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HLA Montaldo Unidad 3
HLA Montaldo Unidad 3
VICEDIRECTORA
COMPILADORA
SIGLO XX
David Viñas
Graciela Montaldo
LITERATURA ARGENTINA
ISBN 987-9409-61-2
EL ORIGEN DE LA HISTORIA....................................................................…………………………...........24
Graciela Montaldo
texto complementario
DEDICANDO EJEMPLARES…………………………………………………………………………...........43
texto complementario
PREMIOS, DINERO Y ESCÁNDALO PREMIOS NACIONALES; PREMIOS MUNICIPALES….............59
texto complementario
texto complementario
texto complementario
texto complementario
LOS VIAJEROS………………………………………………………………………………………..........163
texto complementario
texto complementario
BORGES Y LOS ESPAÑOLES
texto complementario
HUGO WAST, EL FOLLETINERO………………………………………………………………….............200
texto complementario
EVARISTO CARRIEGO .................................................................................................................. ...............262
texto complementario
ESPECTACULOS TEATRALES .................................................................................................... ...............272
texto complementario
OTRA VEZ EL VIEJO, ESTA SÍ... ES UNA FIJA........................................................................... ................285
texto complementario
TEATROS EXPERIMENTALES .................................................................................................... ................312
Un conjunto de voluntades aunadas; Una literatura sin utopías: Polémicas y enemigos: contra
todos: Todos somos alumnos; Trapitos al sol
texto complementario
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CRONOLOGÍA............................................................................................................................................. ...347
Hechos culturales
Graciela Montaldo
Este material es para uso de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines son exclusivamente didácticos.
Entre las formas perdidas de un período, entre aquello que es imposible reconstruir y
que carece de consistencia, se encuentra la oralidad de una época; no aquella oralidad
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meramente fonética sino la que definió las relaciones entre los individuos, en este caso, los
escritores, la forma en que se comunicaron y dialogaron. Con la reconstrucción de esa
oralidad, sería posible encontrar el "tono" que recorrió las relaciones intelectuales. Sin
embargo, aun cuando este elemento sea "lo perdido" en esta historia, se puede leer en los
escritos no ficcionales, restos de ese "tono" de comunicación intelectual.
Si pensamos en los primeros años del siglo XX y nos preguntamos cuál era la oralidad
de las relaciones intelectuales, es probable que nos vengan a la cabeza aquellos discursos de
homenaje con que se celebraban las presentaciones de libros, las partidas y regresos de
Europa, los casamientos, los aniversarios literarios y otros hechos semejantes. El marco
inevitable de estos discursos era el banquete o la tertulia y las fotos de la época muestran a
todos los escritores, entre pares, de galera y levita, brindando por los logros profesionales.
La voz de Roberto Giusti modeló intensamente estos discursos que rondan entre la apología
y la silueta, el perfil y el panegírico. De todos estos géneros finiseculares, que evocan la
crítica literaria de Sainte-Beuve en Francia, sobresale el retrato. Esta modalidad, una de las
más antiguas de la crítica literaria, fue la predominante en las relaciones entre pares. De
este modo, se remitía la literatura a una cuestión subjetiva y los escritores se retribuían entre
sí el gesto cortés. Es cierto sin embargo que existía la crítica bibliográfica y que en ella no
se era necesariamente condescendiente, pero en lo que se refiere a las relaciones
interpersonales, la modalidad de la cortesía decimonónica entre los intelectuales, pervivía.
En los primeros años de la década del veinte, sin embargo, esta forma comienza a
cambiar gracias a la aparición de un nuevo sujeto que hasta ese momento no había tenido
casi ninguna densidad: los jóvenes. La aparición de los jóvenes como protagonistas de la
historia es una de las consecuencias de la primera Guerra Mundial y que en la Argentina se
consolida con la "Reforma Universitaria", cuando en 1918 en Córdoba se produce el
enfrentamiento de las nuevas tendencias ideológicas contra el viejo orden bajo la forma de
un conflicto generacional. Como señala José Luis Romero son jóvenes quienes se levantan
en Córdoba contra la vieja oligarquía clerical, son jóvenes quienes se emplazan frente a los
salarios de hambre de la fábrica de Vasena y son jóvenes quienes fundan el periódico
Martín Fierro.
