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América : Cahiers du CRICCAL

La generación del 50 en Chile : razones y efectos de una polémica


Eduardo Godoy Gallardo

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Godoy Gallardo Eduardo. La generación del 50 en Chile : razones y efectos de una polémica. In: América : Cahiers du
CRICCAL, n°21, 1998. Polémiques et manifestes aux XIXe et XXe siècles en Amérique latine. pp. 369-375;

doi : 10.3406/ameri.1998.1402

http://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1998_num_21_1_1402

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La generacion del 50 en Chile :

Razones y efectos de una polémica

La polémica literaria de 1959 se inscribe dentro de los tantos momentos


reflexivos que nan marcado a la literatura chilena y recoge un rasgo polémico
que nos lleva a la primera mitad del siglo XIX en que se enfrentaron dos espîritus
egregios y contrarios, Andres Bello y Domingo Faustino Sarmiento.
Por otro lado, ningun movimiento literario se produce espontaneamente.
Las circunstancias y la presencia de valores que estan inscrustados en la tradition
son el punto de partida. Con mayor razôn cuando se trata de situaciones polémicas.
La polémica que se centré en torno a la Generacion del 50 no escapa a lo
afirmado. El détonante fue un artïculo que apareciô en un diario de la capital
chilena que, cual reguero de pôlvora, se extendiô por toda nuestra geografïa.
Aflora, asi, un interés inusitado por la literatura, como no habia sucedido antes de
1959 y como no ha sucedido hasta hoy.
l Cuâles fueron los hitos que antecedieron a la polémica de 1959 ?
Al revisar la década que va del 50 al 60, se palpa que algo nuevo sucede en
el âmbito literario nacional. Junto a autores representatives de generaciones
anteriores — Manuel Rojas, Nicomedes Guzman, Eduardo Barrios, Mariano
Latorre, Marta Brunet ... por mencionar algunos — nuevos nombres aparecen en
el escenario chileno que van creando una sensibilidad renovadora que comienza a
cuestionar la razôn de ser de la literatura nacional.
Entre los hechos considerados claves en la formaciôn de esa nueva
sensibilidad, pueden senalarse :
L— La publicaciôn de Antologia del Nuevo Cuento Chileno, 1954, en que
Enrique Lafourcade reûne, por primera vez, a una série de cuentistas unidos por la
creaciôn de mundos y preocupaciones estéticas similares. Se editan cuentos de José
Donoso, de Jorge Edwards, de Jaime Laso, de Margarita Aguirre, de Enrique
Lihn. . . y otros que son nombres significatives en el contexte de la Generacion del
50.
2.— La publicaciôn de dos colecciones de cuentos. En 1952, Jorge Edwards
édita El patio, ante cuya lectura Gabriela Mistral expresa una perplejidad moral al
no encontrar en esta joven literatura ni fe ni esperanza ; Alone, el critico mas
significativo del tiempo, expresô, a su vez, perplejidad literaria ante esta nueva
escritura. En 1954, Claudio Giaconi publica La dificil juventud en que prima el
escepticismo, la incomunicaciôn, la soledad, el desencanto, la desorientaciôn. El
juicio de Alone es decidor : « El arte de Giaconi no es nada tranquilizador. Si
traduce, como afirman, el aima de las nuevas generaciones y révéla el futuro, ya
podemos ir preparando ropajes funèbres. — Que gran enterrador !. » (El Mercurio,
12junio,1955).
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3.— El periodo que abarca entre 1956 y 1958 se transforma en punto clave
del grupo generacional. Se editan siete novelas que marcan la vigencia
generacional : una série de motivos comunes, una atmôsfera similar, el intento de
superar los patrones caracteristicos de la generaciôn anterior, los identifica. Esas
novelas son : Daniel y los leones dorados (1956) de José Manuel Vergara,
Coronation (1957) de José Donoso, La vacilaciân del tiempo (1957) de Alfonso
Echeverria, El cepo (1958) de Jaime Laso, Islas en la ciudad (1958) de Maria
Elena Gertner, El huésped (1958) de Margarita Aguirre, Para subir al cielo (1958)
de Enrique Lafourcade.
4.— En 1958, se realizan los dos primeros Encuentros de Escritores
Chilenos, organizados por la Universidad de Concepciôn, el primero entre los dias
20 y 25 de enero en Concepciôn y el segundo entre el 19 y el 24 de julio en
Chilian. Intervienen aquî algunos de los intégrantes de la Generaciôn del 50 :
hicieron oir su voz Armando Cassigoli, Enrique Lafourcade, Herbert Muller, José
Manuel Vergara, Claudio Solar, Alfonso Echeverria, Jorge Edwards, Claudio
Giaconi. Este ultimo leyô un ensayo titulado Una experiencia literaria que es
considerado como un verdadero manifiesto generacional. Seis puntos configuran el
Programa generacional : superaciôn definitiva del criollismo, apertura hacia los
grandes problemas contemporâneos, superaciôn de los métodos narrativos
tradicionales, audacias formales y técnicas, mayor riqueza y realismo en el buceo
sicolôgico y eliminaciôn de la anécdota.
Alfonso Echeverria clarifica en esta oportunidad (Dilema entre la libertad y
la mediocridad de la literatura chilena) uno de los puntos claves de dicho
Programa :
Queremos cultivar, queremos defender nuestra nacionalidad. Es lo mas auténtico, lo
mâs profundo que poseemos. Pero no creemos que ella esta confinada a los limites
estrechos de dialectos y costumbres. Tiene caractères que rebasan esos limites.
Frente a la soledad del hombre de America, frente a la magnitud de su residencia
terrestre, el costumbrismo résulta chato y periférico.
Estos son los hechos que crearon un clima distinto y que precedieron al
estallido de la polémica de 1959. Solo faltaba el détonante que lo hiciera posible,
el que llegô el 10 de marzo al publicar Jorge Ivan Hûbner en El Diario Ilustrado,
periôdico conservador hoy desaparecido, un artîculo bajo el signo interrogativo
l Juventud en crisis ? en que enjuiciaba publicamente a très autores de la naciente
generaciôn. Ellos eran José Donoso, Claudio Giaconi y Enrique Lafourcade.
Menciona concretamente Coronaciôn del primero, La dificil juventud del segundo,
y Pena de muerte y Para subir al cielo del tercero.
Las creaciones de estos très autores son revisadas desde un ângulo
estrictamente ético. Piensa el articulista que el mundo representado en las
narraciones nombradas no obedece a un sentimiento auténtico. Sostiene que : « En
todos ellos [...] hay una série de elementos comunes : filosofia subyacente o
manifiesta de la desesperanza ; ambiente pagano, materialista, a veces de abyeeta
sordidez ; predilecciôn por las miserias humanas (ebrios, delincuentes, meretrices,
afeminados), y afân realista que se solaza en las escenas chocantes y las palabras
sœces ».
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Todo este clima narrativo lo considéra Hûbner como influencia directa de la


