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UNIVERSIDAD PROVINCIAL DE EZEIZA


Política y Sociedad.
Cuadernillo de Textos.

Autores: Acuña, Carolina.


Perla, Mariano
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Índice.

Capítulo 5.La irrupción de un grito plebeyo. por Mariano Perla……………....…….121

Capítulo 6. Los modelos de acumulación en Argentina y su vinculación con las fases de


desarrollo del sistema capitalista. Parte II: El Modelo de Industrialización por
Sustitución de Importaciones. por Carolina Acuña, ……………………..……………....150
121

Capítulo 5
La irrupción de un grito plebeyo
1. Introducción
En este capítulo nos proponemos abordar las condiciones de posibilidad que
condujeron al nacimiento del peronismo. En primer lugar, resulta imprescindible aclarar que
abordaremos un espacio político que presentó, y presenta aún hoy, una particular convivencia
entre diferentes clases sociales, distintos matices ideológicos e intereses económicos no
siempre coincidentes. Esa heterogeneidad constitutiva habilitó a que actúen en este espacio,
personajes tan disímiles como Rodolfo Walsh1 y López Rega, Néstor Kirchner y Carlos Saúl
Menem, Evita e Isabel (Grimson, 2020).
En la década del 40 del siglo pasado, John William Cooke2 definió al peronismo como
“el hecho maldito del país burgués”. En el transcurso de los años ’90, el periodista Ernesto
Semán reformuló con ironía esa caracterización, al aseverar que esta expresión política se
había convertido en “el hecho burgués del país maldito”. La afirmación del “bebe” Cooke
aludía al sentido contestatario del primer peronismo respecto de las minorías oligárquicas.
Semán, medio siglo después, dio cuenta de la claudicación noventista frente a la avanzada
neoliberal. Semejante contraste ilustra de modo elocuente la densidad histórica de la
heterogeneidad constitutiva que postulamos.
Al mismo tiempo, resulta innegable la centralidad del peronismo en las últimas ocho
décadas de la vida nacional. Desde algunas tribunas se lo podrá asociar a la falta de libertades
y al culto de prácticas demagógicas. Desde otras miradas, se lo vinculará con la consagración
de derechos sociales y políticos, y el bienestar de los sectores populares. En verdad, desde el
lugar que fuere, y en cualquier situación, todos los reflectores de la historia ubican a esta
expresión política en el centro del escenario. Esto constituye un dato objetivo de la realidad.
A veces, por ser gobierno; en ocasiones, por su resistencia frente a las proscripciones; cuando
no, por padecer cárcel, tortura, fusilamientos o desapariciones. Y es esa centralidad la que nos
demuestra lo infructuoso de analizar la historia argentina moderna, si el peronismo no es
incluido en ese ejercicio.

1
Rodolfo Walsh (1927-1977) fue un periodista y escritor que militó en las expresiones más radicalizadas del
peronismo. Escribió, entre muchas obras, Operación Masacre, una novela testimonial sobre los fusilamientos
de José León Suarez, acontecidos en 1956, y la Carta Abierta a la Junta Militar, donde denunció la entrega
económica y el genocidio que llevaba adelante la dictadura militar de Videla, Agosti y Massera en 1977. Ese
año fue asesinado por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
2
John William Cooke (1919-1968) fue un abogado, docente universitario y militante peronista, acérrimo crítico
de la burocracia sindical. Con sólo 25 años fue elegido diputado nacional en 1946. Tras el golpe militar de 1955,
Perón lo nombró su representante en Argentina. Participó de la Resistencia contra la Revolución Libertadora.
Fue detenido, y en 1957, escapó de manera espectacular de la prisión de Río Gallegos. Se exilió en Cuba, desde
donde entabló una histórica correspondencia con Perón, que residía en Madrid. Defendió al gobierno de Fidel
Castro, al punto que peleó en la invasión norteamericana de Bahía de los Cochinos.
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¿Con qué herramientas nos disponemos a desarrollar este tratamiento? En primer


lugar, recurriendo al estudio interdisciplinario que, desde el ámbito académico, nos propone
la Escuela de los Annales. Al mismo tiempo acudiremos a saberes que se ubican en “las
orillas de la ciencia” (Ford,1987), en especial, aquellos que intervienen en la disputa de
sentido: los imaginarios sociales, las intervenciones de los medios de comunicación, los
testimonios orales, las formas de sentir, las ideas compartidas, las modas, los prejuicios, y por
qué no, los chismes de cada época, eso que Martín Heidegger3 caracterizó como “las
habladurías” de la sociedad. Del mismo modo, tendremos siempre presente el enfoque que
Max Horkheimer bautizó como “la historia de las víctimas”, un modo de dar visibilidad a
quienes quedaron postergados como consecuencia de las desigualdades sociales.
Ampliamos aspectos sobre algunas de las fuentes recién enunciadas:
● La Escuela de los Annales es una corriente historiográfica fundada en 1929 por los franceses Lucien
Febvre y Marc Bloch. Desde aquel momento hasta hoy varias generaciones de historiadores abrazaron
sus principios. Postula una metodología analítica que pone el foco en los procesos y las estructuras
sociales y propone la articulación de diferentes disciplinas como la ciencia política, la sociología, la
psicología, la antropología, la literatura, la etnografía, la demografía, etc.

● Aníbal Ford (1934-2009) fue un periodista y teórico de la comunicación. Participó de varias


redacciones, entre ellas, la que dio vida a la mítica revista Crisis, dirigida por el escritor uruguayo
Eduardo Galeano. En el texto Desde la Orilla de la Ciencia, Ford desarrolla una metodología que
articula categorías analíticas propias del mundo académico con ideas provenientes del saber popular.

● Max Horkheimer (1895-1973) fue un filósofo, sociólogo y psicólogo alemán, que perteneció a lo que se
dio en llamar la Escuela de Frankfurt, una corriente de pensamiento que desarrolló un estudio crítico
sobre las sociedades industriales de mediados del siglo pasado, incluyendo en su análisis, aspectos de
la cultura y de la creciente influencia de los medios de comunicación. Los principales referentes de
esta Escuela debieron escapar de Alemania debido a la represión nazi. Precisamente, desde el exilio,
Horkheimer, con la colaboración de Theodor Adorno, escribió la Dialéctica de la Ilustración. Allí
expuso la necesidad de abordar “la historia de las víctimas”. Esto responde a la enfática y permanente
preocupación de este pensador por “emancipar a los hombres de las relaciones que lo esclavizan”.
Nuestro país tiene su propia “historia de las víctimas”: la de los negros, carne de cañón de la fiebre
amarilla y la Guerra del Paraguay; las comunidades originarias, arrasadas por la mal llamada
Conquista del Desierto; los gauchos, perseguidos tal como lo narra el Martín Fierro de la Ida, y otros
tantos.

Todas estas visiones estarán al servicio de nuestro principal propósito: pensar


nuestro objeto de estudio desde lo colectivo, desde lo propio de nuestra tierra y desde
lo latinoamericano, es decir, a través de nuestros propios ojos. No se trata bajo ningún
punto de vista de despreciar los valiosos aportes del pensamiento universal, y de
hecho, incluimos muchos de ellos en este texto, pero sí, de ponerlos en sintonía con la

3
Martín Heidegger (1889-1976) fue uno de los filósofos más notables del siglo XX, en Occidente. En su máxima
obra, Ser y Tiempo, alude a “las habladurías” para referirse a las expresiones que “desde afuera” condicionan a
los seres humanos insertándose en el mundo del “se dice”, reduciéndolos a la pasividad, a ser incapaces de
tener voz y pensamiento propios. Según el pensador alemán, “las habladurías” alejan a las mujeres y los
hombres de su “existencia auténtica”, aceptando los enunciados de esa “publicidad” como verdaderos, sin
mediar análisis reflexivo. O sea, prevalece una permanente atracción por lo efímero, lo pasajero, lo nuevo, y
no, por la “profundidad de las cosas”. Heidegger creyó que eso lleva a vivir a los seres humanos en un estado
errante.
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realidad en la que estamos insertos. En síntesis, pensar en clave nacional, pensar


desde el sur.
Como bien expresara el escritor colombiano Gabriel García Márquez al referirse a
América Latina en la oportunidad de recibir en Estocolmo el Premio Nobel de literatura: “la
interpretación de la realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a tornarnos cada vez más
desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Dos últimas aclaraciones. En este trabajo pondremos un especial énfasis en el
desarrollo de los procesos sociales, así como en los vínculos relacionales que articulan
a sus principales actores y actrices. Así que los nombres y las fechas quedarán
siempre supeditados a esta prioridad. Además, nos propondremos reflexionar sobre
los fenómenos identitarios que marcaron a fuego a un movimiento de raíces plebeyas
como el peronismo.
Rubén Dri4 (s/f) señaló que las preguntas por el pasado debieran contribuir a “un horizonte
futuro de realización, no como un juego intelectual, sino como un aporte a la construcción de
identidad”. Consideró que “los fantasmas del pasado siempre habitan en nosotros”, y por lo
tanto, “la acción de indagar en las vivencias, las ideas, los anhelos y los sueños populares,
permite proyectar el porvenir”. De allí la importancia de la memoria, “como formadora de
identidad, e inhibidora persistente de la desintegración social”.
Aspiramos a que este texto - que apela a esa memoria- aporte un grano de arena a la
construcción de identidad a la que alude Dri. Nuestra intención es estimular la reflexión
crítica porque, como postula el gran patriota cubano del siglo XIX José Martí, “el primer
deber de un ser humano es pensar por sí mismo”.

2.Trece años infames


En honor a la rigurosidad histórica resulta indispensable retrotraernos varios años
antes del origen del peronismo, para poder comprender las complejidades sociales que se
fueron amalgamando para darle vida. Con ese propósito pondremos primero el foco en el
periodo que el periodista José Luis Torres bautizó como la Década Infame. Y desde luego,
pondremos especial atención en aquellos aspectos que nos permitan comprender mejor la
génesis del peronismo.
Estos tristes trece años de nuestra historia comenzaron con el golpe
palaciego contra el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen, el caudillo
popular que estaba empeñado en la nacionalización del petróleo argentino.
Precisamente, buena parte de los funcionarios de la dictadura de José Félix
Uriburu poseía vínculos directos con las empresas extranjeras petroleras. El

4
Rubén Dri, nacido en Entre Ríos en 1929, es un filósofo, teólogo, investigador y profesor universitario.
Participó del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo con el fin de “recuperar las raíces liberadoras del
cristianismo”, hasta que en 1974 dejó el sacerdocio. Enseñó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) Sociología
de la Religión y Filosofía. Es uno de los intérpretes más lúcidos del pensamiento hegeliano. Entre muchas obras,
escribió La Utopía que todo lo mueve; Racionalidad, Sujeto y Poder; El Movimiento Antiimperialista de Jesús.
Jamás abandonó su compromiso con la militancia política y social.
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régimen tuvo cuatro presidentes: Félix Uriburu, Agustín Pedro Justo, Roberto Ortiz y Ramón
Castillo.
El sesgo antipopular de este gobierno se sostuvo a través de la clausura y censura de
diarios, el fraude electoral, las intervenciones a las provincias y las universidades, y la
violencia política plagada de persecuciones, asesinatos y fusilamientos. La invención de la
picana eléctrica surgió por esos años en el Departamento de Orden Político de la Policía
Federal. Las acciones de la Legión Cívica, grupo paramilitar de ultraderecha, tuvieron cobijo,
y en ocasiones financiamiento, del aparato estatal.
La burla a la voluntad popular volvió a escena, replicando las prácticas fraudulentas
del Orden Conservador de fines de siglo XIX y principios del XX. Ciudadanos que
sufragaban varias veces en la misma elección, comicios donde “votaban los muertos”,
acciones intimidatorias de las fuerzas policiales. El contubernio de entonces se conoció como
fraude patriótico. Un oxímoron5 gigantesco de nuestra historia. La Restauración Oligárquica
estaba en marcha.
En este sentido, es más que elocuente el testimonio de un operario del puerto llamado
Ramiro González, recogido por James (2013): “En los años 30 la gente trabajadora no valía
nada (…) Los caudillos conservadores controlaban todo. Yo iba a votar pero nunca conseguía
entrar. Sabían que era alguien en quien no podían confiar y no me dejaban llegar a la mesa.
Según la ley no podían hacerlo, pero se burlaban de ella. Había un grupo de matones
mandados por el comité conservador y ellos cerraban el paso cuando uno quería pasar. Se
podía ver sus pistolas debajo del saco” .
Los comicios de noviembre de 1931 presentaron, por un lado, a una amplia alianza
oficialista compuesta por el Partido Demócrata Nacional (PDN), liderado por Justo; el
Partido Socialista Independiente (una escisión por derecha del histórico Partido Socialista
(PS) de Alfredo Palacios y Juan Bautista Justo) cuyo principal referente era Federico Pinedo;
y radicales alvearistas como Roberto Ortiz. Por el otro, la Alianza Civil, compuesta por el
Partido Demócrata Progresista de Lisandro de la Torre, y el histórico Partido Socialista de
Nicolás Repetto. La Unión Cívica Radical (UCR), por el momento, optaba por la abstención.
Pinedo, actor central de la época y de cuya animosidad no es posible sospechar,
reconoció que los procedimientos electorales “hacen imposible catalogarlo entre los mejores,
ni entre los buenos, ni entre los regulares que ha habido en el país” (Rosa, 1980). Retengamos
el sentido de esta suerte de teatralización electoral ya que algunas de sus secuelas gravitarán
en el nacimiento del peronismo.
A todo esto, las consecuencias del derrumbe financiero de Wall Street de 1929
pegaron de lleno en la Argentina. Como es habitual, los países centrales trasladaron la crisis a
las naciones periféricas. Consecuencia: cayó el valor de nuestras materias primas y
aumentaron los precios de las manufacturas extranjeras. En ese marco ganó rentabilidad la
actividad industrial local de varias ramas. Poco a poco, el modelo agroexportador empezó a
convivir con el de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). El crecimiento
fabril fue anárquico y cayó en muchos casos en manos de capitales extranjeros.

