Como aprendí, enseño: mi experiencia en el grupo de apoyo de docentes sobre equidad sobre
género y educación
Durante los últimos meses, tuve la oportunidad de participar en un
grupo de apoyo de docentes sobre igualdad de género y educación, junto con otros colegas de la Universidad de Sheffield, quienes iniciaron con el proyecto de Grandes Mujeres Latinoamericanas. El objetivo del grupo era compartir experiencias, reflexiones y recursos para incorporar la perspectiva de género en nuestra labor docente, así como para sensibilizar y formar a nuestro alumnado en esta temática. Fue una experiencia muy gratificante e importante para mí, ya que me permitió ampliar mis conocimientos sobre la situación de las niñas y las mujeres en el ámbito educativo, tanto a nivel nacional como internacional, y conocer las principales barreras y desafíos que enfrentan para ejercer su derecho a una educación de calidad, inclusiva y con equidad. Uno de los aspectos que más me llamó la atención fue la importancia del uso correcto de algunos términos dentro del salón de clases, y cómo los docentes podemos influir en la construcción de una cultura de respeto, diversidad y no discriminación a través del lenguaje. Lo que decimos importa. Como maestras y maestros debemos asumir la responsabilidad de revisar nuestro sistema de creencias: ¿De dónde viene? ¿Se ajusta a los principios por los que quiero regir mi vida y mi práctica docente? ¿Qué mensajes sexistas, clasistas o racistas sigo reproduciendo sin cuestionar? Aprendí que el lenguaje no es neutro, sino que refleja y reproduce las relaciones de poder y las desigualdades existentes en la sociedad. Por eso, es fundamental utilizar un lenguaje inclusivo y no sexista, que reconozca y visibilice la presencia y el aporte de las niñas y las mujeres en todos los ámbitos del saber y la vida social. En alguna de las sesiones virtuales, tuvimos la oportunidad de comentar cómo las y los docentes solemos replicar prácticas con las que nosotras también fuimos formadas. Enseñamos como aprendimos, y muchas veces eso significa que reproducimos mensajes e ideas de antaño que limitan los horizontes de nuestros/as estudiantes. Mensajes como “una señorita no debería comportarse de esa manera, vestirse con escotes o ropa tallada”, “esa es una profesión de hombres, es normal que ganen más”, “los hombres no lloran”, “las mujeres por naturaleza son más afectivas que los hombres”, o “las mujeres estudian magisterio, porque sólo aprenden a hacer dibujitos” perpetúan estereotipos y entorpecen los procesos de autoconocimiento y expresión del alumnado. El grupo de apoyo de docentes fue un espacio de aprendizaje colaborativo, en el que pudimos intercambiar ideas, opiniones y sugerencias para mejorar nuestra práctica docente con enfoque de género. Nos dimos cuenta de que para promover la igualdad de género en el aula debemos también cuestionarnos a nosotras/os mismas/os y desmontar ideas aprendidas a lo largo de los años. También fue un espacio de apoyo mutuo, en el que nos sentimos escuchados y valorados por nuestros pares, y en el que pudimos expresar nuestras dudas, dificultades y emociones. Somos muchas personas las que nos dedicamos a la educación y queremos promover un cambio de paradigmas. Creo que el grupo contribuyó a fortalecer nuestra identidad profesional y nuestro compromiso con la educación como herramienta de transformación social. Estoy muy agradecida y orgullosa de haber formado parte de este grupo, y espero que podamos seguir en contacto y continuar con esta labor tan necesaria e inspiradora. Creo que los docentes tenemos una gran responsabilidad y una oportunidad para educar en valores de igualdad, justicia y paz, y para formar ciudadanos y ciudadanas conscientes, críticos y solidarios, capaces de construir un mundo mejor para todos y todas.
Una educación que enriquece la vida: La comunicación NoViolenta ayuda a las escuelas a mejorar el rendimiento, reducir los conflictos y enriquecer las relaciones.