concepciôn existencial que en esos momentos predominaba en el medio intelectual
chileno :
Esta joven literatura chilena, pesé a su indudable valor, ha sufrido el contagio del
« existencialismo » que envilece y rebaja las creaciones artisticas [...]. En Chile, pais
en crecimiento, lleno de vitalidad y optimismo de los pueblos jôvenes, no se concibe
sino como un morbo imitativo y décadente, una literatura sombria y desesperanzada.
Bajo este ângulo se revisan Coronation, La difïcil juventud y Para subir al
cielo. Dicho examen le produce al articulista una desazôn que se expresa en
interrogantes que calan hondo en su concepciôn ética del mundo :
La nada, la angustia, la miseria, el vicio, la falta de rumbo y de sentido en la
existencia humana, son notas dominantes en esta extrana literatura juvenil. i Se trata
de signos de una época atormentada y angustiosa como la nuestra ? i Son reacciones
propias y auténticas o solo refïejos de la novelîstica europea contemporânea ? L Por
que en tan poco tiempo hemos pasado del « criollismo », fatigoso y banal, pero sano,
a este « existencialismo » oscuro, morboso y sin nobleza ? i Que podemos esperar de
una juventud que piensa y siente como una ancianidad derrotada ?
Très dias después, el 13 de marzo, en el mismo diario, Enrique Lafourcade,
paladin del grupo, responde a Hiibner en un articulo que lleva por nombre « La
virtud de los herejes ». En él, hace algunas observaciones claves para comprender
las bases que sustentan al nuevo grupo generacional. Esta de acuerdo en el término
crisis, lo que relaciona con el ambiente de cambio que se percibe en la literatura
chilena del momento, rechaza la apreciaciôn negativa del existencialismo y vincula
directamente la creaciôn literaria con el momento histôrico. Expresa juicios lapi-
darios sobre la literatura anterior.
Paso la edad de los notarios en Hispanoamérica, con sus actas, sus
catastros, su inventariaciôn sistemâtica de la flora y fauna, de modismos y voces
dialectales. Novelas y cuentos que no podian prescindir del glosario explicativo,
intraducible. Obras valiosas y necesarias, pero de interés local.
Da respuesta a la acusaciôn de cultivar una literatura de tono pesimista :
[...] Si la nueva literatura chilena es sombria y colérica, terrible y ruerte... (lo es)...
como una consecuencia directa del mundo desintegrado y caôtico en que « le ha
cabido en suerte » escribir... i Como pedirle entonces, a esta literatura enfrentarse a
un mundo complejo, violento, en trânsito, como solicitarle que sea optimista, rosa,
festival ?
Cuatro dias después, 17 de marzo, Hûbner da respuesta a lo sostenido por
Lafourcade en Interrogantes literarias. Esta de acuerdo en la necesidad de superar
la tendencia criollista, a la que califica como etapa primitiva y ramplona, pero
sostiene, al mismo tiempo, que la necesidad de universalizaciôn o la bûsqueda de
temas trascendentales no tiene por que «[...] en forma inevitable descender hacia
los oscuros abismos en que el espiritu agoniza », y se pregunta :
l Por que la nueva generaciôn chilena busca la universalidad en el mal, en la
angustia, en la desesperaciôn, en vez de encontrarla en la fe, el optimismo y la
esperanza que son los verdaderos atributos de una juventud americana ? i Por que la
Generaciôn del 50 es portadora de este extrano mensaje de escepticismo y
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desorientaciôn ? i Es el contagio intelectual de una juventud europea socavada por


