Está en la página 1de 9

PIERRE MANENT

HISTORIA
DEL PENSAMIENTO
LIBERAL

ElvlECÉ EDITORES
CAPÍTULO PRIMERO

Europa y el problema
teológico-político

lCómo comenzar? lPor dónde comenzar? El período


que precede al establecimiento de los regímenes libe-
rales suele llamarse convencionalmente el antiguo
régimen, denominación enteramente retrospectiva o
negativa, de manera que sería menester preferir otra
positiva o prospectiva: era de las monarquías "absolu-
tas" o "nacionales". Lo que dio su forma a estas mo-
narquías es ~1 con~t?l?.~-9.. ~.f!§ºb~!f?!Zlq_: Tal como preva-
leció en Europa, este concepto es radicalmente nuevo
en la historia. Para comprenderlo, hay que compren-
der el mundo del ~ual nació el concepto con miras a
reorganizar dicho mundo. En suma, por más que
nuestra tarea nos intimide, es necesario tomar una
perspectiva de la historia europea -más exactamente
del problema de la historia europea- a partir de la
caída del Imperio Romano de Occidente.
lQué formas políticas estaban a disposición de
los hombres después de esa caída? "A disposición"
17
significa, no que esas formas existieran plenamente des griegas, Atenas y Esparta en primer lugar). Este
constituidas -por el contrario, ésa es precisamente la prestigio continuará siendo considerable en una Euro-
época de una desintegración general-, sino que esta- pa en la que ciertas ciudades alc~nzaron un~ al~o grado
ban presentes en la conciencia de los hombres como de potencia política, de pr?spendad eco~~m1ca o de
posibilidades políticas significativas y acaso deseables. eminencia intelectual: las cmdades hanseat1cas, Vene-
La primera forma es evidentemente ell!?Jperio, cia o Florencia, por ejemplo. En decadencia después
desplomado en Occidente; que subsiste empero en del triunfo de las monarquías, ese prestigio resurgirá
Oriente. Nunca se recordará demasiado hasta qué para nutrir la esperanza en ?n. restablecim~~~to de ~~
punto la idea de imperio ejerció poder sobre el espíri- vida cívica en un restablec1m1ento de la libertad ,
tu de los hombres, aun mucho después de la caída del sólo que e~ adelante será dentro de~ ~a.reo .~acional,
Imperio Romano: todo rey quería ser "emperador en lo cual cambia profundamente la s1gmf1cac10n _de la
su reino" y el Sacro Imperio Romano Germánico no idea original de ciudad. lCuál es la "LcJ~ª 9-~-~iµQªd"?
murió oficialmente hasta 1806. Piénsese también en Es la idea de un espacio pú_]Jlico en el que los hom-
los dos Napoleones, en Bismarck, en el Tercer Reich y bres, los _ciµq_actarios,,.delíberan y_dt:!ci9~!1 sobre todo
aún hoy en la idea del "Estado mundial". lCuál es el lo que-Tnc~mbe __é:l __s_u~ -·~~~-1:1~~9.-~ 7~ggrnn~§'~_! Es la idea
contenido de la idea de imperio? Se trata del agrupa- de dominar mediante la asociac10n de los hombres sus
miento de todo el mundo conocido, del orbis ten-antm condiciones de existencia. Es una ig~(l política emi-
bajo un poder único. La idea de imperio no nos remi- nentemente natural. ,
te esencialmente a ]a desmesura conquistadora de al- -- ----Ahora--bien;'"-eI--nécho original de la historia .de
gunos individuos (Alejandro, César, Carlomagno o Europa consis.t~ en que ni la ci~d~d ~i el imperio ni
Napoleón), sino que corresponde a Ja unidad de los una combinac10n de los dos summ1stro la forma en la
hombres, a la universalidad de la naturaleza humana cual Europa reconstituyó su organización política: en-
que quiere ser reconocida y reflejada en un poder úni- tonces se inventó la monarquía_._ 1_ -
