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Cynthia Acuña-Matayoshi
Presentación
Al comenzar este trabajo me propuse hablar del compositor japonés Toru
Takemitsu, del modo en que musicalizó dos novelas de Kobo Abe: La mujer de
la arena y El rostro ajeno.1 Pero a medida que fui avanzando en la escritura, me
encontré con el inevitable problema de tener que hacer algún tipo de
presentación de ambos, también de las novelas a las que me refiero, incluso
del contexto histórico en que ambos trabajaron. Al finalizar el texto, advierto
que me resultó difícil centrar la escritura en una única dirección. Incluso me
resulta difícil establecer conclusiones. Pero no tengo dudas de que esta zona
que investigo, desde el campo del arte, atañe al tema que estamos
examinando: las nociones de Spaltung y Verleugnung.2
Se trata de dos nociones complejas abordadas por Freud y Lacan, que también
podríamos rastrear en el campo de la historia del arte (la literatura, el teatro,
la música, la pintura). No como conceptos sino como efectos. Creo que tanto
Kobo Abe como su colega, Toru Takemitsu exploran, a través del arte,
algunos de estos efectos. Efectos de extrañamiento, de división, de una
tensión irresoluble, de vacío.
En el caso de Kobo Abe esa exploración se desarrolla en sus novelas, en las
que los personajes aparecen en una relación de extraterritorialidad respecto
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del mundo exterior, de la sociedad o de sí mismos. Gregory Zambrano
propone pensar la obra de Abe desde la proscripción, dice: “de ese mundo
proscripto surge lo extraño, alucinado, vacío o fantasmagórico que proponen
muchos de sus relatos y novelas” (Zambrano, 2012: 3).
El hecho de que el título de este escrito se refiera a la música y al silencio se
debe a que las obras literarias que examino fueron adaptadas al cine y
musicalizadas por Toru Takemitsu. También a que este compositor tiene una
concepción singular de los sonidos, a los que considera como algo vivo, con
un movimiento propio, al punto que se hace difícil anticipar el camino por el
cual la música nos va a conducir.
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Takemitsu nació en Tokio en 1930. Un mes después de su nacimiento, la
familia se traslada a Manchuria, China, donde trabajaba su padre. Allí pudo
escuchar los discos de jazz de su padre. Regresa a Tokio en 1937, teniendo
siete años, para comenzar su escolarización. Un año después, muere el padre.
Queda desde entonces al cuidado de su madre y de una tía que era profesora
de koto.5 Takemitsu dice no tener buenos recuerdos de esa época de su vida,
recuerdos que asocia a ese instrumento tradicional japonés.
En 1944, a los catorce años, entra al servicio militar. Se lo recluta para
construir bases militares subterráneas en las montañas. En una ocasión, al
parecer, un oficial reunió en secreto a un grupo de jóvenes para escuchar
“música prohibida”. Se trataba de Lucienne Boyer, la canción: “Parlez-moi
d’amour” (1930). Según él mismo dice, escuchar esa música fue como un
shock que lo dejó deslumbrado. La música occidental lo atrae, siente por ella
gran admiración.
Sin embargo, se acerca a la música tradicional japonesa en 1960 luego de
escuchar los sonidos del shamisén6 en el teatro de marionetas Bunraku
(Blanco, 2012: 10). El teatro va a ser clave en la obra de Kobo Abe y en la
música que Takemitsu compone para sus películas.
El hecho de formarse por fuera de una academia le dio la posibilidad de crear
algo singular a través de la música. En general, se subraya de sus
composiciones, la combinación que realiza de instrumentos japoneses con
occidentales. Cabe preguntarse si utilizar instrumentos occidentales y
japoneses implica una fusión musical.
La cuestión de la música occidental como música extranjera, a veces prohibida
en Japón, es algo que no carece de importancia en el momento en que
Takemitsu se acerca a lo musical. Por eso quisiera hacer alguna referencia a
este punto, el de lo extranjero.
