Está en la página 1de 239

·e

a,
a,
ca
E

sígueme

•• •

JÜRGE� MOLTMA��
Jesús murió gritando su abando­ EL DIOS CRUCIFICADO
no por parte de Dios. Toda teología
y toda existencia cristiana respon­ T,A CRUZ DE CRISTO COMO BASE Y CRITICA
den en realidad a la pregunta de¡ DE TODA TEOLOGIA CRISTIANA
Jesús moribundo. También el ateís­
mo de las propuestas y rebeliones
contra Dios responde a esta pre­
j gunta. El Jesús abandonado de
Dios. o es el fin de toda teología,
o marca el principio de una teo­
logía y de una existencia específi­
camente cristianas y, por tanto,
críticas y liberadoras.
JÜRGEN MOLTMANN

VERDAD E IMAGEN EL DIOS


41 CRUCIFICADO
LA CRUZ DE CRISTO C0110 BASE
Y CRITICA DE TODA TEOLOGIA
CRISTIANA

EDICIONES SÍGUEME
Apartado 332

l 97 5
Tradujo Severiano Talavero Tovar
Título original: Der gekreuzigte Gott

CONTENIDO

Aclaración sobre el terna 9


l. Identidad y relevancia de la fe 17
2. Las resistencias de la cruz contra sus explicaciones 50
.3. Las cuestiones sobre Jesús . 116
4. El proceso histórico de Jesús 157
5. El proceso escatológico de Jesucristo 229
6. El «Dios crucificado» . 275
7. Vías para la liberación psíquica del hombre 400
8. Caminos para la liberación política del hombre 436

069 Indice de nombres 271


477

Printed in Spain

Gráilca, tu,opa. Sfochc:z Llevot, l. Tf. ''22 22 50. Salamanca, 1975


Aclaración sobre el tema

La cruz ni se ama ni se puede amar. Y, sin embargo,


sólo el Crucificado es el que realiza . aquella libertad que
cambia al mundo, porque ya no teme la muerte. El Cru­
cificado fue para su tiempo escándalo y necedad. Tam­
bién hoy resulta desfasado ponerlo en el centro de fa fe
cristiana y de la teología. Con todo, únicamente el re­
cuerdo anticuado de él es el que libera a los hombres del
poder de lps hechos presentes y de las leyes y coacciones
de la historia, abriéndolos para un futuro que no vuelve
a oscurecerse. Hoy lo que interesa es que la iglesia y
la teología vuelvan a concentrarse en el Cristo crucificado,
·para demostrar al mundo su libertad, si es que quieren
ser lo que dicen de sí mismas, es decir, la iglesia de
Cristo y teología cristiana.
Desde los comienzos de mis estudios teológicos me
ocupo de la teología de la cruz. Aunque no lo noten siem­
pre con claridad ni los amigos de la Teología de la espe­
ranza, que publiqué en 1964, ni sus críticos, sin embar­
go, creo que la teología de la cruz es el hilo conductor
constante de mi pensamiento teológico. Esto hunde sus
raíces. en el tiempo en que comencé a ocuparme de cues­
tiones sobre la fe cristiana y la teología en la existencia
de un prisionero de guerra detrás de las alambradas. Se
lo debo indudablemente a las inolv!.dables clases de mis
nrofes0re, }fors Toachim Twand, Ernst Wolf v Otto We­
ber, 1948-1949, en Gottingen, tratando de la teología
10 ACLARACION SOBRE EL TEMA ACLARACION SOBRE EL TEMA 11

reformada. 1mpresionados y deshechos vení.an entonces y radicalizada mediante una teología crítica de la cruz.
a las aulas· 1os que quedaron de mi generación, salidos de Para toda teología y toda iglesia que se precien de ser
los campos de concentración y los hospitales. Nada nos cristianas, existe un criterio interno que sobrepasa con
hubiera dicho entonces una teología que no hubiera ha­ mucho la crítica política, ideológica y psicológica que vie­
blado de Dios a la luz del Crucificado abandonado por él. ne de fuera: el mismo Crucificado. Si las iglesias, teolo­
No hay por qué discutir aquí si nosotros entendimos me­ gías y modos de vivir la fe se refieren a él --cosa que
;or c.nw ntrc,< :11 Cristo crucifc1ch ci h;i,e de nuestras ex liac de h:1cer, si es que quieren ser cristi::i:ias- , tienen
�eri;ncias. Estas - son irrepetibles. Si se habla de ellas que ser conscientes de que están apelando a su más im­
personalmente es sólo para explicar por qué se siente uno placable juez y más radical libertador frente a la mentira
fascinado por aquello que se desearía comunicar. Lo im­ y el orgullo, frente al ansia de poder y el miedo. A las
portante no son las experiencias, sino aquel a quien en iglesias, los creyentes y las teologías hay que cogerlos por
ellas se ha experimentado. Otr� vez tuve que recordar la su palabra. Y ésta no es otra que «la palabra de la cruz».
teología de la cruz, que en otro tiempo nos llegó tan Es el criterio de su verdad y, consiguientemente, la crí­
hondo, proporcionándonos la sensación de que no todo tica de su hipocresía. La crisis de la iglesia en la sociedad'
estaba perdido, cuando los movimientos de esperanza de actual no es sólo resultante de su acomodación o de su
los años sesenta chocaron con dificultades y oponentes caída en el gueto, sino una crisis de su propia existencia
excesivamente fuertes. La recordé al ver que muchos pet­ como iglesia del Cristo crucificado. Toda crítica que ver­
dían la esperanza, acomodándose de nuevo, por cierta re­ daderamente la alcanza desde fuera, no es más que un
signación, al curso trillado de las cosas, o refugiándose indicio de su crisis cristológica interna. La cuestión ecle­
en fa emigración interior dominados por una sumisión sial, por muy incómoda que pueda resultar para conser­
total. Sólo hablo por mí mismo, pero en la frustración vadores y progresistas, no es más que una pequeña ma­
que supuso el final del «socialismo con rostro humano» nifestación de su crisis interna, pues únicamente en Cristo
en Checoslovaquia, el final del civil-right-movement en mismo se c_tt:cide qué es y qué no es una iglesia cristiana.
los Estados Unidos, en las frustraciones causadas por el El que una cristiandad se aliene, divida y se convierta en
paro, ojalá que sólo sea provisional, de las reformas en cómplice de la opresión en medio de una sociedad ella
el movimiento ecuménico y en la iglesia católica, que co­ misma alienada, dividida y opresora, el que eso llegue a
menzaron tan esperanzados a raíz del Vaticano n y de la ser una realidad se decide en último término en si el
conferencia de Upsala en 1968, en todas esas frustracio­ Crucificado se le convierte en un extraño o, por el con­
nes volvió a ocupar el centro de la espearnza y de la trario, es el Señor que determina su existencia. Se ha ob­
resistencia la cruz de Cristo que, en definitiva, constituye jetado que es demasiado pronto para plantear esta cues­
la base de todas la,s aperturas de horizonte que tienen lu­ tión en las iglesias y sociedades eclesiales. Que las igle­
gar en la sociedad y en la iglesia. sias no han alcanzado todavía aquella apertura cara al
La crítica que se ha hecho a ésta y a la teología desde mundo que ya ha logrado la sociedad. Que ni siquiera se
�1 pu:1tz. L.., \'isr;.1 socío1ógicu, ps!col·Jgico e í<leológico 1
1 __ han lleg,!<-l, ,1 suliJarizar con el derecho de los movimien­
crítica que felizmente hemos vivido, puede ser admitida tos liberadores profanos y de su crítica, y que, sin em
12 ACLARACION SOBRE EL TEMA
ACLAR/1.CION SOBRE EL TEMA 13
bargo, ya se las quiere hacer volver a su propio principio
fundamental. Comprendo la razón de esta cuestión tác­ Li salvación, sin negar qL1e e',istan puntos de arranque
tica, pero no pienso que lleve más allá de una acomoda­ más allá de esa realidad.
ción de formas anticuadas de la iglesia a otras nuevas. Volver a ocuparse hoy de la teología de la cruz sig- . ,
1
Para mí la iglesia y la teología cristianas adquieren im­ r..ifica �vita_i_:_l�s-�p.__U-_�teralidades de la -tml.ifi9-n�jl}terpre- ·
portancia para los problemas del mundo moderno única­ tando al Crucificado a la luz y en el contexto de su re-
' 1; t._·:1 r c :�cvrlan�n eJ <<duro ri1'.írlf>n.\> de sn identlc1añ r::� r-1 �.; ircrciAn " consec11ent;;..;-;�t;<l�- 1� 1ili�rr;J-�. 1; es
Cristo crucificado y dejándose cuestionar por él junta­ peranza.
mente con la sociedad en que viven. La crítica ideológic;i
Dedicarse hoy a la teología de la cruz quiere decir ,,_
y ia política que llegan desde fuera pueden forzar a ia
sobre_pasar l�s fronteraL_de_Ja -SO-te�iología, preguntando
teología y a la igfosia sólo a revelar lo que les es propio
por la revolución necesaria que se ha de operar en ei
y a no seguir ocultas por más, tiempo tras lo que les es
_concepto de Dios. ¿Quién es Dios en la cruz del Cris"to
ajeno sea de la historia sea de la actualidad. Fe, iglesia y
por-eTaoandenado?
teología deben demostrar lo que en realidad creen y es­
pernn de aquel hombre, Jesús de Nazaret, crucificado bajo Hacer hoy teología de la cruz implica sobrepasar Jª 5 )
Poncio Pilato y qué conseu.,c:nciz,s pránicas quieren :.;acar preoci,pación por la salvación personal, pféguntando por
de ello. El Cristo crucificado es incluso el desafío a la la liberáci6n del hombre y su nueva relación con la rea­
teología e iglesia cristianas, que se atreven a tomar su lidad de los inextricables círculos en su sociedad. ¿Quién /
nombre. es el verdadero hombre a la luz del hijo del hombre re­
chazado y resurgido para la libertad de Dios?
¿ Pero qué teología de la cruz es la más adecuada y
necesaria para hoy? Es cierto que la teología de la cruz Realizar hoy teología de la cruz significa, por último, Lij
tiene una cierta tradición, pero nunca tuvo mucho éxito. 1 omar en serio a Ia teología reformada en sus exigencias
Arranca de Pablo, al que se atribuye con razón el haber­ críüco-reformadoras, haciendo_ ql1_e-_sgl::>J_s:p9_s en_l¡¡ __ft:Í tirn
la fundado, pasa por Lutero, en el que aparece expressis a la íglesia para cori\T_e_ttirse en crítica a_la__S_OCiedad. ¿Qué
verbis, estuvo y está presente en las comunidades per­ -s1gnilica e1. recuerdo del Dios crucificado en una sociedad
seguidas de los pobres y oprimidos. Volvió a la vida de oficialment� optimista que camina por encima de mochos
cadáveres?
una manera propia en Zinzendorf. Imprimió sil impronta
a la mejor parte de la primera teología dialéctica y del Pero, en definitiva, de lo que 5e trata es de la «cris­
renacimiento de Lutero en los años veinte. Martín Kahler, ticidad» radical de teología e iglesia. Jesús murió gritando
en un famoso curso de 1912, declaró a la cruz de Cristo a Dios: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abando­
«fundamento y medida de la cristología», pero desgra­ nado?». Toda teología y toda existencia cristianas res­
ciadamente ni siquiera él mismo siguió este principio. En ponden, en realidad, a esta pregunta del Jesús moribun­
:�> ·�J'.lt� hcn10:-; 11ombr(1d;,1 J.: :,·c•L-1,!sÍc.1 de· t1 c1uz 1 1\ -\ ;i:� do. También el ateísmo de fas protestas y las rebeliones
portancia sólo en el contexto de 1'a miseria humana y de metafísicas contra Dios responde a esta pregunta. El Je­
sús abandonado de Dios o es el fin de toda teología, o
14 ACLARAC!ON SOBRE EL TEMA ACLARACION SOBRE EL TEMA 15

.rnacca el co1nienzo de una te.o1ogía y una existencia �s y M Horkhei:mer, así rnmo las experiencias y puntos de !
pedficamente cristianas y, por tanto, críticas y liberado­ vista de la antigua te(?logía dialéctica y de la filosofía
ras. Cuanto más en serio se tome la «cruz de la realidad», existenc�al. Sin percibir el dolor de lo negativo la espe­
_
tanto más se convertirá el Crucificado en el criterio de­ ranza cr1st1ana no puede hacerse realista ni actuar libe­
finitivo de la teología. No se trata de una teología abs­ radoramente. Esta teología de la cruz no «retrocede»
tracta de la cruz y el dolor, sino de una teología del Cru­ sino que más bien lo que quiere es hacer más concret;
C!l.Í.ca<lo. la ,c:oiogía de Ía esperanza y unir ::;us visiones movilizan­
Por supuesto que se me puede preguntar: ¿por qué tes con las posturas necesarias de resistehcia. En esta
este cambio a la teología de la cruz después de la Teolo­ profundización de la teología de la esperanza estoy de
gía de la esperanza? He mencionado algunas razones. ;,cuerdo con Johann Baptist Metz que desde hace varios
¿Pero se trata en el fondo de un retroceso? Wolf-Dieter años asocia su escatología crítico-polí.tica cada vez más
Marsch pregunta demostrando' su acuerdo: «¿Por qué ha fuertemente con los «recuerdos peligrosos» d.e la pasión
vuelto poco a poco Moltmann de una música bloe!hian-1 y muerte de Cristo. También Ernst Bloch se intranquiliza
demasiado estruendosa a una eschatologia crucis más mo­ cada vez más, a medida que el tiempo pasa, ante el pro­
duLda?». Este paso para mí no constituye un retroceso blema del mal y de su falta de exolicación filosófica v
de la trompetería pascual a las lamentaciones del viernes teológica. Nadie tiene por qué sentirse tranquilo tan{­
santo. Según quiero mostrar, la teología de la cruz no poco si el tema de la «teología de 1a revolución» ya no
es otra cosa que el reverso de la teología cristiana de la aparece en los titulares. La revolución de todos los va­
esperanza, si, de distinta manera, ésta llega a su núcleo lores religiosos, culturales y políticos que parte del Cru­
en el resurgimiento del Crucificado. La Teología de la cificado espera aún su tiempo.
esperanza se esbozó, como puede leerse allí, también co­ Algunos .pensamientos y partes de este libro los he
mo eschatologia crucis. Por lo mismo, este libro no puede �,:pnesto en conferencias en distintas universidades euro­
tratarse de un retroceso. Como la Teología de la esperan­ peas y americanas. Los he discutido en clases y seminarios
za arrancaba del resurgimiento del Crucificado, así se en la universidad de Tubingen. Agradezco a todos los par­
vuelve ahora la mirada a la cruz del Resucitado. Como ticipantes sus observaciones.
entonces se trató del recuerdo de Cristo en el modus de
Ante mí está el cuadro de Marc Chagall llamado «Cru­
la esperanza en su futuro, así nos fijamos ahora en la
esperanza en el modus del recuerdo de su muerte. Como cifixión en amarillo». Representa la aparición del Cruci­
allí se hallaban en primer plano las anticipaciones del ficado en una situación apocalfptica: hombres que se hun­
futuro de Dios en promesas y esperanzas, así se trata den en el mar, hombres que huyen sin patria y, en el
ahora de la comprensión de la encarnación de aquel fu­ trasfondo, el resplandor amarillento del fuego. Con el
turo mediante la pasión de Cristo en la pasión del mun­ Crucificado aparece un ángel con .Ja trompeta y el rollo
do P0r eso tomo ahora, conforme a la filosofía de la de la vida abierto. Este cuadro me ha acompañado lar­
esperanza de Ernst Bloch, las cuestiones de la «dialécti­ gamefüe. Simboliza la cruz en el horizonte del mundo y
ca negativa» y de la «teoría crítica» de T¼i. W. Adorno puede servir de expresión simbólica para cuanto se va a
1
16 ACLARACION SOBRE EL TEMA

Ricoeur). El sím­
Identidad y relevancia de la fe
Jecir. Un símbolo invita a pt:nsar (P.
J

ersió n. Por eso este libro


bolo de la cruz invita a la conv
usio nes dogm ática mente , sino
tampoco quiere cerrar disc
a pens ar y a conv ertirse.
invitar, como un símbolo,
Tübingen, viernes santo 1972.
JÜRGEN MüLTMANN
erio interno,
Si la teología cnstiana encuentra· su crit
en el Cruc ifica do, entonces
en cuanto t eología cristiana,
aria d Lutero:
nos encontramos con esta frase lapid
e
1 En el cristianismo la cruz prue­
«Crux probat omnia» .
. Podrá afü1dirse
ba todo lo que m erece llamarse cristiano
cosa, lo prueba, por­
esto: sólo la cruz, y ninguna otm
lsa los elem entos sincre­
que la cruz rebate todo y expu
tesí,s es dura . A su tono,
tísticos del cristianismo. Esta
mod erni dad, para otros,
para algunos, le f.alta simpatía y
esforzaré por defr auda r a ambos
e s fiel y ortodoxo. Me
sectores.
iana a mostrarse
Si queremos obligar a la teología crist
racto y atemporal
como tal, eso no ocurre de modo abst
sino que tiene
o por mera voluntad de autoafirmación,
los problemas actua­
un lugar determinable, limitado en
s, iglesias y hom­
les. La ·existencia cr-isüana de teología
a e n una doble cri-t
bres se encuentra hoy más que nunc
bas crisis están mu-i
sis: de relevancia y de identidad. Am
ntan incidir en los
tuamente relacionadas. Cuanto más inte
ía y la iglesia, tanto
problemas de la actualidad la teolog
una crisis de iden­
más profundamente se adentran en
reafirmar su identi­
tidad cristiana. Cuanto más intentan
tradicionales, tanto
dad en dogmas, ritos e ideas morales
a de credibilidad. Es-
mayor se hace su irrelevancia y falt

1 WAV, 179, 31.


IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
LA CRISIS DE RELEVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 19
t,i dohle crisis se puede calificar con más propiedad de clad Jesgarrada �. La antigua te0logía que estudiaron les
identity-involvement-dilemma. Veremos hasta qué punto parece una petrificación. de tiempos pasados. El funda­
la refl:�xión sobre la cruz lleva, en estas experiencias con­ mentalismo petrifica la Biblia haciendo de ella una auto­
cretas de la doble crisis, a una clarificación de lo que pue­ ridad ininterrogable. El dogmatismo congela la tradición
de denominarse identidad y relevancia cristianas en soli­ cristiana viviente. Bl conservadurismo de la religión in­
daridad crítica con los coetáneos. moviliza a la liturgia y la moral cristiana se convierte
-�a rn<::nudo contra un saber y entender mejores--- en
mortífero legalismo. Lo que empezó como discusión teó­
l. La crisis de relevancia de la vida cristiana rica sobre la desmitologización de la Biblia, la seculariza­
ción de la tradición y Ja «apertura de la iglesia al mun­
Las luchas por una renovación de la teología y las do» (aggiornamento), condujo en muchos lugares a la
iglesias comenzaron con la convicción general e insosla­ nráctica de la desobediencia, al abandono del ministerio,
vable de la crisis creciente de relevancia y credibilidad de la iglesia, o desembocó en la rebelión y a veces en la
de lo cristiano. Después de cierto tiempo de pacífica au­ resignación. De la teología crítica surgió el «catolicismo
torreproducción de las iglesias y la teología en el tiemp( 1
crítico,, v la «i2:lesia crítica» v las tres desembocaron rá­
de la posguerra, empezaron a darse cuenta aquéllos me­ pidamente en crítica a la teología y a la iglesia como ta­
diante los cuales las iglesias quieren reproducirse, los les. A través del evangelio y de las --con frecuencia mar­
estudiantes de teología, de que esta forma e ideología ginadas- tradiciones revolucionarias.del cristianismo mu­
que hasta ahora se había tenido de una iglesia que sólc chos se han fijado en los sufrimientos de los oprimidos y
se preocupa de continuar, estaba a punto de perder el abandonados del mundo, aprendiendo la pasión del com­
contacto con la realidad científica, social y política de su promiso social y político. Y los que eligieron este camino
ambiente y de que en muchos aspectos ya lo había pet­ se vieron con frecuencia obligados a abandonar 1as igle­
dido. Desaparece la credibilidad, que en Alemania había sias existentes por no encontrar en sus instituciones nin­
ganado en cierta medida gracias a alguna resistencia en guna posibilidad de realizar su compromiso, no siendo
tiempos del nacionalsocialismo y de los «cristianos ale­ raro el caso de tener que combatir a la sociedad ·eclesiás­
manes» y gracias a su firmeza ante el desmoronamiento tica. El cuestionamiento total de la iglesia y la teología
de la mayoría de las instituciones públicas al acabar la respondía en ellos al descubrimiento de la «cruz de hoy»
guerra y en los años que la siguieron. La péoclida de con­ en 1a situación de aquéllos que viven en esta sociedad a
tacto y la ceguera frente a la realidad hacen a la teología la sombra de la cruz. Se debió también a fa voluntad de
y a las iglesias cada vez más anticuadas. Muchos abando­ tomar sobre sí esta cruz de la realidad, viviendo en soli­
nan el estudio teológico, sus puestos de pastores, el sa­ daridad con aquéllos y para aquéllos. El éxodo de une.
cerdocio y sus órdenes, estudian sociología, psicología o
la revolución y trabajan en los barrios miserables de es­
d socicJaJ, pory_ue tienen la impresión de poder comn­ 2',ubrc e:-sco cf. el <<l-:iab1.u1t.10 cu.u rranque¿a» J.e 1-i. hüng,
¿Infalible? Una pregunta, Buenos Aires 1971 y R. P. McBrien,
buir así más a la solución de los conflictos de esta sacie- Do we need the church?, New York 1969.
20 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE RELEVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 21

sociedad ciega, que tanto psicológica como socialmente Ann siendo cierto que el marxismo humanista está
oculta el dolor y margina a los que -lo padecen, para se­ profundamente desacreditado por la práctica stalinista y
guir engrosando sus círculos sin ser interrumpida, ese pos-stalinista así como,' posteriormente, por el aplasta­
éxodo desembocó en el éxodo de una iglesia suficiente miento del «sociaiismo con rostro humano» en la Che­
mente decidida, que no rompe con estos mecanismos in­ coslovaquia de 1968, que nuevamente lo expuso al públi­
ternos y externos de defensa de un ambiente social, sino co desprecio, a pesar de -todo su actividad inquebrantada
yue cdebr,t ia wlerancia religiosa Je esca sonL:JaJ J:ríg1- es .1J.rnirablc. En .cui1L�a Je tudos los hechos, '.)U v'lt.a1iJad
da, haciendo la paz con ella, una paz podrida, para poder parece radicar en la fuerza analítica de su crítica y, aún
seguir existiendo, con lo que se hizo estéril. más, en el poder mov-ilizador de su «sueño hacia adelan­
Todos los esfuerzos por ,reformar la iglesia, por darle te»_ La «carencia de patria» de los izquierdistas en occi­
una configuración vital digna de crédito, desembocaron dente y oriente es sólo el reverso de su certeza de cara
en un callejón sin salida al descubrir los estrechos entre­ al futuro_ Algo parecido se podda decir también de la
tejidos que hay entre esta iglesia y esta sociedad, dán­ auténtica fe cristiana. Su mejor contenido parece haber
dose cuenta de que la reforma de tla iglesia sin la reforma sido desmentido por los yerros y turbulencias de la his­
de la sociedad apenas si conduce a nada. De esa form,,, toria de la iglesia hasta el día de hoy. Sin embargo, esa
los críticos de la iglesia se convirtieron en críticos de la fe muestra su vitalidad en permanentes reformas, vivien­
sociedad, considerando a las iglesias únicamente como do, a pesar de -todas las pruebas en contra, de la expe­
sectores religiosos de fa sociedad dividida y conflictiva, riencia de la esperanza indestructible. Precisamente su ca­
que no permitían abrigar esperanzas. Fue entonces cuan­ rencia interna de patria ila hace mantenerse perenne por
do se planteó de forma nueva la cuestión de las pautas encima de todo asentamiento social de sus instituciones.
para la renovación del mundo en la sociedad y en sus Toda una serie de esbozos teológicos honrados sur­
iglesias: ¿se presentará batalla, al final de este siglo, ,, gieron bajo la presión que suponía el querer demostrar
los mortíferos problemas de la humanidad, continuando una importancia pública de carn a los problemas de la
las tradiciones críticas y -liberadoras del evangelio? ¿se sociedad y de cada uno de sus miembros y para acomo­
les resolverá? ¿o tomarán más bien ésta y las futuras ge­ dar la relación con la actualidad nueva. Todos esos esbo­
neraciones sus espernnzas de vida y justicia de utras fuen­ zos marcaron a fa teología cristiana con las señales de
tes que les parezcan menos corrompidas y más accesibles, aquella relación x::on el mundo circundante, en el que ella
todo ello por culpa de iglesias y teologías enquistadas en tenía que ser importante. Surgieron la teología existencial,
sí mismas como sectas:;? la hermenéutica, la ontológica, la cultural, la social, fa
autóctona, fa religiosa y la política., además de la teolo­
gía de ila secularización, ila revolución, la liberación, etc.
3 C.-D. Schulze, Reformation oder Performation der Kirche?
Versuoh einer Typologíe von Kirohenreform-Be&trebungen: MPTh
Como la relevancia de la teología cristiana se había he­
58 (1969) 106-122. Schulze expone aquí acertadamente> !2s idea, cho insegura, se buscaron y se siguen buscando nuevas
de los ,.::traJic1un:;1_l;;��a��/, -,vanguardistas», ,,.p;_og.; _):::>_a:-,•> v l!I...'. cacegorías de woiogia ,unuamental para ella coniorlltl'. al
los «jóvenes izquierdistas» en el ámbito del protestantismo" ale­
mán. espíritu y a las realidades del presente. Parece claro que
22 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE REL"EVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 23

la teología no encuentra ya fundamento alguno duradero ,ituaciones concretas, pensando lo propio en relación con
en el contexto general del pensamiento, el sentir y el otra cosa. La carencia de relación sería la muerte. Con-­
obrar de la sociedad contemporánea. Ello se basa menos secuentemente, esta reilácionalidad puede superar bien el
en· la teología que en el hecho de que en una sociedad absolutismo de la idedl.ogía de la pnidad y lo totalitario
pluralista, más que en las sociedades homogéneas ante­ propio del relativismo. La «teología política» ha inten­
riores, es más difícil precisar lo que insoslayahlemente tado en este sentido convertir en un nuevo modelo de
;'lt•�resa a cada uno \" 1'1 �:•ic ele modo necesario tiene y_L:-c: \ criÚc..ición tt:oJógico •�n e: :c::< }no de lo. nrt�rrix!;-; ::;�J­
querer la comunidad. Configurar una «teoría de la época cial y política el que antes lo fue respeoto de [a ortodoxia
actuarl» es, desde Hegel, tarea de la metafísica de la his­ en la «teología natural», que fue siempre, de hecho, la
toria, que «concreta su tiempo en pensamientos», pero religión social dominante 6• Verificación puede significar
en la práctica es difícil de realizar, porque todo esbozo que una idea especial puede probarse e_n aquello que cual­
tendente a abarcar ·todas las posiciones posibles sólo pue­ quiera puede experimentar y controlar repitiéndolo. En
de presentarse como posición bosquejada 4• La añoranza ese caso ila verificación se refiere sólo a la auténtica doxa
de una sociedad ideológica unificada o de un estado uni­ (ortodoxia). Pero puede también significar, mediante el
tario católico o cristiano en general crece a medida que verum facere, reailizar y hacer experimentable lo que to ­
son menos los hombres que pueden aguantar la plurali­ davía no se presupone como capaz de ser experimentado
dad de esbozos de la vida y aprovechar :sus diferencias en general. Tal es el camino de la ortopraxis.
para una configuración productiva y fructífera. Toda teo­ Pero realizar y hacer experimentable algo sólo es po­
logía tiene que reflexionar, por tanto, sobre su propia sible y tiene pleno sentido en relaciones vividas respecto
postura en estos conflictos y sobre su propia situación so­ de otro. La relacionalidad de la teología cristiana puede,
cial y política 5. Una postura absoluta equivaldría a care­ pues, ser un camino acertado entre teocracia absolutista
cer de todo punto de apoyo. La absolutización de la pro­ y tolerancia improductiva, ocupando el lugar de cierta
µ1a postura no seria más qLte una estupide;,;. Esw no -sig­ unidad presupuesta en la sociedad. Tienen que atender a
nifica ni mucho menos reilativismo. Quien aprecia la re­ esta relacionalidad todas aquellas teologías esbozadas en
latividad de la relatividad, adoptará una postura relacio orden a 1la relación con el ambiente en el que quieren
nal, es decir, en relación con otros, fo que no significa hacer relevante la vida cristiana. Si no se procede así sur­
renunciar a su propia identidad. La relacionalidad de la ge con toda razón la pregunta crítica sobre el valor de
propia postura respecto de otros quiere decir vivir en los adjetivos aplicados de antemano: ¿qué es lo cristiano
de estas nuevas perspectivas teológicas que quieren caii­
ficar y caracterizar a fa teología con su respectivo vínculo'
4 Cf. D. Rossler, Positionelle und kritische Theologie: ZTh.K · con el mundo que las rodea? ¿no pierde fa teología su
67 (1970) 215-231. identidad cristiana, si de lo único que se preocupa es de 1
5 J. Moltmann, Crítica teológica de la religión política, en
J. B. Metz-J. Moltmann-W. Oelmüller, Ilustración y teoría teoló-­ acomodarse al «espíritu de la época» que está en alza? '
;z)cd, Salamanca JQ73, 11 De !'nodo somejant� ;1hc"1.,� ra:nbién
D. Solle, Teología po/ítícti. Confrontación con Rudaif Bultmann,
Salamanca 1972, 77 ss. 6 J. B. Metz, Teología del mundo, Salamanca 21971, 139 ss.
24 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE RELEVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 25

¿no se convierte en un camaleón que tnm8 continrn1men­ secular o ,,ecumene indirecta», resultante <le 1la colabora­
'¡ te los colores del entorno para acomodarse y no llamar la ción en los nuevos problemas socia'les e ideológicos, para
, atención? los que ninguna de las· distintas tradiciones disponía de
Parecidos movimientos a dos que se dan en la teologfa la respuesta adecuada 7• La idea de una teología política
surgieron también en 1as iglesias. A medida que miem­ crítica hizo realidad Ias antiguas ideas de la «iglesia para
bros despiertos de la iglesia se sentían cada vez más ame­ el mundo» y de la «iglesia para otros». Con vistas a los
nazack,s ¡:,, ei creciente aislamiento sooal y la auwcon­ problemas mu1KÍiales surgió en la ecumem: la idea de
versión en gueto cultural por parte de sus iglesias, con ofrecer a una humanidad que había que uni,r y a su so­
tanto mayor ahínco ,práctico buscaban la relevancia de la ciedad univers:11 una cristiandad unida como futura reli­
vida cristiana «,para eil mundo», «,para otros», así como gión de la humanidad. En ilo local ,aparecieron ideas de
la solidaridad eón el hombre en su humanidad amena­ someter a las iglesias a un consecuente control de efecti­
zada y traicionada. Una iglesia que no se ,puede cambiar, vidad desde ,puntos de vista de terapéutica social, con el
que no se ocupa de la humanidad del hombre en las rea­ fin de potenciar al máximo sus posibles serv,ícios para
lidades cambiadas, es una iglesia que se pet;rifica y mue­ marginados sociales y organizar mejor prestaciones para
re. Se convierte en una secta sin sentido al margen de lograr fa socialización del individuo, dar sentido a su vida
una sociedad inmersa en el cambio social acelerado. Hay y humanización de la sociedad.
gente que se pregunta qué diferencia existe ent,re perte­ R. Augstein preguntaba enila revista «Spiegel 1968»8 :
necer o no a esta iglesia. Unicamente los viejos, cansados «Pero si la iglesia elige este camino, ¿para qué queremos
y resignados que ya no entienden al mundo, son los que entonces la iglesia?». La marcha desde las formas tra­
hallan en tal iglesia el amparo de lo erernamente�perma­ dicionales y asentadas de las iglesias hacia el compromiso
nente, de lo bueno por antiguo y del folklore religioso. socia'1 y psicoterapéutico, ¿no lleva a separarse de fa igle­
Al compromiso religioso de siempre por paNe de las si:i. misma? ¿fundarán los llamados progresi,stas una nue­
iglesi3s, es decir. al afán de despertar, fonalecer y con­ va iglesia, quizás «la del futuro», o se encaminarán qui­
servar la fe, viene a añadirse, ya desde el siglo XIX hasta zás hacia una tierra de na-die ipara ser asumidos con el
hoy en medida creciente, ila obra de servicio, el compro­ tiem,po por otros grupos y partidos, ya que sólo éstos
miso social cD las luchas raciales y de clase, el empeño pueden institucionalizar racionalmente y organizar de mo­
en la ayuda al desarrollo y 1as rebeliones contra la tiranía do efectivo aquel compromiso necesario? La misma cues­
económica y racista. Se dice: «Si alguien quiere hacerse tión, aunque invertida, se plantea, con todo, ,a los llama­
cristiano, no lo envíes a las iglesias, sino a los barrios po­ dos conservadores. Si, preocupados convulsivamente por
bres. Allí encontrará a Cristo». La época confesú:mail de su, propia identidad, se aferran a la forma de la iglesia
la cristiandad dividida se superó ecuménicamente en nues­ heredada, si optan por la religión contra la política y se
tro siglo. Pero este caminar ganó en amplitud no tanto
a través del entendimiento dogmático ,sobre las doctrinas
tradicionales cumrovertidas, sino más bien, en sentido J. B. Nletz, i-'.,f'Jilll uMi Gegenrefomu!io,; .',cu:,,, l969, 33.
s R. Augstein, Das grosse Schisma: Der Spiegel 18 (1969)
ético y de relación con el mundo, gracias al ecumenismo 166.
26 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE lIBLE'."ANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 27

alían con fuerzas políticas conservadoras en lo social y siempre claro, se -intenta y sufre aquí con radicalidad. El
político, s1gnitica que han elegido una determinada for­ anteriormente citado úlentity-involvement-Jilernma se re­
ma de relevancia, de la que igualmente nadie puede de­ veló de modo ejemplar �n las comunidades y grupos cris­
cir si es cristiana o no. La antigua iglesia de la religión tianos de estudiantes. La tensión propia de 1a existencia
cae en los intereses dominantes sociales que necesitan de cristiana entre la identidad en la fe y ila manifiesta soli­
autojustificación y confirmación, al igual que ocune con daridad con los otros en la vida y en la lucha, condujo
el ,me\·:J p:i'�tc, c�ftico eclesiást;co con fuerns críticas ele aquí a polarizaciones y rompimientos que para muchas
la sociedad. Ambas caen en su crisis de identidad por eí comunidades de estudiantes tuvieron un erecto paraliza­
modo de su pretensión de relevancia. dor. Desde que el movimiento de protesta estudiantil de
Si es necesario el compromiso social y político, ¿en ailcance mundial llegó a Alemania -y es indudable que
qué consiste entonces ahí lo «cristiano»? Si el compro­ coincide con el día de Ja muerte a tiros del estudiante
miso religioso es necesario para colmar las necesidades Ohnesorg en Berlín en 1967-, se han solidarizado con
religiosas de una sociedad, ¿a qué puede lfamarse «cris­ este movimiento político muchas comunidades cristianas
tiano» en ello? ¿por qué es uno cristiano, por qué cree estudiantiles. Se sabían a sí mismas parte de este movi­
dentro del pensamiento crítico teológico, que comparte miento de protesta, renunciando a 1a tradicional caracte­
con las ciencias críticas <le la ilustración, y que es histó­ rización de su identidad cristiana. «La ESG ( comunidad
rico crítico en la exégesis, crítico ideológico en la dog­ evangélica estudiantil) considera legítimo por razón de
mática, crítico social en la iglesia? ¿por qué cree y es su compromiso democrático el utilizar la fuerza de que
cristiano dentro del compromiso político que lo hace so­ dispone para conseguir los cambios que el anáilisis crítico
lidario con no cústianos? ¿ o es que en realidad ya no lo de lo existente prueba que es necesario». De ello se si­
es, no existiendo diferencia alguna entre la fe y la increen­ gue el problema de la política de alianzas: «Naturalmente
cia? Lo específico no es la crítica, que también es viva que el uso del poder exige aliarse con otros para deter­
en otros. Tampoco el compromiso social por los misera­ minados fines, porque la mayoría de las vcees sólo tai
bles, cosa que felizmente también se encuentra en otros. alianza crea la fuerza para conseguir lo que se quiere.
No Jo constituye la rebelión contra la injusticia, pues Cambios fundamentales en el terreno de la enseñanza su­
también otros se ·rebelan, protestando con frecuencia con­ perior pueden conseguirse únicamente en colaboración
tra la injusticia y la discriminación mucho más decidida­ con otros grupos». Esta aplicación de 1los medios de po­
mente que los cristianos. ¿Hay que fundamentar cristia­ der, por supuesto que sólo limitados, se vuelve necesaria­
namente tales acciones o basta con hacer lo razonable y mente también contra aquellos de los que la ESG recibe
humano? ¿Pero qué es fo razonable y humano? tales medios: «El cambio de instituciones políticas es
La «Evangelische Studentengemeinde» y la «World cuestión de poder, porque tal cambio sólo puede realizarse
Student Christian Federation» pasan por ser los campos contra la voluntad y el poder de los favorecidos por
de experimentación de existencia cristiana en uno de los ellas» 9•
lugares rn,Í:; i :-:...._i '"�if:tus <le 11ucsrra ::;oci.t:-.J�tll · L.i Ltni versi<lac.l. v ESG-1Viaterial, �\u�va beiÍe, cua<len1v J. tdtno estas tres
Lo que para las iglesias en general vaile de un modo no citas del artículo de W. Kratz, Wege und Grenzen christlicher
28 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE RELEVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 29