co y por un poder único. Se trata de una idea p9lítica Lafefcefá formá, el teféer "modelo", es Ja _!gle_-__
naturaL _ -------- -- -- - __sia~Ciertamente la Iglesia no se sitúa en el mismo pra-
~ -L~ c)!:_Íd_q_cf_f?S el otro gran modelo significativo. En no del imperio y de la ciudad. Su razón de ser no con-
primer lugar, porque una ciudad está presente y tiene siste en organizar la vida s?cia~ y política d~ los
poder desde el momento en que un número suficiente hombres. Pero por su existencia misma y su propia vo-
de hombres se encuentran reunidos en un mismo lu-
1 Las "monarquías bárbaras" no desempeñaron e~ es.to ~ingún p~­
gar. Luego porque, lo mismo que el imperio, este tipo pel esencial. Desprovistas de expresión intelectual, ~n mst1tuc1one~ flui-
de organización política goza de un gran prestigio, re- das -más bien habría que hablar de costumbres-, d1~has ~onarq~ms no
flejo de la gloria de la república romana (y también desempeñaron otro papel que el (considerable) de mfund1r un intenso
por mediación de Roma goza de la gloria de las ciuda- espíritu de libertad individual en las costumbres europeas.

18 19
}a alternativa del bien r,?el. mal -C?,n la excep~i~~ #de
cación l~l~s.!a plante?_!~ _!Jp.__ i_nmen.~Q__problem.a las acciones llamadas md1ferentes , cuya def1mc1on,
poJHi~o a los puebfoseüropeos. Hay que insistir en es- por lo demás, ser~_objeto d~ un importantí~imo deba-
tepunto: el desarrollo político de Europa sólo puede te teológico y poht1co especialmente en la.epoca de la
comprenderse como la historia de las respuestas da- Reforma-, la Igl~~i~ ~ie11e _f!l "de_qer. c:l_~ vigilar" to(jas
das a problemas planteados por la Iglesia -asocia- las acciones humanas. y ~!ltre )as asc;~º~~s h._'=!m.anas
ción humana de un género enteramente nuevo-, más-imp_qijantes·:fas de consecuencias más grave~ son
pues cada respuesta institucional pfontea a su vez pro- las áédones realizadas por los gobernaJ!t,~S.· En virtud
blemas inéditos y apela a la invención de nuevas res- de su razón.de.ser;la Iglesia deoe;pües, velar ~on la
puestas. La clave del desarrollo europeo es lo que en más activa atención para que los gobernantes no or-
términos eruditos se llama el problema teológi,co-polfti- denen a los gobernados que cometan acciones capa-
co. ces de poner en peligro su salvación y hasta para que
La _I_g}~si? planteó a los pueblos europeos do~_ no les dejen 1a "libertad" de cometerlas. De esta ma-
P!oblemas, uno- coyuntural y·eroffo-esfn.icturaJ:.-El nera la Iglesia fueJleyada_-lógicamente y no coyuD:-
problema coyunturales-bíen conocido: en-ládisgí-ega- turalmente-J1_r~ivin.dicar_el poc1eL.S:UP~P1º' la_ple~zz~
ción general que siguió a las invasiones bárbaras, la tudo po(?§_tatis_. 1La definición ,de esta potest~s puede
Iglesia tuvo que hacerse cargo de las funciones socia- variar considerablemente segun sea conceb1~a como
les y polí~i,<:;?s que las autoridades civiles~ ausentes o potestas directa o potestas indirecta, ~ero el 1mpac~o
impóteñtes, no cumplían. Así se constituyó una afl1al- político de su reivindicación es esencialmente el mis-
ga1'1?9- qon(ra naturam. de las{u!!_ciones. civiles o prgfa- mo. Esa reivindicación asumió toda su amplitu? en el
nas y de las fµ11c!~ne~ . ~S.Pé:c!ficameiite--te11gfosas. El momento de la reforma gregoriana a fines del siglo XI.
problema estructural es también riiuy conoeida;·--pero En esa época, la ecclesia chris~ana es considerada co-
conviene formularlo exactamente. mo la única verdadera res publica.