5
El oxímoron es una figura retórica donde dos palabras poseen un significado contradictorio.
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Al mismo tiempo, este nuevo modelo de acumulación capitalista empezó a requerir de


una enorme masa de trabajadores que emigró desde las áreas rurales y las pequeñas
localidades de las provincias, hacia las grandes ciudades del Litoral, y en especial, a
asentamientos populares del anillo bonaerense que rodeaba la Capital. Emergió en esos
conglomerados urbanos un ejército de trabajadoras y trabajadores que estaban habituados a la
actividad artesanal, y ahora debían sumar su esfuerzo a la fabril, dotando de heterogeneidad a
la clase obrera industrial.
Esas trabajadoras y esos trabajadores que provenían de las provincias no siempre
fueron bien mirados por los sectores medios urbanos de la ciudad de Buenos Aires. Ciertos
grados de racismo se verifican en uno de los testimonios orales obtenidos por el sociólogo
británico Daniel James (2013) en su valioso texto Resistencia e Integración. Allí Lautaro
Ferlini, un trabajador joven que ingresó a la fuerza laboral a fines de la década del ‘30,
comentó: “recuerdo que siempre me sentía extraño cuando iba a la Capital (…) como si uno
no estuviera en su ambiente (…) sentías que no te miraban bien, que no estabas bien vestido.
Y la policía nos trataba como animales”.
Así las cosas, personas de “tierra adentro”, y otras, que provenían o descendían de las
inmigraciones europeas, confluyeron en la formación del proletariado argentino. La cultura y
los valores de ambos, imbuidos de tradiciones distintas, se conjugaron de un modo particular
en la génesis del peronismo en los primeros años 40 del siglo XX.

2.1.Migrantes a la intemperie
La primera etapa del modelo de la ISI careció de toda medida de contención social.
Las masas trabajadoras padecieron salarios paupérrimos y una violación sistemática de la
legislación por parte de las patronales, que incluyó jornadas de trabajo sin horario y mal trato.
El Estado, cómplice de la situación, aportó la fuerza represiva en casos de demandas
laborales, huelgas y ollas populares.
Los despidos adquirieron masividad en la administración pública y en el ámbito
privado, afectando no solo a obreros, sino también a empleados y profesionales de las capas
sociales medias. Al describir el preocupante cuadro social, Rapoport (2012) explicó que
“legiones de desocupados arrastraron sin rumbo su miseria y su desesperación. Los cartelitos
que rezaban ‘no hay vacantes’ se multiplicaban, las construcciones se paralizaban y las
quiebras se sucedían en cadena”.
En este sentido, Luis Danussi, un dirigente sindical gráfico de esa época, comentó el
grado de escepticismo que atravesaba el mundo laboral: “abrir camino a las organizaciones
sindicales era una empresa con enormes dificultades por la represión patronal y policial, pero
lo que ofrecía escollos casi imposibles de superar era la indiferencia y el descreimiento de los
trabajadores, reacios a organizarse en defensa de sus propios intereses” (James, 2013)
La veloz urbanización estuvo signada por el interés de las trabajadoras y los
trabajadores por situarse en las cercanías del lugar de trabajo. En ese contexto, apareció –
cuando no- el negocio de grandes empresas inmobiliarias que lucraron con la venta de
terrenos que se encontraban en zonas inundables y contaminadas. Al mismo tiempo se
levantaron viviendas precarias que adquirieron el nombre de “villas de emergencia”. Todo el
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proceso de “metropolización desordenada” – que combinó en un mismo territorio, talleres,


depósitos, industrias, comercios y viviendas – generó procesos de extrema polución.

El arte dio cuenta en sus múltiples facetas de ese clima de época. Los cuadros
“Manifestación” o “Desocupados” de Antonio Berni, los guiones de las obras del movimiento
de teatro independiente fundado por Leónidas Barletta, la película Viento Norte de Mario
Sóffici, constituyen ejemplos de ello. El universo social presente en los tangos de la época
dio cuenta de una vida sombría, amarga, desesperanzada, sin escrúpulos morales. “Al mundo
le falta un tornillo” de Enrique Cadícamo y “Cambalache” y “Yira, yira”, de Enrique Santos
Discépolo son muestra de ello. En esos años, precisamente, se suicidaron Horacio Quiroga,
Alfonsina Storni, Lisandro de la Torre y Leopoldo Lugones.

2.2.“Argentina, parte del imperio británico”


Todo este cuadro se completó con la entrega económica del país. En mayo de 1933 el
régimen envió a Londres a su vicepresidente Julio Argentino Roca, hijo del que fuera dos
veces primer mandatario, para tratar cuestiones bilaterales, es especial, las vinculadas a la
exportación de la carne vacuna argentina. Los británicos – que abogaban por el
librecambismo y las fronteras comerciales abiertas para el resto de los países del planeta, más
no para ellos mismos – decidieron refugiarse en el sistema de preferencias de la Comunidad
Británica de Naciones (Commonwealth). Ese trato preferencial a sus colonias hizo disminuir
la demanda de carnes argentinas, con la consecuente preocupación de los estancieros.
A través del Pacto Roca-Runciman, el gobierno inglés puso como condiciones que la
mayor parte de la provisión de la carne debería hacerse a través de frigoríficos británicos, y,
en tanto y en cuanto, el valor de ese producto fuera menor al ofrecido en el mercado. Pero eso
no es todo. El régimen de Justo se comprometió a:

● Permitir la introducción a nuestro país de productos textiles y carbón ingleses, sin


aranceles.
● Hacer efectivo el pago de la deuda externa.
● Garantizar que no se instalarán nuevos frigoríficos nacionales.
● Otorgar el transporte de la ciudad de Buenos Aires a una corporación británica por 56
años.
● Crear el Banco Central de la República Argentina, con mayoría de representantes de
origen inglés.
Para comprender el sentido de este pacto, solo basta recordar la afirmación de Roca
(h): “la República Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista
económico, una parte integrante del imperio británico”. Un siglo antes lo había anticipado el
político y acaudalado empresario de Manchester, Richard Cobden: “Inglaterra será el taller
del mundo, y América del Sur, su granja”. Desde luego, recluirnos en la exclusiva función de
“granja”, atentó y atenta contra el desarrollo autónomo del país y de su crecimiento industrial.
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Este acuerdo representó un nuevo capítulo del matrimonio entre la oligarquía


latifundista de nuestro país y los intereses británicos. Alcira Argumedo6 (2006) argumentó
que “la incompatibilidad entre las aspiraciones de dignidad, justicia y autonomía de las clases
populares, y las estrategias imperiales en alianza con las clases dominantes nativas,
constituyen las líneas más sustantivas de confrontación de la historia latinoamericana. El
Pacto Roca-Runciman constituye un ejemplo claro de ello.
Arturo Jauretche, uno de los fundadores de la Fuerza de Orientación Radical de la
Joven Argentina (FORJA), formuló una contundente crítica a este pacto. Lo llamó el Estatuto
Legal del Coloniaje y lo caracterizó como el mecanismo que utilizó la oligarquía nativa para
intervenir el Estado en beneficio del imperialismo británico. Un volante de FORJA de 1937
advirtió que “nuestra lucha de argentinos es doble: contra el enemigo extranjero que invade y
el enemigo interno que entrega” (Jauretche, 2015).
Aníbal Ford opinó que esta crítica es “la primera denuncia orgánica y sin concesiones
de nuestra historia” que muestra la situación económica de dependencia “en toda su
crueldad”. Y para ponerlo en perspectiva argumentó que Gran Bretaña no daba ese trato “ni a
sus propias colonias” (Ford, 1987).
En las negociaciones de este cuestionado tratado, el gobierno de
Londres puso como condición indispensable que el partido político
mayoritario, el radicalismo, reconociera a la administración de Justo y
levantara la posición del abstencionismo revolucionario (Rosa, 1980). Y así
aconteció.
El justismo, desde el oficialismo fraudulento, y la UCR, conducida por el alvearismo,
constituyeron entonces “dos caras de la misma medalla” (Puiggrós, 1986). El cambio de
conducta del radicalismo fue elogiado en la edición del 3 de enero de 1934 del diario La
Nación, caracterizándolo como “un movimiento de cordura patriótica” que confirma que el
país “se encuentra en una situación de total normalidad institucional”.
Desde el golpe de 1930, el radicalismo había decidido no participar del simulacro
electoral y eludir cualquier vínculo con el régimen. La decisión de la Convención Nacional
de la UCR de 1935 dio un golpe de timón a este mandato y legitimó la entrega, alejando del
seno de este partido a muchos adeptos y militantes de tradición yrigoyenista. Entre ellos, se
destacaron los de FORJA, agrupación que supo despertar conciencias en tiempos de
adversidades.

2.3.Ver el mundo “desde aquí”

6
La socióloga argentina Alcira Argumedo (1940-2021) fue una investigadora y docente universitaria que, en su
juventud, definió su vocación política a la luz del proceso de la resistencia peronista contra la dictadura de
1955. Colaboró con Pino Solanas en la filmación de La Hora de los Hornos. Junto a Roberto Carri y Horacio
González participó de las Cátedras Nacional en la facultad de Filosofía y Letras. En su exilio mejicano de los
años ’70 escribió Los Silencios y las Voces en América Latina, una obra monumental que, entre otras cosas,
indagó sobre las matrices de pensamiento latinoamericano, y adelantó, cuando nadie lo imaginaba, el futuro
exitoso de proyectos nacionales y populares en la región. En la década del ’90 integró el Frente Grande, en
oposición al presidente Carlos Menem, y en 2007, fue elegida diputada nacional por Proyecto Sur.
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En los primeros años de la década del ’30 un grupo de adeptos yrigoyenistas, junto a
oficiales y suboficiales de posturas democráticas, protagonizaron insurrecciones
cívico-militares en distintos puntos del país. En todos los casos fueron sofocadas
militarmente. Tras ser detenido en el principal levantamiento, el de Paso de los Libres, Arturo
Jauretche apeló a la pluma, y al mismo tiempo, a la acción.
Escribió el poema Paso de los Libres, que supo prologar un joven llamado Jorge Luis
Borges, entonces yrigoyenista. En uno de sus pasajes, reza: “Estos negocios los hacen/ con
capital extranjero/ ellos son los aparceros/ y aunque administran la estancia/ casi toda la
ganancia/ la llevan los forasteros (…) A la patria se la llevan/ con yanquis y con ingleses/ al
pueblo mal le parece/ pero se hacen los que no oyen/ desde que falta Yrigoyen/ la han sacado
de sus trece...”
Aprovechó además los cuatro meses de prisión para entablar lazos con militantes
rebeldes, con algunos de los cuales fundará FORJA meses después. Ese nacimiento ocurrió
en junio de 1935 al calor de luchadores como Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Jorge
del Río, Luis Dellepiane, Manuel Ortiz Pereyra, entre muchos otros. El nombre de la
agrupación surgió de una frase del “peludo” Yrigoyen: “todo taller de forja parece un mundo
que se derrumba”. De modo que la agrupación aparece en la vida pública a partir de una idea
de parto, de nuevos amaneceres.
En el pensamiento de esta agrupación gravitaron influencias de diversas procedencias:
la herencia de las luchas federales anteriores a 1852; la visión latinoamericanista del
Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria y del pensamiento de Manuel Ugarte7 y Haya
de la Torre8, así como la mirada emancipatoria de la educación de Saúl Taborda9.
Su declaración fundacional de junio de 1935 se tituló “Somos una Argentina colonial,
queremos ser una Argentina libre”. El último pronunciamiento político de importancia,
fechado el 17 de octubre de 1945, convocó a “apoyar a las masas trabajadoras que se
organizaron en defensa de sus conquistas sociales”. Entre un hito y otro, FORJA alertó sobre
las consecuencias de asumir una “historia falsificada” y un “pensamiento enajenado”. Contra
ello reivindicó una “epistemología de la periferia”, una forma de pensar al país desde “una
posición nacional”.
El legado intelectual de FORJA nos dejó también una reflexión de candente
actualidad sobre los medios de comunicación social. En una carta fechada el 9 de julio de
7
Manuel Ugarte (1875-1951) fue un escritor y diplomático argentino que, tras formar parte de las filas del
Partido Socialista, adhirió a la causa del peronismo. Acérrimo crítico de las invasiones norteamericanas a
México, Nicaragua y Cuba, se destacó por su pensamiento anti-imperialista. En su libro El Porvenir de América
Latina y la Patria Grande reveló su postura latinoamericanista.
8
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) fue un filósofo y político peruano, fundador de la Alianza Popular
Americana (APRA). Defendió la unidad de lo que llamó “Indoamericana” para resistir a las formas del
colonialismo y el imperialismo. El APRA hizo suyas las banderas de la Reforma Universitaria, acaecida en la
Argentina en 1918.
9
Saul Taborda (1885-1944), abogado cordobés especializado en temas educativos, tuvo participación en la
Reforma Universitaria. Intentó aplicar algunas de las principales ideas de ese movimiento – en especial las
vinculadas con las libertades y el cogobierno – desde el Rectorado del Colegio Nacional Rafael Hernández,
dependiente de Universidad de La Plata, pero fue despedido, acusado de “anarquizador”. Fue uno de los
primeros impulsores de la corriente de las “pedagogías de la ternura” en América Latina, al sostener que, en la
educación, “no se trata de imponer, sino de sugerir, amar y enseñar”. Criticó la influencia de la colonización
pedagógica porque provoca “la imposición de ideas pedantescas de importación sobre las propias”.
129

