Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Magia Erotica
Magia Erotica
mujer para establecer el control y desviar las proclividades masculinas; es decir, cómo
Los expedientes del ramo Inquisición del Archivo General de la Nación permiten
reconstruir los mecanismos a través de los cuales la magia erótica operaba. Los documentos
revelan información que ayudan a comprender por qué la magia practicada en la provincia
alcanzó niveles altamente complejos y, cómo las tradiciones culturales indígena maya,
Igualmente retratan que a pesar de su amplio desarrollo, la práctica no fue definida como
“falta grave” debido principalmente a que tanto la Iglesia como la Inquisición consideraron
católica.
Esto quiere decir que cuando se tenía conocimiento de un delito de esta naturaleza,
términos es plausible sugerir que las acusaciones fueron soslayadas por inverosímiles,
aunque, por otra parte, cabría preguntarse cuáles fueron las razones por las que un número
XVII hubo acusaciones contra poco más de un centenar de infractores; las denuncias hacia
confirmación de los propios afectados certifican que la magia erótica tenía la fama de
garantizar resultados. Por otro lado, las denuncias, que reservaban el riguroso secreto el
nombre de los delatores, fueron una instancia frecuente para resarcir envidias o celos,
A menudo la parcela inquisitorial fue el recurso más empleado para contrastar las
conciencias y las conductas colectivas, de igual forma también reflejan las desviaciones y
normadora de las conciencias que trataba de dirigir a sus feligreses por el camino de la fe
para evitar y remediar aquellos “errores” que contrariaban la voluntad divina. Las
Este ensayo sostiene que el «encantamiento de hombres» fue uno de los medios a través de
los cuales las mujeres solían tener acceso a sus tentaciones y placeres sexuales (carnales); o
sea, un recurso usado comúnmente para establecer una relación (la cual garantizaba
Mundo. El pecado definía las pautas morales y sexuales que regulaban el comportamiento
mental que la sociedad colonial debía asumir. Esto significa que en la casuística religiosa
española.
por el orden eclesial, principalmente porque la comprensión del pecado era por lo general
endeble. Este asunto tenía de fondo el análisis del individuo que, cuando equilibra su
relación con otros sujetos advierte que ni la calidad ni la posición social, económica o
grupos herméticos de ortodoxia, sino que los hombres por naturaleza son pecadores sea
cual fuere su definición; el hombre del pueblo debía, en teoría, seguir sus buenos ejemplos
pero como tampoco eran el bastión de moralidad también infringieron la delgada línea de
respeto por los códigos. La Iglesia vió en estas formas de comportamiento la ruptura de las
reglas de conducta moral, muy cercanas al desequilibrio social —entendiendo por éste la
apropiación y uso indebido de las voluntades sociales contrarias al orden natural de las
barroca era común recordar que el quebrantamiento de las reglas del comportamiento moral
conducían al desequilibrio. La moral cristiana percibía que los apetitos desbordantes y los
tomista ejerció mucha influencia pues desde el siglo XV se le consideró como el conjunto
doctrinal más coherente y armonioso, una cosmovisión cristiana que conjugaba los
Juan Focher se observa una constante alusión a los razonamiento del santo italiano. Tomás
de Aquino pensaba que el matrimonio era «la fase perfecta y final del amor [...] es la
principalmente su amor».3
tolerancia existente entre los nativos, pues el implemento de la nueva sexualidad —la
tabúes sexuales. Fuera del lecho conyugal la comunicación amorosa constituía una ofensa a
España era frecuentemente transgredida entre los no españoles, debido a que su sexualidad
definida por la tutela de las costumbres y el hábito les permitía significativas concesiones.
tolerancia hacia los indígenas y las castas. Los teólogos se dieron a la tarea de elaborar
manuales donde proveían normas de conducta que satisficieran las conciencias sociales; las
normas de control social e ideológico supusieron una fuerte transformación de los valores
sociales.
La nueva regla se abrió paso con códigos de conducta que en la conciencia religiosa
tridentinos incorporó un mayor incremento del discurso sobre el sexo; en la regla persistió
una nueva visión acerca de la moral sexual, de la moral ortodoxa, que enfrentaba la
infringían las bases del estricto código religioso que exigía la pureza de la castidad como
los españoles y mestizos debían conducirse de acuerdo a los principios de una moralidad
El matrimonio era el único medio que poseía de aprobación para tener relaciones
marital tenía el carácter de pecado. El pecado marcó el camino que todo cristiano debía
5
Ana Sánchez, Amancebados, hechiceros y rebeldes, pág. XXV.
6
soslayar en cuanto pertenecía a un núcleo social católicamente redimido; pero, pese a ello,
Las mujeres desde la edad más tierna eran instruidas para el servicio de los
hombres. La madre6 como tal se encargaba de adiestrarla en los quehaceres cotidianos del
social en tanto existiera una dependencia con un hombre —llámese padre o esposo.
El deseo natural de las mujeres españolas era el buen matrimonio. El ideal del
matrimonio constituía una obsesión que las jóvenes podían remediar con una dote
ciertas de conseguirlo. Las mujeres atractivas poseían sus encantos femeninos para
dispensar la dote, mientras que las que no la tenían sólo podían lograr un buen matrimonio
obediencia eran fundamentales para que fueran solicitadas por sus virtudes. 8 Una conducta
fidelidad; pero cuando establecían relaciones sexuales impudorosas e ilícitas, antes o fuera
6
En la sociedad colonial la madre actuaba como protectora de los hijos, pues a menudo visitaba hechiceros
para garantizar que su hija tuviera buenos tratos o para retener a su amado. Por ejemplo, en Campeche
Melchora González recurrió a unos hechiceros porque su hija recién casada, recibía malos tratos de su esposo
(“Testimonio de Melchora González” [11 de noviembre de 1626], Archivo General de la Nación [en adelante
AGNM], Inquisición, vol. 360, fol. 273). Magdalena, una parda libre de Mérida, pidió a una india llamada
Cituc hechizara al amante de su hija para que volviera con ella, pues la había abandonado (“Testimonio de
Mariana de Sosa” [23 de marzo de 1672], AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 142).
7
El pudor se refiere a las distintas formas adquiridas por la mujer para agradar al marido, pero se le
consideraba pecado cuando tendía a provocar la lascivia de los hombres (Sergio Ortega Noriega, «El discurso
teológico de santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales», págs.
28-29).
8
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», págs. 344-345.
9
Sin embargo, la mujer española novohispana llegó a tener números extraordinariamente altos de hijos fuera
del matrimonio (Patricia Seed, Amar, honrar y obedecer en el México colonial, págs. 89, 90).
7
formas discursiva. En las mentalidades populares esta idea se hallaba fuertemente disociada
constantes rupturas de los valores de los diferentes grupos socioétnicos fueron cosa regular
en el mundo colonial. Los españoles, por ejemplo, fueron muy afectos a mantener
relaciones de amancebamiento con mujeres de diversa índole y condición social. Los indios
yucatecos acostumbraban la vida común con una mujer, pero los rompimientos eran muy
frecuentes por causas sin importancia; hombres y mujeres, tras la separación, nuevamente
se casaban, y algunos varones llegaron a tener relaciones con diez o doce mujeres. 10 Los
grupos de origen negro provenían de una antigua tradición poligámica. En las comunidades
urbanas y rurales era común observar episodios de la vida cotidiana que rompían con los
vivían amancebadas. Esta actitud era una fase provisional mientras concertaba un
matrimonio conveniente; a menudo era un modo de vivir que los hombres imponían a las
matrimonio con mujeres de mejor posición económica y social las abandonaban. A veces
continuaban con ellos a título de amantes o de «casa chica», práctica que la Iglesia nunca
A veces las mujeres rehusaban contraer matrimonio con los que habían tenido
relaciones sexuales y aun con aquellos que habían tenido hijos. Este rechazo sugiere que en
la etapa de cortejo las mujeres recibían un mejor trato, pues en los momentos de la
pues mientras los hombres no gozaban de los privilegios que la sociedad les confería como
conducta masculina.12
relación con un hombre. Su papel se ubicaba en el ámbito doméstico, como hija, esposa y
habitualmente esta era una decisión paterna que la joven debía acatar obedientemente, de
vol. 179, exp. 18, fol. 2; “El señor fiscal del Santo Oficio contra Melchor de Castañeda, mestizo, por casado
dos veces” (1694), AGNM, Inquisición, vol. 693, exp. 8, fols. 480-509; “El inquisidor fiscal del Santo Oficio
contra Antonio de Azueta, mestizo, por casado dos veces” (1698), AGNM, Inquisición, vol. 540, exp. 24, fol.
280; “Causa contra Nicolás de Oviedo que siendo casado en Toledo se casó en Valladolid de Yucatán” (1611),
AGNM, Inquisición, vol. 455, fols. 586-590. El amancebamiento fue otra costumbre que estuvo de moda,
véase Manuel Maldonado «habiendo tenido tratado carnalmente con Magdalena Valencia está ahora
amancebado con Nicolasa Valencia, hermana carnal de la dicha Magdalena Valencia, y que el susodicho sabe
que son hermanas..», “Testimonio de Micaela Leal” (30 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol.
184; Juan Gómez, espadero, «habiendo tenido mala amistad con Nicolasa Chávez [...] después se amancebó
con otra hermana de parte del padre de la susodicha hermana Melchora de Chávez...», “Testimonio de Ana de
Osorio” (24 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 238. También véanse “Denuncia de María
de la Concha contra Francisco Argáez por amancebamiento” (1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fols. 468-
473; “Testimonio de la causa contra Baltazar Mallén por hallarse amancebado” (1672), AGNM, Inquisición,
vol. 626, fols. 241-284. Ana María Atondo Rodríguez, El amor venal y la condición femenina en el México
colonial, pág. 331, señala que las relaciones ilícitas en términos religiosos eran conocidas como «tener trato
deshonesto», «usar mal y deshonestamente de su cuerpo», «vivir deshonestamente», «vivir con malas
costumbres» o «vivir con mal ejemplo»; en la versión popular se denominaban «ofender a Dios», «tener
amistad», «trata con», «tener acceso carnal» o «tener tratos ilícitos», mientras que las mujeres implicadas se
autodenominaban «mujeres de trato deshonesto» o simplemente como «puta», pág. 123. Sobre el adulterio
véase “Carta del comisario de Yucatán con la denuncia contra Nicolás de Tapia, clérigo, por adúltero” (1636),
AGNM, Inquisición, vol. 376, exp. 21, fol. 48.
12
Patricia Seed, «La narrativa de Don Juan: el lenguaje de la seducción en la literatura y la sociedad
hispánicas del siglo XVII», págs. 121-125.
9
esposas como esclavas, pues al adquirir derechos sobre ellas las consideraban de su
propiedad. De ahí que era común que muchas mujeres casadas trabajaran como sirvientas,
físico y en el afecto amoroso que en los intereses económicos o de prestigio social. Pero al
cambio, las mestizas y las mulatas con atractivos personales lograron por medio del
pero la conducta de la sociedad yucateca del siglo XVII indican una actitud prolífica hacia
el erotismo y la búsqueda del placer. Las relaciones ilícitas fueron fenómeno genérico en la
provincia, pues los propios clérigos eran objeto de escándalos y de pecados públicos, eran
13
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», págs. 329, 330, 343, 347.
14
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», pág. 334.
15
Constituciones Sinodales..., Ley I, Tit. 5, Lib. 8, Recop. Castell., fol. 191.
