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HORA SANTA POR LA 61 JORNADA MUNDIAL DE

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

MONICIÓN INICIAL
Monitor(a): “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz”
Queridos hermanos y hermanas: nuestra vocación no se define sólo por nuestras
acciones sino sobre todo por el sentido que le damos a nuestra existencia, nuestro
amor al prójimo y a Dios. Dentro de la Iglesia Católica la vocación religiosa no es exclusiva de
aquellas mujeres y aquellos hombres que eligieron la vida consagrada. Al contrario, cada etapa
y estado de la vida ya sea el matrimonio o el sacerdocio, entraña seguir el llamado a servir a
Jesucristo, tal y como lo expresado el Papa Francisco en el mensaje de la 61 Jornada mundial
de Oración por las Vocaciones: «Pienso en las madres y en los padres que orientan su
existencia, con amor y gratuidad, hacia el cuidado de las relaciones, abriéndose al don de la
vida y poniéndose al servicio de los hijos y de su crecimiento. Pienso en los que llevan adelante
su trabajo con entrega y espíritu de colaboración en todos los hombres y las mujeres de buena
voluntad que se desgastan por el bien común». Y nos recuerda, además, que la vocación
religiosa es no sólo un destino sino una elección que da sentido a nuestra vida: «nuestro
caminar en esta tierra nunca se resuelve en un cansarse sin sentido o en un vagar sin rumbo;
por el contrario, cada día, respondiendo a nuestra llamada, intentamos dar los pasos posibles
hacia un mundo nuevo, donde se viva en paz, con justicia y amor». Les invito a ponerse de
rodillas para recibir al santísimo sacramento de la eucaristía.

CANTO EUCARÍSTICO EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Celebrante: ORACIÓN POR LAS VOCACINES (De pie)


Señor Jesús, que pasaste por el mundo haciendo el bien y curando, y
enviaste a tus discípulos a anunciar el Reino de Dios, con palabras de paz
en los labios, ofreciendo sanación y vida.
Te pedimos que tu llamada al sacerdocio, a la vida consagrada y a la vida
cristiana, siga encontrando acogida en nuestro mundo, para que haya
servidores y servidoras, que en tu nombre visiten a los enfermos, anuncien
a los pobres la Buena Noticia, y todas las personas que sufren puedan
experimentar la ternura y la misericordia de Dios nuestro Padre, por medio
de los sacramentos y de la presencia de los ministros ordenados que tú has elegido para que en
tu nombre se anuncie el evangelio del Reino de Dios. Amén

Lector(a): Lectura del segundo libro de las Crónicas (7,12-16) (Sentados/as)


El Señor se le apareció una noche a Salomón y le dijo: «He escuchado tu oración, y he
escogido este templo para que en él se me ofrezcan sacrificios. Cuando yo cierre los cielos
para que no llueva, o le ordene a la langosta que devore la tierra, o envíe pestes sobre mi
pueblo, si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala
conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.
Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.
Desde ahora y para siempre escojo y consagro este templo para habitar en él. Mis ojos y mi
corazón siempre estarán allí» Palabra de Dios. Te alabamos, Señor

