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UNO DE LOS GRANDES DIVULGADORES CIENTÍFICOS

carl sagan, el astrónomo


que nos hizo amar el
universo
Astrónomo, gran comunicador científico y escritor polifacético, Carl Sagan se
hizo famoso mundialmente gracias a la serie de televisión "Cosmos", con la que
mostró los misterios del universo a una audiencia a la que hasta entonces les eran
totalmente desconocidos.
Josep Gavaldà
20 de diciembre de 2019 · 03:01 Actualizado a 07 de enero de 2020 · 18:25
Lectura: 8 min
Biografías
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Foto: CordonPress
"mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos
nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna
vez, todos los seres humanos que han existido". Éste es el párrafo inicial
del libro Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el
espacio, obra del astrónomo estadounidense Carl Sagan, que se hizo
famoso gracias a la serie divulgativa Cosmos, un hombre considerado
por muchos una fuente de inspiración. Sagan murió el 20 de diciembre
de 1996 tras haber dado los primeros pasos en el estudio del
calentamiento global.

COSMOS, EL ORIGEN DEL MITO DE CARL SAGAN


La influencia que tuvo Carl Sagan en nuestra cultura quedó reflejada en
una anécdota que se ha hecho famosa. A la llegada de Carl Sagan a la
estación de trenes de Washington, un mozo le ayudó con las maletas y
cuando el astrónomo se disponía a darle una propina, el mozo la rechazó
con estas palabras: "Guarde su dinero, señor Sagan. Usted ya me ha
dado el universo". Este acontecimiento es un ejemplo perfecto de la
capacidad de Sagan para activar los resortes de la imaginación y
compartir con todo el mundo la magnitud y la complejidad del universo.
Su entusiasmo, al que él llamó "sentido de lo maravilloso", resultó
contagioso, y más aún cuando el público lo pudo experimentar junto a
él en la ya mítica serie de televisión Cosmos. En ella, Carl Sagan se
convertía en un mago que abría el baúl de los grandes secretos y
ante los maravillados ojos de la audiencia desvelaba unos prodigios
que parecían imposibles. Pero estos prodigios no pertenecían ni al
ámbito de lo novelesco ni al de la ciencia ficción, sino que existían de
verdad.
Carl Sagan nació el 9 de noviembre de 1934 en Nueva York. Cuando
aún era muy pequeño, sus padres, atendiendo a sus crecientes
necesidades intelectuales, lo apuntaron a una biblioteca pública: fue
un momento que cambiaría su vida para siempre. "Le pedí al
bibliotecario algún libro sobre las estrellas. Y la respuesta a mis
preguntas era impresionante. Resultó que el Sol era una estrella que
estaba muy cerca de nosotros. Que las estrellas eran soles, aunque
estaban tan lejos que las veíamos como meros puntitos de luz. De
repente, la verdadera escala del universo se reveló ante mí. Fue una
especie de experiencia religiosa. Había una magnificencia en ello, una
grandeza, una sensación de magnitud que nunca después me ha
abandonado. Nunca me ha abandonado".
De pequeño, los padres de Sagan, viendo las necesidades
intelectuales de su hijo, lo apuntaron a una biblioteca
pública. Allí obtuvo sus primeras respuestas sobre el
universo.
EL COSMOS HECHO POESÍA
Esta es la idea central del mensaje de Sagan: el ser humano es una
especie que vive sobre la superficie de un planeta cualquiera y es
insignificante en términos cósmicos. Bajo estos términos, la
humanidad es apenas un soplo fugaz del que no quedará ni rastro
cuando se extinga, y ahí afuera, si es que hay alguien, a nadie le va a
importar. La inmensidad del cosmos es inabarcable, nos hace
humildes y nos empequeñece, pero cuando Sagan describe ese
panorama, aparentemente desolador, brilla en él una intensa luz
cargada de poesía que cautiva a quienes le escuchan. "El ser
humano, decía el astrónomo, no es importante para el universo. Pero sí
es inmensamente afortunado porque puede contemplar la inmensa
grandeza de ese universo y maravillarse a causa de ella. Cuando miras
las estrellas, lo importante no eres tú: son ellas. Y siéntete feliz de poder
mirarlas".
La inmensidad del cosmos es inabarcable, nos hace
humildes y nos empequeñece, pero cuando Sagan
describe ese panorama, aparentemente desolador, brilla
en él una intensa luz cargada de poesía que cautiva a
quienes le escuchan.
En 1978, Sagan logró el Premio Pulitzer por su obra Los dragones
del Edén, en la que especulaba, tomándose bastantes libertades –
algunos de sus detractores afirmaron que no ofrecía una imagen
equilibrada de los hallazgos neurocientíficos–, sobre el origen de la
inteligencia humana. El libro certificó y elevó su estatus de intelectual
divulgador, siendo este el último paso que daría antes del salto a la fama
que supondría la serie Cosmos.
Carl Sagan es considerado uno de los mejores divulgadores científicos de la historia.
Foto: CordonPress

