cuervos. Pensé que los zorros eran mejores que eso. No… dijo
Neil cuando Aaron abrió la boca de nuevo.
— No te atrevas a echarme tus problemas con Andrew. Sé que
estás enojado conmigo por involucrar a Katelyn, solamente vas a
tener que superar eso.
—La arrastraste a mi negocio. Los estoy arrastrando a los tuyos.
No es tan divertido cuando alguien te lo hace a ti, ¿verdad? —Aaron
preguntó.
—Eres tan estúpido— dijo Neil.
— Me invité a tu pelea porque quería ayudarte, a los dos. Estás
haciendo esto porque crees que me va a hacer daño. Hay una
diferencia bastante crítica allí. En el lado positivo, ser un imbécil en
el corazón significa que estabas en lo cierto sobre tus posibilidades
— Neil inclinó la cabeza hacia un lado y miró a Aaron.
— Ahora entiendes que tu cobardía es lo que te mantiene
separado a ti y a Andrew, ¿verdad?
— No soy un cobarde— Replicó Aaron.
— Eres un gilipollas sin espinas— dijo Neil
— Dejas que el mundo te pase y no te molestas en defenderte.
Dejas que otras personas dicten cómo puedes vivir tu vida y con
quién puedes pasar el tiempo. Recuérdame por qué aguantaste el
abuso de tu madre durante tanto tiempo. ¿Realmente la amabas a
pesar de su locura, o simplemente temías alejarte?
— Neil —dijo Dan, sorprendido
— Eso no…
—Jódete— replicó Aaron.
— Todavía estoy esperando una respuesta a mi pregunta.
— Y todavía estoy esperando un agradecimiento— dijo Neil. Le
echó una mirada a Andrew.
— De ambos, entre sí. Están parejos ahora, ¿no? Entonces, ¿por
qué no pueden olvidar todo y empezar de nuevo? ¿Por qué tienen
que alargarlo otros tres años cuando pueden arreglarlo ahora?
—No sabes nada— dijo Aaron, bajo y ácido.
—No quieres que tenga razón— adivinó Neil —porque si estoy en
lo cierto, es tu culpa que esté muerta.
Andrew finalmente se unió a la discusión.
—No. Siempre va a ser su culpa.
—Ella no se suicidó, Andrew— dijo Aaron, salvaje por la pena.
Andrew lo miró con frialdad.
— Le dije lo que sucedería si volviera a levantar la mano. No tenía
derecho a parecer tan sorprendida.
—Oh, Jesús— dijo Matt
— ¿Acaso acabas de…?
Wymack se pellizcó el puente de la nariz y exhaló ruidosamente
— ¿Podrías por lo menos dejarnos irnos de la habitación antes de
confesar?
Aaron echó un vistazo de Wymack a los alumnos de último año,
luego se volvió hacia Andrew. Neil medio esperaba que tomara la
advertencia de Wymack como una orden de silencio. En cambio,
Aaron cambió al alemán y dijo:
— No es por eso que lo hiciste. No me mientas.
— Ella no era nada ni nadie para mí— dijo Andrew.
— ¿Por qué otra razón la habría matado? —.
A Aaron le llevó un minuto encontrar su voz nuevamente. Seguía
pareciendo enfadado, pero tenía un tono apagado.
— Ni siquiera me mirarías. No me dirías una palabra a menos que
dijera algo primero. No soy vidente. ¿Cómo se suponía que debía
hacerlo? ¿Saber?
—Porque te hice una promesa— dijo Andrew.
—No lo olvidé solo porque elegiste no creerme. Hice lo que dije
que haría, y púdrete por esperar algo más.
Ahí estaba de nuevo: un indicio de esa ira infinita en el corazón de
Andrew. Aaron abrió la boca, la cerró de nuevo y bajó los ojos.
Andrew miró la cabeza inclinada de su hermano durante un minuto
interminable. Aaron había abandonado la pelea, pero cada segundo
que pasaba parecía poner más tensión en el cuerpo de Andrew. Neil
observó cómo los dedos de Andrew se curvaban contra sus muslos,
no en puños, sino en una imitación de aplastar la vida de alguien, y
sabía que el temperamento de Andrew estaba a punto de romperse.
Puso su mano entre ellos, tratando de bloquear la visión de
Andrew sobre Aaron, y Andrew lo miró con malicia. Un segundo
después, la expresión de Andrew se apagó. Neil lamentó su
intervención de inmediato. Nadie podía soltar tanta ira tan
fácilmente; Andrew simplemente lo había enterrado donde solo
podría lastimarlo. Era demasiado tarde para llevarlo de vuelta, así
que Neil dejó caer su mano en su regazo en la derrota.
— ¿Eso es todo, entrenador? —Neil preguntó.
— No— dijo Allison.
— Tan iluminador como fue esta pequeña diversión, no responde
a la pregunta original. ¿Qué tiene Riko sobre ti?
Mentir en este punto no funcionaría, teniendo en cuenta las
audaces acusaciones de Aaron. Neil optó por la honestidad en su
forma más sencilla e inútil.
—Él sabe quién soy.
Les tomó un momento darse cuenta de que eso era todo y Matt le
pidió a Neil
— ¿Uh?
—La familia de Neil tiene una reputación— dijo Kevin, llegando
inesperadamente a la defensa de Neil.
Neil lo miró, deseando que se callara incluso mientras trataba de
mantener su expresión lo más neutral posible. Kevin no devolvió su
mirada, pero todo lo que dijo fue:
— Riko está tratando de usarlo contra Neil.
— ¿Va a ser un problema? —Dan preguntó.
— No— dijo Neil.
Allison arqueó una ceja y gesticuló sobre su hombro,
presumiblemente hacia el vestidor destrozado.
— ¿Estás seguro de eso?
—Sí— dijo Neil, pero nadie parecía convencido. Neil sopesó sus
palabras cuidadosamente, buscando el equilibrio correcto entre la
verdad y las mentiras que los sacaría de su espalda.
— Riko sabe quién soy porque nuestras familias operan en
círculos similares, pero él es solo un Moriyama de nombre. No tiene
los recursos para hacer más que amenazarme.
— Maldición, Neil— dijo Matt.
— Tus padres deben ser otra cosa si incluso Riko tiene que seguir
las reglas. ¿Aaron tenía razón, entonces? ¿Esto es lo que se
supone que debes lucir?
— Sí— dijo Neil.
— ¿Pero por qué mientes sobre tu edad? —Matt preguntó.
— No lo entiendo.
—No quiero que nadie me rastree a mi familia— dijo Neil.
—Cuanto más difícil es para las personas juntar dos y dos, mejor.
Tener dieciocho años en Millport significaba que mis profesores y el
entrenador no tenían que consultar a mis padres para nada. Decirles
la verdad significaba tener que explicar por qué mentí en el primer
lugar, y no estoy acostumbrado a confiar en la gente. No quiero que
me juzguen por los crímenes de mis padres.
—Como si tuviéramos espacio para juzgar a alguien— dijo Dan, y
Neil se encogió de hombros con una disculpa silenciosa.
Parecía que había más de lo que quería decir, pero de alguna
manera ahogó su curiosidad y lo dejó pasar. Miró primero, luego a
Matt y Renee. Cuando nadie tenía nada que agregar, Dan dijo:
— Sí, supongo que eso es todo por ahora, Entrenador.
Wymack asintió.
— ¿Las cámaras están bien con todos? Sí, las tendré a mano
durante el fin de semana. Hablaremos sobre sus ubicaciones y el
juego el lunes por la tarde. Antes de eso, averigua qué tienes que
hacer para resolver estos problemas personales. —dijo con una
mirada significativa a Aaron.
— Ninguno de ustedes se atreva a traer estas actitudes a mi
cancha de nuevo. ¿Entienden?
Los Zorros murmuraron asentimiento, y Wymack les indicó que se
retiraran.
— Despedidos. Conduzcan seguros.
Fue un caos fuera del estadio. Los fanáticos borrachos gritaban y
corrían como locos; el resto de la multitud bailó y cantó vítores
triunfantes. Los policías estaban afuera con toda su fuerza tratando
de controlar el desastre. Los guardias de seguridad vigilaron a los
Zorros hasta que llegaron a sus autos. Aaron pasó por el coche de
alquiler y subió a la parte trasera de la camioneta de Matt. Nicky
comenzó a decir algo, pero Andrew encendió su encendedor una
pulgada de la cara de Nicky en advertencia silenciosa. Nicky
silenciosamente se subió al asiento trasero con Neil y pasó el
trayecto mirando su regazo.
El tráfico alrededor del estadio era de parachoques a parachoques
por lo que los autos de los Zorros se separaron al borde del tráfico.
Matt les ganó al dormitorio. Para cuando los otros alcanzaron, Aaron
ya se había ido. Neil observó a Andrew guiar a Kevin y Nicky a su
habitación antes de dirigirse al suyo. Matt siguió a Neil y Neil trató
de sorprenderse de que las chicas estuvieran justo detrás de él.
El suave zumbido de su teléfono lo distrajo y Neil se lo sacó del
bolsillo. Había un nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Él no
reconoció el número o el código de área. Él entendió el mensaje aún
menos: “49”. Neil le dio un minuto, pero no salió nada más. Borró el
texto y guardó su teléfono.
— Neil— dijo Dan, y esperó hasta que Neil la mirara para
continuar.
— Gracias. Por la verdad, quiero decir. Sé que eso no es todo,
pero sé que nos dejaste entrar por elección. Estamos listos para
escuchar cuando estés listo para hablar. Lo sabes, ¿Verdad?
—Lo sé— dijo Neil.
Ella le apretó el hombro en un apoyo silencioso pero feroz.
— Y gracias por… bueno, lo que sea que estés haciendo con
Andrew y Aaron. No estoy del todo segura de entender lo que
sucedió esta noche, sin embargo, sé que fue importante—.
— ¿Importante? —Matt hizo eco.
— ¿Vamos a hablar sobre el hecho de que Andrew mató a su
madre? Creí que había muerto en un accidente automovilístico. Eso
es lo que siempre han dicho todos.
— Ella murió en un coche— dijo Neil.
—Dije accidente— dijo Matt, con énfasis.
Neil miró tranquilamente hacia atrás y no dijo nada más, así que
Matt preguntó
— ¿Cómo te enteraste?
—Nicky me dijo hace meses— dijo Neil.
—Solo así— dijo Matt dudosamente.
— Siempre has sabido de lo que es capaz, pero dijiste que nunca
te dio una razón real para tenerle miedo. ¿En qué demonios están
tus padres si puedes deslizarte por el asesinato pasado como si no
fuera gran cosa y ponerte en la cara de Riko todo el tiempo?
Neil negó con la cabeza y fue salvado por Renee con gentileza.
— Quizás Neil confíe en las razones de Andrew. Andrew admitió
haber asesinado, sí, pero también dijo que lo hizo por el bien de su
hermano.
— Fue premeditado— dijo Dan.
— Eso no es defensa. Podría haber llamado a la policía o a los
servicios sociales o haber involucrado a los padres de Nicky.
— Las personas con nuestros antecedentes no están dispuestos a
confiar en la policía— dijo Renee.
— Probablemente nunca se le ocurrió a Andrew que eran una
opción viable.
— Y mira lo que sucedió en noviembre pasado— agregó Neil.
— Andrew siempre ha sabido que Luther no protegería a Aaron.
Dan miró entre ellos, incrédula.
— ¿Admites esto?
Renee extendió sus manos y le dio a su amiga una sonrisa
tranquilizadora.
— No podemos entender la situación por completo, Dan. Nunca
sabremos el estado de ánimo de Andrew en ese momento o cuán
mala era la vida con ella. Todo lo que podemos hacer es tomar una
decisión: creer que él estaba protegiendo a Aaron o condenarlo por
haber tomado el camino más extremo. Preferiría ir con el anterior.
¿No es así? Es alentador y reconfortante pensar que no estaba
actuando por malicia.
— Luego dirás que es dulce— se burló Allison.
— Por favor no— dijo Dan, con una pequeña mueca.
— Mi estómago es lo suficientemente débil como lo está ahora.
Neil esperó para asegurarse de que era eso, y luego dijo.
— Me voy a la cama—.
Ninguno de ellos intentó detenerlo. Neil se encerró en el
dormitorio, se cambió y se metió en la cama. Sus pensamientos
amenazaban con arrastrarlo a lugares oscuros, por lo que Neil
silenciosamente contó tan alto como pudo en todos los idiomas que
conocía. No hizo nada para ayudarlo a dormir, pero al menos
mantuvo a raya a los demonios por un poco más de tiempo.
CAPÍTULO NUEVE

Traducido por Cris G.


Corregido por Aruasi

Cuando salió el sol, Neil dejó de simular que dormía y salió de la


cama otra vez. Salió a correr por el camino perimetral y apuntó con
sus pies hacia la Cancha de los Zorros cuando apareció la salida.
Los guardias de seguridad hacían sus rondas habituales. Neil
confiaba menos en ellos hoy de lo que lo había hecho ayer, ahora
que sabía lo fácil que era pasarlos y les dio un gran rodeo. Entró con
sus llaves y encendió las luces mientras se dirigía al vestuario.
Empujó la puerta, ya enrollando las mangas de su sudadera y
vaciló a mitad de camino en la habitación. El desastre se había ido y
el piso estaba impecable. Neil miró por encima del hombro, aunque
el lugar estaba oscuro cuando él apareció. Era el único allí. Cruzó la
habitación hasta su casillero y tiró de la cerradura. Su casillero
estaba limpio y vacío.
Eran las siete y media, lo que significaba que Wymack había
estado despierto durante horas. Neil se sentó a horcajadas sobre
uno de los bancos y lo llamó. Wymack respondió al segundo timbre
diciendo:
— No sé qué es lo que más me sorprende: que tu teléfono esté
encendido o que estés despierto tan temprano un sábado por la
mañana.
— Entrenador, el vestuario está limpio.
— Sí, lo sé. Abby y yo nos ocupamos de eso anoche después de
que te fuiste.
— Lo siento —dijo Neil.
— Iba a limpiarlo esta mañana.
— ¿No te dije que no te preocupes por eso? —Wymack exigió.
— Me dijo que no hiciera nada con eso ayer —dijo Neil.
—Lo que sea —dijo Wymack—. Puedes hacer las paces conmigo
más tarde. En realidad, ¿qué estás haciendo ahora que he
arruinado tus planes de la mañana? ¿Nada? —Esperó la respuesta
afirmativa de Neil y dijo:
— Puedes ordenar los archivos conmigo en su lugar. Los cargaré
y tomaré el desayuno en el camino. ¿O ya comiste?
— Todavía no —dijo Neil.
— Esperare aquí.
Wymack colgó. Neil miró su casillero abierto de nuevo, luego
emigró al salón para esperar. Caminó a lo largo de las paredes,
estudiando las fotografías que Dan había colocado a lo largo de los
años. Neil nunca vio a Dan agregarlas, pero la colección había
crecido para incluir un par de docenas de capturas de este año. La
mayoría eran de cursos superiores, ya que Dan rara vez tenía la
oportunidad de atrapar a sus compañeros más jóvenes fuera de la
cancha, pero Neil vio varias de Halloween y un par de fotos perdidas
de sus cenas de equipo en noviembre y diciembre.
Justo cerca de la esquina había una imagen que Neil no reconoció
en absoluto: Una foto de Neil y Andrew solos, de pie. Estaban
envueltos en sus abrigos a juego y se miraban el uno al otro con la
respiración entrecortada. Le tomó un momento a Neil reconocerlo; la
gente en el fondo no parecía la multitud del juego. Las ventanas
finalmente lo delataron. Dan había capturado eso en el Aeropuerto
Regional del norte del estado en camino a jugar contra Texas. Neil ni
siquiera se había dado cuenta de que ella los había estado mirando.
Neil había quedado atrapado en un par de fotos de su grupo, pero
esta era la única en la que tenía su aspecto natural. Dan incluso
había atrapado a Neil por el lado derecho, por lo que el vendaje
sobre su tatuaje no se veía. Esta era una foto de Nathaniel
Wesninski; fue el momento en que Neil le dio a Andrew su nombre.
Neil se acercó para desgarrar la imagen, pero se detuvo tan pronto
como la agarró al borde.
Había venido a Palmetto State para jugar, sin embargo, también
había venido porque Kevin era la prueba de que existía una persona
real detrás de todas sus mentiras. En mayo, tanto Nathaniel como
Neil se habrían ido, pero en junio esta foto aún estaría aquí. Sería
una pequeña parte de la Cancha de los Zorros en los próximos
años. Era reconfortante o debería serlo. Neil no pensó que la
comodidad se sintiera como un nudo tan enfermo en su estómago.
Afortunadamente para él, Wymack apareció entonces. Tenía una
bolsa de papel marrón colgando de una mano y una caja llena de
papeles en sus brazos. Neil cerró la puerta detrás de él para que
Wymack pudiera dejar las cosas. Wymack miró un momento la sala,
puso el televisor en el suelo y acercó el centro de entretenimiento a
los sofás como una mesa improvisada. Neil lo vio repartir carpetas
en cuatro pilas. Cuando Wymack arrojó la caja vacía a un lado, Neil
abrió la carpeta más cercana para echar un vistazo. Era una hoja de
perfil con una imagen desconocida.
—Reclutas potenciales —explicó Wymack.
— Necesitamos seis mínimos.
—Seis —repitió Neil mientras se arrodillaba frente a Wymack.
— ¿Estás doblando la línea?
—No por elección —dijo Wymack. Sacó sándwiches de baguette y
jugo de la bolsa marrón y dividió el botín con Neil.
— Fue una de las condiciones en que nos mantuvimos en el juego
cuando Andrew fue encerrado. Al ERC no le gusta lo cerca que lo
hemos cortado este año y no quieren seguir flexionando las reglas
para nosotros. Prometí que nunca volvería a suceder. Eso significa
llenar los puestos el próximo año.
Wymack revisó cada pila, luego empujó una hacia Neil.
— Todas las chicas van a estar en quinto año, así que
necesitamos al menos tres cuerpos para reemplazarlas. En total,
buscamos a dos delanteros, dos Intermediarios, un defensa y un
portero. Encuéntrame algo de potencial y lo reduciremos más tarde.
— ¿No debería Kevin estar haciendo esto contigo? —Neil
preguntó.
—Tú eliges el primer corte —dijo Wymack.
— Él hará el segundo. Yo haré la última llamada.
Neil miró la pila de archivos frente a él. Al final, abrió el superior y
comenzó a leer páginas de estadísticas: estado físico, tendencias de
puntuación, proporciones, etc. No estaba del todo seguro de lo que
estaba buscando, pero tenía una idea cuando llegó al tercer
delantero. Este era consistentemente bueno, a pesar de que el
cuarto era más interesante porque hubo una mejora mesurable.
Había discos en la parte posterior de cada carpeta, probablemente
con videoclips de los momentos más brillantes de los jugadores.
Separó los archivos en dos pilas, la más prometedora y los
posibles, y colocó de vuelta ambas pilas cuando terminó. Pensó que
la segunda ronda sería más rápida ahora que había visto la
información de todos, no obstante, dudaba de todos. Wymack
probablemente terminaría todas las otras posiciones cuando Neil se
decidiera, pero cuando Neil echó una mirada en dirección a él,
Wymack no estaba mucho más avanzado que él. La mirada de
Wymack ni siquiera se movía.
Él no estaba leyendo estadísticas; estaba estudiando la imagen
del jugador como si esta pudiera decirle todo lo que necesitaba
saber.
Neil volvió a mirar el archivo abierto frente a él y trató de ver lo
que Wymack vio. Quizás Wymack podía leer dolor en las personas
como Neil podía leer enojo; donde Neil vio la calma inquebrantable
de una niña, tal vez Wymack vio una mirada vacía y hombros
derrotados. Neil se preguntó si Wymack había visto algo en su
instantánea de la secundaria o si había confiado en la evaluación de
Hernández sobre que algo andaba mal. Le gustaría pensar que
tenía una buena cara de póquer, salvo que Wymack rara vez se
dejaba engañar por eso.
— ¿Algún problema? —preguntó Wymack.
— No —mintió Neil y volvió a la tarea que tenía entre manos.
Le tomó la mitad de la mañana revisar a los posibles atacantes,
pero Neil finalmente tenía una pila preparada para que Kevin y
Wymack la examinaran. Wymack la dejó en el suelo arrodillándose y
volvió a guardar los archivos rechazados en la caja.
— ¿Algo más? —Neil preguntó.
—Eres libre de irte —dijo Wymack.
— ¿Necesitas un aventón?
—Estoy bien —dijo Neil.
—Huh —dijo Wymack sin levantar la vista. Neil lo dejó pasar y
recogió la basura del desayuno. Estaba casi en el basurero cuando
Wymack habló.
— Por cierto, te nombraré vice-capitán el próximo año—.
El corazón de Neil se alojó en su garganta. Se giró para mirar a
Wymack, pero le llevó dos intentos encontrar su voz.
— ¿Tú harás qué?
—Dan tiene que irse eventualmente —dijo Wymack.
— Ella necesita un reemplazo.
—Yo no —protestó Neil.
— Deberías preguntarle a Matt o Kevin.
— Jugadores talentosos con más experiencia —admitió Wymack.
— Empero no tienen lo que este equipo necesita. ¿Sabes por qué
hice capitana a Dan? —Wymack miró a Neil y esperó a que Neil
negara con la cabeza.
— Sabía desde el momento en que la vi que ella podría liderar
este equipo. No importaba lo que pensaran sus compañeros de
equipo, no importaba lo que la prensa pensara de ella. Se negaba a
ser un fracaso, así que se negó a renunciar en este equipo. Eso es
lo que necesitaba para levantar a los Zorros del suelo.
—Eres el único aquí que puede sucederla —dijo Wymack.
— ¿No te diste cuenta? Se están uniendo alrededor y detrás de ti.
Eso es algo especial. Eres algo especial.
—Ni siquiera sabes quién soy.
—Diablos, no —dijo Wymack.
— Eres Neil Josten, recluta de Millport, Arizona, de diecinueve
años. Nacido el 31 de marzo, de metro y medio, diestro, palo
número tres. Comenzaste como delantero de mis Zorros y el mejor
delantero de primer año en Clase I Exy de la NCAA.
—No —dijo Wymack, cada vez más fuerte cuando Neil comenzó a
interrumpir.
— Mírame a los ojos y dime si crees que me importa quién solías
ser. ¿Hm? —Wymack apuñaló con un dedo su rostro, luego lo clavó
en la mesa.
— Me importa quién eres ahora y a quién puedes seguir siendo.
No te estoy pidiendo que olvides tu pasado, pero te estoy diciendo
que lo superes.
—No puedo capitanearlos —dijo Neil.
— No lo haré.
—Esto no es una democracia —dijo Wymack.
— No puedes votar sobre lo que haces o no quieres hacer. Yo
establezco las reglas y tú tienes que ocuparte de ello. Y vas a
manejarlo. Necesitas esto tanto como ellos a ti. Dame una buena
razón por la cual tratarías de rechazar esto.
—Yo— dijo Neil, pero no pudo decir “me estoy muriendo”.
No podía decirle a Wymack que no viviría lo suficiente para tomar
el puesto.
— Tengo que irme.
Temía que Wymack le discutiera, pero todo lo que dijo fue:
— Nos vemos el lunes.
Neil pensó que respiraría mejor una vez que saliera del estadio,
pero su pecho aún estaba demasiado apretado cuando salió a
trompicones a la acera. Miró el estacionamiento vacío, el corazón le
latía en las sienes. La idea de volver a la Torre de los Zorros y
enfrentar a sus compañeros de equipo en ese momento le hizo doler
el estómago, pero no había otro lugar adonde ir. Debía dejarlo
correr, quemarse hasta que no pudiera pensar ni sentir más, sin
embargo, los pies de Neil permanecían plantados en la acera.
Quizás sabían que no se detendría si corría ahora.
Se dejó caer en la acera para hacer tiempo, pero sus
pensamientos se retorcían en círculos ansiosos. Neil se sintió a
medio segundo de perder la cabeza, aunque luego Andrew dijo su
nombre y los pensamientos de Neil se detuvieron por completo. Era
tardíamente consciente de su mano en su oreja y sus dedos
apretados alrededor de su teléfono. No recordaba haberlo sacado
de su bolsillo ni tomar la decisión de llamar.
Lo bajó y pulsó un botón, pensando que tal vez había imaginado
cosas, pero el nombre de Andrew estaba en su pantalla y el
temporizador de llamadas llevaba casi un minuto.
Neil se acercó el teléfono a la oreja, pero no pudo encontrar las
palabras para la miserable sensación que lo estaba desgarrando. En
tres meses los campeonatos habrían terminado. En cuatro meses
estaría muerto. En cinco meses, los Zorros estarían de vuelta aquí
para las prácticas de verano con seis caras nuevas. Neil podía
contar su vida con una mano ahora. Por otro lado, era el futuro que
no podía tener: vice capitán, capitán, juez. Neil no tenía derecho a
llorar estas oportunidades perdidas. Había obtenido más de lo que
se merecía este año; era egoísta pedir más.
Debería estar agradecido por lo que tenía, y aún más feliz de que
su muerte significaría algo. Iba a arrastrar a su padre y a los
Moriyama con él cuando se fuera y nunca se recuperarían de las
cosas que él dijera. Haría justicia cuando nunca había pensado que
obtendría nada en venganza por la muerte de su madre. Pensó que
había llegado a estar de acuerdo con eso, pero ese dolor hueco
estaba de vuelta en su pecho donde no tenía derecho a estar. Neil
sintió que se estaba ahogando.
Al final, Neil encontró su voz, pero lo mejor que tenía era:
— Ven a buscarme al estadio.
Andrew no respondió, pero la tranquilidad adquirió un nuevo tono.
Neil volvió a mirar la pantalla y vio el temporizador parpadeando a
los setenta y dos segundos. Andrew le había colgado. Neil guardó
su teléfono y esperó.
Solo quedaban un par de minutos desde la Torre de los Zorros
hasta la Cancha de los Zorros, pero Andrew tardó casi quince
minutos en llegar al estacionamiento. Se detuvo en el espacio un
par de pulgadas del pie izquierdo de Neil y no se molestó en apagar
el motor.
Kevin estaba en el asiento del pasajero, frunciendo el ceño en
silencio hacia Neil a través del parabrisas. Andrew salió del auto
cuando Neil no se movió y se paró frente a Neil.
Neil lo miró, estudiando la expresión aburrida de Andrew y
esperando preguntas que sabía que no llegarían. Esa apatía
debería haber irritado sus nervios, excepto que de alguna manera lo
estabilizó. El desinterés de Andrew en su bienestar psicológico fue
lo que le atrajo a Neil desde el principio: la constatación de que
Andrew nunca se alejaría del veneno que se estaba comiendo a
Neil.
—No quiero estar aquí hoy —dijo Neil.
—Estábamos casi en la interestatal —dijo Andrew.
Fue la invitación menos entusiasta que Neil había escuchado, no
obstante, a Neil no le importó. Andrew se dio la vuelta y regresó por
él sin dudarlo. Esa era una razón más que suficiente para levantarse
e ir con él. Neil se subió detrás del asiento del pasajero y miró por la
ventana.
Kevin le devolvió la mirada, pero no dijo nada, y Andrew los hizo
avanzar antes de que su puerta incluso se hubiera cerrado de golpe.
No preguntaron qué pasaba, así que Neil no preguntó por qué
estaban tomando la I—85 hacia Atlanta. Fueron las dos horas más
largas de la vida de Neil, solamente el silencio y la ilusión de
escapar de la Universidad Estatal de Palmetto le ayudaron a
recuperar su cabeza. Para cuando llegaron a Alpharetta, se había
hundido en un entumecimiento confortable. El insomnio de la noche
anterior comenzó a ponerse al día con él y se permitió quedarse
dormido. Se despertó cuando sonó el teléfono de Andrew, pero
Andrew solo atendió la llamada lo suficiente como para decir:
—No.
Un par de minutos más tarde llegaron a un concesionario. Kevin
salió tan pronto como Andrew estacionó. Andrew apagó el motor y
arrojó sus llaves en el asiento del pasajero, ahora vacío.
—Sal o quédate aquí —dijo Andrew.
— Esas son tus únicas opciones.
Correr no era una opción, quiso decir. Andrew sabía por qué Neil
lo había llamado
— Me quedaré.
Andrew salió y cerró la puerta detrás de él. Neil lo vio desaparecer
por las puertas delanteras en busca de un representante de ventas,
luego cerró los ojos y se durmió de nuevo. Cuando despertó había
una bestia negra metálica aparcada junto al coche de alquiler. Neil
no era más listo con los autos ahora de lo que había sido al
comienzo del año, pero cada curva de este gritaba caro. Neil supuso
que Andrew había hecho con esta compra lo que había hecho con la
última: simplemente buscaba el automóvil que quemara más
rápidamente su presupuesto. Era un capricho desconcertante para
un hombre que afirmaba no tener apegos a sus posesiones
materiales.
Andrew abrió la puerta de atrás y miró hacia el asiento trasero de
Neil.
— ¿Kevin?
Neil se limpió el sueño de los ojos y se desabrochó la hebilla.
— Déjalo ir contigo. No tengo nada que decirle.
Andrew cerró la puerta de nuevo y Neil se movió hacia el asiento
del conductor. Andrew salió primero del estacionamiento y Neil lo
siguió hasta la carretera interestatal. Se detuvieron en una
gasolinera a una reunión de comida rápida.
Neil no tenía hambre, aunque llenó la taza más grande disponible
con café mientras comían. Se sentó en el reservado contiguo a
sorber y mirar al vacío. Kevin lo miró de vez en cuando mientras
comían, pero no dijo nada, probablemente atribuyendo su humor
extraño al fiasco de ayer. Andrew miró por las ventanas del piso al
techo su nuevo automóvil.
El viaje de vuelta se sintió más corto que el viaje a Georgia, a
pesar de que tenían que pasar por Palmetto State y dejar el auto
rentado en Greenville. El representante revisó el auto en busca de
nuevos daños, encendió el motor el tiempo suficiente para ver
cuánto combustible había en el tanque y solicitó a Andrew que
firmara un par de formularios.
Entonces no había nada que hacer más que volver al campus.
Neil pensó que había estado fuera el tiempo suficiente para estar
bien, pero la primera vista de la Torre de los Zorros por la ventana lo
dejó sintiéndose cansado.
Subieron las escaleras y Neil no se detuvo en el tercer rellano. El
sonido suave de los pasos dijo que Andrew lo estaba siguiendo, sin
embargo, la puerta del pasillo se cerró cuando Kevin se dirigió a su
habitación. Andrew alcanzó a Neil cuando Neil se detuvo para luchar
contra la puerta de acceso a la azotea. Él había encendido dos
cigarrillos antes de que estuvieran afuera. Neil tomó el suyo y lo
llevó a la parte delantera del techo. Se sentó tan cerca del borde
como pudo, con la esperanza de que la sacudida del miedo lo
distrajera de sus terribles pensamientos y miró hacia el extenso
campus.
Andrew se sentó a su lado y sostuvo algo. Neil miró, pero le tomó
un minuto antes de que entendiera lo que Andrew le estaba
ofreciendo. El concesionario le había dado dos llaves para su nuevo
viaje, y Andrew le estaba dando la segunda a Neil. Cuando Neil
tardó demasiado en quitársela, Andrew la dejó caer sobre el
concreto entre ellos.
—Un hombre solo puede tener tantos problemas —dijo Andrew.
— Es solo una llave.
— Eres adoptado. Tú sabes que no es así —dijo Neil. No levantó
la llave, pero presionó dos dedos hacia ella, aprendiendo la forma y
la sensación de este nuevo regalo.
— Siempre he tenido suficiente efectivo para vivir cómodamente,
más todos los lugares decentes hacen demasiadas preguntas. Hay
verificaciones de antecedentes y verificaciones de crédito y
referencias, cosas que no puedo proporcionar por mi cuenta sin
dejar demasiado rastro. Estaba de ilegal en Millport. Antes de eso,
me quedaba en hoteles decrépitos por semanas o irrumpía en autos
de la gente o encontraba lugares que eran felices mientras les
pagaras por debajo de la mesa.
—Siempre ha sido 'irme' —dijo Neil.
Giró su mano hacia arriba y trazó una llave en su piel con la yema
del dedo. Había jugueteado con la llave de la casa de Andrew tantas
veces que conocía cada depresión y lomo de memoria.
— Siempre ha sido 'mentir' y 'esconderme' y 'desaparecer'. Nunca
he pertenecido a ninguna parte ni he tenido el derecho de llamar
propio a nada. Pero el entrenador me dio las llaves de la cancha y tú
me dijiste que me quedara. Me diste una llave y lo llamaste hogar—.
Neil apretó su mano, imaginando el mordisco del metal contra su
palma, y levantó su mirada hacia la cara de Andrew.
— No he tenido un hogar desde la muerte de mis padres.
Andrew clavó un dedo en la mejilla de Neil y giró la cabeza a la
fuerza.
— No me mires así. No soy tu respuesta y puedes estar seguro
como la mierda que no eres la mía.
—No estoy buscando una respuesta. Solo quiero…
Neil hizo un gesto de impotencia, incapaz de terminar ese ruego.
Él no sabía lo que quería; él no sabía lo que necesitaba. Las últimas
veinticuatro horas le habían pateado los pies bajo él y Neil aún no
podía encontrar el equilibrio. No sabía cómo hacer desaparecer ese
dolor o cómo silenciar la voz susurrando “Injusto” en sus oídos.
— Estoy cansado de ser nada —dijo Neil.
Neil había visto esta expresión en el rostro de Andrew una vez,
cuando Andrew y él convocaron una tregua en la sala de Wymack el
verano pasado. Neil le dio medias verdades para comprar su
aceptación, aunque no fueron las vagas descripciones de los
crímenes y las muertes de sus padres lo que le pasaba a Andrew.
Fueron sus profundos celos de Kevin, su soledad y desesperación.
Después de todo lo que habían pasado estos últimos meses, Neil
finalmente supo lo que significaba esta mirada. La oscuridad en la
mirada de Andrew no era censura; era una comprensión perfecta.
Andrew había golpeado este punto por años y lo había roto. Neil
estaba colgado de un hilo deshilachado y agarraba todo lo que
podía para mantenerse a flote.
— Eres un Zorro. Siempre serás nada.
Andrew apagó su cigarrillo.
— Te odio.
—El nueve por ciento de las veces no.
—El nueve por ciento de las veces no quiero matarte. Siempre te
odio.
—Cada vez que dices que te creo un poco menos.
—Nadie te preguntó—.
Con eso, Andrew tomó la cara de Neil en sus manos y se inclinó.
Dejando a un lado el drogado asalto de Nicky, Neil no había
besado a nadie en cuatro años. La última niña era una escuálida
franco-canadiense que lo había abrazado con las puntas de los
dedos y lo había besado como si temiera mancharlo con su
pegajoso labial. Neil ya no recordaba su nombre ni su rostro. Solo
recordaba lo insatisfactorio que había sido el ilícito encuentro y lo
furiosa que estaba su madre cuando los encontró. Ese incomodo
beso no valía el castigo que había seguido.
Esto no fue nada como eso.
Andrew lo besó como si fuera una pelea con sus vidas en la línea,
como si su mundo se detuviera y comenzara con la boca de Neil. El
corazón de Neil tartamudeó hasta detenerse ante la primera presión
de sus labios contra los suyos y levantó la mano sin pensar. Su
mano llegó hasta la mandíbula de Andrew antes de recordar que a
Andrew no le gustaba que lo tocasen. Neil agarró la manga del
abrigo de Andrew en su lugar y anudó sus dedos en la pesada lana.
El toque fue un disparador. Andrew se reclinó lo suficiente como
para decir:
— Dime que no.
Los labios de Neil estaban doloridos; su piel estaba zumbando. Se
sintió sin aliento, como si hubiera sobrevivido a media maratón. Se
sintió fuerte, como si pudiera correr otros cinco más. El pánico
amenazaba con destrozar su estómago. El sentido común decía que
lo rechazara y se retirara antes de que ambos hicieran algo que
lamentarían. Pero Renee dijo que Andrew no lamentaba nada, y Neil
no viviría lo suficiente como para que importara. No había
encontrado la manera de apoyarse antes de que Andrew le quitara
la mano a Neil de su abrigo.
— Suéltame —dijo Andrew.
— No estoy haciendo esto contigo ahora mismo.
Prácticamente empujó el brazo de Neil lejos de él y se inclinó
hacia atrás fuera del espacio de Neil. Recogió su colilla arrugada,
decidió de inmediato que no era salvable y sacó el paquete de su
bolsillo otra vez. Neil lo observó hasta que lo encendió, siguiendo la
nueva tensión en los hombros de Andrew y la violencia en sus
cortos movimientos. Pensó que debería decir algo, solamente no
sabía por dónde empezar. El beso de Andrew y su abrupta retirada
fueron igualmente desconcertantes.
Andrew logró una sola resistencia antes de aplastar su segundo
cigarrillo junto al primero. Encendió un tercero de todos modos, pero
Neil extendió la mano y se lo quitó. Fue una buena señal, tal vez,
que Andrew no reaccionara al robo. Neil colocó el palo junto a su
propio cigarrillo y miró a Andrew. Andrew arrojó su paquete a un
lado y metió la rodilla en su pecho.
Neil debería dejarlo ir, pero necesitaba entender.
— ¿Por qué no?
— Porque eres demasiado estúpido para decirme que no —dijo
Andrew.
— ¿Y no quieres que te diga que sí?
—Esto no es sí. Este es un ataque de nervios. Sé la diferencia,
incluso si tú no lo haces.
Andrew hundió su pulgar en su labio inferior como si pudiera
borrar el peso de la boca de Neil y fijó su mirada en el horizonte.
— No seré como ellos. No dejaré que me dejes ser.
Neil abrió la boca, la cerró y volvió a intentarlo.
— La próxima vez que uno de ellos diga que eres desalmado,
tendré que luchar contra ellos—.
— Noventa y dos por ciento —dijo Andrew —yendo a noventa y
tres.
No era divertido —nada de esto lo era— pero esa respuesta era
tan detestable y tan típica de Andrew que Neil no pudo evitar
sonreír. Se quitó la sonrisa de la cara antes de que Andrew se diera
cuenta y volvió a mirar el campus.
Por primera vez ese día, tal vez por primera vez esa inestable
semana, podía respirar sin sentir que su pecho estaba tirando
demasiado fuerte. A medida que su tensión se fue diluyendo, el
peso del cansancio de Neil regresó, aunque esta vez fue un
verdadero cansancio. No había dormido la noche anterior y solo
había tenido una hora de descanso en el automóvil. Dormir ahora le
quitaría el resto del fin de semana, pero a Neil no le importaba.
Cogió la llave de Andrew y se puso de pie.
— Oye —dijo, pero Andrew no lo miró.
— Gracias.
— Vete antes de que te empuje hacia un lado —dijo Andrew.
— Hazlo. Te arrastraría conmigo —le recordó Neil y dejó a Andrew
con sus pensamientos.
Por algún milagro, su habitación estaba vacía. Neil cerró la puerta
de la habitación antes de cambiarse. Puso la alarma para despertar
a la hora de la cena, luego lo dejó cuando sus pensamientos lo
mantuvieron despierto durante otra hora. Sacó la mano de debajo
de la manta y liberó el puño para inspeccionar su posesión más
reciente. Los dientes de la llave habían dejado hendiduras a lo largo
de la carne de su pulgar. Neil guardó la llave en su llavero al lado de
la vieja llave del auto de Andrew y las observó balancearse sin
verlas realmente.
Neil dejó de fantasear poco después de que su madre le quitara el
interés en la intimidad. Todavía tenía necesidades, pero las atendía
sin más atención de la que podía permitirse el hambre o la sed. Tal
vez negarse a querer cualquier otra cosa era un mecanismo de
defensa.
No podía tenerlo, así que no tenía sentido resentir su ausencia. La
paranoia ayudó a reforzar esa mentalidad a lo largo de los años
hasta que mantener a las personas alejadas era lo único lógico que
podía hacer.
Hacer amigos con los Zorros era desaconsejable pero inevitable.
Besar a uno de ellos era impensable e iba en contra de todo lo que
sabía. Neil no había tenido la intención de seguir esa línea o invitar
a Andrew a cruzarla. Es probable que no tuviera que preocuparse
por ello, teniendo en cuenta la ruidosa aversión de Andrew por él y
sus serios problemas fronterizos. Andrew no era como Nicky, que se
burlaba, discutía y protestaba si Neil decía que era una mala idea. Si
Neil lo rechazaba, Andrew nunca preguntaría por qué ni se lo
volvería a plantear. Sería como si nunca hubiera pasado nada, y
Neil podría vivir los últimos meses de su vida en paz.
Pero, ¿era esto paz o cobardía, supervivencia o evasión? Neil
podía estar todo el día diciéndose a sí mismo qué era lo más
inteligente que podía hacer, pero si realmente se preocupaba por lo
inteligente, no hubiera ido allí en primer lugar. Se hubiese ido
cuando descubrió que los Moriyama eran criminales o cuando Riko
lo llamó por su nombre real o cuando Riko lo desafió a cambiar su
seguridad por la de Andrew. Neil había estado todo el año haciendo
una cosa estúpida tras otra y este se había convertido en el mejor
año de su vida.
Esa no era razón suficiente para aceptarlo, sin embargo, Neil
tampoco estaba dispuesto a rechazarlo. El tiempo no era algo que le
sobrara, salvo que le tomaría más tiempo que solo estos agitados
momentos para resolverlo. Neil sabía que no estaba en el estado
mental correcto para decidir de una manera u otra. Metió las llaves
debajo de la almohada y rodó sobre su otro lado como si eso
cambiara lo que acababa de pasar. Se dijo que no debía pensar en
eso ahora, pero su boca aún recordaba el peso de los labios de
Andrew y eso le ponía los pelos de punta.
Se distraía de la única manera que sabía hacerlo, contando lo
más alto que podía en todos los idiomas que conocía. No recordaba
haberse quedado dormido, y no sabía cuánto tiempo había pasado
antes de que su teléfono le tarareara. El nuevo mensaje en su
bandeja de entrada era de un número desconocido, y todo lo que
dijo fue “48”. Neil lo borró y se hubiera desmayado nuevamente si
no fuera por el sonido amortiguado de un televisor en la habitación
contigua. Neil buscó la fuerza para enfrentar a los estudiantes de
último año y la encontró más cerca de lo que había estado esta
mañana. Con un suspiro tranquilo, pateó sus mantas, apagó su
alarma y bajó del desván.
Dan se sentó recostada contra el costado de Matt en el sofá.
Cogió el control remoto y apagó el televisor tan pronto como vio a
Neil en la puerta.
— ¿Te despertamos? —preguntó, y aunque Neil negó con la
cabeza, dijo:
— Lo siento.
— No debería dormir a estas horas del día de todos modos —dijo
Neil.
Fue a buscar un vaso de agua de la cocina. Esperaba que
volvieran a lo que él había interrumpido, pero cuando regresó a la
sala de estar, la televisión todavía estaba oscura. Hubo una
conversación silenciosa en las miradas que Matt y Dan se enviaban.
Neil no sabía cuál de ellos había ganado, aunque Matt negó con la
cabeza y miró a Neil a través de la habitación.
— Queríamos llevarte una fiesta de cumpleaños —dijo Matt.
— No parece correcto tener un cumpleaños y no hacer nada por
eso. Renee pensó que era una mala idea, hasta el punto de llamar a
Andrew para que lo respaldara. Él se puso de su lado.
Neil recordó una llamada telefónica que lo despertaba cuando
entraron en Alpharetta. Que Andrew solo escuchó por un momento
antes de decir “No”.
Neil silenciosamente retiró cada pensamiento sospechoso que
había tenido sobre Renee. Su serena apariencia probablemente
siempre lo haría cuestionarla, pero ella entendía las pequeñas cosas
cuando más le importaban.
—Gracias, pero tienen razón —dijo Neil.
— Prefiero fingir que no sucedió.
— ¿Qué pasa si nos saltamos la fiesta y solo compramos
regalos? —preguntó Dan, y suspiró cuando Neil negó con la cabeza.
— Bien, pero si lo dejamos ir, vamos a hacer algo loco el 31 de
marzo. ¿Trato?
—Define loco —dijo Neil.
Dan sonrió como si no hubiera hablado.
— ¿Trato?
—Trato —dijo Neil.
—Bien —dijo Dan.
— Ahora vamos.
Neil se les unió en el sofá y volvieron a encender su show. Podía
haber olvidado el texto que lo despertó si no hubiera sido porque
recibió el mensaje “47” de un nuevo número la noche siguiente. Neil
miró su teléfono con consternación cuando se dio cuenta de que
alguien le enviaba una cuenta regresiva. Apartó sus tareas
escolares a favor del calendario que colgaba de la nevera de la
cocina. Contó los días con los dedos, hojeando páginas hasta que
encontró marzo. Por un momento pensó que llegaría al cumpleaños
de Neil Josten, pero aterrizó el viernes 9 de marzo. Fue un día
extraño para terminar. Era el último día antes de las vacaciones de
primavera de la Universidad Estatal de Palmetto. Hubo un juego esa
noche, aunque no fue uno de los dos mortales partidos de
campeonatos.
Neil revisó su teléfono nuevamente, debatiendo si responder o no.
Al final, borró el texto y volvió a conjugar verbos en español.

***
El resto de los Zorros no descubrieron que Andrew había
reemplazado su auto destrozado hasta el lunes por la mañana.
Nicky siguió a Neil a través del estacionamiento, farfullando sobre
un proyecto que debería haber terminado hoy, sino que estaba a
medio camino. Cuando Andrew dejó de caminar, Nicky también lo
hizo, pero como Nicky no vio el auto alquilado, siguió hablando. Se
detuvo cuando Andrew abrió la puerta del conductor. Nicky miró,
hizo una doble toma, y casi se cayó cuando saltó hacia atrás.
— ¡De ninguna manera!
Su grito captó la atención de los demás y, como era de esperar,
Matt fue el siguiente en reaccionar. Pasó corriendo junto a Neil para
mirar el automóvil.
— ¿Qué estás haciendo con un Maserati?
—Manejarlo —dijo Andrew, como debería ser obvio, y se puso en
el asiento del conductor.
Matt alcanzó la capota con ambas manos, sin embargo, no la
tocó, como si creyera que sus huellas dactilares pudiesen arruinar el
perfecto exterior. El descarado temor en su rostro hizo que Neil
mirara a Andrew. Andrew encontró su mirada a través del
parabrisas, aunque no la sostuvo por mucho tiempo. Alcanzó la
puerta para cerrarla, no obstante Matt se dio la vuelta y puso su
mano en el camino. Se inclinó para mirar adentro, con ojos de
lechuza y extasiado.
Nicky tenía menos reservas acerca de poner sus manos sobre el
nuevo vehículo y lo rodeó, boquiabierto.
—Pero, ¿cuándo? —Preguntó Matt.
— ¿Y cómo…?
Allison fue menos prudente.
— ¿Lo robaste?
Dan siseó para que no hablara, pero Allison se encogió de
hombros.
Matt hizo una seña a Andrew.
— ¡Enciéndelo! Déjame escucharlo.
Andrew giró la llave en el encendido y el automóvil cobró vida con
un rugido silencioso. Matt levantó las manos y se alejó como si
estuviera orquestando una sinfonía. Andrew cerró su puerta, por lo
que Matt giró hacia Dan, farfullando hechos y estadísticas que
cubrieron la cabeza de Neil. Neil miró a Aaron para medir su
reacción. Aaron parecía desgarrado, como si quisiera ser
impresionado por el prestigioso viaje, pero no pudiera dejar ir su
resentimiento lo suficiente para estar emocionado.
Kevin rara vez se mostró impresionado por riquezas gracias a su
educación y estuvo allí cuando Andrew compró el automóvil. No
tuvo la paciencia para aguantar las payasadas de sus compañeros
de equipo y los barrió a todos con una mirada molesta.
— No nos retrasen para la práctica.
— ¡Como sea! — Nicky dijo, pero se metió en el asiento trasero.
Había decidido montar en el asiento del medio para poder
mantener a Aaron y Neil separados el uno del otro. No perdió el
tiempo abrochándose, sino que se inclinó entre los asientos
delanteros para mirar el tablero. Estaba haciendo sonidos de oh y
ah cuando Neil y Aaron entraron. Andrew lo toleró por un par de
segundos antes de empujarlo fuera del camino con una mano en su
rostro. Nicky estaba demasiado emocionado como para molestarse.
En lugar de quejarse, dijo:
— Pero en serio, Andrew. ¿De dónde sacaste esto?
—Georgia —dijo Andrew.
Nicky suspiró, pero no volvió a preguntar.
Andrew y Aaron todavía no estaban hablando, y Aaron y Neil se
mantuvieron alejados el uno del otro siempre que les era posible, sin
embargo, el resto de los Zorros llenaron los huecos lo mejor que
pudieron. La cruel travesura de Riko el viernes pasado trajo una
racha de protección innecesaria, aunque bien intencionada en los
estudiantes avanzados. Incluso Kevin hizo un esfuerzo por ser más
tolerable, tal vez porque había visto lo conmocionado que estuvo
Neil el sábado.
Neil podría haberles dicho que estaba bien, salvo que jugaban
juntos mejor de lo que lo habían hecho en una semana y no quería
sacudir el barco. Los Zorros tenían un juego más para pasar en la
primera ronda. Sus victorias consecutivas significaron que habían
asegurado su lugar en el partido a muerte, pero no estaban
dispuestos a tomarse las cosas con calma esta semana.
Neil trató de meter a Exy en cada pedazo de tiempo libre que
tenía. Trajo a su clase tácticas y alineaciones de SUA para esconder
bajo sus libros de texto, y se encontró con Kevin en el comedor para
almorzar y discutir sobre jugadas. A pesar del esfuerzo activo que
hizo para enfocarse en el juego del viernes, sus pensamientos se
mantuvieron descarrilados sin previo aviso. Cada vez que Andrew
cruzaba la habitación, la mirada de Neil lo seguía. Cada vez que
Neil sacaba las llaves de su bolsillo y veía la última incorporación a
su set, recordaba el beso de Andrew.
Miró a Matt y Nicky para ver si los veía de manera diferente, pero
nada había cambiado. Neil no sabía lo que eso significaba, solo
sabía que todavía no era el momento de resolverlo. Debería esperar
hasta la próxima semana, cuando los Zorros tuvieran una semana
libre antes del partido a muerte.
La distracción perfecta se produjo el miércoles, cuando Kengo
Moriyama colapsó en una reunión de la junta y corrió al hospital en
una ambulancia.
Wymack siempre mantenía las noticias como ruido de fondo
cuando estaba trabajando en el estadio, por lo que envió un
mensaje avisando a su equipo en el momento en que lo escuchó.
Neil estaba bastante seguro de que había micrófonos en la cara de
Riko incluso antes de que Kengo fuera registrado, y si no odiara
tanto a Riko, se sentiría asqueado por el entusiasmo despiadado de
los periodistas.
Encontró recortes de la entrevista en línea en las computadoras
de la biblioteca entre clases. Riko toleró la mayoría de sus
preguntas curiosas con buena gracia y una actitud calmada, aunque
lo feo vino cuando le preguntaron si se dirigía al hospital. Los
reporteros sabían muy bien que Kengo y Riko estaban distanciados;
simplemente no entendían la gravedad de la separación. Kevin una
vez les dijo a los Zorros que Riko nunca había conocido a su padre
o hermano. La familia Moriyama no tenía tiempo que perder con los
segundos hijos, por lo que Riko fue enviado a Tetsuji lo antes
posible después del nacimiento.
La mirada que Riko dirigió hacia la mujer debería haber derretido
el micrófono que estaba sosteniendo.
— Ustedes saben que tenemos un juego mañana. Mi lugar está
aquí con mi equipo. Si los doctores valen su título, le devolverán la
salud completa, esté o no esté yo allí para ver si sucede.
Neil sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto a Kevin.
— ¿Crees que es serio?
— Es mejor que no lo sea —fue la primera respuesta de Kevin, y
luego:
— Riko todavía cree que puede llamar la atención de su padre
con su fama. Si el señor no se recupera, Riko descargará su ira y
dolor en todos los que la rodean.
Neil lo consideró, y luego dijo:
— Lo bueno es que ya no estás allí.
—Jean todavía lo está —respondió Kevin y Neil sabía que no
debía hacer ningún comentario.
El equipo de reemplazo de Neil apareció el jueves. El partido del
viernes contra Arkansas significaba un viaje de todo el día.
Estuvieron en el autobús de los Zorros antes de que saliera el sol y
se detenían cada cuatro horas en las paradas de descanso. Neil
terminó su tarea y estudios con demasiado tiempo de sobra y se
cansó de su libro a la mitad. Conocía la línea de SUA por dentro y
por fuera, así que no tenía sentido revisarla. Estaba cansado de
aburrimiento, pero no lo suficientemente cansado como para dormir.
Kevin y Nicky estaban profundamente dormidos y Andrew miraba
por la ventana a la nada. Aaron los ignoraba como de costumbre.
Neil se dio por vencido con ellos como fuente de entretenimiento y
se dirigió al frente del autobús, donde los estudiantes avanzados
quedaron atrapados en una animada conversación. No preguntaron
por qué se había desviado de su asiento habitual, solamente lo
absorbieron en su grupo sin dudarlo. No hizo que el viaje se sintiera
más corto, más fue significativamente menos paralizante. Cómo
Wymack dormía con todo el ruido, Neil no lo sabía. Fuerza de
voluntad, supuso, porque Wymack todavía se negaba a contratar un
conductor y no quería que sus Zorros se quedaran en Arkansas
durante la noche. Los traería de vuelta a Carolina del Sur justo
después del juego.
Llegaron a la ciudad alrededor de las seis horas del centro, dos
horas antes de servir. La cena fue en un buffet local, donde
inhalaron desesperadamente las calorías suficientes para ayudarlos
a pasar el juego y tuvieron suficiente tiempo después para caminar
lentamente por la pista de la corte de la SUA. Cuando finalmente se
abrieron las puertas para dejar entrar a la multitud, Wymack envió a
sus Zorros a prepararse.
SUA no jugó con la velocidad o agresión que UT y Belmonte
habían llevado a la cancha, pero eran el equipo más comunicativo
con el que Neil se había enfrentado. Constantemente se gritaban
entre sí, llamando aperturas y rastreando las marcas de los demás.
Se pelearon, pero no fueron terribles al respecto. SUA ya había
perdido contra UT y Belmonte; ganar contra los Zorros no los
salvaría ni a ellos ni a su dignidad.
Al medio tiempo los resultados del partido de la otra noche
estaban en: UT había matado a Belmonte y procedía al combate a
muerte. Tener a un rival noqueado les dio a los Zorros el segundo
aliento que necesitaban y dominaron la cancha en la segunda mitad.
Ganaron por un margen cómodo, se tomaron su tiempo para lavarse
después y regresaron al autobús a las once. Neil encontró un
mensaje esperándolo cuando volvió a encender su teléfono: “42”.
Escribió un “Desaparece” pero lo eliminó de inmediato. Lo último
que quería hacer era alentar a quien lo estaba provocando al
reconocer los mensajes. Neil apagó su teléfono otra vez y fue a
celebrar con los estudiantes de último año.
CAPÍTULO DIEZ

Traducido por Cris G.


Corregido por Aruasi

Una semana sin partido no disminuyó la intensidad de sus


prácticas, pero Wymack construyó un pequeño espacio como pudo.
No era una consideración, sino una necesidad: había hecho la
primera ronda de recortes con su pila de aspirantes a Zorros y
necesitaba la ayuda de su equipo para reducirla. Las chicas tomaron
la tarea con un entusiasmo que Neil no había esperado. Pensó que
elegir sus propios reemplazos sería un recordatorio agridulce de que
se iban a graduar en un año. Si alguna de ellas sabía que se les
estaba acabando el tiempo, sin embargo, no daban señales de ello.
Menos sorprendente fue el desprecio de Kevin por cada archivo
que Wymack le ofreció. Insistió en que Wymack hiciera una segunda
solicitud, a lo que Wymack le exigió a Kevin que aceptara un poco
más a los delanteros que no habían sido criados para ser
campeones. Neil no tenía la experiencia o la perspicacia para
discutir con Kevin, aunque se aferró en silencio a una de las
elecciones que había hecho y se negó a dejarlas ir. Kevin intentó
arrancársela de las manos una sola vez antes de escribir que Neil
era un ignorante y volver a acercársela a Wymack. Abby intervino
cuando la discusión se hizo demasiado fuerte y desterró a Wymack
y Kevin a los extremos opuestos del vestuario.
El martes, Kengo fue liberado del hospital. Si no fuese el padre de
Riko, podría haber llegado a casa sin preguntas ni fanfarrias, ya que
Kengo Moriyama pasaba simplemente como otro hombre de
negocios adinerado. Mientras estuvo allí, un par de reporteros
esperaba en su puerta. Kengo respondió a sus preguntas con un
silencio sepulcral y dejó que sus ayudantes despejaran el camino
para él. Las leyes de HIPAA impidieron que alguien se diera cuenta
de lo que lo había metido en el hospital en primer lugar, no obstante,
parecía haberse recuperado, así que la prensa finalmente se rindió y
siguió adelante.
El miércoles por la tarde, Andrew tuvo su sesión semanal con
Betsy Dobson, lo que significaba que su grupo tomaría un paseo
con Matt. Kevin y Nicky los estaban esperando en el pasillo cuando
Neil siguió a Matt fuera de su dormitorio. Aaron no estaba a la vista.
Neil cerró la puerta detrás de él y miró a Nicky.
Nicky negó con la cabeza.
— Dijo que estaba dando un paseo con Andrew hoy.
— ¿A la cancha? —Dan preguntó.
Neil consideró la expresión de Nicky y adivinó:
— Adonde Dobson, Aaron quiere sentarse con él—.
— Ninguna mierda —dijo Matt, sorprendido.
— ¿Tú crees?
—Loco, ¿verdad? —Preguntó Nicky.
— Yo dije que no sabía que Andrew estaba de acuerdo, y Aaron
dijo que Andrew no sabía lo que estaba planeando. Aaron aún no ha
regresado, así que o está muerto en el estacionamiento o lo logró.
¿Supongo que se cansó de que Katelyn lo evitara? Hablando de
eso, uno de estos días quiero que me digas cómo la acorralaste.
—Pregunté —dijo Neil.
—Ahí va eso de “preguntar” de nuevo —dijo Matt.
— ¿Significa algo diferente de dónde vienes?
—La mayoría de las veces, sí —dijo Neil.
La inesperada honestidad le provocó risa a Matt. Sin el
antagonismo de Andrew y Aaron levantando barricadas, era fácil
para los Zorros mezclarse. Bajaron las escaleras en un grupo mixto.
Nicky revisó el estacionamiento en busca de signos de la horrible
muerte de Aaron y se subió a la camioneta de Matt con una sonrisa
salvaje cuando no encontró ninguno. A pesar de esa alegría, fue
rápido al ofrecer a Neil como vocero cuando Wymack necesitó una
explicación para la ausencia de Aaron. Wymack respondió
asignando a los Zorros vueltas adicionales. Neil esperaba que, al
menos, Nicky gruñera al respecto, pero quedó tan impresionado por
el dudoso progreso de sus primos que se hizo cargo del trabajo sin
quejarse.
Andrew y Aaron tenían que notar el intenso escrutinio al que
fueron sometidos cuando llegaron, no obstante, ninguno reconoció
la atención. Los Zorros no eran lo suficientemente suicidas como
para preguntar cómo había ido. Andrew parecía tranquilo, más la
expresión de Aaron era francamente cruel.
Wymack los miró del uno a otro.
— ¿Esto va a ser algo continuo? Necesito saber cómo planificar a
su alrededor.
—No —dijo Andrew.
Aaron lo miró irritado.
— Sí.
—Está bien —dijo Wymack, y eso fue todo.
No tenían un juego el viernes, pero el ERC finalmente publicó la
alineación de la semana siguiente. Seis equipos de divisiones
paralelas procedían al partido a muerte, en comparación con ocho
de los superiores. Los Zorros se enfrentarían a la Universidad de
Vermont Catamientos en casa. UT estaba en contra de Nevada y el
estado de Washington se enfrentaría a Binghamton. En la categoría
de superiores, los Tres Grandes habían evitado milagrosamente los
nombres de los demás. Todos pasarían a la tercera ronda, junto con
el equipo que ganara el partido Oregón—Maryland. Habría otra
pausa de una semana entre el combate a muerte y la tercera ronda.
Un fin de semana gratis significaba que deberían haber pasado la
noche bebiendo en Columbia, pero el truco del miércoles de Aaron
arrastró la guerra fría de los gemelos a un nivel completamente
nuevo. Según Nicky, Aaron solo estaba en el dormitorio el tiempo
suficiente para dormir o cambiarse de ropa. Nicky asumía que Aaron
pasaba el resto de su tiempo libre con Katelyn. Neil esperaba que
estuviera equivocado. Katelyn podría estar dispuesta a hablar con
Aaron otra vez ahora que había puesto los pies en el suelo, pero
Andrew tenía una promesa de guardar y tenía más razones que
nunca para arremeter contra ella. Si Katelyn fuera inteligente,
mentiría durante un par de semanas.
No podían ir a Columbia sin Aaron, así que Nicky arrastró a Neil a
su habitación. Aaron había desaparecido, pero Nicky y Andrew
reclamaron las sillas de puf y se asociaron en un juego de terror.
Neil había traído su mochila, aunque la música espeluznante y el
grito ocasional en la pantalla eran excusas perfectas para no
intentar ninguna tarea. Miró a Kevin, quien desenchufó los
auriculares de su computadora portátil y le hizo un gesto hacia la
habitación. Kevin agarró la computadora, entonces Neil fue a buscar
un bloc de notas y cerró la puerta de la habitación detrás de ellos.
Kevin estaba suscrito a un sitio de transmisión de Exy. Buscó el
juego más reciente de Vermont y giró la pantalla para que ambos
pudieran ver.
Neil tomó notas, Kevin absorbió todo lo que pudo ver, y luego
compararon las ideas. UVM tenía un equipo desequilibrado: una
defensa intimidante respaldando una línea de ofensiva mediocre.
Neil y Kevin tendrían las manos ocupadas, pero al menos sus
fracturadas defensas estarían en una favorable situación.
Un juego se convirtió en dos y se habría convertido en tres si
Nicky no hubiera venido a buscarlos. Nicky tardó un segundo en
darse cuenta de lo que estaban haciendo y lanzó una mirada
consternada entre ellos.
—No hablan en serio. Es viernes por la noche ¿y así es como se
divierten? Denme un descanso. Piensen en otra cosa por un tiempo,
¿lo harían? Como un helado. Pensé que íbamos a ir a Columbia. Mi
cuerpo ha estado listo para un helado todo el día. Me han engañado
y exijo una compensación.
—Ese no es nuestro problema —dijo Kevin.
—Lo estoy convirtiendo en tu problema —dijo Nicky.
— Neil, vienes conmigo a la tienda.
—Vete solo —dijo Kevin.
—Es una gran idea —dijo Nicky.
— Hay un pequeño error, sin embargo: ya no estoy en la póliza de
seguro y no tengo una llave para el nuevo viaje.
— ¿Tú qué? —Neil preguntó, sorprendido.
Nicky se encogió de hombros y no explicó nada.
— Vamos, Neil. Los juegos seguirán allí mañana. Estoy aquí
ahora, tengo hambre, y estoy cansado de que me ignores en mi
propia habitación.
Kevin abrió otro juego y lo detuvo para que pudiera amortiguar.
— Andrew puede llevarte.
—Ya no te estoy hablando a ti —dijo Nicky.
— Estoy hablando con tu mini tú.
—Yo —comenzó Neil, aunque titubeó cuando su teléfono sonó.
Podía adivinar de qué se trataba, pero había una posibilidad de
que no lo fuera. Sacó su teléfono del bolsillo y lo abrió para leer la
contribución de hoy a la cuenta regresiva: “35”. Neil lo miró en
silencio. Si Neil creía en las señales, esta sería una prueba de que
debería quedarse aquí con Kevin. Podrían jugar otro partido antes
de tener que dormir por la noche. Un juego más y probablemente
tendría nombres y números memorizados. Tenían menos de tres
meses hasta la final. Los Zorros no podían permitirse un solo paso
en falso entre aquí y allá.
Neil levantó la vista, listo para rechazar a Nicky, no obstante
Andrew se había acercado a Nicky en la puerta. Neil lo miró y pensó
acerca del atractivo preocupado de Nicky el otoño pasado, la
advertencia de que algún día Exy no sería suficiente por sí mismo.
Podría ser un refugio seguro de sus pensamientos y una razón para
levantarse y la inspiración para luchar más duro. Podría significar el
mundo para él, pero no podría ser todo. No podía unir sus pedazos
rotos como lo hicieron los Zorros. No dejaría todo para sacarlo del
aeropuerto ni regresaría por él sin cuestionarlo ni lo llamaría
“amigo”. Neil construyó su vida alrededor de Exy después de que su
madre murió porque necesitaba algo para vivir, más ya no estaba
solo.
Tal vez se arrepentiría de esto el lunes cuando estuviera mil pasos
atrás de Kevin en la práctica, pero de todos modos no era como si
Neil lo fuera a alcanzar. Neil cerró su teléfono y miró a Kevin.
— ¿De qué tipo quieres?
Kevin lo miró.
— No te vas a ir —dijo, no una pregunta del todo.
—Si nos metemos en otro, esta noche nos levantaremos
demasiado tarde. Elige un sabor—.
Kevin no respondió; tal vez estaba demasiado decepcionado con
Neil como para tomarse la pregunta en serio. A Neil ya no le
importaba lo que Kevin pensara de él. Como le recordó a Kevin la
otra semana, el viaje de Kevin no se detuvo en mayo. Podía pasar
todas las noches viendo infinitas repeticiones y tácticas porque tenía
todo el tiempo del mundo de sobra.
Neil guardó su teléfono en su bolsillo y se puso de pie.
— Envía un mensaje de texto a Nicky cuando te decidas.
Nicky miró a su alrededor con regocijo por haber ganado el tira y
afloja. Neil dejó que la autosatisfacción triunfara sobre la actitud de
Kevin y llevó a Nicky al auto. Nicky parloteó acerca de Erik durante
la mayor parte del viaje a la tienda de comestibles. Nicky planeaba
pasar la mayor parte de mayo en Alemania. Su breve reunión con
Erik durante las vacaciones de Navidad hizo que Nicky lo echara de
menos más que nunca y estaba contando los días hasta que
pudieran volver a verse. Estaba un poco preocupado por lo que
Andrew y Aaron podrían hacer en su ausencia, pero confiaba en que
Neil los mantendría con vida hasta que los dormitorios volvieran a
abrir en junio.
Kevin todavía no había enviado un mensaje a Nicky cuando
llegaron al pasillo de helados, por lo que Nicky cedió y lo llamó. Neil
casi esperaba que Kevin ignorara la llamada de Nicky, sin embargo,
Kevin no estaba tan enojado con ellos como para rechazar un
bocadillo gratis. Nicky pagó las pintas antes de que Neil pudiera
ofrecerle las suyas y regresaron al dormitorio con su botín.
Kevin no estaba a la vista, no obstante, la puerta del dormitorio
estaba cerrada de nuevo. Neil supuso que había vuelto a mirar los
juegos solo. A Neil le molestó por un momento que Kevin no
estuviera dispuesto a esperar por él, más se negó a arrepentirse de
su decisión. Nicky tomó cucharas de la cocina y distribuyó pintas a
sus hambrientos dueños. Neil comprobó su expresión cuando Nicky
volvió de dejar caer a Kevin, aunque Nicky solo rodó sus ojos hacia
Neil y sonrió de nuevo. Arrojó la bolsa de plástico vacía en dirección
a la basura y examinó su estante de DVD con los puños en sus
caderas.
Después de un minuto de estudio serio, Nicky se quejó.
— No hay nada que ver, voy a buscar en la colección de Matt.
Lo dijo definitivamente, pero esperó un poco en caso de que
Andrew descartara esa idea. Neil miró a Andrew, que estaba
rodando su helado entre sus manos para suavizarlo. Cuando
Andrew no dijo nada, Nicky desapareció. Neil cerró la puerta detrás
de él y llevó su helado a Andrew. Se arrodilló en el suelo cerca del
puf de Andrew y escuchó. No escuchó el sonido de un juego que
venía del dormitorio, sin embargo, los auriculares de Kevin ya no
estaban en su escritorio. Neil dejó su helado y su cuchara a un lado
y miró a Andrew.
—Pregunta —dijo Neil, pero le tomó unos minutos encontrar las
palabras correctas.
— Cuando dijiste que no te gusta que te toquen, ¿es porque no te
gusta para nada o porque no confías lo suficiente en nadie como
para dejar que te toquen?
Andrew lo miró.
— No importa.
—Si no fuera así, no preguntaría —dijo Neil.
—No le importa a un hombre que no hace swings —aclaró
Andrew.
Neil se encogió de hombros.
— No lo hago porque nunca me lo han permitido. Lo único que
podía pensar sobre crecer era sobrevivir.
Tal vez por eso estaba en esa zona gris de lo que era aceptable.
No importaba que Andrew fuera un sociópata o un hombre; la idea
de Andrew estaba tan entrelazada con la idea de la seguridad de
Neil que este también era un medio de auto conservación.
— Permitir que alguien entrara significaba confiar en que no me
apuñalarían en la espalda cuando personas terribles vinieran a
buscarme. Tenía demasiado miedo de arriesgarme, así que era más
fácil estar solo y no pensar en eso. Pero confío en ti.
—No deberías.
—Lo dice el hombre que se detuvo—. Neil le dio a Andrew unos
momentos para responder antes de decir:
— No lo entiendo, y no sé lo que estoy haciendo, simplemente no
quiero ignorarlo solo porque es nuevo. Así que, ¿estás
completamente fuera de los límites o hay zonas seguras?
— ¿Qué estás esperando, coordenadas?
— Espero saber dónde están las líneas antes de cruzarlas —dijo
Neil.
— Aunque estoy dispuesto a trazar un mapa sobre ti si quieres
prestarme un marcador. Eso no es una mala idea.
—Todo sobre ti es una mala idea —dijo Andrew, como si Neil no lo
supiera.
—Todavía estoy esperando una respuesta.
—Todavía estoy esperando un sí o un no que realmente pueda
creer —respondió Andrew.
—Sí.
Neil tomó la pinta de helado de los dedos sin resistencia de
Andrew, la apiló sobre la suya y se inclinó. Se detuvo, tímido de
besar realmente a Andrew, sin atreverse a tocarlo hasta que Andrew
le dio luz verde. La expresión de Andrew no cambió, pero hubo un
cambio sutil en la tensión de su cuerpo que le dijo a Neil que había
captado la atención de Andrew. Neil alzó una mano, aunque lo
detuvo una diferencia segura en la cara de Andrew. Andrew lo
agarró de la muñeca y lo apretó como advertencia.
—Está bien si me odias —dijo Neil.
Era la verdad, acaso un poco de eufemismo. Mientras Andrew
solo se sintiera físicamente atraído por Neil, era seguro
experimentar con él. La muerte de Neil no sería más que una leve
inconveniencia para Andrew.
—Bien —dijo Andrew —porque lo hago.
Por un segundo, Neil pensó que Andrew lo apartaría y terminaría
con esto. Andrew se tensó, pero siguió a Neil. La alfombra corta era
áspera contra los nudillos de Neil, donde Andrew cubrió su cabeza
con la mano. Neil no podía quejarse cuando Andrew era un peso
inflexible sobre él. Comenzó a buscar a Andrew otra vez, pero se
detuvo a mitad de camino. Andrew atrapó esa mano también y la
mantuvo fuera del camino.
—Quédate —dijo Andrew, y se inclinó para besarlo.
El tiempo no era nada. Los segundos eran días, eran años, eran
las respiraciones que se cogían entre sus bocas y la mordedura de
las uñas de Neil contra sus palmas, el roce de dientes contra su
labio inferior y el cálido deslizamiento de una lengua contra la suya.
Podía sentir los latidos del corazón de Andrew contra sus muñecas,
un ritmo de staccato que resonaba en las venas de Neil. Cómo un
hombre que veía el mundo con una tan estudiada desconexión
podía besar así, Neil no lo sabía, no obstante, no iba a quejarse.
Neil había olvidado lo que era ser tocado sin intención maliciosa.
Había olvidado cómo se sentía el calor corporal. Todo lo relacionado
con Andrew era caliente, desde las manos que lo sostenían hasta la
boca, separaban a Neil constantemente. Neil finalmente entendió
por qué su madre pensó que esto era tan peligroso. Esto era
distracción e indiscreción, evitación y negación. Estaba bajando la
guardia, dejando entrar a alguien y consolándose con algo que no
debería tener y que no podía cumplir. En este momento, Neil lo
necesitaba demasiado como para preocuparse.
No pudo durar mucho, porque Kevin estaba en la habitación
contigua y Nicky estaba a solo dos puertas, pero la boca de Neil
estaba entumecida y sus pensamientos zumbaron por la
incoherencia cuando un golpe les avisó que Nicky había abierto la
puerta. Neil reprimió un destello de irritación cuando Andrew se
levantó y se alejó de él. Neil intentó decirle a Nicky que esperase un
momento, más no tuvo aliento para hablar.
Andrew estudió la expresión de Neil durante unos segundos,
luego se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Neil se levantó con
manos temblorosas y se retiró al escritorio de Kevin con su helado.
Quitarle el sello de seguridad fue lo más difícil que había hecho
durante todo el año, pero al menos le dio una excusa para no mirar
a Nicky. Nicky refunfuñó por haber sido expulsado de su habitación
cuando entró por la puerta, pero cuando llegó a su puf ya lo había
olvidado en favor de las películas que había pedido prestadas.
—Miren, ustedes van a votar esta vez —dijo Nicky, como si les
estuviera haciendo un gran favor.
Recitó títulos y actores principales. Neil dejó que la lista entrara
por un oído y saliera por el otro. Reconocía la mayoría de los
nombres de los actores después de vivir con los Zorros durante
tanto tiempo, pero no conocía ninguna de las películas. No le
importaba en este momento, de todos modos, y no le tomó mucho
tiempo a Nicky darse cuenta.
— Hola, Tierra a Neil. ¿Acaso me escuchas?
Neil miró las marcas de media luna que había dejado en su
palma.
— Tú elige.
—Ustedes dos son las personas menos útiles en todo el universo
—se quejó Nicky, aunque le tomó solo un segundo tomar una
decisión. La caja se abrió y se cerró cuando sacó el DVD. Neil
escuchó como frijoles crujiendo mientras Nicky se acomodaba en su
silla. Neil no escuchó a Andrew volver a sentarse, sin embargo, no
se fiaba lo suficiente como para mirar y ver dónde estaba.
— ¡Vamos, Neil!
Neil no pudo encontrar una excusa para quedarse más tiempo.
— Ya voy.
Las luces del techo se cortaron entonces, lo que significaba que
Andrew se había quedado junto a la puerta después de dejar entrar
a Nicky. Pensando que Andrew necesitaba espacio y tiempo para
reagruparse de la misma manera que Neil casi destruyó los intentos
de Neil de volver a armar su cara neutral. El refrescante helado fue
un poco más útil para absorber el calor de su piel, por lo que Neil se
aferró a él y se levantó del escritorio. No había espacio para
sentarse entre las sillas de puf y no podía parecer que estaba
evitando a Andrew, así que se sentó en el suelo a la izquierda de
Andrew.
Nicky inició la película tan pronto como Andrew se unió a ellos.
Neil lo miró para no mirar a Andrew, pero si alguien le preguntaba
más tarde de qué se trataba, no podría contarles.
Estaba seguro de que todavía sentía el latido del corazón de
Andrew en su piel cuando se acostó unas horas más tarde.