10
conciencia de los individuos los resultados previstos ya que los preceptos ideológicos no
lograron regular las conductas. Los conceptos de religión «predicada» y religión «vivida»
dibujan con singular notoriedad la esencia de la vida religiosa colonial. En ella se distinguió
alusión al discurso religioso cuyo contenido enseña los dogmas, misterios, verdades y
popular.17
Las transgresiones del orden común configuraron una sociedad que remotamente
pretendía impregnar en las mentalidades colectivas —para ofrecer un recurso cultural que
se infiltrara hacia todos los sectores— a través del discurso oficial, meramente representó
un aparador que estigmatizaba las costumbres anómicas pero que en la práctica cotidiana
16
Sergio Ortega Noriega, «El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y
los comportamientos sexuales», pág. 30.
17
Alberto Marcos Martín, “Religión «predicada» y religión «vivida». Constituciones Sinodales y visitas
pastorales: ¿un elemento de contraste?”, págs. 46-48, 54-55.
11
ni los ministros religiosos ni las autoridades confirmaron las bondades ofrecidas en los
mandamientos católicos.
carnal19 siempre fue un desafío en el orden espiritual del hombre y una causa de
fornicación como un pecado mortal sino venial. Una soltera era una mujer no virgen
susceptible de mantener relaciones ilícitas, por lo tanto la Iglesia consideraba que fornicar
con una soltera únicamente era pecado venial, pero, «echarse» con una doncella era pecado
mortal.21
El pecado venial se refería, la mayoría de las veces, a las relaciones sexuales que
unían dos personas sin tener presentes los sentimientos, es decir, la pretensión de alcanzar
infringirse, como ocurrió en 1671 cuando Luis Ricardo exclamó en una noche de juerga
que la simple fornicación no era pecado, aunque posteriormente señaló que todo lo que
quebrantara los mandamientos de la ley de Dios era pecado. 22 Una mujer mulata de
Campeche expresó su poca importancia al hecho que una mujer tuviera mala amistad con
Villa, marinero y contramaestre del navío de un tal Martín de Azcorra, declaró que el
marinero Domingo de Rojas al pasearse por la cubierta comentó que «pagando a una mujer
su trabajo no era pecado pecar con ella» y que un hombre podía casarse con dos
hermanas sin necesidad de dispensa eclesiástica. 24 Del mismo modo, Diego Alvarez fue
denunciado por decir «que era tanta la fuerza del matrimonio que si un hombre pedía a su
mujer el débito conyugal y la dicha mujer se lo negaba que el dicho marido se iba y tenía
acceso carnal con otra mujer, que no pecaba en ello, sino que la dicha mujer pecaba
mortalmente por haberle negado el dicho débito conyugal y dado ocasión a su marido a
La teología cristiana, sin embargo, argumentaba que los pecados veniales (en el
asunto sexual) eran aquellos producidos por un matrimonio que mantenía relaciones
durante las grandes fiestas, en Cuaresma, cuando no han transcurrido dos días después de
recibirse el sacramento; si la mujer se encuentra enferma, menstrúa «es gran vicio, gran
impureza tener relaciones»; si la mujer está embarazada o recién ha procreado «no está
pura y hermosa, no está fuerte y, teniendo acceso con su esposo comete un vicio, una falta,
aunque no sea un pecado mortal».26 En suma, «el pecado venial no mata al alma, porque no
le quita la gracia y amistad, y así se dice venial que quiere decir digno de perdón, porque
deja en pie la caridad de Dios y así le perdona fácilmente, aunque es peligroso el descuido
notable y advertido en pecado venial, porque disponen y abren en el alma puerta y camino
163.
24
“Testimonios de Antón de Villa y de Alonso García” (1 y 2 de enero de 1612), AGNM, Inquisición, vol. 455,
fols. 289v, 295.
25
“Proceso contra Diego Alvarez, noble piloto residente en Santa María La Victoria, por proposiciones
erróneas sobre el débito conyugal” (1605), AGNM, Inquisición, vol. 276, exp. 9, fol. 182.
26
Andrés de Olmos, Tratado sobre los siete pecados mortales, 1551-1552, págs. 137-139; Alonso de Molina,
Confesionario mayor en la lengua mexicana y castellana (1569), Preguntas acerca de la luxuria, fol. 80v.
13
para los mortales».27 Puede agregarse que el pecado venial era aquel que se oponía
advertencia». En cambio, el pecado mortal aquel «se opone gravemente a la Ley de Dios y
Muchas mujeres que utilizaron la magia erótica justificaron sus acciones porque no
disculpaba diciendo «que las indias, en especial la que le trajo las rosas, le decían que no
era pecado porque no era para matar a nadie». 29 Una mulata asumía que sólo hacía «bien a
realidad social. Después de haber reñido con su amante por celos, la negra Isabel mandó
llamar a la indígena Catalina Puc para que por sus medios lo hiciera que regresara con
ella.31 En Campeche, Catalina Antonia de Rojas solicitó a una hechicera india un remedio
para que el hombre con quien trataba no viera a otras mujeres. En Mérida, Catalina
27
Francisco Nuñez de la Vega, Constituciones diocesanas del obispado de Chiapa, Lib. I, Tit. XXV, Del
sacramento de la penitencia, núm. 230 § II, pág. 388.
28
Diccionario de autoridades, vol. V, págs. 175 y 174, respectivamente.
29
“Testimonio de Ignacia López” (19 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 207.
30
“Testimonio de Margarita de los Angeles” (17 de marzo de 1639), AGNM, Inquisición, vol. 388, exp. 18,
fol. 417.
31
“Testimonio de Isabel, esclava del padre Hernando Días” (10 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición,
vol. 360, fol. 273.
32
“Testimonio de Gertrudis de Trejo, parda criada de Juana de Bobadilla” (14 de octubre de 1672), AGNM,
Inquisición, vol. 621, fol. 253.
14
hombres.33 Unas mujeres, conocidas como las «calderonas», tenían en su casa de Mérida a
una india hechicera que «mediante los encantos que hacía atraían a los hombres que
querían a su voluntad».34 Tampoco faltaron los que pretendían poseer virtudes mágicas,
como Lucas de Argüello, negro libre, que dijo a Josepha Salazar «que se lastimaba que ella
no tuviese muchos vienes, mayormente teniendo una hija moza y hermosa y que si ella
quería haría que tuviese millaradas de dinero [...] y que así viese si quería tener
comodidades y hacienda y dicha su hija, que haría hechizos y encantos con que los
respondió que por medios diabólicos, como éstos, no quería hacienda ni para sí ni para su
hija...».35
Igualmente hubo mujeres que aun con hechizos y encantamientos no lograron que
sus maridos les brindaran mejor trato. En 1649, en Campeche, la recién casada Beatríz
Martínez visitó a una india que entendía de encantos para evitar que su esposo la
maltratara; pero, la fórmula que la hechicera entregó para «amansarlo» no surtió el efecto
esperado. Más tarde, en 1670, con residencia en Mérida, debido al incesante agravio de su
33
“Testimonio de Ignacia López” (20 de marzo de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 626, fols. 208-208v;
“Testimonio de Agustina de Alcántara” (30 de octubre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 302;
“Testimonio de María Carrillo” (22 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 628, exp. 1, fol. 4;
“Testimonio de Juana Rosales” (27 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, exp. 5, fol. 83;
“Testimonio de Mariana de Sosa” (23 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 142-142v;
“Testimonio de Micaela Leal” (30 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621. fol. 184; “Testimonio de
Teresa Centurión” (23 de abril de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 245-245v; “Testimonio de
Gertrudis de Trejo” (14 de octubre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 253; “Testimonio de Diego
Suárez” (8 de febrero de 1673), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 6, fol. 278; “Testimonio del Br. Joseph de
Herrera” (17 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 6, fol. 276v; “Testimonio de María de
Casanova” (21 de marzo de 1672), AGNM, vol. 620, exp. 7, fols. 598-598v; “Testimonio de Viviana Novelo”
(25 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 258; “Testimonio de Juana de Bobadilla” (1672),
AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 249v.
34
“Testimonio de María de la Concha” (22 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 459v.
35
“Testimonio de Josepha Salazar, viuda de Mateo de Heredia” (27 de octubre de 1672), AGNM, Inquisición,
vol. 628, fol. 19.
15
marido, pidió a un indio del pueblo de Nolo, llamado Francisco Mis, un encantamiento que
procurara que su marido la abandonara, pero los hechizos tampoco rindieron los resultados
contemplados.36
de amar y ser amadas, pero ante todo de conservar la voluntad de su pareja, lo que en
muchas ocasiones las obligó a recurrir a la hechicería y a partir de ella manipular las
fuerzas sobrenaturales para lograr alcanzar la satisfacción de sus deseos. 37 Aunque también
la usaban cuando buscaban una relación ocasional o en los momentos que pretendían la
arrastrar por el deseo para alcanzar su ideal amoroso, la estabilidad económica y el placer
negado en el matrimonio.38
amoroso. Catalina Rodríguez de Naxara, vecina de Valladolid, creyó advertir por medio de
unas velas cuál de sus dos «amigos» la amaba verdaderamente; para tal propósito encendió
dos candelas, asignándoles a cada una el nombre de los hombres, asumiendo que la que
permaneció más tiempo encendida era la del más enamorado. 39 Micaela Montejo, mulata
libre del barrio de San Cristóbal de Mérida, rezó tres Credos a una ventosa para saber sí un
«lagar» suyo tenía “comunicación amorosa” con otra mujer. 40 Por su parte, otra mulata
utilizó una redoma en la noche de san Juan para saber si un hombre trataba con alguien y
qué era lo que hacía, y después de verlo con otra mujer exclamó: mira este pícaro, cuán
36
“Testimonio de Beatríz Martínez” (24 de mayo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 179.
37
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», pág. 351.
38
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», pág. 330.
39
“Testimonio de Catalina Rodríguez de Naxara” (10 de diciembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360,
fols. 272-272v.
40
“Testimonio del Lic. Juan Jiménez Tejada” (17 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 153-
161v.
16
La adivinación también solía tener otros usos. En la noche de víspera del día de san
su hija Agustina de los Santos, de 20 años, recibieron la visita del franciscano fray Alonso
Calderón, con quien Agustina mantenía relaciones ilícitas. Después de recibirlo, el clérigo
las obligó arrodillarse y rezar tres Credos a una imagen de Nuestra Señora, a la cual habían
encendido una vela. Mientras tanto, el religioso depositó tres huevos frescos fragmentados
en una batea con agua, «para saber por las señales de los huevos si una moza con quien
tenía amistad se avía de hacer preñada, y que esto lo conocerá si los huevos que estaban
con clara y yema en dicha batea se formaban a manera de criatura». Al día siguiente, el
fraile dijo a su manceba «que se había de hacer preñada, y que esta denunciante no quiso
ver la señal que le decía, sino que antes se rió, teniéndolo la cosa de chanza».42
EL «ENCANTAMIENTO DE HOMBRES»
brujería sexual corresponden a una misma forma, en cuyo tratamiento se hace uso de
ciertas sustancias, polvos, objetos o conjuros para lograr agraciarse los favores de un
hombre.
occidente de la Nueva España.43 Este ensayo recalca que el fenómeno fue inherente en todo
41
“Testimonio de Antonio Traconis” (18 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 156.
42
“Testimonio de la causa contra fray Alonso Calderón, de la orden de San Francisco, por supersticioso”
(1672), AGNM, Inquisición, vol. 628, exp. 1, fols. 1-15.
43
Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México, págs. 283-323; Noemí Quezada, Amor y magia
amorosa entre los aztecas; Noemí Quezada, «Sexualidad y magia en la mujer novohispana, siglo XVI», págs.