1942, dirigida a un correligionario rosarino, Jauretche planteó: “Hoy no hay libertad de


prensa, sino libertad de empresa. Cuanto más grande es un periódico, más depende de los
grupos financieros, y los mismos partidos tienen que ir de claudicación en claudicación. Los
grupos financieros proporcionan recursos que luego crean obligaciones (…) Y aquel que
pretenda tener conducta propia está condenado al silencio o la difamación” (Jauretche, 2015).
Primero desde el sótano porteño de la avenida Corrientes 1778, luego desde otro
similar ubicado en Lavalle 1725, los militantes forjistas planificaron distintos métodos de
lucha para enfrentar un modelo que, según su óptica, consolidaba un colonialismo económico
y cultural que sojuzga a la patria. Con ese propósito escribieron periódicos, libros, panfletos.
Tampoco faltaron los actos callejeros, anunciados con carteles caseros de género entre uno y
otro árbol, consumados luego con el orador de turno, subido a un cajón obtenido un rato antes
en el almacén de la esquina. Los de FORJA fueron hombres de pensamiento, pero también de
acción. Una experiencia a cuya luz bien podría repensarse (¿cuestionarse?) la actuación de
buena parte de los intelectuales en esta instancia del siglo XXI.
Hernández Arregui (1958), con magistral poder de síntesis, pasó revista a estos diez años:
“FORJA intentó desplazar al alvearismo de la conducción de la UCR y no lo logró. Intentó
constituir una agrupación política por fuera del radicalismo y también fracasó. Pero triunfó
en la tarea de formar una conciencia argentina en la pedagogía política de ‘ver el mundo
desde aquí ‘. Como el personaje de Moliere10 que hablaba en prosa sin saberlo, el país es ya
forjista aunque no lo sepa”.
En las postrimerías de la década del ‘30, y en la primera parte de la del ‘40, FORJA
llegó con su mensaje a diversos ámbitos de la política y de las fuerzas armadas, “con una
propuesta industrialista, alternativa al modelo agroexportador, asentada en el consumo
interno y en la redistribución de los ingresos hacia los asalariados, la nacionalización de los
servicios públicos, la creación de una marina mercante y una política exterior independiente”.
El peronismo asumió buena parte de ese ideario de emancipación nacional (Basualdo, 2010).
Tal vez por eso esta agrupación constituyó una suerte de “eslabón perdido entre los dos
movimientos nacionales y populares del siglo XX”, aunque su denuncia contra los
mecanismos de dominación del imperialismo le haya valido “el ostracismo de su época y el
ocultamiento posterior” (Godoy, 2015).

10
Jean-Baptiste Poquelin, llamado Moliere (1622-1673), fue un actor, poeta y dramaturgo francés que escribió
farsas y tragicomedias con un especial acento en la crítica social, especialmente, de las costumbres de la alta
burguesía. Escribió El Avaro, El Enfermo Imaginario y el Burgués Gentilhombre, entre otras obras.
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NEOCOLONIALISMO Y PEDAGOGÍAS DEL SUR


FORJA denunció el avance de los intereses británicos sobre la mayor parte de las empresas
de los servicios públicos, los manejos en torno del Banco Central y la deuda externa, la
posesión de las mejores tierras de la Patagonia, la monopolización del comercio exterior, el
transporte marítimo, las instituciones de crédito agrario y las concesiones ferroviarias, y
desde luego, la invasión a nuestras Islas Malvinas.
Desde esta óptica, consideró que la independencia política de nuestro país no logró ser
acompañada de la económica, cuya principal consecuencia fue caer en un sistema de
dominación neocolonial, de decir, de una formal independencia política, y una fáctica
dependencia económica. La crítica a la penetración del imperialismo británico (también lo
hará con el norteamericano) se basó en la idea que éste garantizó el saqueo de los recursos
de la economía nacional e impidió todo germen de desarrollo autónomo.
Pero FORJA dio un paso más en su desarrollo teórico acerca de la dependencia de nuestro
país. Postuló que ese neocolonialismo económico estaba indisolublemente ligado a otro, de
naturaleza cultural. Uno refuerza al otro, y viceversa. Scalabrini Ortiz (1950) lo explicó con
meridiana claridad: “Todo lo que nos rodea es falso e irreal. Es falsa la historia que nos
enseñaron. Falsas las creencias económicas que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas
mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las
libertades que los textos nos aseguran. Es preciso que asumamos una virginidad mental a
toda costa y saber exactamente cómo somos”. Semejante contundencia no puede menos que
remitirnos a aquella advertencia del patriota latinoamericano Simón Rodríguez, al invocar a
la innovación como único medio para romper con las cadenas coloniales: “o inventamos o
erramos”.
Jauretche indicó que “a la estructura material de un país dependiente le corresponde una
superestructura cultural (la “intelligentzia”, una elite cultural) destinada a impedir el
conocimiento de esa dependencia”. Y esa mentalidad colonial “enseña a pensar el mundo
desde afuera, a interpretarlos en un espejo ajeno” (Jauretche, 1957).
Tal vez aquí se encuentre el mayor mérito del planteo forjista, que postuló una perspectiva
epistemológica11, un modo de conocer, antes que cualquier análisis doctrinario. Una
pedagogía de la periferia, del sur, que contrapone “la conciencia nacional” a “la
colonización pedagógica” de los imperialismos. En definitiva, un modo de pensar el país
desde “una posición nacional, o sea, desde los intereses de las mayorías populares”
(Jauretche, 2015)12.

11
La epistemología es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento.
12
Para ampliar el tema véase La América Profunda, el texto donde el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch
(1922-1979) sostuvo que el ser humano “en estas latitudes realiza su búsqueda de sentido partiendo del
“estar”, y de éste, pasa al “ser”. El “estar” se asocia al ámbito, a la tierra que habita. Es un “estar siendo”. Es
decir, el ser refleja al ámbito. Las mujeres y los hombres son, a partir del suelo que pisan.
131

2.4Patrón en desgracia
El padecimiento de los sectores populares debido a la crisis económica se agudizó
durante la presidencia de Castillo. Disminución inédita del salario real, escasez y
especulación en torno de artículos de primera necesidad, multiplicación de los despidos en
diferentes ramas de la producción, marcaron el ritmo de la disconformidad social.
Simultáneamente, la situación política siguió dominada por el fraude. Parecía la Argentina de
fines del siglo XIX cuando Eduardo Wilde, ministro de Juárez Celman y de Julio Roca,
aseveraba que “el sufragio es el triunfo de la ignorancia universal”.
Fue entonces cuando diversos sectores políticos consideraron a la intervención militar
como la única alternativa para terminar con el fraude y llamar a elecciones libres (Cattaruzza,
2009). A contramano de ese deseo, el presidente Castillo candidateó por el oficialismo para
competir en el simulacro comicial previsto para 1943 a Robustiano Patrón Costas Se trataba
de un latifundista salteño extremadamente conservador, dueño de ingenios de azúcar donde
regían condiciones laborales que lindaban con el esclavismo. Por otro lado, este terrateniente
era partidario de la causa aliada, es decir, se abrían serias posibilidades para que nuestro país
abandonara su tradicional postura neutral en la Segunda Guerra Mundial13, escenario que se
había tornado particularmente conflictivo tras el ingreso de Estados Unidos a la conflagración
bélica en 1941.
En junio de 1943 un golpe militar pone fin a las administraciones de la Década
Infame. Este régimen tuvo varios presidentes: los generales Arturo Rawson, Pedro Ramírez y
Edelmiro Farrel. El Grupo de Oficiales Unidos (GOU) – que tuvo un papel relevante en los
primeros tiempos de este gobierno -era una logia secreta, como tantas otras en las fuerzas
armadas, constituida por oficiales de rango bajo y medio, relativamente jóvenes. No se
trataba de un grupo homogéneo. Muy por el contrario, a su interior se dieron disputas,
tensiones, competencias personales y diferencias, como consecuencia de tradiciones
culturales y lineamientos ideológicos distintos.
De todos modos, los militares del GOU mostraron coincidencias en torno de banderas
como el estímulo a la enseñanza religiosa (la mayoría de ellos provenía de corrientes
católicas), la necesidad de terminar con el fraude electoral y sostener una postura exterior
neutral, y la urgencia de desarrollar una política industrial que, al mismo tiempo, mejore las
condiciones de vida de los trabajadores, en el contexto de una economía donde el Estado gane
protagonismo. En otras palabras, industrialismo a través de una alianza entre el capital y el
trabajo, con el Estado cumpliendo la función la garante.
Las primeras medidas del gobierno hacia el movimiento obrero fueron represivas:
detención de dirigentes sindicales comunistas, intervención a varias organizaciones
gremiales, disolución de una de las dos CGT.

13
El neutralismo entendía la guerra como el enfrentamiento de grandes potencias por la posesión de los
mercados mundiales, circunstancia que resultaba ajena a los intereses argentinos.
132

2.5 Una anomalía inesperada


Poco a poco, empezó a ganar centralidad un coronel que pretendía un vínculo
diferente con las trabajadoras y los trabajadores. Así, Juan Domingo Perón – de él se trata –
optó por ponerse al frente del Departamento Nacional del Trabajo en octubre de 1943.
¿Qué se sabía de este coronel? Que había nacido en Lobos o en Roque Pérez, en 1893
o en 1895 (aún hoy se debate sobre el lugar y el año de su nacimiento), y que había transitado
una infancia inhóspita en la Patagonia con jornadas de 30 grados bajo cero. A los diez años
sus padres se desentendieron de él y terminó en un colegio pupilo. Siguió luego la carrera
militar y se casó en 1928. Una década después su compañera falleció de cáncer. En 1940
ocupó destinos diplomáticos en Italia, España y Alemania.
Tenía formación en filosofía, economía y política, era profesor universitario en
estrategia de guerra y un estudioso de la ciencia militar moderna. Perón fue un gran lector de
Karl von Clausewitz (1780-1831), un prusiano estudioso de los fenómenos bélicos, que había
sostenido que “la política era la continuación de la guerra por otros medios”.
Este joven militar tenía entonces dos certezas: que una nueva gran guerra constituía
un peligro latente, y que, para atravesar ese escenario de modo exitoso, el país debía ganar
autonomía. ¿Cómo? Industrializando. La soberanía política requería de la económica, según
su visión.
En los comienzos de la década del ‘40, recién llegado de Europa, arriesgó un
diagnóstico sobre los tiempos históricos que le estaba tocando vivir. Aseguró entonces que
“la revolución francesa fue la hora de la burguesía; la revolución rusa la hora de la clase
trabajadora; y ahora viene la hora de los países atrasados, especialmente de sus sectores
populares” (Galasso 2011).
Perón se puso al frente del Departamento Nacional del Trabajo en octubre de 1943.
Este casi ignoto organismo funcionaba en una casa vieja venida a menos, oscura, con escasos
empleados, donde se atendían contadas cuestiones del ámbito laboral. Era una oficina sin
poder y sin medios, dependiente del ministerio del Interior. Según Rouquie (2017), el general
Ramírez habría dicho que “era un juguete aburrido del que se cansará pronto”. Luego, ese
Departamento se convertirá en Secretaría del Estado de Trabajo y Previsión Social.
Sus primeros contactos con las direcciones sindicales no fueron sencillos. Cargados
de desconfianza por lo vivido en más de una década, los gremialistas mostraron en un primer
momento cautela, y por momentos, recelos. Una catarata de disposiciones legales activó poco
a poco esa relación: la extensión del régimen jubilatorio (en especial a empleados de
comercio y obreros industriales), el impulso a los convenios colectivos, el reconocimiento de
las comisiones internas en las empresas, vacaciones y feriados pagos, aguinaldo,
indemnización por despido injustificado, reglamentación de las ocho horas de trabajo,
descanso dominical, licencias por enfermedad o estudio.
La frutilla del postre fue la sanción del Estatuto del Peón, que mejoró la situación
salarial y las condiciones laborales de los trabajadores rurales. Esta andanada de iniciativas,
que iban en el sentido contrario a las características de la última década y media, aceleró el
133

acercamiento de algunas conducciones sindicales- en especial, las que no respondían a


socialistas y comunistas- hacia Perón. El joven coronel resultó una anomalía14 inesperada.

2.6El pataleo de los poderosos


Esas conquistas despertaron rápidamente el repudio estruendoso del poder económico.
En junio de 1945 se publicó el Manifiesto del Comercio y la Industria, también conocido
como Manifiesto de las Fuerzas Vivas, una declaración de importantes entidades empresarias
contra la política social de Perón. El documento expresó la preocupación de “las fuerzas
económicas” por el ambiente de agitación social que malograba “la disciplina y la pujante
eficiencia del esfuerzo productor”. Denunció “el clima de recelos, provocación y rebeldía”
que “excitaba el espíritu de hostilidad y reivindicación de los trabajadores”. El
pronunciamiento incluyó la defensa de los principios del liberalismo económico y cuestionó
cualquier forma de intervencionismo estatal.
Al mismo tiempo, las entidades representativas de las patronales rurales manifestaron
su enérgica protesta por el Estatuto del Peón, “la medida más audaz y más sacrílega para la
clase dominante” (Rouquie, 2017). Esta norma estableció un salario mínimo, fijó horarios de
trabajo y otorgó un descanso dominical, vacaciones e indemnización en caso de despido,
revolucionando así las tradicionales relaciones sociales paternalistas propias del campo
argentino. Las entidades rurales cuestionaron al Estatuto porque “se mete en la vida de las
estancias y viola la propiedad privada”. Rápido de reflejos, Perón respondió: “la oligarquía se
opone a que consideremos a los peones rurales como hombres, y se opone a mi porque les
doy más importancia a los hombres que a los toros de raza” (Galasso, 2011).
El malestar del poder económico contribuyó de modo decisivo a la toma de posición
explícita por parte de los gremios. Muchos sindicatos respondieron con declaraciones
públicas y actos callejeros en defensa de las mejoras obtenidas por los trabajadores por
intermedio de la Secretaría de Trabajo y Previsión”. En uno de ellos, y ante una concurrencia
de unas 70 mil personas, hablaron diferentes dirigentes sindicales. Ese 12 de julio se escuchó
por primera vez el cántico “ni nazis ni fascistas, peronistas”, primer registro del uso público
de esta identificación política. También en ese acto aparecieron carteles que rezaban “Perón
presidente”. Es decir, tanto como el aval a la política social de Perón, pesaba en la clase
obrera el rechazo que suscitaban los posicionamientos del poder económico (Grimson, 2020).
En septiembre de 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial con las bombas atómicas
norteamericanas sobre Hiroshima y Nagasaki. Como festejo, un conjunto de partidos
políticos convocó a la Marcha de la Constitución y la Libertad, de la que participaron más de
200 mil personas, que transitaron desde el Congreso Nacional hacia la coqueta zona de Plaza
Francia. Participaron de la movilización organizaciones estudiantiles como la FUBA, y
empresariales, como la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial Argentina y la Sociedad
Rural. De hecho, las patronales otorgaron el día libre a sus empleados para posibilitar su
participación en ese encuentro.
Los organizadores de la marcha reclamaron el urgente traspaso del gobierno a la Corte
Suprema de Justicia. Esa institución no era vista con simpatía por el mundo sindical. Por lo
14
Desviación respecto de lo acostumbrado, de lo que era habitual.
134

pronto, había mostrado su oposición a varias iniciativas de la flamante legislación laboral.