todo tipo de problemas o es el sîntoma anticipado y sombrio de una futura crisis del
espiritu en Chile ?
Para el critico en cuestiôn, el mundo novelesco de este grupo de escritores
no représenta al medio en que realmente esta incrustado. En este punto radica el
quid del problema.
Un nuevo participante entra en escena. Se trata de Herbert Muller,
intégrante de la generaciôn, que, en el mismo diario, publica el 21 de marzo su
articulo « Ciertas interrogantes literarias ». Afirma taxativamente :«[...] la litera-
tura no puede ser otra cosa que un reflejo directo o indirecto del ambiente
espiritual y social del pais que la produce », defendiendo de este modo el mundo
degradado que las obras que dieron origen al articulo inicial traen consigo ; pero
advierte que eso no es todo, pues coexisten otro tipo de valores y, en este sentido,
da como ejemplo la novela de Enrique Lafourcade Para subir al cielo. Revierte la
acusaciôn que se encuentra en la base del planteamiento de Jorge I. Hiibner :
« ...me permito acusarlo de buscar en la literatura joven lo malsano ».
En menos de dos semanas, once dias para ser exactos, se publican en la
prensa chilena los cuatro articulos que se han resenado, dando comienzo a la
llamada Polémica de 1959 y que constituye un momento muy especial en nuestra
literatura, la que se convierte en primer actor y entra al debate pûblico. Diarios,
radios, revistas especializadas y de informaciôn se convierten en verdaderas
tribunas populares. Ni antes ni después la literatura ha tenido en mi pais tal papel
protagônico. He aqui uno de los puntos claves a considerar al hacer el balance de
la significaciôn de la Generaciôn del 50.
Desde este momento, los acercamientos — positivos y negativos — se
multiplican. En seis meses, se publican alrededor de un centenar.
Sucintamente, anotaré, a continuaciôn, algunas opiniones emitidas que me
parecen valederas y que apuntan a situar la polémica en un ângulo estrictamente
literario.
Enrique Lafourcade, lider indiscutido del grupo, participa en ella reitera-
damente. Llama a discutir los problemas esenciales en un foro pûblico (Contionem
volumus, 6 de abril) y plantea quemantes interrogantes. Luego, en el ensayo
Estética y moral de la Generaciôn del 50 (18 de abril) establece una doble posiciôn
en los participantes : los que se inclinan por un enjuiciamiento moral y los que
propician una vision estética para concluir diciendo que : « La Generaciôn del 50
tiende a expresar problemas y experiencias estéticas y, por anadidura, morales,
sociales, sicolôgicos... »
Claudio Giaconi — cuya obra La dijïcil juventud fue una de las enjuiciadas
por Jorge Ivan Hûbner que « detonô » la polémica y que, como se ha dicho, fue el
que expuso un verdadero programa generacional en el Segundo Encuentro de
Escritores Chilenos — participa activamente en la polémica con articulos
publicados en El Diario Ilustrado los dïas 3 y 13 de abril y 5 de julio ; en El Dia
de la Serena el 24 de mayo y el 6 de junio, y en La Naciôn los dïas 14 y 21 de
junio. Giaconi recoge el guante y ataca a los enjuiciadores a los que acusa de
parciales y de desconocer la realidad chilena. Réitéra el programa generacional
mencionado y sintetiza su posiciôn estableciendo que :
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Los enfoques espûreos han ido desvirtuando un hecho que debe analizarse en
relation estricta con lo puramente literario. Mientras la Generaciôn del SO se
mantuvo sin excéder su dominio estético, todo rue miel sobre hojuelas. Es
sospechoso. Bastô que adquiriese [...] cierta dimension pûblica para que se la
midiese segûn un rasero politico.
En conversation con quien habla, Giaconi ha establecido lo que me parece
sustancial en el momento de dilucidar lo que fue la Generaciôn del 50. Dijo :