17
Nación señala que en el Yucatán del siglo XVII la magia amorosa gozó de un prestigio
empleo. El Título XXIII de las Siete Partidas legislaba «que ninguno non sea osado de
fazer ymagines de cera, nin de metal, nin otros fechizos para enamorar los omes con las
mugeres, nin para departir el amor que algunos ouissen entre si. E aun defendemos, que
ninguno non sea osado de dar yeruas, nin breuaje, a algund ome, nin a muger, por razon de
enamoramiento: porque acaesce a las vegadas, que destos breuajes vienen a muerte los
omes que los toman, e han muy grandes enfermedades, de que fincan ocasionados para
siempre».44
y en el Título III, Libro VIII, dictadas por Juan II en Córdoba el 9 de abril de 1410 y
reafirmadas por Felipe II en las Cortes de Madrid de 1598, publicadas en 1604, se lee que
ninguna persona sea osada en usar «de qualquiera adivinanza del hombre muerto, ni de
ligamiento de casados; ni de cortar la rosa del monte, porque sane la dolencia que llaman
rosa, ni de otras cosas semejantes á estas, por haber salud, ó por haber las cosas temporales
que codician».45
273-284; Noemí Quezada, «Sexualidad y magia en la mujer novohispana, siglo XVII», págs. 342-366; Noemí
Quezada, «Sexualidad y magia en la mujer novohispana, siglo XVIII», págs. 277-282, 287-292; Gonzalo
Aguirre Beltrán, Medicina y magia, cap. VIII, págs. 155-170; Ruth Behar, «Brujería sexual, colonialismo y
poderes femeninos...», págs. 197-226; Thomas Calvo, Poder, religión y sociedad en la Guadalajara del siglo
XVII, págs. 199-225.
44
Juan N. Rodríguez de San Miguel, Pandectas hispano-mexicanas, Tomo III, Ley II, pág. 499.
45
Juan N. Rodríguez de San Miguel, Pandectas hispano-mexicanas, Tomo III, Ley II, pág. 500.
18
pócimas de amor que se emplean en ocasión de los conflictos amorosos que los amantes
usan para enardecerles: «quien se halla dominado por el deseo piensa que con ello reduce
supersticiones, el erudito español Pedro Ciruelo manifestaba que «quedan condenadas las
cedulas o caracteres que otros hazen y traen consigo para tener dicha en cazas [...] y en
apuestas de venturas y en amores, porque tales cedulas o caracteres ninguna virtud natural
ni sobrenatural tienen para ello. Y quererlas aplicar a lo que no pueden hazer, es conferir
con la amistad del diablo, que es apostasia contra la religion Christiana, y poco menos es
que renegar la Fé». Y más adelante agregaba «No solamente hazen supersticiones y
hechicerias para alcançar bienes, y para se librar de los males: mas tambien algunos
peruersos hombres, y mugeres las hazen para dañar y hazer mal a otros sus projimos.
Conuiene a saber para incitar a qve una persona quiera bien, o mal a otra: para ligar a los
casados, que el marido y la muger no se puedan conozer ni hazer generacion, o para tollir,
o baldar a otro de algun braço, o pierna, y aun de todo vn lado, o de todo el cuerpo, o para
al Santo Oficio, al grado que a pocas décadas de haberse instaurado dictó edictos contra su
empleo. Sobre todo por los escritos de religiosos que recorrían incansablemente el
46
Nicolau Eimeric, El manual de los inquisidores, págs. 83-84.
47
Pedro Ciruelo, Tratado de las supersticiones, Tercera Parte, Cap. Segvndo, Núm. 5, pág. 79 y Cap. Qvinto,
Núm. 1, pág. 111.
19
por Jacinto de la Serna en el siglo XVII, anotaba cómo los indios usaban «las pasiones
humanas de amar, y aborrecer, no los encaminan a ningunos fines buenos, como es, que el
marido aborresca a la muger, con quien comete adulterio, para solo querer a su mujer; sino,
franciscano Pedro Sánchez de Aguilar escribía para la provincia de Yucatán: «ay algunas
Indias hechizeras, que con palabras abren vna rosa antes de sazonar, y la dan al que quieren
atraer a su torpe voluntad [...] las Indias desta Ciudad [Mérida] echan en el chocolate
la creencia supersticiosa del uso de habas, trigo, maíz, monedas, sortijas, semillas y cosas
semejantes que mezclaban las sagradas con las profanas. De igual forma se oponía al
«Y con ello den por hecho que tendrán efecto para casarse o alcanzar los hombres a las
mujeres, y las mujeres a los hombres que deseen, o para que los amigos o maridos traten
bien y no sean celosos a las mujeres o amigas, o para ligar o impedir a los hombres el acto
de la generación, o hacer a ellos y a las mujeres otros daños y maleficios en sus personas,
miembros o salud».50
presencia de este tipo de prácticas. Los reiterados desoídos obligó a la Inquisición decretar,
èl contenidos. La orden acometía contra los «que trahen consigo, y dan a otros Cedulas,
con Circulos, Rayas, y Caracteres reprobados, ò con Reliquias de Santos, Piedra Iman,
Cabellos, Cintas, Polvos, y otros hechizos; para tener buenos sucessos en sus pendencias, y
batallas, y negocios que trataren; para efecto de casarse, ò alcançar los hombres à las
mugeres, y estas a los hombres que desean; para que los maridos, y amigos traten bien, y
no pidan zelos â las mugeres, ò Amigas; para ligar â los hombres, ò hazer a ellos ò â las
mugeres otros daños, y maleficios en sus personas, miembros, ô salud». Agregaba también
su inconformidad contra los «que para lo mismo toman, ô dan à otros ciertas bebidas de
yervas, ò rayces, como las que llaman del Peyote, Yerba de Santa Maria, ò de otro nombre,
Cuatro años más tarde se firmó, el 5 de mayo de 1620, el Compendio y Sumario del
Edicto General de la Fe. La nueva disposición atacaba a aquellas personas que hicieran
uso de ciertas palabras, oraciones, objetos, polvos, reliquias o cualquier clase de hechizos
«para efecto de casarse, ò alcançar a los hombres à las mugeres, y éstas à los hombres que
desean».52
Esta preocupación fue un asunto que rápidamente hizo mella en la metrópoli. Los
51
“Compendio y Sumario del Edicto General de la Fè y casos en èl contenidos” (1616), AGNM, Inquisición,
vol. 758, exp. 1, fol. 33.
52
“Compendio y Summario del Edicto General de la Fe y casos en él contenidos” (5 de mayo de 1620),
AGNM, Edictos de la Santa y General Inquisición, vol. 1, exp. 27, fol. 28.
21
1668: «es cierto que no pueden tener efecto eficaz con cosa señalado, porque esto depende
del libre albedrío en cuya mano está aborrecer o querer a quien quisiere [...] que hay cosas
naturales que, incitando al calor natural, disponen al hombre para amar o aborrecer alguna
persona. La razón es porque estas pasiones tienen su asiento y origen de las potencias
sensitivas, y estas se alteran según la calidad de los humores y con estas alteraciones puede
el demonio, representando a unos más que a otros, ocasionar que aquel se ame o
aborrezca».53
Las disposiciones legales y religiosas certificaban que el ejercicio mágico era harto
España y los usos africanos e indígenas no fueron seducidas por la legislación vigente. Los
europeos porque las habían empleado durante centurias y su paso a las tierras colonizadas
Inquisición.
edictos, no consiguieron que la práctica pereciera. La magia erótica fue, pese a la censura y
a la represión civil y eclesiástica, un medio ampliamente utilizado por las mujeres que de
53
Alonso de la Peña Montenegro, Itinerario para párrocos de indios, Lib. 2º, Tratado V, Núm. 3, págs. 485-
486.
22
eterno, las condiciones restrictivas resultaron insuficientes para detener la fuerza del
impulso sexual que afloraba en épocas de soledad y deseo carnal. Por ende, de los recursos
LAS PERSONAS
originarios de comarcas con una antigua herencia mercantil, como los vascos, los navarros,
los asturianos, los gallegos y los canarios se fincaron en la jurisdicción de la villa y puerto
durante los siglos XIV al XVII. España no había sido la excepción, y a la provincia de
negros traídos de las regiones occidentales también se distinguían por conservar sus
antiguas prácticas mágicas. La cultura de los indígenas se fortaleció con el nuevo orden
populares en beneficio de una sociedad cada vez más abierta a la usanza de las prácticas
funcionamiento de la magia.
imposibles, por medios lícitos u oficiales —por ser uno de los dos casado, o por pertenecer
a estatus sociales demasiado dispares— «no hace más que corregir o eludir las reglas del
juego social vigente». Desempeña un papel «lubricante» en cuanto por sus medios «tiende
—viuda o soltera— y a menudo vieja o de mal vivir. «Son mujeres marginadas por el
desamparo, el bajo estatus social y étnico [...] Con significativa frecuencia, el indígena,
apodera del papel de intermediaria que de hecho es el único que le cabe en el mundo
colonial».55
la española como dadora de atributos sexuales, seguida por la mujer indígena, en menor
mestiza y el mestizo, la parda y el mulato. Por lo general, eran residentes de los barrios y
54
Solange Alberro, «Herejes, brujas y beatas...», pág. 88.
55
Solange Alberro, «Herejes, brujas y beatas...», pág. 89.
24
fundamentalmente por mujeres españolas (33 hechiceras) e indígenas (24), aunque el varón
indígena y la mujer mulata (15 cada uno) igualmente mostraron poseer un vasto
conocimiento de las artes mágicas. Casi insignificantes fueron las aportaciones del español
(4), de la mujer negra (3), de las gitanas (2) y del negro, de la parda y de la mestiza (1 cada
indígena, pues aunque éstos no estaban bajo la jurisdicción del Santo Oficio, en las
de la magia erótica; por desgracia, al no estar bajo esta tutela estaban exentos de rendir su
GRÁFICO I
LA HECHICERÍA, SEGÚN GRUPO SOCIOÉTNICO Y SEXO
25
entre los sistemas mágicos maya y español, con predominancia del conocimiento europeo.
Al mismo tiempo, los negros introducidos desde el siglo XVI también traían consigo sus
creencias mágicas, las cuales tuvieron que adaptarse al microcosmos local. 56 De cierta
forma, los religiosos toleraron estas prácticas ya que la Iglesia de Yucatán, como sucedió
en otras partes, se preocupó más por perseguir a los practicantes de las leyes judaicas y
se centraba en la persona y los fines que perseguía, 57 pero comúnmente quedaron exentos
Con la intervención de los negros en este mundo, la magia hizo uso de esa tradición
56
Nancy M. Farriss, La sociedad maya bajo el dominio colonial, págs. 458, 460.
57
Nancy M. Farriss, La sociedad maya bajo el dominio colonial, pág. 458.
26
mayor complejidad. De esta forma, la magia tendió a satisfacer las pasiones de los
individuos que requerían de su intervención: sin que para ello se valoraran las de leyes
La estadística general indica que la mujer española se distinguió por ser la mayor
solicitante de los servicios de la magia erótica. En menor medida era requerida por la
transformar las actitudes de su marido; es decir, evitar los frecuentes maltratos físicos,
adulterios, amancebamientos, etcétera. Eran mujeres que gozaban, por su misma condición
Mérida, Campeche y Valladolid. Los casos estudiados únicamente hacen mención de los
encantamientos situados en esos lugares, pero cabría enfatizar que dada la naturaleza del
Santo Oficio, sin tutela sobre los indios, es plausible que la práctica no se restringiera
únicamente en el ámbito urbano. Es casi certero decir que también era ampliamente usado
en las áreas rurales. Los indios eran grandes conocedores de estas “supersticiones” y
58
Arturo Castiglioni, Encantamiento y magia, pág. 73.
