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7 S e m a n a 16 • 0 a / m e /O O

El afán d e l a in g r a t it u d
Salmo de acción de gracias.

¡Canten alegres al SEÑOR,


habitantes de toda la tierra!
Sirvan al SEÑOR con alegría;
vengan ante su presencia con regocijo.
Reconozcan que el SEÑOR es Dios;
él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.
Pueblo suyo somosy ovejas de su prado.
Entren por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con alabanza.
Denle gracias; bendigan su nombre
porque el SEÑOR es bueno.
Para siempre es su misericordia,
y sufidelidad por todas las generaciones.
(Salmo 100)
— —

Día 1: (ffa/nu' / (X )
Abundancia sin gradtud
iertamente, hemos experimentado altibajos financieros en el
último siglo, algunos de ellos muy significativos. No obstante,

•XOñ/mo para toda la vida 203


tenemos que admitir que los que vivimos en los Estados Unidos de
América hemos sido beneficiados con un nivel de abundancia sin
precedentes. Nunca en la historia de la humanidad las personas han
vivido con la clase de comodidad y seguridad que disfrutamos en la
actualidad. La cultura estadounidense marca el paso en el mundo del
lujo. Muchas familias tienen sus cocheras llenas de automóviles, sus
casas llenas de enseres modernos, roperos llenos de ropa y un refrige­
rador lleno de alimentos. Desafortunadamente, en estos días de abun­
dancia y riqueza, tendemos a ser personas que no agradecen lo que
tienen y algunas hasta son presuntuosas. En vez de agradecer a Dios,
desarrollan una actitud arrogante, como si todo les perteneciera.
No me malentiendas. La abundancia no es un pecado. La Escritura
describe a varias personas piadosas que tenían riquezas: Abraham, Job,
José, David, Salomón, Josías, Bernabé, Lidia, etc. Pero también en­
contramos a algunos que se enamoraron de su riqueza, hicieron a un
lado a Dios y no le permitieron que dirigiera sus vidas.
No hay nada de malo con poseer cosas bonitas; el problema
comienza cuando esas cosas nos poseen a nosotros. Una actitud arro­
gante y egoísta puede acabar rápidamente con una actitud de gene­
rosidad y humildad. El Salmo 100 es una canción de celebración que
nos ayudará a restaurar esa actitud de agradecimiento y gozo.
Cuando leemos esta canción, tres preguntas surgen:
1. ¿A quién se dirige esta canción? Los versículos 1 a 5 mencionan que
esta canción fue hecha para que la cantara “toda la tierra”. El Salmo
100 es para todos. Para todas las naciones, todas las culturas, todas
las épocas y todos los estados de ánimo. Su mensaje es universal y es
para que todos lo oigan y lo pongan en práctica.
2. ¿De quién habla? Los versículos 1 a 3 junto con el versículo 5 nos
dan la respuesta. El Salmo 100 habla del “Señor”. Su nombre aparece
más de cuatro veces en los primeros cinco versículos. En uno de ellos,
se dice que el Señor es Dios. Este Salmo dirige nuestra atención a
“YHVH”, el nombre personal de Dios en el Antiguo Testamento.
Uno no puede apreciar el Salmo 100 o aplicar su mensaje si no conoce

204 Viviendo los (fsa/m w¿


a aquel de quien habla. Pero cuanto más se conoce al Creador infi­
nito y todopoderoso, más resuena esta canción en el alma agrade­
cida. Ser una persona agradecida, realmente agradecida, comienza
con una relación adecuada con el Dador de todo lo que hay.
3. ¿De quéforma está hecho? Los salmos fueron escritos originalmente
como himnos; su estructura es poética. La letra hebrea no rima como
la poesía hispana; más bien, los salmos tienen en un estilo específico,
una especie de métrica o ritmo singular. Cada salmo es independiente
de los demás. Al igual que nuestros himnos actuales, cada uno de estos
salmos tiene un mensaje y un arreglo distinto. Esta canción en par­
ticular incluye siete preceptos. El himno concluye con el versículo final
que resume el carácter de Dios y nos da una razón convincente para
obedecer sus mandatos.

