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II. Principios normativos y protocolos de actuación

5.1 Restauración edafopaisajística de escombreras. Bases


científicas y metodológicas para un protocolo de actuación
Avelino García Álvarez, Ana Isabel Cardona García y Rocío Millán Gómez

Los objetivos del Plan Director deben orientarse a la rehabilitación de


escombreras y otras estructuras mineras abandonadas de la minería del carbón,
cuya explotación tuvo lugar en una etapa anterior a la Ley de Minas 1973/1980 y
a las que no puede aplicarse las disposiciones: RD 2994/1982, RD 1116/1984 y
Orden del 13 de junio de 1984. Así, la mayoría de las escombreras sobre las que
potencialmente se puede actuar tienen más de 25-30 años, se formaron sin
atender a ningún diseño constructivo y su depósito se realizó por vertido libre o
de gravedad. Es el legado histórico sobre el que existe la obligación, ética y
social pero también ambiental, de intervenir.

5.1.1 Fundamentos para la elaboración del protocolo

El protocolo establecido para la rehabilitación de las escombreras tiene


como fundamento el principio de fidelidad ecológica, en un contexto que enfatiza
la viabilidad económica y el apoyo y la participación social en las tareas de
restauración (Fig.5.1). En cualquier caso debe asumirse que el éxito en la
restauración de cualquier zona degradada es más una percepción humana que
una realidad ecológica (Davis y Slobodkin, 2004), por lo menos a corto y medio
plazo, ya que retornar el espacio a su estado original es una tarea casi imposible
(Murdoch, 2005) en el transcurso de varias generaciones.

Sin embargo, mediante un manejo adecuado, se pueden recrear las


condiciones que permitan convertir en aliados de la rehabilitación a los procesos
naturales que tienen lugar en el territorio y conseguir de esa manera integrar las
escombreras dentro de la dinámica global que afecta a la evolución del paisaje.

Partiendo del principio de fidelidad ecológica y estableciendo una


jerarquización de los elementos críticos que condicionan la rehabilitación, se ha
identificado la activación de los procesos de creación de suelo como uno de los
elementos clave, en el proceso de sucesión ecológica que, partiendo de un
sustrato inerte (escombrera), debería culminar en la aparición de un suelo capaz

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de sustentar una comunidad vegetal similar a la del entorno. No obstante, esta


consideración se olvida en la mayoría de las ocasiones y es causa de fracaso en
muchas de las actuaciones dirigidas a la restauración de espacios degradados.

Por otro lado, la vegetación se introduce con el objetivo principal de fijar


físicamente el sustrato y minimizar los problemas de erosión asociados a la
morfología de fuertes pendientes que presentan las escombreras. Dicha
vegetación, constituida generalmente por especies herbáceas, representa
además una primera percepción de recuperación. Sin embargo, la disponibilidad
de especies herbáceas en el mercado es muy restringida y, en muchas
ocasiones, tienen muy poca relación con la cohorte de especies que constituyen
la flora local. Es por ello que el uso de especies autóctonas con ecotipos locales
no sea habitual en las tareas de restauración (Jorba y Vallejo, 2008).

Fidelidad
Fidelidad ecológica
ecológica

1. Activación de los procesos para la creación de suelo


2. Restitución gradual de la cubierta vegetal

Viabilidad
Viabilidad Apoyo
Apoyo yy
económica
económica participación
participación
social
social

Figura 5.1. Bases conceptuales del protocolo de restauración

Hacer frente a la rehabilitación de miles de hectáreas de terreno afectado


supone un esfuerzo económico improbable en cualquier coyuntura, salvo que se
aborde desde presupuestos económicos razonables. Se trata por tanto de
optimizar recursos y disminuir al máximo los costes, pero sin reducir en absoluto
los objetivos que se persiguen. En ese contexto, otro de los pilares del protocolo
es el de conseguir la participación y el apoyo de la población afectada,
asumiendo como propios los objetivos de rehabilitar los espacios degradados por
la minería, abriendo nuevas expectativas para una utilización sostenible de los
recursos.

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Con la intervención de los habitantes de las localidades afectadas se


consigue, al mismo tiempo, la formación de capital humano en tareas que
requieren un cierto grado de especialización. Es una forma de que los beneficios
potenciales de las inversiones en restauración se plasmen no solamente en la
recuperación de un paisaje deteriorado, sino que repercutan en la economía
familiar de la población local y generen otras posibilidades de empleo, en un
escenario en el que la minería del carbón ha ido reduciendo progresivamente su
protagonismo económico en la comarca.