Más dramático aún fue el acto simbólico del grupo La solidaridad teórica y prácvica con el movimienta
estudiantil cristiano de 1ucha en ia universidad Meiy1- general de protesta estudiantil llevó a estas comunidades
Gakuin en Japón. La primera barricada de la universidad y grupos cristianos de ·estudiantes a una actuación re­
se levantó en la iglesia de la universidad, desatando e! levante en una situación política conflictiva. La solidari­
conflicto geneml. Los estudiantes redactaron este mam­ dad hizo práctica su teoría teológica, conduciendo su fe
fiesto: a un testimonio existencial dispuesto al sacrificio. Mas
í-·i.1r i�su h,::n1os puesto eH Ju('.gu nuestra propia fe co1,1u prccisamcn�c db les condujo ,k: ,n," 1 o insoslayable a unci
protesta contra la dirección de la universidad y por eso he­ crisis de identidad, poniéndola en peligro también de ma­
mos levantado barricadas en nuestra iglesia, aunque sufri­ nera consciente, como lo demuestran 1a acción simbólica
mos con ello. Al hacer de nuestra iglesia un montón de japonesa de la destrucción de la capilla cristiana y el
escombros, queremos anunciar a la dirección universitaria «cargar con fa cruz» en una deteti�inada acción de re­
y a nuestros compañeros de estudio que el cristianismo Y
sistencia.
el culto se han convertid¿ en símbolos de absentismo y
desprecio de la humanidad. Quisiéramos hacer un verda­ Esta crisis de identidad tiene varios estratos. La pre
dero cristianismo en medio de esta tumultuosa lucha uni­ gunta sobre ·la condición cústiana de la entrega de sí mis­
versitaria obrando en común con nuestros compañeros... mo por solidaridad con otros en una determinada situa­
Dios no existe en esta iglesia, sino en las acciones vivien­ ción política no puede ser la de quienes están sentado.,
tes de un hombre en medio de la realización de las rela­ en sus, al parecer, seguras sillas de la Biblia, la tradición
ciones humanas. Quisiéramos que se entendiera nuestro y la iglesia y que lo único que saben hacer es famentarse,
modo de actuar como una pregunta, como ruego, por el moviendo la cabeza, ail ver cómo la juventud revoluciona­
que hemos expuesto toda nuestra existencia ... Esta es nues­ ria se aparta de todo aquello que para ellos es santo. De
tra cruz para los cristianos que estudiamos en la Meiyi­
ese modo se plantea farisaicamente la cuestión de lo «es­
Gakuin 10.
pecífico cristi;;no» de que tanto se habla y que no le ha­
Solidaritat. Beitrag zu einer aktuellen Diskussion in den Evange­ bría preocupdo ni al mismo Jesús. Nlás bien se tratc1
t1ischen Studentengemeiden, en Christliche Freiheit im Dienst am de la propia y persona:! identidad e integridad, pues todo
Menschen. Festschrift M. Niemoller zum 80. Geburtstag, 1972, vaciamiento de sí en la acción histórica representa una
199-202. La encuesta mundiall de Ia secretaría de la «World
Studenr Ghástian Federation» sobré la llamada polarización esuí aventura y e� nn camino hacia 1-a no identidad. Uno t<:­
sólo brevemente resumida en R. Lehtonen, The story of a storm. nuncia a aquel que era y que se sabía ser, encontrándose
An ecumenica!l ca,se study: Study Encouter 18/1 (1972). Cf. después del vaciamiento con un nuevo yo. La sentencia
sobre todo el problema también en L. Gilkey, How the church can
minister to the world without losing itself, New York 1964; R. escatológica de Jesús dice: «Quien quiera guardar su vi­
Ruether The church against itself, New York 1967. da, ·la perderá, pero el que la pierd(>, la encontrará». De
10 'Cf. T. Takao, An alliance of egoists: Japan Christian
QuaNerly (Fall 1969) 225 y U. Luz, ]apanische Studenten u_n� ahí ha sacado la antropología moderna una ley fundamen­
christlicher Glaube: EvTh J2 (1972) 70 ,ss. No es acertado eil JUl· tal para ila humanización del hombre, según dice fa es­
cio de P. Beyerhaus, Die gegenwartige Krise von Kirche und trofa de la canción del caballero en Schiller: «Y si no
T!y(.-',,,.: .. ¡,, kp.111: EMZ 11r107211,- «Se trata. de hecho, de
la ,reducción Je la teología a un humamsmo consecuente». Mas ,_:11tr.....:5<-i1-::; \1. \·icLt, j.atnás la ganar¿i_') .. ,_ 0chle11 ilarnó �t c:�­
bien representa una acción profética de ,tipo simbólico. to «el nacimiento de la :liber-tad desde el extrañamiento»,

j_
30 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE RELEVANCIA DE LA VIDA CRISTIANA 31

'f-:'12tfrc:11dung), considerando al idealismo come �m enor Qui?ás esto se expresarh mejor diciendo que con dlu
que cree que la idealidad, que por supuesto hunde sus está en juego su condición de diferente su otroriedad
raíces en el hómbre, puede vivirse en una subjetividad frente a aliados antiguos· y nuevos. La �olidaridad con
inmediata u. Sólo mediante la entrega a lo extraño, lo otros en acciones relevantes pierde su carácter creativo
desconocido y lo otro llega el hombre a sí mismo. Cuan­ cuando no se quiere ser diferente de los otiros. Aquel
do -los cristianos se entregan así en una situilción pO'lític2 «ser para los otros» (Bonhoeffer) de que tanto se habla,
conHictiva, renuncian de hecho a aquellas tradic10nes, ins­ pierde su sentido si ya no se es en absoluto diferente de
tituciones, perspectivas y sensaciones de fe, en las que otros, sino sólo satélites. Sólo el que se atreve a ser di-1
hasta entonces encontraron su identidad. Y entonces es ferente a ot-ros, puede preocuparse de «otros», de loÍ
necesario, como en cierta ocasión dijo Christoph Blum­ contrarío sólo está con sus iguales, y su ayuda a ellos no!
hardt, el «insistente ruego de que se le dé el espíritu de es relevante. Por eso hay que decir: «Como resultado\
la preservación». Es deci-r, confiando en >la identidad ocul­ del debate (político) sobre su organización, estas comu­
ta y garantizada con Cristo en Dios (Col 3, 3 ), es posible nidades se enfrentan a la cuestión teológica de su identi­
aquella entrega de sí mismo, la marcha hacia la no iden­ dad cristiana como comunidad» 13. Hay que tomar y con­
tid::id v la no reconocibfüdad, gue ni se aferra a vieias testar muv en serio esta cuestión. porque proviene no só­
fórmulas de identidad, ni echa mano, ·temeroso, de las de ,lo de las antiguas tradiciones e instituciones, de las que
aquellos con quienes lucha codo a codo. Esto significa dichas comunidades se han separado, sino también de
realmente, como decían los estudiantes japoneses -no aquellas otras con las que se han solidarizado. La identi­
discutamos si con razón o sin ella-, «cargar con su crnz» dad de que aquí se trata es la de la misma cosa creída,
siguiendo a aquel que renunció a su identidad divina y en virtud de la ouail individuos y grupos enteros se han
encontró su verdadera identidad en la oruz (FJp 2). lanzado al vaciamiento, da no identidad y la solidaridad
que va no se puede distinguir. Cuando una comunidad
Es indiscutible que ei cristiano debe poner en juego, sin cristiana se sabe empujada a despojarse de sí en deter­
contemplaciones, su propia identidad en el seguimiento de minadas acciones socia:les y políticas, tendrá que tener
su Señor cuando de lo que se trata es de ayudar al seme­ cuidado con no cambiar su identidad tradicional religioso­
iante que se encuentra en apuros. Cuestión aparte es, por ;-iolítica por otra nueva del mismo cuño, sino que debe
supuesto, cuáles son los límites que la comunidad cristiana procurar conservar su no identidad. De no hacerlo, una
tiene que admitir al querer unirse a otros grupos para iglesia que se entrega a un movimiento socio-pOilítico por
::iyudar conjuntamente al que se encuentra en apuros. En
esa cuestión se juc:ga no sólo la identidad del cristiano in­
ansia de identificación y de modo indiferenciado vuelve
dividual. sino la de !a comunidad cristiana, de su fe y de a convertirse en «religión de la sociedad». Es cierto que
su ethos 1�. entonces ya no es una religión conservadora, sino pro­
gresiva dentro de una sociedad quizás mejor y futura,
11 A. Gehlen, Über die Gehurt der Freibeit aur da Fntlrcm siguiendo a quienes critican políticamente a la antigu<i
,__:ting, en Studit:n zur _,rl, 1ÚJFc,p�úog�1.: i!lüÍ Soztolugu:, í �>05_, .:.:.:).2 0s,
1

especialmente, 244. i:¡


12 W. Kratz, o. c., 197. R. Thoma, citado por W. Kratz, o. c., 200.
LA CRISIS DE IDENTIDAD DE LA FE CRISTIANA 33
32 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE

dad es la situación de crisis de identidad, en la que uno


religión, para convertir en religión a su nueva política 14• se mete por vaciamiento y solidaridad relevantes. «El ata­
¿ Pero puede una comunidad o ig1esía cristiana convertirse que enseña a atender a fa palabra», dijo Lutero. Estos
en «religión polf.tica» de su sociedad actual o futura, sin asaltos pueden sufrirse pasivamente, donde, como reza la
olvidar al hombre crucificado de Nazaret y sin perder su canción de Lutero, el pecado, el infierno y fa muerte se
identidad en su cruz? Hablando simbólicamente hay que tragan al hombre y se hace problemática su existencia.
decir que la verdadera existencia cristiana, incluso en la Pero los ataques se padecen más bien activamente. «Ata­
mcj,ir Je Lts s(,cÍ c:cLdcs posibles, pu e Je <,e,Lu- baju L1 ques», propiamerne hablando, sólo los hay en la lLtcha,
cruz», probando su identidad con el Crucificado, única­ no durante la parada, a no ser que allí lo que a uno no
mente mediante el testimonio de la no identificación con Je deje en paz sea el sufrimiento de otros. Pero en la lu­
las exigencias e intereses de la sociedad. Los cristianos ch� se es combatido, porque uno mismo combate y_ en
serán extraños y apátridas en 1a «sociedad sin olases». cuanto que uno ataca es atacado. El que no combate,
Hay que respetar la diferencia en todas las solidaridades. normalmente t-.impoco es combatido. Apenas se atacará
Ella constituye la crítica a las solidaridades habituales al que por su parte no lo haga. Sólo cuando uno, con el
de las iglesias asentadas con la autoridad, la ley y el or­ conocimiento que tiene y lo consecuente que sea, sigue
den de ila sociedad. Pero también es la crítica a todm a Cristo en el camino del autodespojo hacia fo no identi­
los esfuerzos nuevos Je adhesión con las fuerzas demo­ dad, es cuando las contradicciones, los obstácuios y los
cráticas y socialistas. Por supuesto que no de da misma oponentes se 1le enfrentarán. Cuando uno s-.ile del círculo
manera, pues la cruz no hace del mundo una noche en de los que están de acuerdo con él en fa iglesia y fo apo­
la que todos los gatos son pardos, pero siempre impli­ yan, y se dirige al anonimato de los barrios pobres y
cará una crítica y un distanciamiento de las nuevas ido­ de las acciones pacíficas en una sociedad de «discordia
latrías y los totalitarismos de realidades y movimientos organizada», desde ese mismo momento será atacado in­
parciales en la historia. terior v exteriormente. Es entonces cuando llega insosla­
De estas rc1kxiones sobre 1os problemas políticos con­ yable�ente aquella crisis en que la identidad del asunto
cretos de la existencia oristiana se sigue que la identidad por el que él se interesa y se entrega se hace problemá­
madura sólo en el ámbito de fa no identidad, del vacia­ tica y madura para poder juzgarla. Estos ataques activo.;;
miento en lo otro v de la solidaridad con otros. No se enseñan hoy a :,t,�nder a 1a palabra de la cruzj
puede amarrar a sí ,misma, sino que se ha de manifest,ar
en el otro. En el extranjero es donde se pregunta por la
patria. En el extrañamiento se busca identidad. En el
odio se manifiesta amor y en la lucha, paz. Por tanto, el 2. La crisis de identidad de la fe cristiana
lugar en que se pregunta justificadamente por la identi- Si la identidad sólo se hace problemática y descerni­
ble en el ámbito de la no identidad, del mismo modo
H Así literalmente L. Feuerbach, Die Notwendigkeit einer tmede decirse que h relevancia se convierte en algo ac­
;r1:, .:,'
'-!-,_pfr1rt1.1 Je; l¡fc, lS-i2, en Y·Vcri�,, 11, � 1. Bolin.Jodl,, 196 ;,
c
219-: «Pues tenc:mos que hacer:nos de -nuevo religiosos ---la palí · �ua1 sólo a base de ia identidad experimentada y creída.
tica tiene que ser nuestra religión ...-».

t
34 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
LA CRISIS DE. IDENTIDAD DE LA FE CRISTIANA 35
Dondequiera que un asunto es identificable, se pregunta
confianza en fórmulas doctrinales exactas, rituales repe­
por su relevancia para otJro y por sus relaciones. Donde
tibles y pautas fijas de conducta moral.
se renum:ia a la identidad cristiana de la fe, sobra esta
A la pérdida de la fe y de su identidad por la caíd'<! en
cuestión. Entonces se es únicamente semejante, contem­
la incredulidad y en otra identidad corresponde precisa­
poráneo o del mismo partido respecto de otras institucio­
mente la pérdida de la fe y de su identidad en Cristo
nes y grupos, habiendo encontrado en ellos su identidad.
por la caída en el ,raquitismo de fe y el miedo. El peiligro
Pero donde se reafirma la identidad cristiana de la fe,
de la poca fe existe- nrnndo ésta comienz:i 1 n•nrir en sí
hay '-Jllt: 1:;·:::·��llílLr1r ¡_1ur .su _relcvancla.
misma· ,por querer aferrarse y echar mano de seguridade�
¿Dónde radica esta identidad de '1a fe cristiana? En v garantías. Con ello se desentiende de aquel que le ha
lo exterior se puede remitir a que se es miembro de una prometido apoyo, c<,rrompiéndose en ,su propia manipu­
igJesia. Pero esto no lleva muy lejos, no hace más que lación. La poca fe hace su aparición la mayoría de las
desplazar el problema, pues es la misma identidad cris­ veces con el ropaje de 1a ortodoxia que se siente amena­
tiang de la iglesia la que se ruestiona a base de su con­ zada y que, por lo mismo, es especialmente rígida. Hace
figuración determinada por otros muchos intereses. Se
su aparición allí donde, .para combatir :la inmoralidad de
puede ,remitir a la profesión de fe. Mas la repetición de i¡
fa época presente, se cambia el evangelio del amor crea­
las fórmulas del símbolo apostólico tampoco garantiza la
tivo para con los abandonados por la ley de la pretendida
identidad cristiana, sino, en tal caso, 1a comunión con los
moni.il cristiana y por derecho pena·). La poca fe quiere
padres y la tradición. Se puede llamar la atención sobre
asegurarse y protegerse a sí misma, porque está poseída
determinadas experiencias de la vocación, conversión y
por el miedo. Quiere proteger sus «bienes más santos»:
perdón en la propia vida. Pero tampoco ellas garantizan
Dios, Cristo, la doctrina de la fe y fa moral, porque a
la identidad como cristiano, sino que, en el mejor de :los
todas luces ya no cree que sean lo suficientemente fuer­
casos, remiten a aquel a quien en tales experiencias se
tes como para mantenerse a sí mismos. Cuando la «relí­
ha empezado a creer. En definitiva no se cree en su fe,
oién del miedo,, se iatro<luce en la iglesia cristtana, tiene
sino q�e en sus experiencias de fe y en sus decisiones se
lugar la vi01lación y asfixia de la fe por parte de aquellos
cree a otro que es más que fa propia fe. Identidad cris­
que se consideran sus mejores defensores. En �ugar de
tiana únicamente puede comprenderse como acto de iden­
confianza y libertad se expanden angustia y apatía. Esto
tificación con e-1 Cristo crucificado, porque y en la me­
tiene trascendentales consecuencias para las posturas de
dida en que '1a ¡proclamación lo ha alcanzado a uno, de
iglesia, fe y teología frente a fos nuevos problemas de la
modo que en él Dios se ha identificado con los sin Dios
historia. «¿Por qué se cierra la iglesia ante el desarrollo
y los por éil abandonados, entre los que uno se cuenta. rultura:1?», preguntaba R. Rothe, cuyo pathos mesiánico
Si este doble acontecimiento de identificación constituye por la edad nueva no tenemos por qué discutir aquí:
el suceso en que surge la identidad cristiana, resulta cla­
ro que la identidad de la fe cristiana no se -puede consta­
¡Ah! lo escribo con rubor: por miedo en pro de la fe en
tar en ella misma, ni que tal identidad se pueda asegurar Cristo. )vfc r�irecr' rnt:y origina! 11na fe �_':") (:risto que
contra el COfül"LJ:e 1iesgo de perderla porne11Jo toda la puede temer por sí misma y su Cristo! Para mí eso no es
36 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
LA CRISIS DE ID"l':NTIDAD DE LA FE CRISTIANA 37

fe, sino poca-fe. Y ésta es precisamente la consecuencia


Je J'.]\ ,ella incredulid11d cu �1 ":�rdadero y efectivo sefiorfr, guimiento. P,,csto que las situaciones se han hecho tan
sobre el mundo por parte del Salvador, siendo psicológica­ complicadas y tan inse�ra la propia identidad, se quisie­
mente posible tal miedo únicamente en esa incredulidad 16. ra cortar el nudo gordiano con la simple decisión que ju­
!!aría el papel de la espada de Alejandro. Se insiste, con­
Hoy están en peligro de caer en esta poca fe los ctis �ecuentemente, en la división de la iglesia en la verdadera
tianos, iglesias y teologías obsesionados con el pathos de «iglesia de Jesús» y en la de «Barrabás», mala y politiza­
la verJad<:'.ra Íc, <lt: la Joctrina purd y cic: la moral cristiana da, o en la verdadera «iglesia <le Alana», que sólo se
distinta claramente de lo extraño. Entonces se encierran preocupa de oír fa palabra del Señor, y ila de «Marta>,
defensivamente en el propio círculo, llamándose, con ter­ que se ocupa inútilmente de lo socia!l. Se manejan imá­
minología apocalíptica, el «pequeño rebaño» o el «resto genes simplistas de amigo-enemigo, ch::mdo mano, es lo
fiel», entregando al mundo de fuera a la impiedad y de­ más fácil, de los impíos comunistas, se pide que por fin
senfreno que ellos mismos lamentan. Se quejan, por con­ se tome la decisión definitiva y vuelvan a verse claras las
siguiente, de la asimilación del cristianismo a la sociedad cosas. Se quiere pasar de la situación misional de la
secularizada, apartada de los «dorados tiempos antiguos», «iglesia abierta» a fa apocalíptica de la «iglesia cerrada».
recriminando la pérdida de indentidad de aquellos que Se hace presente el cansancio de continuar la situación
se sumergen teológica y prácticamente en los conflictos abierta del diálogo y la cooperación con otros, en la que
de esta sociedad, cooperando con otros a su solución. Pe­ las fronteras son siempre difusas, y se busca la hora
ro ellos mismos caen por esta reacción en el peligro de la definitiva en que sólo vaile el «sí» o el «no».
pérdida de identidad debido a la acomodación pasiva. En esta apocalíptica poscristiana, legail, el presente se
1

Aceptan el creciente aislamiento de la iglesia que hace convierte en -tiempo de la gran separación: el mundo se
de ella una secta carente de importancia, al margen de la hunde en el homicidio espiritual de los impíos, en la
sociedad, favoreciéndolo incluso por rn cerrazón sectaria. muerte �¡�(,mica. en b rrovocada en 1:i juventud por el
Síntomas del crecimiento de rnl mentalidad sectaria -son hashish o en la autodestrucción ecológica. Esta es al
hoy 1a conservación de la tradición sin crearla simultánea­ mismo tiempo la hora en que '1a verdadera iglesia deberá
mente, biblicismo sin predicación liberadora, creciente emerger como lugar visible de salvación en medio de la
desgana para hacer nuevas experienci::is con el evangelio catástrofe: «;Iviarchemos al último combate!». No hay
y la fe, así como el lenguaje hiriente de tipo zelote y el por qué negar que en el nuevo testamento hay tales vi­
comportamiento militante en las disputas intraeclesia­ siones respecto del futuro y que las crisis de la historia
les 16• Entonces a la propia insignificancia creciente y al pueden desembocar en un fin crítico de esa índole. Pero
no comprender al mundo se le llama la «oruz» que hay1
en ninguna parte del nuevo testamento es el «fin de'
que llevar, calificando su propio desaliento rígido de se- mundo» el que trae la segunda venida de Cristo, sino al
contrario: la segunda venida de Cristo realiza para e:
15 R. Rothe, Vortrage, 1886, 21. mundo el fin de la calamidad v la persecución. Falsa­
!H -1 ;\Ter:--:, (J':::flihr!/ch::: llfl_.- , ·._!::. Er.: ,- nzerttng. Z'--,l
-;:

Prasenz der Kirche in der Gesellschaft: Publik 41 (1970) 23.


1
mente Jee los «signos de fos tiempos» quien lo haga con
1

los ojos de su propio miedo existencial. Si es que pueden


38 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
LA CRISIS DE IDENTIDAD DE LA FE CRISTIANA 39

leerse. sólo puede hacerse con los ojos de h esperanza en de .las almas y aquellos que ponen tal esencia en la a.ccióc
el futuro de Cristo. De lo contrario, las ex;plícaciones apo­ social para la salvación y liberación de la vida rea1. Pero
calípticas del tiempo se parecerían a fos intentos nihilistas desde el punto de ví,sta cristiano no hay alternativa alguna
de los «demonios» de Dostoyevski, que quieren destruir entre evangelización y humanización. Ni ia hay entre con­
el mundo para obligar a Dios a intervenir, considerando versión interior y cambio de las relaciones y situaciones.
creador incluso al caos por motivos románticos. Pero esto Ni existe entre la llamada dimensión vertical de fa fe y
nada cicne )d c1ue ver con la cruz como horiz01He del la oración y la dimensión que se denomina horizontal
mundo, pues aquella cruz es el signo de la unidad del que radica en el amor al prójimo y el cambio ,político. No
amor a Dios y del amor ail mundo, al que Dios, según hay alternMiva que valga entre jesu logfa y cristo-logfa,
0

Juan 3, 16, tanto lo <<ha amado que le dio a su unigé­ entre la humanidad y .J.a divinidad de Jesús. Ambas coin­
nito». ciden en su muerte de cruz. Cualquiera que las separe,
A la pérdida ,propia de ,la ·fe cristiana por una asimila­ que erija alternativas y pida separación, ese tal divide la
ción acrítica corresponde la pérdida de la fe cristiana a �nidad de Dios y hombre en la persona, en el seguimiento
causa de hacerse un gueto sin autocrítica. A la caída en la y en el futuro de Cri,sto.
incredulidad corresponde la caída en la poca fe y en la su­ No menos ahsnrdas son estas a1ternativa5 desde e!
perstición. Lo mucho que ambas se corresponden, lo punto de vista de fa práctica. La evangelización tendría
muestra la fijación de la discusión intracristiana y que que llevar o a la crisis de relevanci-a o, irremisiblemente,
desemboca en falsas ,alternativas. Cuanto más pasan .las al compromiso en ,los problemas sociales y políticos de la
comunidades de estudiantes al cristianismo político y a
sociedad. Se empieza con el anuncio, pero luego se enfren­
sus luchas de liberación, comprendiéndose a sí mismas
ta uno con las cues·tiones de la organización de fa comu­
como parte de tal movimiento, tanto más espacio dejan ��
nidad, de fa educación de los hijos y del trabajo con en­
la piedad personal y a la sensibilidad existencial en busca
fermos y pobres. La humanización Je las realidades con­
deÍ sentido de la vida, dejando este campo a Jos grupos
también de estudiantes, pero políticamente conservado­ duce o a la crisis de identidad o, insoslayablemente, a la
res o apolíticos. La tensión entre identidad en 1a fe y evangelización y cuidado pastoral. Se comienza con la me -
solídaridad e:1 l::i acción resulta ya insoportable por am­ jora de fas condiciones -sociales en los barrios miserables
bas ipatres. Aparecen polarizaciones que despedazan esa y con la ,liberación de la opresión política, pero a renglón
tensión cristiana productiva. Estudiantes piadosos y hom­ seguido se ve uno ante la cuestión de cómo pueden salir
bres religiosos no protestian. Por eso los estiman las de su apatía interna los humillados y oprimidos, ganando
fuerzas políticas conservadoras. Los estudiantes que pro­ una nueva confianza en sí mismos, es decir, se ve uno
testan y Ja gente comprometida política y críticamente confrontado con el modo de cómo se puede despertar fo
no quieren ya, en la mayoría de los casos, saber nada de y cómo superar espiritualmente los esquemas de esclavi­
la fe ni de la piedad cristiana. En muohas iglesias cristia­ tud que se han interiorizado. Cierto que cada uno no de
nas han surgido par<:.'.cidas polarizaciones emre ios que ven be hacer todo al mismo tiempo, pero si que cada uno
la esencia de ila iglesia en la evangelización y 1a salvación tiene que reconocer los otros carismas en el cuerpo de
40 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE IDENTIDAD DE LA FE CRISTIANA 41

Cr1sLi _ h necesidad del trabajo de los que conciben su coincide,1eia de la modificación de las circunstancias y de
cristianismo como una lucha contra la miseria. la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse
Los unos dicen: «Cambiaos a vosotros mismos y se racionalmente como praxis revolucionaria.
cambiarán vuestras situaciones». El reino de Dios y de la
libertad debe referirse únicamente a personas. Desgra­ Lo dicho vale para toda praxis histórica que se preo­
ciadamente la realidad no les da la razón. Capitalismo, ra­ cupa de la liberación. Sí con el título «Cristo» lo que se
cismo y tecnocracia inhumana s1guen desarrollándose ,,rn quiere defr· E, '.".1 salvador y libertador, entonces la praxis
parar. Las causas de la miseria no radican ya sólo en las «cristiana» sólo puede ser tal dirigiéndose a la ,libera­
posturas íntimas de los hombres, sino que hace mucho ción del hombre de su falta de humanidad. Por eso vale
que se han institucionalizado. para esta praxis la «coincidencia» del cambio de las si­
Los otros dicen: «Cambiad las situaciones y se cam­ tuaciones y de la actividad humana -como cambio de sí
biarán también con ellas fos hombres». El reino de Dios mismo en una medida eminente. La alternativa entre el
y de la libertad se las tiene que ver primero con las situa­ surgimiento de la fe en el corazón y el cambio de fas si­
ciones y fas estructuras. Desgraciadamente los hombres tuaciones impías del que se comporta como un monsttuo
no les dan la razón Crisis matrimoniales, dependencia de es por lo mismo falsa e impedidora tanto de fo uno como
las drogas, suicidio y alcoholismo siguen avanzando. Pue­ de lo utru, puc:s se trata de una alternativa paralizante
den desmontarse las estructuras que hacen infelices a los El verdadero frente de la liberación de Cristo corre no
hombres, pero con ello no se da automáticamente una entre a,lmas y cuerpo o persona y estructuras, sino, por
garantía de felicidad para el hombre. una parte, entre las ,potestades del mundo que pasa y
Por tanto hay que hacer ambas cosas a la vez. Un que se precipita a perecer y, por otra, entre las fuerzas del·
cambio personal, interno, sin el de las situaciones y estruc­ espíritu y del futuro. Las experiencias interiores del es­
curn, E, un2 ih1sión ide2lista: ,0rno si d homhre fuern píritu en libertad de fe, certeza y oración son tan antici­
sólo alma y no cuerpo al mismo tiempo. Cambio de fas padura� cid i Ltturo de Cristv y <le Li criatura liberada co­
realidades externas sin renovación interna es una ilusión mo lo son la apertura de un gueto, la curación de un en­
materialista; como si el hombre fuera exclusivamente un fermo, la consecución de un nuevo derecho o una rebe­
producto de sus condicionamientos sociales y nada más. lión liberadora con éxito. A una dimensión horizontal· de�
La discusión de la praxis cristiana no puede caer detrás amor político no se le opone una dimensión vertícaI de
del nivel de fo tercera tesis de K. Marx sobre Feuer­ la fe, sino que las fuerzas de la nueva creación que se
bach: aproxima se encuentran en lucha en todos los terrenos
con los poderes de un nuevo esquema del mundo que lle­
La Joctrina materialista de que los hombres son producto va a la muerte. En Cristo se han hecho uno Dios y el
de las circunstancias y de la educación, y de que, por tan­ prójimo y lo que Dios ha unido, que no lo separe el hom­
to, los hombres modificados son producto de circunstan­ bre, y menos todavía el teólogo 17.
··,.,,, ,1;stintas y ,le una echc�ci<'n distinta. olvida que fas
circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hom­ 17 Con esta tesis no se dice que Dios sea el prójimo y que
bres y que el propio educador necesita ser educado... La éste sea Dios. La afirmación dtil ritsohilianismo vulgar protestante
42 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE LA CRISIS DE IDENTIDAD DE LA FE CRISTIANA 43

La teología cristiana encuentra su identidad de tal en cad0,,. Y es extrañado frente a la sa:l�iduría, /la piedad y
la cruz de Cristo. La existencia cristiana encuentlra su la política de poder de su sociedad. El Crucificado se
identidad cristiana en el doble suceso de identificación hizo hermano de los despreciados, abandonados y opri­
con el Crucificado. Su cruz separa la fe de la incredulidad midos. La fraternidad con sus «thevmanos más ,pequeños»
y, todavía más, de la superstición. La identificación con pertenece por ello necesariamente a la fraternidad de
el Crucificado ext,raña al creyente de las religiones e ideo­ Cristo y a la identificación con él. Por consiguiente, la
LlgÍas de: la alienación, Ji: ia ,, religión del miedo» y de ceologfa cristiana tiene que ser pensada en y con este
las ideologías de la venganza. La teología cristiana en­ pueblo. Entonces es cuando se la µodrá llamar teología
cuenta su relevancia en la esperanza probada .a fondo y «actual», cuando piense en ilos sufrimientos de este tiem­
practicada de cara al reino del Crucificado, padeciendo po, concretamente hablando, en y con los sufrientes de
ella con e!l «sufrimiento de este tiempo» y apropiándose esta sociedad. El mencionado identity-involvement-dilem­ (
el grito de fa criatura atormentada, referido a Dios y a ma de la e:iástencia c-ristiana hoy no es ya, ,por lo mismo,
la libertad 18. Jesús fue locura para los sabios y escándalo dilema, sino la insoslayable tensión de la fe cristiana. ,
para los piadosos, así como un perturbador para los po­ Identificación cristiana con el Crucificado quiere decir )
derosos. Por eso lo crucificaron. Pablo dijo que para sdlidaridad con e-1 sufrirniemo de los pobres y la miseria
q::ien se identifica con Jesús, el mundo le está «crucifi- de ilos oprimidos y de tlos opresores. Por otra parte, ta� )
solidaridad, cuando se roma en serio, sin reservas ni egoís­
de que en el cristianismo el amor aJ prójimo sustituye al amor mos, es siempre por sí misma ya una identificación con
de Dios y que la moral sustituye a la religión, corrompe a la
moral privada y pública, haciéndola esclava, atormentada y avi­ aquel Crucificado, que «se hizo pobre para enriquecer a
nagrada. Si para Pal:Jlo, como dice L. Kiiremann (Gottesdienst im muchos» (2 Cor 8, 9). En la medida en que la identifi­
Alltag der Welt, en Exegetische Versuche und Besinnungen II, cación cristiana con el Crucificado extraña de los auto­
1964, 201), «la doottina sobre el culto necesariamente coincide
c0n la 'ética' cristiana>>, esto �i�nific-a no sobmente qut� '-·1 ctdto ma fr;mos v de ,las cosas que se t0m1n como indiscutible·,
se hace ético, sino, en la misma medida y a la inversa, que la ética de este mnndo alienado, en esa medida tal solidaridad
se hace fiesta de la vida, como corresponde al símbdlo de fa boda lleva necesariamente a ,los creyentes a la solidaridad con
para la vida de Jesús en la proximidad del reino de Dios y a la
«libertad de los hijos de Dios» en el seguimiento de la cruz, los desterrados de este mundo, con los deshumanizados
conforme a Pablo. Si fa separación de la re!lación con Dios y e! y los monstruos. Y al revés, tal solidaridad se hace ra­
pro¡1mo está verdaderamente s1.11perada, entonces tampoco puede
convertirse !la ética en religión. En fa fiesta escatológica de la dical sólo cuando sigue ,los ,pasos de la identificación del
nueva vida el etícismo de K¡mt y Ri-tschl ,representa también una Crucificado con esos abandonados, acepta el sufrimiento
parcia'Jidad y un retroceso. Si a Dios, según los profetas, le dis­ cd amor creador y no corre alocada tras llos propios sue­
gusta el griterío de los cantos y el olor de los sacrificios, le fas­
tidia todavía más '1a mala conciencia que van sembrando los mo­ ños de omnipotencia en un futuro ilusorio.
ralistas cristianos, y el atormentado amor al prójimo. Tal amor Hemos didho que fa crisis de relevancia y ·la de iden­
sin alegría ,por y con el prójimo en Dios es una débil cosa. Cf. tidád se-complementan. Donae se da ideñtiaacf; la--re­
mi tratado Sobre la libertad, la alegría y el ;uego, Salamanca
1972. \':vancfa �e haceprobfemática Ahora Podemos precisar
:, rJ. E. Kasemann, Dcr ¿,,,:,·,Jicr1Stiiche Schrei 1tt1c/J /·ú··
1.:',La do6ie crisis que afecta a la ±e cnsüana, de modo que
heit, en Paulinische Perspektiven, 1969, 211-.36, y La llamada
· de
·
l'a libert(ld, Salamanca 1974. -;..: vea que cada una de ellas es sólo el reverso de 'la otrn

- --=- - -��� ��
� � �
�--
LA REVELACION EN LA CONTRADICCION Y EL CONOCIMIENTO... 45
44 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE

general decía: «Lo igual se asocia gustosamente a lo


y que, por lo :11:smo, :imbas pueden reducirse ,1 _,in Cú · 1gual», como expuso Aris-tóteles en la Etica a Nzcómaco.
rñún derioininador: ta teología cristiana es teología d,· Los que son iguales, o al. menos parecidos, se comprenden
-·tacfoz, s1 es que, en cuanto teología cristiana, se la pue­ sobre la base de sus cosas en común y se apoyan mutua­
de identifirnr mirando a Cristo. Pero la teología de la mente. También fas sociedades cristianas viven de este
cruz es una teoría crítico-liberadora de Dios y del hom­ principio. Si es verdad que la iglesia cristiana representa
bre. En el seguimiento del Crucificado la existencia cris­ b religión de una sociectacL no lo es meno� q11e, al mis­
tiana es una pú1xis que cambia al hombre mismo y a las mo tiempo, representa de modo simbólico y ritual la�
•situaciones. En ese sentido la tedlogía de rla cruz es un.1 funciones de integración y homogeneidad en esta socie­
teoría práctica. dad. Pero si la existencia cristiana de un individuo o
de una iglesia se identifica con el Crucificado, se extrafü
3. La revelación en la contradicción y el conocimiento a sí misma de estos principios de igualdad y semejanza
dialéctico de :Ja sociedad. A medida que, por una parte, el círculo
de correspondencia exterior del «mundo cristiano» va
Una de las dificultades esenciales de la existencia cris­ cayendo y haciéndose «otra» la sociedad, tanto más va
tiana en el mundo de hoy consiste indudablemente en ¡,cr<liendo su fuerza el pensamiento y la actuacÍÓll ana­
la incapacidad para la identidad en el otro, el extraño, e: lógicos. Entonces, por una y otra razón, :hay que pasar a
contradictor. Tal incapacidad lleva a la asimilación, po: un pensamiento y existencia dialécticos, reconociendo y
una parte v a la mentalidad sectaria, por otra. Miradü representando la propia identidad en el otro y en el ex­
psicológic��ente, la falta de sensibi,lidad para d otro y traño.
para descubrir el propio perfil en él y con él es, sin duda, Al principio social mencionado: «Lo igual se asocia
un signo de la debilidad del yo. Ya no se aguanta la pro­ gustosamente a lo igual», corresponde en eil terreno del
nía condición de extraño frente a otros, refup:iánd.osc en )'.i•JLÍi�-1:cntu tcóri...:o Lt 0cnten�ia p,latórüca: -:;,Lo iguai
�l círculo de ,los que piensan como él, o se renuncia J sólo es reconocido por lo igual» (similis a simili cognosci­
la extrañeza que sus-cita la existencia crístiana, acomo­ tur) 20. El conocimiento acontece mediante la analogía,
dándose a aquellos de quienes se es,pera reconocimiento
y apoyo. Todo el tiempo que la ig1esía vivió en un «mun­
do cristiano», pudo contar con correspondencias cuhura­
20 Este principio fundamental se remonta a Empédocles·
«De modo que lo dulce echó mano de lo dulce, lo amargo con-ió
les, sociales y políticas y, al revés, pudo crear tales co­ hacia lo amargo, lo ácido a lo ácido, lo caliente se derramó sobre
rrespondencias mediante el cumplimiento de intereses so lo caliente. Ella eleva el fuego hacía arriba, que quería acercarse
a lo igual» {fragm. 99, 100; cf. W. Capelie, Die Vorsolaatiker,
ciales. Iglesia y sociedad vivían en «círculos concéntti­ 1958, 217 s). Según Teofrasto (Von der Sinneswahrnehmung 1.
cos», que se apoyaban mutuamente en reciprocidades y Sobre la percepción dcl sentido) «Parménides, Empédocles, Pla
correspondencias 19• El principio comunitario válido en tón ... (hacen) surgir la percepción del sentido a base de lo igual»:
«Pues con la tierra (en nosotros) vemos fa tierra, con el agua, el
agua. con el aire, el aire divino. v con el fuego, p] foe_;::0 d-:,tmc­
t�l Asi todavía ;--.� i�ar<.h, L)u: K.:rL¿l' tli/1.i j:_:, .L--u:/1,., !, � LJ26) 1 ,�-r, ron d amor, d amor, la ciisputa, con la rn,te dispurn;, \.Em­
en Theologie und die Kirche, 1928, 364 ss, y Christengemeim!c pédocles fragm. 158; cf. W. Capelle, o. c., 236). Aristóteles, Me-
und Biirgergemeinde, 1946.
46 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
LA REVELACION EN. LA CONTRADICCION y EL CONOCIMIENTO •.. 47

pro�ede del campo de Ia medicina, se debe a Hipócrate3


siendo siempre un re-conocer. Si la iguaildad se compren­ v dice: «Contraria contrariis curantur» 21, o como for­
de estricta:men[e, el conocer sucede como anámnesis en muló Schelling: «Todo ser puede manifestarse sólo en
un círculo cer·rado. Si se amplía al terreno de ilas seme­ su contrario. El amor, únicamente en el odio la unidad
janzas en lo distinto, el conocimiento puede converthse �nicamente_ en fa disputa» . Aplicado a la t;ología cris�
en un círculo abierto de aprendizaje, rpudiendo apercibir
22

ttana, qmere decir que Dios se manifiesta como «Dios»


cosas nuevas y siendo ,posible el progreso. Desde muy sólo en sus contrarios, en la impiedad y el abandono por
pronto asimiló h tf'.nlogfa cristiana eil principio de cono­ �u parre. O dicho en c:oncreto; Dios se revela en •la cruz
ómiento teórico de la escuela platónica, introduciendo el del Cristo abandonado de Dios. Su gracia se revela en
principio de analogía en su doctrina sobre el conocimien los pec�dores. Su justicia se manifiesta en los injustos y
to de Dios, sea que el Dios invisible es conocido en sm desprovistos de derechos y su elección gratuita en los
correspondencias en la ordenación de la creación o en las condenados. El principio teórico de conocimiento de la
acciones de lla his,toria que a él remiten, sea que Dios teología de 1la cruz sólo rpuede consistir en éste de cuño
en su auto-revelación sólo es �onocido en el espíritu san­ dialéctico: la div•inidad de Dios se revela en la paradoj i,
to de Dios. Si se entiende bien el principio fundamenta! de la cruz. Es entonces cuando se hace más comprensible
de igualdad, entonces Dios sólo es conocido ,por Dios. el camino de Jesús: no fueron los piadosos, sino los pe-
Pero si lo igual es cmrncido de este modo sólo por lo
igual, entonces es imposible una revelación en io otro,
que no sea Dios, y en Jo extraño, que no sea divino. Se­ TTAPOIMIQN rfJ\J\OrH, Gilberto Gognato collectore et
mterp�ete, quas Er�mus \n suas Chlliadas non retuli-t, en: Id.,
21

gún ello también un Dios puede dominar sólo sobre lo


.