La d~fülición que 1ª-:J:g}e§ia da de sí misma contie- -- Se puede resumir del modo sig~iente la singul~r
ne un_a "contradicción'~~ Por un lado, ~L.Pi~n que la "contradiG<;i6n" que hay en la doctrma de la Iglesia
Iglesia aporta ---1a- saivación--no es de.este mundo. católíca~-simultáneamente la Iglesia qeja a los hom_bres
Este mundo como tal, el mundo del César no le inte- de
la libertad- organizarse en fo tempgral según e_llos
resa. P.or otrolad9, el mismo Dios y su Hijo encomen-
daron a la Iglesia conducir a los hombres a la salva-
ª
lo entiendan y, por otro lado, ás¡fü~ im.ponerle,s umi.
"teOcracia". La Iglesia aporta a los hombres_ªJg_~.e~.
ción, de la cual, por la gracia de Dios, la Iglesia es el una coacción religiosa de una mnplitud inédita -y una
únic9 v~hí.~\JJQ. En consecuencia, la Iglesia tiene un liberaeiótro emancipación de la vida profana no me-
~~derech.o_d.e_yigilar" o más bien '~un deber de vigilar~' nos-inédita; a diferencia del judaísmo y del islamismo,
todo aquello_que podría poner en peligrc:da_sal_yacjÓ!}.: la Iglesia no aporta una ley que rija positivamente to- ·
Como todas las acciones húmarias se-encuentran ante
21
20
dos los actos de los hombres en la ciudad.
Podrá decirse que esta presentación es artificio- pacidad para propagarse y hasta para durar. Ello se
sa, que cua~esquiera que sean los principios en reali- debe ciertamente a la inestabilidad propia de esta for-
dad!ª Iglesia de la Edad.Medi~_tendió a la teocracia y ma de organización política: las luchas civiles entre
de ~1.nguna ~an_~ra ~ la hberacmn del espacio profano "facciones" determinan a menudo la parálisis y hasta
o c1v~I. La ob1ec~on tiene su peso; sin embargo hay que la autodestrucción de la ciudad, como lo atestiguan en
c~:ms1dera~ _no solo lo que la Iglesia hizo directamente, forma elocuente las crónicas de las ciudades griegas e
sm~ tam.b1en lo q1:1e ella hizo posible, que no lo hubie- italianas. A estas razones "naturales" se agregan razo-
r~ s1~0 ,~1 su doctrma no hubiera contenido Ja "contra- nes que tienen que ver con la presencia y la influencia
ct:cc10n que acabo de señalar. La Iglesia pretendió de la Iglesia. Sobre este particular debemos hacer dos
e1e:cer su co~~ol indiferentemente sobre todos los observaciones en apariencia contradictorias. Por una
regim~nes poht1cos: monarquías, ciudades 0 imperio. parte, JP.:5- ¡;_il1ciélci_es son r~la,tiV(llJ1~Dí~ cjé[Jjl~sJ;r_ente a
Ese mismo h.echo significa~a.reconocer que !ª-Jgl~§ia__ la Igle~ia, sólo a duras penas pueden enfrentarla. Por
_no. 9_es~_ª-Qª_ LI!lg<:>~~~- _1:11! -~e~~1l1~1L.PQfüj~() particular. otra parte, son particul§lrfl!~f1te hostiles a la Igles,ia o,
En consecuencia, cuando el mundo profano-recüpera-=. en sentido fovefso,Já.]gle,S,ia no fas. ~riici. ·· ·
ra ~~s fuerzas tendría amplitud para buscar la forma Las ciudades son débiles "ideológicamente": son
poht1ca qu.e pudiera resistír mejor a las pretensiones entidades "particulares" frente a dos entidades "uni-
de la Iglesia. En otras palabras, la lucha contra el as- versales", el imperio y la Iglesia. Cada facción en el
pecto teocráti.co de la Iglesia fue posible y de alguna seno de la ciudad tenderá a apoyarse en una u otra de
maner~ ~utonza~a por el aspecto que declaraba libre las entidades universales -güelfq§ y gib_~linos en Flo-
el dommm del Cesar. rencia-, a apoyarse también;-aesde hiego, en esta o
lSobre qué bases políticas tenderá a organizarse aquella monarquía extranjera.