***
Neil había sobrevivido a más de unas pocas semanas de
crecimiento, pero la semana anterior al primer partido a muerte de
los Zorros fue casi suficiente para sacudirlo incluso a él. Los niveles
de estrés de sus compañeros de equipo estaban por las nubes y
Neil no pudo evitar verse afectado por su silencioso pánico. Dan
intentaba sonar genial, aunque Neil podía escuchar la tensión en su
voz mientras dirigía a su equipo en las prácticas. Allison tocaba la
línea de defensa fracturada cada vez que tenía oportunidad y Kevin
era horrible con todos ellos. Matt era marginalmente mejor para
mantener su actuación junta, sin embargo, a medida que avanzaba
la semana se volvieron más inquietos y ansiosos que él.
Incluso Renee lo estaba sintiendo, aunque lo ocultó bien. Cuando
sus amigos estaban cerca, ella era la roca perfecta para apoyarse,
tan alentadora y agradable como siempre. Era una historia diferente
cuando daba vueltas en el descanso, solo con Neil y Andrew. Ella no
admitía nada, pero parecía un poco más cansada cada día. Neil
sabía que no debía preguntarle si estaba bien. Ella también podría
sentirse obligada a sonreírle, cuando lo que realmente necesitaba
era tiempo para recuperar el aliento y calmar sus propios nervios.
Le tomó a Neil un par de días darse cuenta de que no eran los
Zorros los que consumían la mayor parte de su energía. Renee rara
vez decía nada en sus paseos, demasiado concentrada en lo que
sucedía en su teléfono. La ocasional y triste contracción en la
esquina de su boca decía que sus conversaciones de texto con
Jean no iban bien.
Las escaramuzas de la tarde hicieron que todos se fueran
magullados y doloridos. Kevin y Neil hicieron todo lo posible para
evitar a sus compañeros de equipo, y sus defensas retrocedieron
tan fuerte como pudieron. A pesar de los dolores que Neil llevó a su
casa, lo único en lo que podía pensar durante la cena era volver a la
cancha esa noche.
Cuando Neil condujo a Kevin a la cancha el miércoles por la
noche, dijo:
— Deberíamos haber traído a Andrew con nosotros.
—No —dijo Kevin—. Te lo dije: debe venir con nosotros por su
propia voluntad. No significa nada si él acepta por nuestro bien.
—Sé lo que dijiste —dijo Neil —no obstante, necesitamos más
práctica contra un objetivo resguardado.
—No nos haría ningún bien —dijo Kevin.
— Tu meta no es el portero: es el objetivo en sí. Los porteros
cambian todas las semanas. Ninguno tiene las mismas fortalezas o
estilos. ¿Por qué obsesionarte con superar a un hombre cuando no
tiene efecto en el resto? Perfecciona tu propio rendimiento y que no
te importe quién está en la meta.
—Solo digo que…
—Continúa discutiendo conmigo y practicarás solo esta noche.
Neil frunció el ceño por el parabrisas y se calló. A pesar de su
molestia, Neil pensó en las palabras de Kevin durante el resto del
viaje. No podía entenderlas, pero se negó a pedirle explicaciones a
Kevin. Los porteros no eran obstáculos invisibles. Eran la última
línea de defensa para sus equipos y generalmente los jugadores
más ágiles en la cancha.
Anotar no era solo aterrizar una pelota dentro de las líneas de
meta marcadas; era llevar la pelota a ese punto de una forma que el
arquero no pudiera predecir o desviar.
Todavía le molestaba a Neil al día siguiente, por lo que les
preguntó a los porteros de los Zorros sobre ello durante el descanso
del jueves por la tarde. Renee volteaba su teléfono en sus manos
como si lo considerara. Andrew ni siquiera reconoció la pregunta.
—Es una idea interesante —dijo Renee —y parece estar
funcionando para él. Sin embargo, pedirle a alguien que cambie su
forma de pensar y su enfoque es una tarea difícil, especialmente a
finales de la temporada. Entonces, de nuevo— dijo ella tras un
momento —cambiaste las raquetas a mitad de temporada.
— Una raqueta es una cosa —dijo Neil.
— No creo que pueda hacer esto.
—Si no quieres, no lo hagas —dijo Renee, como si fuera tan
simple rechazar a Kevin.
— Si quieres probar, te ayudaremos de cualquier manera que
podamos.
—No —dijo Andrew antes de que Neil pudiera responder.
— Deja de copiarle.
—Estoy tratando de mejorar —dijo Neil.
— No puedo mejorar por mi cuenta.
Andrew le lanzó una mirada aburrida y no dijo nada más. Neil le
dio un minuto y luego se plantó frente a Andrew cuando se dio
cuenta de que este realmente no planeaba elaborar ni explicar.
Renee silenciosamente guardó su teléfono y los miró. Su mirada se
detuvo en Neil, pero Neil no la devolvió. Buscó la expresión calmada
de Andrew en busca de respuestas.
— ¿Por qué no debería copiarle? —preguntó Neil.
— Nunca vas a jugar como él —dijo Andrew. Antes de que Neil
pudiera tomar eso como un insulto contra su potencial, Andrew
continuó.
— Es un tonto cuyo estilo son los números y los ángulos.
Fórmulas y estadísticas, prueba y error, repetición y locura. Lo único
que le importa es encontrar el juego perfecto.
— ¿Es eso tan malo?
—No hagas preguntas estúpidas.
—No me hagas hacerlo—.
—Un adicto como tú no puede ser tan frío —dijo Andrew.
—No soy un adicto.
Andrew solo lo miró, así que Renee intervino con cuidado:
— Creo que quiere decir que Kevin es muy analítico, mientras que
tú eres apasionado. Ambos se preocupan por ganar, pero no de la
misma manera.
Andrew no dijo nada para confirmar o negar esa interpretación,
por lo que Neil se apartó de su camino. Andrew continuó,
terminando con esta conversación. Renee se quedó con Neil, sin
embargo, no dijo nada más. Neil miró a Andrew mientras
consideraba su opinión sobre él. Si Andrew tenía razón, a Kevin no
le importaban los porteros porque era un jugador técnico. Su
enfoque estaba en perfeccionar tomas imposibles y ángulos difíciles.
Jugaba contra sí mismo, no contra el portero, por lo que el portero
siempre era una idea de último momento.
Andrew tenía razón. Neil no podía jugar así. El aprendizaje de los
trucos de Kevin era necesario para su desarrollo como jugador, más
Neil nunca podría implementarlos de la misma manera en la cancha.
Neil era muy consciente de los obstáculos y su emoción se imponía
a sus marcas.
Le gustaba ser el mejor jugador, el más rápido. Le gustaban las
jugadas frenéticas, las llamadas cercanas y los goles
desgarradores. No tenían que ser bonitos o perfectos, siempre que
ganaran al final.
La comprensión quitó importancia a la tensión persistente de la
noche anterior. Cuando Neil se relajó, se dio cuenta de que Renee
todavía lo estaba mirando. Sonrió cuando Neil la miró y ladeó la
cabeza para invitarla. Comenzaron después de Andrew y caminaron
su última vuelta en cómodo silencio.

***
Cuando los Zorros llegaron a la cancha el 9 de febrero, nadie
esperaba la pelea que traerían. A los 45 minutos de iniciado el
juego, los Pumas estaban tres puntos por detrás. En la televisión del
vestuario de los Zorros, los presentadores deportivos sacudían la
cabeza con asombro.
—Estoy contigo en este caso, Marie. No estoy del todo seguro de
a quién estamos mirando ahora ni de lo que hicieron con los Zorros
del año pasado, pero me han impresionado por completo.
Neil miró el televisor mientras se estiraba. Los dos estaban
informando en vivo desde el interior de la Cancha de los Zorros, a
pocos metros de los bancos vacíos de los Zorros. Era difícil
escucharlos por el ruido de las gradas, especialmente cuando Rocky
Foxy, la mascota, pasaba rodando.
—Honestamente, nunca esperé que terminaran la temporada —
dijo Marie.
— La cantidad de contratiempos que han sufrido este año es
increíble y estaba segura de que se retirarían en noviembre. Es un
verdadero honor para la alineación de este año que hayan llegado
hasta aquí. Esta es la primera lista de Zorros que realmente adopta
el trabajo en equipo.
—De hecho —estuvo de acuerdo su homólogo masculino—. Este
es el tipo de sincronía que esperas de las escuelas de primer nivel.
Hace unas semanas todos nos reíamos cuando el estudiante de
primer año Neil Josten dijo que los Zorros estaban ansiosos por
tener una revancha con los Cuervos. Nadie se está riendo ahora. Si
pueden mantener este impulso y siguen jugando como lo están
haciendo esta noche, tienen una real posibilidad de pasar a
semifinales.
—Quedan diez minutos del descanso —dijo Marie.
— El puntaje es de seis a tres. Les tomará un buen trabajo de pies
a los Pumas para recuperarse. Estamos a menos de una hora de
ver si los Zorros pueden asegurar su primera victoria en el juego a
muerte. Echemos un vistazo a algunos aspectos destacados de la
primera mitad, y luego…
Dan apagó el televisor y se paró frente a la pantalla oscura. Matt
le dio un minuto, luego tocó su hombro para llamar su atención. Ella
respondió su mirada inquisitiva con una sonrisa irónica.
—Es raro escucharlos decir cosas buenas sobre nosotros —dijo.
—Les tomó suficiente tiempo —resopló Allison.
—Nos llevó lo suficiente como para merecer su consideración —
señaló Renee, sin ser desagradable.
Los de último año intercambiaron una larga mirada, exhausta y
triunfante. La primera alineación de los Zorros se había estrellado y
se había quemado a dos pasos de la puerta de salida, y a mitad de
la temporada habían sido el hazmerreír del deporte. Las chicas
llegaron a la Universidad Estatal de Palmetto sabiendo que tomaría
trabajo rescatar esa amarga reputación y saber que Wymack era su
único aliado.
Exy era un deporte mixto, pero las mujeres eran ampliamente
superadas en número en la NCAA. Incluso menos de ellas llegaban
a las Grandes Ligas y equipos profesionales. La junta escolar
aprobó a las tres con aprobación de Wymack, sin embargo, sus
propios compañeros de equipo hicieron de sus vidas un infierno. A
pesar de cada pérdida y cada obstáculo, lo lograron, y ahora
finalmente obtenían el visto bueno que merecían.
—Muy bien —dijo Dan, alejándose del televisor.
Su mirada se demoró un momento en la última adición al
vestuario: un puesto de caoba en la esquina, cerca de la foto de
Andrew y Neil. Ella había dicho el mes pasado que quería un puesto
para su eventual trofeo de campeonato. Neil pensó que había
estado hablando en grande para inspirar al equipo, pero
aparentemente no. Allison encontró el perfecto, ayer después de la
cena. Cuando Neil y Kevin llegaron a la cancha para practicar la
noche anterior, encontraron que los de cursos superiores tenían el
puesto situado.
Dan sonrió, bajo y feroz, y miró a sus compañeros de equipo.
— Estoy de humor para arruinar por completo la noche de Pumas.
¿Alguien está conmigo? —
—Hagámoslo —dijo Matt con una sonrisa dentuda.
— ¿Qué tienes para nosotros, entrenador?
Wymack bajó los punteros de la primera mitad lo más rápido que
pudo y los llevó de vuelta a la cancha cuando sonó el timbre de
advertencia. UVM salió tan fuerte como pudieron en el saque,
enojados por los resultados de la primera mitad y estimulados por
los entrenamientos de medio tiempo de sus entrenadores. Eran un
monstruo completamente nuevo, pero Neil aplastó su luz de pánico.
Perder la calma aquí solo destruiría las posibilidades de los Zorros.
Se concentró solo en lo que él y Kevin podían controlar y confió en
que sus compañeros de equipo manejarían su lado de la cancha.
Veinte minutos de la segunda mitad, el puntaje aún no se había
movido. Neil y Kevin no pudieron esquivar a sus reacias defensas y
los delanteros de UVM no pudieron superar a Andrew. El juego no
había sido amistoso antes, pero a medida que los ánimos se
desvanecían y la paciencia disminuía, el juego se ponía un poco
más rudo. Neil estaba acostumbrado a un poco de puntuaciones con
empujones mientras esperaban que la pelota le saliera al paso, sin
embargo, este empujón agresivo lo hizo deslizarse por el piso. Neil
apretó los dientes y se echó hacia atrás, pero su defensa tenía
medio metro y cuarenta libras sobre él; no iría a ningún lado sin
violencia.
Una pelea estaba por venir; todos lo sabían. Era solo un sorteo en
cuanto a qué jugador se había quebrado primero.
Sorprendentemente —o no— era Andrew.
Después de aplastar otra pelota en la cancha, Andrew golpeó su
raqueta contra la pared y llamó a Nicky. Neil solo tuvo medio
segundo para ver a Nicky avanzar hacia la meta; la pelota estaba en
camino hacia Kevin y eso era más importante que lo que estaba
sucediendo en el otro extremo de la cancha. Kevin no pudo pasar a
su defensa y estaba en un mal ángulo para pasar a Neil, por lo que
le lanzó la pelota a Dan. Dan se quitó la marca del hombro y corrió
por la cancha para comprar la habitación de los delanteros. Ella
lanzó la pelota a la pared del fondo para que rebotara a los
delanteros. Neil y Kevin corrieron por ella, pero el portero dio un
salto corriendo para conseguir la pelota primero. La levantó hacia el
techo en un ángulo pronunciado y bajó a la mitad de la cancha entre
los Intermediarios y la defensa de los Zorros.
La marca de Nicky comenzó, y Nicky barrió sus piernas bajo él
con la raqueta. Una falta tan flagrante detuvo el juego por completo,
al menos hasta que el delantero de Nicky volvió a encontrar sus
pies. Llegó a Nicky con los puños volando, pero Andrew ya estaba
allí. Empujó su raqueta a lo largo entre ellos y la usó para empujar al
furioso delantero lejos de su primo. El delantero fue lo
suficientemente estúpido como para golpear a Andrew en su lugar,
pero Matt y su marca intervinieron.
Para entonces los árbitros estaban en la cancha y Nicky les lanzó
un beso cuando le entregaron su tarjeta roja. Salió de la cancha
como un campeón triunfante, con los puños en el aire y sonriendo
de oreja a oreja. Aaron vino a reemplazarlo, y los equipos se
prepararon para un tiro sucio. Neil estaba sonriendo mientras
tomaba su lugar. Echó un vistazo hacia Kevin. Kevin ya estaba
preparado para correr, confiando en la habilidad de Andrew para
defender el tiro.
Andrew lo hizo, y como siempre, disparó el rebote donde Neil
podría conseguirlo. Neil salió corriendo por la cancha como si su
padre le pisara los talones, y no había nada que su delantero
pudiera hacer para detenerlo. Una mirada a Kevin mostró que su
marca estaba demasiado cerca para un pase seguro. Neil atrapó la
pelota y se la pasó a él mismo en su lugar, golpeando bajo el piso
donde rebotó en la pared a unos pocos pies de la portería. El
portero se aprovechó de ello, pero Neil fue lo suficientemente
rápido. Agarró la pelota, retiró su raqueta en el momento preciso y
disparó a la meta. Iba demasiado rápido y estaba demasiado cerca
de la pared para detenerse, pero tenía espacio suficiente para girar.
Se estrelló el omóplato primero, la espalda y el casco luego, y gruñó
cuando se le cortó la respiración de los pulmones.
A Neil no le importaba el dolor; el objetivo era rojo y el zumbido
era ensordecedor en sus oídos. Se tambaleó lejos de la pared,
usando su raqueta como bastón hasta que volvió a encontrar el
equilibrio y aspiró aire de vuelta a su dolorido cuerpo. El portero le
gruñó algo grosero, no obstante Neil lo desconectó con la facilidad
de una larga práctica. Sus compañeros de equipo lo alcanzaron
mientras cruzaba la cancha. Neil tocó los palos y aceptó sus
excitadas felicitaciones, pero todo lo que importaba era atravesarlos
hasta la meta. A Neil no le quedaba mucho tiempo antes de que los
árbitros pudieran atracarlos por detener el juego, así que trotó el
resto del camino hasta Andrew.
—Nicky no es un luchador —dijo Neil.
— Le dijiste que hiciera un swing.
—Se estaba volviendo aburrido —dijo Andrew.
Neil sonrió.
— ¿Ahora te estás divirtiendo?
—Esa parte fue vagamente interesante —dijo Andrew—. Puedo
tomar o dejar el resto.
—Es un comienzo —dijo Neil, y se dirigió a media cancha.
Diez minutos después, Kevin explotó los nervios de los Pumas y
anotó. Los Pumas no anotaron de nuevo, aunque lo intentaron con
una ferocidad nacida de la desesperación. Andrew detuvo cada tiro
a puerta e hizo un par de rebotes en los cascos de los atacantes
solo para irritarlos aún más. Las gradas estuvieron en un alboroto
durante todo el último minuto del reloj. Con cinco segundos
restantes en el juego, Dan arrojó su raqueta a un lado y dio un salto
corriendo en los brazos de Matt.
El timbre sonó en una victoria de ocho a tres. Habían dominado el
primer combate a muerte y llegaron a la tercera ronda por primera
vez.
Dan le había sacado el casco a Matt cuando los Zorros la
alcanzaron y lo besaron entre el rugido de la multitud.
Kevin y Aaron hicieron sonar palos e intercambiaron miradas
triunfantes.
Neil era vagamente consciente de los subs que cruzaban la
cancha hacia ellos, pero miró hacia donde Andrew estaba parado
solo en la portería. Ya había dejado su raqueta a un lado y estaba
ocupado deshaciéndose de sus guantes. Tenía que saber que esta
era una noche histórica para los Zorros y Neil sabía que podía
escuchar a la multitud perder la cabeza, pero Andrew iba sin prisas
y desinteresado. Lo que sea que lo hubiese inspirado a intervenir
antes, había desaparecido. Neil honestamente no había esperado
que este fuera el juego que hiciese Andrew finalmente, pero eso no
hizo que fuera más fácil verlo retroceder.
Nicky era una distracción perfectamente sincronizada, lanzándose
sobre Aaron y Neil casi lo suficientemente fuerte como para
quitárselos de encima. Él enganchó sus brazos alrededor de sus
hombros y les dio un apretón de nuevo.
— ¿Pueden creerlo? —preguntó, asombrado.
— ¡A veces somos la gran cosa!
Allison dio un golpe al hombro de Neil en su camino pasando a
Dan y Matt. Renee enganchó a Kevin para un abrazo rápido antes
de blandir los brazos con Allison y Dan. Dan se estaba riendo,
aturdida por un éxito imposible. Matt los dejó el uno al otro y pasó un
brazo por los hombros de Kevin. Neil miró de una cara feliz a otra,
saboreando y memorizando este momento.
Andrew se perdió la fiesta de media cancha, pero se presentó a
tiempo para seguir a sus compañeros de equipo más allá de la
alineación de los Pumas. Wymack, Abby y dos cámaras los estaban
esperando cuando salieron de la cancha. Dan mostró a las cámaras
una sonrisa con dientes antes de abrazar a Wymack y Abby. Neil se
unió a sus compañeros de equipo para saludar a las tribunas,
aunque rápidamente abandonó a las chicas para responder a los
micrófonos y las preguntas de los periodistas.
Wymack los estaba esperando en el salón cuando todos
estuvieron duchados y vestidos. Hizo un recuento rápido y asintió
con la cabeza cuando encontró que los nueve correspondían.
— ¿Recuerdan cuando les dije que no hicieran planes para esta
noche?
Le hizo un gesto con el pulgar a Abby-
— Vamos a su casa. Eso es tanto 'nosotros' como todos.
Envió una mirada significativa al grupo de Andrew.
— Consideren esto un evento de equipo obligatorio. Abby ya
acordó cocinar para nosotros y pasé la mayor parte de la mañana
llenando sus armarios con alcohol.
— ¿Eso fue un voto de confianza o planes para una fiesta de
consolación? —Dan preguntó.
—No importa —dijo Wymack. —Vamos. Me muero de hambre y
realmente necesito un cigarrillo.
Los guardias de seguridad los ayudaron a llegar a sus autos. El
tráfico hizo que el viaje a donde Abby fuera cinco veces más largo
de lo que debería haber sido, pero los Zorros estaban de muy buen
humor como para preocuparse realmente.
La nevera de Abby estaba llena de platos cubiertos que ella había
preparado más temprano ese día. Ella puso un par de sartenes en el
horno mientras Wymack y Dan servían bebidas. Kevin se quedó en
la cocina mientras Wymack y Dan comenzaron a hablar sobre el
juego de la noche. Matt requisó el sistema de sonido en la otra
habitación. Nicky y Allison discutieron con todas sus opciones y
entre sí, pero no sonaban en serio, así que Neil no intervino.
Aaron había reclamado una silla junto a la ventana y los estaba
mirando con una mirada distante en su rostro. Le lanzó a Neil una
mirada obscena cuando se dio cuenta de que Neil lo estaba
mirando, pero Neil lo despidió y fue en busca de los porteros
ausentes. No perdió el tiempo yendo por el pasillo, ya que las únicas
habitaciones de ese lado eran cuartos, pero salió al porche
delantero.
Andrew estaba sentado en el capó de su auto con Renee parada
frente a él. Renee miró la casa al sonido de la puerta y le hizo un
gesto a Neil para que se les uniera. Sin embargo, cuando Neil
estaba a medio camino, Renee se apartó de Andrew y se dirigió a la
acera. Le dirigió a Neil una sonrisa, pero no dijo nada. Neil se
preguntó qué había interrumpido y si debería o no disculparse. No
tuvo tiempo para decidirse antes de que Renee desapareciera
dentro. Neil tomó el lugar que acababa de abandonar y estudió la
cara en blanco de Andrew.
—Ganamos —dijo Neil.
Esperó, pero por supuesto Andrew no respondió a eso. Neil trató
de acabar con su frustración, pero no pudo dejar de suspirar.
— ¿Te mataría admitirlo?
—Casi lo hizo la última vez —dijo Andrew.
Lo dijo con naturalidad, pero Neil aún se estremecía cuando se
dio cuenta de su paso en falso. Extendió la mano, pero la detuvo a
una distancia prudente del brazo de Andrew. Las largas mangas y
vendas de Andrew ocultaban sus cicatrices, no obstante Neil
recordaba cómo se sentían bajo sus dedos.
—Esto es diferente —dijo Neil.
— El único que está en tu camino ahora eres tú. Realmente
podrías ser Juez un día, pero no podrás llegar si no lo intentas.
Neil esperó, pero Andrew lo miró sin decir palabra. Neil podría
ganar un juego de miradas con casi cualquier otra persona, pero no
tenía paciencia para pelear contra Andrew esta noche.
— Andrew, háblame.
—Suenas como una muñeca de cuerda con un solo tema —dijo
Andrew.
— No tengo nada que decirte.
—Si hablo de otra cosa, ¿me hablarás?
Andrew arqueó una ceja hacia él.
— ¿Puedes hablar de otra cosa?
Eso lo hirió. Neil abrió la boca para responder algo, sin embargo,
las palabras le fallaron. La pequeña charla que mantenía
entretenidos a sus compañeros de equipo no significaba nada para
ninguno de los dos. Neil no quería hablar sobre películas y clases
con Andrew. Quería hablar sobre la victoria sin precedentes de esta
noche. Quería hablar sobre sus posibilidades de llegar a la tercera
ronda para otro partido a muerte. Quería hablar sobre la expresión
en el rostro de Riko cuando los Zorros volvieran a enfrentarlos en
mayo. Quería saborear esta victoria, no anotarla como algo trivial y
poco interesante.
La puerta de entrada se abrió. Nicky se agarró al marco de la
puerta, pero se asomó para llamarlos,
— ¡Las bebidas están listas! ¿Vienen o qué?
Andrew empujó a Neil fuera del camino y se bajó del auto.
— Demasiado tarde.
Neil estaba demasiado descontento como para detenerlo. Se
quedó junto al automóvil hasta que Andrew alcanzó a Nicky y
finalmente se dirigió hacia la casa. A mitad de recorrer el césped, su
teléfono se apagó.
Neil estaba lo suficientemente molesto como para responder el
“28” de esta noche en su bandeja de entrada con un “Suficiente”.
Nadie respondió.
CAPÍTULO ONCE

Traducido por Ro Grigori


Corregido por Aruasi

Las reglas cambiaron en la tercera ronda. Hasta ahora, la


posibilidad de que un equipo avanzara dependía únicamente de su
capacidad de ganar tantos juegos como fuera posible. Desde aquí
hasta la final, el enfoque cambiaba a puntos. Las tres escuelas que
habían sobrevivido al partido a muerte de la división se enfrentarían
entre sí durante las próximas tres semanas. Lo que dos equipos que
anotaran la mayor cantidad de puntos entre los partidos de la
división pasarían a la segunda ronda de eliminación. Técnicamente,
un equipo podría perder ambos juegos y seguir avanzando, pero
eso no había sucedido en años.
Debido al número impar de equipos, los Zorros jugarán en casa
contra Nevada el 23 de febrero, tendrían la siguiente semana libre y
se enfrentarían a Binghamton en un partido fuera de casa el 9 de
marzo. La semana entre el partido a muerte y el partido contra
Nevada era una semana de descanso, pero los Zorros no estaban
dispuestos a tomarse las cosas con calma. Estaban tan inspirados
como aterrorizados por su victoria del viernes, y no querían perder
su impulso. Afortunadamente para ellos no había manera de que
pudieran aflojar el paso. Wymack los mantuvo entrenando hasta el
jueves.
El jueves por la tarde, un equipo de televisión fue a la Cancha de
los Zorros para filmar un segmento sobre los Zorros para su
espectáculo de la NCAA. Neil pensó que Kevin discutiría, ya que las
entrevistas y la filmación significaban que la práctica era un
desastre, pero Kevin sabía que los Zorros realmente necesitaban
buena publicidad. Neil casi había olvidado lo agradable que Kevin
podía ser cuando había una cámara en su rostro. Neil suprimió el
impulso de desenmascarar la actuación de Kevin y evitó los
micrófonos tanto como fue posible.
Neil no podía escapar del foco por siempre. Wymack y Kevin
observaron sobre la cabeza del periodista cuando Neil finalmente
fue escogido para una entrevista. Neil respondió a la mirada de
advertencia de Kevin con una mirada apacible e intentó ser cortés
tanto tiempo como pudo. Al principio fue fácil, ya que la mayoría de
las preguntas se referían al progreso de los Zorros. Era inevitable
que concluyeran con una pregunta sobre Riko y los Cuervos. Neil
intentó decir algo neutral, pero el entrevistador lo cuestiono sobre su
nueva discreción.
—La última vez que dije algo que nadie quería oír, mi escuela fue
vandalizada —dijo Neil—. Estaba intentando evitar el daño colateral
esta vez. Aunque ¿sabes qué? Tienes razón. No puedo permitirme
quedarme callado. Quedarme callado significa que apruebo su
comportamiento, y esa es una apariencia peligrosa. No voy a
perdonarlos o tolerarlos solo porque son talentosos y populares.
Déjame responder esa pregunta de nuevo, ¿de acuerdo?
—Sí —dijo Neil—. Estoy mil por ciento seguro de que vamos a
enfrentar a los Cuervos en la final esta primavera, y sé que es un
hecho que vamos a ganar esta vez. Y cuando los mejores del país
pierdan ante un equipo de nueve miembros que “no sabe nada”,
cuando pierden contra un equipo al que su propio entrenador
compara con perros callejeros, Edgar Allan tendrá que cambiar las
cosas. Personalmente, creo que deberían comenzar exigiendo la
renuncia del entrenador Moriyama.
El ruido que hizo Kevin no era humano. El entrevistador y su
camarógrafo lo miraron con sobresalto por encima de sus hombros.
Kevin no se quedó allí el tiempo suficiente para que lo interrogaran,
sino que salió corriendo por el pasillo fuera de la vista. Wymack, a
pesar de haberse quejado en numerosas ocasiones sobre el
problema de actitud de Neil, mostró sus dientes cuando sonrió con
ferocidad. Neil respondió a la curiosa mirada del entrevistador con
una mirada en blanco y esperó la señal de que había terminado. Tan
pronto como la cámara se apagó, regresó a la cancha. Como era de
esperar, Kevin lo ignoró el resto del día.
Neil tenía la sensación de que esa noche sería apática y
silenciosa. Matt llegó a la misma conclusión y le deseó buena suerte
a Neil antes de ir a una cena tardía con Dan. Neil cerró la puerta
detrás de él, miró el reloj y pasó la siguiente media hora resolviendo
los problemas de matemáticas. Estaba en el último cuando sonó un
solo golpe en su puerta. No era el golpeteo imperioso de Kevin o el
entusiasta toc, toc, toc de Nicky, pero los compañeros mayores no lo
visitaban cuando Matt y Dan estaban fuera. Neil dejó de lado su
tarea y fue a investigar.
Andrew estaba en el pasillo, con las manos metidas dentro del
bolsillo delantero de una sudadera negra. Neil abrió más la puerta y
se apartó del camino. Andrew miró hacia dentro antes de entrar a la
habitación. Neil supuso que estaba buscando a los demás, así que
explicó:
— Matt salió con Dan por un par de horas. ¿Vendrás con nosotros
a la cancha?
—Diviértete solo esta noche —Andrew se invitó a sí mismo a la
cocina y abrió la nevera.
— Kevin está demasiado borracho para maldecirte, y mucho
menos para ponerse de pie y sostener una raqueta.
— ¿Él qué? —preguntó Neil, pero Andrew no gastó su aliento
repitiéndolo. Neil miró hacia el pasillo como si pudiera ver a Kevin en
su miserable condición-
— Cobarde.
—No luzcas tan sorprendido—, dijo Andrew.
— No es nada nuevo.
—Pensé que lo había convencido la última vez —admitió Neil.
Cerró la puerta y apoyó su hombro contra el marco de la puerta de
la cocina.
— En una escala del uno al diez, ¿qué tan mal crees que se
volverá la situación?
— ¿Qué tan malo puede ser? —Respondió Andrew.
— Riko no puede matarte todavía y Moriyama ya les dijo a los
fanáticos de los Cuervos que no se metieran.
— Todavía podrían descalificarnos de alguna manera —dijo Neil.
— Hicieron su demostración el pasado octubre. Ya que no creen
que podamos llegar a la final, no hay razón para que nos toleren.
— Ya no tienen otra opción. Si los Cuervos no nos dejan seguir
nuestro curso siempre habrá lugar para la duda y las
especulaciones. Los Cuervos no pueden compartir su trono con el
que “habría-pasado-sí”. Tienen que ser los supremos vencedores.
Andrew le dio un momento para asimilarlo antes de decir:
— Estoy indeciso.
— ¿Sobre nuestras posibilidades esta primavera? —preguntó
Neil.
Andrew sostuvo sus manos con sus palmas hacia arriba entre
ellos.
— La idea de que los hayas acorralado involuntariamente es
intolerable, ya que significa que eres más estúpido de lo que incluso
te di crédito. Sin embargo, si lo hiciste a sabiendas, eres más listo
de lo que me has llevado a creer…
…Eso significa que los Cuervos no son los únicos con los que
estás jugando. Uno de esos es el mal menor.
—No todo es un engaño —dijo Neil. Andrew no respondió, pero
Neil entendió a su tranquila expresión como incredulidad. Neil
consideró defenderse y decidió que era una pérdida de energía.
Andrew no le creería de todos modos.
— ¿Cuál es el mal menor?
—Estoy indeciso —dijo Andrew nuevamente.
—Eso es útil —murmuró Neil.
— Podrías preguntar.
— ¿Por qué molestarse? —preguntó Andrew encogiéndose de
hombros levemente.
— Lo descubriré eventualmente.
Andrew robó una cerveza de la nevera y movió la anilla de metal
hacia adelante y hacia atrás. Neil lo observó por un momento pasar
su mirada sobre la habitación hasta su escritorio. Estaba molesto
con Kevin por cancelar la práctica, pero sabía que una noche libre
era un afortunado descanso. Tenía un examen de matemáticas la
próxima semana y un ensayo para mañana que aún no había
comenzado. Los exámenes de mitad de período no estaban muy
lejos y las notas de Neil estaban rozando sobre su inestable línea
habitual. Esta era la noche perfecta para ponerse al día.
Una anilla de metal rebotó en su mejilla. Neil miró a Andrew y de
repente estaba consciente de la ausencia de Matt. Había pasado
más de una semana desde que Andrew empujó al piso a Neil y lo
besó. No habían estado solos el tiempo suficiente para hacer algo
desde entonces.
No sabía si Andrew vio esa comprensión en su rostro o si Andrew
había querido toda su atención. Andrew dejó la cerveza a un lado
sin tomar un sorbo y cerró la puerta del refrigerador con el pie. Le
tomó dos pasos borrar el pequeño espacio entre ellos y Andrew se
detuvo lo más cerca que pudo sin apoyarse realmente contra Neil.
Sus dedos estaban fríos por la lata cuando tomó la barbilla de Neil.
— ¿Sí o no? —preguntó Andrew.
—Sí —dijo Neil. Andrew miró fijamente los brazos de Neil, que
estaban cruzados sobre su pecho. Le tomó un momento a Neil
entenderlo, y luego dejó caer los brazos y metió las manos en los
bolsillos de sus jeans. Andrew espero hasta que se quedó quieto
antes de besarlo. Neil dejó de pensar en las clases, en Exy y la poca
voluntad de Kevin, y dejó que Andrew lo besara. Para cuando
Andrew presiono su otra mano sobre el abdomen de Neil, se sentía
exaltado e inestable. Cada terminación nerviosa desde su pecho
hacia abajo pareció sacudirse en respuesta. Neil apretó sus manos
en puños como si eso las mantuviera donde estaban y dejó que
Andrew lo apoyara contra la pared.
Su teléfono zumbó mientras recibía su cuenta regresiva diaria, y
presionado contra la pared sonaba desagradablemente fuerte.
Andrew soltó la barbilla de Neil y sacó el teléfono del bolsillo de su
pantalón. Se inclinó un poco hacia atrás mientras le ofrecía teléfono.
Neil casi esperaba que lo abriera y se sintió aliviado de que Andrew
no lo hiciera. Neil tomó su teléfono y lo lanzó fuera de su alcance sin
molestarse en abrir el mensaje. Sabía qué día era; sabía lo poco
que le quedaba. No le importaba verlo, especialmente ahora.
Andrew vio el teléfono rebotar en el sofá y caer a la alfombra.
Existía la posibilidad de que fuera a preguntar. Neil le besó el cuello,
esperando distraerlo, y fue recompensado con un estremecimiento.
Esa era razón suficiente para hacerlo de nuevo.
Andrew alejó su cara, sin embargo, estaban demasiado cerca
para que Neil pudiera ver la forma en que se estremecía. Andrew lo
besó antes de que Neil pudiera decir algo al respecto.
Andrew lo empujó más fuerte contra la pared, tocándolo sobre su
camisa desde los hombros hasta la cintura y viceversa. Había tenido
sus manos en la piel desnuda de Neil hace solo un par de semanas
cuando vio las cicatrices de Neil, pero esto se sentía completamente
diferente. Este era Andrew aprendiendo cada pulgada y borde de él.
Sus manos nunca antes se habían sentido así de pesadas o
calientes. Cada toque y exigente roce de sus dedos enviaban calor
a las venas de Neil. A Neil lo inquietaba, lo ponía ansioso, lo hacía
inclinarse un poco más en los besos de Andrew y lo hacía
demasiado consciente de la mezclilla apresando sus manos a sus
caderas.
Neil no podía recordar la última vez que había puesto las manos
sobre alguien. No en la chica de Canadá, tal vez la chica anterior.
Por primera vez consideró tocar a Andrew de esa manera y conocer
el cuerpo de Andrew de la misma manera que Andrew estaba
memorizando el suyo. Quería encontrar los lugares que hacían que
Andrew cediera.
No lo había dicho en voz alta, pero como si lo hubiera hecho,
Andrew deslizó sus manos sobre los brazos de Neil hasta sus
muñecas y metió los dedos en los bolsillos de Neil. Se estaba
asegurando de que las manos de Neil todavía estaban allí, supuso
Neil, así que Neil metió las manos más profundamente en
respuesta. Andrew lo agarró de las muñecas y las apretó para
detenerlo. Tras un momento de consideración, sacó las manos de
Neil y las sostuvo a la altura de su cabeza.
Besó a Neil como si quisiera magullar sus labios y se inclinó para
mirar fijamente a Neil.
— Solo aquí.
—De acuerdo —dijo Neil, y puso sus dedos en el cabello de
Andrew tan pronto como el agarre de Andrew se aflojó. No era
mucho, pero era un alivio desesperado tener algo a lo que aferrarse.
Tal vez ese pequeño ímpetu en su estómago era por ser lo
suficientemente confiable como para tocarlo. Neil lo resolvería más
tarde. Todo lo que importaba ahora era lo fácil que era jalar a
Andrew por otro beso.
Andrew soltó lentamente sus muñecas y colocó una mano sobre
el pecho de Neil. Se quedaron así por un momento, Andrew
probando el control de Neil y Neil feliz de besarlo hasta tener los
labios entumecidos. La mano de Andrew entre sus piernas era un
peso inesperado. Neil no se dio cuenta de que jalaba el cabello de
Andrew con sus dedos hasta que Andrew le mordió el labio inferior
como advertencia. Neil gruñó algo incoherente y aflojó su firme
agarre. Pensó que saboreó la sangre, pero fue un sabor efímero
olvidado rápidamente cuando Andrew desabrochó su botón y bajó la
cremallera.
Andrew no fue gentil, pero Neil no quería que lo fuera. Ninguno de
ellos tenía la constitución para ser tierno. Esto era implacable, casi
enojado, la mano de Andrew llevando a Neil tan lejos y tan rápido
como pudo. Neil trató de acercar a Andrew, pero Andrew mantuvo
su mano sobre el pecho de Neil para mantener el espacio entre sus
cuerpos. Neil apenas logró decir el nombre de Andrew antes de que
Andrew lo empujara por la orilla y siguió. Andrew sofocó su frenético
jadeo con un último intenso beso y finalmente lo soltó.
Se quedaron de pie mejilla contra mejilla, un minuto, una hora, un
día, el corazón de Neil latía con fuerza en sus sienes y sus nervios
sobrecargados se estremecían.

Sus pensamientos coherentes regresaron en lentas, piezas


fracturadas y lo primero que Neil realmente percibió fue cuan fuerte
los dedos de Andrew se clavaban en su pecho. Neil trató de mirar
hacia abajo, pero Andrew le dio un pequeño empujón en respuesta.
— ¿Qué hay de…? —. Comenzó Neil.
Andrew lo interrumpió con un murmullo-
— No.
— No puedes volver con Kevin y Nicky así.
— Dije que te callaras.
— Dijiste “no” —dijo Neil.
Neil curvó sus dedos en el cabello de Andrew, arreglando su
agarre para poder atraer a Andrew en un breve beso. Andrew lo
toleró por un momento antes de alejarse. Se limpió la mano en la
camisa de Neil antes de jalar de las muñecas de Neil. Neil
obedientemente lo soltó y no se perdió la forma en que Andrew lo
vio bajar las manos. Neil no sabía si podría meterlas de nuevo en
sus bolsillos sin rozarse contra Andrew, así que las colocó detrás de
su espalda. Andrew se apartó de Neil y dejó caer sus manos.
—Vete —dijo Andrew.
— ¿A dónde? —preguntó Neil.
—A donde sea que no pueda verte —dijo Andrew.
Neil no viviría lo suficiente como para entender todas las capas
rotas de la sexualidad de Andrew, sin embargo, al menos sabía que
no debía ofenderse con esa despedida. Esperó hasta que Andrew
estuvo lo suficientemente lejos como para poder apartarse de la
pared sin tocarlo. La habitación estaba instalada de modo que su
escritorio estaba parcialmente fuera de la vista desde la puerta, pero
Neil fue al dormitorio. Presionó el nudillo de su pulgar en su
hinchado labio inferior y se estremeció un poco ante el dolor. Se
quitó la camisa por la cabeza, enrollándola para ocultar el desastre y
la metió en el cesto de la ropa sucia. Cambió sus jeans por un
chándal, buscó una camiseta vieja para ponerse y se apoyó en la
cama para esperar.
Poco después escuchó el sonido del fregadero. Neil esperó hasta
que se detuviera, luego fue en busca de Andrew. Andrew tenía la
espalda apoyada contra la nevera mientras bebía la cerveza que
había robado. No levantó la mirada cuando Neil apareció en la
puerta y si se dio cuenta del vistazo que Neil le dio, no lo reconoció.
Bebió su cerveza en silencio, luciendo tranquilo y limpio como si
nada hubiera pasado, y Neil lo observó hasta que aplastó la lata
vacía en sus manos. Andrew dejó la lata en el mostrador para que
Neil lidiara con ella y se giró hacia la puerta. Neil se hizo a un lado
para dejarlo salir y Andrew se fue sin decir una palabra. Neil cerró la
puerta detrás de él y puso la pequeña lata en la papelera de
reciclaje de Matt.
Regresó a su escritorio, pero no consiguió hacer nada más esa
noche.
***

Neil pasó la noche del viernes en la habitación de Andrew, aunque


solo vio un partido con Kevin. El resto de la noche estuvo medio
sumergido en un puf2 con un gran control en sus manos.
Nicky era un profesor sorprendentemente paciente mientras le
enseñaba a Neil su juego favorito, no obstante, la gran cantidad de
alcohol que estaba bebiendo hizo que sus instrucciones fueran cada
vez más confusas.
Neil estaba listo para terminar la noche cerca de las dos de la
madrugada, pero Nicky estaba energizado con bebidas azucaradas
y otro bote de helado comprado de la tienda.
Andrew pasó la mayor parte de la tarde fumando en su escritorio y
mirando al vacío. Desapareció en la habitación alrededor de las tres
y pateó a Kevin fuera para poder dormir. Kevin volvió a colocar su
computadora portátil en su escritorio, apagó el televisor y se fue a la
cama. Nicky esperó hasta que la puerta se cerró detrás de él antes
de volver a subir el sonido. Se quejó ruidosamente mientras se
acomodaba nuevamente. A pesar de sus protestas, se fatigó ni
siquiera media hora después. Dejó caer su control a un lado y miró a
Neil.
—Espera-
A Nicky le costó dos intentos y una ebria caída antes de poder
salir de su silla y ponerse de pie. Salió tambaleándose de la
habitación, hurgando con tanto ruido que Neil supo que debió de
haber despertado a Andrew y Kevin y regresó con una manta. Lo
dejó caer sin ceremonias encima de Neil y levantó sus manos en un
exagerado encogimiento de hombros.
— ¡Es mejor que duermas aquí! Dan y Matt probablemente están
haciendo la desagradable cosa de heterosexuales. Conseguiremos
el desayuno mañana por la mañana.
Señaló a Neil, movió su dedo un par de veces en silencioso
énfasis, y se alejó nuevamente. Neil esperó hasta que el dormitorio
estuvo en silencio antes de levantarse. Se detuvo por un momento
junto al puf, debatiendo, luego apagó la luz del dormitorio y regresó.
Fue fácil acomodar la manta, aún más fácil ponerse cómodo, y
estaba dormido en minutos.
Una campana lo despertó a la mañana siguiente, pero el cerebro
cansado de Neil tardó un momento en reconocer el sonido como un
aviso telefónico. Su teléfono vibró en su bolsillo un segundo
después. Neil frotó sus ojos con una mano cansada y sofocó su
bostezo con su puño. El estridente ruido en la habitación contigua
era el sonido del teléfono de Nicky. Eso significaba que la campana
era del teléfono de Kevin, que había dejado allí la noche anterior
porque Andrew, probablemente al igual que Neil, tenía el sonido
desactivado en su teléfono.
Un texto tan largo como ese tenía que ser de Wymack. Neil gruñó
un poco en señal de protesta, aunque sacó su teléfono del bolsillo.
El mensaje matutino de Wymack era breve, sin embargo, más que
suficiente para despertarlo: Kengo Moriyama estaba hospitalizado
nuevamente.
Neil se sentó y pateó la manta hacia un lado. Encendió el
televisor, bajó el volumen a un murmullo lo más rápido que pudo y
cambió los canales. Kengo no era lo suficientemente importante
como para ser una noticia regular, pero seguramente se le
mencionaría en la estación de noticias deportivas que Wymack veía
todas las mañanas. Andrew salió del dormitorio cuando Neil
finalmente encontró el canal correcto. Miró a Neil brevemente en su
camino a la cocina. Neil tuvo que aumentar el volumen de la
televisión un poco cuando Andrew encendió el fregadero para
preparar café, más no valía la pena esforzarse por oír cuando
alcanzó el final del clip.
Todavía no había noticias nuevas, pero Neil sabía que habría una
actualización tan pronto como alguien lograra llegar al Castillo
Evermore y hostigara a Riko por un comentario.
Neil se preguntó si una de las personas de Kengo le diría a Tetsuji
y a Riko o si ni siquiera se le ocurriría a la familia principal
informarles. Quizás Riko lo descubriría cuando alguien volviera a
poner un micrófono enfrente de él.
Eso le divirtió a Neil, aunque solo por el instante que le tomó sus
pensamientos dirigirse hacia su padre.
Nathan estaba encarcelado, no obstante, era la mano derecha de
Kengo. Alguien le habría dicho que Kengo estaba enfermo. Era
cuestionable si a Nathan le importaría o no. Neil no podía
imaginarlo, pero si Nathan era incluso una fracción tan leal a Kengo
como su gente lo era para él, estaría marcando surcos en su celda
en este momento. Tal vez Nathan nunca volvería a ver a Kengo con
vida; tal vez sería liberado y se encontraría sirviendo a Ichirou en su
lugar. Neil se preguntó qué impacto tendría la muerte de Kengo en
la familia Moriyama, excepto que ni siquiera podía comenzar a
imaginarlo. Realmente no tenía idea de lo que la familia principal era
capaz de orquestar. Riko tenía una cantidad alarmante de poder y
solo estaba trabajando con sobras.
Andrew regresó y cruzó la habitación hacia él. Neil lo observó
acercarse y se sintió mareado por la culpa. El trato que había tenido
con Andrew parecía ahora tan despiadado como desesperado. No
estaba convencido de que Andrew pudiera enfrentarse a un
monstruo como Nathan, pero había estado dispuesto a dejar que
Andrew lo intentara. No le importaba lo que le costaría a Andrew,
siempre y cuando le diera tiempo para jugar con los Zorros.
Andrew apagó el televisor en su camino.
— Es demasiado temprano para obsesionarse.
—Esto es importante.
— ¿Para quién? —Preguntó Andrew mientras se hundía en el
segundo puf.
— No cambia nuestra temporada y Riko es demasiado estúpido
para colectar puntos de compasión. Entonces, ¿a quién le importa?
Neil abrió la boca para discutir y descubrió que no tenía una
buena respuesta. Andrew lo señaló como si el silencio de Neil
demostrara su punto, y Neil volvió a cerrar la boca sin decir una
palabra. Andrew se movió un poco hasta que estuvo más cómodo y
cerró los ojos. Neil miró hacia la oscura pantalla, luego se acomodó
sobre su costado en la grumosa silla para mirar a Andrew. Andrew
abrió un ojo ante el ruido, pero lo cerró cuando Neil se calmó. Neil
se contentó con mirar a Andrew en su lugar.
Andrew no estaba mirando, pero tal vez sintió el peso de la mirada
de Neil, porque después de un par de minutos dijo:
— ¿Hay un problema?
—No —dijo Neil, pero incluso escuchó la mentira.
— ¿Andrew?, el verano pasado me hiciste una promesa. Te pido
que la rompas.
—No —dijo Andrew sin dudarlo.
—Dijiste que te quedarías conmigo si mantenía a Kevin centrado,
sin embargo, Kevin ya no me necesita más. Nos eligió a nosotros
sobre los Cuervos porque juntos finalmente valemos su tiempo. No
hay nada más que pueda darte en intercambio por tu protección.
—Pensaré en algo.
—No quiero que lo hagas —dijo Neil.
— Necesito que me dejes ir.
—Dame una buena razón —dijo Andrew.
—Si me estoy escondiendo detrás de ti, sigo corriendo —dijo Neil.
— No quiero terminar el año así. Quiero mantenerme en mis dos
pies. Déjame hacer eso. Nada de esto significa algo si no lo hago.
Andrew lo miró en silencio. Neil no sabía si estaba sopesando la
verdad de las palabras de Neil o rechazándolas silenciosamente.
Quería presionar a Andrew para obtener una respuesta exacta, no
obstante, sabía que sería contraproducente. Andrew tomaba sus
promesas y su palabra demasiado en serio. Convencerlo de que
faltara a su palabra iba a llevar más de un intento y si Neil insistía
demasiado, Andrew sabría que algo andaba mal. Neil cerró los ojos
y se hundió aún más en su puf. Esperaba que Andrew lo leyera
como su disposición a esperar su decisión.
La habitación del dormitorio estaba cómodamente silenciosa.
Kevin y Nicky habían dormido a través de los mensajes, por lo que
el único ruido real era el suave gorgoteo de la cafetera. Sonó
cuando terminó de preparar la olla. Neil consideró levantarse para
tomar una taza y decidió que podría esperar un minuto más.
No quería dormirse, pero lo siguiente que supo fue que se estaba
despertando con el sonido del despertador de Nicky. El
desagradable pitido continuó intermitentemente antes de que Nicky
finalmente se moviera lo suficiente como para apagarlo. Los
resortes de la cama crujieron cuando Nicky rodó sobre sí mismo, y
la habitación quedó en silencio otra vez. Neil miró el reloj sobre el
televisor que marcaba la hora como las nueve y media.
Definitivamente era hora de levantarse si quería tener un horario
normal hoy, pero Neil estaba cómodo.
Andrew todavía estaba acurrucado en la otra silla, pero el ruido lo
había despertado también. Se encontró con la mirada soñolienta de
Neil durante un momento antes de volver a dormirse. Era un
permiso implícito para seguir siendo flojo, así que Neil cerró los ojos
y se quedó dormido de nuevo.

***
La semana previa al partido de Nevada fue un borrón agotador,
pero Neil amó casi todos los momentos de ésta. En las mañanas
estaban las prácticas con sus compañeros de equipo, sus días se
desperdiciaban en el mal necesario llamado escuela, y sus tardes
las pasaba en la cancha. Los Zorros ya no lo miraban con recelo por
trotar con los porteros en el descanso. Después de la cena con los
compañeros mayores, Neil y Kevin volvieron al estadio para hacer
ejercicios.
Era la rutina a la que estaba acostumbrado, con crítico
complemento. Neil regresó al dormitorio con Kevin y recorrió el
pasillo como si fuera a su habitación, pero tan pronto como la puerta
se cerró detrás de Kevin, dio media vuelta y regresó al hueco de la
escalera. Andrew lo estaba esperando en la azotea, generalmente
con un cigarrillo en una mano y una botella contra su rodilla. Las
noches seguían siendo lo suficientemente frescas para necesitar las
chaquetas, aunque el calor del cuerpo de Andrew consumía la
mayor parte del frío.
No hablaban por la noche, tal vez porque habían hablado en el
entrenamiento o tal vez porque era tarde y solo estaban robando
unos minutos antes del muy necesario sueño, sin embargo, en la
noche Neil tenía más preguntas. Lo fastidiaban cuando Andrew lo
inmovilizaba contra el frío concreto y ponía sus manos calientes
debajo de su camisa. Sentir curiosidad por Andrew no era algo
nuevo, pero la importancia de estas respuestas sí lo era. Besar a
Andrew cambió las cosas incluso si Neil sabía que no debería.
Quería saber dónde estaban todas las líneas y por qué él era la
excepción.
Quería saber cómo Andrew estaba de acuerdo con esto después
de todo lo que había pasado y cuánto tiempo le había llevado llegar
a un acuerdo con su sexualidad después del abuso de Drake. Por
qué y cuándo y cómo solo complicaban las cosas, porque
preguntarse sobre este avance lo hacía preguntarse sobre todo lo
demás. Podía haber usado su juego de secretos para justificar su
entrometimiento, pero Neil no quería pelear por cada pieza y
fragmento. Llevaría demasiado tiempo y se estaba quedando sin
cosas seguras para intercambiar. Era mejor mantener la boca
cerrada y no pensar en eso.
Su control solo duró hasta el jueves. La madre adoptiva de Renee
acababa de comprar una casa, y era de lo único que los alumnos
mayores podían hablar en la cena. Renee quería ir a su casa y
ayudarla a mudarse ese fin de semana. Matt estaba dispuesto a
conseguir boletos para él y Dan si necesitaba ayuda. Neil no
entendía su entusiasmo hasta que recordó cuan sedentarias habían
sido sus infancias. Dan había vivido en el mismo lugar durante
quince años y Matt se quedó con su padre hasta la escuela
secundaria. Allison tenía casas de verano e invierno y viajaba
mucho con sus padres, no obstante, nunca se había mudado.
Neil siguió pensando en eso durante el entrenamiento de la tarde
y su ducha al final: no tanto porque fuera extraño sino porque era la
excusa perfecta para su juego y el de Andrew. Tan pronto como Neil
dejó a Kevin en su habitación esa noche, Neil subió las escaleras
hasta el techo. Andrew estaba en el mismo lugar que todas las
noches, sentado con las piernas cruzadas cerca de la orilla
delantera. Su cigarrillo era una mancha demasiado brillante contra el
resto de las sombras y parecía latir cuando Andrew tomaba una
calada. Neil robó el cigarrillo mientras se sentaba junto a Andrew y
lo giró entre sus manos. Andrew le sopló humo en la cara en
respuesta, por lo que Neil le arrojó cenizas y se dispuso a apagar el
cigarrillo. Andrew le pellizcó la muñeca y recuperó el cigarrillo.
—Los mayores están saliendo de la ciudad este fin de semana —
dijo Neil.
— La madre de Renee se está mudando y aparentemente es lo
más interesante que ocurrirá en estos meses. No puedo imaginar
cómo será cuando se gradúen y tengan que mudarse —Esperó
durante un latido, aunque sabía que no obtendría una respuesta.
— Sé que Nicky volverá a Alemania cuando se gradúe, pero ¿qué
le sucederá a su casa? ¿Lo venderá o se la dará a uno de ustedes?
—Pregúntale —dijo Andrew.
Neil ignoró eso.
— ¿Quieres quedarte en Carolina del Sur?
Andrew se encogió de hombros.
— Planear algo tan lejano es una pérdida de tiempo.
Neil abrazó su rodilla contra su pecho y siguió la mirada de
Andrew hacia el campus. Los árboles que bordeaban la colina entre
la Torre de los Zorros y el Camino Perimetral ocultaban la mayoría
de las farolas, pero había postes de luz cada seis metros en las
aceras del campus. Era pasada de la medianoche, sin embargo,
Neil vio al menos una docena de estudiantes afuera.
—Tal vez iré a Colorado —dijo Neil.
— Sería un cambio de ritmo interesante, de cualquier manera.
Normalmente me he mantenido en los estados costeros.
—No California —dijo Andrew, realmente no era una pregunta.
Neil no sabía si Andrew lo estaba complaciendo con su mejor
intento de tener una conversación sobre algo más que Exy o si
realmente tenía curiosidad. A Neil realmente no le importaba. El
desinterés de Andrew, aprendido o forzado, significaba que
probablemente equivalía lo mismo en la mente de Andrew. El hecho
de que Andrew respondiera y lo incitará a que explicara su
respuesta era una victoria suficiente.
—Pasé por California en mi camino a Arizona, pero no me quedé.
Me gustó Seattle, creo, aunque…—. Neil recordó el crujido del tubo
contra el cuerpo de su madre.
— No podría vivir allí otra vez. No podría volver sobre mis pasos a
cualquiera de esos lugares.
— ¿Cuántos son —cualquiera—?
—Veintidós ciudades —dijo Neil, pero no dijo que estaban
esparcidas en dieciséis países. Andrew todavía pensaba que Neil
había vagado por la carretera solo todos esos años atrás. Un niño
no podía ir y venir por el mundo sin ayuda.
— La estadía más larga fue ese año en Millport. La más corta fue
una semana con mi tío.
— ¿Se supone que debo creer que es real? —Preguntó Andrew.
— Le dijiste a Nicky que lo verías en Navidad. Mentiste.
—El tío Stuart es real —dijo Neil.
— Fue la primera persona con la que fui cuando escapé, salvo
que también es un gánster. No me sentía más seguro con él que en
casa, así que me fui de nuevo. Todavía tengo su número, pero
nunca he estado tan desesperado como para llamarlo. No sé cuánto
me costaría su ayuda —Neil miró a Andrew.
— ¿Te movieron mucho?
—Doce casas antes de Cass —dijo Andrew.
— Todas estaban en California.
— ¿Alguno de ellas fue buena? —preguntó Neil. Andrew miró a
Neil por un minuto, luego apagó el cigarrillo y tomó su bebida.
— Ninguna de las que recuerdo lo fue.
Neil no quería saber cuántos años recordaba Andrew.
— Así que California y Carolina del Sur. ¿Realmente nunca has
estado en otro lado excepto cuando viajas para un partido? —
Andrew solo se encogió de hombros en señal de respuesta. Neil lo
pensó un poco, y luego dijo:
— Las vacaciones de primavera son pronto. Podríamos ir a algún
lado.
—Ir a algún lado —repitió Andrew, como si fuera un concepto
extraño.
— ¿A dónde y por qué?
— A cualquier lugar —dijo Neil, y corrigió.
— A cualquier lugar al menos que sea a tres horas del campus.
No tiene sentido ir a un lugar más cercano. No se sentirá como unas
vacaciones. El único problema es descubrir cómo alejar a Kevin de
la cancha.
—Tengo cuchillos —le recordó Andrew.
— Eso no responde al “por qué”.
Neil no podía explicar de dónde había salido esa idea, por lo que
dijo:
— ¿Por qué no? Nunca he viajado solo por hacerlo. Quiero saber
cómo es.
—Tienes un problema —dijo Andrew —en el que solo inviertes tu
tiempo y energía en actividades que no valen la pena
—Esto —Neil movió su dedo para indicarles a los dos —no es
algo que no vale la pena.
—No hay “esto”. Esto es nada.
—Y yo soy nada —mencionó Neil. Cuando Andrew hizo un gesto
de confirmación, Neil dijo:
— Y como siempre has dicho, quieres nada.
Andrew lo miró sin mostrar alguna emoción. Neil habría asumido
que era un silencioso rechazo a la disimulada acusación de Neil, de
no ser por la mano de Andrew que se había congelado en el aire
entre ambos. Neil tomó la botella de la otra mano de Andrew y la
colocó a un lado donde no podrían tirarla.
—Esa es una primera vez —dijo Neil.
— ¿Recibo un premio por callarte?
—Una muerte rápida —dijo Andrew.
— Ya he decidido dónde esconder tu cuerpo.
— ¿Seis pies debajo? —adivinó Neil.
—Deja de hablar —dijo Andrew y lo besó.
Neil fue a la cama demasiado tarde esa noche, y la mañana llegó
demasiado temprano. Estuvo medio dormido en todas sus clases y
tomó una siesta rápida antes del juego. Fue algo bueno que lo
hiciera porque Nevada fue un brutal oponente y una dura llamada de
atención. Esta ronda los Zorros se enfrentaban a las otras dos
escuelas que habían sobrevivido a los partidos a muerte del distrito.
El repentino cambio en habilidad y dificultad casi derribó a los
Zorros. Fue infinitamente más difícil por la ausencia de Nicky. Su
tarjeta roja contra UVM significaba que estaba en la banca durante
todo el partido. Afortunadamente Renee estaba dispuesta a repetir
su papel como suplente de defensa, y Andrew mantuvo los goles
como si cada punto anotado fuera una ofensa personal.
Fue suficiente, pero apenas. Terminaron el partido con un empate
de seis y los campeonatos no permitían el tiempo extra. Los
empates se resolvían mediante penales. Nevada tenía siete
delanteros para pasar mientras que Neil y Kevin tendrían que seguir
alternando. El corazón de Neil palpitaba fuertemente en sus oídos
mientras seguía a Kevin al final de la cancha. Inhaló tan profundo
como pudo y lo dejó salir lentamente, deseando que sus nervios
esperaran hasta más tarde.
—No es el juego que deberíamos haber jugado, sin embargo, este
es un resultado aceptable —dijo Kevin cuando vio la severa mirada
en la cara de Neil. Neil negó con la cabeza, sin comprender.
— Terminaremos esta noche con casi el mismo número de puntos
y Nevada volverá a jugar antes que nosotros. Antes de enfrentarnos
a Binghamton sabremos cuántos puntos debemos anotar para
avanzar.
Los Tornados tuvieron el primer tiro y anotaron. Kevin anotó en su
primer intento, y el siguiente delantero de los Tornados también
anotó. Neil golpeó su pelota contra la portería y miró a Andrew.
Andrew bloqueó el balón del siguiente delantero y rebotó hacia el
final de la cancha, y Neil pudo respirar nuevamente. Miró a Kevin,
quien sonrió con un triunfo feroz mientras se acercaba a la línea. Su
siguiente tiro aterrizó en la esquina inferior de la portería, y los
Zorros ganaron el juego por un punto.