Eras?71t R<?tero4am1 Adagwmn:z chili�des quatuor, Basileae, ex


semejante, es decir, sobre otros dioses, y no sobre hom­ officma ep1scop1ana, per Euseb1um Ep1scopum et Nicolai Fr. hae­
bres y fieras. Si Io igual sólo ,por lo igual es conocido, redes, 1574,_ 431 B: «C�ntraria contrariis pelluntur: Gregorius
Theol�s hb. 2_ Sententmarum: _ id est: Contrariis rnam pellitur
el hijo de Dios tendría que haberse quedado en el cielo, cont:armm. Hommum demde sermone vulgatum. Blasíns Hollerius
poryue en rca!liJad c., :rrccunocible '.l lo tc:-��!10. rn _Iitp¡:>ocrai¿s ltbrnm l,?e nacura hominis, in tine: Sic cmm cu­
El principio analógico de conocimiento se hace par­ rat1o�em optime praescnbet et adhíbebit, iis videlicet auxiliorum
g�nenbus, q_uae per contrariam morbis (id enim axioma est me­
cial, si no se le amplía con el ,principio dialéctico. Este
1

�orum umversale) facuí1tatem vincant. Hieremi<as Triverus in


pnmu� Hipp_ocratis aprhorismum: Nam quod contrarium curetur
con�rano, ant1_9.uum est et apud omnes in contesso. Hinc Gallis
tafísica II, 4, 1000 b 5, dice, a¡poyándose en Empédocles: «El est 1:11 proverb11s: C ntre pechie est :'ertu medicine. Id enim prius
conocimiento de lo igual se rea:liza por lo igual» trad!•t um est ab H1ppocrate de flatrbus: Contraria contrariis re­
(fi 6E yvwcris TOÜ 6µolov T� oµoícp).
_o

medio esse. Therapeuticae autem medicinae communissimus sco­


Goenhe aplicó la frase a la poesía: l?US est: T� evavría Twv évavTÍwv iáµaTa: Contraria contra­
«Si el ojo no fuera semejante al sol, norum med1camenta». Esta referencia se 1a debo al doctor W.
cómo iba a poder verlo. Werbeck, Tübingen.
Si en nosotros no estuviera de Dios la propia fuerza, �. F. W. J. Schelling, Über das Wesen der menschlichen
cómo iba a anraernos lo divino». F�ezh7tt (18�9), _Recla?J 8913_- 15, 89. También E. Bloch, Tübinger
Cf. ,también A. Sohneider, Der Gedanke der Erkenntnis de:; Emlettung. m dte Phzlosophze II, 1964, 16, pregunta «si única­
G!eichen durch Gleirhe, in antiker und patristischer Zeit, en ;--::l:n re lo '!gu,1-l p:te�L::· l...\))·rq_�r•_r;J\...T :1 r..... íguaJ �iJ \;Í e\,';.:!_· rl, Jo
AbhanáLungen :1..ur (H.:.H,/Jtchte dt'r JYhtlosuphu.: \.te:. ,�·iL-tic!a!ters. cliíerente sería más a propósito para ello».
Festschrift CI. Baeumker, 1923, 65-76.
Ú 1 ")
48 IDENTIDAD Y RELEVANCIA DE LA FE
L,\ llEVELACION EN LA CONTRADICCION Y EL CONOCIMIENTO .•. 49

cadores, los que lo reconocieron, no los justos, sino lo,


trae el cielo a la tierra de :los abandonaclos de Dios
injnstos, porque fo que él reveló en ellos fue el derechCI
abriendo el cielo a los impíos.
divino de la gracia y el reino. Reveló su identidad en
aquellos que habían ,perdido la suya: en los indefensos, La teología de la croz tiene que empezar, por tanto
con ila contradicción, sin construir sobre corresponden'.
enfermos, rechazados y despreciados, y se reconoce como
cias prematuras. Su dialéctica en el conocimiento de Dio5
hijo del hombre en quienes han sido privados de su hu­
tiene trascendentales consecuencias críticas para el teís-
manidad 23. La teología paulina de la cruz en su doctrina
1- 10 re1igloso ',.rl�cn �e en el cri�;tian iirno. Tiene: consecuen.
r

de L juc;riftcación resulta '.'.monees más clara: Dios jus


cías críticas ,para los elementos constitutivos de la co­
tífica en su revelación en ila cruz a '1os impíos y única.
munión .cristiana. Si un ser sólo se revela en su contra
mente a ellos (E. Kasemann). Uno mismo tiene que ha­
rio, Ia iglesia del Crucificado no puede consistir en un
cerse impío y echar de sí toda autodivinización o seme­
janza con Dios, para reconocer a'l Dios que se revela en conjunto de iguales, que se confirman mutuamente sino
el Crucificado. Hay que prescindir de toda autojustifica­ que tie�1e que estar constituida por desiguales. «Lo' igual
cíón, si es que se reconoce la ,revelación de la justicia de se asaeta gustosamente a lo igual», según Aristóteles en
Dios en los injustos, entre los que uno mismo se cuenta. la philía politiké. El principio de reunión del Crucificado
El principio dia,léctico de la «revelación en :lo contrario» es, sin embargo, la asociación a los otros v la solidaridad
no sustituye a:l principio analógico: «lo igua1l sólo es re­ con quienes se convirtieron en ext:raños v se han hecho
conocido por lo igual», sino que, en último término, lo otros. Su fuerza. no es el amor amigo hacia lo igual y
hace posible. En cuanto que Dios se manifiesta en su lo bello (philía), sino el amor creador a lo otro, lo ex­
contrario, puede ser reconocido por !los impíos y aban­ traño� lo feo (agápe). Su principio jurídico no es la igua1-
donados ,por él, siendo precisamente este conocer el que dad, smo '1a justificación de fo otro (Hegel), el creador
los lleva a fa correspondencia con Dios e incluso, como volver-al-derecho a los injustos y el reconocimiento de
dice 1 fo 3, 2, a iia esperanza de 11e_p-ar a ser semejantes los derechos a los privados de ellos. L1 iglesia del Cru­
a Dios. Pero esa dialéctica es la base y el comienzo de cificado no se µuede, por consiguiente, asi�ilar a lo otro
la analogía. Sin la revelación en lo contrario no pueden a lo extraño. Ni se puede encerrar en el gueto social ant�
llegar a ser correspondientes las cosas que se contradicen. lo extraño, sino que por razón de su identidad en el
Sí se siguiera parcialmente el principio de la igualdad Crucificado tiene que revelarse y revelado en lo otro y
habría que esbozar una theologia gloriae para el cielo. lo extraño precisamente en el seguimiento. De lo con­
Sólo el conocimiento dialéctico de Dios en su contrnrio rrario, ni corresponde a aquel a quien ella apela, ni a
a_quellos en quienes él se reveló. En la configuración prác-­
tlca de su comunión con otros, y sólo en ella, puede tes­
tificar al Crucificado, viviendo esa justificación de los
.23 E. Peterson, ¿Qué es el hombre?, en Tratados teol6gicos impíos en la que ella cree y de la que también vive. En
Madrid 1966, 109: «Cristo se llama a sí mismo 'hijo del hom­
bre' porque ha trascendido al hombre. El 'lujo del hombre' es el círculo de los piadosos es difícil hablar de Dios, mien­
,1LF�c1 qL•r· c·:/il'Mdc en las �nL ,- :l,', j,,, 1c lo-� hombr-::.-s, ('<H
0
1

¡rn:-; e¡ uc co;; '.,.,, ,illpÍOs se siente uno libre para hacerlo,


gando con elias».
dijo una vez Bonboeffer.
2 LA CRUZ ARRELIGIOSA EN LA IGLESIA 51

La resistencia de la cruz 1. T.a crt1z an·p[igiosa en la ;glesia

contra sus explicaciones Puede decirse con ·razón que el cristianismo es


«la religión de la cruz»: «Religión de la cruz, sólo tú
reuniste en una corona la doble palma de la humildad y
la fuerza al mismo tiempo» (Schiller). Goethe dijo que
1:"l cri:::,tian!smn C".l8 L1 <<Ú!tim:i religión-.> �c,rquc es 'lo id­
timo y supremo a que la humanidad podía y tenía que
llegar; sólo el cristianismo nos ha descubierto «la pro
Si cuando fos arqueólogos excavan un ,lugar de culto fundidad divina del sufomiento» 2. Pero ¿qué significado
en las arenas del desierto, encuentran allí el signo de la encierran estas afirmaciones? No cristianos v ateos re­
cruz, pueden estar bastante �eguros de que se trata de conocen esto con frecuencia mejor qu� cri;tianos reli­
una iglesia cristiana. También hoy vemos que en las igle­ giosos, pues les e:xstraña y les repele Ven fa cruz en su
sias cristianas la cruz es el símbolo central. El crucifijo dureza e impiedad profanas, por no aceptar las explica­
atrae hacia sí ias miradas de los orantes. Se hace oír a b
1 ciones religiosas con que se ha dado sentido a la absur­
comuni<laJ la palabra de la cruz. Con la señal de la cruz didad <le es ta muerte. Ven en ella únicamente «-la imagen
se bendice a la gente y se la despide de las iglesias. Al de la irreconciliabilidad» 3• Para devolver al viernes santo
nombrar a la trinidad hacen muchos la señal de la cruz.
En muchas iglesias la piedad cristiana recorre durante el � Wilhelm Meisters Wanderiahre II, 1: «Y ahora hay que
hablar de la tercera religión, basada en el profundo respecto sen­
tiempo de pasión las estaciones del viacrucis, adentrándo­ tido por fo que está bajo nosotros; la llamamos cristiana, por­
se en 1a razón de ·su pasión y en el efecto salvador de su que es en ella, esp�almente, donde se revela tal postura; re­
muerte. En otras iglesias sigue siendo hasta hoy el vier­ presenta algo defin1t1vo, a lo que la humanidad ,podría y tendría
•7tJC-· Heg2r (r ,_¡11e� per-tcne-c,.' t·str)? '\!,) 1.L:ja:· �in 1n;;b tirado al
:1
rn::s �amo la fiesta cemral cri�ü,ma Jd aflo eclesiásticu. mundo debajo de sí, hablando siempre de un !ugar superior de
Pocas cosas expresan tan bien la comunión del cristiano origen, sino reconocer también como divinos humillación y pobre­
za, escarnio y desprecio, ignominia y miseria, sufrimiento y muer­
con Dios como los cantos de pasión. En el mundo is te, aún más, venerar y amar hasta el mismo pecado y el crimen
lámico el cristianismo se represenrn mediante el símboL, no como obstáculos, sino como estímulos para lo santo. Huellas
de la cruz: de esto se hallan, por cierto, a través de todos los tiempos; pero
huella no es meta, y puesto que ésta fue akanzada una vez la
humanidad no puede retroceder, y se debe decir que la religión
Lo que a los coptos los conserva como coptos es la cruz cristiana, una vez que apareció, no puede volver a desaparecer,
y puesto que una vez tomó cuerpo divinamcnie, no debe volver
de Jesús, al Salib, es decir, su fe íntima, inexpresable e a ser diluida».
indecible en Jesús, que murió en la cruz para salvar a la ·� Th. Stor1n l Crttcifixus (1865):
humanidad 1. De la cruz pendía su atormentado cuerpo,
sucio y afrentado con sangre;
entonce, la siempre pura y virginal
: 1alL, t:i LlpÓ :¡_¡ espan1os,1 imagcti.
Pero los que se llamaron sus discípulos,
1 Pater Ayraut en Kirche im Islam I, 50. la plasmaron en bronce y piedra,
52 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES LA CRUZ ARR!!.LIGIOSA EN LA IGLESIA 53

toda su dureza e impiedad (Hegel), la fe cristian,1 necesita lejos de los ciudadanos romanos no sólo de sus -
cuerpos,
,1bandonar primero esas teorías tradicionales de salvación sino i,asta de sus pensamientos, ojos y oídos» . ,. Iba con­
que se han hecho normales al hablar de la cruz en eÍ tra las buenas costumbres el hablar en presencia de gente
cristianismo. La fe cristiana se separó, desde el prin­ decente de una muerte de esclavos tan repugnante 6 • Si
cipio, de su contorno religioso por la adoración al Cru­ se buscaba humanamente lo bueno, verdadero y bello,
cificado. el Crncificado no ofrecía en verdad una figura estética,
Prvi�
,··•¡ vl,1 1 o (¡()
) 1 1
(j .


· Ull :...:01gi.
P---- 1.)8[ brac? 11tJ 1 • 1
1dO UL L..')�¡
l"J·-< 'c':7 él no hahía «ni ar>Jriencia ni bellew>, rr� 'i1 2)

lorma er:1 un exoluido de su pueblo, maldito por el Dio� La idea de que se debe venerar y adorar a un «Dios cru­
c!e la ley en el -pueblo que él se había elegido, y echado c:fic:ido», era para el mundo antiguo totalmente incon
de la alianza de fa vida. «Maldito el que cuelga del ma ciliable con él, así como afirmar el .resurgimiento de un
dero» ( Gál 3, 13; Dt 21, 23 ). Apartado de entre los vivos blasfemo condenado tenía que contradecir para Israel a
Y de la comunión de Dios es quien, condenado por ía la justicia de Dios revelada en la ley. La fe cristiana en
ley como blasfemo, sufre una muerte así. «Tenemos una el Crucificado tenía, pues, que parecer a judíos y romanos
ley y según la ley tiene que morir, porque se ha hecho un:i continua blasfemia. Los primeros cristianos tuvieron
hijo de Dios» (Jn 19, 7 ). Lo único que se pue.:le hacet que defenderse continuamente contra fa acusación de
es apartarse de él. Es cierto que el Israel ocup�ido püi' irreli2Jositas y de sacrilegium.. Y por lo mismo que ne­
los romanos conocía muchos guerrilleros que murieron gaban a los dioses romanos del estado los sacrificios pres­
crucificados. Pero se trataba de mártires por la causa jus­ critos, se hacían ·reos de «ateísmo». Y esto no sólo se
ta del Dios de Israel y no rechazados por blasfemos. tenía como característica de los cristianos, sino que im­
Tambi�1: para la h�manidad antigua el Crucificado y plicaba una acusación formal, conllevando la expu1lsión
su venerac10n eran realidades penosas. La crucifixión co­ de la sociedad como «enemigo del género humano». Jus
mo pena para esclavos prófugos o para subversívos �on tino admitió sin dificultad este ateísmo cristiano y se re­
aa ti imperio romano, se consideraba corno da más ver­ c u: :.uc ió «,lt�O>> r�s!Jc:ctu d 1o� <•JLurtados dju:,c�,> -.-. Pá1::1
gonzosa de las penas» 4• Consecuentemente, el humanis­ los cultos de entre los despreciadores del cristianismo es-
mo romano miró siempre la «religión de la cruz» como
:1lgo antiestético, indigno y perverso. Cicerón dijo: «To­ " Cicerón, Pro Rabirico 5, 16: «Nomen iosum cn,cis d,)t
do lo que tenga que ver con la cruz debe mantenerse n01,. modo. a corpore civ.ium Romanorum, sed etiam a cogitatíone,
ocuhs, aunbus».
<l H. Schelkle, citado por W. Schrage, o. c.
colocándola en la oscuridad del tc:mplo
y en el claro vestíbulo.
7 Cf. A. von Harnack, Der Vorwurf des Atheismus in den
Así para todos los ojos un horror siendo drei ersten Jahrhunderten: Texte und U!1tersuchungen NF XIII/
se, eleva hasta en nuestro tietnpo · 4 (1905) 12. Justino intentó en su Apología (l. 6, 13) rechaza•
el ai:tiguo crimen perpetuando, la acusación, documentando a los césares filósofos la fe cristiana
una imagen de la irreconciliación. en el Padre del universo, el Hijo, el ejército de ángeles y el Es­
4 J. Schneider, ThW 7, 573. Cf. además W. Schrage, D,u píritu santo. La plebe, que acusaba de ateísmo a los cristianos,
..
,J{>,·st:/:1dn:'- : dc's TchlE'\. fu\, ('!n•is!i _:l'Jl {'!cu:__•;¡ Tc' r,cmihc1. sin embargo, en la ofensa v negación de los dioses del
� ..,cdL��;. l'al .iCusaciün Lt aLeptabd J u:::��uo gusto�an1cnre: ··:J�u­
1
•·11
F. Víecin¡; (ecl.), Das K1c·uz ]esu Christi ais Gnmd Je; fiei!s
1967, 61 nota 34. AoyovµEv TWV TOIOÚTOOV VOµl�OµÉVCvV 6EOOV a6EOI EtVal.
54 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES LA CRUZ ARRELIGIOSA EN LA IGLESIA 55

ta fe en el Crucificado era sólo un mal gusto, a fa que se ouesto las distintas eXiplicaciones de este símbdlo en el
1

hacía objeto de escarnio. En el Palatino se encontró un escudo de Lutero, en los rosicrucianos, en Hegel. y Goe-
grabado. Representa a un crucificado con cabeza de burro the. Para éste las rosas acompañan «la ruda cruz» con
y debajo esta inscripción: «Aiexameno adora a su Dios» 8• blandura, haciendo del viemes santo algo humano. Aun­
Entonces Ja cruz no era todavía el signo en que se triun­ que para su :humanidad y ,relig�ón estimaba más ilas ro­
fa, ni signo de victoria en tlas iglesias, ni un adorno de sas que la cruz que rodeaban, su� e�bargo, Goethe ,pre­
bs trnnos ¡,,-,peria!es. :1i signo de órdenes y condc>coti,­ ,.,�11c"1"'-� ·,1,l rristianismo nor �'. :111ster10 de ·es:1 cr117,·
f;.t...l (\ J�, .,_ ...., �- L

ciones, sino un signo de contradicción y escándalo, que


frecuentemente traía rechazo y muerte. La cruz sumamente de rosas rodeada está.
¿Quién le ha puesto rosas a la cruz?
Bl humanismo moderno ,poscristiano ha ,resaltado de
La corona se agranda, para por todas partes
nuevo, con una naturalidad digna de elogio, esta extra­ la ruda cruz con blandura acompañar 12.
ñeza original y muy natural, sobre la cruz. Le ha recor­
dado con ello al cristianismo, que se había asimilado tan Para Nietzsche, al final del siglo pasado, ya no se des­
bien a ,la cultura europea, su condición de extraño ori­ cubrían en la cruz del cristianismo las «rosas» de fa hu­
ginal y constitutiva. Cuando Goethe cumplió los 60 años, manidad de la tradición cristiana occidental. Veía a[ cris­
3,:s ,.llumnos [e entregaron una medalla con una lechuza
tianismo sólo en el Crucificado, difamando por ello a
y una cruz grabadas, ante lo que Goevhe reaccionó mal­
aquel en el Anticristo, diciendo que era la «religión de
humorado: «Alguien me dice que ame la cruz, aunque
la decadencia» el odio religioso a todo lo que ,puede
tengo que llevarla» 9• Para él la cruz contradecía en su
enorgullecer, a' la libertad, a la alegría de los sentidos y
dureza y desnudez a lo «humano y razonable» de lo que
a la enemistad de los débiles e insignificantes contra los
no se puede prescindir 10• Le repelía fa unión simbólica
señores de tla tierra y los poderosos. «Los hombres mo­
gue Hegeil hacía entre filosofía y teología de la cruz en dernos. con su embotamiento frente a toda nomenclatu
la co11UciJa imroducciún a la filosofía Jel derecho, según
ra cristiana, no sienten ya ,lo pavorosamente superlativo
lo cual la razón es «la rosa en la cruz del presente». <� Una oue para un gusto .antiguo ,se encerraba en la paradoja de
ligera crucecita de honor es siempte algo alegre en la vi­ I; fó�mula que habla de 'Dios en la cruz'. Jamás Y en
da, pero ninguna persona razonable debería procurar des­
ninguna parte ha habido un tal arrojo en trastocar algo
enterrar y plantar el enojoso madero, lo más •repulsivo
tan terrible, interrogante y ,problemático como esta fór­
bajo el sol» 11. El ,símbolo en el que se discutía la cruz mula que prometía un trastorno radical de todos los va­
en aquel tiempo era la cruz de rosas. K. Lowith ha ex- lores antigu os». lJlamaba a su moral una deplorable <,mo­
ral! del holgazán», que ha hecho de la necesidad del su
s Posiblemente se -orate aquí, sin embargo, de un gnóstico. frimiento la masoquista virtud de la compasión. Nietz­
9 Citado por K. Lowith, Von Hegel zu Nietzsche (1950), sdhe :hizo del cristianismo una religión nihilista salida del
1969, 28 s. Cf. además todo el fragmento sobre «Rose und j,1dafsmo. Su crítica alcanza e1 cenit en sentencias como
Kreuz», 28-43.
1,, lbid., 29.
11 Ibid., 29. 12 Goet!he, Die Geheimnisse. Ein Fragment.
56 LA RESISTENCIA DE LA CRCZ CONTRA SUS EXPLICACIONES LA CRUZ ARREJ,.!GIOSA EN LA lGLESiA 57

ésta: «En realidad sólo hubo un cristiano y ése murió injusticia, los blasfemos, ios soldados; aquí triunfa satanás
en la cruz» í". El resto ha sido hasta hoy moral de es­ sobre Dios. Nucstr�. te comienz3. precisamente donde los
clavos. También en K. Marx se dirige la crítica del cris­ ateos piensan que acaba. Nuestra fe comienza en esa du­
tianismo a las llamadas «rosas» en la «cruz de la reali­ reza y poderío que es la noche de la cruz, del abandono,
del ataque v de la duda de todo cuanto existe. Nuestra
dad»: «La crítica no arranca de las cadenas las flores ima­
fe tiene que nacer donde todos los hechos la abandonan;
ginarias para que el hombre soporte las cadenas sin fanta­
tiene que nacer de la nada, tíene que gustar y saborear
:�J[!c_; !l� C't·:,:1,c1ns, c;i!:n para que se c�espc1 Jc :1(� :?l!as }' cs:a nacb, ..:urnu ;1:-¡-;g·":!�:t ñlu�otía d�l nihdisn10 se lo p�.1c:de
pueda recoger las flores vivas» 14. figurar rn_
A medida que el humanismo poscristiano se indepen­
diza de las «rosas» religiosas y humanísticas de la cruz, Para la fe crístínna esto significa q1,1e ya no puede ser
tanto más choca hoy la fe cristiana con la cruz desnuda consciente de sí misma únicamente en el contexto de la
sin todas aquellas rosas de la tradición. No puede seguir noarición mundana del cristianismo y de su efectividad.
siendo fe tradicional en aquellas rosas, que le hacen agra­ sino que tiene que volverse a concentrar en el acontecí
dable y salvadora la cruz de Cristo. Es conducida a fo miento de su propio origen. «Lo primariamente revelado
plena y no disimulada dureza y abandono del viernes p:ua la fe y sólo para ella y lo que como revelación da
, nnto, para hacerse .illí verdadera fe. como resultado la fe es, para la fe 'cristiana', Cristo, el
Dios crucificado» 16. Si una de sus formas de acción his­
La cruz es lo absolutamente incomensurable en la revela­
ción de Dios. Nos hemos acostumbrado demasiado a ella. tóricas envejece, en cuanto que acaba su proceso de for­
El escándalo de la cruz lo hemos adornado con rosas. He­ mación, entonces no basta con representarse idealmente
mos hecho de ella una teoría de salvación. Pero esto no esta configuración del cristianismo. La fe cris,tiana, que
es fo cruz. Esto no es la dureza que en ella hay, la du­ antes <{venció al mundo», tiene más bien que aprender
r:cza q1w en ella ha puesto Dios. Hegel ha definido la cruz c1 vc-ncer sus propi;is concreciones mundaniwcl�s. Sólo
Jicic:ido: ,.,Dios ha muerto» y probablemente ha visto bien
las cosas en el sentido de que ante nosotros está en ella rn H. J. Iwand, Christologievorlesung {inédita). Citado por
la noche de la verdadera, última e incomprensible lejanía B. Klappert, Diskussion um Kreuz und Auferstehung, 196?,. 288 s.
de Dios, de que frente a la «palabra de la cruz» no con­ De modo parecido K. Jaspers, Die Frage der Entmythologtszerung
tamos más que con la sola fide, como ante ninguna otra 1954, 88: « ...si yo consiJerara como insignificante d escándalo
realidad en el mundo. Aquí se quiebra la fe en la creación, (skandalon) de 1a exigencia de la fe en la justificación y redención
del peoado en comparacíón con el skandalon de que Jesús, el
de la que viene todo gentilismo. Aquí se ve que toda :fi­ enviado de Dios, sufrió la muerte más ignommiosa y dolorosa.
losofía y sabiduría es demencia. Aquí Dios es no-Dios. Aquí Este skandalon es descomunal en la unión de la realidad histórica
triunfa la muerte, el enemigo, la no-iglesia, el estado de de la muerte de un hombre... con el mito del Dios q-ue se sacri­
fica ahí... El Crucificado... es realidad y mito al mismo tiempo».
16 M. Heidegger, Phanomenologie und Theologie (1928)
1970, 18. Cf. además todo el fmgmentado dedicado a «la po­
13 Fr. Nietzsche, Werke VII, 265. Además K. Jaspers, Nietz­ sitividad de la teología», 17-21, que define con toda d�ridad a
y r·ht! in-?C! d(!S C:'o:�,:,,1�,7/?('!1 (!9�8) 1?1-8. h tc·o1ogfa ctl:Hi�:na :, ,:-:·., :···0,l0.�L1 ele fo cruz y :e01 \�l:l como
l4 K. Marx - h. bngels, Sobre la rcligzón, ::iabnanca 1974,
1

conocin:uento del «Dios crucificado», distanciándose de una teolo­


94. gía como teoría de la aparición histórica del cristianismo.
58 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES LA CRUZ ARltELIGIOSA EN LA IGLESIA 59

podrá conseguirlo tirando los dioses del occidente cris­ bién a todo lo que los hombres, en último término, se
üano y concentrán<lose en el «Dios crucificado» de un imaginan, desean con el término «Dios» y de lo que qui­
modo reformador y revolucionario. «¿Pues cómo había sieran asegurarse. Difícilmente ,puede uno desearse que
de hacerse 1a peregrinación cristiana extraña in hoc saecu­ «Dios», el «ser supremo» y el «supremo hien» tenga que
lo, donde ella no tiene su casa?» 17• La concentración ra­ revelarse y estar presente en el abandono que de él ex­
dical examinante, mirando el origen de la fe cristiana a perimenta Jesús en '1a cruz. ¿Qué interés iba a tener ei
partir de i1a noche ele la cru7.. hace a esta ff' no sólo ex­ ,rnhelo religioso ¡:,or ,,star '.:'n comunión ,:on Dio, c-n qu:c
traña en un mundo religioso que le resulta ajeno, sino se crucificara a su Dios, en su impotencia y abandono en
que le ocurre lo mismo en el sincretístico del cristianis­ la muerte absoluta? 19. A pesar de todas Jas «rosas» que
mo burgués. De ello se deduce para la teología la tarea la necesidad religiosa y la explicación teológica han colo­
de no producirse por más tiempo como autoconciencia cado alrededor de fa cruz, ésta es lo •propiamente attdi­
del cristianismo en su aparición histórica, sino de regirse gioso de 1a fe cristiana. Es precisamente el sufrimiento de
radicalmente por el aconteci�iento original de la fe en Dios en eil Cristo rechazado y muerto en J.a lejanía de
la cruz. Es decir, tiene que hacerse teología de la cruz Dios, lo que cualifica como fe cristiana a la fe y como
Si se conformara con una teoría del cristianismo acrua:l, no-deseo. Bajo la crítica moderna de la religión ;puede
se parecería a la lechuza de Ivíinerva, que empieza su caer to<lo d mundo del cristianismo religioso, pero no
vuelo sólo a:l empezar el crepúsculo vespertino, y a aque­ esta cruz arreligiosa. En la cruz no se oculta muestra al­
lla filosofía que le «pinta gris sobre gris» cuando una guna de proyecciones religiosas ideológicas. De este Cru­
realidad de la vida iha envejecido. «Con gris sobre gris cificado se desprendió y se desprende más bien un fra­
no se rejuvenece, sino que sólo se logra conocer», dijo caso original de todo lo religioso; de la divinización de
Hegel 18. Un rejuvenecimiento del cristianismo viejo y todo corazón humano, de las sacralizaciones de ciertos
canoso sólo es posible a partir de su propio origen, ha­ lugares en la naturaleza y de ciertas fechas en el tiempo
c :éndosc c1;,a rcc1liclaJ i,cligro�a y :ikú,Li\.,fd, cuandv la y Je la adoración Je los políticos detentadores cid poder
fe toma en cuenta la inconmensurabilidad de la cruz de y de su política de fuerza. Hasta los discípulos de Jesús
Cristo en la revelación de Dios y, siguiéndola, realiza su huyeron todos de la cruz de su maestro. Los cristianos
propio extrañamiento y carencia de patria en su propio que no ,tienen la sensación de tener que huir de es1:e
mundo cristiano. Cuando la fe del Crucificado contradice Crucificado, es que no lo ihan comprendido todavía con
a todas las ideas de justicia, belleza y mora�idad del hom­ suficiente radicalidad. La mortal y liberadora contradic­
bre, entonces h fe del «Dios crucificado» contradice tam- ción que el hombre experimenta por el Crucificado res­
pecto de sus sentimientos reili.giosos más -santos se dirige
17 Con esta sentencia acaba el libro de K. Li:iwith, o. c..
418, después de la e�osición del «desgarro revolucion�rio en el 19 Cf. las dificu1tades que L. Feuerbach tuvo con la teología
pensamiento del siglo XIX» y del desmoronamiento del «mundo de la cruz de Lutero. Das Wesen des Glaubens im Sinne Luthers
cristiano-burgués». /1844), 1970, 40: «P0r si1pucsro que si no manifestáis , Dios en
1x G. W. }. Hegd, Crnndlimen der Pfnw.-upme des Rechts. ·;uestro sentido, un Dios crucnicado es una ridícula contradicción
Vorrede 17. tanto como una idea tremendamente rebuscada».
60 LA RESISTENCIA DE LA C!WZ COi'1TRA SUS EXPLICACIONES
LA CRUZ ARRELIGIOSA EN LA IGLESIA 61
luego también a los presupuesros religiosos ocultos de su
nsicolóo-ic1mente. Experimenta una crisis exterior de iden­
misma crfrica moderna de la reiigión, con la que legíti­
�idad, ;n 1a que se deshacen las identificaciones que se
ma su huida y su desprecio; se dirige a las autodiviniza­ han ido amontonando respecto a los deseos e intereses de
ciones de <los movimientos ateos de liberación, afecta a su ambiente. Se hace distinta de lo que hasta ahora ha
1a iddlatración poscris-tiana de las leyes de 1a historia y
sido y distinta de lo que de ella se esperaba :m.
del éxito religioso y alcanza a la confianza poscristiana Se sabe que ser radical significa tomar una cosa pot
de 1}D:t n.1ti1t:1lez:1 e'ternamente ¡,r0ch1niv'.1. La cruz },¡, .. la raíz lL10. L: _¡_·JdicJl �10 puede qt:ctcr decir otra cos1
tórica de Cristo, la creída como revelación, la que hac� que confiarse sin cortapisas al «Dios crucificado». Esto
surgir la verdadera fe es la crux de la crítica de la reli­ es peligroso. No ,promete la confirmación de las propias
gión en Feuerbach y Freud. La cruz como negación de ideas, esperanzas y buenos propósitos. Promete ante to­
todo lo religioso en su sentido, de todas las divinizacio­ do el dolor de la conversión y del c;:ambio a fondo. No
nes, de todas las seguridade�, de todas las imágenes e facilita recetas de triunfo. Pero confronta con la verdad.
ideologías y de todo lugar seguro sagrado que promete No es positivo y constructivo, sino sobre todo crítico y
estabilidad, una cruz así queda fuera del alcance de la destructivo. No lleva a los hombres a una mejor armo­
disputa entre religión y su crítica, entre teísmo y ateís­ nía consigo mismos y cnn su ambiente, smo a la contra­
mo. La Je llUe Je ella surge es un i,:rtium genus. dicción consigo mismos y con el mundo que los rodea.
La fe d� la cruz distingue a la fe cristiana del mundo No facilita algo así como una patria ni socializa, sino
de las religiones y de las ideologías y utopías seculares que hace «apátrida» y «carente de vinculación», libre a
en la medida en que ellas quieren sustituir a tales reli­ causa del seguimiento del Cristo carente de casa y Je
giones o heredarlas y realizarlas. Pero la fe de la cruz vinculaciones. La «religión de la cruz», si es que se pue­
separa a 1a fe cristiana también de la propia superstición. de en realidad llamar así a la fe a partir de las raZ'tmes
El volverse ail Crucificado obliga a la fe cristiana a hacer dadas, no es sublime y edificante en el sentido al uso,
permanenLes ckünciunes de sus pwpios i<leaks rdígio­ sino que escandaliza, ame todo y en la mayoría de los
;os y seculares, lo que, en concreto, significa el realizar­ casos, a los «camaradas en la fe» del propio círculo. Pero
las respecto del «mundo burgués cristiano» y del cristia­ gracias a este escándaclo trae liberación a un mundo es­
nismo como «religión de la sociedad actual». clavo. Por último, en una cultura edificada según el prin-
Una cristiandad que no se enfrenta a este criterio en
teología y praxis, pierde su identidad frente al mundo
circundante, se hace sustitutivo religioso de los intereses �o Esto lo presintió M. Polany. Cf. Personal knowledg_e.
preponderantes en la sociedad o de los intereses de los Towards a post-critical philosophy, New York 1964, 199: «Chris­
tian worship sustains, fü, it were, an eternal, never to be con­
dominadores en esa sociedad. Se convierte en el camaleón summated hunch: a heuristic vision which is accepted for the
indistinguible de las hojas del árbol en que se encuentra. sake of its unresolvable tension. It is like an obsession wüh a
problem known to be insoluble, which yet follows, against reason,
Pero una cristiandad que en teología y praxis se en­ unswervingly, the heuristic command: 'Look at he unknown!'.
frc:1 ta :¡ ,..::<·:· ---·:rcri(, Je su pr0p!c-} f;_: 1 1,�,l!Yi,:nto, no puede Christíanitv �::::-duidLl';!·,· fosters, and in �: �e,�s-' �c:-n1anently sa•
continuar siendo i]o que se ha hecho social, política y tisfies, man's cravíng. for mental dissatísfaccion by oHeríng hím
,b, oomfon of • cmcif;ed God,.
62 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES LA CRUZ ARRELIGIOSA EN LA IGLESIA 6.3

cipio del rendimiento v e'1 consumo, que, por tanto, hace está oprimido v sin Dios y, mediante la iglesia, lo está
del dolor y la muerte aigo del individuo, echándolo fuera llamando a la comunión con el Dios crucificado. Don­
de la vida púbilica, para que no haya que experimentar al dequiera que se olvida esta contradicción de la cruz y
mundo como obstáculo, en una cultura de ese calibre po­ de su trastocamiento de los valores religiosos, se hace
co es tan impopular como la actualización del Dios cru­ de la cruz como símbolo un ídolo, que ya no invita ;,¡ la
cificado mediante ila fe. Extraña a los alienados que se conversión, sino a acabar con todo pensamiento, autoafir­
h,11) dCu:-,t.L11u:_J•-:ido a h1 21Jienación.
�:T)."liri en1LJtgo, pre­ :-:Jndo"se :1 sf rn!c;m�J.
cisamente esta fe con sus consecuencias es a propósito La «religión de la cruz» es una contradicción en sí
para Hberar a los hombres de sus ilusiones culturales misma, ,pues el Dios crucificado es la contradicción en es­
para soltarlos de los contextos que los ciegan y para con­ ta religión. Aguantar esta contradicción significa despe­
frontarlos con la verdad de su existencia v su sociedad. dirse de sus tradiciones religiosas; quiere decir liberarse
Antes de que entre tla fe y su, ambiente llegue a haber co­ de sus necesidades religiosas; implica renunciar a la iden­
rrespondencias y acuerdos, el dolor es la ,prueba de la tidad que hasta ahora se tuvo y que era conocida por los
verdad en Ja mentira. Mediante el dolor experimentamos demás, ganando en la fe la identidad de Cristo; significa
una verdad fuera de nosotros, que ni la hemos hecho ni convertirse en anónimo y desconocido en su ambiente, ga­
la hemos inventado. Con ese dolor se despierta un amor nando su derecho de ciudadanía en la nueva creación de
que ya no puede ser indiferente, sino que busca lo otro, Dios. Actualizar la cruz en nuestra cultura, significa prac­
lo feo y repelente para amarlo. En el dolor se rompe toda ticar la liberación experimentada respecto del miedo por
apatía, en la que todo es igual, porque en todas partes sí mismo; significa no acomodarse a esta sociedad, a sus
y siempre a uno le sale al encuentro únicamente algo ídolos y tabúes, a sus hostilidades y fetiches, sino, en
igual y conocido. nombre de aquel a quien la religión, la sociedad y el esta­
Por tanto, la cruz no es algo tan natural en la iglesia do sacrificaron en otro tiempo, solidarizarse hoy con las
como puede parecerle a la costumbre cristiana. La cruz en víctimas de Ía religión, la sociedad y d estado del modo
la iglesia simboliza una contradicción que se adentra en ella como aquel Crucificado se hizo su hermano y su liber­
a partir dell Dios que foe crucificado «fuera». Todo sím­ tador.
bolo remite :'t otra cosa más allá de si mismo. Todo ,sím­ El ambiente religioso y humanístico del cr.istianismo
bolo invita a pensar. El símbolo de la cruz en la iglesia despreció la cruz desde el principio, ,porque este Cristo
remite al Dios que fue crucificado no entre dos candela­ deshumanizado contradecía a todos los conceptos de Dios,
bros sobre un altar, sino entre dos ladrones en el Calvario del hombre y del hombre divino. Pero esa dureza de la
de fos perdidos, ante las puertas de la ciudad. No sólo cruz tampoco se mantuvo en el cristianismo histórico del
invita a pensar, sino a conver,rirse, a cambiar de modo recuerdo creyente y de fa actualización eclesiástica. Cierto
de pensar. Es un símbolo que, por Io mismo, lleva fue­ que hubo épocas de persecución y de reforma, en las que
ra de la iglesia y del anhelo religioso para adentrarse en el Crucificado se experimentó en cierto sentido presente
la con1LF1;,i:; dl'. lo.s oprimidos y perdidu,. Y, ai rev¿s, e� Je manera inn1e,iíata. Es vndad que t'.1; t:1 c:�isti:rnisnw
un símbolo que llama a adentrarse en la iglesia a fo que histórico existió también la «religión de 1os oprimidos»
64 L\ RESISTENCIA DE LA CRUZ CO'iTRA SUS EXPLICACIONES
EL CULTO DE LA CRUZ 65
!laternari l, que se sabían en espontánea comunión de dado por un poder trascendente. La respuesta de su vida
dest�o con aquel pobre Cristo. Pero cuanto más y en la a este ser que tenían por don era ei sacrificio de sí mismo
med�da en que la iglesia del Crucificado se hizo religión en la entrega a ese poder, trascendente. En los cu:ltos re­
dommante de la sociedad, dedicándose a saciar las ansias ligiosos unidos a sacrificios se celebró este autoofreci­
personales y públicas en esta sociedad tanto más y en miento del hombre mediante símbolos reales pars pro
mayor medida se distanció de 1a cruz', embelleciéndola tato. Forma originaria de todos 1os sacrificios eran los de
c::,p,:.:,·;.mza� e: ide ats de �dlvaci0n. las primicias Con ellas se e0ns:1grn a los dioses todo el
Nos hemos hecho soportable la dureza de la cruz, la re­ rebaño o toda la cosecha y, consecuentemente, queda san­
velación de Dios en la cruz de Jesucristo, aprendiendo a tificada. ·Se •les consideraba al mismo tiempo sacrificios
comprenderla como necesaria para el proceso de salva­ de alabanza y agradecimiento, en los que se ex;presaba
ción ... Con ello pierde la cruz el carácter de contingencia, el reconocimiento de los deredhos de propiedad de la· di­
de lo incomprensible 21. ' vinidad. El carácter sustirutorio de estos sacrificios parti­
cipaba, como toda ·sustitución, de la imprecisión de la
Entonces se conserva el significado que 'la cruz ha ga­ exoneración y el extrañamiento. La ,parte por el todo
nado en el círculo del propio nroceso de salvación. de ];J puede siempre significar también fa parte en lugar del to­
propia fe y de la propia teorfo de la realidad, ocultando do. En fa historia de las religioue� tS insostenible la idea
y destruyendo en ella lo irrepetible, especial y repuilsivo. de que los sacrificios de los hombres estaban orientados
Vamos a mostrar el proceso de ,eliminación de Ia cruz e n a congraciarse con -los dioses. Esta forma do ttt des apa­
e l cristi��
• ismo en el doble sentido d e s u conservación y rece ciertamente en algunas formas religiosas tardías, es­
destrucc1on, en las formas de actualización del Crucifica­ pecialmente en Roma, ,pero no corresponde a sus oríge­
do: el culto de la cruz, su mística, ética, teología de la nes, en los que todos los sacrificios unen mutuamente a:
c-ru7. para l1ev3r la fe en el Crucificado a su verdad rnw dador y al receptor, situándolos en una comunión origi­
no es otra que ]3 del Crucificado. nal fesllva Cada una de las amtgüa� �ucicJa<les en qc_L,�
se introdujo el cristianismo, era, sin duda, religiosa y en
2. El culto de la cruz el centro de sus religiones sociales estaban los cultos,
cuyo núcleo eran los sacrificios a los dioses del estado y
Por culto de la cruz entendemos la repetición no san­ las comuniones festivas con ellos. A medida que la igle­
.
gnenta del suceso del Gólgota sobre el altar de la iglesia, sia cristiana .fue gozando de reconocimiento público, tan­
o sea, la representación de Cristo en el ,acri6.cio de la to más o)jligada se fue viendo, simultáneamente, a cum­
misa. plir estas necesidades públicas del culto y sacrificio. Cier­
P�de partirse, desde ei puntL> de vista antrupolóoico to que la iglesia suprimió las acciones sacrificiales y fos
general y de la historia de las religiones, del hecho de �ue juegos cultuales, ,pero los sustituyó con su culto. Cambió
los hombres desde pronto pensaron que su ser ,les est;ih, radicatlmente el sentido de fos sacrificios cU'ltuales: ya no
1 ! ,1)' Jú_1�;1..> ·--_i �tc tengan qL:e �cr ,1�--,\h::Llns n1ed!ant::- lo�·
21 H. J. Iwand, o. c., 289. sacrificios de los hombres. Tampoco existen ya aquellas
66 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPUCACIONES EL CULTO DE LA CRUZ 67

