En CORSO DI ESTETICA. Ed.IL MUL!NO. BOLOGNA, 1989.
El artista asume generalmente· importantes responsabilidades de orden cognoscitivo, colabora
Con loS científicos al establecer el saber de una época, al incrementarlo, al renovarlo, al imponer cambios y revoluciones. Esto en lo que respecta a un saber, a una capacidad cognoscitiva dirigida hacia los contenidos, hacia la esfera de los significadós. Pero, según la típica ambigüedad que la operación estética- artística lleva siempre consigo, existen responsabilidades cognoscitivas también en relación a la dimensión de los significantes: es decir existe un saber relacionado a los medios técnicos de la producción artística que además es, más precisamente, un "saber hacer", una habilidad, un oficio. De todas fonnas, todo artista se ve enfrentado a elecciones, sea de medios como de objetos, y nada le impide proceder hacia ellos con intervenciones de naturaleza reflexiva; se delinea entonces lo que suele definirse la "poética'' de todo productor de obras de arte. Ella deriva obviamente de la Poética por excelencia desplegada hace tantos siglos por Aristóteles, pero recibiendo varios procesos de extensión que variaron sensiblemente su naturaleza. La poética aristotélica, era un tratado que codificaba las modalidades para llegar a la construcción de algunos géneros literarios y dramáticos determinados, mientras en el uso actual no se hacen más planteos sobre específicas zonas artísticas: hay una poética dondequiera que haya una zona de producción artística, incluyendo aquellas confiadas a los nuevos medios, cine, fotografia y otras totalmente extrañas a los intereses de Aristóteles (artes visúales). Pero sobre todo cuenta el cambio de sujeto, dado que el tratado aristotélico fue redactado por un filósofo, es decir por un operador ubicado en el espaciO de un estudio sistemático de su objeto, con la oportuna distancia que parece deba subsistir entre quien hace y quien observa y clasifica desde el exterior; mientras, según la acepción hoy corriente, la poética es la intervención reflexiva que el "poeta", el productor, el artista acompaña a su mismo hacer, quizás procediendo con métodos toscos y reducidos, pero sin renunciar por ello al derecho-deber de dar una contribución propia de ideas, de acompañan:iento "cognoscitivo" al acto de la producción. Por otro 1ado, ya en la antigüedad, junto a la Poética redactada por un filósofo no comprometido personalmente en la "poiesis", hemos tenido tantos casos de poetas redactores de Artes I'oeticae (basta pensar en el poeta iatino Horado) cargados de responsabilidades personales pero también abundantemente representativos de todo un clima de gusto; desde entonces esta praxis no se interrumpió, y por ende bastante frecuentemente puede darse el hecho de encontrar grandes productores de textos literarios que desarrollaban también hipótesis de naturaleza teórica sobre sus actos artísticos con formulaciones más o menos generales. Casi todos los clásicos actuaron en este sentido aunque, hay que aclarar, no siempre fueron redactores de un tratado para la ocasión, específicamente dedicado al arte poético~ será preciso dirigirse de tanto en tanto a tratados, epístolas, ocasiones quizás marginales, aparentemente alejadas respecto a un interés de este tipo específicamente declarado. Y no sólo los literatos han ejercido taJ derecho-deber, con una contribución que en estos casos puede aparecer facilitada por la homogeneidad entre texto y metatexto (lingüístico es el producto de la "poiesis", así como la intervención critica sobre el mismo), pero también los artistas visuales, los compositores musicales, los operadores del mundo del espectáculo. Y esta predisposición de aunar al esfuerzo creativo directo los oportunos alegatos de poéüca sin duda fue creciendo, a medida que nos acercamos a nuestros tiempos, gracias ai efecto concomitante de dos órdenes de factores: el aumento de las ocasiones públicas que estimulan la presencia de declaraciones (diarios. revistas, medios masivos en general, el desarrollo de la información y de sus circuitos)~ además del progresivo desvincularse de las actividades artísticas de la corteza de Jas profesiones útiles Y