5.1.2 Fase de estabilización y caracterización de la escombrera

La primera tarea que se contempla en cualquier protocolo de restauración


de escombreras es la estabilización de taludes. Las obras estructurales tienen
como fin la estabilización de pendientes y evitar así movimientos masivos de
materiales, así como los problemas de erosión asociados a ese tipo de morfología
(Fig. 5.2). Las medidas correctoras son imprescindibles, sobre todo cuando se
trata de garantizar la seguridad de las personas, pero llevan asociadas unos
costes elevados en maquinaria para el movimiento y transporte de materiales y
mucho más cuando hay que utilizar elementos constructivos en las labores de
contención. En la minería del carbón en El Bierzo, sin embargo, muchas
escombreras no presentan problemas de estabilidad geomorfológica, incluso en
aquellas en las que la geometría del talud tiene rangos de pendiente mayores de
35º, algo que se pone de manifiesto después de haber transcurrido decenas de
años sin detectar la presencia de fenómenos de inestabilidad. Esta apreciación ha
sido confirmada en un estudio de dos escombreras en Tremor de Arriba (CEDEX,
2009), en el que los resultados obtenidos en los cálculos de estabilidad, pese a la
heterogeneidad de los materiales depositados (pizarra, arenisca, carbón),
aseguran un riesgo potencial de inestabilidad reducido, a pesar de las pendientes
que aparecen en muchos casos. Esta circunstancia debe ser comprobada
puntualmente con los ensayos correspondientes, pero en general se puede
anticipar una reducción significativa en los gastos de rehabilitación, asociados a
las tareas de estabilización de taludes en las escombreras. No obstante, se
considera necesario un levantamiento topográfico previo, en una escala de
detalle (1:1000), que permite disponer de una referencia espacial necesaria para
la planificación de las diferentes etapas de actuación en la rehabilitación.

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Eventualmente puede realizarse también un estudio geofísico, mediante geo-


radar y/o tomografía sísmica de alta resolución, que permita caracterizar el
espesor y el volumen del material depositado en la escombrera, ya que esta
información puede resultar de gran utilidad en el momento de adoptar decisiones
para la implantación de la cobertura vegetal, ya que el desarrollo radicular en la
colonización del espacio sigue distintas estrategias según la especie considerada,
con especial mención a las plantas arbustivas y arbóreas. Todas las tareas
citadas anteriormente estarían incluidas en una primera fase de actuación, cuyo
desarrollo debe planificarse y sincronizarse en el tiempo con las que tendrán
lugar posteriormente.

Figura 5.2. Primera fase de actuación: estabilización y caracterización de la escombrera

5.1.3 Activación de los procesos de edafización y reintroducción de la cobertura


vegetal. Principios de actuación

El propósito principal de la rehabilitación de una escombrera debe ir


encaminado a su integración en el paisaje circundante, asumiendo que las
alteraciones causadas suponen un cambio profundo e irreversible que impone
nuevas condiciones en el proceso de auto-organización. Dicha integración tiene

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lugar a partir de un proceso de sucesión ecológica ligado a los factores ecológicos


y ambientales, pero que es sensible a las condiciones iniciales. Esas condiciones
iniciales, en el caso de las escombreras, son muy parecidas a las que pueden
encontrarse en ambientes rupestres como los canchales (Fig. 5.3). Así, la
inestabilidad de los materiales de la capa superficial causa numerosos problemas
y limita el enraizamiento de muchas plantas. Al mismo tiempo la presencia de
materiales finos (< 2 mm) es escasa, lo que reduce significativamente la
capacidad de retención de agua y el balance hídrico es, en consecuencia,
deficitario. El contenido de nutrientes, además, es muy bajo y en algunos casos
incluso están ausentes microelementos esenciales. En síntesis, las escombreras
representan un escenario con dificultades para el desarrollo del sistema radicular
de las plantas, sequía fisiológica y escasez de nutrientes (Fig. 5.4).

Figura 5.3. Canchales en el Pico de la Crespa, Cabrillanes (León)

Por otro lado, las poblaciones de organismos que intervienen en los ciclos
de la materia en los ecosistemas terrestres (que integran la microflora y
microfauna edáficas) son muy reducidas o no están presentes en las
escombreras, por lo que la actividad biológica está restringida a niveles mínimos,
propios de un sustrato quasi inerte. En este sentido, hay que destacar que la
introducción espontánea de dichas poblaciones en los escenarios en los que

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están ausentes es un proceso muy lento, que puede prolongarse durante


decenas de años.

