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Pequeña Investigaciòn Evoluciòn de Las Armas de Fuego.
Pequeña Investigaciòn Evoluciòn de Las Armas de Fuego.
Se utilizaban tubos de bambú, cargados con una mezcla de salitre, azufre y carbón,
que al explotar al contacto con el fuego arrojaban piedras.
Los árabes perfeccionaron el invento en el siglo XIII, cuando los cañones eran de
madera y reforzados con correas de hierro. Pero la aportación decisiva llegó en el siglo
XIV, cuando aparecieron los primeros cañones de bronce más seguros.
Las primeras armas de fuego portátiles aparecen en el siglo XV. Fue una auténtica
revolución: los soldados cobraron otro protagonismo y las tácticas de guerra cambiaron
por completo.
En el siglo siguiente, con el fusil de chispa, la puntería mejora, pero fallaron muchos
tiros y el soldado todavía tiene que suministrar manualmente la pólvora y el proyectil al
arma.
A finales del siglo XX hizo que el poder destructivo de las armas fuera infinitamente
más preciso y peligroso.
Siglo XVI - La primera arma de fuego portátil, el mosquete, era muy pesada y difícil de
recargar: el soldado tenía que introducir la mecha y la bala por el cañón.
Como la operación duraba unos minutos, después del primer disparo fue mucho más
fácil usar la espada. Pero la pistola no tardó en inventarse, a partir de un mosquete
reducido.
Luego comenzó a utilizarse en las guerras, como arma de reserva, último recurso de
defensa en situaciones de emergencia.
Con él, un soldado bien entrenado podía disparar dos o tres veces por minuto, pero
todavía tenía que llevar pólvora y balas en una bolsa.
Siglo XVIII - El fusil de retrocarga hizo que la recarga fuera mucho más rápida y
segura: la recámara (la parte trasera del arma) estaba equipada con un cartucho que
ya combinaba bala y pólvora en un solo dispositivo.
Por lo tanto, se hizo posible disparar hasta siete rondas por minuto.
Los calibres .38 y .45 fueron adoptados por los ejércitos a principios del siglo XX, pero
una década más tarde fueron reemplazados por pistolas automáticas.
La ametralladora, inventada por el inglés Hiram Maxim en 1884, traía otra gran ventaja:
la volea rápida y automática siempre que se mantuviera el gatillo apretado. A partir de
la Primera Guerra Mundial fue adoptado por todos los ejércitos.
Las más modernas, como la famosa Uzi israelí, disparan hasta 600 balas por minuto.