[...] produjo una literatura distinta a la que nos precediô, o sea, la literatura de la
Generaciôn del 38, con su compromiso social por una parte y equidistante también de
esa literatura de vanguardia que también fue la del 38, la que en buena parte nosotros
rechazamos, por ser una importaciôn directa de Paris. Nosotros éramos localistas, en el
sentido que nos interesaba nuestro habitat, pero con una aspiraciôn universalista.
Tuvieron también presencia en la polémica escritores vigentes en el
escenario chileno, los que terciaron entregando opiniones diversas. Tanto Marta
Brunet como Manuel Rojas y Benjamin Subercaseaux (« Très escritores consa-
grados defienden a los jôvenes », Ercilla, 15, abril) toman partido por la nueva
promociôn de escritores y afirman que el clima que caracteriza a su mundo
novelesco es solo trasunto del medio en el cual estân insertos. Defienden, ademâs,
su estilo escritural.
Distinto es lo que sostiene Ernesto Montenegro (La Naciôn, 10, agosto)
quien los critica por desconocer lo realizado por los escritores chilenos anteriores y
enjuicia duramente su producciôn al decir que sus creaciones « ...son meros
episodios, esbozos o simplemente anécdotas diluidas en un lenguaje pobre y
banal ».
Los mas connotados criticos del tiempo que ejercîan su oficio en nuestros
diarios, también intervienen en la polémica. Ricardo Latcham centra su critica en
la publicidad literaria : « ...La Generaciôn del 50 ha dado un impulso desconocido
a la novela y el cuentof...] es morbosa, critica, inconformista y algo erotica » (La
Naciôn, 24, abril) ; Francisco Dussuel alaba en ellos su autenticidad : « Respe-
tamos la sinceridad con que actuan, la rebeldia de sus anos, la fiebre iconoclasta
que los empuja a destrozar los falsos valores, a desenmascarar la maldad oculta
tras el esplendor de una sociedad brillante y libertina. . . » (El Diario Ilustrado , 29,
marzo) ; Luis Sanchez Latorre, Filebo, esta en la misma linea : « Restituyen a las
letras el acento, mas de una vez extraviado, de la autonomîa del arte, en que la
originalidad del estilo, la sapiencia técnica y la sensibilidad estética se sobreponen
a un concepto ancilar de la creation literaria. » (La Patria, 6, mayo).
Como contrapartida, no faltan los detractores desde el campo de los
criticos. En este sentido, sobresalen los enjuiciamientos de Yerko Moretic, para
quien : « estos incorruptibles jôvenes coléricos van asumiendo actitudes cada vez
mas reaccionarias, se colocan bajo la tuition de los agentes intelectuales del
Departamento del Estado, o se convierten en vergonzantes propagandistas del
actual régimen » (El Siglo, 26, abril) y el de Juan de Luigi que ataca la raïz de la
polémica asi como a los que participan en ella :
Toda esta gente escribe, se ataca, se defiende y, sobre todo, hablan. Y esta es la
polémica. Muy importante y fundamental como se ve. Y si todos juntos, los unos y los
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otros, se meten en un saco y se los comprime para ver que sale, no sale ni una gota, ni
de inteligencia ni de cultura. Y menos de creaciôn real (La Libertad, 4, septiembre).
El impacto que la polémica de 1959 provocô en los medios intelectuales
chilenos de la época quedô demostrado concretamente en los foros pûblicos
realizados en los dos centros culturales mas importantes del pais : el primero tuvo
lugar el 29 de abril en la Pontificia Universidad Catôlica de Chile, y fue presidido
por el Présidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Julio Barrenechea ; el
segundo, se realizô el 23 de junio en la Universidad de Chile y fue dirigido por el
propio Rector, profesor Juan Gômez Millas.
Lo que hemos descrito hasta este momento muestra cômo el interés por lo