***
La práctica del jueves por la noche fue cancelada debido a los
partidos de la noche. Los últimos de cada grupo tenían sus últimos
juegos esta noche, Edgar Allan contra Maryland y Penn State contra
la USC. Solo dos equipos de cada grupo pasarían a la cuarta ronda,
lo que significaba que uno de los Tres Grandes sería eliminado esta
noche. Era la primera vez en seis años que uno de ellos regresaba a
casa antes de las semifinales, y Kevin necesitaba verlo suceder. De
alguna manera, todo el equipo fue acorralado y todos se quedaron
en el estadio después de que Wymack los despidió por el resto del
día.
Algún organizador inteligente se aseguró de que los Cuervos y
Troyanos fueran las escuelas anfitrionas. La diferencia horaria
significaba que los Zorros podían ver ambos juegos seguidos.
Wymack les pidió pizzas, aunque no se quedó para ver los partidos.
Él había identificado a los seis jugadores que quería reclutar y
estaba ocupado arreglando los planes de viaje. Esperaba tenerlos a
todos contratados para cuando los Zorros volvieran de las
vacaciones de primavera. Neil se alegraba de que su jugador
hubiera logrado el corte, aunque se sintió silenciosamente culpable
por no haber persuadido a Wymack de conseguir a un tercer
delantero.
Dan alejó a Wymack de su computadora el tiempo suficiente para
usar su impresora. Regresó con cuatro letreros y un rollo de cinta y
colgó los papeles encima del televisor. Eran los puntos acumulados
de cada equipo en los partidos de esta noche. Kevin apenas les
echó un vistazo mientras el partido de los Cuervos estaba en
marcha, pero tan pronto como comenzó el juego USC contra Penn
State, los miró rápidamente. Neil sabía que Kevin era un fan de los
Troyanos, pero no se había dado cuenta que tan fanático era Kevin
al respecto. Kevin vio el juego como sí un mal resultado provocaría
su muerte. Neil casi deseaba que Penn State ganara solo para
poder ver a Kevin hacer una rabieta.
Para cuando los Troyanos y los Leones llegaron al medio tiempo,
Neil había olvidado todo acerca de Kevin. Había estado tan
involucrado en la temporada de los Zorros y los Cuervos que había
olvidado cuan espectaculares eran el resto de los Tres Grandes.
Estos equipos jugaban como si fueran profesionales. No tenían el
récord impecable de los Cuervos, pero estaban lejos de Edgar Allan.
Kevin les había advertido hace semanas que los Zorros no estaban
listos para enfrentar estas escuelas. Por una vez, su insensible
comentario se sintió como un leve eufemismo.
Él no fue el único que le hizo comprender la realidad. Dan silenció
los comerciales, golpeó el control remoto contra su muslo con un
ritmo nervioso, y dijo:
— Así que definitivamente tenemos que entrenar duro,
muchachos.
Kevin le frunció el ceño.
— Incluso si hubieras entrenado más cuando te lo dije hace un
año, aun no tendrías oportunidad de vencerlos. No hay nada que
puedas hacer tan avanzado el año. Son mejores que nosotros y
siempre lo serán.
— ¿Te hace sentir mejor ser un amargado? —preguntó Nicky.
—Negarlo no nos hace ningún bien —dijo Kevin—. Se nos hizo
difícil contra Nevada. Honestamente, ¿Cómo esperas que le
ganemos a los Tres Grandes?
—California esta al riesgo de un gran terremoto —señaló Nicky.
— Eso se haría cargo de USC, al menos.
—Eso es un poco extremo, ¿no crees? —preguntó Renee.
—Necesitamos algo extremo en este punto —dijo Allison.
La expresión de Renee era tranquila y su tono estable, pero
Renee no necesitaba verse decepcionada para que entendieran el
mensaje.
— Los Troyanos nos apoyaron cuando más los necesitábamos.
¿De verdad quieres que sufran solo para que podamos sacar
provecho?
—No es justo —dijo Nicky, alejándose de su mirada.
— Llegamos hasta aquí, aguantamos tanto y luego perdemos
aquí, quiero decir.
— Todavía no hemos perdido—dijo Dan —pero perderemos si te
das por vencido desde ahora.
Kevin comenzó a decir algo que Neil sabía que sería negativo y
desesperanzador. Neil se movió detrás de Andrew y le pegó a Kevin
en la parte posterior de su cabeza para hacerlo callar.
Matt ahogó una carcajada e intentó sin éxito fingir que era una tos.
Kevin no se movió durante un segundo por la sorpresa, luego le dio
a Neil una mirada mordaz.
—Nadie quiere escuchar eso en este momento —dijo Neil.
—Si vuelves a golpearme… —comenzó Kevin.
Andrew intervino con un tono casual:
— ¿Qué harás?
Kevin se calló, pero no parecía feliz por eso. Allison hizo un gesto
hacia Dan. Neil lo vio de reojo, no lo suficiente como saber que hizo,
pero cuando miró hacia allí, Dan le estaba dando una mueca a su
amiga. Matt colocó un brazo alrededor del hombro de Dan y le dio
un pequeño apretón. Pudo no haber estado relacionado, sin
embargo, la sonrisa que Matt no pudo evitar era más petulante que
comprensiva. Neil miró a Renee para ver si ella entendía, aunque no
pudo obtener ninguna pista de su serena expresión.
—Sabes—, comenzó Matt, pero Dan volvió a subir el volumen
antes de que Matt pudiera terminar.
Él le sonrió, divertido en lugar de ofendido, y lo dejó pasar.
El medio tiempo terminó unos minutos después, y los Troyanos y
Leones volvieron con nuevas alineaciones y aterradoras
habilidades. Otro gol de la USC quitó un poco la tensión de los
hombros de Kevin, pero no se relajó hasta que la USC finalmente
ganó. Con unos asombrosos treinta y siete goles entre sus tres
rondas de tres juegos, los Troyanos seguían a los Cuervos hasta el
segundo set de partidos a muerte.
—Podrías lucir menos feliz sobre esto —dijo Nicky cuando vio la
sonrisa de satisfacción de Kevin.
— Vamos a tener que enfrentarlos.
—Se esforzaron por esto —dijo Kevin, con una dura mirada en
dirección a Neil.
Dan puso los ojos en blanco y apagó el televisor, y los Zorros
finalmente terminaron la noche.
CAPÍTULO DOCE

Traducido por Ro Grigori


Corregido por Vaughan

Desafortunadamente para los Zorros, la Universidad de


Binghamton estaba a menos de ochocientas millas de su hogar. Era
considerado demasiado cerca para gastar dinero en pasajes aéreos,
por lo que se levantaron antes de las cinco y estaban en la carretera
antes de las seis. Entre el almuerzo, los inevitables descansos para
ir al baño y el tráfico de la hora pico al que seguramente llegarían de
camino hacia la costa, estaba destinado a ser un largo viaje. Neil ni
siquiera tenía tarea para distraerse, ya que acababan de sobrevivir a
la semana de exámenes parciales. La semana siguiente eran las
vacaciones de primavera, por lo que ninguno de los maestros de
Neil lo había enviado a casa con tarea.
Después de cuatro horas, los estudiantes de último año
expusieron los motivos para actualizar el autobús la próxima
temporada con un televisor. Wymack fingió no escucharlos, pero no
pudo ignorarlos para siempre. Finalmente, prometió investigar sobre
eso si ganaban la final. Los Zorros conocían el lenguaje de Wymack
lo suficientemente bien como para saber que era un —sí— sin
importar cómo terminaran esta temporada. No les ayudaba con su
aburrimiento hoy, pero era algo que esperar para el próximo año.
Seis horas en el viaje, se detuvieron para almorzar, y Dan hizo
que Kevin hablara sobre los Binturones de Binghamton en el camino
a través del estacionamiento. Kevin vaciló en el pasillo, dividido
entre discutir los méritos de sus oponentes de esta noche con sus
compañeros de equipo y permanecer dentro del círculo de
protección de Andrew. Su indecisión efectivamente hizo que los
demás Zorros se detuvieran, ya que había sido segundo en subir al
autobús detrás de Andrew. Andrew tardó un minuto en darse cuenta
de que había perdido a Kevin. Hizo un gesto desdeñoso, por lo que
Kevin se deslizó en el asiento detrás de Dan y Matt. Aaron y Nicky
reclamaron el banco justo detrás de él. Neil dudaba de que
estuvieran tan interesados en lo que Kevin tenía que decir; era más
probable que estuvieran aburridos y desesperados por socializar.
Había un lugar disponible en el banco de Kevin, espacio suficiente
para que Neil se les uniera. Kevin no estaba diciendo nada de lo que
él y Neil no hubieran repasado en sus prácticas nocturnas, pero Neil
todavía debería escuchar y obtener cualquier consejo que pudiera.
Además, no le tomaría mucho tiempo a Nicky cambiar el tema de la
conversación y los Zorros serían una buena distracción en este
interminable viaje.
Sin embargo, quedarse allí con ellos significaba dejar a Andrew
solo durante la segunda mitad del viaje. Neil sabía que
probablemente no se daría cuenta o no le importaría que lo hubieran
abandonado, pero por alguna razón esa idea lo irritaba. Neil había
pasado toda su vida viviendo en el margen, siendo ignorado por los
demás. Lo había hecho feliz, o al menos eso había pensado, porque
ser ignorado significaba que estaba a salvo. Él no se había dado
cuenta de cuan solitario era hasta que conoció a los Zorros.
—¿Neil? —preguntó Dan cuando vio que Neil no se estaba
moviendo.
Kevin le frunció el ceño a Neil como si realmente no entendiera
porqué Neil no estaba sentado con él. Por un momento, Neil se
sintió atrapado, atrapado entre lo que quería y lo que necesitaba, lo
que nunca tendría o sería y lo que tenía, pero no podía mantener.
Sintió un inesperado ataque de pánico a través de su pecho y Neil
apartó su mirada.
Cuando comenzó a avanzar hacia la parte trasera del autobús,
Kevin intentó hacerlo que regresara con un fastidioso.
—Vuelve aquí.
Neil no lo miró ni se detuvo.
—No.
El cojín del asiento rechinó y el zapato de Kevin golpeó el suelo
con un golpe demasiado fuerte. Neil sabía que Kevin venía detrás
de él, harto de las distracciones y las impertinencias de Neil, pero
medio segundo después, Kevin le espetó a alguien para que lo
soltara. Neil sabía que ni Aaron ni Nicky habrían pensado en
intervenir. Matt era el defensor más probable, pero a Neil no le
importó lo suficiente como para mirar atrás y confirmarlo.
Kevin se conformó con molestar a Neil en francés,
—Recuerda que me diste tu juego. No tienes derecho a alejarte
de mí cuando intento enseñarte.
—Te di mi juego para que pudiéramos llegar a la final —respondió
Neil— pero dijiste ayer que no esperas que lleguemos allí. Te has
dado por vencido con nosotros, así que me llevo mi juego. Ya no te
debo nada más.
—Deja de actuar como un niño mimado. El juego de esta noche
depende de lo bien que tú y yo nos desempeñemos. Necesitas
escuchar esto más que nadie.
—Lo he escuchado todo antes —dijo Neil—. Déjame solo.
Neil reclamó el asiento abandonado de Kevin, el segundo desde
atrás y justo delante del de Andrew. Dan solo esperó un par de
segundos para ver si algo más iba a ser dicho antes de llamar la
atención de Kevin hacia su abandonada conversación. Tomó
algunos intentos antes de que Kevin dejara de estar furioso lo
suficiente como para cooperar. Neil esperó hasta que comenzaron a
hablar antes de sacar su teléfono del bolsillo.
Todas las noches desde su verdadero cumpleaños, había recibido
mensajes con un número. El cruel cero de hoy había llegado
durante el almuerzo. Neil no sabía qué pensar de eso o qué esperar
ahora. Era tan anticlimático como estresante. Quería borrar el
mensaje, como todos los anteriores, pero cuando su teléfono le pidió
confirmar la acción, cerró el teléfono. Volvió a guardar el teléfono, se
giró hacia atrás en el asiento y se sentó sobre sus rodillas para mirar
a Andrew.
Andrew lo ignoró, pero a Neil no le importó. Por el momento
estaba contento con mirar, con los brazos cruzados sobre el
respaldo de su asiento y la barbilla apoyada en su antebrazo. No
sabía lo que estaba buscando. Andrew lucía como siempre, y Neil
conocía su rostro tan bien como él conocía el suyo. A pesar de eso,
algo parecía diferente. Tal vez era la luz del sol entrando por la
ventana, haciendo que el cabello pálido de Andrew brillara más y
sus ojos color avellana parecieran casi dorados. Fuera lo que fuera,
era desorientador. La incertidumbre zumbó bajo la piel de Neil,
dejándolo inquieto y fuera de sí.
—Oye —dijo Neil, porque tal vez si Andrew lo miraba lo
descifraría.
Tardó un momento, pero Andrew finalmente le dirigió una tranquila
mirada. Andrew solo toleró su mirada fija por un minuto antes de
decir,
—Detente.
—No estoy haciendo nada.
—Te dije que no me miras así.
Neil no entendió, así que lo dejó pasar.
—¿Es agotador ver todo como una pelea?
—No como lo agotador que debe ser correr de todo.
—Tal vez —admitió Neil—. Te dije que estoy trabajando en eso.
—Trabajo más duro.
—No puedo a menos que me dejes ir —dijo Neil, suave pero firme
—. Ponte de pie conmigo, pero no luches por mí. Déjame aprender
a luchar por mí mismo.
—Nunca explicaste ese cambio de corazón.
—Tal vez me cansé de ver a Kevin arrodillarse. O tal vez fueron
los zombis—Cuando Andrew solo lo miró, Neil se encogió de
hombros y dijo—: Hace unas semanas, tú y Renee discutieron
planes de contingencia para un apocalipsis zombi. Ella dijo que se
centraría en los sobrevivientes. Tú dijiste que volverías por algunos
de nosotros. Cinco de nosotros —dijo Neil, extendiendo sus dedos
en frente de Andrew—. No estabas contando a Abby ni al
Entrenador. Ya que confías en que Renee se encargará del resto del
equipo, supongo que el último lugar es para Dobson.
Sabía que Andrew no respondería a eso, así que dejó caer su
mano y dijo.
No dije nada porque sabía que cuidaría solo de mí cuando el
mundo se fuera al infierno. Ya no quiero ser esa persona.
Quiero volver por ti.
—No lo harías —dijo Andrew—. Eres un tipo diferente de suicida.
¿No te diste cuenta de eso en diciembre? Eres un señuelo. Eres el
mártir que nadie pidió o quiso.
Neil sabía que no era tan buena persona, pero todo lo que dijo
fue.
—Solo hay una manera de estar seguro, ¿verdad?
—Te arrepentirás.
—Tal vez, tal vez no.
Andrew miró hacia otro lado.
—No vengas a llorar conmigo cuando alguien te rompa la cara.
—Gracias.
Neil inclinó su cabeza a un lado para descansar su mejilla sobre
su brazo y miró por la ventana. Estaban cruzando Virginia, apenas a
medio camino de su destino. Las interestatales de la costa este
ofrecían vistas aburridas obstruidas por interminables autos y asfalto
irregular. Neil pensó en las carreteras costeras que había recorrido a
través de California, el océano a un lado, el mundo en el otro y las
ciudades demasiado pequeñas para tener semáforos. Neil levantó
su mano y revisó sus uñas en busca de sangre. No había nada, por
supuesto, pero por un momento creyó que la olía.
—He pasado por aquí —dijo Neil, porque algo, cualquier cosa,
necesitaba llenar el silencio antes de que sus pensamientos
vagaran. Andrew lo miró nuevamente, lo cual Neil tomó como un
silencioso permiso para continuar. Le contó a Andrew sobre las
ciudades por las que había pasado, sus callejones, paradas
turísticas y los incómodos autobuses urbanos. La mayoría de sus
recuerdos estaban teñidos de tensión y miedo, pero no tenía que
diluir eso con Andrew. Neil solo tenía que evitar mencionar a su
madre.
Era extraño compartir esta historia con otra persona. Neil creció
mirando por encima de su hombro, pero siempre había estado
buscando a su padre. Raramente había una razón para recordar su
vida cotidiana. Pasó el tiempo, sin embargo, y Andrew lo dejó
divagar. Nunca apartó la vista de la cara de Neil ni se veía como si
estuviera mentalmente ignorando la conversación.
Eventualmente Neil consiguió que Andrew se abriera un poco
sobre su transición a Columbia. Lo primero que hizo Andrew
después de que su madre estuvo fuera del camino fue encargarse
de las adicciones de Aaron. Abasteció el baño de arriba con comida
enlatada y encerró a Aaron allí hasta que terminó la etapa de
abstinencia. Afortunadamente, tenían una casa y no un
apartamento, por lo que no había vecinos lo suficientemente cerca
como para escuchar los mejores intentos de Aaron de escapar.
Cuando Nicky se mudó para cuidarlos, comenzó como anfitrión en
Sweetie's. Se enteró sobre Eden's Twilight por los clientes con los
que conversaba y, después de hacer todo lo posible por hacerse
amigo de los guaridas y Roland, consiguió un puesto allí como
ayudante de barman. Después de un tiempo, Nicky consiguió que
Aaron y Andrew trabajaran a tiempo parcial en la cocina, lavando los
platos y preparando los alimentos básicos. Cuanto más cómodo se
ponía el personal con los extraños gemelos, más fácil era
conseguirles bebidas. No fue hasta que estuvieron en a la
universidad que tuvieron que tomar esas bebidas en la barra, como
el resto de la clientela del club.
El autobús desacelerando llamó la atención de Neil, y miró por la
ventana mientras Abby tomaba desviación hacia una calle
concurrida. Había un centro de viajes pasando dos semáforos, uno
lleno con pipas de diésel y grandes plataformas, y la otra mitad lleno
de tráfico regular. Abby encontró un lugar de estacionamiento en el
lado de los camiones y apagó el motor. Neil estaba confundido por
detenerse de nuevo tan pronto, pero una mirada a su reloj mostró
que había pasado casi tres horas hablando con Andrew. Ahora
estaban a solo dos horas y media de Binghamton
—Última parada antes del campus —anunció Wymack, y la mitad
delantera del autobús bajó.
Wymack se detuvo en su asiento hasta que todos menos Neil y
Andrew habían salido. Los miró como si quisiera decir algo, luego
levantó la mano en un gesto de —olvídenlo— y salió del autobús.
Neil miró por la ventana mientras sus compañeros de equipo
desaparecían dentro. Todavía estaba lleno del almuerzo, pero los
viejos hábitos decían que aprovechara cualquier parada.
Sin embargo, antes de levantarse, dijo.
—Realmente quiero saber cuándo el Entrenador se dio cuenta de
esto.
—No es un —esto— —le recordó Andrew.
Neil no rodó sus ojos, pero casi lo hizo.
—Realmente quiero saber cuándo el Entrenador descubrió que
quieres matarme solo el noventa y tres por ciento del tiempo.
—Él no lo sabía antes de irme —dijo Andrew.
Pero lo supo tan pronto como Andrew volvió, al parecer. Neil
recordó el astuto truco de Wymack en la práctica en enero, cuando
había usado a Neil para controlar a Andrew. Neil ni siquiera lo había
sabido entonces, así que no era como si lo hubiera contado por
accidente cuando estaba con Wymack en Año Nuevo. Neil trató de
recordar, buscando la primera pista de que Wymack sospechaba
que algo estaba pasando con ellos, y se enderezó un poco al darse
cuenta.
—Sí, lo hacía —dijo Neil. En noviembre pasado, Neil puso la
mano de Andrew sobre su arruinada piel y le pidió a Andrew que
creyera en él. De alguna manera, Wymack había visto a través de la
aplastante culpa de Neil y la reticente confianza de Andrew. Era más
que un poco inquietante—. Cuando te llevaron, me preguntó cuándo
sucedió eso. Simplemente no sabía a qué se refería. ¿Cómo lo vio
cuando Aaron y Nicky todavía no pueden?
—Al Entrenador no le importan los rumores ni los prejuicios —dijo
Andrew—. Ve lo que es, no lo que la gente quiere que vea.
Como había visto a través del supuesto trastorno de Andrew,
adivinó Neil. Aaron y Nicky, por otro lado, todavía creían que Andrew
era un sociópata incapaz de tener relaciones humanas normales.
Nicky apostó por Renee y Andrew porque todos los demás lo
hicieron, pero incluso él admitió que no quería que funcionase.
—¿Alguna vez vas a decirles? —preguntó Neil.
—No tendré que hacerlo —dijo Andrew mientras se deslizaba
fuera de su asiento. Neil se habría movido para detenerlo, queriendo
escuchar el resto de eso, pero Andrew no se estaba yendo. En su
lugar, se movió a la otra mitad del asiento de Neil. Neil se volvió
hacia él mientras Andrew explicaba—. Renee dice que los
estudiantes de último año están apostando por tu sexualidad. Están
divididos en el medio.
Matt había dicho que estaban apostando sobre Neil, pero esto no
era lo que Neil esperaba que invirtieran dinero. Se quedó
desconcertado un momento, sin saber cómo reaccionar, pero al fin
dijo.
—Es una pérdida de tiempo y dinero. Todos perderán. He dicho
todo el año que no me interesa y lo dije en serio. Besarte no me
hace mirar a cualquiera de ellos de manera diferente. El único en el
que estoy interesado es en ti.
—No digas cosas estúpidas.
—Detenme —respondió Neil. Enterró sus manos en el cabello de
Andrew y lo jaló para besarlo. Era fácil olvidar este viaje interminable
y el juego de esta noche con la mano de Andrew sobre su muslo y
los dientes sobre su labio. Andrew se alejó demasiado pronto y se
puso de pie. Neil sabía que este no era el momento ni el lugar, pero
eso no le impedía sentirse engañado.
Finalmente se bajaron del autobús y entraron a buscar bebidas.
Wymack solo dejó que su equipo deambulara por un par de minutos
antes de guiarlos por el estacionamiento hasta el autobús. El resto
del grupo de Andrew se mantuvo al frente durante las últimas horas.
Neil volvió a robar el asiento de Kevin, pero no se le ocurrió nada
que decir. El silencio era sorprendentemente cómodo, así que apoyó
la cabeza contra la ventana y se tomó una siesta durante las últimas
horas.
El campus de la Universidad de Binghamton estaba decorado de
verde y blanco para el juego de la noche, y el estacionamiento del
estadio estaba lleno de más personas que automóviles. Si hubiera
fans de los Zorros en la multitud, Neil no pudo encontrarlos. La
policía estaba usando chalecos reflectantes, dirigiendo el tráfico y
controlando el consumo de alcohol. Neil estudió las fiestas que
pasaban junto a ellos. Todos parecían estar de muy buen humor.
Los Binturones vencieron a los Tornados siete a seis la semana
pasada y estaban listos para otra victoria esta noche.
Nevada tenía catorce puntos en la tercera ronda, y los Zorros
actualmente tenían ocho. Para parecer al siguiente combate a
muerte, tenían que obtener al menos siete puntos esta noche. Los
Binturones eran un equipo mejor equilibrado que Nevada, pero los
Zorros eran cautelosamente optimistas. Habían tenido un gran juego
contra Nevada y una semana para descansar, y Nicky estaba de
regreso en la cancha con ellos esta noche.
Los guardias abrieron la puerta para que Abby pasara, y ella se
estacionó junto a los autobuses de los Binturones. Wymack hizo
bajar a su equipo, contó las cabezas mientras descendían y abrió el
compartimiento de almacenamiento. Sacaron el equipo y dejaron
que la policía del campus los escoltara fuera del estacionamiento y
hacia la puerta. Tenían la mayor parte de una hora para pasar el
tiempo antes de que se les permitiera entrar en el ring para calentar.
Neil lo pasó leyendo y releyendo la alineación de los Binturones.
Cuando Kevin lo atrapó, se llevó los papeles y en su lugar le dio un
repaso verbal. Todavía podría estar enojado con Neil, pero el juego
era más importante que su pelea.
Neil siguió a sus compañeros de equipo a la cancha para el primer
saque. Pensó en la USC y en Edgar Allan y dejó que su sombría
determinación le diera velocidad y fuerza. Se arrojó una y otra vez
contra las defensas de los Binturones, empujándose al borde del
agotamiento y acercándose peligrosamente que le dieran una tarjeta
más de una vez.
En el medio tiempo, Wymack lo amenazó con despellejarlo vivo si
le daban una tarjeta roja, pero Dan asintió con la cabeza tan pronto
como Wymack se marchó. Ella entendía lo que hacía Neil: nadie
podía permitirse detenerse aún. Estaban dos puntos debajo y se
enfrentarían a una nueva alineación. Siempre y cuando anotaran
tres puntos en esta mitad, avanzarían, pero Neil no quería perder
esta noche. Le había prometido a los Zorros que no iban a perder
ningún juego esta primavera. Por una vez, Neil no quería estar
mintiendo.
Una campana de advertencia les instó a regresar a la cancha, y la
alineación inicial tomó su lugar junto a la puerta. Aaron y Andrew
eran los últimos dos en la fila, pero Aaron se apartó del camino
cuando Neil se acercó. Neil apenas se dio cuenta. Sabía que el
último minuto para el segundo tiempo estaba marcando las pantallas
arriba porque las gradas estaban alborotadas. Era vagamente
consciente de la cancha a su izquierda y sus tensos compañeros de
equipo alineados detrás de él. Lo único que realmente importaba era
Andrew, quien no se veía afectado por todo este caos.
Por primera vez, Neil apreció la apatía de Andrew. En un estadio
enloquecido y con demasiado en la línea esta noche, Neil finalmente
vio a Andrew como el ojo crucial de la tormenta. Como Andrew se
negó a quedar atrapado en esto, era la única persona en la cancha
con la cabeza tranquila.
—El mes pasado bloqueaste a los Catamounts —dijo Neil—.
¿Puedes hacerlo de nuevo esta noche?
—Los Catamounts eran un equipo miserable —dijo Andrew—.
Trajeron esa ridiculez sobre ellos mismos.
—¿Puedes o no puedes?
—No veo por qué debería hacerlo.
Neil oyó el clic de una cerradura que se abría y supo que los
árbitros estaban abriendo la puerta. Andrew no se estaba moviendo
aún, pero Neil puso un brazo en su camino para mantenerlo donde
estaba. Presionó su mano enguantada contra la pared y se inclinó lo
más cerca posible de Andrew con todo su voluminoso equipo.
—Te estoy pidiendo que nos ayudes —dijo Neil—. ¿Lo harás?
Andrew lo consideró por un momento.
—No gratis.
—Cualquier cosa —prometió Neil, y dio un paso atrás para tomar
su lugar en la línea de nuevo.
Neil no sabía en qué se había metido, pero honestamente no le
importaba, porque Andrew hizo exactamente lo que Neil quería que
hiciera. Andrew bloqueó como si su vida dependiera de ello y lanzó
lejos cada tiro. Los delanteros de los Binturones tomaron ese
desafío de frente. Ellos fintearon, desviaron y lanzaron todos los
trucos que tenían a Andrew. Más de una vez, Andrew usó su guante
o su cuerpo para bloquear una pelota cuando no podía usar su
raqueta a tiempo.
Eso podría haber sido suficiente, excepto que Andrew no se
detuvo allí. Por primera vez, comenzó a hablar con la línea de
defensa. Neil solo entendió fragmentos, ya que había demasiado
espacio y movimiento entre ellos, pero lo que captó fue suficiente.
Andrew estaba regañando a los defensas por haber dejado pasar a
los delanteros muchas veces y ordenándoles que aceleraran el
paso. Neil se preocupó por un momento de lo que harían con el rudo
trabajo en equipo de Andrew a sus espaldas, pero la siguiente vez
que miró bien a Matt, Matt sonreía como si fuera lo más divertido
que había sido en años.
Tomó toda la segunda mitad para que los Zorros se pusieran al
día, y con un minuto restante en el reloj Kevin anotó para ponerlos a
la delantera. Los últimos sesenta segundos del juego fueron una
mancha de violencia y amenazas mientras los Binturones intentaban
empatar. La campana final sonó con la victoria de los Zorros, y los
equipos estaban peleando antes de que el sonido se detuviera. Neil
no sabía quién lo comenzó; lanzó una mirada triunfal a Andrew a
través de la cancha y se quedó mirando cuando vio a los delanteros
de Binturones peleando con Nicky y Matt. Allison y su dealer se
vieron arrastrados a la pelea cuando fueron a intervenir.
Kevin comenzó a acercárseles, pero Neil corrió para agarrarlo. Si
Kevin era golpeado, Andrew se involucraría y la violencia subiría a
niveles imperdonables. Arrastró a Kevin alrededor de la pelea para
que Andrew pudiera ver que estaba bien. Los tres entrenadores de
Wymack y los Binturones ayudaron a los árbitros a separar a sus
jugadores. Los equipos se saltaron el acostumbrado apretón de
manos al final del juego a favor salir pisoteando de la cancha. Como
Wymack no gastó el aliento gritándoles, Neil supuso que los Zorros
no habían dado el primer golpe.
Era el turno de Neil de ayudar a Dan con la prensa posterior al
partido. Andrew llamó la atención de Neil e inclinó su cabeza hacia
el vestuario. Estaba respetando la decisión de Neil de quedarse solo
y no esperaría mientras Neil decía su parte. Neil respondió a esa
confianza con una pequeña sonrisa, y Andrew se alejó. Neil lo
habría visto irse, pero Dan redirigió su atención a donde tenía que
estar ahora.
Les hicieron todas las preguntas habituales: cómo se sentían, qué
tan emocionados estaban de avanzar, qué pensaban de la actuación
de los Binturones, y demás. Dan estaba feliz de poder alardear, lo
que equilibró muy bien con las respuestas reservadas de Neil, y
sobrevivieron a la entrevista. Dan colocó un brazo alrededor de los
hombros de Neil mientras se dirigían al vestuario e inclinó la cabeza
hacia un lado para apoyar su casco contra el suyo.
Ella no dijo nada, pero no tenía que hacerlo. Neil prácticamente
podía sentir la emoción irradiando de ella. Habían hecho un regreso
increíble esta noche y continuaron su racha perfecta. Un juego se
interponía entre ellos y las semifinales. Todo lo que tenían que hacer
era ganar su revancha contra los Binturones en dos semanas y
estaban en la siguiente ronda.
Las duchas estaban corriendo cuando Neil llegó al cuarto de los
hombres. Los Binturones, al igual que los Zorros, tenían ambos
baños estaban divididos, por lo que Neil no tenía que esperar a que
todos terminaran antes de bañarse. Llevó su ropa a uno de los
puestos abiertos y dejó que el agua caliente eliminara el dolor de su
exhausto cuerpo. Cuando terminó y se vistió de nuevo, el vestuario
estaba vacío. Neil hizo su maleta y se la colgó al hombro.
Estaba a medio camino de la puerta cuando su teléfono zumbó.
Su primer pensamiento fue que era un mensaje de texto, pero su
teléfono no paraba de zumbar. Se detuvo para sacarlo de su bolsillo
y lo abrió. La pantalla se iluminó con el número entrante y el
estómago de Neil se revolvió. No reconoció el número de teléfono,
pero no tenía que hacerlo. Él sabía que el código de área 443.
Baltimore estaba llamando.
—No corras.
El sonido de su voz lo sobresaltó. Él no había querido hablar. Sus
músculos gritaban con la tensión apenas contenida; estaba
preparado para escapar, pero de alguna manera se mantuvo firme.
Neil luchó por relajarse, pero su sangre latía en sus sienes.
Sabía que no era su padre el que llamaba. No podría serlo; no lo
sería Era Riko o uno de los lacayos de Riko jugando una broma
pesada. Riko sabría ahora que los Zorros habían pasado a la cuarta
ronda. Su intento de inquietar a Neil con esa cuenta regresiva había
fallado. Neil sabía que esa era la explicación lógica, pero aún le
tomó hasta el cuarto timbre antes de que pudiera responder.
—¿Hola?
—Hola, Junior. ¿Te acuerdas de mí?
El corazón de Neil se detuvo de un sobresalto. No era su padre o
Riko, pero él reconocería esa voz en cualquier lugar. Era Lola
Malcolm, una de las personas más cercanas a su padre y una de las
dos que había intentado enseñarle a Neil a manejar un cuchillo
tantos años atrás. Ella había entrado y salido de su casa tantas
veces que Neil había pensado por un tiempo que ella vivía con ellos.
Ella se hizo pasar por la asistente personal de Nathan, pero su
trabajo consistía en deshacerse de los cuerpos dejados por el
círculo de Nathan. Ella valía su peso en oro. Ni uno solo había
aparecido de nuevo.
Neil apartó el teléfono de su oreja y tomó un largo y lento respiro.
No ayudó. Sus pulmones estaban llenos de fragmentos de hielo, lo
enfriaban hasta los huesos y lo cortaban desde adentro hacia
afuera. Fue una eternidad antes de que Neil encontrara su voz otra
vez y no pudo evitar su denso tono.
—No te di este número, Lola.
—Entonces me recuerdas —dijo—. Ahora ves, eso es malo,
porque si me recuerdas, recuerdas quién eres y dónde está tu lugar.
—Hice mi propio lugar.
—No tienes ese derecho —Ella le dio un momento para
responder, pero Neil no tenía nada—. ¿Estás escuchando? Es hora
de irnos. Si nos haces esto difícil, te arrepentirás por el resto de tu
corta vida. ¿Comprendes?
Neil quería estar enfermo. Lola destrozaba los cuerpos; ella
comúnmente no los creaba. Para eso estaba el resto de la gente de
Nathan. Neil recordaba los rostros mejor de lo que recordaba los
nombres, pero podía adivinar a quién había traído Lola con ella. El
socio de trabajo de Lola era su hermano, Romero, y a donde
Romero iba, Jackson no se quedaba atrás. Los tres eran el círculo
cercano de Nathan. Respondieron solo a la mano derecha de
Nathan, DiMaccio y al propio Nathan.
Neil podría haber intentado escapar de uno de ellos. Él no pasaría
a los tres. Por un momento, estaba tan asustado que no podía
respirar, pero poco después del susto había una ira irracional y
salvaje. Estaba a punto de ganarse la confianza de Andrew, a un fin
de semana de sus primeras vacaciones y a un mes de las
semifinales. Solo quedaban cuatro partidos en los campeonatos.
Neil estaba tan cerca de todo lo que quería y Lola estaba allí para
robarlo.
—Ponme una mano encima y lo lamentarás —dijo Neil.
—¿Oh que es esto? —dijo Lola, entretenida—. ¿El bebé
finalmente heredó una espina dorsal? Tu padre estará feliz de
escucharlo.
—Mi… —Neil se atragantó—. Él está en Seattle. Nunca me
llevarás tan lejos.
—Él está en Baltimore —ella lo corrigió—. Su audiencia de
libertad condicional fue en tu cumpleaños. Tuvieron que notificar a
su familia cuando se presentó su caso. Debiste de haberse perdido
el memorándum, estando muerto y todo eso, así que te informaré.
Tomaron una decisión final la semana pasada, y los federales
determinaron que fuera devuelto a Maryland esta mañana. Esperan
que volver a un territorio familiar lo vuelva descuidado —Neil podía
escuchar la sonrisa salvaje en sus palabras—. No te preocupes,
chico. Nunca sabrán que pasaste por allí. Me aseguraré de eso.
Neil parpadeó y vio ese cero en sus párpados. Ya no tenía tiempo.
Por un momento, Neil sintió el peso de la boca de Andrew contra la
de él. Hundió sus dedos en su labio inferior e intentó respirar
alrededor de ellos.
—Honestamente no crees que puedes alejarme de aquí —dijo
Neil—. Mi equipo sabrá que estoy perdido y no volverán a la
carretera sin mí.
—No tienen otra opción. No podemos matarlos —dijo Lola —pero
podemos herirlos. Ya lo verás.
—No —dijo Neil, pero Lola colgó. Neil la devolvió la llamada, pero
fue directamente al buzón de voz. Ella ya había apagado su
teléfono. Neil maldijo y cerró su teléfono con dedos temblando.
Sacudió sus manos como tanta fuerza como si pudiera alejar el
temblor de ellos, pero esos temblores eran profundos. Su mente
corría a mil millas por hora, pensando cada estrategia para salir es
eso y descartando cada una en las que terminaban con él corriendo.
Le había prometido a Andrew que se mantendría firme allí, pero
no podría hacerlo si eso significaba que sus compañeros de equipo
quedaran atrapados en el fuego cruzado. La única forma de salvar a
su equipo era hacer lo último que la gente de Nathan esperaba de
él. Corrió, mintió y se ocultó toda su vida. Decir la verdad para
salvarse a sí mismo, salvar a su equipo, estaba completamente
fuera de lugar. Neil había querido hacerlo cuando la temporada
hubiera terminado, pero no podía permitirse esperar más tiempo.
Los Zorros podían quedarse sentados aquí hasta que los federales
aparecieran para llevarlos a todos bajo custodia.
Neil salió corriendo del vestuario y avanzó por el pasillo. Un oficial
de seguridad estaba parado al final del pasillo, mirando a los Zorros
que estaban celebrando en la estancia. Neil llegó a mitad de camino
antes de que el hombre se diera cuenta de que alguien más venía.
Neil se congeló cuando el oficial lo miró y Neil lo miró bien. Jackson
Plank estaba en el vestuario con su equipo. Un segundo después
Romero Malcolm apareció a la vista con un atuendo similar.
Retirarse de ellos era instintivo, pero Neil se agarró a la pared para
detenerse antes de llegar lejos.
Romero dejó descansar su mano casualmente sobre el arma
enganchada a su cinturón. Neil se estremeció y negó ferozmente
con su cabeza. Romero se alejó de él para hacer frente a los Zorros.
Neil no tuvo problemas para interpretar esa advertencia y extendió
sus manos en una desesperada súplica para que se retirara.
Jackson le dio a Neil solo una mirada superficial antes de volver su
atención al inconsciente equipo.
—Si todos estamos listos, deberíamos salir —dijo Jackson.
—Todavía estamos esperando a Neil —dijo Nicky, y Jackson hizo
un gesto hacia el pasillo en dirección a Neil. Neil tragó contra el
nudo en su garganta e intentó cambiar su expresión a algo tranquilo.
Continuó avanzando por el pasillo con los pies que querían llevarlo a
cualquier parte excepto aquí. Nicky se puso en pie de un salto
cuando Neil entró en el estudio, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Oye,
Neil! Estábamos empezando a pensar que te ahogaste allí.
—Lo siento —dijo Neil.
Nicky agitó su mano, pensando que Neil se estaba disculpando
por hacerlos esperar, y fue a buscar su bolso. Neil los observó
recoger sus cosas, mirando de una cara a la otra e intentando
saborear estos últimos imposibles segundos. Wymack los
observaba desde la esquina, con un cigarrillo sin encender colgando
de la esquina de su boca y una sonrisa triunfante aún en sus labios.
Abby estaba empacando su bolso; Probablemente había estado
revisando los rasguños que su equipo obtuvo en la pelea.
Los cinco pies entre Neil y su equipo podrían haber sido cinco mil
millas. Al mirarlos a todos, Neil se sentía tan triste como orgulloso.
Él estaba destruyendo sus posibilidades de sobrevivir a la
temporada, pero las chicas todavía tenían un año más. Estarían
amargamente decepcionados por el casi fracaso, pero eran
luchadores. Regresarían bateando el próximo año y no dejarían que
nada los detuviera.
Sintió lástima por dejarlos con todas sus mentiras, lamentando
que tendrían que sacarle la verdad a Kevin después de que se
fuera. Todos estaban aquí con él todavía, pero los extrañaba con
una ferocidad que amenazaba con evidenciarlo.
Solo Andrew vio la tensión en la máscara de Neil. Cruzó la
habitación para pararse frente a Neil, una demanda silenciosa en su
mirada. Neil quería responderle, pero no sabía cómo. El alemán era
la respuesta obvia porque les proporcionaría un poco de privacidad,
pero Romero y Jackson no entendían el alemán. No sabrían lo que
estaba diciendo y tendrían que reaccionar como si estuviera
contando cada oscuro secreto. Neil no podía permitir eso. No quería
dejar a Andrew sin nada, pero ¿qué podría decir?
—Gracias —dijo finalmente. No podía decir que quería decir
gracias por todo: las llaves, la confianza, la honestidad y los besos.
Con suerte, Andrew lo comprendería eventualmente—. Estuviste
increíble.
Lo decía solo para los oídos de Andrew, pero Allison estaba lo
suficientemente cerca para escuchar. Ella le dio a Matt una mirada
significativa. Neil lo vio con su visión periférica, pero no alejó la
mirada de Andrew para ver la reacción de Matt. No quería apartar la
mirada, como si al sostener la mirada de Andrew pudiera mantener
de algún modo este momento. Luego, Wymack les hizo un gesto
para que salieran y Neil no tuvo más remedio que darles la espalda
a sus compañeros de equipo.
Dejaron el estadio en una fila, Romero al frente y Jackson atrás.
Neil había estado más cerca de la salida, por lo que estaba justo
detrás de Romero. Odiaba estar tan cerca del hombre de su padre,
pero le gustaba pensar que su cuerpo era un escudo entre la
crueldad de Romero y su desprevenido equipo. Trató de mantener
su mirada en la espalda de Romero, pero siguió buscando a Lola
entre la multitud. Solo la mitad de los fans se habían dirigido a casa
para pasar la noche. El resto estaba teniendo una fiesta posterior al
juego en el césped del estadio. El olor a alcohol era tan denso que
Neil casi podía saborearlo.
Los fans de los Zorros estaban alineados a un lado de la pasarela,
y aplaudieron a la llegada del equipo. Fueron ahogados rápidamente
por viles insultos del otro lado donde estaban los fans de los
Binturones. Los Zorros ignoraron ambos lados y siguieron
moviéndose. Incluso Nicky fue lo suficientemente inteligente como
para mantener la boca cerrada, ya que no quería irritar aún más a
los amargados fans, pero al final no importaba. Estaban a medio
camino del estacionamiento cuando una botella salió volando de la
nada. La fuerte maldición de Aaron, unos lugares atrás, decía que lo
había golpeado, y Andrew lanzó una letal mirada a la multitud.
Luego arrojaron un zapato y luego otra botella de cerveza vacía.
Más policías se abrieron paso hacia el equipo, gritando que
hubiera orden y señalando con los dedos. Podrían haber tenido
éxito en restaurar el orden, excepto que lo siguiente que arrojaron
fue la nevera de alguien. Dan la esquivó justo a tiempo, y se estrelló
contra un borracho fan al otro lado de los Zorros. Hubo una furiosa
protesta de los amigos del hombre que fue rápidamente seguida por
la multitud a sus espaldas.
Romero tomó la muñeca de Neil con un férreo agarre. Neil, con su
mano libre, sacó su teléfono del bolsillo del pantalón y lo metió en el
bolsillo de su bolsa de lona. Lo logró justo a tiempo cuando la
tensión de la multitud alcanza un punto de quiebre. Los estudiantes
y los fans se atacaron mutuamente con los Zorros atrapados en el
medio. Cuerpos se estrellaron contra Neil lo suficiente como para
tumbarlo, pero Romero lo levantó y lo alejó lo más rápido que pudo.
Neil dejó caer su raqueta y dejo que su bolsa cayera de su hombro.
Andrew y Kevin sabían que nunca dejaría estas cosas de buena
gana. No les diría a dónde se había ido, pero sabrían que no los
había dejado por decisión propia.
En algún lugar entre el disturbio y el estacionamiento, Romero
perdió su brillante chaleco. Tan pronto como los zapatos de Neil
tocaron el asfalto, Neil comenzó a luchar, pero Jackson estaba justo
detrás de ellos. Jaló del brazo de Neil detrás de él tan bruscamente
que casi le dislocó el hombro. Neil se quedó sin aliento ante el
blanco rayo de dolor que le atravesó la espalda.
—No se saldrán con esto —dijo Neil, la voz tensa—. Mis
compañeros de equipo sabrán que estoy desaparecido. No pueden
dejar Nueva York sin mí.
—Estarán ocupados por un tiempo —dijo Romero—. Tu
entrenador se pasará la mitad de la noche tratando de adivinar a
qué ER te llevaron. Cuando se dé cuenta de que te has ido, será
demasiado tarde.
Lo empujaron al asiento trasero de una patrulla de carretera. Lola
lo estaba esperando en el otro extremo. Neil la miró aturdido, a una
cara que había envejecido pero que siempre sería familiar. La
sonrisa dentuda que curvaba demasiado su boca, amenazando con
dividir su rostro en dos, era la misma que siempre había sido, y Neil
instintivamente retrocedió ante ella. No tenía dónde ir con una
puerta cerrada con llave a su espalda y una rejilla protectora entre él
y los asientos delanteros.
—Junior ya creció —dijo Lola mientras Romero y Jackson se
sentaban en el asiento delantero. Había un tráfico congestionado
alrededor del campus de Binghamton, pero Jackson encendió las
luces y condujo—. Qué inesperado. ¿Se rumorea que eres una
especie de estrella en ascenso? Es un mundo extraño en el que
vivimos, pero no tendrás que preocuparte por eso por mucho
tiempo.
Romero medio se giró en el asiento del pasajero y miró a través
de la reja—. ¿Les dijiste?
—¿Te parezco estúpido? —preguntó Neil —. Por supuesto que
no.
Lola presionó la uña de su pulgar en el tatuaje en su mejilla—.
Pero al menos uno de ellos sabe, ¿no? No eres el único marcado.
—Kevin me recuerda, pero él es la mascota de los Cuervos. Él
sabe que es mejor no decir nada.
—Espero que esa sea la verdad —dijo Lola—. Sabes lo que les
haremos si estás mintiendo.
—He pasado ocho meses con una cámara en la cara. Si se lo
hubiera contado a alguien, ya habrías oído hablar de eso. No
hubieras necesitado esto para rastrearme —Neil hizo un gesto hacia
su rostro—. ¿Le diste a Riko una compensación?
Romero resopló con desdén.
—Le dimos a su tío una llamada de cortesía de que te estábamos
llevando.
Ese sencillo rechazo solo hizo que Neil se sintiera peor. Tenía la
sospecha de que Riko no había estado detrás de la sorpresa del
cumpleaños sangriento o la cuenta regresiva después de todo. Lola
dijo que la audiencia de libertad condicional de Nathan había sido
ese mismo día. Su círculo sabía que saldría. Ahora Neil se
preguntaba si su presencia era lo que hizo que Riko se mantuviera
alejado de los Zorros esta primavera. ¿Tetsuji le advirtió a Riko que
no atrajera la atención sobre sí mismo mientras los hombres de
Nathan estaban al acecho? Tetsuji y Riko eran Moriyamas, pero no
eran la familia a la que los Wesninski servían y protegían.
Lola sonrió.
—Estaba bastante enojado, pero ¿qué podía hacer él al respecto?
Kengo no le importas ni una mierda en este momento.
—Porque está enfermo —dijo Neil, no era una pregunta.
—Enfermo, dice él —dijo Lola, y golpeó con el puño la reja para
asegurarse de que su hermano había escuchado eso—. Enfermo—
es un niño resfriado o con ETS. Esto no es 'enfermo'; este es el final
del camino. Sus riñones están fallando. Le doy una semana como
máximo antes de que Ichirou sea coronado el nuevo rey. Le daré tus
condolencias y felicitaciones. No estarás vivo para entregarlas tú
mismo.
—Hablando de eso, es una tradición mía contarle a un hombre lo
que planeo hacer con sus partes —dijo Lola, y procedió a contarle
detalladamente cómo iba a desarmar su cadáver.
Neil trató de no escucharla, pero no pudo ignorar sus crueles
palabras. Puso toda la fuerza que le quedaba en evitar que su
miedo se reflejara en su rostro. No podía mantener las manos
quietas, pero al menos podía esconderlas en sus bolsillos. No
quería que ella supiera que estaba logrando asustarlo. No era como
si fingir parecer valiente lo salvaría, pero habían estado esperando
este momento durante nueve años. Lo mínimo que Neil podía hacer
era privarlos de la mayor satisfacción posible.
Solo faltaba un par de millas para llegar a la Interestatal 81, y el
automóvil que habían adquirido para este trabajo les permitió llegar
a la carretera interestatal a noventa millas por hora. Jackson apagó
y encendió las luces de la policía dependiendo de si los autos
estaban en su camino o no. Incluso a tal velocidad, eran casi tres
horas de la Universidad de Binghamton a Baltimore.
Dos millas después de llegar Maryland, se desviaron detrás de un
auto abandonado. Jackson se quedó con la patrulla, pero Romero y
Lola llevaron a Neil al Cadillac. Neil fue empujado al asiento del
pasajero. Romero puso su arma en la cara de Neil antes de que
pudiera siquiera pensar en escaparse. Estaba bastante seguro de
que se suponía que iba a ser entregado vivo a Nathan, pero la
madre de Neil le había enseñado en cuántos lugares se podía
disparar a un hombre sin matarlo. Neil observó a Lola esposar sus
tobillos a la corredera del asiento y apenas se abstuvo de darle un
rodillazo en la cara.
Lola se subió al asiento detrás de él y jaló los brazos de Neil
alrededor de su silla. Ella esposó sus manos juntas y las cerró tan
fuerte como pudo. Tan pronto como cerró la puerta, Romero volvió a
llevarlos a la carretera. Neil pateó un poco sus piernas, probando su
rango de movimiento, pero fue rápidamente distraído por la presión
del metal frío y afilado contra sus dedos.
Neil reflexivamente trató de apretar sus manos en puños. Lola se
rio y clavó su pulgar en el punto de presión de su muñeca. Cuando
sus dedos se aflojaron, ella deslizó su cuchilla entre sus dedos y su
palma. El roce del filo contra sus dedos fue un estímulo para que
abriera su mano otra vez. Lola puso la punta el espacio entre sus
dedos, lo suficientemente fuerte como para ser una amenaza, pero
no lo suficientemente fuerte como para romper la piel. Pronto se
aburrió de jugar con él y cortó una línea superficial a lo largo de la
base de sus dedos.
Neil jaló con fuerza de las esposas, tratando de alejar las manos
de su alcance, pero no el metal no se soltaba. Por un momento
cegador, le recordó las vacaciones de Navidad en Evermore, y el
vacilante control de Neil se quebró un poco más—. Detente.
—Detenme —respondió Lola, y cortó una punzante línea desde la
base de su dedo hasta la gruesa piel de su pulgar. Ella cubrió su
mano con laceraciones ardientes antes de pasar a la siguiente.
Cuando terminó, se inclinó entre los asientos delanteros. Ella trazó
el tatuaje de Neil con la punta de su cuchillo—. Leímos todo sobre tu
enemistad con Riko. ¡Qué acto tan convincente! En otra vida podrías
haber sido actor. Dime, ¿de verdad creías que su collar te protegería
de nosotros?
—No importa.
—Si lo hace. No puedo llevarte ante tu padre con tal mancha en la
cara. ¿Rome?
Romero alcanzó el tablero. Algo hizo clic mientras lo presionaba, y
Neil escaneó el grupo de botones por un indicio de lo que había
hecho. No era la radio, y ninguna de las luces estaba encendida
para indicar que había presionado en el calentador. Eso solo dejaba
una opción posible, pero Neil se negó a creerlo. Negarlo no cambió
la realidad: muy pronto el encendedor de cigarrillos del tablero se
liberó de su cerradura con un sonido metálico. Romero lo sacó y lo
sostuvo en alto.
Neil se apartó de el con un acalorado.
—Estás enfermo.
Lola pasó su brazo alrededor del respaldo de su silla para poder
sostener su cuchillo en el lado derecho de su rostro. La hoja de la
cuchilla cortó una delgada línea desde su boca hasta el rabillo del
ojo. Neil se quedó quieto ante esa advertencia y vio como Lola
tomaba el encendedor de su hermano. Le dio un giro de manera
experimental y lo inclinó de forma que ella y Neil podían ver las
bobinas al rojo vivo dentro. Lola asintió con aprobación y le dio a
Neil con una de sus amplias sonrisas.
—¿Qué piensas?
Neil pensó que estaba a dos segundos de perder la calma.
—Pienso que te jodan.
—No te estremezcas —dijo, y presionó el encendedor en su
mejilla.
Ella dijo que no se moviera, pero no había forma de que Neil
pudiera obedecer. La agonía estalló en su rostro, pasando por su
mandíbula a su garganta y abriéndose camino a través de su ojo. El
olor a piel carbonizada solo empeoró el cegador dolor y Neil no pudo
mantener su apariencia frente a él. Sintió el ardor en su otra mejilla
mientras se retiraba hacia el cuchillo de Lola que lo esperaba. Lo
sintió como un recuerdo lejano, un insignificante cosquilleo contra el
infierno. Lola lo siguió cuando él se alejó, manteniendo el
encendedor en su lugar, pero se apartó después de un segundo
para inspeccionar su obra. Neil sabía que ella apagó el encendedor
porque la vio hacerlo, pero todavía sentía su metal y el fuego en su
piel. Cada segundo que pasaba lo empeoraba hasta que el
estómago de Neil se revolvió.
—Mejor —dijo Lola, y clavó las uñas en su piel herida solo para
hacerlo gritar de nuevo—. ¿No crees?
Neil no tenía aliento para responder. Cada respiración que tomaba
era frenética y superficial, demasiado corta para llegar a sus
pulmones, solo lo suficientemente gruesa y rápida como para
ahogarse. Giró la cabeza fuera de su alcance y recordó su cuchillo
demasiado tarde. Cortó una segunda línea en su mejilla y se inclinó
rápidamente hacia adelante. No podía ir muy lejos con las manos
esposadas detrás del asiento, pero tenía que intentarlo. La sangre
fluía lenta y constantemente por su rostro, caliente contra sus labios
antes de que caer de su barbilla y boca a sus muslos. La probó
cuando jadeó para respirar.
El encendedor volvió a hacer clic. Neil lo escuchó como un
disparo y se estremeció.
—Sé que tu padre va a preguntar, pero tengo que saberlo ahora
—dijo Lola—. ¿Estás escuchando, Junior? Oye —Ella golpeó su
espalda con la empuñadura de su cuchillo.
—¿Dónde está el pájaro? ¿Eh? Hemos tenido algo de tiempo
para investigar desde que descubrimos dónde estabas, pero no hay
rastro de ella en ningún lado. Tetsuji dice que les dijiste que estaba
muerta. Estaba seguro de que decías la verdad. Yo, no soy tan
confiada.
—Está muerta —Neil se atragantó.
Lola agarró un puñado de su pelo para jalarlo en posición vertical.
Ella había puesto a un lado su cuchillo para poder sostenerlo con
ambas manos, y su mano libre se cerró alrededor de su garganta
con tanta fuerza que apenas podía respirar. Ella lo empujó hacia
atrás contra el asiento, fijando su cabeza en el reposacabezas.
Romero sacó el encendedor otra vez, y Neil peleo con
desesperación.
—Está muerta —dijo, casi resollando a través del agarre brutal de
Lola—. Ella murió hace dos años después de que él la golpeó en
Seattle. ¿Crees que me hubiera dejado ir a Palmetto si todavía
estuviera viva? Me inscribí porque no me quedaba nada.
—¿Le creemos? —le preguntó Lola a Romero.
—Bien podríamos asegurarnos —dijo Romero.
—Correcto —dijo Lola, y sostuvo a Neil para que Romero pudiera
aplastar el encendedor contra su rostro una vez más. Que Lola lo
estuviera estrangulando significaba que lo único que Neil pudo
hacer fue dar un quejido dolorido. Se movió violentamente sin
pensar contra sus restricciones. Lola estaba hablando de nuevo,
pero no podía entenderla por el rugido en sus oídos. Su mundo se
redujo al fuego en su cara.
Romero alejó el encendedor, pero lo empujó hasta el fondo para
que se volviera a calentar. Lola aflojó su agarre lo suficiente como
para que Neil pudiera respirar, pero no lo soltó por completo.
—Inténtalo de nuevo, Junior —dijo Lola—. Respóndeme y hazme
creerte. ¿Dónde está Mary?
—Está muerta —dijo Neil, su voz áspera por el dolor—. Está
muerta, está muerta, está muerta.
Lola miró a su hermano.
—¿Le crees ahora?
Romero levantó su hombro en un encogimiento de hombros
evasivo. Lola consideró a Neil otra vez, luego golpeó su rostro
quemado tan fuerte como pudo. Se inclinó más hacia adelante entre
los asientos para obtener el encendedor cuando estaba listo y se
regresó a su cojín original con él. Tener el encendedor detrás de él,
fuera de la vista, era peor que el dolor que ya le habían causado y
Neil luchó por liberar sus manos. Hirió sus muñecas con el metal
inflexible pero no pudo detenerse.
—No lo hagas —suplicó—. Lola, no lo hagas.
—Tengo preguntas —dijo Lola, su voz extrañamente amortiguada.
Neil supuso que estaba sosteniendo el mango del encendedor entre
sus labios, porque usó ambas manos para enrollar sus mangas.
Bajó las manos por sus desnudos antebrazos, sus uñas arañando
ligeramente su piel. Se retiró un momento después y su voz sonaba
normal cuando habló—. Comencemos con tus compañeros de
equipo otra vez. Dime todo lo que les dijiste.
El tiempo se detuvo cuando Lola quemó y cortó un camino por los
brazos de Neil. Neil se aferró a una versión de la verdad que
protegería a los Zorros, pero no importaba cuantas veces lo dijera,
ella no se detendría. Eventualmente dejó de responder por
completo, temeroso de que soltaría la verdad por su dolor y pánico,
y ahorrando su energía para respirar. Cada mueca y un grito
silencioso jalaba las quemaduras en la cara, y las lágrimas saladas
eran ácido en sus arruinadas mejillas.
No quería pensar en esto, no quería sentir esto, así que en su
lugar pensó en los Zorros. Se aferró firmemente al recuerdo de su
amistad incondicional y sus sonrisas. Fingió que el latido del
corazón golpeteando con fuerza en sus sienes era un balón de Exy
que rebotaba en las paredes de la cancha. Pensó en Wymack
sosteniéndolo en diciembre y en Andrew empujándolo contra el
suelo del dormitorio. Los recuerdos lo debilitaron con dolor y
pérdida, pero también lo fortalecieron. Había ido a la Foxhole Court
con cada pulgada de él siendo una mentira, pero sus amigos lo
convirtieron en alguien real.
Había llegado el final de su camino antes de lo que quería y no
había logrado todo lo que esperaba este año, pero había hecho más
con su vida de lo que nunca había pensado que fuera posible. Eso
tenía que ser suficiente. Trazó el contorno de una llave con un dedo
tembloroso en su palma ensangrentada y quemada, cerró los ojos y
se despidió de Neil Josten.
Lola finalmente se detuvo y lo dejó flácido en sus restricciones.
Ella dijo algo, pero no podía entenderle a través del zumbido en sus
oídos y no le importó, de todos modos. Su elección natural sobre el
modo de luchar o huir había golpeado una pared de ladrillo lo
suficientemente fuerte como para romper todos los huesos de su
cuerpo. Eso dejó solo una opción, por lo que Nathaniel Wesninski
dejó pasar inadvertidamente las últimas millas. Él catalogó cada
punto palpitante de su cuerpo y mentalmente los ordenó por
gravedad. Las peores lesiones fueron las de su rostro, pero el lío
que Lola hizo de sus manos era el más inconveniente. Sería difícil
defenderse cuando incluso el más ligero movimiento de sus dedos
hacía que sus manos dolieran.
Entraron en el estacionamiento de un sospechoso hotel. Solo la
mitad de las lámparas exteriores funcionaban. Nathaniel estaba
dispuesto a apostar que las cámaras de seguridad estaban
igualmente apagadas. Miró por la ventana y esperó a ver qué
vendría después.
Lo que llegó fue una patrulla, y se estacionó en el lugar contiguo.
Nathaniel no reconoció al oficial con cara de bebé que salió por el
lado del pasajero o al policía experimentado que pasó alrededor del
capo unos segundos después. El hombre mayor hizo un gesto, y el
policía más joven fue a abrir el baúl. Romero bajó del automóvil y
fue a intercambiar algunas silenciosas palabras con ellos. Asintió
con satisfacción y abrió la puerta del pasajero. Desbloqueó las
esposas de los tobillos de Nathaniel el tiempo suficiente para
desenredarlo de los rieles. Tan pronto como el metal se cerró de
golpe otra vez, Lola desabrochó las esposas de sus muñecas.
Romero lo jaló fuera del auto por la camisa y volvió a esposar sus
manos.
Nathaniel le lanzó una fría mirada a los policías, que lo estudiaban
con descarado interés y con cero remordimientos.
—¿Cuánto te paga la gente de mi padre para romper sus
juramentos?
—Más de lo que hace el estado —dijo el oficial mayor—. No lo
tomes como algo personal.
—Tengo que hacerlo —dijo Nathaniel, la voz ronca de dolor y odio
—. Es mi vida.
Lo único en el baúl era una pequeña caja de herramientas, así
que había mucho espacio para él. No podía meterse a sí mismo en
el baúl cuando estaba atado así, pero los policías ayudaron a
Romero a encerrarlo. Lola tomó el arma ofrecida por Romero y se
subió tras él. Se acomodó alrededor de su cuerpo maltratado, lo
abrazó y movió el arma como advertencia. Nathaniel respondió a su
sonrisa con una mirada en blanco.
—Estamos bien —dijo Lola, y Romero cerró el baúl. Nathaniel
cerró los ojos contra el hoyo negro que amenazaba con tragarlo
entero. Lola sonrió contra su mejilla y mordió sus quemaduras. Ella
colocó una pierna sobre la suya y enganchó el talón de su zapato
entre sus tobillos—. Podrías ser mi tipo si no fueras tan joven, ¿eh?
Te pareces a tu padre.
El invitante movimiento de sus caderas contra la suyas hizo que
su piel se erizara.
—Y tú te ves como una puta drogada.
—Todavía un peleador —Sonaba agradecida, no insultada, y
arañó duras líneas en sus brazos heridos—. No por mucho más
tiempo.
Las puertas se cerraron de golpe cuando los policías volvieron a
entrar. El mundo se sacudió debajo de ellos cuando salieron del
estacionamiento. Contó ocho paradas antes de que la policía
comenzara a hablar. No podía entender sus voces a través del
grueso almohadón del asiento trasero, pero momentos después las
sirenas se prendieron y los policías aceleraron el paso.
—Ups —murmuró Lola contra su oreja—. Parece que ha habido
un incidente en la casa de tu padre. Tal vez algún vandalismo de
personas de bajos recursos que no quieren tenerlo de regreso en su
vecindario, tontos que creen en la teoría de conspiración sobre que
mató a su querida esposa e hijo.
—Gente a la que pagaste para crear un disturbio esta noche —
adivinó Nathaniel —para que la policía pudiera detenerse sin ser
cuestionados.
—Diez puntos para Junior —dijo Lola.
La casa de la infancia de Nathaniel era una casa de cinco
dormitorios en el vecindario de Windsor Hills, un par de millas al
noroeste del centro de Baltimore. Por lo que sabía la comunidad,
Nathan era un ex comerciante exitoso que había renunciado a las
acciones a favor de invertir en negocios en la ciudad. Sus tasas de
interés eran altas, pero nunca rechazó una solicitud. No importaba
quién preguntaba o cuál era la cantidad. Si una empresa no podía
pagarle dentro del tiempo requerido, simplemente la compraba y
avanzaba.
Según el último recuento, era dueño de una docena de negocios
de diversos oficios y tenía tratos con una docena más. Esa imagen
lo dejaba ir a cualquier parte de la ciudad que necesitaba, pero
también explicaba por qué podía quedarse en casa por semanas.
Los federales investigaron las propiedades de Nathan más de una
vez, pero Nathan era demasiado listo para hacer sus verdaderos
negocios con las compañías que poseía con su propio nombre.
Nathaniel sabía que se estaban acercando por el ruido. Las luces
policiales siempre atraían a una multitud interesada. Eso le dijo dos
cosas: lo que le sucedió a la casa fue lo suficientemente grande
como para llamar la atención y no eran los primeros oficiales en el
lugar. Si los federales estaban vigilando en Nathan, iban a tener
muchos cuerpos para ver esta noche.
El automóvil rebotó un poco cuando avanzó por el camino curvo
hacia la casa. Cuanto más subían, más silenciosos se volvían ya
que dejaban atrás a los espectadores a favor de la policía que
trabajaba. La tensión hizo que la entrada se sintiera interminable,
pero finalmente el automóvil se detuvo. Las puertas se cerraron tras
los dos policías mientras iban a investigar. Nathaniel esperó a que
Lola hiciera un movimiento, pero aparentemente estaba contenta de
quedarse quieta un rato más.
Por fin, el teléfono de Lola sonó. Pasó la mano encima de
Nathaniel para buscar algo. La caja de herramientas, él adivinó
cuando escuchó que el metal hacía clic. Plástico se arrugó y Lola se
apoyó en su codo frente a él.
—Si peleas conmigo, te cortaré las rodillas.
El sarcasmo solo traería la peor respuesta, por lo que Nathaniel
apretó los dientes.
—Solo hazlo.
El olor dulce y enfermizo que llenaba el auto le revolvió el
estómago, y todo dentro de él le ordenó luchar. Se mantuvo quieto y
dejó que ella le pusiera un paño empapado en la nariz y la boca. El
adormecimiento comenzó en la punta de sus dedos y rápidamente
pasó al resto de su cuerpo. Oyó que se abría la puerta de un coche
y pensó que alguien estaba jalando el asiento trasero, pero no pudo
mantener la conciencia el tiempo suficiente para estar seguro.
—Ve —dijo Lola, la voz nasal mientras apretaba su nariz, y todo
desapareció.
CAPÍTULO TRECE

