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La hora que cambia al mundo

Plan práctico de oración personal

Esta breve sinopsis del libro ofrece sugerencias prácticas sobre cómo los lectores pueden revitalizar
su vida de oración. Eastman desafía a los cristianos a pasar una hora al día en oración, y describe un
programa de oración de doce pasos para ayudarlos a lograr la tarea. Al dividir una hora en doce "puntos
de enfoque" de cinco minutos, como la alabanza, la espera, la confesión y la oración bíblica, los
creyentes desarrollarán un hábito más constante de oración diaria. La hora que cambia el mundo se basa
en gran medida en las Escrituras y los escritores devocionales clásicos. Lamentablemente, este libro,
publicado por primera vez por en 1978 que llego a venderse decenas de miles de ejemplares no se ha
vuelto a editar en español. Hay una nueva edición solo disponible en inglés, con motivo del 25
aniversario, con un nuevo prólogo de Joni Eareckson Tada, en el que escribe: "La hora que cambia el
mundo puede parecer pequeña y modesta, pero no se deje engañar por su tamaño. ideas sobre la oración,
repletas de testimonios de guerreros de oración de años pasados, rebosantes de sugerencias prácticas
que lo ayudarán a crear un tiempo de alabanza e intercesión con un propósito, el libro de Dick Eastman
es posiblemente el libro sobre la oración más importante escrito en los tiempos modernos

¿Conque no pudieron velar una hora junto a Mí? 41 Velen y oren para que no entren en tentación; el
espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26: 40-41 NBLA

Desafío de Jesús a sus discípulos:

El propósito de este “Plan Práctico Para La Oración Personal” es permitir al creyente que pueda
conseguir en la oración el deleite de su vida diaria, el cual va a elevarle a experiencias nunca antes
vividas, a descubrir “cosas grandes y ocultas” del poder y la abundancia de Dios para sí mismo y para
otros.
La hora de oración está dividida en doce segmentos de cinco minutos cada uno. Método en que la
persona disfruta orando, y trae contentamiento a nuestro Padre celestial. Cómo podemos observar en el
diagrama que acompaña este estudio.

1. Alabanza
Un acto de adoración a la Divinidad
• Comenzamos verbalizando una alabanza para Dios, esto indica que estamos reconociendo a Dios
como Dios.
• Jesús les dejó a sus discípulos una sola oración como ejemplo en la cual basar sus oraciones. (Mt
6:9-13).
• Las primeras once palabras de esta importante oración nos proporcionan una base bíblica para
comenzar toda oración con un tiempo de alabanza: “Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre” (v 6)
• Santificar significa “reverenciar”; “hacer santo”; “apartar algo del uso común para un uso
exclusivo y único”.
• La alabanza es más que un simple aspecto de la oración. Es un modo de vida.
• El fin principal que debernos proponernos es llegar a ser, en esta vida, los más perfectos
adoradores de Dios que nos sea posible.

¿Por qué colocar en primer lugar la alabanza?


• Porque Jesús lo hizo.
• Porque al alabar a Dios, declaramos su soberanía y reconocemos su naturaleza y su poder.
• Porque quitamos del centro al “yo”. La alabanza y la adoración demandan un cambio de centro,
del “yo” a “Dios”.
• En 2Cr 5:13-14 Fue la voz de la alabanza la que hizo descender la gloria de Dios que “llenó la
casa”.
• En el Salmo 22:3 se nos recuerda que Él habita “entre las alabanzas” de su pueblo. Dios
manifiesta su presencia viviente en el aposento de oración saturado de alabanza.
• En la alabanza, unimos todos los hechos que conocemos acerca de Dios y los expresamos con
las palabras.
• Es una ofrenda que le damos a Dios: “ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él (Jesucristo),
sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (Heb 13:15).
• Sugerencias: Alabemos a Dios por su Nombre (Sal 115:1), por su Justicia (Sal 35:28), por su
Creación (Sal 150:2), por su Palabra (Sal 56:10; 19:7-9).

Señor, ¡Enséñame a adorarte!


1. Apartemos un tiempo al comienzo de nuestra oración únicamente para alabar a Dios.
2. Seleccionemos un tema específico de alabanza, como la justicia de Dios, su Palabra, su
Creación.
3. Haciendo uso del tema seleccionado, expresemos vocalmente todo lo que Dios es.
4. Ampliemos el tema hasta donde le sea posible. A medida que transcurre el tiempo de alabanza,
permitamos que Dios nos revele nuevos temas para la adoración.

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2. La espera
Un acto de sumisión del alma
• Esperar es un tiempo de amor silencioso.
• En este silencio espiritual de amor y comunión con Dios, nos renovamos para para servirle cada
vez mejor.
• La Biblia contiene numerosas indicaciones respecto esperar: "esperare en tu nombre (Sal 52:9),
"En Dios solamente está acallad mi alma" (Sal 62:1), "Mi alma espera al Seño más que los
centinelas a la mañana" (Sal 130:6), "Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas" (ls
40:31).
• La espera es un tiempo de amor en silencio. En la espera decimos suavemente: "Dios, te amo."