semi~ artesanales. Ser pintores o poetas se ha vuelto cada vez más, en la sociedad actua~ una actividad ''pura", de alto interés público~ a desarrollarse en una especie de escenario fuertemente iluminado, agudizando también el ingenio para reforzar los aspectos más clamorosos y desconcertantes de la búsqueda estética (aún si tales aspectos no eran ciertamente desconocidos en otras épocas). como la búsqueda de lo nuevo Y la práctica de la polisemia (de la "ambigüedad"), lo cual ha agudizado el grado de despreocupación y de riesgo del arte mismo, incrementando en consecuencia la oportunidad t!e los comentarios de poética. Casi todos los artistas visuales contemporáneos fueron emisores de notables contnbuciones en tal sentido, redactadas bajo la fonna de ensayos, memorias, apuntes para dar leccicnes, entrevistas. Pero naturalmente todo ello no es una obligación, y por ende aún hoy se pueden enc011lrar artistas que, incluso habiendo producido cambios bastante comprometidos o sin lugar a dudas descm1certantes, se han expresado en e1 plano de la poética de manera bastante parca y aust_era (como es el caso de Picasso). La posibilidad que un artista sea a la vez critico o teórico del hecho estético, propio y de terceros, podría plantear el temor que una faceta pueda hacer de obstáculo a la otra, además de no lograr evitar fastidiosas interferencias. Nosotros aquí en cambio seguimos una conc<.~pción "polar" por la cual, si no se puede negar que el objetivo principal de todo artista sea el darnos un objeto, un sistema de formas simbólicas con perfecta adherencia entre significados y significantes, por otro lado se hace indispensable que en la marcha que acerca al artista a ese poto, o fin último, él atraviese todas las posibilidades correspondientes a otros polos. El objeto artístico, por lo tanto, está tramado de saber, de conocimientos, y estos se constituyen como una especie de soportes, sin que haya posibilidad de escindirlos, de extirparlos. La poesía, en síntesis, se lleva conSigo, incorporada en su espesor, lH propia máquina poética, un poco ·como todo medio de transporte posee y recoge en su interior los diversos instrumentos que permitieron su existencia. En general la posición filosófica a la cual adherimos es contrDria a todas las escisiones drásticas. Este "hacer sistema único"se puede repetir para otro de los grandes m1dos espistemológicos que de otro modo quedaría sin solución, y encontrarla una solución lacerantf el nudo entre individualidad y colectividad. Nosotros aquí partimos del hecho que el acto individual y la formación colectiva, la modalidad general, sean los extremos de una escalera única, o los poi, JS de una tensión, productora a su vez de un campo en el cual cada uno de nosotros estil jnmerso. Todo at:to nuestro se encuentra en tensión entre dos extremos, intenta ciertamente expresar valores individuales. pero a partir de elecciones que no le pertenecen en exclusiva. apareciendo en cambio comunes a un grupo_ a un núcleo social. comprobables sobre la base•de los más variados criterios (generación, profesión, clase, condición educativa, lengua). Una reflexíón que se mantiene ejemplar y convincente a este propósito es la que le debemos al lingüista Ferdinand de Saussure, introductor de la afortunada copia dinán1ica centralizada en los términos polannente antagónicos de la ..lengua" (la institución colectiva en la cual cada uno de nosotros hunde sus raíces) y de la "palabra"(el ejercicio personal, subjetivo que, a través de pequeñas o grandes infracciones, hace el usuario singular). Podríamos también ofrecer como agregad<' una persuasiva similitud sugerida por la geología, donde reencontramos la misma polaridad entre la individualidad de las-grandes cimas, pero también la inevitabilidad que cada una de éstas apoye sobre la dura base de una cadena. Cada cima de una misma cordillera es inconfundible, pero sin embargo hay un nh el de generalidad en el cual parece inevitable estudiarlas en conjunto. aunque sea porque pertenecen todas al mismo arco montañoso, lo que les asegura un común estrato que hace de soporte y se comporta casí como una "lengua" geológica, que por otro lado no impidió a cada una