Traducido por ShiningBoice


Corregido por Vaughan

Pensamientos coherentes regresaron en pedazos irregulares. Él


estaba a consciente de la fría piedra debajo de sus mejillas y la vista
de sus manos sin esposas que yacían inertes frente a su cara, pero
nada de eso tenía mucho significado para él. Lola había alineado su
mano detrás con raspones y rojos círculos en sus nudillos. Otra
marca de quemadura había manchado la carne entre el pulgar y el
índice. Las quemaduras comenzaban a supurar, pero la sangre
secándose calmaba la mayor parte del lío. Nathaniel estaba
sorprendido por la crueldad de Lola por el momento en que le tomo
a su mente recordar el dolor que estaba sintiendo.
Se quejó y cuidadosamente se sentó. Estaba en el sótano, lo que
significa que tuvo que haber pasado por el garaje. Un túnel debajo
de la tierra los unía, instalado con el solo propósito de mover el
cuerpo ocasionalmente. Nathaniel y su madre habían escapado por
ahí nueve años atrás. Era apropiado que regresara a casa de la
misma manera.
Lola estaba a mitad del cuarto. Había volteado una silla y se sentó
a horcajadas. Un brazo estaba a lo largo del respaldo. El otro
colgaba a su lado. Todavía tenía el arma de Romero con ella, y su
dedo descansaba cerca del gatillo. Quien sea que le haya ayudado
a llevar a Nathaniel dentro desde el carro se había ido. Uno de los
policías, Nathaniel adivino, que tuvo que reunirse al caos de afuera
para mantener las apariencias.
—¿Vas a algún lado? —Lola preguntó.
Nathaniel agito sus manos hacia ella.
—Se infectarán pronto si no las limpió ahora.
—No me preocuparía por eso si fuera tú.
—Tú no eres yo—. Dijo Nathaniel, y se puso de pie.
Un fregadero industrial había sido construido en la pared lejana.
No tenía espejo. Él estaba agradecido por no poder ver su cara,
pero habría hecho esto más fácil. Lavo sus manos primero, silbando
con dientes apretados. Dolía tanto que quería parar, pero se obligó a
tallar con agua enjabonada sus quemaduras. Cuando tallo sus
humedecidas manos en su cara sus dedos estaban temblando y su
estómago sentía nauseas inducidas por el dolor. No tenía nada para
secarse después, ya que su ropa estaba sucia de sudor y manchas
de sangre. Mantuvo sus manos estiradas para que se secaran con
el aire.
—¿Cuánto tiempo nos llevara esto? —Nathaniel preguntó.
—¿La espera o el asesinato? —Preguntó Lola—. Lo último puede
tardar un tiempo. No es normalmente su estilo, pero has causado
muchos problemas y dinero que probablemente seas una excepción
—Pudiste habernos dejado ir.
—No digas cosas infantiles.
Nathaniel se sentó para esperar. Fue una hora antes de que la
policía terminara de tomar la declaración de Nathan por su
seguridad y fotografiar evidencias del vandalismo. Supo que se
habían ido finalmente cuando una puerta se abrió en las escaleras
de arriba. Lola se puso de pie en un segundo. El corazón de
Nathaniel se aceleró, pero con la mirada interesada de Lola en él no
pudo mostrar miedo. Puso una expresión de calma en su cara y
observo la muerte bajar por las escaleras.
Dos años tras las rejas no envejecieron a su padre ni un poco.
Fuera de unos cuantos kilos perdidos Nathan Wesninski lucí igual
que siempre. La casa era una llamativa demostración de su fortuna,
pero Nathan no se tomó el tiempo de arreglarse. Él pensó que
servía la ropa elegante cuando le gustaba ensuciarse en el trabajo.
Bajo las escaleras descalzo, vistiendo unos pantalones grises
oscuros y una camisa de botones blanca. Sus mangas estaban
dobladas hasta los codos, y tenía las manos en sus bolsillos
mientras llegaba. Ojos fríos azules miraron a Nathaniel, y Nathaniel
tuvo que retirar la mirada.
Lola no era más segura de mirar, pero Nathaniel no quería
observar al monstruo que acompañaba a Nathan debajo de las
escaleras, tampoco. Patrick Dimaccio era el guardaespaldas de por
vida de Nathan. Se comportaba como si pudiera enfrentarse al
mundo con las manos desnudas, una arrogante actitud respaldada
por trecientas libras de músculos alimentados con esteroides. Nunca
había puesto una mano en Nathaniel o Mary, quizá porque sabía
que podría matarlos con un descuidado golpe, pero Nathaniel sabía
que tan peligroso era. Era mortalmente leal a Nathan y Nathan
confiaba en él ciegamente. Dimaccio pudo haber estado a cargo de
mantener el círculo fuerte en la ausencia de Nathan.
—De pie —dijo Nathan, el solo sonido de su voz fue suficiente
para convertir el estómago de Nathaniel en gelatina—sabes hacerlo
mejor que sentarte en mi presencia.
Nathaniel se dijo a sí mismo que se quedara quieto, pero ya
estaba parándose. Lola río ante aquella fácil obediencia y camino en
círculo para poder estar de pie detrás de Nathaniel.
—Hola, junior —dijo Nathan.
La mandíbula de Nathaniel funcionaba. No se atrevió a hablar, no
sabía que diría. Nathan camino a través del cuarto hacia él. Le tomo
todo lo que tenía a Nathaniel para mantenerse en su lugar. Nathan
se detuvo en frente de él, tan cerca que Nathaniel podía oler su
colonia. Nathaniel observo el último botón de su camisa como si
fuera a salvarlo de todo esto.
La mano de Nathan se posó en su hombro lo que pudo, pero no
fue un gesto tranquilizador. Nathaniel se preparó para el golpe
inevitable, pero sus rodillas todavía se doblaban cuando Nathan le
golpeó las quemaduras en la mejilla. Nathan lo atrapó por la
garganta cuando cayó. Nathaniel se atragantó y trató de encontrar
sus pies otra vez. Él sabía que no era mejor agarrar su padre para
mantener el equilibrio. Sabía lo que haría su padre si Nathaniel lo
tocaba.
—Dije Hola —dijo Nathan cuando Nathaniel estaba derecho otra
vez.
Los labios de Nathaniel se movieron, pero ningún sonido salió de
ellos. Tomo otros dos intentos antes de que el pudiera decir un
silencioso.
—Hola.
—Mírame cuando te estoy hablando.
Un grito parecía que iba a desgarrar su garganta dónde él estaba
guardándolo, pero Nathaniel forzó su mirada para mantenerse
arriba.
—Mi hijo —Nathan dijo—Mi más grande decepción en la vida.
¿Dónde está el segundo más grandioso?
—Mamá está muerta —dijo Nathaniel—tú la mataste. ¿No lo
recuerdas?
—Yo recordaría —dijo Nathan—Hubiera saboreado los recuerdos
mientras contaba los días para volver a encontrarte.
—La rompiste —dijo Nathaniel—Solo logro llegar a la frontera de
California.
Nathan pasó una mirada encapuchada de Nathaniel a Lola,
—Le creo.
Nathan asintió, aceptando su opinión, y ahueco la cara abollada
de Nathaniel en sus manos. El aplasto tan fuerte que Nathaniel
pensó que las cortadas de su cara se abrirían más. Las manos de
Nathaniel volaron instintivamente a su cara, pero las quitó en el
último segundo, lejos de su padre. Nathan le dio una pequeña
sonrisa a ese pequeño acercamiento, y sacudió a Nathaniel tan
fuerte que su cuello protesto.
—¿Quién te dijo que ocultarte en un lugar vistoso era una opción
viable? Tenías que saber que te encontraría eventualmente.
—Debiste de haberme dejado ir —dijo Nathan—Me vendiste. Ya
no era tu problema.
—La transacción nunca se finalizó. Tetsuji no estuvo de acuerdo
en llevarte porque no estuviste el tiempo suficiente para
convencerlo. Eso significa que todavía me perteneces —dijo Nathan
—Has hecho de mí un mentiroso para las personas a las que no se
debe mentir. ¿Sabes lo que voy a hacer contigo?
—Aún no estoy completamente seguro, yo mismo —dijo Nathan
cuando Nathaniel solo podía verlo atontado —He tenido años para
pensar como acabar con esto, pero ahora que el tiempo ha llegado
estoy indeciso. Podría desollarte vivo. Podría romperte cada
centímetro de tu cuerpo y curar tus heridas. Creo que no importa lo
que escoja comenzare con romper los tendones de tus piernas. No
vas a escapar esta vez, Nathaniel no te dejare hacerlo.
—Jódete —Nathaniel le escupió, su voz con horror.
Nathan empujo a Nathaniel fuera de él sus manos en alto.
Dimaccio cruzo el cuarto hacia ellos. En una mano sostenía la vieja
y pesada hacha de Nathan. En la otra el cuchillo de Nathan. Nathan
volteo a ver a Dimaccio considerando las armas con interés.
Nathaniel tomo ventaja de su distracción y trato de huir, pero Lola se
lo esperaba. Brinco a Nathaniel por detrás y lo abrazo con ambas
manos. Ella no podía tenerlo por mucho tiempo, pero no tenía que
hacerlo. Ella lo volvió más lento el suficiente tiempo para que
Dimaccio le pasara un arma a Nathan.
Levantó a Nathaniel del piso tomándolo de la camisa, sin poder
moverse de los puños que llovieron en él. Lola lo dejo ir y
elegantemente dio un paso atrás, y Dimaccio tiro a Nathaniel a la
pared más cercana. El impacto rompió el aliento de Nathaniel y cayó
torpemente al piso. Se contuvo con sus manos, lo que fue un terrible
error, pero no tuvo aliento para gritar. Estaba tan mareado que se
sintió mal, pero lo vio moverse por el rabillo del ojo. El metal brilló a
escasos centímetros de su rostro cuando Nathan agito el arma. El
terror puso a Nathaniel en pie más rápido de lo que su cuerpo
quería moverse y se retiró de la cuchilla del padre.
Nathan no lo persiguió. Le dio a su cuchilla un movimiento para
experimentar, como si se estuviera familiarizando con su peso, y
probó la hoja en su pulgar. Debió de haberlo afilado recientemente,
porque la sangre corrió casi inmediatamente.
Las oportunidades de Nathaniel se estaban agotando. No podía
pasar entre Dimaccio y Nathan, lo que significaba tomar la
oportunidad con la pistola y cuchillo de Lola. Giro y corrió hacia ella.
La salvaje sonrisa en su cara le decía que se esperaba ese ataque.
Se preparó para la inevitable colisión, cuchillo afuera y lista para
hacer algún daño. Ella blandía el cuchillo mientras se acercaba.
Nathaniel esquivo la hoja, casi torciéndose el tobillo por su prisa. La
pistola de Lola estaba en su cara unos segundos después, saber
que ella no podía disparar no lo detuvo de agacharse.
Se acercó a él, cuchillo en la mano para atacar, y Nathaniel la
golpeo en la garganta. Apenas escucho el horrible sonido de dolor
por sus rotas orejas. Cada cortada y quemadura de sus manos
estaban gritando en protesta. Apretó su mano más fuerte y dio otro
golpe. Lola lo esquivo, pero apenas, y le dejo una cortada ardiente
con su cuchillo. Nathaniel estaba ahora entre ella y la puerta, y tiro
la barra hacía arriba para desbloquearla. Lola tomo su cabello antes
de que pudiera abrir la puerta, pero a Nathaniel no le importaba
cuanto cabello perdía. Aun así, se adelantó, negándose a soltar la
perilla.
—Muévete —dijo Nathan detrás de ellos.
Estaba hablándole a Lola, pero Nathaniel se tiró a un lado
también. El cuchillo de Nathan seguía justo donde había estado. El
metal grito mientras cortaba una línea hacía abajo en la puerta, y
Nathan dio una mirada ardiente a su hijo caído. Nathaniel se
arrastró de espaldas, esperando una muerte cruel en su pecho.
Nathan fue hacía él, cansado de jugar al gato y al ratón. Nathaniel
trato de levantarse, pero una bota en sus costillas lo dejo inmóvil. Un
puño en la cara mato su siguiente movimiento y de pronto Nathan
estaba encima de Nathaniel con su cuchillo en la garganta.
Dimaccio se puso detrás de ellos, y ofreció el hacha de Nathan.
Nathan lo puso al lado del cuello de Nathaniel así podía esculpir
líneas superficiales en las quemaduras de Nathaniel con su cuchillo
—. Quizá usemos los dos —dijo, casualmente como si estuviera
debatiendo el clima del día siguiente—Quitarte la piel centímetro a
centímetro y tallar la carne por debajo. Si lo hacemos bien, deberías
durar toda la noche. Patrick has que nos arrojen el soplete. Todavía
debe estar en el cajón junto al horno.
—No —dijo Nathaniel, pero Dimaccio subió las escaleras para
llamarlos.
—Lola —dijo Nathan, y Lola fue inmediatamente a su lado. Ella ya
no estaba sonriendo. La mirada que le dio a Nathaniel estaba llena
de furia y toco con cuidado su cuello lastimado. Nathaniel quería
sentirse satisfecho por haberle hecho daño, pero todo lo que sentía
era miedo. Nathan no volteó a ver a su hijo, pero dijo—. ¿Te
gustaría tener el placer de herirlo?
—No —dijo Nathaniel otra vez, pero Lola se agacho fuera de su
vista. Nathaniel puso sus piernas fuera del otro lado huyendo de
ella. El hacha no estaba tan afilada como para abrir su garganta sin
tanto esfuerzo, así que ignoro la forma en que el peso de ésta lo
hizo reír y forcejear lo mejor que pudo. Nathaniel lo tolero hasta que
Nathan lo levanto, y puso su cuchillo en el puente de su nariz.
—Si tú no te mantienes malditamente quieto te sacare esos ojos.
Nathaniel se congelo, pero estaba temblando tan fuerte que era
una maravilla que aún no había molestado a su padre—. Por favor
—murmuro, incapaz de detenerse—por favor, no lo hagas.
—¿Puedo hacerlo? —Lola pregunto, emocionada otra vez.
—Cortaremos tus tobillos, después tus rodillas —le dijo Nathan a
Nathaniel—. Y si tratas de escapar gateando te cortare los brazos.
¿Entiendes?
Dimaccio estaba de vuelta. Puso el soplete al lado de Nathan.
Nathaniel quería gritar, pero si lo hacía no sería capaz de parar. Sus
ojos ardían, quizá por la sangre, quizá por el pánico contenido por
desesperación. Se aferró a lo que quedaba de su autocontrol con
sangrientas yemas de los dedos, sabiendo que no le haría ningún
bien pero que no podía dejarlo ir.
—Por favor —suplico de nuevo— Sólo déjenme ir. Solo déjenme
ir. Yo no soy—
—Lola —dijo Nathan, pero no alcanzo a terminar.
La puerta de la bodega se abrió por fuera, y una manada de
extraños entró baleando. El silenciador ayudo a amortiguar el sonido
de alguna manera, pero en un lugar tan pequeño, Nathaniel sentía
cada disparo como una mordida en su piel. Lola estaba más cerca
de la puerta, y su cuerpo se sacudió mientras las balas hacían
incontables agujeros en ella. Nathan desapareció, transportada a
una cuestionable seguridad con Dimaccio. Nathaniel trato de
quedarse tirado, tratando de no llamar la atención, pero él buscaba
a su padre mientras más gente aparecía en el cuarto.
Su padre estaba completamente escudado por el largo cuerpo de
Dimaccio, mientras llamaba a sus hombres por ayuda. Sus guardias
corrieron por las escaleras de concreto, pero las interminables balas
detuvieron sus pasos. Alguien agarro a Nathaniel y lo puso lejos de
su padre. Nathaniel lucho instintivamente, pero sus atacantes no
respondieron. Nathaniel fue tirado en una esquina, y continuamente
abandonado.
Quedarse quieto parecía una buena idea con tantas balas
volando. Nathaniel se puso en canclillas e hizo un escudo con sus
brazos y manos. Fue una eternidad antes de que la casa se quedara
quieta y silenciosa de nuevo. Nathaniel lentamente bajo los brazos y
miro a su alrededor.
Nathan estaba hincado en medio del cuarto con cuatro armas
apuntando a su cabeza. Empezaba a levantarse, pero alguien le dio
un golpe con la parte trasera de su rifle. Nathan respondió con un
gruñido sin sentido. Uno de los hombres silbo una señal por el túnel,
y pasos hicieron eco en el corredor.
Un hombre se paró en la puerta, y Nathaniel dejo de respirar. El
reconocería esa cara en cualquier parte. Nueve años le han cobrado
caro a Stuart Hartford, pero Nathaniel aún podía ver en la cara de
Stuart a su madre. Stuart respondió el ceño fruncido de Nathan con
una mirada fría. Tenía la pistola a medio camino de Nathan, pero
una chica se le intercepto y con su barbilla señalo a Nathaniel.
Stuart siguió su mirada, y sorpresa toco el borde su furia.
—Qué demonios. ¿Nataniel? —Nathaniel estaba demasiado
aturdido para hablar, pero se las arregló para asentir. Stuart
mantuvo el arma apuntando a Nathan, pero seguía viendo a su
sobrino—¿Dónde está Mary? —Nathaniel no podía encontrar su
voz, así que solo sacudió su cabeza. La expresión de Stuart se
rompió, la poca que esperanza que había aparecido se fue tan
rápido como llego—. No mires. Esto terminara en un momento.
—¿Cómo te atreves? —Dijo Nathan salvajemente— Has
desafiado a Moriyama al venir aquí y matar a mis hombres. Eres
hombre muerte. No tienes el poder para…
Stuart no lo dejo terminar. El cuerpo de Nathan se sacudió
mientras dos balas hacían agujeros en su pecho. Nathaniel observo,
ojos abiertos e incrédulo, mientras sangre salpicaba de la garganta
de su padre recorriendo su camisa y manchando sus pantalones. El
cuerpo de Nathan cayó de espaldas por el impacto golpeando el
suelo húmedamente.
Nathaniel llevo una temblorosa mano a su boca, luego sujetándola
con su otra mano. No era suficiente para sofocar el impacto.
—Te dije que no vieras —dijo Stuart.
Esa sensación desgarradora no era pena, era una necesidad tan
feroz que Nathaniel pensó que lo mataría. Su mundo se estaba
destruyendo alrededor y él estaba cayendo. Nathaniel no podía
respirar, mucho menos explicar ese horrible regocijo. No peleo
cuando dos de los hombres de Stuart lo levantaron.
Stuart cruzo el cuarto para estar enfrente de él. Nathaniel lo vio
pasar al lado del cadáver de su padre. La mano de Stuart en su
barbilla lo forzó a ver la cara de su tío. Stuart le dio un vistazo,
revisando sus heridas con una mirada furiosa.
—Él puede venir conmigo —dijo una chica.
—Él es nuestro único boleto para salir de aquí —dijo Stuart—. Lo
dejaremos aquí. Por ahora —continuó antes de que Nathaniel
pudiera reaccionar. Apretó los dedos más fuertes en la cara de
Nathaniel y le dio una pequeña sacudida—. Me escucharás y harás
lo que yo te diga. Ellos nos dejaron entrar aquí sin peros solo porque
les prometimos que lo llevaríamos vivo.
Nathaniel al fin pudo encontrar su voz.
—¿Los Moriyamas?
—No —dijo Stuart, tan fuerte que Nathaniel se inclinó lejos de él
—. No digas ese nombre esta noche. No los puedes meter en esto.
Ellos no se esperaban que su Carnicero muriera y nosotros solo
tenemos una oportunidad para ganarnos su favor. Te daremos al FBI
como distracción. Necesitas atención médica, y aún no podemos
llevarte a donde necesitamos ir. Esta es la única forma de sobrevivir.
¿Entiendes?
Su padre estaba muerto. Nathaniel aceptaría todo después de
eso.
—No les diré.
Stuart asintió.
—Entonces nos vamos.
Ellos lo ayudaron a bajar por el túnel hacía el garaje. Las
escaleras que subían eran demasiado empinadas y estrechas, y la
entrada de la puerta era apenas tan grande para que entrara un
hombre. La gente de Stuart desapareció de la puerta del garaje tan
pronto como pudieron, pero Stuart se quedó atrás un momento con
Nathaniel. Nathaniel miro la oscuridad, buscando a los federales que
debían estar observando todo desde una distancia segura. Por
ahora la calle estaba calmada y vacía, pero no había manera en que
los vecinos se perdieran esos balazos. En cualquier minuto, quizá
en dos, los vecinos llamarían a la policía y los medios estarían aquí
otra vez.
Stuart lo puso de rodillas y coloco sus manos detrás de su
cabeza.
— Volveremos por ti cuando podamos. Lo prometo.
Entonces él se fue, desapareciendo en la noche con su equipo.
Nathaniel se quedó arrodillado y agacho su cabeza esperando. No
tomo mucho tiempo. Los federales salieron de las sombras como
fantasmas, armas fuera y vestidos de la cabeza a los pies con
equipo especial. Nathaniel era muy pequeño para ser su padre, pero
la oscuridad cubriéndolo ayudo a la ilusión. Ellos no sospecharon
que algo estaba mal hasta que lo pusieron de pie con manos rudas
y voces estridentes. Nathaniel finalmente alzo su cabeza hacia ellos,
y el agente que estaba más cerca de él se detuvo a mitad de la
oración.
—Llegan muy tarde —dijo Nathaniel, incluso cuando alguien había
llamado a Servicio Médico de Emergencias para que se apurara—.
Mi padre está muerto.
—Tu padre —El agente dijo estúpidamente. Seis hombros se
marcharon rápidamente al pozo que casi se tropiezan, y Nathaniel
escucho el eco de sus botas mientras corrían a revisar la casa No
se dio cuenta de que había bajado la mirada hacia la abertura hasta
que el agente le chasqueó los dedos enguantados en la cara.
Nathaniel se encontró con su mirada inquisitiva con una mirada fría,
y el hombre repitió— ¿Tu padre?
—Mi nombre es Nathaniel Wesninski —dijo —y mi padre está
muerto.
No era nada divertido, pero un segundo después estaba riéndose.
Sonaba histérico, pero no podía parar. Manos tomaron sus hombros
y llevaron su cabeza hacia atrás. Una bronca voz le ordeno que
respirara, pero no pudo. El tomo sus rodillas para equilibrarse. El
dolor subía por sus brazos desde sus manos maltratadas, pero no
se podía detener. La adrenalina de una inesperada balacera y la
tranquilidad de estar vivo lo estaban destrozando, y Nathaniel al final
perdió la batalla con su inestable estómago. Alguien lo agarro
cuando se cayó al piso de concreto. Nathaniel escupió para ver si se
podía quitar el amargo sabor de la boca.
La mano en su hombro puso más fuerza.
—Preferiría no interrumpir en el estado que estas ahora, pero lo
haré si tengo que hacerlo. ¿Serás un problema para nosotros?
Nathaniel batallo para mirar arriba y enfocarse en la cara del
hombre.
—He sido un problema desde hace diecinueve años. Estoy
cansado para ser uno hoy. Sólo sáquenme de aquí.
Una ambulancia se detuvo en la acera. Llego ahí demasiado
rápido, Nathaniel adivino que estaba esperando en la esquina fuera
de la vista. A pesar de su tranquilidad, tenía una escolta de tres
agentes que lo acompañaron a los paramédicos. Ellos tenían la
camilla en la calle para el momento en que el llego, y Nathaniel se
acostó en ella sin decir nada. Ellos lo ataron para llevárselo y lo
subieron atrás. Un agente se fue con ellos; Nathaniel asumió que los
demás lo seguirían. Ya no le importaba. Cerro sus ojos y dejo que
los paramédicos hicieran su trabajo.

***

Cuando Nathaniel abrió sus ojos de nuevo, estaba de espaldas en la


cama de un hospital y la luz del sol se deslizaba por una ventana.
Tubos de plástico delgados salían debajo de las sabanas y las
drogas hacían que su cabeza se sintiera como algodón. Estaba
despierto, pero placenteramente aliviado de dolor.
Tenía dos invitados que no reconoció, pero supo con una mirada
que eran federales. Ellos tenían ese aire de presumida autoridad
generalmente cargada cuando piensan que son más poderosos de
lo que realmente son. Uno se sentó en un taburete a su izquierda. El
otro había reclamado la mejor de las dos sillas y estaba en el pie de
su cama revisando papeles. La puerta se cerró para darles
privacidad, pero Nathaniel asumió que había alguien haciendo
guardia afuera.
Una esposa ató la mano vendada de Nathaniel a la cama.
Nathaniel la sacudió y dijo.
—¿En serio?
—No vamos a tomar otra oportunidad —el hombre que estaba
más cerca dijo—Tan pronto como los médicos lo den de alta, lo
trasladaremos a nuestra oficina local. Pero no piense que tiene que
esperar un entorno oficial para hablar con nosotros. Estamos listos
para escuchar todo lo que tiene que decir. El agente especial
Browning—, dijo el agente tardíamente, y le hizo un gesto a su
compañero—. Este es un agente especial Towns. Vamos a ser tu
controlador.
—Mi controlador —Nathaniel repitió—. No soy de su propiedad.
—Pero tenemos tu custodia.
—¿Me están arrestando?
—Ahora mismo estamos actuando de buena voluntad asumiendo
que podemos contar con tu completa cooperación. Si necesitamos
tener un acercamiento más agresivo, lo haremos. Tenemos muchos
delitos que podemos poner en tu contra, empezando con las
identificaciones falsas en tu cartera y escalando con el paradero de
tu madre. Déjanos saber si quieres jugar a hacerte el difícil.
Nathaniel hizo un sonido grosero.
—¿No pueden al menos usar un mejor idioma? Odio el beisbol.
—Ahora mismo lo que odias o lo que no es de poca importancia
para nosotros —dijo Towns—. Sólo nos importa la verdad.
—Te doy verdad por verdad —dijo Nathaniel—mi equipo fue
atrapado ayer por un alboroto. The Palmetto State Foxes —elaboro,
aunque pensó que los agentes ya se habían dado cuenta de eso ya
que lo recogieron en la casa de su padre—¿Están heridos?
—Ochenta y seis personas salieron heridas anoche incluyendo
tres de tu equipo —Dijo Browning—. Fueron tratados y prontamente
dados de alta. Heridas menores. Tuvieron suerte. Un par de
personas terminaron en Cuidados Intensivos.
—Contactamos al entrenador Wymack justo después de que te
trajéramos aquí y le preguntamos si podría traer a su gente para
interrogarla —continúo Town, reviso su reloj y dijo—. Ellos deberían
de estar terminando pronto. Cuando hayamos terminados con ellos,
son libres de regresar a Carolina de sur.
No dijo Sin ti, pero Nathaniel lo escucho en su tono.
—Es tu turno —dijo Browning—¿Dónde está tu madre?
Nathaniel les dijo sobre encontrarse con su padre en Seattle y del
cruel ataque del cuál no fueron tan rápidos para escapar. Les dijo
del fuego y la arena y como la enterró en la costa. Era brutalmente
injusto que ella no viviera lo suficiente para ver a Nathan morir, pero
Nathaniel mantuvo esa amarga miseria para sí mismo.
—¿Todo este tiempo estuviste escondido en Seattle? —Dijo
Browning, sintiéndose enojado por no saberlo.
—No —dijo Nathaniel—, ese fue realmente la última parada antes
de llegar a Arizona.
—¿Dónde estabas antes de Seattle?
—Quiero ver a mi equipo.
—¿Dónde estabas antes de Seattle? —repitió Browning.
Nathaniel presiono sus labios fuertemente y dirigió su mirada al
techo. Browning tolero su silencio por unos minutos, después
comenzó a hablar. Le dijo todo lo que pensaban ofrecerle a
Nathaniel si su cooperación valía la pena: inmunidad por todos sus
cargos, un nuevo comienzo en el Programa de Protección de
Testigos, y la oportunidad de tirar abajo la banda de su padre.
Cuando Nathaniel siguió sin moverse a pesar de todas las ofertas,
Browning las cambio a amenazas. Lo que tenían de Nathaniel era
suficiente para encerrarlo, y eventualmente desenterrarían más las
cosas que habían hecho para arrojárselas.
—Quiero ver a mi equipo —dijo Nathaniel cuando Browning
finalmente tomo un respiro.
—Sé razonable —dijo Towns—no hagas las cosas más difíciles de
lo necesario.
—¿Tú piensas que esto es difícil? Mira todo lo que he pasado.
Sobrevivir a ti es fácil —Nathaniel ladeo a su cabeza y le dio a
Towns una mirada fría— Pero ¿Puedes sobrevivir a mí?
—¿Estas amenazando a un agente federal?
Nathaniel sonrío tanto que sus quemaduras ardieron—. No me
atrevería. Lo que quise decir fue: ¿puedes sobrevivir a mi familia?
Mis padres están muertos, pero mi tío me recuerda. Más importante,
el recuerda que le diste permiso de ir contra mi padre anoche.
¿Desde cuándo los que traen traje pelean con los gánsteres?
—No sé de lo que estás hablando —dijo Browning, con una
neutralidad impresionante. Nathaniel no le creyó ni por un segundo.
—Como sea —dijo Nathaniel—Tomaré una siesta.
Ellos no discutieron, así que el cerro los ojos y se fue a la deriva.
Despertó un tiempo indeterminable después cuando una enfermera
fue a revisar sus heridas. Todas las mata-dolores que tenían no
sirvieron de nada cuando ella limpio las quemaduras de sus brazos
y manos. Nathaniel apretó los dientes tan fuertes que creyó que los
rompería y peleo con la urgencia de patearla lejos de él. Ella les dio
a sus puntadas un asentimiento aprobatorio y prometió que el
médico lo revisaría después. Cerró la puerta cuando se fue.
Era imposible volver a dormir con sus nervios haciendo ruidos
alarmantes en sus oídos. Nathaniel flexiono sus dedos, revisando su
nivel de movilidad. Lola lo había quemado para herirlo no para
mutilarlo. Quizá creía que la piel derretida arruinaría la bobina y
mataría su diversión. La cara de enfermera le decía que su cara no
había bajado ligeramente, pero no quería verse en el espejo.
Nathaniel estaba tan furioso como con nauseas solo de pensar
sobre eso.
Antes de que lo último ganará Nathaniel dijo:
—Quiero ver a mi equipo.
—Y yo quiero un café —dijo Browning—¿Están bien ustedes dos
aquí?
Towns asintió. Browning reviso su cartera por dinero y se fue.
Nathaniel dio a sus esposas unos cuantos jalones experimentales
solo para ver como reaccionaba Towns. Towns no quedó
impresionado con el fallido intento de rebeldía y siguió con los
papeles. Se ignoraron el uno al otro hasta que Browning regreso.
Browning se sentó en silencio hasta que se acabó su café, luego
examinó una de las pilas descartadas de Towns. Después de una
hora de esto, hizo otro intento de comunicarse con Nathaniel.
—¿Aún no te sientes cooperativo?
—Todavía no veo a mi equipo, así que no —dijo Nathaniel,
Browning hizo un gesto arrogante. Nathaniel tiro de sus atadas
manos de nuevo—. Mira: hay estas personas que decidí quedarme
incluso cuando sabía que no me quedaría por mucho tiempo. Los
elegí antes que a mi seguridad. Así que déjame verlos y te diré todo
lo que quieras.
—Tú solo piensas en que quieres verlos —dijo Towns—recuerda
que se acaban de enterar que y quién eres. Si ellos todavía quieren
saber algo de ti, me comeré mi sombrero.
Nathaniel abrió su boca, el cerro otra vez, y miro a otro lado. Su
equipo había aceptado su vaga confesión. Aarón lo forzó a hacerlo,
saber que su familia era espantosa y lidiar con la realidad eran
cosas totalmente diferentes. Quizá Kevin tenía tiempo para decirle
en el viaje a New York la conexión de los Wesninski y los
Moriyamas, en ese caso ellos ahora sabrían en el peligro que los
había puesto al firmar contrato con el entrenador Wymack.
Él les había prometido que su familia no iba a intervenir con ellos,
pero él los había lastimado y les iba a costar campeonatos. Ellos
deben odiarlo, deben temerle, y probablemente no lo perdonen
nunca, pero Nathaniel no lo quería dejar así. Él tenía que decirlo
hoy, antes que los federales lo empujen tan hondo que la luz no lo
pueda alcanzar.
—En efecto —Towns continuo—, probablemente ellos ya están en
la carretera al sur. No debió de durar mucho tomar sus
declaraciones, y no necesitamos nada más de ellos por ahora.
—Estas mal —dijo Nathaniel—Ellos no se pueden ir sin Andrew, y
Andrew no iría a ningún lado antes hablar conmigo.
—Tú no sabes eso.
—Si lo sé—. Incluso si solo era para destruir a Nathaniel por
esconderle esto, Andrew esperaría tanto como pudiera. Él no era del
tipo de dejar las cosas sin terminar. Nathaniel lo sabía, lo creía, con
cada fibra de su cuerpo. Fue suficiente para calmar el apeste de la
advertencia insensible de Towns—. Puedes llevarme con él, o
puedes dejarme podrirme en una celda en algún lugar. Esas son tus
únicas opciones.
Finalmente, Browning se levantó y fue al pasillo. Nathaniel
escucho su tono estridente a través de la madera, pero no entendía
sus palabras. Towns observo a su pareja cuando Browning regreso,
y Browning respondió realizando garabatos en el portapapeles de
Towns. Nathaniel resistió la necesidad de tirarles su pequeña
almohada y mejor se recostó en ella.
No le dijeron nada más a él, y dejo sus pensamientos bajar. Las
horas para que lo dejaran ir se sintieron interminables y miserables.
Cuando el médico pasaba a verlo para decirle como curar sus
heridas, Nathaniel lo interrumpía con un:
—No necesito su ayuda.
El médico, estaba acostumbrado a los pacientes desagradables,
firmo la hoja de Nathaniel sin decir nada más. Ella miró a los
agentes y dijo.
—Ellos pueden firmar tu salida en el escritorio de abajo. Ellos
tendrán las medicinas listas para ti.
Browning asintió, pero espero a que el médico se fuera para quitar
las esposas que mantenían a Nathaniel atado a su cama. Él y
Towns bajaron la cama para que Nathaniel se pudiera deslizar fuera
de ella. Towns le dio una bolsa, y Nathaniel lanzó un conjunto de
sudaderas oscuras a la cama.
—¿Dónde está mi ropa? —pregunto Nathaniel.
—Tomada como evidencia —dijo Towns.
Towns se paró junto a la puerta. Browning se mantuvo cerca, pero
casi se quedó a mitad de camino de Nathaniel. Si Nathaniel
intentaba algo, lo vería desde con su visión periférica, pero aún era
un poco de privacidad. La bata de hospital que Nathaniel vestía
estaba desamarrada, por lo cual estaba extremadamente
agradecido. Él pensó que no podía con nudos y cuerdas hasta que
sus manos estuvieran mejor. Se quitó la bata y se metió en sus
nuevas ropas lo más cuidadoso que pudo. Sus manos estaban
ardiendo para el tiempo que termino. Él las puso cerca de su
estómago, sabiendo que no ayudaría en nada, pero quería tratar
apagar ese fuego de alguna manera.
Browning esposo sus manos en frente de él, luego jalo el gorro de
la sudadera para tapar su cara.
—Gracias los vecinos de tu padre, la prensa sabe que alguien fue
sacado de la casa de Nathan anoche. Los canales principales no
tienen un nombre aún, pero ellos no lo necesitan. Has pasado
mucho tiempo en TV el año pasado. La gente reconocerá tu cara
con solo ver un pedazo de ella.
—¿Todavía hay suficiente de ella para reconocer? —Nathaniel
preguntó.
—Hay un espejo por aquí si quieres ver.
—Me quedaré con tu opinión —dijo Nathaniel.
—Sanará eventualmente —dijo Browning, lo cual no era ni una ni
otra cosa.
Lo guiaron al pasillo de abajo. Towns firmo su salida y tomo una
bolsa blanca que sacudió. Analgésicos y antibióticos, asumió
Nathaniel. Crema para quemaduras si tenía suerte. Towns se los dio
para que las cargara, y tomaron el elevador. Browning llamo antes
de que llegaran al piso de abajo y tener un lugar limpio. Nathaniel no
levanto la mirada para ver su había reporteros buscando una
fotografía. Mantuvo su cabeza lo más baja que pudo y rogo que la
sudadera fuera suficiente para proteger su cara.
Un vehículo deportivo estaba estacionado en la acera. La puerta
trasera estaba abierta mientras se acercaban y Nathaniel subió en
él. Towns fue hasta el asiento más atrás, así que Browning tomo el
asiento al lado de Nathaniel. Browning cerró la puerta e hizo una
corta llamada con su teléfono solo para decir:
—Estamos en camino. Quítalo de la vista antes de que lleguemos.
La mujer en el asiento de pasajero le dio una mirada curiosa sobre
los hombros a Nathaniel. Él desvió la mirada, y observó la ventana
teñida. Reconoció calles y edificios mientras manejaban. En una
terrible, imposible forma, de alguna manera se sentía como casa.
Quería arrancar esta sensación de él y quemarla. La Foxhole Court
era el único hogar que necesitaba; los Zorros eran su familia. No
quería estar atado a nada de esto. Cuan triste, cuan extraño, cuan
estúpido, que él pudo huir de aquí y haber regresado al mismo lugar
al final. No pudo soportar la vista de la ciudad, así que se recostó y
cerró sus ojos.
No pudo dormir, pero al menos podía imaginar la muerte de su
padre una y otra vez. Eso era casi suficiente para hacerlo sonreír, y
eventualmente descongelaron escalofríos en sus venas.
CAPÍTULO CATORCE

Traducido por Ro Grigori


Corregido por Vaughan

Nathaniel esperaba que lo llevaran directo a sus oficinas para


interrogarlo, pero la SUV se giró en el estacionamiento de un hotel.
El lugar estaba plagado de federales. Los hombres estaban de pie
en la acera, fumando e intentando parecer despreocupados, pero la
piel de Nathaniel se erizó al verlos. Las mujeres que tomaban el sol
junto a la piscina se veían igualmente recelosas a pesar de su
intento de pasar inadvertidas. La mujer que estaba junto a la
máquina expendedora estaba intranquila, pero Nathaniel estaba
inclinado a pensar mal de todos los que estaban a su alrededor.
Tan pronto como el auto se detuvo, Nathaniel le dirigió una mirada
expectante a Browning. Browning puso un dedo frente a su cara—.
Tienes veinte minutos o hasta que te saquen de sus vidas, lo que
ocurra primero. Luego vendrás con nosotros y nos dirás todo lo que
queremos saber. ¿Está claro?
—Ellos —dijo Nathaniel—. ¿Están aquí? No veo el autobús.
—No quiero que la prensa lo vea aquí y lo descubran todo aún,
así que hice que tu entrenador lo moviera. Dije: ¿está claro?
—Claro —dijo Nathaniel, y se cubrió nuevamente la cabeza con la
capucha—. Sal.
—Tu personalidad ganadora me hace reconsiderar todo esto —
dijo Browning, pero salió del auto.
Lo llevaron por las escaleras metálicas desvencijadas al segundo
piso. Una mujer descansaba contra la barandilla del balcón con un
teléfono celular en la oreja. Se puso el pelo sobre el hombro y movió
los dedos de igual manera. Browning guio a Nathaniel a la puerta
correcta y tocó. La puerta se abrió medio metro, pero Nathaniel no
pudo ver nada más allá del fornido hombre con traje. El hombre que
estaba de guardia frunció el ceño hacia Nathaniel antes de mirar
enojado a Browning.
—No me agrada.
—Anotado. Vigílalo un momento, Kurt —dijo Browning. Kurt se
hizo a un lado y abrió la puerta. Browning pasó junto a él,
aplaudiendo para llamar la atención de todos. Incluso en el balcón,
fue lo suficientemente fuerte como para que Nathaniel escuchara
cada palabra—. Escuchen, gente. Tienen veinte minutos.
Mantengámonos ordenados y tengamos solo una persona a la vez.
Obviamente, Kurt esperaba que los Zorros se aceptaran sin
luchar, porque dejó caer su brazo y dejó pasar a Nathaniel. Debería
haber esperado un poco más, cuando los compañeros de equipo de
Nathaniel comenzaron a discutir casi de inmediato.
La voz indignada de Dan se escuchó con mayor facilidad cuando
espetó—: ¿Veinte minutos? Tienes que estar bromeando. ¿Por
qué…? ¡Oh, Dios mío! —, Se interrumpió cuando Nathaniel entró en
la habitación. El ímpetu en su voz no era ira o disgusto, sino alivio
alimentado por el terror—. Oh, Dios mío, Neil. ¿Estás bien?
Nathaniel abrió la boca, pero las palabras le fallaron. Anoche
sabía que nunca volvería a ver a ninguno de ellos. Tenerlos de
vuelta era un ungüento en cada una de sus doloridas heridas, pero
era muy consciente de que estaba aquí para despedirse. Lo mataría
salir de aquí.
Les debía una explicación y una disculpa, pero no sabía por
dónde empezar. Todo lo que podía hacer era mirar de una cara
atónita a otra. Había una mirada vacía en la cara de Kevin y
moretones oscuros en su garganta. Nicky era un desastre
desconsolado cerca de la ventana. Allison y Renee estaban
sentadas en la otra cama con dos ojos negros y un par de docenas
de moretones entre ellas. Las manchas en el brazo de Allison fueron
obviamente dejadas por dedos. Nathaniel esperaba que Allison haya
golpeado a quien fuera lo suficientemente estúpido como para
agarrarla tan fuerte, pero tal vez Renee se había encargado de eso.
Una de las manos de Renee estaba vendada y llevaba una
muñequera en la otra mano. Aaron estaba sentado en la misma
cama, y por una vez lucía más molesto que enojado cuando miró a
Nathaniel.
Matt y Dan estaban en la cama más cercana. Matt tenía un agarre
férreo en el hombro de Dan como si hubiera tenido que evitar que
fuera contra Browning. Matt había recibido una fuerte paliza en el
disturbio y todavía tenía bolsas de hielo atadas a ambas manos. Su
camisa estaba sucia y rasgada en dos lugares, y Nathaniel podía
ver los feos hematomas a través de los huecos. Abby estaba de pie
entre las camas, su botiquín de primeros auxilios abierto sobre las
mantas cerca de la cadera derecha de Matt, pero dejó caer el
antiséptico que estaba sosteniendo cuando vio a Nathaniel.
La boca de Abby se movió, pero Nathaniel no escuchó una
palabra de lo que dijo. Browning dijo que los Zorros solo sufrieron
heridas leves y que ninguno de ellos había terminado en la UCI,
pero solo siete de ellos estaban allí. Wymack estaba fuera moviendo
el autobús, pero eso dejaba a una persona desaparecida.
La sangre de Nathaniel se congeló, y no pudo evitar la alarma de
su voz cuando comenzó a preguntar:
—¿Dónde está And…?
Hubo un estruendo detrás de Nathaniel, el sonido inconfundible de
un cuerpo golpeando contra la madera. Se giró cuando Andrew se
abrió paso a la fuerza con Wymack pisándole los talones. Kurt
agarró a Andrew, pero lo soltó cuando Wymack lo empujó al pasar.
Nathaniel solo tuvo un segundo para ver las esposas encadenando
a Andrew y Wymack juntos, y luego Browning reaccionó a la violenta
entrada alcanzando su arma.
Nathaniel agarró el brazo de Browning con ambas manos y lo jaló
tan fuerte como pudo. Solo tenía la intención de desacelerar a
Browning y hacerlo perder el equilibrio, pero la agonía que se
disparó desde los dedos de Nathaniel hasta sus codos casi lo hizo
caer. Él lo soltó sin intención y se encorvó, como si de alguna
manera eso haría que el dolor desapareciera. Presionar sus manos
contra su estómago no ayudó, pero Nathaniel necesitaba
protegerlas de alguna manera.
—No —dijo con los dientes apretados.
Pensó que lo dijo, de todos modos; no podía escucharse a sí
mismo a través del ruido ensordecedor rugiendo en sus oídos. El
peso de una mano en la parte posterior de su cuello dijo que le
había conseguido a Andrew el tiempo suficiente para alcanzarlo.
Nathaniel no recordaba haber cerrado los ojos, pero los obligó a
abrirse de nuevo. Trató de enderezarse, pero Andrew lo tomó del
hombro y lo empujó sobre sus rodillas. Nathaniel bajó sin discusión
y acunó sus destrozadas manos en su regazo. Sus manos se
sentían tan terribles que esperaba ver sangre empapando sus
vendajes, pero la gasa permaneció blanca y limpia.
—Déjalo —dijo Wymack.
Sonaba tan enojado que Nathaniel supo que Wymack no estaba
hablando con él o con Andrew. Supuso que Browning o Kurt se
estaban moviendo para sacar a Andrew del camino antes de que
lastimara aún más a Nathaniel. O los federales confiaban en su
juicio o no podían rodear a Wymack para llegar a Andrew, pero
Andrew se arrodilló frente a Nathaniel sin ser cuestionado. Nathaniel
giró sus manos y levantó la vista.
La expresión de Andrew era engañosamente tranquila, pero su
agarre era férreo cuando agarró la barbilla de Nathaniel. Nathaniel lo
dejó observarlo porque eso le dio tiempo para estudiar los
moretones que cubrían la cara de Andrew. El peor de ellos era un
oscuro y estrecho golpe que pasaba desde su pómulo hasta la orilla
de su ojo derecho. La fuerza del impacto dejó la mitad del ojo de
Andrew rojo de sangre.
Un codazo, pensó Nathaniel, que se había acercado demasiado.
—Podrían haberte cegado —dijo Nathaniel—. ¿Todo ese tiempo
peleando y nunca aprendiste a esquivar?
Una mirada glacial fue su única respuesta. Andrew lo soltó para
poder quitar la capucha de Nathaniel del camino. Pasó un dedo
sobre las líneas de cinta que mantenían los numerosos vendajes en
su lugar como si buscara el mejor lugar para comenzar. Primero
arrancó la gasa de la mejilla derecha de Nathaniel, dejando al
descubierto los cortes en forma de línea que dejó el cuchillo de Lola.
Les dio a las puntadas una mirada superficial antes de continuar. La
cinta en la otra mejilla de Nathaniel dolió como el infierno, ya que
jaló de la piel alrededor de sus quemaduras, y la mano de Andrew
se congeló a pocos centímetros de la cara de Nathaniel.
La expresión de Andrew no cambió, pero había una nueva tensión
en sus hombros que no auguraba nada bueno para nadie en la
habitación. Andrew había dejado caer las primeras vendas como si
no importaran, pero estas las puso lentamente en el suelo junto a su
rodilla sin quitarle la mirada a Nathaniel. Como Nathaniel estaba
arrodillado de espaldas a la habitación, Wymack era la única
persona que podía ver el desastre que Lola hizo en su rostro.
Nathaniel no se atrevió a mirarlo, pero el violento—: Cristo, Neil —
de Wymack decía que las quemaduras se veían tan mal como se
sentían.
Una cama crujió cuando uno de los Zorros se levantó. Wymack
sacudió su mano libre en una enfática orden para que se quedaran
quietos, y dijo.
—No.
—Uno a la vez —les recordó Browning.
Andrew presionó dos dedos en la parte inferior de la barbilla de
Nathaniel para que girara la cabeza. Nathaniel se dejó guiar y no
dijo nada mientras Andrew lo contemplaba. Cuando Andrew dejó
caer su mano y agarró la sudadera de Nathaniel, Nathaniel se
arriesgó a mirarlo. Había violencia en los ojos de Andrew, pero al
menos no había empujado a Nathaniel todavía. Eso tenía que contar
para algo.
—Lo siento —dijo Nathaniel.
El puño de Andrew se alejó con la intención de golpearlo, pero no
lo movió. Nathaniel sabía que no era porque su mano estaba
esposada con Wymack; El brazo de Andrew en realidad tembló por
el esfuerzo que le costó no golpear la cabeza de Nathaniel.
Nathaniel no dijo nada para inclinar la balanza de alguna manera.
Por fin, Andrew desenrolló sus dedos y dejó que su mano colgara de
la esposa.
—Dilo de nuevo y te mataré —dijo.
—Esta es la última vez que voy a decírtelo —dijo Kurt,
acercándose a Wymack con una mirada sombría en su rostro—. Si
no puedes calmar esa actitud y compórtate…
Nathaniel le lanzó una mirada de advertencia y lo cortó con un,
—¿Qué harás, idiota?
—Lo mismo vale para ti, Nathaniel —dijo Browning—. Esa es tu
segunda oportunidad. Un tercer paso en falso y esto —giró su dedo
para indicar a los Zorros —está terminado. Recuerda que estás aquí
solo porque lo estamos permitiendo.
Andrew se movió como si fuera a levantarse y Nathaniel supo que
iba a callar a Browning por su bien. Nathaniel sabía que no debía
tocar a Andrew todavía, pero se acercó lo más que pudo y tomó la
cara de Andrew entre sus manos vendadas. Andrew podría haberlo
empujado a un lado fácilmente, pero después de una breve pausa
se quedó quiero de nuevo. Nathaniel lo miró rápidamente,
agradecido por su resignación, antes de dirigirle otra mirada glacial
a Browning.
—No le mientas a un mentiroso —dijo Nathaniel—. Ambos
sabemos que estoy aquí porque no tienes nada sin mí. Una pila de
cadáveres no puede cerrar casos o seguir el rastro del dinero
contigo. Te dije lo que te costarían esas respuestas y accediste a
pagarlo. Así que quítale las esposas a Andrew, saca a tu hombre de
nuestro camino y deja de gastar mis veinte minutos con tu inútil
actitud.
El silencio que siguió era inestable. Browning estaba sopesando
sus opciones, o al menos actuando como si lo estuviera. Nathaniel
sabía que esto solo podría terminar de una manera. Si el FBI
hubiera dejado que los Hartford entraran en el país sin oponerse,
tenían que estar desesperados por alguna solución. Nadie podía
probar, todavía, que Nathan había matado a Mary Hartford, pero el
odio de Hartford por Nathan no era un secreto y habían reaccionado
a su libertad condicional reservando sus boletos para cruzar el
Atlántico. No hacía falta que el FBI fuera brillante para saber que su
visita no sería amistosa.
Finalmente, Browning hizo un gesto. La cara de Kurt estaba
enfurecida mientras sacaba las llaves de su bolsillo. Wymack se giró
para facilitárselo. Andrew no miró mientras le quitaban las esposas,
pero flexionó los dedos varias veces para probar su libertad y dejó
caer la mano sobre su muslo. Browning llevó a Kurt con él para
esperar cerca de la puerta. Ellos irradiaban descontento y
desconfianza y la mirada que Browning le envió a su reloj era
mordaz, pero a Nathaniel no le importó. Satisfecho de que por fin
estaban fuera del camino, volvió a centrar toda su atención en
Andrew.
—Así que el problema de actitud no era un acto, al menos —dijo
Andrew.
—Iba a decírtelo —dijo Nathaniel.
—Dejar de mentirme.
—No estoy mintiendo. Te lo habría dicho anoche, pero estaban en
nuestro vestuario.
—¿Quiénes? —preguntó Browning.
Nathaniel cambió al alemán sin perder el tiempo. Estaba bastante
seguro de que Browning se le había dado una mirada sucia por ese
truco, pero no alejó los ojos de Andrew para mirar.
—No eran guardias de seguridad los que vinieron por nosotros.
Estaban allí por mí, y habrían herido a todos ustedes para sacarme
de allí. Pensé que manteniendo mi boca cerrada podría mantenerlos
a salvo —Nathaniel todavía tenía las manos en la cara de Andrew,
así que tocó ligeramente con su pulgar el moretón en el ojo de
Andrew—. No sabía que organizarían un disturbio.
—¿Qué te dije acerca de jugar la carta de mártir? —preguntó
Andrew.
—Dijiste que nadie la quería —dijo Nathaniel—. No me dijiste que
parara.
—Estaba implícito.
—Soy estúpido, ¿recuerdas? Necesito que me expliquen las
cosas.
—Cállate.
—¿Ya llegué al noventa y cuatro?
—Estás en cien —dijo Andrew—. ¿Qué le pasó a tu cara?
Nathaniel tragó saliva contra una ráfaga de náuseas.
—Un encendedor de tablero.
Hizo una mueca ante el terrible sonido que Nicky hizo. El crujido
de un colchón que se movió rápidamente casi ahoga la dura
maldición de Aaron. Nathaniel miró hacia atrás sin pensarlo,
necesitando ver quién se estaba moviendo, y vio que Aaron se
había bajado de la cama para ir a pararse con Nicky. Girarse
significaba que los otros podían ver su mejilla quemada. Kevin
retrocedió tan fuerte que se estrelló contra la pared detrás de él.
Puso su mano de manera protectora sobre su propio tatuaje y
Nathaniel supo que estaba imaginando la reacción de Riko a esta
atrocidad.
Esta vez fue Dan quien evitó que Matt se levantara, sus nudillos
blancos contra su camisa oscura y giró su cabeza. Matt comenzó a
luchar para soltarse, pero se conformó con un ronco—: Jesús, Neil.
¿Qué demonios te hicieron?
Abby había mantenido la distancia el tiempo suficiente, al parecer.
Ella rodeó la cama, con los ojos muy abiertos y frenéticos, pero solo
llegó a la esquina antes de que Andrew se diera cuenta de sus
intenciones. Agarró a Nathaniel para girar su cara hacia adelante y
le dio a Abby una mirada tan cruel que se detuvo en seco.
—Aléjate de nosotros —dijo Andrew.
—Andrew —dijo Abby, tranquila y cuidadosa—. Está herido.
Déjame verlo.
—Si me haces que lo repita, no vivirás para arrepentirte.
Nathaniel nunca lo había escuchado hablar con ese tono asesino.
Le ponía los pelos de punta, pero de alguna manera alivió algo de la
preocupación en su pecho. Era culpa de Nathaniel que el
autocontrol de Andrew estuviera hecho jirones, pero también era por
su bien. La furia sin fondo de Andrew nunca lastimaría a Nathaniel, y
eso marcaba la diferencia en el mundo. Nathaniel le dio al cabello
de Andrew un tirón cauteloso.
Andrew resistió los dos primeros intentos, pero finalmente permitió
que Nathaniel volviera a centrar su atención en donde necesitaba
estar.
—Abby, acabo de salir del hospital —dijo Nathaniel sin apartar la
mirada de Andrew—. Estoy tan bien como puedo estarlo por ahora.
—Neil —intentó Abby.
—Por favor —insistió Nathaniel. No la oyó dar un paso atrás, pero
sabía que lo hizo por la forma en que el agarre férreo de Andrew en
su cráneo se relajó. Nathaniel mantuvo una mano enterrada en el
cabello de Andrew, pero finalmente bajó la otra. En un silencioso
alemán, dijo.
—¿Te dijeron quién soy?
—No tuvieron que hacerlo. Estrangulé las respuestas fuera de
Kevin en el camino hacia aquí —Andrew ignoró la forma en que
Nathaniel lo miró boquiabierto y dijo—: Supongo que no eras
huérfano después de todo. ¿Dónde está tu padre ahora?
—Mi tío lo ejecutó —dijo Nathaniel, preguntándose. Cruzó una
precaria línea y presionó dos dedos en el pecho de Andrew, sobre
su corazón. El recuerdo lo heló hasta los huesos, y no pudo evitar
un escalofrío—. Pasé toda mi vida deseando que muriera, pero
nunca pensé que lo haría. Pensé que era invencible. No puedo creer
que haya sido tan fácil.
—¿Fue fácil? —preguntó Andrew—. Kevin nos dijo para quién
trabajaba.
Nathaniel no creía que ninguno de los agentes pudiera
entenderlos, pero los nombres eran difíciles de ocultar en cualquier
idioma. Estaba contento de que Andrew fuera lo suficientemente
inteligente como para no decir el nombre de los Moriyamas en voz
alta.
—Mi tío dijo que iba a tratar de negociar un alto el fuego. No sé si
él es lo suficientemente fuerte como para negociar con ellos, pero
me gustaría pensar que no se hubiera arriesgado sin un terreno real
para estar de pie. Prométeme que nadie le contó al FBI acerca de
ellos.
—Nadie les ha dicho una palabra desde que dijeron que no
podíamos verte.
El corazón de Nathaniel dio un vuelco. El calor que roía su pecho
era una fea mezcla de gratitud y vergüenza. Trató de hablar, pero
tuvo que aclararse la garganta antes de volver a intentarlo—. Pero,
¿por qué? No he hecho nada más que mentirles. De buena gana los
puse en peligro solo para poder jugar un poco más. Fueron
lastimados anoche por mi culpa. ¿Por qué me protegerían ahora?
—Eres un Zorro —dijo Andrew, como si fuera así de simple, y tal
vez así lo era.
Nathaniel bajó su mirada y movió la mandíbula, luchando por una
estabilidad que estaba perdiendo rápidamente. Apenas reconoció su
propia voz cuando dijo—: Andrew, quieren llevarme lejos de aquí.
Quieren meterme en el Programa de Protección de Testigos para
que la gente de mi padre no pueda encontrarme. No quiero… —
comenzó, pero eso no era justo—. Si me dices que me vaya, iré.
Él no dijo que lo mataría, pero no tenía que hacerlo. Andrew
enganchó sus dedos en el cuello de la sudadera de Nathaniel y la
jaló lo suficiente para que él lo sintiera. Por un momento, Nathaniel
estaba a meses de distancia de este momento, de pie en el
vestíbulo oscuro de la casa de Andrew, por primera vez con una
cálida llave clavándose en su palma. Se sentía como volver a casa,
y fue suficiente para aliviar su miedo.
—No vas a ir a ningún lado —dijo Andrew: las mismas palabras, la
misma promesa. Estaba hablando en inglés de nuevo, y Nathaniel
entendió por qué cuando escuchó las siguientes palabras de
Andrew. Andrew estaba jugando al instigador e invitando a los
Zorros a la pelea—. Te vas a quedar con nosotros. Si intentan
llevarte, perderán.
—Llevarte —hizo eco Dan—. ¿A dónde?
—¿Estamos hablando de llevarte para un interrogatorio, o llevarte
para siempre? —exigió Matt.
—Ambos —dijo Browning.
—No pueden tenerlo —dijo Nicky—. Él pertenece con nosotros.
—Cuando las personas descubran que todavía está vivo, vendrán
por él —dijo Browning—. Ya no es seguro para él, y por supuesto
que no es seguro para ustedes. Es mejor para todos si desaparece.
Ellos lo entendían mejor de lo que él lo haría, ya que Kevin ya les
había contado sobre la alianza Wesninski—Moriyama. Llevaban un
año lidiando con la locura de Riko gracias a Kevin, y no parecían
impresionados por las advertencias de Browning.
—¿Qué parte de váyanse al infierno necesitas que te
expliquemos? —preguntó Allison.
—Todos somos adultos legales aquí —agregó Matt—. Tomamos
nuestra decisión. A menos que él quiera quedarse contigo, será
mejor que nos regreses a Neil cuando hayas terminado con todas
tus preguntas.
—Neil no es una persona real —dijo Browning, harto de su
ignorancia voluntaria—. Es solo una tapadera que permite a
Nathaniel eludir a las autoridades. Ya es hora de dejarlo ir.
—Neil o Nathaniel o quien sea —dijo Nicky—. Es nuestro y no lo
vamos a dejar ir. ¿Quieres que votemos sobre eso o algo así? Te
apuesto que será unánime.
—Entrenador Wymack, explíqueles algo de sentido común a su
equipo —dijo Browning.
—Neil —dijo Wymack, y Nathaniel levantó su mirada sobre a
Andrew para mirar a Wymack. Nathaniel había visto esa expresión
en su rostro solo una vez, cuando Wymack trató de recomponerlo
después de Navidad. Era el aspecto de un hombre hecho viejo por
las tragedias de sus jugadores; era el aspecto de un hombre que los
ayudaría sin importar lo que le cueste. Nathaniel se sintió
desgraciado por causar esa expresión de nuevo, pero infinitamente
consolado por el apoyo incondicional de Wymack—. Habla conmigo.
¿Qué quieres?
Nathaniel tragó con fuerza contra el inesperado nudo en su
garganta. Sus palabras salieron tan abruptas que todos tuvieron que
callarse para comprenderlo—. Quiero… sé que no debería
quedarme, pero no puedo… no quiero perder esto. No quiero perder
a ninguno de ustedes. No quiero seguir siendo Nathaniel. Quiero ser
Neil el mayor tiempo posible.
—Bien —dijo Wymack—. Sería un infierno adaptar Wesninski en
una camiseta.
Browning se frotó las sienes.
—Me gustaría hablar con usted.
—¿Acerca de?
—Su disposición para poner a sus jugadores en un considerable
peligro, por ejemplo.
—Renunciar a Neil ahora va en contra de todo lo que somos —
dijo Wymack—. Estoy listo para discutir sobre esto durante el tiempo
que sea necesario, pero no si eso significa gastar el tiempo
asignado para Neil. Eso no es justo para ninguno de ellos.
Andrew tiró de la sudadera de Nathaniel y dijo en alemán.
—Líbrate de ellos antes de que los mate.
—Están esperando respuestas —dijo Nathaniel—. Nunca fueron
capaces de acusar a mi padre mientras estaba vivo. Esperan que
sepa lo suficiente como para comenzar a perjudicar a su círculo en
su ausencia. Les voy a decir la verdad, o todo lo que pueda sin
decirles que mi padre estaba actuando por las órdenes de alguien.
¿Quieres estar ahí para eso? Es la historia que debería haberte
dado hace meses.
—Me tengo que ir —dijo Andrew—. No confío en que te regresen.
Andrew lo soltó y se puso de pie. Nathaniel se levantó sin su
ayuda y miró a Andrew y a Wymack.
—Lo siento —dijo en inglés—. Debería haberte dicho, pero no
pude.
—No te preocupes por eso en este momento —dijo Wymack—.
Veinte minutos no son lo suficientemente largos para esta
conversación. Podemos hablar de ello en el camino de vuelta al
campus, ¿verdad?
—Sí —dijo Nathaniel—. Lo prometo. Solo tengo que hablar con
ellos primero.
—Entonces ve —dijo Dan. Cuando Nathaniel le devolvió la
mirada, ella enfatizó— Pero vuelve con nosotros tan pronto como
terminen contigo, ¿de acuerdo? Lo resolveremos como un equipo.
—Como una familia —Nicky intentó sonreír. Fue débil, pero
alentador.
Esto tenía que ser un cruel sueño. Su perdón amenazaba con
quemar a Nathaniel de adentro hacia afuera, sanándolo al igual que
maldiciéndolo. Él no merecía su amistad o su confianza. Nunca
podría pagarles por apoyarlo de esta manera. Podría intentarlo el
resto de su vida, por el tiempo que durara ahora que Stuart estaba
en la escena y Nathan estaba fuera, y siempre se quedaría corto.
—Gracias —dijo.
Allison rechazó su agradecimiento agitando su mano con una
ligereza que no coincidía con su tensa expresión.
—No, gracias a ti. Acabas de cerrar tres extraordinarias apuestas
y me ganaste quinientos dólares —dijo cuando Nathaniel la miró—.
Prefiero descubrir exactamente por qué y cuándo ustedes dos se
engancharon que pensar en este horror por más tiempo, así que
hablemos de eso en el viaje de regreso.
La mirada de Aaron se movió de Allison a Nathaniel a Andrew.
Estaba esperando que lo negaran, pensó Nathaniel, y su expresión
se volvió en blanco cuando ninguno de los dos lo hizo. Nicky abrió la
boca, luego la cerró de nuevo sin decir una palabra y miró fijamente
a Nathaniel. Kevin, sorprendentemente, no reaccionó en absoluto.
Nathaniel no tenía la energía para confirmar o negar nada en este
momento, por lo que simplemente miró a Andrew y le preguntó.
—¿Listo?
—Te estoy esperando—le recordó Andrew.
—No lo invité —dijo Browning.
—Confía en mí —dijo Wymack—. Te irá mucho mejor si los llevas
a los dos.
Browning lanzó una mirada calculadora entre ellos y se rindió con
impaciencia—: Nos vamos ahora.
Wymack se apartó para dejarlos pasar, pero cuando Nathaniel
llegó a la puerta, dijo.
—Te esperaremos, ¿está bien? Tanto como sea necesario, Neil.
Nathaniel asintió y salió al balcón. Él y Andrew bajaron las
escaleras detrás de Browning y se metieron en el asiento trasero de
la SUV. Browning se sentó delante de ellos y cerró de golpe la
puerta. Nathaniel observó hasta que el hotel desapareció por la
ventana, luego miró a Andrew y preguntó en alemán.
—¿Realmente puedo ser Neil otra vez?
—Le dije a Neil que se quedara —dijo Andrew—. Deja a Nathaniel
enterrado en Baltimore con su padre.
Nathaniel miró por la ventana otra vez y se preguntó si eso sería
posible. Sabía en cierto sentido que nunca podría dejar a Nathaniel
atrás. Incluso si Stuart pudiera hablar con los Moriyamas, todos
sabrían que el hijo de Nathan estaba vivo y coleando. Nathaniel
siempre sería un riesgo de seguridad para ellos. Pero la idea era
emocionante y escalofriante por momentos, y Nathaniel giró su
mano para estudiar su palma. Él trazó la llave de Andrew en su piel
con su dedo vendado.
—Neil Abram Josten—, murmuró Neil, y se sentía como
despertarse de un mal sueño.

