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TEMA 56. FORMAS ORIGINARIAS DEL ENSAYO LITERARIO.

EVOLUCIÓN EN
LOS SIGLOS XVIII Y XIX. EL ENSAYO EN EL SIGLO XX.

INTRODUCCIÓN
Si consideramos que en el ensayo es fundamental el propósito de expresión individual
y la intención de comunicación para tratar un problema, entonces su origen se
remontará al siglo XV, época en que aparecen las cartas de Alonso de Cartagena, que
responden a los presupuestos antes mencionados. No obstante, en la literatura
española no se considerará la existencia plena y definitiva del ensayo hasta el siglo
XVIII.

Pero antes de comenzar con los orígenes, vamos a intentar definir el ensayo. Ya se
verá la dificultad que hay en hacerlo, justificada en la naturaleza misma de lo que
denominamos ensayo, escritos muy variados por los temas y por las formas, ya que
puede tratarse de una carta, un prólogo, un comentario, un libro o un artículo
periodístico. El enunciado del tema comienza con los orígenes del ensayo, para
enseguida centrarse en los siglos XVIII y XIX, que son los momentos clave de su
evolución, y en el siglo XX, etapa de proliferación.

Las formas literarias que pueden agruparse bajo la denominación de géneros


didáctico-ensayísticos, han sido excluidas del ámbito de estudio de las poéticas, por
tratar su asunto de materia doctrinal y no ficcional. En ellas el propósito estético quede
subordinado a fines ideológicos, pero no equivale a decir que el esmero de la
selección lingüística esté ausente, actualmente la crítica si considera al ensayo el
cuarto género de la literatura ya que en varias épocas ha prevalecido un concepto
muy estilizante.

1. DEFINICIÓN DE ENSAYO
Es complicado dar unas características generales que definan el ensayo, ya que lo
subjetivo, lo personal, es difícil de reducir a la unidad, a una definición. Se pueden dar
una serie de rasgos que alcancen perfilar el género en cuestión:
- La amplitud temática, que responde con entera libertad a las preferencias del
autor. Sin embargo, es indudable que la elección del tema está condicionada
por la extensión del su público y la sencillez del lenguaje que este requiera.
- El subjetivismo, que no solo se halla en la perspectiva y el enfoque del autor
sino también en el tono, que puede ser grave, retórico, humorístico, lírico,
emocionado…
- La estructura abierta y asistematismo. El ensayo se tiene que estructurar
como si pudiera suspenderse en cualquier momento, piensa discontinuamente
como la realidad y encuentra su unidad a través de rupturas, no intenta
taparlas.

El ensayo tal como lo concebimos hoy tiene su origen en Montaigne. Él es quien


adopta decididamente el término para rotular sus trabajos y evidenciar una conciencia
clara del género que estaba realizando al tiempo que ofrece las razones de su
pretensión y su procedimiento como autor de ellos. Según Montaigne lo fundamental
es aplicar el juicio, cualquiera que sea la cosa sobre la que se aplique; mantiene una
actitud personalizada de sí y de inconstancia intelectual cuyo campo de actividad
escasea en zonas de la realidad y le interesa la intensidad reflexiva, no la
exhaustividad ni el tratamiento concienzudo del problema.

En el marco de la tradición española, los orígenes lejanos del ensayismo en lengua


castellana han sido buscados en las distintas experiencias prosísticas de autores del
siglo XV, tales como Alonso de Cartagena, Diego de Valera o Hernando del Pulgar.
También merece la pena nombrar el aspecto ensayístico detectable en la prosa de los
místicos. Sin embargo hay que esperar hasta Antonio de Guevara para encontrar el
iniciador del género en nuestro país con sus obras Reloj de Príncipes y Epístolas
familiares.

2. ORÍGENES DEL ENSAYO LITERARIO


Aunque se suele decir que el ensayo empieza con Montaigne, de quien revive el
nombre el grupo genérico, debemos remontarnos a la antigüedad grecolatina para
encontrar los orígenes. De entre las fórmulas de la antigua Grecia, el precedente del
ensayo es el diálogo.

