SOY UN SER

EMOCIONAL

Por Carolina Henao Diaz

Psicóloga Clínica y de Familia, Sexóloga Clínica

“… y que tengas salud, así como

prospera tu alma” (3 Juan 1:2).

La salud emocional es el estado de bienestar psicológico

que proporciona el disfrute de la vida cotidiana, la
capacidad de hacer frente a las tensiones, aflicciones y
adversidades de la vida; de sensibilizarnos, movernos de la
zona de confort en la búsqueda de un crecimiento
continuo en todos los ámbitos, de vivir con motivación y de
manera fructífera para nosotros mismos y para otros.

Revista Perfiles - Vol. 15 2022


CUIDANDO MI SALUD EMOCIONAL
“… y que tengas salud, así como
prospera tu alma” (3 Juan 1:2).
Tener salud es una bendición de
Dios, y un deseo que tenemos para
nosotros mismos y para los que nos
rodean. La salud es el completo
estado de bienestar espiritual, físico,
mental, emocional y social, que
puede lograr una persona en
condición de enfermedad o sin ella.
La Palabra de Dios nos muestra que
Dios se interesa en nuestro ser y su
pleno bienestar, “Y el mismo Dios de
paz os santifique por completo; y
todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible
para la venida de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23).
El Apóstol Juan refiere la
importancia de tener salud, a la par
de crecer espiritualmente y de
procurar una buena salud física,
mental, para gozar así de bienestar
pleno, y pide a Dios por ello. Cuidar
la salud es nuestra responsabilidad, y
es una forma de expresar a Dios la
gratitud por la vida que nos da.
Debemos velar por el bienestar de
nuestro espíritu, alma y cuerpo.
“Querido hermano, pido a Dios que,
así como te va bien espiritualmente,
te vaya bien en todo y tengas buena
salud” (3 Juan 1:2 DHHD).
La salud emocional es el estado de
bienestar psicológico que
proporciona el disfrute de la vida
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EMOCIONAL
cotidiana, la capacidad de hacer
frente a las tensiones, aflicciones y
adversidades de la vida; de
sensibilizarnos, movernos de la zona
de confort en la búsqueda de un
crecimiento continuo en todos los
ámbitos, de vivir con motivación y de
manera fructífera para nosotros
mismos y para otros. La salud
emocional se evidencia en la
capacidad de sentirse bien consigo
mismo, de establecer relaciones
satisfactorias con los otros y el
entorno, de manejar las emociones
de manera adecuada y productiva,
de disfrutar la oportunidad como
seres humanos de ser, hacer y tener.
Las emociones son reacciones
fisiológicas y psicológicas que se
procesan en el órgano de nuestra
mente que es el cerebro; el cerebro
como cualquier otro órgano
también puede enfermar. Existen
condiciones del funcionamiento de
nuestro cerebro y sistema nervioso,
así como enfermedades agudas y
crónicas que comprometen la salud
emocional al igual que condiciones
psicológicas como, eventos
traumáticos, pérdidas, muerte de un
ser querido, decepciones, violencia,
tragedias, accidentes, cambios o
eventos inesperados, entre otros.
La depresión, el estrés y la ansiedad,
son las principales disfunciones
emocionales que puede sufrir una
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persona y pueden afectar la salud, la
vida cotidiana, el desempeño, las
relaciones interpersonales, en
general, el bienestar de la persona, al
igual que el inadecuado manejo de
cualquier emoción o sentimiento;
por ello es recomendable buscar la
ayuda de un profesional de la salud
mental; en estos casos, el psiquiatra
como médico, aborda el orden
biológico y orgánico, entre tanto que
el psicólogo clínico, es quien aborda
el aspecto psicológico, emocional y
social.
La ansiedad, tristeza y estrés, como
todas las emociones, son respuestas
naturales de nuestra mente y
cuerpo, que facilitan la supervivencia
y la adaptación. Aunque en algunos
momentos se experimenten como
algo desagradable, cumplen la
función de disponer nuestro cuerpo
y mente, para responder y enfrentar
las situaciones de tensión y
demandas del medio, solucionar
problemas, evitar el peligro, entre
otras. Por ejemplo, el estrés y
ansiedad saludable, cumplen la
función de ayudar al organismo a
pasar del estado de tensión al
estado de equilibrio.
La Palabra de Dios menciona a
mujeres como Noemí y Rut, quienes
experimentaron situaciones
pérdida y mucho dolor emocional.
Rut 1:13, 20,21; Rut 2:12,20; Rut 4:14-22.
Noemí reconoce su amargura,
acepta y valida su dolor ante la
pérdida, lo expresa y decide confiar
en Dios,
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tomando la decisión de regresar a su
pueblo con su nuera y esto les
permitió un nuevo comienzo;
superaron el dolor de la pérdida,
pues creyeron en la bondad y el
abrigo de Dios, en quien buscaron
refugio y fueron consoladas,
restauradas y bendecidas.
Ana reconoce el dolor del
menosprecio y la frustración de no
poder concebir, ante la afrenta
expresa a Dios su dolor y decide
confiar en Él, y no estuvo más triste.
Es hermoso ver cómo Dios nos ha
dado las emociones como un
recurso, no solo para disfrutar la vida
sino también para enfrentar las
adversidades y superar las crisis de la
vida. 1 Samuel 1:15-18.
El estrés y ansiedad intensos y que
dura mucho tiempo sin resolverse,
puede causar problemas de salud
física, mental, emocional y afectar de
manera desmedida el cuerpo y la
mente, hasta convertirse en un
estrés o una ansiedad no saludable o
llevar a una condición patológica.
La tristeza es una respuesta natural
ante la aflicción y el sufrimiento.
