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III

EL UNIVERSO SIMBOLICO

Diálogos sobre Lévi-Strauss.


La vida JIfa máquina.
Dios, fa naturaleza y el símbolo.
Lo imaginario natural.
El dualismo freudiano.

En la sesión de anoche .se produjo un progreso manifiesto


respecto de la primera, pues el diálogo resultó más vivaz y pro-
longado. .
Tengo algunas referencias de las idas y venidas que esto
provoca en la subjetividad de cada uno: ¿Intervendré? ¿No in-
tervendré? N o he intervenido, etc.
No obstante, tienen que haberse percatado, aunque sólo
fuese por la forma en que las conduzco, de que estas sesiones
no son análogas a las de las llamadas comunicaciones científi-
cas. En este sentido, les pido tener presente que en estas sesio-
nes abiertas no están de ningún modo para exhibirse, pese a que
tengamos invitados extranjeros, simpatizantes y otros. No de-
ben tratar de decir cosas elegantes, destinadas a hacerlos notar
y a incrementar la estima que pueden inspirar. Están ustedes
aquí para abrirse a cosas que aún no han visto y que en princi-
pio son inesperadas. Entonces, ¿por qué no dar a esta.apertura
su máxima repercusión, planteando los problemas en el punto
más profundo que alcanzan en ustedes, aunque esto se traduzca
de una manera algo vacilante, imprecisa y hasta barroca?
En otras palabras, el único reproche que podría·dirigirles, si

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me permiten, es que todos ustedes quieren parecer demasiado No podemos dejar de concordar con Lévi-Strauss en que
inteligentes. Todo el mundo sabe que lo son; entonces, ¿por los elementos numéricos intervienen en la constitución de una
qué querer parecerlo? Y, de todas formas, ¿qué importancia colectividad. El señor de Buffon hizo al respecto reflexiones
tiene, para el ser, o para el parecer? muy acertadas. Lo que resulta fastidioso es que en la escala de
Dicho esto, los que ayer no pudieron expresar sus inquietu- los monos, a medida que se ponen los pies sobre un peldaño se
des, o lo contrario, quedan invitados a hacerlo ahora, pues el olvida que hay peldaños debajo, o bien se los deja pudrirse. De
interés de estos encuentros radica en que tengan consecuencias. suerte que nunca se puede tomar más que un campo bastante
limitado dentro del conjunto de la concepción. Pero sería un
error no recordar las correctísimas observaciones de Buffon
acerca del papel que cumplen los elementos estadísticos en un
1 grupo, en una sociedad.
Dichas observaciones llegan bien lejos, quitando su alcance
a toda clase de preguntas seudofinalistas. Hay preguntas que
Ya se está proponiendo Anzieu. Le agradezco que diga lo no hace falta plantearse, porque se dispersan por sí solas a con-
que tiene que decir. secuencia de la distribución espacial de los números. Todavía
existen problemas de este género, y se los . estudia en ciertos
La pregunta del señor Anzieu no está reproducida. niveles demográficos a los que Lévi-Strauss hizo una lejana
alusión. .
Durandin pareció decir que la violencia de la prohibición Buffon se preguntaba por qué las abejas hacen tan bonitos
del incesto era algo que se podía medir, que se traducía en actos hexágonos. Señaló que no hay otro poliedro con el que se
sociales patentes. No es verdad. Para descubrir el complejo de pueda ocupar una superficie de manera tan práctica y bonita.
Edipo fue preciso examinar primero a los neuróticos, para pa- Es una especie de presión de la ocupación del espacio lo que
sar después a un círculo de individuos mucho más amplio. Por hace que tengan que ser hexágonos, y no hay que plantearse
eso dije que el complejo de Edipo, con la intensidad fantas- problemas eruditos del tipo: ¿acaso las abejas saben geometría?
mática que le hemos descubierto, la importancia y la presencia Ve el sentido que la palabra compensación puede tener en
que tiene sobr~ el plano imaginario para el sujeto con quien este caso: si hay menos mujeres, habrá por fuerza más hom-
tenemos que vérnosla, debía ser concebido como un fenómeno bres.
reciente, terminal y no original, respecto a aquello de que nos Pero su error es aún mayor cuando habla usted de finalidad,
habla Lévi-Strauss. cuando cree que Lévi-Strauss, al hablar de la circulación de una
¿Pero cómo puede usted atribuir tanta importancia, esti- familia a otra, confiere un alma a la sociedad. Mucho habría
mado Anzieu, al hecho de que Lévi-Strauss introduzca en su que decir sobre el uso del término finalidad y sus relaciones
lenguaje palabras como compensación, tratándose de las tribus con la causalidad; es asunto de disciplina mental detenerse en
tibetanas o nepalesas, por ejemplo, donde se acostumbra matar 110 un momento, así fuese sólo para advertir que la finalidad
a las niñas pequeñas, lo cual hace que haya más hombres que iempre está implicada, bajo una forma diversamente larvada,
mujeres? El término compensación sólo posee aquí un valor n toda noción causal; salvo que se haga recaer el acento, preci-
estadístico, sin relación alguna con el término analítico. mente, en la oposición entre pensamiento causalista y con-