realidades últimas del ser en la naturaleza, la sociedad forme a la cuail la misa es fa presencia actual simbólica y
y la pulítica, a las que se debe la vida como un don y a :é modo de recuerdo del Ünico sacrificio reconciíiante de
las que, por consiguiente, hay que consagrarla. Es el mis­ Cristo: «La cruz sigue siendo el sacrificio absoluto y la
mo Dios único el que reconcilia consigo a los hombres misa, el relativo. Cristo mismo es en la misa el sacerdote
pecadores mediante el sacrificio en la ·entrega de Cristo, propiamente dicho, el ministro obra in persona eius» 24•
basa la vida de ellos como un don, de modo que se le Por- ot,ra parte, h muerte de Cristo en la cruz se interpre­
clebe " 1vn• c¡,w cons:1grársela. Con todo. h reretición rn cor t>1l0 r·ono tnsfondo trnscE:ndrnta1 :· :-livino par:i
incruenta del autosacrificio de Cristo tuvo lugar precisa­ la oráctica mrltual de fa iglesia, con lo que el aconteci­
mente en el fogar integral de la vida pública y de la pie­ mi�nto señero, histórico y escatológico de la entrega de
dad privada, en el que se celebraban y eran efectivas la, Cristo se suprime al incorporarlo a las repeticiones cul­
antiguas religiones sacrificfales. Por ello el culto cristia­ tuales de la iglesia, ce'lebradas con una ·analogía modifica­
no del sacrificio de Cristo coptinuó y continúa �mbiguo da respecto a la interpretación general reíigiosa del sacri­
y susceptible de más de un interés. ficio. A partir del sacrificio eucarístico de la misa, rela­
tivo y fundamentado, lo único visible de 1a muerte de
El problema dogmático del concepto de sacrificio consiste Cristo en fa cruz es el sacrificio absoluto y fundante que
en desarrollar un concepto tal de s2crificio, que tenga en de sí mismo hace Cristo. Mediante el culro que continúa
cuenta, por una p-.!rte, los datos (cierto que en sí consi­
y se repite, se conserva y actua>liza lo que parece eterna­
derados son muy imprecisos) de la historia general de las
religiones y, por otra, que sea aplicable tanto al «sacrificio» mente significativo en la cruz sobre el Gólgota, o sea, el
de Cristo en la cruz, así como a la misa como «sacrificio», valor divino del autoof.recimiento de Cristo para la re­
sin v:olentar estos dos sacrificios neotestamentarios 22. lación de Dios con el hombre y del hombre con Dios,
para grada y agradecimiento. Pero lo señero, especial y
Siendo muy cierto que en la cruz v la misa, en de­ escandaloso de :la muerte de Cristo no se conserva, sino
finiuv;,, sólo a partir de eilas mismas puede saberse lo que: 1nás blcn :;e <les.plaza y des(ruye. ¿DúnJe radie"' eso
que en ellas significa «sacrificio», sin embargo, su inter­ y cómo puede interpretarse?:
pretación como «sacrificio» vendría a ,parar en una tauto­
logía, si no se pudiera presuponer un concepto sacrificial Su cruz no se halla en el campo privatísimo del ámbito
independiente, que •se pudiera aplicar a ambas al menos individual-personal. No se halla rnmpoco en el campo san­
tísimo de un ámbito puramente religioso. Sino que tras­
de modo análogo y con modificaciones 23. Pero esto si­ pasa el umbral de lo privado que es protegido íntima­
túa en una ambigüedad, ante todo, al sacrificio de fa misa mente o de lo puramente religioso que queda a cubierto
y ·la eucaristía. Pues, por una parte, ,la interpretación de cuidadosamente, No. Sino que se halla «allá fuera», según
la misa como sacrificio se basa en la tradición bíblica, con- formulación de la carta a los hebreos. El velo del templo
se ha rasgado definitivamente 25•
22 K. Ra_hner, art. Opfer, en LThK 7, l 174_ (J. también
Dú..' ¿•ic!cn :,-i:'.--:,cn :¡,¡u! ;Ln '�'!,Jh.' ()pícr) .1951. � 1 J. H:::r¿ } arL. 1�lr..:ssopfcr, en L,•.-,h 7 ) 3-t�.
25 J. B. Metz, Teología del mundo, 147.
23 Ibid.,
68 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MISTI0A DE LA CRUZ 69

Pero esto quiere decir que el Crucificado, en definiti­ ::e h::i suprimido potenciailmente en 18 fe en el Cristo pro­
va, es el fin del culto. Ha muer.to «de una vez pata siem­ fanado por fa crucifixión. Por eso, -también la eucaris­
pre», como acentúa Pablo. Su muerte no es un sacrificio tía, en correspondencia con las comidas de Jesús con
repetible o transferible. Ha sido resurgido definitivamente «pecadores y publicanos», con los injustos, marginados
de esta muerte única, como Pablo recalca de nuevo, y e impíos, tiene que celebrarse fuera de las «cercas y va­
«ya no muere más• » (Rom 6, 9), ni cruenta ni incruenta­ llas» de la sociedad, en medio de su profanidad, sin que
,:1c11 tc. N"u s� dej::l int�L:p:<:�:u �n c,;1 sc1n:do de un.t Jiv�·­ pucJa s,;;guifoc: limitando por más tic:mpo como sacrificio
nidad cultual que muere y resurge continuamente. No se rdigoso a1 círculo íntimo de :los piadosos y compañeros de
sumerge en el «eterno retorno de lo mismo» (M. EHade), confesión. La iglesia cristiana puede permitirse introducir
sino que hace saltar la necesidad de repetición propia del de nuevo aquellas separaciones de religioso y profano y
ou1to. La eucaristía o ila celebración de 1a última cena re­ entre -los de dentro y los de fuera, únicamente sabiendo
cuerda y actualiza ciertamente 1la muerte de Cristo «hasta que se juega su propia identidad como iglesia del Cruci­
que él venga» { 1 Cor 11, 26 ), pero a modo de «anuncio» ficado. Mas, puesto que una iglesia cultual cristiano-reli­
y no de «repetición» de 1a muerte de Cristo en la cruz. oiosa ------{:ualquiera que sea su consideración- conserva
Hay, pues, que distinguir entre fa muerte en cruz de :1 recuerdo del Crucificado, continuamente lleva consigo
.___,risw sobre el Gólgota, que ocurrió de una vez para su propia crisis. Esta se actualiza cuando la fe se encuen­
siempre, y la celebración que continuamente hay que tra con la plena verdad del Crucificado y cuando toda
repetir como esperanza en él a modo de recuerdo, distin­ la verdad de éste se encuent-ra con la incredulidad. En­
ción que ha de llevar a la uülización de distintos con­ tonces emerge lo contingente y lo cultualmente no calcula­
ceptos. La unicidad histórica de su muerte de cruz, fue­ ble de fa muerte en cruz de entre sus representaciones
ra de la religión y el templo, hace imposible la asimilación de culto, haciendo de la memoria passionis Domini algo
cültíca del Crucificado. La definitiva validez escatológica, ni:•li<:>;rnso t?mbién n:11-;i b iglesia cnltual asentada. Pre­
c¡ue enlaza el anuncio del resurgimiento con el colgado cisamente los impíos, n los que la iglesia echa fuera, re­
allí y, de aquella manera, hace imposible su incorporación conocen la íntima diferencia entre '1a reaHdad de la cruz
al retorno ou!ltua!l, y ambas imposibilitan, en definitiva, del Gólgota y su actualización eolesiástico-cultual. Por
la separación entre cultual y profono en el cristianismo eso es imprescindible, también para b fe que cree y cele­
apoyando la superación de esta separación. bra la representación del Crucificado en el «sacrificio de
Por eso no basta con cris-tianizar los cultos de fas so­ la misa», el volver a reconocer esa diferencia íntima.
ciedades religiosas. No basta únicamente con «tener en
cuenta» en la teología de ila cruz eil concepto de sacrificio
de la historia ,general de las religiones mediante unn asi­ 3. Mística de la cruz
milación analógica y modificada. En 1lugar de fo religión En el cristianismo histórico se entendió y celebró,
cultuall tendrán que aparecer más bien la difusión de la además. h pasión de Cristo en el sentido de la mística del
1 .:1LtiJta Je. la cruL, L1 cclcbcil.J(-,lt í.Jc la fe y el scgu1tnie�1L:J suínmenw. Aquí se vio en d Lruci!Ícado menos el sacri­
práctico. La separación cultual de lo religioso y lo profano ficio, que Dios mismo instituye para la ·reconcHiación del
70 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MIS'IICA DE LA CRUZ 71

mundo, que el camino ejemplar dei1 justo que sufre injus­ de ila pas1on se adueñó del pueblo cristiano en Europa
ticia, que lleva a la salvación. A la comunión con Dios en la tardía edad media. Las imágenes bizantinas de Cris­
no se llega mediante sacrificios externos y presencia en el to, juez del mundo, se sustituyeron en las iglesias con las
culto de la iglesia, sino que mediante sufrimientos perso­ del crucificado de los pobres, que expresaban con gran
nales es como el camino lleva a la gloria. De esa manera realismo el dolor y los tormentos. El «hombre de dolo­
se sumergía uno mediante la meditación y la adoración en res» hablaba a quienes se hundían en ellos y a quienes
LJs si_¡L_< ; -:u1t..:ncos Je C�risto J se cu1npenetr..1ba con t.:Ilo� y nadl� fuera Je t1 �-:it::: J1 rigLt ) purque 08.dic les podía ayL1-
Jos sentfo como propios. Y, al contrario, en los propios dar. En la representación del Crucificado el acento se
sufrimien;os volvía a descubrir la comunión con aquella corrió de la piedad sacramental de su victoria en la cruz
«cabeza llena de sangre y espinas». La inmersión espi­ a una piedad íntima de su muerte como sacrificio en la
ritual en los sufrimientos de Cristo, como decía la mística cruz. En estas representaciones de la crucifixión, por
de 1a tardía edad media, llevaba a una conformidad espi­ ejemplo, en el altar de Iserheim, no �e trataba exclusi­
ritual con el Cristo crucificado. Y esta conformitas crucis vamente de expresión artística de una nueva piedad, sino,
daba indirectamente .Ja certeza de la salvación y la glorifi­ en aquel tiempo, se las consideraba como imágenes mila­
cación. A la comunión con Cristo no se llega por sacrifi­ grosas. Los dolientes, lisiados e incurables eran llevado,;
cios y obras buenas, sino mediante sufrimiento v calma ante estos cuadros, experimentando al venerarlos sua­
místicos. En la comunión con los sufrimientos d� Cristo vizamiento de su pena y curaciones. Aquí no hay por qué
se experimentaba de una manera muy personal una co­ discutir la cuestión médica de si tales curaciones mila­
munión con él más íntima que por la pertenencia a la grosas pueden darse o no. Teológicamente importante es
iglesia oficial y la participación en el culto cristiano. La más bien la fe que en ellas se manifiesta. Su vida no· la
vía negativa de la teología mística profundizó y hasta encuentra en que Cristo cura como hacedor de milagro"
sustituyó a la via analo[!.iae de b positividad eclesiás­ sobrehumano y divino, sino, precisamente al contrario,
tica. en que ayuda mediante sus hendas y su --humanamente
Esta mística de la pasión era y es, en una medida in hablando-- sufrimiento impotente. En un canto de Paul
calculable, piedad laica en el cristianismo. Es, como puede Gerhardt se dice: «Cuando más miedo tenga mi corazón,
cnmprobarse, la piedad de rJos pobres y enfermos, de los me ayuda a salir de los temores tu temor y tu dolor».
abrumados y oprimidos. El «Dios» de los pobres, de los Esa mística del sufrimiento ha descubierto una verdad
campesinos y esclavos ha sido siempre el Cristo que su­ de Cristo, que no se debe desplazar por una razón su­
fre. el Cristo pobre y sin defensa, mientras que el Dios perficial. Se la puede resumir así: los sufrimientos se
de los ricos y dominadores fue casi siempre el «pantocra­ superan con sufrimientos y 1as heridas se curan con heri­
tor>>, cI Cristo dominador desde los cielos 26• Esta piedad d:1s. Pues el dolor en el dolor es la falta de amor, la he­
rida sobre herida, el abandono y la �mpotencia en el su-
26 K . .A. Keller, Geschichte der Kreuzwegandachte1: von den
,;./.·,n•/i' :1..., i 1 -:.th �·/il!ig t'tí· (9118 -:-,,,1 (;n;·ud,:._l,.a]_.¡
The humiliated Christ in modern Russian thought, 1938; J. H. ]11it lVlaschmengewehr und Kreuz -uder Wtc Ícamt das Chrütentum
Cone, The spirituals and the blues, New York 1972; H. Li.ining, iiberleben?, rororo 1448, 1971.
72 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MISTICA DE LA CRUZ 73

frimiento es h incredulidad. Por eso se superan los sufri­ En el que clesarrolló nrni teología correspondiente de la
mientos del abandono mediante el sufrimiento del amor, cruz: el dolor de Dios cura nuestros dolores. En el sufri­
que no se aparta de lo enfermo y repu1sivo, sino que lo miento de Cristo sufre Dios mismo. Estos principios tie­
acepta y carga con él para curar. Mediante su ,propio aban­ nen que proseguirse.
dono de Dios el Crucificado lleva a Dios a los abando­ ¿Por qué y de qué modo se hizo el Dios sufriente,
nados por Dios. Mediante su sufrimiento lleva la salva­ crucificado, Dios de los pobres y abandonados? ¿Qué
ción �1 Jos sufrientes. Pur su muerte lleva Ja viJci l'.terna :i �1gnifica<lo üene la rnisurn ele la cruz en fa piedad popu­
los que mueren. A ello se debe el que el Cristo atacado, lar? Es evidente que esos desamparados lo han compren­
maroínado sufriente y moribundo ocupara el centro de la
t, '
dido desde su situación concreta mejor que los ricos y sus
religión de los Qprimidos y de fa piedad de los que care- señores. Lo han comprendido mejor, 'porque con razón
cían de salvación. Y es aquí, en la teología de la mística tenían la impresión de que él Ios entendía mejor que sus
de la cruz de fa tardía edad media, donde primero apa­ señores.
rece la terrible expresión del «Dios crucificado», que
1luego asimiló Lutero 27• En Europa, navidades y pascua son los puntos culmen en
Este conocimiento volvió ·a revivir en nuestro tiempo el año eclesiástico, en el uso, entre la gente y su piedad
durante la segunda guerra mundial en la teología protes­ popular. En América lacina no. Los mestizos no compren­
tante. Bonhoeffer escribió desde la cárcel poco antes de den todavía las «fiestas de la vida y la esperanza» en el
cristianismo. Su fiesta es la semana santa. Con el sufri­
su ejecución:
miento y muerte de Jesús, el dolor y el llanto, con eso
sí pueden compenetrarse. Esto es lo suyo. Su vida. El so­
Dios, clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo. metimiento al destino y la capacidad de sufrimiento de
Dios es impotente y débil en el mundo, y sólo así está
los primitivos pobladores latinoamericanos han sido largo
Dios con nosotros y nos ayuda. Mateo 8, 17 índica clara­ tirmpo prorruwídos r,or dcte-rmirn1das forma, cJ¡, r,iecfocl.
H!cnte qut: Cii�Lü fH_l 110s ayu<la por su 011111ipuLcrKic1, sino tales como los vía-crucis, las rogativas alrededor de las
por su debilidad y sus sufrimientos... Sólo el Dios sufrien­ representaciones de las 14 estaciones de Jesús bíblicas y
te puede ayudarnos... Esto es lo opuesto de todo aquello legendarias en su camino hacia el calvario RO.
que el hombre religioso espera de Dios. El hombre está
llamado a sufrir con Dios el sufrimiento c¡ue el mundo
sin Dios inflige a Dios 2S_ E-s cierto que 1a iglesia que allí domina desde siempre
se ha preocupado bien de formular los textos del via­
Casi simultáneamente, y en una situación política se­ crucis de tal modo que los creyentes sólo se concienciaran
mejante, escribió el teólogo luterano japonés Kazoh Ki­ de aquellos dolores que le causan a Cristo sus pecados
tamori su libro sobre Teología del dolor de Dios 29, individuales y su amoralidad privada. Pero los pobres
•han debido de descubrir en el Crucificado todo su sufri-

WA ¡ 6:-í. :7
28 Resistencia y wmisión, Barcelona 21971, 210. 211-212.
211 Teología del dolor de Dios, Salamanca 1975. Ro H. Lüning, o. c., 82.
74 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MISTICA DE LA CRUZ 75

miento: el sufrimiento que les causa la est_ructura social rohado toda esperanza, destfllve11do su identidad huma­
y su propio destino. na hasta hacerla irreconocible.
De modo ,parecido se concentró en la crucifixión y re­ ¿Se pueden aplicar a esta mística de la cruz de los po­
surgimiento de Jesús la piedad de los black spirituals de bres, enfermos y esclavos aquellas palabras de Marx: «La
los esclavos negros en los estados meridionales de los Es­ religión es el gemido de la criatura oprimida, el corazón
tados Unidos. Su sufrimiento y su muerte fueron para de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una
dlo, clll símbolu LlC se,� propio,; sufrlmientos, de su sima s1ruació11 carente Je espinrn» '�? No se alcanza el meollo
ción miserable v sus dificultades en un mundo enemigo de esta mística de la cruz, cuando se ve en ella única­
e inhumano. su' destino lo vieron reflejado en la pasión mente el «opio del p ueblo» que le suministran sus señores,
de Tesús. Por eso pudieron decir, volviendo las tornas: para mantenerlos tranquilos, como sugiere Ia e:xipresión
cua�do crucificaron a Jesús y los soldados romanos le de Lenin al hablar de que la religión es «opio para el
traspasaron el costado, no era a él solo. Los esclavos ne­ pueblo». Es verdad que la mística del sufrimiento puede
gros sufrían con él y morían con él. fáólmente acabar en una justificación del sufrimiento
«Where you tJhere, when 1:'hey crucified my Lord?», mismo. Es cierto que la mística de la cruz puede alabar
comienza una de sus canciones. Y se contesta: Nosotros, el sometimiento al destino como su virtud, acabando en
los esclavos negros, estábamos allí con él en su agonía. una apatía melancólica. Compadecer con el Crucificado
p,1ede igualmente llevar a tener lástima de sí mismo. Pero
In Jesus' death black slaves saw themselves, and they un­ es que entonces la fe se desentiende del Cristo sufriente,
leashed their imagination describing what they felt and
saw... His dearh was a symbol of their suffering, trials tomándolo sólo como un ejemplo más del propio camino
and tribulations in an unfriendly wonld. They knew the de sufrimiento, y lo entiende únicamente como «sufri­
agony of rejection and the pain of hanging from a tree . .. dor» ejemplar para el propio soportar un destino ajeno.
Becmis<' hbrk sb,·e-, knew the si,!nific nu of tll(' p�in
0 Sn pasión no tiene entonces ninguna significación espe­
and shame of Jesus'death on the cross, they found them­ cial para la aceptación del propio sufrimiento. Nada cam­
selves by his side 31_ bia en éste, ni tampoco en el hombre que sufre. Se ha
abusado mucho de la teología de la cruz y fa mística del
Por su pasión y muerte se identificó Jesús con los es­ sufrimiento por parte de la iglesia en interés de aquellos
clavizados, cargando con su tormento. Y si él -no estuvo que han causado el sufrimiento. Con demasiada frecuen­
solo en su pasión, -tampoco estuvieron ellos abandonados cia se exhortó a los campesinos, los indios y los esclavos
en los tormentos de su esclavitud. Jesús estaba con ellos. negros a aceptar el sufrimiento como «su cruz» y a no
En eso radicaba también su esperanza de Hberación gra­ rebelarse contra él. Lutero no necesitó recomendar a los
cias a su resurgimiento para la libertad de Dios. Jesús era campesinos que llevaran la opresión como su cruz. Eilos
su identidad para con Dios en un mundo que les habfa soportaban las carga:s de sus .señores sin necesidad de que
tuvieran que decírselo. Mientras que les ,hubiera venido
:n J. H. Cone, o. c., 52 ss; cf. también Th. Lehmann,
Negro Spirituals: Geschichte und Theologie, 1965. 32 K. Marx, o. c., 94.


1
76 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MISTICA DE LA CRUZ 77

muv bien a fos príncipes y ciudadano� que los dominaban ;;preciación experimentada de parte de D,os v en el amor
una predicación sobre la cruz, que les hubiera liberado en que creen de parte de Cristo. Pues en las canciones
de su soberbia, moviéndolos a la conversión en la solida­ de esa mística de la cruz está metida una nueva experien­
ridad con sus víctimas 33• Lo interesante es, por tanto, cia de identidad. Aqueil a quien la pasión de Cristo le
quién habla de esta mística de la cruz, a quién y en interés s:1le al encuentro en el ,propio sufrimiento y aquel que
de quién lo hace. En un mundo de dominio y opresión experimenta en ella el dolor del amor de Dios a él mis­
11,,y yL,e ,1h.:;;;_;c;- rnucho ,1 la función c0ncrela de una �,lo­ mo, ése :,J.he cjllC -.::, dÍgo distinm de lo ',lltc: Je: él nan he­
cución y una piedad. Como «opio para el puebilo», pro­ cho y quieren hacer los dolores y Jas angustias de muerte,
ducido por quienes causan el sufrimiento, esta mística de los negreros y fos señores. Encuentra su identidad en la
pasión es una blasfemia y un engendro de inhumanidad. creída comunión de fa cruz, comunión que contradice esas
Pero con ello no se ha alcanzado todavía el hecho de que definiciones del sufrimiento y la esclavitud y en la que
el Cristo de los pobres ha sido siempre el Crucificado. encuenttan sus límites las definiciones de los señores. Esto
¿Qué ven ellos en él? Sin duda que en su pasión no en­ es un agarradero y una libertad en la fe, que impiden al
cuentran otro «pobrecillo» al que no le ha ido mejor. Más sufriente entregarse sin voluntad al sufrimiento y renun­
bien descubren en él al hermano, que se de1>pojó de su ciar a sí mismo en ello, le impiden aceptar ,la esclavitud
forma divina, tomando la de un esclavo (Flp 2), para es­ y sentirse ya únicamente como esclavo, fuerza de trabajo
tar con ellos y quererlos. Encuentran en él a un Dios que o quizás como nada, un nobody. La fe que se ganó en
no lo atormenta, como lo hacen sus señores, sino que se esa mística de la cruz a la vista del Dios sufriente y cru­
hace su hermano y confidente. Donde se les quita hasta cificado, impidió el hundirse en la miseria, la entrega de
la libertad, el nombre y la humanidad de la vida, encuen­ sí y, con bastante frecuencia, el suicidio por desespera­
tran en su comunión respeto, consideración, dignidad hu­ ción. Por eso a esta inatacable experiencia de identidad
mana v esperanza. Esta verdadera identidad suva la en­ en la fe de la crnz p-odemos designarla corno lo nerseve­
cuentran ocu1ta en el Cristo que sufre con ellos y ase­ rante de la mística de la cruz, interpretándola como la
gurada en Dios, de modo que nadie les puede robar esta
1 base íntima de la expresión exterior y la protesta siem­
identidad (Col 3, 3 ). En el Crucificado encuentran abier­ pre viva de la miseria.
to el cieb del que, como dice un hlack spiritual, «nadie Con esta exposición del significado íntimo de la mís­
me puede echar» como de un autobús para los blancos. tica de fa cruz nos hemos adentrado ya en una proble­
Por eso esta mística de la cruz de los oprimidos es, de he­ mática que sobrepasa la mera conformitas crucis. La
cho, «exipresión de la miseria» e, implícitamente, una mirada al Cristo pobre y humillado muestra, por tanto,
«protesta contra ria miseria», según dijo Marx. Pero en a fos pobres y oprimidos no sólo su propia pobreza y
el fondo es algo totalmente distinto, por encima de eso, su humillación en lo que a otro hombre le ocurre. Les
que Marx no descubrió, es decir, representa la expresión ,presenta su miseria en uno que es diferente de ellos. Les
de la dignidad humana v del respeto a sí mismo en la muestra con ello en realidad otra pobreza v otro sufri­
m�c:ut0. Cu:rnJo la mís.ica <ld sufrimiento cornprén<le al
:rn E. Bloch, Atbeismus im Cbriste11tum, 1968, 44 y passim Crucificado sólo corno modelo del propio tormento y de
78 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES MISTICA DE LA CRUZ 79

h propia humillación, es cierto que conserva los rasgos más cono,:ca su ,pasión 2ctiva, tanto merlos puede conver­
de su humanidad y abatimiento en ila memoria, actuali­
~ tirlo en prototipo de las ,propias debilidades. En la me­
zándolas en -la conciencia del propio rebajamiento. Pero dida en que los hombres· postrados en la miseria sientan
al mismo tiempo destruye la ,peculiaridad de la persona su solidaridad con ellos, tanto más fuerte será su solida­
de Jesús y lo especial de su pasión y muerte. Tal mística ridad con el sufrimiento de Jesús para sacarlos de su si­
interpreta su cruz sólo en el sentido general de «cruz y tuación. Si lo comprenden como herm-.mo en su sufri-
mísc.:ria» cumu sufrimiento pasivo pur rnón de t:;-i des entoncc:s es ct1 :,ndc :;e convertinín en seguidores
tino incomprensible, ,por ejemplo: niño defectuoso por de su pasión, cuando acepten su misión y la sigan acti­
nacimiento, enfermedad, peste, muerte temprana, o co­ vamente. El sufrió a causa de la palabra liberadora de
mo sufrimiento social y como causado por la sociedad Dios y murió por razón de su comunión liberadora con
que los humilla. Sin embargo, no fueron éstos los su­ los esclavos. Por eso son su pasión y muerte la pasión y
frimientos de Cristo. En los €Vangelios no •se habla de su muerte mesiánicas del «Cristo de Dios». Su muerte es la
sufrimiento por la naturaleza, el destino, üa economía co­ muerte del salvador de la muerte perversa. Dicho de otr,a
mo «hijo de un carpintero». Sus sufrimientos y humilla­ manera, se trata de los dolores del amor a hombres aban­
ciones se debieron más bien a sus acciones, a la predi­ donados, en ilos que mete esa mística de la cruz, cuando
cación de que el reino estaba cerca, un reíno de gracia ella introduce a hombres en la pasión de Cristo. La co­
incondicional, a su libertad frente a la ley, a sus comi­ nocida alabanza cristiana de la :pobreza tampoco puede
das con «pecadores y publicanos». Jesús no padeció pa­ ser cristiana, si lo único que hace es bendecir religiosa­
sivamente por su mundo, sino que levantó al ambiente mente la situación de los pobres, para prometerles una
convra sí por su mensaje y su actitud de vida. Tampoco compensadón en el c ielo, de modo que en la tierra los
la crucifixión en Jerusalén se le vino encima como un pobres se hagan más pobres y los ricos más ricos. Como
sino malo, de modo que se pudiera hablar de un fracaso Jesús lo ve, pobreza significa «hacerse pobre», despojar­
heroico, como fracasaron tantos otros héroes que, sin se y comprometer -lo que •se es y se tiene para la libera­
embargo, siguieron siéndolo para la posteridad. Según los ción de los pobres. Pablo dice: «Aunque era rico, se
evangelios, fue el mismo Jesús quien se encaminó hacia hizo pobre, ,para que os enriquecierais con su pobreza>>
Jerusalén, cargando activamente con la pasión que le es• (2 Cor 8, 9), demostrándolo en su propia existencia apos­
peraba. Predicando la justicia de Dios como dereclio de tólica: «Llevamos siempre en nuestro cuerpo la muerte
la grada a los marginados sin ,piedad, :provocó la contra­ de Cristo, para que también la vida de Jesús se revele
dicdón de los guardianes de la ley. Haciéndose «amigo en nuestro cuerpo ... De modo que ahora 1a muerte es
de los ,pecadores y publicanos>>, hizo enemigos suyos a p0deros�. en nosotros y la vida en vosotros» (2 Cor 4, 10.
los de ellos. Defendiendo que Dios lo era también de los il2). Esta pasión y muerte apostólica no se puede aplicar
impíos, levantó a ilos piadosos contra sí, siendo lanzado equívocamente al sufrimiento y muerte en ,general del
a la impiedad del Gólgota. Cuanto más reconozc.a esto la hombre, como han hecho desgraciadamente con dema­
mística Je la cruz, tanto menos ,µutJ,: t0mar a Jesús -:o­ siada frecuencia la ,rndicíón cristiana y también Lmero.
rno modelo ,para soportar y someterse al destino. Cuanto Sólo en la participación en su misión y en el seguimiento
80 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES. SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 81
de su tarea es como se experimentan y comprenden la ha robado la vida humana, es distinta de la liberación de
pobreza y los sufrimientos Je Cristo. Por eso, cuanto má" los esclavizadores, que se «quitan la vida» en el doble
comprendan los pobres en la mística de fa cruz esa cruz sentido de la palabra. Para salvar a todos, la iglesia del
como de Cristo, tanto más son Jrberados del ,sometimien­ Crucificado, de -acuerdo con la contradicción de la cruz,
to al destino y fa apatía en el sufrimiento. Por eso la pie­ será parcial y tendrá que tomar partido en los conflictos
dad de la cruz ,por parte de los pobres encierra en sí un concretos sociopolíticos, en los que se encuentra y en los
,J,1trnci,il totalmente distin,q del que la religión domi · que toma rane No tomad parte er, 1os rartidos exis­
nante les ha trasmitido. Consiguíentemente, la actuali­ tentes, sino que intervendrá parcialmente de parte de
zación del mesías cruci:fioado en los esclavos es para los la humanidad traicionada y de la libertad oprimida. El
señores tan peligroso como la lectura de !la Biblia como único ,punto de partida legítimo .para esto es tomar en
tal. serio fa cruz liberadora de Cristo en las situaciones con­
Al ,principio, y en realida,d siempre, la iglesia del Cru­ cretas, en Ias que ella se encuentra con otros. Por poner
cificado fue y es la iglesia de los humillados y atropella­ un ejemplo de cómo de una mística pasiva de la cruz
dos, de los ,pobres y miserables, -la iglesia del pueblo puede salir un seguimiento activo, políticamente relevan­
Por otra parte, es la iglesia de los que se convirten de te, citemos un punto de arranque concreto en América
sus formas internas y e.x.tcrnas Je señorío y opresión. Litina:
Pero no es la iglesia de los que interiormente ,se tienen
por justos, ni de los dominadores exteriormente. Si en El vía-crucis, una forma de culto preferida en América la­
T;erdad se acuerda del Crucificado, no puede mostrarse tina, se hace fructífera hoy también de cara a la concien­
en fo religioso indiferente frente a todos. Como pueblo ciación social. En el centro se encuentra entonces la culpa
de ·la sociedad y este pensamiento focal: Cristo es el prÓ­
del mesías crucificado es '1a iglesia de fa -liberación para
jimo que sufre, el oprimido, el explotado, el que no se
todos los hombres, judíos o gentiles, griegos o bárbar?s, puede defender. O sea, se toma literalmente lo que dijo
señores o siervos, varones o mujcte::,, pero no para wao� Cristo: «Lo que hicisteis al más pequeúo de mis hermanos,
de la misma manera. Como pueblo del Crucificado pro­ me lo hicisteis a mí». Para esta nueva forma de vía-crucis
cede de la !historia terrena determinada de la opresión y y su relevancia sociopolítica es un ejemplo clásico el Via­
la liberación de Jesús, encontrándose en medio de un crucis del sitio 20 de América central... Se representó va­
mundo dividido y enemistado de hombres monstruos, rias veces y se transmitió por radio, pero lo prohibió en
por una parte, y de hombres privados de su humanidad, 1964 el régimen militar 2!.
por otra. Por consiguiente, tiene que hablar de modo
concretamente diferenciado y obrar comprometidamente.
4. Seguimiento de la cruz
La liberación de :los pobres del 'laberi nto de la pobreza e.;;
distinta a la liberación del laberinto de la riqueza, aun­ En el último ca,pítu!lo �obre la mística de la cruz en el
que ambos laberintos estén relacionados. La justificación sufrimiento pasivo hemos llegado ya, por el oonocimiento
�,J::_. 1:-,-_cadure:::.; irnp;u::, ; .u , '.:- �\),-. pLi.l1osos pcca1..1\,,�cs

es distinta. La liberación de los esclavos, a los que se :.-1 H. Li.ining, o. c., 82 ss.
82 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 83

de los ,nfrimientos activos de Cristo, a la vía del segui­ sino que 1o qne hace es anunciar el reino que se aproxi­
miento activo del Crucificado. Ahora tenemos que expo­ ma. La llamada al seguimiento está en función del seño­
ner en pinceladas fundamentales las formas de actualiza­ río de Dios que irrumpe, siendo este signo Jesús mismo
ción del Crucificado en la comunión con Cristo vivida en en persona. Por eso tal llamada es incondicional y ni se
el seguimiento, para volver a preguntar qué ,pasa de su motiva ni se fundamenta a posteriori. Siempre se dice
cruz en el Gólgota a la de los seguidores y qué perma­ sin más: «¡Sígueme!» (Me 1, 17 par; Mt 2, 14 ,par). LoG
n u.:c c:xclu:,i '-''J <le su cruz. La idea de1 seguimiento es un que siguen es•ta llamada, lo dejan ro<lo; otros fallan, que­
alnado del protestantismo aburguesado, porque éste ya dándose en lo que son. Seguir a Jesús quiere decir rom­
no conocía ni quería conocer a la iglesia sufriente, la de per todas las demás ataduras a familia, profesión, etc., y
los mártires, sino que se asentó en las aparentes corres­ hasta los vínculos consigo mismo, negarse y odiarse a sí
pondencias deil «mundo cristiano». Sólo en épocas de con­ mismo para ganar el reíno: «Quien quiera guardar su vi­
tradicción entre iglesia y sociedad se hacen seguimientc da, la perderá, y quien la pierda ,por mí y el evangelio,
consciente fas experiencias, aparecen mártires, volviendo la conservará» (Me 8, 35). Es decir, el llamamiento al
a entenderse el ser crucificado con Jesús. seguimiento se motiva escatológicamente y no se puede,
Intencionadamente dirigen los evangelios la mirada entender moralmente. Se trata del llamamiento al futuro
de ios cristianos desde las experiencias del Resucitado y de Dios que irrumpe aihora con Jesús y por ese futuro
del Es,pfritu otra vez al Jesús terreno y a su camino ha­ no sólo se pueden dejar las vinculaciones del mundo que
cia la cruz. Presentan la cruz como llamada al seguimien­ ahora pasa y la preocupación por la propia vida, sino que
to. Tal llamada (Me 8, 31-38 par) está en e1 contexto se deben dejar. La llamada al seguimiento es e! man­
del anuncio de la pasión de Jesús. Seguimiento quiere damiento de la hora escatológica. Pero en cuanto llamada
decir siempre negarse a sí mismo y cargar con «su cruz». al seguimiento de Jesús es, al mismo tiempo, llamada ai
Resumamos primeramente los rasgos fundamentales de sufrimiento v hajo la cruz de Jesús ,;Y de qué sufrimien­
esta llamada al seguimiento: Jesús reúne a un grupo de to se trata? Bonhoeffer llamó acertadamente la atención
discípulos a su alrededor, los cuales lo siguen (Me 1, 29; sobre el hecho de que Jesús tiene que padecer y ser re­
Mt 8, 1; 14, 13; Le 7, 9; 9, 11; Jn 6, 2, etc.). Esta ima­ chazado, de acuerdo con los anuncios de '1a paisión, en
gen no dis,tingue todavía exteriormente entre fos escribas cuyo contexto se halla el llamamiento a seguirlo 35. Pa­
y sus discípulos. Con todo, la relación era de otra clase. decer y ser reohazado no son idénticos. Bl sufrimiento
Los discípulos de Jesús no buscan que se Jes reciba en se puede celebrar y admirar. Puede suscitar compasión.
su «escuela», sino que es Jesús quien los llama. Puede Pero el ser rechazado arrebata su dignidad al sufrimien­
sospecharse que originariamente la llamada y el segui­ to, convirtiéndolo en algo denigrante. Sufrimiento y ser
miento se referían sólo a Dios mismo. Entonces el lla­ rechazado designan la cruz. Morir en la cruz quiere decir
mamiento al seguimiento por parte de Jesús implicaría sufrir y morir como un margiado y rechazado. Sí los se-
una sorprendente pretensión de poder pleno. Los discípu­
; _;, llü lo siguen para alguua ve;,: ser ellos mismos rabí (Mt
"" D. Bonhoeffer, El precio de la gracia, Salamanca 1968,
10, 24), pues Jesús no funda ninguna escuela r¡ibínica, 77 ss.: «El seguimiento y la cruz».
84 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES
SEGUINIENTO DE LA CRUZ 85

