Está en la página 1de 4

Principales enfoques teóricos

Segundo, si bien las prácticas y tradiciones familiares varían de una cultura a otra,
la mayoría de las culturas, si no es que todas, valoran a las familias. Tercero, dado
que los padres participan como compañeros, traen consigo el conocimiento del
contexto familiar. Proporcionan información y entendimiento que a un terapeu-
ta le resultaría imposible obtener sin su colaboración. Es común que los padres
ofrezcan indicios importantes que ayudan a identificar los posibles significados de
los temas del juego de sus hijos en un contexto cultural. Quizá uno de los rasgos
más importantes de la competencia cultural en la psicoterapia es la posibilidad
de hablar con libertad acerca de las creencias y prácticas culturales y el respeto
otorgado a los clientes por sus experiencias únicas. El proceso de la terapia filial,
con su énfasis en la empatía, la aceptación y el empoderamiento, honra e incor-
pora la singularidad e individualidad de los niños y familias participantes, y las
consideraciones culturales desempeñan un papel importante en esa singularidad.

APOYO EMPÍRICO
La terapia filial es una de las formas de la terapia de juego más estudiadas. A lo
largo de sus 50 años de historia se han hecho investigaciones sobre su eficacia y
su proceso; también se ha estudiado la forma grupal de educación a los padres,
conocida como terapia de la relación entre el niño y los padres (TRNP) (Landreth
y Bratton, 2006). Un metaanálisis de la terapia de juego y la terapia filial demos-
tró con claridad que la participación de los padres, en especial en la forma de la
terapia filial, mejoraba considerablemente los resultados de la terapia de juego
(Bratton, Ray, Rhine y Jones, 2005). Un resumen de la investigación sobre la tera-
pia filial muestra la solidez de esta integración de terapia de juego y terapia fami-
liar (VanFleet, Ryan y Smith, 2005). En general, estudios controlados de la terapia
filial han demostrado de manera sistemática mejoras en la conducta infantil y los
problemas reportados, aceptación y empatía de los padres, mejora en los niveles
de habilidad y de estrés de los padres, y mayor satisfacción con la vida familiar.

CASO ILUSTRATIVO
En el siguiente caso ilustrativo se cambió toda la información que permitiría la
identificación de los clientes para proteger su privacidad. Además, este caso re-
presenta una combinación de tres familias en circunstancias similares. Pese a ello,
ofrece una imagen realista del proceso e impacto de la terapia filial.
Marli tenía cuatro años cuando fue colocada en un hogar sustituto después de que
en repetidas ocasiones su madre alcohólica la había dejado sola con un amigo que gol-
peaba a la niña sin cesar porque no podía dejar de llorar cuando estaba con él. Este fue
un caso de negligencia, y aunque Marli tenía un gran apego a su abuela materna, tam-
poco ella parecía una tutora apropiada por sus problemas de abuso del alcohol, por lo
que mostraba conducta errática. A Marli le agradaba su familia sustituta, un ma-
trimonio joven, pero tenía dificultades para controlar los arrebatos que presentaba de
manera periódica debido al trauma, aunados a graves problemas conductuales. De ma-
nera inesperada, Marli empezó a presentar ataques de furia en que gritaba, hacía hoyos
en las paredes y amenazaba con lastimar a los padres sustitutos y quemar su casa. En
ocasiones también trataba de patear a los padres. Al principio la pareja había mostrado

