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clarinete 18-23
clarinete 18-23
en mi bemol mayor.
El clarinete en el clasicismo
Sobre Ludwig Van Beethoven, se dice que escribió un concierto para clarinete a muy
temprana edad, pero no ha llegado a trascender en el tiempo, sin embargo, destacan dos
tríos para clarinete, piano y chelo, escritos en el año mil setecientos noventa y siete y
publicados en mil setecientos noventa y ocho, a petición de su amigo, Joseph Beer y tres
dúos para clarinete y fagot, publicados después de la muerte de Beethoven. También
incorporó al clarinete en algunas de sus sinfonías y en el concierto para violín entre otros.
Franz Danzi, compositor, pianista y violonchelista de origen italiano pero nacido en
Mannheim, Alemania en mil setecientos sesenta y tres, es otro de los compositores del
clasicismo a destacar en este apartado al componer su Sonata concertante para piano y
clarinete en si bemol.
Mozart y el clarinete
Wolfang Amadeus Mozart fue el primer compositor en darle una gran importancia
artística al clarinete. Le gustaba tanto el clarinete que incluso llegó a decir que “el clarinete es
el único instrumento que se asemeja a la voz humana”. El tres de diciembre de mil setecientos
setenta y ocho, W.A. Mozart escribía a su padre: “¡Ah…si también pudiéramos tener
clarinetes! No te puedes imaginar el maravilloso sonido de una sinfonía con flautas, oboes y
clarinetes”. Junto con la escuela de Mannheim influyó a favor de la utilización del clarinete.
La primera composición en la que lo incluyó fue en la Sinfonía nº31, en Re Mayor, K-297,
“París”, estrenada en junio de mil setecientos setenta y ocho, en la capital de Francia. En esta
primera inclusión del clarinete entre sus composiciones utilizó dos clarinetes en la y dándole
un papel sin ninguna intervención claramente diferenciada y en la línea de los instrumentos
de viento madera, la flauta travesera y el oboe. A partir de este momento, los músicos que
tocaban el clarinete se dedican exclusivamente a este instrumento, que hasta ese momento
el clarinete lo solían tocar los interpretes del oboe. En las composiciones de Mozart, el primer
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clarinete tenía un papel melodioso en el registro agudo junto con los oboes, flautas y
trompetas y el segundo clarinete tenía más un papel de relleno de las armonías graves.
Por todos es sabido que una de las obras más importantes en el repertorio
clarinetístico, que marcó un antes y un después en el instrumento, es el Concierto para
clarinete y Orquesta, K-622, compuesto en mil setecientos noventa y uno. Esta obra
sorprendió a los músicos de su época por la innovación que supuso, ya que no estaba
integrado de manera habitual en las obras del resto de compositores. El motivo que llevo a
Mozart a componer este concierto fue la gran relación de amistad que mantenía con Anton
Stadler, el cual era un gran clarinetista y al que dedicó este concierto. El concierto está
dividido en tres movimientos; el primero Allegro, el segundo Adagio, y el tercero Rondó.
Originalmente está compuesto para el corno di basseto, aunque habitualmente se toca con
clarinete en la, gracias a la adaptación que hizo el propio Stadler de la obra para este
instrumento. Como curiosidad cabe destacar que este, fue el último concierto para
instrumento solista que compuso Mozart y la penúltima obra en componer, siendo el Réquiem
de Mozart su última composición, días antes de su muerte.
Una obra que guarda gran similitud con el Concierto para clarinete K.622 es el
Quinteto para cuarteto de cuerda (dos violines, una viola y violonchelo) y clarinete K.581. Fue
compuesto dos años antes que el famoso concierto, en mil setecientos ochenta y nueve,
dedicada a Anton Stadler y compuesta en la misma tonalidad. El desarrollo de las frases
musicales recuerda al desarrollo de las frases del concierto, con un gran equilibrio pregunta
respuesta entre el discurso del solista y los demás instrumentos de la formación. Sin embargo,
a diferencia del concierto, está dividido en cuatro movimientos: un primer movimiento a forma
de Sonata clásica, el segundo movimiento, Larghetto, el tercer movimiento, Menuetto y el
cuarto movimiento, Allegretto con variazioni.