;_;:•icores han de cargar con "Sll cruz>,, tendrán que car Tesucristo el sufrimiento triunfa dd sufrimiento v se
gar no sólo con el sufrimiento y un destino pesado, sino otorga 1a comunión con Dios precisamente en el dolo;» 37•
con el sufrimiento del rechazo. Los grandes santos cristia­ Por eso el seguimiento es alegría.
nos fueron por propia ex:periencia también los más aban­ Pablo ha traducido en una mística de la cruz su co­
donados de Dios. La ex¡presión «cruz» para designar la nocida :proclamación de i1a «palabra de 1a cruz» ( 1 Cor 1,
pasión del seguimiento, recobra ,su sentido sólo a partir 18) en las parénesis de sus car,tas, mandando a las comu­
de la cruz Je Crisrn y no pur d sufrimienco natural v :7.ii.._�J'-l:._:� cruc.:ifi:ar su ;__�J.rnc �- t1accr \-·isib]c en su cuerpo
social. «Cruz no es el sufrimiento vinculado a la existencia la muerte de Jesús ªº. El ,ser crucificado con Jesús se sim­
natur:1'1. sino al heoho de ser cristiano» '11'. Y la cruz de boliza creadoramente en el bautismo y se practica en la
Cristo se hace comprensible en el contexto de su vida nueva obediencia que ya no se acomoda al esquema de
primariamente por razón de su misión, que despertó la este mundo (Rom 12, 1). Quien ha muerto con Cristo
contradicción. Pero en ella se encierra. además de la con­ (Roro 6, 4), está crucificado para el mundo y el mundo
tradicción de fa ley y de la sociedad, también el mismo para él ( Gál 6, 14 ). El ,término «mundo» no significa
abandono de Dios, como dice Me 15, 34. En su cruz se aquí la personificación de la realidad experimentable,
oculta también la entrega al rechazo por parte del Padre. sino el mundo de la ,ley, del pecado, los poderes y la
de la que emergen, en el contexto de su resurgimiento, muerte. Está «muerto» para esce mundo, es decir, éste
elección y reconciliación. Habrá que preguntarse, si estc1 ya no tiene sobre él derechos ni exigencias. Pero vive
cruz del ;;bar.dono absoluto por parte de Dios no es algo en el espíritu vivificante de la nueva creación, es arras­
exclusivo de su cruz, pasando sólo en pálidos reflejos a trado por él, caminando en una novedad de vida. Pablo
la cruz de los seguidores que sufren. La cruz de Cristo no ya no uüliza la expresión «seguimiento», pero a veces
se •reduce a un modelo de la cruz de los seguidores de habla de «imitación» (1 Cor 11, 1; 1 Tes 1, 6). En la
Cristo. Su sufrimiento a causa del abandono de Dios no discusión sobre su legitimidad apostólica llama la aten­
es como un esbozo para la existencia cristiana en el aban­ ción, en contra Je ideas de sucesión, sobre los visibks
dono de Dios e:lQperimentado en el mundo que pasa. signos de la cruz en su cuerpo y a causa de él (2 Cor 4;
Por eso tampoco se dice en Me 8, 35, intencionadamente 2 Cor 6; 2 Cor 11, 22 ss) 39• Se •trata de fas experiencias
sin duda, que los discípulos tienen que cirgar con «sm, muv evidentes del sufrimiento, la persecución y el recha­
cruz, h de Cristo, sino «su cruz de ellos». No se puede zo, en fas que lo ha metido su apostolado. Si Pablo sigue
hablar de una nivelación, como se ve también por la en su -apostolado la :misión de Cristo, eso lo introduce en
historia de Getsemaní. Jesús sufrió y murió en soledad, el seguimento de la cruz median-te ataques exteriores e
mientras que los seguidores sufren y mueren en su comu­ interiores. úleva l a muerte de Jesús en su cuerpo, para
nión. A pesar de todo lo que hay en común, esto es algo
totalmente distinto. «Así, el sufrimiento sigue siendo le­ 37 lbid.,, 86.
janía de Dios, pero en la comunión del sufrimiento d!." 38 E. Kasemann, Paulinische Perspektiven, 1969, 61 ss; La
fl,•�-. ):' !:t lib-:.:. ;t:-z:l, Sa1:1:TI:::H1l·� l q--: L 3 ! :-:��-
;w
E. Kiisemann, Die Legztzmitiit des Jlpostels, 1942; E.
::6 Ibid.. 80. Güttgemanns, Der leidende Aposte[ und sein Herr, 1966.
86 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES SEGUIMJENTO DE LA CRUZ 87

que se revele la vida de Jesús: «De modo que ahora la dado da a la muerte por su rey, sino que su martirio se
muerte es poderosa en nosotros y fa vida en vosotros» miraba como padecer con Cristo y, por consiguiente, y vi­
(2 Cor 4, 12). No se trata de sufrimientos que uno mismo ceversa: como el padecer de Cristo en él y con él. Y
ha elegido. Tampoco es el intento de llegar por el sufri­ puesto que Cristo mismo sufre en los mártires, se pudo
miento a una más ,profunda comunión con Cristo. Ni la decir en Col 1, 24, que los mártires «suplen en su cuer­
imitación de los sufrimientos de Cristo. Se trata de los po fo que falta a la pasión de Cristo por '1a iglesia». No
�)c1deci1nient\Js '-1pos tólicos y Je tt ctu/. de1 testigo. EJ
1 ,ólo siguen la pasión de Crist0. te,tificánr!ofa_ por identifi­
carnet de su apostolado se lo da el mismo Cristo, que se cación, sino que toman parte en la pasión de Cristo que
revela en la cruz de su apóstol. Porque sigue la misión continúa y la completan. Son introducidos en el misterio
de Cristo, carga Pablo con «su» cruz, revelando la fuerza de la pasión de Cristo, tomando parte en ella. Esto llevó
de Cristo mediante su debilidad y la vida del Resucitado posteriormente a la idea de que los altares de la iglesia
con su morir diario. tienen que -levantarse sobre los sepulcros o reliquias de
La siguiente configuración del seguimiento del Resuci­ los apÓ9toles y mártires, y de que los sufrimientos de és­
tado fue en la historia de la iglesia la de fos mártires. tos, al ,participar en la pasión de Cristo, pueden tomarse
Peterson ha mostmdo que eil apostolado era algo limitado, como buenas obras. La •participación y la cooperación si­
mientras que el concepto de mártir no se restringía coin­ guientes de los mártires en 1a ¿gorría de Cristo no tiene,
cidiendo con el de apóstol: «La iglesia apostólica, basa­ sin embargo, que entenderse en este sentido. Pueden
da sobre fos apóstoles, que son mártires, es también la también aclarar en qué relación está la pasión de Cristo
iglesia doliente, la iglesia de los mártires» 40• Los sufri­ con el sufrimiento escatológico, que va a través de toda
mientos apostólicos pueden 1'enovarse en un mártir, que, la creación esclavizada (Rom 8, 9). Peterson lo explica
en sentido jurídico, no es sucesor de los apóstoles. El así: «El sufrimiento en este cosmos es universal, por tra­
apostolado de los testigos de vida del Resucitado no pasa ta1'Se de un sufrimiento con la pasión de Cristo, que se
a nadie más. Mientras que su ministerio de proclamación he:. adc11tr.1J0 en este c:0s1nos y, 0;n cu1bargo ) LJ ·hizo sal­
y su ser crucificados con Cristo pasa a toda la comunidad tar, al resucitar de entre los muertos y subir al cielo» 41.
(A. Schlatter). En la antigua iglesia del tiempo de las per­
secuciones el martirio se miraba como carisma especial. 41 !bid., 80 s., 90: «Siempre tenemos el mismo pensamiento:
Los ejecutados recibían el «bautismo de sangre» y la que todo sufrimiento lo es escatológico, padecido en configuración
comunión en la muerte con Cristo. Su testimonio se com­ con la pasión de Cristo, y que, por consiguiente, la gloria d?
Cristo le está asegurada a aquel que ha sufrido con él». Cf. tam­
pletaba en ia entrega de la vida, interpretándose ésta bién: Aposte! und Zeuge Cbristi, 1952. Igualmente P. Stuhlma­
como su victoria junto con el Crucificado. Entonces el cher, Gerecbtigkeit Gottes bei Paulus, 1965, 232, descubre un
mártir no sólo sufría por Cristo, su Señor, como un sol- paralelismo entre los rra6f¡µcrrcx XPIITTOV (F1p 3, 10) y los 1ra-
6f¡µaTcx -roú viív Kcxtpov (Rom 8, 18): «El sufrimiento que anóni­
mamente subyuga al mundo resulta daro para el (y a causa del)
-1-0 E. Peterson, Testigos de la verdad, en Tratados teológicos, cristiano que se trata de la lucha del creador, iniciada por Cristo,
\T tc!<d '.9,)6. 74. Cf_ :;;oh:-:::. l.1 10:-��r-r:et:1.ción dC'1 segP!mic¡�t•"" e.i c0n los poderes del mundo r,ara clefr,-,der su derecho en la crea-
Kíerkegaard, V. Eller, I<ierÁ:eg,wrd and radical discip/eship, 1-'nn­ ción>>. S;_,bre Col l, 24, cL ( Krc:rn�r, ,,·�viiJ anden Leú!eu n(_1:.:h
ceton 1968. m'"gdt...,, 1956; E. Lob,,, M;;,ry,,, ,nd Got1e;k»,cht, 196
88 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES SEí:;UIMÍENTO DE LA CRUZ 89

Peterson adara con ello el carácter universal y público también de esa manera se mantuvo vivo el recuerdo de
de la cruz de Cristo en SLt significación para el sufrimien­ los sufrimentos de Lristo. Las fundaciones y retormas
to desconocido el de los últimos tiempos por parte del de las órdenes estuviernn siempre determinadas por el
mundo impío y abandonado de Dios. Entre el Gólgota pensamiento de la imitación de Cristo. Los monjes irlan­
y el final escatológico del mundo está la muerte del már­ deses y escoceses tenían que andar errantes, porque Je­
tir como testimonio público. El sufrir y ser rechazado de sús también anduvo errante. Bl celibato se fundamentó
Crist0 r"'l ,11 e,-,¡:, se interpreta como sufrimiento y rechazo :°'., .-_.1 rdibato de Je,{,s ,, h pobreza, er b suva. En lo,

escatológico, siendo llevado por los mártires a la publici­ franciscanos, las órdenes mendicantes y ia devotio moderna
dad escatológica, en que se les arroja fuera, se les rechaza la protesta reformadora contra la riqueza, el poder ,po­
y se les mata públicamente. El «ataque al cristianismo» lítico y la mundanización de ia iglesia apeila'ba continua­
de Kierkegaard en medio del mundo liberal, protestante­ mente al ejemplo de Jesús. Los movimientos cristianos
burgués del siglo XIX hizo ';'et claro que, al rechazar el de seguimiento que no llegaron a i�corporarse en la igle­
concepto de rnártir, también se ,pierde la idea del sufri­ sia, tales como los valdenses, albigenses, wiclefitas y hus­
miento por fa iglesia, quitando al evangelio de la cruz sitas, fueron reprimidos y perseguidos. Su espirituali­
su sentido, teniendo que perder finalmente el cristianismo zación fa ex;perimentó luego el seguimiento de Cristo
asenrndo sL, .::spcranza escatológica. El aburguesamiento en los ejercicios místicos, yuc con tanta frecuencia su­
del cristianismo significa siempre olvido de la cruz y des­ plieron y sustituyeron a la teología escolástica. Aquí de lo
esperanza. que se trataba era de la unidad entre teoría y práctica en
Una tercera manera del seguimiento de Cristo surgió la existencia cristiana. Fe sin seguimiento se convierte
des:pués de ,la época de los mártires en el camino espe­ en mera aceptación de doctrinas y cumplimiento de ce­
cie! del monacato. Aquí el concepto de seguimiento cedió remonias. De una herencia agustiniana y franciscana entró
la primacía al de imitación (imitatio Cbristi). Las humi­ en b teología por Buenaventura un carácter voluntarista
lh,t:iu1,c, c,;.Jc,TÍ;neE,,1Jas pu1 los dpÓstules y 111.íttitt:s y :ah..:ctivu ,o;�. ,__feología no es pura ceoría, slnu Uü4.!. s:nLL:­
se convirtieron en la virtud cristiana de la humildad. De sis de teoría y sabiduría práctica, o sea., theología affecti­
las persecuciones que apóstoles y mártires experimen­ va_ Representa una unión de reflexión intelectual y ex­
taron en su camino de proclamación de la verdad de Cris­ periencia espiritua'1. Pero las e�periencias espirituales per­
to , se pasó al ejercicio de la mortificación espiritual. Del tenecientes al conocimiento de Dios se adquieren en 1a
martirio concreto ,se llegó a fa «muerte espiritual» en la meditatio crucis. Con esto aparece la via crucis como ter­
niortificatio sui_ De los llamamientos escatológicos de cera realidad junto a la ví,a activa de las obras buenas
seguimiento por parte de Jesús .sailieron saberes espiritua­ agradables a Dios y a la via contemplativa de la ,adoración
les y morales. Así se puede describir indudablemente el e,erna de la teología mística, negativa 43• El itinerarium in
proceso de traducción y espiritualización. Sin em!bargo,

41 Bnt"'"n:iventnra _ ! tinf'.,.,.Jr/t1N? mentís in Deurn. 19(,J.


202 ss; E. Güttgemanns, o. c., 323-28, que constata, con razón, oe
g
aJ Así \Y/. v. L w.:nich, Lutbers Theolo ia cruus, ;,i::ió7,
una gradación en la coro-pasión con el crucificado. 169 SS-
90 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 91

Deum comienza con la inmersión en la pasión y muerte seguimiento místico de la cruz y su cristología de la con­
Je Cristo, hasta 4ué sus sufrimientos se sientan como /ormitas ¡c,. Por el camino <le la cruz se hace el creyente
propios y sus acometidas como propias. La fusión del al­ «imitador de Cristo» . de un modo espiritual e íntimo,
ma con Cristo mediante el sufrimiento la llamaron Eckart conservando en ello las experiencias de los apóstoles y
y Taulero la vía compendii, el camino más corto para el mártires, sin hacerse él mismo apóstol y mártir. La fe en
místico nacimiento de Dios en el alma. Con ayuda de el Crucificado lleva a una existencia conforme con la cruz
la meditatio crucis vuelve el alma a la oscuridad de su ba­ v cor, Cristo. Se -rnede considerar a este nroces() <le inte­
se no creada. Conformándose con la cruz, el alma se hace riorización de la llamada «mística de introversión» en ei
semejante a Dios. El camino de salvación del místico ser seguimiento de Cristo como un extrañamiento del segui­
crucificado con Jesús llega a la gloria a través del sufri­ miento concreto y co11poral. Pero hay que ver también
miento, a la elección, mediante fa entrega a la perdición, a que esta mística de fa luz interior puede cambiar conti­
la corona, atravesando por la cruz. Así lo dice también nuamente y de modo repentino, convirtiéndose en «llama
Tomás de Kempis en su libro De imitatione Christí, que consumidora que se dirige hacia fuera» 46• El cambio re­
aún conserva su efectividad para la piedad cristiana 44• pentino de mística en quiliasmo y de religión en revo­
La suprema virtud del seguimiento es la humildad. Se lución se puede ver tanto en rebautizantes reformadores
muestra en L nbediencia, desprecio dd mundo y silencio. como en la mística de la cruz de Tomás Münzer 47 . Con
Jesús es el modelo de esta humildad. Su camino de hu­ todo, seguimiento no puede ser imitación, pues aquél
mildad conduce a la vida eterna a través de la cruz. quiere decir convertirse uno ·mismo en Jesús. Tampoco
Seguirlo quiere decir renunciar al amor del mundo y de puede ser admiración y semejanza mística con un héroe 48•
sí mismo y ser poseído ,por el amor crucis. Por la via El seguimiento acontece mediante la -propia responsabili­
regia sanctae crucis se camina a través de combates fuer­ dad respecto de la misión de Cristo hoy y cargando con la
tes, privación de la gracia y destrucciones internas (anni­ propia cruz.
;:,z"latio); 1 lcga�;d,J :1 la plenJ. �;cguri.JJd ;�iJ l)it)�. La t:un­ Sq;u:tnté:nlc de Cristo significa f...: y ésta ,:s, <le: hecho,
formitas crucis lleva a la contemplatio Dei en el mfatico una unidad existencial de teoría y praxis, como puede
excessus mentís. También en los Ejercicios espirituales de ,1erse en la existencia apostólica, en la de los mártires y,
Ignacio de Loyola se hace esta consideración en la terce­ en cierto modo, rtambién en la teología mística de la ex­
ra semana a propósito de los sufrimientos de Cristo: periencia interior.
«En la pasión es acertado pedir padecer con Cristo, lleno
de dolores, total quebrantamiento con Cristo, tan que­ 45 Cf. sobre esto E. Walf, Staupitz und Luther, 1927; E.

brantado, lágrimas y pen1tencia íntima por las que Cristo Voge:lsang, Der angefochtene Cbristus bei Luther, 1932; H. J.
Iwand, Glaubensgerechtigkeit nacb Luthers Lebre, 21951.
soportó». Siempre se trata de hacerse espiritualmente se­ 46 K. Marx, Frühschriften, ed. S. Lmdshut, 1953, 17.

mejantes a Cristo sufriente y crucificado. Tampoco la 47 K. Mannheim, Ideologie und Utopie, 3 1952, 184 ss.
teología de fa cruz de Lutero es comprensible sin este
48 M. Heidegger, Sein und Zeit, 81957, 385: «La repetición
propiamente dicha de una posibilidad existencial ya sida -que
b. f::'xistencia se elige :1 �u h�toe___.. se h.1sa e -<- i�tenc-i:11m�nte en Ja
-11 C,. tarnL,,�n Lgrrncio éÍé Loyola,
lé¡ e;uuos �spirituales resoíución que se adelanta». Pero ei seguimiento Jé Lristo no
n. 97 y, además, J. Sudbrack, Existentietles Christentum, 1964. es, en modo alguno, una elección heroica a modo de respuesta.
92 LA RESISTENCIA DE LA CRt:z CONTRA SUS EXPLICACIONES
SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 93
Pero hay que atender a dos cosas: 1) ¿Qué son pa­
nrivar1e completament-e de su significado. pero parece, sin
sión y crc1z de CLi;;to y qué suu pasión y cruz de los �e­
�rnbargo, que se priva a la cruz de Jesucristo de su pro­
guidores? 2) ¿Cómo se realiza la actualización seguidora
pia significación y que ·gana importancia histórica sólo
de ila misión y de la cruz de Cristo hoy, si no se t•rata
en la realización existencial subsiguiente del ser crucifi­
simplemente de una imitación privada?
cado con él. Creer en la cruz de Cristo quiere decir tam­
La primera cuestión se puede aclarar echando mano de
bién, sin duda, dejarse crucificar con él, justificar el juicio
1 8 internret,ición de la cruz en R. Burltmann: ,,Dejando
iustific�i�ic:,; Je Dio,::¡ Pero �stu LS, cun uH.1o ) S(::c;__1nJar-i0.
Dios que crucificaran a Jesús, ha levantado la cruz para
:<Pues Cristo murió por nosotros, impíos, cuando todavía
nosotros: creer en la cruz de Cristo no significa mirar a
éramos débiles» {Rom 5, 6), «cuando todavía éramos pe­
un suceso mítico que ·se haya realizado fuera de nosotros
cadores» (v. 8), dice Pablo. Su muerte de cruz «por nos­
y de nuestro mundo, mirar a un acontecimiento que ob­
otros», fos i-mpíos, los ,pecadores, 'no es cier,tamente un
jetivamente se puede contemplar y que Dios lo toma �o­
suceso mítico fácil de comprender. No basta tampoco re­
rno llevado a cabo por nuestro bien; creer en la cruz sig­
conocerlo doctrinalmente. Pero tampoco representa un
nifica más bien tomar fa cruz de Cristo como propia, quie­
:;contecímiento escatológicoJhistórico en el sentido de
re decir dejarse crucificar con Cristo».
que se origina en la crucifixión de Jesús, prosiguiendo
Par::i B._:ltmann la cruz es uil «cicontecimiento esca­
en el ser crucificado con él y siendo «siempre actualidad».
tológico», o sea, no es algo del ,pasado al que se vuelve
El «nosotros con Cristo» tiene en Pablo su base íntima
la vista, sino que es el acontecimiento escatológico en y
y su presupuesto ,permanente en el «Cristo ,por nosotros».
allende el tiempo, en cuanto que :por su significado, o sea,
para la fe, es siempre actualidad. Como prueba, cita �ult­ La simultaneidad y conformidad del ser-crucificado-con es
mann fa teología apostólica de la cruz en Pablo y sigue una correspondencia de ria fe, que se hace posible y ver­
diciendo: d::dera sólo por razón de la revelación de Dios en su opues­
:0, en el abandonado de Dios, y en Ia muerte de Cristo
Como acontecimiento salvador, ía cruz de Cristo no es, por sus enemigos, los impíos y pecadores El significado
por tanto, un suceso mítico, sino algo histórico originado de la cruz de Cristo no se comprende a partir del ser­
en el acontecimiento histórico de la crucifixión de Jesús cruci.6.cado-con por parte .de fos creyentes, sino al revés,
de Nazaret. Por su significado histórico, es el juicio sobre
a partir de la muerte de Cristo por los impíos alcanza su
el mundo, el juicio liberador sobre el hombre... La pro­
clamación de la cruz pregunta al oyente, si quiere incor­ sentido el ser-crucificado-con por ,parre de los creyentes.
porarse este significado, si quieré' dejarse crucificar con Si «significación» sólo se ha de entender <<históricamente»
Cristo 49. v si «historicidad» sólo puede ser realización existencial,
�ntonces la cruz del seguimiento puede más fácilmente
Es acertado el rechazo de una objetivación de la cruz determinar la cruz de Cristo que no al revés. Bl anuncio
de Cristo y de una histotización de [a cruz de Jesús hasta de la cruz es indudable que al oyente no le pregunta pri­
mariamente si se quiere dejar crucificar con Cristo, ,sino
·L.! iC Dulcmann, í\Jt:u.:s Ti.:::,tt.1iriCJU :11.:,,i .,}lyibolu¿jc, en Kc 4uc '1c am:nua d Crisw crucificado púl él, el impío, c:n
rygma und Mythos I, 4 1960, 42 s. medio del abandono de Dios. Sólo la revelación de Dios
94 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 95

en s,.1 :1hindon0, sólo la aceptación de los impíos mediante �e cosifican rndas fas relaciones humanas y se ex,tiende
la admisión por par.te de Cristo mismo del abandono en como epidemia una apatía generalizada. Es cierto que en
que ellos se encuentran, sólo eso los coloca en comunión este mundo poseído por el fetichismo de las armas y la
con el Crucificado y en el seguimiento. Sólo si Cristo ha facticidad de todas las cosas nada humaniza t'<lnto al hom­
tomado nuestra cruz como propia tendrá sentido cargar bre como el amor, el interés consciente por la vida de
con la cruz del seguimiento. La dis,tinción de Bultmann los otros, en especial, de los oprimidos. Pues el amor
cnlre 1mlico ,: histórico, entre liistórico careme <le y car­ nace ,t ,mo capaz uc ser herido y defraudado, prepara
gado de significado, así como su intet'Pretación mera­ para el sufrimiento, conduce del aislamiento a la co­
mente existencial de la historia, lo ponen en peligro de munidad, siempre asociada al dolor, en relación con otros,
no poder entender la cruz de Cristo sino sólo como ejem­ tan distintos de uno mismo. El amor cMnhia al mundo,
plo para la subsiguiente conformitas de Ia existencia cris­ haciendo revivir las situaciones petrificadas y superando·
tiana. Esto encuentra ampllio apoyo en la teología antigua el impulso de muet>te, que hace todo un objeto de pose­
de Lutero, todavía impregnada de misticismo, pero lleva sión y poder. También es acert,ado ver personificado tal
fáci1mente a no poder entender a Jesús como Cristo sino amor en la predicación de Jesús sobre el reino que se
en cuanto que ese suceso histórico-escatológico del juicio aproxima, reino de fa gracia de Dios que se adelanta,
liber¡dor se originó en su crucifixión y en cuanto que él vedo en su vida por y con los indefensos, marginados.
es, en el tiempo, el iniciador de la cruz de la eternidad pecadores y publicanos. Por último, es acertado concre­
siempre presente. tizar hoy el seguimiento de Jesús en el amor, el sufrimien­
Este peligro se hace aún mayor, si el seguimiento to y la revuelta. Esto no reduce la fe en el seguimiento a
creador por propia iniciativa se busca en Jesús su propio mera ética, como temen los «ortodoxos», sino que más
ejemplo o del «camino de Jesús» sólo se escogen aquellos bien lo que ocurre es que la ortodoxia se reduce en 1a or­
detalles que uno puede seguir v que hoy parecen llenos topraxis a la unidad de teoría v práctica. Lleva, finalmen­
de sentido 50. Es cierto que en una sociedad teonocrática te, sobrepasando el estrecho círculo de la comprensión
de Cristo en las categorías de la historicidad de la res­
,;o Admito en las consideraciones siguientes el concepto de pectiva existencia, a los terrenos económicos, sociales y
seguimiento en D. Solle. Cf. Stel!vertrf'tung. 1965; Atheistiscb políticos, en fos que los hombres tienen, de hecho, que
an Gott glauben, 1968, 37 ss; Das Recht ein anderer zu sein, librar su lucha por la «existencia». De ese modo se ven­
1971; Teología política, Salamanca 1972. Sigo gustosamente su
tcologfa vinculada a la praxis, pero no puedo compartir su acu­ ce la ,privatización del ser-crucificado-con y su espiritua­
sación indiferenciada de metafisicismo contra teología y fe. Su lización, encaminándose hacia una teología política del
ética del seguimiento se aproxima, por ello, al ritschlianismo vul­ seguimiento del Crucificado. Pero en esta ética de se­
gar, haciéndose fácilmente legalista. Su crítica a la «mitología de
la promesa apocalíptica», como caracteriza a mi Teología de la guimiento no basta con partir meramente de la «imagen
esperanza (Teología política, 61 ), hay que atribuirla, sin duda, y el testimonio del hombre Jesús� y con «vivir según
a su horizonte comprensivo, determinado por Gogarten y Bult­
rnmm. en el cme se dice: «No 1o entiendo» frente a todo lo que el esbozo de Jesús» 51• Todo es acertado para la amplia-
supera ('� ,llJ/t..unLC existencial Je :ci :.:i..:l;__t1_;i-1 l1etCHCa el modo
,._le_-,

respuesta, y frente a aquello de lo quE «nada práctico puede r,i Por ejemplo, Atbeistisch an Gott glauben, 86, y frecuen­
hacerse» (Kant). temente en otros escritos.
96 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES
SEGUIMIENTO DE LA CRUZ 97

c10n de la comprensión del seg¡¡Ímiento v la concteción paradójica sobre el amor en medio de todo sufrimiento
del cargar de la cruz, que de ningún modo tiene lugar sino que hay que mirarlo desde d horizonte apooalípric�
mera�ente en la fe interna, como tampoco se redujo el de la destrucción del mundo y de la nueva creación. El
martmo concreto en su tiempo a la conformitas crucis ser-crucificado-con por parte de los mártires tampoco se
mística. Pero las expresiones al uso oscurecen fa peculia­ agota en el sufómiento del amor, sino que remite al ,testi­
ridad e irrepetibilidad del camino y de la cruz de Cristo. monio de '1a ve, rdad contra los señores de la mentira. Ei
1

En su pc1siú11 hay mi, c1uc: s,'>lu d necesario sufrirni;:mu sufrimiento del ,amor para rnf' el ·hombre olvidado, des­
del amor, verdadero en d seguimiento, más que la ca­ preciado y traicionado en todos los ámbitos de su opre­
pacidad de ese amor para sentirse herido y defraudado. sión es un sufrimiento concreto del seguimiento y signi­
Los dolores del amor, -sí ·son aceptados, lo profundizan. fica, en la práctica, cargar con «su cruz». Pero no se le
Pero en :los sufrimientos de ila cruz de Cristo está encerra­ debe aislar y, respetando toda la interpretación existen­
do no sólo el padecer ético ,del amor, no pudiendo sig­ cial de Jesús, algo perfectamente aceptable en todo este
nificarse con «ética» nada desfavorable o limitado. Bon­ proceso, no se debería ,perder de vista la diferencia cua­
hoeffer dijo acertadamente: «Jesús es el Cristo rechaza­ litativa entre !la cruz propia de Cristo y ésta de sus segui­
do en el sufrimiento. El ser rechazado priva al sufrimiento dores. La cruz de Cristo se convierte en la razón del ser­
de toda dignidad y honor» "". Jesús .fue rechazado tam­ crucifi.rndocon por parte del apóstol, de los mártires y
bién, pero no sólo por ellos, por monstruos, a causa del los que aman olvidándose de -sí mismos. La base sólo es
amor que tenía a los que ellos reducían a un estado inhu­ .comprensible a la luz de lo fundament'<ldo, pero es más
mano, sino que fu.e abandonado además, y del modo más que esto. La cruz de Cristo se experimenta en la cruz del
profundo, por su Padre, cuya cercanfa anunciaba y vivía. seguimiento de ,la fe y del amor, pero la de Cristo pre­
Esta condi:ción de redhazo en la pasión, este juicio en la cede a ésta temporal y objetivamente y por su significado
cruz sobrepasa con mucho los sufrimientos del amor al escatológico para los impíos.
prójimo y al enemigo. No se adentra en la metafísica sino Lst.J.:-i b�cn que la tcolcgía 2� L1 cruz aprenda a dis­
.en la escatología universal y cósmica del final, en el �ban­ tinguir, conforme a lo que se dice de la cruz de Cristo,
dono de Dios propio de los impíos y en 1a destrucción de que murió por los impíos, entre las siguientes realida­
tocio lo existente. En este horizonte, 1a cruz de Cristo des:
adquiere un significado que sobrepasa el sufrimiento del 1) entre la cruz apostólica de la implantación de la
.amor en orden al testimonio de la fe, del mantenerse obediencia a la fe en un mundo lleno de ídolos ' demonios '
cuando todo se hunde, de la comunión con Cristo en el fetiches y supersticiones,
abandono. Tampoco el ser-crucificado-con del apóstol se 2) entre la cruz de los mártires, que testifican cor­
reduce a un significado ejemplar o prototírpico para el
poralmente ante los dominadores del mundo el señorío
sufrimiento del amor. El llamado catálogo de las circuns­
del Crucificado,
tancias ( peristases), 2 Cor 2, no representa una doctrina
:; " r, · d 5drimic:>.to del ;,rr ,� " 1.:,s ;ibanclonados,
e ,

despreciados y traicionados,
�2 D. Bonhoeffer, o. c., 86.
98 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOGIA DE LA CRUZ 99

4) entre lm «sufrimientos de este tiempm,, el ge­ se podrían: llamar igualmente los mitos y ritos de la re­
mido de la creatura esclavizada, la trisiteza apocalíptica ligión del estado. Bl estoicil,mo posterior llamó a este
de un mundo impío. terreno la teología política. Frente a la «teología» de los
La teología de ila cruz tiene que hacer estas distincio­ poetas y de los hombres de estado, Platón mismo pre­
nes, para descubrir y realizar 1as relaciones de un modo guntaba por ilos «rypoi peri vheologias», es decir, por los
auténtico y lleno de esperanza en el sentido de la libera­ criterios de la licitud de tales ,sagas divinas, encontrán­
ción '.:'se:�.�.:; 1/ �den :lel mundo. F:1 cr�stian0 se e:ncuentr:1 doh c:n b ,\,.::tina de 1'.is ideas y :::n L :mnal. A,·istótdes
en el entretejido de estos cuatro sufrimientos distintos, hablaba de modo muy parecido a los poetas míticos
teniendo que representar en ellos teórica y ,prácticamente «teologizantes», como Hesíodo y Homero (Metafísica,
el significado de la cruz de Cristo, si es que quiere res­ 6, 1, 1026 a), pero él mismo llamó curiosamente theolo­
ponder adecuadamente a la cruz sobre el Gólgota en el gike philosophia a ,su ,propia doctrina metafísica del «mo­
horizonte del mundo. La -teología de la cruz no puede tor inmóvil» (Metafísica, 12). El estoicismo distinguió
permitirse :1quí ninguna equivocación, como una y más tarde tres clases de teología: la teología mítica de
otra vez fo ha hecho, por desgracia, en la historia. los poetas, la teología política de los legisladores y la tea­
=
logía natttral ( consideración del ser) de los filósofos 54•
En el nuevo cestamento no aparece la ex,presión «teo­
5. Teología de la cruz
logía». Por eso es comprensible que a la iglesia antigua
La fe cristiana está indisolublemente unida al conoci­ en ambiente griego se le brindara primordialmente el con­
miento del Crucificado, es decir, al conocimiento de Dios cepto filosófico de teología y que lo aceptara. Los .ale­
en el Cristo crucificado o, para decirilo todavía más preci­ jad.tinos entendí-an por «teología» el «conocimiento del
samente con Lutero: al conocimiento del «Dios cruci logos eternamente existente» por contraposición al mun­
ficado». ¿Qué significa esto para Ia teología de la fe cris­ do mítico de la ,pura fe. Tambi.én en la época siguiente
tiana,' Nos 1-Íiamos de nuevo sólo en formas ±un<lamenta­ se reservó el término «rheo-log1a» para el conocimiemo
les de la ,teología cristiana, preguntando por su postura especial de Dios, la doctrina de Dios, la visión de Dios,
respecto de la cruz como criterio íntimo de ella. unida en la práctica con la alabanza de Dios mediante
Conforme a la terminología griega, «teologíw significa himnos litúrgicos. De ella se distinguía la «economía de
el tratado de Dios, de dioses o de cosas divinas 53• Platón la salvación», en la que se trataba de la humanización del
llamaba a las sagas :poéticas sobre dioses «teologías» Logos, cruz y resurrección, iglesia y sacramentos 55. Había,
(Politeia, 379 a). En ellas descubría la teología mítica,
como fas llamó más tarde Ia escuela estoica. Teológicos M M. Pohlenz, Die Stoa I, 31964, 198: «Panaitios distinguía
tres clases de d,ioses: las fuerzas naturales personificadas, los dio­
53 Así se expresa también la ortodoxia luterana: «Theologia
ses de la religión del estado y los del mito (genus physikon,
politikon, mythikon), fundamentando con ello la tripartita theo­
est» o: «Sermo de Deo et rebus divinis». Cf. sobre la historia logia, que se impuso concretameMe en la teología racionalista de
a� b f'\if<'\ ,·n••;,.1 f'. K�tt:enbusc-1-i., D!e F1::,lr·htff·t,;,:. eiFcr rhrj<;!lj_
1
R.o:,-:l)'.
chen Theu!ogze. Zur Geschichre der iü1sdrückt: 0Eoi\oyía, 0wí\o­ 5() Ct. para lo siguiente G. Ebeling, art. Theologie, en RGG�
yeiv, 6eo71óyos (19.30), 1962. VI 754-69.
100 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOGlA DE LA CRUZ 101

por t,mto, una teología doxológica y otra económica o, Teología, pues, como discurso sobre Dios es sólo posible
,,
dicho de otra manera: tedlogía como «pura teoría» y a base de lo que dice Dios mismo. Teología, como refle­
teología como «teoría práctica» de la historia salvífica. xión de la fe sobre la palabra percibida, presupone el
Sólo en la edad media surgieron las primeras formas acontecimiento de la palabra que Dios mismo dice. La fe
de ciencia teológica. Comprendía ya no sólo la doctrina es «razonable», en cuanto que «escucha» el dicho de
sobre Dios, sino todo el complejo de ,tradición cristiana Dios. Su razón consiste en que piensa sobre la palabra de
e:;pecia:, la :,~acra doctrina, y m�s en general, b teo1ogfa [)ips, ,unscic:ite siempre de 1a subjctívidacl de Dios en b
filosófica que abarc.:rba el saber del tiempo. «Unde theolo­ teología y escuchando la palabra de Dios que ha de acon­
gia, quae ad sacran doctrinam pertin�t, diff�rt secu?dum tecer �R_ La teología de la fe presupone la teología de
oenus ab illa t,heologia, quae pars ·philosophiae pomtur», Dios .. que radica en la palabra misma de Dios acontecida
decía Tomás de Aquino (S. Th. 1, 1 a 1). Distinguía. y que ha de acontecer 59• Por eso es teología eclesiástica
pues, una teología filosófica y; una teología teológica, La debilidad de este punto de partida está en que puede
utilizando, con todo, el mismo término «•teologfa» para llevar cerca de la distinción de la antigua iglesia entre
ambas 56• Teología como ciencia quiere decir aquí dar teología como doctrina de Dios y economía como doctrina
cuenta abiertamente sobre la fe cristiana con todos los de la salvación, perdiendo de esa manera el contacto con
medios espiritu.rles de la publicidad actual y, al mismo la realidad en relación con la t:xi�tencia humana no sal­
tiempo, el servirse del saber del presente ,por parte de la vada. No siempre toma por adelantado en serio este
fe cristiana. Ahí se oculta fa exigencia de que la teología punto de partida el hecho de que en la cruz de Cristo am­
cristiana es «la verdadera filosofía» y que no representa bas cosas son una y que, por tlo mismo, como dijo Pablo,
una verdad religiosa especial o una cosa privada. el «l\óyas ToÚ 8eov» (2 Cor 2, 17) cristianamente no
Todavía hoy existen ambas formas de teología. Se puede ser otro que el «Aóyas TOÜ crrcxvpoú» ( 1 Cor 1,
nuede partir estricta· mente del concepto «teología» y en­ 18) 60 .
�ender por el logos <le la leulogía ia palabra <le Dios "7. l-) or otra parte, se puede haca teología cu;;w cú:nci,,
En esta «palabra», Dios puede tomarse no sólo como en condiciones modernas, apoyándose en Schleiermacher
objeto del discurso humano, ,pues Dios no es objeto de
la experiencia, como lo son las cosas del mundo que la
razó� humana puede conocer, definir y dominar. Si se ''' El mejor ejemplo para esto es K. Barth, Pides quaerens
toma ,en serio a Dios mismo como el Señor, entonces hay i11tellectum. Anselms Beweis der Existenz Gottes (1931), 1958.
r.9 En este sentido, distinguía la antigua dogmática protes­
que tomarlo y pensarlo como el sujeto de su palabra. tante entre la theologia archetypos como cognitzo quam Deus ípse
de ipso habet y la tbeologia ektypos como scientia de Deo et re­
:rn G. Siihngen, Philosophische Einleitung in die Theologie, bus divhús cum crenturis intellige11tibur a Deo cd imitationem
21964. theo!ozir:e mae commzmicata.
GO Por más que precisamente Bartb intenta pensar estricta­
57 Así E. Brunner, Die Offenbarung als Grund und Gegen­
mente la unidad, vuelve una y otra vez sobre la diferencia íntima
rtand der Theologie (1925), en Anfange dialektischer Theologie I, entre Dios en su «propia inal.canzabilidad por parte de todo el
.!q¡-:,_2 ' K -p,,.-r}, y:, 1(1,-,�-- r.ri/t,'-: .,r[,: Aur��rh:.�
'
1
r{o;r Tf-.:rdn T'.L:rH1'."=·� s.:. ��:l.!Hos,:hc:e-;ic:;} 1 cm;'.'D de t1 intncac�a g10:-i-J y he;i­
gie {1922),- �n· ibÚ'. 197- ss, y Die christliche Dogmatzk irn b1t­
'>

titud de -su vida interior» v Dios como se autodecermina en Je­


wurf, 1927, 18 ss. sucristo (cf. Kirchliche Dogmatik II, 2, 178. 181 y passim).
102 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOG!A DE LA CRUZ 103