El diálogo tiene dos épocas de florecimiento a lo largo de la historia: la Antigüedad


y el Renacimiento. Respecto a la época antigua, el dialogo básico fue el socrático,
que dio forma Platón. Se introducen ciertos elementos ficcionales al servicio de la
exposición filosófica. Este diálogo platónico fue retomado por los autores de la
escuela cínica, enemigos del ideal platónico como Luciano de Samóstata, que
convierte el diálogo en sátira. Estas dos formas genéricas tienen características
similares:
- Establecen una nueva problemática relación con la realidad: los temas son
contemporáneos y no del pasado absoluto del mito o la leyenda.
- Se separaban de la tradición consagrada y optaban por la experiencia y la
libre invención.
- Se abrían a una pluralidad de estilos, desechando el monoestilismo de la
tragedia, la lírica y la retórica.

En el Renacimiento florecen estos géneros de la mano de Erasmo, Tomas Moro y


otros humanistas que hacen de la risa y la locura en la sátira un medio de criticar y
denunciar la realidad. La permeabilidad del género y su disponibilidad para cruzarse
con otros géneros como la narrativa y el teatro hacen un cauce para la expresión de
pensamiento sin la estaticidad del discurso doctrinal. La morfología del diálogo
renacentista remite a tres modelos: Platón, Cicerón y Luciano.
- El diálogo platónico presenta un carácter básicamente filosófico. El
contraste dialógico es en elos diálogos platónicos españoles puramente
aparente, pues por lo general el maestro es transmisor de la verdad
incuestionable a unos discípulos que son solo el pretexto para que el hable.
- El dialogo ciceroniano es una exposición de conocimientos necesarios al
orador ideal. El diálogo es un discurso perpetuo a cargo del maestro con
apostillas del discípulo; son ejemplos de esta modalidad El Cortesano de
Castiglione y De los nombres del Cristo de Fray Luis de León.
- El dialogo lucianesco es de los tres el que peor encaja en el grupo de género
didáctico ensayístico porque son más numerosos los elementos imaginarios
que tiene que los de carácter racionalista y discursivo. Recibe tradicionalmente
el nombre de sátira menipea en el cual hay gran libertad de invención narrativa,
crea situaciones excepcionales para provocar y experimentar y un mayor
propósito filosófico de tipo universalista.

Entre la especulación racional y la ficción imaginativa están los tratados utópicos,


género que nace en el siglo XVI con la creación de Tomas Moro. El aprovechamiento
ficcional del modelo es relevante en el siglo XVIII con la abundancia de libros de viajes
reales e imaginarios.

Con el Renacimiento se crea un género nacido para acoger muchos textos de


diferentes temáticas y con una estructura multiuniforme: la miscelánea. Un género
entre el ensayo, la novela y el apotegma. Las misceláneas más famosas del XVI son
Silva de varia lección de Pedro Mexía y Jardín de flores curiosas de Antonio de
Torquemada.
En paralelo se desarrolla la literatura apogtemática, de gran predicamento durante
esta época con ilustres recopilaciones como el Vocabulario de refranes de Gonzalo
Correas.

3. FORMAS ORIGINARIAS
 El ensayo en el siglo XV
Según Juan Marichal, la historia del ensayismo hispánico comienza en el siglo XV. En
la Castilla del cuatrocientos como en casi toda Europa se muestra afán por la
individualidad y por ampliar las relaciones sociales como parte del proceso de
superación de las limitaciones del Medievo.
En el siglo XV el deseo de una nueva sociabilidad e individualidad expresiva se
representan por un grupo de intelectuales situados en la avanzadilla cultural de la
época. Estos son Alonso de Cartagena, Diego de Valera, Fernando de la Torre,
Teresa de Cartagena y Hernando del pulgar, todos de la estirpe de los conversos,
una clase social que contaba con la colaboración de la aristocracia culta con ansia
de renovación espiritual. Entre los dos grupos coincidían en la búsqueda de un
nuevo tipo de comunicación humana. Entre la aristocracia destacan Gómez Manrique
Santillana y Pérez Guzmán.

 El ensayo en los Siglos de Oro


Fray Antonio de Guevara es el que de esta época se acerca más al concepto de
ensayo moderno. No obstante hay otras figuras literariamente importantes tales como
las de Alfonso de Valdés y Juan de Valdés que se aproximan en cuanto a la
exposición de ideas y al estilo a algunas de las fórmulas que más adelante usa el
ensayismo.
Tienen similitudes con el ensayo en la prosa de Fray Luis de León y los tratados de
Fray Luis de Granada. Un puesto en la historia del ensayismo hispánico también la
tiene Quevedo y Gracián.

