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La Cocina Vasca Marti Buckley
La Cocina Vasca Marti Buckley
Portada
Sinopsis
Portadilla
Dedicatoria
Prólogo, por Bittor Arginzoniz
Introducción: El País Vasco
PINTXOAK - Pinchos
ZOPAK - Sopas
ARRAINAK ETA ITSASKIAK - Pescado y marisco
BARAZKIAK ETA HARAGIAK - Verduras y carne
GOZOAK - Dulces
EDARIAK - Bebidas
Agradecimientos
Recursos
Lecturas adicionales
Créditos
Contraportada
Gracias por adquirir este eBook
RÚSTICO MÁS QUE REFINADO: La cocina vasca rehúye los toques elegantes y
prefiere el buen carbón de una parrilla o la fusión de sabores en un estofado
reconfortante. Por supuesto, el lado Michelin de esta cocina tiene un libro
de trucos altamente refinados, pero en general el estilo vasco se inclina por
elementos primitivos y guarniciones simples.
POLIKI, POLIKI: Esta frase que se oye con frecuencia significa «despacio y
con cariño», y la cocina es un lugar ideal para emplearla. Muchos platos
están formados con una base de sofrito. La diferencia entre un buen plato y
un plato increíble suelen ser los veinte minutos de más de cocinar la
cebolla, mimándola para que quede dulce y de un color dorado oscuro.
EL PAÍS
Como meta principal, muy difícil, tenemos que poner la cocina vasca entre las mejores del
mundo, ya que sabemos que la china y la francesa están reconocidas como las mejores. Y, sin
soberbia, pensamos que la cocina vasca, tanto por su calidad como por su tradición, puede
alcanzar similares metas.
EL IDIOMA
GILDA
Gilda (pincho de anchoa, guindilla y aceituna)
PATATA TORTILLA
Tortilla de patatas
PIPER BETEAK
Pimientos rellenos
KROKETAK
Croquetas
ENTSALADILLA ERRUSIARRA
Ensaladilla rusa
TXORIZOA SAGARDOTAN
Chorizo a la sidra
ANTXOAK OZPINETAN
Boquerones en vinagre
PATATAK BARATXURIAREKIN
Patatas al ajillo
GANBA BROTXETA
Brocheta de gamba
URDAIAZPIKO, AHUNTZ GAZTA ETA TOMATE LEHOR PINTXOA
Foie micuit
¿QUÉ DEFINE A UN PINCHO?¿Es su tamaño?, ¿su forma?, ¿el ingrediente? Se
han empleado muchos esfuerzos para definir este producto típico de
Euskadi. Los vascos tienen un sentido innato de lo que es un pincho y lo
que no (por supuesto, como cualquier aspecto de la cocina vasca, existen al
menos tantas opiniones como provincias). En nuestro contexto, unos hechos
básicos conforman una definición universalmente aceptada:
Un pincho no es una tapa. ¿Por qué? Las tapas a veces se dan gratis con
la bebida, algo inaudito en un bar de pinchos. Las tapas están elaboradas
tradicionalmente con un solo ingrediente, en una porción de plato
pequeño, mientras que los pinchos suelen ser más bien una rebanada de
pan con varios ingredientes o un plato terminado, que va de humilde a
vanguardista.
PARA 4 PERSONAS
Corta los tallos de las guindillas y parte cada guindilla por la mitad.
Con un palillo largo ensarta una aceituna por el centro, seguido de 2
trozos de guindilla. Añade una anchoa ensartándola en el palillo en forma
de «s». Añade 2 trozos más de guindilla y termina con otra aceituna. Repite
el mismo procedimiento con los demás ingredientes para montar tres gildas
más.
Sírvelo a temperatura ambiente en un plato generosamente rociado con
aceite de oliva.
Patata tortilla
TORTILLA DE PATATAS
LA TORTILLA DE PATATAS, o tortilla española, es el plato nacional no oficial de
España. Suele ser la primera lección de cocina que dan las madres a sus
hijos, y si un español solo sabe cocinar una cosa, es tortilla. Si solo se
ofrece una cosa en un solitario bar de esquina, será un plato redondo de
tortilla. La tortilla es mucho, muchísimo más que la suma de sus humildes
ingredientes: patata, huevo y cebolla (aunque también se puede cocinar sin
cebolla). La textura puede variar, pero generalmente una tortilla perfecta
tiene una capa exterior firme que, al cortarla, se deshace ligeramente
perdiendo la forma (y no soltar un montón de huevo crudo o, aún peor, ser
una masa firme como un pastel).
Aunque es popular en toda España, el origen de la tortilla de patatas de
hecho se puede atribuir a Navarra. En el libro anónimo Memorial de
ratonera: el comer, el vestir y la vida de los navarros de 1817 se describe a
los pastores de la región comiendo «dos o tres huevos en una tortilla para
cinco o seis, porque nuestras mujeres saben cómo aumentar su tamaño y
relleno con solo unos huevos y mezclando patata, pan y otras cosas».
Se puede comer tortilla a todas horas del día: para desayunar, como
tentempié, picar algo, para almorzar, merendar o cenar. Quizá el momento
más idóneo para comerla es el hamaiketako, la sagrada pausa de desayuno
de las once de la mañana predestinada a aguantar hasta lo que, para la
mayoría de los estándares mundiales, es un almuerzo bastante tardío (en
torno a las dos de la tarde en el País Vasco). El pimiento verde es una
incorporación que se utiliza en ocasiones; cortado en rodajas finas se añade
a la sartén con las patatas.
PARA 8 PERSONAS
PIMIENTOS RELLENOS
CADA BAR DE PINCHOS OFRECE un plato de pimientos del piquillo. Con su
aroma ligeramente ahumado, su forma triangular única, y su textura
delicada, los piquillos son ideales sobre una rebanada de pan, acompañados
con un poco de lomo de cerdo o una anchoa. Cuando se sirven enteros
suelen ir rellenos de mayonesa y otros ingredientes, como jamón y puerro, o
atún. Cuando se sirven calientes, van rellenos de ternera picada o bacalao
con bechamel, otro relleno común (ver Nota). La carne rehogada, como las
sobras de un estofado de carne, las costillitas, o el txahal masailak
(carrilleras de ternera; ver receta en capítulo Verduras y carne), son un
sustituto más gourmet.
Aunque esta receta funciona con cualquier pimiento rojo pequeño, el
auténtico pimiento del piquillo procede de Lodosa, Navarra. Su sabor
ahumado procede del fuego usado para asar la piel. Más pequeños y
delicados que un pimiento rojo de campana, son ideales como pimientos
rellenos del tamaño de un bocado.
PARA 12 PERSONAS
1920 A 1940
Beber fuera de casa era una costumbre social que existía mucho antes de la
Guerra Civil española. La gente acudía a las sidrerías y bodegas del casco
viejo de San Sebastián para comprar alcohol (para su casa o negocio) y
aprovechaba el viaje para tomarse unas copas.
1940 A 1960
Después de la Guerra Civil, el txikiteo, la práctica de ir de bar en bar con
una kuadrilla (grupo de amigos íntimos) se convierte en una rutina.
Las kuadrillak se reúnen en el mismo bar para empezar la misma ruta
cada noche, y terminan la noche habiendo consumido hasta treinta vasitos
de vino (cerca de una botella) cada uno. Por suerte, el vino es muy barato,
unas siete pesetas (4 céntimos en la moneda actual).
También reina una escasez generalizada. Algunos bares, muchos de ellos
todavía con los mismos propietarios hoy día, innovan poniendo un poco de
comida en la barra. El bar Martínez, en la calle 31 de Agosto de San
Sebastián, es uno de ellos.
Gran parte de la comida y algunos de los alcoholes disponibles en los
bares son de contrabando, traídos de Francia. La policía nunca actúa, y lujos
como la chatka (carne de cangrejo en conserva), nunca visto antes de que
apareciera en el bar de Borda Berri, asoman por los bares de la ciudad.
La película Gilda (1946) llega a España, que más tarde inspiraría el
nombre del que a menudo se supone que es el primer pincho [ver receta
Gilda (pincho de anchoa, guindilla y aceituna)]. Un bocado estilo banderilla
cuesta unas 3 pesetas (actualmente unos 2 céntimos de euro). Los
veraneantes del interior de España son los que empiezan a referirse a estos
encurtidos sujetos con un palillo como «pinchos».
1960 A 1980
La vida empieza a ser más fácil. Abren cadenas de suministro, y las barras
empiezan a desarrollar su oferta de comida. Cada barra tiene su
especialidad. El término «pincho» empieza a cuajar y a circular, pero con
ortografía vasca: «pintxo».
Aunque el término «pincho» todavía no ha llegado a Bilbao, empiezan a
aparecer bocados de aspecto similar en los bares de la ciudad, entre ellos el
bilbainito, huevo duro con mayonesa y gamba; el grillo, un trozo de patata
con lechuga y cebolla; y trozos de bonito del norte en aceite de oliva que se
comen con un palillo. Los domingos hay bares que sirven calamares fritos,
o incluso croquetas. Sin embargo, la comida se sirve en una esquina, no
sobre la barra.
En San Sebastián el pincho alcanza su esplendor, y la ley municipal local
no sabe cómo gestionarlo. En la década de 1960 se establecen fuertes
multas por poner platos de pinchos no tapados: 25.000 pesetas (150 euros
de hoy en día). Las medidas sanitarias de 2020 de nuevo obligan a poner
campanas de cristal en los bares para tapar los pinchos.
Los bares empiezan a ser conocidos por sus especialidades: anchoas,
huevos, callos, bacalao y más. Cuando el negocio del pincho se hace más
lucrativo, las empresas de comida congelada empiezan a ofrecer croquetas
precocinadas a los bares dispuestos a aceptarlas.
1980 A 2000
La creatividad sustituye a la necesidad como inspiración para los pinchos
cuando el país empieza a prosperar. Innovaciones como el hojaldre o la
yema de huevo sobre las setas empiezan a propagarse.
La cocina en miniatura toma forma a finales de la década de 1980.
Algunos bares de San Sebastián, Aloña Berri en el barrio de Gros en
particular, empiezan a ofrecer obras de arte en miniatura, que se cocinan
bajo pedido. Este concepto atrae a las masas.
Mientras, en Bilbao, aparece el pincho con pan, junto con setas y
pimientos. Uno de los primeros bares que lleva los pinchos a Bilbao es
Oriotarra. El libro Pintxos Donostiarras, de Pedro Martín Villa, se publica
en 1992. El certamen de pinchos más longevo, el «Campeonato de Vizcaya
de Pinchos» (Bilbao Bizkaia Pintxo Txapelketa), celebra su primera edición
en 1999.
Un bar de Portu Kalea en San Sebastián empieza a ofrecer pinchos
realizados con combinaciones de ingredientes no ortodoxas, ridiculizados
como «mezclas sin sentido» por los tradicionalistas, pero el formato se
copia rápidamente cuando tiene éxito.
2000 A LA ACTUALIDAD
El txikiteo pierde fuerza, un cambio atribuido a una tendencia hacia una
vida más «sana», al fallecimiento de las generaciones mayores y al aumento
de los precios del vino. Es más normal ver grupos de parejas y amigos que
beben y comen pinchos para cenar, en vez de grupos de hombres que beben
un vaso tras otro de vino.
Se retiran propietarios de bares y a veces los traspasan a foráneos. Estos
recién llegados tienen un pensamiento más global; los chefs están formados
en cocinas con estrellas Michelin. La explosión global en popularidad de
los pinchos y el creciente número de visitantes al País Vasco mantiene los
bares llenos, especialmente en verano.
Kroketak
CROQUETAS
LA CROQUETA es la reina de la mesa en el País Vasco y en toda España. Frita,
bien dorada y hecha para comerla con los dedos, el crujiente empanado
exterior da paso a un interior espeso y cremoso que recuerda al puré de
patata o al queso fundido. Gusta a todo el mundo, y es un clásico de las
barras de madera de cualquier bar, e incluso se sirve como entrante a los
niños.
Las croquetas clásicas están rellenas de jamón ibérico de bellota, pero
otras variaciones comunes incluyen setas o bacalao (ver receta Croquetas de
bacalao en capítulo Pescado y marisco), y también es normal encontrar
versiones de pollo o morcilla.
Un secreto para la excelencia de la croqueta es el paso extra de infusionar
los lácteos con el ingrediente estrella. Cuando se elaboran con leche y nata
infusionada con jamón, la bechamel resultante adquiere una nueva vida
sutilmente aromatizada. El jamón ibérico es más sabroso que su primo, el
jamón serrano, pero se puede usar cualquiera de los dos.
Nota: Cuanto más fino el pan rallado, más clásica es la croqueta. Con
pan rallado panko obtendrás croquetas más modernas.
También puedes rebozar 2 veces con pan rallado en vez de harina, es
decir, rebozar las croquetas con pan rallado, luego huevo, y otra vez
pan rallado. De esta manera las croquetas estarán extracrujientes.
Experimenta para encontrar la textura favorita.
Entsaladilla errusiarra
ENSALADILLA RUSA
AUNQUE SU ORIGEN NO ES VASCO, la ensaladilla rusa es el caballo de batalla de
casi todos los bares de pinchos. Amontonada sobre rebanadas de pan,
ocasionalmente se sirve en hojaldre o tartaletas. Las guarniciones varían
enormemente y a menudo son un reflejo de la estética del bar: 2 tiras de
pimiento rojo, cruzadas; una aceituna verde, partida por la mitad; 1
cucharada de mayonesa, que en los bares más tradicionales se sirve con una
manga pastelera con boquilla decorativa, o incluso una gamba pelada.
Como sugiere su nombre, el plato original proviene supuestamente de la
Rusia del siglo XIX. Cada país europeo tiene su versión, siempre elaborada
con ingredientes básicos. En el País Vasco esto significa patata, aceite,
huevo, zanahoria y atún.
Esta versión presenta una técnica inspirada en los expertos cocineros
caseros: añadir los ingredientes en la misma olla de agua hirviendo a su
debido tiempo para que todos terminen al mismo instante, ahorrándose así
ollas y tiempo. No hay que olvidar la mayonesa casera, lista en tan solo 5
minutos con una batidora de brazo, y recordar que hay que enfriar la
ensalada antes de servirla para que puedan fusionarse los sabores.
PARA 12 PERSONAS
Lleva una olla grande de agua con sal a fuego alto. Añade las patatas, y 7
minutos más tarde añade las zanahorias. Cuatro minutos después añade los
huevos, y déjalo todo hervir exactamente 9 minutos más, 20 minutos en
total. Usa una espumadera o espumadera araña para retirar los huevos y
pásalos por agua fría para detener la cocción. Reserva. Pincha una patata
con un tenedor; si sale fácilmente, están listas. Cuela las patatas y las
zanahorias y déjalas enfriar. Cuando los huevos estén suficientemente fríos
para manipularlos, pélalos.
Corta las patatas cocidas en dados de 1,5 cm. Corta las zanahorias y tres
de los huevos en dados del mismo tamaño e incorpóralo todo en un bol
grande. Reserva 5 aceitunas y trocea las demás. Añade las aceitunas
troceadas, los guisantes y el atún en un bol.
Añade 125 g de mayonesa y remueve suavemente. Ve añadiendo el resto
de la mayonesa a cucharadas, hasta que la mezcla esté bien cremosa y
suave.
Tapa la ensaladilla y refrigérala al menos 1 hora antes de servir. Con
mayonesa casera la ensaladilla se conserva 1 día; con mayonesa comprada
se conserva unos 3 días.
Para servir como pincho deposita unas cucharadas generosas sobre unas
rebanadas de pan. También puedes decorar cada rebanada con una aceituna
(entera o cortada longitudinalmente), una tira de pimiento o huevo cocido
rallado (rallado con los agujeros pequeños de un rallador). Para reuniones
familiares y cenas en grupo sirve la ensaladilla en un bol grande, decorada
con las aceitunas y el huevo cocido rallado o las tiras de pimiento.
Mayonesa casera
PARA 500 G
1 huevo grande
Vinagre de sidra de manzana
480 ml de aceite de oliva ligero o aceite vegetal
Sal
CHORIZO A LA SIDRA
UN PLATO INSPIRADO en los ingredientes básicos más comunes, chorizo a la
sidra, puede salvar a un cocinero en un aprieto. En esta receta, la sidra
vasca, menos dulce y más ácida que sus equivalentes anglosajonas y
francesas, cuece el chorizo curado a fuego lento para alcanzar una ternura
perfecta. Este plato probablemente surgió en las sidrerías rurales del País
Vasco y la vecina Asturias. Amigos y conocidos se congregaban en caseríos
de piedra bajos para degustar la sidra añeja y selecta en venta. La tradición
de ofrecer un poco de comida para amortiguar el alcohol dio lugar a las
actuales sidrerías convertidas en restaurantes, una visita que solía empezar,
y todavía suele ser así, con un plato de humeantes trozos de chorizo y una
cesta de pan crujiente.
El chorizo emplea principalmente pimentón y se deja secar y curar hasta
que está listo para comer. Se puede saber el tiempo de curación de un
chorizo simplemente apretándolo. Cuanto más duro, más tiempo de
curación. Si tiene un poco de elasticidad, será ideal para este plato.
PARA 4 PERSONAS
BOQUERONES EN VINAGRE
LOS BOQUERONES SON MUY APRECIADOS POR LOS VASCOS. En temporada se
comen frescos; sin embargo, elaborados en sal y conservados en tarro de
cristal o en lata, llamados anchoas, se disfrutan durante todo el año. La
anchoa en vinagre, de color blanco, conocida en el resto de España como
boquerón, se suele comer en un palillo con verduras encurtidas, mientras
que la anchoa de color marrón es adorada sobre un pan crujiente. Los
boquerones blancos más famosos, coloquialmente conocidos en euskera
como bokeroiak (del término del sur de España «boquerón»), se encuentran
en el casco antiguo de San Sebastián.
El bar Txepetxa, decorado con madera amarilla y fotos enmarcadas de los
huéspedes, no hace concesiones a la modernidad. Es de una raza extinguida
que ha sobrevivido por su singular compromiso con la especialización. Los
residentes suelen referirse a él como «el templo de la anchoa», y este
pescado se cura in situ en una marinada de vinagre secreta, cuya receta está
guardada a cal y canto en un banco local. Deliciosamente ácidas, tienen un
sabor a mar ligeramente salado. Se sirven sobre un pan siempre recién
cortado y tostado al hacer el pedido, luego cubierto con una de las catorce
mezclas distintas, desde verduras picadas a crema de centollo.
No es la receta secreta, pero cuando se hace con pescado fresco de la
mejor calidad tiene un sabor increíble.
PARA 4 PERSONAS
ANCHOAS
PATATAS AL AJILLO
¡Un platillo! Se oye en el bar y resuena en las paredes de madera. Una pequeña
multitud de parroquianos se distribuye por la barra y todos comen el mismo
plato: patatas aromatizadas con ajo y perejil (tiernas por estar cocidas dos
veces: primero hervidas y luego fritas). El secreto de estas patatas es la
pátina de aceite que cubre las sartenes (y la cocina entera), pero es un plato
fácil de recrear en casa.
La preparación del ajillo, que no es de origen vasco, consiste en saltear
ajo en aceite de oliva, a menudo con un poco de perejil. Las patatas están
tiernas, y aunque las más pequeñas tienen un punto crujiente en general son
suaves y se funden con el ajo, el perejil y el aceite de oliva.
Sírvelas como en el bar, con una cesta de rebanadas de pan con unos
tenedores y un bote de pimentón rojo picante al lado.
PARA 4 PERSONAS
BROCHETA DE GAMBA
EL BAR QUE HIZO famosa la brocheta de gamba, Goiz Argi, está en la
abarrotada calle de Fermín Calbetón de San Sebastián, donde dos de cada
tres locales son un restaurante o bar. El flujo de gente empieza sobre las
once de la mañana y no para hasta la madrugada.
La especialidad del bar Goiz Argi es esta brocheta de panceta y gamba,
simplemente asada y cubierta con una vinagreta de pimiento y cebolla. Para
hacer estas brochetas en casa se necesita una plancha o una sartén grande y
plana. También están muy buenas a la parrilla.
PARA 4 PERSONAS
PARA 9 PINCHOS
FOIE MICUIT
EN LOS BARES DE PINCHOS DEL PAÍS VASCO siempre hay foie. Asado
ligeramente, en forma de paté, como relleno de una seta, o untado en un
trozo de pan, este producto de lujo es omnipresente. La abundancia de foie,
y su lugar especial en la cultura del pincho, es gracias a su proximidad de
Francia. El país vecino ha tenido una influencia innegable en la cocina
vasca, y el apetito creado por el foie ha llevado a España a situarse entre los
cinco principales productores del hígado graso.
Esta receta, tomada de la cocina de uno de los bares de pinchos más
populares de San Sebastián, Atari, es infalible. Cuando elaboran su foie mi-
cuit («medio cocido» en francés),utilizan un método rápido que resulta en
un paté de foie suave como la seda. La presentación sobre un pan de nueces
y pasas evoca la mesa navideña vasca, donde una lata de foie y el pan de
pasas tostado marcan la temporada. Para embellecer el hígado, aderézalo
con compota de manzana o pera, glaseado balsámico (ver Nota) o incluso
un puré de plátano.
Nota: Esta receta se puede adaptar para usar más o menos cantidad de
hígado; solo hay que asegurarse de sazonarlo al gusto.
Para hacer un glaseado balsámico clásico, en una cacerola pequeña
mezcla 4 partes de vinagre balsámico con una parte de azúcar y
caliéntalo a fuego medio-alto, removiendo frecuentemente para
disolver el azúcar, hasta que el líquido se reduzca y se forme un jarabe
espeso. Rocía la fuente con el glaseado antes de colocar las tostadas
encima.