Una relación de amor espiritual


• En gran medida el tiempo que dedicamos a la espera pudiéramos llamarlo "adoración sin
palabras". Es una relación de amor espiritual con una íntima unión sobrenatural. El profesor Ole
Hallesby llamó a esta intimidad "la comunión del alma con Dios en la oración".
• Juan de Damasco, el antiguo teólogo griego, definió la espera como "la elevación de la mente
hacia Dios.
• La más elevada adoración consiste en asociarnos totalmente con Él.
• Es la forma más íntima de comunión en que la criatura adora a su Creador, lo finito ante lo
Infinito, lo frágil ante el Todopoderoso, la nada ante el Todo.
• Es un paso importante que nos prepara para la confesión.
• Esperar en silencio equivale a despedirse de la conversación terrenal y de la atención a ella. Es ese
puente vital que nos lleva del mundo carnal al espiritual.
• Este silencioso rendimiento del alma a Dios nos abre la puerta hacia el plano superior de su divino
amor.
• "Paso una gran parte de mi tiempo -dijo Robert Murray McCheyne- sintonizando mi corazón para
la oración. Es el eslabón divino que conecta la tierra con el cielo."
• Tanto Moisés como el apóstol Pablo tuvieron un tiempo de espera (capacitación) antes de que sus
ministerios se iniciaran y desarrollaran.

Dedique un tiempo a esperar en el Señor


• Dediquemos un tiempo en la intimidad de nuestro cuarto a postrarnos y adorar, y esperemos en Él
hasta que se nos revele y tome posesión de nosotros, y salga con nosotros para demostrarnos cómo
puede un hombre vivir y andar en permanente comunión con el Él.
• El profeta Zacarías dijo: "Calle toda carne delante del Señor; porque él se ha levantado de su santa
morada." (Zac 2:13).
• Esforcémonos por dedicar los primeros momentos de nuestra hora de oración a compartir
silenciosamente con el Señor. Esperemos paciente¬ mente un vislumbre mayor de su infinita
gloria.

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Señor, ¡Enséñame a esperar!
1. Después de los momentos de alabanza, pongamos nuestra mente y espíritu en completo silencio en
relación al mundo.
2. No pensemos sino pensamientos de Dios el Padre, su Hijo Jesucristo, o del Espíritu Santo.
3. Expresemos palabras, que sean apacibles susurros como: "Te amo, Señor", o "Anhelo mucho tu
presencia, oh Dios".
4. En estos minutos de silencio, concentremos toda nuestra atención en el aspecto amoroso de la
naturaleza de Dios.

3. Confesión
Un acto de admisión declarada
• La palabra griega del Nuevo Testamento que se tradujo confesar, significa, estar de acuerdo con
Dios en lo que se refiere a la opinión que Él tiene sobre cualquier asunto. También significa
admitir mi culpa.
• Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en lo que se refiere al
pecado en nuestra vida, tal como Él nos lo ha revelado en su Palabra.
• La confesión es un sincero reconocimiento de lo que somos. Confesamos nuestros pecados
porque necesitamos reconocer que hemos pecado, no porque Dios lo necesita saber.
• Mi vida de oración jamás podrá ser superior a mi vida personal en Jesucristo. Si mi vida
personal se mezcla demasiado con el mundo mi vida de oración sufre. El salmista dice esto de
manera clara: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría
escuchado." (Sal 66:18).
• La confesión es la parte más dolorosa de la oración personal. La confesión específica y sincera
de nuestros propios pecados no es un ejercicio gozoso; y el hecho de despreciarnos a nosotros
mismos, aunque sea saludable, no es agradable. Pero nos permite que lo malo salga plenamente
a la luz, sin excusa y con propio. Al fin y al cabo, es inútil que aparentemos delante de Dios.
• Este acto de declarada admisión le proporciona a Dios acceso a nuestro corazón, y quita todos
los obstáculos para la oración eficaz. Bien pudiera describirse como una obra de cirugía
espiritual. La confesión sana la herida que el pecado ha producido en nuestros corazones.
• El Espíritu Santo obra mejor por medio de un vaso limpio, y la confesión comienza ese proceso
de purificación.

La necesidad de la confesión
• Spurgeon señala: "Una oración sin arrepentimiento, no tiene aceptación. Si sobre ella no ha
caído ninguna lágrima, está marchita. Tiene que haber confesión de pecado delante de Dios; de
lo contrario, nuestra oración es defectuosa."
• David nos ofrece un modelo práctico de cuatro partes (Sal 51:10-11). David pide:
1. Santidad divina: “crea en mi un corazón limpio”.

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2. Una actitud divina: “renueva un espíritu recto dentro de mí”.
3. Dirección divina: “No me eches de delante de ti”.
4. Unción divina: “no quites de mí tu santo Espíritu”.

Tiempo para la limpieza del templo


• “Y entrando los sacerdotes dentro de la casa del Señor para limpiarla, sacaron toda la inmundicia
que hallaron en el templo del Señor, al atrio de la casa del Señor; y de allí los levitas la llevaron
fuera al torrente de Cedrón.” (2Cr 29:16).
• “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Co 6:19).

Señor, ¡Enséñame a Confesar!


1. Inmediatamente después del tiempo de espera silenciosa, pidamos a Dios que escudriñe nuestro
corazón para ver si hay algún pecado no confesado.
2. Examinemos mentalmente nuestras actividades recientes para descubrir posibles fallas que sea
necesario confesar.
3. Confesemos cualesquier pecado específico de que nos sintamos culpables, bien sea contra Dios
o contra el prójimo.
4. Confesemos que necesitamos la dirección divina y la unción sobrenatural de Dios. 4. Oración
saturada de Biblia

4. Oración saturada de Biblia


Un acto de apropiación por fe
¡Mientras aplicamos sistemáticamente la Palabra de Dios a la oración, comenzamos a entender cuanto
poder Dios tiene disponible para nosotros!
• Jesús señalo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios.” (Mt 4:4).
• Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Ro 10:17).
• Una medida plena de la Palabra de Dios y de oración cada día, nos da una vida saludable y
poderosa.
• Nuestro tiempo de oración, no importa cuán intenso sea, nunca está verdaderamente completo sin
el alimento divino que sólo se halla en la Palabra de Dios.