4. EL ENSAYO EN EL SIGLO XVIII


El siglo XVIII supone, en comparación con el siglo anterior, el desplazamiento de los
géneros literarios más propiamente artísticos a un segundo plano y un importante
desarrollo de otros tipos de discursos de prosa crítica y didáctica. Aunque las raíces
del ensayismo son antiguas en el mundo hispánico, es en el siglo XVIII cuando se
imponen las bases del lenguaje crítico moderno y de la diversidad tipológica del
ensayo. En este siglo se produce un proceso de modernización de la prosa, cuyas
consecuencias llegan hasta nuestros días.

En el siglo XVIII se procede a una reordenación de las distintas modalidades de la


prosa no artística. El comienzo del proceso de desaparición de la escolástica es un
fenómeno de siglo, como el abandono del latín como medio de transmisión de la
cultura científica, filosófica y religiosa.
Nace también una nueva actitud ante la lengua en la que se busca la claridad y
precisión antes que el culteranismo. La escritura didáctica, crítica, satírica y
utilitarista ocupan un lugar preeminente en la época. Aparece una prosa más ligera y
rigurosa en el léxico y en la frase. Sigue teniendo importancia la regulación
normativa que se regula con la Real Academia Española con el Diccionario de
Autoridades. Todos estos factores contribuyeron de forma decisiva a la formación del
ensayo.

Se debe añadir la influencia de otros géneros y modalidades del siglo XVIII.


Nombraremos los textos costumbristas, las utopías, el proyectismo, los libros de
viajes, la autobiografía, diarios, epístolas, informes, la memoria, el discurso… además
de otras modalidades como la sátira y el periodismo. Finalmente tuvieron en cuenta los
elementos morales y reflexivos de la propia prosa novelística que resultaron en la
aproximación entre el discurso de ficción y el discurso ideológico.

Se puede decir que en el siglo XVIII la prosa española alcanzó una calidad apreciable.
Al mirar a la época se ve un resultado amplio de la prosa de pensamiento. Las
grandes creaciones culturales se produjeron fuera de España pero se recuerdan
figuras de relieve como Hervás, Sarmiento, Mayans, Luzán, Juan Andrés, Jovellanos,
Antonio Palomino o Antonio Eximento.

- Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764).


Teatro crítico y Las Cartas eruditas. Muestra insigne del ensayo del siglo XVIII. Feijoo
es un reformista gallego de ideología erasmista, predecesor de Larra y la
Generación del 98 que se refleja en “el descuido de España me duele”. Toda la obra
se centra en la duda y negación del principio de autoridad en la ciencia. Es un
prototipo de ilustrado español, defendía al poeta inspirado con genio frente al del
arte que seguía los preceptos por lo que es contrario a Luzán. Señala el retraso
cultural del país, la apatía del pueblo por escapar de la ignornacia y defendía la ciencia
experimental.
De su estilo se dice que era pésimo aunque tenía grandes ideas. Su lenguaje tenía
galicismos concientes, abuso de conceptos abstractos, latinismos, superlativos,
preferencia por la disyuntiva. Sus temas eran variados con espíritu crítico y objeto
pedagógico.
Como hicieron Guevara, Montaigne y luego Azorín, Feijoo crea un personaje literario
único, se crea a sí mismo, Fray Benito el “desengañador de las Españas”.

- Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)