■ /7 /¡n tu n /c/o e /a /m a
Con frecuencia, nos centramos en aquello que desearíamos tener
y no tenemos, y nos olvidamos de la abundante provisión de Dios,
que nos ha permitido subsistir y desarrollarnos hasta el día de hoy.
Nuestro sentido de gratitud se pierde o bien se diluye por la ambición.
Haz una lista de todas tus pertenencias. Léela con atención. Incluye
aquellos bienes de los que has gozado en el pasado y ahora forman
parte de tus recuerdos: los viajes que hiciste, los regalos que recibiste,
las celebraciones de las que has podido ser parte. ¿Qué piensas de
todo lo que has recibido y tienes actualmente? ¿Piensas que eres una
persona agradecida? ¿Te gustaría cambiar tu enfoque en este aspecto?
¿Qué acciones implicaría eso?

• ///itiiH - para toda la vida 205


D ía 2: 0a/mo /(JO
Elige el gozo

E
l Salmo 100 no pierde el tiempo con acciones preliminares. En
vez de tratar de convencer al lector para que alabe a Dios por su
bondad y por sus muchas bendiciones, el compositor presenta seis
acciones imperativas, comenzando con el primer versículo.

(i/oó'/>rece/)/*'/
1. Canten alegres al SEÑOR (v. 1). ¡Qué manera de empezar un
salmo! El idioma hebreo va al punto. De hecho, el término “alegre”
no aparece en el hebreo original. Más bien, el texto se lee literalmente
“canten al Señor”. Ea palabra “canten” viene de una palabra hebrea
cjue significa hacer ruido o dar un gran sonido (como de una trom­
peta). El compositor está hablando de esa clase de canto que sale de
una persona llena de gozo y que no puede contener sus emociones,
muy similar a la alegría que sienten los fanáticos del deporte cuando
sus equipos o atletas hacen algo impresionante. El salmista nos está
diciendo que cantemos con emoción a nuestro Dios.
Es difícil pensar en esa clase de emoción con respecto al Señor,
¿no es cierto? Admitámoslo; ¿Cuándo fue la última vez que gritaste
de emoción por algo que leiste en la Escritura? ¿Cuando alzaste tus
manos y saltaste después de un sermón acerca de los atributos de
Dios? No te estoy sugiriendo que nos volvamos carismáticos; pero
definitivamente deberíamos sentir algo de emoción, al menos un
poquito de gozo. Algunas veces, el Señor hace cosas que desafian
cualquier explicación natural, algo que va más allá de nuestras capaci­
dades. Cuando él te rescata, no te quedes en silencio. Cántale. Eleva
tu voz en alabanza. Al hacerlo, estarás contrarrestando ese afán de
ingratitud que fácilmente puede adherirse a nuestro ser.
2. Sirvan al SEÑOR con alegría (v. 2). Una buena señal de una vida
agradecida es el servicio. Son pocas las decisiones que son más efi­
caces para deshacerse del afán diario de la ingratitud que servir a los

206 Viviendo los (Jct/nU ‘ó


demás. Al hacer la obra de Dios, lo servimos. No lo estamos haciendo
para la iglesia, para el superintendente de algún departamento, para
el pastor o para alguna junta. Estamos sirviendo al Señor mismo. A él
es a quien adoramos y a quien servimos, no a las personas. Y observa
también que ese servicio no es motivado por la culpabilidad o la obli­
gación; se nos invita a servir “con alegría”. El término hebreo de esta
frase se utilizaba para describir cosas placenteras que daban felicidad.
Ahora, seamos realistas por un momento. No todo el tiempo uno
siente el deseo de servir. No obstante, esperar hasta sentirse agra­
decido para hacerlo no es un buen plan; entonces nunca lo harás
(lo digo por experiencia propia). El salmo no implica que solo debe­
mos servir cuando nuestro corazón esté lleno de gozo. Al contrario,
debemos servir todo el tiempo; el gozo surgirá después. De hecho,
cuando comienzo a sentir lástima de mí mismo o cuando mi acti­
tud comienza a volverse cínica, sé que es hora de servir a alguien
que está peor que yo. No pasa mucho tiempo antes que el gozo aleje
el negativismo de mi corazón.
3. Vengan ante su presencia con regocijo (v. 2). fiemos considerado la
idea de cantar en varias ocasiones, así que no hay necesidad de agre­
gar nada a mis propios comentarios. Permíteme sencillamente enfa­
tizar la palabra “regocijo”. El texto nos da a entender que Dios quiere
que seamos personas gozosas que se regocijan en su presencia.
¿Eres una persona gozosa? ¿Tu rostro muestra una sonrisa fre­
cuente? ¿Tus ojos reflejan una actitud de gozo interna? Por ejemplo,
cuando cantas en la iglesia, ¿lo haces con gozo? La próxima vez que
puedas, observa a la persona que está en el automóvil al lado del tuyo
en la carretera. No hay sonrisa en su rostro. O alguna persona que
esté en el supermercado. No hay sonrisa, no hay gozo.