Reclamar las promesas de Dios


• George Muller dijo: “Nunca he hecho una oración que no haya sido contestada”. Y señalo: “El
secreto de recibir respuestas a la oración está en la manera como el cristiano aplica la Palabra de
Dios mientras ora.”

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La oración enriquecida por la Palabra de Dios
• La Palabra de Dios es más que un mero fundamento para la oración eficaz; es la sustancia real de
ella.
• Al incluir la Palabra de Dios directamente en nuestra oración, estamos incluyendo directamente el
poder de Dios en nuestra oración.

El método de la oración saturada de Biblia


• Tres pasos recomendados para una oración saturada de Biblia:
1. Seleccionemos un texto (párrafo) de la Biblia.
2. Leamos cuidadosamente el texto seleccionado deslizando el dedo de versículo en
versículo, en el momento que descubramos una versículo (o dos) que impresione nuestro
corazón con una verdad particular, nos detenemos y meditamos en lo que el versículo nos
está diciendo y reflexionamos en cada aspecto de ese pasaje.
3. Evaluemos detenidamente la manera en que dicho pasaje pudiera transformarse en una
petición particular y construyamos una oración personal “enriquecida” con esa promesa
de Dios.
• Recordemos que nuestra meta, como guerreros de la oración, es desarrollar un hábito de devoción
que sea completo y bien equilibrado.

Señor, ¡Enséñame a reclamar tus promesas!


1. Cuando incluimos la Escritura en nuestra hora de devoción, pidamos a Dios que su Palabra
alimente nuestra naturaleza espiritual, así como el pan material alimenta el cuerpo físico.
2. Examinemos un pasaje, ya sea de los Evangelios, de las Epístolas del Nuevo Testamento, de los
Salmos o de los Proverbios. Busquemos con cuidado maneras específicas de aplicar cada
versículo a la oración.
3. Cuando estudiemos un versículo (o varios), preguntemos qué petición nos impulsa a hacer tal
pasaje, o qué promesa contiene que respalde directamente una petición específica.
4. Desarrollemos oraciones basadas en los pensamientos y frases de un versículo (o versículos) de
la Biblia, y hagamos esas oraciones con nuestra confianza puesta en el Señor.

5. La oración en vela
Un acto de conciencia mental
• Jesús nos mandó diciendo: "Velad y orad" (Mateo 26:41; Marcos 14:38), y Pablo también
exhorta a los creyentes señalando: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de
gracias" (Colosenses 4:2).
• Velar significa “estar despierto o vigilante”; es estar despierto a fin de vigilar. También puede
significar una “observación cuidadosa”, o “estar alerta”.

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• Velar en oración y súplica significa que tenemos la capacidad espiritual para discernir las
asechanzas de Satanás y descubrir el propósito y los medios de éste (1Pe 5:8).
• En el contexto de la batalla espiritual el apóstol pablo dijo: “. . . orando en todo tiempo con toda
oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos” (Ef 6:18).
• Para orar correctamente, tenemos que estar mentalmente alertas y vigilantes. Muchas oraciones
son entorpecidas por un estado de ánimo embotado y amodorrado.
• Como los vigilantes en las murallas de los tiempos bíblicos, nosotros debemos estar alertas y
atentos, no adormecidos y soñolientos. Debemos estar conscientes de los planes del enemigo (Is
26:6).
• La principal responsabilidad del guarda era la de advertir a los habitantes que se acercaban los
enemigos.

Un espíritu de vigilancia
• Debemos estar conscientes de los diversos modos en que Satanás trata de impedir la eficacia de
nuestra oración.
• Especialmente debemos guardamos de la oración carente de propósito.
• También tenemos que estar conscientes de las "asechanzas del diablo", en lo que se refiere al
plan de Dios en todo el mundo.

Los pasos que hay que dar para velar


• Desarrollemos un plan de oración que nos ayude a observar.
• En primer lugar, leamos artículos que nos permitan estar espiritualmente conscientes de las
necesidades específicas del mundo.
• En segundo lugar, durante la oración, reflexionemos acerca de las noticias del día. Los problemas
económicos, la sociedad civil, los cambios políticos y aun las condiciones meteorológicas que
pudieran afectar positiva o negativamente el cumplimiento de la Gran Comisión.
• Finalmente, y ciertamente lo más importante, pidamos a Dios la ayudad de su Espíritu Santo para
que nos indique exactamente qué debemos pedir en la oración, y en qué forma debemos hacerlo.
• Pablo les dijo a los creyentes de Roma: ''Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Ro 8:26,
27).
• En la Biblia se nos aconseja dos veces a "orar en el Espíritu" (Ef 6:18; Jud 20).
• Dios desea sinceramente revelarnos secretos especiales durante la oración, a fin de ayudamos a
orar más específicamente por necesidades particulares. Velar en oración es abrir nuestros ojos
espirituales para percibir tales secretos. Debemos permitir que el Espíritu Santo nos ilumine
durante la oración.

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• Pronto le será dada a nuestra oración una dimensión completamente nueva. Veremos lo que no es
posible ver.
• Ver y/o percibir en nuestro interior rostros de personas o circunstancias, de forma repetitiva, puede
ser una indicación de que el Espíritu Santo nos está guiando a orar en cierta dirección específica.
• Andrew Murray afirmó: "La gran lección para todo momento de oración es, ante todo, que usted
se encomiende a la dirección del Espíritu Santo, y dependiendo completamente de Él le conceda el
primer lugar; porque por medio de Él, su oración tendrá un valor que usted no puede ni imaginar,
y por medio de Él usted también aprenderá a expresar sus deseos en el nombre de Cristo."