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Monitor(a): SALMO: “Ser testigos de nuestra llamada” (Sentados/as)
Respondemos diciendo: “Queremos seguirte, Señor”
• Señor, tu elección llega por caminos insospechados. A través de muchas personas con su
testimonio, con su vida, con sus necesidades y nos llamas, sobre, todo, por medio de los
excluidos.
• Tu voz es clara, cercana y firme; busca y espera nuestra respuesta, una respuesta generosa,
confiada y libre, sin trabas, sin miedos, sin condiciones. Señor, queremos que los jóvenes
conozcan los valores cristianos que culminen en el seguimiento de Jesús.
• Anhelamos trabajar con hombres y mujeres que vivan los valores desde la fe, la fraternidad
y el servicio. Pedimos al Señor que haya familias que participen en la creación de un
ambiente propicio para educar en los valores cristianos donde sea posible el planteamiento
vocacional.
• Queremos apostar por una comunidad donde se transparenten la esperanza y la confianza en
la obra de Dios y donde los pobres sean puestos en el centro de nuestra razón de ser.
Elegimos vivir en comunión fraterna como signo de la presencia de Dios y anhelamos
enriquecernos mutuamente en nuestra vocación por nuestro compromiso en la misión.
Celebrante: Lectura del santo evangelio según san Marcos (1, 16-20) (De pie)
Mientras Jesús pasaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que
echaban las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo: «Síganme y yo los haré pescadores de hombres»
Y de inmediato dejaron sus redes y le siguieron. Un poco más allá Jesús vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, con su hermano Juan, que estaban en su barca arreglando las redes.
Jesús también los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los ayudantes, lo
siguieron. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor, Jesús
Lector(a): REFLEXIÓN (Sentados/as)
La llamada de los discípulos ocurre, según el Evangelio, en el mismo inicio del ministerio
público de Jesús de Nazareth. Apenas ha comenzado su predicación del reino de Dios cuando
Jesús se dispone a llamar y llama a los primeros seguidores.
San Marcos, el más antiguo de los evangelistas, describe con lacónica sencillez, después de un
breve prólogo, la vocación de los cuatro primeros discípulos.
La llamada que se narra en estos episodios puede haber sido muy probablemente la coronación
de encuentros anteriores con Jesús, el momento crítico que ha sido precedido de significativas
invitaciones preparatorias, la hora de la verdad provocada finalmente por Jesús y entendida
como desenlace por los interesados.
Pero esta llamada tiene un carácter único y marca en cualquier caso un punto culminante en la
relación del Maestro con los discípulos.
El hecho de que Jesús, le dice a cada uno «sígueme», se reviste de sentido vocacional.
La llamada es experimentada por ellos como llamada de Dios.
La iniciativa del llamamiento en los relatos evangélicos de vocación no sólo proviene de Jesús,
sino que es Él mismo quien llama directamente a los que van a ser sus discípulos.
Los interesados sienten su llamada como una acción definitiva de Dios a través de Jesús.
Es principalmente en el momento de su vocación cuando ellos han sido capaces de identificar el
carácter y condición divinos del Maestro.
Tanto el origen de la vocación como su declaración histórica al hombre que la recibe son en los
Evangelios acciones divinas en el sentido más propio de la palabra.

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Mensaje del papa Francisco: 1. Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz
Queridos hermanos y hermanas: Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones
nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de
nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y
encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida.
Escuchar la llamada divina, lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de
un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de
felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos
quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar,
qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida,
de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive.
Celebrante: PRECES POR LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (De pie)
Respondemos diciendo: “Te lo pedimos, Señor”
1. Tú que has vencido a la muerte y nos has hecho partícipes de tu vida inmortal, despierta en
nosotros la sed de Dios inscrita en nuestro corazón. Oremos.
2. Renueva en tu Iglesia el espíritu, ardor y coraje de los primeros cristianos, para que anuncie,
con la palabra y con la vida, la belleza de la fe. Oremos.
3. Señor, tú que quieres que todos los hombres se salven y te conozcan de corazón, prepara el
corazón de quienes van a recibir el anuncio de la Buena Noticia, para que puedan acogerte
en su vida. Oremos.
4. Maestro bueno, enséñanos caminos para que todos te conozcan y te amen y enciende nuestro
corazón para proclamarte a tiempo y a destiempo. Oremos.
5. Concédenos un corazón que escuche, que viva de tu Palabra y de la Eucaristía, para permitir
que nuestra vida sea un canal de tu amor hoy. Oremos.
6. Que la meditación de tu Pasión nos enseñe cómo se ofrece la vida por la salvación del
mundo para podamos colaborar en la redención de nuestros semejantes. Oremos.
7. Tú que nos has dado en la Virgen María el modelo de mujer creyente, concédenos participar
de su fe para ser Iglesia viva y evangelizadora. Oremos.
Lector(a): 2. Una llamada que implica toda la vida (Sentados/as)
Por eso, esta Jornada es siempre una hermosa ocasión para recordar con gratitud ante el Señor
el compromiso fiel, cotidiano y a menudo escondido de aquellos que han abrazado una llamada
que implica toda su vida. Pienso en las madres y en los padres que no anteponen sus propios
intereses y no se dejan llevar por la corriente de un estilo superficial, sino que orientan su
existencia, con amor y gratuidad, hacia el cuidado de las relaciones, abriéndose al don de la
vida y poniéndose al servicio de los hijos y de su crecimiento.
Pienso en los que llevan adelante su trabajo con entrega y espíritu de colaboración; en los que
se comprometen, en diversos ámbitos y de distintas maneras, a construir un mundo más justo,
una economía más solidaria, una política más equitativa, una sociedad más humana; en todos
los hombres y las mujeres de buena voluntad que se desgastan por el bien común.
Pienso en las personas consagradas, que ofrecen la propia existencia al Señor tanto en el
silencio de la oración como en la acción apostólica, a veces en lugares de frontera y exclusión,
sin escatimar energías, llevando adelante su carisma con creatividad y poniéndolo a disposición
de aquellos que encuentran. Y pienso en quienes han acogido la llamada al sacerdocio ordenado
y se dedican al anuncio del Evangelio, y ofrecen su propia vida, junto al Pan eucarístico, por los
hermanos, sembrando esperanza y mostrando a todos la belleza del Reino de Dios.