Figura 5.4. Escombrera en Tremor de Arriba, municipio de Igüeña (León)

Como corolario de las consideraciones anteriores hay que destacar la


importancia de recrear las condiciones más favorables que permitan la formación
de un suelo y garantizar con ello el éxito en la colonización del espacio por
especies vegetales. En un esquema jerarquizado del protocolo de restauración
(Fig. 5.5), esa activación de los procesos de creación de suelo estaría situada
después del apartado que contempla la seguridad de personas y bienes
(ingeniería civil, a la que nos hemos referido en el apartado anterior), ya que la
implantación de la cobertura vegetal y su progresiva integración en el paisaje
está subordinada al acondicionamiento del sustrato de las escombreras,
dotándole de una funcionalidad que, de forma progresiva, garantice el equilibrio
en el sistema suelo-planta.

En consecuencia, el primer paso dentro de los principios de actuación


persigue la activación de los procesos de edafización, a partir de la adición de
materiales orgánicos, siguiendo un procedimiento similar al que se utiliza en la

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elaboración de tecnosoles que, entre otros objetivos, persigue la aportación de


nutrientes en medios con un contenido muy pobre de los mismos y la
inmovilización de aniones tóxicos y metales pesados, aspectos que siempre hay
que tener en cuenta en las escombreras a rehabilitar.

Seguridad de personas
y bienes Activación de los
procesos de creación
de suelo
Implantación de una
cobertura vegetal
Integración en el
paisaje

Figura 5.5. Esquema jerarquizado del protocolo de rehabilitación

Desde un conocimiento empírico, la adición o enmienda de materia


orgánica ha sido utilizada en suelos agrícolas desde hace milenios y tiene por
objetivo hacer productivo o más productivo un suelo, mediante la transferencia
de elementos deficitarios, y proporcionar una mayor disponibilidad de nutrientes
a las plantas. Sin embargo, el aporte de materia orgánica constituye una
estrategia de mayor calado, particularmente en el caso de la rehabilitación de
escombreras, ya que contribuye a modificar sensiblemente el sistema
protoedáfico (Fig. 5.6). Así, la materia orgánica introduce la energía química
contenida en la variedad de compuestos que la constituyen y sirve de fuente
energética para la biocenosis edáfica, propiciando la intensificación del
metabolismo edáfico al actuar como energía de activación de todos los procesos
que tienen lugar en el suelo. La cantidad total de energía que se introduce
depende del tipo de material y del grado de madurez (fermentación) que tenga
esa fracción orgánica. Repercute también en las propiedades físicas, facilitando
los procesos de agregación del complejo arcillo-húmico.

En relación a las propiedades químicas, la materia orgánica proporciona


nutrientes de liberación lenta, retardando el lavado de los mismos en contra de
lo que sucedería en el caso de enmiendas inorgánicas. Como ya se ha dicho con
anterioridad, neutraliza la toxicidad por metales pesados y aniones tóxicos.
Respecto a las propiedades biológicas, la materia orgánica actúa como vector en

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la introducción de poblaciones edáficas (bacterias, hongos, nematodos, etc.) que


están ausentes de los escenarios a rehabilitar. Esta circunstancia varía con el tipo
de material orgánico que se utilice.

Figura 5.6. Materia orgánica y activación de los procesos edafogenéticos

El modo y el momento de aplicación de la enmienda resultan críticos y


pueden afectar negativamente a las siguientes fases del proceso, si no se
realizan de forma adecuada. Pueden utilizarse distintos componentes orgánicos
como restos de cosecha, vinazas de remolacha o cualquier otro residuo
agropecuario, aunque es conveniente que tenga una fracción de estiércol
(preferiblemente de oveja) y una relación C/N equilibrada, entre 10 y 15. Esto
puede conseguirse añadiendo gallinaza o cualquier otra fracción rica en nitrógeno
que no introduzca elementos indeseables. La opción final depende de la cercanía
de la fuente, ya que los gastos de transporte constituyen el cuello de botella en
este apartado. El momento de la aplicación debe coincidir mediada la época en la
que se producen los dos óptimos biológicos que tienen lugar en los climas
mediterráneos (primavera y otoño), aunque para reducir el tiempo que
transcurre para el comienzo de la siguiente fase y teniendo en cuenta las
características mesoclimáticas de la cuenca carbonífera, es conveniente realizar

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las tareas de aplicación de la enmienda en primavera, durante el mes de Mayo o


primera quincena del mes de Junio, incorporando la materia orgánica dentro de
los primeros 20 cm de la capa superficial de materiales de la escombrera. La
dosis aplicada debe calcularse sobre la base de conseguir un contenido mínimo
de materia orgánica de 1-1,5 %.