-, Ee,cel. �)c¡/1t1 dlo, teología '-'� ,_.i1a <,cic:ncia positiva», no que tambitT, quiere algo, se deduce pa:,1 b teología
;uyasº partes están unidas para formar un todo por su la enorme tarea de desarrollar en su totalidad una «teoría
relación común con una determinada manera de fe. En­ del cristianismo actual». Yen ella ,se incluye a su vez
tonces la teología cristiana es la ciencia del cris-tianis. la pretensión medieval de que la teología cristiana tiene
1no 61. que ser capaz de representar la verdadera filosofía, des­
Yendo más allá de Schleieemaaher, se puede luego arrollando una teoría cristiana del presente. En fas con­
consr:H,ir ,¡uc: ese «cnstíanismo», en países c:ristianos de diciones de la historia contemporánea, la «teoría dei
la época moderna, no vive en absoluto sólo en la iglesia cristianismo» toma con ello la tarea de la filosofía de la
organizs.,cl::, sino qne se ha metido en la cultura objetiva historia, que Hegel entendía en el sentido de que la fi.
y personal de muchas manera• s. Gusta formular este co­ losofía, como conocimiento del ser, al mismo tiempo «in­
nocimiento sociológico con el pathos mesiánico-quiliástico terpreta a su época en pensamientos» t!3 , Mas si una fi­
de R. Rothe, diciendo que el 'cristianismo después ele losofía así sólo es posible, si lo que es verdadero es ra­
su estadio eclesiástico ha pasado a su época histórico­ zonable, entonces una teoría histórica del cristianismo
mundial 6�. De esta idea, que no sólo constata algo, si- sólo será posible si lo que es verdadero es cristiano. Pe­
ro, ¿qué es «verdaderm�? También esta teoría tiene, si
alguna vez llegara a triunfar, su ,precio: hay que pasar
61 Fr. Schleiermacher, Kurze Darstelltmg des theo!ogische,.1
Studiums, ed. H. Saholz, 1961, § 1: «La tedlogfo en este sentido, por alto 1a «dialéctica de la ilustración» (M. Horkheimer,
en el que se toma el término siempre aquí, es una ciencia positiva, Th. W. Adorno) del mundo moderno, la miseria de la épo­
cuyas partes forman un todo únicamente por su común relación ca moderna, miseria marcada con los nombres de Ausc:h­
con una determinada configuración de la conciencia de Dios; u
sea, de la cristiana en base a su relación con el cristianismo». witz y Hiroshima, hay que pasar por alto los conflic­
o:i R. Rot:he, Theologische Ethik JII, 1848, § 477, 1010: tos que plantea el mundo moderno capitalista y blanco 64.
«Si uno quiere orientarse en la situación actual de la cristiandad.
:..i �ouJ¡LiÜ:1 J�c\::;1 es e} ret.. UthJcc--1 q•_: ._ , 1 ....:3tJ.,iL1..1 ,:.J·::;;iist.l�,__, 1..t...::
desarrollo histórico del cristianismo ha pasado, y que el espíritu su época mundana determina la problemática de la teología ac­
cristiano h�. entrado en su época moral, es decir, política. Si la tuail» (Introducción a E. Troeltsch, Die Absolutheit des Christen­
iglesia es ia forma esencial, en la que el cristianismo tiene 5u tums, 1969, 7). La inversión de la tan discutida tesis de la secu­
existencia: entonces --esto hay que concederlo honradamente-, larización en el sentido de que mundanización de la iglesia sig­
SLl situación ci, nuestros días es lamcntabk, y uo sólo desde ayer, nifica o puede significar realización del cristiamsmo es parcialista,
no pudiendo preverse tampoco cómo va a poderse mejorar. Pero porque los intereses por la secularización son muy varios. Está
el cristianismo quiere, conforme a su esencia íntima, sobrepasar fuera de duda que una teoría integra:! de la historia moderna del
a la iglesia, intenta nada menos que tener al organismo total de cristianismo es deseable, pero no sustituye a 'a teología ni tam­
la vida humana como tal por su propio organismo, es decir, el poco el trabajo dogmático. El antiguo y nuevo qufüasmo de la
estado. Se trata esencialmente de mundaniz·arse cada vez má5 época moderna y de la nueva mundanización de la iglesia era y es
completamente, o sea, despojarse de la forma eclesiástica, que ciego respecto de la ofuscación de una sociedad forzad"<!mente
tiene que ton!ar a su entrada en el mundo, y colocarse la figura optimista.
Je vida comúnmente humana, que de por sí es morail». Cf. par¿ G3 J. Ritter, Hegel und die franzosiscbe Revolution, 1957, 13.
el contexto en Rothe, H. J. Birkner, Spekulatwn und Heilsgeschi­ Sobre esto críticamente R. Bubner, Philosophie ist ihre Zeit, in
chte. Die (;.c,diich,sauffossung Richard Fothes. 19-59. Estas ideas C-edcmÍ?en erfaut. en Hermeneuti,'c zmd Dialáti,b I. 1970, 317-
r.:p1cscnL,t I.1..)J c1·1 Íorrna muJií-ica<la L.. Reud.L0rlí. Ct. Sd/::.uL1:1_ .342
síemng; Christentum ausserhalb der Kirche, 1969; Christentum G4 G. Rohrmoser, Zum A.tbeismusproblem im Denken von
zwischen Revolution und Reaktion. «El paso del cristianismo a Pascal bis Nietzsche: Internationale Dialog-Zeitschrift 1 (1968)
104 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOGIA DE LA CRUZ 105

El contexto de r1a plausibilidad de la sociedad moderna conoc1m1ento que aquí domina es el de la analogía de
es con bastante frecuencia, al mismo tiempo y en más de Parménides, Empédocles y Aristóteles sr;_
un aspecto, un contexto de fascinación. Y hay que so­ Pero en el Crucificado, ,abandonado de Dios y malde­
lucionar la contradicción y la locura de la cruz en la cido, no encuentra 1a fe correspondencias de esta clase,
«sabiduría» del cristian1smo dentro de la identidad ín­ que le den un conocimiento indirecto, analógico de Dios,
tima de éste. Mas tampoco una teoría cultural del crfa. sino lo que a ésos contradice. La fe descubre en el Cristo
,iani:)mo, (umµrensiva con el n1c.mdo y religiosa. podrá crncifiracfo ],i contradicción Fn v�rios niveles al mismo
hacer desaparecer lo extraño del Crucificado en una cul­ tiempo: la contradicción al Dios que ha revelado su vo­
tura llamada cristiana. Los ex:traños y ateos se lo recor­ luntad en la ley y que es reconocido prácticamente en
darán a los cristianos 65. Jas obras de ésta. Pues Jesús murió como blasfemo, se­
Una teología cristiana que vea su problema y su ta­ gún la sentencia de la ley. Encuentra en él la contradic­
rea en reconocer a Dios en el Cristo crucificado, puede ción a los llamados dioses y la liberación de ellos, que
todavía no ser pura teoría. No puede llevar a la purn son honrados en la teología política de tales religiones.
teoría de Dios como en la contemplación de éste en la Pues Jesús murió, justa o injustamente, en la cruz la
antigua iglesia. Esa pura visión abandona el reino de lo muerte de un rebelde. Por último, la fe descubre en éi
pasajero, del mero aparecer y del inseguro pensar, en­ la c0ntradicción al Dios que se ha revelado indirecta­
contrando el ser verdadero y eterno en el Logos. La pura mente en la creación y la historia. Pues Jesús murió en
visión de Dios, que se olvida de sí misma, cambia a'. medio del abandono divino. Y si precisamente aquí surge
contemplador en el contemplado y lo hace partidpar de fe, ello quiere decir para la teología cristiana en primer
Dios, haciéndolo divino por mímesis y métesis. El aman­ lugar que no puede ser pura teoría de Dios, sino que
-te de la sabiduría se hace sabio asimismo gracias a la tiene que convertirse en teoría crítica de Dios. La crítica
fuerza del eros que lo invade por la sabiduría. De modo se dirige entonces desde el Crucificado aij mismo hom­
4ue la pura contemplación da mdirectamente parte en lo Orc: que LL:nu ..... (;, .J�sttuyc11do ;;u i:1tt...:rC::s directivo dc1 co
contemplado y correspondencia con ello. Los grados de nocimiento. Pues el ,hombre busca a Dios en la ley e
tal donación aquí sólo pueden ser las correspondencias intenta corresponderle mediante las obras de ésta, para
de Dios en naturaleza, historia y tradición, que reflejan colocarse él mismo en el derecho de Dios. Si ve a Dios
y revelan indirectamente algo de Dios mismo, lo mismo en este condenado por la ley y cree, entonces se libera
·que sus obras en la creación y la historia, en los hom­ del interés :legal} de su autojustificación. Busca a Dios
bres y las ideas que corresponden a Dios. El principio de en la voluntad de adquirir poderío y señorío políticos
Si descubre a Dios en el Cristo sin poder y crucificado y
143: «¿Cómo puedo todavía hoy comprender y aceptar una for­ cree, entonces se libera de esta voluntad de ,poderío y
ma histórico-social de praxis humana como conformada y con­ dominio sobre otros. Busca conocer a Dios en las obra,
figurada por la fe en el Dios bíblico, en la que son posibles to­
das las atrocidades ocurridas en el siglo xx y que Nietzsche pre-
:,, s�:r ...-:rnbargo, con �,npr,-:;ion�:ntL· ciaridacl corno c:01:�ecut_T;C;,;
necesaria del dominio práctico del ateísmo?».
G!í Por ejemplo, A. Camus, El hombre rebelde, Buenos Aires i;i; Cf. sobre esto capítulo 1, 3L
106 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOGIA DE LA CRUZ 107

v orJe¡¡aCÍ :..Jlles del cosmos e; en d curso de la historié.\ No se trata de si Pablo con su pnlémica ataca el judaís­
del mundo, para hacerse divino en fuerza del conoci­ mo :histórico, fiel a la ley y el helenismo histórico, adicto
miento mismo. Ve a Dios en el Cristo sufriente y mo­ a la sabiduría. Pues su pdlémica se dirige contra el punto
ribundo y cree, entonces se '1ibera de su interés predo­ profundo de los intereses del monstruo que �sea judío
minante de conocimiento en orden a una autodivinización o griego- no puede dejar a Dios ser Dios, sino que tie­
inmediarn. El conocimiento de Dios en el Crucificado ne que hacerse a sí mismo un dios infeliz y orgulloso de
wma, pues, en serio los rntereses del hombre, que cu sí, <le sus sem-c:jantes y de su mulle.lo. En .:.:sre terreno la
realidad es un monstruo, porque se halla bajo la presión palabra de la cruz libera al monstruo del mortal interé,
de la autojustificación, de la elevación por propia fuerza de divinización y lo orienta a la humanidad viva de la fe.
y de la autodivinización ilusa. «Por eso el Jesús crucifi­ Y no es casuallidad que Pablo en 1 Cor 1 mencione las
cado es la imagen viva del Dios invisible» 67• Por eso la consecuencias sociales concretas como pr.ueba de la fuer­
teología de la cruz, a partir dé su sujeto e incluso por za que se oculta en la debilidad y locura del Dios cru­
razón de su método y práctica, únicamente puede ,ser cificado:
una teoría polémica, dialéctica, antitética y crítica. Esta
teología es <,ella mi·sma teología crucificada y no se re­ p,,.,:s lo necio de Dio:; es m:ís sabio que los hombres, y lo
cbce únicamente a hablar de la cruz» (K. Rahner). Es, débil c'.c: Dios, m:L fuerte que los hombres. Pues no tenéis
además, teología que crucifica y, por lo tanto, teología m,ís que mirar vuestra vocación, hermanos. No hay muchos
que iJ.ibera. sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muohos
nobles, sino que Dios ha escogido lo necio del mundo,
Vemos esto dlaramente en aquella tradición teológica
para confundir a los sabios, y lo débil del mundo ha es­
que se llama teología de la cruz en sentido específico. La cogido Dios, para confundir lo fuerte, y lo vil del mundo
teología de la cruz en este sentido fue fundada ,por Pa­ y lo despreciado, lo que no vaJe ha escogido Dios, para
hl0 A ,í como en Rom 1 . 17 ss desarrolla la justificación ln .:¡tic· \''.1k Jlgn dé' m0d0 c_p1e ni-ri,r-1ín hombre· Sf'"
:1:i'_: 1 11·
1
por la fe críticamente contra la derivada de las obras <le gloríe ante Dios ... Y quien se gloría, que se gloríe en el
la ley, de modo que de ella se resalta la 11iberación de la Sefior (1 Cor 1, 25-31).
necesidad de fas obras para la justificación, <le la misma
manera desarrolla en 1 Cor 1, 18 ss la palabra de b La teología de la cruz conduce a la crítica del propio
cruz críticamente contra la sabiduría y el conocimiento gloriarse del monstruo y a liberarse de él, dependiendo
de Dios a partir del cosmos, de modo que del conoci­ inmediat8mente de la existencia y práctica humanas que
miento de fa cruz se desprende una liberación de los eligen la comunidad de los débiles, humillados y despre­
poderes del cosmos. Lo que para los judíos es un es­ ciados, comunidad que anula y trata de superar las situa­
cándalo y para los griegos una fooura, se convierte para ciones de poderío sociales, que fomentan esa agresión de.
los creyentes en fuerza de Dios en orden a la libertad. monstruo que es el hombre.
«Teol0f!Í:1 de h cruz» es, ex:nrenir verbis. una formu­
iac1ón utilizada por Lutero en i518 en ia disputa de
6í K. Barth, Kirchliche Dogmatik II, 2, 132. Heidelberg para concretar el conocimiento reformador
108 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES
TEOLOGIA DE LA CRUZ 109

de] evangelio 1iberndor c1el f'rucificado contr:1 la th,:ologia biduría de este mundo v. paralelamente, el escándafo de
gloriae de la sociedad eclesiástica en la edad media 68. la cruz con la justicia por las obras de la ley, así yuxta­
Apoyándose en Pablo, Lutero opone polémicamente puso Lutero el camino religioso de conocimiento por la
el conocimiento de Dios a paNir de su pasión y cruz al contemplación de las obras de Dios y la vía mora/1 de
conocimiento de Dios adquirido a partir de sus obras en la autoconfirmación a base de obras propias, levantando
la creación y la historia. No niega que pueda haber para la theologia crucis polémicamente contra ambos: «La es­
el hombre c:n �í un conch.:imiento indirecto Je Dios ba­ pecutición ,--cligi0s:1 y 1a santiJ:d por 0brns s0n sólo ,los
sado en la creación, la historia y el alma. Pero el hom­ efeotos del mismo anhelo del hombre, del anhelo por un
bre ya no está en sí, ,sino de hecho fuera de sí. Es rea'l­ trato ininterrumpido y directo con Dios>, 69• De hecho
mente pecador, aunque ha sido creado a imagen de Dios. jamás es-tán ética y metafísica sin relación la una junto a
El monstruo que 'el hombre es, que tiene que elevarse a Ja otra, sino que se condicionan mutuamente en interés
sí mismo, porque no puede aguantarse en su ser, utiliza del hombre. Se puede constatar, además, que la meta­
por lo mismo, de hecho, estos conocimientos religiosos física y la ética de Aristóteles, que sirven de fondo a la
sólo en orden a su autodivinización. Por eso no le ayu­ teología medieval como ciencia y como praxis cri91:iana,
dan para la humanidad, sino que potencian únicamente ambas están construidas sobre el efecto de fa obra 7º.
su monstruosidad. El conocimiento de la cruz es el de Sólo en la superficie hisrórica se plantea la cuestión
Dios en su sufrimiento por causa del monstruo que e� de si Lutero con su imagen contrapuesta a la «teología
el nombre, es decir, por contraposición a todo ilo que el de la gloria» ha alcanzado o no a la tedlogía católica me­
monstruo busca y quiere alcanzar como algo suyo divino. dieval. El oponente de su theologia crucis no es la teo­
Por eso este conocimiento no lo confirma, sino que lo logía medieval y católica en sí, sino el interés inhumano
destruye. Destruye a•l dios infelizmente altivo en que qui­ del hombre por su divinización a base de conocimiento
siéramos convertirnos, devolviéndonos a nuestra huma­ v obras, que es lo que se encuentra en la base. El cono­
nidad solitaria y despreciada. El conocimiento de la cruz cimienw de Dios en la pa�ión y cruz de Cristo destruye
provoca un conflicto de intereses entre el Dios humanado al hombre que abandona su humanidad, ,pues ese cono­
y el hombre que quiere divinizarse. Tal conocimiento cimiento mata a sus dioses y acaba con su supuesta divi­
destruye la destrucción del hombre. Extraña al extrañado. nización. Lo libera de su monstruosa hybris {arrogancia),
De ese modo, lleva al mons-truo a la humanidad. Lo mis­ a:briéndolo a su verdadero ser humano. Al hamo incurva­
mo que Pablo confrontó la locura de la cruz con la sa- tus in se lo conduce a la apertura para con Dios y e:
prójimo, dándole al narciso la fuerza consistente en el
68 !-,utero, \Y/A V, 162, 21: En fuerza de su humanitas se amor al otro.
,
:1ace Cnsto conforme a nosotros y nos crucifica «faciens ex in­ Lutero había desarrollado su theologia crucis como
foelicibus. et s�perbis dii_s hon:iines veros, id est �iseros et pecca­ programa de una teología crítica, reformadora. Theologia
tores. Qma emm ascend1mus m Adam ad similitudinem dei ideo
clescendit _ il!e in similitudinem nostram, ut reduceret nos ad nos­ H!t ,xr . v. LPC\.Yenich,
r:; cognlt:or:e;u_ ÍÍü1._ ----�; íld�!.-), et. �:.:b;.: -., ! ' \'Coli ii ,'' ?]
H.'t�llUffl ¡
70 E. Jüngeil, Die Welt als Moglichkeit und Wirklichkeit:
Menschwerdung des Menschcn?: EvTh 6 (1946) 4 ss (Peregrinati;
II, 1965, 119 ss). EvTh 29 (1969) 417 ss.
í 10 LA RESISTENCIA DE LA CRéiZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLOGIA DE LA CRUZ 111

crucis no es un capítulo de la teología, sino el distintivo, sinos no se mencionó ,Ja fuerza cdtíco-liberadora de la
de toda teología crisiiana. .Es una clase determinada de cruz, la eiección de ios humildes que avergüenza a íos de
teología en cuanto tal. Es el centro en la perspectiva de elevado rango, ni se habló de la polémica del Dios cru­
todas ilas manifestaciones teológicas que quieren ser cris­ cificado contra soberbia y opresión, ansia de dominio y
tianas (W. v. Loeweních). Pero se mantiene siendo theo­ esclavitud, sino que más bien se resalta la mística de!
logia crucis sólo en el contexto de la práctica crítico-libe­ sufrimiento y el humilde sometimiento que nada tienen
,
·idotJ en \J rrnchrn :r-:ór: º b vida. L1 te0l0gb e-le 12 rnF ,,,,_r ron el protf'st:1nti�YT10 n_ Si r,ue, ,r,nes, siendo una
cruz es una doctrina práctica de lucha, no pudiendo con­ tarea, el desarrollar una teología de 1a cruz que penetre
vertirse, consecuentemente, en teoría del cristianismo hasta la interpretación del mundo y de la historia, el ir
presente ni en teoría cristiana de la historia del mundo. creando una teología de la cruz no meramente tendente a
Es teología dialécticoahistórica y no una teología de la reformar fa iglesia, sino también y esencialmente socio­
historia del mundo. No cons(ata 1o que hay, sino que crítica, insoslayablemente unida a una praxis liberadora
tiende a liberar a los hombres de sus definiciones inhu­ de los miserables y sus amos. Una teología consecuente
manas y sus constataciones idolizadas, en las que se han de la cruz tiene que entender al Dios crucificado en cada
inmovilizado ellos mismos o los ha inmovilizado la so­
uedaJ. de que, a diferencia de los intentos de una ,,:reforma de 1a cabeza
El límite histórico de la theologia crucis de Lutero y los miembros» de la iglesia en el siglo xv, la reformación par­
consisda en que no le era posible relacionarla tan efec­
1 tió d� término Dios nuevamente descubierto y que, en conse­
cuenc1�, era más teológica y más radical que aquellos movimien­
tivamente en la controversia con la filosofía de las obras tos e intentos de reforma. Pero no se debe pasar por alto que
de Aristóteles, de modo que de esa teología hubiera po­ para los partidarios humanistas y protestantes de la reformación
dido salir también una philosophia crucis. Por más que ésta .er:i en muchos aspectos un fenómeno apocalíptico. El des'.
cubmmento de la «palabra de Dios» equivalía ya para Mathesius
volvió a echar mano de su teología de la cruz contra el y Bugenhagen al curnplimier;to de Ap 14, 6 y del ángel con el
i'iumanismo naciente c(e ia eJaJ moderna en su polémica ·í�•.-aub�Jiu eterno>>- En el iTÚstuu Lllll'.LU se hallan LJ.n1bíl.:n hue­
llas de ,al concepto apocalíptico de la reformación (Antichrist,
contra Erasmo en 1525, el humanismo erasmiano siguió _Tudenb�kehrung, etc.). La «reformación de la doctrina» fue pron­
adentrándose en el :protestantismo con ayuda de Melanch­ to considerada por Lutero como incompleta. De modo que surgió
thon, favoreciendo el que emergiese la ética protestante en 1563 en la región del Palatinado la «segunda refotrnación»
(mm·imiento reformado en Alemania) para la completa puritica­
basada en el rendimiento. c1on �e las iglesias de las «pinturas y estandartes del papa» y,
Su Hmite político consistía en que Lutero formuló, posteriormente, la «reformación de la '!ida» en movimientos pu­
sin duda, la theologia cmcis reformadoramente en teoría ritanos y pietistas. Para J. Bohme y A. Comenius «reformación»
e;ª'. en definitiva, la_ re/ormatio mundi, o sea, otro topos apoca­
y práotica en contra de la sociedad eclesiástica medieval, hptico. El desastre interno y e,'{terno de la guerra alemana de
pero no lo hizo, en el aspecto social y crítico, contra la los campesinos representa uu desplome de la problemática de la
sociedad feudal en el fragor de las guerras de las cam­ reformacióu, que pronto se convirtió en el trauma alemán. En
el sentido teológic0-0:istiano «reformación» tiene una exigencia
pesinos de 1524 y 1525 71• En sus escritos a los campe- anticipante de totalidad, sobrepasando, por ello, la historia de sus
c0 1n. Lenzo:- \' fr1.casos..
n Es-to se basa, sin duda, en el concepto de reforma en el ;2 C..( sobre esto .P. Althaus, Luthers Stel/ung im Bauern-
mismo Lutero. Normalmente se llama la atención sobre el hecho krieg, 1952.
112 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES TEOLO,GIA DE LA CRUZ 113

uno de los tres terrenos, en los que la antigüedad ha­ luz de su resurgimiento de entre los muertos. Un muerto
blaba de teología y en los que también hoy hay hombres no puede perdonar pecados. Como perdón acrual de pe­
comprometidamente religiosos: en la ,teología mítica me­ cados el evangelio presupone la nueva vida, divina y es­
diante la desmitización, en la teología ,política mediante catológica, del Crucificado y hasta es el «espíritu» y la
la liberación y en la teología filosófica mediante la inter­ presente «fuerza del resurgimiento». Por eso en 1a «pa­
pretación de lo existente como creación. labra de la cruz», según Pablo, habla el mismo Crucifi­
Otr;; veí: le11ernu:; ,1ue p:·tgunt:u crfticamentc: ¿co­ cado. Por eso en el <icontecimiento ele revebci6n se in­
rresponde esta teología de fa cruz al Jesús históricamente ciluye no sólo el suceso de la cruz y el resurgimiento de
crucificado? La palabra de la cruz, como Pablo llama Cristo, sino ,también el anuncio del evangelio 73. La se­
al evangelio, ¿disuelve en el lenguaje la pe11sona de Jesús paración moderna de hecho y significado, con que nos­
y el acontecimiento de la cruci:6xi6n? El Crucificado es­ otros trahajamos en el terreno de las ciencias naturales
tá muerto y los muertos no.hablan. La muerte es muda y de la historia, no es apropiada para comprender la «pa­
y enmudece. ¿Es fa «palabra de fa cruz», en el sentido labra de la cruz». La distinción de hecho y significado
de Pablo y de Lutero también, una y no má,s que una es cosa del saber dominante modemo que define para
de las muchas posibilidades de explicación, que el Jesús constatar y dominar lo constatado, que aísla hechos para
muerto tiene que tolerar? Pablo interpretaba el evange­ ,1prnpiárselos. ¿Pero escapa con ello 1a <<pal2,bra de la
lio como fa «revelación de la graciosa justicia de Dios y cruz» a toda crítica? Si pretende que expresa y revela
como comunicación de la .fuerza divina de liberación que al Crucificado mismo, entonces, tomando esta pretensión
Cristo tiene. La palabra de la cruz hace participar del en serio, habrá que preguntar a su vez si esta palabra
acontecimiento divino de la cruz y la fe hace que ,parti­ revela a aquel a quien quiere revelar y corresponde a
cipen de ella los impíos gracias a la comunión con Cris­ aquel de quien quiere hablar, y viceversa, si el Crucifi­
to. Esto es algo distinto de la mera comunicación de un:­ cado se identifica con esta palabra, de modo que lo sus­
noticia o de una eXiplicación cualquiera. Para Pablo la li ixtya y iCptescDTe (2 Cvr 5, 21). Para 1.a historI.� de L1
«palabra de la cruz» se basa en el suceso del ·resurgimien­ tradición del cristianismo es importante apercibirse de
to dell Crucificado, pero habla de la cruz de Cristo. El que tras la teología de pascua y el entusiasmo del es­
entendió el resurgimiento de Cristo no como un aconte­ píritu se llegó a un cambio de interés v a una nueva
cimiento que sigue a su muerte, sino como el aconteci­ vmculacíón en la fe, fijándose en el Je�ús de Nazaret
miento escatológico que cualifica como kyrios aJ Jesú., terreno y crucificado. Especiailistas en Pablo han llamado
terreno crucificado bajo Poncio Pilato. Sobre la base del expresamente la atención sobre este hecho sorprendente
resurgimiento del Crucificado habló en su evangelio de y su significado 74, De él surgió el nuevo genus de evan­
la «cruz del Resucitado», desarrollando su significado gelio en el sentido sinóptico. La cuestión siguiente es,
para los impíos, sean judíos o genrtiiles. Su evangelio, que
él expresa en su teología de la cruz, no quiere ser, pues. ,., E. Kasemann, Das Prob[e¡;z des historischen Jesus, en
una expiícación c1ue lo� muertos tLcnc:-, �1x agu�mtar, r_-,:ez�tirchr· llerruch:, un) Aeri,i.inu:z/!..é'll T, 1960, 187-21 _?.
,-1 Así con razón R. Bultmann, Der 13eg,,ff Jer U¡¡enbarung
sino que pretende ser la revelación del Crucificado a la im Neuen Testament, en Glauben und Verstehen III, 1%0, 19 ss
T
!

114 LA RESISTENCIA DE LA CRUZ CONTRA SUS EXPLICACIONES


TEOl.OGIA DE LA CRUZ 115

pues, cómo se relaciona el evangelio como «palabra de lo hace a�go objetivamente distinto de la palabra y cual­
la cruz» en ._:l sentiJo de Pablo con el evangelio en el quier explicación teológica posterior, algo objetivo que
sentido de historia de la pasión. ¿Hace en realidad su­ se ,halla contra y frente al oyente y aclarador. Por eso
perfluos la «palabra de la cruz» a los evangelios sinópti continúa siendo el Crucificado el criterio interno de to­
cos, que Kahler ha llamado con razón «historias de la das las palabras que lo invocan, apoyándose en él. En
pasión con una introducción detallada», superfluos en el la medida en que remiten a él, son probadas :por él y en
sentido de que la fe ya no conoce a Cristo «según l::i cuanto que Io revelan, oon autorizada� po: ,5 1
carne» ( 2 C�r 5, 16)? ¿ O remiten éstos a detr Hes his­
tóricos de la crucifixión de Jesús sobre el Gólgota, que
no han formado parte de la palabra paulina de la cruz?
¿Sale a flote, por otra parte, la «palabra de la cruz» sin
volver a recordar críticamente fa cruz histórica sobre el
Gólgota? Nos ocuparemos de ello con más detalle en la
parte que sigue. En este contexto no se debería perder
de vista la diferencia interna entre la cruz sobre el Gól-­
gota y la «palabra de '1a cruz», incluso r!dendiendo que
el Crucificado mismo está presente en la palabra de la
cruz a causa de su resurgimiento y que se hace lenguaje
de fe y liberación. Es cier,to que la «palabra de la cruz»
habla del Crucificado, ,pero no lo reduce a la palabra.
«La crucifixión fue ,más que un suceso del lenguaje» 75•
Aunque esta palabra lo revela para los impíos, engen­
dr:mdn h fe, Cri,tn 11n li:i rc,ttcitado. ·t; :::rn!,ar;,'.',, den­
tro de la palabra. El Crucificado es más que la pafabra
de la cruz. Precisamente por ser esta palabra la única
manera apropiada para que los impíos se acerquen a Dios,
precisamente por eso, no se debe nivelar esta diferencie,
íntima. Precisamente si hay que coger a la persona por
la palabra, no se puede tomar la palabra por '1a persona
misma. En el Crucificado hay una realidad, que no se
adentra en ningún logos de tal modo que esa realidad
sea sustituida por éste. La cruz designa en Jesús lo que

7¡-¡ I-L Jonas ) f{l:t-i:.:,i;,g::r tr,1J áic TheuLogu.:. i ., \T-i1 2� \ l'964)


629.
117
3 LA CUESTION SOBRE JESUS

Las cuestiones sobre Jesús f:'!ás irnpommte recordar siempre a la humanidad, que en
otro tiempo estuvo ·en medio de ella un hombre llamado
Jesucristo 1.
¿Pero quién fue Jesús de Nazaret y qué significa para
ia humanidad? ¿Fue un profeta que manifes,tó a los hom­
bres la voluntad de Dios? ¿Fue un redentor que trajo la
salvación que anheiaban todos ,los hombres que padecían
necesidad? ¿Personificaba a Dios en el mundo o al ver­
dadero ser de homhre ante Dios? ¿Con qué cuestión se
Aun con toda la riqueza que el cristianismo histórico
puede uno acercar a su ,persona e historia 2? ¿A qué
ha desarrolbdo en lo referente a cultura, filosofía y espiri­ cuestión responde él mostrándose? ¿A cuál no da res­
tualidad, la fe cristiana, en sí.1 meollo, está únicamente puesta alguna su aparición? Ante una cuestión extraña,
viva en la confesión de Jesús. Y al revés, donde crítico� desacertada, se cierran los fenómenos históricos y más
del cristianismo atribuyen esa riqueza de sus tradiciones aún las personas. A preguntas necias normalmente se re­
culturales y hum,rnas a orfgene, extrnuistiano, en la ,1n­ ciben sólo tesnuestas que uno se quiere dar a sí mismo.
tigüedad y el presente, chocan en la profesión de Jesús «Lo que llamáis el espíritu de 1os tiempos, es en realidad
con un núcleo no reducible. Dondequiera que se profesa el espíritu propio de los señores», ironiza Fam,to en e]
a Jesús como el Cristo de Dios, hay fe cristiana. Donde­ diálogo con Wagner sobre las :figuras históricas del pa­
quiera que se duda de ello, se oscurece o se niega, no sado. Cristianos y no cristianos se han J:iecho, de la mis­
hay ya ninguna fe cristiana, desmoronándose también la ma forma y con bastante frecuencia, una imagen de Je­
riqueza del cristianismo histórico. Ei cristianismo se man­ sús conforme a los deseos de ellos. Han divinizado a
tiene vivo, mientras hay hombres que, como en otro tiem­ .Tcs,í, :-r le, h�n hnmanizarlo otra vez. sacánrlolo de sus di­
po :los discípulos, profesan la persona de Jesús y, siguién­ vinizaciones creyentes. Fue convertido en la personifica-
dolo, e�panden su dominio liberador mediante la ,pala­ 1 A. v. Harnack, Das Wesen des Christentums (1900), 1964,
bra, la acción y una nueva comunión. Por eso va situán­ 15.
2 Con la ex,presión que se emplea a continuación: «Persona
dose justamente la cristología en el centro de la teología
e historia de Jesús» se quiere designar a Jesús mismo en su his­
cristiana. toria con su Dios y 'Padre' y con los hombres, tal y como se
A. von Harnack comenzó su curso sobre «La esencia representa integralmente en el doble final de su vida: cmcifixión
y resurgimiento. Historia surge a propósito de una persona, y una
del cristi;mismo» (1899-1900) con esta advertencia: oersona se hace en su historia. A todo e&to, historia es interacción
�ntre socios. En cuanto a Jesús su historia está determinada por
su relación con el Dios, al que llamaba «mi Padre» y cuyo reino
anunciaba, y juntamente con ello por su relación con sus con­
'.r"'�' ,,. : · i\Til! diio un:J �:e? :w"� !10 :,ndrfo recordar
.::r-· tem?oráneos, fariseos y p1;blicanos, ricos y pobres, ,enemigos y
con bcisc·mLe frecuencia a la humaní<lacl la existencia de J1s..:1pülo::;, 11oí. �io;1;b,�:; 1u� n�pre�ent.t1�tl:s
i. Resun11-
l_)�-,:-:L.�J:(:s_·:-,

un hombre: que se llamó Sócrates. Tiene razón, pero es mos estas rdlaciones de su vida y muerte y de &u re,urgimiento
en el concepto «historia».
118 LA CUESTION SOBRE JESUS LA CUES1'ION SOBRE JESUS 119

cwn de L,n,1 ,iutoridacl y gloria divinas, que se deseaban. discutido desde los comienzos de la fe cristiana. ¿Dónde
Se -le hizo maestro de una nueva mora[ para la humani­ está él en su verdad: en cuanto el Jesús terreno, que em­
dad. Se le hizo el guerrillero de Galilea. Si se analiz-an las pezó a actuar en tiempos ·del emperador Tiberio en Pa­
cambiantes ideas sobre Cristo e imágenes de Jesús en la lestina y fue crucificado hajo Poncio Pilato, o como el
historia, se verá que responden tanto a las respectivas Cristo resurgido, proclamado y creído de su comunidad?
necesidades de la época en que surgieron, a las necesida­ Aunque la fe siempre ha confesado que Jesús es el Cris­
des de su formac1on y de su afectividad, que no puede to y el Cristo es Jesús, esrn dispurn entre jesu-logía y
uno rechazar la sospecha de que se trnta de una ilusión,
1
cristo-logía atraviesa la historia de la iglesia, enconán­
de una imagen inventada, planteándose esta pregunta: dose especialmente en la época moderna. La fe es inse­
¿quién fue Jesucristo mismo y qué significa él mismo parable del hecho de que la profesión cristológica en Je­
hoy? ¿conocemos á Jesús y quién es para nosotros hoy sús es verdadera y no una piadosa �lusión. De ello resulta
en realidad? una doble tarea para la teología cristiana:
La cuestión sobre Jesús tiene una doble vertiente:
1. Tiene que mostrar qué se quiere decir en realidad
1. Jesús fue discutido desde los principios de la fe con la profesión «Jesús (es el) Cristo». Tiene que probar
cristiana; primeramente entre cristianos y judíos en la la fundamentación y justificación íntimas de la cristología
disputa sobre su resurgimiento y su entronización como en fa persona e historia de Jesús 4• ¿Hay que hablar de
me;ías cristo; después entre cristianos y gentiles en la Jesús y de su historia cristológicamente? ¿Favorecen Je­
disputa sobre su divinidad y su encarnación; al comienzo sús y su historia misma una cristología? ¿Hasta qué pun­
de la época moderna la discusión se desarrolló entre cris­ to es verdad, como cree la fe, que Jesús es e:l Cristo de
tianos y humanistas a propósito de su humanidad y su Dios? Esto constituye la cuestión íntima de la verdad:
falta de pecado; y hoy ea nuestro ambiente cultural la si fa fe y la iglesia 'se apoyan con razón en aquel en cuyo
dtscusión es cm1c cristianos y ateu� pl..ocnsuarws cu11 nombre creen y hablan. Esta cuestión no se ha plantea-
vistas a fa liberación del hombre y la justicia en el mun­
do. Es importante mantener abierto este amplio hori­
4 Esta «nueva cue&tión» sobre el Jesús histórico surgió con
zonte en la disputa sobre Jesús, pues los cristianos no se
la crítica a la teobgfa kerigmática de Bultmann en su escuela
pueden erigir en jueces en este proceso sobre él en el por parte de E. Kasemann, Das Problem des historischen Jesus
mundo, sino que son únicamente testigos 3• (1953), en Exegetische Versuche und Besinnungen I, 1960, 187
ss; E. Fuohs, Zur Frage nach dem historischen Jesus, en Gesam­
2. Pero también en el cristianismo mismo fue Jesús melte Aufsi:itze II, 1960; G. Ebeling, Kerygma und historischer
Jesus, en Theologie und Verkündigung, 1962, 19 ss. Cf. las mis­
celáneas de J. M. R.obinson, Kerygma und historisch,r Jesus,
3 La expresión «te&tigo» es término jurídico en el nuevo 1960 y Der historische Jesus und der kerygmatische Christus,
testamento. Los creyentes se comprenden a sí mismos como tes­ ed. H. Ristow - K. Matthiae, 21961; además R. Bultmann, Das
tigos en el proceso jurídico de Dios con el mundo a propósito de Verbéiltnis der urchristlichen Christusbotschaft zum historischen
su creación. L:1 �;,,presión no tiene nada que ver con los testimo­ Jesus. SAH 1960. Fil rechazo de la cuestión sohre la íntima legi­
nios <le :;t.ntilJacL�l) dt.. uli. ahna !Jella. Ci. suhre c�Lü C. i.\lichel, rirnación dd mmsajc dt.: Cristo por razón del m1,m0 J�sC1s y su
Zeuge und Zeugnis. Zur neutestamentlichen Traditionsgeschichte, historia por parte de Bultmann no me parece legítima, sino de­
en Festschrift O. Cullmann, 1971. terminada por un concepto dogmático del kerigma.
120 LA CUESTION SOBRE JESUS LA CUESTION SOBRE JESUS 121