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cepéión finalista. Para el pensamiento causalista la finalidad no símbolo aparece, hay un universo de símbolos. La pregunta
existe, pero el hecho de que haya que insistir en ello prueba que cabría formularse - , ¿al cabo de cuántos símbolos, numéri-
sobradamente que la noción es difícil de manejar. ' camente, se constituy~_ , el 'universo simbólico?- permanece
¿Cuál es la originalidad del pensamiento que aporta Lévi- abierta. Pero por pequeño que sea el número de símbolos que
Strauss con la estructura elemental? ' puedan concebir en la emergencia de la función simbólica en la
Lo que destaca de un extremo al otro es que nada se com- vida humana, ellos implican la totalidad de todo lo que es hu-
prenderá de los fenómenos que se vienen recopilando desde mano. Todo se ordena en relación con los símbolos surgidos,
hace largo tiempo con respecto al parentesco y la familia, si se cOI} los símbolos una vez que han aparecido.
intenta deducirlos de una dinámica cualquiera natural o natura- La función simbólica constituye un universo en el interior
lizante. El incesto como tal no suscita ningún sentimiento na- del cual todo lo que es humano debe ordenarse. No es casual
tural de horror. No digo que esto pueda servirnos de base, digo que Lé:vi-Strauss llame a sus estructuras elementales; no dice
que esto es lo que dice Lévi-Strauss. No hay ninguna razón primitivas. Elemental es lo contrario de complejo. Pues bien,
biológica, yen particular genética, que explique la exogamia, y cosa curiosa, todavía no ha descrito las Estructuras complejas
él lo demuestra después de un análisis extremadamente preciso del parentesco. Las estructuras complejas las representamos no-
de los datos científicos. En una sociedad -y podemos conside- sotros, y se caracterizan por ser mucho más amorfas.
rar otras sociedades que las humanas-, la práctica permanente
y constante de la endogamia no sólo no traerá inconvenientes Dr. BA~GUES: - Lévi-Strauss ha hablado de estructuras
sino que al cabo de cierto tiempo producirá el efecto de elimi- complejas.
nar las pretendidas taras. No hay ninguna deducción posible, a
partir del.plano natural, de la formación de esa estructura ele- Desde luego. Las esbozó, indicó sus puntos de inserción,.
mental que se llama orden preferencial. pero no las trató. ' .
¿y esto; en qué lo basa? Lo basa en el hecho de que el orden En las estructuras elementales las reglas de la alianza están
humano nos pone frente a la emergencia total, que engloba a la incluidas en una red extraordinariamente rica, fastuosa, de pre-
totalidad de este orden humano, de una función nueva. La fun- ferencias y prohibiciones, indicaciones, mandamientos, facili-
ción simbólica no es nueva como función, pues se esboza en taciones, y abarcan un campo mucho más vasto que en las for-
otras partes además del orden humano, pero son nada más que mas cómplejas. Cuanto más nos acercamos, no al origen sino al
esbozos. El orden humano se caracteriza por la circunstancia elemento, más se imponen la estructuración, la amplitud, la
de que la función simbólica interviene en todos los momentos y mtrincación del sistema propiamente simbólico de la nomen-
en todos los grados de su existencia. clatura. La nomenclatura del parentesco y de la alianza es más
Dicho de otro modo: todo está relacionado. Para entender amplia en las formas elementales que en las llamadas formas
lo que sucede en el dominio propio del orden humano, tene- complejas, es decir, elaboradas en ciclos culturales mucho más
mos que partir de la idea de que este orden constituye una tota- extensos.
lidad. La totalidad en el orden simbólico se llama un universo. Es una reflexión fundamental de Lévi-Strauss, y que en este
El orden simbólico se da primeramente en su carácter univer- libro muestra su fecundidad. A ,partir de ella podemos formular
sal. 1, hipótesis de que el orden -simbólico, por cuanto se plantea
No es que se vaya constituyendo poco a poco. Cuando el iempre como un todo, comq' algo que forma por sí S910 un