Además, “era el símbolo más esclerosado de una sociedad esclerosada”, ya que había
convalidado de modo directo los actos de la Década Infame (Horowicz, 2015).
La columna fue encabezada por Spruille Braden, el embajador de los Estados Unidos,
la potencia económica y militar más poderosa de Occidente en esos años.

3.Camino al 17 de Octubre
3.1Las primeras efervescencias
El 9 de octubre de 1945 Perón fue obligado a renunciar a todos sus cargos:
vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión. Obtuvo sin embargo
la autorización del presidente Farrel para pronunciar un discurso de despedida desde la
Secretaría de Trabajo, donde recordó la importancia de las conquistas sociales y convocó a
defenderlas. Todo parecía encaminarse a una transferencia del poder político hacia la Corte
Suprema de Justicia.
En las primeras horas del 13 Perón fue arrestado en su domicilio y luego trasladado a
la prisión de la isla Martín García15, por orden de su ex amigo y entonces comandante de la
guarnición de Campo de Mayo, el general Ignacio Ávalos.
Su temporal caída en desgracia obedeció a varios motivos concurrentes: la
desconfianza de camaradas de las fuerzas armadas, temerosos por la popularidad de Perón a
partir de su política a favor de la clase obrera; la cerrada hostilidad de todos los partidos del
arco opositor que presionaban para el traslado del gobierno a la Corte; el enfrentamiento con
el poder económico, hastiado de las conquistas sociales y laborales de las trabajadoras y los
trabajadores; y, desde luego, la manifiesta enemistad de los Estados Unidos, ruidosa y
permanentemente expresada por su embajador Braden.
El mismo día 13 comenzó la efervescencia popular detrás del reclamo de la
libertad de Perón en el sur bonaerense donde se emplazaron concentraciones obreras
industriales. En los frigoríficos Swift y Armour de Berisso se identificaron los
primeros focos de conflicto. Uno de los más destacados referentes gremiales del
sector, Cipriano Reyes, recordó un tiempo después que “los dirigentes sindicales
debimos contener a las bases para que no se lanzaran de inmediato a la huelga”
(James, 1995).
Los actos y marchas empezaron a multiplicarse por todo el territorio nacional. En la
mañana del día 16 un grupo de dirigentes sindicales encabezados por el ferroviario Luis
Monzalvo se reunió con el general Ávalos. El gremialista explicó que “la efervescencia era
incontrolable en el ámbito de todo el país” y que “las bases habían ya comenzado a actuar por
propia determinación”. Aclaró además que no en pocos casos “el avance avasallador y
masivo de las bases” había superado el intento de contención de las direcciones sindicales.
Según reproduce Horowicz (2015), Monzalvo advirtió que si no se liberaba a Perón los
manifestantes “se proponían hacer arder el país por los cuatro costados”.

15
La misma prisión donde había sido detenido en 1930 el presidente Hipólito Yrigoyen.
135

Ese mismo día, pero por la tarde, el dirigente cegetista Ramón Tejada sostuvo en la
reunión del consejo directivo de la central obrera, la posición más terminante. Aseveró que
“reclamar la liberación de Perón era defender las conquistas de los trabajadores” (Torre, Juan
Carlos, 1990). Sin embargo, la conducción de la CGT se limitó a defender los avances
sociales y la reciente legislación laboral a través de una huelga convocada para el 18 de
octubre. Ni una palabra sobre la situación de Perón.
A todo esto, un conjunto de referentes del mundo sindical16 hicieron caso omiso del
mandato cegetista y comenzaron a animar ese mismo 16 a las trabajadoras y los trabajadores
a franquear el Riachuelo y penetrar en la ciudad de Buenos Aires para saber qué pasaba con
Perón. Esto es, precisamente, lo que empezó a acontecer el 17 de octubre. Al tiempo que una
multitud se acercaba a la Capital, decenas de mitines tenían lugar en las principales ciudades
de la Argentina. La Plata y Rosario fueron escenario de las concentraciones de mayor
masividad.
Las columnas que ingresaron a la Capital se encaminaron hacia la Plaza de Mayo. Y
es que, tal como lo observaron Silvia Sigal y Juan Carlos Torre (1969), en América Latina,
antes que la fábrica, el principal punto de constitución de la clase trabajadora como fuerza
política ha sido la plaza pública.
Por el sur provenían los manifestantes de Avellaneda, Quilmes, Lanús, Berisso, Ensenada;
por el norte, de Villa Martelli y Vicente López; desde el oeste ingresaban a través de la
avenida Rivadavia. En algunos casos atravesaron el Puente Pueyrredón. Quienes no pudieron,
cruzaron a nado. En general, debieron caminar muchos kilómetros.
El repertorio de cánticos incluyó el “Yo te daré, / te daré Patria hermosa, / te daré una
cosa, /una cosa que empieza con P:/Perón”. Otros gritos desencajados enunciaron un
diagnóstico: “La Patria sin Perón/ es un barco sin timón”. Tampoco faltó la consigna que
incluyó una denuncia: “Nos quitaron a Perón/ pa’ robarse la Nación”. Todas y todos se
concentraron frente a la Casa de Gobierno, y de allí no se movieron, hasta ya cerca de la
medianoche, el esperado coronel – ya liberado – les habló desde un balcón que empezaba a
teñirse de historicidad. Allí, de nuevo, los convocó a poner el cuerpo para defender las
conquistas sociales.

16
Algunos sectores orgánicos de la CGT, y otros que no pertenecían a ella, como el Comité de Enlace
Intersindical.
136

3.2Las patas en la fuente

Nada mejor que el magistral y poético relato de Scalabrini Ortiz para describir a
quienes aquel día acudieron a la cita: “Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos
membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de
pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la
impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita17 que la
imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El
descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de
pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún (…) Hermanados en el mismo
grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el
fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria
sublevado”.
Esta descripción echa luz sobre la composición de los grupos de la clase obrera que
coparon la plaza. Sobresale la heterogeneidad en materia de calificación laboral, derechos,
realidad territorial, tradiciones culturales, sentido común, idioma y organización gremial. En
la foto más famosa de esta calurosísima jornada se ve a las y los manifestantes refrescándose,
con sus pies dentro de una fuente. La imagen fue enérgicamente denostada por un sector de la
prensa y de los partidos políticos tradicionales. Esa crítica por “meter las patas en la fuente”,
en tanto violación de normas de comportamiento, quedó en la historia como un ícono de
rebeldía.
Pero la foto revela además algo de igual importancia: confirma la composición
heterogénea de las y los manifestantes. Aparecen en ella Juan Molina y su hermano, nacidos
en la periferia bonaerense, engominados y con traje. Ambos eran trabajadores de una fábrica
de gaseosas. A la izquierda, se encuentra un hombre en camisa, y a la derecha, otro en
camiseta. Más atrás, camisa arremangada y pañuelo al cuello, se ve a Armando Ponce, un
empleado santiagueño, es decir, un inmigrante del noroeste argentino, que trabajaba de cadete

17
El término “heteróclita” está utilizado en el sentido de aquello que se aparta de las normas, que sale de lo
habitual.
137

en una sastrería militar. Con saco claro, sentado en la fuente, se lo ve a Celso Pivida,
delegado obrero de una empresa lanera con asiento en Avellaneda (Grimson, 2020).
El interrogante que se abre es cómo imaginar una unidad identitaria en una multitud
tan diversa, en una “muchedumbre heteróclita”, al decir de Scalabrini Ortiz. En la respuesta a
este dilema encontraremos el corazón conceptual de este texto. Horacio González18 (1999),
pareció darnos una primera, pero valiosa pista, al asegurar que “lo que brota del subsuelo del
’45 era el mismo material que en el ’31 se estaba amasando a la luz del día, como un aluvión
y torbellino del paisaje”.

3.3La demanda hegemónica


Pongamos entonces de nuevo la lupa sobre la percepción de los sectores populares
durante la Década Infame. Fueron tiempos de frustración, de declinación moral y
escepticismo. Entre otros padecimientos:

✔ Sintieron que no estaban representados por los partidos políticos tradicionales que, de
una u otra forma, perdieron legitimidad por su participación en el simulacro electoral
que había representado el fraude patriótico. Un artículo del 24 de enero de 1946
publicado en el periódico El Laborista, órgano oficial del partido homónimo, dio
cuenta de esta situación. En su tramo más significativo señaló: “los viejos y
tradicionales partidos desde hace varios años dejaron de ser intérpretes del pueblo
para serlos en círculos y cenáculos de evidente matiz impopular, sordos y ciegos a las
inquietudes de esa masa que llaman en su auxilio cuando se trata de elecciones”.
✔ Percibieron sensaciones de frustración y humillación debido a la permanente
pauperización del salario, así como a la dureza de la disciplina y de las condiciones de
trabajo que, en ocasiones, llegaba al límite de que la hora de salida era fijada, en cada
día, por el patrón. A eso se sumó el omnipresente temor por el desempleo y el escaso
o nulo cumplimiento de la limitada legislación laboral.
✔ Encontraron como única respuesta ante cualquier planteo gremial19, petitorio, huelga u
olla popular, la represión policial, que, en ese período, ideó y puso en práctica la
“picana eléctrica” como instrumento de tortura.

18
Horacio González (1944-2021) fue un sociólogo, docente, investigador, historiador y ensayista, y uno de los
referentes más importantes de la vida intelectual de nuestro país. Ocupó la presidencia del centro de
estudiantes de la facultad de Filosofía en las postrimerías de la década del ’60, del siglo pasado. Entre 1968 y
1972, formó parte de las Cátedras Nacionales que pusieron en valor el pensamiento sociológico
latinoamericano, incluyendo en los círculos académicos las tradiciones de los saberes populares,
habitualmente desvalorizados en ese ámbito. Durante una década, entre 2005 y 2015 se desempeñó como
director de la Biblioteca Nacional. Integró Carta Abierta, un espacio de intelectuales que apoyaban los
gobiernos kirchneristas. Escribió Traducciones Malditas, Historia y Pasión (con José Pablo Feinmann), Los
Asaltantes del Cielo y Restos Pampeanos, entre muchas otras obras.
19
La agremiación sindical poseía todavía un volumen diminuto.
138

✔ Soportaron los diversos problemas que presentó la veloz urbanización sin el menor
apoyo del Estado, instalándose en la mayoría de los casos en asentamientos populares
o “villas miseria”.
Pero, además, justo cuando un giro no previsto en la realidad social argentina, les
otorgó la posibilidad de empezar a vivenciar un mejoramiento sustancial en sus condiciones
de vida, se desataron un conjunto de acciones del poder económico, con el propósito de
retrotraer la situación al anterior statu quo. Las campañas de los principales medios
periodísticos gráficos, el alto voltaje de las definiciones del Manifiesto de la Industria y el
Comercio y el despliegue de la Marcha por la Constitución y la Libertad, que desnudó la
asociación de las clases dominantes con los intereses norteamericanos, dieron fiel testimonio
de que el intento de dar “marcha atrás” estaba en camino.
En el contexto de esta relación de fuerzas, “la clase obrera tomó partido en la disputa,
y su partido se denominó peronismo” (Horowicz, 2015). Es decir, los reclamos populares que
el Estado no dio respuesta en los años de la Década Infame – vinculados con la pauperización
salarial, el desempleo, la prepotencia patronal, la ausencia de legislación laboral, la represión,
la crisis del hábitat, la corrupción y la decadencia moral, la entrega económica, el fraude
electoral- se corporizan en un reclamo global y en la conformación de una nueva expresión
política. En términos de Ernesto Laclau (2008), un conjunto de demandas dispersas e
insatisfechas se cristalizaron en torno de un denominador común, de una demanda
hegemónica que asumió la representación de todas. Y su nombre fue Juan Domingo Perón.
Es en este momento de cristalización, de constitución de lo político – según la
perspectiva laclausiana – en que la multitud dispersa adquiere unidad identitaria. Entre otras
cosas, ese proceso de cristalización se dio porque Perón supo darle expresión pública a
aquello que había sido internalizado de modo privado en cada trabajadora y en cada
trabajador por largo tiempo.
Conviene recordar la idea de Jean Paul Sartre20, según la cual, “las palabras hacen
estragos cuando encuentran un nombre para lo que hasta entonces ha vivido innominado”.
Esas palabras llegaron de la mano de la construcción de una esperanza que resultaba creíble
porque se cimentaba en las medidas que cotidianamente se habían legitimado desde la esfera
del Estado. Así nació la consigna “Perón cumple”.