• ///¡/'/ju n u /o e /a /itia
¿Te consideras una persona gozosa? ¿De qué forma tu tempera­
mento afecta tu actitud? Si el gozo es una decisión, ¿qué estás haciendo
para cultivar una actitud de gozo? Según los versículos 1 y 2, adorar

■ para toda la vida 207


al lado de otros creyentes y servir a los demás es un buen lugar para
comenzar. Quizás sea el momento para comenzar a cambiar.

Día 3: (gÑa/me ZOO


Cultiva una relación con Dios

E
l Salmo 100 es un precepto extendido para adorar al Señor con
instrucciones específicas. Los primeros tres mandatos que apare­
cen en los versículos 1 y 2 están relacionados directamente con la idea
de cultivar una actitud de gozo. Las siguientes cuatro instrucciones se
enfocan en cómo vemos la identidad y el carácter del Señor. Exami­
nemos dos de ellos.
4. Reconozcan que el SEÑOR es Dios (v. 3). A primera vista, este pa­
rece un precepto extraño. Un análisis más cercano de los términos en
el idioma hebreo nos ayudará a aclarar la intención del salmista.
La palabra “conocer’ viene del hebreojyada. Cuando se utiliza en
referencia a una persona, denota un conocimiento personal por ex­
periencia, no un conocimiento a la ligera. Es el mismo término que
los escritores bíblicos utilizaron como un eufemismo de la relación
sexual (Génesis 4:1; 19:8; Números 31:17, 35; Jueces, 11:39; 21:11;
1 Reyes 1:4; 1 Samuel 1:19). Nuestro conocimiento de Dios debe
ser algo personal y basado en la experiencia, no en algo simplemente
teológico.
La palabra, Señor es el nombre personal de Dios que se repre­
senta en hebreo por las cuatro consonantes “YHVH” y que era con­
siderado muy sagrado como para pronunciarlo de manera audible.
Quizá recuerdes que la palabra se basa en el verbo “ser” que identi­
fica a Dios como la deidad que verdaderamente existe. El finado
filósofo cristiano Francis Schaeffer lo decía de esta manera: “El Dios
que existe” (al contrario de todos dioses que no existen).
La estructura de la oración también muestra un detalle impor­

208 Viviendo los (Ñ a//n«4


tante enfatizando algo que ningún otro nombre puede distinguir. La
oración pudiera bien leerse: “Conozcan que solamente Jehová es
Dios”. Un compositor contemporáneo agregó una frase muy impor­
tante en una canción titulada “El es Dios”. El escribió: “El es Dios...
y yo no”.
La palabra “Dios” al final de la oración es la palabra hebrea
elohim, la cual enfatiza la grandeza de Dios, algo así como si utiliza­
mos el título “Su Majestad” cuando nos referimos a un rey. El texto
entonces podría parafrasearse de la siguiente forma: “Conozcan por
experiencia personal que YHVH es el único soberano Dios de todo”.
Hay dos implicaciones muy importantes aquí. Primera, la sobe­
ranía de Dios está por encima de cada uno de nosotros. Dios no es
sencillamente el gobernador del universo que domina las galaxias y
las fuerzas de la naturaleza. El es mi Dios soberano. El es tu rey. El
es el jefe; nosotros nos debemos a él. Cuando aceptamos ese hecho,
la vida se vuelve más fácil de entender y el gozo hace a un lado la frus­
tración.
Segunda, nuestro conocimiento de Dios como el Señor soberano
se debe aprender por experiencia personal. Eso implica una relación
personal donde él nos dirige y nosotros lo seguimos. Y a través de ese
intercambio continuo, la decisión de confiar en él se vuelve un factor
inmutable e inconmovible. Las personas seguras de sí mismas son
personas gozosas.
5. Entren por sus puertas con acción de gracias (v. 4). ¿Cuál era el con­
cepto del salmista aquí? ¿A qué puertas y atrios se refiere? Existen
dos posibilidades. Primero, puede referirse a la fortaleza de un go­
bernante, donde se decidían los juicios y se concedían los favores. Si
es así, la invitación allí tiene que ver con entrar al lugar con alaban­
zas y agradecimiento en vez de buscar el favor de un gobernante.
La segunda posibilidad puede referirse al templo, el lugar donde
el pueblo de Dios se acercaba al Señor. En el Antiguo Testamento, el
resplandor de su gloria, que los hebreos llamaban shekinah, llenaba el
lugar santísimo del templo (2 Crónicas 5:14 y 1 Reyes 8:10, 11). El

