Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don,
en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del
hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías
tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.
Lectio
Meditatio
Contexto inmediato
Todo el capítulo 20 narra los sucesos de una semana: tras el día en el sepulcro,
despunta la aurora del primer día de la semana. Jesús se muestra a María
Magdalena. A la tarde del mismo día, cuando los discípulos están reunidos
con las puertas cerradas, nuevamente se muestra Jesús. Y después de ocho
días se repite la misma escena, pero ahora con la presencia del Apóstol
Tomás. Es una estructura cronológica que ordena muy bien todo el capítulo.
1
La traducción es personal. El texto griego está tomado de la edición crítica de E. NESTLE y
K. ALAND, Novum Testamentum Graece, Stuttgart 201228.
El Cenáculo
La tradición cristiana ubica esta escena en el mismo lugar donde Jesús comió
la Cena Pascual con sus discípulos. Ellos se han reunido allí y están con las
puertas cerradas por miedo a los judío. Jesús se hace visible en dos ocasiones,
la primera, al atardecer del día de la Resurrección (sin la presencia del Apóstol
Tomás) y la segunda, ocho días después (con la presencia del Apóstol Tomás).
Palabras y signos
La misión
El texto es un claro envío a la misión. Jesús fue enviado por el Padre, ahora,
Él envía a sus discípulos. El contenido de lo que se debe comunicar y hacer en
la misión está representado por el signo del «soplo», pues tras el aliento va la
efusión del Espíritu Santo y, como consecuencia de dicha presencia, el poder
de perdonar los pecados. El «soplo» recuerda aquel momento de la creación
del hombre en el que Dios insufló en la nariz de Adán aliento de vida (Gn
2,7); también en la literatura profética se describe la acción de Dios al insuflar
el Espíritu de vida sobre unos huesos secos que recobran vida (Ez 37,3-5).
Jesús está realizando una nueva creación de la que él es protagonista.
Oratio
Sin el Don del Espíritu Santo nos hubiéramos quedado todavía en el encierro
de nuestros temores y para que podamos cumplir la misión, nos comunica su
Soplo Vital: la vida de Dios viene a ser también vida nuestra. A partir de esta
experiencia Jesús crea su comunidad, primicia de la nueva creación. La
comunidad se fortalecerá con la Eucaristía, de allí que el ambiente de la
experiencia con el Resucitado tenga alusiones eucarísticas: el lugar es el
Cenáculo, donde Jesús anticipó la entrega de sí mismo; el tiempo es la tarde,
cuando la comunidad se reúne para hacer memorial del Señor; el que vive está
en el centro y muestra las heridas de su pasión; la paz y la alegría que brotan
de allí son el fruto del Espíritu, que capacita a los discípulos para su misión de
reconciliación. El cuerpo de Jesús, crucificado y resucitado, forma el cuerpo
de la Iglesia: es la fuente abierta en Jerusalén2.
Contemplatio
2
Silvano Fausti, Una comunidad lee el Evangelio de Juan, Bogotá 2014, 609-611.
Directorio Homilético, n.56, comulgar en la Misa de este domingo: «Para los
fieles, la participación en la Sagrada Comunión en este día, se convierte en el
acontecimiento de su Pentecostés».