GIPUZKOA / GUIPÚZCOA
Difícilmente se dará en el planeta una mayor densidad de destacados restaurantes y casas del
buen comer, incluidas las sociedades gastronómicas, como en los reducidos 1.997 km2 de su
territorio. En el corazón mismo de una amplia región donde se dan los mejores productos de
huerta, ganadería, viñedos, mar y pluma de corral, las gentes guipuzcoanas han sabido
acercarse con veneración a los fogones. —JOSÉ LUIS ITURRIETA
SALDA
Caldo de ternera y pollo
ARRAI SALDA
Caldo de pescado
PORRUSALDA
Porrusalda
BARATXURI ZOPA
Sopa de ajo
ARRAI ZOPA
Sopa de pescado
ZURRUKUTUNA
Marmitako
CUANDO SE PONE EL SOL el País Vasco despliega todo su potencial. Sus
pasos de montaña se cubren de niebla, y unas olas pacíficas acarician la
costa; reina en el aire un frío permanente, sombras espectaculares y una
sensación general de misterio.
Este frío permanente ha reservado un lugar especial a las reconfortantes
ollas de sopa. Antes de la época actual la sopa solía servirse para desayunar,
almorzar o como plato único para cenar. Las sopas emblemáticas de la
cocina vasca han ocupado un lugar destacado en la nutrición diaria durante
siglos: el marmitako (un guiso espeso de bonito y patata) nació en la
cubierta de un barco, cuando los pescadores necesitaban comer de una sola
olla con los ingredientes disponibles. La zurrukutuna (sopa de ajo y
bacalao) es una humilde «sopa de piedras» que se come en las tierras del
interior. Incluso los habitantes de las ciudades se aferran a la conexión de
los caldos caseros reconstituyentes, a la espera de los carteles de los bares
que anuncian en invierno la presencia del salda vasco (el caldo caliente).
Los platos de cuchara son magníficos ejemplos de economía, equilibrio y
sabor, todo en un plato único. Una sola olla era el uso de energía más
eficiente cuando se cocinaba en el hogar, y un plato de una sola olla
requería por definición distintos nutrientes: carbohidratos, verduras y
proteína. Esta eficiencia e integridad nutricional ha mantenido estas sopas
vivas en las cocinas vascas.
No obstante, los visitantes tendrán dificultades para encontrar estas sopas
tradicionales en las cartas de los restaurantes, pues la sopa es generalmente
una comida casera, a excepción del salda (caldo) de invierno y la arrai
zopa (sopa de pescado). La mayor parte de estas sopas saben incluso mejor
el día después de cocinarlas, y resultan perfectas para reconfortar las cenas
de entre semana y los almuerzos del día siguiente.
Salda
PARA 6 PERSONAS
Nota: Puedes usar los trozos de pollo que tengas disponibles: una
carcasa de pollo o cualquier otra parte que tengas a mano.
Añadir garbanzos al caldo aporta un poco de viscosidad e intensifica
el sabor. En caso de usarlos introduce los garbanzos remojados y
colados en un trozo de estopilla y cierra la parte superior con hilo de
cocina. Añade el hatillo al caldero con las demás verduras. Antes de
colar el caldo retira el hatillo de garbanzos; puedes usarlos como los
garbanzos de bote.
TRAINERUAK
TRAINERAS
para 6 personas
Nota: del mismo modo que para el marmitako (ver receta en capítulo
Sopas), las patatas se cascan de forma irregular para que suelten
almidón.
BASERRIA
CASERÍO
SOPA DE AJO
A LAS SEIS EN PUNTO DE LA MAÑANA en el País Vasco hay dos clases de
personas en pie: los fiesteros, que regresan dando tumbos a casa tras una
noche de baile y bebida, y los trabajadores, tradicionalmente pescadores y
pastores, obligados a saludar la mañana antes del amanecer. Y para toda esta
gente existe la sopa de ajo.
Esta sopa llena y reconforta de inmediato, y su naturaleza curativa, con
diez dientes de ajo, se dice que es ideal para las resacas. De ahí la doble
vida de este plato de estilo campesino. Una característica integral de esta
sopa, y quizá la mejor parte, es que su sabor mejora con el tiempo. La
etxekoandre (mujer de la casa) prepara la sopa al mismo tiempo que cocina
la cena y la deja en la encimera para su prole fiestera, esposos trabajadores
o para el tentempié de media mañana del día siguiente, llamado
hamaiketako.
Supuestamente originaria de Castilla, esta sopa ha sido adoptada y
adaptada en todas las regiones de España. Lo que hace que una sopa de ajo
sea más vasca que castellana es el sopako ogia, un pan hecho especialmente
para mojar en la sopa y espesar salsas tradicionales. El nombre de este pan
vasco literalmente se traduce por «pan de la sopa», y es feo, demasiado
tostado y con poca miga; un buen sustituto es una barra de pan bien tostada.
El pimentón en el caldo le da color y sabor (así que mejor usar un tarro
fresco, no esa vieja lata polvorienta del especiero). El chorrito de vinagre de
Jerez es un toque inusual que eleva esta sopa de la necesidad a ser la estrella
de la mesa.
PARA 4-6 PERSONAS
Si utilizas una barra de pan normal precalienta el horno a 225 °C. Tuesta el
pan unos 20-25 minutos, hasta que esté tan dorado que parezca a punto de
quemarse. Retíralo del horno y déjalo enfriar antes de cortarlo en rebanadas
o trocearla.
Corta el sopako o la barra de pan en rebanadas o trozos más o menos
grandes, dados de 2,5-5 cm, o rebanadas de 2,5 cm.
Reserva 1 cuchara sopera de aceite de oliva y calienta el resto en un cazo
grande a fuego medio-alto.
Añade los trozos de pan y reduce a fuego medio. Cuece el pan, girándolo
para que absorba el aceite y se tueste, unos 2 minutos. Retíralo y reserva.
Añade la cucharada de aceite de oliva reservada y el ajo en el cazo.
Cuécelo sin dejar de remover hasta que el ajo empiece a dorarse, entre 30
segundos y 1 minuto. Añade el pimentón.
Cuando el ajo esté uniformemente dorado, añade el caldo y la sal y lleva
la mezcla a ebullición.
Vuelve a poner el pan en el cazo. Reduce el fuego para que hierva a
fuego lento, añade el vinagre (si lo deseas) y déjalo cocer, removiendo
ocasionalmente para facilitar que el pan se desmenuce, unos 20-30 minutos.
Pruébalo y rectifica de sal si fuera necesario.
Para obtener los mejores resultados deja reposar la sopa una noche, en el
frigorífico o a temperatura ambiente. En el momento de servirla hierve
ligeramente la sopa a fuego medio-alto. Bate los huevos en un pequeño bol.
Sin dejar de remover, vierte los huevos batidos en la sopa caliente;
espesarán el caldo e incluso formarán pequeños trozos de huevo cocido. Si
quedan trozos de pan grandes córtalo con unas tijeras de cocina o
desmigájalos con una cuchara.
Sírvela caliente. La sopa de ajo sabe mejor 1 o 2 días después de
prepararla.
Arrai sopa
SOPA DE PESCADO
LA COSTA VASCA SE EXTIENDE desde España a Francia a lo largo de 240
kilómetros de puertos y acantilados, montañas y ensenadas. Dependiendo
de la localidad costera esta sopa de pescado puede variar en gran medida,
oscilando de rojo a marrón, o de caldosa a una textura como de estofado.
Esta receta es de la costa del País Vasco, especialmente gracias a la
inclusión del sopako ogia, pan tostado oscuro. La costa vasca francesa tiene
su propia versión ligeramente más refinada, el ttoro. El pescado blanco más
comúnmente usado en la costa vasca es el perlón, pero también se puede
usar salmonete, pescadilla o incluso tilapia. La adición de la lujosa cigala
lleva esta sopa a un nivel digno de una celebración.
El caldo de pescado (ver receta en capítulo Sopas) es un componente
esencial, pero un vasco auténtico nunca se preocupa si falta un ingrediente.
En ausencia de caldo a mano se pueden echar las espinas de pescado
sobrantes y las verduras que encontremos en el frigorífico en un cazo con
agua, hervir, y usarlo como base de la sopa. Es mejor hacer la sopa el día
antes de servir para que se fusionen todos los sabores.
Introduce las almejas en un bol con agua y sumérgelas hasta que vayas a
usarlas, para que suelten los restos de suciedad o arena.
Si utilizas una barra de pan normal, precalienta el horno a 225 °C. Tuesta
el pan unos 20-25 minutos, hasta que esté dorado, casi quemado. Retíralo
del horno y déjalo enfriar antes de cortarla en rebanadas o trocearla.
Corta el sopako o la barra de pan en rebanadas o trozos más o menos
grandes, dados de 2,5-5 cm o rebanadas de 2,5 cm.
Calienta el caldo en un caldero a fuego medio.
En una sartén mediana calienta 1 cucharada de aceite de oliva a fuego
medio-alto. Añade las cabezas de gambas y cocínalas unos 5 minutos,
removiendo ocasionalmente.
Vierte el brandy y con mucho cuidado, con una cerilla larga o un
encendedor cerca del líquido, enciende la mezcla. Déjalo flambear hasta
que se extinga tras unos 15 segundos.
Añade el contenido de la sartén al caldero con el caldo y déjalo hervir
suavemente unos 10 minutos. Cuela el caldo por un colador fino,
reservando las cabezas de gamba.
En un cazo grande limpio calienta las 2 cucharadas de aceite de oliva
restantes a fuego medio-alto. Añade el ajo, la cebolla, el puerro, la pimienta
y la sal. Agrega el perejil y reduce a fuego medio. Déjalo cocer hasta que la
mezcla empiece a coger un ligero color dorado, unos 20 minutos.
Añade el pan y déjalo cocer unos 2 minutos más, removiendo
ocasionalmente. Agrega el tomate frito y la guindilla y remueve hasta que
todo esté bien cohesionado. Sube el fuego a medio-alto, añade el vino, y
déjalo cocer cerca de 1 minuto para que se evapore todo el alcohol.
Exprime todo el jugo de las cabezas de gamba en el cazo, descartando las
cabezas cuando ya no quede líquido. Cuece la mezcla unos 5 minutos más.
Añade el caldo colado y sube a fuego alto. Añade el rape y el pescado
blanco al caldo y llévalo a ebullición. Retira el rape después de 5 minutos y
resérvalo. Tras 20 minutos de tiempo de cocción en total retira las piezas
enteras restantes de pescado y resérvalas con el rape. Los restos de piel o
los trozos más feos pueden quedarse en el caldero. Tritura la mezcla
directamente en el cazo con una batidora de brazo o pásala por un pasapurés
en un bol.
Pasa el puré por un colador fino, vuelve a introducirlo en el cazo, y ponlo
a fuego medio-alto. Prueba el puré y rectifica de sal en caso necesario.
Cuela las almejas, frotándolas para retirar cualquier suciedad visible, y
descarta las almejas con la concha rota. Añade las almejas, el pescado
cocido, las cigalas y las gambas a la sopa y hierve hasta que las almejas se
abran, unos 3 minutos. Descarta las que no se abran. Remueve y sírvela
inmediatamente.
PARA 4 PERSONAS
250 g de bacalao desmigado o en filetes enteros, desalado (ver
Preparación del bacalao en capítulo Sopas)
4 huevos grandes
4 pimientos choriceros deshidratados, o 2 cs de pasta de pimiento
choricero (ver Nota)
4 dientes de ajo, laminados
½ guindilla roja deshidratada
½ barra (unos 100 g) de sopako o pan normal
75 ml de aceite de oliva virgen extra
Sal
Si utilizas un filete de bacalao entero, una vez desalado, desmigájalo con las
manos y resérvalo.
Si utilizas pimientos choriceros deshidratados, calienta 1 litro de agua en
un cazo. Introduce los pimientos en un bol y vierte suficiente agua caliente
para cubrirlos. Déjalos en remojo hasta que estén blandos, cerca de 1 hora,
según el pimiento. Cuélalos y sécalos con papel de cocina. Abre los
pimientos con un cuchillo, descartando los tallos y las semillas. Raspa la
pulpa de la piel con el cuchillo y descarta la piel. Reserva la pulpa del
choricero.
Si utilizas una barra de pan normal precalienta el horno a 225 °C. Tuesta
el pan unos 20-25 minutos, hasta que esté tan dorado que parezca casi
quemado. Retíralo del horno y déjalo enfriar antes de cortarlo en rebanadas
o trocearlo.
Corta el sopako o la barra de pan en trozos o rebanadas más o menos
grandes, dados de 2,5-5 cm o rebanadas de 2,5 cm.
En un cazo grande calienta 3 cucharadas soperas de aceite de oliva a
fuego medio. Añade el ajo y cuécelo hasta que empiece a dorarse. Retira el
ajo con una espumadera y resérvalo.
Reduce a fuego bajo y añade el bacalao y el pimiento deshidratado al
aceite de oliva infusionado con ajo. Remueve suavemente, dejando que el
bacalao se caliente lentamente, soltando su líquido y gelatina. Retíralo del
cazo y resérvalo.
Añade las 2 cucharadas soperas de aceite de oliva restantes al mismo
cazo. Agrega los trozos de pan y la pulpa del choricero (o la pasta, en su
caso) y cocínalo 1-2 minutos sin dejar de remover, dejando que el pan y el
pimiento se tuesten y empiecen a coger color. Introduce de nuevo el bacalao
y el ajo en el cazo. Añade suficiente agua para cubrir los ingredientes. Tapa
el cazo y déjalo hervir, removiendo ocasionalmente para facilitar que se
desmigaje el pan, durante unos 20 minutos.
Casca los huevos con cuidado en la sopa. Espolvorea un poco de sal en
cada yema y deja que los huevos se cuezan intactos en la sopa unos 3-4
minutos, o hasta que las claras estén totalmente cocidas.
Distribuye la sopa en 4 boles, añadiendo un huevo en cada bol después
de llenarlo.
El pescado fresco más preciado de las aguas vascas es el atún. Sin embargo,
no cualquier atún. No es el hermoso atún rojo que las culturas asiática y
europea tratan con tanta reverencia, pero para los vascos solo hay uno: el
bonito del norte o atún blanco (hegaluze en euskera).
Existe gran confusión, en parte porque este pescado es conocido como
«bonito del norte» en español, y hay otro pescado que también tiene el
nombre de bonito. Sin embargo, el otro bonito es Sarda sarda, un pescado
rayado similar a la caballa, mientras que el bonito del norte (Thunnus
alalunga) es el atún de carne blanca aromática y sabrosa. Tiene una piel
azul oscuro, casi negra, que se va degradando hasta el blanco en la parte
inferior. Su carne es jugosa y sabrosa, y conserva un poco de grasa,
especialmente en torno a la barriga. El atún de aleta azul atlántico de carne
roja (Thunus thynnus) puede verse cada vez más en los mercados y en las
cartas, pero generalmente se considera inferior en calidad.
Aparte del color de la carne, el atún rojo y el bonito del norte se pueden
distinguir por el tamaño de su aleta, ya que el bonito la tiene más larga y
fina. Un bonito raramente pesa más de 23 kg, mientras que el atún rojo
puede llegar a los 250 kg.
En julio, el bonito del norte empieza a fluir hacia los puertos: Bermeo y
Ondarroa en Vizcaya, y Getaria y Hondarribia –Fuenterrabía– en
Guipúzcoa. Capturarlos es una tarea larga y exigente. Los grandes barcos
pesqueros salen durante varias semanas, a veces viajando miles de
kilómetros al principio de la temporada, cuando el bonito todavía está
emigrando. Los bonitos se capturan tradicionalmente con anzuelo, uno por
uno. Transportados en cajas de caucho y plástico con hielo, se distribuyen
desde almacenes bajos, donde se clasifican por tamaño y frescor,
determinado por el color de las agallas. Es un trabajo oficial y ruidoso, con
los pescadores, capataces y subastadores negociando con una rapidez tan
brusca que la belleza de cada pescado individual se disipa en una maraña de
pieles frescas y brillantes.
Curiosamente, el bonito del norte fresco sin adornos es una rareza. Es
mucho más común encontrarlos conservado en aceite de oliva, como parte
de un pincho o una ensalada, estofado en salsa de tomate, o como parte de
un marmitako (ver receta en capítulo Sopas), la sopa de verano caliente que
crearon los pescadores locales.
Marmitakoa
es todo
LA MÁS OCCIDENTAL DE LAS SIETE PROVINCIAS VASCAS, VIZCAYA,
BAKAILAO KROKETAK
Croquetas de bacalao
ANGULAK
Angulas
KRABARROKA PASTELA
Pastel de cabracho
BAKAILAO TORTILLA
Tortilla de bacalao
AJOARRIERO BAKAILAOA
Bacalao al ajoarriero
BAKAILAOA BIZKAIKO ERARA
Bacalao a la vizcaína
TXANGURROA DONOSTIAR ERARA
Changurro a la donostiarra
ANTXOA FRIJITUAK
Anchoas fritas
KOKOTXAK PIL-PIL ERAN
Cocochas al pil-pil
SARDINAK PARRILAN
Sardinas a la parrilla
HEGALUZE ONTZIRATUA
Bonito en conserva
HEGALUZE ETA TOMATE ENTSALADA
Ensalada de bonito y tomate
HEGALUZEA TOMATEAREKIN
Ventresca de bonito
ERREBOILOA PARRILAN
Rodaballo a la parrilla
TXIPIROIAK PELAIO ERARA
Chipirones Pelayo
TXIPIROIAK BERE TINTAN
Chipirones en su tinta
LEGATZA TXIRLEKIN SALTSA BERDEAN
Trucha a la navarra
LOS HABITANTES DE LA COSTA VASCA viven y respiran marisco. Siempre han
tenido una relación íntima con el mar y se han ganado fama mundial como
los mejores navegantes y pescadores. El primero que circunnavegó el globo
terráqueo era un vasco. Los balleneros vascos eran famosos en todo el
mundo, y se dice que fueron los que descubrieron América en sus
incursiones para cazar ballenas (y, por casualidad, bacalao, ver en capítulo
Pescado y marisco). Y la pesca recreativa es una actividad universalmente
apreciada.
Acercarse al mercado o bajar al puerto es lo único que necesitan los
residentes para conseguir un pescado exponencialmente más fresco que el
que la mayoría de la gente ha probado en su vida. La belleza del mar
Cantábrico, de color azul oscuro, salvaje y noble, rodeado de
impresionantes acantilados y costas rocosas, es solo comparable a la calidad
del pescado que vive en él. Sus aguas frías y muy saladas constituyen un
entorno excelente que produce pescado excelente. Los mercados de La
Bretxa en San Sebastián o La Ribera en Bilbao bullen de actividad de
martes a sábado. Los mercados están llenos de pescaderías, que compran el
pescado en la lonja de los puertos cercanos por la mañana para tenerlo listo
en sus puestos con hielo hermosamente dispuesto, relucientes pescados
enteros, moluscos y crustáceos.
Un breve paseo por cualquier mercado desvela montones y montones de
una increíble variedad de pescados recién capturados en el mar: anchoa,
rape, atún, merluza, caballa, salmonete, pargo, rodaballo, cabracho, bacalao,
sardina, lenguado, anguila, corvina, pez espada, mero y muchos más. Luego
están las bandejas y tanques de crustáceos y moluscos: centollo, bogavante,
langostino, angula, gamba, buey de mar, cigala, percebes, erizos de mar,
almejas, vieiras, pulpo, calamar, sepia, navajas y mejillones, y la lista sigue.
Sin embargo, hay un pescado que ocupa un lugar especialmente
destacado en la dieta vasca: el bacalao. Más que cualquier otro pescado, el
bacalao ha movido la economía vasca. Originalmente salado en el barco
para preservarlo en los largos viajes, el bacalao se convirtió en un pilar en la
dieta local y sigue siendo así. Aunque el bacalao fresco ha sabido hacerse
un hueco en el mercado con la llegada de la refrigeración, hay una fuerte
preferencia por el sabor meloso y la textura más masticable del pescado en
salazón.
Antes del transporte mecánico el marisco fresco apenas llegaba al
interior. Y en los pequeños pueblos, apenas a 30 minutos del mar, todavía se
oye la frase, quizá repetida tantas veces que ha calado, «no nos llega mucho
pescado fresco por aquí». Los habitantes de las montañas, en cambio, tiran
de recetas como la trucha a la navarra y otros platos variados, desde
estofado a tortilla, cocinados con el bacalao salado.
La salsa verde y la rica salsa vizcaína roja pueden acompañar
perfectamente cualquier tipo de pescado. Una cena típica entre semana
media de un hogar vasco suele incluir pescado cocido, frito o a la parrilla,
como las sardinas o el rodaballo, acompañado de una salsa sencilla.
Fuera de casa, el pescado y el marisco toman distintas formas. El bonito
y la anchoa en conserva aparecen en los pinchos fríos. Casi todos los
pescados pueden prepararse a la parrilla, desde sardinas a ventresca de
bonito. Algunos de estos platos exclusivos se pueden probar en casa, como
el marmitako (ver receta en capítulo Sopas), una sopa de bonito caliente que
solo se prepara en verano, y chipirones en su tinta (ver receta en capítulo
Pescado y marisco), uno de los únicos platos de color negro del mundo.
La clave para preparar las recetas de este capítulo es encontrar el pescado
más fresco posible. Los fanáticos del marisco del País Vasco hablan del
aclamado terruño marino de la región, y en este sentido es mejor utilizar
pescado de la zona y sustituirlo por uno similar si los mencionados no están
disponibles. No se puede ocultar un mal sabor con salsa; por consiguiente,
abastecerse bien es esencial, así como usar aceite de oliva y otros
ingredientes de alta calidad (y, cuando sea posible, de cultivo ecológico o
local).
Bakailao kroketak
CROQUETAS DE BACALAO
LAS CROQUETAS son el equivalente en la península ibérica de la magdalena
de Proust. Cada vasco tiene su favorita (normalmente la de su madre). El
secreto está en la bechamel, más espesa que de costumbre, que se endurece
en una mezcla sólida cuando se enfría. Estas croquetas, crujientes por fuera
y cremosas por dentro, son una buena forma de convencer a los escépticos
de lo delicioso que es el bacalao.
Para esta receta es necesario cocer un filete de bacalao especialmente
para las croquetas, pero en realidad las croquetas son apreciadas por su
economía. Muchos cocineros, desde amas de casa a chefs, usan sobras de
otros platos de bacalao para elaborar las croquetas. Tomando ejemplo de
ellos se pueden hacer varias tandas de croquetas a la vez, y congelar las que
sobren tras rebozarlas para tener aperitivos listos para freír. Desalar el
bacalao requiere unas 12-48 horas, así que conviene planificar con
antelación.
