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Paráfrasis del texto Comprensión de la música y formación musical, Nikolaus

Harnoncourt.

Para comprender un poco lo que el autor intenta comunicarnos me remito a una frase con que
empieza este libro:

“Hoy, sin embargo, la música se ha convertido en un mero ornamento para guarnecer noches
vacías [...], para realizar actos festivos públicos o también, a través de la radio [hoy de todos
los medios electrónicos que disponemos], para disipar o avivar el silencio de la soledad del
hogar”. 1

Es decir, la música en nuestras vidas ya no es más que un adorno...

En esta primera parte del capítulo señala problemas en la percepción actual de la música, una
de las que más me resuena es el aplanar la música y reducirla a su supuesta belleza, el de ser
una música que no puede ni molestar ni asustar.

Ahora bien, saltemos hasta la parte del texto a mí me compete: Comprensión de la música y
formación musical.

En esta parte, el autor comienza con una frase contundente: “Son muchos los indicios que nos
indican que nos dirigimos hacia un hundimiento cultural general”, y uno de estos muchos
indicios es, a consideración del autor, la formación del músico, oyente entendido y público.

El autor menciona algo importante, y es que la música y arte en general no es intemporal, 2 sino
que está sujeta a su época, durante mil años la música y la vida fueron de la mano, esta era un
componente esencial y natural de la vida; sin embargo, durante el siglo XX - y en la actualidad
- dejó de existir esta relación, la gente y las prácticas artísticas de nuestros contemporáneos
comenzaron a ser presuntamente ajenas a nuestras vidas. Las diferenciaciones que existen entre
músicas (música popular, ligera y seria) son el claro ejemplo de lo mencionado.

Entrando en estas tres músicas, Harnoncourt menciona que la música popular conserva cierta unidad
con la cultura del pueblo en cuestión, 3 sin embargo, esto solo es a través de los usos y costumbres, que,
a consideración del autor, son algo que no necesita ser cultivado, sino que en sí pertenecen a la vida y

1
Harnoncourt, Nikolaus. La música como discurso sonoro, “Aspectos fundamentales de la música y de la
interpretación”, Barcelona, Quaderns Crema, S. A., 2006, p. 7.
2 ibid., p. 22.
3 ibid., p. 23.
en el momento en que son designados como tal se han convertido ya en un <<objeto de museo>>. 4 En
la música ligera están los vestigios de la vieja función de la música, ya que en esta música hay un papel
necesario para la vida cultural – contrario a la música seria –. Ahora, entrando en la dichosa música
seria nos encontramos con una música en pleno derrumbe, puesto que existe para un diminuto círculo
de viajeros que se interesan en ella.

Harnoncourt menciona algo importante en esta parte: “si la música se aleja de su público, no es por
culpa de la música ni por culpa del público [...] sino por la situación espiritual de la época”; el arte es
un reflejo de su presente, esto ha sido así siempre; recordemos cuando Boulez dijo que la música debía
ser histeria y sortilegios colectivos, violentamente actuales; esto en total congruencia con una
Europa de posguerra, de mismo modo que las músicas de siglos pasados se realizaban en base
a su actualidad. No es una crisis de la música, sino que la música refleja una crisis de su tiempo
5
y si se quiere cambiar la música, habrá que cambiar primero el presente.

Ahora bien, me gustaría hacer un paréntesis aquí y es que esta situación me hace pensar si, en
realidad, el anticuado no seré yo y la demás minoría que defiende al arte actual; tal vez el
pensamiento cambió y evolucionó y nosotros seguimos empedernidos en mantener los viejos
modos de proceder, por tener un arte vivo, uno que no degrade la música a solo ser bonita, una
música que dialogue con nuestro presente, tal y como era en un pasado.

La siguiente parte del texto me resulta muy alarmante y es que, el autor dice que, si no logramos
restablecer la unidad entre nuestra escucha musical, nuestra necesidad de música y nuestra vida
musical no seremos más que los conservadores de un museo y no haremos más que mostrar lo
que hubo en otros tiempos; 6 ahora pregunto yo ¿no estamos ya ahí? ¿no nos hemos reducido
ya más que a reproductores de música antigua? Y lo más alarmante ¿no es eso lo que el
conservatorio quiere que seamos?

Posteriormente el autor habla sobre las diferentes separaciones de músicos: los teóricos, los
prácticos y los completos. El teórico, el que tiene conocimientos sobre la creación musical,
pero no la ejecuta en un modo práctico. El práctico: el que no tiene conocimiento, pero tiene
capacidad de ejecutar la música, él no crea música, solo la toca. El completo: tanto teórico
como práctico.

4 ibid., p. 23.
5 ibid., p. 24.

6
ibid., p. 25.
¿La institución a qué músico quiere? Me imagino que al tercero, al completo, pero ¿lo logra?
¿al salir de aquí somos capaces de comprender lo que tocamos? En mi opinión personal, creo
que, en su mayoría, no. Sobre todo, en los intérpretes, lo que abundan son músicos prácticos,
músicos que tocan pero que no entienden qué están tocando; ahora a esto se añade un problema
aún mayor, el músico práctico actual no solo no entiende lo que está tocando por una falta de
conocimiento teórico; tampoco entiende porque está tocando una música ajena a su actualidad,
por lo que incluso la intuición resulta engañosa.

Ahora el autor lanza la pregunta ¿cómo debería ser en realidad el artista? “Si el músico tiene
verdaderamente la tarea de reproducir la herencia musical completa [...], y no solo sus aspectos
técnicos, entonces tendrá que adquirir los conocimientos necesarios para ello”.7 Es así que el
autor propone que, para que una música de épocas pasadas sea actual, tendrá que ser
comprendida desde sus propias leyes; ahora a lo puramente emocional, a la intuición, se debe
de añadir el saber. Sobre esto hay que añadir el tema de la enseñanza, y es que la música de tal
o cual época correspondía también con la práctica instrumental y técnica de ese momento; es
así que “un violinista con la técnica Kreutzer/Paganini [...] no ha de creer que con ella ya está
bien preparado para enfrentarse a Bach o Mozart”. 8

Es así que el autor encuentra una alternativa a la práctica musical actual en el abordar de una
manera precisa e informada la música histórica.

7 ibid., p. 28.
8 ibid., p. 33.

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