20
Jean Paul Sartre (1905-1980) fue el principal referente de la corriente filosófica del existencialismo.
Consideró que el ser humano está “condenado a ser libre”, y por lo tanto, a ser responsable de sus propias
conductas, aunque admitió que se encuentra condicionado por cuestiones culturales y sociales. Tuvo
participación en las ideas de la izquierda europea, en especial, a partir de la dirección de la revista Los Tiempos
Modernos, en 1945. Un año después fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura – también fue
novelista y dramaturgo – pero lo rechazó por entender que “los lazos entre el hombre y la cultura no deben ser
mediados por las instituciones del sistema”. Escribió La Nausea, Los Caminos de la Libertad y El Existencialismo
es un Humanismo, entre muchas otras obras.
139

EL POPULISMO EN LACLAU

El filósofo y politólogo argentino Ernesto Laclau (1935-2014) elaboró una teoría sobre el
populismo que enriqueció el análisis sobre ese fenómeno, tan polémico en las ciencias
sociales de nuestros tiempos. Hegemonía y Estrategia Socialista (escrita junto a su
compañera, la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe) y La Razón Populista constituyen
dos de las principales obras de este pensador. Su obra recibió la influencia del psicoanálisis
lacaniano, de las investigaciones filosóficas del último Ludwig Wittgenstein (1889-1951), de
la analítica existencial de Martín Heidegger (1889-1976), de la lógica de la deconstrucción
de Jacques Derrida (1930-2004) y de la filosofía de la praxis de Antonio Gramsci
(1891-1937).
Echemos primero un vistazo a su perspectiva teórica, para luego corporizarla en un ejemplo
que la ilustre y facilite su comprensión. Laclau pensó la definición de pueblo como el efecto
de una articulación política a partir de la cual una particularidad reivindica
hegemónicamente la representación del conjunto. Ese es, según su mirada, el momento en
que el pueblo emerge como actor político.
Ahora bien ¿cómo se da este proceso, en qué momento se produce? Básicamente cuando una
pluralidad de demandas insatisfechas se articula en una cadena equivalencial. Cada
demanda (que puede vincularse con conflictos de clase o con reivindicaciones del feminismo,
de las minorías raciales, de los pueblos originarios, de las diversidades sexuales, de los
defensores del medio ambiente, etc.) presenta un reclamo que es particular, propio,
diferencial en relación a las otras. Al mismo tiempo, cada demanda compartirá algo común
con las demás: la equivalencia de ser negadas por el poder. Aparece aquí una frontera entre
dos campos sociales antagónicos, entre un “nosotros” y un “ellos”.
En un segundo momento, estas demandas dispersas e insatisfechas se cristalizan en torno de
un denominador común, de una demanda hegemónica que asume la representación de todas.
Esa hegemonía, resultado de la confrontación antagónica, construye lo político. Por ese
motivo, para Laclau, “el populismo es la forma en que se constituye el pueblo como agente
histórico”.
Vamos a un ejemplo que gusta dar este pensador. Un grupo de personas de un lugar
geográfico figurado realiza un planteo por la falta de agua. El malestar se expande y otro
grupo reclama atención médica gratuita. Y luego, sucesivamente, se agregan planteos de
distintos sectores sociales por la vivienda, la seguridad, etc. En el caso que las demandas
permanezcan insatisfechas en virtud de que no reciben ninguna respuesta institucional
satisfactoria, una de ellas cristalizará toda esta fermentación social y asumirá la
representación del conjunto. Se creará entonces una frontera antagónica entre esta demanda
hegemónica y el poder.
Laclau aclara que la demanda hegemónica suele unificarse en torno del liderazgo de una
persona. De allí la emergencia histórica del gaullismo, el maoísmo, el leninismo, el
peronismo.
140

Mencionamos anteriormente a Gramsci como una de las principales influencias en los


planteos del pensador argentino. El intelectual sardo militó primero en el socialismo, y
luego, participó de la fundación del Partido Comunista italiano. Enfrentó decididamente al
fascismo que lo encarceló por más de una década. Entre barrotes, y a pesar de padecer
severas patologías gástricas y traumatológicas, escribió Los Cuadernos de la Cárcel, un
conjunto de planteos novedosos, que despertaron la condena y el intento de silenciamiento
del stalinismo soviético.
Gramsci abordó el concepto de hegemonía como resultante de una articulación
político-ideológica de elementos y visiones dispersas, que construye “una voluntad
colectiva” para transformar la sociedad a través de una “reforma intelectual y moral”. Es
decir, un sujeto colectivo, cuya creación parte del consenso de valores compartidos por
sectores diversos, desde el lugar de la lucha política y la disputa de sentido.
Esas perspectivas de la hegemonía, la ideología y las relaciones de fuerza, decisivas para
Gramsci, incidieron en Laclau para pensar la interpelación popular y democrática ante el
poder.
141

3.4 Civilización o barbarie


El movimiento de masas que venimos abordando produjo implicancias políticas de
importancia. A éstas se sumaron otras, vinculadas con la disputa simbólica. Para analizarlas
pongamos la lupa en las formas disruptivas de transitar, de conducirse y manifestarse, de
vestir, de los actores y las actrices de la gesta plebeya del 17 de octubre. Por lo pronto, fue
una novedad el tono dominante de irreverencia y el irónico sentido del humor que mostraron
las y los manifestantes.
Félix Luna (1969) caracterizó esa atmósfera como de “fiesta grande, de murga, de
candombe”. La entonación de canciones populares, los bailes en medio de la calle, el
retumbar de los bombos -conductas socialmente tolerables solo en la época de carnaval, muy
especialmente en los barrios obreros- reflejó una subversión simbólica de los códigos de
conductas establecidos en ese momento histórico.
El 17 de octubre representó en Buenos Aires una ruptura con la cotidianeidad. Fue la
fecha en la que “la ciudad cambió de dueño” (Sigal, 2006). Los porteños, habitantes de una
metrópoli cosmopolita, blanca y de fuertes influencias europeas, percibieron a las y los
manifestantes “con la extrañeza de lo desconocido”. En esas sensaciones se mezclaron
“estupor, vergüenza, desprecio, indignación, compasión, desinterés, tristeza, temor”, según la
mirada de Grimson (2020).
No menos rareza provocó la vestimenta de estos obreros industriales que transitaban,
en la mayoría de los casos, por primera vez la zona céntrica. Hombres y chicos en alpargatas,
con la cabeza descubierta, pantalones desflecados, algunos con la camisa abierta por el calor,
otros, directamente con el torso desnudo. Mujeres con niñas o niños en brazos con camisolas
largas. Todo configuraba un paisaje muy poco habitual para el centro de Buenos Aires, donde
se usaba saco y corbata, traje de color oscuro y sombrero.
Resulta elocuente el modo en que Félix Luna (1969) recuerda ese día, cuando él y sus
compañeros de estudio – radicales y antiperonistas – vieron desde la vereda pasar a una
columna que se dirigía a Plaza de Mayo: “Los mirábamos con un sentimiento parecido a la
compasión ¿De dónde salían?, ¿Entonces existían?, ¿Tantos?, ¿Tan diferentes a nosotros?,
¿Realmente venían a pie desde estos suburbios cuyos nombres componían una vaga geografía
desconocida, una tierra incógnita por la que nunca habíamos andado? (…) Ese día empezaron
a estallar las voces y a desfilar las columnas de rostros anónimos color tierra y sentíamos
vacilar algo que hasta entonces había sido inconmovible”.
Igual de estupefactos quedaron las pobladoras y los pobladores del selecto Barrio
Norte cuando, desde sus coquetos balcones, vieron pasar a las columnas obreras al grito de
“salite de la esquina oligarca loco, tu madre no te quiere y Perón tampoco” (Luna, 1969).Dos
días después de la movilización, el diario La Capital de Rosario se preguntó en un artículo
periodístico: “¿cómo llamar a esta gente que carecía de saco y solo llevaba camisa?”. Y
agregó: “viose a hombres vestidos de gauchos que transformaron las avenidas y las plazas en
pistas de patinaje”. Una nota del periódico La Vanguardia, órgano oficial del Partido
Socialista, publicada el 23 de octubre, señaló que “los auténticos trabajadores condenaron los
bochornosos sucesos del 17” y advirtió que “frente al pistolerismo, se levantará el coraje
civil”. Orientación, medio de difusión del Partido Comunista, condenó al “peronismo
bárbaro” que se arrojó “contra la población indefensa”.
142

A fines de octubre un editorial del diario La Nación aludió al “insólito y vergonzoso


espectáculo de los grupos que se adueñaron durante un día entero de la Plaza de Mayo”,
aclarando que no se trataba de “auténticos obreros” ni de “auténticos patriotas”.
Grimson (2020) expone una paradoja interesante: los sectores políticos que llevaban años
declarándose enemigos del nazismo, “cargaban en sus filas con un racismo que nadie
consideraba ni juzgaba como tal”.
Advertimos cómo las expresiones recién aludidas son atravesadas por una matriz de
interpretación sarmientina, donde lo blanco y lo culturalmente europeísta aparece como
símbolo del progreso, y los sectores populares, como lo bárbaro, como aquello que representa
el atraso. La perspectiva de “Civilización o Barbarie” aparece -en este y en todos los casos-
como una forma de preeminencia del pensamiento ajeno sobre el propio, de la postura
colonial sobre la nacional y popular.
Convergen en esta matriz interpretativa los medios periodísticos vinculados con los
grupos económicos más poderosos, así como los partidos Socialista y Comunista, que
quedaron amarrados a la cultura de izquierda europea. Pocas definiciones más elocuentes que
la enunciada por el fundador del Partido Socialista, Juan Bautista Justo, en un artículo de La
Vanguardia de 1920, al señalar que “la cabeza del obrero extranjero es la más despejada y
activa en la elaboración popular de las ideas políticas, libre como estaba de los abyectos
atractivos y torpes sugestiones de la política criolla”.
Adamovsky (2012) consideró que en estas organizaciones políticas “hay un cierto
desfase entre el pueblo real y el ideal del ‘buen obrero’ que algunos tienen en mente”. Los
valores, el vocabulario, los códigos de conducta y hasta la estética que defendían “se habían
forjado muy lejos de la Argentina”, y por eso, en ocasiones, “se contraponían a hábitos
locales muy arraigados”.

3.5La disputa por el reconocimiento


La subversión simbólica desplegada en la histórica jornada también tuvo que ver con
la lucha por el acceso al ámbito público y el reconocimiento a las trabajadoras y los
trabajadores dentro de éste. Esta contienda mostró un criterio de “jerarquía espacial”. Las
multitudes se desplazaron de los suburbios bonaerenses a la Plaza de Mayo. Al estudiar los
relatos de la época, James (1995) puso de relieve una dicotomía entre Buenos Aires, la ciudad
que aparecía como el centro administrativo, el espacio respetado por sus actividades sociales
y culturales, el territorio de la “gente decente”, y la periferia, compuesta por “suburbios, por
lo desconocido, por la no ciudad, aquello que no valía la pena conocer”. Por un lado “la
auténtica ciudad”; por el otro, espacios de ajenidad.
También fue monumental el contraste entre la ciudad de La Plata -centro
administrativo, universitario, cultural y modelo de urbanización- y las localidades de Berisso
y Ensenada, donde grandes frigoríficos convivían con humildes casas de chapas corrugadas.
Algunas columnas de estos dos territorios industriales se dirigieron a Plaza de Mayo, pero
otras se trasladaron a la ciudad de las diagonales.
143

Allí, según la descripción de James (1995), las y los manifestantes protagonizaron


hostilidades con piedras y garrotes frente a varios lugares públicos: el diario El Día, la
Universidad de La Plata, las corresponsalías de los diarios La Prensa y Crítica y la sede de los
clubes Estudiantes y Gimnasia y Esgrima, entre otros. También fueron saqueados negocios y
confiterías de moda. Los hechos de violencia culminaron en horas del crepúsculo con una
incursión contra la residencia oficial del rector de la universidad local, el doctor Alfredo
Calcagno.
Estas acciones disruptivas, distantes por mucho de los “comportamientos públicos
aceptables”, fueron bautizadas por el historiador británico como los aspectos constitutivos de
una “iconoclasia laica”. En verdad “iconoclasta” es una palabra que proviene del griego y se
refiere a aquella persona que rechaza las imágenes religiosas (pinturas, íconos, estatuas). En
este caso el término está acompañado por la adjetivación “laica”. Resulta evidente entonces
que James quiso elegir una expresión que diera cuenta con contundencia del apartamiento a
las costumbres, tradiciones, estilos y cánones de una sociedad culturalmente hegemonizada
por una élite, por sectores donde el pueblo trabajador no tenía cabida.
Más aún, esas acciones se propusieron cuestionar el entramado ideológico que
atraviesan esas formas de vida y las entidades que lo sustentan. La ritualidad de esa violencia,
se dirigió fundamentalmente a poner en cuestión “el prestigio y la inviolabilidad” de esas
instituciones, identificadas por la multitud como exponentes de los sectores privilegiados de
la sociedad. De allí su fuerte contenido político y social.
El despliegue de esta disputa se dio con transparencia entre una clase obrera,
“excluida por mucho tiempo de la esfera pública” y las entidades que poseían el poder de
legitimar lo que Pierre Bourdieu denominó capital cultural y simbólico. En tal sentido, estas
manifestaciones tuvieron que ver con “la reafirmación de la clase obrera en el sentido de que,
pese a estar excluida del sistema elitista de educación, su propia experiencia tenía valores y
méritos culturales” (James 1995). Una forma de cuestionar a la elite, y, al mismo tiempo,
reafirmar su orgullo y su autoestima como clase trabajadora.
144

PIEDRAZOS Y CAPITAL SIMBÓLICO


Pierre Bourdieu (1930-2022) fue un destacado sociólogo francés que analizó aspectos de la
vida social como el arte, la religión, el deporte, la vida campesina, el lenguaje, y, sobre todo,
la educación y el Estado. Abordó estos temas en íntima relación con los fenómenos de la
desigualdad, el poder y la violencia simbólica, entendiendo a ésta como la que no requiere
de la fuerza física, sino que se sirve de mensajes, valores y estereotipos, que reproducen
situaciones de dominación, en ocasiones, de modo sutil e imperceptible. La violencia
simbólica permite algo extraordinario: que los dominados acepten la visión del mundo social
que les presentan quienes los dominan. Ese es el fenómeno de la naturalización.
El capital cultural fue pensado por Bourdieu como el de un bien reconocido y legitimado por
las instituciones educativas y culturales. En tanto, la idea de capital simbólico se vinculó con
la forma de prestigio, reputación o autoridad que una persona puede tener en la sociedad .
La articulación de ambos conceptos echa luz sobre el esfuerzo investigativo de James (1995)
al momento de demostrar cómo sectores populares, que carecían del reconocimiento de
instituciones a las que no podían acceder, exteriorizaron en un mismo tiempo, el repudio a
esa situación, y la autolegitimación pública de saberes propios.