el mundo profano para hacer frente a las pretensiones Por lo demás, las ciudades tienen una vida políti-
de la Iglesia? Examinemos Jos recursos de las dos for- ca en extremo intensi y-has.ta il.1mufr!o!9.Sa. Allí los in-
mas políti~as disponibles que hemos mencionado. • tereses y las pasiones de los hombres se vuelven natu-
. , Con~1deremos primero la ciudad. La organiza- ralmente hacia las cosas de este mundo. La ciudad
c~on en cmdades estuvo muy difundida en ciertas re- tiende pues a constituir u_p Il:!.°-!t_cl_9 _c;~rrado particvlar-
gmnes de Europa hasta el siglo XVI (norte de Italia mente rebelde a la influencia de la Iglesia. Por fin, la
Flandes, Alemania septentrional). Las razones históri~ postura natural de los hombres en la ciudad es la de
cas de es.t_e hecho no. nos interesan aquí. Lo que llama afirmar su libertad, su independencia. En_ estos tres
la ?~enc10n es la Clfcunstancia de que esta forma puntos, la mo_narquía presenta caracteres opuestos.
pol_it1~a, a 1.a que se deben tantas obras maestras DeniasTado hostil; por su estructura, a las preten-
art1st1cas y hterarias, presentara una especie de inca- siones de la Iglesia, lª-9j_l,!Q_~d era al mismo tiempo de-
masiado _".i_~bil para constituir una forma ¡mlítica (en
22
23
una época dominada por la Iglesia) capaz de afirmar- prestigio de I~ idea de imperi?, s~n aún más i:iodestas
se victoriosamente contra la Iglesia y a la vez admitir. en cierto sent1do que las reahzac10nes de la crndad. Y
algunas de sus exigencias. no por falta de genios, pues basta con nombrar a Car-
Estas observaciones acuden naturalmente al lomagno o a Federico II Hohenstaufei:. Ade.más de la
espíritu de quien considera la historia de las ciudades dificultad intrínseca de la empresa 1mpenal en un
italianas, en especial la historia de Florencia. Tal vez ámbito tan dividido geográfica, étnica y políticamente
se objete que en Italia prevalecía una situación atípi- como Europa, hay que tener en cuenta una realidad
ca, puesto que el papa era allí príncipe temporal. En espiritual: ~_gar . ~t?J_ i~p~_:r:i9 ..-.i:~i~~r~al_-_ ya está
realidad, hasta en Italia las fuerzas de la Iglesia eran ocupado P<?r 1~ _lgle;"si~. :Una obJec10n parece refutar
esencialment~ espirituales: el papa, por así decirlo, CleTriiñediato la hipótesis que acabo de formular: el
nunca pudo librar por sí solo una guerra; en la época imperio de Oriente, con sede en Constantinopla, co~­
del mayor prestigio del papado ni siquiera pudo ser xistió en una unión relativamente orgánica con el cns-
obedecido convenientemente en la misma Roma; y tianismo. Pero fue precisamente en Constan_tinol?la
buenos historiadores pudieron sostener que antes de donde se realizó esa unión, lejos del centro de irradia-
la época de la Reforma, el papa tenía más influencia ción de la presencia cristiana: el papa. Joseph .. de
en Inglaterra o Alemania que en Italia. Maistre, a quien siempre hay que consu~tar sobre ~s~~
En todo caso, esta situación de las ciudades italia- asunto, afirma que si la sede del impeno. s~ transfm?
nas tuvo importantes consecuencias en toda la historia a Constantinopla ello se debió a un mov1m1ento espi-
europea. La mezcla de hostilidad estructural y de de- ritual instintivo: Constantino sintió que "el mismo re-
bilidad intrínseca en la relación de la ciudad con la cinto no podía contener al emperador y al pontífice".