Estar triste o preocupado es natural
en cualquier persona, aun como
creyentes. 2 Corintios 4:8-10; 11:29-30.
de
El mismo Señor Jesús, experimentó
la aflicción y el sufrimiento en su
carne y lo expresa en oración, “Y
estando en agonía, oraba más
intensamente; y era su sudor como
grandes gotas de sangre que caían
hasta la tierra” (Lucas 22:44).
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“Y les dijo: Mi alma está muy triste,
hasta la muerte; quedaos aquí y
velad” (Marcos 14:34).
Compartir nuestras emociones y
sentimientos con otras personas,
contribuye a la salud emocional, al
manejo de las emociones y al
fortalecimiento y crecimiento
espiritual. Dios nos consuela para ser
consuelo a otros. Por esta razón, la
Palabra de Dios nos motiva a
compartir nuestras cargas, Romanos
12; Gálatas 6:1-10; 2 Corintios 1:3-5;
Hebreos 3:13; pues en esos
momentos de aflicción, el ánimo,
exhortación y apoyo de otros
creyentes, nos muestran el amor de
Dios, que conforta y fortalece. La
consejería espiritual que brinda el
pastor o el consejero cristiano, es un
recurso que Dios provee para ser
consolados, guiados e instruidos a
través de su palabra. 2 Timoteo
3:16-17.
Sin embargo, una tristeza que se
intensifica por mucho tiempo, que
produce un estado de ánimo bajo y
deteriora significativamente el
bienestar de la persona en su vida
cotidiana y relaciones
interpersonales, es lo que se conoce
como depresión, que no es lo mismo
que estar triste.
La depresión es un trastorno del
estado ánimo donde predominan
los sentimientos de tristeza, pérdida,
ira o frustración por un considerable
tiempo hasta afectar la cotidianidad
y el desenvolvimiento de la persona.
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La depresión es un exceso de
pasado, el estrés un exceso de
presente y la ansiedad un exceso de
futuro. Es bueno recordar que todo
tiene su tiempo como dice la
Palabra y que cada día tiene su
propio afán. Eclesiastés 3:1; Lucas
12:25-34.
Existen diferentes trastornos del
estado de ánimo y afectaciones de la
salud emocional que podemos
llegar a padecer o estar padeciendo
sin saberlo, de ahí la importancia de
buscar ayuda profesional y espiritual.
La intervención profesional y la
consejería espiritual, pueden
ayudarnos a resolver condiciones
que comprometen la salud
emocional y el bienestar pleno, y a
su vez prevenir que se desarrolle o
agrave una enfermedad mental.
En los problemas de salud
emocional, influye una combinación
de factores que incluyen,
alteraciones orgánicas
(enfermedades del cuerpo), la
personalidad, la vida espiritual, el
entorno familiar, social y condiciones
de vida difíciles, como la pobreza,
abuso infantil, maltrato, violencia
intrafamiliar, violencia social,
tragedias y desastres naturales; por
esta razón, requiere un abordaje
tanto espiritual como profesional.
Es importante distinguir la
diferencia entre enfermedad mental
y salud mental. La enfermedad
mental, es una condición temporal
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o crónica que afecta la forma en que
pensamos, sentimos y actuamos;
comprometen directa o ama;
indirectamente el funcionamiento
del órgano de nuestra mente, el
cerebro y el sistema nervioso. La
enfermedad mental, requiere
tratamiento médico psiquiátrico y
psicológico clínico.
La salud mental, en cambio, es el
buen estado general de nuestro
bienestar, emocional, psicológico,
espiritual y social. La salud mental
puede ser deficiente sin necesidad
de tener una enfermedad mental,
puede afectarse por otra
enfermedad orgánica, un evento
crítico, un inadecuado manejo del
estrés, ansiedad o de las emociones,
dificultad en las relaciones
interpersonales, cambios abruptos
de la vida cotidiana, entre otros.
Asimismo, se puede padecer de una
enfermedad mental y tener periodos
de buena salud mental. Por ejemplo,
una persona puede padecer de
depresión o ansiedad que son
enfermedades mentales, pero no
significa que cada vez que estén
tristes o preocupados estén
enfermos.
Solemos restar importancia a la
salud mental y emocional, pero es el
momento de valorar la vida que Dios
nos da, cuidar y velar por mantener
una salud integral. Debemos
amarnos como Dios nos ama y
amarnos implica dedicarnos con
esmero a nosotros mismos, así
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podremos amar al prójimo como a
nosotros mismos, y como Dios nos
pues cada persona es
responsable de su cuidado y
bienestar, mientras podemos
hacerlo por nuestra propia fuerza.
Mateo 22:36-40.
Sigamos el ejemplo de Cristo, “Nadie
aborrece su propio cuerpo; antes
bien, lo alimenta y lo cuida con
esmero. Cristo hace lo mismo con
ese cuerpo suyo del que formamos
parte: la iglesia” (Efesios 5:29 NBD).
Consejos para cuidar tu salud
emocional
Para mantener una adecuada salud
mental y emocional, es importante
mantener un estilo de vida
saludable en todo, espíritu, alma y
cuerpo. Estos son algunos consejos
que te ayudarán a cuidar tu salud
emocional. Hazte el propósito de
practicarlos:
Fortalece tu relación con Dios:
-Una vida de oración. Jeremías 33:3;
Mateo 6:6.
-Escudriñar y guardar la Palabra de
Dios. Santiago 1:22.
-Aprender y vivir el Amor de Dios.
Juan 13:34; 1 Corintios 13.
-Aprender a perdonar. Santiago 5:16;
Colosenses 3:13.
-Viviendo en el Espíritu. Romanos
8:9.
-Vivir en comunión. 1 Juan 1:7.
Ocúpate en tu salvación. Filipenses
2:12-13.
-Sirviendo a Dios. Hebreos 12:28.
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-Ten cuidado de ti misma. 1 Timoteo -Aprende estrategias de