Coloca los trozos de bacalao entre dos paños de cocina limpios y secos o
papel absorbente y presiona bien, secando el bacalao al máximo. Si fuera
necesario, repite con más paños secos.
En una pequeña sartén calienta aceite de oliva virgen extra y el ajo a
fuego medio-bajo, dejando que este adquiera color lentamente. Cuando el
ajo empiece a dorarse, retíralo y añade los trozos de bacalao, con la piel
hacia arriba. El aceite debe estar caliente, pero no demasiado; debe
burbujear ocasionalmente. Cocina el bacalao unos 7-8 minutos. Retíralo del
aceite y desmenúzalo en pequeños trozos, quitando las espinas y la piel.
Resérvalo. Pasa el aceite por un colador fino y resérvalo también.
En una sartén grande funde la mantequilla a fuego medio con 2
cucharadas del aceite de cocer el bacalao. Añade la cebolleta y el pimiento
y cuécelo sin dejar de remover hasta que esté translúcida y tierna durante
unos 15 minutos.
Sube a fuego alto. Añade 125 g de la harina y remueve con una varilla
durante 1 minuto. Removiendo vigorosamente añade la leche, poco a poco
al principio, y luego en tandas de 120 ml, hasta que esté todo bien
incorporado y la mezcla esté burbujeando. Sazona con sal al gusto.
Añade los trozos de bacalao (procura que los trozos no sean demasiado
grandes, ya que interferirían en la forma) e incorpóralos en la bechamel.
Prueba y rectifica el sazonado.
Vierte la mezcla en una fuente y refrigérala al menos 1 hora, o
introdúcela en una manga pastelera y refrigérala toda la noche, para poder
formar unas croquetas perfectas.
Bate los huevos en un bol. Esparce el pan rallado en una bandeja de
horno o fuente grande. Espolvorea los 250 g de harina restantes en un plato
aparte.
Si la masa de la croqueta está en una fuente, coge unas 2 cucharadas de
mezcla y forma una pequeña bola. Pasa la bola por la harina, sacudiendo
cualquier exceso, y luego sumérgela en el huevo, dejando escurrir el exceso,
y por último pásala por el pan rallado para rebozarla. Deposita la bola
rebozada en un plato limpio y seco o en una bandeja de horno hasta que
estén todas listas para freír.
Si la masa de croquetas está en una manga pastelera, corta la punta de la
bolsa dejando un agujero de unos 2,5 cm de diámetro. Forma unos
tronquitos de croqueta de unos 7,5 cm de largo en la fuente con la harina,
cortándolos con un cuchillo de untar. Espolvoréalas con más harina para
cubrirlas, luego, de una en una, sumérgelas en el huevo, dejando escurrir el
huevo sobrante, y por último pásalas por el pan rallado para rebozarlas.
Deposita las piezas rebozadas en una fuente limpia y seca o en una bandeja
de horno hasta que estén todas listas para freír.
Si no las fríes inmediatamente las croquetas aguantan en el frigorífico
unos 3 días. También se pueden congelar un máximo de 3 meses, y se
pueden sacar directamente del congelador para freírlas cuando se desee.
(Para congelar, pon las croquetas en una bandeja de horno, introdúcelas en
el congelador hasta que estén sólidas, y luego trasládalas a una bolsa de
congelación.)
En una cacerola pesada calienta 5 cm de aceite de oliva a fuego alto hasta
alcanzar unos 180 °C. Para comprobar el aceite echa un poquito de pan
rallado; cuando chisporrotee al contacto fríe las croquetas hasta que estén
doradas, girándolas ocasionalmente para que se cuezan uniformemente.
Retíralas con una espumadera y sécalas en papel absorbente. Espolvoréalas
inmediatamente con sal.
Disponlas en una fuente y sírvelas calientes.
Nota: También puedes rebozar dos veces con pan rallado en vez de
harina, es decir, rebozar las croquetas con pan rallado, luego huevo, y
luego de nuevo pan rallado. Así se obtienen unas croquetas más
crujientes. Experimenta hasta encontrar la textura favorita.
TXOKOA
SOCIEDAD GASTRONÓMICA
Los cimientos de la cocina vasca son sus «otros restaurantes», uno de los
cuales es la sociedad gastronómica. Tradicionalmente llamadas elkartea en
Guipúzcoa y txoko en Vizcaya, que significa literalmente «rincón», estas
sociedades son espacios alquilados en una zona bulliciosa de la ciudad,
normalmente en la planta baja, acondicionados con cocinas de acero
inoxidable profesionales y una sala contigua con varias hileras de mesas. En
esas mesas y en torno a los fogones los miembros se reúnen para cocinar,
hablar y socializar. Estas sociedades eran tradicionalmente dominio de
hombres; solo se invitaba a las mujeres en determinadas ocasiones, y nunca
entraban en la cocina. Esto ha cambiado en los últimos veinte años, y cada
vez más sociedades gastronómicas carecen de restricciones de género.
La primera elkartea, La Fraternal, se fundó en 1843 en San Sebastián.
Sus estatutos especificaban que se había fundado para servir como lugar
para «comer y cantar». La sociedad gastronómica en funcionamiento más
antigua es la Unión Artesana, en San Sebastián, fundada en 1870, cuando
La Fraternal sufrió un incendio devastador. Más tarde, en 1900, Kañoietan
abrió sus puertas como la primera sociedad fundada únicamente como un
espacio para comer, dando origen a la siguiente fase de su evolución.
Actualmente hay más de 1.300 sociedades registradas.
Los miembros invitan a amigos u organizan una cena con otros
miembros, y el día de la cena van a comprar los ingredientes frescos. Los
cargan por las calles hasta el cuartel general del txoko y se ponen a cocinar
después de abrir unas cervezas y botellas de vino. La comida que preparan
casi siempre es tradicional, a las órdenes del cocinero designado para esa
noche, en una enorme cazuela de barro o una olla de acero inoxidable, y se
sirve en una mesa de madera.
El respeto y la buena fe son las únicas normas de la sociedad; se espera
que los miembros hagan recuento del vino, el aceite, el tiempo de cocción y
cualquier otra cosa consumida al término de la noche. Las botellas de vino
vacías se guardan en hilera en la mesa para ayudar a facilitar la tarea. La
cuenta se paga posteriormente o se añade a la cuenta de los miembros. Es
una forma realmente vasca de comer: cocinar en compañía, respetando la
buena fe, y disfrutar de una buena sobremesa, el tiempo que se pasa en
torno a la mesa, hablando y bebiendo después de comer, con pacharán y gin
tonics y un poco de canto comunitario; es así como la cocina tradicional
está viva y coleando.
Angulak
ANGULAS
LAS ANGULAS son un producto mitificado de la cocina vasca. Cuenta la
leyenda que antaño era comida para los pobres. Desenterradas de los ríos,
tras la puesta pero antes de dirigirse al mar, las angulas se reservaban para
el hogar, mientras la captura más valiosa se vendía en el mercado.
Sin embargo, en la década de 1980 empezó la escasez de angulas, y los
precios empezaron a subir. Ahora estos pequeños peces son el centro de la
adoración culinaria, que culmina el 19 de enero, la víspera del día de San
Sebastián (ver Guipúzcoa en capitulo Pinchos). Tener en la mesa una
cazuela de barro con angulas, cuyo coste alcanza los 600 €/kg, es un
símbolo de estatus.
Un sustituto económico es la versión «falsa», hecha de surimi. Es mucho
más barata y en España se conoce como «gulas». Las angulas no requieren
mucho más que un salteado rápido en aceite de oliva infusionado con ajo y
guindilla. La magia reside en su textura, sensualmente resbaladiza con un
sutil crujiente muy agradable.
Nota: La guindilla se puede sustituir por otro tipo de chile rojo suave
deshidratado. Es preferible una guindilla más suave que el chile de
árbol u otras guindillas deshidratados más picantes.
Krabarroka pastela
PASTEL DE CABRACHO
EL PASTEL (LA PASTELA) DE PESCADO sin duda se aparta de la tradición vasca
de capturar un pescado del océano y cocerlo inmediatamente sin adornos,
pero era una forma tradicional de aprovechar las sobras. Su fama se disparó
cuando Juan Mari Arzak, uno de los padres culinarios del País Vasco,
decidió actualizarlo en un estilo claramente francés en la década de 1970.
Con un chorrito de nata y una textura tipo paté más refinado se convirtió en
un éxito omnipresente.
Aunque este pastel ha alcanzado una especie de fama icónica y retro,
nunca ha dejado de adornar las barras de los bares locales o servirse en
casa. Puede ser bastante elegante, también; se puede servir dispuesto en
rodajas, untado sobre pan o galletas saladas, o en cucharas para servir
individuales, con 1 cucharada de mayonesa casera encima (ver receta en
capítulo Pinchos). Cocido en pequeños ramequines, se puede servir
individualmente en una cena o como parte de un plato de pinchos. Un
pequeño cabracho da para 200 g de carne cocida y picada, pero se puede
sustituir por la misma cantidad de carne de otro pescado de roca o pescado
blanco.
PARA 6 PERSONAS
TORTILLA DE BACALAO
ELEMENTO ESENCIAL DE CUALQUIER MENÚ DE SIDRERÍA, la tortilla de bacalao
surgió probablemente de los ingredientes básicos de la despensa rural:
cebolla, huevos y bacalao.
De lejos la más famosa, y la estrella del menú del restaurante Roxario en
la ciudad sidrera de Astigarraga, es la tortilla que elabora Txaro Zapiain,
una cocinera dedicada a servir los platos más tradicionales, desde las
sardinas «antiguas» a pimientos «de cristal». Se la puede ver entre servicios
de comida sentada en el porche, descascarillando alubias u ocupándose de
cualquier otra tarea diaria. La madre de Txaro, María Goñi, mujer del
sidrero, fue quien le enseñó a hacer esta tortilla cuando la sidrería de la
familia tenía un restaurante contiguo.
Con esta receta se consigue la tortilla más cremosa y deliciosa. Cuaja lo
suficiente para que al clavar el tenedor dé paso a una perfección jugosa
tachonada de cebolla magníficamente caramelizada y un bacalao
perfectamente desalado. Se sirve en formato familiar, con trozos de pan
crujiente para acompañar.
Desalar el bacalao requiere unas 12-48 horas, así que conviene planificar
con tiempo.
PARA 4 PERSONAS
BACALAO AL AJOARRIERO
NAVARRA no es famosa por sus recetas de marisco, pero esta es una de sus
más populares, inventada en las rutas comerciales terrestres de los arrieros.
Estos transportistas de bienes empleaban mulas como bestias de carga en
los viajes largos, y sus víveres estaban limitados a lo que podía almacenarse
a cualquier temperatura y cocerse en un momento: pescado en conserva,
pimientos, ajo (de ahí ajoarriero) y tomate.
Por el camino, estos viajeros desalaban rápidamente el bacalao asándolo
para que soltara toda la sal y luego lavándolo en agua corriente. A veces, al
limpiar el bacalao asado en el río, un arriero pescaba unos cangrejos de
agua dulce y los añadía también al estofado. Puedes seguir su ejemplo y
añadir cangrejo o bogavante para transformar este plato rústico en un
principal digno de una ocasión especial.
También puedes agregar patatas, cortadas en pequeños trozos, para hacer
un plato más completo. Un huevo pochado servido encima también es una
adición común, como la patata, y está en la línea de los humildes orígenes
rurales del plato.
Desalar el bacalao requiere unas 12-48 horas, así que conviene planificar
con antelación.
BACALAO A LA VIZCAÍNA
ESTE PLATO ICÓNICO, de la provincia de Vizcaya, se elabora con los
ingredientes básicos más comunes (pescado salado, pimientos choriceros
deshidratados, cebolla, ajo y aceite de oliva), aunque aquí los vascos
consiguieron hacer algo totalmente nuevo, y muy suyo. Los pimientos
choriceros y su intenso y característico sabor a pimiento son la estrella de
este plato. La salsa vizcaína suele hacerse con cebolla roja local, la Zalla
violeta, muy apreciada por su sabor suave y dulce, pero cualquier cebolla
servirá para elaborar una salsa rica y hermosa.
El respetado escritor Ángel Muro dijo que existen más variaciones de
este plato «que vísperas de días festivos en siete años enteros». La verdad
es que este plato tan personal está envuelto en misterio, desde sus orígenes
hasta los pequeños toques que cada cocinero da a su versión: al cocinar en
casa se puede añadir un poco de pan o harina para espesar la salsa, y antes
de que el aceite de oliva estuviera comúnmente disponible solía usarse
grasa de cerdo en este plato, y algunos todavía añaden jamón.
Curiosamente, cuanto más lejos se va de Vizcaya, más adulteraciones sufre
la salsa.
Otra variación habitual es la adición de tomate a la salsa de pimiento
choricero. Los puristas rechazan rotundamente su incorporación a la receta,
aunque muchos que sí lo añaden no suelen admitirlo. En esta receta el
tomate es opcional, así que puedes evitarlo, añadirlo y admitirlo, o negarlo
con una sonrisa irónica. Desalar el bacalao requiere unas 12-48 horas, así
que conviene planificar con antelación.
PARA 4 PERSONAS
BACALAO
CHANGURRO A LA DONOSTIARRA
EL CHANGURRO (CENTOLLO) A LA DONOSTIARRA es un plato vasco realmente
único, y a diferencia de muchos platos vascos sus raíces proceden de la alta
cocina más que de la cocina humilde. San Sebastián se convirtió en un
destino para la realeza cuando la mujer de Alfonso XII, María Cristina,
decidió pasar sus veranos en la ciudad costera. La corte real y su séquito la
siguieron, y en la ciudad se levantaron magníficos edificios regios de la
Belle Époque, como el casino que actualmente alberga el Ayuntamiento y el
teatro Victoria Eugenia. Por supuesto, en el entorno real había cocineros
formados según los métodos culinarios de Escoffier. Félix Ibarguren, alias
«Shishito», era un instructor de cocina local que daba clases en el antiguo
Palacio de Bellas Artes a principios del siglo XX, y fue el primero en
elaborar esta versión de los populares langoustines à l'américaine.
Si es posible es mejor comprar el centollo vivo, así la carne todavía
estará robusta y esponjosa dentro de la concha, aunque se puede sustituir
por buey de mar, más económico. Debido al tiempo de cocción que
requiere, muchos vascos reservan este plato para las Navidades y otras
festividades. Abrir cada pata del centollo y sacar la carne es más llevadero
en compañía. La labor merece la pena, sin embargo, para elaborar este
sorprendente y delicioso plato impactante.
PARA 4 PERSONAS
En un caldero lleva agua muy salada a ebullición (debe haber por lo menos
75 g de sal en el agua). Añade el centollo al agua hirviendo y cocínalo según
los tiempos indicados en la Nota de la página siguiente. Retíralo y
resérvalo. Cuando el centollo se haya enfriado suficientemente para poder
manipularlo saca toda la carne: sosteniendo el cuerpo con una mano, usa
todos los dedos para estrujar los extremos opuestos de la cabeza para
abrirlo.
Reserva la concha para rellenarla después, y reserva cualquier líquido
que salga de dentro. Corta el cuerpo por la mitad y luego en cuartos y saca
pacientemente toda la carne. Rompe las pinzas y saca también toda su
carne, procurando retirar y descartar todos los trozos de concha. Reserva la
carne del centollo en un bol.
En una sartén grande calienta aceite de oliva a fuego medio. Añade la
zanahoria, la cebolla y el puerro con una pizca de sal. Cuécelo, removiendo
ocasionalmente, hasta que la cebolla esté dorada y tierna, unos 45 minutos.
Mientras, precalienta el grill del horno. Añade el tomate frito a la sartén
con la cebolla y déjalo cocer unos 3 minutos. Añade el brandy y déjalo
hervir suavemente hasta que se evapore el alcohol. Añade la carne de
centollo y el líquido del cuerpo a la sartén. Llévalo a ebullición y cuécelo
unos minutos más, hasta que la salsa haya espesado un poco y tenga una
consistencia agradable, no caldosa sino espesa.
Rellena las conchas reservadas con la mezcla de centollo, repartiéndola
uniformemente. Espolvorea el pan rallado por encima y salpícalo con
mantequilla. Coloca los centollos en una bandeja de horno o la bandeja del
grill y gratínalo hasta que la parte superior de la costra empiece a burbujear
y se dore, unos 5 minutos.
Sirve inmediatamente.
Nota: Para saber cuánto tiempo hay que hervir el centollo utiliza estas
proporciones de peso y tiempo:
600 g = 8 minutos
1 kg = 12 minutos
1,5 kg = 15 minutos
LEHIAKETAK
CONCURSOS DE COCINA
ANCHOAS FRITAS
LAS ANCHOAS SON UN PRECURSOR de la primavera en el País Vasco, y en
primavera es cuando su carne está en su mejor momento, firme y llena de
sabor. Son una compra económica –unos 33 céntimos cada una–, y aun así
son muy preciadas. A menudo se dice que si las anchoas fueran tan escasas
como las angulas (ver receta en capítulo Pescado y marisco), los vascos
estarían más que contentos de pagar un precio más alto por ellos.
Las anchoas frescas son brillantes y hermosas y no requieren nada más
que simplemente freírlas, pero con un poco de cuidado en la ejecución y
atención al detalle, y se pueden convertir en la cena ligera o aperitivo más
apetitoso. Se pueden freír en aceite de oliva sin ninguna cobertura, como
hacen los puristas, pero están más buenas rebozadas en harina antes de freír,
como en esta receta. La harina añade un crujiente adictivo y una riqueza a
este pescado salado.
PARA 4 PERSONAS
COCOCHAS AL PIL-PIL
LA SALSA PIL-PIL es uno de los elementos emblemáticos de la cocina vasca.
Tiene pocos ingredientes, tan solo aceite de oliva, ajo y un poco de pescado,
pero que se transforma en mucho más que la suma de sus partes. La palabra
pil no tiene ningún significado; es una onomatopeya del sonido que hace el
aceite de oliva al infusionar con ajo cuando burbujea alrededor del bacalao,
soltando la gelatina del pescado que se produce naturalmente para crear una
salsa espesa y emulsionada.
El movimiento necesario para emulsionar la salsa (loditu en euskera) es
un movimiento hacia delante y hacia atrás que genera el mismo espectáculo
y debate entre los vascos que el swing de golf o el estilo de lanzamiento del
béisbol. Hay que controlar pacientemente la temperatura, manteniéndola a
fuego bien bajo mientras se va moviendo la sartén en círculos, como una
rueda, un movimiento que los vascos llaman gurpilada.
La cococha es la carne de la parte inferior de la boca de un pescado, una
pieza gelatinosa en forma de «V» que se encuentra entre la barbilla y el
gaznate. En general se usan dos tipos de cocochas: de merluza, que es más
pequeña y cara, y de bacalao, que puede ser fresco o desalado. En caso de
no encontrar cocochas se pueden sustituir por lomo de bacalao o merluza.
PARA 4 PERSONAS
En una sartén o cazuela con bordes rectos calienta aceite de oliva y ajo a
fuego medio. Cuando el ajo empiece a «bailar», burbujeando en el aceite,
añade las cocochas y baja el fuego. Añade inmediatamente la sal y la
guindilla.
Empieza a mover las cocochas en un movimiento de vaivén a fuego bajo,
suave pero constante. Mantén el movimiento hasta que la salsa empiece a
emulsionar, entre 5 y 20 minutos, según la calidad y la cantidad de la
gelatina de las cocochas.
Idealmente, las cocochas se sirven como máximo 10 minutos después de
cocerlas lentamente y moverlas hacia delante y hacia atrás. Si la salsa
espesa demasiado añade un poco de caldo de pescado para licuarla.
Decora con el perejil fresco, si lo deseas, y sírvelo caliente, en formato
familiar, o repartido en porciones individuales.
Variación
Para preparar este plato con filetes de bacalao el proceso es similar, pero
requiere un poco más de trabajo. Coloca el bacalao con la piel hacia arriba
en la cazuela con aceite de oliva y ajo y empieza a calentarlo a fuego bajo;
nunca debe chisporrotear al añadirlo en el aceite de oliva. Cuando empiecen
a salir las burbujas de la piel del bacalao, retira la cazuela del fuego y
empieza a moverla hacia delante y hacia atrás. Presionar las piezas de
bacalao con una espátula para soltar más gelatina puede ayudar.
Nota: Si la salsa pil-pil no emulsiona como querrías, no te preocupes.
Los cocineros expertos tienen toda una variedad de trucos que ayudan
a facilitar este proceso:
SARDINAS A LA PARRILLA
LAS SARDINAS SON UNA PESCA COMÚN en las aguas frente a la costa vasca. La
temporada ideal para comerlas es desde mediados de julio a mediados de
agosto, cuando las aguas más calientes bullen de vida y las sardinas están
más grasas que nunca. En Santurtzi (Santurce), hogar de las sardinas más
famosas de todo el País Vasco, el Día de la Sardina se celebra el 16 de julio,
pero la fiesta continúa durante todo el verano.
En Santurtzi la figura de la sardin saltzailea (vendedora de sardinas) era
muy importante. Estas mujeres esperaban la señal de una red elevada
cuando se acercaba un barco, que significaba que traía pesca, y trasladaban
el pescado en cestas manteniendo el equilibrio sobre la cabeza hasta el
subastador. Pero la llegada de los coches y los trenes cambió su forma de
trabajar, y las actuales normativas de la moderna Unión Europea las han
dejado obsoletas.
Los pescadores del puerto levantan bolsas o cajas de plástico llenas de
sardinas no destinadas a la subasta hasta las cercanas txiringitoak, los
chiringuitos de playa que salpican la costa y que sirven las necesidades
básicas: bebidas frías, sándwiches y el marisco más fresco. El fuego de la
parrilla convierte la humilde sardina plateada en algo lujoso, una carne que
se deshace en la boca con un magnífico sabor asado.