Junto con Feijoo, comparte la cumbre intelectual del ensayo en el siglo XVIII. Lo que le
define es la contradicción y la diversidad de interpretación. Concibe la problemática
española como una cuestión cultural abordable mediante la reforma educativa
entendiéndose como que no debe ser un privilegio de la minoría. El tema pedagógico
es constante en sus escritos.
En su obra Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y las diversiones
públicas y sobre su origen en España, intenta hacer comprender al gobierno que las
diversiones públicas están relacionadas con el bien general por eso no se deben dejar
a mano de los particulares y deben ser reguladas.
En otra serie de memorias, Jovellanos ilustra al gobierno sobre la situación del
agro español que solo puede solucionarse mediante la instrucción de los propietarios
y trabajadores agrícolas, es decir, alfabetización. Además, denuncia que la situación
empeora por falta de riego, de comunicaciones terrestres y fluviales y de puertos
comerciales. Esto solo puede mejorar mediante medios técnicos y financieros del
erario público y fondos provinciales. Se considera la mejor obra de Jovellanos y
más completa a El Informe de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Su primero
Consejo de Castilla en el expediente de la Ley Agraria. En ella se intenta aplicar el
mercantilismo europeo. Tuvo gran éxito y fue traducida y difundida por toda Europa.
Estaba escrita con un lenguaje literario de belleza, elocuencia y riqueza de estilo.
En cambio los escritos de tipo político son insignificantes en los que defiende la
monarquía absoluta siempre que el despotismo ilustrado de sus reyes pueda
regenerar el país con reformas culturales y socioeconómicas pertinentes limitando el
poder de la Iglesia que es enemiga de la innovación.

5. EL ENSAYO EN EL SIGLO XIX


Larra es el creador de una gran obra periodística que por si sola le da el primer puesto
en la historia literaria y del pensamiento polémico del siglo XIX. Se implica con fuerza
en la actualidad cultural y sociopolítica española desde la postura de compromiso
progresista y la conflictividad crítica procedente de la ideología de la Ilustración.
No adoptaba en sus artículos un punto de vista romántico sino que tenía una fórmula
de equidistancia conceptual. Su radicalidad ideológica se asemeja ostensiblemente
a la crisis del yo característicamente afincada en el poeta romántico.
Larra es en la lengua española el modelador del género del artículo crítico y
ensayístico de extensión breve. Las series como El duende satírico del día y El
pobrecito hablador le permitieron ensayar su instrumento prosístico con intención
crítica. La producción de su obra la condiciona la censura oficial de la cual solo se
escapa durante el Trienio Liberal.
Su obra se agrupa en dos bloques temáticos:
- Crítica política, social y de costumbres
- Crítica literaria y artística

Aparte de Larra hubo ensayistas conservadores: Balmes y Donoso Cortés.


- Jaime Balmes
Comienza a publicar sus escritos una vez desaparece Larra como contrapartida. Su
importancia está en ser el constructor de la filosofía neo escolástica. Su obra
sociopolítica representa el pensamiento político católico moderado. En cuanto a la
vertiente filosófica se divide en dos grupos: libros de acento europeísta para incorporar
una serie de argumentos del pensamiento de la época y otro grupo con libros de
carácter divulgativo puramente católicos. Ante ello se entiende la clara intencionalidad
didáctico-adoctrinadora.

- Juan Donoso Cortés


Con un estilo de escritura ponderada y doctrinal, su pensamiento giró desde el
liberalismo radical hasta el extremo catolicismo reaccionario y antidemocrático. Su
obra más importante es Ensayo sobre el catolicismo, liberalismo y el socialismo.
Donoso representa en la historia del ensayo una de las piezas claves del más fuerte
reaccionarismo tradicionalista decimonónico.

- El Krausismo
Debemos mencionar también el Krausismo como única gran escuela filosófica
española del siglo XIX pese a la diversidad de talante intelectual de quienes la
integraron. El krausismo español fue más que una filosofía, era un estilo de vida que
se servía de la razón como guía para explorarla. No tenía más límites que la idea y el
sentimiento liberal de la tolerancia como base de la convivencia.
Su introductor en el país fue Julián Sanz del Río. Su obra la fundamentan tres libros
que exponen la doctrina de Krause con comentarios, difunde una corriente de
pensamiento basada en un estocismo con idea reformista y humanitaria.

Esta corriente encontró adeptos en España pero sin que dejaran gran obra ensayística
hasta que llegó Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de
Enseñanza. Promovía la actividad sociopolítica cultural basado en la formación de
minorías científicas e intelectuales que solo sería capaz de derruir la guerra del 36.
Sus obras se dirigen a la Pedagogía y la Teoría del derecho. Su preocupación fue la
cuestión universitaria para reformar la sociedad mediante la educación individual de
la persona desde su infancia, lo cual le parecía un tema de urgencia nacional. Se
convierte así en el primer regeneracionista.

