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PROFETIZADO EN SALUD EMOCIONAL

Módulo 11: El Profeta y la Salud Emocional


Clase 1: Profetizado en Salud Emocional
Diplomado de Diseños Proféticos
Worshippers Revolution

“Pero el que profetiza habla a los hombres para


edificación, exhortación y consolación.
1 Corintios 14:3

INTRODUCCIÓN

Un profeta es un portavoz de Dios. El profeta amonesta, advierte, dirige, alienta, intercede,


enseña y aconseja. Llevan la palabra de Dios al pueblo y llaman al pueblo a responder.

El ministerio profético debe ejercerse de manera saludable y nuestras emociones deben estar
debidamente alineadas con el Padre para que su voz fluya a través de nosotros.

Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para
destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. Jeremías 1:10

¡Los profetas derrumban aquello que Dios no construyó! ¡Los profetas arrancan lo que Dios no
sembró! Dios utiliza a los profetas para enviar a los santos al ministerio.

Los profetas están llamados a ver a las personas activadas y liberadas en el destino que Dios
les dio. Están llamados a ver los planes y propósitos de Dios se cumplan en las vidas de las
personas. Los planes y propósitos de Dios son su pasión.

Aprender a manejar nuestras emociones como un catalizador para la profecía nos permitirá ser
más certeros en la interpretación de la expresión de la voz de Dios.

I. ¿QUÉ ES LA SALUD EMOCIONAL?

El término “salud emocional” ganó popularidad a mediados de la década de 1990. El mundo


comenzó a reconocer rápidamente esto: el entender, identificar y manejar nuestras emociones
era un verdadero indicador de salud.

El concepto de salud emocional entró en el contexto cristiano a través del trabajo pionero de
Peter Scazzero (un plantador de iglesias y pastor en la ciudad de Nueva York) en su libro,
Espiritualidad emocionalmente sana.

¿Qué significa “salud emocional”? La salud emocional es:

● la capacidad de identificar y manejar tus emociones, así como de reconocer e identificar


las emociones de los demás;
● nuestra capacidad para afrontar los eventos de la vida y la manera como reconocemos
nuestras propias emociones, así como las de los demás;
● para los creyentes, es entender la obra de Jesucristo en la cruz y aplicarla a nuestras
emociones y necesidades emocionales.

Nadie nace siendo emocionalmente maduro. Pero afortunadamente, nuestra madurez


emocional no es estática. Todos podemos crecer en nuestra capacidad de comprender el
poderoso papel de las emociones.

Nuestra salud emocional está directamente relacionada con la maldad en nuestra alma y
nuestro corazón, producto del pecado y de nuestra naturaleza pecaminosa.

Sin embargo, Dios desea llevar plenitud y madurez a cada área de nuestra vida, incluyendo
nuestras emociones.

SEIS PREGUNTAS PARA DETERMINAR TU SALUD EMOCIONAL

Estas seis preguntas pueden ayudarte a entender cómo se manifiesta tu salud emocional.

1. ¿Eres capaz de identificar tus emociones y expresarlas de manera útil o tienes la


reputación por tener reacciones explosivas y emocionalmente destructivas?

2. ¿Dices “sí” cuando deberías decir “no” de manera regular?

3. ¿Tienes un historial de relaciones quebrantadas?

4. ¿Rara vez compartes tus debilidades y fallas con los demás o sientes la necesidad de
proyectar algo no genuino sobre ti?

5. ¿La desaprobación te destruye?

6. ¿Constantemente te excedes en tus actividades en casa, el trabajo o la iglesia y luego


sientes resentimiento hacia otras personas?

Las respuestas a estas preguntas son reveladoras. Cuando la desaprobación de los demás nos
destroza o aplasta, es un indicador de nuestra dependencia en la opinión de la gente.

Un ciclo constante de arrebatos incontrolables daña las relaciones y perjudica las interacciones
con quienes nos rodean.

Asumir demasiadas responsabilidades para impresionar a los demás o por miedo a perder su
favor es un gran indicador de nuestra salud emocional, no solo un problema de administración
del tiempo.

¿CÓMO SE MANIFIESTA LA SALUD EMOCIONAL?

La salud emocional nos permite:

● nombrar y reconocer sentimientos;


● desarrollar empatía (identificarnos con los demás y tener compasión de ellos);
● iniciar y mantener relaciones significativas;
● romper con patrones destructivos de pensamiento;
● expresar emociones con claridad;
● aprender cómo el pasado impacta en el presente;
● pedir de manera clara, directa y respetuosa lo que necesitamos, queremos o preferimos;
● evaluar adecuadamente nuestras fortalezas, límites y debilidades, y compartirlos
libremente con otras personas;
● desarrollar la capacidad de resolver conflictos con madurez.

Podemos tomar esta lista, abrir nuestra Biblia y ver cómo Jesús mostró su salud emocional en
muchas instancias.

Jesús personificó al ser humano, sus experiencias y emociones, sin pecar. Él fue expresivo
emocionalmente, y encontramos pasajes en donde muestra su gozo, tristeza, ira e incluso
desánimo y desaliento.

Él construyó relaciones sanas e íntimas. Fue emocionalmente honesto y vulnerable.


Aunque sirvió a la gente de manera incansable y generosa, no complació a todos a su
alrededor. Su identidad estaba segura. A menudo se alejaba de las personas para aislarse y
recargarse.

Ser alguien emocionalmente sano no significa estar feliz todo el tiempo. Significa estar
consciente de tus emociones.

Las personas emocionalmente sanas:

● siguen sintiendo estrés, ira y tristeza, pero saben cómo manejar los sentimientos
negativos;
● pueden compartir sus fracasos y debilidades en lugar de sentirse obligadas a proyectar
una vida sin defectos;
● no se ofenden fácilmente;
● pueden recibir críticas sin sentirse heridas y, de hecho, se entienden como una ayuda
para impulsar su crecimiento.

Cuando somos redimidos, el Espíritu comienza a aplicar los efectos liberadores de la muerte y
resurrección de Jesús para traer transformación espiritual, esto incluye el poder de transformar
nuestra salud emocional.

Nuestra madurez espiritual es el cimiento de nuestra madurez emocional. Si medimos la


madurez espiritual como la acumulación de conocimiento bíblico factual y teología, y no
notamos el fruto necesario de la transformación espiritual personal, nos perdemos del poder
dinámico único del evangelio para restaurar al creyente de manera integral.
I. UN PROFETA EMOCIONALMENTE SANO: UN ACTIVO INDISPENSABLE PARA EL
REINO

El Profeta y la Salud Emocional: Es un Vínculo Inquebrantable: Uno de los aspectos más


subestimados de la salud emocional de un profeta es su capacidad para sanar heridas del
pasado, lidiar con experiencias vividas complejas y traumas.

Muchos pueden llevar consigo una mochila invisible llena de experiencias no resueltas que
influyen en sus decisiones y comportamientos presentes.

El proceso de sanación personal no solo beneficia al profeta, sino que también impacta en la
forma en que profetiza. Un profeta que ha abordado sus propias heridas es más consciente de
las emociones y necesidades de aquellos a quienes le ha de profetizar.

CONCLUSIÓN:

La vida de un profeta siempre va requerir una dependencia total del Padre y una vida íntegra
de búsqueda e intimidad. No podemos desligar la vida de intimidad porque sin ella no podemos
gobernar en nuestro lugar de asignación y ministrar desde un lugar de sanidad. Operar desde
el don o la experiencia profética invalida la manifestación del corazón del Padre para la tierra.
Recordemos que el profeta está llamado a ser un portavoz de Dios y por lo tanto debe
profetizar a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

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