Señor, ¡Enséñame a velar!


• Apartemos algunos minutos durante la oración para estar espiritualmente alerta. Vigilemos los
métodos que Satanás pudiera tratar de usar para impedir nuestro andar cristiano ese día.
Reclamemos en oración el poder para vencer a Satanás en cada uno de estos aspectos.
• Leamos páginas web de organizaciones eclesiásticas y/o de evangelización misionera, que nos
ayuden a estar alertas con respecto a las necesidades específicas que haya en la obra del Señor en
todo el mundo.
• Recordemos en la oración los diversos acontecimientos de noticias internacionales que merecen
oración especial.
• Pidamos a Dios que por su Espíritu Santo nos revele otros asuntos de tipo espiritual relacionados
con esas necesidades. Esto nos ayudará a orar con más inteligencia por dichas necesidades.

6. La intercesión
Un acto de intensa suplica
• La intercesión es el método usado por Dios para envolvernos completamente en sus planes de
salvación para la humanidad. Nos colocamos entre una persona y/o el mundo perdido y el Dios
Todopoderoso.
• La intercesión es el método de Dios para que sus seguidores participen de manera más completa
en la totalidad de su plan. De ningún otro modo puede el creyente llegar a participar tan
plenamente en la obra de Dios, especialmente en la obra de evangelización del mundo, como en
la oración intercesora.

El sello distintivo de la oración


• La intercesión constituye el alcance más amplio de la oración. No hay ninguna otra forma de
oración que se extienda a todo el mundo como la oración intercesora.
• E. M. Bounds explica: "La oración debe ser de amplia esfera de acción: debe suplicar por otros.
La intercesión a favor de otros es el sello distintivo de toda verdadera oración. . .La oración es el
alma del hombre movida suplicar a Dios a favor de los hombres.”
• La intercesión es mucho más que simplemente orar por otros. Es un intenso clamor, es
involucrarnos en una batalla real a favor de otros. Hay cierto espíritu de austeridad que debe
acompañar a gran parte de la intercesión.

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La oración centrada en los demás
• Jesús nos enseñó a orar de forma inclusiva (Mt 6:9-13): “Padre nuestro”, “el pan nuestro
dánoslo”, “perdónanos nuestras deudas”, “como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, “no
nos metas en la tentación”, “líbranos del mal”.
• E. M. Bounds señala: "Las oraciones a favor de los hombres son mucho más importantes que las
oraciones por las cosas, por cuanto los hombres conciernen más hondamente a la voluntad de
Dios y a la obra de Jesucristo que las cosas.”

El asunto de la repetición
• Jesús enseñó: "Y orando, no uséis vanas peticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos" (Mateo 6:7).
• Jesús no nos dice que no hagamos repeticiones, sino, que no hagamos “vanas” repeticiones
(repeticiones “huecas”, “vacías”) como “los gentiles” (personas que no conocen al Dios
verdadero).
• En Getsemaní, Jesús mismo hizo tres veces una oración, "diciendo las mismas palabras" (Mateo
26:44). El rey David repitió una oración de alabanza 26 veces en el Salmo 136.

La mención de las personas por su Nombre en la oración


• No una ni dos veces, sino en cuatro ocasiones específicas, el apóstol Pablo habló de "hacer
mención" de sus hermanos en la oración. A los creyentes de Roma les escribió: "Porque testigo
me es Dios. . . de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones" (Ro 1:9).

Señor, ¡Enséñame a interceder!


1. Preparémonos detenidamente para la intercesión, desarrollando un plan específico que incluya una
oración especial por la obra de Dios en todo el mundo.
2. Pidamos a Dios una nueva compasión para estos momentos de intercesión, a fin de que con
genuino interés nuestra oración alcance a los perdidos.
3. Ocupemos nuestro tiempo de intercesión con las cuatro peticiones bíblicas claves: pídale a Dios
que envíe más obreros a su mies, que abra puertas para esos obreros, que los bendiga dándoles
fruto como resultado de sus esfuerzos, y que les provea recursos económicos para extender su
obra.
4. Durante nuestro tiempo de intercesión, empeñémonos siempre en incluir países específicos y a sus
líderes.

7. La petición
Un acto de súplica personal
• La petición es pedirle a Dios específicamente por cosas personales. Esto no es egoísta ni anti
bíblico sino algo que estamos llamados a hacer.

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• "Al pedir, simbolizamos nuestro deseo, explicó E. Stanley Jones: “Hay algunas cosas que Dios no
dará hasta que las queramos suficientemente como para pedirlas."
Está bien decir que “pedir es la norma del reino". El autor de esta declaración, Carlos Spurgeon,
añade: "Es una regla que jamás será alterada en ningún caso. Si el Hijo real y divino de Dios no pudo
ser exceptuado de la regla de pedir para tener, usted y yo no podemos esperar que se suavice la regla a
nuestro favor.
• Es evidente que debemos expresar que dependemos de Cristo para toda necesidad. La petición
personal es nuestro medio de expresar esto.
• En primer lugar, la petición debe ser específica. Andrew Murray sugiere: "Su oración ha de ser tan
definida que pueda decir cuando salga de mi lugar de oración: 'Sé qué cosa le he pedido al Padre, y
espero la respuesta.' "
• En segundo lugar una petición deber ser completa. Evite peticiones superficiales cómo las
siguientes: "Señor, bendíceme"; o "Señor ayuda a los misioneros hoy”. Más bien, haga
definidamente cada petición. Cuanto más específica y completa sea la petición, tanto más fe
genera cuando la presentamos ante Dios.
• En tercer lugar la petición debe ser sincera. Las actitudes personales son importantes cuando se
trata de la petición. Tenemos que esforzarnos para presentar nuestras peticiones delante de Dios
con un espíritu recto.
• En cuarto lugar la petición debe ser sencilla e informal. La presentación de una petición debe ser
suficientemente completa para edificar la fe, pero la expresión debe ser sencilla. La elocuencia no
es necesaria para la oración eficaz.
Aún la petición más sencilla, como la de un niño, cuando se hace con fe, abre las puertas para los
milagros.