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A su vez, entre los muchos intelectuales que llegan de visita a la Argentina sobresale
la figura de José Ortega y Gasset que contó con muchos seguidores entre Los jóvenes y
creó un núcleo de discípulos a partir de las dos visitas que hizo durante este período (la
primera en 1916 y la segunda en 1928). Ortega y Gasset va a exponer en Buenos Aires su
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teoría de "las generaciones" en la vida cultural como modo de explicar el cambio. Este
problema comienza a ser un tópico en los debates de la época. Muchos intelectuales se ven
comprometidos en esta discusión y deben tomar posiciones al lado de los "nuevos" o de los
"viejos" y se deben pronunciar por el tipo de relación que "la hora actual'" debe mantener
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con la tradición cultural: el cambio o "el divorcio'' por un lado; la continuidad respetuosa,
por otro.
Con los resultados de la Reforma Universitaria, la visita de varios intelectuales
extranjeros y la introducción de nuevas corrientes de pensamiento en la sociedad argentina,
aparecen nuevos maestros para los jóvenes intelectuales argentinos. Así es posible
encontrar en sus escritos una comunidad de nombres que marcan a casi la totalidad de los
integrantes de esta generación. Además del ya mencionado Ortega y Gasset, Henri
Bergson, Osvald Spengler, George Bernard Shaw; Eugenio d'Ors, Benedetto Croce,
Anatole France y Oscar Wilde, entre otros, forman el parnaso de los jóvenes intelectuales.
Este nuevo sujeto es sumamente importante entre los escritores. Si a los jóvenes de
principios de siglo se los llamó "promesas'' queriendo evitar de esta manera pesados
compromisos y remitiéndolos a un estado de pura espera, en la década del veinte se
denominan "los nuevos" y el término tiene un no sé qué de despectivo y temeroso. En
ambos casos han sido los escritores consagrados quienes han puesto los nombres
definiendo de este modo un tipo de relación entre los diferentes miembros del campo
cultural. Con los jóvenes constituidos como sujetos, se inicia una relación distinta entre los
intelectuales prestigiosos y tradicionales que ven su propio lugar cuestionado.
Estos jóvenes los "atacan" desde varios frentes diferentes: las poéticas de vanguardia
europeas, la tematización del criollismo, el nuevo origen social inmigratorio, el trabajo
asiduo en el periodismo pero ante todo, con una actitud que no tiene ganas de sostener
estúpidas jerarquías y ridículos paternalismos. Con la aparición de este nuevo sujeto, ya no
son escuchados pacíficamente aquellos discursos de hace una década sino que comenzarán
a ser burlados y parodiados. A todas luces, se impone una nueva modalidad interpersonal
que ya no tiene en cuenta la cortesía y el respeto debido a un "par" por el solo hecho de
serlo y surge la polémica como forma de relación, en la que se enfrentan unos con otros. Es
aquí donde se encuentra la modalidad más común —el "tono"— en que se relacionan estos
escritores.
Las polémicas no sólo son formas del enfrentamiento entre nuevos y viejos, entre
jóvenes y consagrados sino que además dan el tono y el modelo de interrelación
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entre los mismos jóvenes; por lo cual es posible encontrar disputas literarias entre los
"nuevos" en las que se lucha por lugares de legitimación intelectual. Entre las polémicas
más importantes del período hay una serie de rasgos comunes que tienen que ver
fundamentalmente con el nuevo lugar que ocupa la literatura como esfera autónoma dentro
de las otras prácticas sociales.1
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Críticos y profesores
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Hay un grupo de polémicas —gracias a este nuevo lugar que ocupa lo literario— que
van a tener, en principio, una formulación "meramente" literaria o estética que
progresivamente dejará paso al enfrentamiento ideológico. A comienzos del siglo XX, se
produce en la literatura argentina lo que se ha denominado "el proceso de
profesionalización" de sus escritores, con el cual los productores pasan a tener una nueva
conciencia de su tarea intelectual. Ya no es tan fácil encontrar a comienzos de siglo
escritores que sólo lateralmente ;'se dedican a la literatura", sino que ahora la escritura se
convierte para ellos en una tarea central, en la actividad con la cual, en algunos casos,
pueden llegar a ganar dinero.2 Es evidente que este proceso está ligado a la nueva actividad
editorial y a la "conciencia histórica'" de los intelectuales de la generación del Centenario
que se abocan a crear un modelo cultural para el estado. Es así que se encuentran casos
como el de Ricardo Rojas que se da a la tarea de escribir la primera Historia de la
literatura argentina (1913) o como el de Roberlo Giusti que comienza a editar en
colaboración con Alfredo Bianchi, la revista Nosotros (1907-1943) en la que se da cuenta
de la actividad literaria e intelectual en general, a través de reseñas, estudios, ensayos.