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universo -y que inclUso constituye el universo como tal, en Si la función simbólica funciona, estamos en su interior. Y
tanto que distinto del mundo-, debe estar igualmente estructu- diré más: estamos a tal punto en su interior que no podemos
rado como un todo; vale decir que forma una estructura dialéc- salir de ella. En gran parte de los problemas que se nos plantean
tica acabada, completa. cuando intentamos cientifizar, es decir, poner un orden en de-
Sistemas de parentesco los hay más o menos viables. Algu- terminados fenómenos, en cuyo primer plano está el de la vida,
nos caen en atolladeros, para hablar con propiedad, aritméticos, las que nos conducen son siempre, al fin y al cabo, las vías de la
y suponen que de cuando en cuando se produzcan crisis en el función simbólica, mucho más que cualquier aprehensión di-
interior de la sociedad, con las consiguientes rupturas y reco- recta.
mIenzos. De modo tal que, a pesar de todo, siempre tratamos de ex-
A partir de estos estudios aritméticos -si se entiende por plicar al ser vivo en términos de mecanismo. La primera pre-
aritmética no sólo la manipulación de colecciones de objetos gunta que se nos plantea a los analistas, y quizá por ahí poda-
sino también la comprensión del alcance de estas operaciones mos salir de la controversia entablada entre vitalismo y mecani-
combinatorias, que va más allá de cualquier tipo de dato experi- cismo, es la siguiente: ¿por qué nos vemos llevados a pensar la
mentalmente deducible de la relación vital del sujeto con el vida en términos de mecanismo? ¿En qué somos efectiva-
mundo-, Lévi-Strauss demuestra que hay una clasificación co- mente, en tanto hombres, parientes de la máquina?
rrecta de aquello que las estructuras elementales del parentesco
nos pres~ntan. Esto supone que las instancias simbólicasfuncio- Sr. HYPPOLITE: - En tanto que somos matemáticos, que
nan en la sociedad desde el origen, desde el momento en que ella tenemos la pasión de la matemática.
surge como humana. Pues bien: esto es lo que también supone el
inconsciente, tal como lo descubrimos y manipulamos en el Así es. Las críticas filosóficas hechas a las investigaciones
análisis. propiamente mecanicistas suponen que la máquina está privada
Fue en este punto donde hubo ayer cierta indecisión en la e libertad. Sería muy fácil demostrar que la máquina es mucho
respuesta de Lévi-Strauss a mi pregunta. Porque, a decir verdad, más libre que el animal. El animal es una máquina bloqueada.
con un gesto frecuente en personas que introducen ideas nuevas, s una máquina en la que ciertos parámetros ya no pueden
una especie de vacilación en mantener toda su contundencia, casi ariar. ¿Por qué? Porque es el medio exterior lo que determina
volvió a un plano psicológico. La pregunta que le formulé no animal y hace de él un tipo fijo. Manifestamos una mayor
implicaba en absoluto un inconsciente colectivo, término que él ..... rT"''', en el sentido de libertad como multiplicidad de elec-
pronunció. ¿Qué solución cabría esperar realmente en este caso _ posibles, en tanto que, con relación al animal, somos
..1 ..... ;3

de la palabra «colectivo», cuando lo colectivo y lo individual son esto es, algo descompuesto. Perspectiva ésta que
estrictamente lo mismo? No, no se trata de suponer en alguna .\1~nc:a se pone en evidencia.
parte un alma común donde se efectuarían todos esos cálculos,
no se trata de ninguna entificación psicológica, se trata de la fun- Sr. HYPPOLITE: - ¿La palabra máquina no ha cambiado
ción simbólica. La función simbólica no tiene absolutamente sentido, profunda y sociológicamente, desde sus comienzos
nada que ver con una formación para-animal, con una totalidad la cibernética?
que haría del conjunto de la humanidad una especie de gran ani-
mal; porque, al fin y al cabo, el inconsciente colectivo es eso. Estoy de acuerdo con usted. Por vez primera estoy tra-