PARA 4 PERSONAS
BONITO EN CONSERVA
LA EFÍMERA TEMPORADA DE PESCA del bonito del norte es uno de los factores
que ha hecho que este pescado sea uno de los que más comúnmente se
conserva en el País Vasco.
Muchas personas del País Vasco preparan su propio bonito en conserva
en casa. El pescado debe reposar unos tres meses antes de poder comerlo;
es un paso importante que permite que el bonito se «cure» en el aceite de
oliva. Muchos hierven el bonito antes de envasarlo, pero también se puede
envasar crudo, los defensores de este método juran que le da al bonito una
textura más jugosa. Yo he probado ambos métodos, y las diferencias son
minúsculas; el auténtico factor clave aquí es la calidad del bonito y del
aceite. Este bonito se puede añadir a cualquier tipo de ensalada o sándwich,
o incluso como ingrediente en un plato de pasta. O hacer como los vascos y
comerlo tal cual, colocado sobre un trozo de pan crujiente.
PARA 4 PERSONAS
PARA 4 PERSONAS
LA PARRILLA
VENTRESCA DE BONITO
MIENTRAS EL RESTO DEL MUNDO come lomos de atún a la parrilla, los vascos
solo utilizan la ventresca (mendrezka). Larga y triangular, la ventresca es
una pieza de forma curiosa. Hay que comprarla superfresca.
La clave de una ventresca de bonito perfectamente asada a la parrilla es
sacarla de la parrilla en el momento en que la parte más delgada está hecha.
El aceite de oliva caliente, infusionado con ajo y guindilla roja picante, se
vierte sobre las partes más gruesas del corte, asegurando que cada
centímetro cuadrado queda perfectamente cocinado. La salsa resultante se
llama olio errea (refrito en español). Esta grasa de ventresca de bonito es
untuosa, cremosa y deliciosa. Es un plato aromático del verano,
perfectamente servido con un vaso de chacolí frío.
Si dispones de una besuguera(jaulas de alambre diseñadas para asar
pescado), es mejor usarla para mantener el pescado unido y facilitar girarlo
en la parrilla. Si lo asas directamente en la rejilla, solo debes asegurarte de
que esté muy caliente antes de poner el pescado, para evitar que se pegue.
PARA 4 PERSONAS
RODABALLO A LA PARRILLA
EL RODABALLO A LA PARRILLA se originó en la localidad costera de Getaria,
todavía hoy uno de los puertos más bulliciosos del País Vasco. Es un
hervidero de pequeños botes que van y vienen de los grandes buques
pesqueros, a lo que se suma un revoltijo de redes y gritos. El puerto y el
casco antiguo están jalonados de parrillas, pequeñas grutas construidas en
las paredes de los edificios. Estas parrillas no son más que una cesta de
metal a la altura de la cadera, llena de cenizas y carbones; una rueda para
ajustar la altura de las parrillas respecto de las brasas, y las propias parrillas.
Pedro Arregui, del restaurante Elkano, uno de los maestros de la parrilla
vasca, fue el pionero del rodaballo asado. En vez de filetearlo, como era
habitual con el pescado plano, Pedro lo asaba entero. En vez de añadir la
tradicional salsa de ajo olio errea (ver Ventresca de bonito en capítulo
Pescado y marisco), su mujer, Mari Jose, emulsionaba una mezcla de aceite
y vinagre, que combina perfectamente con los aceites untuosos que suelta el
rodaballo. Conocido como agua de Lourdes, todavía se sirve hoy en el
restaurante, ahora gestionado por su hijo Aitor.
Un rodaballo salvaje se identifica fácilmente por su precio, hasta cuatro
veces más caro que el de vivero. La textura de la piel es otro indicio: en vez
de viscosamente suave, será grumosa y desigual, una marca de calidad
natural. Al elegir el pescado hay que buscar agallas rojas, ojos frescos y
transparentes, y una parte inferior rosada, no pálida; y hay que prever unos
450 g por persona. Puedes hacer esta receta a la parrilla o en el horno, por lo
que se puede hacer todo el año.
PARA 2 PERSONAS
A LA PARRILLA:
Prepara la parrilla a fuego alto, pero sin llama viva (lo mejor es empezar 1 o
2 horas antes de usarla, así el carbón estará ardiendo y muy caliente).
Coloca la parrilla a 13-15 cm por encima de la fuente de calor.
Lleva el rodaballo a temperatura ambiente unos 15-30 minutos antes de
asarlo. Sala intensamente el rodaballo por cada lado.
Coloca el pescado en una cesta para asar, en caso de tenerla, y deposítalo
con la piel oscura hacia abajo en la parrilla (si no, asegúrate de que la
parrilla esté muy caliente, y luego coloca el pescado directamente en la
rejilla). Ásalo durante 7 minutos, luego gíralo, retirando el exceso de sal del
lado oscuro. La piel debería burbujear en algunas partes.
Rocía el pescado con una tercera parte de la mezcla de vinagre, dejándola
escurrir por el pescado. Ásalo durante 7 minutos más. Sácalo de la parrilla,
rociando ambos lados generosamente con más o menos la mitad de la
mezcla de vinagre restante, y colócalo en una fuente con bordes.
Si lo deseas, prepara el pescado para la mesa cortando la mitad del lomo,
por la espina, y separando la cabeza. Vierte la mezcla de vinagre restante y
luego, en la mesa, con una cuchara, inclina la fuente para que el jugo que
suelte el pescado se mezcle con el vinagre y se junte en la base de la fuente.
Bate ligeramente para mezclarlo bien y vuelve a echarlo por encima del
pescado como si fuera una salsa justo antes de servirlo.
AL HORNO:
Precalienta el horno a 220 °C. Cubre una bandeja de horno con papel de
aluminio e introdúcela en el horno para que se precaliente.
Limpia el rodaballo con agua fría y sécalo. Sazona ambos lados
generosamente con sal y resérvalo.
Retira la bandeja caliente del horno. Rocíala con un poco de aceite de
oliva, distribuyéndolo uniformemente con un pincel de cocina o un papel de
cocina doblado. Coloca el rodaballo, con la parte más clara hacia abajo, en
el centro de la bandeja, y vuelve a introducirla en el horno.
Cuécelo 5 minutos. Extrae un poco la bandeja del horno, suficiente para
acceder al pescado, y rocía o vierte unas dos terceras partes de la mezcla de
vinagre sobre el pescado. Vuelve a introducir el pescado en el horno unos 7
minutos más.
Cambia el horno a la posición del grill. Retira un poco la bandeja del
horno, suficiente para poder acceder al pescado, y con una cuchara o una
jeringa recoge los jugos y el aceite de oliva de la fuente y redistribúyelos
sobre el pescado. Rocía el pescado varias veces. Coloca la bandeja bajo el
grill y ásalo unos 5 minutos, hasta que la piel burbujee y se dore en algunos
tramos.
Retíralo del horno y trasládalo a una fuente más grande. Si lo deseas,
prepara el pescado para la mesa cortando la mitad del lomo, por la espina, y
separando la cabeza. Vierte todo el líquido de la bandeja en un pequeño bol
y mézclalo con la batidora de brazo para emulsionar. Vierte el líquido de
nuevo sobre el pescado y sírvelo inmediatamente.
Txipiroiak pelaio erara
PARA 4 PERSONAS
Cuando las aguas que rodean el País Vasco están en calma, los pescadores y
los aficionados se levantan al alba o salen aún de noche con sus
txipironerak, botes de pesca del chipirón pequeños, en busca de este
cefalópodo. Pescan con nada más que una cuerda o un bastón y cebo,
normalmente una potera, una jibionera con una serie de anzuelos. Algunos
llevan tutua, una caja de bambú con un tapón de corcho para llevar los
punzantes anzuelos. El pescador tira el anzuelo o la cuerda con la potera de
colores brillantes y lo mueve con un movimiento rápido y con sacudidas, en
busca de la pesca más preciada: los chipirones, de solo unos centímetros de
largo.
Una vez pescados, los chipirones de un color blanco puro se retiran
suavemente del anzuelo y se colocan en una bolsa de plástico para llevar a
casa. Al cabo de poco, la piel produce unas manchas con un bonito patrón
de color púrpura rojizo brillante. Estas crías son más numerosas a finales de
primavera y en los meses de verano, e incluso los pescadores que se quedan
cerca de la costa pescan suficientes para venderlos a algún restaurante local.
Los chipirones tienen más valor por peso que los grandes, y un chef
pagará unos 2 euros por chipirón. Visualmente, no se pueden confundir con
los que se han arrastrado en una red con otros residuos marinos, su piel
queda magullada y rota. Y el sabor es a mar limpio y puro con una piel
firme pero tierna, una auténtica joya.
Txipiroiak bere tintan
CHIPIRONES EN SU TINTA
EL IMPACTANTE COLOR de este plato puede sorprender al principio, parece
tinta negra pura. El color procede de la tinta del chipirón, pero la salsa es
esencialmente un delicioso puré de verduras teñido.
Hay que buscar chipirones pequeños (5-5,7 cm) para este plato, pero los
más grandes también servirán si no se encuentran los pequeños; se cortan
en rodajas y se añaden a la salsa. No hay que temer dejar que la sartén esté
muy caliente, ya que la combinación de un fuerte sellado con un estofado
lento hará que se consiga el chipirón más tierno que jamás se haya probado.
Lo mejor es preparar este plato el día antes de servirlo, ya que mejora en
sabor de un día para otro. Si la salsa se espesa demasiado durante la noche
añade un poco más de caldo de pescado o agua.
Sírvelo con pan tostado o incluso arroz para obtener un plato principal
más copioso.
PARA 4 PERSONAS
PARA 4 PERSONAS
Introduce las almejas en un bol, añade agua fría para cubrirlas y resérvalas.
Limpia las espinas, la cabeza o cualquier resto que tengas de la merluza
con agua fría. Introdúcelo todo en una cacerola mediana y añade agua para
cubrirlo. Llévalo a ebullición a fuego alto, luego reduce a fuego bajo, y
hiérvelo unos 20 minutos. Cuela el líquido (llamado fumet) por un colador
fino y descarta los sólidos. Reserva el fumet.
Limpia y cuela las almejas, y resérvalas.
Lava los filetes de merluza y sécalos. Sazona la parte sin piel de cada
filete con sal.
En una cazuela de barro o una sartén grande calienta aceite de oliva y ajo
a fuego medio-alto. Cuando el ajo empiece a «bailar» añade la harina y
déjalo cocer sin dejar de remover unos 30 segundos. Vierte el vino y déjalo
hervir unos 30 segundos para que se evapore el alcohol. Añade 240 ml del
fumet y deja hervir cerca de 1 minuto.
Añade los filetes de merluza a la cacerola, con la piel hacia arriba.
Déjalos hervir a fuego lento unos 3 minutos. Gira con cuidado los filetes de
merluza. Añade las almejas, colocándolas alrededor de la cazuela, y deja
que cueza unos 5 minutos. Si la cacerola empieza a parecer seca, añade más
fumet.
Espolvorea el perejil por la cacerola. Retírala del fuego y muévela en un
movimiento circular hasta que la salsa empiece a ligarse y emulsionar, 1-2
minutos. Prueba y rectifica de sabor.
Sírvelo en boles individuales o en formato familiar. Puedes conservar el
fumet restante para otro uso.
CHACOLÍ
PARA 3 o 4 PERSONAS
EL PESCADOR
RAPE FRITO
LA RESPUESTA DE LOS VASCOS a un almuerzo o cena sencillo es el pescado
fresco, hecho al horno o frito en aceite de oliva. Las etxekoandreak (cabeza
de familia femenina de la casa) no se lo piensan dos veces a la hora de freír
el pescado de carne blanca, ya sea merluza o bacalao. El proceso es
instintivo: cascar unos huevos para el rebozado, calentar un buen chorro de
aceite de oliva y ¡hala!, a la mesa. Puede parecer un despilfarro freír con
aceite de oliva de alta calidad, pero el ahorro se consigue guardándolo en
una botella cerca de los fogones, para poder reutilizarlo varias veces.
El rape tiene una carne tierna y carnosa, a menudo comparada con el
bogavante. Cubrir el pescado con harina y luego sumergirlo en el huevo es
la forma más común de preparar el pescado frito. Este método, más
rebozado que empanado, da lugar a un exterior dorado y blando en vez del
crujiente al que se suele estar acostumbrado. El pescado se sirve con un
poco de mayonesa para mojar.
PARA 4 PERSONAS
TRUCHA A LA NAVARRA
LA TRUCHA, SIN DUDA ALGUNA, ES UN PESCADO DESTACADO en la cocina
navarra. Esta región no tiene costa, así que el pescado de río siempre ha
ocupado un lugar especial en la mesa. Pariente del salmón, la trucha que
vive en los ríos de Navarra es la trucha común (Salmo trutta), plateada y
moteada y bastante difícil de pescar. Justo después del deshielo del
invierno, los pescadores se dirigen durante el día al lecho del río, se
adentran en las frías aguas y pescan las truchas con una caña,
tradicionalmente envolviéndola en helechos para mantener la piel húmeda.
Este plato de pescado relleno de jamón es un clásico, que aparece en los
libros de recetas más antiguos de la región, aunque algunas recetas añaden
además deliciosos pimientos del piquillo (ver receta en capítulo Verduras y
carne). Actualmente la trucha suele servirse con rodajas de patata asada. En
esta receta usamos jamón serrano más húmedo y suave, pero también se
puede usar el jamón ibérico más lujoso.
PARA 4 PERSONAS
Navarra tiene una geografía variada: picos de color gris claro en el norte,
valles cubiertos de rocío con ríos repletos de truchas, tierra seca de tipo
mediterráneo jalonada de olivos, e incluso una región desértica al estilo del
Sáhara (las Bardenas Reales), por lo que constituye la zona más diversa de
esta región desde la perspectiva agrícola. En cuanto a la gastronomía, es la
cesta de hortalizas de la región.
Son quince los productos protegidos por el gobierno autonómico,
incluyendo los pimientos del piquillo de color rojo rubí (ver receta en
capítulo Verduras y carne), los quesos Roncal e Idiazabal, el vino rosado,
los espárragos blancos, las alcachofas (ver recetas en capítulo Verduras y
carne) o el pacharán, el famoso digestivo vasco (ver receta en capítulo
Bebidas), entre otros. También posee una importante producción de aceite
de oliva y el río Bidasoa ha sido una fuente de salmón documentada desde
la época medieval.
La diversidad cultural de Navarra también da lugar a distintos hábitos
gastronómicos de la región: la parte norte es claramente más vasca, y es
conocida por la chistorra (ver receta en capítulo Verduras y carne).
Las ovejas también predominan, formando la columna vertebral de los
platos tradicionales del valle de Baztán. Platos como la baztan zopa, un
plato de cabeza de cordero estofada servida con un buen trozo de pan duro
de una semana para absorber todos los jugos (más delicioso de lo que
parece), y el txuritabeltz, literalmente «blanco y negro», un estofado de
embutido de cordero y sangre hervida (también delicioso), predominan en
las fiestas. Sin embargo, más cerca de la Ribera y La Rioja, los platos se
centran más en el cordero, al chilindrón (ver receta en capítulo Verduras y
carne), o servido con lo de dentro por fuera, como el patorrillo o menudico,
un estofado de pimientos y lo que parece ser cada órgano interno del
cordero, así como otras especialidades de sabor castellano.
Navarra incluso tiene una región vinícola que data de antes de la Edad
Media, y que destaca especialmente por sus rosados. El rosado de esta
región se elabora principalmente con uva garnacha, que produce un vino
rosado oscuro ligero, aromático y afrutado, localmente conocido como
«clarete». El día del rosado navarro se celebra el último domingo de mayo
en San Martín de Unx, y ese día se abren más de mil botellas de rosado para
catar en las calles del pueblo.
Pamplona es una ciudad encantadora con un casco antiguo marcado por
una antigua catedral y la plaza de toros. La fiesta de San Fermín,
coloquialmente conocida como los Sanfermines, empieza el 7 de julio y es
una de las más famosas del mundo. Cada año, aspirantes a corredores de
todo el mundo inundan la ciudad, pero la fiesta también tiene una faceta
bastante local y privada, un poco más «civilizada»: largos almuerzos con un
rico estofado de buey y tintos robustos de la región, y socialización en los
balcones de los amigos de la calle de la Estafeta. Pamplona tiene su propio
embutido del mismo nombre: chorizo de Pamplona, una mezcla de ternera y
cerdo con mucho pimentón, fiambre favorito de los niños en las meriendas.
Los dulces incluyen las famosas pastillas de café con leche, caramelos
duros rectangulares, y las mininapolitanas llamadas «garroticos» de Pastas
Beatriz, que se sirven calientes y se agotan antes de que lleguen a enfriarse.
En esta sociedad más agraria y menos influenciada por las sociedades
gastronómicas (ver en capítulo Pescado y marisco), las mujeres han
permanecido al frente de la escena gastronómica, aunque más
recientemente, los chefs masculinos han conquistado las cocinas. Más que
en sus provincias vecinas, la cocina de Navarra está dirigida por mujeres, y
los hombres conservan el papel de cazadores de presas y aves, pesca de
truchas y salmones, y recolección de setas silvestres. Los restaurantes que
defienden la cocina tradicional (como Tubal) o que brillan con estrellas
Michelin (como Europa) han tenido una mujer en el timón. Estos y otros de
los restaurantes más emblemáticos de la región, desde el antiguo
Santesteban hasta Las Potxolas en el número 6 de la calle Sarasate en
Pamplona, todos estaban dirigidos por matriarcas cuya fama culinaria llegó
antes de tiempo. Este toque femenino casi siempre sirvió para reforzar la
cocina tradicional actualmente famosa de Navarra, basada en las verduras.
BARAZKIAK ETA HARAGIAK
VERDURAS Y CARNE
BARAZKI MENESTRA
Menestra de verduras
ZAINZURIAK MAIONESAREKIN
Habas a la vitoriana
BARRASKILOAK
Caracoles
GERNIKAKO PIPERRAK
Pimientos de Gernika
PIQUILLO PIPERRAK
Guindillas
TOLOSAKO BABARRUNAK
Alubias de Tolosa
AZA
Berza
PIPERRADA
Piperrada
POTXAK NAFAR ERARA
Pochas a la navarra
ENTSALADA
Ensalada
ONDDOAK GORRINGOAREKIN
Patatas a la riojana
PERRETXIKO NAHASKIA
Revuelto de perrechicos
TOMATE FRIJITUA
Tomate frito
XIPISTER
Xipister
TALOA
Talo
TXISTORRA
Chistorra
ODOLKIA
Morcilla
MONDEJUA
Mondeju
ARKUMEA TXILINDRON ERARA
Cordero al chilindrón
TXITXIKIS
Chichiquis
TXAHAL MASAILAK
Carrilleras
AXOA
Chuleta
EXISTEN POCAS CULTURAS MODERNAS que sigan tan arraigadas a la tierra
como la vasca. La gente de la montaña (mendi) vive en un mundo de niebla
matutina, atrapada entre abruptos acantilados y extensos valles. El caserío
vasco (baserri) marca el ritmo del estilo de vida montañés, aunque con cada
generación que pasa hay que adentrarse más y más hacia el interior para
encontrar caseríos en pleno funcionamiento.
No obstante, el paso de las estaciones y su efecto en el terruño todavía se
observa y se siente profundamente. Cada viento nuevo arroja una ronda de
fiestas y tradiciones distintas, cada una de ellas respetada con una confianza
que solo se obtiene tras repetir la misma tradición generación tras
generación.
La primavera marca el inicio de las fiestas de Carnaval, de San Prudencio
y los caracoles de montaña, las setas (concretamente los perrechicos, o setas
de San Jorge) y platos de menestra. Cuando aprieta el verano despierta el
instinto enterrado en el interior de cada vasco de acercarse a la mesa
soleada más cercana para disfrutar de un vaso de chacolí y una ensalada de
tomate, bonito y guindillas encurtidas con aceite (ver receta en Pescado y
marisco). Luego llegan los días de otoño, con árboles cargados de manzanas
a la espera de transformarse en sidra (sagardo) y las aceitunas listas para ser
prensadas en aceite.
La matanza del cerdo (llamada txerriboda) marcaba tradicionalmente la
llegada del otoño y el invierno y reunía al pueblo entero en un esfuerzo
común. Los embutidos frescos, tradicionalmente derivados del cerdo
familiar, como la chistorra, la morcilla y los chichiquis, son los
protagonistas de las celebraciones de invierno.
El invierno también es el momento de ir a probar la sidra nueva, que en
el último medio siglo significaba acompañarla de la obligatoria tortilla de
bacalao (ver receta en capítulo Pescado y marisco) y la chuleta (ver receta
en capítulo Verduras y carne), una chuleta de tamaño vasco magníficamente
poco hecha. Las excusas para reunirse suelen girar en torno a un menú,
como la babarrunada, una fiesta entre amigos centrada en un estofado de
alubias con guindilla en vinagre y morcilla.
La caza de aves salvajes, ciervos y conejos siempre ha sido una fuente de
comida principalmente asociada al invierno. Recolectar setas silvestres,
especialmente los apreciados hongos (onddoak), todavía es un pasatiempo
popular entre los vascos de todas las edades, y sus hallazgos de contrabando
pueden verse entrando por las puertas traseras de los restaurantes de todo el
País Vasco.
Las tradiciones vascas y la tierra están profunda e inextricablemente
interrelacionadas. Sin embargo, con los tiempos modernos la relación de los
vascos con el territorio ha evolucionado. Actualmente se utilizan técnicas
agrícolas modernas, y los antiguos métodos de trabajo manual quedan
relegados a aquellos que cuidan huertos caseros. Los avances en la
tecnología agrícola han servido para recuperar variedades antiguas, aunque
el uso de las verduras locales jamás se borró del hábito colectivo. Los
vascos mantienen una relación muy viva con su entorno que es auténtica y
universal, y se despliega en las mesas de todo el país.