27
comúnmente debieron de utilizarlas entre ellos, aunque las denuncias nunca llegaron a
oídos de la Inquisición.
servicios reflejan la obvia desproporción de la clientela respecto las mujeres españolas (84
casos) y las mulatas (8), pardas y mestizas (2), indias y morenas (1). Las peticiones revelan
GRÁFICO II
SOLICITANTES DE LA MAGIA ERÓTICA, SEGÚN GRUPO SOCIOÉTNICO
¿Cuáles son los factores qué conminaron o inducieron a la mujer colonial hacer uso
del estado civil, que definía y determinaba los intereses de cada una de ellas. La
La casada era la que empleaba con mayor frecuencia la magia erótica. Su papel en
recurre a la magia para adquirir el control del arbitrio masculino y el “poder” de decisión
mujer solamente poseía esta alianza para defenderse, ya que por medio de ella podía
«amansar» al marido que comúnmente la maltrata, porque anda distraído con otra, o bien
por insatisfacción sexual buscaba establecer comunicación amorosa con otro hombre.
La concubina o manceba fue un persona común del mundo colonial. Los hombres
se habituaron a una sociedad donde las mujeres de las clases más desvalidas —mulatas,
la relación casi siempre buscó retenerlo por medio de la magia erótica; del mismo modo,
pretendió alcanzar una mejor posición social con un matrimonio conveniente. Igualmente
solicitar el servicio mágico con fines de ligadura, o sea atraer y enajenar de su voluntad a
entera absorción del hombre, aunque ocasionalmente también pidió la muerte de su rival en
amores.
La soltera actuó de acuerdo a dos premisas. Por un lado, hizo uso de la magia
29
una relación amorosa con un hombre que la ignora y hace caso omiso de su presencia. El
GRÁFICO III
LAS SOLICITANTES DE LA MAGIA ERÓTICA, SEGÚN CONDICIÓN SOCIAL
Las solicitudes de las mujeres estaban encaminadas a un fin que les permitiera
lograr una acción que beneficiara su relación con el hombre. Destaca, en primer término, el
acto de embelesar. Esta demanda fue común para conseguir que un hombre atractivo y/o
de posición acomodada las desposara; las concubinas —en su mayoría negras, mulatas,
tuviera los medios apropiados para sostenerla. En cambio, cuando la petición era querer,
consistían en tratar que mantener a su lado al esposo que andaba “distraído” con otra
mujer; las mismas concubinas utilizaban este medio para evitar el abandono por una mujer
más atractiva. Un tercer pedimento era amansar o el medio para prevenir malos tratos y
golpizas que un hombre les brindaba, operaba tanto en las casadas como en las
amancebadas.
concubina, por haberle perdido amor o porque mantenía alguna aventura con una mujer
más joven y bella. El argumento para atraer era habitual en aquellas mujeres que carecían
de una buena dote y del atractivo físico que favoreciera una relación; al mismo tiempo,
también era recurrente que se empleara para “atrapar” al hombre del cual se estaba
hombre, o sea cuando un varón no podía establecer otra relación mas que con la mujer que
le provocó el hechizo.
De menor uso colonial fueron las acciones de casarse, matar, abandonar y odiar.
La que solicita un hechizo para casarse generalmente no poseía seguridad económica, una
dote o falta de atractivo; dadas sus circunstancias, el encantamiento era fundamental para
conseguir que un hombre contrajera nupcias con ella. Mientras que otras, celosas por el
abandono o maltrato utilizaron hechizos para matar a sus parejas. Las mancebas
regularmente usaron la magia para que sus amantes no las abandonaran u odiaran a sus
esposas. En cambio, la acción de desligar era propia de los hombres para establecer una
relación con otra mujer, desprendiéndose de la voluntad individual a la que estaba sujeto
anteriormente. En el Gráfico IV se ilustran los usos que con mayor frecuencia exigían las
mujeres.
GRÁFICO IV
USOS DE LA MAGIA ERÓTICA
31
posición económica y estado civil. Una condición social o económica tal nunca fueron
impedimento para que una mujer no requiriera los servicios de alguna hechicera indígena,
mulata o española. Las clientes con mayores recursos económicos generalmente tenían
damas de compañía o criadas (por lo regular mulatas, negras o indígenas) que conocían a
otras personas que podían brindarles el servicio. Era una especie de red que favorecía un
trato entre diversos grupos sociales e incluía a mujeres tanto de las clases altas como bajas.
El proceso iniciaba cuando una cliente consultaba alguna hechicera para resolver
sus dramas amorosos, pero después del primer éxito la solicitante rara vez se detenía.
Acudía una y otra vez a las especialistas que pasan por su vivienda o trataba de ponerse en
contacto con ellas; el resultado, con relativa frecuencia, era que la cliente terminaba en
convertirse en una auténtica experta. Las redes se fueron constituyendo informalmente. Las
más o menos frecuentes reuniones para aliviar conflictos sexuales hizo que las mujeres
32
establecieran una complicada y extensa red integrada por madres, hijas, tías, amas, criadas,
esclavas, etc., que se relacionaban entre sí, enseñándose mutuamente diferentes ritos,
hechizos y conjuros.
magia. En la provincia fue común acudir por consejo y ayuda de los brujos y hechiceros.
Muchas de las hechiceras eran indias de la provincia. Los celos, las pasiones no
correspondidas, las enemistades, los desamores, los temores, las ligaduras y desligaduras
eran campos de acción de personajes como Ixcach, una famosa hechicera india del pueblo
recuperar el equilibrio perdido de las conductas sociales, esta mujer fue un personaje
importante en la sociedad yucateca de la primera mitad del siglo XVII. El ámbito en que se
desenvolvía la hechicera abarcaba tanto los más encumbrados grupos sociales como
aquellos con menores recursos. Sus clientes fueron muchas veces mujeres de la élite
colonial que la requerían por algún favor del ánimo amoroso. Su papel consistía en facilitar
hechicera fue Leonor de Medina y Chávez, quien nació en 1578 en el seno de una rica
familia de la villa de Valladolid. Muy joven contrajo nupcias con uno de los herederos de
una poderosa familia de la élite colonial, Francisco Mallén Navarrete y Rueda, familiar del
Santo Oficio y encomendero de varios pueblos de la provincia. A principios del siglo XVII
María aprendió hacer encantamientos y brujerías. Las enseñanzas de unos indios pronto le
sirvieron para ligar y atraer hombres; sus dones mágicos eran tan notorios que en una
tenían un contacto estrecho, incluso amistoso, con las mujeres indígenas a quienes se les
Margarita de los Ángeles esposa del rico mercader y encomendero campechano Pedro de
Ontiveros Maldonado, empleó en varias ocasiones a la mulata María de Salas para evitar
que su marido continuara golpeándola y que la abandonara. Siendo mujer del alférez real
Nicolás de Murga, María Cisneros hizo llamar a la india María Pech para embelesarlo;
María Maldonado, también esposa de un alférez real, solicitó para diferentes servicios a la
Otras mujeres de la élite colonial también utilizaron los servicios de las hechiceras.
En ocasiones los motivos para emplear los recursos de la magia son muy claros, pero en
otras son difíciles de comprender. Por ejemplo, Catalina de Zumárraga, concubina, utilizó
la magia como medio para mantener a su lado al capitán Bernardo de Magaña, maestre de
Las causas que impulsaron a Isabel Beleño son menos comprensibles. Heredera en
segunda vida de los tributos de una encomienda y esposa del capitán Diego de Granda y
59
Ruth Behar, «Brujería sexual, colonialismo y poderes femeninos...», pág. 210.
60
El capitán Bernardo de Magaña también ocupó el cargo de depositario general del holpatán, y aprovechando
su enorme poder político en la provincia compró en 1657 una gran extensión de tierras a los indios de los
pueblos de Maxcanú y Kopomá, fundando la hacienda de San Bernardo del Buen Retiro (Manuela C. García
Bernal, Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias, págs. 443, 459-462; Martha Espejo-Ponce
Hunt, «Colonial Yucatan: Town and region in the Seventeenth Century», pág. 439).
34
un bebedizo elaborado con un poco de menstruo y, días después, otro confeccionado con
unas rosas disueltas en chocolate, con el propósito de embelesarlo y ¿acaso evitar que la
abandonara por una mujer más joven y hermosa?. De igual forma trataba de evitar los
malos tratos que le propinaba su esposo. Los hechizos fueron elaborados por la negra
Pascuala, una esclava de su madre, y una mestiza ciega de la villa de San Francisco de
Campeche.
Las circunstancias que obligaron a Juana Rosado quizá tienen cierto fundamento.
Nació en Mérida en 1646 y muy joven se casó con Pedro de Cervera. Como heredera única
opulencia económica.62 Hacia 1668 enviudó y a sus 24 años, aparentemente, pronto resintió
las necesidades propias de su juventud y dos años después recurrió a la ayuda de varias
personas para embelesar y encantar a varios hombres que satisficieran sus deseos
amorosos.
magia otro tipo de remedio. Su marido era hijo de Juan de Cervantes, un ex alcalde
ordinario de segundo voto del Cabildo de la villa de Campeche y mayordomo de los bienes
del pósito de dicho cabildo. A su muerte heredó a su hijo Juan las encomiendas de Caucel,
Ucu y Yabucu que le redituaron anualmente 276 pesos. 63 Se oponía al matrimonio de uno
de sus hijos porque según ella estaba “enajenado” de su voluntad (léase ligado), y buscó
61
Manuela C. García Bernal, Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias, págs. 445, 488, 547.
62
Manuela C. García Bernal, Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias, pág. 526.
63
Manuela C. García Bernal, Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias, págs. 432, 482.
35
entre los grupos socioétnicos. La morena Isabel requirió la ayuda de la india Catalina Puc
para retener a su marido Domingo; una mestiza viuda encargó a cierta criada india un
hechizo para ligar a su amante Juan Santos; a los llamados de la hija de Magdalena, la
Las señoras al implementar nuevas redes sociales tuvieron que consultar a sus
mágicas, al hallarse en la posibilidad de mantener una mayor movilidad física exterior que
sus amas, sirvieron de puente entre la nobleza y los grupos subalternos. 64 Sin embargo, a
veces el rencor y el odio de las esclavas fueron motivos para delatar las actividades
Catalina Farfán, esclava del capitán Hernando de Yanguas, denunció a María Manrique, su
ama, pues para saber la fecha de arribo desde España de su esposo, mandó llamar a Juana
de Ochoa.65
Las redes fueron la causa de múltiples aprehensiones contra mujeres que empleaban
suscitó que las averiguaciones sobre una denuncia revelaran lo ampliamente extendida de la
práctica. En 1672 aparecieron en las listas de testimonios 60 personas y otras muchas más
la villa de Campeche ocurrió lo mismo en 1616, 1626 y 1639. Muchas de las redes
64
Navarrete, Prácticas religiosas de los negros en la colonia, pág. 160.
65
“Testimonio de Catalina Farfán” (10 de agosto de 1616), AGNM, Inquisición, vol. 388, fols. 343-388v.
36
provocaron que una o varias de las personas enteradas de los hechos delataran a alguna de
estas mujeres. El Santo Oficio favorecía las denuncias en consecuencia al incógnito que se
ofrecía por una denuncia. Cuando se llamaba a testificar nunca se revelaban los motivos del
denuncias masivas.
