Segunda Etapa del Combate por la Isla Martín Garcia.
Luego de una primera jornada álgida donde las tropas revolucionarias de la
naciente armada cayeron ante el poderío realista en el combate por el Río de la Plata y en la cual las bajas fueron contabilizadas por decenas, el experimentado y pujante Guillermo Brown lejos de doblegar su voluntad, decidió componer sus fuerzas y volver a la carga para continuar las acciones determinadas. La pausa de la noche posibilitó recomponer las fuerzas con lo que a la madrugada fue retomado el combate y a media mañana del 11 de marzo, la fragata Hércules comenzó a flotar desplazándose canal abajo aprovechando la marea con la ayuda de la única vela en condiciones con los aparejos destrozados e impactos en el casco, hacia el banco de Las Palmas y de allí hasta Colonia de Sacramento. La tarde de ese día, Romarate informó su parte al Comandante del Apostadero de Montevideo, Miguel de la Sierra al Informaba reducidas bajas propias y juzgaba que dadas las pérdidas sufridas por los revolucionarios, solicitó a su comandancia urgentes refuerzos para aniquilarla antes de que se refugiaran en el puerto de Buenos Aires. Sin embargo, Romarate había juzgado mal la situación. Por un lado, la escuadra española al mando del capitán de fragata José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo negligentemente no se había movilizado en previsión de que se precisara como refuerzo, fuera en caso de derrota como apoyo o de victoria, y las medidas tomadas tras conocerse el parte fueron de tal morosidad que Romarate jamás recibió ni refuerzos ni abastecimientos. También a diferencia de lo que suponía Romarate, y poniendo de manifiesto en su adversario un carácter opuesto al de su compatriota y cercano al propio, tras las reparaciones y contando con el solo refuerzo de 49 hombres provistos por el comandante de Colonia de Sacramento, Brown volvió contra toda previsión al ataque. De esta forma, en la mañana del 13 envió un análisis de la situación a Larrea, planteando que la isla debía «ser atacada esta noche misma, si es posible, antes que venga una expedición de Montevideo, donde se trabaja con afán en aprontar una fuerza superior», aprovechando así el daño provocado a las fuerzas contrarias y el retorno de tropas a la Banda Oriental. Brown tenía en su mente la proyección de un desembarco de tropas para luego, desde tierra, atacar a las naves realistas. Dichos movimientos de ocupación quedaron a cargo del Capitán escocés Ricardo Baxter, quien tras la muerte del comandante Seaver, lo había sucedido en el mando de la goleta Juliet. Durante la noche del 14 fondeó sigilosamente a media milla al sureste frente al fondeadero llamado Puerto Viejo (Puerto del Pescado) y durante la madrugada del 15 de marzo se inició el desembarco. Alrededor de 175 hombres, mayormente criollos embarcados en botes, se dirigieron a la isla protegidos por los cañonazos de las naves de Brown que dispararon sin cesar sobre el fuego de artillería de costa realista. Asegurado el desembarco, Brown llevó la escuadra en dirección a los buques españoles para simular un ataque como distracción del esfuerzo principal. El avance sobre la plaza iniciado a las 4 de la madrugada fue detectado y al subir el cerro para acceder al puerto recibieron el fuego de las fuerzas realistas. En el momento en que la defensa se apercibió del ataque, la flota de Brown inició un cañoneo como distracción desde el oeste sobre la escuadra española. El ataque, efectuado bajo el fuego enemigo y a la carrera por camino fragoso y ascendente, se detuvo brevemente. En ese momento crítico se ordenó al pífano y al tambor tocar la marcha Saint Patrick’s Day in the Morning ("En la Mañana de San Patricio"). El avance de las tropas se renovó con gran empuje siendo el fuerte atacado a bayoneta calada. Los españoles se vieron sobrepasados y se rindieron tras veinte minutos de combate, con lo que el Teniente Jones de la Céfiro capturó la batería volante, volteó los cañones contra los navíos españoles e izó la insignia de las Provincias Unidas en la isla. Las naves españolas eludieron el combate final y, siendo testigos directos de la pérdida de la plaza terrestre, rumbearon aguas arriba por el río Uruguay. Este hecho marcó el desenlace del combate. El Combate Naval de Martín García fue el comienzo de la campaña de los 100 días que, liderada por el incipiente Guillermo Brown, aniquiló el poderío naval de España en el Río de la Plata y forzó la rendición de su último baluarte en el estuario, Montevideo.