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tando de inculcar a mis oyentes que la máquina no es lo que el La función de la máquina está sufriendo una mutación que
común de la gente piensa. El sentido de la máquina está cam- deja atrás a todos los que aún permanecen en la crítica del viejo
biando completamente, para todos ustedes, hayan abierto o no mecanicismo. Estar mínimamente adelantado es percatarse de
un libro de cibernética. Están retrasados, siempre es igual. i que esto implica el vuelco total de todas las objeciones clásicas
Los hombres del siglo dieciocho, que introdujeron el meca- dirigidas al empleo de categorías propiamente mecanicistas.
nicismo -ése que hoyes de buen tono execrar, el de las maqui- Creo que este año tendré oportunidad de demostrarlo.
nitas apartadas de la vida, el que creen haber superado-, hom-
bres como La Mettrie, cuya lectura tanto les aconsejo, los hom-
bres que vivían eso, que escribían El Hombre-máquina, no se
imaginan hasta qué punto seguían atados a categorías anteriores, 2
que dominaban realmente su espíritu. Hay que leer de punta a
punta los treinta y cinco volúmenes de la Enciclopedia de las ar-
tes y las técnicas, que muestra el estilo de la época, para advertir ¿Queda alguien que quiera preguntar algo?
hasta qué punto las nociones escolásticas dominaban en ellos lo
que estaban introduciendo no sin esfuerzos. Estos intentos de O. MANNONI: - Me interesó la manera en que Lévi-
reducción a partir de la máquina, de funcionalización de los fe- Strauss abordó el problema de naturaleza y cultura. Dijo que
nómenos que se producen a nivel humano, estaban muy por de- desde hace algún tiempo ya no se ve con claridad la oposición
lante de los encadenamientos que subsistían en su funciona- entre una y otra. Las intervenciones que se produjeron seguían
miento mental cuando abordaban un tema cualquiera. buscando la naturaleza del lado de la afectividad, de los impul-
Abran la Enciclopedia en la palabra amor, en la palabra amor sos, de la base natural del ser. Sin embargo, lo que condujo a
propio, y verán hasta qué punto sus sentimientos humanos se Lévi-Strauss a plantearse la cuestión de la naturaleza y la cul-
apartaban de lo que estaban tratando de construir con respecto al tura es que le parecía que una determinada forma de incesto,
conocimiento del hombre. por ejemplo, era a la vez universal y contingente. Y esa especie
Sólo ~ucho más tarde cobró el mecanicismo, en nuestro es- de contradicción lo llevó a una suerte de convencionalismo que
píritu o en el de nuestros padres, su sentido pleno, depurado, desorientó a buen número de oyentes. Por mi parte hice la si-
demudado, excluyente de cualquier otro sistema interpretativo. guiente observación: este problema de lo contingente y lo uni-
Reflexión ésta que nos permite comprender qué significa ser un versal volvemos a encontrarlo, y nos deja desconcertados, fuera
precursor. No es, ya que resultaría absolutamente imposible, del mundo institucional. Ser derecho es una forma universal, y
anticipar las categorías que llegarán después y aún no han sido sin embargo contingente: uno podría ser zurdo. Y nunca se
creadas; los seres humanos permanecen inmersos en la misma P1do probar si esto era social o biológico. Nos hallamos ante una
red cultural que sus contemporáneos, y no pueden tener otras oSfuridad profunda, de igual naturaleza que la que encontra-
nociones que las de éstos. Ser un precursor es ver lo que nuestros mos en Lévi-Strauss. Extremando las cosas, y para demostrar
contemporáneos están constituyendo con el carácter de pensa- que la oscuridad es realmente muy grave, se puede señalar que
mientos, de conciencia, de acción, de técnicas, de formas políti- en1los molu.scos del género hélice, que con toda seguridad no son
ca~, :erlos como se los verá un siglo más tarde. Esto sí puede institucionales, hay también un enroscamiento universal que es
eXIstIr. contingente, ya que podrían estar enroscados en otro sentido, y