4:16. afrontamiento para manejar el
-Cuida de tu paz con Dios para estrés y las emociones negativas.
permanecer en santidad. Hebreos
12:14. Fortalece tu relación con otros
-Alimenta tu mente con
pensamientos que generen -Fortalece tus relaciones, dedícales
bienestar. Filipenses 4:8. tiempo de calidad.
-Practica el buen sentido del humor, -No dudes en buscar el apoyo en los
opta por la alegría o risa a menudo. momentos difíciles, de amigos de
Proverbios 17:22. confianza, miembros de tu familia,
de la iglesia, tu pastor, un consejero
Fortalece tu relación contigo misma o ayuda profesional si lo requieres.
-Date la oportunidad de ampliar tu
-Reconoce, valida, expresa y red de amigos y conocer personas
gestiona adecuadamente tus significativas.
emociones, evita quedarte
estancada en la ansiedad, la Recuerda… “No hay emociones
depresión u otros estados de ánimo buenas ni malas, cada emoción
negativos. tiene una función, un mensaje, una
-Presta atención a tus propias lección”.
necesidades y sentimientos. No
dejes que las emociones negativas y
el estrés se acumulen.
-Mantén una alimentación sana y
equilibrada.
-Realiza actividad física, ejercicio,
evita una vida sedentaria.
-Practica la salud preventiva,
chequeos médicos periódicos y
atiende tu salud.
-Cuida el equilibrio entre el trabajo,
recreación y descanso.
-Organiza tu tiempo, usa una
agenda y programa tu día a día.
-Distingue lo que es tu
responsabilidad y la de otros. No
asumas lo que no es tu
responsabilidad.
-Se flexible para aprender cosas
nuevas y adaptarte rápidamente a
los cambios.

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