UN MENSAJE AL ESPACIO Y LA BÚSQUEDA DE VIDA


EXTRATERRESTRE
En la década de 1950, Sagan trabajó como asesor de la NASA,
donde uno de sus cometidos fue instruir a los tripulantes del
Programa Apolo antes de partir hacia la Luna. También participó en la
preparación de experimentos en muchas de las misiones que enviaron
naves robóticas a explorar el sistema solar. Concibió la idea de añadir un
mensaje universal y perdurable a las naves destinadas a abandonar el
sistema solar, un mensaje que pudiera ser comprensible para cualquier
inteligencia extraterrestre que lo encontrara. Sagan fue el autor del
primer mensaje físico enviado al espacio exterior: una placa
anodizada, unida a la sonda espacial Pioneer 10, lanzada en
1972. Sagan siguió perfeccionando sus diseños y ayudó a desarrollar y
preparar un disco de oro que sería lanzado con las ya míticas
sondas Voyager en 1977.
Sagan creía en la existencia de vida extraterrestre, incluso en la
existencia de civilizaciones alienígenas, mucho antes de que fuesen
descubiertos los primeros planetas más allá del sistema solar (hoy
conocidos como planteas extrasolares). Para él era una cuestión de pura
lógica: si la raza humana era producto de procesos naturales, y siendo el
universo tan grande, por la lógica de las matemáticas, debían de existir
otras civilizaciones avanzadas en planetas con unas condiciones igual de
favorables que en el nuestro para el desarrollo de la vida
compleja. Sagan ayudó a impulsar el programa SETI, del acrónimo
inglés Search for Extra Terrestrial Intelligence (búsqueda de
inteligencia extraterrestre), y esperaba que tarde o temprano pudiera
hallarse algún tipo de señal que fuera indicativa de la existencia de
civilizaciones alienígenas. Sagan incluso llegó a afirmar que le
fastidiaba la idea de morirse sin haber vivido ese momento en el que
escuchásemos por primera vez el sonido de una voz procedente del
espacio exterior.
La creencia que tenía Sagan en la existencia de vida
inteligente en el Universo le llevó a afirmar que le
fastidiaría mucho morir sin haber podido escuchar la
primera emisión de un mensaje procedente del espacio
exterior.

¿SOMOS LA ÚNICA ESPECIE INTELIGENTE EN EL


UNIVERSO?
A pesar de que la posible existencia de vida extraterrestre es una
creencia bastante extendida entre muchos científicos, a día de hoy no se
ha recibido ninguna señal que lo corrobore. Tal como dijo una vez el
físico italiano Enrico Fermi: "¿Dónde están?". A pesar de que existe una
corriente científica que se hace la siguiente pregunta: "¿Si es verdad que
el universo produce civilizaciones con relativa frecuencia, cómo es que
aun no las hemos detectado?", Sagan defendió hasta el final la teoría
de que no tiene sentido pensar que la nuestra es la única especie
inteligente en nuestra propia galaxia, y mucho menos en el
universo.