***
Neil sabía que hablar con el FBI no iba a ser fácil, pero no había
esperado que fuera tan extenuante. Pasó el resto del sábado y todo
el domingo encerrado con ellos en sus oficinas. La única vez que
Andrew y Neil abandonaron su línea de visión fue cuando alguien
vino a ver las heridas de Neil, y los dos nunca se quedaron solos.
Los agentes trajeron comida para que no tuviera que abandonar el
edificio, lo escoltaron hacia y desde el baño y colocaron catres para
que él y Andrew pudieran dormir en el lugar bajo vigilancia.
A cambio de su cuestionable hospitalidad, Neil les contó todo.
Comenzaron con la llamada telefónica de Lola y pasaron por el
tiroteo, donde Neil puso tantos nombres a las caras como pudo.
Casi tan importante como quién murió era quién había sobrevivido.
Ni Romero ni Jackson habían estado en la casa. Desde allí, pasaron
en la infancia de Neil y todas las cosas terribles que eso conllevaba.
Después de que escudriñaron su memoria por todo lo relacionado
con la gente de su padre y los robos conocidos, siguieron con el
paradero de Neil durante los siete años entre Baltimore y Millport.
Neil los llevó paso a paso a cada alias y residencia, pero se negó a
delatar a los contactos de su madre. Alegó ignorancia en función de
su edad en ese momento, y después de hacerle la pregunta de
veinte maneras diferentes, los agentes eventualmente se rindieron.
Neil les dijo dónde la gente de su padre los había alcanzado, los
lugares donde el mismo Nathan había aparecido pisándole los
talones, y se detuvo con la muerte de su madre.
Tuvieron que reconocer a los Hartford en un punto, pero fue una
conversación cautelosa. El FBI no podía admitir cualquier trato que
hubieran hecho y Neil no podía probar nada. En cambio, se
concentraron en lo que Neil sabía de Stuart desde su juventud. Neil
no tenía mucho que ofrecer, pero lo poco que tenía se convirtió en
un punto de inflexión sobre cómo lo veían algunos de los agentes.
Hasta esa conversación, lo miraban y solo veían al hijo de Nathan.
Descubrir que había elegido una vida huyendo que una vida
sedentaria con otra familia criminal le ganó puntos con más de un
federal.
Dos veces el domingo volvieron a mencionar el Programa de
Protección de Testigos, pero Neil rechazó las dos veces. Les estaba
dando todo lo que necesitaban para construir un caso y estaba
dispuesto a testificar si podían conseguir a cualquiera de las
personas de Nathan en el estrado. Hasta entonces, él quería
quedarse como estaba. Si lo metían contra su voluntad,
simplemente se soltaría su correa y regresaría al estado de
Palmetto. Andrew dijo que los Zorros nunca dejarían que Neil
desapareciera tranquilamente. Crearían un alboroto y meterían la
prensa hasta el cuello hasta que alguien lo delatara. Los agentes los
llamaron egoístas e imprudentes, pero Neil y Andrew se
mantuvieron firmes.
Neil no sabía que habían ganado la discusión hasta que Browning
soltó un par de aplicaciones en la mesa frente a él. La primera era
una solicitud oficial para cambiar de nombre, la segunda y tercera
eran para un pasaporte y una licencia de conducir, y la última era
para la tarjeta de seguridad social reeditada debido a la primera.
Una imagen que Neil reconoció vagamente se sostenía a la
segunda hoja con un clip; era una fotografía que Wymack había
tomado de él el verano pasado para su expediente escolar. En él
todavía tenía cabello y ojos marrones, y su rostro estaba libre del
tatuaje de Riko. A pesar de la imagen, la aplicación ya estaba medio
llena e indicaba que su color de ojos natural era azul. Neil supuso
que la imagen se encogería hasta nadie notaría la discrepancia.
Estaba tan distraído por la imagen que le llevó un momento
comprender el significado de lo que le habían entregado. En la parte
superior de cada página se encontraba el nombre Neil Josten. Todo
lo que Neil tenía que hacer era firmar las líneas punteadas.
—Considera esto un contrato con nosotros —dijo Browning,
sonando tan molesto como siempre. Esperó a que Neil lo mirara
antes de continuar—. Una vez que firmas esto, comenzamos el
proceso para instalar a —Neil Josten— como un miembro válido y
funcional de la sociedad. Eso significa que ya no tendrás que correr
más y que no habrá más identificaciones falsas. Vas a ser Neil
desde ahora hasta tu muerte. No tienes permitido cambiar de
opinión. Incluso si pides un café con leche bajo un seudónimo,
vamos a tener un grave problema.
—Bolígrafo —dijo Neil, tendiéndole la mano. Cuando Browning no
se movió lo suficientemente rápido, dijo—: Lo entiendo. Solo dame
un bolígrafo para que pueda firmarlo.
Browning lo arrojó sobre la mesa. Andrew lo atrapó antes de que
pudiera caer por el borde y se lo pasó. Neil garabateó su nombre a
lo largo de cada línea punteada y le devolvió la pila. Browning se los
pasó a otra persona y observó la mesa llena de archivos.
—Hemos terminado aquí —dijo Browning—. Si pensamos en otra
cosa, te lo haremos saber.
—Estoy seguro de que lo harán—. Neil se puso de pie y estiró los
calambres del día. La sala de conferencias que habían ocupado no
tenía ventanas, pero el reloj de la pared decía que eran las nueve y
media. Habían estado aquí por casi trece horas. El día se había
sentido largo cuando mientras avanzaba, pero el hecho de saber
cuántas horas había perdido lo llevó de estar cansado a totalmente
exhausto. Restregó cuidadosamente los talones de las manos
contra sus ojos y ahogó un bostezo.
—Stetson te dará un aventón —dijo Browning cuando Neil bajó las
manos a sus costados.
Stetson era un hombre sin sentido del humor que habían visto
ocasionalmente durante el día. A Neil no le importaba ni la mitad
que Browning porque Stetson no les había dicho una sola palabra.
El final del interrogatorio no era razón suficiente para romper ese
silencio, al parecer. Los recogió con una mirada y los llevó a su
automóvil. Neil se sentó en el asiento trasero con Andrew y jugueteó
con las vendas en su rostro. Andrew palmeó la parte trasera de su
cabeza cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo e ignoró el
ceño fruncido de Neil.
Stetson los acompañó a la habitación del hotel, pero los Zorros se
habían dispersado en su ausencia. Tener que pasar la noche
significaba que tuvieron que adquirir suficientes camas para todos.
Esta habitación con sus dos camas Queen ahora solo albergaba a
Abby y Wymack. Wymack miró a Neil y luego a Andrew, luego
centró su atención en Stetson.
—¿Me llevas al autobús? —preguntó. Esperó a que asintiera, e
hizo un gesto para que Andrew y Neil se sintieran como en casa—.
Vuelvo enseguida. Averigüen si nos quedamos o nos vamos.
Él cerró la puerta detrás de sí. Neil escuchó a través de la madera
el leve sonido de unos pasos en las escaleras, luego cerró la puerta
con llave y tiró de la cadena. Abby se sentó en el medio de una de
las camas, y tendió ambas manos hacia Neil cuando se apartó de la
puerta.
—Déjame echarte un vistazo.
Neil no podía arrastrarse a través de la cama hacia ella o
empujarse con sus manos, así que se quitó los zapatos y se subió a
la cama. Dio un par de inestables pasos hacia ella y se sentó antes
de que pudiera caerse. El colchón se movió cuando Andrew se
colocó detrás de él. Neil dejó su bolsa de medicina donde Abby
podría tomar los antibióticos si era necesario, pero ella tenía el
botiquín de primeros auxilios, inusualmente bien provisto, de los
Zorros en su mesita de noche. Se inclinó para recogerlo, lo dejó a
un lado y tomó las vendas de su rostro.
Ella trabajó en silencio. No necesitaba hablar cuando su expresión
decía lo suficiente. Cuando terminó, comenzó a desenvolver las
vendas del brazo derecho de Neil. Andrew se movió un poco más
cerca, ya que todavía no había visto los brazos descubiertos de Neil,
pero Neil mantuvo sus ojos en Abby. La pena y la indignación
lucharon por dominar el rostro de Abby, pero se mordió la lengua
hasta que llegó a la mano de Neil.
Ella tragó saliva.
—Oh, Dios mío, Neil.
Neil finalmente se arriesgó a mirar su brazo. Su piel estaba
cortada con líneas paralelas que estaban negras por las costras
sanguinolentas, pero no lo suficientemente profundas como para
necesitar puntos de sutura. Lola había llenado los espacios entre
ellas con quemaduras superficiales, círculos perfectos que iban
desde su codo hasta una pulgada de su muñeca. Se había herido
las muñecas por las esposas de una manera que no se podía coser;
la piel estaba tallada en una línea poco profunda a lo largo de las
cicatrices que Riko le había dado hace unos meses. Moretones
oscuros formaban una gruesa banda alrededor de su muñeca y se
alargaban hasta su pulgar. Sus nudillos estaban tan quemados que
Neil tuvo que flexionar los dedos para asegurarse de que
funcionaran.
Durante medio segundo estuvo de regreso en el auto con el
cuchillo de Lola en su piel y sin ningún sitio a donde ir, excepto a
seis pies bajo tierra. Neil no supo qué sonido hizo, pero los dedos de
Andrew eran un peso repentino e implacable en la parte posterior de
su cuello. Andrew lo empujó hacia adelante y lo sostuvo hacia abajo.
Neil trató de respirar, pero su pecho estaba tan apretado como una
goma elástica lista para romperse.
—Se acabó —dijo Abby mientras pasaba los dedos suavemente
por su cabello—. Se acabó. Vas a estar bien. Te tenemos.
Neil respiraba, inhalar y exhalar, demasiado superficial para llegar
a sus pulmones, demasiado rápido como para hacerle algún bien.
Flexionó los dedos otra vez, luego los apretó, sabiendo que estaba
abriendo las costras, sabiendo que estaba tirando de la carne
quemada que intentaba con todas sus fuerzas sanar, pero
necesitaba saber que aún tenía el control. Necesitaba saber que su
padre y Riko habían perdido, que podía alejarse de esto y regresar a
la cancha como Neil Josten. Por un momento esa determinación fue
suficiente para darle un poco de claridad, y Neil estaba
desesperadamente agradecido de no tener aliento para reírse.
Sabía lo asustado que sonaría.
—Basta —dijo Andrew, como si realmente fuera así de simple.
No lo era, pero la enredada mezcla de enojo y exasperación de
Neil fue suficiente para poner hipar en su jadeo. Eso interrumpió el
ritmo frenético lo suficiente como para que Neil pudiera respirar
hondo. Él inhalo una segunda vez tan profundo como pudo, luego
una tercera tan lentamente como pudo soportarlo. Su interior aún
estaba temblando para su sexta respiración, pero estaba lejos del
acantilado y a salvo en sus manos, y a Neil no le importaba si se
sentía a dos segundos de volverse violentamente enfermo. Se
quedó sin fuerzas y dejó que Andrew lo levantara de nuevo. Mirarlo
era más seguro que enfrentar el daño otra vez, por lo que Neil
estudió el perfil de Andrew y dejó que Abby trabajara.
Abby estaba a punto de terminar con su brazo izquierdo cuando
Wymack regresó. Andrew tuvo que levantarse para dejarlo entrar,
pero regresó. Wymack se paró entre las camas para examinar el
desastre. Su expresión era ilegible, pero sus ojos entrecerrados
eran sombríos, y Neil sabía cómo leer la ira en cada centímetro del
cuerpo de un hombre mayor. Neil hizo otro puño, una promesa
silenciosa de que sus manos todavía estaban en buen estado. No
hizo nada para aliviar la tensión de los hombros de Wymack.
—¿Estamos pasando la noche aquí? —preguntó Wymack.
—Odio Baltimore —dijo Neil—. ¿Podemos irnos?
Wymack asintió y miró a Abby.
—¿Cuánto tiempo necesitas?
—Diez minutos, tal vez —dijo Abby—. Terminaremos para cuando
todos estén listos y en el autobús.
—Los reuniré —dijo Wymack—. No te molestarán hasta que
estemos de vuelta en el campus.
—Les prometí respuestas —dijo Neil.
—El autobús no está estructurado para una conversación como
esta. Incluso dos en una fila estarían demasiado separados para
escucharte fácilmente. Los vestuarios tienen una mejor estructura.
Toma una siesta en el camino al estadio y lidia con ellos en un lugar
familiar.
—La llave de mi habitación está en la cómoda —le dijo Abby a
Wymack.
Wymack lo tomó, agarró su papeleo y se fue a buscar a los
Zorros. Abby terminó de limpiar y volver a vendar los brazos de Neil,
y Neil y Andrew esperaron mientras ella re-empaquetaba su bolso.
Neil se tragó algunos analgésicos sin agua antes de darle su
medicina para el viaje de regreso. El equipo no había venido a
Baltimore con mucho, solo lo que necesitaban para el partido en
Nueva York, pero Neil comprobó cada cajón para asegurarse de que
nada era dejado atrás.
El autobús los estaba esperando abajo, con la puerta abierta y las
luces encendidas. Matt estaba colocando la última bolsa del equipo
en el compartimiento de almacenamiento cuando se acercaron.
—Dejé mi equipo de vestuario en Nueva York —dijo Neil.
—Andrew lo encontró mientras te estaba buscando —dijo Abby—.
Tu maleta estaba cuatro puertas lejos para cuando la policía resolvió
la revuelta. Todo está un poco peor por el desgaste, pero al menos
todo está justificado.
Matt cerró las puertas de golpe, tiró de las manijas para
asegurarse de que las cerraduras estuvieran bien, y le dio a Neil una
mirada.
—Oye —dijo—. El Entrenador nos hizo prometer que te
dejaríamos en paz, pero ¿estás bien?
—No —dijo Neil—, pero creo que lo estaré.
Subió al autobús y encontró a los Zorros sentados uno en cada
asiento. Por lo general, dejaban espacio entre los estudiantes
mayores y el grupo de Andrew, pero esa noche Nicky, Aaron y Kevin
se habían instalado directamente detrás de sus compañeros
mayores. Neil habría tomado el cojín detrás de Kevin, excepto que
Andrew se dirigió a su asiento habitual en la parte trasera. Neil lo
siguió y se sentó frente a Andrew, dejando un espacio de dos
asientos entre él y el resto de los Zorros.
Sentirse cómodo fue casi imposible gracias a las heridas en su
rostro. Tuvo que dormir de espaldas, pero el asiento no era lo
suficientemente largo para que estirarse por completo. Sus
pensamientos lo mantuvieron despierto la mayor parte de la noche,
pero se las arregló para dormitar ocasionalmente. Esos fragmentos
de descanso robados hicieron casi más daño que bien, pero algo
era mejor que nada.
Neil sabía que se estaban acercando cuando Wymack aparcó el
autobús frente a una estación de servicio. Se necesitaron tres
Zorros para llevar suficientes cafés para todos, y no se molestaron
en pasar los vasos. Un par de minutos más tarde, la Foxhole Court
apareció a la vista de la ventana de Neil. Verlo fue una sacudida de
adrenalina muy necesaria. Neil pasó sus nudillos vendados a lo
largo de la fría ventana.
—Neil Josten —murmuró—. Número diez, delantero titular,
Foxhole Court.
Incluso si los Moriyamas rechazaban la tregua de Stuart y venían
tras él, el proceso había comenzado. Neil Josten estaba en el
sistema para convertirse en una persona real. Él no moriría como
una mentira.
Wymack apagó el motor, y Neil se sentó cuidadosamente. Los
Zorros se bajaron del autobús y repartieron sus cosas. Neil buscó su
bolso y lo encontró colgando sobre el hombro de Matt. Trató de
tomar una bandeja de café en su lugar, pero Dan les envió a sus
manos envueltas una mirada penetrante e ignoró su silenciosa
oferta.
Entraron y se acomodaron en la sala. Dan, Renee y Allison
repartieron las bebidas. Wymack había llenado una bolsa de plástico
con bocadillos, todo desde rosquillas con azúcar glas hasta papas
fritas, y la colocó sobre la mesa para que todos pudieran tomar algo.
Nicky tomó una barra de proteína de la mezcla y se la pasó a Neil.
Neil trató de abrir la envoltura de aluminio y siseó a través de sus
dientes apretados por la quemadura en sus nudillos. Andrew le quitó
la barra, la abrió rápidamente y la dejo caer en las manos de Neil.
Kevin se inclinó para mirar más allá de Andrew hacia Neil. Habló
en un francés bajo pero urgente y dijo.
—Tenemos que hablar de esto.
—Vamos a hacerlo —dijo Neil.
—Esto —dijo Kevin, con énfasis, y tocó su tatuaje.
—No ahora —dijo Neil—. Luego.
—Neil.
—Dije que no.
Andrew no podía entenderlos, pero entendió el filo en la voz de
Neil. Puso una mano sobre el hombro de Kevin y lo empujó hacia
atrás. Kevin abrió la boca para discutir, pero se contuvo. Presionó
una mano cuidadosamente en su moteada garganta y miró hacia
otro lado. Wymack fue el último en sentarse y, de repente, Neil
volvió a ser el centro de atención.
Miró alrededor de la habitación y dijo con incertidumbre.
—No sé por dónde empezar.
—¿Por el principio? —sugirió Dan.
Estaban menos interesados en su padre que en el propio Neil, y
aún no necesitaban ni querían el nivel de detalles que le había dado
al FBI. Kevin había compartido parte de la verdad en el viaje de
Nueva York a Maryland, pero Neil no sabía todo lo que les había
contado. Era probable que Neil estuviera repitiendo uno o dos
detalles, pero nadie lo detuvo.
Les dijo quiénes eran sus padres oficialmente y en realidad.
Admitió que había jugado en la liga pequeña de Exy durante un par
de años bajo un nombre diferente y en una posición diferente. Les
contó sobre la abrupta decisión de su madre de huir, los terribles
ocho años en la huida, y el enfrentamiento que terminó con la
muerte de su madre. Les contó cómo terminó en Millport y por qué
intentó allí para el equipo de Exy.
Les dijo por qué había arriesgado todo para venir aquí, lo qué
había significado cuando descubrió quiénes eran los Moriyamas y
cuántas veces había pensado en huir antes de cortar las cosas
demasiado cerca. Juró que no había sabido hasta el banquete de
otoño quién era realmente su padre para los Moriyamas y que
incluso ahora, solo entendía vagamente la intrincada jerarquía entre
las ramas de los Moriyama y el círculo Wesninski. Él sabía menos
cómo se suponía que su tío pertenecía allí.
Les contó cómo había tenido la intención de terminar el año, cómo
había esperado al menos pasar el campeonato y tener una
revancha con Riko, pero cómo se había dado cuenta meses atrás
que no volvería el año siguiente. Era la respuesta que
probablemente más se merecían, porque esa fatalista decisión
había coloreado todas las demás interacciones con ellos y
alimentado su determinación de no permitir que se acercaran
demasiado a él.
Lo escucharon todo sin interrumpir y se sentaron en silencio
durante un largo tiempo. Las eventuales preguntas fueron
inevitables, y Neil respondió todo lo que le preguntaron. Parecían
sorprendidos al principio por la honestidad, sin importar la historia
que se le había contado, y se sentían animados por sus respuestas
sin vacilación. Renee no dijo nada hasta que la curiosidad de todos
se había calmado temporalmente, y luego de alguna manera emitió
un urgente sonido que casi parecía amable.
—Dijiste que tu tío está negociando una tregua con Kengo. ¿Qué
pasa si no puede?
Neil no perdió el tiempo suavizando su respuesta.
—Se desharán de mí.
—No hablas en serio —dijo Matt, alarmado.
—Soy un cabo suelto —dijo Neil —lo suficientemente peligroso en
un buen día e imperdonable cuando Kengo se está muriendo. Los
Moriyamas no pueden permitirse las goteras en su imperio cuando
están a punto de cambiar tanto poder.
—¿Cuándo lo sabrás? —preguntó Dan.
—El tío Stuart dijo que se pondría en contacto conmigo cuando
terminara de arreglar las cosas.
—No te preocupes —dijo Nicky, con un intento fallido de alegría—.
Andrew te protegerá.
Kevin lo miró horrorizado.
—Estos son los Moriyamas, Nicky. Esto no es Riko y el Maestro;
este no es el padre de Neil. Andrew no puede…
—Lo sé —interrumpió Nicky, irritado—. Solo cállate.
Cayeron en un incómodo silencio. Wymack los miró, y luego dijo.
—Una cosa más: si la prensa no se ha enterado todavía, es
inevitable que lo hagan. Browning me contó los pasos que estaban
tomando para ocultar tu nombre, pero si alguien los siguió desde el
hospital hasta el hotel lo descubrirán. No importa que el autobús no
estuviera en el lugar; si vieron a alguno de nosotros cambiando de
habitación, nos seguirían hasta ti.
—Luciendo de esta manera —señaló su propia cara —será toda
la respuesta que necesitan. El FBI puede pedirles que tomen en
cuenta tu seguridad antes de comenzar a publicar artículos, pero
desde que rechazaste su protección no saben cuánto peso tendrán
sus palabras. Resuelve tan pronto como puedas hasta qué punto los
dejarás empujar y hasta dónde quieres que tracemos la línea.
—En general, es mejor darles las respuestas que quieren —dijo
Allison—. Si satisfaces su curiosidad, no tendrán que recurrir a
métodos más contundentes. Además, la prensa sirve a la voluble
mente del interés público. No pueden enfocarse en ti por mucho
tiempo. Algo más los distraerá.
—El público general, tal vez —dijo Dan —pero los fanáticos de
Exy lo recordarán mucho después de que todos hayan seguido
adelante. Arrastrarán a los otros equipos y les permitirán decir lo
que quieran de ti. Va a ser nuestro primer año de nuevo, pero peor.
—A menos que encontremos algo que quieren más que una parte
de mí —dijo Neil.
—¿Como qué? —preguntó Matt—. Es una historia difícil de
superar.
Neil se inclinó hacia delante y le dio una mirada a Kevin. Él
respondió en francés.
—No les importará ni un poco mi padre cuando descubran quién
es el tuyo. Siempre serás una noticia más importante que yo para
ellos.
La boca de Kevin se redujo a una línea de desaprobación—. No
es el momento.
—Haz que sea el momento. Necesito tu ayuda, y deberías
habérselo dicho hace años —lo acusó Neil. Cuando Kevin no
respondió, Neil lo interpretó como el renuente acuerdo que quería.
Se enderezó y volvió al inglés—. Vamos a dividir su atención entre
nosotros. Kevin va a decir quién es su padre.
—Espera, ¿sabes quién es él? —Nicky le preguntó a Kevin,
sorprendido.
—Lo averigüe —dijo Kevin, un filo en sus palabras—. Mi madre le
escribió al maestro cuando descubrió que estaba embarazada.
Saqué la carta de su casa y la oculté en el estadio hace unos años.
—Y yo la tomé de Evermore —dijo Neil. Se encogió de hombros
ante la mirada de sorpresa que Kevin le lanzó—. Jean me mostró
dónde estaba. Lo robé para que hicieras algo al respecto.
—Entonces, ¿quién es? —preguntó Dan.
—Lo contactaré antes de contarle a alguien más —dijo Kevin—.
Merece una advertencia.
Renee miró a Neil y dijo.
—¿Qué necesitas de nosotros, Neil?
No le tomó mucho pensarlo.
—Todo lo que necesitaba, ya me lo dieron. Me dejaron quedarme.
La sonrisa de Renee fue lenta y dulce. Dan se levantó y cruzó la
habitación para darle a Neil un cuidadoso abrazo. Ella no lo abrazó
como Abby lo hizo, como si pensara que él podría derrumbarse sin
su apoyo. Había una ferocidad silenciosa en sus dedos mientras lo
tomaba de los brazos y él podía sentir la tensión en su cuerpo
donde ella se apoyaba contra él. Esto no era consuelo; era algo
protector y desafiante. Ella lo estaba reclamando como parte de su
equipo. De alguna manera, fue suficiente para aliviar el estrés del
último día. Esa paz tan necesaria solo hizo que Neil se diera cuenta
de lo exhausto que todavía estaba, y apenas logró sofocar un
bostezo.
Dan lo soltó y retrocedió un paso cuando Neil finalmente se relajó
—Vamos. Ha sido un día largo y estoy listo para terminar con
esto. Durmamos y descubramos en la mañana a dónde ir desde
aquí. Tal vez todos desayunemos juntos o algo así. ¿De acuerdo?
—Está bien —estuvo de acuerdo Neil, y los Zorros se pusieron de
pie.
Abby le entregó su medicina.
—Déjame checarte de nuevo mañana, pero ten cuidado cuando te
bañes, ¿sí? Envuelve tus brazos si puedes. Si el jabón toca en esas
quemaduras, te dolerá.
Neil asintió, miró a Wymack por última vez y siguió a sus
compañeros de equipo. Sus autos todavía estaban en el
estacionamiento donde los habían dejado hace un par de días.
Andrew abrió la cerradura de su auto y Nicky abrió la puerta del
copiloto para Neil. Neil subió y no se molestó en luchar con el
cinturón. Tan pronto como sus extremidades estuvieron fuera del
camino, Nicky cerró la puerta y entró. Los mayores se amontonaron
en la camioneta de Matt y Matt se retiró detrás de Andrew.
Era la mitad de la noche, pero por lo general todavía sucedía algo
en el campus. Hoy el terreno estaba muerto, y le tomó a Neil un
momento recordar que eran en las vacaciones de primavera. La
comprensión fue seguida rápidamente por un parpadeo de culpa; los
otros habían planeado volar el domingo por la mañana. Habían
perdido sus vuelos por quedarse en Baltimore con él. Le preguntó a
Dan sobre eso cuando volvieron a encontrarse en la Torre Fox, pero
ella lo rechazó como si fuera algo sin importancia.
Nadie habló de eso, pero de alguna manera todos terminaron en
la habitación de Neil y Matt. Matt y Aaron apartaron el sofá del
camino, y las chicas aparecieron un minuto después con mantas. La
sala de estar no estaba destinada para que nueve cuerpos
durmieran, pero de alguna manera hicieron que funcionara. Los
zorros iban y venían mientras agarraban almohadas y se ponían el
pijama. Por un momento, sin embargo, Neil y Matt estuvieron solos.
Matt apretó con cuidado el hombro de Neil.
—Las cosas podrían haber ido mucho peor —dijo en voz baja
Matt—. Me alegra que no lo hayan hecho. Si quieres algo, necesitas
algo, háznoslo saber. ¿De acuerdo?
—Está bien —dijo Neil.
—Lo digo en serio —enfatizó Matt.
—Lo sé —dijo Neil—. Ya terminé de mentirte, Matt. Lo prometo.
Matt suspiró, pero parecía más cansado que escéptico.
—Ojalá no se hubiera necesitado todo esto para conseguirlo, pero
creo que lo entiendo. Muchas cosas sobre ti tienen sentido ahora,
en realidad. Con una notable excepción—agregó Matt secamente —
pero voy a dejar que Allison maneje esa conversación. Ella me
matará si le quito el mérito.
—Genial —dijo Neil. Matt sonrió ante su tono poco entusiasta. Neil
pensó que tal vez era mejor no saberlo, pero preguntó— ¿Eso
significa que apostaste en contra?
—Aposté por ti y contra él —dijo Matt, y se encogió de hombros
ante la mirada de sorpresa de Neil—. Soy tu compañero de cuarto.
Nunca hablaste sobre las chicas, incluso cuando Seth y yo nos
poníamos a hablar sin parar. Lo noté, pero pensé que dirías algo si
quisieras que lo supiéramos. Solo para que lo sepas, a mí no me
importa de ninguna manera —dijo Matt—, excepto que hubiera
juzgado seriamente tu gusto hace un par de días.
Neil supuso que la racha territorial de Andrew en Baltimore tuvo
mucho que ver con el cambio de opinión de Matt.
—¿De verdad ahorcó a Kevin?
—Nos tomó a tres de nosotros quitárselo de encima —dijo Matt.
Neil no sabía qué decir sobre eso. Matt le dio un minuto, luego
palmeó su hombro y fue a cambiarse. Neil pensó en desnudarse,
decidió que tomaría demasiado esfuerzo y se sentó sobre sus
mantas para esperar al resto de los Zorros. Terminó en el centro del
cuarto, con Andrew a un lado y Matt al otro lado. Sus pensamientos
deberían haberlo mantenido despierto toda la noche, pero con sus
amigos tan cerca Neil no podía preocuparse por nada. Neil estudió
la cara de Andrew hasta que ya no pudo mantener sus ojos abiertos.
Soñó con enfrentar a su padre en una cancha de Exy, y en su
sueño, los Zorros ganaron.
CAPÍTULO QUINCE

Traducido por Ro Grigori


Corregido por Vaughan

Los planes para desayunar el lunes se pospusieron para un


almuerzo a causa de lo tarde que se habían despertado. Los
comedores estaban cerrados durante las vacaciones de primavera,
pero había un restaurante a diez minutos en la carretera que servía
desayunos todo el día. Los Zorros se dispersaron para prepararse,
llevándose las mantas y almohadas fuera de la habitación. Kevin fue
el único que se quedó atrás. Neil sabía por qué, pero todavía estaba
demasiado cansado para esta conversación. Luchó por ponerse de
pie y siguió a Matt a la cocina con su bolsa de medicina. Estarían
comiendo en una hora, pero aparentemente era demasiado tiempo
para esperar por café. Matt enjuagó la olla en el fregadero y
comenzó a llenarla.
Neil levantó una taza del armario y sacó su medicina de la bolsa.
Entonces se detuvo, porque solo podía imaginarse cuánto le
lastimaría los dedos el desenroscar la tapa de seguridad para niños.
Buscó algo para hacerlo más fácil y vio a Kevin esperando en la
puerta.
Kevin miró de Neil a Matt y habló en francés.
—Cuando Riko descubra lo que tu padre te hizo en la cara,
tomará represalias.
Por ahora, Matt estaba acostumbrado a que farfullaran en idiomas
extranjeros a su alrededor. No dio señales de que los escuchaba o
le importara lo que estaban diciendo, pero sacó los granos de café y
filtros del armario. Neil luchaba consigo mismo, su corazón latiendo
apresuradamente por los nervios injustificados. Estudió el perfil de
Matt hasta que Matt cortó el molinillo, luego miró hacia Kevin.
—¿Puede hacer algo al respecto, sin embargo? —preguntó Neil
en inglés.
Matt se congeló con el filtro hasta la mitad de la cafetera. En la
entrada, Kevin se tensó en incomprensión o desaprobación. Neil
sintió los ojos de Matt sobre él, pero no le devolvió la mirada.
Anoche había dicho que había terminado de mentirle a Matt. No
podía esperar que Matt le creyera si hablaba detrás de su espalda
hoy. Los estudiantes mayores ya sabían toda la historia ahora, de
todos modos, así que no había ninguna razón para ocultar esta
inevitable complicación.
—Ahora Kengo sabe que mi padre está muerto y que estoy vivo.
Peor aún, él sabe que el FBI ya me ha hablado. Tiene que tomar
una decisión sobre mí de una forma u otra. ¿Riko se arriesgará a
hacer el primer movimiento?
Kevin le dio una fría mirada a Matt, pero obedientemente cambió
la conversación al inglés—. Tocaron lo que nunca deberían haber
tocado. Al borrar tu tatuaje, lo han hecho a un lado como si fuera
insignificante. Riko no lo tolerará—. Kevin levantó su mano izquierda
como un excelente ejemplo del violento complejo de inferioridad de
Riko—. Si cree que puede escabullirse de su padre para atraparte,
lo hará.
—Déjalo intentarlo —dijo Neil—. Él sabe dónde puede
encontrarme.
—Tu falsa bravuconería no ayuda a nadie.
—Tampoco tu cobardía —señaló Neil—. Solo le tenía miedo a
Riko porque él sabía quién era. ¿Qué puede tener contra mí ahora
que todo el mundo sabe la verdad? —Neil le dio a Kevin un
momento para digerirlo y luego dijo—: Andrew dice que los Cuervos
tienen que dejar que esta disputa siga su curso esta primavera, por
lo que Riko ni siquiera puede atacar al resto de ustedes. Podrían
patear y hacer un poco de escándalo, pero están a salvo de ellos
por ahora.
—¿Tú le crees? —preguntó Matt.
Neil se encogió de hombros.
—Tetsuji calmó a sus locos fanáticos diciendo que los Cuervos se
encargarían de nosotros en la cancha. Él tiene que cumplir, así que
sí, le creo a Andrew. Pero oye, dado que las manos de Riko están
atadas —dijo Neil, mirando a Kevin —ahora el momento perfecto
para quitártelo de la cara.
Kevin tardó un momento en captarlo y se sacudió como si lo
hubieran golpeado.
—Ni siquiera bromees así.
—No estoy bromeando. Allison dijo que me prestaría dinero para
quitarme el mío. Tal vez ella haga lo mismo por ti ahora que yo no
necesito su ayuda.
—No hay dudas —dijo Matt—. A ella le encanta un buen
escándalo.
—Detente —dijo Kevin—. Cállate.
—Se supone que ya terminaste de ser el segundo mejor —dijo
Neil—. Pruébalo.
Kevin le hizo un gesto cortante y se fue. No se molestó en cerrar
la puerta detrás de él, y Neil entendió cuando Andrew entró un
segundo después. Andrew traía un rollo de cinta adhesiva y algunas
bolsas de basura con él y pasó por la cocina para sentarse sobre las
mantas de Neil. Neil cerró la puerta de la habitación y fue a reunirse
con él en la sala de estar. Andrew esperó hasta que estuvo sentado
antes de levantar el borde inferior de la sudadera de Neil. Lo alzó
una o dos pulgadas, luego verificó otro punto y finalmente metió su
mano por debajo del borde.
—No estoy usando una camisa debajo de esto —dijo Neil.
Andrew aceptó eso en silencio y se dispuso a esperar. Neil
sostuvo una mano vendada por la cinta y las bolsas, pero Andrew
miró a lo lejos y lo ignoró. Matt terminó en la cocina y pasó junto a
ellos. Cuando la puerta del baño se cerró detrás de él y abrió la
regadera, Andrew hizo un gesto hacia la sudadera Neil. Neil trató de
no hacer una mueca de dolor al desabrochar los botones. Se sacó la
camisa hasta los codos antes de tomar un respiro y descansar sus
doloridas manos. Andrew le dio solo un segundo antes de quitarle
las mangas de los brazos de una por una.
Andrew colocó una bolsa de basura sobre cada brazo, cortó el
sobrante de las orillas y pegó los mellados extremos a los bíceps de
Neil. Jaló de ambas bolsas para comprobar si se soltaban y añadió
otra capa de cinta para asegurarse. Cuando terminó con los brazos
de Neil, Andrew comenzó con su cara. Recogió uno de los extremos
de plástico que había cortado, lo dobló una y otra vez sobre sí
mismo y lo pegó con cinta adhesiva sobre una de las mejillas de
Neil, como un vendaje negro y brillante. Neil estaba bastante seguro
de que Andrew puso más cinta que plástico en la cara de Neil, pero
Neil no iba a quejarse. Andrew terminó con su otra mejilla e
inspeccionó su obra. Neil supuso que estaba satisfecho con el
resultado final porque Andrew arrojó las tijeras y el rollo de cinta a
un lado.
Andrew jaló la manta de debajo de ellos y la colocó sobre los
hombros de Neil como una capa. Neil trató de juntar los extremos
sobre su pecho, pero no pudo agarrarlo con las bolsas sobre los
dedos. Andrew lo observó intentarlo dos veces, luego apartó sus
manos y lo hizo por él. Entonces no había nada que hacer excepto
esperar a que Matt terminara. Matt fue del baño a la habitación sin
disminuir la velocidad y vistiéndose en tiempo récord. En lugar de
desviarse hacia el fregadero del baño para arreglarse el cabello con
sus habituales picos con gel, llevó un peine a la sala de estar y miró
entre ellos. Neil miró en su dirección, pero Andrew no reconoció a su
audiencia.
—Voy a ver si Dan necesita ayuda para reprogramar su vuelo —
dijo Matt—. Ven al lado cuando estés listo.
—Está bien —dijo Neil.
Andrew se levantó y siguió a Matt hasta la puerta. Neil supuso que
se iba a duchar en su propia habitación, así que se levantó y se
dirigió al baño. Dejó caer la manta cuando oyó que se cerraba la
puerta, pero el posterior clic de la cerradura fue definitivamente
desde adentro. Neil miró hacia atrás, curioso, pero Andrew estaba
fuera de la vista.
Neil alcanzó la luz del baño. La bolsa alrededor de su mano se
pegó a las baldosas húmedas en la pared. Neil miró la ducha y se
preguntó si podría omitirla. Las bolsas protegerían sus heridas y
vendajes, pero también harían todo este proceso cien veces más
complicado. Sin embargo, no se había duchado desde el viernes por
la noche, así que no tenía muchas opciones en el asunto.
Los pies descalzos de Andrew fueron silenciosos contra la
alfombra, pero Neil vio una mancha de colores en el empañado
espejo y se giró. Andrew estudió su pecho con una mirada aburrida,
pero los dedos que presionó contra las cicatrices de Neil eran
pesados y persistentes. Neil esperó para ver si tenía algo que decir,
pero Andrew no había hablado con nadie desde que salieron del
hotel en Baltimore. Neil dudaba que los otros se hubieran dado
cuenta, ya que Andrew rara vez hablaba con Kevin o Nicky ahora
que estaba sobrio, pero Neil no estaba acostumbrado al tratamiento
silencioso.
—Oye —dijo Neil, solo para hacer que Andrew lo mirara.
Neil se inclinó para besarlo, necesitando saber si Andrew se
inclinaría o lo empujaría hacia atrás. En cambio, Andrew abrió su
boca hacia Neil sin dudarlo y deslizó su mano por el pecho de Neil
hasta su garganta. Besarlo hacía que sus mejillas heridas dolieran,
pero Neil luchó por ignorar ese punzante dolor. Solo habían pasado
un par de días desde esos besos en el autobús, pero en este
momento se sentía como una eternidad.
Neil recordaba muy bien lo que era despedirse. Recordaba lo que
era decir hola nuevamente. Una pizca de pánico e indignación del
viernes parpadeó en su pecho, lo suficientemente caliente como
para quemar el aire de sus pulmones. Él ya no sabía qué era esto
entre ellos. Él no sabía lo que quería o necesitaba que fuera. Solo
sabía que tenía que aguantar todo el tiempo que pudiera.
—Eres un desastre —dijo Andrew contra los labios de Neil.
—¿Qué más hay de nuevo?
Andrew se apartó y guio a Neil fuera de su camino. Encendió la
ducha y sostuvo su mano bajo la corriente para controlar la
temperatura. Neil pisó el dobladillo de sus pantalones para empezar
a quitárselos, pero Andrew hizo la mayor parte del trabajo
desnudándolo. Era extraño estar desnudo frente a otra persona, sus
cicatrices y magulladuras a plena vista, pero el incómodo nudo en
las tripas de Neil se alivió un poco por la desinteresada forma en
que Andrew lo manejó. Neil entró en la ducha, tensándose en
preparación por el dolor, y se sintió aliviado cuando el recubrimiento
en su cara y los brazos se sostuvo. Agachó la cabeza y dejó que el
agua golpeara contra su cráneo. Le dio una excusa para cerrar los
ojos y encontrar su equilibrio mental.
Una mano en su cabello lo sacudió de sus pensamientos y abrió
rápidamente sus ojos para ver a Andrew parado frente a él. Andrew
no se molestó en desvestirse aparte de quitarse las bandas y los
zapatos. El agua le pegó la camisa negra al cuerpo y pequeños
riachuelos corrieron por sus sienes y por sus mejillas hasta gotear
en su barbilla. Neil alcanzó su rostro, recordando las bolsas justo a
tiempo, y frunció el ceño un poco molesto. Andrew apartó su mano y
tiró de la cortina de la ducha para cerrarla.
Andrew consiguió lavar el pelo de Neil de manera eficiente, si no
con gentileza, pero cuando pasó al cuerpo de Neil había más besos
que limpieza. Andrew cometió el error de voltear su rostro en un
punto, por lo que Neil persiguió el agua por el costado del cuello de
Andrew. Los dedos de Andrew se apretaron convulsivamente en los
costados de Neil cuando un estremecimiento sacudió el cuerpo de
Andrew.
Andrew intentó recuperarse replicando,
—Tu fetiche del cuello no es atractivo.
—Te gusta —dijo Neil, sin arrepentimiento—. Me gusta que te
guste.
Mordió para demostrar su punto y Andrew giró la cabeza hacia él
con un brusco siseo. Neil sonrió cuando Andrew no podía verlo. Tal
vez Andrew sintió el roce de sus labios contra su hipersensible piel,
porque enredó sus dedos en el cabello de Neil y alejó la cabeza.
Andrew puso una mano plana contra el abdomen de Neil y empujó,
apoyando a Neil hasta que estuvo fuera de la regadera y lo presionó
contra las lisas baldosas resbaladizas y frías.
Andrew mordió la pregunta en la esquina de la mandíbula de Neil.
—¿Sí o no?
—Siempre es sí contigo —dijo Neil.
—Excepto cuando es no —dijo Andrew.
Neil puso un dedo envuelto en plástico en la barbilla de Andrew,
guiando su cabeza por otro beso.
—Si tienes que seguir preguntando porque… lo responderé tantas
veces como lo preguntes. Pero esto siempre va a ser sí.
—No vengas con 'siempre'.
—No pidas la verdad si solo vas a diluirla.
Andrew colocó su mano sobre la boca de Neil y la mantuvo allí
hasta que se arrodillo y significaba que ya no podía alcanzarlo.
Andrew beso levemente la cadera de Neil antes de tragarlo entero.
Neil atrapó el cabello de Andrew, pero sus heridas y las bolsas de
plástico le dificultaron el agarre. En lugar de eso, se puso a arañar
en la pared, pero era demasiado resbaladizo para ofrecerle soporte.
Andrew lo inmovilizó contra la pared con una mano en su cadera, lo
que ayudó, pero Neil aún sentía que se estaba cayendo. Se cayó
después, aunque fue deslizándose controladamente por la pared,
sin aliento y mareado por la quemada necesidad.
—¿Quieres…? —comenzó, con la voz irregular.
Andrew lo besó para callarlo. Neil hizo una pequeña mueca ante
el sabor en la lengua de Andrew, pero estaba feliz de quitarlo.
Andrew se sostuvo con su antebrazo contra la pared, manteniendo
unas cómodas pulgadas entre sus cuerpos. Neil lo dejó tener esa
brecha, pero cruzó sus doloridos brazos detrás de la cabeza de
Andrew para mantenerlo cerca. Neil no notó la ausencia de la otra
mano de Andrew hasta que Andrew dejó de respirar contra sus
labios. Lo confundió por un segundo, hasta el punto de que fue lo
suficientemente estúpido como para alejarse y mirar hacia abajo.
Habían pasado semanas desde que besar a Andrew se convirtió
en algo normal, pero todas las noches terminaban igual: con Andrew
haciendo que Neil se viniera y luego enviándolo a su camino. Ni
siquiera se desabrocharía los pantalones cuando Neil aún estaba
cerca. Neil no sabía si esta interrupción en la rutina era una
confianza de mala gana o la determinación de no volver a dejar a
Neil fuera de su vista. A Neil, en este momento, no le importaba,
mientras Andrew no se fuera. Neil murmuró en la boca de Andrew
algo que podría haber sido aprobación, podría haber sido apoyo, y
recibió un leve gruñido en respuesta.
A Andrew no le hizo gracia el apoyo de Neil, pero tampoco estaba
lo suficientemente enojado como para alejarse. Neil se mantuvo
firme hasta que Andrew finalmente se quedó quieto. Andrew tomó
un par de segundos para recuperar el aliento, luego se empujó lejos
de la pared hasta que Neil bajó obedientemente sus brazos y lo dejó
ir. Andrew se enjuagó la mano con el agua de la regadera antes de
ponerse de pie y ayudar a Neil a levantarse.
Neil salió de la bañera, dejando agua en todas partes y enrolló su
toalla alrededor de su cintura. Andrew se asomó de la ducha para
abrirle la puerta, y la cerró cuando Neil se fue. Neil se demoró lo
suficiente como para escuchar el golpe de la ropa empapada de
Andrew contra el suelo, luego se fue al dormitorio para secarse al
aire. Él solo había comprado una toalla cuando se mudó al campus
el verano pasado, pero Matt tenía algunos repuestos para el día de
la colada y la pijamada ocasional de Dan. Neil sacó una limpia del
armario de Matt y la colgó en el pomo de la puerta del baño para
Andrew.
Todavía estaba mojado cuando apareció Andrew, y se encogió de
hombros ante la mirada que Andrew le dio. Andrew lo secó,
cuidadoso con sus heridas y demasiado vigoroso en el resto del
cuerpo, y le quitó las bolsas de los brazos y la cara a Neil. Andrew
pasó un dedo considerado por las vendas del brazo izquierdo de
Neil antes de ayudarle a ponerse la ropa más suelta que tenía. Era
lo suficientemente frío como para usar mangas largas, pero no lo
sería por mucho más tiempo. Estas heridas iban a cicatrizar donde
todos podrían verlas. Las cicatrices era mejor que estar muerto, así
que Neil pensó que eventualmente superaría las miradas.
Neil le prestó ropa a Andrew para que no tuviera que volver a su
habitación usando solo una toalla, pero no se quedó allí mientras
Andrew se vestía. En su lugar, se dirigió a la cocina para tomar su
medicina y llenar tres tazas con café. Andrew entró mientras Neil
apagaba la olla y reclamó una de las tazas. Neil tomó las otros dos y
sus pastillas, pero vaciló en la puerta de la habitación.
—No tengo mis llaves —dijo. Las había puesto en su bolsa de
viaje antes del viaje a Nueva York, pero Neil no había tocado su
equipo desde entonces. Sabía que Matt había llevado su maleta al
estadio, pero nadie se había molestado en desempacarlo después
de su historia de anoche. Neil no podía creer que hubiera olvidado
revisar sus cosas. No sabía si atribuirlo a su cansancio o al trauma
de regresar limpio. Tal vez podría culpar a Renee y a Dan, cuyos
gestos al final de esa dolorosa conversación lo habían hecho sentir
demasiado seguro para preocuparse por cualquier otra cosa.
Andrew se giró sin hacer ningún comentario y tomó las llaves de
Matt del cajón de su escritorio. Solo después de haber regresado al
lado de Neil, Neil recordó que Matt las había dejado allí la noche
anterior después de cambiarse. Neil envidió la memoria perfecta de
Andrew por solo un momento; Andrew ya había dicho que la
mayoría de los recuerdos de su infancia eran desagradables. Neil
tampoco tenía muchos buenos recuerdos, pero al menos sabía que
había olvidado algunas de las primeras injusticias y tragedias. No
podía imaginarse cómo sería recordar cada golpe y cada palabra
fuerte.
Pensó en preguntarle a Andrew si tenía buenos recuerdos, pero
luego tendría que preguntar realmente que consideraba bueno
alguien tan taciturno. En cambio, dijo.
—Nuestro juego ya terminó, ¿no?
—Todavía es mi turno —señaló Andrew.
—¿Pero después de eso? —preguntó Neil —. No me quedan
secretos para intercambiar.
—Piensa en otra cosa.
—¿Qué vas a tomar?
—¿Qué me darás?
—No hagas preguntas de las que ya conoces la respuesta —dijo
Neil. Andrew le lanzó una mirada aburrida, sin impresionarse de que
le arrojara a su cara sus propias palabras. Neil apoyó un hombro
contra la puerta antes de que Andrew pudiera abrirla y dijo—: Creo
que debería obtener algunos turnos adicionales, considerando que
recibiste todas tus respuestas de forma gratuita.
—Tus las diste de buena voluntad —dijo Andrew.
—Las circunstancias forzaron mi mano.
Andrew le miró en silencio. Neil se rehusó a entender la pista o
moverse, contento de jugar el juego de la espera. Le tomó un par de
minutos, pero finalmente Andrew levantó un dedo y dijo.
—Una pregunta gratis.
—¿Una? —repitió Neil—. Mientras menos me des, más odiarás lo
que pregunto.
—Odio todo sobre ti de todos modos —dijo Andrew—. No me daré
cuenta.
Neil se alejó de la puerta.
—Te avisaré cuando se me ocurra algo.
Andrew abrió la puerta y la cerró detrás de ellos. Neil levantó su
dedo meñique de su taza y dejó que Andrew le colgara el llavero.
Neil fue a la siguiente puerta, pero Andrew continuó por el pasillo
hacia su propia habitación. Neil no tenía mano libre para tocar, por lo
que le dio a la puerta una ligera patada. Tardó tres intentos antes de
que alguien dentro lo oyera o se diera cuenta de que alguien estaba
pidiendo que lo dejaran entrar. Cuando Matt abrió la puerta, Neil
sostuvo una de las tazas.
—Olvidaste esto.
—Oh gracias —Matt la tomó y se hizo a un lado para dejarlo
entrar.
Dan y Renee ya estaban duchados y vestidos. El cojín vacío del
sofá entre ellos sin duda había sido el lugar de Matt, pero Dan hizo
un gesto para que Neil se sentara. Matt se sentó en el brazo del
sofá a la izquierda de Dan y colocó el brazo sobre su hombro. Ella
entrelazó sus dedos con los suyos y estudió las vendas de Neil. Neil
la dejó mirar y esperó a ver si había surgido alguna nueva pregunta
de la noche a la mañana.
Sin embargo, todo lo que se le ocurrió fue
—¿Cómo te sientes?
—No lo sé —dijo Neil. Pensó que debería estar un poco
preocupado de no haber tenido noticias de Stuart, pero no se le
ocurrió ninguna preocupación. Los Zorros se habían enfrentado a
sus secretos y solo apretaron su agarre sobre él. ¿Cómo podía
temer algo con todos ellos a su espalda? ¿De qué se arrepentiría
cuando todavía sentía los besos de Andrew en su boca? — En este
momento estoy bien, creo.
El sonido amortiguado de un secador de pelo decía que Allison
había terminado con su ducha y con el lento proceso de arreglarse
para su día. La esperaron en un cómodo silencio. El café de Neil
había desaparecido hacía tiempo y la taza estaba fría cuando
Allison apareció. No importaba que fuera en las vacaciones de
primavera o que salieran a comer huevos; Allison estaba vestida
impecable como de costumbre y dejó un rastro de perfume desde el
baño hasta el estudio. Ella rodeó el sofá para mirar a Neil, con las
manos en las caderas y el tacón haciendo clic ociosamente contra el
suelo.
—¿Ya salió? —preguntó.
—No he visto las noticias todavía —dijo Neil.
Miró sobre su hombro como si estuviera considerando encender el
televisor, pero Dan se puso de pie y dijo.
—Me muero de hambre. Vámonos.
Recogieron al grupo de Andrew de la puerta de al lado. Neil no se
perdió las miradas que los alumnos de último año le enviaban
cuando vieron lo que Andrew estaba usando, pero estaba más
interesado en las reacciones de los primos. Los hombros de Nicky
estaban tensos y había un notable espacio entre él y Andrew. Neil
supuso que la boca de Nicky se había salido con la suya y había
dicho algo acerca de que Andrew se había duchado en la habitación
de Neil. Esa falta de filtro cerebro-a-boca sería su muerte uno de
estos días. Aaron estaba parado aún más atrás con sus brazos
cruzados sobre su pecho y sus ojos en Neil. Neil esperaba ver
censura o disgusto en su expresión, teniendo en cuenta el dolor de
cabeza que Aaron le daba a Nicky por su sexualidad, pero la mirada
de Aaron era pesada e ilegible.
Matt ofreció llevar a todos en su camioneta y luego se retractó
inmediatamente cuando recordó que Neil no podía ni trepar en la
cama. Neil se sentó en el asiento del pasajero en el auto de Andrew,
silenciosamente relegando a Kevin al asiento trasero con Nicky y
Aaron, y observó el campus vacío pasar por su ventana. Nicky
estuvo callado la mayor parte del viaje, pero se recuperó antes de
llegar al estacionamiento. Afortunadamente, fue lo suficientemente
inteligente como para no hablar de temas personales y, en cambio,
divagó sobre su récord personal de panqueques comidos.
El almuerzo era un evento bullicioso. Los Zorros estaban reunidos
de la única manera en que sabían cómo hacerlo: siguiendo como si
el fin de semana no hubiera sucedido. Estaban allí para Neil si
necesitaba algo de ellos, pero ya no iban a entrometerse y no se
demorarían en casi accidentes y fealdad. El único momento
incómodo fue cuando la camarera, tratando de hacer una pequeña
charla, le preguntó a Neil sobre sus vendajes.
—Skateboarding —dijo Matt al mismo tiempo que Dan dijo—:
Cayó en un tanque de pirañas.
Allison hizo un ademán con gesto de un aburrido despido cuando
la camarera les lanzó una mirada desconcertada y dijo, en tono de
complicidad.
—Mala ruptura.
—Fin de semana difícil —dedujo la camarera, y siguió su camino.
Dan siguió justo donde lo habían dejado: averiguar cómo
reorganizar sus planes de vacaciones de primavera. La
reprogramación de sus vuelos era factible, aunque un poco costosa,
pero Dan ya no estaba interesado en regresar al norte. Ella no dijo
que no quería dejar a Neil fuera de su vista, pero lo aludió tan
neciamente que Neil supo a qué se refería. Ella no creía que hubiera
algo que valiera la pena hacer en el campus esta semana, con todo
cerrado por el descanso, y buscaba ideas de los demás.
—¿Tenías planes de hacer algo? —Matt finalmente pensó en
preguntarle a Neil—. Además de lo obvio, quiero decir.
Neil no estaba seguro si Matt se refería a Exy o a Andrew. No
intentó adivinarlo, pero dijo,
—Iba a hacer un viaje por carretera —A juzgar por la expresión de
sus caras, era lo último que esperaban de él. Neil se encogió de
hombros incómodo y dijo—: Mamá y yo viajamos para sobrevivir.
Nunca he ido a ningún lado solo por hacerlo. Quería saber cómo
era.
—¿Nunca te has tomado unas vacaciones? —preguntó Dan,
luego se sorprendió con una mueca de dolor y un— Tacha eso.
Olvida que lo dije.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó Renee.
—No lo sé —admitió Neil—. No he mirado alrededor todavía.
Allison puso las uñas cuidadas contra sus labios pensativamente,
y luego le hizo una seña a Matt—. ¿Un centro turístico?
—No parece ser su tipo de cosa —dijo Matt —y es demasiado
pronto para ir a la playa. ¿Cabaña?
Allison parecía dispuesta a discutir, pero lo pensó mejor—. ¿Blue
Ridge?
—No lo he estado allí todavía —dijo Matt —pero he oído que son
increíbles.
—¿Neil? —preguntó Allison.
—¿Qué? —preguntó Neil, perdido.
—¿Sí o no? —dijo Allison, como si no pudiera creer que no
estuviera entendiendo—. Vamos a ir a las montañas durante la
semana.
—Vamos —repitió Kevin. Cuando Matt hizo un movimiento con el
dedo para indicar a todos, Kevin hizo un gesto cortante—. No.
Independientemente de lo que sucedió este fin de semana, todavía
estamos en el medio de los campeonatos de primavera.
Necesitamos…
Kevin dejo de hablar bruscamente y miró hacia abajo. Neil no
podía ver lo que estaba mirando, pero podía adivinarlo. Una de las
manos de Andrew estaba fuera de la vista debajo de la mesa y
faltaba su cuchillo al lado de su plato. La barbilla de Andrew estaba
acunada en su otra mano mientras miraba a través de la habitación
a nada en particular. Kevin miró fijamente la parte superior de la
cabeza de Andrew como si estuviera considerando delatar a
Andrew. Al final frunció el ceño y lo dejó ir. Neil no sabía qué lo
había convencido: los moretones oscuros que todavía le rodeaban
la garganta o los gestos desesperados que Nicky estaba haciendo al
otro lado de Neil.
—De todos modos —dijo Allison deliberadamente.
—Es algo de último minuto para reservar, ¿no? —preguntó Dan.
—Es marzo —dijo Allison, como si lo explicara todo. Sacó su
brillante teléfono de su bolso y apuntó a Neil. Era la última
oportunidad para rechazar su oferta, adivinó Neil, porque un
segundo después asintió y apretó un par de botones—. Haré que
Sarah nos encuentre algo, ¿Sarah? —dijo en su teléfono antes de
que Neil pudiera preguntar—. Necesito algo en Blue Ridge para
nueve personas. Preferiblemente con cinco habitaciones o más. Sí,
esta noche hasta el domingo por la mañana es lo mejor. Sí,
esperaré.
Ella colgó y dejó su teléfono a un lado.
—¿Sarah? —Nicky preguntó.
—La agente de viajes de mis padres —dijo Allison. Nicky le dio
una mirada extraña, y Allison parecía casi ofendida—. No crees que
reservo mi propio viaje, ¿verdad? ¿Quién tiene tiempo para eso?
—Todos los demás en el mundo real —dijo Dan secamente.
—Estoy sorprendido de que tu padre te dejara quedártela cuando
te desheredó —dijo Nicky. Era un rudo recordatorio de que Allison
había perdido la mayor parte de su herencia al abandonar los
sueños de sus padres para ella. Incluso Nicky sabía lo mal que
sonó, a juzgar por su estremecimiento—. Uh, eso salió mal. Solo
quería decir…
—Sé lo que querías decir —dijo Allison, un poco fría—. Él no
sabe.
—Lo siento—. Nicky le dio una mirada suplicante a Neil para que
lo salvara de su irreflexión.
Neil no tuvo que intervenir, porque Allison siguió la mirada
frenética de Nicky hacia Neil.
—Te gustan las montañas, ¿verdad?
—Pasé por ellas una vez —dijo Neil—. No nos quedamos. ¿Está
realmente bien?
—Que, si está bien, él dice —dijo Dan —como si no nos invitamos
todos a sus vacaciones.
—¿Danos un número? —Renee le preguntó a Allison.
Allison lo desechó.
—No te preocupes por eso.
La mesera y los dos camareros se presentaron con sus platos, y
la conversación se alejó temporalmente cuando todos ayudaron a
ordenar los pedidos. A mitad del almuerzo, Allison recibió una
llamada de confirmación para una cabaña de cinco dormitorios en
Smokies. Podrían conseguir sus llaves de la oficina principal en
cualquier momento antes de las ocho, y el campus estaba a poco
más de dos horas en auto. Allison miró el reloj en su teléfono
mientras transmitía los detalles a sus compañeros de equipo y
asentía con satisfacción. Ni siquiera era la una; tenían mucho
tiempo para empacar y ponerse en camino.
Cuando comenzaron a tratar de fijar la hora de salida, Neil tuvo
que decir.
—Tengo que ver a Abby antes de irnos.
—Oh —dijo Dan —entonces no te apresures, tómate tu tiempo.
Vamos a empacar mientras ella te arregla.
Tener un plan y un destino significaba que a nadie le interesaba
demorarse con la comida. Despreciaron lo que quedaba de sus
desayunos y llamaron a la camarera para que les dieran la cuenta.
Neil no sabía cuándo Dan había conseguido de Wymack la tarjeta
de compras del equipo, pero ella pagó la comida y la propina. El
teléfono de Neil todavía estaba con su bolso en el estadio, así que
Nicky llamó a Abby en el camino a través del estacionamiento.
—Hola —dijo Nicky—. ¿Cuándo quieres ver a Neil? Hemos
decidido que todos saldremos de la ciudad por la semana. Tan
pronto como le des luz verde a Neil podemos irnos. Sí, está bien,
nos vemos en un momento.
Colgó y se subió al asiento trasero. Cuando estaban en el camino
se inclinó hacia adelante entre los asientos delanteros para decir—:
Te va a encontrar en el estadio para que pueda conseguir todas sus
cosas. Dice que el entrenador ya está allí tratando de volver a
reservar sus boletos. Con fortuna, firmara con todos antes de que
las noticias los atemoricen.
—¿Puedo tomar el auto? —Neil le preguntó a Andrew.
Andrew no respondió, pero condujo hasta el dormitorio en lugar
del estadio. Neil salió cuando los otros lo hicieron y comenzó a
caminar alrededor del capó. Cuando se volteó, vio a Kevin subir al
asiento del pasajero. Andrew miró hacia atrás cuando se dio cuenta
de que Kevin no estaba con él, pero no se detuvo y no preguntó.
Tan pronto como Kevin se sentó, Neil volvió a llevarlos a la
carretera. Los autos de Abby y Wymack estaban estacionados uno
al lado del otro de la banqueta de la Corte Foxhole. Neil marcó el
código de seguridad más nuevo y se dirigió por el pasillo. Mientras
se acercaban al vestuario, miró a Kevin y le dijo.
—Primero déjame hablar con él. No estará de humor para hablar
con nadie cuando hayas terminado con él.
Kevin mantuvo sus ojos en el suelo y no dijo nada.
Abby estaba sentada en la estancia esperándolos. Empezó a
levantarse, pero Kevin se acercó a ella y le dio tiempo a Neil para
que se acercara a la oficina de Wymack. La puerta de Wymack
estaba abierta lo suficiente para que Neil pudiera ver su escritorio.
Wymack estaba rodeado por su habitual caos de papel y tenía su
teléfono en la oreja. No se molestó en quitar los itinerarios de su
teclado antes de intentar escribir con una sola mano. Levantó la
vista hacia el movimiento en la puerta e hizo un gesto para que Neil
entrara.
Neil cerró la puerta detrás de él y tomó una de las sillas frente a
Wymack para esperar. Solo tomó un par de minutos más para que
Wymack arreglara su vuelo. Neil escuchó Columbus y supo que
Wymack estaba mirando al delantero que había elegido Neil.
Finalmente, Wymack colgó y colocó su teléfono en su soporte. Un
par de golpecitos en el teclado bloquearon su monitor y Wymack se
sentó para darle a Neil toda su atención.
Neil le devolvió la mirada, repentinamente perdido. Hablaba con
fluidez dos idiomas, casi un tercero, y podía componer algunas
útiles frases de supervivencia en media docena más de idiomas.
Pero con toda la verdad desnuda entre ellos, Neil no tenía las
palabras adecuadas para decirlo.
—Deberías haber tirado mi archivo —dijo Neil por fin—. Deberías
haberte alejado cuando te arrojé tu contrato a la cara. Pero te
arriesgaste y me trajiste aquí. Me salvaste la vida. Tres veces —dijo
Neil —me has salvado la vida. No puedo simplemente decir 'gracias'
por eso.
—No es necesario —dijo Wymack—. Te traje aquí, pero tú solo te
salvaste. Tú eres el que decidió quedarse. Tú eres el que dejó de
tener miedo el tiempo suficiente para darte cuenta de que puedes
agarrarte aquí y establecerte allí. Has encontrado tu propio camino.
—En todo caso —continuó Wymack cuando Neil trató de protestar
—debería agradecerte. Nos dijiste anoche que pretendías terminar
el año muerto o bajo custodia federal. Podrías haber bloqueado a
todos y a todo y preocuparte por ti este año. En cambio, acordaste
en ayudar a Dan a arreglar este equipo. Estás salvando a los dos
que pensé que no podríamos alcanzar, y eres un ejemplo viviente
para que Kevin siga. Nunca solía observarte —dijo Wymack —pero
ha tenido los ojos puestos en ti desde diciembre, tratando de
descubrir cómo te mantienes firme.
—No se le puede enseñar —dijo Neil.
—Eso piensas —dijo Wymack—. Desde donde estoy sentado,
estás haciendo un progreso real.
Pudo haber sido una ilusión, excepto que Wymack tenía una
forma de ver a través de todos ellos. Neil le creyó porque quería
creer que Kevin podría ser alcanzado. Necesitaba ver el día en que
Kevin se quitara ese número de la cara y venciera a Riko en su
propio juego. Necesitaba que Kevin creyera que podría usurpar el
trono de Riko y sobrevivir. Hasta que Kevin creyera eso, nunca
creería completamente en la capacidad de los Zorros para llegar a la
final.
—Neil —dijo Wymack después de un minuto —está en todas las
noticias. Intentamos quedarnos en nuestras habitaciones y fuera de
la vista mientras estabas con el FBI, pero nos esperaban afuera.
Tienen fotos del autobús y todos nosotros cargando las cosas para
irnos. No les llevó mucho tiempo juntar las piezas. Mi teléfono ha
estado sonando toda la mañana entre la prensa, la junta y Chuck.
La junta escolar querrá hablar contigo antes de que regreses a
clases.
Neil sabía que esto pasaría, pero por un momento pensó que
vomitaría su desayuno.
—Bueno.
—¿Quieres que juegue el juego 'sin comentarios' con la prensa?
—Si puedes, yo…—. vaciló Neil, pero pensó en el consejo de
Allison y en la reacia promesa de Kevin de ayudarlo a enfrentar la
tormenta— hablaré con ellos la próxima semana. Puedes decir eso.
—¿Martes? —sugirió Wymack—. El martes o el miércoles y te
daría el lunes para lidiar con todas las reacciones en el campus. Voy
a programar un horario y ver qué puedo hacer para distraerlos
mientras tanto. Quizás les haga saber que aceptaste ser
vicepresidente el próximo año.
—No estoy calificado para eso —dijo Neil. Hizo un gesto hacia los
archivos de los reclutas que estaban distribuidos en el escritorio de
Wymack—. Todos ellos tienen más experiencia que yo, y no van a
querer seguir al hijo de un gánster.
—Andrew tampoco quería seguirte —dijo Wymack—. Mira cómo
resultó eso. Encontrarás algo de una manera u otra.
Neil miró sus manos. Había contado su vida y sus pérdidas en sus
dedos solo unas semanas atrás. Ahora estaba en el aire,
descansando únicamente en la capacidad de Stuart de influenciar a
los Moriyamas a su lado. Wymack le estaba pidiendo a Neil que se
comprometiera con un futuro que ninguno de ellos estaba seguro de
que realmente tendría. La practicidad dijo esperar hasta que lo
supieran con certeza. Sin embargo, después de un momento, Neil
enroscó una mano en un puño y se centró en el camino que quería.
—Haré lo mejor que pueda —dijo.
—Bien —dijo Wymack—. Ahora vete. Dan me llamó para decirme
que van a salir de la ciudad. Aléjate de todo esto por un tiempo,
respira algo de aire fresco y vuelve listo para hacer que lo imposible
ocurra.
—Sí, entrenador —dijo Neil.
Kevin se levantó cuando Neil regresó a la estancia. Neil vio la
tensión en los hombros de Kevin y la línea dura en su boca y supo
que Kevin iba a posponer esto hasta que regresaran. Kevin lo miró,
luego pasó junto a él hacia la puerta abierta de Wymack, y abrió la
boca con una excusa que Neil no quería oír.
—No le hagas esto —dijo Neil.
Kevin vaciló, y Neil supo que había ganado. Abby miró entre ellos,
sin entender. Neil no esperó a que ella lo descubriera, sino que fue a
la siguiente puerta, a su oficina. Abby se unió a él un momento
después, todavía confundida. Neil no explicó, pero escuchó el
sonido amortiguado de la puerta de Wymack cerrándose. Solo
entonces pudo relajarse y regresar su atención hacia Abby.
Enfrentar sus heridas hoy no fue más fácil. Neil desvió
rápidamente su mirada del desastre en sus brazos cuando Abby
desenrolló sus vendas. Abby ahuecó la cara de Neil con una mano
antes de ponerse a trabajar. Luego, ella le preparó un kit de viaje
para que lo llevara a las montañas y le dio un beso de despedida en
la frente. Neil se levantó de la cama y salió al automóvil a esperar.
Veinte minutos más tarde, Kevin apareció, ojeroso y derrotado.
Comenzó a abrir la puerta del pasajero, y luego se fue a la parte
trasera. Neil no le dijo nada, pero giró la llave en el contacto. Fue un
corto viaje de regreso a la Torre Fox, y Kevin no salió cuando Neil se
estacionó. Neil esperó solo un minuto antes de entenderlo y
comenzar a caminar hacia la puerta. A dos pasos del coche, dio
media vuelta y volvió a abrir la puerta. Kevin tenía su codo en el
alféizar de la ventana y su cara en la mano. Neil repensó lo que iba
a decir.
—Se los diré para que no tengas que hacerlo.
Kevin hizo un gesto con su mano libre:
—Fuera o No me importa, pero no “No te atrevas” —Él no dijo
nada; Neil no creía que pudiera. Neil cerró la puerta y lo dejó en su
miseria.
Neil recogió a Nicky y a los gemelos de su habitación y los llevó a
todos a la siguiente puerta, a la habitación de Dan. Una pila de
mochilas y maletas de viaje en el medio de la sala de estar decía
que estaban listos para partir. Matt y Allison estaban sentados en el
sofá mientras Renee desconectaba los electrónicos de la sala.
Renee fue y sacó a Dan del dormitorio cuando Neil se lo pidió. Dan
se hundió en el espacio abierto entre Matt y Allison y agarró una
taza de la mesa de café. Neil esperó hasta que todos estuvieran
acomodados antes de mirar a Dan por la habitación.
—El Entrenador es el padre de Kevin.
Dan escupió su café a la mitad de la mesa y se atragantó con lo
poco que no salió de su boca. Matt miró boquiabierto a Neil durante
un interminable segundo antes de darse cuenta de que Dan estaba
tosiendo, y luego le dio un entusiasta golpe en la espalda. Dan
intentó decir algo, pero era un silbido ininteligible y ronco. Allison y
Renee miraron a Neil como si le hubiera crecido una segunda
cabeza, y Aaron miró a Andrew como si Andrew debería haberles
advertido de esto en algún momento. Si Andrew notó la atención, no
la devolvió; solo tenía ojos para Neil.
— ¡De ninguna manera! —estalló Nicky—. ¡De ninguna manera!
¿Hablas en serio? No puedes hablar en serio. ¿Cuándo diablos eso
pasó?
—Ella le enseñó al entrenador Exy —le recordó Neil.
—¿Y qué? ¿No se dio cuenta de que la dejó embarazada? —
preguntó Aaron.
—Ella le dijo que Kevin no era suyo —dijo Neil—. Ella sabía que el
entrenador quería tener un equipo de la NCAA algún día. Pensó que
abandonaría sus sueños para ayudarla a criar a Kevin. No quería
eso, pero no quería renunciar a lo que estaba haciendo y mudarse a
los Estados Unidos, tampoco. Entonces ella mintió. La única
persona a que le contó fue el entrenador Moriyama.
Dan finalmente recuperó su voz.
—¿Cuánto tiempo ha sabido Kevin?
—Solo un par de años —le recordó Neil.
—Un par de años —repitió Dan, su voz peligrosa —¿y no dijo
nada?
—Estaba tratando de protegerlo —dijo Neil—. Si el entrenador
sabía que Kevin era su hijo, habría intentado sacarlo de Edgar Allan.
Nicky hizo una mueca—. Nunca dejarían ir a Kevin.
—Debería haber dicho algo cuando se escapó —insistió Dan—.
Ha estado aquí un año y medio. No tenía derecho a mantener algo
así del Entrenador durante tanto tiempo. Jesús, no lo hizo…—. La
voz de Dan se quebró un poco, más dolor que indignación, y Neil
asumió que ella Imaginaba la reacción de Wymack ante la verdad—.
Eso no está bien. Eso no es justo.
—No —acordó Neil en voz baja —pero al menos el Entrenador lo
sabe ahora.
—Maldición —dijo Matt—. ¿Cómo lo tomó?
—No estuve allí para la conversación —dijo Neil —pero no creo
que haya ido bien.
Dan hizo un ruido horrible y se levantó del sofá. Matt se acercó a
ella solo para que le alejara su mano con un golpe. Dan corrió hacia
la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Matt pareció
estupefacto por ese violento rechazo, pero Renee tomo el lugar
vacío de Dan y deslizó su brazo por el suyo. A pesar de esa
silenciosa muestra de apoyo, Renee estaba mirando a Allison. La
mirada que intercambiaron era cansada.
—Nunca lo va a perdonar por esto —dijo Allison.
—Cuando el entrenador llegue a un acuerdo con eso, ella también
lo hará —dijo Renee.
Allison no dijo nada; su mirada escéptica decía suficiente. Neil
estuvo de acuerdo silenciosamente con Allison. Había pasado
suficiente tiempo con los estudiantes mayores para saber lo mucho
que Dan admiraba a Wymack. Él era la única figura paterna que
había tenido y era todo lo que ella aspiraba a ser en la vida. Dan
había perdonado muchas injusticias durante sus años con los
Zorros, pero la mayoría de esos insultos habían sido dirigidos a ella
y sus amigos. Perdonar a alguien por lastimar a Wymack podría ser
más de lo que podría manejar.
—¿La vigilarán? —Neil preguntó.
—Por supuesto —dijo Renee.
Neil fue a la habitación de al lado para empacar. No pasó mucho
tiempo, pero no regresó con ellos cuando terminó. En lugar de eso,
se sentó en el sofá y esperó a que sus compañeros se recuperaran
nuevamente. Matt apareció quince minutos después, pero pasaron
otros veinte minutos antes de que Nicky viniera a buscarlos. Matt
colocó la maleta de Neil sobre un hombro y la suya sobre el otro y
dejó que Neil cerrara la habitación. Kevin había entrado en algún
momento, y se veía completamente exhausto, donde estaba al lado
de Andrew. Obviamente, Dan estaba todavía enojada como el
infierno donde se mantenía lejos de todos los demás. Ni siquiera
miró a Matt cuando se acercó, sino que se dirigió hacia la escalera.
Los Zorros bajaron las escaleras en una línea dispersa y arrojaron
sus maletas en la parte trasera de la camioneta de Matt. Andrew fue
el único que mantuvo la suya y Matt no intentó tomarla. Matt tenía
una cubierta de red escondida debajo del asiento del pasajero que
tardó solo un minuto en colocarla. Con sus bolsas aseguradas, los
Zorros se separaron entre la camioneta de Matt y el auto de Andrew
y salieron a la carretera.
Andrew se desvió hacia la tienda ABC en el camino hacia la
interestatal. Nicky entró solo, se fue por quince minutos y regresó
con una cantidad obscena de botellas. Sin sus maletas en el
maletero, había espacio suficiente para llevarlas. Andrew abrió la
cremallera y volcó su bolsa. Estaba llena de suéteres, una extraña
elección para las montañas hasta que Neil se dio cuenta de que
estaban usando las camisas para cubrir las botellas. Neil esperaba
que Andrew hubiera empacado más ropa práctica con las cosas de
Nicky o Kevin.
Volvieron a la carretera un par de minutos más tarde. Pasaron un
poco más de dos horas desde el campus hasta las montañas, pero
parecía un viaje corto para los atletas acostumbrados a viajar para
los partidos. Neil pensó que alcanzarían la camioneta de Matt en
algún momento, pero los mayores llegaron primero al lugar. Matt le
envió un mensaje a Neil con indicaciones desde la oficina principal
hasta su cabaña y una confirmación de que tenía todas sus llaves.
Diez minutos más tarde, Andrew se detuvo en el camino de tierra
fuera de su hogar, lejos de su hogar. La enorme cabina se veía
rústica en el exterior y refinada en el interior, con paredes de madera
lisa y suelos de madera pulida. La sala principal tenía pesadas
alfombras esparcidas por todas partes y huesos decorativos y arte
en la pared. La cocina estaba equipada con electrodomésticos
nuevos, y un enorme imán en la nevera anunciaba a qué hora se
servían las comidas de buffet en la oficina. La habitación trasera
tenía una mesa de futbolín y una de billar. También había un
televisor montado en la pared.
Una habitación estaba abajo. Las otras cuatro habitaciones
estaban arriba, una en cada esquina. Dos habitaciones ya tenían
maletas, lo que significaba que el grupo de Andrew se dividiría entre
los pisos. Nicky inmediatamente votó para que Neil y Andrew
tuvieran el dormitorio privado en la planta baja, y ni Aaron ni Kevin lo
rechazaron. Neil casi dijo algo porque el dormitorio de la planta baja
solo tenía una cama King, pero como Andrew no discutió, mantuvo
la boca cerrada.
Las cuatro habitaciones del piso superior tenían puertas que
daban a un balcón que rodeaba todo el edificio. Dos puertas
traseras de la planta baja daban a una cubierta que rodeaba los dos
lados del edificio, con vistas a la ladera de la montaña y a un tramo
de árboles aparentemente interminable. Las mecedoras se
alineaban en el porche, y pequeñas linternas estaban colocadas en
intervalos en la barandilla. Estaba instalada una bañera de
hidromasaje en la esquina de la cubierta en forma de L, y fue allí
donde encontraron a los estudiantes mayores. Ya se habían puesto
trajes de baño y estaban sentados dentro de la bañera mientras se
llenaba.
—¿No es esto increíble? —preguntó Matt—. Quiero mudarme
aquí.
—Hay tanta… naturaleza —dijo Nicky—. Viviría aquí si pudiera
quedarme adentro.
Allison puso los ojos en blanco y se inclinó más contra la pared de
la bañera—. Lo único que falta es un daiquiri.
—Es curioso que lo menciones —dijo Nicky, y los cuatro
estudiantes de último año se voltearon a mirarlos. Nicky fingió
sorpresa, luego dolor, y puso una mano en su pecho
dramáticamente—. ¿En serio, chicos? Es como si no nos
conocieran.
—Tratamos de no hacerlo —dijo Allison.
Al mismo tiempo, Matt preguntó.
—¿Qué trajeron?
—Ja —Nicky le hizo una mueca a Allison—. ¿Qué no trajimos,
quieres decir?
—Nos conseguí la cabaña —dijo Allison—. Tú preparas las
bebidas. Hay una batidora en la cocina.
—Dos, en realidad —dijo Renee—. Vi una de repuesto en el
armario sobre la nevera.
Nicky tomó una votación rápida sobre quién quería qué y reclutó a
Aaron y Kevin para ayudarlo a llevar las bolsas al interior. Neil y
Andrew fueron a la cocina a investigar. El congelador tenía una
máquina de hielo incorporada y el cubo estaba lleno, por lo que
Andrew lo deslizó sobre el mostrador y sacó la segunda licuadora.
Neil se apartó del camino mientras los otros descargaban su botín
de licor y miraban con vago interés mientras Andrew y Nicky se
ponían a trabajar con las batidoras. Kevin y Aaron se sentaron a la
mesa y abrieron una botella de vodka.
—¿Haces el de Renee? —preguntó Nicky mientras servía el
primer trago—. Está en contra de mi religión hacer daiquiris
vírgenes.
Andrew no respondió, pero Neil sabía que él se encargaría de
eso. Nicky reclutó a Kevin para que llevara las bebidas mientras las
terminaban. Kevin y Aaron estaban bien bebiendo chupitos, pero
Nicky mezcló algo colorido para él cuando habían terminado con
todos los demás. Siguió a Aaron y Kevin hasta la plataforma,
asumiendo que Neil y Andrew no estarían muy lejos de ellos.
Andrew se quedó para limpiar las batidoras, luego tomó dos vasos
de cristal del armario. Llenó los dos hasta el borde con whisky y le
tendió uno a Neil. Neil miró hacia Andrew.
—No bebo —le recordó Neil.
—No bebes porque tienes miedo de perder el control —dijo
Andrew—. ¿Qué tienes que esconder ahora?
Esa fácil acusación trajo a Neil en corto. Miró la bebida de nuevo.
Andrew lo movió más cerca, y Neil tomó el vaso. Andrew levantó el
suyo un poco en desafío o invitación, y tomaron sus bebidas al
mismo tiempo. El whisky bajó por la garganta de Neil. Neil pensó en
demasiadas noches en el camino y demasiados moretones. Pensó
en Wymack ayudándolo en su departamento el pasado diciembre y
dejando que Neil mantuviera sus secretos. Vaciló entre extremos,
inseguro de si el calor acumulándose en su intestino era náuseas o
alivio.
Andrew sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero y lo
intercambió con Neil por su vaso vacío. Neil sacudió el paquete,
sintió el peso distintivo de un encendedor ligero y salió. Estaba a
medio camino del porche a la bañera para que los demás no
tuvieran que oler el humo del cigarrillo y lo encendió. Giró el
cigarrillo entre sus manos, vagamente consciente de la divertida
conversación de los otros, más consciente del sabor en su boca.
Pasó su lengua por sus dientes, preguntándose qué pensar.
Al final, el cigarrillo fue suficiente para inclinar la balanza. Andrew
olía a humo de cigarrillo y whisky la noche en que le dio a Neil la
llave de su casa y le dijo que se quedara. Neil siempre iba a cargar
su pasado con él, pero no tenía por qué sentirse agobiado por él.
Con tiempo suficiente, podría alisar los penosos bordes y
reemplazar sus traumas con mejores recuerdos.
Andrew se acercó a él y dejó la botella de whisky a sus pies. Neil
deslizó sus cigarrillos sobre la barandilla de madera hacia él. A
cambio, Andrew colocó un vaso lleno a medio camino entre ellos.
Neil observó cómo la luz del sol se reflejaba en la oscilante
superficie y arrojó ceniza a la tierra que se encontraba a unos cinco
metros por debajo. Mantuvo el cigarrillo fuera del camino cuando
recogió el vaso, y bebió el whisky en un solo trago. Fue tan duro
como lo había sido el primer trago, pero esta vez no sabía como a
muerte.
—Oh, Dios mío —dijo Nicky, demasiado fuerte—. ¿Era eso
alcohol? ¿Acabas de darle alcohol a Neil, y realmente lo bebió? ¿Me
perdí el memorándum de que Neil de repente iba a comenzar a
beber con nosotros?
A pesar de la aprobación atónita de Nicky, Andrew no le dio a Neil
un tercer trago. Terminaron sus cigarrillos lejos de los demás, luego
se acercaron para que Neil pudiera unirse a la conversación.
La oficina abrió sus puertas para la cena a las ocho, así que
caminaron media milla por un camino de tierra hasta el edificio
principal. Había comida más que suficiente para satisfacer al grupo
de hambrientos atletas y los propietarios estaban listos para saludar
a cada grupo de huéspedes que llegaban. Los ojos negros,
magulladuras y múltiples vendajes de Neil atrajeron más que
algunas miradas curiosas, pero el personal fue lo suficientemente
educado como para mantener la boca cerrada.
Dan detuvo a Kevin a la mitad del camino de regreso la cabaña.
Neil escuchó a Matt pronunciar una advertencia baja de que no
golpeara a Kevin donde dejara una marca, pero era una
probabilidad de 50-50 si Dan lo escuchó o no. Matt prendió fuego en
la chimenea principal cuando regresaron a la cabaña, y los Zorros
se acurrucaron en los sofás y mecedoras para ver bailar las llamas.
Allison contó historias de otros centros turísticos que había visitado,
con una obligatoria aclaración de que cada lugar palidecía en
comparación con las propiedades de su familia. Ella y Matt
comenzaron un debate sobre cómo deberían celebrar los Zorros
cuando ganaran el primer lugar en los campeonatos. Neil no sabía si
todo era en broma o si estaban haciendo planes serios; él habría
asumido el primero si no fuera por la facilidad con que Allison les
había asegurado esta cabaña.
Mientras sus compañeros de equipo discutían cruceros contra
Hawái o Las Vegas, pensó en el dinero escondido en su caja fuerte
en el dormitorio. Neil había terminado de correr y su padre nunca
recuperaría ese dinero. No podía pensar en nada mejor que hacer
con eso que en reembolsar la amistad a sus compañeros de equipo.
No dijo nada, no estaba seguro de lo que pensarían de unas
vacaciones compradas con dinero sangriento, pero escuchó
atentamente las vacaciones soñadas ganadoras. Sus planes se
hicieron más elaborados cuanto más bebían hasta que Neil estuvo
seguro de que ninguno de ellos recordaría este debate por la
mañana.
Neil se levantó por otro vaso de agua cuando la conversación
moverse hacia temas más normales. Cuando cerró la llave del
fregadero y se dio vuelta, encontró a Aaron esperándolo en el medio
de la cocina. Aaron sacudió su barbilla en una orden silenciosa para
que lo siguiera y salió por la puerta trasera hacia el balcón. Neil dejó
su bebida a un lado y lo siguió. Cerró la puerta tan silenciosamente
como pudo y fue a apoyarse contra la barandilla. Aaron no hizo
ningún movimiento para cerrar la brecha entre ellos.
—Nicky es un poco estúpido —dijo Aaron—. Cometió el error de
decirle algo a Andrew en lugar de esperar hasta que pudiera
conseguirte a solas. Andrew casi lo descuartiza cuando no captó la
pista lo suficientemente rápido —Miró por encima del hombro hacia
la puerta de atrás, tal vez asegurándose de que la cocina todavía
estaba vacía, antes de volverse hacia Neil—. Eso te deja conmigo,
ya que Andrew no consideró apropiado advertirme que me alejara
de ti.
—¿Cuándo fue la última vez que Andrew vio conveniente hablar
contigo? —preguntó Neil.
—El miércoles pasado —le recordó Aaron.
No era la respuesta que Neil esperaba. Él había sentado las
bases para la terapia de Aaron y Andrew y habían pasado semanas
desde que Aaron se metió por primera vez en una de las sesiones
de Andrew, pero esta era la primera pista de que en realidad
estaban haciendo algo real en ese momento. La terrible actitud de
Aaron ese primer miércoles fue la única reacción que habían
recibido de los hermanos. Neil había asumido que los dos aún no
habían llegado a ningún lado rápidamente. El triunfo era un
silencioso y ardiente calor en su estómago que rápidamente se
apagó por las siguientes palabras de Aaron.
—Así que ahora vas a hablar conmigo —dijo Aaron —y voy a
darte exactamente una oportunidad para decirme la verdad. ¿De
verdad estás follando a mi hermano? —Esperó un segundo, pero
cuando Neil simplemente le devolvió la mirada en silencio, preguntó
—: ¿Tomas tus señales de los hombres muertos?
—¿Qué? —preguntó Neil.
—Solo me preguntaba cómo pasaste de tu —yo no tengo citas—
pedestal hasta la cama de Andrew —dijo Aaron—. O nos estabas
mintiendo para ocultar el hecho de que eres un provocador, o viste a
Drake violar a Andrew y te diste cuenta de que es una presa fácil—.
Neil le dio un puñetazo, un terrible error en retrospectiva, ya que
terminó medio encorvado sobre su dolorida mano. Aaron tomó un
par de apáticos pasos fuera del alcance de Neil y tranquilamente
revisó la comisura de su boca con su pulgar. Escupió a un lado y se
agachó para ver la cara de Neil. A pesar de sus crueles palabras, su
expresión era tranquila e indagadora. Neil tenía la clara sensación
de que lo había provocado, pero eso no calmó su indignación.
—Jódete —dijo Neil en una voz como grava—. Aléjate mientras
puedas.
—Nicky piensa que no es nada más que sexo de odio —dijo
Aaron como si Neil ni siquiera hubiera hablado—. Estoy cerrando
mis apuestas sobre que sea otra cosa. Lo sabremos muy pronto,
¿verdad?
—Mantente fuera de esto.
—No lo haré —dijo Aaron—. Querías que luchara por ella. ¿Crees
que él luchará por ti?
—No —dijo Neil.
Aaron se encogió de hombros, se puso de pie y entró sin decir
una palabra más. Neil esperó hasta que el fuego en su mano se
convirtió en un rugido sordo, luego se relajó y revisó sus vendas.
Había suficiente luz que se filtraba a través de la puerta de vidrio
trasera para que él pudiera ver la gasa limpia. Neil no podía creer
que algo pudiera doler tanto y no dejar una marca.
Él respiró lentamente para estrangular su persistente rabia y se
dirigió al interior. Su taza estaba donde la había dejado, y Aaron
estaba de vuelta en su silla cuando Neil entró en la sala de estar.
Aarón no miró hacia Neil otra vez esa noche, y Neil estaba feliz de
pretender que Aaron no existía.
Kevin y Dan aparecieron no mucho después. Neil no vio ningún
moretón fresco en ninguno de ellos, pero parecía que habían
pasado por una crisis emocional. Nicky se levantó sin que se lo
pidieran y recogió algunas botellas de la cocina. Cuando regresó,
Kevin había encontrado un asiento en la orilla y Dan estaba
prácticamente sentada en el regazo de Matt. Dan y Kevin estaban
más interesados en ser emborracharse que en contribuir a la
conversación, por lo que sus compañeros de equipo llenaron el
silencio lo mejor que pudieron.
Para cuando los Zorros se separaron para irse a la cama, la
mayoría de ellos estaban inestables en sus pies. Afortunadamente,
Renee estaba lo suficientemente sobria como para ayudar a
caminar a los más temblorosos por las escaleras. Neil casi la siguió
antes de recordar que su habitación estaba abajo. Como si Allison
pudiera leer su mente, se inclinó peligrosamente sobre la barandilla
y lo señaló.
—Esta cabina no es a prueba de ruido. No me mantengas
despierta. Eso va para ustedes dos también —dijo, y giró su dedo
acusador hacia Dan y Matt. Dan intentó mirarla con inocencia, pero
estaba demasiado borracha para lograrlo. Allison movió su dedo
para enfatizar—. No joder donde puedo escucharlo. No es justo para
aquellos de nosotros que no estamos obteniendo nada.
—Tal vez si le preguntas a Kevin muy amablemente —comenzó
Nicky.
La mirada mordaz de Kevin fue casi tan escandalosa que el
indignado ruido de Allison. Neil negó con la cabeza y se dirigió hacia
la habitación. Andrew no estaba muy atrás de él, y juntos
consiguieron que Neil se cambiara para ir la cama. Neil miró la cama
con cierta consternación. La única persona con la que había
compartido una cama era su madre. Ella los apretujaba sobre el
mismo estrecho colchón por lo que siempre sabría dónde estaba él;
era la única forma en que podía dormir por la noche. Sin embargo,
la vacilación no ayudaba a ninguno de ellos, por lo que Neil eligió un
lado y tiró de las mantas hacia atrás tan cuidadosamente como
pudo.
A pesar de sus reservas, había algo dolorosamente familiar en el
peso de otro cuerpo en su cama. Menos familiar era la sensación
que sentía al hundirse profundamente en el colchón, las manos de
Andrew sobre sus hombros y la lengua en su boca, pero eso era
algo a lo que Neil definitivamente podía acostumbrarse.
No se permitió preocuparse por las desagradables palabras de
Aaron, pero era más difícil dejar ir la suposición de Nicky sobre que
no era más que una atracción alimentada por la ira. Nicky tenía más
razón de lo que Neil quería que tuviera, pero Neil no tenía motivos
para molestarse por eso. Había sabido antes de empezar esto lo
que Andrew pensaba de él, la apatía de Andrew era precisamente la
razón por la cual Neil había decidido aceptar los avances de
Andrew.
Pero ya no era tan fácil, y Neil no sabía por qué o cuándo cambió.
Sabía menos sobre de lo que se suponía que debía hacer al
respecto. Tendría que advertir a Andrew en algún punto, pero ahora
no era el momento. Enterró su inquietud y confusión profundamente
y pasó los dedos vendados por el cabello de Andrew. No le
importaba lo mucho que doliera, siempre y cuando pudiera acercar a
Andrew, y dejó que Andrew lo desarmara hasta que no pudiera
pensar más.
CAPÍTULO DIECISÉIS