Señor, ¡Enséñame a pedir!


• Comencemos esta parte de la oración pidiendo a Dios que por su Espíritu Santo nos ayude a
expresar sólo aquellos deseos que hayan de honrarlo de manera especial.
• Hagamos una lista mental de las necesidades específicas que tenemos para ese día y presentemos
cada necesidad a Dios.
• Ampliemos con cuidado la petición: apartemos tiempo para explicarle a Dios por qué deseamos
que Él le conteste esa petición.
• Examinemos los motivos que tenemos para hacer una petición. Aseguremos que sean puros ante
los ojos de Dios.

8. La acción de gracias
Un acto de reconocimiento
Este es un acto en el que expresamos gratitud a Dios por las bendiciones que Él nos ha dado.

La actitud de la acción de gracias


• La acción de gracias nos ayuda a concentrarnos en la fidelidad de Dios.

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• Pablo señala: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados,
abundando en acciones de gracias.” (Col 2:6-7).
• También nos dice Pablo: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.” (Col
4:2), y “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filip 4:6)

La confesión de las bendiciones


• Durante este aspecto de la oración reconocemos todas las bendiciones de la vida y las
confesamos delante de Dios.
• Agradecer es la actitud correcta ante Dios por su bondad. ¿Qué otra cosa pudiéramos dar a Dios
que no sea la alabanza y la acción de gracias? El salmista declaró "¿Qué pagaré al Señor por
todos sus beneficios para conmigo?" (Sal 116:12). Más adelante él responde: "Te ofreceré
sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor" (v 17).
• Antes de resucitar a Lázaro Jesús exclamo, por adelantado, diciendo: “Padre, gracias te doy por
haberme oído.” (Jn 11:41).

Ofrendas de Acción de gracias


• Estemos conscientes de aquellas cosas específicas que Jesús ha hecho a nuestro favor. Luego
expresemos verbalmente esas bendiciones.
• La acción de gracias comienza cuando clasificamos mentalmente las cosas específicas que Dios
ha hecho por nosotros, de tal modo que podamos expresar con palabras esas bendiciones.

Gratitud por las bendiciones pasadas


• Al buscar un punto de enfoque para este tipo de acción de gracias, debemos echar una mirada a
experiencias pasadas. Tal vez Dios nos concedió algún favor específico o alguna bendición
particular hace tiempo atrás, por la que no le hemos expresado gratitud.
• Pablo, dirigiéndose a los creyentes de Éfeso, describe la acción de gracias como ilimitada:
". . .Sed llenos del Espíritu. . . dando siempre gracias por todo al Dios y Padre" (Ef 5:18, 20). A
los tesalonicenses, Pablo añade: ''Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para
con vosotros en Cristo Jesús" (1Tes 5:18).
• En cada situación de la vida, sin importar la dificultad que presente, podemos descubrir un
motivo para la acción de gracias.

Señor, ¡Enséñame a dar gracias!


1. Comencemos la acción de gracias pensando en todo lo que Dios nos ha dado en días recientes.
2. Usemos estos momentos de reflexión como base para dar gracias por las bendiciones espirituales,
materiales, físicas y externas.

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3. Demos gracias a Dios por adelantado, por las bendiciones que esperamos que Él le conceda en el
futuro.
4. Demos gracias a Dios a lo menos por una bendición particular por la que nunca antes le habíamos
dado gracias.

9. El canto
Un acto de adoración melódica
• Componer un canto de adoración con palabras y melodías que vengan de nuestro corazón. Estos
son los “canticos espirituales” a los que se refiere la Biblia.
• Nuestras palabras de adoración combinadas con melodías que salgan del corazón nos conducen a
la más bella forma de alabanza.
• El salmista ordenó: "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Señor con
alegría; venid ante su presencia con regocijo" (Salmo 100:1-2).
• No menos de 41 de los salmos se refieren específicamente a cantar alabanzas al Señor.
• En dos distintas ocasiones habló Pablo acerca de esto: "Alabando al Señor en vuestros corazones. .
. con salmos, con himnos y cánticos espirituales (Ef 5:19; Col 3:16).
• Cuando Pablo habló de “cánticos espirituales”, se estaba refiriendo a un canto que se originaba el
corazón del creyente. La palabra "espirituales", en el sentido que se usa en estos versículos,
significa inspirados por el Espíritu.
• En 2 Crónicas 20 leemos que Moab, Amón y los habitantes del monte de Seir se levantaron en
guerra contra el rey Josafat de Judá.
• La clave de este relato se halla en las palabras del versículo 22: “Y cuando comenzaron a entonar
cantos de alabanza, el Señor puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las
emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros."
• Tan grande fue la bendición de la victoria, que dice: "Viniendo entonces Josafat y su pueblo a
despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas. . .
tantos, que no los podían llevar." (v 25).
• Pidamos a Jesús que su Espíritu Santo produzca nuevas melodías dentro de nuestros corazones.
Con esas melodías podemos cantar cánticos espirituales basados en una variedad de temas. Por
ejemplo:
• El salmista declaró: "Alabad al Señor, porque él es bueno; cantad salmos a su nombre, porque él es
benigno." (Sal 135:3).