Barazki menestra
MENESTRA DE VERDURAS
LA MENESTRA PODRÍA CONSIDERARSE el plato insignia de Navarra: una mezcla
de verduras simplemente napada con una salsa de verduras tipo bechamel
sencilla y terrosa. La tarjeta de presentación culinaria de la primavera se
elabora de muchas formas distintas, pero esta es la menestra clásica de la
zona alrededor de la ciudad de Tudela. Incluye cuatro verduras (alcachofas,
espárragos blancos, guisantes y habas). Con el paso de las estaciones se
pueden sustituir los guisantes por judías verdes y las habas por borrajas. En
Navarra la carne predominante es el cordero, y la menestra con cordero es
casi tan común como la versión vegetal. Pero la auténtica clave de este
sencillo plato es conseguir los productos más frescos y de mejor calidad
posibles, y sazonar adecuadamente el agua para escaldar, así como el caldo
espesado.
PARA 4 PERSONAS
6 alcachofas
8 espárragos blancos (ver Nota)
900 g de habas en vaina, desgranadas (ver Nota)
510 g de guisantes verdes en vaina, desgranados
255 g de jamón ibérico, en lonchas (unas 11 lonchas)
2 dientes de ajo, laminados
2 cs de harina común
2 cs de aceite de oliva virgen extra, y un poco más para rociar
Sal
Lleva un cazo con agua con sal a ebullición. Añade los guisantes poco a
poco para evitar romper la ebullición. Hiérvelos unos 3 minutos y cuélalos.
Pasa los guisantes por agua fría o viértelos en un bol con agua helada para
enfriarlos. Cuélalos y resérvalos.
Llena el cazo de nuevo con agua, añade sal y llévala a ebullición. Arroja
las habas poco a poco para evitar romper la ebullición. Si la intención es
pelar las habas, hiérvelas 3 minutos, cuélalas y pásalas por agua fría. Pela
las habas, presionándolas para que se desprendan de la cáscara. Resérvalas.
Llena de nuevo el cazo con agua, añade sal y llévala a ebullición. Limpia
las alcachofas rápidamente cortando el tallo inferior y quitando las hojas
exteriores hasta llegar a las hojas interiores de color amarillo-blanco. Corta
el tercio superior de la alcachofa. Añádelas al agua salada y hiérvelas hasta
que se puedan atravesar fácilmente con un cuchillo. El tiempo de cocción
puede variar mucho según el tipo de alcachofa, pero conviene empezar a
mirar al cabo de 10 minutos. Cuélalas y déjalas enfriar. Corta las alcachofas
en cuartos, retirando el corazón.
Llena de nuevo el cazo con agua, añade sal y llévala a ebullición. Corta
la parte inferior de los espárragos, unos 2,5 o 5 cm. Pela la mitad inferior
con un pelador. Añádelos al agua hirviendo. Hiérvelos hasta que estén
totalmente tiernos, unos 12-15 minutos. Cuélalos y reserva el agua de la
cocción.
Reserva 4 lonchas de jamón en un lugar caliente para llevarlas a
temperatura ambiente. Corta el resto en tiras finas.
En una cazuela grande calienta aceite de oliva a fuego medio-alto. Añade
el ajo y cuécelo removiendo hasta que empiece a coger color. Añade el
jamón cortado y remueve. Vierte la harina sobre la mezcla y cuécela,
removiendo 1-2 minutos para eliminar el sabor a harina cruda. Añade
gradualmente 480-720 ml del agua de cocción de las verduras aún caliente
y remueve hasta que esté totalmente incorporado. Agrega las verduras
escaldadas, removiendo suavemente para cubrirlas con la salsa y llévalas a
ebullición. Deja cocer 2 minutos. Pruébalo y rectifica de sabor, añadiendo
sal si fuera necesario.
Para servir, dispón las verduras más pequeñas en los platos y coloca las
alcachofas y los espárragos encima, repartiendo uniformemente la salsa.
Rocía los platos con un poco de aceite de oliva. Coloca una loncha del
jamón reservado, doblada delicadamente, sobre cada plato. Listo para
servir.
Nota: Puedes dejar las habas desgranadas sin pelar, pero si pelas la
capa exterior obtendrás un color más verde y un sabor más refinado.
Puedes sustituir los espárragos blancos frescos por enlatados;
incorpóralos con cuidado a la menestra en el último paso. En el
espíritu del «todo vale» de la menestra también puedes utilizar
espárragos verdes, aunque no es habitual en el País Vasco.
MERKATUAK
MERCADOS
Uno de los mercados más famosos del País Vasco se despliega bajo un
tejado soportado por columnas corintias, en la localidad de Ordizia, en
Guipúzcoa. Setas con tierra en los tallos, puerros, cardos gigantescos,
conservas, quesos de todos los tonos del color crema, nueces, manzanas
reinetas de encantadoras formas irregulares, pimiento verde, pimiento rojo,
cestas de mimbre, berzas, coliflor, tomates, botellas de sidra verdes sin
etiqueta, una abundancia contenida en los límites de la cocina vasca, pero
que ahondan profundamente en todos sus matices y texturas. Los precios
que establece este mercado sirven de referencia para toda la provincia, y es
aquí también donde se celebra el concurso más importante para juzgar el
queso Idiazabal.
En el lado francés de la frontera, los productos tienen un aspecto
soberbio. El foie es más fresco y su exposición más atractiva; los quesos
son más pestilentes y hay más variedad. Les Halles, en Biarritz, con un
personal joven increíblemente bello, se encuentra en el centro de una
bulliciosa encrucijada de calles llenas de bares especializados en champán y
ostras, la preparación de una perfecta transición del mercado matutino al
almuerzo.
Los vascos compran en estos mercados. Les encanta bromear con los
vendedores, preguntar sobre el tiempo, el aspecto de la pesca del día, y el
plato que quieren elaborar. Esta transacción –despachar las nueces, cortar la
rueda de queso, sacar los pimientos secos de la ristra…– es una memoria
táctil, que resulta familiar a casi todas las generaciones. Los mercados están
céntricamente situados y son accesibles a pie, una parada para hacer la
compra más eficiente que ir hasta al supermercado.
La continua importancia de los mercados en la vida diaria se refleja en el
hecho de que han evolucionado con el tiempo, para bien o para mal. El
mercado de La Bretxa, en San Sebastián, antiguamente un enorme mercado
de pescado, carnes y verdura, se transformó en un centro comercial al estilo
americano que nunca tuvo mucha aceptación, pero el mercado de San
Martín, en el barrio Centro de San Sebastián, es una historia de éxito. Se ha
apropiado la reciente tendencia de la oferta «hora feliz» de un pincho a 2
euros, que los parroquianos pueden degustar con la música de conciertos en
vivo.
Zainzuriak maionesarekin
PARA 4 PERSONAS
HABAS A LA VITORIANA
LOS NATIVOS DE ÁLAVA (especialmente de Vitoria) son conocidos como
babazorros, que significa «saco de habas» en euskera. Se puede usar de
forma afectuosa o con más intención para designar a pueblerinos con poca
educación. Las habas tenían antes el estigma de ser comida de pobres y se
acompañaban exiguamente de un talo de maíz (pan plano; ver receta en
capítulo Verduras y carne) cuando la carne y el pan blanco escaseaban.
Las recetas antiguas de este plato requieren la elaboración de una especie
de caldo de jamón para cocer las habas, a menudo sin retirar la cáscara
individual de cada haba. En Álava, las habas se comen tradicionalmente con
esta piel exterior, que en las más pequeñas (o muy frescas) todavía es
bastante comestible. Se puede optar por la versión rústica, también, y
ahorrarse un montón de tiempo. En vez de escaldarlas brevemente como se
indica en la receta, hiérvelas unos 30 minutos antes de proceder. Tómate la
molestia de pelar las habas una a una, supone obtener un plato más
excepcional.
PARA 4 PERSONAS
CARACOLES
BARAKURKUILO, BARAKUILO, BARRASKILO... el caracol es un animal tan
ampliamente consumido en el País Vasco y desde hace tanto tiempo que
tiene casi tantos nombres como pueblos existen. El caracol (Iberus
alonensis) es uno de los especímenes más apreciados, oriundo de las zonas
áridas de la Rioja Alavesa y las Bardenas en Navarra, y especialmente
sabroso gracias a una dieta de hierbas, higueras, olivos y otras plantas
aromáticas.
Esta receta es tradicional: estofados con chorizo, pimientos y tomate
frijitua, una salsa que proyecta deliciosamente la tradición culinaria local en
el correoso paladar neutro de la carne de caracol. Si se usan caracoles
silvestres es importante prepararlos correctamente antes de comerlos, es
decir, dejarles el tiempo necesario para purgar todo el contenido de sus
intestinos para deshacerse de sabores desagradables (ver Nota). Sin
embargo, los caracoles en conserva pueden ser más fáciles de encontrar y
son más fáciles de usar.
PELOTA VASCA
PIMIENTOS DE GERNIKA
LOS PIMIENTOS DE GERNIKA llevan el nombre de la ciudad que se hizo famosa
por el cuadro que pintó Picasso sobre su bombardeo durante la Guerra
Civil. En realidad, los pimientos pueden proceder de una zona de 48
kilómetros en torno al mar Cantábrico. Llegados a esta región procedentes
de América a finales del siglo XV, se suavizaron con el clima cantábrico y
ahora rara vez pican. Verdes y de color uniforme, los Gernikako piperrak en
general son un poco más grandes que los pimientos de Padrón y los
shishito, de unos 5-10 cm de largo.
Su llegada a finales de primavera/principios de verano se anuncia con
fuentes de cerámica llenas hasta arriba por todos los bares de la ciudad,
junto con fuentes de guindillas, más delgadas (ver receta en capítulo
Verduras y carne). Se coge un puñado de gernikas, se ponen en un plato y
se envían a la cocina para saltearlos en aceite de oliva hasta que estén
abombados y tiernos, luego se secan en papel absorbente y se espolvorean
con sal marina en escamas. El placer que produce esta simplicidad pura es
un sello distintivo de la cocina vasca.
PARA 4 PERSONAS
CON PIMIENTOS FRESCOS
16 pimientos del piquillo frescos
3 dientes de ajo, laminados
60 ml de aceite de oliva virgen extra, y un poco más para rociar
Sal marina en escamas
VINO DE RIOJA
GUINDILLAS
LAS GUINDILLAS EMPIEZAN A APARECER EN LOS MERCADOS VASCOS a principios
del verano. Esta guindilla en vinagre de Ibarra (piperminak), es más
comúnmente conocida como Ibarrako piperrak. Pueden medir 5-15 cm de
largo cuando se cosechan, aunque el tamaño óptimo es de unos 10 cm. En
temporada, las guindillas frescas se saltean y se espolvorean con sal. Sin
embargo, suelen conservarse para poder usarlas durante todo el año, y
constituyen un complemento vital de muchos pinchos tradicionales, como
la gilda [ver receta Gilda (pincho de anchoa, guindilla y aceituna)] y como
acompañamiento de las alubias de Tolosa (ver receta en capítulo Verduras y
carne).
Frescas, las guindillas son brillantes, de un color verde intenso, con una
piel tersa y suave, y sus características se modificaron para poder cultivarlas
a altitudes elevadas y con lluvia intensa. La zona de producción es inferior a
1,5 km2, por eso la mayor parte de estos pimientos no salen del País Vasco.
Por supuesto, se pueden plantar las semillas y cultivar los pimientos en
cualquier parte, pero el clima de la zona produce pimientos más dulces y
delicados que en otros lugares. Muchas de las guindillas en vinagre en venta
se cultivan fuera del País Vasco, y suelen ser más grandes, más duras y más
picantes.
Según dice un cuento de viejas, unos garbanzos secos en cada tarro
ayudan a mantener el color verde brillante de los pimientos, pero un método
más eficaz de conseguirlo es elegir pimientos bien maduros, descartando los
que ya estén pasados, y cubrirlos totalmente con líquido.
PARA 475 ML
ALUBIAS DE TOLOSA
LAS ALUBIAS DE TOLOSA ANUNCIAN LA LLEGADA DEL INVIERNO en la región de
Goierri, en Guipúzcoa. Estas alubias pequeñas, de color púrpura negro,
provienen de Tolosa, un pueblo con aspiraciones refinadas, enclavado en las
montañas. Cuando cae el invierno, las kuadrillak (grupos de amigos, ver
capítulo Introducción) empiezan a organizar su babarrunada, una fiesta
centrada en un estofado de alubias. El grupo se reúne un sábado en la sede
de su txoko (sociedad gastronómica; ver en capítulo Pescado y marisco)
para preparar las alubias de Tolosa, degustarlas en un almuerzo tardío y
prolongado, para luego tomar digestivos hasta que todo el mundo está
suficientemente impaciente por ir a un bar local. Las alubias son uno de los
pocos ejemplos de la cocina vasca en que se renuncia a un segundo plato en
favor de un plato único.
La clave para cocer este sencillo plato reside en la técnica: añadir la sal al
final, para evitar que las alubias se rompan. No hay que remover nunca las
alubias; debe agitarse suavemente la cazuela para evitar que se peguen. Al
añadir aceite de oliva, el caldo hierve lentamente hasta convertirse en un
agradable líquido sustancioso. Se sirve como manda la tradición, con lo que
los vascos llaman «los sacramentos»: morcilla (ver receta en capítulo
Verduras y carne), guindilla en vinagre (ver receta en capítulo Verduras y
carne) y berza (ver receta en capítulo Verduras y carne).
PARA 6 PERSONAS
Lava las alubias con agua fría. Introdúcelas en una cazuela y añade
suficiente agua para cubrirlas unos 5 cm con 1,9 litros aprox. Añade aceite
de oliva.
Lleva el agua a una leve ebullición. Reduce el fuego inmediatamente
para mantener un hervido suave, agitando la cazuela suavemente de vez en
cuando y retirando la espuma que se forme en la superficie. Las alubias
deben estar siempre cubiertas de líquido o se romperán; añade más agua si
fuera necesario.
Al cabo de 2 horas, añade la sal y agita la cazuela. Déjalo hervir hasta
que las alubias estén totalmente tiernas y el líquido de cocción espeso, unos
20-30 minutos más, añadiendo agua si fuera necesario para mantener las
alubias cubiertas.
Sirve las alubias en platos hondos, junto con los acompañamientos.
Puedes añadir la morcilla, la guindilla y la berza en una fuente o
individualmente en cada plato.
Aza
BERZA
LA BERZA ES UNA VERDURA DE INVIERNO OMNIPRESENTE en los huertos
domésticos del País Vasco. Raramente se sirve fuera del hogar, salvo en el
caso de su papel estelar como complemento de las alubias de Tolosa (ver
receta en capítulo Verduras y carne). Esta receta es una forma tradicional de
preparar la berza para servirla como guarnición, aunque también es
deliciosa por sí sola. La berza se escalda y luego se adereza con un rápido
salteado en aceite de oliva y ajo, una técnica conocida como refrito. Para
darle un toque picante, una guindilla deshidratada (o guajillo), cortada en
rodajas, es un buen complemento para el refrito.
PARA 6 PERSONAS
Llena una cazuela grande con agua, añade 1 cucharada de sal y llévala a
ebullición. Añade la berza y hiérvela, removiendo ocasionalmente para
asegurarte de que está sumergida, durante 10 minutos. Cuélala en un
colador. Ponla bajo el grifo de agua fría o sumérgela en agua con hielo para
detener la cocción.
En una sartén grande calienta aceite de oliva a fuego medio-alto. Añade
el ajo y cuécelo hasta que empiece a coger color. Añade la berza y la
cucharadita restante de sal. Cuécela unos minutos, removiendo
ocasionalmente, suficiente para calentar toda la berza, algunas partes
incluso pueden coger un poco de color. Prueba y rectifica de sabor.
Disponla en una fuente y sírvela caliente.
HERRI KIROLAK
DEPORTES RURALES
Las tareas rurales más exigentes solían generar desafíos entre miembros de
la familia y vecinos, que con el tiempo terminaban en apuestas (apustuak).
Esta tradición, quizá nacida del aburrimiento en el campo rural, evolucionó
en herri kirolak, un calendario de competiciones de fuerza bruta único en el
País Vasco.
Estos deportes son curiosos y memorables de ver. Puede consistir en
mirar a unos hombres cómo trepan a un tronco de haya, inclinándose
mientras balancean sus hachas rítmicamente hasta que el tronco se parte en
dos. Estos aizkolariak (leñadores) participan en campeonatos nacionales, e
incluso hay una liga, Urrezko Aizkora («Hacha de oro»). Los
harrijasotzaileak (levantadores de piedras) quizá son los más
impresionantes. Levantan rocas colosales hasta el hombro, compitiendo por
ver quién puede realizar más repeticiones en un período de tiempo
determinado. Existen distintas categorías, desde rocas «pequeñas» (100 kg)
con el número récord de 1.000 levantamientos en un período de 5 horas y 4
minutos, a las más grandes, que alcanzan los 326 kg. Naturalmente, siendo
una sociedad agrícola, también hay deportes con animales. Las probak
(pruebas) llevan el nombre del animal enjaezado: idi probak y zaldi probak
(buey y caballo, respectivamente), por nombrar algunos. Estos animales se
enfrentan al reto de arrastrar una piedra enorme hasta una distancia
determinada.
La lista de herri kirolak es bastante larga, pues hay un deporte distinto
para cada tarea doméstica: batir leche, transportar sacos, carreras, pruebas
con herramientas agrícolas… Otros herri kirolak son más familiares: soka-
tira (juego de la soga); sega (siega), donde los contendientes utilizan una
hoz para cortar hierba a ritmo rápido, etc.
Actualmente, los deportes rurales son un clásico de las ferias de los
pueblos, un evento favorito de los espectadores. En el País Vasco y Navarra,
sin embargo, todavía es posible ver a un par de hombres desafiarse en una
taberna rural. Se hacen apuestas, los vecinos se juegan unas monedas y
empieza el juego.
Piperrada
PARA 6 PERSONAS
POCHAS A LA NAVARRA
EN LOS MERCADOS DEL PAÍS VASCO, disimuladas entre los berros y grandes
setas terrosas, se esconden unas alubias frescas, semejantes a las habas
secas, pero más verdes y rechonchas. Se venden en bolsas de plástico
cerradas sin marca alguna, con un tomate y unos cuantos pimientos verdes.
Son las pochas. Las más famosas son las de Navarra, y suelen servirse
como acompañamiento de aves de caza. En el pico de la temporada, a
finales de verano, la pequeña localidad de Sangüesa celebra un festival
especialmente dedicado a esta alubia, incluida una tarde de desgrane de las
pochas en la que participa todo el pueblo.
El término pocha puede referirse a cualquier alubia que se recoge antes
de que empiece a secarse, destinada a ser desgranada y consumida
inmediatamente. Sin embargo, en el País Vasco, se refiere casi
indefectiblemente a la alubia blanca, similar al haba perla. Recogidas en
esta época, las alubias tienen un color verde pálido, y no necesitan mucha
cocción en comparación con sus homólogas secas. Al preparar esta receta
hay que vigilar el nivel de líquido, pues las habas deben flotar en una salsa
ligeramente espesa.
PARA 4 PERSONAS
ENSALADA
EN CONCORDANCIA CON LA NATURALEZA MINIMALISTA de la cocina vasca, esta
ensalada verde de guarnición no es más que una lechuga de hoja verde y
cebolleta en rodajas finas, aderezada con un vinagre de sidra de manzana y
aceite de oliva de calidad. Está en cualquier mesa del País Vasco, y gracias
a su versatilidad convencerá a más de uno de prepararla también. Es un
buen acompañamiento para una chuleta a la parrilla con pimientos del
piquillo (ver recetas en capítulo Verduras y carne) y patatas fritas.
PARA 4 PERSONAS
Mezcla aceite de oliva y vinagre en un bol pequeño con una pizca de sal.
Trocea la lechuga e introdúcela en este mismo bol. Corta la cebolleta en
rodajas finas con un cuchillo o mandolina y añádela al bol.
En el momento de servir, echa un poco de sal en la lechuga y la cebolla.
Añade la vinagreta y mezcla bien. Lista para servir.
Onddoak gorringoarekin
PARA 2 PERSONAS
PATATAS A LA RIOJANA
ESTE PLATO CAMPESINO, patatak errioxar erara (patatas a la riojana) surgió
de la necesidad de llenar los estómagos de los mismos jornaleros
responsables de producir sus componentes. No es habitual fuera de la
región de La Rioja, cosa sorprendente, ya que es fácil de elaborar y está
compuesta de ingredientes básicos: patatas, cebolla, vino y chorizo. Las
patatas son el orgullo de la provincia de Álava, y recién cogidas del suelo
son una auténtica revelación.
Como cualquier otra hortaliza, la patata tiene una vida útil, así que cuanto
más frescas, mejor. Sin embargo, es un plato benévolo; la grasa del chorizo,
el almidón de las patatas y el rico caldo se funden en un estofado muy
agradable.
REVUELTO DE PERRECHICOS
LOS VASCOS SON ÁVIDOS RECOLECTORES, y el perrechico (o seta de San Jorge)
es una de las primeras setas silvestres que aparece cada año. (El término
perrechico también sirve para denominar a las setas silvestres en general.)
Esta seta blanca y cremosa tiene un sombrero suave de unos 5-15 cm de
diámetro y sale a principios de la primavera, de hecho, su nombre se deriva
de su aparición coincidiendo con el día de San Jorge, el 23 de abril, y es
especialmente abundante en la provincia de Álava, donde se degusta
durante las fiestas del santo patrono de la provincia, San Prudencio. En
otras zonas, lleva el nombre de ziza, xixa, seta de Orduña, zizazuri o
ziza/xixa de primavera.
La combinación de huevo y seta es un clásico, y el nahaski, un revuelto
más cremoso y caldoso, es una de sus versiones más comunes. A primera
vista parecen unos huevos revueltos muy líquidos. Un movimiento
constante y lento a fuego bajo ayudará a conseguir la cuajada perfecta.
Sírvelo con un trozo grande de pan para aprovechar hasta la última gota. La
receta se puede elaborar con cualquier tipo de seta silvestre.