Aparte del concierto para clarinete y orquesta, Mozart también compuso otras obras
en las que se incluía el clarinete o el corno di basseto entre las que destacan el Adagio en Fa
mayor para dos cornos di basseto y fagot, K.410; la Cantata “Dir, Seele des Weltalls” para
tenor solo, flauta, dos oboes, clarinete, fagot, dos cornos y cuerda, K. 429; la Sinfonía número
39 en Mi bemol Mayor, K. 543, en la que se incluyen dos clarinete y la ópera La Flauta Mágica,
K.620, en la que incluye clarinetes y corno di basseto, compuesta en mil ochocientos uno a
los pocos meses de morir y el Trío para clarinete, viola y piano K.498.
El clarinete en el Romanticismo
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que se evitaban posiciones de horquilla y facilitando la digitación, llegando a ser un
instrumento virtuosístico.
Johannes Bramhs compuso las dos sonatas para clarinete y piano, el trío para
clarinete, violonchelo y piano y el quinteto para clarinete y cuarteto de cuerdas. En la época
final de su etapa compositiva, tras escuchar tocando al clarinetista Richard Mülhfel, el cual,
impresionó al compositor, hizo que se animara a componer las dos sonatas que fueron
estrenadas por el propio Johannes Bramhs al piano y Richard Mülhfel al clarinete.
Carl María von Webber compuso su Concertino en Mi bemol Mayor en tres días en el
año mil ochocientos once y fue estrenado por el virtuoso clarinetista, Heinrich Baerrmann.
Tuvo tanto éxito, que el reyo Maximiliano I de Babiera, le encargó que compusiera dos
conciertos más. El Concierto número uno en Fa Menor, compuesto en mayo de mil
ochocientos once y el Concierto número dos en Mi bemol Mayor compuesto en julio de ese
mismo año.
Bernhard Henrik Crussell fue un gran clarinetista, alumno de Jean Xavier Lefèvre y
uno de los compositores finlandeses más importante y reconocido internacionalmente.
Compuso tres conciertos para clarinete: el Concierto para clarinete en Mi bemol mayor, Op.1;
el Concierto para clarinete en Fa menor, Op.5 y el Concierto para clarinete en Si bemol mayor,
Op.11. También compuso la Sinfonía concertante en Si bemol mayor para clarinete, trompa,
fagot y orquesta, Op.3. Para música de cámara destacan cuatro cuartetos para clarinete,
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violín, viola y violonchelo, tres dúos para clarinete y un Trío Concierto para clarinete, trompa
y fagot.
El impresionismo y el clarinete
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Tabla 1. Resumen del Repertorio del Clarinete
Concierto de Copland Sonata para clarinete y piano Tres piezas para flauta
Concierto de Arnold Hindemith clarinete y fagot de
Dance Preludes Lutoslawski Piston
Concierto de Nielsen
Cinco Bagetellas de Finzi Choros No.2 para flauta y
Siglo XX
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La Música Klezmer
La música klezmer es una música tradicional e instrumental usada en las
celebraciones, bodas y otras festividades de los judíos de habla yiddish del Este de Europa,
una música influenciada directamente por la música religiosa que se remonta al menos al
siglo XVI de la Europa Central. La música klezmer se escuchaba, en la parte de Europa que
hoy comprende los países de Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Moldavia, Rumanía,
Eslovaquia y Hungría.
Desde mil ochocientos ochenta y uno a mil novecientos veinticuatro, hubo una oleada
de inmigrantes judíos de Europa del Este que entraron en Estados Unidos. Estas personas
trajeron su música y actuaron en el Teatro Yiddish de Nueva York en todo tipo de
celebraciones. En los años treinta y cuarenta, los hijos e hijas de estos inmigrantes nacidos
en Estados Unidos se interesaron más en "encajar" en el nuevo mundo, por lo que se volcaron
en el jazz y en otras músicas en lugar de perpetuar la tradición klezmer. Unas cuantas
generaciones más tarde, sus bisnietos e hijas quisieron redescubrir sus raíces y volvieron a
tocar con orgullo la música de sus antepasados.
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