Cantos de poder y de misericordia


Cantemos acerca del poder y de la misericordia de Dios. "Pero yo cantaré de tu poder", declaró
David, "y alabaré de maña¬ tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi
angustia" (Sal 59:16).

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Cantos de acción de gracias
• La acción de gracias debe reconocer lo que Dios ha hecho a favor de nosotros. En Esdras 3:11
podemos leer: "Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor." Al cantar con acción de gracias,
creamos un cántico basado en aquellas específicas dádivas o bendiciones que Dios nos ha
otorgado.
• El salmista dio el siguiente testimonio: "Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré
con alabanza" (Sal 69:30).
• La Biblia dice: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor 5:19). Esto hace
posible que alabemos el nombre del Señor Jesucristo en el canto. Todo lo que Jesús es o lo que
hizo puede convertirse en tema de nuestro canto.

Cantos de la Palabra de Dios


• Cantos referentes a la Palabra de Dios. El salmista dice refiriéndose a la palabra de Dios:
"Cánticos fueron para mí tus estatutos en casa en donde fui extranjero" (Sal 119:54). • El salmo
19 es un canto enteramente referido a la palabra de Dios.
• El salmista expresó lo siguiente: "Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; con salterio, con
decacordio cantaré a ti" (Sal 144:9). El término "nuevo" se refiere a algo fresco. Un "cántico
nuevo" significa mi propio canto, no el de alguna otra persona. Se refiere a un canto del corazón
que nunca antes hemos cantado.

El canto entre las naciones


• La expresión del salmista: "Te alabaré entre pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones"
(Sal 57:9) la podemos practicar desde la palabra profética del libro de Apocalipsis que narra:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones
y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero,
vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La
salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los
ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y
la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro
Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apc 7:9-12).

Señor, ¡Enséñame a cantar!


• Hagamos una pausa en nuestra hora de devoción para cantar un cántico específico al Señor.
• Seleccionemos un tema especial para nuestro canto, como la alabanza, la acción de gracias, o un
pasaje predilecto de la Biblia.
• Pidamos al Señor que su Espíritu Santo que produzca una melodía original en nuestros
corazones, para que nuestro canto sea verdaderamente un “cantico nuevo”
• No vacilemos en entonar "cantos de alabanza" por las bendiciones o las victorias específicas que
creemos Dios nos dará en los días venideros.

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10. La meditación
Un acto de evaluación espiritual
Tomemos un tiempo para pensar sobre un tema espiritual en referencia a Dios.
La meditación es un acto espiritual definido y determinado es un compromiso solemne. En ella nos
aplicamos hechos y principios espirituales a nosotros mismos como individuos y como ciudadanos del
reino de Dios.
• La palabra hebrea “meditar” significa “murmurar sobre”, “musitar”, parece ser una onomatopeya
“hagag”. El término sugiere una silenciosa reflexión interna sobre algún asunto espiritual.
• Esta es la esencia del significado del verbo "meditarás" en Josué 1:8: "Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te
saldrá bien."
• Meditar es dedicar atención a como pudiéramos aplicar específicamente estas reflexiones después
que hemos terminado la hora de oración.

El valor de la meditación
• La meditación nos ofrece beneficios espirituales que no recibimos por ningún otro medio. La paz
personal interna es uno de estos beneficios: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera" (ls 26:3).
• Nada mejor que deleitarnos en los pensamientos de Dios: "¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus
pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la
arena; despierto, y aún estoy contigo." (Sal 139:17, 18).
• El salmista declaró "Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el Señor" (Sal 104:34),
y También: "En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi
alma" (Sal 94:19).

El interior de la oración
• Los santos de tiempos antiguos apartaban tiempo para reflexionar en Dios, para contemplarlo en
un acto de suprema atención en que la voluntad inteligente y el deseo concurrían en perfecta
armonía.
• Para que tengamos una hora de oración bien equilibrada, seleccionemos por lo menos un aspecto
cada día como tema central de nuestra meditación.
Durante este tiempo particular de meditación, reflexionemos sobre la naturaleza de Dios con plena
intensidad. Escudriñemos detenidamente todo lo que sabemos acerca del Padre celestial, pidiendo
constantemente al Señor que su Espíritu Santo ilumine y amplíe nuestro pensamiento.

Concentrarse en la Palabra de Dios

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• "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de
pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley del Señor está su
delicia, y en su ley medita de día y de noche" (Sal 1:1- 2).
• La Escritura está llena de millares de breves declaraciones que inspiran un enorme poder. En
conjunto, cerca de treinta mil promesas nos esperan en la Biblia. Cada promesa es un foco para
nuestra meditación.

Concentrarse en las obras de Dios


El salmista expresó: "Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos" (Sal 77:12).
Todo aspecto creado del universo puede convertirse en un punto focal de meditación. Pero estas
reflexiones deben tener siempre relación con Dios.

Concentrarse en las victorias pasadas


• Este aspecto de la meditación proveerá un oasis de deleite para nuestra hora de oración. El
salmista dijo: "Me acordé de los días antiguos" (Sal 143:5).
• En tiempos de aflicción y desánimo, se puede hallar mucho alivio espiritual pensando en las
numerosas bendiciones que Dios nos dio en días pasados.
• En medio de su quebranto, el profeta Jeremías declara: "Esto recapacitaré en mi corazón, por lo
tanto esperaré. Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca
decayeron¬ sus misericordias. Nuevas son cada mañana grande es tu fidelidad" (Lam 3:21-23).
• Jeremías descubrió el secreto de la meditación retrospectiva: "Esto recapacitaré en mi
corazón. . .
nunca decayeron¬ sus misericordias”.