• Ñ llii/i» para toda la vida 209


templo tenía puertas y atrios, los cuales daban acceso a la presencia
de Dios.
Debido a que Jesús satisfizo todos los requisitos de los rituales del
templo, nosotros no tenemos que buscar un lugar específico para
encontrarnos con Dios. En la actualidad, nosotros lo adoramos “en
espíritu y en verdad” (Juan 4:23). Entonces, ¿cómo entramos a sus
puertas y a sus atrios? ¿Cuál es nuestro acceso a su presencia en la
actualidad? La respuesta es la oración. Hebreos 4:16 nos invita a
“acercarnos” al trono de Dios. A través de la oración llegamos a la
misma presencia de Dios. El Salmo nos dice que nos acerquemos al
Señor con alabanza y agradecimientos. De vez en cuando, es bueno
ahorrarnos nuestras peticiones para otro momento e ir a Dios con el
único propósito de alabarlo.

• e/ a/ jtui
Uno puede cultivar una relación personal con Dios de la misma
forma en que lo hacemos con otra persona: escuchando, dedicán­
dole tiempo y haciendo cosas que la otra persona considera impor­
tantes. ¿Qué estás haciendo para escuchar al Señor? ¿Cuánto tiempo
dedicas a estar con personas que aman a Dios? ¿Te unes a Dios para
lograr su obra?

Día 4: (¿ifa/tno / ( X )

Agradecimiento y alabanza

E
l Salmo 100 continúa con dos preceptos finales y presenta tres
razones específicas para “cantar con gozo” (v. 1). Ambos pre­
ceptos nos invitan a hablar directamente con el Señor.
6. Denle gracias (v.4). La palabra hebrea para dar gracias viene de
un verbo que significa confesar, alabar, reconocer, exaltar o agrade­
cer. En otras palabras, no es sencillamente decir “Gracias Dios, por

210 Viviendo los & a /n w ¿


las bendiciones”. En este texto, el verbo da a entender una persona
que tiene razones específicas para dar gracias, que relata una historia
donde Dios es el héroe. Nosotros hacemos esto cuando estamos con­
tándoles a nuestros amigos acerca de algún buen doctor que nos
ayudó con una larga enfermedad. La expresión de gratitud es impre­
sionante. Sentimos que las palabras no nos alcanzan para poder
hablar bien de ese doctor. De manera similar, en este pasaje, la expre­
sión “denle gracias” tiene la intención de expresar que literalmente
no podemos decir con palabras lo bueno que es el Señor y lo que él
hace por nosotros.
Una de las señales que muestra que estamos en los últimos días
es la ingratitud. 2 Timoteo 3:1-5 escribe la palabra “malagradecido”
en una lista de actitudes que marcan los días malos antes del fin del
mundo. Hay que tener cuidado con esta generación ingrata y mal­
agradecida. Cultivar un corazón agradecido es algo muy importante
para Dios.
7. Bendigan su nombre (v.4). La palabra hebrea es barak y tiene el
significado de arrodillarse, elogiar o saludar. La idea es mostrar
honor y honra a Dios, reconociendo su nombre por encima de cual­
quier otro nombre. En el Oriente Antiguo, una persona “bendecía”
a un superior arrodillándose o inclinándose ante él. Él o ella entonces
expresaban su deseo para que esa persona tuviera poder, prosperi­
dad, longevidad, éxito, etc. Claro está que el Señor ya posee todo el
poder, la prosperidad, la longevidad y siempre tendrá éxito en todo lo
que haga; al “bendecir su nombre”, afirmamos su poder y su bondad
y nos comprometemos a unirnos a su causa.
Esas dos acciones, “dar gracias” y “bendecir su nombre”, tienen
un significado especial muy arraigado a la tradición del Oriente An­
tiguo. Recibir la hospitalidad de un noble y pronunciar la bendición
establecía efectivamente una alianza, una deuda duradera que unía a
ambas personas en un lazo de amistad. En este caso, el salmista nos
invita a que demos lealtad al Rey Supremo.

■X /n i/n f para toda la vida 211


- // /¡ r //t« /u /o c / a / m a
Durante los siguientes días, dedica tu tiempo de oración a dar
gracias y alabar al Señor. Esto no es tan fácil como pedirle al Señor
ayuda, sabiduría, fortaleza, sanidad u otras necesidades así que debes
prepararte antes de orar. Haz una lista de agradecimientos. Investiga
los atributos de Dios. Luego, en oración, relata la historia de la bon­
dad de Dios hacia ti.