discutido y expuesto fue creciendo. Alrededor de cien artïculos vieron la luz en
estos meses en que se defendia, se atacaba o simplemente se exponîa algun punto
relacionado con obras, temas o autores de la Generaciôn del 50 o se discutïa su
existencia y validez.
Todo lo anterior conduce directamente a un hecho también nuevo que
sucede en enero de 1960, entre los dias 18 y 22, en que la literatura chilena séria
sometida a proceso en la Universidad de Chile, en Valparaiso. En ese proceso,
tuvo participaciôn clave uno de los mas significatives novelistas del 50, José
Manuel Vergara, quien actuô como acusador. Las razones que se esgrimieron para
tal proceso estân directamente vinculadas con lo que postulaba la Generaciôn del
50 y que salieron a relucir en la polémica de la que hemos hablado. Un punto
résulta clave en los considerandos de la acusaciôn : aquella que sostiene que la
literatura chilena nos ha dejado « [...] mudos ante el concierto universal de voces
peculiares de cada pueblo ».
En la década del 60, los intégrantes del 50 se convierten en los autores
vigentes. Los nombres de José Donoso, Jorge Edwards, Guillermo Blanco,
Enrique Lafourcade, Miguel Arteche, Enrique Linn, Jorge Teillier, Luis A.
Heiremans, Sergio Vodanovic, Egon Wolff, entre otros, ocupan el primer piano.
Y de nuevo una polémica se va a centrar en torno a su quehacer literario. En los
dias 2 y 9 de abril de 1967, el profesor Mario Rodriguez publica dos articulos en
La Naciôn, de Santiago, con el significativo titulo de « i Por que es mediocre la
novela chilena ?» y « El fracaso de la Generaciôn del 50 ».
Como lo dicen los tïtulos y la fecha en que se publicaron ambos ensayos, se
acusa directamente a los novelistas de la Generaciôn del 50 de la decadencia
mencionada. El ensayista da las razones de sus afirmaciones ( la novela chilena
configura un mundo que carece de trascendencia, su funciôn es intrascendente,
existe una ausencia de una perspectiva teôrica sobre el género, falta una figura
capaz de romper la tradiciôn naturalista y de crear una nueva tradiciôn) y culpa
directamente a los autores de la Generaciôn del 50 de fracasar, porque :
[...] prefiriô los aspectos faciles, los temas publicitarios, en rigor lo epidérmico,
imitô sin discriminaciôn. Pretendiô un cosmopolitismo que en el mejor de los casos
lo llamaria falso, y de este modo banalizô y, al mismo tiempo, desprestigiô los
logros de la novela contemporânea.
De esta vision negativa solo hace excepciôn de José Donoso, Jorge Edwards
y Hernân Valdés.
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Estos articulos del profesor Rodriguez generan una nueva polémica que esta
vinculada estrechamente con la que ha constituido el centro de esta exposiciôn.
En el momento de hacer el balance de la significaciôn que la polémica
literaria de 1959 tuvo en la historia de la literatura chilena, podemos senalar :
1.— Fijô, de manera definitiva, la existencia de la Generacion del 50.
2.— La literatura chilena fue conmovida en sus cimientos al postular sus
intégrantes una profunda renovaciôn del discurso narrativo hasta entonces
practicado en Chile.
3.— La literatura se transformé en tema de discusiôn pûblica, como nunca
se dio, antes y después de esa fecha.
4.— La discusiôn se centré en dos puntos : el moral y el estrictamente
literario. De un enjuiciamiento moral dérivé a posiciones estéticas.
5.— Desde el ângulo estético, se propuso la incorporaciôn del quehacer
literario a lo que se practicaba en el resto del mundo y se rechazaron las concep-
ciones costumbristas o criollistas, particularmente cultivadas en ese momento.
Postularon, en este sentido, una renovaciôn tanto a nivel del discurso social como
del discurso literario.