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Acerca de lo extranjero7
Muchos críticos, antropólogos e historiadores escribieron acerca de cómo la
cultura japonesa reaccionó ante lo extranjero. Algunos hablan de imitación,
otros de asimilación al mismo tiempo que rechazo (Zambrano, 2012). Se ha
hablado también del sincretismo japonés.8
En relación a este tema de lo extranjero, me gustaría situar dos momentos
clave en la historia de Japón: A fines del siglo XIX, el período Meiji (1868-
1912) y a mediados del siglo XX, el momento de la ocupación norteamericana
(1945-1951). Son dos momentos en que Japón realiza una apertura de sus
fronteras a lo extranjero. Entre ambos, se sitúa una etapa militarista,
nacionalista, de golpes de estado, en la que lo extranjero va a ser prohibido.
7 La palabra extranjero viene del francés, estrangier, formada de estrange (extraño). El francés
tomó extrange del latín extraneus (extraño). La raíz extra significa fuera de. Según la RAE
significa: “que es o viene de país de otra soberanía”. Es decir, extranjero remite a lo exterior a
la vez que a lo extraño. Lo que importa es qué es lo que va a ocupar ese lugar de exterioridad
y extrañeza.
8 Por ejemplo, en lo religioso, en relación a la convivencia de muchas religiones.
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redacta un documento con dos postulaciones aparentemente opuestas: la
primera decía que se debía buscar el cultivo exclusivo de la música occidental, la
segunda, que se debía buscar el cultivo exclusivo de la música japonesa tradicional,
con el objetivo de una fusión entre ambas. Cito: “la mezcla de ambas hasta
que se consiga una nueva clase de música, apropiada para el Japón de hoy”
(Blanco, 2012: 7).
A comienzos del siglo XX, la historia de Japón está marcada por un periodo
nacionalista y expansionista, en el que se sitúa como potencia con pretensión
colonial.9 Me pregunto, ¿reacción a la apertura? La música occidental es
considerada enemiga y, por lo tanto, prohibida. Esta etapa militarista termina
con la derrota de la segunda guerra mundial, en 1945. Antes de firmarse esa
derrota, en agosto de 1945, son arrojadas en Hiroshima y Nagasaki dos
bombas atómicas que producen una devastación en la población. Luego
vendrán la rendición de Japón y la ocupación norteamericana.
9 Japón derrota a Rusia y China, ocupa la península de Corea, Taiwán, el sur de las Islas
Sakhalin y Manchuria.
10 Tomo la noción de dispositivo de Michel Foucault como “máquinas para hacer ver y para
hacer hablar” Ver: Deleuze, Gilles (1999): Michel Foucault filósofo, s.l. Gedisa
11 El cine de posguerra es una de las vías de recepción de lo que nosotros conocemos o
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prohibido era todo lo que remitiera al período feudal. Es decir, al Japón
anterior al período Meiji.
Según Donald Richie, lo que se esperaba de los directores de cine japoneses,
durante la ocupación, era que hicieran películas norteamericanas. Aquí lo
extranjero cambia de signo. Es el modelo a imitar. También cabría
preguntarse por los efectos de la prohibición de aquellos símbolos
tradicionales de la identidad japonesa (el Monte Fuji, el Emperador, los
samuráis, etc.) ¿Son los símbolos del Japón más tradicional los que van a ir a
parar al lugar de lo extranjero?
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“Un sonido es, sin duda, algo vivo. Es como la naturaleza, que no
tiene individualidad. Igual que las transformaciones de viento y agua
son complejas, un sonido se hace rico o incluso pobre. Eso depende
de cómo nuestras sensibilidades acepten el sonido. Nosotros los
compositores no deberíamos asumir una actitud arrogante frente al
sonido, porque escribimos música en colaboración con sonidos. Lo
que importa es cómo podemos hacer realmente natural el acto
artificial de escribir música.” (Takemitsu, en Blanco, 2012)
Entonces, nutrirse de lo extranjero para hacer algo nuevo con eso, algo
inimitable. No a través de una escuela o de un tratado musical. Reescribir lo
extranjero. Pero ¿de qué extranjeridad se trata? El mismo afirma que es la
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“otredad más que la identidad lo que debemos encontrar en nosotros
mismos” (Takemitsu, en Blanco, 2012:3). Es lo extranjero propio lo que intenta
reescribir, si cabe el término, a través de la música.