RECOLECCIÓN DE SETAS
TOMATE FRITO
TODO VASCO tiene su receta de tomate frito; es un fundamento de la cocina
vasca y del resto de España. Esta salsa suave, de color naranja rojizo, no
solo es un elemento clave de muchos platos, sino que además constituye
una comida rápida y sencilla servida con pasta, arroz blanco o sobre un
bonito (ver receta en Pescado y marisco). El tomate frito vasco es único de
la región, más suave que una salsa marinera, solo a base de verduras. Es
buena idea hacer más cantidad, congelarla y tenerla a mano para preparar
platos de última hora.
PARA ½ LITRO
3 anchoas en salazón
3 dientes de ajo, sin pelar
1 guindilla pequeña suave o medio picante, fresca o deshidratada
1 ramillete de tomillo
1 ramita de romero
1 ramita de salvia
1 cc de pimiento de Espelette
1 hoja de laurel
360 ml de vinagre de sidra de manzana o vinagre de chacolí
120 ml de aceite de oliva virgen extra
½ cc de sal
PARA 8 PERSONAS
300 g de harina de maíz (maíz molido fino sin tratar, no harina de maíz)
1 cc de sal
Lleva 300 ml de agua a ebullición
CHISTORRA
A CADA CERDO LE LLEGA SU SAN MARTÍN. Cuando el frío del otoño empieza a
caer sobre el País Vasco este dicho deja de ser un refrán sobre malas obras
que son castigadas y recupera su significado original. El 11 de noviembre,
día de San Martín, es el inicio tradicional de la temporada de txerri-hiltzea
en el País Vasco, cuando se juntan los cerdos para la matanza antes de
descuartizarlos en cortes utilizables y convertirlos en distintas salchichas y
jamones.
Para elaborar la chistorra se trituran sobras magras y grasas del lomo y
otras zonas del cerdo, y se mezclan con ajo, sal y pimentón para formar las
salchichas delgadas de color marrón rojizo, que luego se cuelgan para un
leve curado, entre uno y diez días, antes de conservarlas, actualmente en
frigoríficos, y hace décadas, untadas en manteca.
Para hacer esta salchicha en casa, una picadora de carne y una
embutidora (o los accesorios equivalentes de un robot de cocina) son las
herramientas perfectas. Sin embargo, en caso de apuro, servirá un buen
procesador de alimentos (ver Nota).
PARA 51 CM DE SALCHICHAS
MORCILLA
LA PEQUEÑA LOCALIDAD DE BEASAIN, en lo más profundo de Guipúzcoa, es el
feudo de la morcilla (odolki). La textura de este embutido hecho con sangre
de cerdo es similar a la de la carne triturada superfina, mezclada con
verduras caramelizadas (no es la morcilla rellena de arroz típica de otras
partes de España). Todo el vecindario participa en su fabricación (el
fenómeno vasco del auzolan; ver capítulo Introducción), que ocurre en el
otoño. ¿La recompensa? Una ristra de morcillas para llevarse a casa.
También es fácil de elaborar en casa, aunque quizá solo para los más
atrevidos. No hay que desanimarse con la lista de ingredientes. Sí, este
embutido está hecho con sangre, pero mezclada con cebolla dorada y
especias aromáticas tiene un rico sabor sorprendente. Tendrás que hacerte
amigo del carnicero con antelación, pues es el único que puede conseguir
sangre pasteurizada. Pese a la naturaleza rústica y casi gráfica de este
embutido, es absolutamente deliciosa. Sírvela como aperitivo o para
acompañar platos de alubias, como las alubias de Tolosa (ver receta en
capítulo Verduras y carne).
PASTORES
Aunque los pastores de otras culturas no son más que una reliquia del
pasado, olvidados en la carrera de la posrevolución industrial hacia la
eficiencia, en el País Vasco todavía tienen un papel activo y relevante. Han
tenido un gran impacto en el idioma, la gastronomía y el paisaje de un país
que se define por su idioma, su gastronomía y su paisaje. El aspecto «tan
arreglado» de los montes del País Vasco es trabajo de las ovejas. Los
pastores de Navarra todavía practican la trashumancia, guiando a sus
rebaños por las tierras desérticas de las Bardenas, cantando «Ya ha llegado
San Miguel, pastores a la Bardena, a beber de la balsa y a dormir a la
serena. Ya ha llegado Santa Cruz, pastores a la montaña, a beber agua de
fuente y a dormir a la cabaña». Los pastores hablan una lengua
marcadamente local que varía de pasto en pasto. Visten pantalón azul hecho
de lino rugoso, quizá con una camisa de tela escocesa y una moderna
chaqueta de forro polar, y la boina o txapela es prácticamente obligatoria,
así como la vara.
Algunas de las tradiciones más antiguas asociadas con el pastoreo se han
perdido. La carne de cordero curada era antaño una delicadeza muy
apreciada. El esquilado era un momento importante en el que participaba
todo el pueblo y reinaba un ambiente divertido y agradable en toda la
localidad. Sin embargo, es una profesión que sigue viva y coleando y que
no puede permitirse quedarse anclada en el pasado. La entrada de España en
la Unión Europea en 1986 conllevó problemas para los pastores, cuyo
trabajo quedó al margen de la legalidad bajo las normas de la UE. Formaron
sociedades y organizaron concursos para homenajear la raza local, la latxa,
rechazando disiparse en una uniformidad desconocida. Adoptaron avances
tecnológicos, pero sin sacrificar la tradición: los pastores ahora utilizan
todoterrenos y teléfonos móviles con GPS. En 1977 abrió en la localidad
vizcaína de Arantzazu la escuela de pastoreo Gomiztegi, pionera en la
enseñanza del pastoreo. Ahora se dedica a preservar las razas nativas, al
tratamiento ético de los animales y la gestión responsable de los recursos
naturales.
Arkumea txilindron erara
CORDERO AL CHILINDRÓN
El CORDERO ES UN PLATO POPULAr en primavera en el País Vasco.
Presumiblemente, la salsa chilindrón se llama así por un juego de cartas en
el que los jugadores compiten por una combinación de tres cartas. Este
plato, por extensión, es una combinación de tres ingredientes predilectos:
cordero, pimientos deshidratados y patatas. La inclusión de las hojas de
laurel indica que el plato procede de Navarra y La Rioja, mientras que en
Vizcaya y Guipúzcoa el laurel era considerado una hoja sagrada y no solía
emplearse en la cocina.
PARA 4 PERSONAS
ROMERÍA
Las montañas siempre han sido el principal telón de fondo de los ritos
paganos y religiosos del País Vasco. Las rutas de peregrinación constituyen
una parte importante de las fiestas de muchos pueblos, transmitiendo la
bondad y la alegría de la fiesta por senderos serpenteantes hasta cumbres
aisladas para terminar en una ermita u otro monumento religioso.
Las ermitas suelen ubicarse en algún tipo de sitio sagrado, ya sea un
templo pagano, un asentamiento de ruinas importantes, un manantial de
aguas medicinales o incluso el lugar donde se apareció un espíritu maligno.
Uno de estos sitios es la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, construida en
el siglo IX. Se encuentra en el Golfo de Vizcaya, en un islote, en la cima de
241 escalones zigzagueantes. En julio se organiza una romería desde el
cercano pueblo pesquero de Bermeo, y los habitantes marchan hacia la
famosa ermita, tocan las campanas (místicamente se supone que curan las
migrañas del público), y asisten a la misa antes de quedarse a tomar un
tentempié.
Muchas romerías prometen curar determinadas enfermedades. En la
famosa romería de San Prudencio, el santo patrón de Álava, la tradición
consistía en ofrecer aceite de oliva y ovillos de cordel a cambio de escarbar
un poco de polvo de una de las rocas de la ermita, que supuestamente
curaba la psoriasis. Actualmente, aunque las creencias religiosas de los
vascos actuales se van desvaneciendo, la parte más secular y agradable de
las romerías permanece: un paseo al aire libre que termina con un poco de
comida y baile. Los perrechicos (ver Revuelto de perrechicos en capítulo
Verduras y carne) y los caracoles (ver receta en capítulo Verduras y carne)
son la recompensa para los que en San Prudencio llegan hasta las Campas
de Armentia, mientras que el cordero al chilindrón (ver receta en capítulo
Verduras y carne) o las pochas (ver Pochas a la navarra en capítulo Verduras
y carne) con angulas forman parte de la comida posromería de las fiestas de
Navarra.
Txitxikis
PARA 4 PERSONAS
CARRILLERAS DE TERNERA
ESTA CARNE TIERNA Y RICA es un nuevo clásico de la cocina vasca, pero en su
vida anterior era un corte de carne a menudo descartado. La naturaleza
ligeramente gelatinosa de esta parte resulta ideal para guisarla hasta que
quede supertierna, como las costillas.
Los fines de semana, el txahal masailak se expone delante de la
carnicería del pueblo en cazuelas de metal, nadando en una piscina de salsa
espesa marrón oscuro, listo para calentar y comer en las sociedades
gastronómicas; la cazuela se devuelve la semana siguiente. Una de las
carrilleras más famosas de San Sebastián es la del bar de pinchos Borda
Berri, en la bulliciosa calle Fermín Calbetón. Los pequeños trozos de
ternera se sirven sobre un puré de patata aderezado con queso de cabra y un
poco de salsa de tomate y aceite de perejil. Para recrear este fantástico
pincho solo tienes que cortar la carne al tamaño de un pincho. Se sirva
como se sirva, este plato similar al estofado de costilla se convertirá en un
nuevo clásico.
PARA 4 PERSONAS
Corta cada carrillera en 3 trozos del mismo tamaño. Sazónalas bien con sal
y pimienta negra.
En una olla calienta 1 cucharada de aceite de oliva a fuego alto. Cuando
el aceite esté muy caliente, añade la carne y ásala lentamente sin moverla
unos 2 minutos. Una vez dorada por el primer lado, gírala y baja a fuego
medio-alto. Cuécela unos 2 minutos más, o hasta que esté bien sellada por
cada lado. Retírala del fuego y resérvala en una fuente.
Añade las 2 cucharadas de aceite de oliva restantes a la olla a fuego alto.
Añade la cebolla y el ajo y cuécela, rascando los trocitos quemados del
fondo, durante unos 2 minutos. Añade las zanahorias, el puerro y el tomate
junto con una pizca de sal. Cuécelo unos 10 minutos a fuego medio,
removiendo ocasionalmente.
Dispón las carrilleras de ternera sobre las verduras y eleva el fuego a
medio-alto. Añade el vino y déjalo hervir unos 10 minutos para que se
reduzca.
Añade el caldo y llévalo de nuevo a ebullición. Tapa la olla y baja el
fuego para que la mezcla se cueza muy suavemente. Déjala cocer unas 2
horas, o hasta que al insertar un cuchillo en la carne salga sin esfuerzo.
Retira las carrilleras con cuidado y resérvalas en un plato. Cuela la
mezcla de la olla y descarta las verduras. Vuelve a introducir el líquido
colado en la olla a fuego medio-alto y cuécelo unos 10 minutos para que se
reduzca. Añade la mantequilla, remueve, y cuécela 1 minuto más. Vuelve a
poner las carrilleras en la olla con el jugo reducido. Si lo sirves
inmediatamente, déjalo unos 10 minutos más, hasta que el líquido esté
espeso y glaseado; si se sirve en otro momento, conserva el guiso en el
frigorífico. En el momento de servir vuelve a ponerlo en el fuego y cuécelo
unos 10 minutos hasta que se reduzca.
Sirve las carrilleras solas o sobre un lecho de puré de patata.
EZPELETAKO PIPERRA
PIMIENTO DE ESPELETTE
PARA 4 PERSONAS
CHULETA
LA CHULETA es un plato muy celebrado del menú de cualquier erretegi
(asadores) y sagardotegi (sidrería) del País Vasco. Y solo necesita carne, sal
y fuego, nada más y nada menos. Empezando en la carnicería, hay que
asegurarse de coger ternera madurada, de cultivo ecológico y alimentada
con hierba a ser posible. La chuleta debe cortarse gruesa, de 5 a 7 cm. Antes
de cocinarla, lleva la chuleta a temperatura ambiente; así se relaja la carne y
da mejores resultados. Hay que hacer como los vascos y comerla poco
hecha, tostada por fuera y roja por dentro.
PARA 2 PERSONAS
Nota: Para cocer la chuleta por dentro precalienta el horno a 200 °C.
Asa brevemente la chuleta en una sartén a fuego alto 1-2 minutos por
cada lado, antes de terminar en el horno durante unos 10 minutos.
Yo salo la carne generosamente hacia el final, pero muchos
cocineros la salan muy poco durante la cocción. Casi todo el mundo
termina la chuleta con unas escamas de sal.
Los tiempos de cocción son aproximados; dependerá del grosor de
la pieza. Hay que asarla bien y procurar de no asarla en exceso.
SAGARDOTEGIAK
SIDRERÍAS
DESDE EL INICIO DE LOS TIEMPOS ÁLAVA HA SIDO EL CINTURÓN DEL trigo del
País Vasco, pero su paisaje se transformó para siempre con la
importación de la patata de América. Álava es una provincia más
pobre; su paisaje agrario está jalonado de evocadores pueblos
polvorientos cuyas iglesias sobresalen por encima de las casas de
dos plantas.
Al igual que otras provincias del País Vasco, Álava tiene una tradición de
ingredientes de alta calidad. En esta región los productos de la tierra
parecen menos glamurosos que el efímero pescado brillante de sus vecinas
costeras, pero fueron los productos de Álava los que evitaron la hambruna
de forma rústica y satisfactoria durante siglos: castañas, patatas, alubias,
manzanas, aves, conejos, setas, caracoles, cangrejos de río… esta provincia
interior no tiene nada que envidiar a la costa, aparte de su capacidad de
promocionarse.
La patata, a su llegada de América, se daba principalmente a los
animales. Sin embargo, la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del
País, a través de la selección genética, mejoró su exquisitez y la trajo a la
mesa a principios del siglo XVIII. Las patatas se llamaban popularmente
«filetes del huerto», y se vendían en la calle, asadas, pero pronto llegaron a
la sartén con la tortilla (ver Tortilla de patatas en capítulo Pinchos). Hasta
tiempos recientes los habitantes de Álava solían comer sopa de patata y
puerro para desayunar en vez de leche o copos de avena. Y ahora, este
humilde tubérculo que quitaba el hambre, tiene su propia etiqueta de
calidad, la «Eusko Label Kalitatea Patata de Álava/Arabako Patata».
Existen multitud de variedades: Spunta, Red Pontiac, Jaerla, Fénix, Maika,
Nagore y Baraka, con las variedades Kennebec y Monalisa especialmente
apreciadas para cocinar.
Álava también comprende una joya de la corona del País Vasco: la Rioja
Alavesa. Esta zona de la D.O. Rioja produce magníficos tintos que tienen
un afrutado carácter fresco gracias a su clima ligeramente más frío y
húmedo. Ciudades como Laguardia, Haro y Elciego se definen a sí mismas
publicitando con pinceladas de ardo beltza (vino tinto) y albergan bodegas
vinícolas centenarias al lado de otras diseñadas por arquitectos
mundialmente famosos.
El Arabako Txakolina alavés es menos famoso, pero es otra fuente del
vino vasco chacolí.
La ciudad más grande es Vitoria-Gasteiz –donde tiene su sede el
Gobierno Vasco–, con 240.000 habitantes. El siguiente pueblo más grande
es Laudio, con 19.000 habitantes, pero la mayor parte de Álava es una
provincia tranquila con pequeños pueblos y aldeas de menos de 900
habitantes. Una curiosidad es que los habitantes de algunos pueblos tienen
apodos conocidos en toda la provincia. Muchos de ellos tienen que ver con
la comida: pantostaus para los de Albéniz y Urabain, porque aparentemente
les gustan las tostadas para desayunar; sopicones en Sendadiano,
simplemente porque cuando inauguraron las nuevas campanas de la iglesia
tomaron sopa en el campanario; o hueveros para los habitantes de Atiega,
una de las localidades que pagaba su tributo a las minas de Añana con
huevos.
GAZTA IZOZKIA
Helado de queso
INTXAUR SALTSA
Pastel vasco
MAMIA
Cuajada
SAGAR ERREAK
Manzanas asadas
PANTXINETA
Panchineta
TXANTXIGORRI OPILA
Tortas de chanchigorri
SAGAR DULTZEA
Dulce de manzana
ARROZ PASTELA
Pastel de arroz
GAZTA TARTA
Tarta de queso
ERROSKILAK
Rosquillas
ARRAUTZA ESNEA
Natillas
ARROZ ESNEA
Leche frita
OGI TORRADA
Torrija
GURIN OPILA
Bollos de mantequilla
BIZKOTXOA
Bizcocho de yogur
SAGAR TARTA
Tarta de manzana
GOXUA
Goxua
KREMAZ BETETAKO HODITXOAK
Canutillos
TEILAK
Tejas
SAN BLAS OPILA
Compota navideña
LOS VASCOS NUNCA HAN TENIDO DEBILIDAD POR las empalagosas tradiciones
dulces de Francia o las costumbres empapadas en miel de los árabes. Quizá
debido al aislamiento geográfico, cultural y lingüístico, o la tendencia de
sobrevivir de la fruta de las granjas locales, la tradición repostera vasca era
muy rústica y poco desarrollada. Pocos postres pueden reivindicar las raíces
más profundas del País Vasco. Y los que sobresalen lo hacen por su
simplicidad y sus nombres únicos: intxaur saltsa, sopa dulce de nueces;
mamia, cuajada o requesón de oveja; u opil, una especie de tortas y pasteles
que tiene exactamente tantas variedades como pueblos existen. Con la
influencia de las técnicas de horneado francesas, los vascos empezaron a
cultivar afinidad por el hojaldre, creando una nueva tradición de pasteles
vascos que sustituyó a los viejos clásicos como las castañas asadas y el
morokil, harina de trigo disuelta en agua y mezclada con leche y azúcar.
Existe una dicotomía en la cocina vasca entre «postres de cocina» y
«postres de pastelería». Amasados con manos ajadas o arrugadas, con
tiempo y paciencia como principales ingredientes, los postres de cocina son
humildes y reconfortantes. En contraste, los postres de pastelería valoran la
rapidez y la precisión, y se basan en la ciencia del horneado, que no suele
ser el fuerte del cocinero casero. Hasta principios del siglo XX, los hornos
capaces de controlar la temperatura con la suficiente precisión para producir
pasteles delicados eran propiedad exclusiva de las pastelerías. En casa, los
postres se cocían al fuego, como las natillas clásicas arrautza esnea
(literalmente «leche y huevo») y arroz esnea (arroz con leche). La
abundancia de grasas de fritura, desde la manteca al aceite de oliva,
significa que postres fritos como esne torrada (leche frita) y erroskilak
(torrijas) son también postres populares en casa.
Los postres de «pastelería» son una bastardización de las técnicas
francesas y manipulaciones sencillas con hojaldre, todo aromatizado con
canela, limón y quizá un poco de anís o clavo. El resultado es una colección
de dulces que se parecen todos. Esto no impide a los vascos mostrar un
orgullo inmenso por su tradición pastelera, reivindicando la existencia de
pasteles famosos en casi cada pueblo: los pasteles guardia civiles de
Areatza; los ignacios, pasteles de huevo y almendra de Azpeitia; las galletas
mantecadas de Orduña; piperopil, arrigoxo, artopil… la lista es infinita,
pero en general no son más que versiones de los mismos ingredientes.
También ayudan a conformar la identidad repostera vasca, rica en leches y
cremas aromatizadas con canela y cítricos. El anís también ocupa un lugar
estelar, espolvoreado en varias masas y glaseados. Las almendras y la
harina de almendra ocupan su lugar en el estante de repostería junto con la
harina de trigo.
En el País Vasco, los postres suelen ser el único producto que se compra
precocinado para llevar a una cena, ya sea cotidiana o una celebración. Son
intermediarios de las costumbres sociales en vez de productos ofrecidos con
gran orgullo casero, común en otras culturas: opilak, panes para compartir y
pasteles son artículos de regalo; epetxekoak, bombones rellenos inventados
en Vitoria-Gasteiz durante la Guerra Civil, como un método para pasar licor
a los prisioneros, y la tarta de hojaldre de almendra pantxineta, típico de los
días festivos, pero casi nunca elaborada en casa.
El postre vasco más famoso es sin duda el gâteau basque (pastel vasco,
en francés), conocido y elaborado en el mundo entero, aunque a menudo
incorrectamente. He incluido una receta realmente deliciosa de esta
magnífica tarta, tan familiar entre los vascos franceses que se denomina
«pastel casero» (etxeko biskotxa). Los vascofranceses también poseen uno
de los chocolates más famosos de Europa, el chocolate de Bayona. Sin
embargo, al preguntar a cualquier residente, seguro que preferirá un buen
queso, sagar dultzea (dulce de manzana) y nueces frescas que cualquier
pastel rico.
Gazta izozkia
HELADO DE QUESO
TODAS LAS CAPITALES VASCAS celebran las fiestas de Aste Nagusia («Semana
Grande»), por ningún motivo aparte de que es verano. Se celebra justo a
mediados de agosto, el mes más caluroso del año, y sus principales
actividades son los fuegos artificiales, teatro callejero, conciertos y…el
helado. En San Sebastián el orden es el siguiente: cena, fuegos artificiales y
un cono de helado mientras se pasea por el paseo marítimo; y así durante
siete días seguidos.
Con una cultura costera amante de los lácteos, el helado no fue difícil de
vender con la llegada de los congeladores. Los vascos tienen una
preferencia destacada por los sabores cremosos en el helado: helado de
yogur, helado de mamia (cuajada), helado de yogur con bayas; helado de
tarta de queso y, simplemente, helado de queso. Este helado se elabora con
el queso local, Idiazabal. Se puede usar un Idiazabal común curado, o un
Idiazabal ahumado naranja, el que esté disponible. Se necesita una heladera
para elaborar esta receta, pero merece la pena la máquina y la espera.
Servido con una ogi torrada (torrija; ver receta en capítulo Dulces)
constituye un contrapunto no demasiado dulce. Y es una auténtica
revelación.