Día 5: /O O
El carácter de Dios

D
espués de haber llamado a todo el mundo a que cantara con él,
el salmista declara la razón por la cual Dios merece el agrade­
cimiento y la alabanza universal. El salmista opina que esa celebra­
ción mundial se basa en tres hechos con respecto al carácter del
Señor.

& íazeneb c/e /o¿jbre<'efifo¿


Hecho 1: El Señor es bueno. El versículo 3 nos dice que el Señor es
“Dios”, el único Creador soberano del universo; este versículo final
nos dice que el Señor es “bueno”. El versículo 3 habla de su posición
y su función; el versículo 5 describe la cualidad de su carácter. El
término hebreo tov significa placentero, delicioso, bueno. Es muy dife­
rente del concepto que muchas personas tienen de Dios en la actuali­
dad. Dios no es un tirano irritable que camina por el cielo buscando
razones para castigar nuestras vidas o acabar con nuestra felicidad,
como si fuera un matón celestial con un palo en su mano. ¡No! Dios es
bueno. Sus mandamientos son para nuestro propio bien. El amor es lo
que motiva cada palabra y cada obra suya.

212 Viviendo los (ffa/m oá


Hecho 2: Para siempre es su misericordia. La palabra “misericordia”
viene del hebreo chesed y aunque es una traducción correcta, la palabra
“misericordia” es un tanto inadecuada. Chesed es tal vez la palabra más
importante de todo el Antiguo Testamento porque resume efectiva­
mente el carácter de Dios. Esa palabra colorida está tan impregnada
en la cultura y la teología hebrea que no tiene equivalente en otros
idiomas. Eso explica por qué chesed se traduce de diferentes maneras.
A veces se dice misericordia, a veces bondad, a veces benevolencia, etc.
Chesed describe el pacto de amor de Dios con su pueblo, una bondad
apasionada, misericordiosa y continua que pasa por alto la habilidad
de su pueblo para pagarle o amarlo de la misma forma.
La Biblia está llena de relatos conmovedores y maravillosos que
muestran chesed en acción. Pienso en la lealtad extraordinaria de Rut
con su suegra Noemí (Rut 1:16, 17). Pienso en Jonatán, el hijo del
rey Saúl, y su amistad con David a pesar del costo personal, ya que
con ello cedía el derecho ele suceder a Saúl como rey (1 Samuel 18:1).
Y cuando David llegó a ser rey, la muestra de misericordia extraor­
dinaria con Mefiboset, el hijo de Jonatán (2 Samuel 9:7). Y claro, no
hay mayor ejemplo de bondad que Dios mismo, que demostró su
amor encarnándose en la persona de Jesucristo.
Dios nos ama y nos acepta como somos, sabiendo que no tene­
mos forma de pagar la deuda de su bondad extraordinaria. Su amor
incomparable y su aceptación se encuentran detrás de cada man­
dato. Además, no hay nada que pueda cancelar o acabar su amor
chesed por nosotros; su amor dura para siempre.
Hecho 3: Sufidelidad por todas las generaciones. El Señor no es parcial.
Dios ha sido justo y fiel con todas las generaciones. El no hizo una
oferta de tiempo limitado a una sola generación. El no tiene favoritis­
mos. Sus mandamientos y sus promesas son para todos y para todo el
tiempo porque Dios nunca cambia. Dios se mantiene constantemente
fiel.
Nota que el salmista no dice que esta reacción gozosa ante Dios
es sencillamente nuestra parte de la transacción. Nosotros no alaba-

• H /iiin ic para toda la vida 213


mos y adoramos al Señor esperando algo a cambio. El salmista nos
invita a adorar como una respuesta natural de nuestra experiencia
personal con el carácter de Dios..

• ///fn /u n u /(' e fa fin a


Anteriormente, te pedí que hicieras una lista de agradecimientos
a Dios. Revisa esa lista ahora. ¿Alguna de esas cosas por las cuales
estás agradecido con Dios tiene que ver con algún aspecto de la na­
turaleza de Dios? Por ejemplo: “Gracias, Señor, por tu naturaleza
inmutable; estoy agradecido porque siempre puedo contar contigo”.
Comienza una nueva lista. Haz que esta clase de agradecimientos
sea algo común en tus oraciones.

214 Viviendo los (^éi(t/tno¿

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