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La noche que Bruno encontro a Maria

En un pequeño y polvoriento pueblo enclavado en el corazón del desierto mexicano,


vivía una joven llamada María. Era conocida en todo el pueblo por su increíble
memoria y su capacidad para recordar hasta el más mínimo detalle con perfecta
claridad.

Un día, un misterioso desconocido llegó al pueblo con un pequeño libro encuadernado


en piel. Era alto y delgado, con unos penetrantes ojos grandes y una sonrisa
traviesa. Se presentó como Bruno, y tenía una proposición para María.

"Tengo un reto para ti, querida", le dijo, con voz grave y suave como la miel. "En
este libro he escrito una lista de preguntas triviales por valor de 74 pesos. Si
puedes responderlas todas correctamente, te daré una recompensa más allá de tus
sueños".

María estaba intrigada. Siempre le habían gustado los trivialities y confiaba en su


capacidad para responder incluso a las preguntas más difíciles. Aceptó el reto y Y
Bruno le entregó el libro.

Cuando empezó a leer las preguntas, María se dio cuenta de que no era un trivial
cualquiera. Las preguntas eran ingeniosas y desafiantes, y abarcaban una amplia
gama de temas, desde la historia a la ciencia, pasando por la cultura pop. Pero a
pesar de la dificultad, María estaba decidida a triunfar.

Pasó horas leyendo el libro, estudiando y memorizando las preguntas y respuestas.


Le ayudaba su increíble memoria, que le permitía recordar hasta el más mínimo
detalle con perfecta claridad.

Por fin, tras días de intenso estudio, María se sintió preparada para enfrentarse a
Bruno y a sus desafiantes preguntas de trivial. Se dirigió a la plaza del pueblo,
donde la esperaba el desconocido con una sonrisa pícara.

"¿Estás preparada para aceptar el reto?", le preguntó con una voz cargada de
expectación.

"Nací preparada", respondió María, con voz segura y fuerte.

Y así comenzó el juego.

Bruno hizo sus preguntas, una a una, y María respondió a cada una con facilidad.
Recordaba hechos y detalles oscuros con perfecta claridad, impresionando tanto al
forastero como a la gente del pueblo.

A medida que avanzaba el juego, las preguntas se hacían cada vez más difíciles,
pero María se mantenía firme, con su memoria y su determinación.

Finalmente, tras lo que parecieron horas de intenso trivial, María respondió a la


última pregunta con una precisión perfecta. La gente del pueblo aplaudió y Bruno le
entregó un pequeño objeto misterioso.

"Enhorabuena, querida", dijo, con voz grave y suave. "Has demostrado ser una
auténtica maestra del trivial. Este objeto es un tesoro raro y valioso, y es tuyo
para que te lo quedes".

María miró el objeto con asombro y sus ojos se abrieron de par en par al darse
cuenta de su verdadero valor. Era una pequeña llave dorada que parecía brillar con
una luz de otro mundo.
"¿Para qué sirve?", preguntó emocionada.

"Eso, querida, tendrás que descubrirlo tú", respondió Bruno, con una sonrisa cada
vez más amplia. "Pero puedo prometerte una cosa: abrirá puertas a mundos que van
más allá de tus sueños más salvajes".

Y con eso, el desconocido desapareció en la noche, dejando a María reflexionando


sobre la verdadera naturaleza de la misteriosa llave y las increíbles aventuras que
le esperaban.

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