No puedo terminar esta exposiciôn, sin referirme a la verdadera influencia


que la Generacion del 50 ejerciô en la novela que posteriormente se escribiô en
Chile.
Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido — casi cincuenta anos —
puede afirmarse que abriô nuevos rumbos en el quehacer novelesco nacional al
propiciar desde ângulos temâticos y estmcturales nuevas maneras de entender la
creaciôn. La critica literaria negativa, en sus inicios, caracterizada por su
inmediatez, se ha visto desmentida por los logros obtenidos a través de estos anos.
Solo quiero senalar la larga série de novelas escritas por los intégrantes del 50 y
que no pueden ser ignoradas en cualquier revision que se haga de la novela
nacional durante estos ûltimos anos. Elias son la prueba palpable de la nueva
configuraciôn del discurso literario.
Eduardo GODOY GALLARDO
Universidad Catôlica de Valparaiso.
Bibliografîa :

ALEGRIA, Fernando : Las fronteras delrealismo, Santiago de Chile : Zig-Zag, 1964.


GODOY, Eduardo : La generacion del 50 en Chile. Historia de un movimiento literano.
Narrativa., Santiago de Chile : La Noria, 1991.
GOIC, Cedomil : Historia de la novela hispanoamericana., Valparaiso : Ediciones
Universitarias de Valparaiso, 1972.
PROMIS, José : La novela chilena del ultimo siglo., Santiago de Chile : La Noria, 1993.
MUNOZ, Luis y OELKER, Dieter, Diccionario de movimientos y grupos literarios
chilenos, Conception : Ed. Universidad de Conception, 1993.
SANCHEZ LATORRE, L : Los expedientes de Filebo, Santiago de Chile : Zig-Zag, 1965.
SILVA CASTRO, L. : Panorama literario de Chile, Santiago de Chile : Editorial
Universitaria, 1961.

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