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además algunos individuos están enroscados en el otro sentido. ser universal. Por otra parte, que yo sepa no hay nada ·que
M e parece, pues, que la cuestión planteada por Lé7..li-Strauss constituya la unidad mundial de los seres humanos. No hay
desborda ampliamente la clásica oposición entre lo natural y lo. nada que esté concretamente realizado como universal. Y, sin
institucional. Por eso no tiene nada de raro que él también titU- i. embargo, desde el momento en que se forma un sistema simbó-
bee en cuanto a saber cuál es su lado natural y su lado institucio- lico cualquiera, éste es completamente, de derecho, universal
nal, como nos pasó a todos ayer. Esto me parece sumamente como tal. El hecho de que los hombres, salvo excepción, ten-
importante: estamos en presencia de algo que disuelve, a un gan dos brazos, dos piernas y un par de ojos -y por otra parte
tiempo, la antigua idea de naturaleza y la idea de institución . . esto lo tienen en común con los animales-, el hecho de que,
como se dijo, sean bípedos sin plumas, pollos desplumados,
Sr. HYPPOLITE: - Se trataría de una contingencia univer- todo esto es genérico, pero absolutamente no universal. Usted
sal. introduce aquí sus hélices enroscadas en un sentido o en el
otro. El problema que usted plantea es el del tipo natural.
O. MANNONI: - No sé.
O. MANNONI: - Eso es lo que cuestiono. Hasta el presente
Creo que usted introduce cosas que tal vez no estaban im- los hombres han opuesto a la naturaleza una seudonaturaleza,
plicadas en la noción de contingencia tal como la evocó Lévi- las instituciones humanas: encontramos la familia como encon-
Strauss. Creo que para él la contingencia se oponía a la noción tramos el rob.le o el abedul. Y después convinieron en que esas
de necesario, y además lo dijo. Lo que él introdujo en forma de seudonaturalezas eran obra de la libertad humana o de la elec-
pregunta, que en definitiva consideramos ingenua, es la distin- ción contingente del hombre. Y por consiguiente fueron induci-
ción de lo universal y lo necesario. Lo cual equivale también a dos a atribuir la mayor importancia a una nueva categoría, la
plantear el problema de lo que podríamos llamar la necesidad cultura, opuesta a la naturaleza. Estudiando estas cuestiones,
de las matemáticas. Está perfectamente claro que merece una Lévi-Strauss acaba no sabiendo ya dónde están la naturaleza ni
definición especial, y por eso hablé hace un momento de uni- la cultura, porque surgen precisamente problemas de elección,
verso. Respecto de la introducción del sistema simbólico, creo "0 sólo en el universo de las nomenclaturas, sino en el universo
que la respuesta a la pregunta formulada ayer por Lévi-Strauss
es ésta: el complejo de Edipo es al mismo tiempo universal y
.e las formas. Del simbolismo de la nomenclatura al simbolismo
toda forma, la naturaleza habla. Habla enroscándose hacia
contingente, porque es pura y exclusivamente simbólico. derecha o hacia la izquierda; siendo derecha o zurda. Esta es
propia manera de hacer elecciones contingentes, como fami-
Sr. HYPPOLITE: - No creo. o arabescos. En este momento, efectivamente, me encuentro
cado sobre una línea de división de las aguas y ya no veo
La contingencia que ahora trae Mannoni es de un orden se dividen. Quería comunicar este problema. No traigo
muy diferente. El valor de la distinción entre naturaleza y cul- solución, sólo una dificultad.
tura, introducida por Lévi-Strauss en sus Estructuras elemen-
tales del parentesco, está en que nos permite distinguir lo uni- Sr. HYPPOLITE: - Entiendo que hace un .momento opuso
versal de lo genérico. Lo universal simbólico no tiene ninguna muy dcertadamente lo universal a lo genérico, diciendo
necesidad de difundirse por toda la superficie de la Tierra para la universalidad estaba ligada al simbolismo mismo, a la