Iglesia explica en gran medida que lM .GiJJdadesitalia- El emperador cedió Roma al ¡Japa. 2 • •

nas hayan elaborado con tanta agresividad la primera El problema político europeo. es. pues el s1gme~­
civilización verdadera.mente "pr._ofana" del mundo te: el mundo no religioso, profano, laico, deb.e o:ga.1n-:
cristiano. Las primeras grandes <!fir_maciones literarias zarse en una forma que no sea ni la ciudad m el Jmpe-
de la consistencia, de la independencia y de la nobleza rio,- una forma menos "particular" que la ciudad y
~~1 mundo profano nacieron en Italia: Dante, Marsilio menos "universal" que .el imperio, o una forma cuya
-de Padua, Boccacio. Esta tradición "florentina" será universalidad fuera diferente de la universalidad del
retomada, radicalmente transformada y convertida en imperio. Sabemos qm:_~~~ !?rm~ pol!~ica habrá de ser
un arma de ataque contra la Iglesia por ese gran ene- la monarquía "absoluta o nacional . Antes de tratar
migo del nombre cristiano, Maquiavelo. de describir los cambios espirituales y políticos que
En cuanto a la otra gran posibilidad de organiza- permitieron la constitución de esta forma, quisiera de-
ción política, es decir, el imperio, sólo diré unas pala-
bras. Sus realizaciones efectivas, distinguidas por el 2 Du Pape, II, 6 (Lyon, 1819).

24
25
cir en forma breve por qué ella es estructuralmente do depende en una parte considerable de la circuns-
superior a la ciudad y al imperio para hacer frente al tancia de que esta forma política permite una amplia
problema planteado por las reivindicaciones de la acogida a la presencia de la Iglesia y al mismo tiempo
Iglesia. posee un recurso de enorme potencia -el monarca
. Lo mismó qu~ el emperador y a diferencia de Ja de derecho divino- para garantizar la independencia
c~udad, el re~ podra pretender al "~~!:~~hQ __cjivino" (en del cuerpo político frente a la Iglesia.
Vl~tu~ del ~orna d~ San Pab.lo: "Todo poder viene de La monarquía europea presenta, pues, dos as-
D10s , ~a diferencia d~ la crndad, pues los magistra- pectos: pn Jªqo__'~estátic.o~' que se puede caracterizar
dos de esta, como constituyen una pluralidad, no cum- como la unión del trono y del altar: el rey es buen cris-
plen 1~ primera c.ondición para ser la imagen o el lu- tiano e hijo sumiso de la Iglesia; en retribución de
gartemente de D10s: la unicidad; 3) pero, a· diferencia atenciones, la Iglesia lo reconoce rey por la gracia de
del en;pera.dor, el rey en principio no pretende la mo- Dios y predica a los fieles la obediencia al poder real.