3.6Braden o Perón
La gesta plebeya de octubre del ’45 dio lugar a la construcción del mito de origen del
peronismo, al tiempo que inició un ritual identitario que se repetirá a través de los años:
Perón dialogando con sus fieles en la Plaza de Mayo (Cataruzza, 2009). El lenguaje del líder
popular en esos encuentros intimistas será siempre llano, y en ocasiones apelará a citas del
lunfardo, del Martín Fierro y de letras de tango.
Pero volvamos al 17. Cuando se acercaba la medianoche, Perón salió a hablar a la
multitud desde el balcón de la Casa de Gobierno por primera vez. Antes de eso, el fortalecido
coronel le había arrancado al presidente Farrell la promesa de elecciones presidenciales para
febrero de 1946. La campaña se polarizó entre dos frentes: la Unión Democrática (UD) – que
nuclea a la UCR, el PS, el PC y el Partido Demócrata Progresista- y el Partido Laborista21, en
alianza con radicales disidentes. José Tamborini y Enrique Mosca contra Juan Domingo
Perón y Hortensio Quijano. La consigna de la UD era “por la libertad y contra el nazismo”.
Por esos días el Departamento de Estado norteamericano publicó el
Libro Azul, destinado a denunciar la presunta vinculación entre Perón y el
pensamiento hitleriano. Alan Rouquie (2017), un historiador y politólogo
francés, que estudió el fenómeno del peronismo desde una perspectiva
extremadamente crítica, reconoció que se trató de una denuncia “que no se

21
El Partido Laborista fue fundado a fines de 1945 por dirigentes sindicales que entendieron que había llegado
el momento de construir un partido de raíces obreras. Tomaron del laborismo inglés, que acababa de ganarle las
elecciones a Winston Churchill, la idea de la protección social de los trabajadores “de la cuna a la tumba”.
145

sostiene”. El embajador norteamericano, de alta exposición, se convirtió en uno de los


principales alfiles de la campaña proselitista de la UD. Desde la vereda de enfrente
denunciaron una intromisión en los asuntos internos del país y lanzaron la consigna “Braden
o Perón”.
La disputa comicial puede interpretarse en clave clasista. En líneas generales, los
grandes grupos económicos apoyaron a la UD, y los sindicatos, a Perón. Desde lo político, el
triunfo electoral del peronismo por 280 mil votos, arrojó el dato curioso de que un candidato,
apoyado por agrupaciones creadas escasos meses antes de la votación, derrotó a una alianza
que incluyó a los partidos tradicionales del país. Estaba fresca en la memoria colectiva la
complicidad que éstos habían asumido durante los años fraudulentos y entreguistas de la
Década Infame.
Dispuesto a gobernar, Perón se rodeó de militares con una vocación industrialista,
que, en su gran mayoría, se habían formado en la carrera de Ingeniería; de empresarios22 con
una mirada económica nacional, con acento en el fortalecimiento del mercado interno; y,
desde luego, referentes de las fuerzas sindicales.
De hecho, en los años previos al advenimiento de Perón en el Departamento Nacional
del Trabajo, el Estado aparecía a los ojos de las trabajadoras y los trabajadores, cuando las
fuerzas policiales reprimían sus acciones reivindicativas. Lo que vino después se sitúa en las
antípodas: catarata de leyes sociales, tribunales de trabajo para arbitrar en caso en conflicto,
mejoramiento de los convenios, de las condiciones de trabajo y del régimen jubilatorio,
normas protectoras de los derechos de los delegados de fábrica. Ya se vislumbraba además
que la masiva sindicalización que se estaba dando en ese momento convertiría a los gremios
en entidades con capacidad para construir hospitales, sitios de descanso, clubes, hoteles en
lugares turísticos.
Perón también se rodeó de cuadros políticos que provenían de otros
sectores: Mario Amadeo, del nacionalismo católico; Rodolfo Puiggrós, del
PC; Manuel Ugarte, Ángel Borlenghi y Juan José Hernández Arregui, del
socialismo; Jorge Abelardo Ramos, del trotkismo; Carlos Astrada, de los
pensadores marxistas, desencantados de la experiencia soviética stalinista.

4. Reflexiones Finales: Una anomalía en cada siglo


Hasta aquí las diferentes circunstancias que rodearon la génesis del peronismo, objeto
de estudio de este texto. Vendrán luego las dos presidencias de Perón. Simplemente
adelantamos que, en su desarrollo, se redefinió el concepto de ciudadanía que sumó al goce
de los derechos políticos formales, la igualdad de acceso a los derechos sociales; se
nacionalizó buena parte de la estructura económica, hasta ese momento en manos británicas;
se apropió de la renta agraria diferencial – de la que sólo disfrutaba una minoría oligárquica-
para ponerla al servicio del desarrollo industrial; se impulsó políticas de redistribución de la
riqueza, con una sustancial mejora de los salarios que permitió una “democratización del
bienestar”(Torre y Pastoriza, 2019); y se llevó adelante una estrategia de acercamiento con
Chile y Brasil de cara a un proceso de integración latinoamericana.
22
Muchos de ellos vinculados a la industria liviana, y en especial, al sector electrodoméstico.
146

En materia social, estableció créditos baratos para la vivienda; estableció la gratuidad


de la enseñanza universitaria (que era arancelada), creó la Universidad Obrera Nacional23, las
Misiones Monotécnicas24 y las Escuelas Fábrica25, iniciativas que evidenciaron en materia
pedagógica “un nacionalismo popular que arrancó con el ideario de Saúl Taborda” (Puiggrós,
2016) y se impregnó de las ideas de la Escuela Nueva26; impulsó campañas de prevención y
erradicación de enfermedades endémicas, como el paludismo y la tuberculosis, llevó a cabo
campañas masivas de vacunación y duplicó el número de camas de los hospitales públicos, en
el entendimiento de que “todas las personas tienen igual derecho a la vida y a la sanidad”
(Valentini, 2021).
El peronismo convocó a una reforma de la Constitución Nacional en 1949. En el
prólogo del nuevo texto se convocó al desarrollo de una nación “socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana”. Establece la propiedad nacional del
subsuelo y la pertenencia de los servicios públicos al Estado. La reforma se nutrió de un
constitucionalismo social – donde lo colectivo priva sobre lo individual - que ya había
gravitado en las Cartas Magnas de México, de Alemania (república de Weimer) y de la
república española.
Evita, la esposa del presidente, corporizó la versión más radicalizada del primer
peronismo. Convencida de que “la oligarquía es quien tiene el alma explotadora de la raza
humana”, sirvió de puente entre Perón y el mundo sindical, cultivó una relación personal
directa con los sectores sociales más desprotegidos – especialmente mujeres solteras, niños
huérfanos y ancianos – a través de la Fundación27 que llevó su nombre, fundó el Partido
Peronista Femenino y bregó con éxito por la legislación que permitió que las mujeres voten y
sean votadas.
Por último, el peronismo, en una operación de enorme densidad semiótica28, invirtió
el sentido de palabras de uso cotidiano. Términos que antes simbolizaban la humillación de la
clase obrera como “descamisado” (se carece de status porque se carece de camisa), ahora se
invierten y ponen en valor el orgullo de poseer una vestimenta de trabajo.

23
La Universidad Obrera Nacional fue creada con el propósito de integrar a la clase obrera en trabajos que
satisfagan las necesidades de la industria. Además de la enseñanza técnica, también se estudiaba legislación
laboral y la historia del movimiento obrero. Por estatuto, el rector debía ser un trabajador.
24
Las Misiones Monotécnicas formaban mano de obra calificada en las provincias, especialmente enfocadas en
las artesanías y las producciones regionales.
25
En las Escuelas Fábricas los alumnos trabajaban y estudiaban en el establecimiento industrial. El Estado
proveía gratuitamente uniformes, útiles, herramientas, becas y comida.
26
La Escuela Nuevo tiene su origen a fines del siglo XIX y se opone a la educación tradicional, estrechamente
relacionada con el positivismo y el academicismo. Aboga por el paidocentrismo, es decir, por situar a las y los
estudiantes en el centro de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Llama a concitar el interés y la actividad del
estudiantado partiendo de sus propios intereses. Se enfatiza en el “saber haciendo”.
27
La Fundación Eva Perón fue una institución que, entre 1948 y 1955, desplegó activamente obras y acciones en
beneficio de los más postergados. Construyó hogares de tránsito, hospitales, escuelas, campos deportivos,
hogares-escuela. Distribuyó miles de colchones, máquinas de coser, cocinas, bicicletas y juguetes. Su obra
estuvo motorizada por la idea solidaria de que “donde hay una necesidad, nace un derecho”. La dictadura militar
de 1955 saqueó la mayoría de sus instalaciones, de modo que niños y ancianos vieron con sus propios ojos cómo
eran quemadas vajillas, frazadas, pelotas de fútbol, sábanas, camas e instrumentos de trabajo. En el extremo de
las políticas del odio, destruyeron pulmotores donados por la Fundación a los hospitales.
28
La semiótica estudia los sistemas de signos que permiten la comunicación entre los individuos. Analiza los
procesos culturales en tanto procesos de comunicación.
147

En septiembre de 1955 la autodenominada Revolución Libertadora desplazó al


gobierno democrático. Un año antes, el oficialismo había triunfado en elecciones
transparentes con el 64.52% de los votos. Empezaron allí tiempos de proscripción, censuras29,
cárcel y fusilamientos30. Sin embargo, y a pesar de la represión, la impronta del peronismo
marcó a fuego la percepción de la clase obrera en relación a la justicia social, y más
específicamente, a “la cultura del taller” (James, 2013), esa serie de supuestos, en ocasiones
informales, vinculados a las condiciones laborales, la negociación salarial y los derechos de
las trabajadoras y los trabajadores en el proceso de producción.
Quisimos desarrollar en este texto una aproximación a las condiciones históricas,
políticas y sociales que rodearon al nacimiento del peronismo en la Argentina. Para eso nos
situamos en la primera mitad de los años ’40 del siglo pasado, y tratamos de poner en
relación lo que allí aconteció, con las vivencias que habían padecido los sectores populares
durante la Década Infame.
En el medio de esa travesía conceptual nos topamos con una anomalía llamada
peronismo. Una anomalía que irrumpió cuando, al decir del filósofo argelino Jacque Ranciere
(2019), apareció la política en razón de que “la parte de los que no tienen parte reclamaron su
parte”. Un juego de palabras para dar cuenta que “el demos31 identificó a los no contados en
el seno de la comunidad”. Un “desacuerdo”, un conflicto, que cambió el curso de los tiempos
de la Argentina. Y de ese desacuerdo surgió esta anomalía que supo conjugar necesidades,
derechos y deseos.
Casi seis décadas después del histórico 17 de octubre, más precisamente en 2003,
apareció una nueva anomalía. Nos propuso un sueño y nos invitó a construir “un país normal
donde el Estado repare las desigualdades”. Confesó ser parte de “una generación diezmada,
castigada con dolorosas ausencias” y prometió “no dejar los valores y las convicciones en la
puerta de la Casa de Gobierno”32. Pero esa, ya es otra historia……

29
El decreto 4161 prohibía pronunciar los nombres de Perón y Eva Perón, hacer mención alguna a la ideología
peronista, utilizar símbolos de esa corriente política, ni cantar la marcha partidaria. Las penas llegaban a seis
años de prisión. El decreto fue derogado por el presidente Humberto Illía en 1964.
30
En junio de 1956 un grupo de civiles y militares que querían restablecer la democracia fueron detenidos y
fusilados en los basurales de José León Suárez. Rodolfo Walsh dio a conocer detalles del hecho en el libro
Operación Masacre.
31
Ranciere utiliza aquí “demos” como sinónimo de ciudadano.
32
Expresiones del discurso de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, al asumir la Presidencia de la Nación.
148

Para seguir pensando…

1. ¿Qué corriente política denunció el Pacto Roca-Runciman desde “una posición nacional”?
¿Por qué su análisis de la realidad del país representó un salto epistemológico en los modos
de pensar la política argentina? ¿Cómo vinculó el neocolonialismo económico y político con
el fenómeno de la “colonización pedagógica”? ¿Qué perfil de intelectual predominó en sus
principales referentes?

2. ¿Cuáles fueron las situaciones históricas que acontecieron en la Década Infame y


gravitaron sustancialmente en los orígenes del peronismo? ¿Cómo fue el proceso de
articulación de las demandas de los sectores populares en los primeros años de la década del
40 del siglo pasado? ¿Qué respuesta tuvieron esos reclamos a partir del advenimiento de Juan
Domingo Perón en el Departamento Nacional del Trabajo?