A mediados de la década del diez esta actividad crítica está prácticamente
consolidada y Nosotros ya está convertida en parámetro de legitimación intelectual. A
comienzos de la década del veinte esta revista comienza a inquietarse ante los evidentes
síntomas de renovación cultural. Roberlo Giusti, Alfredo Bianchi
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y Julio Noé deciden incorporar a estos nuevos sujetos para lo cual publican en 1921 una
suerte de manifiesto de la generación vanguardista escrito por Jorge Luis Borges y titulado
"Ultraísmo" (año XV, n° 151, diciembre). En 1922 aparece una antología de los jóvenes
poetas de la nueva tendencia estética (n° 160, septiembre de 1922) y al año siguiente una
encuesta a "las nuevas generaciones literarias" a la que contestan treinta y siete jóvenes.
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En 1924 Evar Méndez comienza a reeditar la revista Martín Fierro segunda época
(1924-1927) que va a agrupar a los jóvenes poetas de vanguardia y en la que van a publicar
sus textos los escritores estéticamente más renovadores del período radical: Oliverio
Girondo, Raúl González Tuñón, Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández, Eduardo
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3 Al igual que las vanguardias europeas, que tomaron la modalidad de la política, los escritores
"rebeldes" de la década del veinte van a escribir "manifiestos" en los que diagnostican el estado de
las cosas para luego hacer explícito su programa. Los manifiestos de la vanguardia ya han sido
analizados por la crítica y a ella remitimos. Señalamos especialmente el libro de Francine Masiello
Lenguaje e ideología. Las escuetas argentinas de vanguardia, (Buenos Aires. Hachette, 1986) que
toma gran parte de nuestro período.
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Los primeros cambios: críticas y ensayos
de la intelectualidad argentina como Roberto Arlt o los hermanos González Tuñón— que
tiene efectos en las formas escriturarias. Se dinamiza por ejemplo una nueva modalidad de
"crítica literaria'' realizada ahora por los mismos escritores a través de bibliográficas y
breves ensayos. Con ella se trata de desarticular la figura del crítico erudito y que a la vez
baja línea estética e ideológica tratando de reglar las poéticas argentinas "desde afuera".
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Roberto Giusti, que compartió su actividad crítica con la política y la educativa —fue
concejal por el partido socialista, profesor de enseñanza media y universitaria y redactor de
manuales de estudio para la escuela media—, atento a la literatura europea, confía en la
posibilidad de una literatura nacional sin nacionalismo ideológico pero que apueste a la
representación de la "realidad argentina". Como condición indispensable para este logro
presupone la separación absoluta del arte de las demás prácticas sociales (él mismo declara
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tener "tres vidas": político, crítico y profesor, que se diferencian con claridad) reservando
para el prieta un lugar "incontaminado".
Entre los críticos posteriores, pero que en parte continúan la línea de la revista
Nosotros José Gabriel, Jorge Max Rohde y Héctor Ripa Alberdi establecen los primeros
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contactos con los escritores de la nueva generación pero van a quedar un tanto opacados
por los textos de los más jóvenes. Entre ellos, hay uno verdaderamente singular que publica
en vanas revistas de la época (Nosotros, El Hogar, La Libertad, Claridad), Ramón Doll,
que reúne sus textos en Ensayos y Críticas (Buenos Aires, Claridad, 1929) y en
Liberalismo en la literatura y la Política (Claridad, sin fecha). Doll impulsó desde sus
comienzos la literatura de los jóvenes y las nuevas tendencias poéticas apostando a una
renovación cultural a través de la literatura; pero hacia finales de la década del veinte cae
víctima del síndrome lugoniano que lo hace adherir primero al liberalismo —había
comenzado promisoriamente en la izquierda— y luego avanza hacia un autoritarismo
fascista. El texto que define bien este giro es el que publicó en la revista Claridad lanzando
su campaña de "policía intelectual" mediante la cual quería legislar la producción de la
literatura argentina. Esta campaña fascista terminó con sus buenas primeras críticas y lo
obligó a ver en la literatura sólo su "peligrosidad'' ideológica.