Traducido por Tami


Corregido por Vaughan

Los Zorros pasaron la mayor parte del día siguiente al aire libre,
yendo de excursión por los senderos cercanos e inscribiéndose para
cabalgar por la tarde. Subirse al caballo haría que cada corte y
quemadura en los brazos haga gritar de dolor a Neil, pero Neil era
demasiado terco como para quedarse sentado. Tuvo tiempo de
recuperar el aliento una vez que estuvo en la silla de montar y
apretó los dientes contra el dolor punzante. Cuando terminaron la
caminata de dos horas, casi se había olvidado de sus heridas.
Desmontar fue un recordatorio infeliz, y cuando volvieron a la
cabina, sacó sus vendajes y antibióticos de su bolsa. Andrew trajo a
Renee cuando vio lo que estaba haciendo Neil.
—Puedo hacerlo —dijo Neil cuando Renee se sentó con las
piernas cruzadas en la cama frente a él.
—Sé que puedes —dijo Renee—. pero quizás es más fácil si
alguien te ayuda.
Podría haber discutido más, pero no había victoria con Renee, por
lo que se sometió a sus ministraciones. Ella no se inmutó ante las
horribles heridas que descubrió ni desperdició su tiempo con
disculpas y preguntas. Simplemente inclinó la cabeza hacia el lugar
y limpió cada corte y quemadura lo más cuidadosamente posible.
Luego ella preguntó,
—¿Vas a dejar a tus heridas sin cubrir?
—Debería —dijo Neil—, pero no quiero que se muestren.
—Les pediré que no digan nada —dijo Renee, adivinando
correctamente la preocupación de Neil. Cuando Neil no discutió, ella
se bajó de la cama y salió de la habitación. Allison tenía razón sobre
el sonido en la cabina; Neil escuchó cada palabra que Renee le dijo
a los Zorros con dos habitaciones entre ellos.
Neil se habría estancado, pero Andrew se cansó de esperarlo.
Hizo un gesto a Neil para que lo siguiera y se fue en busca de
Kevin. Neil tragó un suspiro y fue tras él. Se preparó para las
reacciones de sus compañeros de equipo cuando entró en la cocina
con todas sus heridas al descubierto. Nicky se estremeció y miró
hacia otro lado, mientras que Aaron examinaba el daño con gran
interés. Dan abrió la boca, pero se detuvo justo a tiempo. Matt pasó
del shock a la ira en un nanosegundo, y Allison desvió la mirada lo
más rápido que pudo. Renee observó a sus amigos con una sonrisa
en los labios y una mirada tranquila, lista para intervenir si uno de
ellos rompía su palabra.
Kevin fue el primero y el único en hacerlo, y su reacción fue
predecible.
—¿Puedes jugar?
—Sí —dijo Neil, antes de que alguien pudiera golpear a Kevin—.
Va a doler, y si los Bearcats se ponen demasiado rudos la próxima
semana tendré algunos problemas, pero todavía tengo control —
Hizo un puño a Kevin como prueba y con cuidado no hizo una
mueca de dolor por la sensación de desgarro a lo largo de sus
nudillos—. Tendré mucho cuidado.
—Absolutamente no —dijo Dan—. No vas a jugar. ¿Crees que el
entrenador te dejará ir a la cancha cuando te vea así? Voy a
sustituirte, Neil. Renee puede ayudar a Allison una vez más, ¿no?
—Miró a Renee lo suficiente como para ver el asentimiento de
Renee—. Confía en nosotros para mantener la línea. Céntrate en
curarte para que podamos tenerte en las semifinales.
El primer instinto de Neil fue discutir y llamarlo injusto, decir que
no había sobrevivido a los abusos de su padre y Lola solo para
sentarse, para protestar que necesitaban toda la ayuda que podía
obtener. Luego miró sus brazos y realizó una evaluación realista de
sus posibilidades. Fue decepcionante saber que ella tenía razón,
pero de alguna manera todavía estaba bien.
—Confío en ustedes —dijo—. Gracias.
—Oh, wow —dijo Nicky—. ¿Quién está humanizando a quién en
esa relación, de todos modos?
Andrew tomó casualmente el bloque de madera de cuchillos.
Renee lo movió fuera de su alcance sin pestañear y sonrió ante la
mirada que Andrew le dio por interferir. Nicky aprovechó la
distracción de Andrew ocultándose fuera de la vista detrás del
cuerpo más alto de Kevin. Neil no se perdió la mirada que Aaron le
envió a Andrew, y un nuevo arrebato de ira lo hizo apretar
nuevamente la mano. El dolor en sus nudillos le advirtió que se
relajara, pero luego Aaron dirigió una mirada astuta hacia Neil que
hizo que Neil quisiera golpearlo. El dolor valdría la pena.
—Hablando de eso —dijo Allison—, todavía estoy esperando una
explicación, Neil. ¿Cuándo vamos a hablar de esto? —Ella movió
sus dedos hacia Neil y Andrew.
—Aparentemente nunca —dijo Nicky, un poco hosca.
—No seas ridícula —dijo Allison.
Neil apartó su mirada de Aaron con gran esfuerzo.
—No en cualquier momento pronto —dijo, y cuando Allison
pareció ofendida, explicó—. Pasé todo el fin de semana diciéndole a
la gente todos los secretos que he guardado y tendré que volver a
hacerlo tan pronto como regresemos al campus. He tenido suficiente
esta semana, ¿no lo crees?
Allison abrió la boca como si fuera a discutir, pero no dijo nada.
Después de una eternidad, miró a Dan y a Renee. Dan dio un
pequeño tirón en su barbilla; Renee solo sonrió. Allison les hizo una
mueca a ambos antes de volverse hacia Neil.
—Bien. Sé tacaño, por ahora. De todas formas, al final tendremos
detalles sobre ti.
Tuvieron tiempo para matar antes de que la oficina abriera para
cenar, así que se dirigieron a la habitación de atrás. Kevin se fue
directamente al televisor y cambió de canal hasta que encontró una
red de deportes. Dan y Allison reclamaron la mesa de Foosball, por
lo que los otros se dividieron en equipos para el grupo. Neil no tenía
idea de lo que estaba haciendo, pero Renee y Nicky lo guiaron.
Falló miserablemente, pero Andrew y Renee podían defenderse
contra Matt y los primos.
Neil se vendó los brazos antes de caminar para cenar. Dan y Matt
desaparecieron después, y Nicky y Aaron se metieron en el jacuzzi
con Renee y Allison. Kevin se instaló junto a la chimenea con un
libro de historia, por lo que Andrew y Neil terminaron en la cocina.
Andrew sirvió bebidas y permitió que Neil se las entregara a sus
compañeros de equipo. Andrew tuvo una oportunidad para él
cuando terminó de hacer el último viaje. Andrew ofreció una tostada
silenciosa y bebieron juntos. El beso de Andrew fue más caliente
que el whisky y más que suficiente para quitarle la mordedura de la
lengua.
Cuando Dan y Matt regresaron, el equipo migró al estudio con
más bebidas. Pasaron otra noche hablando de cualquier cosa en el
mundo excepto Exy. El aire fresco y el alcohol hicieron que Neil se
quedara dormido antes de lo que pretendía, pero no era el único
preparado para una noche temprana. Renee y Aaron se dirigieron al
piso de arriba justo cuando Neil dejó de estar despierto. Andrew se
quedó atrás para vigilar a Kevin, entonces Neil fue solo al dormitorio
y se acomodó en su lado de la cama. Se despertó cuando Andrew
entró, pero se quedó dormido tan pronto como Andrew se calmó.
Las uñas tocando la puerta los despertaron a ambos un tiempo
indeterminable más tarde. Neil tomó un arma y golpeó el brazo de
Andrew en su lugar. Andrew lo miró antes de rodar de la cama. La
cabaña estaba prácticamente negra hasta altas horas de la noche,
pero era un tiro directo desde el lado de la cama de Andrew a la
puerta. Neil no podía ver quién estaba afuera, pero la voz calmada
de Renee era inconfundible.
—Lo siento —dijo ella—. Necesito tomar prestado tu coche. Lo
traeré de vuelta antes de retirarnos.
—Luz —dijo Andrew.
Neil alcanzó ciegamente la lámpara en la mesita de noche. Lo
encontró en el quinto intento y se protegió los ojos del repentino
resplandor. Andrew lo miró con disgusto antes de dirigirse a su
bolsa. Renee estaba completamente vestida en la entrada, parecía
completamente despierta y sombría.
—¿Renee? —Neil preguntó, porque era obvio que Andrew no iba
a obligarla a explicar.
Las palabras de Renee fueron un shock para su sistema:
—Kengo está muerto.
Neil la miró inexpresivamente, pero no tardó en descubrir el resto.
—¿Jean?
—Riko lo lastimó —dijo Renee—. Voy a buscarlo.
—No te dejarán entrar a Evermore —dijo Neil.
La sonrisa de Renee no llegó a sus ojos.
—Sí lo harán.
Andrew presionó las llaves en la palma de su mano. Renee asintió
con gratitud y se alejó. Andrew la siguió, probablemente para cerrar
con llave la puerta principal detrás de ella. Neil escuchó que el motor
zumbaba afuera, y los faros de la casa salpicaron un as agudo a
través de la ventana del dormitorio mientras salía del camino de
grava. Andrew regresó solo y cerró la puerta camino a la cama. Neil
esperó hasta que estuvo debajo de las sábanas antes de volver a
apagar las luces. Escuchó la respiración suave de Andrew, pero esa
noche ya no pudo dormir. No podía dejar de pensar en Riko, Jean,
Tetsuji y Evermore, y en lo que significaba la muerte de Kengo para
la tregua con su tío.
Explicar la ausencia de Renee al día siguiente de alguna manera
le cayó a Neil. Kevin tomó las noticias tan bien como Neil pensó que
sí y se encerró en la habitación del segundo piso para tener un
ataque de pánico. La mañana comenzó con café irlandés para
todos. La tarde fue un poco mejor hasta que se dieron cuenta de
que Renee había apagado su teléfono. Los Foxes confiaban en su
juicio, pero sus vacaciones no eran las mismas sin ella.
Renee regresó a media mañana el domingo ya que necesitaban
los dos autos para regresar a Carolina del Sur. Neil estaba en el
porche trasero con Andrew, mirando un cigarrillo quemarse hasta
que escuchó neumáticos en la grava. Nicky dormitaba en una de las
mecedoras, con una taza de café olvidada en una mano flojamente
acunada. Neil lo levantó y adentro. Los otros habían escuchado el
automóvil y se dirigían a la guarida. Para cuando Renee cruzó la
puerta, todos la estaban esperando.
—Oh —dijo ella—. Buenos días.
—¿Como está él? —Kevin preguntó.
—No está bien —dijo Renee—, pero Abby está haciendo lo que
puede por él.
—No secuestraste seriamente a Jean —dijo Dan.
—No tuve que hacerlo —Renee se quitó su abrigo y lo colocó
prolijamente sobre el respaldo de una silla—. El presidente de Edgar
Allan vive en el campus, así que me detuve en su casa y le pedí que
interviniera.
—En realidad no lo hiciste —dijo Allison, mirándola.
—Lo puse al teléfono con Stephanie —dijo Renee, es decir, su
madre adoptiva—. Ella dejó en claro que tenía dos opciones: podía
resolver esto en silencio entre nosotros o haría que todos sus
amigos de la industria corrieran con noticias de las violentas
novatadas de Evermore. Eligió la que menos perjudicaría a su
escuela, o al menos lo intentó. El entrenador Moriyama no pudo
producir a Jean cuando el Sr. Andritch se lo pidió, así que hicimos
un viaje inesperado al estadio. ¿Sabían que ni siquiera el presidente
tiene acceso a la corte? No creo que él supiera que sus códigos no
estaban actualizados. Tenía que obtener los nuevos de la seguridad.
De cualquier manera, los Ravens no nos esperaban.
—Eso suena como una subestimación —dijo Matt secamente.
—El maestro habría cubierto sus huellas —dijo Kevin—. Si
supiera que Andritch estaba buscando a Jean por alguna razón,
habría encontrado la forma de ocultarlo de la vista.
—El entrenador Moriyama no estaba allí. Estaba en Nueva York
—dijo Renee. Kevin la miró con cara de incredulidad. Renee negó
con la cabeza y dijo:
—Fue invitado al funeral. Riko no.
El estremecimiento de Kevin fue de cuerpo completo.
—No.
Riko era el hijo de su padre solo de nombre; se había distanciado
de su padre y hermano toda su vida. A pesar de eso, Riko siempre
creyó que podía ganarse la atención y la aprobación de su padre a
través de sus éxitos en la cancha. La muerte de Kengo fue un golpe
desastroso para los sueños de Riko, y Kevin había advertido que la
reacción de Neil-Riko sería fea. Que Ichirou había alcanzado a su
tío, pero se había saltado completamente a su hermano era ácido
en una herida abierta. Sin nadie allí para detener la mano de Riko o
distraerlo de su furioso dolor, Jean no había tenido oportunidad.
—El Sr. Andritch me permitió llevar a Jean cuando vio la forma en
que estaba —dijo Renee—. Le dejé mi número y prometí
mantenerme en contacto mientras la escuela investiga. Abby
también ha prometido mantenerlos informados sobre su
recuperación. Desafortunadamente, (o no) Jean no está dispuesto a
dar nombres ni a presentar cargos. No está contento de estar en
Carolina del Sur. Ya intentó irse dos veces.
—¿Ir a dónde? —Nicky preguntó—. No de vuelta a Evermore.
¿Está loco?
—Es autoconservación —dijo Neil—. Si Riko y Tetsuji piensan que
está apuntando con sus dedos detrás de sus espaldas, lo matarán.
Incluso esto podría considerarse un desafío ya que no está donde
se supone que debe estar.
—¿Qué tan malo es? —Matt preguntó—. Kevin salió de su
contrato escolar cuando se lesionó.
—No tenían otra opción. No podía jugar —dijo Kevin—. Si Jean
sanara, aún pueden reclamarlo como suyo y no hay nada que
podamos hacer al respecto.
—Pero el presidente está involucrado, ¿verdad? —Nicky dijo—.
Así que la junta escolar se va a involucrar pronto, y harán lo que sea
necesario para ocultar esto. Matará su preciosa reputación si esto
se lleva a cabo.
—Si Jean no implica a nadie y mi madre accede a guardar
silencio, podrían estar dispuestos a dejarlo transferir a otra escuela
—dijo Renee—. Ese es el mejor escenario, de todos modos.
—Jean no estará de acuerdo —dijo Kevin en voz baja.
—Quizás puedas convencerlo —dijo Renee—. Apreciaría la
ayuda.
—No está seguro con nosotros —dijo Kevin—. No le daré falsas
esperanzas.
—Alguna esperanza es mejor que ninguna —dijo Renee—. Es el
mismo trato que te ofrecemos, y todavía estás aquí.
—Me quedé por Andrew —dijo Kevin.
—Y no aceptaré más refugiados —dijo Andrew.
—Lo sé —dijo Renee—. Jean es mi problema, no el tuyo. Las
consecuencias y fallas son mías con las que lidiaré, lo prometo.
—¿No tiene familia con la que se pueda quedar? —Dan preguntó.
—Sus padres lo vendieron a los Moriyamas para pagar una deuda
—dijo Kevin—. Los Ravens son todo lo que tiene.
Neil negó con la cabeza.
—Kevin hablará con él cuando regresemos.
—No dije eso —dijo Kevin.
—Pero vas a hacerlo —dijo Neil—. Ya te alejaste de él una vez
que sabía lo que Riko le haría a él en tu ausencia. No lo hagas de
nuevo. Si no lo proteges ahora, su muerte está en ti.
—Maldición, Neil —dijo Nicky—. ¿No es un poco duro?
Neil lo ignoró.
—Renee ya hizo la parte difícil. Ella lo sacó de allí. Tienes que
poner tus pies sobre la tierra y mantenlo aquí. Lo superas en la
jerarquía imaginaria de Riko. Te escuchará.
—Sí —dijo Matt—. ¿No fueron dos amigos alguna vez?
Kevin abrió la boca, la cerró de nuevo y miró hacia otro lado.
—Eso fue hace mucho tiempo.
—Kevin —dijo Renee—. Por favor.
Kevin no dijo nada durante tanto tiempo que Neil pensó que se iba
a negar. Finalmente, Kevin dijo:
—Haré lo que pueda, pero no prometo nada.
—Gracias —dijo Renee, y miró a Neil para incluirlo en eso. Kevin
sacudió su mano en señal de despedida y se dio vuelta—. Voy a
empacar.
Neil lo vio subir las escaleras, solo vagamente consciente de Dan
y Allison acribillando a Renee con más preguntas. Cuando Kevin se
perdió de vista y sus pasos se detuvieron en su habitación, Neil se
dirigió hacia él. Subió las escaleras lo más silenciosamente que
pudo, pero la cabina no estaba diseñada con sigilo en la mente, y
sabía que Kevin lo había escuchado acercarse. La puerta del
dormitorio estaba abierta de par en par, pero Neil la cerró detrás de
él. Kevin estaba sentado en su cama, con una rodilla pegada a su
pecho, mientras miraba opacamente a lo lejos. Neil se sentó con las
piernas cruzadas en el extremo de la cama y esperó.
No tomó mucho tiempo. Kevin apoyó la barbilla en la rodilla y dijo:
—¿Cómo lo haces? —Kevin chasqueó los dedos como frustrado
por su propia vaguedad y dijo: —Después de todo lo que sucedió
este año, después de que Riko, tu padre y el FBI y sabiendo que el
señor Ichirou ha sabido de ti, ¿por qué no tienes miedo?
—Lo tengo— dijo Neil—. Pero tengo más miedo de dejarlo ir que
de mantenerlo.
—No entiendo.
—Lo haces, o no habrías confiado en Andrew y el Entrenador en
primer lugar. El problema es que te pusiste en sus manos y se
rehusó a cometer más allá de eso. Crees que Riko te hará daño por
tu desafío, entonces eres teme alejarse demasiado de la línea. Pero
este término medio no lo salvará para siempre.
—Kevin —dijo Neil, y esperó a que Kevin finalmente lo mirara—.
Descubre lo que quieres más que nada, lo que te mataría perder.
Eso es lo que está en juego si dejas que Riko gane. Calcula el costo
de su miedo. Si es demasiado, necesitas pelear. ¿No preferirías
morir intentándolo en vez de no intentarlo?
—De cualquier manera, moriría —señaló Kevin.
—Muere libre o muere como un fracaso —dijo Neil—. La elección
es tuya, pero elige tu lado antes de volver a ver a Jean. Si él piensa
que le estás engañando, nunca lo ganarás.
Kevin no dijo nada, entonces Neil se bajó de la cama y lo dejó allí.
Los otros estaban hablando del desayuno mientras él bajaba la
escalera. Renee había pasado por un autocine en su camino hacia
arriba, pero los otros habían estado posponiendo el desayuno hasta
que tuvieron que entregar sus llaves en la oficina principal. Todo lo
que quedaba por hacer era empacar, así que se separaron en sus
habitaciones y sacaron sus bolsas de sus armarios.
Empacaron los autos y caminaron hacia el edificio de oficinas por
última vez. Renee bebió té mientras los demás se deleitaban con
huevos y tocino. Nadie dijo una palabra sobre Jean, donde alguien
podría oírlos, aunque era cuestionable que alguien más en la sala
de desayuno supiera quiénes eran y pudieran ponerlo todo junto.
Devolvieron sus llaves al salir y se separaron entre los autos.
Andrew salió primero del camino y comenzaron a regresar al
campus.
Hicieron un campocorto cerca de la casa de Abby para que Kevin
pudiera ver a Jean. Abby había dejado la puerta principal abierta,
como siempre, así que el equipo entró sin llamar. Dan gritó un
saludo en el camino para que Abby supiera que tenía invitados, y
Abby respondió desde el otro extremo del pasillo.
Encontraron a Abby y Wymack sentados en la mesa de la cocina.
Los platos en el mostrador y las servilletas arrugadas en la mesa
dijeron que acababan de terminar el almuerzo. Abby despejó el
desastre y llevó a Kevin por el pasillo hasta donde Jean estaba
descansando. Neil miró a Wymack, buscando el trauma persistente
de la confesión de Kevin. La máscara tranquila de Wymack era
infalible. Eso no impidió que Dan mirara como si ella pudiera ver a
través de él.
—¿Consenso? —Wymack preguntó cuando oyeron que se
cerraba la puerta.
—Él puede esconderse con nosotros hasta que esté mejor —dijo
Dan—. Lo que haga después de eso depende de él.
Wymack asintió.
—Neil, la junta sabe que volverás hoy.
—Ellos quieren hablar —dijo Neil, en realidad no era una
pregunta.
—Me dijeron que los llamara tan pronto como regresaras —dijo
Wymack—. ¿Has vuelto?
Era tentador tomar esa sutil oferta y esconderse un poco más,
pero Neil estaba fuera de tiempo. Las vacaciones de primavera
habían terminado. Las clases comenzaron de nuevo mañana y sus
compañeros de clase habrían escuchado las noticias hace una
semana. En uno o dos días, Neil tendría que enfrentarse a la prensa
y confirmar todo lo que ya había averiguado.
Inexplicablemente, Neil se preguntó cómo reaccionó el entrenador
Hernández ante las noticias. Se preguntó si los periodistas lo
habrían llamado buscando información. Sus ex compañeros de
equipo sin duda tenían mucho que decir. Las pequeñas ciudades
crecieron en chismes.
—Sí —dijo Neil—. Volví.
Wymack salió para hacer la llamada.
Abby regresó sola y miró al equipo.
—Jean no puede manejar a tantos invitados.
—Estábamos dejando a Renee y Kevin —dijo Matt.
Abby volvió a sentarse en su silla y miró a los Foxes.
—Renee dijo que la cabaña era adorable.
Se cayeron sobre ellos mismos para describirle los aspectos más
destacados de la cabaña. Aaron tenía poco que aportar, pero al
menos parecía que estaba prestando atención a la conversación.
Recién habían comenzado a contarle acerca de la cabalgata cuando
Wymack regresó. Se detuvo en la entrada en vez de dirigirse a su
silla. Neil captó la indirecta y se dirigió hacia él. Andrew se quedó
atrás como Neil sabía que lo haría; Kevin necesitaba a Andrew más
de lo que Neil lo hizo hoy.
Charles Whittier, el presidente de Palmetto State University, vivía
en una casa de gran tamaño cerca de las puertas de entrada al
campus. Wymack y Neil siguieron la acera de piedra alrededor del
edificio hasta la puerta, y Neil se detuvo mientras Wymack tocaba el
timbre. Wymack había llamado antes, por lo que Whittier respondió
casi de inmediato.
—Chuck —dijo Wymack en lugar de hola.
—Entrenador —dijo Whittier, pero estaba mirando más allá de
Wymack a Neil—. Adelante.
Pasaron junto a una sala de estar que podía acomodarse a todo el
departamento de Wymack y una sala de conferencias más grande
que el dormitorio de Neil. La oficina de Whittier estaba detrás de la
casa cerca de la cocina. Hizo un gesto para que se sentaran y cerró
la puerta detrás de ellos. Su escritorio estaba libre de todo excepto
de una computadora y un teléfono, pero una bandeja en un
archivador cercano contenía vasos de té helado. Le pasó dos a
Wymack, quien le entregó uno a Neil, y se llevó el suyo a su silla.
Neil se aferró a su bebida como si le diera el coraje que necesitaba
para esto.
Whittier todavía lo miraba como si Neil explotara en un minuto
más, pero al final él dijo:
—Comencemos.
Tocó el botón del mouse, y un segundo después sonó su teléfono.
Una voz automatizada le dio la bienvenida al sistema de
conferencias. Después de que Whittier ingresó su código de acceso
en la voz, dijo:
—Hay veinte llamadas conectadas, incluyéndolo a usted —se
escucharon una serie de bips cuando todos estaban conectados.
—Es Whittier —dijo Whittier—. Tengo al entrenador David
Wymack y a…Neil Josten —dijo después de una breve vacilación y
una mirada a Wymack—, aquí conmigo. ¿A quién hemos firmado
ya?
Bajaron la lista, ofreciendo nombres y títulos. Neil sintió que todo
el departamento de administración había aparecido para esta
llamada; las personas que se registraron variaron desde Asuntos
Estudiantiles hasta Relaciones de Alumnos con los once miembros
de la Junta de Fideicomisarios. Una vez que todos fueron
presentados y contabilizados, Whittier inició.
Lo que siguió fue una de las horas más largas de la vida de Neil.
Rápidamente fue obvio que esta no era la primera llamada que
tenían desde que salió la verdad de Neil; estaban tomando esta
conversación desde la última vez que hablaron y se refirieron a los
últimos argumentos de Wymack. A Neil se le dio tiempo para
presentar su caso, y Wymack lo avaló incondicionalmente cuando la
Junta lo acribilló con preguntas y demandas.
Cuando terminaron con él, pasaron a pelear entre ellos.
Debatieron sobre los riesgos de mantener a Neil cerca, pero
estaban igualmente interesados en la publicidad: cómo buscarían
liberarlo a fin de año en comparación con cómo buscarían estar con
él. Neil quería recordarles que todavía estaba escuchando la
llamada. En cambio, contó hasta diez y bebió su té. Wymack no
estaba nada contento con sus cálculos insensibles, y lo toleró solo
por unos minutos más.
—Miren —interrumpió, ignorando el gesto de Whittier para
mantenerse al margen—. Miren —dijo de nuevo, más fuerte, cuando
los demás siguieron hablando sobre él. Wymack les dio un par de
segundos y luego comenzó a hablar en voz alta de todos modos—.
Desde el primer día han cuestionado cada decisión que tomé. Una y
otra vez he demostrado que siempre sé lo que es mejor para este
equipo, tanto para los jugadores como para los intereses de la
escuela. ¿No es así?
>>Esta debería ser una llamada más fácil que despedir a Andrew
—prosiguió Wymack sin esperar su acuerdo—. Con Andrew les pedí
que tengan fe y paciencia porque sabía que tomaría tiempo antes de
que vean que tu endoso es rentable. Esta vez los resultados ya
están dados. Han cosechado los beneficios de la presencia de Neil
desde agosto.
>>Neil es un miembro crítico de mi equipo —dijo Wymack,
apuñalando con su dedo contra el escritorio para enfatizarlo—.
Pueden preguntar a cualquier persona en mi alineación y todos
estarán de acuerdo: no estaríamos donde estamos hoy si él no
estuviera aquí con nosotros. Y donde estamos hoy está en la
cúspide de las finales. Estamos a cuatro juegos, ¡cuatro! De ser
campeones de la NCAA. Estamos a punto de ser el primer equipo
en la nación que mejoró a Edgar Allan Ravens. Tenemos una
alineación que se graduará a profesionales y a la Corte. Estamos
remodelando la forma en que todos piensan sobre el programa Exy
de Palmetto State. Quitarle el equipo a Neil no le salvará la cara y
seguro que no es la decisión inteligente. Va a volverse tan
contraproducente que nunca más querrás ver a un periodista.
Estuvieron callados por un minuto, luego comenzaron a discutir
entre ellos de nuevo. Finalmente lo votaron y votaron a favor de
Neil.
—Gracias —dijo Wymack, en un tono que claramente decía que
estaba más molesto por su terquedad que agradecido por su apoyo
—. Ahora que eso ya está resuelto, tengo que decir algo más,
siempre y cuando tenga a todos conmigo. Deberías escuchar esto
antes de que lo veas en las noticias.
—¿Ahora qué? —uno de los Fideicomisarios preguntó.
—Recientemente me llamó la atención que tengo un hijo —dijo
Wymack. Mantuvo su tono y su expresión incluso, pero parecía
tenso en su silla—. Estoy programando una prueba de paternidad
ahora que estamos de vuelta en el campus solo porque quiero los
documentos archivados.
—Felicitaciones —dijo alguien, más obligatorio que cualquier otra
cosa.
Wymack abrió la boca, la cerró y volvió a intentarlo.
—Es Kevin Day.
El silencio que siguió fue profundo. Por fin alguien logró.
—Es ¿qué?
—Me lo dijo la semana pasada. Estaba… inspirado —dijo
Wymack después de una breve búsqueda de palabras—, por la
situación de Neil para aclararme. Se los digo ahora porque planea
hacerlo público esta semana. Voy a utilizarlo para ayudar a combatir
la prensa negativa que rodea a Neil. Me gustaría dejar constancia
de que este descubrimiento no tendrá ningún impacto en mi
entrenamiento.
—Anotado —dijo una mujer, sonando insegura, justo antes de que
estallara otra discusión. Este era más corto, principalmente centrado
en cómo la escuela iba a reaccionar públicamente a las noticias.
Finalmente, todo se cuadró y la conferencia llegó a su fin. Cuando
cada persona colgó, la línea sonó para indicar la gente que
abandona. Whittier esperó hasta que escuchó a los diecinueve
antes de lanzar la conferencia.
—Eso fue inesperado —dijo Whittier, con una larga mirada a
Wymack. Neil pensó que estaba buscando una señal de que
Wymack había estado pensando en este secreto durante años en
lugar de una semana.
Wymack no tuvo problemas para interpretar esa mirada, pero en
lugar de declarar su inocencia, Wymack simplemente dijo:
—Primero soy su entrenador.
Whittier negó con la cabeza.
—Hablando de presidente a entrenador, eso es exactamente lo
que quiero escuchar y espero que cumplas tu palabra. Hablarle a
Chuck a David, lo siento. No pudo haber sido un descubrimiento
fácil.
—Gracias —dijo Wymack después de un momento.
Whittier se puso de pie y los acompañó a la puerta. Wymack le
devolvió a Neil al dormitorio. Neil lo pasó mirando por la ventana y
preguntándose si debería decir algo. Al final, decidió confiar en Abby
y Dobson para vigilar a Wymack. Se conformó con un Gracias
hueco cuando Wymack lo dejó en la acera trasera, y no miró hacia
atrás antes de entrar.
***

El lunes significaba clases, aunque Neil hubiera estado felizmente


en cama en el dormitorio. Sus heridas atraían más miradas
persistentes de las que podía soportar y un par de compañeros de
clase fueron lo suficientemente audaces como para presionarlo por
chismes. No tenía sentido mentir sobre eso, pero nadie dijo que Neil
tuviera que decir la verdad tampoco. Rechazó todas sus preguntas
con un insistente: No quiero hablar de eso, que se hizo más fuerte
cada vez que alguien ignoraba esa advertencia.
Cuando sonó la campana al final de su última clase, el alivio que
sintió Neil casi le paralizó. Casi salió disparado del salón de clases y
siguió al grupo de estudiantes alborotados fuera del edificio y por las
escaleras. Lo hizo a diez pasos del edificio antes de que alguien se
detuviera en su camino. Neil estaba acostumbrado a esquivar
cadáveres en el campus, así que esquivó cuidadosamente y siguió
caminando. El hombre habló por el camino de Neil.
—Pararás.
Neil no creía que lo estuvieran dirigiendo, pero mirar hacia atrás
fue instintivo. Lamentó de inmediato y se sacudió para detenerse. El
hombre que había hablado era japonés, más viejo que los
estudiantes ajenos que pasaban junto a ellos, pero se vestían
casualmente para no sobresalir. Consideraba que Neil, como Neil,
era la ruina de su existencia y hacía un gesto, no una invitación sino
una orden.
—Nos vamos.
Neil casi preguntó a dónde iban, pero lo pensó mejor en el último
segundo. Siguió al extraño al estacionamiento de la biblioteca. Un
automóvil estaba parado en la acera y Neil se metió en el asiento
trasero cuando alguien adentro le abrió la puerta. Su escolta cerró la
puerta detrás de él y se sentó en el asiento del pasajero. Nadie dijo
una palabra. Neil miró por la ventana, haciendo un seguimiento de
dónde iban por si necesitaba encontrar el camino de regreso, pero
no tardó en preguntarse. Lo llevaron al sitio de construcción al otro
lado del campus. Neil vio autos estacionados y equipo inactivo.
Bastante del exterior del nuevo dormitorio estaba listo ahora que
probablemente estaban ocupados adentro, pero Neil hubiera
preferido algunos testigos.
Solo había otro auto estacionado atrás. El conductor se detuvo
junto a él y apagó el motor, pero nadie se movió. Neil captó la
indirecta después de un minuto de silencio tenso y salió. La puerta
frente a él estaba desbloqueada. Lo abrió, pero vaciló a mitad de
camino en el coche cuando vio quién lo estaba esperando.
A primera vista, Ichirou Moriyama no se parecía mucho. Su traje
de seda negro hablaba de riqueza excesiva, pero sus características
juveniles socavaron pretensión. Solo tenía un par de años con Neil
para empezar y genética lo hizo parecer aún más joven. Él era solo
otro hombre de negocios esperanzado, tal vez, otro CEO de niños
ricos viviendo la vida en el carril rápido vertical. Neil era engañado
por todo un segundo: el momento en que lo llevó a encontrarse con
los ojos de Ichirou a través del asiento trasero.
Este hombre no era como el padre de Neil, con su temperamento
y matones y fea reputación. No era como Riko, con su crueldad
egoísta y sus rabietas infantiles. Este era un hombre que podía
mantener a los dos bajo control con una mirada, un hombre quien
había sido criado para gobernar. Él era el poder de Moriyamas para
vivir, respirar, y con la muerte de su padre se sentó solo e intocable
en su trono. Neil consideró darse la vuelta y alejarse, pero sospechó
que era una buena forma de recibir un disparo en la espalda. No
sabía por qué estaba allí, ya que no incluso Riko había visto a su
hermano cara a cara, pero sabía que un paso en falso significaba
que la esperanzada tregua de su tío era nula.
Neil pateó desesperadamente su memoria, buscando algún
consejo sobre cómo manejar este encuentro. Neil no podría
enfrentar a Ichirou como Neil Josten; tenía que enfrentar a Ichirou
como un Wesninski haría. Eso significaba que cada palabra tenía
que ser la verdad y este tenía que ser la más grande mentira que
Neil había dicho alguna vez.
Mordió sus dudas y el primer destello de pánico y dijo, muy
cuidadosamente.
—¿Puedo entrar?
Ichirou movió dos dedos en comando silencioso, y Neil se subió al
coche. Cerró la puerta detrás de sí mismo, firme, pero no
ruidosamente, y arregló mirar al hombro de Ichirou.
—¿Sabes quién soy? —Ichirou preguntó.
—Sí —dijo Neil, y titubeó durante medio segundo mientras
captaba un título. Señor —no tenía el respeto necesario, pero Kevin
se había referido a Kengo más de una vez como señor. Era un
término obsoleto y torpe, pero era todo lo que Neil tenía en este
momento—. Eres el señor Moriyama.
—Sí —dijo Ichirou, con una calma moderada en la que Neil no
confiaba ni por un segundo.
—¿Sabes que mi padre está muerto? Todavía no he escuchado
tus condolencias.
—Ofrecerlos parece presuntuoso —dijo Neil—. Asume que
valoras mi palabra, pero no soy nadie.
—No eres nadie —dijo Ichirou—. Es por eso que estoy aquí. Tú
entiendes.
No era una pregunta, pero Neil bajó la cabeza y dijo:
—Mi padre está muerto a las manos de mi tío y el FBI está
investigando lo que queda de su anillo. soy un final suelto que debe
tratarse de una forma u otra.
—Podría detenerlo —dijo Ichirou, y Neil le creyó. No importaba el
FBI ya tenía cajas llenas de historias y nombres de Neil. Si Ichirou
quería el historia muerta y rumores calman, podría hacerlo con un
par de llamadas telefónicas y suficiente dinero—. En cambio, estoy
aquí. Me gusta saber el valor de las cosas antes de tírelos para que
sepa cómo compensar su pérdida.
—No tengo valor ahora —dijo Neil—, pero si se le da el tiempo y
la oportunidad de hacerlo pagaría a tu familia por los inconvenientes
que he causado. La media el jugador profesional Exy gana tres
millones de dólares al año. No necesito eso una especie de dinero
para mí. Déjame donarlo a tu familia en su lugar. Puedo enrutarlo a
través de las tenencias y obras de caridad que hayas heredado.
—Un intento poco sutil de comprar tu seguridad.
—Mi señor —dijo Neil—, estoy tratando de corregir un error y
cumplir un fallo promesa. Se suponía que debía pertenecer a tu tío.
Debería haber sido criado en Siempre ser un Cuervo y jugar para la
Corte. Mi potencial ingreso siempre ha te pertenecía a ti. Regresé a
Exy tan pronto como mi madre murió porque sé mi propósito.
—Y, sin embargo, no regresaste con mi tío —dijo Ichirou.
Parecía una prueba donde fallar significaba la muerte. Neil sabía
cuál era la respuesta segura, pero un pensamiento peligroso le
quemó la lengua. Su padre había servido a Kengo, pero para
mantener tanto territorio y poder, Kengo habría tenido que confiar en
él. Nathan habría tenido el derecho de traer amenazas y posibles
complicaciones a la atención de Kengo. Neil no tenía esa autoridad,
pero tenía que intentarlo.
—Sé que no tienes motivos para confiar en mi palabra —dijo Neil,
con mucho cuidado—, y sé que no me he ganado tu atención o
consideración. Pero soy un Wesninski. Mi familia es tu familia. Por
favor créanme cuando digo que nunca arriesgaría la seguridad de tu
imperio. Jugar para Edgar Allan traicionaría todo lo que se supone
que mi familia debe representar.
Vaciló como si temiera continuar y cruzar una línea frágil. Ichirou
esperó a que tomara una decisión. Neil deseó poder leer algo,
cualquier cosa, en la cara de Ichirou, pero su expresión era serena y
su tono no había cambiado desde que comenzó esta horrible
conversación. Neil no sabía si era engañando por Ichirou, y él no
sabía si eso marcaría la diferencia incluso si podría.
Neil finalmente tomó aire y dijo:
—Tu hermano va a destruir todo lo tuyo a menos que alguien lo
cuelgue.
Fue suficiente para ganarse una leve sonrisa de Ichirou. Era todo
lo que Neil podía hacer para no estremecerse cuando Ichirou dijo:
—Eso es muy audaz.
—Sí —dijo Neil—, pero es la verdad.
Ichirou no dijo nada durante tanto tiempo que Neil se preguntó si
se suponía que debía salir del automóvil y marcharse. Finalmente,
Ichirou le hizo un gesto para que continuara.
—Riko pasó toda su vida con el objetivo de ser el mejor jugador
de la cancha —Neil dijo—, Cuando siente que su superioridad está
amenazada, ataca sin preocuparse por el daño colateral. Este año
pasado solo es una prueba de su creciente inestabilidad.
—Kevin Day fue la segunda inversión más grande de su tío, pero
Riko lo destruyó por su orgullo herido. Al comienzo de su segundo
año, Kevin tenía una fortuna de siete dígitos entre su contrato
profesional, su puesto en el equipo nacional y sus endosos. Podría
haber ganado a su familia quince, veinte millones al año después de
la graduación. Ahora Kevin está empezando de cero.
—Riko mató a uno de mis compañeros de equipo en agosto y lo
admitió en un lugar público —dijo Neil—. En noviembre interfirió con
el sistema judicial de Oakland y dejó un rastro de dinero de
California a Carolina del Sur, todo por el bien de lastimar a otro
compañero de equipo, y en diciembre compró un psiquiatra en
Easthaven en Columbia para continuar con esa tortura. Las
vacaciones de Navidad me devolvieron mi aspecto natural para que
la gente de mi padre pudiera encontrarme y matarme. Él sentó las
bases para la confrontación en Maryland que terminó con la muerte
de mi padre y toda esta investigación federal.
—La semana pasada reaccionó a la muerte de tu padre
golpeando a uno de sus compañeros de equipo a una pulgada de su
vida. Tiene suerte de que sea Jean Moreau, Jean sabe quién es tu
familia y nunca hablará en contra de Riko. Pero Jean está bajo
nuestra custodia. Ahora mientras él sana y la Universidad Edgar
Allan ha iniciado una investigación silenciosa sobre los Ravens,
ellos averiguarán sobre las novatadas y abusarán de las
condonaciones de tu tío y alguien tendrá que responder por ellas.
¿Qué pasaría si tropezaran con evidencia de las manipulaciones de
Riko durante su búsqueda?
—No estoy diciendo que tu hermano esté fuera de lugar —mintió
Neil—, pero no está siendo cuidadoso. Está escalando porque se
siente amenazado, pero hay mucha gente mirándonos ahora. Lo
atraparán lo suficientemente pronto, y tengo miedo de lo que caerá
sobre ti. No me aliaré con tal riesgo, así que no puedo jugar para tu
tío en Edgar Allan. Lo siento.
Otro interminable silencio siguió. Pasó un día, una semana o un
año antes de que Ichirou dijera:
—Mírame a los ojos y escucha con atención —Neil arrastró su
mirada hacia la cara de Ichirou. La sonrisa de Ichirou desapareció
hace mucho y sus ojos de carbón parecieron atravesar a Neil—. De
dónde vengo, la palabra de un hombre es tan buena como su
nombre y su nombre gana peso de la sangre que derramó por mi
familia. No has probado y no es cierto. No mereces el aire que
respiras. Equilibraría el rojo en mi libro de contabilidad con tu muerte
y lo consideraría un pago justo.
>>Sin embargo —dijo Ichirou—, eres el hijo de tu padre, y tu
padre era alguien para mí. Él es la razón por la que vine aquí
cuando pude haber enviado a alguien para que te hablara. ¿Sabes
lo que haré? ¿Y si creo que estás perdiendo el tiempo? ¿Sabes lo
que haré con cualquier persona que hayas conocido o con quien
hayas hablado? Mataré a todos los que alguna vez te apoyaron y
haré que cada muerte dure toda la vida.
No sonaba como una amenaza; sonaba como una promesa.
—¿Qué puedo hacer para convencerte de que estoy diciendo la
verdad? —Neil dijo.
—Nada —dijo Ichirou, y dijo unas palabras en japonés a los dos
hombres sentados al frente.
El pasajero del frente sacó un teléfono celular de su bolsillo. Neil
no podía entender una palabra del hombre, pero entendió ese tono
enojado muy bien.
Por un momento salvaje, pensó que el hombre estaba
organizando muertes desordenadas para todos los Foxes. Apretó
los dientes contra una espina de pánico y miró el cojín vacío entre él
e Ichirou. El pasajero estuvo yendo y viniendo durante varios
minutos, luego colgó y guardó su teléfono. Su tono fue respetuoso
cuando le dijo algo a Ichirou.
Cualquiera que fuera la noticia, la expresión de Ichirou no cambió.
Ichirou se golpeó el pulgar sobre el tobillo mientras pensaba. Neil no
sabía cuánto tiempo permanecieron sentados allí en silencio, diez
minutos o diez vidas, pero estaba seguro de que moriría antes de
que Ichirou finalmente tomara una decisión.
—Quizás tu vida tenga una etiqueta de precio después de todo —
dijo Ichirou—. Ochenta por ciento de sus ganancias para la totalidad
de su carrera serán suficientes. Espero diezmos similares de Day y
Moreau, es razonable considerando que mi familia financió su
capacitación. Alguien se pondrá en contacto contigo para hacer los
arreglos. para hacer el corte después de la graduación, el acuerdo
se perderá y serás ejecutado. ¿Entiendes?
La incredulidad derribó el aire de sus pulmones; el alivio fue tan
intenso que Neil pensó por un momento que estaría violentamente
enfermo. De alguna manera mantuvo su tono incluso cuando dijo:
—Entiendo. Hablaré con Kevin y Jean inmediatamente. No te
fallaremos.
Ichirou le lanzó una mirada de encapuchado.
—Entonces por ahora vete.
Fue tan abrupto que Neil casi olvidó decir.
—Gracias.
Intentó salir del automóvil sin dar la impresión de que se estaba
volviendo loco y no estaba del todo seguro de haberlo logrado.
Cerró la puerta detrás de él y ambos conductores apagaron los
motores. Neil permaneció inmóvil mientras los autos se alejaban y
observaban aturdidos cómo se perdían de vista. Saber que se
habían ido no hizo nada para que se sintiera más seguro y Neil cayó
de rodillas sobre el asfalto. Clavó sus dedos en el denim tenso sobre
sus rodillas y luchó por controlar su acelerado corazón. Cuando
pensó que podía pararse sin caer, siguió Perimeter Road por el
campus hasta el edificio donde Kevin tenía su clase de historia. El
reloj del teléfono de Neil decía que quedaban quince minutos del
período, por lo que Neil se apoyó contra la pared exterior de la
puerta y esperó. Kevin fue uno de los últimos en salir y se calló
cuando vio a Neil.
—Te llevaré a casa de Abby —dijo Neil en francés—. Tenemos
que hablar con Jean.
—No en este momento— dijo Kevin.
—Ahora sí —Neil extendió un brazo cuando Kevin parecía listo
para alejarse—. Ichirou acaba de venir a vernos.
Kevin se atragantó con su primera negativa. Su segundo intento
fue ronco con incredulidad.
—No bromees sobre tales cosas —Neil miró a Kevin en silencio
hasta que Kevin se estremeció y retrocedió medio paso—. No. Él ni
siquiera conocerá a Riko. Él no vendría aquí.
—Vamos —dijo Neil.
Le envió un mensaje a Andrew en su camino a Fox Tower, por lo
que Andrew los estaba esperando en el maletero de su auto. Tenía
un pequeño paquete en una mano y un cigarrillo en la otra. A este
último se apartó cuando se acercaron, y soltó los cerrojos mientras
se ponía de pie. Fue un corto trayecto desde el dormitorio al lugar
de Abby. Neil llamó a pesar de que su puerta estaba desbloqueada,
y Abby respondió unos segundos más tarde. Ella frunció el ceño al
verlos en la puerta de su casa, pero se hizo a un lado para dejarlos
entrar.
—¿No tienes clase ahora?
—No —dijo Neil—. ¿Dónde está Jean?
—Estaba dormido la última vez que lo visité.
—Es importante —dijo Neil—. Lo despertaré.
Abby estudió la sombría expresión de Kevin un momento antes de
hacerse a un lado.
Neil llevó a Kevin y Andrew por el pasillo, dejando a Abby
mirándolos, y golpeó la puerta de la habitación con un golpe
superficial. Jean se sobresaltó al oír el ruido y comenzó a sentarse.
Mudarse fue un error, a juzgar por el sonido que hizo mientras se
hundía en el colchón. Neil aprovechó su distracción y examinó la
obra de Riko en su camino hacia la cama. La cara de Jean era más
o menos un hematoma hinchado. Ambos ojos estaban ennegrecidos
por cortesía de una nariz rota y los puntos habían remendado su
barbilla y mejilla. Se habían arrancado trozos de cabello de su
cráneo, dejando manchas de calvicie y costras en todo el cuerpo.
Neil se obligó a retroceder inesperadamente y se sentó en el
borde del colchón.
—Hola, Jean —dijo Neil.
—Vete —dijo Jean, voz en carne viva con odio—. No tengo nada
que decirte.
—Pero escucharás —dijo Neil—, porque acabo de decirle a
Ichirou dónde estás.
Fue suficiente para obtener toda la atención de Jean. Kevin se
sentó al otro lado de Jean, con la cara pálida de nuevo al oír el
nombre de Ichirou. Neil miró hacia atrás para asegurarse de que
Andrew estaba escuchando, y luego les contó sobre la visita de
Ichirou: por qué había venido, cómo había decidido perdonarles la
vida y lo que les costaría retribuirle. Kevin y Jean escucharon todo
sin decir una palabra.
—No es un perdón y no es realmente libertad, pero es protección
—Neil miró de una cara conmocionada a la otra—. Ahora somos
activos para la familia principal. El Rey perdió a todos sus hombres y
no hay nada que él pueda hacer sin cruzar a su hermano. Estamos
a salvo, para siempre.
Jean emitió un sonido terrible y enterró su rostro en sus manos.
Kevin abrió la boca, la cerró de nuevo y lanzó una mirada
atormentada hacia Jean. Neil esperó, pero ninguno de los hombres
parecía capaz de reaccionar más allá de eso. Finalmente se deslizó
fuera de la cama y los dejó a la mutua comodidad cuestionable.
Andrew lo precedió fuera de la habitación, pero Neil se agarró la
manga mientras cerraba la puerta detrás de ellos. Andrew
obedientemente se volvió hacia él.
—¿Qué se siente al agotarse? —Andrew preguntó.
—Vale cada centavo —dijo Neil—. Déjalo tener todo lo que quiera.
No necesito el dinero. Todo lo que necesito es lo que él me dio: una
promesa de que tengo futuro. Tengo permiso —no, órdenes— para
vivir mi vida como quiero Voy a graduarme de Palmetto State en
cuatro años más y jugar a Exy hasta que me obliguen a retirarme.
Tal vez incluso moriré de vejez.
—Suenas más como ellos todos los días —dijo Andrew.
Neil supuso que se refería a sus compañeros de equipo más
optimistas.
—Vas a tener que inventar algo para que te aferres. Estoy seguro,
Kevin ya no necesita tu protección, Nicky volverá con Erik y Aaron
tendrá a Katelyn. ¿Qué vas a hacer? ¿vivir si no estás jugando al
perro pastor para nosotros?
—Aaron no tiene a Katelyn.
—La negación no te conviene. Hablamos sobre esto.
—Tu hablaste —dijo Andrew—. No escuché.
—Elígenos —dijo Neil. Fue suficiente para callar a Andrew, tal vez
solo por un segundo, pero Neil tomaría cualquier oportunidad que
pudiera—. Kevin va a retomar su puesto en la cancha antes de
graduarse. Cree que puedo hacer el corte con la práctica y el tiempo
suficientes. Ven con nosotros. Juguemos todos juntos en las
Olimpiadas algún día. Seríamos imparables.
—Esa es tu obsesión, no la mía.
—Pídelo prestado hasta que tengas algo propio —Neil se aferró
más a la manga de Andrew cuando Andrew comenzó a liberarse—.
¿No es nada divertido tener un lugar, tener un equipo, una ciudad
diferente cada semana y cigarrillos y bebidas en el medio? No
quiero que esto termine.
Andrew se soltó.
—Todo termina.
Empujó su paquete contra el pecho de Neil y se dirigió al pasillo.
Andrew ya había cortado la cinta desde los extremos, por lo que Neil
abrió la solapa sin demasiados problemas o dolor. Sacudió la caja
sobre la palma de la mano, pero nada se cayó. Tuvo que sacar el
contenido con los dedos y consideró la tela arrugada con cierta
consternación. No entendió hasta que cambió su agarre y dejó que
los extremos se desenredaran. Sostenía un juego de brazaletes
idénticos a los de Andrew. Eran lo suficientemente largos como para
ocultar las vendas y las nuevas cicatrices en los antebrazos de Neil.
Levantó la mirada hacia el enfoque de Abby. Ella miró hacia la
puerta cerrada del dormitorio y vio el regalo que Neil sostenía.
—¿Todo está bien?
Neil lo pensó, pero no por mucho tiempo.
—Nunca he estado mejor.
CAPÍTULO DIECISIETE