Concentrase en pensamientos positivos


• Pablo le dijo a los filipenses: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero , todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Flp 4:8).
• Cualquier pensamiento que satisfaga la medida de este versículo en Filipenses puede servir
como centro para nuestra meditación.

Señor, ¡Enséñame a meditar!


1. Seleccionemos un tema para nuestro tiempo de meditación y dediquemos toda la atención a ese
aspecto específico del pensamiento espiritual.
2. Permitamos que nuestra mente se pasee dentro del tema que hemos escogido. Reflexionemos
detenidamente en todos los aspectos del tema en relación con Dios.
3. Hagamos preguntas acerca de este tema que pudieran llevarnos a un estudio más profundo del
mismo.

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4. Incluyamos la Biblia en todas las fases de la meditación. Recordemos que la Palabra de Dios es
el fundamento esencial de todo pensamiento espiritual significativo.

11. La oración que escucha


Un acto de absorción mental
• La oración es el peregrinaje del alma desde el yo hasta Dios; y el remedio más eficaz para
combatir el egoísmo y el ensimismamiento, es el hábito de escuchar humildemente.
• El escuchar en la oración es absorber mentalmente las instrucciones divinas de Dios sobre asuntos
específicos.

La universidad del silencio


• Los mejores amigos son siempre buenos oyendo¬. Si verdaderamente deseamos ser amigos del
Señor, tenemos que aprender el secreto de escucharlo.
• Jesús dijo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apc 3:20). Cenar significa “tener compañerismo”, “compartir
la vida”. Gran parte de nuestra oración consiste en pedir, en vez cenar.
• En vez de hacer que la oración sea un discurso dirigido a Él, hablemos las cosas con Él,
incluyéndolo a Él, como hacemos cuando conversamos.
• Acallar nuestro corazón con el propósito específico de recibir la dirección de Dios, es a la vez un
acto de dependencia y de fe. Escuchar implica que tenemos confianza en que Dios verdaderamente
desea hablamos.
• Sólo cuando aprendemos a oír la voz del Padre, podemos aprender a disipar las voces del mundo.
• Por necesidad, gran parte de la oración tiene que ocurrir en silencio, por cuanto gran parte de ella
concierne al creyente que busca la dirección divina.
• Qué fácil es oír nuestra propia voz que nos impulsa a hacer cosas egoístas. Pero es la voz de Dios
la voz interna- la que tenemos que aprender a oír.
• Es en el silencio de nuestro tiempo de oración donde se da y se recibe el don de escuchar.
• Un tremendo poder espera al cristiano que desarrolla este hábito. Hay que pagar un precio para
obtenerlo. Pedro lo describe del siguiente modo: ". . .un espíritu afable y apacible. . . es de grande
estima delante de Dios." (1 Pe 3:4).
• El precio del silencio no es otro que la entrega de uno mismo a Dios. Es cerrar nuestros ojos a lo
que el mundo considera importante y oír sólo el llamado del Espíritu Santo.
• La oración de calidad y creadora necesita un fundamento de silencio, y mientras no estemos
preparados para practicar este silencio, no hemos de tener la esperanza de conocer el poder de la
oración.
• F. W. Faber declara: "Cada vez que los sonidos del mundo se extinguen en el alma, oímos los
susurros de Dios. Él siempre nos está susurrando, sólo que nosotros no siempre oímos a causa del
ruido, de la premura y de las distracciones que la vida nos causa."
• ¿Cómo nos habla Dios durante estos momentos de quietud?:

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• Con una tranquila impresión en el corazón. Elías oyó que Dios le hablaba con "un silbo apacible y
delicado" (1Re 19:12).
• En otras ocasiones sentimos que la presencia de Dios nos guía suavemente. Sabemos que al
movernos en cierta dirección complacemos a Dios,
• Dios habla a través de su Palabra. De hecho, todas las demás formas de dirección deben ser
confrontadas con las Escrituras.
• Tengamos a la mano una libreta para anotar las impresiones que nos lleguen con respecto a ese
día. Eso le dice a Dios: "Creo que Tú verdaderamente me vas hablar, he venido preparado para
registrar tus instrucciones."
• Nuestro conocimiento de Dios aumentará y abundará en gran manera. Tal como lo dice
certeramente Bridgid Herman: "Escuchar de ésta manera, puede darnos un discernimiento más
profundo de los misterios de la naturaleza humana, y un instinto más seguro de los valores
divinos.”

Señor, ¡Enséñame a escuchar!


1. Durante el tiempo de escuchar en la oración, no vacilemos en hacerle preguntas muy específicas
a Dios acerca de diferentes problemas o situaciones.
2. Escudriñemos la Escrituras en busca de respuestas específicas para nuestras preguntas.
Generalmente, Dios nos hablará por medio de su Palabra.
3. Evaluemos mentalmente todas las circunstancias que se relacionan con un problema
determinado. Pidamos a Dios que nos muestre el plan de Él por medio de dichas circunstancias.
4. Estemos preparados para anotar cualquier idea que Dios pueda compartir con nosotros,
relacionada con los detalles de la solución de ese problema en particular.

12. La alabanza
Un acto de glorificación a Dios
• Comenzamos y finalizamos alabando a Dios porque la alabanza debe sellar toda nuestra oración.
• Jesús no sólo nos enseñó a comenzar nuestra oración con alabanza: "Padre nuestro que estás en
los cielos, santificarlo sea tu nombre"; sino que también nos enseñó a terminarla del mismo
modo:
"Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:9).