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Celebrante: ORACIÓN POR LAS VOCACIONES (De pie)
Padre, ayúdanos a hacer tu voluntad cada día, en cada momento. Que no nos cansemos nunca
de buscar lo que quieres de nosotros, para que todos, con alegría, nos sepamos discípulos tuyos.
Que todos, con generosidad, nos sintamos misioneros, enviados a llevarte allí donde tú deseas
que vivamos nuestra fe. Que no falten nunca jóvenes que, reconociendo tu llamada, digan, sin
miedo: «Hágase tu voluntad»; y que aquellos a quienes llamas a una especial consagración,
aquí y donde la Iglesia aún está naciendo, cuenten todos con nuestra compañía y ayuda. Que tu
Madre, María, nos enseñe a decir: «Hágase en mí según tu Palabra» y nos fortalezca en nuestro
compromiso contigo y con la Iglesia. Amén.

Lector(a): 3. Llamados a caminar juntos (Sentados/as)


A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia,
quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales.
A través de las páginas del Evangelio, déjense inquietar por su presencia que siempre nos pone
beneficiosamente en crisis.
Él respeta nuestra libertad, más que nadie; no se impone, sino que se propone. Denle cabida y
encontrarán la felicidad en su seguimiento y, si se los pide, en la entrega total a Él.
Un pueblo en camino
La polifonía de los carismas y de las vocaciones, que la comunidad cristiana reconoce y
acompaña, nos ayuda a comprender plenamente nuestra identidad como cristianos.
Como pueblo de Dios que camina por los senderos del mundo, animados por el Espíritu santo e
insertados como piedras vivas en el Cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros se descubre como
miembro de una gran familia, hijo del Padre y hermano y hermana de sus semejantes.
No somos islas encerradas en sí mismas, sino que somos partes del todo.
Por eso, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones lleva impreso el sello de la
sinodalidad: muchos son los carismas y estamos llamados a escucharnos mutuamente y a
caminar juntos para descubrirlos y para discernir a qué nos llama el Espíritu para el bien de
todos. Además, en el presente momento histórico, el camino común nos conduce hacia el Año
Jubilar del 2025. Caminamos como peregrinos de esperanza hacia el Año Santo para que,
redescubriendo la propia vocación y poniendo en relación los diversos dones del Espíritu,
seamos en el mundo portadores y testigos del anhelo de Jesús: que formemos una sola familia,
unida en el amor de Dios y sólida en el vínculo de la caridad, del compartir y de la fraternidad.

Celebrante: MIRAR CON TU MIRADA, SEÑOR (De pie)


Respondemos diciendo: “Queremos mirar con tu mirada, Señor”
• Como miraste a la Samaritana, la mujer que te pidió que le dieras de beber
el agua viva. Oremos.
• Como miraste a la mujer adultera, que tú levantaste con una mirada limpia,
creadora, sin condena. Oremos.
• Como miraste a Pedro después que te negó, estrenando de nuevo la llamada
que un día le hiciste, cuando pescaba en la barca de su padre. Oremos.
• Como miraste a los pecadores y a los enfermos, dándoles gratuitamente
una dignidad que nunca habían saboreado. Oremos.
• Como miraste al joven rico, al que invitaste a estrenar una nueva manera de
vivir, siguiéndote en la fascinante aventura del Reino. Oremos.