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modalidad del universo simbólico creado por el hombre. Pero se natural, cierto carácter asimétrico? Hay un real, lo dado. Lo
trata, por lo tanto, d.e una pura forma. Su palabra universalidad dado está estructurado de cierta manera. Hay, en particular,
quiere decir básicamente que un universo humano afecta nece- asimetrías naturales. Siguiendo el hilo de progresión del cono-
sariamente la forma de la universalidad, atrae una totalidad cimiento en que estamos, ¿acaso vamos a ponernos a sondear
que se universaliza.
su sentido misterioso? Toda una tradición humana, llamada fi-
losofía de la naturaleza, se ha dedicado a esta clase de lectura.
Esa es la función del símbolo. Sabemos en qué acaba. Nunca llega muy lejos. Llega a co.sas
muy inefables pero que se detienen bastante pronto, salvo SI lo
Sr. HYPPOLITE: - ¿Responde eso a la pregunta? Simple- mismo uno quiere proseguir y entrar en el plano de lo que co-
mente nos muestra el carácter formal que asume un universo múnmente recibe el nombre de delirio. No es éste por cierto el
humano.
caso de Mannoni, cuyo espíritu es demasiado agudo, dema-
siado dialéctico para no plantear una pregunta semejante bajo
Hay dos sentidos de la palabra formal. Cuando se habla de una forma únicamente problemática.
formalización matemática, se trata de un conjunto de conven- Lo segundo es saber si a esto apuntaba ayer Lévi-Strauss
ciones a partir de las cuales se pueden desarrollar toda una serie cuando nos dijo que a fin de cuentas él estaba ahí, al borde de la
de consecuencias, de teoremas que se encadenan y establecen naturaleza, presa de un vértigo, preguntándose si no era en ella
en el interior de un conjunto ciertas relaciones de estructura, donde había. que ir a buscar las raíces de su árbol simbólico.
una ley, para ser exactos. En el sentido guestaltista del término, Mis diálogos personales con Lévi-Strauss me permiten aclarar-
en cambio, la forma, la buena forma, es una totalidad, pero les este punto. .
realizada y aislada.
Lévi-Strauss está retrocediendo ante su bipartición, muy
tajante, entre naturaleza y símbolo, cuyo valor creativo sin em-
Sr. HypPoLITE: - ¿El suyo es el segundo sentido o el pri- bargo advierte perfectamente, pues es un método que permite
mero?
distinguir entre los registros y al mismo tiempo entre los órde-
nes de hechos. Lévi-Strauss oscila, y por una razón que puede
El primero, indiscutiblemente.
causarles sorpresa pero que él confiesa, teme que bajo la forma
de la autonomía del registro simbólico vaya a reaparecer, en-
Sr. HYPPOLITE: - Sin embargo usted habló de totalidad, mascarada, una trascendencia que por sus afinidades, por su
entonces ese universo simbólico es puramente convencional. sensibilidad personal, no le inspira sino temor y aver.sión. ~n
Afecta a la forma en el sentido en que se dice una forma univer- otros términos, teme que después de haber hecho salIr a DIOS
sal, sin que sea por ello genérica o incluso general. M e pregunto por una puerta, lo hagamos entrar por la otra. No quiere que el
si no le da usted una solución formal al problema planteado por símbolo, hasta en la forma extraordinariamente depurada con
Mannoni.
la cual él mismo lo presenta, no sea más que la reaparición de
Dios bajo una máscara. Este es el origen de la oscilación de que
La pregunta de Mannoni tiene dos caras. . dio muestras cuando puso en tela de juicio la separación metó-
Primero está el problema que él plantea y que se enuncia dica del plano simbólico respecto al plano natural.
bajo la forma signatura rerum: ¿presentan las' cosas, de manera

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Sr. HyppOLITE: - De todos modos, apelar al universo no


resuelve el problema de las elecciones hechas p~r el hombre.