La implantación de la cobertura vegetal debe realizarse en etapas


sucesivas, introduciendo primero el estrato herbáceo, posteriormente la cubierta
de matorral y finalmente el estrato arbóreo. Para la implantación del estrato
herbáceo es muy recomendable hacerlo con especies locales, ya que serían las
mejor adaptadas a las características climáticas y otros factores ambientales
particulares de la cuenca carbonífera. Ya se ha señalado que esta circunstancia
no es habitual en las tareas de restauración, debido a que la oferta en el
mercado se reduce a un número limitado de especies, que suelen adaptarse bien
en los primeros momentos de la revegetación, pero que terminan
desapareciendo con el tiempo. Esa situación puede resolverse si se recurre a la
utilización de pastizales y praderas de la zona en la que se ubican las
escombreras sometidas a rehabilitación. La siega de tales lugares en el momento
adecuado (mes de Julio) proporcionará un excelente banco de semillas con
ecotipos locales que iniciará la creación de una malla subsuperficial con sus
sistemas radiculares, contribuyendo a contener la pérdida de materiales finos por
procesos de erosión (Fig. 5.7). Dependiendo de la naturaleza del pastizal, Gómez
Gutiérrez y de Luis Calabuig (1992) estiman entre 1700 y 5000 kg.ha-1 el
rendimiento de semillas que puede obtenerse.

El material recolectado debe trillarse y, posteriormente, almacenarlo hasta


el momento de su incorporación en la escombrera, labor que debe realizarse
durante el mes de Octubre, antes de que las lluvias y el frío hagan las tareas
impracticables. La mezcla de paja y semillas se dispone superficialmente en la
escombrera y, a la vez que se introduce el banco de semillas, constituye una
capa de protección (mulch o acolchado) que contribuye a mejorar las condiciones
microclimáticas del suelo y estabilizar los materiales superficiales de la
escombrera. Tras la aplicación del mulch semillado se cubre todo con una malla
elaborada con material orgánico (p. ej. fibra de coco) que favorece la estabilidad

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e impide la pérdida de la mezcla orgánica semillada. Transcurridos algunos años


dicha malla se incorpora como una fracción orgánica más.

Figura 5.7. Revegetación del estrato herbáceo e incorporación de ecotipos locales en el


banco de semillas

Figura 5.8. Acolchado (mulch) con el material semillado (izda.) y aspecto final después
de cubrir con malla de fibra de coco (dcha.)

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Las dos primeras fases del proceso de rehabilitación (Tabla 1) pueden


realizarse en el primer año, siguiendo el calendario establecido. Durante el
segundo año se procederá a la plantación de especies arbustivas en forma de
plantones de una savia. El material se habrá producido en vivero, a partir de
semillas recolectadas en la zona, siguiendo las directrices que se recogen en el
apartado de criterios botánicos para el uso de especies de la flora autóctona. La
plantación puede hacerse en primavera u otoño, dependiendo del estado de los
plantones. La campaña siguiente se destinará a la repoblación con especies
arbóreas, actuando con el mismo criterio que se ha tenido con las especies de
matorral. Eventualmente se procederá a la reposición de marras del matorral. La
última campaña se dedicará al control de las repoblaciones y la reposición de
marras cuando ello sea necesario. De forma simultánea se realizará, desde antes
del comienzo de las tareas de rehabilitación, una monitorización de la evolución
de la restauración a partir de variables edáficas y de los cambios que
experimenta la cubierta vegetal. Una síntesis de las fases y sus objetivos se
recoge en la Tabla 1, y una distribución de los tiempos de intervención y el
comienzo y final de cada fase aparece en la Tabla 2.

Tabla 1. Fases y objetivos en el protocolo de restauración de escombreras

Fase Objetivo Monitorización

Activación de los procesos Variables químicas, bioquímicas y


Aplicación de enmienda orgánica
de edafización microbiológicas

▼ ▼

Acolchado (Mulching) con Restitución del banco de Inventarios florísticos cuali- y


material vegetal semillado semillas cuantitativos

▼ ▼

Introducción de la cubierta
Siembra de especies arbustivas Control y reposición de marras
de matorral

▼ ▼

Repoblación de especies Introducción de la


Control y reposición de marras
arbóreas vegetación arbórea

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de las fases

Primer año Segundo año Tercer año Cuarto año

E F M A My J Jl Ag S O N D E F M A My J Jl Ag S O N D E F M A My J Jl Ag S O N D E F M A My J Jl Ag S O N D

Fase 1

Fase 2

Fase 3
170

Fase 4

MT

Fase 1: Aplicación de enmienda orgánica Fase 2: Acolchado con material vegetal semillado
Fase 3: Plantación de especies arbustivas Fase 4: Repoblación con especies arbóreas
MT: Monitarización de variables edáficas y de la cobertura vegetal
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Tabla 2. Fases del protocolo de restauración y distribución de tiempo en cada un

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