Jo <les<lc: fuera, sino que procde de la fe misma, ham ;,�. fe. Hay, ¡,ues, que relacionar constantemente ambos
brienta de conocimiento y comprensión: fides quaerens aspectos. Esta tensión es, incluso lo característico de la fe
intellectum. ¿Corresponde el anuncio de Cristo a Jesús, cristiana, pues su profesión tiene siempre estas dos ca­
0 pone en su lugar otra cosa? ¿Surge Ia fe en Cristo con ras: una terrena y otra eterna, una particular y otra uni­
u;a necesidac;l íntima de la persona e historia de Jesús, versal, una temporal y otra escatológica. Con el nombre
como se han visto, o cuanto dice sobre él es un capricho de Jesús se expresa el aspecto terreno, particular y tem­
creyeme y yaíoraciones personales? poral ele su origen, mientras los útulos <le exaltación re­
saltan la vertiente eterna, universal y escatológica. En
2. La teología cristiana tiene que mm:trar, hasta qué
la profesión referida a Cristo el nombre propio «Jesús»
punto la profesión cristiana en Jesús es exteriormente ver­
se asocia con títulos que expresan dignidad y función ta­
dadera y presentar la profesión en Cristo en su relevancia
les como: «Cristo», «ihijo del hombre», «hijo de Dios»,
para la comprensión actual de la realidad y para la dis­
«señor» o «logos». Estos llamados títulos de exaltación
puta presente sobre fa verdad de Dios y la justicia del deben declarar lo que Jesús es. En ellos la fe dice lo que
hombre y del mundo. Pues con los títulos de Cristo la Jesús significa para ella, lo que cree y recibe, lo que es­
fe jamás ha dicho únicamente, quién es Jesús en persona. pera v desea de él. Ya en la época del primitivo cristia­
sino que ha eXJpresado su señorío, su futuro y su signi­ nism� ta!les títulos eran intercambiables y sustituibles 6
ficación para Dios, los hombres y el mundo 5• Con frecuencia un título se hizo incomprensible al pasar
Por eso la primera cuestión de la cristología es la ve­
el cristianismo a un mundo lingüístico distinto o se con­
rificación crítica de la fe cristiana en su origen en Jesús
virtió en nombre propio. «Cris,to», el antiguo título de
y su historia. El segundo problema es la verificación crí­
ascendencia judeocristiana, se convirtió muy pronto en
tica de 1a fe cristiana en sus consecuencias para el pre­
nombre propio, siendo en sí designación de una función,
sente v el futuro. Lo primero se puede llamar la her­
v sf' 1e completó del modo siguiente: «Tesncristo es eJ
rncnn1"c1rn óei ongen y a lo segundo se le puede dar ei
señor». Algo parecido ocurrió con el título de hijo del
nombre de hermenéutica de los efectos y consecuencias.
hombre, que ya Ignacio no interpretaba en sentido apo­
Limitándose a una hermenéutica del origen de la cristolo­ calíptico, sino como designación de la naturaleza huma­
gía en Jesús, se llegaría fácilmente a algo estériil, po::
na, completándolo con el título de «'hijo de Dios». Otros
muy en confotmidad que se estuviera con la Escritura, y
se .perdieron, así <<hijo de David», surgiendo otros nue­
uno mismo se condenaría a 1a ineficacia. Pero limitándose vos, como «lagos». O sea, que los títulos de exaltación
a una hermenéutica de los efectos de la cristología en el cambian a:1 traducirse la fe a nuevas lenguas y nuevas
cristianismo y Ja historia del mundo, se pierde de vista situaciones históricas. Una vez que los títulos formula­
con facilidad la justificación íntima y la autoridad de ron razones judías y de la antigüedad para la fe en Je­
sús, es, pues, en realidad posible también formular me-
5 Fsta rnestión la ha trat�do 1r¡tc- 'ooo W. Pannenbnr,,
FunJ,Dh'Cntu:; de cristología) Saia1n�líh..'a l)/ .3. En la insoslayablü
dad de esta tarea estoy de acuerdo con él pero no en el modo 6 Cf. sobre esto F. Hahn, Christologische Hoheitstitel. Ihre
de hacerlo. Geschichte im frühen Ohristentum, 1962
122 LA CUESTION SOBRE JESUS LA CUESTION SOBRE JESUS 123

diante nnevos títulos razones hindúes o también marxis­ tológicos «Toc1o título cr1stológico representa en cierto
tas para creer en Jesús, por citar esos eíemplos. Esta aper­ modo una exégesis de la realidad, lo que en concreto
tura y variabilidad ,históricas de los títulos de exa1tación, quiere decir: una interpretación determinada del sen­
observables en la historia cristiana de la tradición, tiene, tirse afectado, cuestionado, amenazado y de la posibili­
con todo, un punto de referencia y un criterio. Este con­ dad de esperar». Sin embargo, «lo que xp1cr-rós, KÚp1os,
siste en el nombre propio Jesús y en su ihi:storia, que se uioc:; TOÜ 6EOÜ, etc., quiere decir en cuanto aplicado a
enrnmin;1 a su ..:rucifixión y ie:,urgimLento. Si se quiere Jesús, ese sigmúcado no está ya claro por el mero hecho
decir quién es el Cristo, el hijo del hombre, el hijo de del uso tradicional de estos términos -aunque el uso
Dios, el logos, etc., hay que citar el nombre de Jesús y no es, ni mucho menos, indiferente para la compren-­
relatar su historia. El nombre de Jesús no es traducible a sión-, sino que e!l significado se hace concreto porque
otras lenguas, ni sustituible por otros nombres o por los es a Jesús a quien se a,plican estos títulos», como escribe
nombres de otros. Su historia no es sustituible por otras acertadamente G. Ebeling 8 •
historias o por las historias de otros. Si se quiere decir lo Si esta tensión entre nombre y títulos, entre particu­
que Jesús es, significa y realiza, entonces hay que echar laridad histórica de Jesús y universalidad creída de su
mano de los títulos de exaltación y de las designacione.; señorío es cirnctetística para la fe cristiana, entonces po­
funcionales antiguas y nuevas, eXJplicarlas y completarlas demos dar otro paso adelante. Bl problema interno de
con otras de nuevo cuño. La constante en medio del cam­ toda cristología no es sólo esta relación con su persona,
bio de los tiempos y por encima de 'las transformaciones
designada con el nombre de Jesús, sino también [a re­
de la configuración concreta de la fe, del amor y la es­
lación con su historia y en ésta, con su muerte en la cruz.
peranza, esa constante es el nombre de Jes-ús y fa rela­
ción constitutiva de todos los enunciados cristianos so­ Todos los thulos cristológicos expresan, sin duda, lo que
bre Dios, el mundo y el hombre con ksús v su historia. la fe recihe, lo que el amor da y lo que se puede esperar.
Lo variable consiste, por el rnntrario, en los títulos y Pero se meten en su crisis, cuando los títulos, a la vista
predicados siempre reformables, que quieren expresar lo de :la «doble salida de la vida» de Jesús (M. Kahler 9),
que Jesús es hoy para nosotros 7. El nombre dice en tienen que decir qué sentido tiene el que el Cristo, el
quién se piensa. Los títulos y predicados se fijan en lo hijo de Dios, el fogos, el verdadero hombre o el repre­
que se quiere decir. Lo mismo que en una frase es el sentante fuera crucificad.o. El proceso de la reinterpre­
sujeto el que rige los predicados, así en ,toda cristología tación de los títulos de exaltación empieza no sólo a la
es Jesús el que tiene que regir todos los predicados cris- luz de la persona histórica de Jesús, sino, de una manera
radical, al :fijarse en cómo acabó históricamente. Su cruz
7 Con esto me opongo decididamente a la tesis de H. Braun,
Der Sinn der neutestamentilichen Christologíe: ZThK 54 (1957)
341 ss y Die Problematik eir.er Theo!ogie des Neuen Testaments: 8 G. Ebeling, o. c., 47 s.
T��l: )/: :->!Lr�l. � :_i961J 3 s�, Lt :.::..:;.i'. rct 1..on0[aHté la (ons­ �
1
1\L l�..iL',:.:r, �!,ur Lehre van Jcr \; Ji",i�·uu,,:g 1g93, 238;
J

tituye la autocomprensión del creyente, mientras que la cristo­ por otra parte se habla con frecuencia de «la doble salidit de la
logía es la variable. vida de Jesús».
124 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO DIOS? 125

fomenta la cristología, como dijo Kahler 10, pero consti­ tal supuesto sigue siendo el CrucUicado el aguijón para
tuye, al mismo tiempo, el misterio que se mantiene por fa .te crisuana, resultando para ella inacabable la historia
encima de todas las cristologías, pues fas cuestiona y las Hablando de un modo figurado, se diría que de la cr�
hace que estén permanentemente necesitadas de revisión. del Crucificado parte una iconoclasia permanente a tra­
Aquí comienza para la fe cristiana ei trabajo propiamen­ vés de los iconos cristológicos de la iglesia y de las imá­
te didho en lo referente a:I lenguaje y al pensamiento. No genes cristianas de Jesús. La teología de la cruz es una
es �ólu el cambio de los ticmpus el que obliga u la fe ,1 f',¡,e-cic de iconocla�mo en las conce:xione cristolósr:c::is "'
preguntar continuamente por Jesús y su significación pa­ los títulos de exaltación de la iglesia. Se trata de ;n ico­
ra el presente. El cambio histórico y social anticúa de nodasmo por amor a Jesús, que se justifica y tiene se
hecho las antiguas imágenes del mundo y las concepciones medida en el recuerdo de su cruz i:i
religiosas, llevando a otras nuevas. Pero esto no es más
que uno de :los aspectos del ,revisionismo cristológico 11• l. ¿Es Jesús el verdadero Dios?
El mismo Crucificado es la base del movimiento, la ale­
gría y el sufrimiento de toda teología que sea cristiana. Todo cuestionamiento fija un horizonte en el que se
Es en el misterio mismo del Crucificado en el que se expresa lo que se pregunta. Esto va separando otras cues­
realiza la ,historia de la fe y de la teología desde la época nones corno no relevantes y delimita el nivel de impor­
de los apóstoles; una híswria de revisiones, reformas y i:rncia, en el que se quiere llegar a conclusiones sustan­
comienzos permanentes, para conocerlo como él es en ciales. ¿A qué clase de cuestiones hay que dedicarse pa­
realidad, y para corresponderle mediante el cambio de la ra comprender a Jesús como el que él fue, de modo que
propia vida y del ,propio pensamiento En él se originan se vea claro para nosotros hoy como .aquel que es real­
y en él se estrellan las cristologías. Induso si la vida his­ mente? En las páginas que siguen nos centramos en los
tórica se anquilosara alguna vez y la historia se acabara cuatro complejos de cuestiones, en los que libran su dis
por ubra de hombres en la pust-histoire 1\ incluso en �mta en torno a Jesús te e incredulidad.
Se puede partir, como se ha heoho continuamente
10 M. Kahler, Das Kreuz. Grund und Mass der Christologie, desde fa época de la antigua iglesia. del hedho de que el
en Schriften zur Christologie und Mission: ThB 42 (1971) 328: hombre. como todo ser pasajero en el mundo, se siente
«La cruz con su exigencia universal, con su resonarrcia universai
y con su efecto universal... ,· esta cruz, tal y como revela al Dios
viviente en lo incomparable, favorece su adoración, impulsa la
cristología». wilde De;J/cen, 1968. Tecnocrncict, conscrvativ1smo y estructura­
u La desmitización crítica de Escritura y tradición se puede lismo se encuentran aquí en el esfuerzo común por «acabar la
interpretar como tal revisionismo. Sus criterios se basan según historia».
Bultmann en el cambio del concepto del mundo y en la cruz de i:-:
No defiendo con ello una iconoclastia anárquica, pues no
Cristo. Por desgracia no siempre ha distinguido ambos criterios creo, como Novalis y Bakunin, en la fertilidad del caos, sino que
con la suficiente nitidez. propugno una iconoclastia del Crucificado, porque me parece el
12 Cf. sobre esto K. Homann, art. Geschichtstheologie, en cumplimiento no sólo del primero, sino también del segundo
� ; cd. ), J-listori1(1�c1, 1X' :Jr_�,,¡•t:r,'.,.}, dct Phi!t>'SO[!�,-,;_,, T r' '.:: '7 •:d;1=·":'·''. :n �oh:·-· !os fqc:or��� · n:�1:�::.;t!co;;; '.''.7 b fe CT;.;.;�i.1•:.:
1

corno R. Seidenberg, Posthistoric 1'vlan, 1950; A. Gehlen, Studien ha rnvesugado G. Viihaman: et. 1.a 11u1ate de J.Jius, .l:farcduna-
zur Anthropologie und Soziologie, 1963, y CL Lévi-Struss, Das 1\íéxico 1968.
126 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES- ]ESUS EL VERDADERO DIOS? 127

afectado en su finitud por la cuestión de Dios. Todo lo es �a eterna presencia de Dios con los hombres, quiere
y_ut: exis,te y, sin embargu, no p<::rmanece, pregunta por deClr que en ¿l se alumbra al mismo tiempo la salvación
un ser que existe y permanece eternamente, de modo que del mundo. Dios se h�o hombre, para que los hombres
le ofrezca estabilidad en su carencia de ella. ¿Dónde se par-ticiipen de Dios. Tomó un ser caduco, mortail, para
manifiesta el llamado ser «divino» y cómo se comunican que los perecederos y mortales conquisten perennidad e
su perennidad e inmortalidad al que de día en día se inmortalidad 15.
nrec�pita en la caducidad? La respuesta a la pregunta que Pero la cuestión genera·] sobre Dios, de la que se par­
radica en fa finitud del hombre, se llama aquí «Dios» 11. tió, presupone un determinado concepto de Dios por sur­
Se ,presupone que existe el ser mismo, la esencia divina gir de la e11cperiencia de finitud y tener su horizonte en
en su unidad, indivisrbfüdad e inmutabilidad. Problemá­ la esperanza de inmortalidad. La esencia divina es im­
ticos son, por el contrario, el hombre inestable y el mun­ perecedera, inmortal, inmutable e impasible. Aplicando
do pasajero. Y en su problematicidad lo que se pregunta estos atributos divinos al misterio de Jesús y a haber
es la participación en la esencia eterna, divina. En la an­ acabado en la cruz, se plantean precisamente los proble­
tigüedad la esencia divina no era ningún problema. Ra mas con que se debatió la cristología de la iglesia anti­
ramente se dudó de su existencia. Pero el problema era, gua: ¿cómo puede existir el Dios imperecedero al mis­
ói:1 duda, el hombre en su relación con Dios. Por eso Sé' mo tiempo en un hombre perecedero? ¿cómo puede es
partía de la cuestión general sobre Dios para llegar al tar el Dios universal simultáneamente en un individuo?
misterio de Jesús: ¿se ha revelado en Jesús el Dios eter­ ¿cómo puede «hacerse» carne el Dios inmutable? ¿cómo
no, inmutable? a lo que se respondía: el único Dios, puede sufrir y morir en una cruz el Dios inmortal?
por el que preguntan todos los hombres en su finitud y Por eso mismo fueron en la antigüedad la cuestión
caducidad, se ha hecho hombre en Jesús. «Es ,la imagen general sobre Dios y la esperanza de salvación en ella im­
del Dios invisible» (Col 1, 15). «En él habita corporal­ plicada las razones para no creer en el «Dios ( que exis­
;;:c;1tc la plenitud ele h cb·;r:dc12>, (Col 1, Jq) E, ,k 1:: te) en Cri�tO>>- I.,a puerta que cor: t:tl cuestión se abri ;.'1
misma esencia de Dios, engendrado, no creado, Dios de hacia el misterio de Cristo: constituyó al mismo tiempo
Dios, luz de luz, etc., como dice a modo de himno e� un obstáculo para creer en Jesús como hijo de Dios. E)
credo atanasiano. El misterio de Jesús es, según eso, la filósofo alejandrino Celso formuló daramente la incre­
humanización de Dios, la encarnación del ser eterno, on­ dulidad basada en la cuestión de Dios que se presupone:
�inarío, inmutable, llegando a la esfera de lo que existt
en el tiempo, en el espacio y es caduco, a la esfera en Todos vieron su pasión, mientrns que al Resucitado lo vio
que los hombres viven y mueren. Si el misterio de Jesús sólo un discípulo y una mujer medio loca. Luego, sus par­
tidarios hicieron de él un Dios, como ocurrió con Anti-

H Este punto de arranque de la teología vuelve a aparecer 15 Atanasio, De incarnatione 54; «Av-res y/xp evcxv6pclmeoev,
hov en forma cambiada en P. Tillich v R Bultmann. Dios cons­
�it1-1 vr· L-, respuesta a fa cuesti6r: ;:ue- rarlira f'll la .-:�hn�t-¡i,_l -lt.•l iva �µeis 6eo1ron18wµev, Kat mhos Ec¡,avÉpwcrrv É<'.XUTov 610: owµ&ros,
i1ombre» (Teología sistemátzc,; l, :vladrid 1;)72, 213 ss; 'ivc: iwcls -,ov aopénov TTaTpos Évvo1av 71a¡}e.uµEv, Km aihos VTTɵ>cic
und Verstehen IV, 1965, 120, nota 27). Ti¡v rrcxp' av6poorr<,Jv ü�p1v, ivcx i'¡µels á<¡>8apofov t<AT¡ povoµi¡oc.vµev».
128 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO DIOS? 129

nao. La idea cristiana de una bajada de Dios es una el mundo» 19• Lo que hay es que estar, más bien, en la
necedad, ¿por qué bajó Dios para justificación sóío ahora? apertura de su propia existencia finita, para reconocer la
¿no se hace Dios así mutable? ¿por qué envía a su hijo plenitud de esa apertura ipor esa encarnación del hijo de
a un rincón del mundo y no hace que aparezca en muchos Dios y comprender la verdad de Cristo en la plenitud
cuerpos al mismo tiempo 16? de fa propia apel'tura 20.
Algo distinto se ¡presenta el problema de la moderna
Con estas difirnlt:icles· v otras semejantes. deducidas cristología especulativa que sJJrge del idealismo alemán.
del concepto de Dios presupuesto en la antigüedad, tuvo Después de la crítica a que Kant sometió las pruebas
que vérselas la cristología de la iglesia antigua. Cuanto cosmológicas de la existencia de Dios, sobraba no sólo
más acentuó 1a divinidad de Cristo, aprovechando para la prueba moral, sino también la ontológica. La cristolo­
ello el concepto mencionado de Dios, tanto más difíci: gía especulativa enlazó con sus nuevas formulaciones.
se hizo probar que el hijo de Dios, uno en esencia con Pero tomaba en serio la idea de que no hay camino que
él, era este Jesús de Nazaret; crucificado bajo Poncio Pi­ lleve a Dios, que no comience en él mismo 21• La cues­
lato. Por eso atraviesa un tenue docetismo a la cristolo­ tión sobre Dios no es más que el reverso subjetivo de la
gía de 1a iglesia antigua 17. A quien partía de la cuestión cuestión de Dios sobre el hombre, pregunta que precede
,;ohre un «arriba>> así, ':orno era corriente en el Jntiguo objetivamente. El conocimiento de Dios presupone su
preguntar por Dios y la salvación, a ése le resultaba di­ autorrevelación. Por consiguiente a Dios hay que pen
fícil hacerse verdaderamente al «abajo» de la historia de sarlo no sólo como sustancia, sino, al mismo tiempo co­
Jesús de Nazaret, y todavía más difícil aclimatarse al
mo sujeto 22 • Si se hace esto ú1tiimo, entonces es cuando
�bandono de Dios que padeció el Crucificado. Con todo se le toma no como fundamentación de otro, sino por ra­
no es acertado llamar «cristología de arriba» a estos ti zón de él mismo. No hay que fijarse en Dios para funda­
pos de cristología 18. Es cierto que 1a respuesta cristo­ mentar el mundo o la exisíencia humana. Pero si se hace
l6�)ca pJrte (<e_1f: �u-;'.h:1.,·• ) :,:-oponiendo el rr:lc:tc1ic dé> J::"­ " Dio;; objcrn <ld pc1Lsan,Lc;1to in<lagadct, cnt,_) 'JC�s hay
sús a base del esquema de encarnación y resurrección, qt1e abarcar necesariamente su existencia y subjetividad,
humillación y exaltación del eterno hijo de Dios. Pero la de lo contrario no se ha razonado a Dios. Así surgió ei
cuestión de Dios que se presupone es la ,pregunta dd ser concepto de la autorrevelación de Dios, que dominó la
finito por el ser de Dios infinito y dador de la existencia.
No es en absoluto necesario «situarse en la perspectiva de rn W. Pannenberg, o. c., 46-
Dios, para seguir el camino de su hijo que se adentra e1� w Este esquema apertura-cumplimiento se utilizó una y mm
vez para verificar la revelación. Cf. J. Moltmann, La rev,�Zac��n
divina y el problema de su verdad, en Esperanza y planq1cac10n
H; R. Seeber, Lchrbuch der Dogmcngeschichtc I (1922), 1965, del futuro, Salamanca 1971, 31 ss.
.3.3. 21 Sobre el tema D. Henrich, Der ontologische Gottesbewezs.
11 Así también G. Ebeling, o. c., 23. Sein Problem und seíne Geschichte in der Neuzeit, 1960.
18 Como lo hace W. Pannenberg, o. c., 25 ss, aceptan.do sin 22 G. W. F. Hegel, Phii1:o_menologie des Geiste
��- 1�,o
T,,..,, 0�1e. _ st' rrata es.. en ,.+"'fin1r1v;1.. de ca·pt2r y e�p�csar
: «De
ver­
_, •:,n-::inar!a ctíric:in1t·n1...-
i::;J �:r1ni11olugÍJ de K B:1 r'.h ()_ \J.',_·
;

ber. De modo parecido f'. Hodgson, Jesus-Word and pre:;encc <lad�ro no como sustancia, slllo igualmente como su¡ewv. :,ubJ�
An essay in Christology, 1971, 60 ss. esto D. Henñch, Hegel im Kontext, 1971, 95.
130 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO DIOS? 131

cristología especulativa desde Fichte y Hegel. Tal idea mente divina de una determinada situación en el tiempo
condujo a un «viraje del pensamiento» Jol pensar al ser no se puede determinar has,ta que viene el hombre en­
pensado, del conocer a!l ser conocido, del saber al ser tusiasmado con Dios y la realiza. Es divino lo que hace
sabido 23 . Si el hombre -piensa verdaderamente a Dios, el hombre divino». Y a continuación viene la típica fra­
es Dios el que se piensa en el hombre, pues de lo con­ se: «En esta acción no es el hombre el que actúa, sino
trario el hombre no pensaría a Dios, sino únicamente a que es Dios mismo, en su ser y esencia originaria, íntima,
su propia imagen ideológica 24. Si Cristo se sabe hijo df' d que actúa en él., dectmrndo su obra por e1 hombre» 26.
Dios, entosces tiene que saberse Dios en él. Habla Jesús De modo parecido basó esipecufativamente la cristología
de Dios, entonces corresponde a Dios lo dicho, si es Dios con ayuda del «viraje del pensamiento», hablando de la
mismo el que se expresa en él 25. Si, según piensa la «limitación de lo divino en Jesús» 27• En Hegel, :final­
cristología esipecuJativa del siglo XIX, la divinidad de mente, que explica ese viraje con ayuda de una teología
Jesús se descubrió sólo a posteriori al :final de su histo­ mística, :la historia de Jesús de Nazarer se encuentra en
ria, es el .prólogo de Juan el 'que represent,a el corres­ el contexto total de la verdad, teniendo que entenderla,
pondiente a priori de su ser en Dios y de su salida de él. por consiguiente, de modo especulativo, ,pues «la verdad
Desde Fichte ex}Jlicaron este prólogo como la metafísica es el todo». A la «historia de Dios» pertenece su priva­
de 1a hi.storia evangélic:_i. Ese «viraje del ¡,cnsamientm, ción de lo que le e� ,1jeno, extraño y la vuelta y_ue lo
aparece en Fidhte: «En gran medida, la idea originaria- hace ser él 28. «La filosofía de Schelling y Hegel... llevó
la idea de la humanización a la convicción siguiente: a
23 Fr. von Baader, über den Zwiespalt des religiosen Glaubens la idea (de la divinidad) le es esencial adentrarse en la
und Wissens... (1833), 1957, 61: «En este mismo sentido abrió :finitud, sumergirse en ella como en su otro ser, pero
el =ino al ateísmo Descartes con su cogito ergo sum, en cuanto también el emerger de ella continuamente, volviendo a
que presuponía la reflexión de la creatura a!l pensamiento origina­
rio de Dios, mientras que el hombre no puede ni debe decir otra ser ella misma, lo que se verifica en cuanto que el es­
cosa que: yo coy y!c;��'. �c•m.prcndtdn) s:ih!do, pcnsJ.d(), entendido, !Jitltu .finiw, volvic110u a �í mismo, se Cúlll!Jrende cons­
por eso, veo, sé, pienso, entiendo. Soy querido, deseado, amado, cientemente en !SU esencia ahsdluta o en su unidad esen­
por lo cual quiero, deseo, quiero u odio. He sido obrado, por
lo cual obro». cial con Dios, sabiéndose así humano-divino», como es­
24 G. W. F. Hegell, Philosophie der Religión, en Samtliche cri:bió L A. Dorner 29• Pero no fue sólo la idea de la
Werke, ed. Glockner, 16, 2, 496: «El hombre sabe de Dios única­
mente en b medida en que Dios sabe de sí mismo en el hom­ humanización la que, por razón de la subjetividad de
bre, este saber es autoconciencia de Dios, pero igualmente un Dios, se tuvo como divinamente necesaria, sino que en
saber de él mismo por el hombre y este saber de Dios sobre el Hegel ocurre lo mismo ,para la idea de la «muerte de
hombre es saber del hombre sobre Dios»; cf. también 257.
25 Un cambio semejante intenta E. Jüngel, Paulus und Jesus,
1962, 82 ss con vistas a la objetividad histórica y a la subjetivi­ 26 J. G. Fichte, Dif.' Anweisung zum_ selige
t_J Leb�n oder
dad de Jesús mismo. De lo que se trata es de «hacer el trabajo auch die Religionslehre (1806), 1962, 90; über dze Bestzmmung
histórico como quehacer teológico. Y en ese caso habría que en­ des Gelehrten (1805), 1959.
tender por 'Jesús histórico': Jesús mismo como el que hay que 21 F. W. J. Schelling, Werke I, 5, 292. 452.
inve9tigar en el sentido de que como sujeto se convie-rte .en oh- 2s G. W. F. He0c1 • , , 'l()6
1-.:to Je la ínvc::iti¿;ac�L11:. i1:�L'-)rica, que tiene que Lu1�-,..:sponJer en �¡¡l. A. Dorner; · b,t wtcklungsgeschichte der Le/Jre von der
su objetivación a su exigencia como fenómeno (sujeto) histórico». Person Christi II, 2 1851, 374.
132 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO DIOS? 133

D10s». De esa for.ma, lo humano, finito, frágil, la debili­ camente el no atender a la relación inversa existente en­
dad, fo negacivo es incluso un aspecw divino y existe en tre el orden del conocimiento y el dd ser
Dios mismo 30• También aquí se piensa la cristología Con todo, la crítica a la cristología especulativa co­
echando mano del esquema de encarnación y resurrec­ rresponde a la hecha a la cristología de la iglesia antigua
ción, humillación y exaltación. Tampoco se puede ha­ El esquema de encarnación y resurrección, humíllación y
blar, con todo, de una «cristología de arriba», que es­ exaltación es cierto que une el misterio de Jesús con el
cape totalmPnte a nuestra ide;:i Mís bien se hasa en el de Dios. Pero reb,iviza las pec,1liatidalks del verda<leto
«viraje del pensamiento», que posee indudablemente e histórico hombre Jesús de Nazaret y las contingencias
sentido. Esa cristología se entiende a sí misma como la de su historia. Se puede pensar como necesaria la idea de
metafísica de la historia de Jesús de Nazaret determinada, la humanización de Dios y también la «tremenda idea»
evangélica. Conforme a una doctrina teológica antigua de la muerte de Dios por Dios y su autorrealización, pero
el orden del conocimiento (ratio cognoscendi) se contra­ es difícil deducir y arduo reconstruir su humanización
pone al del -ser (ratio essendi). Lo último en el conoci­ en Jesús de Nazaret y su muerte en la que éste sufrió
miento humano es lo primero en el ser. Si es verdad que sobre el Gólgota ª2• Es cierto que fa supresión de la his­
a Jesús se Je conoce como hijo de Dios sólo a partir de toria en el espíritu se ha esforzado siempre ,por com­
su fin rn l,: cruz y de su resurrección, su filiación divitu prender 1o y_ue ha ocurrido en su condición de necesario.
antecede a su historia en el orden del ser. Todo conoci­ Pero la reducción de la historia acontecida a historia
miento comienza inductivamente «desde abajo» y es a comprendida significa, sin duda, no sólo conservarla, sino
posteriori, y todo conocimiento histórico es post festum. también destruirla. En el Crucificado sobre el Gólgota
Pero lo que hay que conocer y fo conocido lo precede. hay algo que sigue resistiéndose a su reducción al con­
Es mera apariencia la contraposición de una «cristología cepto de eX!piación. Sólo una nueva creación, que tiene
desde abajo» y otra «cristología desde arriba». La al­ su base en el Crucificado, puede sublimar el escánda:lo de
tcrna ti v:,. -'�-; ayuí tan incx:stcn[c .:uu t0 en :a larnusa pte­ ,u cruz, cnwuarnlo una pura alabanza. Por eso se ha cri­
gunta: ¿Me ayuda Jesús por ser hijo de Dios, o es hijo ticado continuamente desde Chr. H. Weisse la ausencia
de Dios por ayudarme?» �1. Plantea tales cuestiones úni- de la escatología en la cristología especulativa de la re­
conciiiación =1". Ma-s esta crítica es solamente cristiana, si
xo Cf. sobre el particular la detallaJ,1 exposición de H. Küng
La encarnación de Dios, Barcelona 1974, 149 ss.
31 R. Bultmann, Glauben und Verstehen II, 1952, 252. Cf. :t:! Ya Pablo añadió en el esquema del anonadamiento y
también Fr. Gogarten, Gerichi oder Skepsir, 1937, 122 ( contra exaltación del himno cristiano primitivo en Flp 2, 8 como con­
K. Barth). «¿Conoce la fe al eterno hijo de Dios por conocer cretissimum de Jesús aquello de «hasta la muerte de cruz». Cf.
al hombre Jesucristo, o conoce al hombre Jesucristo por conocer E. Kaserr.ann, Kritische Analyse van Phi! 2, 5-11, en Exegetische
al eterno hijo de Dios?». Fr. Schleiermacher no había propuesto Fersucbc zn;d Besinntmgen I, 51 ss. Con razón pregunta H. Küng,
con ello alternativa alguna, sino únicamente una cuestión metó­ o. c., 547 ss a propósito de la cristología de Hegel: «Pero la cues­
dica. «De modo que podríamos tratar toda la doctrina de Cristo tión es, si una concepción cristológica fundamental puede con­
o sólo en cuanto la de su actividad, pues la dignidad tendría que vencer sin el Cristo concreto ... ».
segnirse d� :1l,í de modo é'spontáneo, n 1:1m�!én 1_1n1cmnente cornn :t�t Cf. ·•�,f() Tr Koch, n.;fleri'í!-.:' ;,1•:! 1/,·r-rD/-intlt !_!,. P.itH'
\'1�,r�: 1

la doccriua uc �u <.!igniJad, pue:, :rn activiua,i ,c:n<lria que deducir­ lnttrpreration Cler TJ:1eologie G. W. F. Hegels nach seiner «Wis­
se automáticamente» (Glattbenslehre § 92, 3). scnschaft deI:- Logik», 1967, 21 ss.
134 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO HOMBRE? 135

empieza por los aspectos de la cruz de Cristo que no han nitud general que Je es e�erienrcia común con todas las
sido integrados en el sistema 34• demás criaturas, sino la humanidad de su ,propio mundo.
Por eso cristológicamente ya no se pregunta: ¿está
2. ¿Es Jesús el verdadero hombre? el eterno Dios en Cristo? sino que se formula al revés,
¿ihay que llamar Dios a Jesús y en qué y hasta qué punto
Desde el renacimiento, la ilustración y la era técnica se es divino? A partir de la época de Lessing hasta h_oy, la
han invertido las relaciones entre hombre y naturaleza en importante cuestión vital sobre fa humanidad se ha con­
la mayoría de los terrenos. El hombre no depende ya de vertido para mudhos en el asunto cristológico dominante.
las misteriosas fuerzas naturales e históricas, de modo que J. G. Herder lo formuló así: «La esencia y obra de Cristo
reconozca en esta dependencia fa necesidad que tiene de aJ mismo tiempo es humanidad. Lo divino en nuestra
los dioses y de Dios, sino que son naturaleza e historia especie es formación de humanidad» 36. Así como en la
las que dependen del hombre cada vez en mayor medida. antigua iglesia la <lis.puta sobre la relación de ambas na­
El problema del hombre moderno no consiste ya tanto en turalezas en la persona de Cristo fue siempre simultánea­
cómo puede vivir con dioses y demonios, sino en cómo mente una discusión a ,propósito de fa salvación física, y
puede sobrevivir con la bomba, revolución y destrucción así como la idea de la real humanización de Dios iba
de los sistemas ecológicos naturales. Hominiza cada vez siempre asociada con la correlativa divinización posible
más sectores naturafos, sometiéndolos a su poder. Su del hombre (theosis), de la miSlllla forma se fundamenta
cuestión vital es, ,por tanto, la humanización de este mun­ ahora la disputa sobre la verdadera hombría de Jesús,
do hominizado 35. Su principal prdblema no es ya la fi. su conciencia de ser Dios, su «vida interior» y su liber­
tad, fijándose en el anhelo por una auténtica humanidad,
un existir propiamente didho, una identidad y liberación
:14 Esto debería distinguir una cnttea cristiano-teológica a interfores. Bl sentido y la finalidad de la cuestión se han
Hegel de la crítica ateísta-mesiánica por falta de esperanza en la rambiado y, consecuentemente, ,se presenta a Jesús de
redención en la filosofía hegeliana sobre h reconciliación, como
se ha hecho común por E. Bloch. Y viceversa, no es posible otro modo y lo mismo se Je obliga a una respuesta. A
desde el punto de vista cristiano-teológico, hacer valer contra la Jesús ya no se le mira como el «hombre-Dios» desde et
«-teología de la esperanza» la idea hegeliana de la reconciliación, punto de vista teo-lógico, sino que se le consid�ra al mis­
como lo ha hecho P. Cornehl, Die Zukunft der Versohnung; 1971,
a no ser que se confunda la reconci.Jíadón del mundo por part, e mo •tiempo, desde i1a ,perspectiva prevalentemente antro­
de Dios acontecida en el Crucificado con una realidad reconciliada pológica, como el ideal y originario «hombre de Dios».
supuestamente presente en el cristianismo moderno. Cf. Ivl. Theu­
nissen, Die Verwirklichung der Vernunft: Bhilosophische Runds­ El engendramiento virginal como signo de su encarnación
cthau 6 (1970) 89: «El judío ere.e en la inminencia de la salva­ y ,la resurrección como signo de su exaltación son incom­
ción que ahora todavía no ha llegado por completo, el cristiano prensihles en cuanto «milagros físicos de Dios» dentro
cree en fa antiHpación obj etiva de la salvación en el aconteci­
miento reconciliante. A diferencia de aquél se encuentra, pues, és­ de la imagen moderna que e l hombre se ha formado del
te en el peligro continuo de proyectar la realidad de la reconci­ mundo, cobrando la apariencia de simples miwlogizado-
liación sobre los sucesos del mundo que 'lo rodea».
::a Tomo esta acertada dii.tinción de J. B. Metz, Teología del
mundo, Salamanca 21971, 73 ss. 36 J. G. Herder, Werke, ed. Suphan, XIII, 290.
136 LA CUESTION S9BRE JESUS
¿ES JESUS EL VERDADERO HOMBRE? 137

nes. La falta de pecado personal por parte de Jesús, por lugares que contienen proposiciones que contradicen la
razón práctica, tienen que ser aclaradas en favor de éstfü>. ,.
el contrario, se interpreta ahora como un «milagro di­
vino de amor» en el mundo moral 37• Su integridad se De la doctrina trinitaria «no se puede sacar absolutamen­
convierte en ,prueba moral de su conciencia divina siem­ te nada práctico... Y lo mismo ocurre con la doctrina de
pre fuerte. Con ello se cambia también la cuestión de la la humanización de una persona divina». Algo parecid,...
salvación. Desaparece del campo de atención el mundo puede decirse de la historia de la resurrección y ascensión.
en el tormento de su caducidad. La salvación pierde su Pues «por dogma se entiende no fo que se debe creer...
amplitud cosmológica y profundidad ontológica, hablán­ ,sino lo que es posible y oportuno aceptar con finalidad
dose de ella, en el marco de la cuestión existencial de! práctica (moral), aunque no por ello se ,pueda probar Y.
hombre, como paz de la conciencia, ínt!tma experiencia por ende, sólo puede ser creído». Revelación de Dios
de identidad o simple personalidad 38• Con lo dicho se puede ser sólo, por tanto, lo que concuerda ,con lo que
relaciona, finalmente, otro cambio: si el hombre, zaran­ la razón tiene por «digno de Dios». «En cuanto se re­
deado por su cuestión existencial, mira las cosas en de­ fieran a la religión, todas fas explicaciones de fa Escri­
finitiva sólo en el horizonte de ,su propia subjetividad, tura tienen que hacerse de este modo en conformidad con
entonces no entiende nada, si no cobra importancia para el principio de la moralidad que se ,pretende en fo revela­
sí mismo y no se adentra en su praxis y autocomprensión. ción, y sin esa moralidad o son prácticamente vacías o
Por eso mismo le parecen una metafísica seca fas expre­ hasta representan obstáculos para el bien». Pues enten­
siones objetivas, doxológicas sobre la persona de Cristo. demos únicamente al que habla con nosotros mediante
El ,pensamiento moderno apenas si es aun de naturaleza nuestra propia inteligencia y nuestra ,propia razón. Por
admirante y contemplativa, sino que más bien es de con­ eso «el Dios con nosotros», es decir, la conciencia libre,
dición operacional. Por eso se convirtió desde Kant para es «él mismo el intérprete» 39.
muchos teólogos la ética, en el rriás amplio sentido del En este horizonte de cuestionamiento de la razón
vocablo, y no la metafísica, en fa categoría fundamental práctica Jesús se hace «idea personificada del principio
para la cristología. bueno». La finalidad última de la creación, el «único
Para Kant la razón práctica se convirtió en marco ca­ hombre que a Dios le resulta agradable», existe en Dios
tegorial de la teología y también de la cristología. Nada desde fa eternidad en cuanto idea. Puesto que no somo;;
nos interesa aquello de lo que «nada práctico puede sa­ creadores de esta idea, puede decirse que ha bajado J
carse». «Los lugares de la Escritura que contienen ciertas nosotros desde el cielo, que ha tomado humanidad. «El
doctrinas teóricas, tenidas por santas, pero que superan ideal de la humanidad agradable a Dios. . . no podemos
toda capacidad racion� (inoluso fa moral), pueden ser ex­ imaginárnoslo de otro modo que bajo la idea de un hom­
plicadas en favor de la razón práctica, mientras que los bre, que estuviera dispuesto él mismo no sólo a practicar
todo deber humano, a pesar de ser tentado por las mayo­
res seducciones, sino que su disponibilidad akanzara a
37 Cf. sobre esto E. Günther, Die Entwicklung der Lehre
von der Person Christi im 19. ]'ahrhundert, 1911.
:1 s Con razón habla W. Pannenberg, o. c., 58, de un «dis­
creto interés soteriológico».
:19 I. Kant, Der Streit der Fakultiiten A 50. 51. 57, 70.
138 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO HOMBRE? 139

cargar con todos ,los sufrimientos hasta fa muerte- más ver - Dios sobre conocimiento y acción? La evoludón perso­
gonzosa en razón de lo mejor para el mundo y hasta por nal de Jesús tiene que ser ,pensada tota1menite libre de
sus enemigos ... ». Kant evita en lo posible el nombre de. todo lo que sólo puede presentarse como lucha. La pure­
Jesús en estas reflexiones, para exponer la idea de la za de Jesús no tiene huellas ni cicatrices de lucha. Esta
humanidad agradable a Dios como ideal puro de la fe fortaleza originaria de su conciencia de Dios tiene que ser
práctica, pues la personificación de la idea tiene sólO: un en él, del principio al fin, ,perfecta y perfectamente his­
carácter mediador. tórica. Entonces su actuación salvadora consiste en que
Jesús fortalece nuestra débil e imperfecta concienda de
Hasta el santo del evangelio tiene primero que ser com­ Dios, adentrándonos en la ininterrumpida fortaleza de
parado con nuestro ideal de la perfección moral, antes de la suya 41• Jesús es, en ese caso, no sólo modelo moral,
reconocerlo como tal 40. sino prototipo productivo de la existencia salvada. �<Pues­
to que 1la produotividad sólo se encuentl'a en el concepto
Schleiermacher halló, por el contrario, la mediación de del prototipo y no en el de modelo: se deduce, pues, sin
ideal y real, de razón teórica y práctica, de ser y concien­ duda, que únicamente la prototiipidad es la expresión ade­
cia en el discernimiento inmediato, en el «sentimiento». cuada para la dignidad exclusiva y personal de Cristo» 2• 4;