Entre los hombres el empleo de la magia con fines eróticos no tuvo una importancia
largo del siglo XVII en Yucatán solamente se registran cuatro casos de hombres que
hicieron uso de las cualidades de la magia para lograr la atracción de una mujer. Manuel
Maldonado habitualmente acudía a una india o al indio Antonio Cauich para que tuvieran
encantada a una mujer con la cual tenía relaciones. 66 El mozo soltero de Campeche Andrés
de Valencia entregó a Diego de Aguilar, casado, unas rosas que llevó consigo para
enamorar a una mujer, asegurando que lo consiguió sin dificultades. 67 Por su parte, el negro
cumplir cabalmente. El aprendizaje se realizaba durante nueve noches en vela, sin dormir,
tiempo en el cual llegarían a adquirir los conocimientos necesarios para hacer encantos y
66
“Testimonio de María de Casanova” (21 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 620, exp. 7, fol. 598v;
“Testimonio de Juana Micaela Leal” (4 de septiembre de 1675), AGNM, Inquisición, vol. 620, exp. 7, fol.
601v.
67
“Testimonio de Diego de Aguilar” (8 de febrero de 1673), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 186.
68
“Testimonio de Teresa de Centurión” (23 de abril de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 245.
37
hechicerías. En 1666 el mulato libre Agustín Días, residente en Mérida, pasó nueve noches
nueve días para ser efectivos, como se le encomendó a Catalina Rodríguez de Naxara.
«tomara cinco cosas amarillas y las pusiera debajo del brazo izquierdo nueve días».70
pues podrían ocasionar consecuencias funestas. Una tal María Vergara estuvo en cama
durante varios meses porque tenía «visiones y como unas manadas de ratones» ya que el
Estas noticias avizoran una horizontalidad social mucho más flexible; es decir, los
mundo colonial fueron más usuales y frecuentes de lo que regularmente se piensa. Las
transmisiones culturales no se interrumpían debido a barreras por ser de tal o cual grupo
social o étnico, sino por el contrario hubo una difusión creciente. La ruptura de la
diferenciación social permitió una mayor simbiosis cultural, favoreciendo por ejemplo que
69
“Testimonio de Diego Suárez” (8 de febrero de 1673), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 6, fol. 278. Entre
los mayas actuales, la ceremonia llamada U-Lohil-Ah-Kin (“la redención o rescate del sacerdote”) se realiza
cada dos años y tiene un sentido de purificación y renovación de poderes; tras la limpieza ritual, el sacerdote
permanece encerrado nueve días en los cuales no puede tratar con mujeres (Mercedes de la Garza, «Éxtasis de
sueño y muerte en iniciaciones mayas», págs. 1099-1100).
70
“Testimonio de Catalina Rodríguez de Naxara” (10 de diciembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360,
fol. 272.
71
“Testimonio de Juana de Bobadilla” (1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 249.
72
“Testimonio de Catalina Antonia de Rojas” (10 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols.
275-276.
38
mulata del barrio de San Cristóbal de Mérida.73 El negro esclavo Juan de Argaez, cuando
los españoles, particularmente entre las mujeres. Leonor de Medina fue instruida por varios
maestros indios, y la célebre hechicera Ixcach, india del pueblo de Chuburná, consideraba
que los conocimientos de la española eran muy superiores a los suyos, 75 pues «sabía
encantamientos y que los tenía escritos en unos papeles y que les traía consigo y también
traía escritos los nombres de los maestros indios que la avían enseñado». 76 La española
María Maldonado, mujer de Joseph Martín de Herrera, entendía de encantar rosas y hacer
algunos hechizos por las enseñanzas de una india del pueblo de Suma. 77 La mestiza viuda
Ana Magaña también supo algunos encantamientos por medio de una india.78
En el empleo de la magia muy raramente se menciona el pago retribuido por los servicios
brindados. Quizá en las autodenuncias las mujeres evitaron señalar los pagos efectuados,
pensando que los inquisidores les otorgarían una mejor gracia a sabiendas que no habían
incurrido en el pago de una cantidad de dinero por tan “absurdas” supersticiones. En las
denuncias contra las infractoras generalmente no se mencionan por lo mismo o tal vez por
73
“Testimonio de Getrudis de Trejo” (1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 253v.
74
“Testimonio de Pedro de Lara Bonifás, regidor de Mérida” (1673), AGNM, Inquisición, vol. 516, exp. 12,
fol. 561v.
75
“Testimonios de Isabel de Mora y de Ana de Garibay” (1616), AGNM, Inquisición, vol. 316, fols. 317, 316.
76
“Testimonio de Juana González de Prado” (19 de septiembre de 1616), AGNM, Inquisición, vol. 316, fol.
319.
77
“Testimonio de Mariana de Sosa” (23 de marzo de 1673), AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 142, 144.
78
“Testimonio de María Méndez, mestiza conocida por la Homá” (14 de octubre de 1672), AGNM,
Inquisición, vol. 621, fol. 239v.
39
dinero. Catalina de Zumárraga en 1672 entregó veinte pesos a un hechicero por haber
encantado y tener sujeto a su voluntad al maestre de campo Bernardo Magaña. 79 Tal cifra es
equivalentemente alta para la época, lo cual indica que para los conocedores del arte los
Argüello a Lucas Martínez de Montenegro para que cierta mujer lo quiera. 80 En cambio, en
1633 la mulata Juana Delgado se negó entregar el remedio satisfactorio a Margarita de los
Angeles pues la hechicera señalaba: «en el principio de que por menos de un peso no haría
que el dicho su marido [de Margarita de los Angeles] se aquietase, tuviese buena condición
y viviese en paz con ella, todo había sido mentiroso y falso, y así lo hecho con esto».81
Fuente gratificó los servicios de la india Isabel Canul con unas pulseras de coral por haber
hechizado a su marido, el capitán Nicolás de Zetina con quien tenía algunas diferencias y la
Campeche con varios obsequios y dinero por encantar a Diego de Granda, su marido, quien
79
“Testimonio de Juana de Bobadilla” (1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 249v. Véase también
“Testimonio de Ignacia López” (19 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 207v.
80
“Testimonio de Teresa de Centurión” (23 de abril de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 245.
81
“Testimonio de Margarita de los Angeles” (17 de marzo de 1639), AGNM, Inquisición, vol. 388, exp. 18,
fol. 416v.
82
“Testimonio de María Carrillo” (22 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 628, exp. 1, fol. 4.
83
“Testimonio del capitán Antonio Maldonado Aldana, tesorero de la Santa Cruzada del Obispado y
encomendero de indios” (25 de mayo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, exp. 2, fol. 40-40v.
40
Los ingredientes amorosos —vegetal, animal o mineral— diferían, «pero cualquiera que
poderoso que actuaba al ejercer una acción predeterminada por el sujeto de atracción o
repulsión». Por tal motivo la realización de complejos ceremoniales era necesaria para
inducir ese ente, esa fuerza mágica, que estaba dentro de la hierba elegida; la recolección
prepararse por una persona considerada “pura” para que el aderezamiento preestablecido
tienen como objetivo el concentrar una energía fluídica tal que termine por alcanzar a
distancia, al ser deseado [...] Se habla entonces del encantamiento sexual [...] A estos
ceremoniales eróticos se agregan las sesiones rituales durante los cuales una mujer en su
casa o en cualquier otro lugar se hace nacer emociones sexuales con finalidades a menudo
eróticas».85
de origen diverso para obtener resultados más eficaces, un campo de aplicación más vasto,
sin contar con las limitaciones que proscribía el uso una tradición determinada. Al
84
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, págs. 161, 162.
85
Jacques Finné, Erotismo y brujería, pág. 141.
41
Los ingredientes se definen, al menos para los términos de esta investigación, como
todos aquellos recursos de los cuales una persona hace uso para alcanzar ciertos fines. El
cuadro I presenta una relación de los ingredientes de uso común en la magia y cuyo origen
CUADRO I
ORIGEN CULTURAL DE LOS INGREDIENTES EMPLEADOS EN LA MAGIA ERÓTICA
INDÍGENA NEGRA EUROPEA
Chocolate Fetiches Rosa
Flores autóctonas Huesos de animales Pan
Yerbas Tierra de sepultura Sapo
Maíz Uñas Agua de lavatorio
Pozol Pelos y cabellos Sangre menstrual
Balché Sudor Materia visceral
Caldos Bebedizos Candelas
Bebedizos Vestimentas Sopas
Peyote Vestimentas
Puyomate
Fuente : Véase Apéndice.
Las tradiciones de origen negra e indígena desempeñan un papel fundamental pues sus
corpus esotérico-técnicos son muy socorridos y sus usos fueron la base cuantitativa de la
magia amorosa. En cambio, la herencia europea se nutría por la influencia que ejerció en
cuanto provecho real de sus aportaciones culturales, ya que estos fueron las que más
fue la forma más utilizada. Es decir, si la magia erótica operó a partir de un número más
mayor campo de actividad y la retroalimentación de la magia del Yucatán del siglo XVII.
GRÁFICO V
LA APROPIACIÓN CULTURAL DE LA MAGIA, SEGÚN DIFERENTES TRADICIONES
A partir del origen natural de los ingredientes, éstos se clasifican en vegetal, animal,
herbolaria autóctona. Entre ellos hay que destacar el uso de dos ingredientes originarios del
CUADRO II
43
en relación con su origen natural. De acuerdo a su naturaleza se clasifican en: flores (rosas
también remite a los ingredientes de origen vegetal (plantas y yerbas diversas, maíz, polvos
vegetales, peyote, puyomate, jícaras y el pan europeo), de origen animal (entrañas, sudor,
pelos y cabellos, uñas, sangre menstrual, huesos, ciertos animales, etc.), artificiales u
GRÁFICO VI
FRECUENCIA DE USO EN LOS INGREDIENTES DE LA MAGIA ERÓTICA
44
remedio solicitado. Polvos, hierbas, objetos diversos o materia animal fueron ingredientes
amorosa congregó recursos europeos conjuntamente con medios autóctonos y origen negro
otra. Estos hechizos sugestivos de amor impuro toman el nombre característico de filtros,
víctima, o bien en polvos o ingredientes que deben mezclarse con los alimentos.86
86
Jacques Finné, Erotismo y brujería, págs. 117-118.
45
desconocido, y que las rosas como tales no fueron empleadas en la técnica amatoria.87
tratamiento en la magia erótica. Su uso se extendía a una profusa diversidad de usos, cuya
algunos cantares.88
ciudad de Merida es publico, que ay algunas Indias hechizeras, que con palabras abren vna
rosa antes de sazonar, y la dan al que quieren atraer a su torpe voluntad, y se la dan a oler,
juicio por gran tiempo, llamando al que la avía de oler, y para quien se abrio la rosa. Digna
cosa del remedio, y castigo si es verdad, y mas si esta mancha cae en blanco. También ha
auido fama, que las Indias desta Ciudad echan en el chocolate ciertos hechizos, con que
atarantan a sus maridos: la vos oi, pero no sabre donde canto el gallo».89
87
Noemí Quezada, Amor y magia amorosa entre los aztecas, pág. 91. Sin embargo, para la región de
Guadalajara del siglo XVII la rosa ocupa un lugar central en el simbolismo amoroso (Thomas Calvo, Poder,
religión y sociedad en la Guadalajara del siglo XVII, pág. 215).
88
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, pág. 299. María de Vergara «sabe hacer encantos de flores con
ciertas palabras...» (“Testimonio de Teresa Centurión” [23 de abril de 1672], AGNM, Inquisición, vol. 621,
fol. 245). El día de San Juan también poseía un simbolismo importante en la magia erótica, pues además de
señalar el momento de la recolecta de las rosas era el tiempo en que debían amasarse los panes empleados en
los encantamientos (“Testimonio de Catalina Rodríguez de Naxara” [10 de diciembre de 1626], AGNM,
Inquisición, vol. 360, fol. 272). El día de San Juan fue considerado igualmente propicio en las artes
adivinatorias (“Denunciación de Joseph del Valle contra Pedro de Castellanos, vecino de Campeche,
estudiante y residente en Mérida” [1672], AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 205-217).