3. ¿Qué características tuvo la subversión simbólica de las trabajadoras y los trabajadores en


el espacio público el 17 de octubre de 1945? ¿Qué reflexiones puso en juego el prestigioso
sociólogo e historiador Daniel James al aludir a las categorías analíticas de “iconoclasia
laica”y “la disputa por el capital cultural y el capital simbólico”? ¿Cómo puede vincularse la
matriz cultural de “Civilización o Barbarie” con las críticas a los actores y actrices que dieron
vida a esta histórica jornada?
149

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150

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151

Capítulo 6
Los modelos de acumulación en Argentina y su vinculación
con las fases de desarrollo del sistema capitalista. Parte II: El
Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones

1.Introducción
Como mencionamos en la introducción del capítulo 3, la Gran Depresión y las dos
Guerras Mundiales sucedidas en la primera mitad del siglo XX marcaron el fin de la
hegemonía británica en el Orden Mundial Capitalista. Tanto el Imperialismo territorial desde
el punto de vista Político, con las guerras mundiales, como el Libre Mercado, con la Crisis de
1929 desde el punto de vista Económico mostraron signos de agotamiento en lo que parecía
ser el fin del sistema capitalista de libre mercado. Una nueva potencia se impondrá luego de
1945. Estados Unidos, que, con la implementación del New Deal bajo la presidencia de
Roosevelt en su política económica interna, marca la nueva fase del capitalismo mundial en
lo que se conocerá como el “Estado de Bienestar”. Bajo políticas económicas keynesianas
orientadas a estimular la demanda a través del consumo, es ahora el Estado el que garantiza la
estabilidad económica al interior de cada estado-nación.

Es así que la nueva potencia mundial emerge luego de la segunda guerra también
garantizando la reconstrucción de Europa a través del plan Marshall y así a través de la
recomposición europea asegurar en Occidente la continuidad del sistema de democracias
nacionales. A la vez, surgen una serie de instituciones que a nivel global intentan preservar la
paz mundial y el equilibrio económico internacional: el Banco Mundial en 1944, La ONU y
el FMI en 1945.

Con esto, se remarca la singularidad de la Hegemonía Americana en cuanto a la


internacionalización del Estado a través del surgimiento de Instituciones Internacionales que
garanticen la evolución del Orden Mundial Capitalista bajo un modelo de acumulación del
estado de Bienestar durante la posguerra.
152

Es así que, desde la perspectiva del estado americano en cuanto a su rol hegemónico
Cox (2014:152) expresa:

(…) La Pax americana era hegemónica: ésta suscitó un amplio apoyo entre los estados al margen de la
esfera soviética y estaba capacitada para proveer suficientes beneficios a los elementos asociados y
subordinados con el fin de mantener la conformidad de éstos.

El surgimiento del FMI marca la necesidad de asegurar el crecimiento y el progreso de


los estados pertenecientes al sistema. Los países subdesarrollados necesitan financiamiento
para equilibrar sus déficits de Balance de Pagos a raíz de los desequilibrios antes
mencionados. Como condición estos deben realizar ajustes fiscales que tiendan a reducir el
gasto público. Los países “débiles “recibirán ayuda del sistema a través del FMI o el BM.

Este mecanismo de vigilancia era percibido como necesario para sostener al sistema y
no era cuestionado por los estados periféricos como una consecuencia histórica del devenir
del sistema capitalista para que, a través de los estados nacionales periféricos, asegure la
reproducción internacional del capital. Con respecto a la situación del estado-nación
periférico dentro del sistema Thwaites Rey (1999: 13) señala:

Por una parte, la relación centro-periferia implica contradicciones constitutivas que diferencian la
forma en que cada economía establecida en un espacio nacional se integra en la economía mundial, que
se expresan al interior de los Estados nación adquiriendo formas diversas. La problemática de la
especificidad del estado periférico se inscribe en esta tensión, que involucra la distinta “manera de ser”
capitalista y se expresa en la división internacional del trabajo. De ahí que las crisis y las
reestructuraciones de la economía capitalista mundial y las cambiantes formas que adopta el capital
global afecten de manera sustancialmente distinta al centro que a la periferia. La tensión, entonces,
entre lo global capitalista y lo especifico periférico está permanentemente presente.

Por ende, un rasgo característico de los estados periféricos es la dicotomía autonomía-


dependencia, es decir, los márgenes de autonomía que estos estados puedan tener en sus
políticas externas dada su posición en el sistema-mundo y las tensiones especificas dentro de
cada nación. Con respecto a esto, dentro de cada estructura social del estado capitalista, el
estado tiene el papel de organizar a sus aparatos (sociales, jurídicos, represivos) en función al
interés político a largo plazo del bloque en el poder. Es decir, en términos de Nicos
Poulantzas (1968:152) :

Respecto a las clases dominantes, y en particular a la burguesía, el Estado tiene un papel principal de
organización. Representa y organiza la clase o clases dominantes, representa y organiza, en suma, el
interés político a largo plazo del bloque en el poder, compuesto de varias fracciones de clase burguesas
(…) bajo la hegemonía (…) de una de sus clases o fracciones, la clase de fracción hegemónica.
153

Teniendo en cuenta estas características del estado de Bienestar abordemos como se


desarrolla la ISI en Argentina durante el periodo 1945-1973, con las dos primeras
presidencias de Perón y el ciclo de democracias restringidas (James, 2003).

2.Industrialización liviana.
Durante las dos primeras presidencias de Perón, el estado será expresión del intento del
desarrollo económico por vías nacionales (sin capitales externos) en donde se ejecutarán dos
planes quinquenales33.

Imagen 1 : Afiches de publicidad durante el primer gobierno de Perón. Fuente : Afiches del
peronismo (1945-1955) Raquel Quintana y Raúl Manrupe. EDUNTREF, 2016

En esta etapa (1946-1955) se consolida la industria liviana


(Rapoport,2010) de nuestro país: alimenticia, textil, frigorífica, agroindustria,
farmacéutica, etc. Este desarrollo industrial es acompañado por una situación
económica favorable debido al alza en el precio internacional de las materias
primas, lo que genera una mejora en el ingreso de divisas.

33
Los planes quinquenales son la expresión de las primeras planificaciones por parte del estado para
alcanzar el desarrollo y deben su nombre a la duración de los mismos ( cinco años). Estos planes
muestran la decisión del gobierno peronista de lograr el desarrollo industrial. El primero tendrá como
objetivo el desarrollo de la industria liviana y se llevará a cabo entre 1947 y 1951. El segundo
comienza en 1952 y es interrumpido con el golpe de estado de 1955.
154

El estado practica políticas de estímulo a la demanda agregada, como aumentos en los


salarios nominales y a la vez interviene mediante el IAPI en las relaciones de comercio
exterior. Con esto el estado logra quebrar la relación entre el precio internacional y el precio
local, ya que es el estado quien establece el precio de compra con los productores locales y
luego negocia el precio y vende al mercado externo, situación que favorece a los sectores
asalariados ya que el estado, al controlar los precios internos, mantiene estable la relación
precios/salarios conteniendo así la especulación y, a la vez, la inflación.

Imagen 2: Afiches de publicidad durante el primer gobierno de Perón . Fuente : Afiches del
peronismo (1945-1955) Raquel Quintana y Raúl Manrupe. EDUNTREF, 2016

Entonces como señala Cattaruzza (2012: 209):

El mecanismo contribuyó a quebrar la relación entre el precio internacional y el local de los bienes que
se exportaban, principalmente productos alimenticios; esta circunstancia consolido el crecimiento del
salario en argentina.

Por otra parte, como señala el autor, se nacionalizan el gas, los teléfonos, los puertos, la
energía y en 1948 los ferrocarriles. Tanto el aumento de los salarios nominales, como la
intervención del IAPI y la nacionalización de empresas claves de servicios públicos, tiene
como centro impulsar el consumo interno (demanda agregada) y redistribuir la riqueza,
tratando de alcanzar el pleno empleo. Esto permitiría una expansión de la economía y una
política de reparto hacia los sectores trabajadores, buscando que se genere un ahorro interno
que a la vez se reinvierta en el sector industrial posibilitando el desarrollo nacional. El
155

resultado de este primer proceso de industrialización con la intervención del Estado en la


economía con el objetivo de redistribuir la renta arroja un dato que es recordado hasta la
actualidad: la participación del sector asalariado en la renta nacional llegó al 50,5% en 1952
(Basualdo,2005). y el otro 49,5% repartido entre los otros bloques de poder de la burguesía
industrial y agraria.

Cuadro 1 :

Evolución del PBI y de la participación de los asalariados en el ingreso 1946-1955

Año PBI ( 1946=100) % Ingreso en PBI

1946 100 40,1

1947 111 39,5

1948 107 43,5

1949 116 49

1950 117 49,6

1951 121 45,2

1952 113 50,5

1953 119 48,9

1954 124 49,9

1955 129 47
Fuente : elaboración propia con datos tomados de Basualdo (2005)
156

Fotografía 1 . Fuente: AGN

Es por esto que, durante este periodo las clases trabajadoras son incluidas por primera
vez en la estructura social, política y económica de la argentina. La reforma de la constitución
nacional con la incorporación del artículo 14 bis y el voto femenino son la expresión de la
estructura ideológica y jurídica de la formación económica y social con un estado que
interviene en la economía para redistribuir la riqueza que genera la producción nacional
(tanto en el mercado interno como con las exportaciones) entre todos los sectores sociales.

Podemos mencionar, a la vez, cuales son los conflictos y tensiones que se generan
durante este modelo en cuanto a las diferentes clases sociales: La burguesía agraria está
condicionada por el IAPI y pierde participación en la renta en beneficio de las clases
asalariadas (organizadas desde sus sindicatos) y la burguesía industrial (a la cual el estado
subsidia). A la vez el estado, al nacionalizar empresas, no logra hacer una administración
racionalizada y comienza generar déficits complejos de solucionar, más aún en momentos de
crisis.
157

También cabe mencionar, como forma de penetración ideológica del peronismo dentro
del aparato estatal, varias decisiones tendientes a controlar expresiones disidentes y
opositoras y avanzar sobre los sectores sociales que no le eran afectos. Estas prácticas del
estado devienen en conflictos con diferentes sectores sociales por : la censura a la prensa y el
cierre de diarios y revistas opositoras, el uso de manuales escolares con frases de contenido
político, la introducción del libro de Eva “La razón de mi vida” como lectura obligatoria en
los secundarios y por último la disputa por el espacio y el capital simbólico con la Iglesia
Católica (propuesta para sancionar la ley de divorcio y la quita a la subvención a escuelas
católicas) hacen que recrudezca el antagonismo de varios sectores sociales militares,
católicos, políticos opositores, la prensa y la burguesía agraria.

Imagen 3 : Libro de lectura para Cuarto grado (niños de 10 años). Autor: Angela C. de Palacio.
Publicado por Editorial Lasserre en el año 1954, durante la segunda presidencia de Perón - Páginas 26 y 27.

A partir de 1952 la economía entra en crisis y es que esta etapa de industrialización


comienza a mostrar una problemática que estará presente en todo el modelo de la ISI: el
estrangulamiento externo debido al deterioro de los términos del intercambio que nuevamente
ponen de manifiesto la dependencia económica hacia el sector externo. Esta situación se
manifiesta por ciclos conocidos con el nombre de Stop and Go (Freno y marcha). Estos ciclos
158

muestran que, en los momentos de auge, que se inician por lo general cuando suben los
precios de las materias primas, se produce un ingreso de moneda extranjera, que le permite al
estado poder contar con divisas para administrarlas en los demás sectores de la economía.
Pero a la vez, si el sector industrial no está desarrollado (como ocurre en los países
periféricos) necesita divisas (moneda extranjera) para poder comprar la maquinaria o insumos
importados que necesitan para producir. Entonces ante diferentes circunstancias coyunturales
como una crisis externa o si suben los precios de los productos importados o si bajan los
precios de los productos agropecuarios, la economía nacional se torna deficitaria,
produciéndose el estrangulamiento externo. Para solucionarlo se devalúa la moneda, se suele
congelar precios y salarios (esto se conoce como “enfriamiento de la economía fase Stop)
hasta que el ciclo comienza nuevamente con la fase Go.

Como menciona Cattaruzza, entre 1952 y 1954 se produce una crisis, entrando en un
periodo del ciclo de Stop (freno). Esta situación que es estructural en nuestra economía,
recrudece las tensiones sociales que mencionamos anteriormente entre el Gobierno Peronista,
y los sectores de la oposición, sumados a los conflictos con la iglesia, en 1955 se produce el
golpe de estado.

3.Industrialización pesada
El segundo periodo de la ISI comprende los años entre 1955 a 1973. En esta etapa se
inicia, un periodo de democracias restringidas en donde, más allá de los intentos de
gobernabilidad y de desarrollo de la economía industrial por parte del estado (ya sea
democrático o de facto), la sociedad argentina no podrá salir de la antinomia peronismo-
antiperonismo. A la vez en el contexto internacional, durante este periodo se recrudece la
competencia de los bloques de poder Estados Unidos – Unión Soviética. En América Latina
esto tuvo un impacto mayor luego de la revolución boliviana de 1952 y la revolución cubana
de 1959. Esto puso en alerta al sector militar ante la amenaza de que el comunismo ingrese a
la argentina iniciando prácticas cada vez más violentas y autoritarias en cada periodo
inconstitucional, justificando su accionar ante la amenaza del comunismo.

Lo cierto es que, en materia económica y social los tres años de la Revolución


libertadora (1955-1958) en el gobierno fueron expresión por parte del estado para que el
sector agrario vuelva a recuperar la participación mayoritaria en la distribución de la renta. Se
159

retorna a recetas liberales que traen conflictos aún mayores con el sector asalariado, sumado a
esto el gobierno de facto de Aramburu proscribe el peronismo. Comienza un periodo de
fuerte endeudamiento que condicionará el accionar del próximo gobierno democrático que
comenzará a partir de 1958 con la presidencia del radical A. Frondizi.

