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El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunció en su

mayoría en el sentido de que las personas que viven en sociedades de


convivencia (entre personas del mismo sexo o heterosexuales), matrimonios y
concubinato tienen los mismos derechos que quienes viven en matrimonio o
concubinato, incluida la posibilidad de adoptar
El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se pronunció en
su mayoría en el sentido de que las personas que viven en sociedades de
convivencia (entre personas del mismo sexo o heterosexuales), matrimonios y
concubinato tienen los mismos derechos que quienes viven en matrimonio o
concubinato, incluida la posibilidad de adoptar.
Con la opinión en contra del ex procurador general de la República, Eduardo
Medina Mora, quien rechazó que la legislación de Campeche –que prohíbe la
adopción a quienes viven en sociedades de convivencia, sean homosexuales o
heterosexuales- sea discriminatoria, la mayoría del pleno coincidió en que los
que viven en régimen de convivencia, ya sea en matrimonio o en concubinato,
gozan de los mismos derechos constitucionales, entre éstos, la adopción de
menores.
El ministro presidente, Luis María Aguilar, precisó que en los hechos el caso
de la legislación de Campeche que prohíbe que las sociedades de convivencia
adopten tiene como fondo la discriminación de las personas homosexuales.
Sin embargo, al continuar la discusión de la acción de inconstitucionalidad
que presentó la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Campeche en
contra del artículo 19 de la Ley Regulatoria de Sociedades Civiles de
Convivencia del Estado de Campeche, Medina Mora fue el único que justificó
que la norma impugnada les impida adoptar, ya que –dijo- éste tipo de unión
“no tiene estímulos o condiciones de estabilidad y duración necesariamente de
largo plazo, puesto que la sociedad en convivencia se da por terminada en
caso de que alguno de los convivientes decida contraer matrimonio.
Agregó que “el mero hecho de que un determinado tipo de unión civil no
pueda adoptar, no es necesariamente inconstitucional en sí mismo”.

La adopción, subrayó, es una figura reglada que exige que cualquier persona o
pareja interesada en adoptar a un menor debe cumplir con estándares mínimos.

Y deslizó: “los derechos de los menores sujetos a adopción se encuentran en


posición prevalente frente al interés del adoptante o adoptantes”, por lo que se
pronunció a favor de que la regulación de la adopción delimite el universo de
posibles adoptantes.

“No existe el derecho de las personas o de ciertas figuras asociativas para


adoptar un menor, sino el derecho constitucional de las niños y niños para
acceder a una vida en familia en las mejores condiciones posible”. (Con
información de La Jornada)

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