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• Como miraste al ciego de nacimiento, con una ternura y un deseo de luz que traspasó las
fronteras de la ceguera. Oremos.
• Como miraste a los leprosos, cuando con tus ojos y manos tocaste su carne herida y
despreciada y los pusiste en el centro de tu compasión. Oremos.
Danos el regalo de que nuestros ojos se parezcan a los tuyos. Cuando tú nos miras, pones en
nosotros ojos nuevos, ojos que empiezan a parecerse a los tuyos. Te pareces a mí, porque yo te
miro. Te pareces a mí, porque yo te amo. Me parezco a ti, porque yo te miro. Me parezco a ti,
Jesús, porque yo te amo. Amén

Lector(a): 4. Llamados a redescubrir el don de poder dialogar con Dios (Sentados/as)


Esta Jornada está dedicada a la oración para invocar del Padre, en particular, el don de
vocaciones santas para la edificación de su Reino: «Rueguen al dueño de los sembrados que
envíe trabajadores para la cosecha».
Y la oración —lo sabemos— se hace más con la escucha que con palabras dirigidas a Dios.
El Señor habla a nuestro corazón y quiere encontrarlo disponible, sincero y generoso.
Su Palabra se ha hecho carne en Jesucristo, que nos revela y nos comunica plenamente la
voluntad del Padre.
En este año 2024, dedicado precisamente a la oración en preparación al Jubileo, estamos
llamados a redescubrir el don inestimable de poder dialogar con el Señor, de corazón a corazón,
convirtiéndonos en peregrinos de esperanza, porque «la oración es la primera fuerza de la
esperanza. Mientras tú rezas la esperanza crece y avanza. Yo diría que la oración abre la
puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta».

Peregrinos de esperanza y constructores de paz


Pero, ¿qué significa ser peregrinos? Quien comienza una peregrinación procura ante todo tener
clara la meta, que lleva siempre en el corazón y en la mente.
Pero, al mismo tiempo, para alcanzar ese objetivo es necesario concentrarse en la etapa
presente, y para afrontarla se necesita estar ligeros, deshacerse de cargas inútiles, llevar consigo
lo esencial y luchar cada día para que el cansancio, el miedo, la incertidumbre y las tinieblas no
obstaculicen el camino iniciado.
De este modo, ser peregrinos significa volver a empezar cada día, recomenzar siempre,
recuperar el entusiasmo y la fuerza para recorrer las diferentes etapas del itinerario que, a pesar
del cansancio y las dificultades, abren siempre ante nosotros horizontes nuevos y panoramas
desconocidos.
El sentido de la peregrinación cristiana es precisamente este: nos ponemos en camino para
descubrir el amor de Dios y, al mismo tiempo, para conocernos a nosotros mismos, a través de
un viaje interior, siempre estimulado por la multiplicidad de las relaciones.
Por lo tanto, somos peregrinos porque hemos sido llamados.
Llamados a amar a Dios y a amarnos los unos a los otros.
Así, nuestro caminar en esta tierra nunca se resuelve en un cansarse sin sentido o en un vagar
sin rumbo; por el contrario, cada día, respondiendo a nuestra llamada, intentamos dar los pasos
posibles hacia un mundo nuevo, donde se viva en paz, con justicia y amor.
Somos peregrinos de esperanza porque tendemos hacia un futuro mejor y nos comprometemos
en construirlo a lo largo del camino.
Este es, en definitiva, el propósito de toda vocación: llegar a ser hombres y mujeres de
esperanza.