89
Pedro Sánchez de Aguilar, Informe contra idolorum cultores del obispado de Yucatán, pág. 124.
46
De uso repetidamente frecuente fueron las rosas y flores para «amansar» al marido
que daba mala vida a la mujer. En Campeche, Melchora González llamó a la india Justa Tat
para evitar los malos tratos que su yerno daba a su hija. La india le entregó unas rosas
encantadas para que las mezclara en la sopa y en el chocolate del hombre, «y que luego la
las quieran bien y las enamoren acudían generalmente a los indios e indias en el afán de
que la magia resolviera sus conflictos sexuales. En 1670, una india proporcionó a Juana
Rosado unas rosas en una jícara con agua, que debía colocar bajo su cama, rociando el
agua en las ventanas y el aposento donde dormía, con lo cual «encantaría a su galán y la
iba a querer mucho».91 Otras veces el agua se regaba en los corredores de la casa y las
rosas se enterraban en algún lugar de la misma. María Maldonado empleó a la negra libre
agua, con flores, para derramar en la puerta de la casa del hombre anhelado, a partir de
entonces la «querría mucho».92 Una mulata de barrio de San Juan de Mérida hechizó a un
hombre por medio de rosas, aunque el efecto del encanto fue tan fuerte que el sujeto murió
Como entidad mágica, las flores y rosas también se aplicaron como medio de
atracción amorosa: para tal efecto se debía colocar en el seno una rosa encantada, 94 o se
90
“Testimonios de Melchora González” (11 y 17 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols.
273, 617.
91
“Testimonios de Ignacia López” (16 y 19 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fols. 206, 207.
92
“Testimonio de María Casanova” (21 de marzo de 1678), AGNM, Inquisición, vol. 620, fol. 598.
93
“Testimonio de Juana Rosado” (22 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 300.
94
En 1628 una mulata del barrio de San Cristóbal de Mérida, llamada Micaela Montejo, aseguró que si
deseaba que la pretendieran muchos hombres le entregaría una rosa encantada, para atraerlos debía
colocársela en el pecho, pero después de un tiempo y temiendo volverse loca o que le causara algún daño la
quemó (“Testimonio de Gertrudis de Trejo, parda, criada de Doña Juana de Bobadilla” [14 de octubre de
1672], AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 253v).
47
A menudo las damas españolas enviaban a sus criadas a los barrios urbanos para
buscar alguna hechicera que les sanara las heridas del corazón. Isabel Beleño pidió a una
de sus sirvientas que solicitara a una mestiza ciega de los barrios de Campeche un hechizo
capaz de retener a su marido. La hechicera le envió un saquillo con rosas que debía
recompensa la mujer remitió a la mestiza dinero y unos obsequios; sin embargo, el remedio
no satisfizo a la mujer dolida por lo que solicitó de nueva cuenta los servicios de la
mestiza con un hechizo más poderoso. 96 Mariana de Lara, viuda de Nicolás de Carrión,
solicitó la ayuda de una criada india para mejorar su relación con un hombre que la había
abandonado; al efecto, la india encantó unas rosas que esparció desde su aposento hasta la
calle.97
mujer de Cristóbal Cetina, Juana, «echó muchas rosas encantadas desde la puerta de su sala
a la calle para que Alonso del Puerto se casase con una hija suya y con efecto se casó con
ella».98
95
“Testimonio de Beatríz Martínez” (24 de mayo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 179v;
“Testimonio de Ignacia López” (16 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 206v. Una mujer de
Campeche encantaba las rosas de noche, luego las molía y enviaba en tablillas de chocolate a su marido para
«que ande perdido y llore por mí», logrando que su esposo la quisiera mientras ella deseara «y enviar cuanto
yo quisiere y cuantas mujeres tuviere las a de dejar en acordándose de mí» (Testimonio de Melchora
González” [11 de septiembre de 1626], AGNM, Inquisición, vol. 360, fols. 373-373v)
96
“Testimonio del capitán Antonio Maldonado Aldana” (25 de mayo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621,
exp. 1, fols. 40-40v.
97
“Testimonio de Gertrudis de Trejo, parda criada de Doña Juana de Bobadilla” (14 de octubre de 1672),
AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 253.
98
“Testimonio de Juana Rosales” (27 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 83.
48
Las palabras comprenden conjuros, oraciones y rezos de diverso tipo. Los conjuros
formar parte del saber de otras personas. Entre los indígenas era un lenguaje secreto de
origen ancestral, conocido en exclusiva por los grandes sacerdotes mayas. El Zuyúa than
en los momentos de la conquista pasó a formar parte del bagaje de los sacerdotes menores,
pero más tarde existen ejemplos que desmienten su conocimiento privilegiado. Por
ejemplo, la española Leonor de Medina «tenía unos papeles en un lenguaje que la dicha
moza con ser nacida en esta tierra no los entendía y que la dicha Leonor de Medina se
sentaba o a la ventana o a la puerta y los leía». 99 Muchos de los conjuros requerían decirse
en determinado día y hora para que tuvieran el efecto esperado, como el corte de las rosas
establecer una intercesión entre la Virgen, los santos, el Espíritu Santo y Dios con el fin de
lograr ciertos fines. La práctica frecuente del «encantamiento de hombres» a partir de las
oraciones, conjuros e invocaciones, connota a la palabra con una fuerza mágica que es
hicieran uso de las cosas sagradas mezclándolas con las profanas, como los Evangelios,
supersticiosas, y a los que usan para sí mismos, para encantar a los hombres y a las
99
“Testimonio de Ana María de Avendaño” (13 de abril de 1616), AGNM, Inquisición, vol. 388, exp. 18, fols.
244-244v.
100
Noemí Quezada, «Oraciones mágicas en la Colonia», pág. 143.
49
los Santos, con mezcla de otras invocaciones y palabras indecentes y desacatadas. 101 El
Compendio y Sumario del Edicto General de la Fe, del 5 de mayo de 1620, se señala en sus
asensos contra : 15º los que hayan usado las suertes de habas, trigo, maíz u otra clase de
semillas, o naipes, dados, monedas, sortijas o cosas semejantes, mezclando los asuntos
profanos con los sagrados, como los evangelios, Agnus-Dei, Ara consagrada, agua bendita,
estolas y otras vestiduras sagradas; 16º los individuos que lleven consigo cédulas,
circulos, rayas y caracteres reprobados, ò con reliquias de santos, piedras iman, cabellos,
cintas, polbos y otros hechizos, para librarse de muerte violenta y subitanea, y de sus
enemigos, para tener buenos sucessos en sus pendencias y batallas y negocios que trataren
para efecto de casarse ò alcançar los hombres à las mugeres y estas à los hombres que
desean»; 17º los que empleen oraciones que invoquen a Dios o a sus santos, mezclando
éstas con palabras decentes y descaradas, en ciertos días y delante de ciertas candelas,
vasos de agua o imágenes, y a ciertas horas de la noche, esperando con ello determinados
agüeros o presagios.102
Oraciones
oraciones operan con propiedades místicas en el que muchas veces se alude a personajes
divinos, como un mero mecanismo operatorio práctico. «La liturgia de la fórmula verbal se
101
“Edicto contra hechicerías y brujerías” (8 de marzo de 1616), AGNM, Edictos de la Santa y General
Inquisición, vol. 1, exp. 2, fols. 2-4v.
102
“Compendio y Summario del Edicto General de la Fe y casos en él contenidos” (5 de mayo de 1620),
AGNM, Edictos de la Santa y General Inquisición, vol. 1, exp. 28, fol. 27.
50
elemento más, la reprimenda, esto es, el insulto dirigido al dios para obligarlo a realizar la
específicas.
La oración, por un lado, se empleaba para atraer al hombre deseado. Juana Rosado,
mujer de Joseph de Lugo, entregó dinero a una mulata para que dijera la oración de San
Antonio y pusiera al santo en atención para atraer a un hombre que estaba a muchas leguas
galán.105 Juana Bautista de Ochoa aprendió en Castilla una oración con la cual podía atraer
frecuentemente ofrecía malos tratos. Isabel Martín enseñó a una mujer de Campeche una
Las oraciones también fueron útiles para curar males causados por la magia erótica.
Una de sus funciones era combatir la ligadura u otro tipo de hechizos. La oración de la
108
“Testimonio de Melchora González” (17 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols.
273v, 617v.
109
“Oración a la Santísima Trinidad” (1616), AGNM, Inquisición, vol. 316, fol. 321 (las cursivas son mías).
En 1782 una mujer de San Bartolomé Otzolotepec, llamada María Tiburcia, mientras realizaba una oración
curativa hacía la cruz con la mano derecha, profería: «Donde Jesús sea mentado, todos los males sean
quitados» (Noemí Quezada, «Dioses, santos y demonios en la curación colonial», pág. 111).
52
Conjuros
Los conjuros se traducen «en palabras las urgencias de los deseos humanos y su emisión
constriñe a las fuerzas de la naturaleza a ejercer las acciones requeridas [...] El mecanismo
de acción que el conjuro pone en juego es el de la reificación. Tipo de dominio por medio
la maldición y la oración expresan «la convicción de la fuerza efectiva del deseo: las
palabras son dotadas de una fuerza mágica que las convierte en realidades objetivas». 110
Los indios mayas otorgaban un papel sustancial a los conjuros, pues éstos
mágico, pues siendo «en lengua» aun los comunes ignoraban su significado.
Los conjuros son considerados como un pecado en virtud que se invocan en favor
110
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, págs. 250, 236.
53
legitimo marido».111
El conjuro era un mecanismo importante toda vez que garantizaba que el hombre
actuara más prudentemente con su mujer. La recién casada Catalina Blanca, mujer de
Pedro de Arce, para tener paz con su marido y no reñir, entraba por la sala diciéndole:112
Este conjuro era originario de España. Las similitudes entre los conjuros son muy
cercanas. En la península, los conjuros para desenojar tenían muchas variantes. En Castilla
Melchora González dijo haber aprendido unas palabras con las cuales retenía a su
marido:114
pan, amasado durante el día de San Juan, que le proporcionaron unas gitanas para que
ejerciera su poder sobre un hombre y no tuviera otras mujeres. Debía de deshacerlo entre
los dientes y untarlo en la frente, cuello y pretina del hombre; al tiempo que le decía,
repetidamente por tres veces: «con la patatiña a te quiero untar, para que de mí no te
puedas apartar».116
puso algunas ropas sobre una mesa. Siguiendo las instrucciones de la mulata Arisna, dio en
torno a la vestimenta nueve vueltas y realizó otros ritos y soplidos, 117 pero lo que «asían
115
“Testimonios de Melchora González” (11 y 17 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols.
317v, 273v.
“Testimonio de Melchora González” (17 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols. 273v,
617v.
116
“Testimonio de Catalina Rodríguez de Naxara” (10 de diciembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360,
fol. 272.
117
Sobre el uso de soplidos para curar véase Noemí Quezada, Enfermedad y maleficio, pág. 81.
55
Cantos
Los cantos eran otra de las múltiples formas para lograr que un hombre enojado regresara
con una mujer. María Maldonado, mujer de Joseph Martín de Herrera, «cuando se enojaba
con su galán lo llamaba con encantos que hacía cantando, desvelándose para ello toda la
noche».119
joyas misteriosas destinadas hacer latir los corazones exigen como regla un complejo
ceremonial, inmutable y casi sagrado. Los amuletos se caracterizan por poseer una entidad
mágica que les proporciona cierto poder de sugestión, tienen la función de protección,
suerte en las riquezas y en el amor, etc. Huesos de animales, pedazos de ropa, yerbas, etc.,
son algunos de los ingredientes que requiere su confección, según la utilidad para lo cual es
creado.