En el año 1923 Nosotros "tira el guante" a los jóvenes invitándolos a responder las
preguntas de su encuesta con la sola condición de tener menos de treinta años. Contestan la
convocatoria treinta y siete escritores y críticos que se ven en el doloroso trance de declarar
sus "maestros", "aliados" estéticos, "enemigos" y hacer apuestas al futuro.4 El tono
balbuceante es el que predomina en las respuestas
4 La encuesta comienza a publicarse en el número 168 del mes de mayo. Los encuestados que
enviaron su respuesta fueron: Enrique Méndez Calzada, José Gabriel, Héctor Ripa Alberdi, Roberto
Smith, Jorge Luis Borges, Francisco López Merino, E.M.A. Danero, Julio V. González, Brandan
Caraffa, Ernesto Laclau, Mayorino Ferraría, Conrado Eggers-Lecour, Aníbal Ponce, Homero
Guglielmini, Marcos Lenzoni, Salvador Irigoyen, Bartolomé Galíndez, E. González Lanuza,
Córdova Iturburu, Leopoldo Marechal, Elías Carpena, Julio Irazusta, Alfredo Búfano, Lorenzo
Stanchina, Nicolás Olivari, Pablo Barrenechea, Alfredo Orgaz, Angel Battistessa.
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que se fueron publicando en diferentes números de la revista. No es posible, más que para
unos pocos, decir si existe o no una "común orientación estética" entre los jóvenes y hay en
general, una tendencia a repetir los nombres de los "maestros": Ricardo Rojas, Leopoldo
Lugones, Arturo Capdevila, Baldomero Fernández Moreno, Enrique Banchs.
En la encuesta están agrupados casi al azar los jóvenes entre dieciocho y treinta años
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convocados por Bianchi y Noé —en ese momento directores de Nosotros— porque "Horas
de calma parecen ser las actuales ¿Pero lo son ciertamente? ¿No nos engañaremos? Para
saberlo con precisión. Nosotros ha iniciado una encuesta sobre las tendencias de la nueva
generación literaria". La encuesta funciona como una divisoria de aguas a la vez que como
el lugar de mutuo reconocimiento de las dos generaciones que se rigen según las
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5 Se encuentran al final de la encuesta dos escritores cercanos a este grupo, pero aparecen cuando lo
mejor ya pasó. Lorenzo Stanchina y Nicolás Olivari, uno detrás del otro, hacen pensar, entre los
últimos de la encuesta, en un acuerdo de última hora.
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aparecen como promesas son Enrique Méndez Calzada, Arturo Cancela, y entre los críticos
Jorge Max Rohde y Héctor Ripa Alberdi, quienes pertenecen aproximadamente a la
generación intermedia entre los del Centenario y los futuros vanguardistas.
Nosotros, revista asustadiza frente a la juventud, parece organizar esta encuesta como
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una forma de seducir a los escritores sin espacios de publicación, para integrarlos en su
seno y evitar así cualquier fractura entre los intelectuales. Este gesto paternalista de los
viejos no acabó aquí sino que en 1923 Alfredo Bianchi impulsó la fundación de la revista
Inicial para que se nuclearan los escritores de vanguardia, la dirigieran y la tuvieran como
espacio propio bajo su padrinazgo. El error de Nosotros fue no advertir precisamente que
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una "nueva sensibilidad" se estaba creando y que ella requería nuevas modalidades además
de sangre joven. De este modo, a pesar de los intentos conciliatorios Nosotros será el
primer cadáver de los jóvenes martinfierristas porque en la década del veinte la revista no
sabe demostrar más que su "impermeabilidad hipopotámica".