Con ello quería decir ila determinación fundamental de la Así como para Kant fue 1a razón ,práctica la que se con­
existencia del hombre. Aquí es donde lo religioso en­ virtió en canon hermenéutico de la cristología, así, para
cuentra su lugar en la conmoción de toda la vida antes. muohos desde Schleiermaoher, la actual experienoia de
de la distinción de las actividades humanas en conoci­ salvación consiste en la vigorizadón de la conciencia de
miento y práctica. Es por lo que Schleiermacher renunció Dios. De esta forma están trazadas las fronteras.
a una metafísica teológica de Cristo, sin reducirse tam­
poco a una cristología idea1l d� tipo moral. En el cuadro Los hechos de la resurrección y ascensión de Cristo, y lo
de la cuestión que se fija en la determinación fundamenta! mismo la predicción de su vuelta para el juicio, no pueden
de la existencia desarrolló una cristología de fa relación presentarse como componentes propiamente dichos de la
personal de la fe con Jesús. «Según eso el salvador es doctrina sobre su persona. Los discípulos reconocieron en
igual a todos los !hombres en fuerza de la mismidad de él a'1 hijo de Dios sin barruntar nada de su resurrección y
la naturaleza humana, pero distinto de todos por la con­ ascensión 43.
tinua firmeza de su conciencia de Dios, que era un ser
auténtico de Dios en él». De modo negativo se diría Su muerte de cruz tampoco añade nada nuevo o espe­
así: el salvador se distinguía de todos los hombres por su cial a los efectos i.alvadores resultantes de su vida impe­
impecabilidad esencial. ¿Cómo aparece Jesús en el con­ cable.
texto de la cuestión sobre el domino de la conciencia de
41 Fr. Scltleiermaoher, Glauhenslebre § 94, cf. § 11, § 93, 4,
I. Kant, Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen
40 § 100.
Vernunft A 67. 70; Grundlegung der Metapbysik der Sitten, Aka­ 42 Ibid. § 93, 2.
demieausgabe, 408. 43 Ibid. § 93, § 99, l.
140 LA CUESTION SOBRE JESUS ¿ES JESUS EL VERDADERO HOMBRE? 141

En Kant y Sohleiermacher resulta ejemplarmente da• el concreto de la persona e historia de Jesús. Los dos mo­
ra para la jesu-logía protestante siguiente la fuerza abri­ dos de preguntar se encuentran con sus problemas no
dora y cerradora de la cuesdón de partida sobre práctica solucionados: 1) la individualidad de Jesús de Nazaret
moral, conciencia de Dios, existir propiamente dicho ü y 2) su abandono en la cruz por parte de Dios.
el yo idéntico. Esa fuerza descubre a Jesús como el ver­ La solución de la cuestión sobre Jesús a partir de la
dadero hombre a aquellos que han perdido o aúh no pregunta existencia,l deil hombre lleva en sí el impedi­
han encontrado su condición de hombres, y por eso la mento de la respuesta, como ocurría con la cuestión an­
buscan. Jesús, en cuanto hombre perfecto de Dios es tigua sobre Dios por ,parte del ser finito. ¿Por qué va
el cumplimiento de nuestro destino a ser imagen de Dios, a ser precisamente Jesús de Nazaret el ideal moral o eJ
destino que no hemos colmado. Donde él se manífieste prototipo salvador de la verdadera hombría? ¿Por qué
en toda esta cuestión, allí se experimentará su verdad no se puede fijar con la misma razón en Moisés, Sócrates,
y la nuestra. A. Tholuck ha dicho: «Sí encuentra (sujeto Buda y muchos otros el anhelo de humanidad, de libertad
es el hombre) aquella revelación que soluciona de la me­ cara al mundo y de paz de la conciencia? La cuestión ge­
jor manera la disensión en su interior. entonces para él neral de humanidad puede forzar a Jesús a dar una res­
ésta es la reveilación verdadera» 44• Con ello, en lugar puesta, pero es cierto que lo puede manifestar sólo rela­
de la problematicidad metafísica del ser finito se tiene tivamente como uno entre otros, pues ,tolerancia y plu­
la problematicidad existencial del hombre en su mundo. ralidad de los esbozos del verdadero ser hombre perte­
Es un «apriori-smo antropológico de necesidades» el que necen a las exigencias de humanidad no sólo desde la ilus­
sustituye al cosmológico 45 Dándose cuenta de esto, la
tración. ¿Dónde queda la llamada «exigencia de exclusivi­
Jistancia de la nueva cristología protestante no es tat
dad» del cristianismo? Con frecuencia la respuesta viene
grande respecto de la de la iglesia antigua, como aquélla
siempre ha pretendido. Lo único que ha pasado es que a ser que en toda la historia no se ha encontrado nada
con relación a Jesús, el horizonte de cuestiones e inten­ mejor, o que de heclio, por casualidad o felizmente, nos
1

ciones ha experimentado el correspondiente reajuste. Los encontramos en la historia cristiana de la tradición. En­
problemas son muy parecidos. Ambos modos de cuestio­ tonces lo que ocurre, en definitiva, es que se vive por
nar parten de un universal, para reaiizarlo y verificarlo en cuenta de •las antiguas certezas cristianas de fe, que veían
en Jesús la revelación definitiva del único Dios y por eso
cristianizaron al mundo, tal y como todavía existe en
44 A. Tholuck, Guido und Julitts. Die Lehre von der Sünde ciertos aspectos. Esa exigencia de exclusividad, que ya
un:d dem Versohner, 1823, 296. Igualmente M. Kahler: «Si esa
concordia entre disposición humana y cristianismo histórico llega no se pretende, pero que se acepta como tradición y en
en aJguien a ser ex¡periencia viviente, entonces se tiene la razón instituciones, constituye, sin duda, el problema central
decisiva para que surja la fe» (citado por J. Wirsching, Gott in
der Geschichte. Studien zur theologisgeschiahtlichen Stellung und de la moderna jesu-logfa protestante. Parecido a Celso en
systematischen Grundlegung der Theologie M. Kiihlers, 1963, 64, su <tiempo, dijo D. Fr. Strauss: «No es propio de la idea
nota 84).
45 J. Wirsohing critica con razón la teología de Kahler. el realizarse en el individuo concreto, sino que se realiza
utilizando esta eX!presión. únicamente en la totalidad de los individuos, en la espe-
142 LA CUESTION SOBRE JESUS ,,¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR?» 14.3

cie» 46• La pregunta general existencial por la idea de la table contemplar en toda su dureza su abandono por
humanidad moral y agradable a Dios puede llevar al se­ parte de Dios en la cruz. Se prescinde de su fin, concen­
guimiento del modelo morail de Jesús, pero puede desem­ trándose en da vida y :predicación de Jesús. En su muerte
bocar iguaLmente en una decidida incredulidad en Jesús o de cruz se encuentra no más que la culminación de la vi.
en su tolerante clasificación en la larga serie de los héroes da que llevó, de su obediencia o libertad. Pero a la luz
y ayudadores de la humanidad. Por razón de la exigencia de su vida precedente no se encuentra ninguna explica­
de exclusividad del cristianismo, que ya no se puede pro­ ción suficiente de su muerte en la cruz. El Crucificado
bar, se convirtió E. Troeltsc:h en filósofo, mientras que, ya no cuadra en ese horizonte de cuestiones sobre prác­
por el contrario, la «fe filosófica» de K. Jaspers se ihizo �ica, conciencia de Dios, identidad o certeza que da la
intolerante. A aquellos que son cristianos por fuei:za de íe. Una crítica a la nueva jesu-logía protestante no debe­
la tradición, se les puede explicar a Jesús como el hom­ ría .partir de un punto de vista extracristiano ni de un
bre perfecto, lo que se puede hacer también perfectamen­ concepto de Dios que se presuponga, sino de la perspec­
te frente a gentiles y ateos poscristianos. Se puede in­ tiva del Crucificado, que en su tanto se halla fuera de la
te11pretar así a Jesús, pero ¿por qué hay que esforzarse, historia, de la sociedad y de la cuestión sobre la huma­
en realidad, en entenderlo? Por eso también la cristología nidad tpor parte de los viv,ientes. La trascendencia del
más reciente presupone siempre la fe, diciendo que se Crucificado no es aUendidad metafísica alguna, ,sino la
puede entender así a Jesús en la fe. Pero es raro que di­ trascendencia de un rechazo concreto. Ella elimina hasta
ga por qué ha y que creer en Jesús y mantenerse fumes en aquellas necesidades antropológicas y cuestiones existen­
él. Con lo que se convierte en una cristología moderna en ciales, con las que se presenta y se expresa a Jesús en la
el propio círculo y apenas si dice algo � los no creyentes, jesu-logía de tipo moderno, cambiando al mismo tiempo
incrédulos o adictos a otras creencias. radicalmente los ideales y ,prototipos que se ven en Je­
Toda ,la cristología reciente que parte de las razones sús.
mencionadas de la vida de Jesús, se encuentra de cara
a su doble final con parecidas dificultades no solucio­
nadas, como ya las tuvieron las cristologías de la anti­ 3. «¿Eres tú el que ha de venir?»
gua iglesia y las de tipo especulativo. Al darse de lado A Ja .persona e historia de Jesús se acerca uno más,
a su resurgimiento de entre los muertos como a mila­ sí, como los discípulos entonces, se charla con los judíos
gro inaceptable en el mundo físico y considerarlo, por hoy, tomando en serio su pregunta. Los horizontes de
tanto, como mito de tiempos pasados, resulta inaguan- esperanza y ámbitos lingüísticos, en los que Jesús apare­
ció y los disdpufos lo vieron y oyeron, de ninguna manera
46 D. Fr. Strauss, Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet II, son cosa ipasada, sino que continúan viviendo fundamen­
1836, 734. Sobre esto notó M. Kahler con cierta ironía: «Cierta­ talmente también hoy al lado del cristianismo en el ju­
mente que no; pues ella no es otra cosa que el concepto general daísmo y el mesianismo ateo. Aquí la cuestión cristológica
despojado de toda vida espacia'1, el espacio vacío para imágenes
que se pinten en él. En balde se busca también el ideal en la no se formula: ¿es hombre en Jesús el eterno Dios? o:
tiradición del nazareno» (o. c., 342). ¿hay que llamar divino al hombre Jesús? sino que hay
144 LA CUESTION SOBRE JESUS «¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR?» 145

que decir: «¿eres tú el que ha de venir o tenemos que general cuyo objeto es la humanidad. Entendiéndolo bien,
esperar a otro?». Ta1 fue la pregunta que el Bautista la cuestión del futuro salvador de la historia de Dios,
planteó a Jesús, a lo que éste, según el evangelio de Ma­ hombre y mundo abarca ia que se refiere a Dios y la que
teo, respondió: «Decid a Juan lo que estáis oyendo y se cemra en la ,humanidad, no siendo más limitada, sino
viendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos que­ más amplia que las otras dos. Si partimos de ella, ya no
dan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los resulta indiferente o casual el que Jesús fuera judío, que
pobres se les anuncia el ·evangelio. Dichoso el que no se es­ apareciera en Israel, que dhocara con los guardianes de
candaliza en mí» (11, 2 ss). La respuesta es indirecta. Son la ,ley de su pueblo, que lo condenaran y entregaran a fos
los acontecimientos realizados junto a Jesús y por su pala­ romanos para la crucifixión y que los discípulos lo pro­
bra los que hablan en su favor, pues se trata de signos clamaran como «resucitado de entre los muertos» a causa
de la época mesiánica. A Jesús lo trae y lo autentifica de sus apariciones. La pregunta mesiánica: ¿eres tú el
el evangelio que viene en los milagros a los que no tienen que ha de venir? parece ser una de las cuestiones cris­
es,peranza y se acerca en su palabra a los pobres. No es tológicas más originarias. En su contexto expresan los tes­
la encarnación del eterno hijo de Dios m el ideal de ver­ timonios de ,primera hora de la cristiandad su propio len­
dadera humanidad lo que constituye su dignidad, sino e! guaje y el más cercano a Jesús Dondequiera que se
futuro del reino que irrumpe en él y con él. El sentido de abandone este sentido de las cuestiones como meramente
ia pregunta es aquí la del futuro de la historia que se condicionado por el tiempo, será difícil comprender a
abre gracias a las promesas del antiguo testamento, es Jesús.
la esperanza mesiánica del reino. Ella manifiesta a Jesús ¿Pero cómo puede hacer un gentil esta pregunta sin
con su palabra y sus signos como «el que ha de venir». haber sido antes judío? ¿No se convierten profecía y apo-­
Con él viene a la tierra no el mundo superior divino, ni calíptica, como ocurrió antes -con la ley y la circuncisión,
vuelve a sí mismo el hombre que se busca, sino que lo al volverse a la cuestión mesiánica, en condición para lá
que irrumpe es un nuevo futuro para la historia conjunta fe cristiana? ¿No implica ello una rejudaización del cris­
de Dios, hombre y mundo. Frente ail abierto horizonte de tianismo? No lo ·pienso, pues por razón del constante
cuestiones de las promesas veterotestamentarias y apoca­ influjo del judaísmo y cristianismo sobre las sociedades
lípticas y a la luz de la existencia de Israel en tierra ex­ en que estuvieron y están presentes, se ha hecho uni­
traña por el exilio, Jesús se revela como cumplidor per versal la experiencia de la realidad como historia aibierta
sonificado de las promesas. Esto se puede calificar super­ al futuro y, consecuentemente, el mesianismo. Mediante
ficia1mente como prueba a base de p i rofecías. Pero lo que la historia de influencia de la Biblia vino al mundo la
se quiere decir es que la persona e historia de Jesús apa­ conciencia escatológica (E. Bloch), convirtiéndose el an­
recieron en aquella apertura para el futuro de Dios, que sia general de salivación en esperanza de futuro. Sin esta
estaba marcada por la existencia especiai de Israel entre orientación hacia el futuro difícilmente puede mantenerse
todos los pueblos. ,Este carácter de apertura es distinto la experiencia de la realidad. Lo muestran todavía los in·
de la cuestión general y metafísica de la finitud y un mo­ tentos actuales de parar la historia después de la pérdida
do de cuestionar diferente del de tipo antropológico en de esas esperanzas o de acabarla y conducirla a circuitos
146 LA CUESTION SOBRE JESUS
«¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR?» 147
reguladores burocráticos. Lo muestran tam!bién los es­ ceso en el ámbito espiritual, en lo invisible, que se reqli­
fuerzos ,por enmarcar la experiencia de la historia en una za en el mundo, en el de cada uno, operando un cambio
nueva confianza natural tras haber perdido aquellas espe­ secreto al que en el mundo nada externo tiene que corres­
ranzas, para quitarle de ese modo los peligros a la his­ ponder ... La interpretación de las :promesas proféticas
toria. de la Biblia, trasponiéndolas a un terreno de interiori­
Mas <también el cuestionamiento mesiánico trae· con­ dad..., la tu'Vieron siempre los pensadores religiosos del
sigo, junto con su solución, a su vez, el impedimento de judammo como anticipación ilegítima de algo que; en el
que lo conteste Jesús. Es precisamente en el complejo mejor de los casos, podría manifestarse como el aspecto
de problemas mesiánicos donde radica el conflicto esen­ interno de un acontecimiento que, en definitiva, se realí
cial entre judaísmo y cristianismo. Su disputa sobre Je­ zaría en lo exterior, pero jamás ocurriría sin éste», es­
sús se libra en el terreno de la cuestión del futuro que crihió Gershom Sctholem 48• ¿Pero consiste la fe en Cris­
tienen como problema común. Se trata de la disput,, to verdaderamente en tal interiorización de la salvación?
entre la reconciliación creída como presente y la salvación Es exacto que en el cristianismo histórico se :ha dado,
real que •aún está por venir. La disputa sigue también de hecho, una renuncia a la esperanza real y universal de
frente a Hegel ·entre cristianismo y ateísmo mesiánico. salvación y, por tanto, una renuncia al dolor por el mun­
«El judío sabe muy hondamente que el mundo no está do no salvado. Ello tenía dos caras: por una parte, se
salvado, no reconociendo en medio de tal situación encla­ puede hablar de una esperanza de proximidad frustradd
ves ningunos de salvación. Le es esencialmente extraña en el primitivo cristianismo, que se sustituyó luego me­
la concepción de un alma redimida en medio de un mundo diante el culto, la moral y la metafísica 49• Por otra parte,
que no lo está, le es radicalmente extraña, inalcanzable y ésta me parece mudho mejor fundada históricamente, si­
desde lo más profundo de su existencia. Aquí radica d guió en el cristianismo un entusiasmo de cumplimiento.
núcleo para entender el rechazo de Jesús por parte de Se veía el reino de salvación ya en la iglesia o en el es­
Israel y no en una concepción mer,amente externa y na - tado constantiniano, en la propia y exclusiva comunión
cional del mesianismo», dice Sdhalom Ben-Chorin 47• ¿Pe­ de fe o en el mundo cristiano-burgués. El cristianismo his­
ro es verdad que quien cree en Jesús se ve en realidad tórico vivió menos de una decepción radical que, más
como un alma sal'Vada en medio de un mundo que no bien, de una anticipación del reino. De ello surgió e:
lo está? «El judaísmo, en todas sus formas y v'<lt'iedades, triunfalismo eclesiástico-estatal o estatal-eclesiástico, que,
siempre se ha aferrado a un concepto de redención que de modo regular, llevó a la persecución de los judíos y
entendió como acontecimiento que se realiza manifiesta­ otros seguidores de la esperanza mesiánica irrealizada.
mente en el teatro de la historia y en medio de la co­
munidad, o sea, que se verifica de modo decisivo en el
mundo de lo visible... En el cristianismo, por el contra­
rio, prevalece la idea que mira la salvación como un su- 48 G. Scholem, Zum Verstiidnis der messianischen Idee im
Judentum: Judaica I (1963) 7 s. Cf. sobre el particular también
Fr. Rosenzweig, Der Stern der Erlosung, 3 1954, 97 ss. 178 s.
49 R Bultmann, Geschichte und Eschatologie, 1957, 44 s
41 Sdhalom Ben-Ohorin, Die Antwort des Jona, 1956, 99. realza únicamente este aspecto.
148 LA CUESTION SOBRR· JESUS «¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR?»
149

Una fe que adora como Dios a Cristo sin su futuro, una cuerpo y de Ja ·paz que acaba la lucha. «Pues Jesús es el
iglesia que se tiene a sí misma por el reino, una con­ que ha de venir. A partir del futuro encuentra a todo
ciencia de reconciliación que ya no sufre con la perma­ aquel a quien realmente encuentra en calidad de vida fu.
nente situación de no salvación del mundo, un estado tura, como señor del mundo venidero. Señor nuestro no
cristiano que se tiene como a un Dios presente en la tie­ puede serlo de otra manera. . . Es el que ha venido sólo
rra, no pueden tolerar junto a sí ninguna esperanza ju­ en cuanto es el que había de venir. Está presente como el
día. ¿Pero se trata entonces de una auténtica fe cristia­ que ha de venir, que abre un futuro a los impíos» 50. Is­
na? rael y la iglesia se han desarrollado separadamente en la
Es ex::ici:O decir que la fe vive de la anticipación de·! disputa sobre Jesús. «Para los judíos existe la amenaza
reino por y en Jesús. Pero no se trata de espiritualización de que el mesías desaparezca tras el reino de Dios. Para
ni individualización alguna de la salvación real. Ni de un la iglesia cristiana el peligro es que sea el reino de Dios
enclave de salvación en un mundo irredento. La fe no es el que desaparezca tras la figura del mesías» (Schalom
tampoco ese alma redimida a la que ,le tiene sin cuidado Ben-Chorin). Desde el comienzo del cristianismo la pala­
el mundo no salvado. Se trata más bien de aquella anti­ bra sobre el único hombre fue ocultándose para Israel
cipación escatológica de la salvación, anticipación traíd::i cada vez más tras la palabra del único tiempo, la palabra
por y en un reprobado, rechazado y crucificado . El re­ sobre el mesías fue ocu1tándose tras la que hablaba de
cuerdo del Crucificado anticipador del reino hace impo­ los días futuros del mesías. La cristología cristiana le ha
sible al cristiano toda espiritualización e individualiza­ hecho sospedhosa al judaísmo la esperanza en el mesías.
ción de la salvación y cualquier clase de resignación ,ante
Y viceversa, la esperanza judía del reino le ha hecho sos­
la participación en el mundo irredento. ¿No ha desarro­
pechosa con su realismo a los cristianos la escatología
llado Pablo una cristología escatológica del CrucHicadc
orecisamente enlazando con el «sufrimiento de este tiem real y futurista. A esta altura es hoy absolutamente ¡pen­
sable una historia de convergencia tras la que existió de
,po» (Rom 8, 18 ss), con el «gemido de la criatura escla­
vizada» v con Israel (Rom 9-11 )? ¿No ha entendido co­ divergencia. Pero l a profunda diferencia radica en la
mo anti�ipaciones de la salvación para toda la creación existencia ,misma. El judío la tiene ante Dios en sí mis­
expectante el evangelio de los impíos, �l espíritu Y la fe, mo. El cristianismo tiene 5U exis1encia ante Dios y Cris­
_ to. ¿Qué significa esto para la salvación del mundo que
bautismo v eucaristía? ¿No ha entendido al Crucificado
como rep;esentante y lugarteniente de ese fotuto uni­ ambos ven que está irredento? ¿Pende la salvación de
versal, en el que <<Dios sea todo en tcido» (1 Cor 15, la conversión de los hombres? Si ello es así, entonces
28)? Jesús, el Crucificado, tampoco se puede entender la salvación no llega jamás. Pero si no lo es, entonces
.
cristianamente sin el sufrimiento por la irredentividao parece que la salvación es irrelevante para los homb1es.
del mundo y sin la esperanza del reino que él ha abierto La respuesta judía puede ser ésta: Dios obliga a Israel
a todos los impíos. A la vista de la miseria de la cria­
tura lo perfecto de la reconciliación en medio de la lucha
resulta incomprensible sin el futuro de la redención de: 50 H. J. Iwand, Die Gegmwart des Kommenden, 1955, 37.
150 LA CUESTION SOBRE JESUS <,¿QUIEN DECIS QUE SOY YO?,. 151

a la conversión mediante sufrimiento 51• La contestación puesta a darla. La cristología no puede Jimitarse a mam­
cristiana es: Dios lleva a la conversión al pecador, judío festarlo como su objeto, sino que a éste tiene que consi­
o gentil, mediante su propio sufrimiento en la cruz. La derarlo como sujeto. Si procediera de otro modo no alean�
definitiva diferencia entre judíos y cristianos consiste en zaría a Jesús mismo, sino sólo aquello que proyecta so­
la postura adoptada frente al Crucificado. En él tiene que bre él según su propio esbozo.
romperse cristianamente hasta el !horizonte mesiánico de Por eso no podemos cerrar la discusión de las cues­
esperanzas e interrogantes y fundarse de nuevo la espe., tiones sobre Cristo, sin llamar la atención sobre el curioso
ranza en un mundo irredento. hecho de que en los evangelios sinópticos la cuestión
cristológi.ca no sólo se proyecta sobre Jesús desde fuera,
sino que nos la encontramos e�resada por boca del mis­
4. «¿Quién decís que soy yo?» mo Jesús 52• Jesús aparece aquí no como respuesta ·a la
Hasta �hora hemos tratado la cuestión cristológica er. pregunta de hombres, sino que él mismo les pregunta
sus diversas formas como presupuesto para la compren­ a sus discípulos quién es él. «¿Quién dicen los hombres
sión de la persona e historia de Jesús. Hemos visto que que es el hijo del 1hombre?». Respondieron: «Los unos
el punto de partida desde un universal lo mismo puede dicen que Juan el Bautista, otros, que Ellas, otros, que
abrir que cerrar lo concreto de su persona e historia, de Jeremías o uno de los profetas». Y sigue esta pregunta:
modo que son posibles tanto la fe como la incredulidad <<Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», respondiendo
en el contexto del sentido respectivo de un preguntar Pedro: «Tú eres Cristo, el hijo del Dios vivente». Y Je­
universal. Además se vio claro que la respuesta iniciada sús contesta: «Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, pues
en las cuestiones planteadas fue corregida, cambiada de ni carne ni sangre te lo han revelado, sino mí Padre eu
sentido y variada radicalmente tanto a causa de la indivi­ el cielo» (Mt 16, 13 ss). La perícopa muestra cómo los
dualidad de Jesús como por su muerte concreta e histórica contemporáneos se figuraban a Jesús como un propheta
en la cruz, cambios insoslayables si es que tal esbozo de redivivus conforme a la imagen de las grandes figuras de
respuesta quería estar acorde con Jesús y su historia. Una 1a paGada historia de salvación. La pregunta de Jesús a
concepción cristológica universal y relevante sobre el los discípulos sobre sí mismo ha debido de ser, como
hijo de Dios encarnado, el salvador o el hombre ideal no muestra su respuesta a la profesión de Pedro, no una de­
puede ser cristiana sin la referencia insustituible a su manda curiosa y de prueba, sino abierta. De ese modo
persona e historia únicas. Si la cuestión cristológica -en habla el Jesús sinóptico indirectamente de sí misn:io. La
cualquier forma que aparezca- quiere hacer justicia a pretensión con que apareció es claro que no se podía re­
Jesús, entonces su relación para con él tiene que cam­ sumir en un título de la tradición histórico-salvífica de
biarse de preguntar a ser preguntado, de pedir una res- Israel o en uno de la !historia esperanzada del Israel pos­
terior. Parece como si quisiera primeramente sonsacar

51 Lo ha expuesto muy patéticamente E. Fackenheim, El


52 Sobre esto ha llamado la atención H. Vogel, Christologie
mandamiento de esperar: respuesta a la experiencia ¡udía con­
temporánea, en El futuro de la esperanza, Salamanca 1973, 77 ss. I, 1949.
LA CUESTION SOBRE JESUS «¿QUIEN DECIS QUE SOY YO?» 1.5.3
152

el conocimiento de sí mismo, como si dependiera de la de su ser se pudo manifestar a sus discípulos sólo en su
resurrección 55.
revelación de sí mismo por Dios y los creyentes. La cues­
tión sobre la conciencia y comprensión histórica que tuvo
Precisamente en la pretensión excepcional de Jesús
de sí mismo, sobre si se llamó a sí mismo «hijo del hom­
que sobrepasa a todos los títulos tradicionales v contem­
bre» o «Cristo», no tiene una respuesta indudable. Más
poráneos, es donde radica el punto de arranq�e para Ja
importante es ver que el Jesús terreno vivía, según· los
formación de la cristología 56• Si Jesús hubiera aparecido
sinópticos, en una apertura característica hacia aquel de
como rabí o profeta, prosiguiendo la obra de Moisés,
quien esperaba su revelación, y que hablaba de cara al
no hubiera constituido interrogante alguno. Sólo el hech�
futuro que manifestaría su identidad. Es importante, ade­
de que actúa y es de otra forma que aquellas figuras del
más, que él mismo pidiera a sus discípulos que le dieran
recuerdo y la esperanza de su tiempo, es lo que hace de
la respuesta. «Está en camino hacia el que él será», dice
él una interpelación. Es por lo que la cuestión específica­
acertadamente O. Weber 53 • «Y de hecho remite más
mente cristológica surge sólo en él y por él mismo. Jesús
allá -de su modo de actuar terreno hacia_ un futuro que él
está, incluso en su palabra y existencia, abierto, depen­
mismo respeta y mantiene abierto... es con todo su ser
diendo de lo que venga de Dios. La pregunta sobre sí
un enigma, una pregunta, una promesa, que exige cum.
mismo, planteada a los disdpulos en Mateo, brota de su
plimento y respuesta», piensa E. Kasemann 54• El Jesús
propia apertura hacia el futuro, de su ex-centricidad. Me­
sinóptico vive, habla y actúa excéntricamente volcado
diante la respuesta de la fe se adentran los discípulos en
hacia ese futuro que se llama «reino de Dios». Su Padre
esta apertura cara al futuro, toman anticipadamente su
y Dios lo debe revelar como aquel que es en realidad.
verdad mediante la profesión que hacen, esperando al
El reino de Dios que anuncia como cercano y practica,
mismo tiempo manifestarse con él en su futuro.
lo manifiesta como el que es en verdad. Lo que Mateo
¿Cómo se presentan las respuestas-profesión a la cues­
narra explícitamente como cuestión cristológica en boca
tión abierta que era Jesús? Primeramente enlaza retros­
de Jesús a los disd,pulos, ha sido, en cuanto puede de­
pectivamente con el recuerdo de lo comparable en el pa­
cirse históricamente, un rasgo fundamental en la actuación
sado: Moisés, los profetas y el Bautista, entroncando tam­
de Jesús.
bién con el recuerdo de la esperanza de Israel: el me
sías, el hijo del hombre, el hijo de David. Lo exorbitante­
No hay concepto usuail y corriente, no hay título ni minis• mente nuevo de Jesús se interpreta, pues, p rimeramente,
terio en la tradición y esperanza de la tradición judía, que mediante el suscitado recuerdo de lo antiguo y prometido
sirva a la legitimación de su envío y que agote el misterio con ainterioridad. Por eso se le asociaba también la es­
de su ser... Esto nos enseña a comprender que el misterio peranza de la renovación de Israel, la vuelta del comien-

55 G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, Salamanca 1975, 189,


O. Weber, Grundlagen der Dogmatik II, 1962, 75.
53 igualmente E. Schweizer, Jesus Christus, 1968, 25 s.
56 Ph. Vielhauer, Aufsiitze zum Neuen Testament: ThB }1
E. Kiisemann, Exegetische Versuche und Besinnungen II,
54
(1965) 90.
1964, 119.
154 LA CUESTION SOBRE JESUS «¿QUffiN DECIS QUE SOY YO?»
155

zo y la restitución de Sión. Pero el futuro cara al cual que el novum de Jesús no sea tal ni su cruz siga siendo
vivía y hablaba Jesús, es distinto. No se trata ya de la un escándalo, sino que se conviertan en base y luz del
justicia de Dios celebrada en la ley, sino de la que se re­ reino. Al profesar la fe que Jesús es el Cristo, se adhiere
vela en la gracia que va por delante. Esta diferencia res­ al mismo tiempo a este futuro real suyo. La profesión
pecto del continuo de la historia de salvación y esperan­ que hace de Jesús le corresiponde, cuando anticipa con­
za en Israel es lo que, al mismo tiempo, hacía un escán­ juntamente su futuro, en orden al cual vivió, murió y
dalo de lo nuevo de Jesús, desembocando en su rechazo fue resucitado. La profesión cristológica de la fe no pue­
y crucifixión. Si proclaman los discípulos el resurgimien­ de ser, por tanto, un juicio definitivo de una existencia o
to de Jesús, entonces lo que predican es el futuro del heahos, juicio que sólo puede referirse siempre a una rea­
Crucificado, cuya novedad está determinada precisamen­ lidad concluida. Ni tampoco puede reducirse a una va­
te por lo diferente que es Jesús, diferencia documentada loración subjetiva a hase de piadosas impresiones. R�spec­
en su crucifixión. Por tanto, lo nuevo de Jesús se sale to de Jesús se trata de un juicio antidpado .basado en la
de los recuerdos de lo comparable en historia y esperanza, confianza y, por tanto, a pesar de toda la certeza con
convirtiéndose en interrogante abierto que exige resrpues­ vistas a la persona y misión de Jesús, será algo ,provisio­
tas con carácter de profesión. Los títulos provenientes de nal en un senti<lo escatológico. Pues anticipa el futuro en
la historia y la esperanza se cambian, se aplican a lo nue­ el que, como dice Ap 5, 12, «el cordero que .ha sido
vo de Jesús, recibiendo una nueva interpretación, segú.rt degollado, recibe poder, riqueza, sabiduría, fortaleza, ho­
dijimos. Pero en ralidad lo nuevo de Jesús traspasa la nor, gloria y alabanza» y «Dios secará todas las lágrimas
categoría «re» y se cambia incluso el recuerdo. Y la sig­ de sus ojos» (7, 17). La profesión de fe tiene la forma
nificación de «hijo del hombre» o «Cristo», no se pue­ de una doxología anticipada. Expresa en el «mundo irre­
de determinar ya únicamente por los sufrimientos y espe­ dento», demostrativamente y ya ahora, el júbilo de la sal­
ranzas de Israel, sino que tiene que medirse en el terreno vación, convirtiendo por ello mismo el sufrimiento a cau­
delia realidad al contacto con la persona e historia de Je­ sa del «mundo irredento» en un dolor consciente. Por eso
sús. Con ello se libera una cierta creativti.dad de la fe la cuestión cristológica que plantea lo nuevo de Jesús y
cristiana, lo que ocurre gracias a lo nuevo de Jesús y su su historia sigue siendo para la fe mayor que todos los
propia pregunta. La cuestión cristológica en esta forma: títulos de profesión, que lo designan c omo «el aconteci­
¿quién decís que soy yo? es planteada por Jesús mis­ miento escatológico». Pues la -apertura de la persona e
mo y por el doble final de su vida, es decir, el paso de historia de Jesús está abierta por encima de la .profesión
la vida a la muerte y de ésta a la nueva vida. La ex-cen­ de los creyentes en orden a la nueva creación y la libe­
tricidad de su existencia y la doble apertura de su final ración de toda criatura expectante. Tal apertura no se
plantean este sentido a la cuestión. Si está en camino de cierra, p ues, ni por la fe ni tampoco por la iglesia, smo
realizar lo que será, entonces sus preguntas y la apertura únicamente por la salvación misma, es decir, mediante
de su futuro son mayores que todas las respuestas, que un ser nuevo y liberado. Es ¡por lo que tiene un profundo
pueden dar los creyentes y no creyentes. Esta cµestión sentido el que el nombre y la !historia de Jesús eS'tén fir­
cristológica es respondida por una nueva creación, en la mes, tanto como su muerte y los títulos cristológicos que
156 LA CUESTION SOBRE JESUS 4
responden a su apertura, per� que v�rían históricamente
El proceso histórico de Jesús
_
con los tiempos y hacen cambiar la historia.
Por esta razón la cristología está esencialmente abier­
ta y necesitada de revisión. Ni más ni men?s que en s�
_ _ ,
concentración en Jesús y su historia la cnstolog1a esta
llena de pro-visro y promissio, pues remite al tiempo Y
creación nuevos, en que el Crucificado ya no será escán­
dalo ni locura alguna, porque se habrá convertido en fun­
damento del «todo es nuevo» {Ap 21, 5). P_or eso con­ Los dos capítulos siguientes tratan del proceso his­
cluye la profesión de fe en Jesús con la esperanza de tórico y escatológico de Jesús. Intentamos llegar· a una
futuro: «Amén, ven, Señor Jesús» (22, 20), colocando comprensión del Crucificado, primeramente a la luz de
el verdadero principio en su final. su vida y actuación, que lo llevó -a la crucifixiión, y luego
a la luz de la fe escatológica, que proclama su resurgi­
miento de entre los muertos y, por ende, que es Cristo.
Para comprender la muerte de Jesús es interesante el lado
desde d que se intenta interpretar esta muerte: «A par­
tir de la vida concreta de Jesús o basándose en la relación
de Dios con esa vida vivida y, por tanto, acabada» 1. Pe­
ro aquí no puede haber alternativa ni parcialidad alguna.
Si se interpretara su -muerte sólo a la luz de su resurgi­
miento, se llegaría fácilmente a un mito cristológico, para
el que, sin duda, es importante el hedho de la muerte del
salvador, pero no Jesús mismo y su camino a la cmz.
Si su muerte se interpretara sólo a la luz de su vida
pasada, entonces ni esta muerte ni esta v,ida de Jesús
tendrían, en definitiva, significado alguno especial que
. sobrepasara la vida y muerte semejantes de grandes
profetas o seductores. Si en crucifixión y resurgimiento
se trata del mismo Jesús -y es de lo que tiene que par­
tir la fe cristiana-, sólo una consideración integral desde
ambos lados, que relacione constantemente sus aspectos,
haría justicia a Jesús.

1 Cf. E. Jüngel, Tod, 1971, 132.

También podría gustarte