Por otra parte, afirma que en sus composiciones sigue el modelo del jardín
japonés, que no es un jardín simétrico de líneas rectas, sino un lugar para
pasear sin un rumbo fijo, en el cual uno puede encontrarse cosas que no
tienen necesariamente relación entre sí. Allí la naturaleza habita junto al
hombre. Esa relación, la de la naturaleza y el hombre no siempre es
equilibrada, no siempre ha sido pacífica. Es decir, en el jardín japonés de Toru
Takemitsu, habitan sonidos y silencios, la vida y la muerte. Enseguida uno
advierte que este compositor realiza una operación de des-mitificación de lo
japonés. Pensemos que el jardín japonés, el zen, etc., son para nosotros objetos
mitificados. Este compositor parece romper con esa imagen esencialista acerca
de esos objetos tradicionales.
Esto también se advierte en el modo en que trata la tensión entre lo occidental
y lo japonés. Pensemos en aquel proyecto de fusión musical de fines del siglo
XIX, ¿qué sería una fusión de ese tipo? ¿Cómo se expresaría? ¿Es Takemitsu
un músico heredero de ese proyecto?
Creo que no. Lo que se expresa en su obra es algo que no es del orden de la
fusión. El hecho de utilizar instrumentos occidentales y japoneses no implica
fusionar culturas o sonidos sino que, en este caso, esa conjunción produce
extrañamiento a nivel musical. Enrique Blanco lo describe de un modo muy
claro:
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Este extrañamiento es el que encontramos en la musicalización que realiza
para las películas de Kobo Abe. Por otra parte, el tema de la “fusión”, o mejor
dicho, de su imposibilidad, aparece en la obra de Kobo Abe. La imposibilidad
de ser/hacer Uno es uno de los temas de la novela El rostro ajeno.
Me gustaría entonces referirme a estas películas, que han comenzado siendo
novelas.
El discurrir de la arena
La primera novela que examino es Suna no onna –un título que puede
traducirse como la mujer de la arena o la mujer de arena-. Publicada en 1962 y
llevada al cine en 1964, bajo la dirección de Hiroshi Teshigahara.
La trama es la siguiente: un entomólogo, se sumerge en las dunas en busca de
un insecto para su colección, con el deseo de que dicho descubrimiento
permita que su nombre quede escrito en un libro de entomología.
Unos aldeanos lo invitan a hospedarse por una noche en la casa de una mujer
de la aldea, resultando esto una trampa que lo lleva a quedar atrapado en un
mundo subterráneo, debajo de la arena. La película muestra el trabajo forzado
que deben realizar con esta mujer para recibir comida y agua de los aldeanos
mientras la arena va horadando no sólo la casa sino todo su yo, así como sus
esperanzas de liberarse de ese pozo en el que se encuentra atrapado. 12 Sus
intentos de escapar se frustran. Y él comienza a sospechar que desaparecer de
la que era su vida cotidiana no implicó, para los otros, nada.
Después de años de encierro, frente a una nueva posibilidad de escapar, no lo
hace. Pospone la huida. Está inmerso en un nuevo descubrimiento
relacionado con las propiedades de la arena.
La música de este filme expresa ese discurrir de la arena, acompaña el avance
así como el derrumbe de la arena, la imposibilidad de ser dominada. Pero
12El papel representado por la mujer es enigmático, dado que ella acepta esa vida de una
manera muda. En este sentido, es un personaje que nos recuerda a la literatura de fantasmas
de Lafcadio Hearn, donde la mujer –en apariencia viva- puede ser un demonio o un
fantasma.