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Celebrante: LETANIAS VOCACIONALES (De pie)
La mies es mucha, los obreros pocos, envía, Señor, obreros a tu mies.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo. Ten misericordia de nosotros.
Trinidad santa, un solo Dios. Ten misericordia de nosotros.
Santa María. Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las vírgenes.
San Miguel Arcángel.
San Gabriel, mensajero del plan divino de Dios.
San Rafael, compañero del camino.
San José, protector de la Iglesia.
San Juan Vianney, patrono de los sacerdotes.
San Alfonso María de Ligorio, patrono de las vocaciones.
San Carlos Borromeo, patrono de los seminaristas.
San Tarsicio, patrono de los monaguillos y monaguillas.
Por tu misericordia. | Envía, Señor, obreros a tus campos
Por tu bondad.
Por la ferviente oración y sacrificios de tu Pueblo.
Por el poder del Santo Sacrificio de la eucaristía.
Por la intercesión de todos los ángeles y santos.
Por la santificación de la familia.
Por los padres generosos abiertos a la vida.
Por los sacerdotes, religiosos y religiosas que luchan por la santidad.
Por un sentido renovado de fidelidad hacia nuestra fe católica.
Para que los jóvenes busquen vivir la verdad en Cristo. Señor, escúchanos
Para que los jóvenes busquen la voluntad de Dios en sus vidas.
Para que los jóvenes escuchen el llamado a entregar sus vidas a la misión de la Iglesia.
Para que todos los sacerdotes y religiosos sean renovados en el espíritu de la misión.
Para que los Obispos sean fortalecidos como pastores de la Iglesia.
Para que siempre oremos y promovamos las vocaciones.
Para que los que sean llamados al sacerdocio o la vida religiosa respondan con generosidad.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Señor, Tú quien llamaste a los apóstoles para que hicieran discípulos en todas las naciones y
quien nos has llamado por medio del Bautismo para construir tu Iglesia, te imploramos que
escojas de entre nosotros, tus hijos, muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que te amen con
todo su corazón y que dediquen sus vidas con amor y felicidad a proclamar tu nombre. Amén

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Lector(a): 5. Llamados a darle cuerpo y corazón a la esperanza del evangelio (Sentados/as)
Como individuos y como comunidad, en la variedad de los carismas y de los ministerios, todos
estamos llamados a “darle cuerpo y corazón” a la esperanza del Evangelio en un mundo
marcado por desafíos epocales: el avance amenazador de una tercera guerra mundial a pedazos;
las multitudes de migrantes que huyen de sus tierras en busca de un futuro mejor; el aumento
constante del número de pobres; el peligro de comprometer de modo irreversible la salud de
nuestro planeta. Y a todo eso se agregan las dificultades que encontramos cotidianamente y
que, a veces, amenazan con dejarnos en la resignación o el abatimiento.
En nuestro tiempo es, pues, decisivo que nosotros los cristianos cultivemos una mirada llena de
esperanza, para poder trabajar de manera fructífera, respondiendo a la vocación que nos ha sido
confiada, al servicio del Reino de Dios, Reino de amor, de justicia y de paz.
Esta esperanza —nos asegura san Pablo— «no quedará defraudada», porque se trata de la
promesa que el Señor Jesús nos ha hecho de permanecer siempre con nosotros y de
involucrarnos en la obra de redención que Él quiere realizar en el corazón de cada persona y en
el “corazón” de la creación. Dicha esperanza encuentra su centro propulsor en la Resurrección
de Cristo, que «entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo
ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza
imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades,
indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad
siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto.
Incluso el apóstol Pablo afirma que «en esperanza» nosotros «estamos salvados».
La redención realizada en la Pascua da esperanza, una esperanza cierta, segura, con la que
podemos afrontar los desafíos del presente. Ser peregrinos de esperanza y constructores de paz
significa, entonces, fundar la propia existencia en la roca de la resurrección de Cristo, sabiendo
que cada compromiso contraído, en la vocación que hemos abrazado y llevamos adelante, no
cae en saco roto. A pesar de los fracasos y los contratiempos, el bien que sembramos crece de
manera silenciosa y nada puede separarnos de la meta conclusiva, que es el encuentro con
Cristo y la alegría de vivir en fraternidad entre nosotros por toda la eternidad. Esta llamada final
debemos anticiparla cada día, pues la relación de amor con Dios y con los hermanos y
hermanas comienza a realizar desde ahora el proyecto de Dios, el sueño de la unidad, de la paz
y de la fraternidad. ¡Que nadie se sienta excluido de esta llamada! Cada uno de nosotros, dentro
de las propias posibilidades, en el específico estado de vida puede ser, con la ayuda del Espíritu
santo, sembrador de esperanza y de paz.