Algunas ceremonias tienen como objeto la concentración de una energía fluídica tal
que termine por alcanzar, a distancia, al ser deseado. Ahí radica el encantamiento sexual. A
este tipo de ceremoniales se agregan las sesiones rituales que una mujer —en su casa o en
cualquier otro lugar— realiza para propiciar emociones sexuales con finalidades a menudo
eróticas.120 La magia reúne una compleja entidad cultural que remite a una función
creencias.121
al ambiente místico que gobernó a lo largo del siglo XVII, pues «para el indio, y también
divino y lo humano, entre la vida y la muerte, sino, por lo contrario una dependencia mutua
anímicas que producían una causalidad de índole mágica y conceptos del tiempo, del
fuerza dinamizadora a causa de la interacción con la energía de los cuerpos. Es decir, los
inherencia con otros cuerpos, sin que ésta sea reproducida a un fin determinado. Al someter
idea de una identidad consustancial entre una persona y su imagen, al que se le impone su
papel.123
En Yucatán el único testimonio acerca del uso de los fetiches lo proporciona una tal
Juana Rosado. La española oyó mencionar que los indios «decían que para que el hombre
aborreciese a otra mujer que tenía por mal amistad y la quisiese a ella, pondrían a la puerta
121
Serge Gruzinski, La colonización de lo imaginario, pág. 200.
122
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, pág. 77.
123
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, págs. 213-214. Sobre el empleo de muñecos para causar daño
véase Noemí Quezada, Enfermedad y maleficio, págs. 65-66.
57
de la tal mujer unos muñecos con pelos y que de este modo quedaría encantado y la quería
mucho».124
Una técnica africana relativa a este tipo de magia se expresó en 1672. La magia
contaminante opera a partir de la idea que los cuerpos adhieren a su materia la inherencia a
la cual se hallan unida, permitiendo que a cualquier distancia pueda actuarse sobre la
deshonestas con Gaspar de Ayala hasta que la abandonó, por este motivo buscó un remedio
para solucionar su mal de amores; para tal fin entregó a una hechicera unos guantes que
pertenecían a Ayala. Al día siguiente se los regresó junto con una jícara llena de agua y
rosas, que posteriormente derramó desde debajo la cama hasta la puerta de la calle de su
falleció.125
un individuo en un cuerpo de tal manera que el objeto irradiaba una inmisión que
cinco cosas amarillas, que se ponía debajo del brazo izquierdo durante nueve días,
124
“Testimonio de Ignacia López” (16 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fols. 206-206v.
125
“Testimonio de Doña Juana de Bobadilla” (1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 249v. El pbro. Br.
Fernando Pacheco, amancebado con Agustina Novelo, fue encantado con un hechizo confeccionado con su
ropa y unos polvos (“Testimonio de Viviana Novelo” [25 de marzo de 1672], AGNM, Inquisición, vol. 621,
fol. 265).
58
El vasto conocimiento del medio ambiente permitía a los indígenas poseer un inmenso
papel relevante en la magia erótica. De las hierbas se elaboraban polvos que permitían
España. De igual manera, en los usos mágicos del Yucatán del siglo XVII, éstas tuvieron
un empleo de significativa importancia. Igual que otras formas de encantar, eran modos
de mayo de 1620, se expresaba contra todos: «los que toman o dan a otros ciertas bebidas
de yerbas o raíces, como la llamada peyote, yerba de Santa María u otro nombre, con que
se enagenan y entorpecen los sentidos, y las representaciones fantásticas que allí tienen
juzgar».127 En el mismo tenor, el edicto de 19 de junio del mismo año también prohibía el
uso del peyote y cualquier otra yerba que tuviera los mismos efectos.
Una carta del obispo de Yucatán, Gonzalo de Salazar al Santo Oficio, fechada en
de él, ni por obra ni por palabra le hay en todo este obispado, antes se ha seguido, de
haberle publicado, pretender saber qué es el peyote para adivinar. Dígolo por que está tan
quitado de esto esta tierra que ni aun por el nombre le conoce». 128 A pesar de la afirmación,
126
Relaciones histórico-geográficas de la gobernación de Yucatán, Relación de Mérida, pág. 78; Relación de
Titzal y Tixtual, pág. 329; Relación de Motul, pág. 272; Relación de Tekit, pág. 288; Relación de Tekal, pág.
443.
127
“Compendio y Summario del Edicto General de la Fe y casos en él contenidos” (5 de mayo de 1620),
AGNM, Edictos de la Santa y General Inquisición, vol. 1, exp. 28, fol. 27.
128
“Carta del Obispo de Yucatán al Santo Oficio de México” (1620), AGNM, Inquisición, vol. 486, fol. 133v.
59
seis años más tarde una mujer declaró que en el propio año de 1616 un marinero le había
dado una frutilla llamada peyote, cuyo uso provocaba embriaguez y en ese estado podía
Asimismo, el puyomate130 era otra yerba procedente del Valle de México que tenía
persona a otra. Melchora González, vecina de Campeche, dio testimonio que la planta se la
proporcionó un marinero llamado Manuel, quien le aseguró que dándosela a los hombres
«no la dejarían en toda su vida».131 Catalina Rodríguez de Naxara la recibió del marinero
encanto de unos maíces en un calabazo, logró que un hombre no abandonara a su nieta. 133
La mestiza viuda Ana Magaña encantaba a su marido, para atraerlo y amainarlo, arrojando
Los bebedizos fueron empleados con gran frecuencia como absorbentes y disolventes de
otros sustancias, tales como pétalos, polvos, semillas o ciertas yerbas. En este renglón
129
“Testimonios de Catalina Rodríguez de Naxara” (17 de septiembre y 10 de diciembre de 1626), AGNM,
Inquisición, vol. 360, fols. 273v, 617v.
130
El puyomate es una planta indígena empleada en la técnica amatoria que posee virtudes especiales gracias
al olor penetrante de su raíz, su forma de órganos genitales, su color, sus atados y envolturas; además su
propio nombre sugiere asociaciones sexuales (Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, págs. 162-163).
131
“Testimonio de Melchora González” (11 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fols. 273-
273v.
132
“Testimonio de Catalina Rodríguez de Naxara” (10 de diciembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360,
fol. 272v.
133
“Testimonio de Beatríz Martínez” (24 de mayo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 179.
134
“Testimonio de María Méndez, mestiza conocida como la Homá” (14 de octubre de 1672), AGNM,
Inquisición, vol. 621, fol. 239.
60
aparecen varios tipos de ingredientes. El pozol, es una bebida preparada con maíz
semicocido y disuelto en agua, cuya función es meramente alimentaria, pero que resultaba
muy útil para agregarle algún compuesto de otra naturaleza. El balché (Lonchocarpus
árbol del mismo nombre con una miel, y su utilidad como depósito de algún ingrediente
con fines amorosos era muy particular. Desde principios de la colonia el uso de esta bebida
trató de prohibirse o al menos de restringirse, pues se alegaba que lo ingerían cuando había
Los caldos y sopas fueron muy recurridas por las mujeres a la hora de proporcionar
el hechizo en función. El chocolate también fue una bebida prehispánica con fines rituales
que regularmente se utilizó para disolver una sustancia para causar algún efecto en una
persona.
Behar asume que la ingestión por vía de los alimentos era el medio más efectivo
para transmitir las sustancias del hechizo, pues al ingerirlas, esas sustancias llegan directa y
menstruación o el agua empleada para lavar las partes íntimas en la elaboración de los
lógica que operaba en este proceder es la extensión metafórica, por medio de la cual la
dominar o atraer al hombre que las consume. La creencia de que los alimentos solían ser
empleados para dañar y no para nutrir daba a las mujeres un poder muy real y específico
que podía servir como mecanismo de defensa contra el abusivo dominio masculino.
135
Relaciones histórico-geográficas de la gobernación de Yucatán, Relación de Motul, pág. 272.
61
Asimismo, quizás el que dieran a los hombres comida embrujada era otra manera de
invertir, sexual más que socialmente, el orden de las cosas: la forma de penetrar el cuerpo
orina y las eses fecales como materia amorosa, por lo general suministrados en chocolate. 136
significado, pues la ingestión se considera como un medio eficaz para transmitir las
sensorial del hombre. A menudo, su empleo se asoció con polvos y yerbas mezcladas con
que frecuentemente la maltrataba. Para lograr su cometido una india, Lucía Puc, le entregó
unos polvos que cuando le preparó chocolate, los mezcló con su sangre menstrual. 137 Juana
Rosales ofreció de beber a un hombre un hechizo vertido en el chocolate, con la mezcla del
sudor de sus pies y las puntas de sus cabellos, para que siempre estuviera a su voluntad.138
tostando vellos púbicos, puntas de uñas y pedazos de una camisa, después preparó
chocolate con el agua que había usado para lavarse la menstruación. 139 A veces remojaba
una cáscara de palo del árbol del balché «de que usan mucho los indios para embriagarse y
136
Ruth Behar, «Brujería sexual, colonialismo y poderes femeninos...», pág. 199.
*
A veces, el hechizo administrado oralmente también recibía el nombre de veneno.
137
“Testimonio de Mechora González” (11 de septiembre de 1626), AGNM, Inquisición, vol. 360, fol. 273.
138
“Testimonio de Ignacia López” (19 de marzo de 1872), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 207-207v; véase
también “Testimonio de Catalina Gertrudis de Trejo, soltera” (23 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición,
vol. 621, exp. 2, fol. 24.
139
“Testimonio de María de Casanova” (18 de septiembre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 620, exp. 7, fol.
600.
62
idolatrar, y que la comida que hacía para enviar al hombre con quien trataba, la ofrecía con
dicha agua remojada a los tigres [léase ídolos] para que trajesen con brevedad a su
galán».140
caldos, o sea hechizos con cualidades deletéreas. «El resentimiento de las mujeres ante el
desamor, el abandono, el desprecio y el maltrato que sufrían de manos del ser amado,
provocaba la desesperación que las orillaba a buscar la muerte de éste». 141 La mulata Isabel
mató a un hombre cuando diluyó un hechizo en el caldo de sus alimentos. 142 Ignacio de
Rua también corrió con la misma suerte después de abandonar a una mulata libre con quien
una jícara de pozol «y que habiéndolo bebido sintió luego cortado y que le comía todo el
rostro, y que habiendo venido en casa de esta conteste, su ama, comenzó a hincharse y que
se le puso muy levantado el vientre y que también vomitaba sangre [...] se le fue agravando
origen animal. La cocina mágica tenía un papel relevante en el ritual. El gallo, la gallina, el
gato, el sapo, los huesos de animales y partes corpóreas humanas (uñas, vellos y cabellos,
material visceral) formaron parte del enorme catálogo que disponía para confeccionar un
140
“Testimonio de María de Casanova” (18 de septiembre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 620, exp. 7, fol.
600.
141
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVII», págs. 362-363.
142
“Testimonio de Magdalena Andueza” (22 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 299.
143
“Testimonio de Catalina de Rua” (15 de septiembre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, exp. 14, fols.
359-359v.
63
hechizo. Otros componentes familiares para la elaboración de las fórmulas mágicas fueron
el huevo, las hierbas aromáticas, el vinagre, la sal, el aceite y el aguardiente. Los soplidos
se alternaron con las oraciones pretendiendo alcanzar los socorros divinos; la sangre
especialmente de las zonas erógenas o de las consideradas como tales —los órganos
un uso muy difundido entre las mujeres. Las prácticas mágicas eran diversas y
desprecio hacia la mujer. Para lograr un mejor trato de su marido, unas mujeres de
pedazos, uno de los cuales enterraría «por donde había de pasar su marido y otro lo echara
a la puerta de la casa, también por donde había de pasar el marido cuando viniera». De
igual forma, podía mantenerse hechizada a una persona enterrando un cuerpo. Isabel
A menudo las mujeres emplearon amuletos para atraer a los hombres. Juana
Rosales pidió a un indio un hueso de mico para que los hombres la enamoraran.146
Las partes del cuerpo también se consideraban con poder mágico. A veces fueron
144
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, págs. 165-166.