Seguro que no. 3

Sr. HYPPOLITE: - Lo que se llamó instituciones, y que im-


plica cierto número de elecciones contingentes, entra sin duda en La próxima vez introduciré la cuestión del yo en la forma
un universo siinbólico. Pero con ello no tenemos la explicación siguiente: Relaciones entre la función de! yo y e! principio del
de tales elecciones. placer.
Creo poder demostrar que para entender la función que
.No se trata de explicación. Freud designa con el nombre de yo, así como para leer toda la
metapsicología freudiana, es indispensable servirse de la distin-
Sr. H yppOLITE: - Igual estamos ante un problema. ción de planos y relaciones expresada por los términos simbó-
lico, imaginario y real.
Exactamente el problema de los orígenes. \ ¿Para qué sirve? Sirve para mantener el sentido de una
experiencia simbólica particularmente pura, la del análisis. Les
Sr. HYPPOLITE: - No niego que la relación simbólica haya daré un ejemplo, esbozando lo que finalmente les diré con
impreso la marca de una universalidad sistemática. Pero este respecto al yo:
mismo revestimiento exige explicación y también nos conduce al El yo, en su aspecto más esencial, es una función imagina-
pr~blema planteado por Mannoni. Quisiera hacerle una crítica. ria. Hay aquí un descubrimiento de la experiencia, y no una
¿ Qué servicio nos presta el empleo de la palabra simbólico? categoría que yo calificaría casi de a priori, como la de lo
¿Qué es lo que aporta? Ese es el asunto. No dudo de que preste simbólico. A través de este punto, diría casi por este único
servicios. ¿Dice algo más? ¿Qué más dice? punto, encontramos en la experiencia humana una puerta
abierta a un elemento de tipicidad. Este elemento se nos mues-
Me sirve en la exposición de la experiencia analítica. Pudie- tra sin duda en la superficie de la naturaleza, pero bajo una
ron verlo el año pasado cuando les mostré que es imposible or- forma siempre decepcionante. En esto quise insistir cuando
denar en forma correcta los diversos aspectos de la transferencia hablé del fracaso de las diferentes filosofías de la naturaleza.
si no se parte de una definición de la palabra, de la función crea- También es decepcionante en lo tocante a la función imaginaria
dora, fundad~ra, de la. palabra plena. En la experiencia captamos del yo. Pero se trata de una decepción en la que estamos
la transferencIa tras dIferentes aspectos, psicológicos, persona- metidos hasta la empuñadura. En la medida en que somos el
les, interpersonales: se produce de manera imperfecta, refrac- yo, no sólo tenemos la experiencia de éste, sino que ella es guía
tada, desacelerada. Sin una radical toma de posición acerca de la de nuestra experiencia tanto como lo son los diferentes regis-
función de la palabra, la transferencia es pura y simplemente tros a los que se ha llamado guías de vida, a saber, las sensacio-
inconcebible. Inconcebible en el sentido propio del término: no nes.
hay concepto de transferencia, nada más que una multiplicidad La estructura fundamental, central, de nuestra experiencia,
de hechos ligados por un vínculo vago e inconsistente. pertenece propiamente al orden imaginario. E incluso podemos

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percibir hasta qué punto esa función es ya distinta en el hombre Los últimos párrafos han permanecido literalmente hermé-
de lo que lo es en el conjunto de la naturaleza. ticos, y hasta ahora nunca fueron aclarados. Sólo se pueden
En la naturaleza encontramos bajo mil formas la función comprender viendo qué quiso aportar la experiencia de Freud.
imaginaria: son todas las captaciones guestaltistas enlazadas al Freud quiso salvar a toda costa cierto dualismo, en el momento
pavoneo, tan esencial para el mantenimiento de la atracción se- en que éste se le deshacía entre las manos y en que el yo, la
xual en el interior de la especie. libido, etc., formaban una especie de vasto todo que nos rein-
Pues bien: la función del yo presenta en el hombre caracte- troducía en una filosofía de la naturaleza.
rísticas diferentes. Este es el gran descubrimiento del análisis: a Este dualismo no es nada distinto de aquello de lo que estoy
nivel de la relación genérica, ligada a la vida de la especie, el hablando cuando pongo de relieve la autonomía de lo simbó-
hombre funciona ya de otro modo. Ya hay en él una fisura, una lico. Esto, Freud nunca lo formuló. Para que lo comprendan,
perturbación profunda de la regulación vital. En esto radica la será menester una crítica y una exégesis de su texto. No puedo
importancia de la noción de instinto de muerte aportada por juzgar ya establecido lo que justamente este año hay que pro-
Freud. No es que esta noción sea en sí misma tan luminosa. Lo bar. Pero creo que podré demostrarles que la categoría de la
que hay que comprender es que le resultó forzoso introducirla acción simbólica tiene fundamento. .
p.ara hacernos tener presente un dato punzante de su experien-
CIa, en un momento en que se empezaba a perder. Sr. HYPPOLITE: - No dije lo contrario. Si he comprendido
Como les señalaba hace rato, cuando una apercepción sobre bien, la función. simbólica es para usted una función de trascen-
la estructura se anticipa, siempre hay un momento de repliegue dencia, en el sentido de que no podemos, a un tiempo, permane-
en que se tiende a abandonarla. cer en ella y salir de ella. ¿Para qué sirve? De esta función no
Esto es lo que sucedió en el círculo freudiano cuándo el podemos prescindir, y sin embargo tampoco podemos instalar-
sentido del descubrimiento del inconsciente pasó a segundo nos en ella.
plano. Se volvió a una posición confusa, unitaria, naturalista
del hombre, del yo y al mismo tiempo de los instintos. Precisa- Desde luego. Es la presencia en la ausencia y la ausencia en
mente, Freud escribió Más allá del principio del placer para vol- la presencia.
ver a encontrar el sentido de su experiencia. Les mostraré qué
necesidad le condujo a escribir esos últimos párrafos, a los cua- Sr. HYPPOLITE: - Yo quería comprender lo que había que
les la generalidad de la comunidad analítica reserva el destino comprender.
que ustedes conocen. Dicen que no los entienden. Y aun
cuando aceptan repetir con Freud instinto de muerte, entienden Si quiere mantener en el plano fenomenológico, lo que Ud.
tanto como los jacobins 1, tan graciosamente zaheridos por Pas- no tengo nada que objetar. Pero creo que no es
cal en las Provinciales, entendían de gracia suficiente. A todos
les pido que lean este texto extraordinario de Freud, increíble-
mente ambiguo y hasta confuso, y que lo lean varias veces; de Sr. HYPPOLITE: - Sin duda. Yo también lo creo.
lo contrario, no entenderán la crítica literal a que lo someteré.
Para decirlo todo, por ser puramente fenomenológico~ no '
1. Antigua designaci6~ d~ 'los frailes d'Ominicos .. [T.] nos presta gran ayuda.
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Sr. HYPPOLITE: - También lo pienso. o. MANNONI: - Después de Lévi-Strauss, da la impresión