- Regeneracionistas: Joaquín Costa y Ángel Ganivet


Estos dos definen intelectualmente lo más específico y sobresaliente del
Regeneracionismo español de fines de siglo XIX y principio del XX. Se prolonga un
tiempo dado que pauta un estado de ideas apoyado socialmente en la clase media
burguesa a través de nuevas expectativas sociopolíticas originadas en el estado de
cosas de la época de la Restauración y la actitud política que habrían de sustentar los
hombres del 98. El Regeneracionismo es una crítica del sistema salido de la
Restauración.
La obra de Costa la componen muchos artículos periodísticos de distinta naturaleza y
una cuarentena de libros en los que trata de cualquier tema de actualidad centrándose
en el terreno jurídico.
La obra de Ganivet es más reducida y se reparte entre los géneros del ensayo y la
narración de la constitución híbrida con una vertiente pragmática del espíritu
regeneracionista.

6. EL ENSAYO EN EL SIGLO XX
 La generación del 98
Durante el primer tercio del siglo XX, inicios de la Edad de Plata, el ensayo español
conoce un extraordinario esplendor. España cuenta con una nómina de ensayistas de
primer orden. La prosa adquiere un tono ajustado y funcional sin renunciar nunca a
la belleza formal mediante el uso del lenguaje con abundantes metáforas y con el
rescate de viejos vocablos castellanos olvidados.
Los escritores del 98 destacaron, algunos, por su labor ensayística, además de por
sus aciertos estéticos como fueron Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja
y Azorín.

- Miguel de Unamuno
Siguiendo a Costa y Ganivet se posiciona en una actitud intelectualmente beligerante
de rasgos castellanistas y antiprogresistas apoyado en el conflicto hombre/fe. De
sus ensayos destaca En torno al casticismo, que inserta la actitud ganivetiana del
tema de España. Tiene una posición de anti progresismo en Soliloquios y
conversaciones con reflexión de raíz católica con la cuestión de inmortalidad en Del
sentimiento trágico de la vida. Como cultivador del ensayo se considera a Unamuno
relación con la literatura confesional que ya hacían Rousseau y Amiel.

- Ramiro de Maeztu
Es el escrito del 98 que más describe la trayectoria ideológica predominante en los
miembros del grupo, ya que, partiendo de principios anarquistas llegó a alcanzar una
postura reaccionaria. Lo principal de su trabajo ensayístico se recoge en Hacia otra
España, Don Quijote, Don Juan y Celestina y Defensa de la hispanidad.

No se duda que la generación del 98 finaliza la configuración del moderno ensayo


español que culminará en Ortega y Gasset. Tienen el mérito de forjar una expresión
en prosa que se alejó de la retórica del siglo XIX, sus hábitos oratorios y elevada altura
tonal y puso el lenguaje necesario capaz de satisfacer las necesidades expresivas del
mundo contemporáneo. Se comprueba en el lenguaje de cualquiera de ellos
(Unamuno, Baroja, Azorín, Machado…), una prosa desenvuelta y clara que discurre
entre lo memorial reflexivo, la actualidad, lo anecdótico y la argumentación
ensayística.

- Menéndez Pidal y la escuela filológica española


Ramón Menéndez Pidal inicia la construcción de los estudios españoles de
lingüística histórica en sentido científico moderno. Es considerado como el filólogo
más importante del siglo XX. Se vincula a la generación del 98 pero su trabajo se llevó
a cabo durante muchas décadas.
Sus análisis textuales diacrónicos e histórico-filológicos constituye la base y
patrimonio de la Filología Hispánica. En muchos ensayos comenta el carácter de
los españoles, sus propuestas de una España total se basan en la reconciliación de
las dos Españas.
Su prosa ágil, precisa, siempre al servicio de una claridad expositiva, hace que esté
cerca también de los novecentistas. Sus seguidores son los grandes padres de
nuestro estudios filológicos: Joan Corominas, Tomás Navarro y Rafael Lapesa.

 El ensayo en el novecentismo
Ortega y Gasset destaca con textos de ensayos filosóficos como las Meditaciones del
Quijote. Este llevó el género ensayístico a redacciones extensas como El
espectador, de ocho volúmenes. También escribió crítica literaria. A partir de Ortega
y Gasset se constituye una escuela de Madrid con un grupo de filósofos, narradores,
ensayistas que mantuvieron con Ortega un tipo de vinculación intelectual. (Fernando
Vela, Antonio Espina, Pedro Laín…)

Paralelamente al pensamiento de la escuela de Madrid de Ortega, en Barcelona


bajo la estela de Eugenio D’Ors surge un grupo de pensadores con dos vertientes:
una filosófica y otra de teoría del arte. Sus seguidores fueron Joaquin Xirau, Mirabent y
Saumells.