Durante este gobierno (1958- 1962), se intentará hacer una política de


desarrollo económico acelerado mediante la puesta en marcha de políticas
económicas tendientes a desarrollar la industria pesada que se conocieron con
el nombre de “Batallas del Petróleo y del Acero”. El objetivo político de Frondizi era la
integración nacional, lograr la paz social para poder gobernar sin tener la presión del aparato
militar. Para esto crea objetivos de política económica tendientes a desarrollar, mediante la
industria pesada, definitivamente a la argentina.

Para poder llegar a este objetivo realiza dos acciones en política


exterior y en política económica interna que marcaran un antes y un después
en la estructura económica y social de la argentina. Por un lado, ante la crisis
económica en la que asume el gobierno hace el primer plan de estabilización
económica para lograr un acuerdo de préstamo con el FMI y así contar con divisas para que
sean canalizadas tanto al desarrollo de la industria pesada como a la tecnificación del sector
agropecuario. Por otro lado, pide al congreso que se sancione la ley de radicación de capitales
externos y la de promoción industrial.

Si bien la intención del gobierno de Frondizi era que los capitales externos se radiquen
en nuestro país para realizar inversiones que posibiliten el desarrollo definitivo, esta acción
facilitó la entrada de capitales extranjeros en condiciones más que beneficiosas y a la vez es
ahora el capital externo, con la radicación de empresas multinacionales, quien ingresa como
fracción de clase a competir con las burguesías industriales y agrícolas nacionales.

Por otro lado, al realizar acuerdos con el FMI, el gobierno desarrollista introduce un
factor de control externo, ya que este organismo regula la economía de los países periféricos
para asegurar la reproducción del capitalismo a nivel internacional y no para que los países
periféricos se desarrollen. Como consecuencia a partir de este momento la clase asalariada
comenzará a perder significativamente su participación en el ingreso y la deuda externa
comenzará a crecer aceleradamente.

Por otro lado, cabe destacar que la argentina logra el autoabastecimiento de petróleo y
que desde el estado se da impulso a instituciones gubernamentales muy importantes
160

relacionadas con la tecnificación y el avance tecnológico y científico que iban acorde con el
proyecto de desarrollo integral. Estos organismos fueron: El Instituto Nacional de tecnología
Industrial (INTI), Instituto Nacional de tecnología agropecuaria (INTA), la Comisión
Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnológicas (CONICET).

A pesar de todas las mejoras a nivel de producción y desarrollo no se logra perder la


dependencia económica con el exterior, continúan los ciclos de Stop and Go ahora reforzados
por la dependencia que genera que las empresas multinacionales reinviertan en nuestro país y
no se lleven sus ganancias a sus casas matrices y a la vez el déficit de nuestra balanza de
pagos aumenta en función de la creciente necesidad de seguir adquiriendo bienes de capital y
maquinarias.

En 1962 se produce un nuevo golpe de estado. El gobierno dirigido formalmente por


Guido no escapa a la recesión que impone una fase de Stop, nuevamente se destaca que ante
un golpe militar el manejo de la economía tiende a ser con políticas liberales y por ende
favorables al sector agropecuario y externo. En 1963 se llama a elecciones ganado el radical
A. Illia, se reactiva la economía ya que los precios internacionales de los productos
exportables están en suba además que comienzan a verse los resultados de la industrialización
del periodo desarrollista. Entonces, se logra una cierta recuperación económica en cuanto a la
pérdida de poder adquisitivo del sector asalariado con respecto al periodo anterior. A pesar de
esto, el sector sindical como expresión de la oposición (ya que el peronismo sigue proscripto)
no deja de combatir y generar tensiones que sumada a las presiones de las multinacionales
por la pérdida de los contratos petroleros y de la industria farmacéutica provocaran un nuevo
golpe de estado.

La dictadura de Onganía se diferenciará de los gobiernos de facto anteriores ya que


impulsará un desarrollo por vías autoritarias teniendo como premisas la eficiencia y la
modernización. Para esto se recurre a créditos con el exterior y se permite la compra de
empresas nacionales por parte del exterior, se avala una apertura económica que si bien,
produce una mejora en la inversión productiva, no logra reducir las importaciones. Esto
deviene en un aumento en el pago de la deuda externa sin poder reducir la inflación y una
nueva devaluación.

A la vez, esta dictadura comienza a realizar represiones a instituciones y a sectores


sociales de la cultura nacional atacando la actividad universitaria, científica y a profesionales
161

e intelectuales referentes de la cultura. Esto repercute a nivel nacional provocando el


conocido Cordobazo que precipita la salida de Onganía del gobierno. El último tramo del
gobierno militar es dirigido por Lanusse quien busca volver a un desarrollo nacional que
beneficie a la industria local y al empresariado industrial argentino, pero no logra frenar el
gasto y la emisión monetaria que sigue provocando inflación.

Durante la tercera presidencia de Perón, se intentará realizar un acuerdo social que


logre una mejora en la actividad económica. En esta etapa se comienza a entender que la
inflación es un problema estructural que genera la industrialización dependiente y que ahora
se ve agravada por la presencia de las empresas multinacionales como factor de presión y el
aceleramiento en cada fase recesiva de la deuda externa. El acuerdo social que intenta el
ministro de economía Gelbard incluía a sectores empresariales, gremiales y el Estado. El
objetivo era estimular a las pequeñas y medianas empresas que son las generadoras de
inversión productiva nacional y generadoras de empleo y así intentar mejorar la participación
de los salarios en el ingreso. Para esto el gasto público se incrementó sustancialmente en
compras, subsidios y salarios que no llegaron a estimular al sector productivo.

Pero nuevamente el contexto internacional golpea a la economía argentina, el shock


petrolero de 1973, produce una ola inflacionaria debido a que el aumento del precio del
petróleo afecta sustancialmente el precio de las importaciones de nuestro país.

La economía se encuentra en un periodo de crisis recurrente en consonancia con la


política nacional. Esto se agrava con el fallecimiento de Perón ya que también al interior del
peronismo hay disputas y presiones entre grupos de izquierda y de derecha que no hacen más
que demostrar la escaza representación y legitimidad de la actual presidenta M. Estela
Martínez de Perón. En 1976 se produce un nuevo golpe de estado, que abre la fase del
capitalismo neoliberal y el modelo rentístico financiero que abordaremos en el capítulo 12 del
presente manual.
162

4.Reflexiones finales
Por último, mencionaremos algunas conclusiones que realiza Aroskind (James :2003)
del modelo de la ISI. En este período, como consecuencia de la interacción de los
desequilibrios económicos y los avatares políticos y sociales, podemos observar que:

●La confrontación peronismo-antiperonismo no permitió el afianzamiento de


decisiones políticas y económicas para el desarrollo industrial independiente.
●En paralelo, la ideologización de las Fuerzas Armadas con el conflicto comunismo-
anticomunismo, que las llevó a realizar cruzadas anticomunistas sin que existieran corrientes
políticas de ese signo con peso específico en la escena política.
●La inestabilidad política aumentó la imprevisibilidad económica, la incertidumbre del
mediano plazo se constituyó en una forma de funcionamiento económico.
●Esto acentuó una característica de los grupos empresariales y funcionarios a realizar
inversiones a largo plazo, que incentivan al consumo a expensas del ahorro lo cual debilitó el
potencial crecimiento económico autónomo que podría haber generado el desarrollo nacional
definitivo y con un mayor grado de autonomía con respecto al exterior.
●No hubo una política económica que impusiera un real proteccionismo a las industrias
que se pretendían desarrollar. No hubo suficiente planificación estatal en cuanto a políticas de
desarrollo regional ni se fijaron metas de productividad a un empresariado que obtuvo
grandes concesiones del estado nacional.
●Sumado a esto la libre entrada de capitales extranjeros sin restricciones, entra a
competir con demasiadas ventajas en la economía local.
●No hubo una coordinación entre empresas mixtas y las privadas que se articulasen
para lograr mayor eficiencia y productividad en la industria nacional.
●A partir de la revolución argentina comenzó a estrecharse la relación entre el estado y
los grandes empresarios. Esto se expresó en las políticas públicas orientadas específicamente
a promocionar a un grupo de aproximadamente 200 grandes empresas nacionales y
extranjeras en las estrechas relaciones que establecieron diversos conglomerados económicos
con figuras del elenco militar y luego político (el establishment).

Para finalizar este capítulo mencionaremos como se ve afectada la formación


económica y social de argentina durante la ISI. Creemos necesario realizar algunas
interpretaciones tanto a nivel económico como social que, a nuestro entender, se observaron
en las tensiones entre los sectores sociales que aquí analizamos como expresión del debate
163

que no puede resolverse en argentina en esa etapa y que, concluye violentamente en la última
dictadura militar desde 1976.

Desde el punto de vista económico, la inserción internacional de argentina, a partir de


la experiencia de la ISI y el intento desarrollista, estuvo signada por la apertura al capital
monopólico internacional que condicionó a la burguesía industrial nacional al colocarla en
una situación de igualdad con las empresas extranjeras. Se produce lo que Ciafardini llama
“Industrialización Dependiente” término que Laufer (2007:6) explica:

(…) el proyecto desarrollista ha sido caracterizado como “industrialización dependiente” (…). Esta
política se demostró incapaz de resolver un camino de desarrollo verdaderamente independiente e
integrado, aunque haya entrañado buenos negocios para los grupos económicos que fueron participes
del proceso desarrollista (…). En la practica el arribo de inversiones extranjeras y la creación de nuevas
ramas industriales se llevó a cabo en condiciones de monopolio de mercado, con franquicias fiscales y
comerciales, y por lo tanto con su rentabilidad garantizada por el Estado. (…). Tales privilegios y
concesiones -económicas y políticas- constituyen las condiciones “normales” mediante las cuales los
grandes grupos monopolistas realizan ganancias extraordinarias, que no podrían obtener en sus países
de origen y por las que se avienen a radicarse en países signados por mercados internos reducidos y por
su recurrente inestabilidad política, como los de América Latina y los del tercer mundo en general.

Desde el punto de vista de la estructura social el conflicto que no puede resolver el


Estado entre la antinomia peronismo- antiperonismo se profundiza con el ingreso del capital
extranjero:

Esta situación trae aparejada lo que Portantiero denomina “Empate Hegemónico”. El mismo deriva en
una monopolización de los sectores fundamentales de la economía y de creciente control de las
actividades productivas y financieras por parte del capital extranjero. Este se “instala como fracción
dominante en el interior de los grupos propietarios a la gran burguesía industrial financiera y comercial
monopolista, extranjera o asociada con el capital extranjero, desplazando de su predominio tradicional
a la gran burguesía agraria” (Cirio,2014:104)

Es así que, a partir de esta característica, la principal contradicción en la Argentina se


establece por el antagonismo de dos campos de interés liderados por un lado por el capital
imperialista y por la fracción del proletariado directamente explotado por él. Es así que, las
tensiones entre las fracciones de poder local (asociados o no a la fracción dominante
imperialista) y la clase trabajadora argentina se profundizan en los años setenta cuando, a
través del golpe militar apoyados por parte de la clase dirigente local de ideología liberal-
conservadora y asociada al capital extranjero, desplace nuevamente al peronismo.
164

Podemos concluir mencionando el análisis que hace Rapoport sobre este periodo en la
estructura económica social de argentina aquí tratado:

A través de esa sucesión de golpes [de Estado] se fue afirmando la centralidad de las fuerzas armadas
en la vida política del país operando no solo como reserva del poder estatal sino crecientemente como
brazo político, el “partido militar”, de un poder económico concentrado, el de las clases dominantes de
terratenientes y grandes empresarios asociados al capital extranjero. Las políticas económicas sociales
e internacionales que permitían la reproducción de esos intereses dominantes se volvieron, en aquella
etapa de la historia argentina, incompatibles con la vigencia de la constitución y el funcionamiento
normal de las instituciones representativas emergentes del sufragio universal. (Rapoport, 2015:148)
165

Para seguir pensando…

1 Podes identificar cuáles son las diferentes fracciones de poder capitalista que están en
competencia durante el periodo de la ISI? ¿Cuál se establece como hegemónica?

2 Identifica cuales son los aspectos positivos de este periodo de industrialización en la


Argentina y cuales son los aspectos que condicionan a este modelo.

3 Logra la Argentina el desarrollo económico durante la ISI? Justifica tu posición.


166

Bibliografía

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Cirio, Gastón Walter (2014). “Planificación territorial y acumulación capitalista. Vínculos


entre modelos de acumulación y políticas de planificación del territorio argentino
1955-2014”, Realidad Económica 286, IADE, Buenos Aires, agosto-septiembre, P93-117.

Cox, Robert (1981) “Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: Más allá de la Teoría de
Relaciones Internacionales”.

Gerchunoff, Pablo y Llach, Lucas (2003). El ciclo de la Ilusión y el desencanto. Ariel,


Buenos Aires.

James, Daniel (2003) Nueva Historia Argentina: Violencia, proscripción y autoritarismo


(1955-1976) Tomo IX. Buenos Aires. Sudamericana.

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https://www.scribd.com/document/229385974/Laufer-Rube-n-El-desarrollismo-en-Ame-
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Poulantzas, Nikos (1979). “Estado, poder y socialismo”. Barcelona, Siglo XXI Editores.

Rapoport, Mario (2010). Las políticas económicas de la Argentina. Una Breve historia.
Buenos Aires. Grupo editorial Planeta.

Rapoport, Mario (2017). Política Internacional Argentina. Desde la formación nacional a


nuestros días. Buenos Aires. Capital Intelectual.

Thwaites Rey. M. (2005); Entre tecnócratas globalizados y políticos clientelistas: derrotero


del ajuste neoliberal en el Estado argentino; Prometeo; Buenos Aires.

Wallerstein, I. (1998); El moderno sistema mundial, Siglo XXI Editores, México.

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