Los momentos finales de la oración


• María en su oración dijo: "Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi
salvador. . . Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre" (Lc 1:46-49).
• La palabra "engrandece" significa "hacer grande". No hay nada que pueda proveer una
conclusión tan significativa para la oración como una declaración de la grandeza de Dios.
Declaramos con el salmista: "Grande es el Señor, y digno de ser en gran manera alabado" (Sal
48:1).

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El gozo más grande de la vida
• La alabanza es el “sumo bien”, el mayor y máximo gozo, el más exquisito deleite, el supremo
arrobamiento y el éxtasis más encantador del espíritu humano.
• La oración fue dada y ordenada con el propósito de glorificar a Dios. • Jesús les dijo a sus
discípulos: ". . .pedid todo lo que queréis, y os será hecho", y agregó: "En esto es glorificado mi
Padre" (Jn 15:7). • Dios debe ser glorificado por medio de nuestra oración, y la alabanza capacita a
centrarse siempre en este pensamiento.
• Tenemos que aprender a llevar con nosotros el espíritu de alabanza al salir de la cuarto de oración.
Ninguna cantidad de oración tiene valor si como guerreros de oración no cambiamos.
• Aprendamos esta gran lección: mi oración tiene que regir toda mi vida.
• Que una actitud de oración inunde nuestro ser al prepararnos para ese día.
• Recordemos siempre que Dios ha sido nuestro poder durante la oración, y lo será a lo largo del
día.
• Jesús nos enseñó a concluir la oración con la labra "Amén" (Mt 6:13). Esta palabra significa: ¡Así
sea!; o ¡está hecho!
• La palabra amén pudiera parafrasearse así: "Dios nuestro Rey es digno de confianza." Decir
"amén" es expresar la confianza de que Dios ha oído nuestra oración.
• Martín Lutero dijo: "¡Recuerde esto! que su amén sea fuerte, sin dudar nunca de que Dios
ciertamente lo está escuchando. Eso es lo que significa amén: que yo sé con certeza que Dios ha
oído mi oración."
• Digamos: “confieso mi confianza en tus promesas. ¡Te alabo porque hecho está!
• Hemos terminado nuestros sesenta minutos con Dios.
• Ha concluido la oración con una ofrenda de nuestros labios. Hemos declarado con el salmista: "Te
ruego, oh Señor, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca" (Sal 119:108).
• Nuestra meta fuera de nuestro cuarto de oración, es la de magnificar el nombre de Dios en todo lo
que hacemos durante el resto del día.
• La grandeza de Dios ha de dominar todos nuestros pensamientos y toda nuestra conducta. Señor,

¡Enséñame a Engrandecer tu Nombre!


• Terminamos nuestra oración con una alabanza específica relativa a la grandeza de Dios.
Enfocamos nuestra alabanza en su omnipotencia, en su omnisciencia, y en su omnipresencia.
• Damos una mirada retrospectiva a nuestra hora de oración, y alabamos a Dios por haber oído cada
una de nuestras peticiones.
• Al terminar la oración, permitimos que nuestro espíritu se regocije unos momentos. Repita la
palabra universal de alabanza: ¡Aleluya!
• Tal como lo sugirió Martín Lutero, concluimos nuestra hora de devociones, con un fuerte ¡amén!
Confesamos con autoridad que Dios es digno de confianza y decimos: ¡Te alabo porque hecho
está!

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Si se nos hace incomodo orar durante los 12 segmentos de cinco minutos en la misma posición,
intentemos cambiar nuestra postura de oración. Por ejemplo, mientras alabamos a Dios, podemos mirar
por una ventana y admirar su creación. Mientras esperamos y velamos, podemos escoger postrarnos
ante la presencia de Jesús. Mientras confesamos y escuchamos, podemos arrodillarnos ante a Él. La
oración saturada de Biblia y la petición podemos hacerla caminando de un lado a otro. En la acción de
gracias y el cántico podemos incluir gritos de júbilo y danza. Mientras intercedemos por el mundo,
puede ser de ayuda que estemos de pie o arrodillados frente a un mapa de las naciones mientras las
llevamos ante el trono de Señor. Sintámonos libres de usar nuestra propia creatividad en dependencia
del Espíritu Santo para buscar apasionadamente a Dios durante esta hora que cambia al mundo.

Sobre el autor: El Dr. Dick Eastman es el presidente internacional de Every Home for Christ, un
ministerio que ha plantado más de 4.700 millones de mensajes del evangelio de hogar en hogar en todo
el mundo desde 1946, lo que ha dado como resultado más de 243 millones de tarjetas de decisión y
respuestas de seguimiento.
También se desempeña como presidente del Comité Nacional de Oración de Estados Unidos , un
grupo diverso de líderes evangélicos que influyen en la planificación del Día Nacional de Oración anual
de Estados Unidos. Como presidente del Comité Nacional de Oración , Dick ha sido invitado a la Casa
Blanca como invitado de los ex presidentes Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton y George W.
Bush.
Dick también es el creador de la Escuela de Oración Change the World, un seminario de varias partes
que ha capacitado a más de 2,000,000 de cristianos en 120 naciones sobre el poder y la intimidad de la
oración.
También es autor de numerosos libros superventas sobre oración y evangelismo, incluidos La hora
que cambia el mundo y ¡Mira lo que está haciendo Dios! , que han vendido más de 2 millones de copias.
Dick Eastman y su esposa, Dee, viven en Colorado Springs, Colorado, y tienen dos hijas mayores y
nueve nietos.

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