El gnosticismo (del griego antiguo: γνωστικός gnōstikós, «tener conocimiento»)
es un conjunto de antiguas ideas y sistemas religiosos que se originó en el siglo i entre sectas judías y cristianas antiguas.1 Estos varios grupos enfatizaban el conocimiento espiritual (gnosis) por encima de las enseñanzas y tradiciones ortodoxas y la autoridad de la iglesia. Viendo la existencia material como defectuosa y malévola, la cosmogonía gnóstica generalmente presenta una distinción entre un Dios supremo y oculto, y una deidad menor y malévola (en ocasiones asociada con Yahveh (Jehová) en el Antiguo Testamento) quien es responsable de crear el universo material. Los gnósticos consideraban que el principal elemento de salvación era el conocimiento directo de la divinidad suprema en la forma de intuiciones místicas o esotéricas. Muchos textos gnósticos discuten no los conceptos de pecado y arrepentimiento, sino los de ilusión e iluminación.
Algunas de estas corrientes sincréticas filosófico-religiosas llegaron a
mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético por la Iglesia después de una etapa de cierto prestigio entre algunos intelectuales cristianos. En efecto, puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un gnosticismo cristiano, aunque el más significativo pensamiento gnóstico se alcanzó como rama heterodoxa del cristianismo primitivo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. Pero solo la fe o la muerte de Cristo es suficiente para la salvación. El hombre tiene la libertad de salvarse a sí mismo. El gnosticismo es el profundo misterio de la salvación. Las creencias orientales y el pensamiento filosófico griego, principalmente el de Platón, estaban entrelazados. Es dualista: el bien y el mal, el espíritu y el habla, el Supremo y el Creador, el espíritu, el cuerpo y el alma. El término proviene del griego Γνωστηκισμóς (gnostikismós); de Γνῶσις (gnosis): ‘conocimiento’.
Los escritos gnósticos florecieron entre ciertos grupos cristianos en el mundo
mediterráneo hasta mediados del siglo ii, cuando los primeros padres de la iglesia los denunciaron como herejía. Los esfuerzos por destruir estos textos fueron exitosos en general, lo que resultó en que muy poco de los escritos de los teólogos gnósticos sobreviviera.5 Sin embargo, maestros gnósticos antiguos como Valentín veían sus creencias como compatibles con el cristianismo. Cristo es visto como un ser divino que ha tomado forma humana para liderar la humanidad de vuelta a la Luz.6 Sin embargo, el gnosticismo no se refiere a un único sistema estandarizado, y el énfasis en la experiencia directa da espacio a una amplia variedad de enseñanzas, incluyendo corrientes distintas como el Valentinianismo o el Satanismo, o corrientes posteriores cómo el Catar ismo. En el Imperio Persa, las ideas gnósticas se difundieron incluso hasta China a través del movimiento relacionado llamado Maniqueísmo, en tanto que el Mandeísmo sigue aún vigente en Irak.
Por siglos, la mayoría del conocimiento académico sobre el gnosticismo estuvo
limitado a los escritos anti-heréticos de figuras cristianas ortodoxas como San Ireneo de Lyon e Hipólito de Roma. Tras el descubrimiento de la Biblioteca de Nag Hammadi en Egipto en 1945, surgió un renovado interés por el gnosticismo. Una colección de escritos cristianos y gnósticos antiguos, incluidos los evangelios apócrifos de Tomás y los apócrifos de Juan. Una pregunta importante en la erudición es si el gnosticismo es un fenómeno interreligioso o un término religioso independiente. Los eruditos reconocen la influencia de fuentes como el judaísmo helenístico, el zoroastrismo y el platonismo, y algunos señalan posibles conexiones con el budismo y el hinduismo, aunque la evidencia de la influencia directa de estas fuentes es ilimitada.