Traducido por Tami


Corregido por Vaughan

Los Foxes reaccionaron a las noticias de Neil con un júbilo casi


unánime. Incluso Aaron se animó lo suficiente como para ofrecer
felicitaciones. Sin embargo, Kevin no pudo recuperarse tan rápido
de tener su mundo patas arriba, y estuvo distraído toda la tarde.
Falló tiros que normalmente hubiera hecho con los ojos cerrados y
pasó sus descansos sentado solo en las gradas. Wymack no le dijo
nada sobre su pobre actuación y calló a Dan cuando ella intentó
decirle algo.
Dan logró que todos estuvieran en el centro de la ciudad para una
cena de celebración. No podían hablar sobre el trato de Ichirou en
público, pero podían bromear de todo lo demás que le venía a la
mente. Todos se percataron de las nuevas bandas de Neil, pero
después de un par de burlas bondadosas, cumplieron su palabra de
mantenerse al margen de la no—relación de Neil y Andrew.
Neil pasó la mayor parte de la comida mirando a Kevin y Andrew.
Kevin no le dijo nada a nadie, pero miraba su plato mientras jugaba
con su comida. Andrew se inclinó hacia adelante en su asiento entre
los dos Strikers, con los dedos entrelazados y apoyados contra su
rostro para ocultar su boca. Observaba a todos con una mirada
entrecerrada y no tenía nada que agregar. Cuando alguien cometió
el error de tratar de incluirlo, él los miraba fijamente hasta que
seguían hablando. Neil vio la mirada cansada que Matt y Dan
intercambiaron, la decepción evidente en el ceño frunciendo los
labios. Habían logrado un progreso real en las montañas, o al
menos eso creían, pero Andrew se había cerrado de nuevo sin
previo aviso. Neil quería decir que Andrew estaba conservando toda
su energía para la quiebra silenciosa de Kevin, pero no estaba
seguro de cómo decirlo sin llamar la ira de Andrew.
Finalmente regresaron al dormitorio. Neil siguió a Nicky hasta la
habitación de los primos. Kevin se dirigió al baño, pero dejó la
puerta abierta detrás de él. Neil miró desde su agarre de nudillos
blancos en el borde del fregadero hasta el reflejo de Kevin. No sabía
qué había puesto esa mirada intensa en la cara de Kevin a menos
que Kevin estuviera mirando el número en su mejilla. Kevin había
sido el segundo mejor y de segunda clase toda su vida. Ahora tenía
la libertad de alcanzar el rango que siempre se había merecido y
siempre había tenido demasiado miedo de querer. Neil no culpó a
Kevin por su miedo, pero necesitaba ver a Kevin superarlo.
Cuando Kevin dio señales de que no se movería de ahí en un
buen tiempo, Neil tuvo que darse por vencido. Andrew estaba
sentado en su escritorio, por lo que Neil se sentó a su lado. Nicky y
Aaron de adueñaron de las sillas de puff y cargaron un juego en el
televisor. Jugaron tres niveles antes de que Kevin reapareciera.
Kevin miró a Neil y a Andrew y dijo:
—Lléveme a la cancha.
Era obvio que no le importaba cuál de ellos lo hiciera, pero Neil
miró a Andrew. Andrew tenía la ventana abierta para poder soplar el
humo del cigarrillo a través de ella. Solo lo llevaba la mitad, pero no
dudó en apagarlo en el alféizar de la ventana. Dejó la colilla a un
lado para más tarde y se deslizó fuera del escritorio. Cuando estaba
a la mitad de la habitación, Neil se levantó y se invitó a sí mismo.
Kevin no pareció darse cuenta y Andrew reconoció su presencia con
una breve mirada. Nicky los despidió con una alegre despedida y
volvió a masacrar monstruos.
Dejaron a Kevin en el vestuario y continuaron hasta la cancha.
Neil estaba de pie cerca de la pared para estudiar el suelo pulido y
las huellas de zorro relucientes. Andrew se sentó en el banco y no
dijo nada. Kevin no los hizo esperar mucho, pero apareció con un
balde de pelotas en una mano y su raqueta en la otra. Neil lo vio
cruzar la pista vacía hacia la primera y cuarta línea. Kevin dejó la
cubeta, se ajustó los guantes y comenzó a disparar al objetivo vacío.
Andrew toleró el espectáculo solo hasta que el balde estaba
vacío, y luego se levantó con un aburrimiento,
—Realmente es patético.
—¿No lo somos todos? —Preguntó Neil sin apartar los ojos de
Kevin.
Kevin inspeccionó el desastre a su alrededor y sacudió su raqueta
de un lado a otro. Usó la culata de su raqueta para acercar algunas
bolas perdidas, luego se pasó la raqueta de la mano derecha a la
izquierda. Neil esperaba verlo sacudir su mano derecha antes de
comenzar una segunda ronda. En vez de eso, Kevin alcanzó con la
mano derecha la bola más cercana.
Neil golpeó con manos la pared de la cancha en señal de
advertencia. Las reverberaciones enviaron calor que se enroscaba
en cada corte en curación y quemaba en sus brazos y apagó un
dolorido,
—Andrew.
Kevin ignoró el golpe y deslizó la pelota en la red de su raqueta.
Le dio a su raqueta un giro experimental, luego disparó a la portería.
Neil pensó que estaba apuntando al mismo lugar que había estado
golpeando durante los últimos cinco minutos, pero el balón cayó a
medio pie de distancia. Kevin sacudió su raqueta con evidente
irritación y recogió otra pelota. Él hizo otro tiro, pero todavía aterrizó
lejos del objetivo. Kevin sistemáticamente tiró el resto de las bolas al
alcance de su mano. Hizo su marca en el quinto intento, luego
aterrizaron las siguientes cuatro bolas exactamente en el mismo
lugar.
Neil miró por encima del hombro. Andrew se había vuelto para
mirar al llamado de su nombre, y la expresión de su rostro era
indescifrable. La contracción en la esquina de su boca podría haber
sido de desprecio, pero Neil no estaba convencido. Finalmente,
Andrew giró bruscamente sobre sus talones y se fue. Neil miró hacia
la cancha mientras Kevin tiraba las pelotas. Apretó los dientes, se
preparó para el dolor y golpeó la pared de nuevo.
Kevin apuntó a Neil en una orden clara de que lo dejara. Neil
ignoró la forma en que su mano latía fría y caliente por turnos y agitó
su mano izquierda hacia Kevin. Kevin hizo un gesto desdeñoso y
volvió a lo suyo. Neil resistió el impulso de ir a la cancha y asfixiar a
Kevin por su imprudencia, pero estaba cerca. En lugar de eso,
observó como Kevin ganaba velocidad lentamente, pasando de
goles estacionarios a tiros seguidos. Kevin corría hacia las bolas
cuando rebotaban e intentaba dispararlas lo más rápido posible.
Dibujó dos cruces en la portería, primero las direcciones cardinales
seguidas por las cuatro esquinas, y golpeó el centro de la portería
con cada bola después de eso.
Neil sintió frío al mirarlo, pero no sabía si era miedo de que Kevin
se lastimara de nuevo o de asombro. Siempre había sabido que
Kevin era el mejor, pero casi había olvidado como Kevin solía ser en
su mejor momento.
Un destello naranja en su visión periférica fue suficiente para
distraerlo de Kevin, y Neil miró a Andrew mientras él colocaba su
casco en el banco. Andrew tuvo que notar la atención, pero se
concentró en apretarse los guantes. Él no iba a ofrecer una
explicación, así que Neil preguntó:
—¿Vas a jugar con él?
—Alguien tiene que vigilar a ese idiota —dijo Andrew.
Tiró de la última correa en su lugar, se ató el casco y se dirigió
hacia la puerta. No se molestó en lanzar una advertencia antes de
abrir la puerta de la cancha, pero Kevin estaba de cara a la puerta y
se detuvo al verlo entrar. Dirigió una rápida mirada hacia Neil. Su
protector facial y la distancia entre ellos hacían imposible ver su
expresión, pero Neil podía adivinar que había algo acusador en ella.
Sacudió la cabeza y se encogió de hombros exageradamente,
tratando de transmitir su inocencia. Andrew cerró la puerta detrás de
él y se dirigió hacia la portería.
Kevin condujo las bolas hacia la primera y cuarta línea. Andrew
hizo un gesto expansivo ante lo que sea que Kevin le dijo y colocó
su raqueta descuidadamente contra su hombro. Se negó a moverse
incluso cuando Kevin indicó que estaba listo. Kevin se quedó parado
con su raqueta por unos segundos más, luego se dio por vencido e
hizo un tiro. Andrew ni siquiera se movió, y la pelota pasó justo por
su casco. La portería se iluminó en rojo. Kevin hizo otro tiro, y otro,
luego se impacientó y apuntó al propio Andrew. Eso agrietó el casco
de Andrew, y Andrew finalmente cambió a una posición dispuesta.
La próxima vez que Kevin disparó a la portería, Andrew se lo
devolvió directamente. Kevin lo atrapó, pero tuvo que retractarse
para atraparlo. Tan pronto como tuvo su apoyo apuntó a la portería
de nuevo. Andrew dirigió el tiro hacia las rodillas de Kevin, y Kevin
esquivó justo a tiempo. Estuvieron yendo y viniendo por un tiempo
antes de que Kevin marcara nuevamente. Kevin anotó dos veces
más en rápida sucesión, pero Andrew desvió el tiro después de eso
con un giro imposible de su raqueta. Desde allí se empezó a
incrementar la velocidad.
Esto ya no era una práctica; era una pelea. Andrew estaba
tratando de cortar a Kevin en el pase, y Kevin estaba desafiando a
Andrew para que mantuviese el ritmo de alguna manera. Exy había
sido un punto crudo entre ellos desde que se conocieron. Era la
parte crítica de su amistad que Andrew se negó a reconocer y Kevin
no pudo arreglar, un sueño en el que Andrew no creería y al cual
Kevin no podía renunciar. Neil apenas podía respirar mientras los
veía luchar. Neil podía ver cómo comenzaban a salir a la luz sus
temperamentos por pequeñas cosas, una sacudida de la raqueta de
Kevin aquí y allá y la creciente crueldad de las desviaciones de
Andrew.
Era inevitable que Kevin ganara. Incluso zurdo, Kevin ponía
demasiado de sí mismo en sus prácticas como para perder ante
Andrew aquí. Andrew tenía todo el talento para ser un campeón,
pero nada de delicadeza; no podía vencer a Kevin con fuerza bruta
solamente. Cuando Kevin conectó cinco tiros seguidos, dejó caer su
raqueta y caminó hacia la portería. Andrew se puso la raqueta en el
hombro y lo vio venir.
Neil esperaba que Kevin comenzara a gritar. En cambio, Kevin
atrapó la parrilla del casco de Andrew y lo golpeó contra la pared de
la portería. Neil se estremeció y echó a andar hacia la puerta,
sabiendo que llegaría demasiado tarde para evitar que Andrew
destruyera a Kevin, pero tenía que intentarlo. A mitad de camino se
detuvo, porque Andrew no se había movido. Su puño estaba a su
lado en un golpe abortado y ni siquiera se había quitado a Kevin de
encima. Simplemente se quedó allí y escuchó lo que sea que Kevin
le gruñía en su rostro. Al final, Kevin lo soltó y se alejó. Andrew lo
empujó por la espalda con la culata lo suficientemente fuerte. Kevin
tropezó y se acercó a la línea de gol nuevamente.
Unos segundos más tarde estaban de vuelta como si nada
hubiera pasado, y continuaron hasta que Kevin finalmente tuvo que
sentarse. Neil recogió pelotas de la cancha mientras ellos se
ducharon y sabiamente no les dijo nada a ninguno de ellos. El viaje
de vuelta a Fox Tower se mantuvo en silencio y Kevin se fue
directamente a la cama. Andrew recogió la colilla de su cigarrillo de
la ventana, lo encendió y miró el oscuro campus. Neil lo observó
unos minutos antes de regresar a su propia habitación.
Kevin era su ser habitual al día siguiente, dominante y cáustico
como siempre. También volvió a su mano derecha y no dijo nada
sobre la práctica de la noche anterior. Neil pensó que tal vez había
forzado su mano al presionar tanto a Andrew, pero había vuelto a su
mano izquierda tan pronto como estuvo solo en la cancha esa
noche. Andrew lo siguió sin dudarlo y los dos lucharon como si ya
hubieran olvidado los resultados de ayer. Neil quedó relegado a un
segundo plano, pero no le importó demasiado. Vio su futuro en cada
tiro disparado y desviado, cada punto robado y frustrado, y apenas
podía respirar a través de su emoción.
***
El miércoles por la tarde llegó la prensa para hacer entrevistas y
filmaciones. Neil recordó el consejo de Allison de ser honesto e
intentó responder todo lo que pudo soportar. Evitó algunas de las
preguntas más terribles al recordarles que aún había una
investigación en curso sobre los negocios de su padre. No esperaba
que retrocedieran, pero captaron la indirecta después de un par de
intentos y pasaron a otras cosas. Como era de esperar, preguntaron
sobre el alcance de sus heridas. Neil confirmó que estaría fuera del
juego del viernes, pero que estaría de vuelta en la cancha para las
semifinales. Su inquebrantable confianza en la habilidad de los
Foxes para proceder le valió una sonrisa por aquí y un asentimiento
por allá y estableció que, Nathaniel o Neil o quien sea, el bocón
novato de los Foxes era la misma persona que siempre había sido.
Cuando terminaron con él, siguieron con el resto de los Foxes,
incluso arrinconaron a Abby y a Wymack. Finalmente se fueron y
dejaron que los Foxes se enfocaran en practicar la melé.
El jueves, Neil encontró a Andrew fuera de la puerta de su clase.
Andrew se fue sin decir una palabra, sabiendo que Neil lo seguiría.
Neil estaba contento de acompañarlo hasta que se dio cuenta de
que iban a ir a la biblioteca. Nicky dijo que el otoño pasado Andrew
evitó la biblioteca a toda costa. Neil solo había visto a Andrew allí
una vez, en enero del año pasado cuando Andrew lo recogió de allí
para practicar. Él podría haber preguntado qué estaban haciendo
ahí, pero Andrew habló primero. Estaba solo a cuatro pasos
subiendo por la escalera hasta el segundo piso cuando giró para
mirar a Neil.
—Toma estos o los usaré yo —dijo, tendiéndole las manos.
Neil miró sus palmas vacías, desconcertado, luego buscó bajo los
dobladillos de las mangas largas de Andrew y cogió los bordes de
los vendajes de Andrew. Sabía que había envoltorios en los
vendajes de Andrew y que los había manipulado antes, pero el peso
todavía lo tomaba por sorpresa. Metió los vendajes y sus armas
ocultas en su mochila. Andrew observó hasta que Neil cerró la
cremallera de su mochila y se la colgó de su hombro otra vez antes
de darse vuelta.
Solo había una razón por la cual Andrew entregaría sus cuchillos
aquí, pero Neil no podía creerlo. No tuvo mucho tiempo para
preguntarse. La pared derecha estaba llena de computadoras, y
junto a las computadoras había mesas de gran tamaño para
estudiar. A mitad de camino hacia la parte posterior Katelyn estaba
sentada con tres estudiantes desconocidos. El chico a su derecha
gesticulaba expansivamente en su libro de texto mientras hablaba.
Katelyn pasó un bolígrafo por su cabello mientras escuchaba.
Andrew estaba a solo dos mesas de distancia cuando ella lo notó, y
saltó tan fuerte que dejó caer su pluma. Andrew la miró con frialdad
y continuó. Neil hizo una pausa para asegurarse de que ella
entendiera esa llamada.
Sus compañeros de clase le dirigieron miradas extrañas,
sorprendidos por su reacción violenta. Katelyn giró en su silla para
ver a Andrew irse, luego envió una mirada nerviosa hacia Neil. Neil
solo negó con la cabeza e hizo un gesto de seguir a Andrew.
Katelyn se puso de pie.
—Vuelvo enseguida.
Andrew debió haber revisado el diseño de la biblioteca antes de
venir, porque atravesó filas de viejos volúmenes de referencia hasta
una sección tan oscura que no había estudiantes. Neil notó el
aislamiento de inmediato y se alegró de que Andrew le hubiera
entregado los cuchillos. Andrew giró al final de la fila, examinó la
esquina vacía a solo un par de pasos y esperó a que Neil y Katelyn
lo alcanzaran.
Katelyn cometió el error de detenerse demasiado cerca de él.
Apenas tuvo tiempo de gritar antes de que Andrew la tomara por el
hombro y la arrojara contra la pared. Neil hizo una mueca ante el
sonido que hizo cuando se estrelló contra ella. Ella tropezó, pero no
se cayó y se volvió para mirarlo con los ojos muy abiertos.
—Por favor —dijo ella—. Por favor, yo…
—Cállate —dijo Andrew. Extendió su brazo como una barricada, y
la palmada de su mano contra la pared cerca de su cabeza la hizo
encogerse—. No hables. La vista de ti es intolerable como es. El
sonido de tu voz inclina la balanza a tu favor.
Neil dio un paso cuidadoso hacia ellos, tratando de transmitir
apoyo silencioso y respaldo, pero Katelyn le tenía demasiado miedo
a Andrew para mirar a Neil. Andrew se inclinó hacia delante para
ponerse frente a su rostro y clavó un dedo en su sien.
—Eres un tumor —dijo—. Debería haberte cortado y echado
cuando aún eras benigno. Ahora es demasiado tarde, así que aquí
estamos. No te atrevas a hablar —dijo Andrew, voz salvaje, cuando
Katelyn abrió la boca. Katelyn apretó los labios y finalmente lanzó
una aterrorizada mirada a Neil. Andrew agarró su barbilla y la obligó
a devolver su atención a él—. No me ignores. Tu vida depende de lo
bien que puedas escuchar. ¿Puedes escuchar?
Ella asintió frenéticamente, pero Andrew no la soltó.
—Las condiciones para tu supervivencia son simples: nunca
confundas esto con la aceptación y nunca, nunca, me hables. Eres
parte de la vida de él, pero nunca serás parte de la mía. Si olvidas
eso te lo recordaré, y no sobrevivirás a la lección. ¿Entiendes?
Andrew esperó a que ella asintiera otra vez antes de soltarla. Él
consideró su mano un momento, luego se secó los dedos en los
pantalones como si pudiera borrar la sensación de su piel. Dirigió
una larga mirada a Katelyn, luego se apartó de la pared y salió de su
espacio.
—Espero que ustedes dos sean miserables juntos.
Con eso, se dio vuelta y se alejó. Neil se giró para seguirlo, pero
Katelyn dejó escapar un sollozo silencioso detrás de él. Él vaciló y
volvió a mirarla. Se tapó la boca con ambas manos para sofocar el
ruido, pero Neil pudo ver que le temblaban los hombros. Neil no era
bueno para consolar a la gente y, para empezar, no le tenía
demasiada simpatía a Katelyn, pero se sintió obligado a hacer un
esfuerzo viendo que esta confrontación era en parte culpa suya.
—Has ganado —dijo Neil. Ella solo lo miró con ojos brillantes
como lágrimas—. Aaron no está en clase ahora, por si quieres
llamarlo —Se volvió y la dejó allí con su conmoción y miedo. Andrew
no había disminuido la velocidad para ver si Neil lo estaba
siguiendo. Neil trotó detrás de él y alcanzó las escaleras. Andrew
salió por la puerta de la entrada a una tarde soleada. Neil lo dejó
llegar a la barandilla que daba al estanque del campus antes de
agarrar su codo. Andrew se soltó, pero dejó de moverse.
Neil estaba parado donde podía ver la cara de Andrew.
—¿Qué cambió tu mente?
Andrew lo ignoró. Neil apoyó la espalda contra la barandilla y miró
más allá de Andrew a la biblioteca. Le dio la vuelta al encuentro que
recién había pasado en su cabeza e imaginó cómo reaccionaría
Aaron cuando Katelyn lo llamara llorando. Tenía el potencial de
hacer que la práctica se sintiera incómoda, pero Neil dudaba de que
Aaron pudiera aguantar su irritación por mucho tiempo. Aaron sabía
de primera mano cuán insensibles eran los métodos de Andrew y
que él finalmente obtendría lo que quisiese. Si los fines justificaban
los medios para él, confortaría a Katelyn apropiadamente, pero
nunca tendría esas amenazas contra su hermano.
—Eso me recuerda, ¿ahora es un mal momento para aprovechar
mi bonificación? —Neil interpretó el silencio de Andrew como quiso
y dijo:
—¿Quién dijo 'por favor' que te hizo odiar tanto la palabra?
Andrew lo miró en silencio por un minuto.
—Yo lo hice.
Neil no sabía qué respuesta esperaba, pero no era eso. Lo sintió
como un pop en su pecho, agudo y sorprendente. Abrió la boca para
decir algo, cualquier cosa, pero ¿qué podría decir a algo así?
Andrew toleró su mirada en blanco por solo un par de segundos
antes de descartarlo todo como intrascendente y de poco interés.
—Dijo que se detendría si yo lo decía.
—Y le creíste —adivinó Neil.
—Tenía siete años —dijo Andrew—. Le creí.
—Siete —repitió Neil estúpidamente.
Andrew no se mudó con los Spears hasta que cumplió los doce.
Antes de que Drake convirtiera la vida de Andrew en un infierno.
Andrew ya había vivido en otras doce casas diferentes, y Andrew le
había dicho a Neil la semana anterior que ninguno de ellos había
sido bueno. Neil no había preguntado qué tan malo habían sido;
había supuesto que Drake era el peor de todos.
Neil lamentó haber preguntado, pero ya era demasiado tarde para
recuperarlo.
—Tú… —dijo Neil, pero las palabras le fallaron. Buscó la mentira
en la mirada tranquila de Andrew, pero no la encontró. Andrew casi
había matado a cuatro hombres por agredir a Nicky y le habría roto
el cuello a Allison por golpear a Aaron, pero cuando se trataba de
crímenes contra su propia persona, a Andrew no le podía importar
menos. Sostenía su vida en menos consideración que cualquier otra
cosa. Neil odiaba eso con una ferocidad que era nauseabunda.
—Después de todo lo que te hicieron, ¿cómo puedes soportarme?
—Preguntó Neil. No estaba dispuesto a poner los detalles en
palabras con tanta gente alrededor. Dudaba que alguien les
estuviera prestando atención, pero no iba a arriesgarse. Hizo un
gesto entre ellos, sabiendo que Andrew lo entendería—. ¿Cómo
está esto bien?
—No es un 'esto' —dijo Andrew.
—Eso no es lo que estoy preguntando. Tú sabes que no es así.
Andrew, espera —insistió, porque Andrew se estaba alejando como
si ya no pudiera oír a Neil. Neil lo alcanzó, sin querer dejarlo ir sin
una respuesta real.
—No —dijo Andrew, y la mano de Neil se congeló a un aliento del
brazo de Andrew. Andrew también se quedó quieto, y se quedaron
un minuto en terrible silencio. Finalmente, Andrew lo miró, pero por
un momento Neil no supo a quién estaba mirando. En el espacio de
un aliento, la expresión de Andrew se volvió tan oscura y distante
que Neil casi retrocedió. Entonces Andrew regresó, tan calmado e
indiferente como siempre, y agarró la muñeca de Neil para empujar
su mano a su lado. Hundió los dedos antes de soltarlo, no lo
suficientemente fuerte como para lastimarlo, y dijo: —Es por eso.
Neil se detuvo cuando Andrew le dijo que lo hiciera. No era
mucho, pero era más que suficiente. Neil logró asentir, demasiado
entumecido para hablar, y vio a Andrew alejarse de él.

***
Kevin tomó la cancha con la mano derecha el viernes por la noche.
Neil comenzó a decir algo al respecto, pero la mirada sofocada que
Kevin le envió mató sus preguntas. Dan confundió la expresión de
Neil por una de preocupación y se detuvo en la entrada de la cancha
para tranquilizarlo.
—Tenemos esto —prometió.
—Lo sé —dijo Neil, y la sonrisa de Dan fue de oreja a oreja.
Dan se dirigió a la media cancha como la segunda delantera de
los Foxes, y el resto de los Foxes se alinearon detrás de ella cuando
se llamaban sus nombres. Renee y Nicky se quedaron al margen
con Neil como suplentes de la noche. Renee entraría y saldría para
los backliners, ya que los Bearcats tendrían defensa en el suelo, y
Andrew se mantendría en la portería durante todo el juego.
Los Bearcats de Binghamton caminaron hacia la cancha con una
arrogancia palpable. Neil no culpó su exceso de confianza,
considerando el lamentable estado de los Foxes esta noche, pero
tampoco tenía que perdonarlo. El estadio rugió emocionado
mientras los últimos diez segundos contaban hacia abajo. Los
Bearcats tomaron el primer saque y el juego se volvió violento en el
primer minuto. Neil tardó diez minutos en darse cuenta de que los
Bearcats estaban tratando de eliminar a otro jugador. Los Foxes
eran una tripulación esquelética tal como es. Derrotara otro cuerpo
con el cual no tenían oportunidades.
Las malas palabras de Wymack a su lado decían que entendía
por qué las tarjetas amarillas estaban apareciendo por todas partes.
Abby descargó su botiquín de primeros auxilios y esperó la primera
herida. Nicky rimaba líneas irritantes y gritaba insultos coloridos a
los Bearcats a través de las paredes. Renee intentó callarlo cuando
se puso demasiado fuerte pero no dijo nada de otra manera. Neil
intentó alimentarse de la calma de Renee, pero pudo sentir su
sangre comenzar a hervir mientras veía a Allison tomar otra caída.
Detrás de esa creciente indignación estaba el frío de la
inevitabilidad. Los Foxes solo podían tolerar este tipo de juego
durante cierto tiempo. Habían sido empujados a un lado y
pisoteados la mayoría de sus vidas; la cancha era el último lugar
donde tolerarían este tipo de insultos. Seth habría lanzado un golpe
hace ocho minutos. Los demás explotarían en poco tiempo.
Excepto por los minutos que corrieron, dos Bearcats fueron
expulsados con tarjetas rojas, y los Foxes se mantuvieron
tranquilos. Permitieron que los tiros acertaran y las raquetas cayeran
y cedan terreno cuando se les presionaba. Matt ni siquiera luchó
cuando su marca de delantero lo golpeó. Dejó caer los brazos a los
costados y dejó que los golpes aterrizaran hasta que los árbitros los
separaron. Dan anotó en el tiro sucio y abrazó a Matt en su camino
de regreso a la mitad de la cancha. Neil observó el breve
intercambio y finalmente se relajó. Los Foxes habían elegido la
victoria sobre el orgullo esta noche.
Fue un sacrificio necesario, pero les costó un peso emocional y
físico a todos. Pasaron la mayor parte del medio tiempo
malhumorados, demasiado enojados con sus oponentes para
apreciar lo bien que lo estaban haciendo. Wymack suavizó su
recapitulación de medio tiempo, sin querer despertar los
deshilachados temperamentos de nadie con su habitual actitud
brusca. Si alguien lo escuchó, no dieron ninguna señal de eso.
Wymack miró a su alrededor cuando terminó y preguntó:
—¿Alguien más tiene algo que decir?
Dan golpeó la culata de su raqueta contra el suelo.
—Estamos a mitad de camino. Limpiemos el piso con estos
gilipollas y luego nos emborrachamos. Díganme que alguien tiene
alcohol en el dormitorio. ABC estará cerrado para cuando termine el
juego y solo me queda medio jarro de cerveza.
Nicky hizo una mueca ante la mirada expectante que le envió Dan
—. No es suficiente para compensar esto. Ya hablamos la mayor
parte de esto el lunes.
—Algo es mejor que nada, supongo —dijo Matt, un poco abatido.
—Katelyn tiene algo —dijo Aaron sin levantar la vista desde donde
estaba apretando su red—. Entre ella y los Vixens podríamos
obtener un acarreo decente.
La sorpresa borró la decepción de las caras de sus compañeros
de equipo; los Foxes miraron rápidamente a Aaron y Andrew
mientras esperaban una reacción. Andrew estaba como de
costumbre parado solo en el otro extremo de la habitación. Él no dijo
nada, y su expresión aburrida no hizo más que contraerse ante el
sonido del nombre de Katelyn.
Aaron finalmente levantó la mirada, pero miró a Dan, no a Andrew.
—¿A menos que no quieras eso?
Dan lanzó una mirada cautelosa a Andrew.
—Oh, sí. Por supuesto. Si tienen algo que compartir, cuantos más,
mejor. ¿Verdad?
Lo último fue dirigido a Andrew, un prodigo cuidadoso que
esperaba una reacción violenta. Andrew miró al espacio y continuó
ignorándolos a todos.
Aaron asintió con la cabeza como si esto no fuera en absoluto un
extraño giro de acontecimientos y dejó a un lado su raqueta—.
Conseguiré un recuento de personal cuando volvamos allí.
Podemos tomar prestada la sala de estudio del sótano de nuevo.
—Eh —dijo Matt.
—No —dijo Neil, interrumpiéndolo antes de que pudiera preguntar
lo obvio.
Nicky era más difícil de callar, y le dio a Aaron un pequeño
empujón. Aaron lo sacudió con un giro rápido y aburrido de sus
dedos. Nicky lanzó una mirada con los ojos muy abiertos a Andrew
que Andrew no regresó. Afortunadamente, se escuchó un pitido de
advertencia antes de que la boca de Nicky lo metiera en problemas.
Wymack hizo que sus Foxes se pusieran de pie—. Arriba y afuera.
Tenemos un equipo para enviar a casa llorando. Puedes cotillear en
tu propio tiempo.
La segunda mitad fue tan dura como la primera, pero el medio
tiempo había restaurado el espíritu de los Foxes. Enviar a Aaron y
Nicky juntos para comenzar la mitad fue la mejor decisión que tomó
Wymack durante toda la noche. Aaron jugó con una energía y un
enfoque que Neil nunca había visto de él, y la emoción de Nicky le
dio una ventaja muy necesaria. Andrew se mantuvo firme detrás de
ellos y observó sus puntos ciegos. Su trabajo en equipo impecable
permitió que la ofensiva se mantuviera a sí misma para un duro
empujón en el último cuarto. Cuando Matt y Renee entraron en la
cancha a falta de veinticinco minutos para el final, Dan y Kevin se
fueron con toda.
La campana final anunció una victoria de siete a cinco, ganando
los Foxes. Neil y los sustitutos estaban en la cancha tan pronto
como los árbitros abrieron la puerta. Los Foxes ahorraron solo un
par de segundos para celebrar; habían tenido suficiente de los
Bearcats para que les durara por dos vidas y preferirían disfrutar de
su éxito con bebidas en sus manos. Pasaron por los apretones de
manos lo más rápido que pudieron.
Aaron fue uno de los primeros fuera de la cancha. Empujó su
raqueta hacia Nicky y dejó caer su casco y guantes en su camino
hacia las porristas. Katelyn arrojó sus pompones a un lado al
acercarse y saltó a sus brazos esperando para besarlo. Las Vixens
rebotaban a su alrededor, animando y saludando a la multitud.
—Mierda —dijo Nicky, mirando desde ellos al semblante sin
expresión de Andrew—. Mierda, ¿estoy soñando?
Fue Kevin quien se encargó de la prensa, pero le envió a Neil una
mirada significativa en su camino hacia ellos. Neil no tenía nada que
agregar ya que había estado fuera de juego toda la noche, pero se
acercó por si Kevin necesitaba redirigir cualquier cosa en su
dirección. Kevin le dio su mejor sonrisa lista para la prensa a la
cámara antes de indicarle a Andrew que se acercara. Andrew ocupó
un puesto junto a Neil, pero no miró a los periodistas. La entrevista
comenzó predeciblemente con comentarios sobre el juego y los
puntos imposibles que Kevin había marcado.
Neil prestó atención a medias hasta que le preguntaron a Kevin
sobre las semifinales. Los Bearcats regresaban a casa como el
equipo de menor puntaje en esta ronda eliminatoria. En dos
semanas, los Foxes se enfrentarían a dos de los Tres Grandes.
—Tengo muchas ganas de jugar con la USC de nuevo —dijo
Kevin—. No he hablado con Jeremy ni con el entrenador Rhemann
desde que me transferí, pero su equipo siempre es increíble. Su
temporada fue casi perfecta este año. Hay mucho que podemos
aprender de ellos.
—Sigues siendo su mayor fan —bromeó el entrevistador—.
También te enfrentas a Edgar Allan nuevamente en la revancha más
grande del año. ¿Pensamientos sobre eso?
—No quiero hablar más de los Ravens —dijo Kevin—. Desde que
mi madre murió, han sido Ravens esto y Ravens eso. Ya no soy un
Raven. Yo nunca volveré a serlo Para ser honesto, nunca debería
haber sido uno en primer lugar. Debería haber ido al Entrenador
Wymack el día que descubrí que era mi padre y le pedí que pudiera
comenzar mi primer año en Palmetto State.
—El día… —Ella se quedó sin palabras, y luego dijo—: ¿Dijiste
que el entrenador Wymack es tu padre?
—Sí, lo hice. Me enteré cuando estaba en la escuela secundaria
—dijo Kevin —pero no se lo conté porque pensé que quería
quedarme en Edgar Allan. En aquel entonces, pensé que la única
manera de ser un campeón era ser un Raven. Compré sus mentiras
que me convertirían en el mejor jugador de la cancha. No debería
haberlo creído; Llevo puesto este número el tiempo suficiente para
saber que no era lo que ellos querían para mí.
—Todo el mundo sabe que los Ravens tratan de ser los mejores.
Mejor par, mejor alineación, mejor equipo. Lo perforan en ti día tras
día, te hacen creerlo, te hacen olvidar que al final lo mejor significa
uno. Permiten que lo olvides hasta que otras personas lo creen, ya
sea que los fanáticos se desvíen demasiado o que el ERC los llame
en sus esquemas. Entonces ya no quieren jugar ese juego y saltan
directamente a la ronda de eliminación. ¿Sabías que nunca he ido a
esquiar? Sin embargo, me gustaría intentarlo algún día.
Era demasiado de una vez para que ella captara el significado de
ese último comentario, pero solo tomaría un par de momentos. Neil
entendió de inmediato, y la adrenalina que inundó sus venas lo hizo
tambalearse un poco. Le lanzó a Andrew una mirada rápida. Andrew
no lo devolvió, pero definitivamente estaba prestando atención. La
mirada que había puesto en la parte posterior de la cabeza de Kevin
era intensa.
Kevin no esperó a que ella lo captara.
—Dile a los Ravens que estén listos para nosotros, ¿podrías? Ya
estamos listos para ellos.
Kevin se dio vuelta y se alejó. El entrevistador lo miró por un
momento interminable, luego se giró hacia la cámara y comenzó a
divagar acerca de todo lo que Kevin acababa de decir. Neil y
Andrew no se quedaron para el resumen o especulaciones
perplejas, pero siguieron de cerca por detrás a Kevin.
Kevin no se detuvo ni miró en su camino hacia el vestuario, y pasó
justo donde estaban sus compañeros de equipo celebrando en el
vestíbulo. Se dejó caer el casco y los guantes en su camino por el
vestuario y se agarró al borde del fregadero. Se tambaleó un poco
como si sus piernas se quisieran rendir debajo de él y sus manos
temblaban tan violentamente que Neil pudo verlo desde la puerta.
En lugar de caer, se inclinó hacia adelante y presionó su frente al
espejo.
—Todos vamos a morir —dijo Kevin al fin.
—No, no lo haremos —dijo Neil.
Kevin pensó en eso por un minuto, luego se enderezó. Después
de mirar su reflejo por una eternidad, levantó la mano y cubrió su
tatuaje en el espejo. El resultado envió un extraño temblor a lo largo
de los hombros de Kevin. Neil no sabía si era aprobación o miedo.
Lo único que importaba era que Kevin asintió y se volvió hacia ellos.
Primero miró a Neil, luego a Andrew.
—Tenemos mucho trabajo por hacer.
—Mañana —dijo Andrew, e ignoró la forma en que Neil lo miraba.
Kevin aceptó esa promesa con un asentimiento, y él y Andrew se
dirigieron a las duchas. Neil estaba limpio, así que regresó al
vestíbulo para encontrarse con el resto de sus compañeros de
equipo. Se calmaron un poco a su llegada.
Dan señaló con un gesto a Neil hacia el vestuario.
—¿Qué pasó?
Neil lo contó con los dedos.
—Kevin les dijo que el entrenador es su padre, dijo que nunca
volvería con Edgar Allan, y llamó a los Ravens idiotas de dos caras.
Oh —dijo, levantando la vista de su mano— y dijo que su lesión no
fue un accidente. No en pocas palabras, pero no les tomará mucho
tiempo descubrir qué quería decir.
Dan se quedó boquiabierto.
—¿Él qué?
—Genial —dijo Wymack—. Se está convirtiendo en otro tú. Eso es
justo lo que necesitaba.
—Al menos legalmente puede contratar un seguro de vida para
uno de ellos —dijo Nicky.
—Fuera —dijo Wymack—. Todos afuera. Báñense antes de que
su hedor me mate.
Neil esperó con Wymack y Abby en el salón mientras los Foxes se
duchaban y se vestían. Wymack encendió la televisión y vio el
resumen del post-juego con los recortes de la entrevista de Kevin.
Un comentarista deportivo lo llamó uvas agrias y sensacionalismo;
otro se refería a la facilidad con que Edgar Allan le permitió a Kevin
irse y cuánto tiempo permanecieron fuera de la vista tanto Kevin
como Riko después del supuesto accidente. El tercero era más
neutral, pero sacó el programa de Kathy Ferdinand en agosto. Kevin
se había vuelto cauteloso y callado tan pronto como apareció Riko, y
tal vez finalmente tuvieron una explicación para el antagonismo
inesperado de Neil y la defensa acérrima de Kevin.
Wymack apagó la televisión mientras sus Foxes empezaban a
entrar. Cuando todos estaban sentados, les echó una breve mirada.
—Voy a hacer esto rápido. Tienen una fiesta merecida a la que
llegar. Revisaremos los detalles esenciales y feos el lunes por la
mañana como de costumbre. Este no fue el juego más limpio que
han jugado, pero fue por mucho el más maduro. Hicieron lo que
tenían que hacer y salieron en la cima.
—También: bienvenidos a las semifinales. Son ustedes, USC y
Edgar Allan. Están frente a frente con lo que queda de los Tres
Grandes. No, no hagan esa cara —dijo Wymack, porque Dan
palideció un poco ante ese recordatorio—. No tengan miedo. Sean
alborotadores. Estén orgullosos. Nadie pensó que pudieran llegar
tan lejos, nadie excepto las personas sentadas en esta habitación.
Se han ganado esto. Se has ganado esto —subrayó, con otra
mirada alrededor—. Ahora váyanse y vuélvanse basura.
—Con cuidado —dijo Abby—. Fuera del camino, fuera de vista,
fuera de problemas. ¿De acuerdo?
—Sí, mamá —bromeó Nicky.
—No saldremos del dormitorio —prometió Dan.
El tráfico hizo que el viaje de regreso a Fox Tower fuera
interminable. El silencio sepulcral en el auto de Andrew no ayudó.
Aaron parecía contento cuando estaba apoyado contra la ventana y
Nicky prácticamente vibraba de emoción, pero nadie hablaba.
Salir del auto de nuevo fue casi un alivio, y Neil ayudó a sus
compañeros de equipo a cargar lo que quedaba de su alcohol en
una de las habitaciones del sótano. Para cuando Matt y Nicky
despejaron las mesas, las Vixens comenzaron a aparecer. Andrew
reconoció su llegada tomando un mango de vodka y partiendo
nuevamente.
—Ejem —dijo Nicky a su lado. Neil intentó una mirada neutral que
no engañó a Nicky en absoluto—. Te das cuenta de que vamos a
estar fuera de la habitación por un par de horas, ¿verdad? Piérdete.
—Estoy bien aquí —dijo Neil.
—Adiós —dijo Dan, apareciendo de la nada en el otro lado de Neil
—. Primera regla de citas universitarias: nunca desperdicies un
dormitorio vacío.
Neil quería decirle que no estaban saliendo y Andrew podía tomar
o dejar su presencia en cualquier momento. Quería quedarse y
celebrar el brillante éxito de sus compañeros de equipo. Quería ver
la forma en que Aaron se convertía en una persona completamente
diferente con Katelyn a su lado. Pero la mitad del escuadrón de
Vixen ya estaba allí, ocupando la habitación con risas brillantes y un
perfume espeso, y el ruido en el pasillo decía que más estaban en
camino. Neil no tenía nada en contra de las porristas, pero si podía
elegir entre jugar a ser el amable con medio-extrañas durante horas
o molestar a Andrew en privado, esta última era la opción obvia.
—Estabas asombroso esta noche —dijo Neil, porque se merecían
al menos eso antes de desaparecer en ellos—. Todos ustedes.
—Nada de eso —dijo Dan alegremente, pero su sonrisa dijo que
apreciaba su cumplido de todos modos—. Hablaremos sobre el
juego el lunes, ¿recuerdas? Esta noche es para beber y la locura
general. Ahora vete de aquí y obtén un poco.
—Hablando de obtener un poco —dijo Nicky en alemán. Él giró
sobre Aaron y lo golpeó—. ¿Cómo está de repente él bien con esto?
¿Qué demonios hiciste?
—Le devolví el favor —dijo Aaron con una fría mirada en dirección
a Neil—. Neil usó a Katelyn en mi contra, así que usé a Neil contra
Andrew. Dependiendo de cómo lo mires, Neil es una violación tanto
de nuestro trato como Katelyn. Andrew podría romper nuestro trato y
dejarme ir o romper las cosas con Neil.
Neil hablaba el alemán con fluidez, pero las palabras de Aaron
eran un desastre que no podía entender. Aaron le había advertido a
Neil que estaba listo para luchar por Katelyn, pero si Neil era la
munición que había usado, Aaron debería haber perdido. Esto tenía
que ser un malentendido o la visión sesgada de Aaron sobre las
intenciones de Andrew.
Nicky habló primero,
—Espera, ¿él eligió a Neil por encima de ti? Eso suena un poco
serio para una aventura, ¿verdad? —Nicky miró la cara en blanco
de Neil y titubeó—. Noticias para ti también, ¿eh?
Aaron ignoró a Nicky y arrojó una llave a Neil.
—Vas a intercambiar habitaciones conmigo mañana. Ahora puedo
traer a Katelyn al dormitorio, pero no la pondré en la misma
habitación que Andrew si puedo evitarlo. Él podría haber aceptado
retirarse, pero aún confío en él hasta donde puedo arrojarlo.
—Voy a empacar en la mañana —dijo Neil.
Aaron se volvió hacia Katelyn. Nicky seguía mirando a Neil como
si fuera el mayor misterio del mundo. Neil se escabulló antes de que
Nicky dijera algo más y subió las escaleras. La puerta de Andrew
estaba cerrada, pero la llave de Aaron dejó entrar a Neil. Encontró a
Andrew medio enterrado en una silla con la botella de vodka abierta
en la mano. La televisión estaba apagada, pero Andrew estudió la
pantalla como si pudiera ver algo en su superficie oscura. No
preguntó cómo entró Neil. Tal vez él y Aaron ya habían hablado
sobre el próximo cambio.
Neil cerró la puerta detrás de él y cruzó la habitación al lado de
Andrew. Andrew le permitió llevarse el vodka sin argumentos ni
resistencia. Neil atornilló su gorra y la colocó donde ninguno de los
dos pudiera golpearla. Andrew estaba listo cuando Neil se volvió
hacia él, y atrapó el collar de Neil para derribarlo. Neil plantó una
mano contra la áspera alfombra para mantenerse apalancado del
cuerpo de Andrew. El otro lo enterró en el puff cerca de la cabeza de
Andrew. Andrew arrastró una mano por el brazo de Neil desde su
hombro hasta su muñeca.
—La última vez que revisé me odias —dijo Neil contra la boca de
Andrew.
—Todo sobre ti —dijo Andrew.
Neil se levantó un poco.
—No soy tan estúpido como crees que soy.
—Y no soy tan inteligente como pensé que era —dijo Andrew—.
Sé que es mejor no hacer esto de nuevo. ¿Tal vez es el rasgo
autodestructivo en mí?
Si no fuera por ese de nuevo Neil pensaría que esto tiene que ver
con la terrible conversación del miércoles. Neil revisó todas las
explicaciones posibles tan rápido como pudo, desde los rechazados
avances de Roland sobre los complicados problemas familiares de
Andrew, pasando por los Foxes y Drake. La presión sobre su
muñeca finalmente volvió sus pensamientos a donde tenían que ir.
En una ocasión, Neil le había preguntado a Andrew si lo mataría si
contaba algo. Debería haber sabido mejor que decir tal cosa
después de ver las cicatrices de Andrew. Andrew casi se había
suicidado tratando de aferrarse a Cass Spear, pero aun así la había
perdido al final.
—No soy un sueño imposible —dijo Neil—. No voy a ir a ninguna
parte.
—No te pregunté.
—Pregúntame —insistió Neil —o quédate lo suficiente para
descubrirlo por ti mismo.
—Eventualmente me aburriré de ti.
—¿Estás seguro? —Preguntó Neil—. Se rumorea que soy
bastante interesante.
—No creas todo lo que oyes.
Neil ignoró ese rechazo porque Andrew ya lo estaba derribando
de nuevo. Se besaron hasta que Neil se sintió mareado, hasta que
no estuvo seguro de poder sostenerse más, y luego Andrew retiró la
mano de Neil de la silla de puff. La mantuvo lejos de ellos por una
eternidad, luego la presionó lentamente contra su pecho y la soltó.
Andrew se tensó debajo de la mano de Neil, pero se relajó antes de
que Neil pudiera alejarse.
Neil no fue engañado. Andrew lo dejó muy claro la primera vez
que besó a Neil, lo importante que era un sí real. Esta rendición
informal no era un consentimiento genuino. Andrew estaba haciendo
esto por lo que habían dicho el miércoles, pero Neil no estaba
seguro de cuál de ellos intentaba convencer. Habían pasado solo
tres meses desde el abuso de Proust y cuatro meses desde el
ataque de Drake. Neil no sabía cuándo Andrew estaría bien con
esto, pero sabía que no era hoy. Neil dejó su mano sobre Andrew,
pero se negó a moverla desde ese lugar.
—No seré como ellos —dijo Neil—. No dejaré que me dejes.
—Ciento uno —dijo Andrew —yendo a ciento dos.
—Eres un terrible mentiroso —dijo Neil, y Andrew lo besó en
silencio.
CAPÍTULO DIECIOCHO

Traducido por Alic


Corregido por Vaughan

El sábado por la mañana, Wymack se detuvo en Fox Tower con


un invitado. La puerta de la habitación de Andrew estaba abierta
cuando Neil y Aaron intercambiaban habitaciones, por lo que
Wymack se conformó con golpear el marco de la puerta. Neil
levantó la vista al primer signo de movimiento en la puerta, pero
olvidó lo que iba a decir cuando vio a la mujer parada al lado de
Wymack.
Theodora Muldani era una antigua respaldo de Ravens, quien
ahora jugaba en los Houston Sirens y la US Court. Su grueso
cabello negro estaba recogido en intrincadas trenzas, y el maquillaje
en colores pastel se veía sorprendentemente brillante contra su piel
oscura. Su expresión pétrea era la misma que les daba a las
cámaras cuando las atrapaba mirándole. Un vestido corto no hacía
nada para esconder sus largas, gruesas piernas y sus brazos
cincelados. Lucía como si pudiera ponerse a la par contra Matt en
una pelea. Neil apostaba que ella debía ser el infierno absoluto en la
cancha, un tanque inmóvil poco impresionado por los Strikers lo
suficientemente estúpidos como para oponérsele.
—Kevin —dijo Neil.
Kevin estaba plantado en frente de la TV, con la laptop abierta
puesta en su regazo, mientras miraba las repercusiones de los
comentarios incendiarios de la noche anterior. Ninguno de ellos
esperaba mucho de ellos. los Ravens lo negaban todo, por
supuesto, pero era solo un cincuenta—cincuenta en cuanto a lo que
realmente creían. El equipo estaba acostumbrado a una jerarquía
violenta y a los duros castigos, pero lastimar voluntariamente a uno
de los suyos —de todos, lastimar justo a Kevin Day— puede parecer
exagerado incluso para ellos. Nadie en los Ravens había estado ahí
cuando Riko le fracturó la mano a Kevin. Jean era el único testigo, y
también el único que la prensa aún no podía encontrar para
interrogar.
—Kevin —Neil dijo de nuevo, sin embargo, Thea no esperó más
Ella rodeó a Wymack y cruzó la habitación hacia Kevin. Kevin
estaba demasiado absorto como para preocuparse por quién se le
estaba acercando, así que Thea agarró su laptop y la tiró a un lado.
Kevin sorprendido levantó la vista, su boca abierta con una
respuesta enojada que abandonó en cuanto reconoció a su invitado.
Thea agarró su muñeca izquierda y giró su brazo donde pudiera ver
las cicatrices en el dorso de su mano. Kevin dejó que ella lo
moviera, demasiado atónito para defenderse. Thea examinó las
líneas blancas a través de su piel clara y lanzó una mirada
entrecerrada a Neil.
—Sal de aquí.
Neil no supo que atrapó la atención de Andrew, si el ruido de su
laptop lanzada a la alfombra o la voz desconocida de la mujer, pero
se materializó en el marco de la puerta un segundo después. Miraba
de Thea a Kevin y viceversa sin intervenir. Neil no debería haber
estado sorprendido; Renee solo sabía de la relación de Thea y
Kevin porque Andrew sabía de ella. Andrew sabía que Thea no era
una amenaza real para nadie aquí.
Thea fue menos tolerante y giró su mirada hacia Andrew—. Tú sal
de aquí también.
Andrew la miraba de vuelta como si ella no hubiese siquiera
hablado.
—Thea —Kevin finalmente dijo, y se puso de pie —. ¿Qué estás
haciendo aquí?
Thea cortó una dura mirada de Kevin a la TV, pero todo lo que dijo
fue,
—Ellos se irán o yo lo haré. No te hablaré en compañía mezclada.
—Somos compañía mezclada a pesar de todo —dijo Kevin—. Ya
no soy más un Raven.
Él no dijo Y tampoco lo eres tú. Incluso si Thea se graduó de
Edgar Allan hace casi tres años, ella aún llevaba el número de su
jersey de los Ravens en un colgante alrededor de su cuello. Hizo
que Neil se preguntara cómo les fue a los Ravens después de haber
dejado el Nest. Tal vez les tomó años para recuperarse. Tal vez
nunca lo hicieron. Tal vez rompieron y llevaban las piezas de
Evermore con ellos por el resto de sus vidas.
La mirada en la cara de Thea mostraba que no estaba nada
impresionada por la lógica de Kevin.
—Voy a contar hasta tres. Uno.
—Detente —dijo Kevin—. Sólo hablemos.
—Y ahora quieres hablar —dijo Thea, un poco burlona—. Dos.
—‘Complicado’ —Thea repitió. Las citas que hizo con sus dedos
eran enojadas y burlonas—. 'Complicado' es tener que enterarse por
una conferencia de prensa que te fracturaste la mano y dejaste la
formación. 'Complicado' es tener que enterarme de mala forma
como desconectaste tu antiguo número y tener que escuchar de
Jean que ya no quieres tener nada que ver con ninguno de
nosotros. No te atrevas a usar 'complicado' conmigo. Merezco algo
mejor que eso. Tres.
Dio la vuelta para irse, pero Kevin atrapó su muñeca.
—Jean —dijo Kevin, y así de alguna manera respondió todas sus
acusaciones. El tic en la boca de Thea era más de furia que de
incomprensión. Kevin sacudió su cabeza e insistió— Si vas a
creerme, necesitas ver primero a Jean.
—Qué queda de él, de todas formas —dijo Wymack. Ignoró la
mirada penetrante que Thea le mandó y miró a Kevin, pasando de
ella—. Vine para así traerla al dormitorio, pero ella agarró un carro
rentado del aeropuerto. Ve con ella a la casa de Abby para que así
yo pueda entender qué demonios está pasando aquí.
Thea dudó un momento para seguido soltarse de Kevin y hacerle
un gesto para que la siguiera. Wymack se hizo a un lado para que
ellos pudieran irse y los vio desaparecer por el pasillo. Neil supo que
ya estaban fuera de vista cuando Wymack se volvió hacia la
habitación. Wymack examinó el desorden que Neil y Aaron habían
hecho en el lugar, sus cosas en pilas casi organizadas por toda la
habitación y arqueó una ceja a Andrew.
—Llamé a Nicky antes de venir para asegurarme de que estarías
aquí —dijo Wymack—. Cuando me dijo lo que Neil y Aaron estaban
haciendo creí que solo estaba jodiendo.
No era una pregunta, así que Andrew solo le miró de vuelta en un
silencio calmado. Wymack siguió después de solo un momento.
—Las solicitudes para las habitaciones de los dormitorios deben
presentarse en unas pocas semanas. Con nueve hombres y seis
mujeres en la línea es más fácil para nosotros obtener cinco
habitaciones para tres. Había preparado un discurso para hablarte
de ello, pero supongo que desperdicie mi tiempo. ¿Asumo que la
siguiente mejor persona de la cual alejarte es Nicky?
—Asumes que él sobrevivirá hasta el verano —dijo Andrew.
—Lo lastimas y me debes un nuevo defensa —dijo Wymack.
—Tienes uno en la casa de Abby.
Wymack sacudió su cabeza.
—Jean no estará el próximo año. Ya lo sugerí antes, pero él y
Kevin saben que no pueden jugar juntos otra vez. Hay muchas
cosas pasando entre ellos, buenas y malas y feas, como para que
ellos hagan las cosas correctamente. Ya sabremos qué hacer con él
eventualmente.
Neil lo consideró, luego miró más allá de Wymack hacia la puerta
—. No piensas que Kevin le dirá a Thea toda la verdad, ¿o sí?
—Poco probable —dijo Wymack—. Tenemos un montón de ojos
sobre nosotros ahora y la mayoría de ellos no son amigables. No
creo que él la vaya a poner en riesgo así.
Wymack esperó un minuto a ver si Neil tenía algo más por decir,
después empezó a dar la vuelta para irse. Solo tomó un paso antes
de devolverse.
—Oh, eso me recuerda —Sacó algo de su bolsillo. Quizá sabía
que Andrew no haría el esfuerzo de atraparlo, ya que lo tiró al piso
cerca a sus pies. Las llaves sonaron a lo que golpearon la alfombra,
y Neil miró incrédulo. No podría estar en lo correcto, a excepción de
que el verano pasado Wymack le había dado a Neil tres llaves
también: un set para todas las puertas importantes de Foxhole
Court. Las sospechas de Neil fueron confirmadas cuando Wymack
dijo—, Kevin dijo que te diera esas.
Se fue sin esperar respuesta. Andrew lo consideró un minuto
hasta que finalmente las levantó y se las llevó al bolsillo. Neil sabía
que era mejor no hacer comentarios, pero aun así su corazón latía
con fuerza mientras se devolvía a su escritorio. Se imaginó un
mundo en donde a Andrew le valía mierda el juego. Pensó sobre
cuatro años más con los Foxes y un contrato profesional después de
eso. Se imagino peleando por un lugar en la US Court y enfrentando
lo mejor que el mundo tenía para ofrecer, con Kevin a su lado y
Andrew a su espalda.
Soñar despierto era casi muy distractor, pero eventualmente Neil
pudo acomodar todo en su nueva habitación. Aún faltaban horas
para que Kevin regresara, y para ese entonces Neil ya estaba
quedándose dormido sobre un libro de texto en su escritorio. El
sonido de la puerta abriéndose lo despertó, y Neil se incorporó para
estudiar la expresión relajada de Kevin. Neil asumió que eso
significaba que había convencido a Thea del papel de Riko en el
accidente.
Kevin no entró mucho en la habitación, pero miró desde Neil hasta
donde Andrew estaba medio enterrado en una silla puff.
—Vamos.
Neil miró a Andrew, pero no necesitaba preocuparse. Andrew se
levantó sin comentarios ni argumentos, y juntos siguieron a Kevin
hasta el Foxhole Court.
***

Los estadios de los Trojans y los Foxes eran del mismo tamaño,
pero el tema rojo-y-dorado oscuro de USC hacía que la cancha de
Trojans pareciera significantemente pequeña. De alguna forma esa
ilusión no hacía nada para hacer sentir mejor a los Foxes acerca de
estar en el interior. Se habían asegurado de llegar aquí media hora
antes de que se abrieran las puertas, necesitando tiempo para
prepararse mentalmente para el siguiente juego. Por ahora ellos
estaban solos. En noventa minutos tomarían el equipo número dos
en la nación.
—Sí —dijo Matt, el primero en hablar desde que la seguridad los
había dejado entrar—. No hay problema.
Ni siquiera Kevin tenía algo que decir, pero eso quizá sería porque
estaba demasiado ocupado regocijándose en la alegría de estar de
vuelta en el territorio de los Trojans. Su expresión contenta estaba
en completo desacuerdo con los nervios y el temor evidente en la
cara de sus compañeros de equipo. Neil quería decirle que le bajara
un poco, pero no podía recordar la última vez que había visto a
Kevin de buen ánimo.
Las puertas se abrieron, dejando entrar a la multitud como una ola
interminable. Wymack hizo pasar a sus Foxes de vuelta al vestuario.
Uno de los miembros del personal de USC se detuvo poco después
para darles un resumen de las perspectivas de la noche. Las
entradas para el juego estaban completamente agotadas, asistieron
seis estaciones de noticias y doce reclutadores de grandes ligas de
verano y profesionales estarían mirando. Ella tenía que saber que
ninguno de esos representantes estaría mirando a los Foxes, pero
de todos modos enumeró sus ciudades y equipos.
—No tenemos la alineación de USC —dijo Wymack —¿Alguna
idea de cuándo la conseguiremos?
—Veré si puedo obtener una copia —ella prometió—. ¿Necesitas
algo más?
—Eso es todo —dijo Wymack, por lo que ella se fue. Tan pronto
como la puerta se cerró detrás de ella, Wymack miró a Dan—. Tú y
Kevin, empiecen a pensar en lo que van a decir en el pre juego.
Dan se frotó los brazos, luchando por mantenerse calmada y darle
a su equipo la confianza inquebrantable de su capitana.
—¿No bastaría con un Estamos emocionados de estar aquí, y
Vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo?
—¿Qué tal Vamos a vencer a esos perdedores? —Sugirió Nicky.
—Y es por eso que no te está permitido hablar con la prensa —
dijo Matt secamente.
Los vestidores fueron construidos para acomodar a equipos
mucho más grandes, por lo que fue fácil para los Foxes extenderse.
Donde pudieran encontraban espacio para respirar, necesitando un
par de minutos para prepararse antes del partido de esta noche. Neil
no sabía cuánto eso había ayudado, pero para cuando aparecieron
los reporteros, ya se había acabado el tiempo. Kevin y Dan
ofrecieron elogios amables a la USC y prometieron un partido
interesante. Wymack sacó a la prensa lo antes posible y envió a sus
Foxes a cambiarse.
Regresaron al campo interior treinta minutos antes del juego. Las
gradas estaban repletas hasta las vigas, y el ruido que hacían los
fanáticos era un peso físico aplastando la piel de Neil contra sus
huesos. Si la llegada de los Foxes no fue suficiente para poner a los
fanáticos en un frenesí, la visión del capitán de los Trojans que se
dirigía hacia el pequeño equipo sí que lo fue.
Jeremy Knox ya estaba vestido excepto por sus guantes y su
casco. Había tomado el timón de los Trojans en su tercer año y lo
hizo lo suficientemente bien como para mantener el puesto este
año. Neil pensó que él llegaría a calificarlos como los contendientes
más impredecibles e indignos de poner un pie en su estadio, pero la
expresión seria de Jeremy se disolvió en una sonrisa dentuda tan
pronto como vio a Kevin. Kevin pasó junto a Allison y Renee para
reunirse con él.
Jeremy tuvo que pasar por Wymack para llegar a los Foxes, así
que le dio a Wymack un apretón de manos firme.
—Entrenador Wymack, bienvenido a SoCal. Estamos
emocionados de recibirle esta noche. Kevin, tú idiota loco —dijo,
menos formal, y le dio una palmada alegre en el hombro—. Nunca
dejas de sorprender. Creo que tienes algo pos los equipos
polémicos, pero este me gusta mucho más que el anterior.
—Son mediocres en el mejor de los casos, pero es más fácil
llevarse bien con ellos —dijo Kevin.
—El viejo Kevin, tan implacable y odioso como siempre —dijo
Jeremy, pero su tono era cariñoso—. Algunas cosas nunca cambian,
¿eh? Algunas cosas sí—. Su sonrisa se desvaneció y le dirigió a
Kevin una mirada de búsqueda—. Hablando de tu último equipo,
hiciste un gran revuelo con lo que dijiste hace dos semanas. Acerca
de tu mano, quiero decir, y lo de que tal vez no sea un accidente.
Dos semanas después, la gente seguía hablando de eso, aunque
un poco más tranquila que antes. Kevin no tenía nada más que decir
al respecto, y los Ravens mantuvieron su inocencia e indignación
por las acusaciones. Era un punto muerto que no satisfacía a nadie,
pero era todo lo que obtendrían.
Kevin no dijo nada durante un minuto, como si debatiera qué tanto
le confiaría a Jeremy, y luego solo dijo:
—Tengo un respaldo para ti. ¿Tienes espacio en la alineación del
próximo año?
No era la respuesta que Jeremy esperaba. Kevin sacó a Jeremy
fuera del alcance de los oídos de los Foxes antes de explicarle. La
sonrisa de Jeremy había desaparecido para cuando Kevin terminó
su discurso. Jeremy hacía gestos expansivos: entre ellos, al campo
más allá de Kevin, y a las gradas por encima de su cabeza. Lo
primero que pensó Neil fue que se estaba negando a lo que Kevin le
decía. Entonces Kevin le dio una de sus sonrisas reales, y Jeremy le
dio un fuerte apretón en el hombro.
Jeremy levantó una hoja de papel doblada. En lugar de tomarla,
Kevin lo llevó de regreso a los Foxes. Jeremy se lo pasó a Wymack,
quien lo desdobló y revisó la lista impresa.
—Nuestra alineación —explicó Jeremy—. Es tarde para pasártela,
lo sé, pero estábamos tratando de evitar una respuesta negativa en
lo posible.
—¿Respuesta negativa? —Preguntó Dan.
Wymack le pasó la hoja y vio su rostro ponerse blanco. Cuando
ella volvió a mirarlo, Wymack negó con la cabeza y se volvió hacia
Jeremy.
—Tu lástima está un poco fuera de lugar. Dile al entrenador
Rhemann que no queremos limosna.
—Esto no es lástima —dijo Jeremy—. Estamos haciendo esto por
nosotros, no por ustedes. Su éxito este año nos hace repensar todo
sobre cómo jugamos. ¿Somos segundos porque tenemos talento o
porque tenemos veintiocho personas en nuestra alineación?
¿Somos lo suficientemente buenos como individuos para
enfrentarnos a ustedes? Tenemos que saberlo.
Kevin le arrebató el papel de las manos a Dan y lo miró. Matt se
inclinó sobre su hombro para ver y dijo:
—Estás bromeando. Estas bromeando ¿No es así? —Preguntó
con una mirada incrédula a Jeremy. Allison tiró fuertemente de su
manga, queriendo una explicación, por lo que Matt dijo—. Solo hay
nueve nombres.
—Dos porteros, tres respaldos, dos dealers, dos delanteros —dijo
Jeremy—. Han llegado hasta aquí con esos números. Es hora de
ver cómo nos irá en esa situación. Estoy emocionado —dijo, con
otra sonrisa dentuda—. Ninguno de nosotros ha jugado un juego
completo antes. Demonios, la mayoría de nosotros ya ni jugamos a
medias. No tenemos que hacerlo porque los números siempre están
a nuestro favor.
—Y me llamaste loco a mí —dijo Kevin—. Perderás esta noche si
juegas así.
—Tal vez —estuvo de acuerdo Jeremy, sin preocuparse—. O tal
vez no. Debería ser divertido de cualquier manera, ¿verdad? No
recuerdo la última vez que estuve así de mentalizado para un juego.
Mira esto —Les tendió las manos y se rió—. Venga, Foxes, y
nosotros también lo haremos.

Los dejó mirándolo, con la cabeza alta y una sonrisa sincera. Neil
pensó que finalmente entendió cómo los Trojans de la USC habían
ganado el Premio Day Spirit ocho años consecutivos. Ese trofeo
estaba destinado a los mejores del juego y requería un voto
unánime del CEI. Los Trojans nunca recibieron una tarjeta roja y
nunca fueron sorprendidos por las cámaras diciendo algo grosero
sobre un oponente. Neil había asumido que era todo fingido, de la
misma manera que la gente asumía que las normas de
reclutamiento de Wymack eran un truco publicitario complicado.
—Retiro lo que dije sobre los terremotos —dijo Nicky débilmente
—. Tengo un nuevo equipo favorito.
—Esa fue siempre la diferencia crucial entre USC y Edgar Allan —
dijo Kevin, entregándole la lista a Dan nuevamente—. Es por eso
que más Trojans hacen Court que los Ravens. Ambos equipos están
obsesionados con ser los mejores, pero solo los Trojans arriesgarían
su posición para mejorar. Van a jugar esta noche con todo lo que
tienen y estarán mejor para eso. El próximo año va a ser
interesante.
—Interesante— era una palabra demasiado mansa para la mirada
en los ojos de Kevin. La sonrisa que finalmente se liberó y curvó sus
labios era hambrienta.
Wymack asintió y miró a su equipo.
—USC acaba de darnos una puerta abierta a la final. No se dejen
engañar y no la desperdicien. Aun así, darán una gran batalla y nos
quitarán la primera mitad. Tienen que controlar la diferencia de
puntos para que puedan recuperarse en la segunda. ¿Entendido?
—¿Realmente vamos a vencer a USC? —Preguntó Dan, mirando
a Matt.
—¿Y superar a Edgar Allan en unas pocas semanas? Demonios,
sí lo haremos.
—Puede que esté enferma…
—Vomita más tarde —dijo Wymack—. Ahora mismo toma estos
mestizos perezosos a dar algunas vueltas.
Hicieron el calentamiento agradablemente y lentamente, a pesar
del ritmo tan conservador de Dan cuando los corazones de los
Foxes latían a mil por hora. Neil miró al campo mientras corría,
esperando como el demonio que esto no fuera un sueño cruel. Cada
vuelta ayudó a calmarlo un poco hasta que Neil pensó que la
anticipación lo mataría. Los Trojans ingresaron al ring interior en la
cuarta vuelta de los Foxes; Neil vio el primer destello de rojo y oro al
pasar por sus bancos, pero no vio la alineación completa hasta que
volvieron los Foxes. La mascota de los Trojans los pasó corriendo
en dirección contraria y los aplausos de las gradas siguieron.
Se estiraron en el vestuario y se pusieron en modo salir-al-campo.
Neil supuso que Dan no había vomitado porque besó a Matt antes
de llevar a su equipo a la cancha para los ejercicios. Esta noche
solo jugarían nueve Trojans, pero los veintiocho ingresaron para las
cámaras. Eventualmente, los árbitros expulsaron a todos de la
cancha salvo a los capitanes. Neil bebió agua en el banco cuando el
locutor finalmente explicó el desafío de USC. La respuesta de la
multitud fue ensordecedora e indignada: los fanáticos no estaban
tan contentos con el truco como los propios Trojans.
—¿Oyes eso? —Dijo Wymack—. Su propia escuela sabe que
están muertos. Vamos a alinearnos y ganar esto.
Fue más fácil decirlo que hacerlo. Los primeros cuarenta y cinco
minutos fueron una lucha feroz ya que el segundo mejor equipo de
la nación y el pequeño equipo sureño se enfrentaron cara a cara. No
importa cuán duro lucharon los Foxes, USC se mantuvo varios
pasos por delante de ellos. La frustración y la impotencia pusieron
un calor enfermo en las venas de Neil, empujándolo más fuerte y
más rápido contra la línea de defensa de los Trojans, pero nada de
lo que hizo pareció hacer la diferencia. Eran los niños pequeños
jugando en el gran parque infantil y era dolorosamente obvio que
estaban fuera de su alcance.
Allison y Dan retrocedieron una y otra vez, más interesadas en
ayudar a cuidar a Renee y despejar la pelota que adelantarse para
los goles. A pesar de sus mejores esfuerzos colectivos, los Trojans
empacaron siete goles contra los cuatro de los Foxes. La línea de
defensa llegó al descanso del medio tiempo tan agotada que apenas
podían respirar. Neil no podía recordar la última vez que Matt se
veía tan agotado.
—Joder —dijo Matt débilmente—. ¿Qué acaba de suceder?
—Lo siento —dijo Renee.
—No, no —dijo Nicky rápidamente—. Eso está en nosotros, no tú.
Son muy buenos.
—Son geniales —dijo Wymack —pero están condenados. No
saben cómo prepararse para un juego completo. No sé si podías
verlo desde allí, pero estaban empezando a disminuir la velocidad
en la marca de los treinta minutos. La segunda mitad los va a matar.
—Eso espero —dijo Dan, con una mirada sombría hacia Kevin y
Neil—. La brecha de puntos es más grande de lo que queríamos.
¿Pueden cerrarla?
—Aquí nosotros no somos el problema —dijo Kevin, haciendo un
gesto entre Neil y él. Nicky estaba demasiado cansado como para
enojarse ante esa acusación, pero Aaron le lanzó a Kevin una
mirada amarga y Matt frunció el ceño. A Kevin no le importaba a
quién ofendiera y mantuvo sus ojos en Dan—. Si realmente nos
llevas la pelota, podemos hacer algo con ella.
Matt miró a Andrew.
—Uno de estos días tienes que dejar que lo golpee.
Andrew le devolvió la mirada en un silencio no impresionado.
Una campana los convocó nuevamente al patio interior, y los
equipos fueron llamados para la segunda mitad. Neil sabía que
venía, pero todavía era desagradable ver las mismas caras
mirándolo. Los únicos jugadores nuevos en la cancha fueron los
porteros, Andrew en los Foxes y Laila Dermott en los Trojans.
Detrás de ese rayo de sorpresa había una emoción repentina,
porque los Trojans parecían cansados.
Habían tenido quince minutos para recuperar el aliento, por lo que
la segunda mitad comenzó igualada. No se quedó así por mucho
tiempo. Los Foxes funcionaron mejor en su segundo tiempo. No
importa cuánto lucharon en la primera mitad, su instinto
subconsciente fue reservar su fuerza para el último empujón. Ahora
no había razón para contenerse, y cada minuto sucesivo se
adentraba más en su desesperación y agallas.
En veinticinco minutos, los Foxes finalmente cerraron la brecha.
Laila fue una pesadilla en la portería, pero Kevin y Neil tuvieron una
ventaja que pocos equipos que enfrentaron a los Trojans tenían: una
pesadilla en su propia portería con la que tenían que practicar a
diario. Pasaron todo el año tratando de burlar al mejor portero del
sur. No tenían mucho tiempo para descubrir la táctica de Laila, pero
no la necesitaban. La defensa de Laila se derrumbaba rápidamente
frente a ella y no podía aguantarlo sola. Kevin y Neil combinaron el
trabajo de pies de Foxes y Ravens para romper a los respaldos y
metían goles uno tras otro.
USC podría haber tomado el control del juego en un abrir y cerrar
de ojos si solo reconsideraran su estrategia. Si sacaban sus tres
suplentes de los jugadores marginados, la noche de los Foxes había
terminado. Pero los Trojans ya habían tomado una decisión y no
retrocederían. En lugar de interferir, el resto de la alineación estaba
hombro con hombro y observaban el lento colapso de sus
compañeros de equipo. Sus cuatro entrenadores estaban detrás de
ellos, tomando notas y hablando entre ellos. Neil podía oír a la
multitud perder la cabeza a través de las paredes del campo, pero
los Trojans parecían ajenos a ese coro de traición.
La campana final sonó en una victoria de trece y nueve, a favor de
Foxes. Neil se detuvo y se quitó el casco, necesitando ver el
marcador sin su visor en el camino. No importa cuántas veces
parpadeó, el puntaje permaneció igual.
—¿Se acabó? —Neil susurró sin aliento—. Oh, gracias a Dios.
Neil miró a Álvarez y se sintió abatido al verla sonreír. Ella levantó
una mano enguantada en su dirección incluso cuando sus piernas
se tambalearon y se rindieron. Neil la atrapó de alguna manera y la
ayudó a ponerse de pie. Ella se apoyó contra él y forcejeó
infructuosamente con las correas de su casco. Le tomó algunos
intentos antes de darse cuenta de que sus dedos estaban
demasiado entumecidos para manejarlo. Ella se dio por vencida y
golpeó su casco contra el de Neil en su lugar.
—¿Es así como se siente morir? —Preguntó, y llamó por encima
del hombro —Nena, creo que me estoy muriendo. ¿Todavía tengo
piernas? No puedo mirar hacia abajo. No creo que tenga piernas.
No creo que alguna vez vuelva a caminar.
—Uh-huh —dijo Laila, trotando hacia ellos—. Será mejor que
resuelvas algo, porque definitivamente eres demasiado pesada
como para llevarte fuera de este campo.
—Cruel.
Álvarez buscó a tientas el hombro de Laila hasta que Laila la
rodeó con un brazo y la apartó de Neil. Álvarez seguía sonriendo,
esa mirada demasiado amplia y medio loca que le recordaba a Neil
un poco a Lola y un poco a Nicky. Neil trató de recordar si había sido
golpeada en la cabeza en algún momento esta noche, pero los
Foxes habían mantenido la violencia dentro de los límites
justificables. Parecía justo considerando los buenos deportistas que
eran los Trojans.
—Eso fue fantástico —dijo Álvarez—. Quiero hacerlo otra vez. El
próximo año, tal vez, cuando mis piernas vuelvan a crecer.
—Deja de ser tan bebé —dijo Laila.
—Ignórala —le dijo Álvarez a Neil—. Está agria porque perdió
nueve goles en cuarenta y cinco minutos. No sé por qué, no es
como si fuera un nuevo registro personal o-ohhh, lo es. Ouch, eso
debe doler un poco.
—Perra —dijo Laila sin ningún calor.
—Eso es lo que obtienes por llamarme gorda —dijo Álvarez. Miró
hacia Neil y señaló más allá de él—. Vaya, parece que la fiesta
comenzó sin ti. ¡Ve! ¡Ve! ¡Ve!
Neil miró por encima del hombro para ver a los Foxes celebrando
en la línea media de la cancha. Empezó a girar hacia ellos, luego
miró a Álvarez y Laila—. Su equipo es aterrador —dijo, inspirado por
el entusiasmo de Álvarez para ser honesto—. Te alentaremos la
próxima semana.
Álvarez le dio pulgares arriba, así que Neil trotó para encontrarse
con su equipo. Escuchó a Álvarez preguntar cómo alguien todavía
podía correr después de —el juego más largo del mundo— pero
supuso que estaba dirigido a Laila y no se detuvo para escuchar la
respuesta. Dan vio a Neil venir y se liberó de los Foxes para huir.
Ella hizo estallar casi todas las vértebras en la columna de Neil con
lo fuerte que lo abrazó y no parecía poder dejarlo ir. Un segundo
después ellos fueron inundados por el resto del equipo; los Foxes
habían cambiado obedientemente su estridente fiesta a Neil y Dan.
Tomó un gran esfuerzo calmarse lo suficiente para el apretón de
manos posterior al juego. Toda la alineación de los Trojans entró en
la cancha para ello, pero los nueve que habían jugado esta noche
apenas podían formar una línea. Los Foxes fueron a ellos en su
lugar. Jeremy tenía una sonrisa agotada y nada más que elogios por
ellos. El compañero en el crimen de Álvarez que había pasado la
mayor parte de la noche vigilando a Kevin se sentó cuando los vio
venir, pero levantó la mano para ellos. Tan pronto como Neil pasó al
último de los Trojans, siguió a sus compañeros fuera de la cancha.
Las gradas estaban ya un tercio vacías, aunque Neil no sabía
cuándo los estudiantes habían comenzado a salir.
A Neil no le importó cuántos corazones rompieron esa noche.
Habían vencido a USC. Cuando los Trojans perdieron ante los
Ravens serían eliminados de los campeonatos la próxima semana.
Los Foxes iban a la final, y eso era lo único que importaba.
***