PARA 4 PERSONAS
PARA 4 PERSONAS
PASTEL VASCO
QUÉ OPORTUNO que uno de los productos de repostería más famosos del País
Vasco proceda del País Vasco francés. Este enclave francés arrastra mala
fama entre algunos vascos por permitir que su cultura se viera ampliamente
influenciada por los franceses. Aunque esto fue perjudicial en determinados
aspectos, también fue de gran ayuda para la tradición repostera, por lo
demás muy sencilla. El pastel vasco, aunque es exquisito e impresionante
como producto final, también es sencillo: la costra dorada del pastel es una
masa quebrada enriquecida con harina común y harina de almendras. Por
dentro esconde un relleno de crema pastelera, como en esta receta, o una
capa de cerezas en conserva (ver Variaciones).
Actualmente también existen versiones con chocolate.
El etxeko biskotxa («pastel casero»), como se llama en euskera, tiene sus
orígenes en los panes dominicales que se elaboraban en el siglo XVII en los
caseríos. Marianne Hirigoyen, una pastelera de Cambo-les-Bains, Francia,
es considerada por algunos la autora de la interpretación moderna de
mediados del siglo XIX. Pasó la receta a sus hijas y el pastel originalmente
denominado «pastel de Cambo», pasó a llamarse «pastel vasco». Con un
poco de marketing elegante del País Vasco francés tienen su propio festival
en Cambo-les-Bains y un museo dedicado en la cercana localidad de Sare.
PARA 8 PERSONAS
PARA LA MASA
310 g de harina común
125 g de harina de almendras
200 g de azúcar
200 g de mantequilla sin sal
2 yemas de huevo
1 huevo grande
1 cc de levadura en polvo
Ralladura de un limón
½ cc de sal
Variaciones
Para elaborar el pastel vasco con la mermelada de cereza añade 325 g sobre
la primera capa de masa en vez de la crema pastelera.
También puedes elaborarlo en pequeños moldes individuales. Forra el
interior de los moldes con la masa, rellénalos con la crema pastelera, y
cúbrelos con una segunda capa de masa del mismo modo que el pastel
normal. Reduce el tiempo de cocción a 30-40 minutos.
Mamia
CUAJADA
EL POSTRE VASCO POR EXCELENCIA es toda una lección de simplicidad. La
mamia, también conocida como gaztanberra, gatztu, putxa, kaillatu y
gatzatun, no es más que leche de oveja, calentada y cuajada con un poco de
cuajo. Suele servirse con miel y nueces, ingredientes presentes en los
montes del País Vasco.
Tradicionalmente se elaboraba en un kaiku, el antiguo receptáculo usado
para recoger la leche. Se depositaba una piedra, llamada esne harria
(«piedra de leche»), sobre el fuego vivo, para que se calentara y luego se
vertía en el kaiku lleno de leche con un poco de estómago de la propia
oveja. La piedra calentaba la mezcla y le daba el característico sabor a
quemado de la mamia. La mamia es un sabor adquirido, pero es un
magnífico ejemplo de postre local, que se remonta a miles de años.
MANZANAS ASADAS
LOS MANZANOS CRECEN EN EL PAÍS VASCO desde hace miles de años; en la
Edad Media, las descripciones de viajes cuentan que se podía ir de Bayona
a Bilbao bajo las ramas de los manzanos. La sagar-lurra («tierra de
manzana»), equivalente a 5,58 metros (el espacio entre manzanos), era una
unidad de medida usada con frecuencia. Destruir cinco o más manzanos
llenos de frutos significaba la pena de muerte en aquella época. Tiene
sentido, ya que las manzanas ocupaban un lugar destacado en la mesa de
postre.
Hoy día, hay decenas de variedades de manzana en todo el País Vasco,
con nombres tan evocadores como Mendiola, Urbete, Aretxabaleta,
Larrabetzu, Gezamina, Mokoa, Txalaka y Pelestrina. La preferida es la
Errezil, una variedad de Reineta local (reineta de «Regil»). Dulce, dorada y
con un aspecto ligeramente achaparrado, esta manzana dura meses y meses
almacenada. Las manzanas de la familia Russet son el sustituto más
cercano, pero también se puede usar la Golden Delicious.
Lo mejor es preparar este saludable postre en el auge de la temporada,
cuando las manzanas están llenas de sabor.
PARA 4 PERSONAS
PARA 8 PERSONAS
TORTAS DE CHANCHIGORRI
(CHICHARRONES)
ESTA TORTA DE NAVARRA toma el nombre de su ingrediente destacado, el
chicharrón. Una delicia local famosa en la ciudad de Olite, el chanchigorri,
se hacía tradicionalmente entre el día de San Martín y el de San Antonio,
que es la temporada de la matanza del cerdo. Cuando se derretía la grasa del
cerdo, la grasa limpia de color blanco puro se reservaba para el almacenaje
y la cocina. Los vecinos llevaban la mezcla de ternilla y grasa sobrante a los
panaderos locales, como la familia Vidaurre, para que hicieran buen uso de
ella. Esta mezcla, parte grasa, parte sólida, se incorporaba a una masa
panosa, con un generoso toque de canela.
El resultado es algo que puede conquistar tanto a los amantes del dulce
como del salado. La torta de chanchigorri de Vidaurre se hizo famosa
cuando los viajeros empezaron a llevarla a la bendición de la opila en
Pamplona durante San Blas (ver receta en capítulo Dulces). Su versión
también presenta como base un pan ácimo «hostia», que la hacía más
llevadera. En esta receta, las tortas se pueden extender y cortar en porciones
individuales, u hornearla entera en una bandeja, una forma más rústica de
servirla, ideal para una reunión otoñal al aire libre.
65 g de chicharrones
250 g de harina común, y un poco más para amasar
1 sobre (7 g) de levadura seca activa
5 cs (75 g) de manteca, a temperatura ambiente, y un poco más para
engrasar el bol
75 g de azúcar, más 2 cs para espolvorear
1 ½ cc de canela
½ cc de sal
120 ml de agua caliente (a temperatura corporal es adecuado, pero no
más de 65 °C)
DULCE DE MANZANA
LA SANTÍSIMA TRINIDAD DEL POSTRE DESPUÉS DE LA CENA es una sustanciosa
pasta sólida y dulce hecha con manzanas asadas y azúcar, fácil de cortar en
rodajas y fotogénica, acompañada de queso y nueces. Muchos vascos hacen
su propio dulce de manzana (sagar dultzea, también conocida como sagar-
gozokia), siendo esta la respuesta vasca al membrillo del resto del estado
español. Se trata de un postre clásico de las sidrerías, pero en la mesa será
un fantástico acompañamiento de cualquier tabla de quesos. Procura incluir
queso Idiazabal en la tabla, ya que combina a la perfección con este dulce.
Asimismo, el dulce de manzana es delicioso fileteado y servido al estilo
pincho sobre una rebanada de pan con un poco de queso y nueces. Si
utilizas nueces sin cáscara que no son de la mejor calidad, mejor tuéstalas
para realzar su sabor. Esta pasta dura meses en el frigorífico e
indefinidamente en el congelador, así que es mejor hacer una buena
cantidad.
PARA 6 PERSONAS
PASTEL DE ARROZ
LOS CHASCARRILLOS SOBRE LOS BILBOTARRAK, los residentes de Bilbao, son
infinitos, pero casi siempre insinúan que los residentes de esta ciudad
piensan que el mundo gira a su alrededor.
En el fondo, se trata de un sentido de orgullo y pertenencia a una ciudad
que, hasta hace poco, no tenía mucho encanto superficial y solo era
apreciada por los que habían nacido dentro de sus límites. Es este
patriotismo el que impulsa a los residentes de Bilbao a reivindicar que el
arroz pastela (pastel de arroz) es una invención de los pasteleros de la
ciudad; sin embargo, se parecen mucho a los famosos pastéis de nata de
Portugal, o incluso al chess pie del sur de Estados Unidos.
Una simple mezcla de crema con un toque de canela y limón vertida en
unas minibases de hojaldre no parece gran cosa cuando se introduce en el
horno. Durante la cocción, la crema se infla como un muffin, pero no hay
que temer: al enfriarse las tartas se desinflan y tienen un aspecto perfecto.
El resultado es una transición gradual de un pastel crujiente a una crema de
queso tipo flan con una capa ligeramente dorada encima.
El pastel no tiene arroz por ningún lado. Algunas teorías sitúan su origen
en Filipinas, donde se usaba harina de arroz en vez de trigo. Sin embargo,
los libros de recetas de mediados de siglo parecen sugerir más bien que el
arroz pastela se hacía con un relleno de arroz con leche (ver receta en
capítulo Dulces). Esta receta también se puede elaborar en un formato más
grande, con un molde desmontable con o sin masa de hojaldre. Hay que
comerlo el día de su elaboración, pues el hojaldre tiende a ablandarse con la
crema durante la noche.
QUESO
OSSAU-IRATY
Supuestamente los primeros quesos que se elaboraron en Francia, los
quesos Ossau e Iraty se elaboran con leche de la oveja local manech. Estos
quesos tienen un gusto almendrado y generalmente son un poco más suaves
que el Idiazabal y el Roncal.
IDIAZABAL
Este queso se elabora con leche cruda de solo dos razas de oveja, latxa y de
Karrantza. Puede madurar entre dos y diez meses, y suele aparecer en
formato ahumado, que es un vestigio de los tiempos en que el queso
maduraba cerca de la chimenea familiar y ahumaba ligeramente la corteza.
RONCAL
Este queso está elaborado con leche de oveja latxa y rasa, que legalmente
puede obtenerse de cualquier parte de Navarra. Sin embargo, el queso debe
elaborarse en una de las siete localidades del valle de Roncal para poder
llevar el nombre de Roncal.
Gazta tarta
TARTA DE QUESO
LAS PAREDES DE LA VIÑA, un bar en el extremo de la calle 31 de Agosto de
San Sebastián, están cubiertas de pilas y pilas de tartas de queso, todavía en
sus moldes desmontables. Van desapareciendo gradualmente a lo largo del
día: un flujo constante de la tarta de queso más famosa de toda Europa. Es
un producto de repostería antiguo, y esta adaptación vasca conquista los
corazones y los estómagos de los extranjeros de cualquier parte, incluso de
los turistas de Manhattan, expertos en el arte de comer tarta de queso.
Con una forma entre una tarta de queso de Nueva York y un flan, la tarta
de queso de La Viña establece un patrón oro en el País Vasco. Parte del
deleite de este postre es su abundancia. Alto, cremoso, y realmente
pecaminoso, la combinación de cinco ingredientes simples es etérea. Esta
tarta no necesita costra, las partes de la tarta en contacto con el molde se
doran más rápidamente, formando una costra natural que crea una
transición gradual hacia la más cremosa de las cremas de queso. Algunos lo
toman con una copa de Jerez.
PARA 12 PERSONAS
ROSQUILLAS
PUEDE PARECER EXTRAÑO que un único dulce pueda sugerir el calor del fuego
de una chimenea y la niebla fría que se cierne sobre un pueblo rodeado de
montañas. El aroma de las rosquillas (erroskilak) lo consigue. Una masa
mezclada con anisado, un licor de anís que se cuece hasta adquirir un color
marrón dorado y suelta el aroma dulce de la masa frita con un toque de anís.
El gran momento de la rosquilla (erroskila) es en las ferias de pueblo,
donde se vende en bolsas o recién fritas, con un montón de azúcar blanco y
servidas calientes.
Para formar las rosquillas, enrolla la masa entre las manos o en la
encimera en forma de serpiente y dóblala hasta unir las puntas. También
puedes hacer un nudo en el punto donde se encuentran los dos extremos de
la masa. Las rosquillas producidas en serie o de pastelería se parecen más a
un donut, pero las rosquillas caseras tienen un encanto propio, con sus
extremos desiguales y una forma circular imperfecta.
NATILLAS
EN EUSKERA, arrautza esnea se traduce literalmente como «huevo y leche»,
una forma rústica de referirse a unas natillas elegantemente espesadas y
perfumadas con vainilla, limón y canela.
Si se calienta lenta y constantemente el huevo de las natillas se cuece,
espesando la salsa uniformemente hasta que adquiere una textura firme. Se
trata de un postre fácil, pero hay que prestar atención porque se cortará si
sobrepasa los 82 °C.
Sírvelo con una galleta María encima, espolvoreada con un toque de
canela.
PARA 4 PERSONAS
PARA 6 PERSONAS
LECHE FRITA
ESNE TORRADA significa literalmente «leche frita», un concepto caprichoso
que desmiente un postre realmente atractivo. Podría definirse como una
croqueta dulce, con una crema pastelera sedosa y espesa en lugar de la
bechamel, ligeramente cubierta de harina y frita hasta que queda dorada y
crujiente.
Presente en pastelerías y restaurantes de todo el País Vasco, en el fondo,
la leche frita es un postre casero. Su origen es desconocido, tan antiguo
como la cocina casera.
Lo reivindican varias regiones de España, pero cada una le añade su
toque personal. En el País Vasco, en vez de rebozarla, la crema pastelera se
envuelve en la masa tradicional: harina, huevo y aceite caliente.
Es un postre ideal para preparar por anticipado. No hace falta freír las
piezas inmediatamente después de prepararlas, ni tampoco comerlas
después de freír, casi siempre se fríen y se comen a temperatura ambiente
más tarde el mismo día. La textura cambia: recién frita es bastante crujiente
y muy cremosa; unas horas después, la parte exterior se ablanda y el interior
se transforma en una masa de crema más sólida.
PARA 6 PERSONAS
TORRIJA
EL PAN CASERO fue, durante muchos siglos, una necesidad en los caseríos
aislados del País Vasco. Se elaboraba con mijo, y más tarde, tras el
descubrimiento de América, con maíz. Ambos productos comparten el
mismo nombre en euskera: arto.
Una interpretación del pain perdu francés (muy parecido a la torrija)
resultaba una forma excelente de aprovechar el pan que estaba demasiado
duro para comer.
En otras partes de España mojan el pan con vino, pero en el País Vasco la
torrija (ogi torrada) suele elaborarse con un exquisito bollo mantecoso,
mojado en un baño de aromáticos lácteos ricos en grasa.
Esta receta es una versión moderna con una mezcla sin huevo y un buen
corte en forma de bloque de pan para una presentación más bonita. Los
bloques de pan se cuecen en un cazo caliente, se asan ligeramente por los
cuatro lados, y a veces se terminan con otra capa de azúcar caramelizada
con un soplete (ver Nota). El resultado es un exterior crujiente que esconde
la textura cremosa y caliente de la torrija.
½ barra de pan de torrija o pan blanco (unos 200 g), de unos días antes
240 ml de nata espesa
240 ml de leche entera
175 g de azúcar
1 rama de canela
6 cs (85 g) de mantequilla sin sal
En un cazo mediano mezcla la nata, la leche y 100 g de azúcar, junto con la
rama de canela, y calienta la mezcla a fuego medio-alto, removiendo para
disolver el azúcar, hasta que empiece a humear. Retírala del fuego. Déjala
enfriar a temperatura ambiente. Cuela la mezcla de leche, descartando los
sólidos.
Corta el pan en barritas rectangulares, de unos 5 cm de alto y 5 cm de
ancho. La longitud vendrá determinada por la barra, aunque deberían ser de
unos 10 cm de largo. Coloca los trozos de pan en una bandeja de horno con
bordes. Vierte la mezcla de leche uniformemente y déjala en remojo unos
10 minutos.
En una sartén grande para saltear derrite 2 cucharadas de la mantequilla y
2 cucharadas de azúcar a fuego medio-alto. Mientras se derrite la mezcla
retira 2 trozos de pan de la mezcla de leche. Deposítalos en papel
absorbente para que absorba el exceso de líquido.
Cuando la mantequilla y el azúcar estén totalmente derretidos añade los 2
trozos de pan a la sartén. Fríelos 1 minuto antes de darles la vuelta.
Cuécelos 1 minuto más por ese lado, y luego vuelve a darles la vuelta. El
azúcar y la mantequilla deberían empezar a caramelizarse. Voltéalos de
nuevo y, tras 1 minuto más, dales la vuelta por el otro lado y déjalos unos
treinta segundos más. Finalmente, mueve la sartén para distribuir la mezcla
de azúcar y mantequilla caramelizada y voltea los trozos de pan una vez
más, con el lado más presentable hacia abajo. Cuécelos 1 minuto. Retira el
pan con cuidado con una espátula y deposítalo en una fuente para servir con
el lado más presentable hacia arriba. Repítelo con el resto del pan en tandas
de 2 rebanadas, con 2 cucharadas de mantequilla y 2 de azúcar cada vez.
Sírvelo caliente o a temperatura ambiente.
Nota: Terminar con un soplete: derrite solo la mantequilla en la
sartén, sin azúcar. Cuece los trozos de pan como se indica en la receta,
luego retíralos de la sartén, espolvorea los lados del pan con azúcar y
pasa la llama del soplete arriba y abajo hasta que el azúcar se derrita y
luego se caramelice, como una crema catalana. El azúcar caramelizado
se enfría formando una capa crujiente.
Terminar en el grill del horno: precalienta el grill. Tras freír los
trozos de pan en la sartén con la mantequilla y el azúcar espolvorea por
encima un poco más de azúcar y colócalos bajo el grill caliente, lo más
cerca del calor posible. Deja que el azúcar se derrita y se caramelice
(hay que vigilar, ya que apenas tarda 1 minuto) y luego retíralo.
Gurin opila
BOLLOS DE MANTEQUILLA
EL GURIN OPILA, un bollo relleno que agrada a todo el mundo, es el preferido
de Bilbao. A primera vista parece un simple bollo con una veta de azúcar
por encima. Sin embargo, el gurin opila es más que un simple bollo.
Después de hornearlos, los bollos se abren con un cuchillo de sierra y se
untan con un relleno cremoso, que varía tanto en la cantidad añadida (desde
un untado fino a 1,5 cm de grosor) como en la forma de elaborarlo. En su
versión más básica el relleno es mantequilla batida bien aireada con un
jarabe de azúcar espeso, pero es más común el relleno presentado aquí, que
incluye yemas de huevo, al estilo de la crema de mantequilla francesa. Es
un desayuno o merienda copioso, y la receta es bastante infalible.
PARA 12 PERSONAS
BIZCOCHO DE YOGUR
EL BIZCOCHO ES UN PASTEL SIMPLE, húmedo gracias a la inclusión del aceite de
oliva y tierno gracias al yogur, aunque su encanto reside en la preparación,
pues el primer ingrediente en el bol es el yogur, y luego el mismo recipiente
del yogur sirve para medir el resto de ingredientes, del azúcar a la harina.
No es el bizcocho más llamativo, pero tiene un sabor claramente vasco.
Un bocado es suficiente para trasladar a la mayoría de los vascos a la mesa
del desayuno, con un vaso de Cola Cao caliente, o a una merienda en el café
de la esquina con una taza humeante. En el entorno rural el bizcocho suele
hacerse con crema espesa sin pasteurizar en lugar de yogur y/o aceite de
oliva. Este bizcocho ha evolucionado claramente al tenor de los gustos a lo
largo de los años, y la versión actual es ligeramente dulce y muy apetecible.
Es bastante húmedo, así que si fuera necesario se puede elaborar el día
antes y comerlo al día siguiente.
TARTA DE MANZANA
UN CLÁSICO DEL REPERTORIO VASCO, la tarta de manzana es uno de los dulces
que sin falta se pueden encontrar en cualquier pastelería desde Vizcaya
hasta el País Vasco francés. Es una interpretación de los tres componentes
favoritos para el postre: hojaldre, crema pastelera y manzanas. Aunque
algunos pasteleros añaden compota de manzana o incluso frangipane (o
franchipán) bajo las capas de manzana laminada, la mayoría emplean la
crema pastelera para adherir la manzana a la masa.
Este postre es versátil, suficientemente sencillo para darse un gusto entre
semana, pero suficientemente hermoso para servirlo en las fiestas. La forma
puede variar según la ocasión: grande y redondo, para cortar y compartir;
rectangular, cortado en pequeños segmentos para servir; o en círculos
individuales, con una espiral de manzana en el centro. Aquí el hojaldre se
ha dividido en tres rectángulos, que facilita la colocación de las manzanas y
se puede compartir en una mesa llena de comensales.
PARA 12 PERSONAS
PARA 6 PERSONAS
PARA LA TARTA
4 huevos grandes, separados
400 ml de nata espesa
325 g de azúcar granulado
125 g de harina común
60 g de azúcar glas
2 cs de ron o brandy
Mantequilla sin sal, para engrasar
1 cs de leche entera (opcional)
FIESTAS
CANUTILLOS
LAS REACCIONES INSTANTÁNEAS de la masa que toca el aceite caliente son
múltiples: se evapora líquido, se crean burbujas de aire y los azúcares y las
proteínas se fusionan para formar un color dorado. Los cocineros del País
Vasco han perfeccionado este postre sin profundizar en la ciencia. Esta
masa simple se enriquece con aceite de oliva (o manteca), se le da forma de
cono o tubo, se fríe envuelto en un molde y luego se rellena de crema
pastelera. Como su primo italiano, el cannoli, el kremaz betetako hoditxoa
(literalmente «canuto relleno de crema») fue introducido por los árabes y
luego adaptado a los gustos locales. En una variación muy popular, también
se elabora con hojaldre, en cuyo caso lleva el sufijo «de Bilbao».
Necesitarás unos 10-12 moldes pasteleros metálicos cónicos para formar
las cortezas de los canutillos. Es una tarea fácil si cuentas con ayudantes. En
compañía de amigos o familiares en la cocina será más fácil formar los
canutos (hoditxoak) como si se tratara de una cadena de montaje.
DANZA VASCA
TEJAS
CUENTA LA LEYENDA QUE LA TEJA (TEILA), una galleta de almendra en forma de
teja, fue creada por Luis María Eceiza. Procedente de una familia de
panaderos que fundaron la panadería homónima Eceiza en 1924, Luis creó
la teja cuando su amigo Julián le pidió un postre simple para servir en su
asador. Si bien la teja recuerda la tuile francesa, su aspecto, como todo lo
vasco, es más rústico. Las recetas tradicionales se privan de lujos como la
mantequilla derretida y la harina de repostería y utilizan el huevo entero en
vez de solo la clara.
