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Para saber más

La época de las enciclopedias

Actividades
Lean el fragmento del libro “Historia de las ideas científicas”, en la viñeta fenomenal, y
respondan las preguntas.

1. ¿Qué significa que la clasificación sea natural o artificial? ¿Qué idea tenía Linneo al
respecto?

2. ¿Cuáles fueron los dos “pasos fundamentales” que dio el naturalista Ray? ¿Qué
importancia tuvo cada uno?

3. ¿Cuáles son las reglas de la nomenclatura binomial?

4. ¿En qué nueva forma de entender la naturaleza y los seres vivos derivó la clasificación de
las especies? ¿Por qué?

1
Viñeta fenomenal

La clasificación del mundo natural y el concepto de especie


El siglo XVII había hecho notables esfuerzos con el objetivo de encontrar algún tipo de
clasificación que superara a la tradicional que se usaba desde hacía siglos
anárquicamente en los bestiarios y en los herbarios, y en la cual no cabía ya la
avalancha de especímenes nuevos que se conocían, a medida que Europa se expandía
y afirmaba su supremacía sobre el resto del mundo. ¿Pero cómo hacerlo?

Aquí jugó un papel importante el naturalista inglés John Ray (1627-1705), quien en su
Breve Methodus Plantarum (1682) daba la primera definición aceptable de especie
(que hasta entonces había sido una noción intuitiva y difusa), y en su Historia de las
plantas (1686-1704) hacía una descripción sistemática de todas las plantas conocidas
en Europa. A diferencia de los compendios alfabéticos de naturalistas tan importantes
como Gesner (1516-1565), en los compendios de Ray no había criaturas fantásticas (ni
unicornios, ni sirenas, ni monstruosas serpientes marinas), ya que se basaba en la
observación directa, como mandaba el método experimental, y no en la recopilación
bibliográfica.

Justamente, fue la variedad de especímenes lo que le sugirió la conveniencia de


contar con un concepto de especie, el que definió como: “Un conjunto de individuos
que mediante la reproducción originan individuos similares a sí mismos.”

La misma definición era válida para plantas y animales, y proponía una unidad sobre la
cual construir un criterio de clasificación. Era un primer paso fundamental.

Linneo
Si el concepto de especie estaba basado en la reproducción, no es extraño que fueran
los órganos de reproducción los que sirvieran de criterio clasificatorio para el botánico
sueco Carl Linneo (1707-1778), sin duda uno de los biólogos más grandes de su tiempo,
a quien llamaban el princeps botanicorum y que, en 1735, publicó su Systema
Naturae. En su edición original, no era más que un folleto de doce páginas; pero en su
edición número 13, era ya un conjunto de tres volúmenes de 500 páginas, en cada uno
de los cuales se tomaban en consideración los tres reinos de la naturaleza (animal,
vegetal y mineral) y se ordenaba todo sistemáticamente en clases, órdenes, géneros y
especies.
Reino
En 1749, Linneo dio un paso adelante al introducir su
nomenclatura binaria (en la cual cada especie es Clase
designada por dos nombres: uno para el género, y
otro descriptor específico), que luego aplicó a miles y Orden
miles de especies y que, sin grandes modificaciones,
sigue en uso hoy en día. [...] Género

Especie
Linneo consideraba 5
categorías taxonómicas,
una dentro de otra.

2
Pero Linneo no solo encontró una manera relativamente simple de nombrar a las
especies de tal manera que fueran reconocibles por todos los naturalistas, sino que se
lanzó a la caza de nuevos ejemplares desconocidos en Europa, enviando a sus
discípulos por todo el mundo con el objetivo de recolectar y, luego, clasificar según el
sistema binomial toda la naturaleza. [...]

Detrás de todo esfuerzo sistemático de clasificación, naturalmente, hay un afán de


dominación: conocer es controlar. Pero además se esconde una pregunta interesante
desde el punto de vista filosófico: ¿los taxones (las unidades de clasificación: especie,
género, orden, familia) están en nosotros o están en la naturaleza? ¿Son reales o son
artificiales?

Pregunta difícil si las hay. El asunto se arrastraba desde el siglo anterior: los partidarios
de una clasificación “natural” trataban de agrupar a los seres vivos según un conjunto
de rasgos, tratando de aproximarse a las agrupaciones que parece haber
naturalmente en el mundo, mientras que los que defendían la clasificación artificial se
basaban en la selección de un rasgo específico que se tomaba como central, o como
indicador, y que siempre tenía algo de arbitrario, aunque ese rasgo estuviera
relacionado con una característica conspicua de los seres vivos, como es la
reproducción.

Fue este asunto, justamente, el que enfrentó a Linneo con el gran naturalista francés
Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788), que reclamaba una clasificación “natural”.

Ray o Linneo, muy religiosos, habían estipulado el principio de la absoluta fijeza de las
especies, todas creadas por Dios en el origen y que permanecían tal cual a lo largo de
toda la historia del planeta.

“Se cuentan tantas especies como fueron al principio creadas”, escribía Linneo,
aunque más tarde debió flexibilizar esa posición, dada la cantidad de especies híbridas
con que se encontraba, que le generaban dudas. En 1759 ya escribía:

“Puede ser que en el reino vegetal las especies pertenecientes a un mismo género no
sean sino derivadas de una sola especie mediante cruzamientos. Sin embargo, ¿todas
esas especies son hijas del tiempo, o el Creador, en el comienzo del mundo, ha
limitado el desarrollo a un número limitado de especies? No me atrevería a
pronunciarme con certeza a este respecto.”

Y en las ediciones siguientes de su Systema Naturae suprimió la afirmación de la


imposibilidad de la aparición de nuevas especies. [...]

Buffon [...] concebía las especies como entidades históricas, sujetas a cambios casi
evolutivos, aunque no llegó a proponer la idea de evolución. Sin embargo, su idea del
cambio degenerativo, por el cual algunas especies no eran sino versiones
“degeneradas” de las originales, se le parecía mucho.
Fuente: Moledo, L. & Olszevicki, N. (2014). Historia de las ideas científicas. De Tales de Mileto a la Máquina de Dios.
Planeta.

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