de que las nociones de cultura y naturaleza ya no se pueden
No puede sino velar el progreso que tenemos que hacer, pre- tmplear. Lévi-Strauss las destruye. Lo mismo en cuanto a la
sentando. de antemano la coloración que debe resultar de él. idea de adaptación, de la que hablamos constantemente. Estar
¿Acaso el uso que hago del registro simbólico, sólo debe permi- adaptado quiere decir únicamente estar vivo.
tirnos situar en algún lado la trascendencia que usted ménciona y
que, al fin y al cabo, debe de existir efectivamente? ¿De eso se
trata? No lo creo. Mis alusiones a una utilización muy distinta De eso se trata. Es del mismo orden que lo que mencioné
de la noción de máquina quizá puedan indicárselo. . hace unos instantes cuando dije que en un momento dado
reud quiso defender a todo precio cierto dualismo. A causa de
Sr. H YPPOLITE: - Mis preguntas no eran más que preguntas. la rápida evolución de la teoría y de la técnica analíticas, Freud
Le preguntaba qué le permitía no responder a la pregunta de e halló en presencia de una caída de tensión análoga a la que
Mannoni alegando que no había qué responder; o al menos que sted descubre en el espíritu de Lévi-Strauss. Pero, en lo que le
respondiendo nos desviaríamos del camino. iCo:ncl·ern , tal vez no sea ésa su última palabra.

Dije que no creo que sea en este sentido como se puede decir
que Claude Lévi-Strauss retorna a la naturaleza. 1 DE DICIEMBRE DE 1954.

Sr. HYPPOLITE: - ... rehúsa retornar a ella.

También indiqué que, desde luego, debemos tener en cuenta


el lado formal de la naturaleza, en el sentido en que lo calificaba
de asimetría seudosignificativa, porque de esto se apodera el
hombre para constituir sus símbolos fundamentales. Lo impor:-
tante es lo que da a las formas que están en la naturaleza valor y
función simbólicos, lo que hace funcionar a unas en relación con
las otras. Es el hombre el que introduce la noción de asimetría.
La asimetría en la naturaleza no es ni simétrica, ni asimétrica: es
lo que es.
La próxima vez quisiera hablarles de esto: el yo como función
y como símbolo. Ahí es donde juega la ambigüedad. El yo, fun-
ción imaginaria, en la vida psíquica no interviene sino como sím-
bolo. Nos servimos del yo como el bororó del loro. El bororó
dice soy un loro, nosotros decimos soy yo. Todo esto no tiene la
menor importancia. Lo importante es la función que tiene.

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