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Sustitucion

En este texto hay un problema, ¿cuál es? Hagan las modificaciones necesarias para que recupere la
coherencia.

Francisco es el más gracioso del grupo. Si hay alguien que sabe contar
chistes y hacerte reír hasta que te duelan las costillas es Francisco. Mis amigos
y yo, en todos los recreos le pedimos que nos cuente algunos. Estamos
pensando en copiarlos y armar un libro. Después le vamos a pedir que lo
autografíe. Francisco es el amigo más divertido que mis amigos y yo
podríamos tener.

Pensamos en el siguiente caso: aquí hay algunas palabras destacadas, ¿a qué palabra del texto están
reemplazando?

El mago Kendramán miró preocupado a su varita. Por las dudas, la siguió probándo [...] la cortó por la
mitad y probó:

Le pidió un camaleón. Aparecieron una cama y un león.


Le pidió un soltero. Aparecieron un sol y un tero.
[...] El Fabuloso Kendramán la cortó en tres y la probó:
Le pidió una balanza. Aparecieron una bala, un remo y una lanza.
Le pidió un terremoto. Aparecieron una erre, un remo y una moto.
Ricardo Mariño, “El árbol de las varitas mágicas”, en: Cuentos del circo,
Buenos Aires, Colihue, 1994 (Fragmento).

Analizamos también, ¿por qué si ambas palabras destacadas se refieren a la misma palabra (varita), en algunos casos se utiliza”
la” y en otras” le”?

Querido:

Tuve que ir a ver a la abuela. Te dejo estos encarguitos:

Ella ya hizo los deberes. En cambio ella, tiene que buscar información sobre los batracios. La enciclopedia está sobre la mesa.
Ellos nos invitaron a su casa. Él cumple catorce años. Ellos nos esperan esta noche. Como a las cinco, él va a cobrar el arreglo del
auto. Págale con el dinero que dejé sobre la cómoda.

En un ratito estoy de vuelta. Besitos,

Mamá

Sujeto tácito

Quebrado su frágil sueño, se levanta.


De un extremo a otro recorre la
habitación, desesperado. Una y otra
vez ataca la fuente del ruido, tratando
de eliminarla o de alejarla. Ojeroso,
vencido, cae por fin y se duerme,
acunado por su propio agotamiento.
Ana María Shua, La sueñera, Buenos Aires,
Alfaguara, 1997 (Fragmento).

los chicos pueden proponer ideas acerca de quién se trata, de


cuál puede ser el ruido que le impide el sueño o el lugar en el que se encuentra.
Finalmente, terminamos la lectura y develamos la incógnita:
Qué poco dura tu frágil sueño, mi pobre mosquito. Que pronto lo quiebran
de nuevo mis pasos insomnes.
Ana María Shua, op.cit., Buenos Aires, Alfaguara, 1997 (Fragmento).

Además de reconocer este efecto, los niños pueden tratar de generarlo ellos
mismos a través de la escritura, por ejemplo, completando el desenlace de un
inicio que propongamos:
Cruzó el campo de juego y escapó de los defensores que iban a su
encuentro. Con una velocidad extraordinaria evadió al arquero que intentaba
impedir su maniobra con desesperación. Pero ya era tarde. La tribuna
enloquecida gritaba el gol a viva voz.
¿De quién se habla? ¿De un jugador brillante? (de ser así, los chicos podrían ponerle
nombre) ¿De un niño que está jugando al fútbol en el barrio? ¿O acaso de
la pelota? Con seguridad, los chicos pueden llegar a asombrarnos con sus ideas,
y este texto puede ser un disparador para que piensen y escriban otros en los
que se reitere el efecto.

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