145
“Testimonio del Br. Joseph de Herrera” (17 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 7, fol.
276.
146
“Testimonio de Ignacia López” (20 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fols. 208-208v.
Sobre el uso de amuletos en la Nueva España véase Luis González y González, «El siglo mágico», pág. 71.
64
o bien las uñas, aunque lo más empleado como materia amatoria eran los cabellos—. El
uso de los vellos del mons veneris coadyuva desde luego el objeto amoroso. 147 Una mulata
el bajel «Coxon de Brea» que había partido a la Nueva España, regresaría por ella porque
le había quitado un botón de su pañuelo «y unos pelos de debajo de los brazos y de otras
parte secretas».148
poder mágico que provocaba el sueño.149 En Campeche su uso se hallaba muy extendido,
debido a que hay testimonios certificando que muchas mujeres hechizaron a sus maridos
con tierra de sepultura. Una vez encantados se dormían profundamente y las mujeres
recibían las visitas nocturnas de sus amantes. En 1672, Joseph de Herrera declaró que en
cierta ocasión un hombre fue a la casa de una mujer con el fin de hacerle “espaldas” y sin
147
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, pág. 165.
148
“Testimonio de Ana López” (17 de diciembre de 1658), AGNM, Inquisición, vol. 443, exp. 6, fol. 495. En
Sudamérica, un hechizo para evitar el abandono de una mujer se elabora mezclando en el café las cenizas de
siete vellos púbicos y tres de la axila izquierda (Jacques Finné, Erotismo y brujería, pág. 124).
149
“Testimonio de Ignacia López” (19 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 626, fol. 207v.
150
“Testimonio del Br. Joseph de Herrera” (17 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 6, fols.
276v-277.
65
La ligadura
expresaba por medios benéficos, sino que eventualmente ciertas mujeres recurrieron a la
técnica amatoria dispone de procedimientos eficaces que aseguran la ligadura del amante.
Con la ligadura se busca una dúplice finalidad: la una de carácter asertivo, tiende a
incrementar el amor del amante; la otra, de signo negativo, se dirige a impedir al amante
otro objeto de amor que no sea la persona con quien se halla ligado [... y se recurre, para tal
efecto] a polvos, gusanos, alimentos tomados del vómito, agua de lavadura, líquido
seminal, yerbas y aves, lazos conjugados o al simple conjuro, siguiendo en todos los casos
la erección. Era provocada por celos, despecho, amor u odio de la esposa, de la manceba
Una ligadura podía ser truncada mediante un contrahechizo. Leonor de Medina ligó
al capitán Farías «para que no pudiese conocer a otra mujer ninguna», pero debido a que la
soltera Ana María Avendaño deseaba establecer una relación con él, solicitó a la afamada
151
“Testimonio del Br. Joseph de Herrera” (17 de marzo de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 627, exp. 6, fol.
276v.
152
Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, pág. 166.
153
Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo XVI», pág. 283.
66
hechicera Ixcach, «por que la dicha india sabía curar de aquella enfermedad», y en efecto
hechizado por una india, del que Brígida Pacheco estaba prendada.155
una mestiza o castiza llamada Antonia Valencia. El poder de la ligadura la realizó la vieja
india Juana Chan, conocida como Ixnuc Chan, favoreció que durante cuatro años estuviera
en la voluntad de la mujer, haciendo lo que ella deseaba, siendo «tanto el amor siego que le
tuvo que le llegó a olvidar de sí y de las obligaciones de casado, hallándose tan perdido con
ella». Al percatarse del hechizo, logró desencantarse por medio de la misma hechicera. 156
causando un daño similar a las mujeres que lo habían ligado. Por consejos de un indio
mató a un caballo y puso al fuego las carnes (obviamente también debió utilizar un
determinado ritual). La ruptura del hechizo provocó en las mujeres “atontamiento”. 157
de uno de sus hijos, que si lo deseaba enviaría por Diego de la Rocha, conocido como «el
chiapaneco», para que por medio de sus artes disolviera el matrimonio o matara a la mujer
con quien su hijo quería contraer nupcias (lo tenía ligado), haciendo que su hijo aborreciera
a la mujer.158
154
“Testimonio de Juana González de Prado” y “Testimonio de Isabel de Mora” (19 de septiembre y 12 de
agosto de 1616), AGNM, Inquisición, vol. 316, fol. 319, 317. No obstante, Quezada sostiene que el único
modo de desligar era teniendo una relación sexual completa y satisfactoria con la que lo había ligado,
poseyéndola y sometiéndola, vencía el daño al colocarla en su exacta condición sin permitirle la iniciativa, ni
el derecho de elección, el triunfo del hombre sobre la mujer (Noemí Quezada, «Sexualidad y magia... siglo
XVI», pág. 283).
155
“Testimonio de Brígida Pacheco” (14 de septiembre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fols. 139-140.
156
“Testimonios de Diego de Aguilar” (7 de septiembre de 1672 y 3 de febrero de 1673), AGNM, Inquisición,
vol. 621, fols. 184v, 185v, 186.
157
“Testimonio de Lorenza Márquez” (22 de abril de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 624, exp. 7, fol. 171.
158
“Testimonio de Brígida Pacheco” (14 de septiembre de 1672), AGNM, Inquisición, vol. 621, fol. 138v.
67
CONSIDERACIONES FINALES
Existieron muchas formas de transgredir el orden natural (divino) de las cosas. Una de las
practicada en la provincia de Yucatán durante el siglo XVII fue el reflejo de una sociedad
eclipsada de valores sociales y culturales que motivaron formas contrarias a los principios
religiosos. La religiosidad integró una cultura que trató de expresar modos de conducta y
las buenas costumbres. De esta constante emanó una estructura normativa regulada por
desarrollo de una importante actividad contraria a los estatutos católicos. Las antiguas
muchos de ellos, a la vez que les temían y buscaban su protección en caso de necesidad:
para librar a una vaca del mal de ojo, ahuyentar la maldición de un campo, aliviar una
abundantes al respecto.
provincia de Yucatán durante el siglo XVII fue reflejo de una sociedad de su tiempo que la
empleó en su beneficio y para los fines que creyó más convenientes. Las mujeres que
159
Nancy M. Farriss, La sociedad maya bajo el dominio colonial, pág. 459.
68
hicieron uso del «encantamiento de hombres» expresaron con sus acciones reclamos por el
control de la voluntad masculina que muchas veces carecía de la debida prudencia para
conducirse en el hogar o en la forma de tratarla como esposa. La magia erótica actuó como
servicios de alguna hechicera, muchas mujeres rompían con el adagio de que las
grupos.
Uno de los modos en que también operaba fue el del necesario erótico-sexual, sobre
todo en aquellas mujeres que habían enviudado o aún se mantenían solteras; aunque
también fue utilizada por familias que deseaban conseguir para sus hijas matrimonios
La magia erótica sólo tuvo trascendencia cuando formó parte de los valores
tuvieran contacto con las encantadoras o, al menos, conocimiento de ellas. En este sentido,
la servidumbre de las casas españolas jugó un papel importante; muchas veces eran
personas oriundas de pueblos indígenas o de las comunidades de castas, donde tenían lazos
amistosos o de cualquier otro tipo que les facilitaba extraordinariamente conocer a las
hechiceras o algún remedio para los males de amores de sus amas. Por lo general, las
Algunas veces eran las propias españolas las que solicitaban ayuda de sus criadas,
mientras que en otras la servidumbre voluntariamente intercedía para ayudar a sus señoras.
Las redes empezaron a establecerse y a fomentarse cuando los recursos mediadores rendían
La relativa facilidad para acercarse a algún conocedor de dotes mágicas también fue
población asentada en la provincia proviniera de regiones con una rica tradición mágica.
De este modo, su anterior inherencia cultural fue incorporada y adaptada al nuevo contexto
cultural. La hechicería colonial yucateca logró conciliar los recursos que las herencias
connotadamente más amplio, a la vez de poseer bases técnicas y esotéricas más vastas que
de crear conflicto por la permanencia de una u otra, fue la vía para el mejor ejercicio de la
intercambios recíprocos fueron una respuesta a las prioridades que la colectividad exigía:
siempre poseer los recursos adecuados para solventar las carencias de alguna tradición;
muy pronto un sistema mágico subsanaba deficiencias al complementarse con otro sistema.
Se buscaba la perfección de recursos y prácticas, pero para ello fue necesario un largo
proceso.
70
por ende, satisfacer los requerimientos de orden sexual y social. Además, la aceptación y
causa verdadera expectación al lector moderno de los expedientes del ramo Inquisición del
Archivo General de la Nación. La magia erótica disfrutó de tal aceptación que los
mágico actuaba transformando, para la mujer, el orden normal de la sociedad; el varón era
el sujeto que conducía y estructuraba las conductas y relaciones con la mujer. Por medio de
hechizos, la mujer poseía la capacidad de disponer de nuevas reglas en las cuales ella era la
desesperada y a las constantes tensiones que sufría como miembro de la sociedad. En tal
caso, la magia erótica se convirtió en un recurso empleado para estructurar un nuevo orden
Este dominio se observa claramente cuando la mujer hacía uso de la «ligadura», es decir
una manera de disponer del varón en forma exclusiva; aunque tampoco faltó aquella que
71
sustancia que finalmente le provocaría la muerte; también se advierte cuando por medio de
algún recurso controló los impulsos violentos del marido o cuando empleó medios que
producían un profundo sueño al marido, lo cual le permitía la visita del amante furtivo.
Otras formas de expresar el control del albedrío masculino era logrando que éste se casara
con ella aun sin desearlo o simplemente evitando que la abandonara. Estos ejemplos, son
voluntad masculina.
amancebamiento de parte del marido. Tal situación orilló a las mujeres a solicitar los
servicios de la magia, pues con este medio creían poder transformar la coyuntura social de
que era a partir de sus medios que podían establecer el «control», tener la «voluntad» o
de realizar.
escandalosa de la mujer española, la tolerancia para con el hombre se extendía casi a todos
los niveles. No escasamente reiteradas fueron las acusaciones de las mujeres que en el acto
condición social. Lo cierto es que durante el periodo colonial las concepciones sobre la
españolas) dentro de la moral católica; mientras que los varones contaban con una mayor
tolerancia para disfrutar de relaciones consideradas como ilícitas. Por tal razón, para los
hombres el empleo de la magia no logró constituirse como un factor necesario ya que era
relativamente fácil tener relaciones con una mujer de casta o indígena, más susceptibles que
definir como un núcleo social anómico de la sociedad colonial; con sus actitudes contrarias
reducido grupo que rompía con los predicamentos de moralidad y sexualidad que traían
La magia también se caracterizó por una función social. Se define en virtud de que
la mujer, mediante su empleo tendía a revertir la actitud masculina, pues al irrumpir en las
papel de conducta que correspondía al varón. Era una forma de autovaloración social que
una jerarquía social —más de orden psicológico que social—, a partir del uso de la magia,
disposiciones religiosas e, incluso, civiles, muchas personas hicieron caso omiso de las
Existía una notoria “falta de respeto” a las formas de comportamiento exigidas por
disfrutar de ciertas prerrogativas de las que antes se carecían. Las mujeres que emplearon
este recurso simplemente actuaron pensando en su beneficio, algunas sabían que estaban
transgrediendo las pautas exigidas por la sana moralidad y se ocultaban, pero otras debido a