Al elaborar estas galletas en casa, un rodillo servirá a la perfección para
dar la forma curva a la galleta, aunque una botella de vino también funciona
bien. Trabajar rápidamente es importante, ya que cuando se enfría la teilak
no se puede curvar. También puedes sustituir la harina de almendras y parte
de la harina común por almendras picadas para elaborar una galleta más
rústica.
60 g de almendras laminadas
165 g de harina de almendra
60 g de harina común
3 huevos grandes
175 g de azúcar
Ralladura de un limón
¼ de cc de sal
Mantequilla sin sal, para engrasar
Precalienta el horno a 180 °C. Cubre 2 bandejas de horno con papel
encerado o tapetes de silicona, o engrásalas muy bien con mantequilla.
En un bol grande mezcla el azúcar, la harina de almendra, la harina y la
sal. Añade los huevos y mézclalo todo con una cuchara de madera hasta que
esté bien integrado. Añade la ralladura de limón y mezcla bien.
Forma pequeños montoncitos de masa, del tamaño de una cucharadita de
café, en las bandejas de horno preparadas, dejando un espacio de 5-7 cm
entre ellas. Con el revés de una cuchara aplasta la masa para formar círculos
finos, mojando la cuchara con agua después de cada montoncito.
Espolvoréalas con las almendras laminadas.
Hornéalas, girándolas a media cocción, hasta que el color dorado de los
extremos se oscurezca y empiece a avanzar hacia el centro, unos 11-13
minutos. Retira la bandeja del horno y, trabajando rápidamente con una
espátula de metal, presiona suavemente cada galleta sobre un molde
redondo o un rodillo para lograr la forma de teja.
Cuando las galletas se hayan endurecido completamente (menos de 1
minuto), puedes sacarlas del molde/rodillo e introducirlas en una bolsa de
plástico con cierre hermético o en cualquier otro recipiente en el que no
entre el aire.
San blas opila
COMPOTA NAVIDEÑA
LA RESPUESTA VASCA A LA SALSA DE ARÁNDANOS, la compota (konpota) es
sinónimo de época de fiestas y es un ingrediente absolutamente indiscutible
de cualquier mesa de Navidad. Una mezcla de frutas colma en abundancia
un cuenco de cristal tallado, listo para acompañar los platos de postre,
rociando su espeso jarabe rojo rubí.
Para saber por qué los frutos que la componen (higos secos, melocotones,
ciruelas y uvas) resultan tan navideños, probablemente hay que remontarse
a los tiempos en que el invierno solo ofrecía como frutas frescas para
elaborar esta compota la manzana y la pera de invierno. En Nochebuena,
época que apelaba a la abundancia, se resucitaban los frutos de verano
almacenados para formar un jarabe hervido con vino tinto, agua y azúcar. El
toque de canela y el anís estrellado son vitales para la compota, y también
algunos añaden piel de limón o bayas de enebro.
El único truco de esta compota es controlar la reducción de los líquidos
para que forme un jarabe espeso con la textura tierna perfecta tanto de los
frutos secos como de los frescos, que se consigue con la incorporación
escalonada de cada fruta. Es un plato muy flexible y adquiere un delicioso
sabor con cualquier fruto deshidratado que se añada.
PARA 8 PERSONAS
LAS TRES PROVINCIAS DEL LADO FRANCÉS DEL PAÍS VASCO (Baja Navarra,
Labort y Sola) forman Iparralde (más conocido como País Vasco
francés). Normalmente suelen agruparse, en parte por su reducida
población, en parte porque el mantenimiento de las tradiciones
culturales del País Vasco francés ha tomado un camino distinto al
de las provincias del sur. Las cocinas de las tres provincias se
parecen mucho más entre ellas y difieren bastante del País Vasco.
MARIANITOA
Marianito
PATXARANA
Pacharán
KARAJILLOA
Carajillo
KALIMOTXOA
Calimocho
GIN-TONIC-A
Gin tonic
ZURRAKAPOTEA
Zurracapote
NO HAY NADA MÁS NATURAL PARA UN VASCO que decir goazen zeozer
hartzera, literalmente, «vamos a tomar algo». Una propuesta que se hace a
amigos, familiares y compañeros de trabajo simplemente para reunirse y
charlar, siempre acompañado de una bebida. La tendencia natural de
socializar fuera de casa en el País Vasco (en vez de invitar a casa) se presta
a los encuentros fortuitos y… a más bebidas. Sin embargo, lo que parece
natural y orgánico es en realidad una infraestructura social muy codificada
y profundamente arraigada, con sus propias reglas y normas (deliciosas).
Cada una de las capitales vascas defiende tener el mayor número de bares
por habitante o por kilómetro cuadrado del mundo. Aunque no existe
prueba firme de ello, un paseo por sus calles demuestra su plausibilidad, e
indudablemente crea una animada cultura de la bebida. Las bebidas que
figuran en este capítulo están destinadas a las celebraciones y a la
socialización con amigos.
El ritual de la bebida alcanza la máxima expresión cuando los vascos
salen a comer. Este momento suele ir precedido de una bebida alcohólica
para «abrir» el apetito, a menudo una cerveza o un marianito, un pequeño
vermut frío. El vino, la sidra y el chacolí (txakolin, ver Chacolí en capítulo
Pescado y marisco) son las bebidas predominantes durante la comida. Un
café exprés servido solo (hutsa) o cortado (ebakia) viene tras el postre, y
suele ir seguido de un digestivo. El digestivo también se puede dividir en
dos fases: un chupito de licor de hierbas, normalmente con notas de anís
(como el pacharán –patxaran–) y luego una copa de alcohol con refresco,
como un gin tonic.
En las jaiak, las celebraciones de distintos santos patrones y tradiciones
que se festejan a lo largo del año en todas las localidades del País Vasco, la
rutina de la bebida cambia para acomodarse a la fiesta. No es nada inusual
ver a los residentes y visitantes pasarse el día entero en la calle,
socializando, bailando, cantando y bebiendo. Naturalmente, las bebidas
elegidas suelen ser un poco menos alcohólicas y más fáciles de beber, como
el calimocho (kalimotxo, vino tinto con cola) en el País Vasco, y la sangría
(zurrakapote) en la Rioja Alavesa.
Marianitoa
MARIANITO
EL VERMUT ROJO DULCE tiene una historia de 150 años en España, y muchos
más allende las fronteras del país. Uno de los principales focos de
producción de vermut artesanal en España ha sido desde siempre Cataluña,
pero en los últimos años ha tenido un resurgimiento de popularidad en toda
la península. Fer el vermut, «hacer el vermut» en catalán, es una frase
común que ha evolucionado hasta significar tomar cualquier bebida antes
de comer, ya sea cerveza, vermut o una copa de vino. Pero es sobre todo el
domingo cuando se puede ver a jóvenes y viejos por igual con su bebida
marrón rojiza en la mano, con una aceituna y una rodaja de naranja
flotando.
En su versión más básica, el marianito se sirve con hielo y una aceituna.
Esta versión es común en muchos bares del País Vasco, donde suele haber
dos botellas de cristal transparente en la barra, una con el líquido rojo
brillante y otra con otro transparente. Los camareros sirven generosamente
estos dos ingredientes secretos, que no son más que Campari (el licor
italiano) y ginebra, para componer su marianito de la casa. Es el aperitivo
perfecto, tradicionalmente acompañado con aceitunas, patatas chips y
pinchos sencillos como la ensaladilla rusa (ver receta en capítulo Pinchos).
Si prefieres una presentación moderna, agita los ingredientes en vez de
mezclarlos, y viértelos en vasos de cóctel.
PARA 4 PERSONAS
PACHARÁN
CADA CULTURA TIENE SU PROPIO LICOR CASERO, y los vascos no son una
excepción. Tanto en los estantes de madera de las casas rurales como en la
bodega del restaurante Arzak, no faltan estas botellas de cristal llenas de
líquido rojo rubí, a veces con pequeñas esferas de 1 cm paseándose por el
fondo. Es el pacharán (patxaran) un digestivo dulce anisado.
La fruta del endrino (Prunus spinosa) es la endrina. La endrina es como
una baya, pero en realidad es una fruta de hueso, más parecida a una ciruela
que a un arándano (de hecho, en euskera, aran significa «ciruela», y pattar
significa «licor»).
La primera mención escrita del pacharán data de 1441, cuando un grupo
de monjas de Segovia observaron que la reina de Navarra Blanca I tomaba
una cucharada de un líquido rojo para aliviar sus dolores estomacales. Esto
sugiere que la elaboración del pacharán, que se hacía en casa y para uso
familiar, data incluso de antes de esta mención.
El pacharán no es más que granos de anís, licor y endrinas maceradas.
Algunos añaden granos de café o ramas de canela a su pacharán durante la
maceración, aunque los puristas y el organismo regulador de su producción
lo consideran una abominación. En la región de Navarra se vende una base
de licor anisado especial para elaborar pacharán. Tiene un mayor grado de
alcohol y un toque más suave de anís. En esta receta utilizo una mezcla de
alcoholes para diluir la fuerza de los licores de anís disponibles y lograr el
mismo resultado.
PARA 1 LITRO
840 ml de vodka
80 ml de anís dulce (con aprox. un 35% vol. de alcohol)
150-225 g de endrinas (ver Recursos al final del ebook)
165 g de azúcar
CARAJILLO
EL CARAJILLO no es en absoluto una invención vasca; esta bebida de café con
licor tiene sus orígenes en la conquista española de Cuba. Sin embargo,
ocupa un lugar importante en cualquier comida de fin de semana en un
restaurante vasco o txoko (sociedad gastronómica; ver en capítulo Pescado
y marisco). Esos días en que impera un ritmo más relajado, el café entre el
postre y el digestivo suele enriquecerse con alcohol. Aunque el carajillo a
veces se reduce a un café con un chorrito de alcohol, esta receta le presta
más atención, flambeando el alcohol y añadiendo una capa fría y sedosa de
nata por encima.
PARA 4 PERSONAS
PARA 4 PERSONAS
VERSIFICADOR
GIN TONIC
ELABORAR UN BUEN GIN TONIc es una forma de arte en el País Vasco, con
bares enteramente dedicados a esta bebida. Sus estantes están abarrotados
con los 240 tipos de ginebra disponibles en España, el tercer mercado
mundial del licor.
Pero hay algunas diferencias en la versión vasca en lo que a
proporciones, ingredientes y método se refiere. La proporción de ginebra y
tónica baja drásticamente de 1:1 a 1:4. Lógicamente, entonces, la tónica
adopta un papel protagonista en el cóctel, que ha generado un uso extendido
de tónicas de calidad, realizadas con azúcar y quinina de verdad.
Un gin tonic vasco se sirve en una copa especial, que tiene la misma
forma que una copa de vino de Borgoña. También suele servirse en un vaso
de sidra, un vaso ancho y de altura media. Lo más importante es que el vaso
sea suficientemente grande para acomodar confortablemente los
ingredientes con mucho hielo, un componente clave. En la medida de lo
posible, usa cubitos grandes congelados industrialmente, ya que se
deshacen más lentamente y no saben a congelador. Son estos pequeños
detalles los que hacen que esta bebida sea tan especial.
PARA 1 PERSONA
50 ml de ginebra
1 botella de tónica de calidad, fría
1 limón verde o lima (ver Nota)
Bayas de enebro (opcional)
Llena con cubitos de hielo grandes dos tercios de un vaso. Con una cuchara
de mango largo mueve el hielo en círculos vigorosamente unos 10 segundos
para enfriar el vaso. Con un mezclador de cóctel cuela el agua que se haya
derretido y añade más hielo.
Vierte la ginebra sobre el hielo para enfriarla antes de añadir la tónica.
Echa la tónica sobre el hielo muy lentamente. Inserta una cuchara de mango
largo en el fondo del vaso y remueve suavemente un poco más.
Sostén el limón verde sobre el vaso y con el agujero grande de un pelador
de cítricos ralla una tira de ralladura y déjala caer en el vaso. Repite dos
veces más para que los aceites esenciales del cítrico se absorban en la
bebida, tú decides si las dos últimas ralladuras también caen en la bebida.
Añade unas bayas de enebro al gusto, y sirve.
Nota: Es mejor utilizar limón verde por sus aceites únicos altamente
aromáticos. Es simplemente un limón que se ha recolectado antes de
madurar.
Zurrakapotea
PARA 1 LITRO
En realidad, este libro empezó a tomar forma hace diez años, y cada
persona que me he encontrado en el camino ha contribuido a ampliar mis
conocimientos sobre el pueblo vasco y, por extensión, sus mesas.
Gracias especiales al Equipo A: a Simon Bajada por las increíbles fotos y
la interminable fuente de magnífica actitud; a Susana Suárez, por la
búsqueda de atrezo y estilismo (y amistad, que también va para Gorka,
Sasha y Ane), y a Sonia Tapia por el estilismo de la comida, su maravillosa
sonrisa y las horas en la cocina. Y, por supuesto, a la editorial Artisan por
creer en este proyecto, y muy especialmente a mi editora, Judy Pray, por su
paciencia y sus ánimos en mi primera vez pasando por este proceso. Este
libro es gracias a ti.
Gracias a la familia Mimo, especialmente a Jon, Nicole y Charles, por su
comprensión y apoyo en lo que resultó ser la temporada más difícil. Gracias
a mis anteriores jefes y mentores (Frank y Pardis Stitt, John Rolen y Tasia
Malakasis), por su ayuda en cada paso del camino. Gracias a Katharine
Cobb y a Kim Sunée, por sus consejos en las etapas iniciales. Gracias a
Guille Viglione y a Ana Alcover, por su ayuda en arrancar el proyecto, así
como su incomparable hospitalidad.
Unas gracias inmensas a Juan Manuel Garmendia y a la Cofradía Vasca
de Gastronomía, por sus conocimientos, amabilidad y espacio físico. Más
gracias especiales a Mikel Erquiaga por los tan agradables viajes por el País
Vasco francés. Y a Paddy Woodworth por comprobar mis hechos e
inspirarme desde el principio.
Gracias a todos los que me ayudaron en mis investigaciones, me abrieron
puertas, me pusieron mesas y respondieron a mis mensajes a cualquier hora
(sin un orden concreto): Ander González de Astelena, Edorta Lamo, Pablo
Loureiro, Nicolás de Tubal, Pilar y Juan Mari Idoate, Roberto Ruiz, Alberto
Luque, Javier de la Maza, Javier Barrolo, Maypi Gómez, todos los de
Ganbara (José Ignacio, Amaia, Amaiur y por supuesto Itxaso), el equipo de
Elkano (Aitor Arregi, Pablo Vicari, Asier y Faustino por nombrar algunos),
Aitor Zugasti, consultor gastronómico, por sus conocimientos culinarios,
Félix (cuñado de Susana), Javi (hermano de Susana), Txema Huici del
mejor bar Gros, Margari y el equipo de talo de Ataun, Harrobialde Finca,
Urtzi, Imanol y Felipe Ugarte, Luis Irizar y Ramón Roteta, Kentuene
Jatetxea, Saltoki, Keramik, Hönnun, Loaf Bakeries (por los magníficos
panes mostrados en este libro y el año que pasé en sus hornos), Maisor,
Reyno Gourmet e Itziar Inza Elía, Leslie y Manuel Recio, Jorge Deheza,
Josema Azpeitia, Iñigo Galatas, Álvaro Mina, Adrián de Zoco patxaran, la
ciudad de Zamudio, su alcalde, Igotz López e Igor Llodio, Mireya, Ander y
Miren de Rezabal, Kevin (y los Bens), Inés Susaeta, Jaime Burgaña de
Aroa, Sylvain de Zaporejai, Telmo y el equipo de remo de Orio, Jose Mari y
el equipo de Vidaurre, Pedro y Tere de Martín Txiki, la familia Muñagorri y
su carnicería, Hugh McCorcoran, Arturo y todos los de Maitenia, Aitor de
Patxikuenea, Pampi y Leire Iturralde de Astoklok, Aran Goyoaga, Juan
Mari y Elena Arzak, José Andrés, Xabier y Enrike Juanena de Venta Halty,
a Xabi Gutiérrez, por la revisión técnica del libro, Pierre y Catherine Oteiza
(y sus cerdos y su abnegado trabajo), Bixente y Frédérique de Le Musée du
Gâteau Basque (Museo del Pastel Vasco), Aitor Alonso de El Correo,
Sancho y el equipo y familia de Remelluri, Andoni de Irala, Marina
Amantegui y los vecinos nacidos en el caserío de Etxebarri, y a su
propietario actual, Bittor, que me ha alimentado los últimos ocho años y se
tomó un tiempo muy valioso para escribirme un prólogo.
Y, por último, a mis queridos amigos y familia que estuvieron a mi lado y
me ayudaron a seguir con todo esto. Mom, Dad, Katharine, Bryan… Sabéis
que tenéis mi apoyo siempre y para cualquier cosa. Vosotros también,
Danny y Grandma. A Xabier de la Maza, a quien tuve la gran suerte de
conocer en mi primer año en San Sebastián y que me conectó con todo el
mundo y respondió a todas mis dudas sobre el euskera a cualquier hora. A
Maite Roso, que fue mi fiel amiga y policía de la lengua vasca y compinche
en toda clase de crímenes de cócteles, así como a la International Society
for the Preservation and Enjoyment of Vermut. A Majo, por sus
conocimientos y su ayuda. A Stefani, Bekah, Louise, Emily, Jen, Katie, mi
línea de emergencia sanitaria y amigas para toda la vida. Katerina, Naike,
Leire, Iñigo, Ane, Eider, Sofia, Nacho, Mikel Lasa, Michael Broadbent,
Hannah, mi consecuente Cait, os quiero mucho a todos.
Clyde y Rosa, ¿dónde estaría sin vuestra ayuda? Sois tantos más…
Gracias por vuestro apoyo para lo bueno y para lo malo. Y por último, pero
no por eso menos importante, mi rey Chesko, te quiero, gracias por tu
apoyo y amor.
Finalmente, el mayor de mis agradecimientos a mi hija, por entender con
solo nueve años lo importante que era el proyecto, y no quejarse (casi)
nunca por las cenas de bacalao o los fines de semana pasados en casa.
Buckley, eres realmente la vasca más sorprendente de todos.
RECURSOS
TIENDAS ONLINE
Delicias de España
tiendadelicias.com
Minorista de productos españoles con más de veinte años en el negocio.
Despaña
shop.despanabrandfoods.com
Escaparate español con una amplia selección de productos.
La Tienda
tienda.com
Monopoliza el mercado de productos españoles desde antes de la era de
internet, y aparte de productos españoles tiene una modesta pero bien
seleccionada selección de productos vascos.
Mimo
shop.mimofood.com
Pequeña empresa radicada en San Sebastián con una fabulosa selección de
productos y vinos, además de un servicio de atención al cliente estelar.
Spanish Table
spanishtable.com
Práctica tienda que vende de todo, desde quemadores para paella a palillos
de pinchos.
Anchoas
Existen varios proveedores de anchoas de calidad. Hay que asegurarse
siempre que son del mar Cantábrico (debe figurar en la etiqueta). Mis
favoritas son las de Maisor (maisor.com).
Pimientos choriceros
Los pimientos choriceros deshidratados y la pulpa de choricero son
relativamente fáciles de encontrar. La marca local del País Vasco es Zubia.
Chorizo
El chorizo emplea principalmente pimentón y se deja secar y curar hasta
que está listo para cortar y comer. Es fácil saber el tiempo de curación de un
chorizo: cuanto más duro está al apretarlo, más tiempo de curación ha
pasado.
Sidra
La sidra vasca es cada año más y más fácil de encontrar por el mundo, tanto
en tiendas minoristas como en restaurantes. Cualquier sidrería que exporte
tendrá un buen nivel de calidad. El negocio familiar Zapiain (zapiain.eus)
tiene un negocio de exportación bien desarrollado y produce una sidra
fiable de calidad en pleno centro de Astigarraga.
Guindillas
Estos pimientos verdes delgados, de pocos centímetros de largo, en realidad
se producen y se conservan en vinagre en toda la península. Sin embargo,
los más exquisitos son los de Ibarra, así que conviene mirar bien las
etiquetas.
Idiazabal
Qué maravillosos son los organismos reguladores gubernamentales. Ningún
queso Idiazabal que haya obtenido la Denominación de Origen puede salir
mal. En el País Vasco se puede encontrar tanto la variedad ahumada como
la natural.
Aceite de oliva
Gran parte del aceite de oliva que se usa en el País Vasco está, por defecto,
elaborado con aceitunas arbequinas. Las designaciones «virgen» y «virgen
extra» afectan al sabor del plato terminado, unas veces más que otras. El
único factor importante es usar una botella nueva, no una que se haya
pasado un tiempo en un estante soleado y se haya estropeado.
Pimiento de Espelette
Este rico y picante pimiento rojo tiene una distribución muy extendida. Solo
hay que asegurarse de comprar uno que lleve la designación francesa AOC,
que significa que es auténtico pimiento de Espelette. Maison Arosteguy
(arosteguy.com) es un productor clásico de este producto, radicado en
Biarritz.
Cuajo
Gracias a la creciente cultura de elaborar queso en casa, el cuajo líquido
(natural o químico/vegano) está ampliamente disponible online y en tiendas
de alimentos naturales.
Sal
Muchos vascos usan sal Maldon como sal en escamas; sin embargo, existe
una sal local del Valle Salado de Añana, en Álava, que también es bastante
popular: sal de Añana.
Endrinas
En general, las endrinas que se venden son de proveedores del Reino
Unido. Se pueden encontrar endrinas deshidratadas en Internet.
Alubias de Tolosa
Estas alubias locales son bastante difíciles de encontrar. La mejor apuesta es
La Tienda (en la página anterior), que vende las alubias de Tolosa, aunque
se cultivan en otra provincia.
Publicado originalmente en inglés bajo el título Basque Country: A Culinary Journey Through
a Food Lover’s Paradise en Estados Unidos.
© de las fotografías: Simon Bajada, 2018; excepto Papá Noel vasco: © Rafael Eneterreaga
Irigoyen
Publicado con el acuerdo de Artisan Books, una división de Workman Publishing Co., Inc.,
Nueva York.