Celebrante: ORACIÓN A MARIA POR LAS VOCACIONES (De pie)


A ti nos dirigimos, Madre de la Iglesia, a ti que con tu “fiat” has abierto la puerta a
la presencia de Cristo en el mundo, en la historia de las almas, acogiendo con
humilde silencio y total disponibilidad la llamada del Altísimo.
Haz que muchos hombres y mujeres escuchen, también, la voz de tu Hijo que
les dice: “Sígueme”. Haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus
ocupaciones, sus esperanzas terrenas y sigan a Cristo por el camino que Él les
señale. Extiende tu maternal solicitud sobre los sacerdotes; sobre los religiosos
y religiosas que asisten a los ancianos, enfermos, impedidos y huérfanos; sobre
los que trabajan en el campo de la enseñanza; sobre los miembros de los institutos seculares,
fermento silencioso de buenas obras; sobre quienes, en la clausura, viven de fe y amor, y oran
por la salvación del mundo. Amén.

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Lector(a): 6. Llamados a tener la valentía de involucrarse (Sentados/as)
Por todo esto les digo una vez más: “¡Levántense!”. Despertémonos del sueño, salgamos de la
indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que
cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se
convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y
comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente
donde vivimos. Se los repito: ¡tengan la valentía de involucrarse!
Don Oreste Benzi, un infatigable apóstol de la caridad, siempre en favor de los últimos y de los
indefensos, solía repetir que no hay nadie tan pobre que no tenga nada que dar, ni hay nadie tan
rico que no tenga necesidad de algo que recibir. Levantémonos, por tanto, y pongámonos en
camino como peregrinos de esperanza, para que, como hizo María con santa Isabel, también
nosotros llevemos anuncios de alegría, generaremos vida nueva y seamos artesanos de
fraternidad y de paz. (Papa Francisco)
Celebrante: PETICIONES FINALES (De pie)
Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, nos presentamos ante ti para ofrecer nuestra oración para
pedirte por las vocaciones en general. Respondemos diciendo: “Escúchanos, Señor”
• Por la Iglesia, para que no se canse de proclamar el evangelio de Cristo y sirva como faro de
esperanza para un mundo que sufre. Oremos.
• Por los hogares cristianos, para que sean cantera de vocaciones al sacerdocio, a la vida
consagrada y al laicado comprometido. Oremos.
• Por los Seminarios Menores, Mayores y Noviciados, para que los jóvenes que allí se
preparan vivan con gozo y generosidad su formación. Oremos.
• Anima en el corazón de los jóvenes el deseo de ofrecer las primicias de su vida siguiendo tu
llamada para el servicio de la Iglesia. Oremos.
• Envía, Señor trabajadores a tu mies, para que tu nombre sea conocido en el mundo. Oremos.
• Por las familias, para que, desde su vocación cristiana, impulsen a sus hijos e hijas a
descubrir la voz de Jesús que les llama a consagrar su vida al servicio de los demás. Oremos.
• Por el aumento de vocaciones en la Iglesia, para que siempre haya jóvenes dispuestos a
escuchar la voz del Buen Pastor que les llama a cada instante. Oremos.
Lector(a): ORACIÓN FINAL (De pie)
Jesús, Buen Pastor, suscita en todas las comunidades cristianas sacerdotes y diáconos,
religiosos y religiosas, laicos comprometidos y misioneros, según las necesidades del mundo
entero, al que tú amas y quieres salvar. Te confiamos en particular nuestra comunidad, para que
podamos ser un cenáculo de oración en amorosa acogida del Espíritu santo y de sus dones.
Asiste a todas las personas consagradas. Guía los pasos de quienes han acogido generosamente
tu llamada y se preparan a las órdenes sagradas o a la profesión de los consejos evangélicos.
Vuelve tu mirada de amor hacia tantos jóvenes bien dispuestos y llámalos a tu seguimiento.
Confiando estos grandes intereses de tu corazón a la poderosa intercesión de María, Madre y
modelo de todas las vocaciones, te suplicamos que sostengas a todos los sacerdotes, en especial
por los sacerdotes agotados, perseguidos, silenciados, ancianos, enfermos, desanimados,
criticados y calumniados, para que tú los acompañes y les fortalezcas en el ejercicio de su
ministerio pastoral. Amén.
PADRE NUESTRO DIOS TE SALVE MARÍA GLORIA AL PADRE
RESERVA DEL SANTISIMO COMUNIÓN Y CANTO FINAL
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