Antologías
Quizás uno de los gestos más airados de los jóvenes haya sido la creación de sus
propias revistas y editoriales, lo que les permitió circular y ser conocidos
independientemente de los cadáveres de la escena porteña. Un segundo gesto importante es
el haberse reunido "a pesar de las diferencias" para presentar una suerte de frente común
que funcionara como un muestreo de la novedad de la juventud. Luego de los años más
activos de los jóvenes (las polémicas y revistas) aparecen dos antologías que reúnen gran
parte de la producción literaria de los nuevos.
Son los escritores de la izquierda, con más práctica gremial, quienes se encargan de
sistematizar esa producción. En las antologías es notorio un recorrido curioso de escritores
que desde estéticas muy diferentes y ocupando lugares institucionales casi opuestos, se
animan a convivir en la compilación bajo el signo de la juventud y la novedad. Es decir,
entre otros datos interesantes que estas antologías muestran, están los curiosos maridajes de
Yunque con Mallea, de Oliverio Girando con Gustavo Riccio, de Raúl González Tuñón
con Juan Guijarro.
Las antologías son una tradición de la historia literaria, sin embargo en los primeros
años del siglo XX el florecimiento de esta forma en la Argentina tiene que ver con un
trabajo de recopilación de la producción nacional que la Historia de la literatura argentina
de Rojas pareció impulsar. Sin contar las deliciosas Los cien mejores sonetos, Rayos de sol
y muchas semejantes que tienen ante todo un aspecto de reparación cultural (la antología es
también fundamental como forma de difusión popular de la literatura), en ese momento se
están haciendo las recopilaciones de los cancioneros provinciales y también de la poesía
"culta" contemporánea.
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Ejemplo de esto último es la selección en dos volúmenes que publicó Julio Noé en
1926, Antología de la poesía argentina moderna (1896-1925) —edición de "Nosotros"6—.
Noé hace una antología donde convive más de un cuarto de siglo de producción y se
esfuerza por borrar los conflictos en favor de la "esencia del arte". El lugar del antólogo es
el de la tercera persona. "Apartado de todos los grupos, ecléctico y desapasionado más por
reflexión que por temperamento..." y continúa machacando, "Hombre de su tiempo
prefiere, como es natural, a los poetas que mejor lo reflejan, sin creer que cada lustro revela
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una original e insospechada fisonomía del universo, ni que el arte grande y verdadero nace
con cada generación. Nunca ha negado a una escuela o tendencia en nombre de otra. Sabe
demasiado que en la dura y áspera ascensión hacia la belleza sirven todos los caminos y no
ignora las inmensas posibilidades de los senderos borrosos y humildes."
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la armonía en que se vivía en el período 1907-1922 durante el cual "cantó cada poeta como
mejor le vino en ánimo" con lo que hubo una convivencia pacífica entre Carriego, Banchs,
Barreda, Capdevila, Arrieta, Pedro Miguel Obligado, Fernández Moreno, Alfonsina Storni
y Leopoldo Lugones. Noé, más que por los fenómenos concretos del presente literario
argentino se preocupa por "lo esencial y profundo'" atendiendo a lo cual, hay que dar a los
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textos de los jóvenes poetas "muy escasa trascendencia". Hasta aquí, las voces de los
"viejos'' que si en la figura de Lugones logran el tono más autoritario, en la de Noé
encuentran diseñada la "edad dorada": hubo un tiempo de poesía —modernista— en el
cual además de "lo esencial y lo profundo" se encontraba la comunidad de escritores no
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9 Noé fija la edad de oro de las letras argentinas en el momento en que él era joven. Los
martinfierristas, cuando son jóvenes, fijan en ese momento el comienzo absoluto de la historia, el
origen. Este típico debate generacional es el que se plantea en los primeros años de la década del
veinte.
