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Bendiciones Adversas
Ocasionalmente, cuando los cambios positivos que deseamos no suceden tan rápido como
pensamos que debieran suceder, nos asustamos y nos encontramos cegados
momentáneamente, imposibilitados para ver la causa del miedo que nos aprisiona. Se
mantiene sobre nosotros como una tormenta obscura y premonitoria, con apariencia
monstruosa. Requerimos dejar de ver la tormenta por completo antes de ver la luz en el
horizonte, pero a veces nos quedamos tan atrapados en las amenazas que no pensamos en
ver hacia otro lado hasta que perdemos toda la esperanza. Entonces descubrimos que no era
la dificultad, sino nuestro miedo, lo que nos mantenía atrapados.
En cualquier momento que ocurre una crisis, tenemos una elección. Podemos temblar de
miedo y temor, o podemos aceptar que hemos atraído esta experiencia a nosotros para
cosechar la auto-consciencia. Al elegir lo segundo, entramos en el sufrimiento que causa la
crisis el tiempo suficiente para desenmascararlo. No huimos, ni metemos la cabeza en la
arena, ni corremos como locos en todas direcciones buscando la solución. Sencillamente
dejamos que la crisis sea lo que realmente es: una oportunidad para soltar tanto la ilusión
como el dolor que la crisis nos causa.
La siguiente vez que surja una dificultad en tu vida, recuerda primero que no hay nada que
no puedas superar. Nada. No importa que tan difícil parezca. Entonces acepta el problema
de la misma manera que aceptarías un regalo. No es tan difícil como suena, especialmente
cuando te recuerdes que el problema nunca es el enemigo que pensamos que es, sino una
guía inconscientemente atraída para regresarnos a nuestro camino.
Cuando permitimos que las dificultades entren en nuestras vidas para cumplir su objetivo;
cuando nos relajamos, soltando el miedo y reconociendo que la experiencia completa, sin
importar cuan deprimente y desalentadora sea, es una bendición con disfraz; cuando
confrontamos nuestro sufrimiento con aceptación y lo consideramos como algo bueno,
entonces algo impresionante comienza a suceder. La ilusión del sufrimiento se disuelve y en
su lugar nos deja un regalo precioso: El regalo de una vida libre de problemas y llena de
prosperidad.
— Autor Desconocido