 Los poetas críticos. La generación del 27 en el ensayo.


Entre los del 27, por la profesionalización filológica se creó un gran corpus crítico.
Dámaso Alonso, poeta y gran filólogo del siglo XX. Su producción crítica ocupa 9 de
10 tomos de su obra completa. Sus estudios tenían influencia de Pidal, se inclinó por
la estética idealista de Croce. Sus obras son indispensables para la historiografía de
Góngora y San Juan de la Cruz. Poesía Española, Ensayos de métodos y límites
estilísticos…
Pedro Salinas publica sobre clásicos y modernos. Destaca su labor como estudioso
de la lengua y literatura española, lo demuestra en sus monografías sobre Jorge
Manrique y ensayos de asuntos variados.
Luis Cernuda compenetraba perfectamente lírica y análisis crítico. En sus trabajos
insiste en reivindicar los valores literarios ajenos al aplauso de la mayoría, es el
precursor de la recuperación de escritores olvidados.

 La generación del 36
Una vez termina la guerra civil con la victoria del bando franquista el país tiene un
panorama del que tarda décadas en recuperarse. Desde todos los puntos de vista hay
un antes un después.
La brillante trayectoria del ensayo español desde principios de siglo se detuvo por la
guerra civil por tres factores: la muerte o el exilio de los autores, porque la guerra en
si mismo produjo reflexiones, estudios, ensayos; y la existencia de la censura. El
ambiente de esos años era un “páramo intelectual”.
Entre los ensayistas importantes de este grupo destacan: María Zambrano, Francisco
Ayala, Pedro Laín, Julián Marías…

 La generación de los años 50


Igual en que la novela o la poesía, hay una generación del medio siglo, este
momento cambia la evolución del ensayo que se hace ideológico gracias a la
influencia del momento político de España.
A partir de 1956 empieza a cambiar el pensamiento de las nuevas generaciones,
cuyas características generales sean las de un nivel de especialización superior y
una atención preferente a las ciencias sociales como instrumento de investigación.
Estos autores progresistas formas ideológicamente bajo la estela de Marx y Sartre son
Enrique Tierno Galván, Agustín García Calvo, Juan Marichal o Rafael Sánchez
Ferlosio.
 Los últimos pensadores
En los últimos años del siglo XX conviven autores de generaciones anteriores como
Francisco Ayala o Julián Marías con los de la década del cincuenta como García
Calvo. Con la recuperación de la democracia en España se asientan y surgen
nuevos nombres que cultivan el ensayo. Con esto, se puede decir que el ensayo
español actual es homologable al de países más importantes de Europa.
En filosofía destacan Eugenio Trías, Vidal Peña, Fernando Savater… En estudios
literarios Mainer, García Berrio, Francisco Rico, José María Díez Borque…
Historiadores del pensamiento o sociólogos son Ramón Tamales, Amando de Miguel,
Antonio Elorza…

CONCLUSIÓN
Las formas originarias del ensayo se remontan a la Antigüedad grecolatina y suelen
asociarse con el género del diálogo. Los antecedentes hispánicos que se anuncian las
características que tendrá en el siglo XVI el ensayo de Montaigne los han situado
algunos historiadores en el siglo XV castellano, en le contexto del deseo del grupo de
conversos de acceder a nueva forma de sociabilidad a través de la cultura. El siglo XVI
que renueva el diálogo será otro hito importantísimo en la creación del ensayo en
España, pero no es hasta el siglo XVIII, con la figura de Feijoo cuando empieza el
género en nuestro país, que ha dado notables ejemplos de la capacidad de las letras
españolas para competir en el plano de la escritura de las ideas con otros países más
sobresalientes de Europa.

BIBLIOGRAFÍA

MAINER, J.C. (1983) La edad de Plata. Ensayo de interpretación de un proceso


cultural. Cátedra.

MARICHAL, J. (1984) Teoría e historia del ensayismo hispánico. Alianza.

RAMONEDA, A. (1988) Antología de la literatura Española del siglo XX. Sgel.

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