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Izquierda" y como un aburrido de su propio discurso pero convocado una vez más,
compone sin ganas una -ya repetida- lista de dos columnas que reúne por un lado las
características de Florida y por otro, las de Boedo. Luego se da a repetir todos los
argumentos de la polémica que él llevó adelante con los martinfierristas.10 Menos aburrido
es Evar Méndez en "Rol de Martin Fierro en la renovación poética actual" que sin
embargo funciona como rendición de cuentas: es un artículo escrito en pasado y de tono
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Los compiladores abren la antología con una justificación y la cierran con dos
"asteriscos" en donde se plantean el problema de una "literatura nacional". "Vivimos una
era de construcción", aclaran, y cerrada esta antología como "balance" de las nuevas
tendencias, parece vivirse en medio de cierta confusión literaria que no se resuelve si no se
resuelven antes otros problemas que en la Argentina (y en América Latina) se
sobreimprimen a los procesos culturales: qué es lo verdaderamente nacional. Vignale y
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11 Los jóvenes antologizados son Roberto Arlt, Leónidas Barletta, Rolando Cartasegna, Armando
Casella, Elías Castelnuovo, Juan I. Cendoya, Héctor Eandi, Samuel Eichelbaum, Guillermo Estrella,
José Hernán Figueroa, Eduardo González Lanuza, Samuel Glusberg, Victoria Gucoski, Juan
Guijarro, Manuel Kirs, Ilka Krupkin, Eduardo Mallea, Roberto Mariani, Enrique Méndez Calzada,
Salvadora Medina Onrubia, José Miranda Klix, Arturo Mom, José Picone, Alberto Pinetta, Abel
Rodríguez, José Salas Subirat, Raúl Scalabrini Ortiz, Álvaro Yunque.
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de la sociedad para la que trabaja y compone. Pero la antología es toda rémora; una vez
más se comprueba que la historia de los enfrentamientos, las diatribas, los raritos en la
literatura argentina, ya ha terminado.
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DEDICANDO EJEMPLARES
texto complementario
Las revistas literarias y culturales son una institución que permite ver, entre otras
cosas, el movimiento de figuras intelectuales del período; las "subas y bajas", las
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estéticas.
La revista Nosotros por ejemplo, va a celebrar y homenajear a varias "figuras
destacadas" a través de estos ejemplares especiales. Son pocos los números especiales y
muchos los "comunes"; no sólo cuesta armar un homenaje sino que además no se le brinda
a cualquiera. En estos números se termina de canonizar a los consagrados y no se admite
más que la mirada hacia el pasado. Los homenajeados y héroes son: Florencio Sánchez
(1908), Rubén Darío (1910), José Enrique Rodó (1917), Carlos Octavio Bunge (1918),
Carlos Guido y Spano (1918), Amado Nervo (1919), Benito Pérez Galdós (1920), Rafael
Obligado (1920), Joaquín V. González y Ángel de Estrada (1924), José Ingenieros (1925),
Roberto J. Payró (1928), Paul Groussac (1929), Leopoldo Lugones (1938) y Alfredo
Bianchi (1943).
Homenajear a los intelectuales usando como pretexto la fecha de defunción, no
pareció grato a los jóvenes vanguardistas que se sintieron más cómodos en los banquetes
que en los velorios. Por eso van a usar sus propias revistas para imponer otros nombres y
en otras circunstancias. Martín Fierro lejos de dedicar sus números va a dar cuenta en
ellos, siempre en su estilo fragmentario, de los imaginativos homenajes a sus invitados
europeos: el que hicieron a Marinetti, el trunco a Gómez de la Serna, el póstumo a Ricardo
Güiraldes. Proa por su lado, atiborra sus páginas de melosas cartas de y a Valéry Larbaud.
La revista Claridad es menos avara y modesta ya que prácticamente va a dedicar
cada uno de sus números a un personaje destacado y también a ciertos "casos" de
repercusión nacional e internacional; por ejemplo, el número dedicado a Sacco y Vanzetti
(n° 140, agosto de 1927), a Simón Radowitzki (n° 146, noviembre de 1927), o el del
"anticlericalismo" (n° 4, octubre de 1926) y el del "imperialismo yanquee" (n° 132, abril
de 1927). Los números dedicados a intelectuales muestran las devociones de los
escritorios de izquierda: José Ingenieros (n° 145, octubre de 1927),Juan B. Justo (n° 150,
enero de 1928), Roberto J. Payró (n° 156, abril de 1928), León Tolstoi (n° 167, septiembre
de 1928) y Almafuerte (n° 177, febrero de 1929). A medida que llega a la década del
treinta y que la revista se politiza radicalmente, aparecerán números dedicados a Plutarco
Elías Calles (n° 159, mayo de 1928), José Carlos Mariátegui (n° 206, mayo de 1930) y
Haya de la Torre (n° 214, septiembre de 1930).
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