para saber más


Arthur C. Clarke, el escritor visionario del futuro
Leer artículo

Sagan escribió a menudo sobre religión y sobre la relación entre


ésta y la ciencia. Sus palabras destilan su escepticismo en la visión
tradicional que las religiones tienen de un dios creador: "La idea de que
Dios es un hombre blanco de grandes dimensiones y de larga barba
blanca, sentado en el cielo y que lleva la cuenta de la muerte de cada
gorrión es ridícula. Pero si por Dios uno entiende el conjunto de leyes
físicas que gobiernan el universo, entonces está claro que dicho Dios
existe. Este Dios es emocionalmente insatisfactorio... no tiene mucho
sentido rezarle a la ley de la gravedad".
Sagan defendió hasta el final la teoría de que no tiene
sentido pensar que la nuestra es la única especie
inteligente en nuestra propia galaxia, y mucho menos en
el universo.

LOS PRIMEROS PASOS SOBRE EL CALENTAMIENTO


GLOBAL
En sus estudios sobre nuestro sistema solar, Sagan descartó la idea
de que el planeta Venus fuera un planeta húmedo cubierto
eternamente de nubes de vapor de agua que lo protegían de la
radiación solar. Planteó que el planeta estaba sufriendo un caso
extremo de efecto invernadero que impedía que el calor saliera de
planeta y, en consecuencia, éste se hubiera convertido en un infierno.
Poco tiempo después, una sonda fue enviada a nuesto planeta gemelo y
la teoría de Sagan se vio confirmada. El ejemplo de Venus, según
Sagan, es el de un proceso atmosférico que ha llegado a un
momento crítico y que cuando alcanza un punto sin retorno,
irreversible, se retroalimenta y convierte al planeta en un auténtico
infierno.
Preocupado por el calentamiento global, Sagan consideraba que los
gobiernos y la sociedad no se lo estaban tomando en serio. Sagan
nos recordó que el efecto invernadero no es algo que se corrija por sí
mismo, ya que si fuera así, a estas horas Venus sería el vergel húmedo
que habíamos imaginado en el pasado y no el infierno que sabemos que
es. Sagan veía las cosas a escala planetaria, e intentó que los
poderes públicos lo vieran de la misma manera. Sagan afirmaba que
los procesos atmosféricos de un planeta no entienden de intereses
económicos ni políticos, funcionan por sí mismos, y la actividad humana
puede contribuir a empeorar sus efectos. La sola posibilidad de que así
fuese le pareció un motivo más que suficiente para prestar toda su
atención al asunto.
Sagan fue un defensor de la existencia del calentamiento
global y dio los primeros pasos para que los gobiernos
del mundo se involucraran en un problema que hoy en
día nos sigue preocupando mucho.

UN CIENTÍFICO PARA LA ETERNIDAD


Carl Sagan fue mundialmente reconocido por su faceta de sólido
divulgador científico con un punto filosófico. Escribió más de veinte
libros y publicó cientos de artículos. A pesar de todo ello, Sagan nunca
recibió el Premio Nobel. El 20 de diciembre de 1996, y como
consecuencia de una extraña forma de cáncer (síndrome
mielodisplásico), por el que tuvo que someterse a tres trasplantes
de médula ósea, Carl Sagan murió a los 62 años a causa de una
neumonía. Para las generaciones futuras quedará la visión que este
gran pensador nos dejó del universo: "El cosmos es todo lo que es, todo
lo que fue y todo lo que será. Nuestras más ligeras contemplaciones del
cosmos nos hacen estremecer: sentimos como un cosquilleo nos llena
los nervios, una voz muda, una ligera sensación como de un recuerdo
lejano o como si cayéramos desde gran altura. Sabemos que nos
aproximamos al más grande de los misterios".
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/carl-sagan-astronomo-que-nos-hizo-amar-
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