n~rqma umver~al, lo .cual limita la amplitud del con- Y la monarquía tiene un )ª49__ ','dinéimico": el rey tien-
flicto con la umversahdad de la Iglesia. Además la vi- de naturalmente a afirmar la independencia total del
d~ poFtica en un n~!n?_ es mucho !!!-~~ 111odesta que-_~n cuerpo político respecto de la Iglesia y, por lo tanto, a
una cmd~d, y esto de3a a los hombres iiiayél"f lioertad reivindicar hasta la soberanía religiosa dentro de su
para dedicarse a las cosas del otro mundo. Por fin, la reino (nombramiento de obispos, control de las órd~­
p~~!:t:.1!~.!l~t.~ral de Jg~--~úbditos de un monarca es la nes religiosas y aun, en casos extremos como el de In-
__'?~~c:fü~.D~~ª-,Jo- cüaf conviene___más a la Iglesia. En vir- glaterra, participación en la definición del contenido
tud de ~stos ~r~-~-rn~gp~ la monarquía es mucho más dogmático de la religión). Mientras en la Edad Media
comp~~1.ble con la Iglesia que la ciudad. Simultánea y lo::, cuerpos políticos estaban envueltos o englobados
parado31camente, con la afirmación del derecho divi- por la Iglesia, las monarquías que se encaminan hacia
no, el mundo prof~no! ~u~a piedra angular es el rey, el absolutismo tienden (en cada caso particular) a en-
se encuentra en prmc1p10 mdependiente de la Iglesia globar a la Iglesia que se halla presente en el interior
pu~s .~Li:ey 9~P~P:9t! s<)lo_ de I)ios. La consecuencia de sus fronteras: el reino es el cuerpo político supre-
practica es que Jo~_~t!J'~S te11qerán a colocarse a la ca- mo, la asociación humana por excelencia. Cuando se
_bez~ de la misma organizaélón religiósa de sus iefrios. establezca en forma definitiva esta supremacía, el rei-
- La fortúna histórica de lá monarquía en el mun- no habrá de convertirse en la "nación" y los "repre-
sentantes" de ésta impondrán al clero la "constitución
3 El axioma de San Pablo, como ttll, abarca el poder de los magistra-
. d?s ~anta como el poder ?el rey; pero en una ciudad el poder circula, se civil", con lo que quedará consagrada la subordina-
d1stnbuye entre muchos titulares que a veces son provisionales· es decir ción completa de la Iglesia al cuerpo político.
~o está ~~carnada en una persona. Es difícil reconocer allí un reflejo de 1~ De esta manera, la monarquía se manifiesta me-
mmutab1hdad y de la unicidad divinas.
nos como un régimen que como un proceso. Y esto es
26 27
lo que explica que las grandes teorías históricas for- tismo monarquía. Pues bien, la monarquía europea
muladas en el siglo XIX tiendan a despojarla de toda repre~entó un movimiento político que determinó la
consistencia propia para convertirla en un simple ins- transformación incesante y de ninguna manera cíclica
trumento destinado a ser desechado una vez cumplido de la constitución interior de los estados, transforma-
lo que la "historia" esperaba de él: para el marxismo, ción incesantemente productora de formas políticas y
la monarquía es el instrumento para pasar del "feuda- sociales nuev~s. La mona_r'\uía emp~j? a la historia y
lismo" al "capitalismo"; para Guizot es el instrumento aún ahora viVImos de ese impulso ongmal.
de la unificación "nacional" y de la "civilización"; para lPor qué esta originalidad extrema, este dinamis-
Tocqueville es instrumento de paso de la "aristocra- mo sin igual de la monarquía europea? Lo que pudo
cia" a la "democracia". 4 Estas interpretaciones tie- "fijar" esta monarquía fue un compromiso estable en-
nen desigual valor, pero todas ellas tratan de dar un tre lo sagrado religioso y lo sagrado cívico, siendo el
contenido inteligible a esta intuición: es la monarquía rey la piedra angular del sistema sacro. Ahora bien, a
la que empuja "la historia", la historia "moderna" de pesar de todos sus atributos religiosos ostentados, a
Europa, una historia orientada, con un "sentido", una pesar de lo sagrado, a pesar de su derecho divino, el
historia "irresistible". Fue la monarquía lo que rompió rey nunca pudo ser en Europa la piedra a~gular del
en Europa, y solamente en Europa, el ritmo "natural" sistema de lo sagrado, como lo era en Onente. En
de la política, de la historia política. Oriente, el rey o el emperador, aunque a veces se lan-
El ritmo "natural" de un cuerpo político puede zaba a las conquistas más extravagantes, conti~uaba
describirse en términos generales de la manera si- siendo categóricamente conservador con relación al
guiente: en política exterior, la expansión territorfal interior de su sociedad o su civilización de origen. Este
hasta que esa expansión llevada demasiado lejos aca- papel pasivamente sublime o sublimemente pasivo le
rrea la derrota y la desaparición del cuerpo político estaba vedado al rey en Occidente: aquí el rey debió
del escenario político; en política interior, o bien la obrar de continuo y obrar sobre su sociedad. lCuál fue
conservación de un mismo régimen (lo cual conduce a el principio de esta acción? ..