Desde que los Foxes tuvieron la noche del viernes libre y la guerra
fría de Andrew y Aaron había terminado, Andrew era libre de
regresar a Columbia por primera vez en meses. Sin embargo,
tuvieron un comienzo tardío allí, ya que Neil y Kevin querían ver el
partido USC-Edgar Allan. Los Trojans se lanzaron contra los
Ravens, pero no fueron lo suficientemente buenos. Perdieron,
aunque por el margen más pequeño que alguna vez habían logrado.
Jeremy se tomó bien la pérdida en su entrevista posterior al juego
y no expresó ningún arrepentimiento por cómo habían resultado las
cosas. Dejó de lado cada oportunidad para hablar del feo estilo de
juego de los Ravens, pero se animaba cuando se hablaba sobre lo
cerca que habían estado de una victoria.
—Casi lo tuvimos, ¿verdad? —Dijo Jeremy—. No creo que nadie
esperase que nos acercáramos tanto. Se siente realmente diferente
sin Kevin y Jean en la línea.
—La peor época del año para que alguien resulte lesionado —
coincidió el periodista—. Tetsuji había anunciado a principios de la
semana que Jean estaba fuera de la cancha con un mal esguince—.
Corre el rumor de que Jean no llegará a tiempo para la final.
—Sí, hablé con Jean a principios de esta semana. Definitivamente
ha terminado por este año, pero volverá en otoño. Simplemente no
volverá a estar negro—. Jeremy mostró su sonrisa dentuda y no
esperó a que le pidieran explicaciones—. Ayer nos envió un fax por
el último papeleo que necesitábamos para que esto fuera oficial, así
que me permito decirte que se trasladará a la USC para su último
año.
—Déjame asegurarme de que te escuche correctamente —dijo el
periodista—. ¿Jean Moreau está dejando a Edgar Allan por la USC?
—Encargamos su equipo esta mañana —dijo Jeremy—. ¡Aunque
tendremos que sacarle un poco de sol este verano! Está un poco
pálido para lucir el rojo y el oro en este momento—. Se rió como si
esta noticia no fuera a causar un alboroto con los fanáticos rabiosos
de Edgar Allan—. Desafortunadamente su número ya fue tomado,
pero Jean dijo que podemos reasignarlo a lo que sea que esté libre.
Le diré que te diga cuál será su nueva identidad.
—¿Puedes decirnos por qué se está transfiriendo?
—No puedo entrar en detalles porque no es mi lugar contar sus
asuntos personales, pero puedo decir que estamos emocionados de
tenerlo. Creo que tenemos mucho que aprender el uno del otro. El
próximo año va a ser increíble. Creo que vas a ver muchos cambios
en todos los ámbitos. Todos tenemos que echar otro vistazo a lo que
traemos a la cancha.
Nicky tomó el control remoto y apagó el televisor.
—Tengo una teoría de que Renee y Jeremy son hermanos
perdidos hace mucho tiempo. ¿Qué crees que pasaría si alguna vez
unieran fuerzas?
—Serían asesinados —dijo Aaron, levantándose de la otra silla de
puff—. La guerra es rentable; nadie quiere las tonterías de la paz del
mundo.
Nicky le hizo una mueca.
—Gracias por la alegre dosis de realidad.
Los cinco bajaron juntos al auto, y Neil se hizo atrás entre Aaron y
Nicky. Andrew los llevó a Sweetie’s first para un helado. Nicky y
Aaron estaban distraídos hablando sobre las asignaciones de sus
habitaciones del próximo año y no parecían darse cuenta de que
Andrew pasaba por alto la barra de ensaladas y su tazón de
galletas. No fue hasta el final de la comida cuando Aaron estaba
pagando que cayeron en cuenta. Aaron recogió cada una de las
servilletas sobre la mesa en busca de migajas de galleta y miró a
Andrew con el ceño fruncido por encima de la mesa.
—¿Cuántas?
Andrew no le había dicho una palabra a ninguno de ellos toda la
noche, pero finalmente apartó su mirada de la pared más alejada y
miró a su hermano.
—Cero.
—Cero —repitió Aaron, como si fuera un número desconocido—.
¿Qué quieres decir, cero?
—¿No recibiremos nada? —Preguntó Nicky, estupefacto.
Andrew lo ignoró, desinteresado en repetirse. Nicky y Aaron
intercambiaron una mirada larga, confusión en una cara e
incredulidad en la otra. Andrew no se quedó para que lo
descubrieran, sino que se bajó del banco y se dirigió hacia la puerta.
Neil le siguió junto a Kevin justo detrás de él, y los primos los
alcanzaron en el auto. El viaje de Sweetie's a Eden's Twilight fue en
silencio, y Andrew los dejó en la acera, como de costumbre. Kevin
recogió una ficha de estacionamiento para él, mientras que los
porteros les dieron a Nicky y Aaron bienvenidas entusiastas.
Entraron en busca de una mesa a lo que Andrew se alejó.
Todavía no había mesas libres, pero había espacio suficiente para
un cuerpo en el bar. Nicky robó el taburete y saludó cuando captó la
mirada de Roland. Roland llegó tan pronto como terminó sus
órdenes actuales.
—Mucho tiempo sin verte —dijo Roland, y agregó —De nuevo.
Ustedes deben dejar de perder contacto.
—Ha sido un año loco —dijo Nicky.
—Eso escuché —dijo Roland, y miró más allá de Nicky a Neil—.
¿Cómo vas?
—Estoy bien —dijo Neil.
Roland parecía listo para decir algo más, pero después de una
mirada entre Nicky y Aaron negó con la cabeza. Empezó a trabajar
mezclando sus bebidas, y Nicky le obsequió historias sobre sus
vacaciones de primavera. El club era demasiado ruidoso para que
Neil escuchara la aproximación de Andrew, pero de repente, Andrew
estaba presionado a su lado en medio de la multitud. Roland miró de
Andrew a Neil y de nuevo, con el ceño fruncido un poco en una
preocupación mal disimulada. Neil se dio cuenta de que estaba
buscando una señal de que estaban bien después de lo que había
pasado en enero.
Nicky sabía cuándo estaba siendo ignorado, y no tuvo problemas
para interpretar la mirada penetrante de Roland. Interrumpió su
propia historia para exigir.
—¡No te atrevas a decirme que sabías sobre ellos antes que yo!
Oh, Dios mío —dijo a la mirada sorprendida y culpable de Roland—.
Oh, Dios mío, lo sabías. ¿Cómo diablos? Nos dimos cuenta sólo
hace un par de semanas. ¿Cuánto tiempo hace que sabes que
Andrew es gay?
—¿Son ellos pareja ahora? —Preguntó Roland en lugar de
responder. Su sonrisa regresó, amplia y complacida, y dejó de llenar
su bandeja para servirles shots. Siempre el optimista, también sirvió
uno para Neil. Nicky pasó las copas y Neil aceptó la suya después
de una ligera vacilación. Roland tomó su propio shot y lo tomó en
nada—. Voy a beber por eso. Ya era hora, maldición.
—No es algo de lo que estar orgulloso —dijo Aaron.
—Hater —dijo Nicky, y medio giró para asegurarse de que Neil no
estaba empeñando su bebida en Andrew. Tomaron sus tragos como
uno y Roland recogió las copas vacías. Nicky señaló a Roland
mientras volvía a mezclar bebidas—. Por cierto, noté que evitabas
mis preguntas. No eres astuto. ¿Y qué quieres decir con ya era
hora, maldición?
—Puedes sacar esa historia de Andrew —dijo Roland.
—Obtener respuestas de estos dos es como tratar de hacer
sangrar una piedra —dijo Nicky—. Es imposible y estoy por
romperme los dedos por intentarlo. ¿Cómo lo supiste? ¿Tu radar
gay es más avanzado que el mío o…? —Nicky se quedó
boquiabierto al escucharlo—. Espera. De ninguna manera. ¡De
ninguna manera! ¿Ustedes dos…?
—No —interrumpió Aaron—. Simplemente no lo digas. No quiero
escucharlo. No quiero pensar en eso. Quiero beber y pretender que
no conozco a ninguno de ustedes.
—Pensé que éramos amigos —le dijo Nicky a Roland—. ¿Cómo
pudiste ocultarme esto?
—Soy camarero —dijo Roland—. No derramo bebidas ni los
secretos de otras personas. Con esa excepción inoportuna —se
corrigió a sí mismo con una pequeña mueca ante el impasible
Andrew—. Lo siento por esa vez, por cierto. No fue mi intención.
—Roland, estamos peleando de inmediato —dijo Nicky con un
bufido—. Quizás puedas recuperar mi amistad con suficientes
bebidas esta noche. Vamos, Aaron, veamos si hay una mesa.
Kevin se fue con ellos, probablemente para alejarse del giro que
esta conversación había tomado. Andrew tomó el taburete para que
nadie pudiera interponerse entre él y sus bebidas, y Neil permaneció
tan cerca de su espalda como pudo. Roland dividió el contenido de
una coctelera entre dos vasos altos, sirvió un par de sodas para Neil
y terminó. Enjuagó la coctelera en un fregadero que llegaba a la
cintura y deslizó su bandeja increíblemente llena más cerca de
Andrew.
—Entonces sobre esas esposas acolchadas —dijo Roland, y se
rió de la mirada que Andrew le dio.
Tan pronto como Roland se agachó para controlar al resto de sus
clientes, Andrew se dispuso a reorganizar sus bebidas en un nuevo
orden indeterminable. Nicky todavía no había regresado cuando
Andrew terminó, así que Andrew comenzó a tomar la bebida más
cercana. De pie allí mirándolo, Neil pensó que no le importaría
esperar a un asiento toda la noche. Su reloj todavía estaba
funcionando, pero sus días numerados seguían un horario diferente
ahora. Neil tenía todo el tiempo del mundo, y eso dejaba un calor en
su estómago más fuerte que cualquier whisky.
CAPÍTULO DIECINUEVE

Traducido por Alic


Corregido por Vaughan

Debido a que USC perdió dos juegos semifinales seguidos, el


ERC canceló el tercer partido de semifinales. No tenía sentido
enfrentar a los Foxes y los Ravens el uno contra el otro cuando
ambos ya habían calificado para la final. En cambio, a las dos
escuelas se les dio una semana libre para descansar, recargarse y
defenderse de una prensa hambrienta de historias.
Los Foxes sonaban seguros cada vez que tenían un micrófono o
cámara en sus caras, y no siempre era un acto. Su odio total hacia
Riko ayudó a calmar sus nervios. Los Ravens tenían poco que decir
sobre los Foxes, pero eso fue probablemente porque estaban
lidiando con las consecuencias de la abrupta transferencia de Jean.
Jean era el atleta más buscado en las noticias de la NCAA en estos
días, pero se negaba a anunciar su paradero actual o hablar con la
prensa. Su silencio no hizo favores a los Ravens tan pronto después
de la audaz entrevista de Kevin, las especulaciones y los rumores
comenzaron a ponerse un poco salvajes.
El lunes por la tarde, Wymack le dijo a su equipo que el último
juego sería en Castle Evermore. No fue una noticia bienvenida, pero
tampoco fue una sorpresa. Debido a que era el doble como la
cancha de la selección nacional, el estadio de Edgar Allan era la
mitad de grande que el de Palmetto State. Necesitaban todos los
asientos que pudieran obtener. Wymack aún no creía que fuera lo
suficientemente grande para un enfrentamiento como este, pero
definitivamente no había espacio en Carolina del Sur para acomodar
a la multitud que venía a ver el campeonato final.
Al final del anuncio, Wymack pasó una pizarra. Edgar Allan iba a
reservar una sección de —amigos y familiares— justo detrás del
banco de Away. Se les dieron dieciocho asientos para dividirse entre
los nueve, y Wymack necesitaba una lista de nombres para poder
reservar los asientos lo antes posible y empezar a trabajar en los
arreglos de viaje desde el aeropuerto hasta Edgar Allan.
Dieciocho no parecían muchos, pero los Foxes no podían
llenarlos. Nadie en el grupo de Andrew necesitaba alguno, y Allison
pasó la pizarra sin dudarlo. Renee necesitaba uno para su madre
adoptiva y donó el segundo a Matt para que su padre pudiera traer a
su amante actual. Dan fue la última, así que sabía cuántos asientos
libres podía tomar. Varias de sus hermanas del escenario habían
cambiado de su antiguo club a trabajos más tranquilos, pero era
improbable que las pocas que todavía estaban allí pudieran tener un
viernes por la noche libre.
Esa noche Nicky y Aaron se presentaron a la práctica sin haber
sido invitados. Neil esperaba que Kevin los enviara a hacer las
3
maletas con un discurso de too little, too late , pero los puso a
trabajar de inmediato. El miércoles, los estudiantes de último año
también se unieron. Una semana y media no era tiempo suficiente
para convertir a alguien en un experto en ejercicios y juegos de
práctica contra los Ravens, pero Kevin hizo todo lo posible. Su
actitud cáustica y el desprecio grosero sobre las habilidades de sus
compañeros de equipo no le valieron ningún favor durante el día,
pero en la noche los Foxes se sometían con una determinación
silenciosa y sombría. Matt fue el primero en darse cuenta de que
Kevin jugaba zurdo por la noche, ya que fue él quien se colocó en
su cara para bloquearlo. Tener un arma secreta contra los Ravens
animó a sus espíritus.
Traer a todos los Foxes le hizo más difícil a Neil acercarse a
Andrew solo después, ya que era más que obvio que no se dirigían
directamente a la cama. Vivir en la misma habitación hizo que fuera
apenas más fácil atrapar a Andrew solo entre clases. Los Foxes
tenían prácticas tan largas que la mayoría de sus clases estaban
ocupadas en los mismos bloques de tiempo. Hubiera sido
completamente imposible si no fuera por la interferencia de Nicky.
Nicky pasaba gran parte de su tiempo libre pasando el rato con el
resto de los Foxes en sus habitaciones, y arrastraba a Kevin con él
cada vez que podía. Obligó a Andrew a elegir entre Neil y su
naturaleza controladora. Algunas veces Neil ganaba; otros días, el
rencor de Andrew lo hacía cazar al díscolo par tan pronto como se
daba cuenta de lo que estaba pasando.
La semana siguiente fue significativamente más difícil de superar,
en parte porque era la última semana de clases. El viernes por la
noche los Foxes se enfrentarían a los Ravens en las finales de
NCAA Exy; El lunes comenzarían las finales académicas. Tres de
los maestros de Neil hicieron que las clases fueran opcionales, lo
que les permitió a sus estudiantes presentarse para revisiones y
practicar exámenes u optar por el autoaprendizaje en otro lugar. Neil
intentó ir a su primera clase, pero se fue a la mitad. Tenía la
intención de encontrar un asiento vacío en la biblioteca, pero de
alguna manera terminó en la Foxhole Court.
Wymack no pareció sorprendido de verlo, pero hizo que Neil
jurara que no fallaría en ninguna clase antes de prestar los juegos
de Neil para mirar. A la mañana siguiente, Neil ni siquiera intentó ir a
la clase. Entre partidos, Neil corrió vueltas y ejercicios de suicidio.
Corrió los pasos del estadio temprano en el día para que sus
piernas pudieran recuperarse antes de la práctica de la tarde. Se
obligó a ir más rápido, más rápido, más rápido y sabía que no sería
de ayuda.
Los Ravens fueron un rayo en la cancha; rara vez llevaban la
pelota por más de unos pocos pasos porque habían perfeccionado
el arte de pases imposibles. Destruyeron a los Foxes con sus trucos
en octubre pasado. Kevin había pasado meses enseñando a Neil
cómo jugar así, pero eso no significaba nada ahora. No importaba si
Neil y Kevin podían anotar si su defensa no podía mantener la línea
y controlar esa brecha de puntos. Cada partido que Neil veía
condujo ese camino hasta que pensó que estaría enfermo.
Aaron y Andrew cancelaron su sesión del miércoles con Dobson
para venir a entrenar a tiempo, pero Kevin se saltó la práctica del
jueves por la noche. No tenía ninguna explicación aparte de Tengo
que encargarme de algo y dejó a Neil a cargo. Decirles a los demás
qué hacer era tan terrible como Neil esperaba que fuera, pero Neil
no tuvo tiempo de dudar. Tendrían un juego en dos días y Neil era la
única persona que conocía todos los ejercicios de los Ravens. Guio
a sus compañeros de equipo a través de ellos, sabiendo que no
podían dominarlos en tan poco tiempo, pero necesitándoles saber a
qué se enfrentaban el viernes. Hicieron muchas preguntas, pero no
retrocedieron, y luego Dan murmuró en su oído muy bien hecho,
capitán.
No abandonaron la cancha hasta después de la una, pero cuando
llegaron a la residencia, los nervios de Neil anularon su cansancio.
Permaneció en su escritorio mientras los otros se cambiaban para ir
a la cama, mirando sus libros de texto sin realmente verlos. Pasó
medio ciego por uno de sus cuadernos, y luego empujó todo a un
lado. Quería ir a correr, pero también sabía que su cuerpo
necesitaba descansar después de las largas prácticas de hoy. Se
conformaría con pasear, pero no quería que los demás supieran que
estaba ansioso. Sentía que la duda podría deshacer todo para lo
que habían estado trabajando.
Nicky regresó a la sala de estar.
—Oye. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo Neil—. Sólo estoy pensando.
Nicky no dijo nada, pero pasó un minuto antes de que se alejara.
Neil tenía luz de la sala de estar encendida, así que Nicky cerró la
puerta de la habitación. Neil permaneció quieto hasta que el
dormitorio se convirtió en silencio, luego se sentó en su escritorio y
miró a la pared. Permaneció allí tanto tiempo con sus pensamientos
retorcidos que no podía creer que el cielo no se iluminara con el
amanecer. Por fin, los pensamientos de Neil se redujeron a un lento
avance y se levantó para dormir. Solo se colocó a unos pocos pies
de su escritorio antes de que la puerta de la suite se abriera y dejara
entrar a Kevin.
Kevin apestaba tanto al alcohol que Neil podía olerlo a medio
camino a través de la habitación, pero Neil olvidó el hedor en el
segundo que vio el vendaje en la cara de Kevin. Era demasiado
esperar e imposible de creer, pero Neil se congeló en seco y se
quedó mirando. Kevin cerró la puerta y se tambaleó hacia atrás.
Estuvo a punto de caerse, se preparó justo a tiempo y miró a Neil
con ojos turbios. Eso era todo lo que Kevin podía manejar, al
parecer, así que Neil fue hacia él. Kevin hizo un gesto flojo cerca de
su costado. Neil levantó una esquina de la cinta y le quitó la gasa a
Kevin.
Se sintió un poco como caer y un poco como volar; El estómago
de Neil tocó fondo por un segundo antes de que la adrenalina
inundara sus venas. Kevin había usado un dos desde sus primeros
días en la cruel atención de Moriyamas. Riko y Kevin usaron
marcadores durante años, escribiendo sobre sus números cada vez
que amenazaban con desvanecerse. Tan pronto como tuvieron la
edad suficiente, cambiaron a una tinta más permanente. Ahora ese
número se había ido, cubierto por la imagen negro azabache de una
pieza de ajedrez. El conocimiento de Neil sobre el ajedrez era
confuso en el mejor de los casos, pero sabía con certeza que no era
un rey.
—Lo hiciste —dijo Neil, demasiado aturdido para decir cualquier
otra cosa.
—Deja que Riko sea el Rey —dijo Kevin, con la enunciación
exagerada de los minuciosamente desparramados—. Más
codiciado, más protegido. Él sacrificará cada pieza que tenga para
proteger su trono. Lo que sea. ¿Yo? —Kevin hizo un gesto de
nuevo, con la intención de indicarlo, pero demasiado borracho para
tener su mano más alta que su cintura—. Voy a ser la pieza más
mortal en el tablero.
—Reina —dijo Andrew en algún lugar detrás de Neil. Neil no lo
había escuchado salir de la cama, pero por supuesto el golpe de la
puerta lo habría despertado. Un Andrew sobrio se despertaba tan
fácil como Neil, tal vez más porque Andrew estaba acostumbrado a
personas poco amistosas que entraban furtivamente en su
habitación. Neil lo miró, pero Andrew estaba estudiando a Kevin.
Andrew cruzó la habitación para pararse al lado de Neil y tomar la
barbilla de Kevin en su mano. Giró la cabeza de Kevin para
inspeccionar la nueva tinta.
—Él va a estar furioso.
—A la mierda —dijo Kevin, deslizándose un poco más hacia la
puerta—. A la mierda a todos. Son una pérdida de tiempo para estar
enojado. Deberían tener miedo.
—El infierno no tiene furia —dijo Andrew.
Kevin le hizo un débil gesto a Neil, por lo que Neil volvió a colocar
el vendaje sobre su piel hinchada y enrojecida. Neil dejó caer su
mano hacia un lado y apretó los dedos en un puño para ocultar el
temblor. Dudaba de que Kevin o Andrew lo notaran; estaban
demasiado ocupados mirándose el uno al otro. Finalmente, Andrew
sonrió, lento y frío. Era la primera vez que sonreía desde que había
salido de sus drogas, y Neil no pudo evitar mirarlo.
—Ahora se está poniendo divertido —dijo Andrew.
—Finalmente —dijo Kevin, a partes iguales de agotamiento y
exasperación.
Los dos tuvieron que llevar a Kevin a la habitación. Neil no sabía
cómo Kevin iba a subir la escalera de su loft, pero de alguna manera
se las arregló. Estaba dormido casi tan pronto como su cabeza
golpeó la almohada. Neil se sintió completamente recargado
mientras miraba la litera de Kevin. Estaba inestable de pie,
demasiado zumbado para quedarse quieto. La oscuridad debería
haber ocultado la ruina en la que se había convertido, pero Andrew
no fue engañado. Él golpeó el hombro de Neil en su camino de
regreso fuera de la habitación. Neil apartó su mirada de la forma
inconsciente de Kevin y la siguió.
Andrew lo empujó contra la pared con manos pesadas y besos
duros.
—Drogadicto.
—He estado esperando eso desde junio —dijo Neil—. Has estado
esperando más tiempo.
Andrew no se molestó en negarlo. Ya casi había amanecido
cuando finalmente se acostaron, pero Neil pudo recuperar las horas
en el viaje en autobús hacia el norte. Se escondió bajo sus mantas y
soñó con que Evermore cayera en su cabeza.
***

Faltando una hora para el juego, el estacionamiento en el campus


de Edgar Allan estaba lleno. Los terrenos del estadio estaban llenos
de fanáticos vestidos de negro. Explosiones de flashes incoherentes
de cámara y cuerpos fuertes en trajes marcaron la llegada de
celebridades de renombre. En todas partes, Neil parecía haber visto
policías, y toda una sección estaba acordonada para furgonetas de
noticias.
Neil miró a sus compañeros de equipo. Nicky tamborileó con los
dedos sobre sus caderas mientras lo asimilaba todo. Aaron estaba
hombro con hombro con Katelyn, con los nudillos blancos por lo
apretado que estaba sosteniendo su mano. Andrew no parecía
impresionado por el manicomio en el que habían entrado, pero su
mirada tranquila siguió a la multitud en busca de amenazas. Renee
estaba jugueteando con su collar de cruz, su mirada distante
mientras rezaba. Dan y Matt estaban cogidos del brazo detrás de
ella, dos pilares de fuerza listos para una pelea. El golpeteo rápido
del tacón de Allison contra el asfalto la apartó de su inquietud, pero
tenía una mirada despectiva.
Por parte de Neil, Kevin era intocable. Kevin había mostrado su
nuevo tatuaje tan pronto como subieron al autobús. La celebración
del equipo hizo que a Neil le costara dormir, pero no podía
envidiarles su emoción. Wymack no había reaccionado con más que
una sonrisa rápida y apretada, lo que significaba que lo había sabido
antes que cualquiera de ellos. Neil pensó en los tatuajes de llamas
tribales en los brazos de Wymack y se preguntó si Wymack reclutó a
su propio artista para el trabajo. Al menos explicaría cómo Kevin
regresó a la residencia la noche anterior cuando apenas podía
caminar.
Neil no sabía cuál fue la última gota que rebosó el vaso para
Kevin, pero aparentemente el espectáculo de la noche anterior no
había nacido de la grandeza del borracho. Kevin se había
comprometido; No había vuelta atrás. Se enfrentó al Castillo
Evermore ahora como si fuera una parada más sin valor en su
camino a la gloria. Neil no sabía si esa determinación era genuina o
pura fuerza de voluntad, del mismo modo que no sabía cuánto de
ese desdén era un frente para que la prensa lo entendiera. Neil
tenía la sensación de que el desafío de Kevin era al menos nueve
décimas de verdad, y eso era suficiente para mantener los nervios
de Neil a raya.
Dos mujeres recogieron el escuadrón Vixen. Cuatro guardias de
seguridad escoltaron a los Foxes desde el autobús hasta el estadio,
mientras otros seis montaban guardia a lo largo de la corta ruta. Fue
un poco excesivo, tal vez, pero la junta de Edgar Allan no estaba
arriesgándose. Las cámaras parpadeaban cuando los Foxes
pasaban, y era solo cuestión de tiempo antes de que alguien se
diera cuenta de que la tinta de Kevin había cambiado. Un grito de
incredulidad llamó toda la atención a la cara de Kevin, y de repente
diez guardias parecían completamente insuficientes. Hubo un coro
de abucheos por todos lados mientras la noticia se extendía entre la
multitud, pero rompiendo esa desaprobación viciosa hubo unos
pocos gritos dispersos de ¡Reina! Kevin aguantó todo con una
expresión altiva encerrada en su lugar.
Era la primera vez que Neil estaba en el vestuario de Evermore's
Away. Kevin los había advertido sobre el viaje, pero las palabras no
podían evitar que Neil sintiera que había entrado en una tumba. Era
dos veces más grande que el vestuario de los Foxes, pero parecía
cien veces más pequeño. Las paredes estaban desprovistas de
cualquier decoración y todo estaba completamente negro desde el
piso hasta el techo. Les costó un precio inmediato a los Foxes y se
dispersaron lo más rápido que pudieron, arrojando bolsas de color
naranja en cada rincón de la habitación para tratar de romper la
aplastante ilusión.
—Edgar Allan extiende su bienvenida a los oponentes de esta
noche —dijo uno de los guardias cuando el equipo dejó de moverse
—. Los asientos del estadio se han agotado, al igual que las torres.
Los funcionarios estatales y escolares están en el norte, el tribunal
en el sur y el ERC en el oeste. Recibimos a doce representantes de
las principales ligas y seis de equipos profesionales. No se
acercarán a ninguno de ellos a menos que un miembro de mi
personal los invite a hacerlo.
Esperó un momento para asegurarse de que entendieran—.
Pueden usar libremente el ring interior durante la siguiente media
hora, momento en el que los Ravens llegarán por el lado de la Casa
y estarán restringidos a su mitad del estadio. ¿Tienen alguna
pregunta?
Nicky levantó su mano.
—Sí. ¿Quién está en la torre este?
—Este está reservado para huéspedes de Moriyama y clientes de
negocios —dijo Kevin.
El guardia asintió con confirmación, buscó otras preguntas y se
fue.
—Bueno —dijo Dan cuando la puerta se cerró detrás de él —esto
es lo que hemos estado esperando.
—Hagámoslo —dijo Matt.
Dejaron su equipo y entraron al ring interior. Afuera, parecía que
no había nadie en el lado de los Foxes, pero las tribunas estaban
divididas por pequeños grupos de estudiantes y fanáticos en todos
los tonos de naranja. Los Foxes saludaron con la mano a todos los
rostros amistosos que podían ver, ganando aplausos animados y
entusiastas choques de puño. Los fanáticos de Raven fueron
rápidos en tomar represalias, poniéndose de pie y rugiendo
abucheos desde la parte superior de sus pulmones.
A la mitad de cada sección había un fan vestido con rayas rojas y
negras, y uno tras otro levantaron una mano en el aire. El más
cercano aún estaba demasiado lejos para que Neil pudiera ver
claramente lo que sostenía, pero pensó que parecía el timbre de
una bicicleta. No tenía sentido hasta cinco segundos después,
cuando toda la sección, piso a vigas, saltó como una sola. Cuando
aterrizaron, la siguiente sección saltó, y la ola atronadora rodeó el
estadio. Era una cacofonía ensordecedora y más inquietante de lo
que Neil quería que fuera. Los fanáticos de rayas levantaron sus
brazos nuevamente cuando la ola regresó a ellos y señaló una
segunda vuelta.
—Jesucristo —dijo Nicky, apenas audible a pesar de que estaba
detrás de Neil—. No creo que pueda… ¡Erik!
Nicky corrió alrededor de Neil y corrió hacia las gradas. La primera
fila estaba vacía, con un guardia de seguridad de pie en cada
extremo, pero un hombre acababa de aparecer para presentar su
boleto.
Cómo escuchó Erik Klose a Nicky por el ruido de las gradas, Neil
no lo sabía, pero se apartó inmediatamente del guardia y se inclinó
sobre la barandilla de seguridad para darle un abrazo feroz a Nicky.
Nicky se aferró a él como si hubieran pasado años desde la última
vez que estuvieron en la misma habitación, ajenos o completamente
indiferentes a las miradas que estaba atrayendo.
El resto de los invitados de los Foxes se presentaron solo un par
de segundos más tarde, ya que Wymack había arreglado una van
desde el aeropuerto para ellos. Wymack despidió a su equipo,
sabiendo lo mal que necesitaban caras amigas en este momento.
Allison no había traído a nadie, pero siguió a los estudiantes de
último año a las gradas. Aaron se dirigió hacia las Vixens para
hablar con Katelyn. Neil se quedó con Andrew y Kevin y
simplemente miró.
Cuatro de las hermanas de Dan vinieron. Llevaban vestidos de
verano blancos que habían alterado, por lo que tres deletrearon
FOX. El cuarto lucía una pata de zorro que ya empezaba a perder
una almohadilla de pie. Prácticamente aplastaron a Dan,
sofocándola con un abrazo grupal antes de adularla. Fueron igual de
rápidas para abrazar a Allison, y la familiaridad en sus sonrisas
fáciles decía que la habían visto al menos una vez antes.
Stephanie Walker tenía el próximo asiento, y se aferró a Renee
para siempre. Los padres de Matt tenían los asientos al lado de ella.
La trenza de su madre estaba teñida de naranja y ella llevaba un
mono igualmente brillante. Matt había hablado de su madre lo
suficiente como para que Neil supiera cuánto la adoraba Matt. De
alguna manera, todavía estaba sorprendido de cuán
descaradamente ese amor había sido devuelto. Había un orgullo
feroz en la sonrisa de Randy Boyd que le recordó a Dan, y ella
jugaba con las púas en las que se había peinado. El padre de Matt
era un poco más reservado, pero sonrió cuando le dio una palmada
en el hombro a Matt en saludo. La mujer que él había traído como
su invitado parecía apenas mayor que Matt, y ni ella ni Matt se
reconocieron.
Betsy Dobson fue la última en entrar. Andrew no le había
guardado una entrada, así que Neil asumió que Wymack y Abby la
habían invitado. Andrew no pareció en absoluto sorprendido de
verla, pero se acercó a ella tan pronto como ella se instaló. Ella
sonrió ante su acercamiento e hizo un gesto a su alrededor. Neil no
podía oírla entre la multitud, pero supuso que estaba haciendo sus
habituales observaciones redundantes. Neil miró hacia otro lado
antes de que ella lo atrapara mirando y volvió su atención a la
multitud.
—Ustedes dos podrían al menos decir hola —dijo Wymack, algo
ofendido.
—No tiene sentido —dijo Kevin—. Todo lo que son es una
distracción.
—Se llama una red de apoyo. Búscalo.
—Thea está mirando desde el sur esta noche —dijo Kevin,
mirando a la caja VIP elevada. Estaba demasiado lejos y demasiado
alto para que Neil pudiera distinguir las caras, pero ya había una
pequeña multitud reunida en las paredes con ventanas. Saber que
la Court estaba allí para verlos jugar envió un escalofrío por las
venas de Neil. Kevin arrastró su mirada hacia la cara de Wymack y
dijo —y mi padre viene a todos mis juegos. Es suficiente.
En el otro lado de Wymack, la mirada de Abby se suavizó. La
mandíbula de Wymack trabajó por un momento antes de que
pudiera decir en un tono uniforme: —Tu madre estaría orgullosa de
ti.
—No solo de mí —dijo Kevin en un extraño episodio de
humanidad.
Se estaba volviendo demasiado personal, o tal vez ese agudo
pico de incomodidad en el pecho de Neil era un ataque de soledad y
pérdida. Neil los dejó el uno al otro y fue a unirse a sus compañeros
de equipo. El apretón de manos de Erik era firme y su sonrisa
amplia. Neil mezcló a las hermanas casi inmediatamente después
de sus presentaciones alegres. La paciente sonrisa de Stephanie
fue tan desconcertante como lo había sido el comportamiento
pacífico de Renee, y Neil estaba seguro de que Randy le arrancó un
par de órganos vitales con lo duro que lo abrazó. El padre de Matt
saltó con un simple hola para decirle a Neil acerca de un cirujano
plástico que conocía, si Neil quería que alguien le limpiara un poco
la cara.
—Papá —dijo Matt, horrorizado—. ¿Qué mierda?
—Neil Josten —dijo un guardia de seguridad —un Stuart Hartford
está aquí para verte.
Neil siguió al guardia hasta la mitad del ring interior. Una pared
separaba el ring interior de las gradas, y Stuart esperaba al otro lado
con los brazos cruzados sobre la parte superior. Descartó al guardia
con un simple gesto de asentimiento y dirigió una mirada pensativa
hacia su sobrino perdido hace mucho.
—Pensé que ya estarías de vuelta en Inglaterra —dijo Neil.
—He estado yendo y viniendo —dijo Stuart—. Hubiera venido por
ti antes, pero él nos dijo que no interfiriéramos hasta que tomara una
decisión—. Neil no tuvo que preguntar a quién se refería Stuart por
—él—. Stuart esperó a que Neil asintiera antes de continuar—. La
muerte de tu padre dejó un vacío que no es fácil de llenar. El
pequeño jefe está limpiando la casa y reduciendo las pérdidas
donde puede, llevándose gente de California a Carolina del Sur.
Policías, doctores, espías, no importa. Si existe la posibilidad de que
sean una carga para su nueva regla, están muertos. Cosas
interesantes, la remodelación de un imperio. Sangriento, también.
—¿Había gente en Carolina del Sur? —Preguntó Neil. Tan pronto
como lo dijo, su corazón dio un vuelco—. Espera, ¿doctores?
¿Médicos o psiquiatras? ¿Tienes nombres?
—Me mantengo al margen de los detalles a menos que
pertenezcan a mí —dijo Stuart—. ¿Alguien en particular que estás
buscando?
—Un psiquiatra en Columbia, Proust. Trabajó en Easthaven, se
dejó comprar y lo utilizó el hermano equivocado. Le dije… al
pequeño jefe —dijo Neil después de un momento de vacilación
sobre él.
—Lo investigaré —dijo Stuart. Lanzó una mirada casual y dijo—
Sabes que todavía te están mirando, ¿verdad? Están esperando
que te tropieces, esperando a ver si alguien es lo suficientemente
estúpido como para tomar un bocado. Cebo y espía en uno. Sé
inteligente, ¿sí? Tú te metiste en esto, lo que significa que no puedo
protegerte si las cosas se van de nuevo hacia los lados.
—Tendré cuidado —dijo Neil—. Gracias.
—Mentón —dijo Stuart, enderezándose—. Mira hacia adelante. El
pequeño jefe está aquí esta noche. No lo hagas arrepentirse de
invertir en ti.
Neil no fue tan estúpido como para mirar la torre Este. Él solo
asintió y vio a Stuart desaparecer entre la multitud. Volvió corriendo
a Wymack y decidió que era mejor no decirle a Kevin quién estaba
presente esta noche. Wymack le dio a su equipo un minuto más
para socializar, luego los llevó a los vestidores. Se cambiaron lo más
rápido que pudieron, los ánimos restaurados por el entusiasmo de
sus invitados, y corrieron vueltas en el ring interior hasta que
aparecieron los Ravens.
Neil pensó que la multitud era ruidosa antes, pero la bienvenida
que le dieron a su equipo local hizo que le zumbaran los oídos. Los
Foxes se retiraron al vestuario para estirarse y salvar sus tímpanos.
Se tomaron su tiempo para ponerse el resto del equipo y volvieron a
encontrarse en la sala principal. Wymack les dio un minuto para
respirar antes de enviarlos al ring interior una vez más. Los árbitros
de esta noche se dividieron entre Home y Away y estaban
esperando junto a las puertas de la cancha para dejar entrar a los
equipos. Los Ravens eran una corriente interminable de negro
cuando entraron desde el lado opuesto, y Neil trató de no mirar. Los
calentamientos nunca se habían sentido tan cortos; un minuto Neil
estaba ocupando su lugar y al siguiente estaban siendo llamados
para la presentación antes del partido.
La banda itinerante de Palmetto State, Orange Notes, había
encontrado sus lugares en algún momento, y ellos tocaron la
canción de la pelea con orgullo descarado tan pronto como el
locutor terminó de leer en el roster de los Fox. El locutor esperó a
que la última nota se desvaneciera antes de pasar a la alineación de
los Ravens. La canción de pelea de Edgar Allan sonaba tan
maliciosa como siempre, y la batería continuó en un ritmo pesado
mucho después de que el resto de la banda quedó en silencio. La
multitud avanzó a trompicones hasta que todo el estadio pareció ser
una misa retorciéndose y enojada. Neil no sabía si eran las
reverberaciones de su locura o su pulso caótico lo que lo estaba
ahogando.
Dan se encontró con Riko en la cancha para lanzar una moneda y
ganó el primer saque de los Foxes. La multitud continuaba como si
pensaran ir toda la noche. Wymack tuvo unos minutos antes de
comenzar las alineaciones necesarias en la cancha, por lo que
acercó a su pequeño equipo lo suficiente como para poder
escucharlo.
—Apesto en este asunto de la charla, pero Abby me amenazó con
una muerte espantosa si no hacía algún tipo de esfuerzo esta
noche. Esto es lo que se me ocurrió después de una hora de
tormenta de ideas. Aún no lo he ensayado, así que tendrás que
fingir que es algo pulido y alentador. ¿Trato?
Los miró, atrapando y sosteniendo los ojos de cada jugador por un
momento.
—Quiero que cierres los ojos y pienses por qué estás aquí esta
noche. No me digas 'venganza' porque ya la has obtenido solo por
estar aquí esta noche.
—Ya no se trata de Riko —dijo Wymack—. Esto no se trata de los
Ravens. Esto es sobre ustedes. Esto es todo lo que los llevó a llegar
a este punto, todo lo que les costó, y todos los que se rieron cuando
se atrevieron a soñar con algo grande y brillante. Están aquí esta
noche porque se negaron a rendirse y se negaron a ceder. Están
aquí donde todos dijeron que nunca estarían, y nadie puede decir
que no se han ganado el derecho de jugar este juego.
—Todos los ojos están puestos en ustedes —Es hora de
mostrarles de qué están hechos. No hay lugar a dudas, no hay
espacio para segundas conjeturas, no hay margen de error. Esta es
su noche. Este es su juego. Este es su momento. Aprovechen todo
lo que tienen. Saquen todas las paradas y pongan todo en la línea.
Luchen porque no saben cómo morir en silencio. Ganen porque no
saben cómo perder. Este rey gobernó el tiempo suficiente, es hora
de derribar su castillo.
Una campana de advertencia sonó por encima. Wymack les
palmeó las manos y dijo:
—¡Vamos!
—¡Foxes! —Rugieron en respuesta, y la formación inicial se dirigió
hacia la puerta.
Los Ravens primero tomaron la cancha y se acomodaron en sus
lugares. Riko fue el primero en gritar, así que Neil asumió que
jugaría este juego como lo hizo en el último: aparecer en la cancha
durante el primer y cuarto cuartos del juego. Kevin fue el primero en
llamar a los Foxes, pero Neil estaba muy cerca de él. Se dirigieron a
los puntos de inicio de los delanteros en la línea de medio campo.
Neil mantuvo sus ojos en Riko, sabiendo que Riko ya debería haber
oído sobre el tatuaje de Kevin. Él estaba en lo correcto; Neil estaba
todavía a seis metros de distancia cuando vio la ira helada en la
cara de Riko.
Riko no habló hasta que Kevin y Neil se quedaron quietos, y luego
dejó escapar un montón de vicioso japonés. Kevin lo ignoró hasta
que Riko dijo algo más, luego deslizó una fría mirada hacia Riko y
respondió. Neil no sabía lo que decía, pero Riko giró sus manos
enguantadas alrededor de su bastón como si se estuviera
imaginando rompiendo el cuello de Kevin. Molestar a Riko justo
antes de un partido tan importante era tan estúpido como
estimulante. Neil ya no podía escuchar a la multitud a través de la
sangre que corría por sus oídos.
Miró el reloj cuando el último Fox se quedó quieto y observó hasta
que pasaron la marca de los diez segundos. Echó un vistazo más
allá del otro delantero hacia el crupier y su primera marca, contando
en reversa en su cabeza. A las dos vio al portero, e imaginó el gol
floreciendo de rojo con un punto de los Foxes. A la una sonó el
timbre, y Dan disparó el primer servicio de la noche.
Habían pasado casi siete meses desde que los Foxes y los
Ravens se enfrentaron por última vez en la cancha, y no les tomó
mucho tiempo a los Ravens darse cuenta de que se enfrentaban a
un equipo completamente diferente. El otoño pasado, los Foxes
escribieron el juego como una pérdida segura antes de que incluso
pisasen la cancha. Habían jugado contra los Ravens porque tenían
que hacerlo, pero lo miraron más allá de la esperanza de los
campeonatos de primavera. Esta noche, animados por la
determinación y medio borrachos por la desesperación, los Foxes
tuvieron el comienzo más fuerte que habían tenido en todo el año.
Los Foxes eran feroces, pero los Ravens estaban enojados. Neil
podía sentirlo como veneno en la cancha, una mala vibra que hacía
que cada instinto de supervivencia siseara. El hazmerreír de la
NCAA no debería haber llegado tan lejos ni haberles costado tanto.
Perdieron a Jean, sufrieron una investigación interna exhaustiva y
aguantaron el violento dolor de Riko a raíz de la muerte de su padre.
El ataque de sus fanáticos contra Palmetto State y las veladas
acusaciones de Kevin les habían causado mucha presión. Hubo
rumores de que Edgar Allan quería cerrar el Nido y reintegrar al
equipo con el resto del campus por su propia seguridad psicológica.
Ahora Kevin apareció en la cancha con una mueca y un nuevo
tatuaje, y los Foxes se apresuraron como si no dudaran que
ganarían.
Los Foxes no eran el mismo equipo, pero tampoco lo eran los
Ravens. No se habían tomado a los Foxes en serio el otoño pasado.
Ahora tenían que hacerlo, y no hicieron ningún puñetazo.
El juego no comenzó violento, pero no tardó en llegar allí. Los
cuerpos se estrellaron contra los muros de la cancha y el piso; los
palos se agrietaron juntos y apenas echaron de menos las miradas
de los jerseys y los cascos. El traqueteo y el deslizamiento de las
raquetas deslizándose contra el suelo, con fuerza fuera de las
manos enguantadas, resonaron en los oídos de Neil mientras se
empujaba más rápido. La defensa y los traficantes de Foxes
lucharon con uñas y dientes para proteger su portería y despejar el
balón, pero las buenas intenciones y la fuerza no podían durar
mucho. Los defensas simplemente no fueron lo suficientemente
rápidos para competir. Renee le dio todo lo que tenía detrás de
ellos, pero Riko y Engle hicieron estallar sus bolas en rápida
sucesión. Cada vez que la portería se iluminaba de rojo para los
Ravens, Neil se estremecían.
Eran un lío agotado y ansioso cuando fueron despedidos para el
descanso de medio tiempo. Nicky apenas llegó al vestuario antes de
que empezara a agitarse. Abby lo dejó a un lado y comenzó a darle
bebidas. Renee estaba de pie con los labios blancos y tensos en el
centro de la habitación. Estaban sentados siete y tres, y los Ravens
saldrían con una nueva formación cuando sonara la campana. No
hubo un regreso seguro como lo habían hecho contra los Trojans. El
único camino que seguir fue hacia abajo.
Renee abrió la boca, pero no pudo hablar. Neil asumió por la
culpa en sus ojos que estaba tratando de disculparse. Nunca la
había visto tan decepcionada, pero nunca habían montado tanto en
un solo juego. Renee cerró la boca, se aclaró la garganta y volvió a
intentarlo. Lo que salió no fue Lo siento sino un silencioso, ¿Estás
seguro?
Neil no entendió, pero Andrew dijo:
—Sí.
—De acuerdo —dijo Renee—. Disculpa.
Salió de la habitación y una puerta se cerró detrás de ella
mientras desaparecía en el vestuario de las mujeres. Dan parecía
lista para ir tras ella, pero Wymack negó con la cabeza y le hizo un
gesto para que siguiera estirándose.
—Déjala en paz —dijo Wymack, sometido—. Ella no quería jugar
gol esta noche después de cómo fue el juego de USC. La
convencimos —dijo nosotros, pero echó un vistazo a Andrew al
escuchar eso—. Andrew dijo que podría controlar el puntaje si le
mostraba cómo jugaban.
—Deberías haberla dejado bajar —dijo Aaron—. Habría sido más
útil como cuarta respaldo. No es una buena brecha.
—¿De quién es la culpa? —Preguntó Kevin.
Aaron y Matt se erizaron, pero se mantuvieron en silencio. Nicky
respiró temblorosamente y dijo: —¿Cómo se supone que debemos
detenerlos si no llevan la pelota?
—Tienes que llevarlos de regreso —insistió Kevin—. Manténgalos
más allá de la cuarta línea de la cancha para que no puedan tomar
esos tiros rápidos. Oblígales a disparar más lejos y Andrew tendrá
una mejor oportunidad de desviarlos.
—Gran plan —dijo Aaron con fuerte sarcasmo —excepto que son
casi tan rápidos como tu mini—yo. No puedo presionarlos si no
podemos mantener el ritmo de ellos.
—Encuentra una manera —insistió Kevin, y eso fue todo.
El descanso de quince minutos había terminado demasiado
pronto. Renee se reunió con ellos mientras regresaban a la cancha.
Dan le dio un abrazo rápido, pero no dijo nada, sabiendo que ni
siquiera el aliento y la comodidad serían apropiados en este
momento. Las cámaras estaban esperando junto a la puerta de la
pista para el once inicial de los Foxes, así que Neil siguió a Kevin.
Kevin permaneció tranquilo y en silencio hasta que un árbitro les
abrió la puerta. Antes de pisar, Kevin golpeó la culata de la raqueta
contra el suelo y le pasó la vara a la otra mano. Avanzó a zancadas
hasta la mitad de la cancha con la cabeza en alto y usando su mano
izquierda, y la multitud enloqueció.
Neil no era el único que había olvidado cómo era Kevin en su
mejor momento. Los Ravens habían despedido a Kevin cuando se
rompió la mano y luego aprendió su estilo diestro cuando se dieron
cuenta de que volverían a enfrentarlo. Incluso si hubieran sabido
que esto venía, no estarían listos, porque Kevin ya no tenía miedo
de mostrarle a Riko. Aprovechó las debilidades de sus ex
compañeros de equipo cada vez que pudo y, sin Jean a su
alrededor, usó el francés para llamar a Neil a través de la cancha.
Kevin anotó apenas tres minutos en la segunda mitad, y cinco
minutos más tarde lo hizo de nuevo.
Los Ravens se unieron como Kevin y Neil sabía que lo harían, y el
juego se convirtió en una pelea feroz. Una y otra vez golpearon a
Matt y Aaron para disparar a la portería; una y otra vez Andrew
bloqueó sus disparos. Andrew rara vez llamaba a la defensa, tal vez
comprendiendo que estaban a medio camino de huir, quizás
demasiado concentrado en los atacantes de Raven como para
distraerse con sus propios defensas. Neil nunca lo había visto jugar
así, tan intenso, rápido y determinado, pero Andrew tenía promesas
de mantener y un objetivo para defender.
Con diecisiete minutos de desventaja, el marcador fue ocho y
seis, y los Ravens finalmente perdieron los estribos. Reacher
reaccionó al tercer objetivo de Kevin golpeándolo. No se detuvo con
un solo golpe, sino que lo siguió cazando. Los árbitros abrieron las
puertas, pero los equipos fueron más rápidos para converger en la
lucha. Los únicos que no se unieron a la refriega fueron los porteros,
que se pararon en las líneas marcando sus límites y observaron. Se
necesitaron los seis árbitros para romper la lucha. Reacher fue
expulsado de la cancha con una tarjeta roja, y Kevin y Matt
recibieron amarillas.
Kevin anotó en el tiro sucio, y eso no hizo nada para mejorar el
estado de ánimo. En lugar de perseguir a Kevin nuevamente, los
Ravens volvieron la vista hacia los defensas y hacia Andrew. Matt y
Aaron estaban tropezando más de lo normal, ya que sus marcas los
hacían tropezar a cada momento. La irritación hizo que Matt y Aaron
retrocedieran un poco más y Neil supo que no pasaría mucho
tiempo hasta que uno de ellos perdiera los estribos. Por ahora,
Allison era la voz de su furia, gritando amenazas e insultos a cada
Raven en la cancha.
La siguiente vez que Jenkins rodeó a Aaron, disparó el balón para
rebotar antes de la meta. Era obvio que Andrew llegaría primero,
pero Williams fue detrás de todos modos. Cuando Andrew despejó
el balón, Williams debería haberse desviado del rumbo y haber
girado hacia atrás para reagruparse. En cambio, Williams se estrelló
a toda velocidad contra Andrew y lo aplastó contra la pared. La
portería se volvió roja cuando los sensores incorporados
confundieron su peso como un punto. La multitud afuera se
sorprendió con un silencio temporal; Invasión de un portero fue una
de las peores ofensas en el juego. Para cuando recobraron el juicio
lo suficiente para rugir, Andrew ya había alejado a Williams de él.
Dio un paso atrás alejándose de la pared y se detuvo. La armadura
de los arqueros tenía como objetivo protegerlos de las pelotas de
alta velocidad, no de las raquetas y los cuerpos. Andrew había
perdido el aliento.
Neil cerró el espacio entre ellos como si no fuera nada. No
recordaba haber dejado caer su raqueta, pero de repente tenía
ambas manos libres. Los plantó contra los omóplatos de Williams y
los empujó tan fuerte como pudo para hacerlo caer. Jenkins
arremetió salvajemente contra su compañero de equipo, pero no
pudo detener su caída, y Williams se golpeó las rodillas con fuerza.
Matt arrastró a Neil antes de que pudiera ir tras él de nuevo.
—¡Fácil! —Dijo Matt, porque los lívidos árbitros ya estaban a
medio camino de ellos—. No se puede cardar, ¿de acuerdo? No
podemos reemplazarte. Soy el defensa —insistió cuando Neil abrió
la boca—. Es mi trabajo defender la portería, ¿de acuerdo?
Neil no recibió una tarjeta por su empujón antideportivo, pero uno
de los árbitros le lanzó una advertencia. Neil miró hacia atrás en un
silencio funesto. Matt empujó a Neil detrás de él antes de que Neil
fuera cardado de actitud y se disculpó en su lugar. Neil se volvió
para mirar a Andrew. Andrew devolvió la mirada intencionada de
Neil con una mirada aburrida, luego miró más allá de Neil al barullo
que rodeaba a Williams. Los Ravens estaban recibiendo otra tarjeta
roja, pero no parecía una victoria. Tetsuji estaba aprovechando la
tarjeta para superar a sus jugadores.
El único Raven que hizo una segunda aparición en la cancha esta
noche fue Riko. Los otros dos candidatos eran nuevos, otro
delantero para equilibrar a Riko y un ofensivo que Neil recordó del
juego de octubre pasado. Los Ravens intentaron abrir de par en par
la defensa de los Foxes, y en este punto no requeriría mucho
trabajo. Estaban casi a la mitad de la segunda mitad. A pesar de
que los Foxes fueron construidos para el largo plazo, se estaban
quedando rápidamente sin vapor. Les costó demasiado enfrentarse
a un equipo como este.
—No son lo suficientemente rápidos —dijo Andrew.
Debía referirse a su línea de defensa, por lo que Neil dijo:
—Lo sé.
—¿Estás cansado? —Preguntó Andrew.
No era preocupación, Neil lo sabía, pero eso no lo convertía en
una pregunta menos confusa. Esta noche no había recibido la pelota
con la suficiente frecuencia para estar cansado, pero no podía decir
eso con Matt a dos pies de distancia de él.
—Todavía no.
—Entonces tomaré mi turno. Matt —dijo Andrew, y Matt se volvió
hacia ellos de inmediato. Andrew levantó un dedo de su raqueta
para señalar a Neil—. Sustituiremos a Dan por Neil y Neil por ti.
Matt lo miró.
—¿Qué haremos qué?
—Estás cojeando —respondió Andrew. Neil ni siquiera se dio
cuenta, demasiado concentrado en la pelota y los Ravens. Lanzó
una mirada de asombro a los pies de Matt como si de alguna
manera pudiera ver la fuente del dolor de Matt—. No me sirves en
este momento. Haz que Abby ponga un freno a eso. Mientras tanto,
Neil puede contenerlos.
Habían dicho toda la noche que la velocidad era la debilidad fatal
en su línea de defensa. Neil fue el jugador más rápido en Clase I
Exy, pero cómo Andrew pensó que esta era una solución factible,
Neil no lo sabía. Neil quería señalar todas las razones por las cuales
esta era una mala idea, pero no tenía derecho a rechazar a Andrew.
—Empecé este juego como un defensa, ¿recuerdas? —Neil le dijo
a Matt—. Los Ravens me enfrentaron a Riko cuando me quedé con
ellos en diciembre. Sé cómo se mueve. Dos semanas de práctica no
te preparan para enfrentar al mejor delantero del juego.
—Kevin es el mejor delantero —le corrigió Neil —y no tengo por
qué ser el mejor defensa para contrarrestar a Riko. Solo tengo que
ser más rápido que él. Ambos sabemos que lo soy. Créeme. Puedo
mantenerlo alejado de Andrew mientras descansa.
—El entrenador nunca lo hará —dijo Matt.
—Dile que tiene que hacerlo —dijo Andrew, como si fuera así de
simple.
Quizás fue la convicción de Andrew lo que convenció a Matt. A
Andrew nunca le había importado ni un centavo el juego y solo lo
probaba honestamente en ráfagas dispersas. Que se preocupara lo
suficiente como para discutir ahora era inesperado y sin
precedentes. Todavía había dudas y argumentos en la expresión
preocupada de Matt, pero Matt se alejó sin decir una palabra más.
Mientras se dirigía a la puerta, Neil finalmente vio la cojera en su
paso. Matt ya no necesitaba poner un frente invencible, por lo que
dejó de tratar de ocultar lo mucho que le dolía.
Matt se detuvo en la entrada para discutir con Wymack y Abby.
Quizás invocar el nombre de Andrew fue el truco, o tal vez Wymack
estaba lo suficientemente desesperado como para intentar cualquier
cosa en este momento. De cualquier forma, Dan salió a la cancha
un par de segundos más tarde. Allison comenzó a mirarla,
asumiendo que la estaban intercambiando. Dan pidió que ella
ocupara su lugar y tomó el lugar de inicio de un delantero por un gol
de falta.
—Estás loco —le dijo Neil a Andrew en voz baja.
—Esto no es noticia para nadie —dijo Andrew.
Neil negó con la cabeza y se movió a su nuevo lugar al lado de
Riko. Riko miró a Dan, a Andrew y luego otra vez. Le tomó solo un
segundo para armarlo todo, y la sonrisa de Riko fue fría.
Tal vez tenía derecho a sentirse satisfecho. No importaba que Neil
hubiera comenzado este juego como un defensa. Había estado
medio alejado de la cancha durante la mitad de su vida y había
pasado los últimos dos años perfeccionando sus habilidades como
delantero. Riko había visto por sí mismo durante las vacaciones de
Navidad cómo era la práctica y el miserable Neil estaba a la
defensiva.
Lo que Riko olvidó fue que Neil no había pisado la pista de Raven
hasta que Tetsuji lo golpeó y dejó inconsciente. La salud de Neil
había empeorado a partir de allí gracias al constante abuso de Riko.
Esta noche Neil estaba en forma perfecta, y estaba furioso con los
Ravens por herir a sus Foxes.
Andrew golpeó la pelota en la cancha y comenzó la lucha hasta la
última campanada. Neil persiguió a Riko a cada paso del camino,
usando su bastón y su cuerpo para arruinar los disparos de Riko y
alejarlo de Andrew. Se peleaban mutuamente por la cancha,
agachándose y lanzándose, esquivando y lanzándose, casi
tropezándose entre sí en todo momento. Riko usó cada truco que
tuvo para esquivar a Neil, pero no pudo superar a Neil por mucho
tiempo.
Minutos estirados sin un tiro claro a la meta. Riko gruñó algo
odioso a Neil mientras Andrew sacaba su última oportunidad. Neil se
rió de él, sabiendo que solo lo enfurecería aún más. La impaciencia
y la furia de Riko eran combustible, lo que le daba velocidad a Neil y
le hacía olvidar la creciente quemadura en sus muslos y pantorrillas.
Algo en su hombro saltó y se entumeció un poco cuando él y Riko
cayeron al suelo por enésima vez. Como no le dolió, Neil no se
detuvo a preocuparse por eso. Él estaba parado y tras la pelota
antes de que Riko lo estuviera, y se lo pasó a Allison. Allison se lo
dio a Kevin, Kevin a Dan, Dan a Kevin y Kevin anotó. Justo como
estaban empatados, ocho y ocho.
Nadie anotó durante diez minutos más, y no por falta de intentos.
Finalmente, Berger rodeó a Aaron para un tiro rápido a la portería.
Andrew no fue lo suficientemente rápido, y golpeó su raqueta contra
la pared cuando la portería se volvió roja. La irritación de Andrew fue
tan inspiradora como la de Riko, pero Neil no pudo contener la
defensa solo y Aaron había ido tan lejos como pudo. La siguiente
vez que los Ravens cometieron una falta sobre los Foxes y los
Foxes obtuvieron posesión, Wymack envió a Nicky y a Matt.
Neil esperaba que lo sacaran, pero Nicky cambió posiciones con
Allison exhausta y Matt se hizo cargo de Aaron. La sonrisa que Matt
le disparó a Neil fue a la vez alentadora y apologética. Neil le
devolvió una sonrisa apretada, y avanzaron como uno solo. Con tres
líneas de defensa en la cancha, la línea de defensa finalmente tuvo
la oportunidad de reagruparse, y en los últimos cinco minutos del
juego habían cerrado la ofensiva de los Ravens. Riko y Berger
estaban tomando sus tiros desde más lejos porque no tenían otra
opción, y Andrew cerró todos los intentos de distancia. En el otro
lado de la cancha, Kevin anotó en un rebote, atándolos una vez
más.
Iban a un tiroteo, se dio cuenta Neil, y la idea de enfrentar al
arquero de los Ravens cuando estaba tan agotado era una
perspectiva aterradora. Neil había gastado toda su energía,
consumido por todo su humo, y continuaba moviéndose por una
sensación de autoconservación sin sentido. Sus piernas y pulmones
estaban ardiendo, y el entumecimiento en su hombro había sido
reemplazado por el calor. Le dolían las muñecas y los brazos, y le
dolía tanto golpear a Riko y al suelo. Le dolían los codos a causa de
los constantes controles del palo, ya no podía sentir sus pies, y
había una posibilidad de que Riko le hubiera roto uno o dos dedos la
última vez que pisó el pie de Neil.
Neil no sabía que habían llegado al último minuto del juego hasta
que el timbre sonó. Su cuerpo sabía lo que significaba ese sonido y
finalmente lo abandonó. Cayó de rodillas y apenas logró agarrarse
con las manos. Su estómago se retorció dentro de él, pero no tenía
fuerzas para vomitar. Los músculos con falta de oxígeno se sentían
como si se estuvieran desintegrando, pero le dolía demasiado
respirar. La boca de Neil trabajó en jadeos cortos que no le hicieron
nada.
El timbre sonó de nuevo, y el corazón de Neil se detuvo.
El zumbido en sus oídos no era todo él. Sus compañeros de
equipo estaban gritando, sin palabras gritos de guerra de
incredulidad y victoria. Los dedos de Neil se estremecieron tanto
que era casi imposible deshacerse las correas de su casco, pero
finalmente logró arrojar su casco a un lado. Él parpadeó para
quitarse el sudor de los ojos y miró hacia el marcador.
Diez y nueve, favor de los Foxes, Kevin había anotado en los
últimos dos segundos del juego.
Neil deseó poder sonreír, pero necesitó toda su fuerza solo para
mirar a Riko. El capitán de Raven y Exy King estaban mirando el
marcador como si esperara que cambiara. Los Foxes corrieron el
uno para el otro, todavía gritando lo más que podían, pero los
Ravens se quedaron quietos como piedras. Fue la primera derrota
en la historia de Edgar Allan, y habían caído ante el oponente más
improbable.
Neil inspiró profundamente.
—Te preguntaría cómo se siente, pero supongo que siempre has
sabido lo que es ser segundo, pedazo de mierda inútil.
Finalmente, Riko apartó su mirada del tablero. Miró a Neil, con la
cara inexpresiva y aturdido, y luego la repulsión torció su expresión
en algo terrible. Su raqueta le subió por la cabeza, pero a Neil le
llevó un momento darse cuenta de que Riko realmente intentaba
darle un golpe. Dan gritó su nombre desde la mitad de la cancha,
pero no había nada que Neil pudiera hacer, excepto ver cómo la
raqueta de Riko comenzaba a descender. Apenas tenía la fuerza
para respirar. Esquivar estaba fuera de discusión.
La raqueta de Riko se acercó lo suficiente para que Neil oyera
silbar el viento entre las cuerdas, y luego una segunda raqueta salió
de la nada, grande, brillante y anaranjada. Andrew dio todo lo que
había dejado atrás de su giro y atrapó a Riko de su antebrazo. Sus
huesos dieron un crujido nauseabundo cuando se rompieron. La
raqueta de Riko cayó sin causar daño a un lado, y luego Riko fue el
único que gritó. Tropezó a unos pasos de ellos antes de caer de
rodillas y sostener su brazo contra su estómago. Andrew colocó su
raqueta frente a Neil como un escudo y observó el colapso de Riko
con una mirada aburrida.
Neil perdió de vista a Riko cuando los Foxes lo rodearon. Los
dedos enguantados le palmearon la cabeza y los hombros,
buscando cualquier señal de que había sido herido. Neil desconectó
sus demandas frenéticas, más interesado en escuchar los gritos
interminables y agonizantes de Riko. Entonces Dan tomó su rostro
entre sus manos y lo sacudió.
—Neil —dijo, tan desesperada y temerosa que Neil tuvo que
mirarla.
—Oye —dijo Neil, ronco de agotamiento y embriagador triunfo—.
Ganamos.
Dan lo abrazó y enterró una risa ahogada contra su hombro
acolchado.
—Sí, Neil. ¡Ganamos!
EPÍLOGO

Traducido por Lu
Corregido por Vaughan

Debería haber habido una ceremonia cuando Edgar Allan pasó el


trofeo del campeonato a sus sucesores. En cambio, la celebración
se pospuso hasta mañana. En su lugar había policías y técnicos de
emergencias médicas, declaraciones y entrevistas. Neil no sabía por
qué había esperado algo más cuando los Foxes estuvieron
involucrados.
Riko fue llevado en una ambulancia, pero los Ravens y Foxes
permanecieron en el estadio hasta las dos y media de la
madrugada. La multitud se fue solo cuando la policía los obligó a
irse, y se mantuvieron en un silencio sepulcral cuando salían de las
puertas de Evermore. Los invitados de los Foxes y Vixens
discutieron por el derecho de quedarse, pero perdieron. Cuando se
marcharon prometieron encontrarse con los Foxes en su hotel.
Los Foxes se callaron cuando finalmente se les permitió ducharse
y cambiarse. Las largas horas desde la última campana habían
desgastado temporalmente su bien merecida excitación. Estaban
adoloridos y agotados hasta el punto de que moverse era una tarea
terrible. Neil se apoyó en la pared de la ducha porque sabía que no
debía sentarse. Se durmió sin intención, pero despertó nuevamente
cuando el agua corría fría. Bostezó mientras se vestía y fue en
busca de sus compañeros de equipo.
Un guardia de seguridad estaba esperando afuera de la puerta del
vestuario para interceptarlo.
—Neil Josten, tienen algunas últimas preguntas para ti.
Neil se volvió silenciosamente detrás de él y lo siguió hasta el
círculo interior. El estadio estaba completamente vacío y la policía
se fue hace mucho tiempo. Neil estaba demasiado cansado para
preguntar qué estaba sucediendo, así que anduvo lentamente
detrás del guardia en silencio. Un tercio del camino hacia abajo era
una puerta que usaban los guardias de seguridad para moverse
entre el círculo interior y las gradas. El guardia lo abrió e hizo un
gesto a Neil. La soda derramada hizo que los zapatos de Neil se
peguen al suelo, y todo el lugar apestaba a comida grasosa y
cerveza.
Pasado el siguiente hueco de la escalera había una entrada del
túnel que permitía a los fanáticos entrar al estadio desde el círculo
exterior. Neil había estado en el círculo exterior de los Foxes solo
una vez, ya que la entrada cerrada de los Foxes le permitía eludir
los puestos de comida y las tiendas de parafernalia. El círculo
exterior de los Ravens se parecía mucho a lo que tenían los
Ravens, a excepción de las pancartas del campeonato que
colgaban de las vigas. Alguna vez una fuente de orgullo, ahora
servirían como un recordatorio visible del fracaso de esta noche.
ESTE estaba escrito encima de un ascensor con letras rojas y
negritas, y Neil se olvidó de las pancartas. El guardia tuvo que
deslizar su placa y clave en un código de seis dígitos para obtener
acceso. Solo había dos botones adentro, Piso y Torre. Neil cerró los
ojos para el viaje a la cima.
El guardia se quedó atrás cuando Neil salió, por lo que Neil
continuó solo. Un pequeño pasillo se abrió a una espaciosa
habitación que Neil reconoció. Nueve años atrás había estado aquí
con Riko y Kevin mientras su padre partía a un hombre en cien
pedazos.
Stuart Hartford y un hombre que Neil no reconoció estaban en las
esquinas más alejadas. Tetsuji y Riko se sentaron en uno de los
sofás, Tetsuji con la espalda recta y cara de piedra, Riko cerrado y
vacío. Neil vio el yeso blanco de un yeso que sobresalía del
cabestrillo que los médicos le pusieron en el brazo a Riko. Neil
podría haberlo mirado para siempre, pero Ichirou estaba de pie junto
a las ventanas que daban a la cancha y Neil sabía que no debía
ignorarlo. Neil estaba a medio camino entre los hermanos y fijó sus
ojos en el cuello de Ichirou.
Estaba tan silencioso que Neil escuchó el reloj de alguien
corriendo. Neil contó un minuto, luego dos, y todavía nadie dijo una
palabra. Finalmente, Ichirou sacó una mano enguantada de su
bolsillo e hizo un gesto. El extraño le trajo una pistola. Neil esperó,
silencioso y sin aliento, a que Ichirou pusiera la pistola sobre él.
Podía pedir una segunda oportunidad, pero no tenía sentido
intentarlo. Sus palabras no cambiarían lo que sucedió esta noche, y
ni siquiera Neil podría mentir lo suficiente como para convencer a
Ichirou de que lo sentía.
Ichirou comenzó a avanzar, pero no fue hacia Neil. Se paró frente
a su tío y habló en un tranquilo japonés. Tetsuji escuchó todo en
silencio, la expresión inalterable. Cuando Ichirou se calló, Tetsuji se
inclinó sobre sus rodillas. No se volvió a sentar, incluso cuando
Ichirou volteó su pesada mirada hacia Riko. Riko finalmente se
movió lo suficiente como para mirar hacia arriba, y los hermanos se
enfrentaron por primera vez. Ichirou se agachó frente a él, sin
palabras y lentamente.
—Ichirou —dijo Riko, tan ahogado por la emoción que Neil casi no
podía entenderlo. Podría haber estado maldiciendo el nombre de
Ichirou por esperar tanto tiempo para entrar en su vida. Podría haber
estado pidiendo justicia o venganza. Riko abrió la boca para decir
algo más, pero volvió a cerrarla cuando Ichirou acunó la mejilla de
Riko en su mano libre.
No era consuelo, pero Neil no se dio cuenta de eso hasta que fue
demasiado tarde. Ichirou puso el arma en la sien de Riko y apretó el
gatillo sin dudarlo. El disparo fue tan inesperado, tan fuerte, que Neil
saltó. El cuerpo de Riko se sacudió bajo la fuerza del impacto. La
sangre salpicó en la espalda de Tetsuji y el sofá de cuero que
compartían. Ichirou retiró sus manos y dejó caer a Riko.
Cuando Ichirou se enderezó, el extraño se adelantó. Ichirou le
devolvió el arma, y el extraño se arrodilló para presionarla en la
mano sin vida de Riko. Neil lo vio enrollar los dedos de Riko
alrededor del agarre. En un rincón distante de su mente, Neil sabía
lo que estaba pasando, pero en este momento Neil estaba
demasiado sorprendido como para sentirlo.
Ichirou se detuvo frente a Neil.
—Les has costado a Ravens su entrenador y su capitán. ¿Estás
satisfecho?
Al principio no tenía sentido, porque Tetsuji todavía estaba vivo.
Cuando Neil se dio cuenta, dejó de respirar. Tetsuji Moriyama estaba
decayendo, no necesariamente porque Neil lo había hecho, sino
porque Ichirou había estado aquí de primera mano para ver en qué
se habían convertido los Ravens bajo la guía de Tetsuji. Stuart había
dicho que Ichirou estaba reduciendo sus pérdidas. La violencia
imprudente y la cordura deshilachada de Ravens los convertían en
una responsabilidad evidente. Ichirou no quería tener nada que ver
con la reputación empañada de Edgar Allan.
Neil estaba repentinamente despierto—. Tu gente está a salvo,
como la mía. Sí, estoy satisfecho.
La sonrisa de Ichirou era fría y fugaz.
—Deja que te llamen por el nombre que quieran. Siempre serás
un Wesninski de corazón —Ichirou le hizo un gesto a Neil como si
estuviera espantando una mosca insignificante—. Estás fuera.
El guardia de seguridad llevó a Neil de vuelta al vestuario y lo dejó
en la puerta. Neil entró solo y encontró a todos los Foxes
esperándolo. Neil miró de una cara cansada a la siguiente,
empapándolos, deleitándose en todo lo que habían logrado esta
noche e imaginando cómo reaccionarían cuando escucharan las
noticias mañana.
—¿Que es tan gracioso? —Nicky preguntó cuando vio a Neil en la
puerta. Neil no se había dado cuenta de que estaba sonriendo—.
¿Vivir?
Su buen humor pareció inyectarle un poco de vida a la habitación.
Dan se sentó un poco más recta, y Matt logró hacer una sonrisa.
Kevin presionó sus dedos con fuerza contra su nuevo tatuaje. Aaron
y Nicky intercambiaron miradas triunfantes, y Allison se acercó para
apretar la mano de Renee. Wymack asintió con la cabeza; La
sonrisa de Abby era orgullosa.
—Vamos a hacer algo juntos— dijo Wymack—. Tenemos que
hacer una fiesta. Cualquiera que no esté en el autobús en dos
minutos se quedará aquí toda la noche.
En ningún otro mundo, Wymack dejaría realmente atrás a su
equipo, pero los Foxes salieron de allí como si le creyeran. Neil
esperó a un lado mientras los demás salían, sabiendo que Andrew
sería el último en irse. Wymack sabía que no debía quedarse y
seguir a sus Foxes por el pasillo. Andrew trajo el petate de Neil. Neil
lo tomó, pero lo dejó a un lado. Andrew lo estudió por un momento,
luego se encogió de hombros de su propio bolso y puso una mano
en la pared cerca de la cabeza de Neil.
—Tus visitas cercanas se están haciendo viejas —dijo Andrew—.
Pensé que sabías cómo correr.
Neil afectó la confusión—. Pensé que me dijiste que dejara de
correr.
—Consejo de supervivencia: a nadie le gusta una boca inteligente.
—Excepto a ti —le recordó Neil.
Un año atrás, Neil había sido un hombre asustado, y se odiaba a
sí mismo por firmar el contrato con los Foxes y contar los días hasta
que se mudó con Wymack. Esta noche fue el delantero titular del
primer equipo clasificado en la NCAA. En dos años sería capitán, y
en cuatro se graduaría de Palmetto State. Neil primero encontraría
un equipo profesional y luego pelearía con uñas y dientes para
llegar a la corte. Neil ya podía imaginar el peso de una medalla
olímpica alrededor de su cuello. Ni siquiera le importaba de qué
color era, siempre y cuando fuera suyo.
Mejor que ese brillante futuro era lo que ya tenía: una corte que
siempre estaría en casa, una familia que nunca se daría por vencida
con él, y Andrew, que por una vez no había perdido el tiempo
negando que esto entre ellos podría en realidad significar algo para
ambos. Neil ni siquiera había notado el silencio al principio,
demasiado distraído por sus pensamientos vertiginosos. Ahora no
pudo evitar sonreír y atraer a Andrew.
Esto era todo lo que quería, todo lo que necesitaba, y Neil nunca
lo dejaría ir.
¡Mantente informado sobre la traducción de la saga!

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Nuestra Página
Notes
[←1]
“surge protector” del inglés original, también conocido como regleta, protector de
sobrecargas u otras variables dependiendo del país.
[←2]
Un puf es un sillón blando que generalmente no tiene respaldo
[←3]
“too li le, too late” es una situación donde se está culpando a alguien por no hacer lo
suficiente para evitar un problema y por tomar medidas solo después de que el
problema se ha vuelto muy malo.

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