164
Terapia filial

interés en adoptar a la niña si eso fuera posible, pero las dificultades para manejar su
conducta hicieron que reconsideraran su decisión. Al no saber cómo controlarla, a me-
nudo la amenazaban con enviarla a una institución si no se comportaba.
Marli y sus padres sustitutos fueron remitidos a los servicios de terapia de
juego por la dependencia de cuidado sustituto. Después de la entrevista inicial y la
evaluación familiar integral, la terapeuta recomendó la terapia filial como núcleo
de un plan global de tratamiento que incluía terapia de juego individual para el
manejo del trauma así como consulta con los padres para controlar el ambiente
del hogar. Se consideró que la terapia filial dotaría a los padres sustitutos de las
herramientas que necesitaban para estabilizar la situación, aliviar las tensiones
y crear un ambiente cariñoso pero estructurado para Marli. Era probable que la
niña se beneficiara de las sesiones de juego a medida que resolviera los senti-
mientos relacionados con su historia de trauma y apegos rotos y estableciera una
relación más sana con su familia sustituta.
Steve y Lauren, los padres sustitutos, estaban dispuestos a aprender a dirigir
las sesiones de juego y cambiar la atmósfera negativa de su hogar. Expresaron
que su deseo de adoptar de Marli se mantendría si fuese posible controlar y más
adelante eliminar sus conductas extremas. Tres sesiones de entrenamiento de una
hora les bastaron para aprender las habilidades de la sesión de juego. La terapeuta
añadió una sesión adicional de juego simulado en que les enseñó cómo responder
a material sumamente emocional o agresivo durante las sesiones de juego y los
hizo practicar el establecimiento de límites.
A Marli le encantó tener la primera sesión con Lauren. Al principio jugó con
cautela con los platos y alimentos de plástico, pero después de unos minutos salpicó
el agua. Abría el recipiente y trataba de mojar a Lauren, quien se hacía a un lado
y establecía un límite: “Marli, no puedes lanzarme agua ni mojarme, pero puedes
hacer casi cualquier otra cosa”. Marli jugó luego con una muñeca y decía: “Esta es
una bebé malvada. Puede hacer lo que quiera”. Después fingió que el bebé lanzaba
el agua a Lauren. Con un poco de duda, Lauren pasó a la segunda fase del estableci-
miento de límites: “Marli, recuerda que te dije que no podías mojarme. Si lo intentas
de nuevo, dejaremos el cuarto de juego”. Marli contestó: “¡No fui YO, fue esa BEBÉ
MALVADA!” Lauren guardó silencio en este punto, pero Marli no lo intentó de
nuevo. En lugar de eso, jugó con el bebé en una esquina dándole la espalda a Lauren.
Durante la sesión de información realizada al final, la terapeuta examinó con
Lauren los múltiples puntos buenos de la sesión de juego; la elogió por el uso de la
escucha empática y su habilidad para reconocer algunos de los sentimientos de Marli,
así como por su firmeza al establecer los límites; también le sugirió algunas formas de
reflejar algunos sentimientos de enojo de la niña y una respuesta que podría usar si
Marli intentaba culpar por su mala conducta a bebés malvados o a cualquier otra cosa:
“Marli, yo sé que quieres mojarme, pero no importa si eres tú o los bebés malvados. Si
vuelvo a ser mojada, tendré que dejar el cuarto de juego especial”. Lauren dijo que le
aliviaba saber cómo manejar esta situación, y Marli no volvió a presionar.
Marli continuó con su juego desafiante en la siguiente sesión con Steve, aunque
eligió otras conductas para poner a prueba los límites, como lanzarle objetos y tratar
de subir a la mesa. La terapeuta analizó con Lauren y Steve la manera en que esos

165
Principales enfoques teóricos

aspectos agresivos del juego no sólo pretendían poner a prueba los límites sino posi-
blemente expresaban algunos de los sentimientos de enojo reprimidos de Marli por
su dificultad en el pasado. Ambos padres admitieron esa posibilidad.
La tercera sesión de juego de Marli, que fue con Lauren, cambió un poco. La niña
trató de romper un solo límite al inicio y luego jugó con los muñecos bebés durante
el resto de la sesión. Le dijo a Lauren que tenían que ir a comprar algunos bebés y
que debían elegir a los “buenos”. Lauren, en el papel que Marli le había asignado,
fue a la tienda imaginaria y preguntó a la vendedora (Marli) si tenía algunos bebés
buenos en venta. Marli le ofreció uno e intercambiaron dinero de juguete por el
muñeco. Luego Marli le dijo a Lauren (ambas todavía en su respectivo papel) que
debía cuidar bien de su nuevo bebé.
En el análisis posterior a la sesión, Lauren y Steve (que había presenciado la
sesión desde una esquina del cuarto de juego) expresaron sorpresa de que Marli
representara ese tipo de escenario de adopción. Se mostraron entusiasmados por
continuar cuando empezaron a ver el potencial de las sesiones de juego para libe-
rar algunos de los sentimientos y experiencias de Marli.
En la siguiente sesión de juego con Steve, Marli anunció que el bebé que había
comprado era muy malo y procedió a darle nalgadas muy fuertes por una serie infi-
nita de fechorías. Steve hizo un excelente trabajo al reflejar el enojo de la niña hacia el
bebé, el hecho de que el bebé al parecer no podía hacer nada bien y lo frustrante que
esto resultaba para Marli. En el análisis posterior, Steve dijo que había podido advertir
con mucha claridad los sentimientos de la niña y sentir la intensidad de los mismos.
Debido a la dificultad para controlar a Marli, Steve y Lauren pidieron a la te-
rapeuta que observara varias sesiones más antes de que las realizaran en casa. Fue
durante esas sesiones que Marli empezó a hablar como bebé, a sentarse en el regazo
de sus padres y a pedirles que le cantaran y le contaran cuentos. Había aparecido un
tema de cariño. Marli también jugaba de manera regular con la pequeña figura de
un novio vestido con un traje negro al que llamaba “el tipo malo”. En su juego, el tipo
malo causaba mucho daño a diversos personajes, pero al final era enviado a la cárcel
(una pequeña estructura hecha con cubos). Este juego parecía una reminiscencia de
su enojo hacia el amigo de la madre que la había tratado tan mal.
Con tanta información relevante que se desplegaba ante ellos, Lauren y Steve
desarrollaron un gran compromiso en el mantenimiento de las sesiones de juego.
Se habían vuelto competentes en su realización y la terapeuta les insistía en que
empezaran las sesiones más independientes en casa. Planearon que cada uno rea-
lizaría una sesión especial de juego con la niña durante 30 minutos a la semana.
Durante su primera sesión de juego en casa con Steve, Marli puso a prueba dos
límites, y al final acordaron “alimentar” a las muñecas. La niña preparó luego una
comida imaginaria para que Steve la comiera, lo que él hizo con gran entusiasmo.
Casi al final de la sesión, Marli empezó a fingir que era un monstruo aterrador
que asustaba y atacaba a gente inocente, incluyendo a Steve. En otras sesiones
le pidió a Lauren y Steve que simularan ser el monstruo y usaran máscaras. Les
pidió que fueran aterradores, pero no demasiado. Ellos intentaron jugar como la
niña deseaba. Aunque al principio se mostraba vacilante, Marli se volvió cada vez
más audaz en sus esfuerzos por derrotar al monstruo, al que simulaba disparar y

