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CALOR

Miras el baño.
Él, espumante hasta la saciedad, te desafía.
Sientes que te mira y te reta.
¿Tendrás la osadía?
¡Claro que sí!
¡Para eso viniste!
Encoges la pierna…
Mueves tu pie hacia la espuma; cosquillándote suavemente.
El blancor efímero rodea tu pie como animado por vida propia.
Le rodea y lo engloba con su blancor inmaculado… por ahora.
El dedo gordo toca el agua y un escalofrío parte del extremo hasta el cerebro en una
carrera desenfrenada.
Tus pelos se erizan, traicionando el progreso del espasmo largo.
Crece a la velocidad de la Luz ¡hasta el cabello que se pone de punta!
El calor te invade, lentamente…
La progresión se lee en tus ojos, brillantes como diamantes oscuros refletando el
eco del suspiro que todavía no llega hasta tus labios.
Tu pie se hunde lentamente, cercado por todas partes por ese calor malicioso que
asalta tu carne hasta lo más profundo, hasta lo más íntimo, hasta lo que escondes a
ti misma, hasta lo más verdadero en ti, hasta que te rindes.
Tu cuerpo entero sufre el ataque tierno y repentino del agua más caliente que tu
intenso calor propio.
Una sensación de bienestar total difunde sus olas por tus pantorrillas, escalando tus
muslos hasta que, por fin, te sumerges en un abandono total, entregándote toda,
entera, liberada, en un abandono que confina al masoquismo.
La espuma sube hasta por encima de tu cabello y respiras entrecortadamente,
jadeando frente al asalto del incendio de agua
¡Jamás habías tomado baño tan caliente!
Jamás habías sentido lo que sientes…
Una idea loca atraviesa tu mente enturbiada por el aliento del baño.
“voy a hundir mi cabeza dentro del agua”
¡Insensata!
Y lo haces…
Entonces empieza la ronda de las oleadas:
Calor
Escalofrío
¡Más calor!
¡Más escalofrío¡
Solo una palabra puede describir con todas sus dimensiones lo que sientes:
Gozo.

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