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además, elige sonidos que nos hacen ver ese discurrir, que parecen ser
impresiones visuales.
“Yo había empezado a sentir una intolerable desolación, al ver que entre
la máscara y yo mismo se había venido produciendo una escisión fatal.”
(Abe, 1994: 162)
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En relación a la música de este filme, a diferencia del anterior, Takemitsu elige
musicalizarlo con un vals cantado en alemán. Es muy difícil dar una respuesta
acerca del porqué de esta elección. ¿Una referencia a la guerra? ¿Una alusión
al romanticismo alemán?
Creo que esta novela de Abe tiene una impronta de la literatura gótica
alemana del siglo XIX, que aborda la temática del doble, del terror y de la
tensión perpetua entre la razón y la pasión. La música probablemente fue
elegida en esa misma dirección.
Por otra parte, la letra del vals, reitera la pregunta “¿dónde estás? ¿Dónde
estás? … el tú de ayer…”13 Una dificultad en la localización del yo, porque
este aparece desgarrado entre un falso rostro (las vendas) y un rostro ajeno (la
máscara).
Las referencias a lo musical en La cara de otro son muy significativas. En una
de ellas, el personaje recuerda que antes de perder el rostro, escuchaba con
placer la música de Bach. Pero nota que, tras el accidente, la música que antes
lo apaciguaba, ahora le resulta extraña, la escucha como si se tratara de un
enloquecimiento instrumental, una melodía desquiciada.
Se pregunta cómo la pérdida del rostro puede producir un cambio tan
dramático al sentido del oído.
Evidentemente la música no se escucha con el oído. Lo musical, el ritmo y las
imágenes que la música despiertan en quien la escucha van más allá de lo
auditivo como función. ¿Hay un yo espacial que escucha la música? ¿Es la
trasformación de este yo, de la superficie espacial del yo, lo que convierte el
sonido placentero en algo enloquecido?
13La letra de la película subtitulada en español. dice: “Te miro a la cara que está ante mí y, sin
embargo, ya no te reconozco, ¿dónde estás? ¿dónde estás? El tú de ayer. Una vez en la niebla
te vi, como tras un cristal lechoso, estabas cerca y, sin embargo, lejos, una vez bajo la luz de la
luna, vi tu pálida piel. Estabas cerca pero, sin embargo, eras un desconocido para mí”
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Referencias bibliográficas
Abe, Kobo (1994): El rostro ajeno, Madrid, Editorial Nacional Madrid
Abe, Kobo (1998): La mujer de la arena, Madrid, Siruela
Alegre Martínez, Miguel Ángel (2007): “La música francesa entre los siglos
XIX y XX. El impresionismo. Especial referencia al repertorio pianístico”,
Andalucía
Blanco, Enrique (2012): “El mundo simbólico de Toru Takemitsu”, en Sinfonía
virtual, edición 23, julio 2012, URL: www.sinfoniavirtual.com
Blanco, Enrique (s.f.): “La personalidad musical de Olivier Messiaen”
Freud, Sigmund (2011), El yo y el ello. Manuscritos inéditos y versión publicada,
Bs. As., Mármol izquierdo
Ortiz, Renato (2003): Lo próximo y lo distante. Japón y la modernidad-mundo, Bs.
Aires, Interzona editora
Richie, Donald (2005), Cien años de cine japonés, Madrid, ediciones Jaguar
Torres, Rodrigo (s.f.): “Olivier Messiaen: un abridor de mundos”, Revista
Musical Chilena, Facultad de Artes, Universidad de Chile, pp. 101-108
(entrevista a Cirilo Vila)
Zambrano, Gregory (2010) “Kobo Abe: claves en torno al sujeto y la crisis de
identidad”, Contexto, vol. 14, núm. 16, pp. 89-105
Zambrano, Gregory (2012): “Los mundos de la literatura. Diálogo de Gregory
Zambrano con Cynthia Acuña-Matayoshi”, en Uchina, diciembre de 2012,
URL: www.uchina.com.ar
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