166
Terapia filial

apuñalar con el cuchillo de plástico. Ambos padres hacían ruidos de monstruo


que la divertían mucho.
Después de varias sesiones de juego en la casa, Steve y Lauren informaron que
Marli se comportaba mucho mejor y que parecía más capaz de establecer una co-
nexión emocional con ellos. Sus sesiones de juego todavía incluían temas de poder
y control, pero sus intentos por tomar el control de la casa habían disminuido nota-
blemente. Marli también pidió a cada uno de sus padres, por turnos, que se pusie-
ran las máscaras de monstruo y que “actuaran de manera realmente aterradora”; al
parecer, estaba esforzándose por dominar algunos de sus temores.
La terapeuta continuó supervisando las sesiones de terapia filial de Marli en
casa a la vez que ayudaba a Lauren y Steve a identificar nuevas formas de manejar
sus conductas desafiantes. Ambos padres estuvieron de acuerdo en que los arre-
batos de la niña habían disminuido. A medida que los padres entendían mejor su
juego y se mostraban más compresivos, Marli simulaba que era una niña “mayor”
que trataba de ayudar a sus padres con los nuevos bebés muñecos que iban a
adoptar. Les dijo que si les pegaban a los bebés tendrían que ir a una “escuela para
mamis” o a una “escuela para papis”.
Debido a la intensidad de su trauma y de sus problemas de apego, la terapia
filial de Marli duró alrededor de 35 sesiones. Al final de la terapia se observó una
mejoría notable de su conducta en el hogar, en la escuela y en la comunidad.
Lauren y Steve estaban muy complacidos al darse cuenta de que su comprensión
de los sentimientos intensos y el trauma sufrido por la niña los había ayudado a
tomar mejores decisiones en su crianza. El juego los había unido y, una vez más,
estaban considerando la idea de adoptar a Marli.
En este caso, Marli pudo representar los aspectos clínicos y del desarrollo de su
vida en un clima de seguridad y aceptación creado por sus padres. Su aceptación
la ayudó a empezar a aceptarse a sí misma, incluyendo las partes “malas” relacio-
nadas con su historia de maltrato. Sus conductas en la vida cotidiana mejoraron
notablemente a medida que florecía su relación con Steve y Lauren. Al parecer,
Marli se adaptó bien al hogar y a la escuela. Steve y Lauren describieron un am-
biente familiar más tranquilo y menos estresante, y reconocieron también que
estaban funcionando mucho mejor como padres; tenían una visión más realista
de las posibles dificultades por venir, pero las enfrentarían con gran confianza al
saber que habían dominado las habilidades que los ayudarían a enfrentarlas de
manera eficaz. Sentían que su apego hacia Marli había sido enriquecido por las
sesiones de juego y tenían gran esperanza acerca de su futuro juntos.

DIFICULTADES PARA PONER EN PRÁCTICA EL MODELO


Existen varias dificultades para poner en práctica la terapia filial, que por lo re-
gular pueden ser superadas. En las etapas iniciales los padres suelen tener dudas
acerca del valor de la terapia de juego y de la razón por la que deberían participar.
Algunos padres están tan frustrados por el fracaso de todo lo que han intentado
que esperan que el terapeuta pueda hacerse cargo del problema sin su interven-
ción. Los padres pueden mostrarse escépticos acerca del poder del juego para
resolver problemas de conducta en particular, y no esperan que deban conducir

167

También podría gustarte