de las cimas el sufrir una serie de erosiones, derrumbes, catástrofes milenarias, hasta asumir un perfil individual. Análogamente, toda obra de arte sin duda tiende a darse un rostro inconfundible que la vuelve única: sólo en ella y para ella se da ese cierto. equilibrio entre significados. y aquel cierto grado de encamación de éstos en los significantes ma~eriales, los unos perfectamente conmensuradoS en los otros; y sin embargo ésta no es más que la cima descollante a la cual se Jk ga sólo gracias a 1a cadena· que Ja ~ostiene. y que la une con otras cimas que surgen del mismo estrato, a su vez diversas, personalizadas, y 110 obstante ligadas entre ellas por un aire de familia. Digamos que la obra de arte singular es fomprensíble sólo teniendo en cuenta las otras obras producidas por el mismo artista, antes, durante, ~espués, las que quizás podrán parecer menos felices y logradas; así como de todas las cimas que surgen ¡le una misma cadena, sólo algunas se 'uelven famosas por majest11osidad, por la singularidad de su perfil. Además la cadena relativa a un autor singular confluye en las, o se separa de las cadenas de sus compañeros de ruta (compañeros, discípulos, continuadores) hasta componer un completo nudo orográfico: el mapa de la producción artística relativa a una cierta época histórica. Las obras de arte, en síntesis., así como se nos aparecen entretejidas de saber, de nociones, y de habilidades, ahora nos revelan las inevitables ataduras de carilcter colectivo, o más bien se muestran inmersas en un "campo'' fensionado entre los extremos de la "palabra", del resultado singular, y de la in,;titución, del código colectivo que trasciende la individualidad singular. Las poéticas de las cuales hemos hablado pertenecen a la familia de estas decisiones intersubjetivas hacia las cuales cada artista está llamado, tal vez a su pesar: los modos, a partir de los cuales se produce la innovación en un determinado peóodo, o se practica la polisemia, o se eligen las estrategias "dramáticas", se establecen por un entendimiento. La naturaleza del hombre es fundamentalmente societaria, y no existe una opción suya. cualquiera que sea, que n~ encuentre adherentes, simpat1zantes, miembros solidarios. Puede también suceder que en momentos parttcuJarmente adversos, y en presencia de capacidades excepcionales introducidas por una personalidad, a estos compañerOs de viaje se les dificulte emerger, pero eso no quita que la acción, y la poética que los vincu1a, enunciada por aquel artista contenga en sí un espíritu de proselitismo, tal vez emitido hacia el futuro, como un mensaje en la botella~ seguramente las sostiene la esperanza, implícita, tácita, que alguien las retome y las continúe. Sin detenemos a considerar que los adherentes podrían no estar ubicados en una estrecha cercanía fisica, geográfica, en la misma ciudad, en la misma área nacional o social. Puede ser que las mismas exigencias sean advertidas a distancia por artistas activos en otros lugares, pero no por ello dejaría de subsistir el aire de familia. cuyos miembros esparcidos podrían reconocerse sólo en un segundo tiempo. o quizás nunca, dejándonos a nosotros, comentaristas y descendientes, el deber de divisar y efectuar la conjunción; así como, regresando a la útil analogia geológica, las cadenas pueden interrumpirse para aflorar a gran distancia, en continentes lejanos, lo cual nos obliga a reconstruir los tiempos de una contigüidad. En efecto las poéticas no están casi nunca aisladas, sino más bien reagrupadas en .familias a tal púnto de exigir el. ~urgimiento y la. manifestación de tendJncias, movimientos, climas de gusto; ni una clasificación tal es extrínseca, conducida aposteriori por razones de comodidad, sino más bien revelada en el mismo cufso de· la acción~ son las poéticas singulares las que piden prepotentemente ..hacer Sistema~· con las enunciaciones afines avanzadas por amigos y miembros del mismo, quizás finnantes de. un mismo "manitiesto"o programa. Se trata en definitiva de realidades más bien dinámicas. capaces de emitir líneas de fuerza, de expresar valencias que piden ser saturadas, satisfechas por la estipulación de alianzas y colaboráciones.-