la petrificación) o bien un desplazamiento tradicional- En la medida en que el rey no puede fI3ar o rete-
mente descrito como "cíclico" entre formas políticas ner lo sagrado en su forma más potente, lo sagrado
predeterminadas y constantes en sus características propiamente cristiano (la figura del. Cristo Rey, p~r
esenciales: aristocracia, democracia, anarquía, despo- ejemplo, no logrará, por razones evidentes, 5 asumir
4 Guizot, a diferencia de Tocqueville y de Marx, se esfuerza sin em-
bargo por dar también a la monarquía, más allá de su "función histórica", 5 El título de vicarius Clzristi, al principio compartido con el rey o el
un consistencia "natural": "La monarquía tíene su fuente en esa creencia emperador, se convertirá en propiedad exclusiva del papa o en tod? caso de
natural en la unidad y la inmutabilidad del soberano de derecho, creencia los sacerdotes a medida que la Iglesia desarrolla las consecuencias de su
que está en el fondo del espíritu humano". Véase De la souveraineté, en propia definición. Véase E.H. Kanto~owicz, Tire. Kin~'s '.Rvo Bodies, cap. m
Histoire de la cfrilisa1ion en Europe, Hachette Pluriel, 1985, pp. 336-341. y rv particularmente págs. 87-93. (Prmceton Umvers1ty Press, 1957.)

28
29
una consistencia duradera), él va a ser encargado na- pa, en particular el de tª-~-~-Ylfü·faación~ En efecto, nos
damos cuenta de que las nociones que permitirán con-
turalmente o estará dispuesto a encargarse él mismo
cebir y poner por obra la política moderna, las nocio-
de la tarea de constituir el cuerpo político como totali-
nes gracias a las cuales nosotros nos concebimos como
dad un~ª' esencialmente distinta de la Iglesia, y se en-
modernos, nacieron en esta situación polémica y tal
ca;gara de constituir la ciudad profana, la civitas ho-
vez de esta situación. Ahora debernos intentar captar
mmum; y la hará una así como él mismo es uno. He
con más precisión el espíritu en que dichas nociones
insistido sobre esta punto: la Iglesia en principio deja
fueron elaboradas, intentar respirar el aire de su pri-
al hombre la libertad de organizar el orden terrestre
c?~mo le plazca. Pues bien, es el rey quien, por su posi-
mera forja.
c10n,. es capaz (y el único capaz) de realizar y hacer
efectivo este papel dejado u ofrecido al hombre.
He tratado de definir en forma muy esquemática
el paisaje primero y el problema original de la historia
de Europa, pues sólo a partir de ellos resulta inteligi-
ble el desarrollo de la política ulterior. Presenté este
problema en una forma casi matemática: teniendo en
cuenta las características de la Iglesia católica, hallar
la forma política X que permita asegurar la inde-
pende:icia del mundo profano. Como la ciudad y el
1mpeno no convienen para ello, queda la monarquía.
Hay mucho menos artificio de lo que podría creerse
en esta presentación, aun cuando ella se beneficia con
las ventajas de la retrospección: ese problema fue du-
rante largos siglos el principal problema de los pue-
blos europeos .. Al formularlo de esta manera, no pre-
sup~nemos ~1r:guna interpretación particular del
sentido de] cristianismo ni de la condición política del
hombre. Es más. aún, al colocarnos en la perspectiva
de los actores mismos, nos olvidamos de lo que sabe-
mos o creernos saber de· nuestra historia: nos ofrece-
mos una posibilidad de poder evitar ulteriormente re-
cur~i~ a Jos conceptos nacidos después de la derrota
poht1ca de_ la Iglesia en el gran combate que nos ocu-
31
30

También podría gustarte