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Seguridad de la Salvación

¿Enseña la Biblia a estar "seguros de nuestra salvación"


al modo como lo entienden muchos cristianos hoy?

Difícilmente haya un tema más confuso, cuando algunas iglesias evangélicas y


católicos se sientan a hablar, que el de la salvación. Va más allá de la pregunta de
base de los fundamentalistas: "¿Has sido salvado?" (que también significa, "¿No te
gustaría sentirte ya salvado?"). Evangélicos y fundamentalistas nos aseguran tener
tal absoluta seguridad. Abrigan la certeza absoluta de que irán al cielo
inmediatamente después de la muerte. Concluyen de la Biblia que Cristo prometió
que el cielo es de ellos a cambio de un acto muy simple. Todo lo que deben hacer
es, "aceptar a Cristo como su salvador personal", y asunto acabado. Probablemente
vivirán luego vidas ejemplares, pero el vivir bien no es crucial, al modo de ver de
ellos: definitivamente no afecta a su salvación. No importa lo que suceda después,
no interesa cuán pecaminosamente vivan el resto de sus días: su salvación está
asegurada. Puede que el Espíritu Santo los castigue en esta vida por sus pecados,
pero de ningún modo pueden descartar su salvación, porque esta no depende del
valor intrínseco de sus almas o de los efectos de los pecados que se cometan.

Kenneth E. Hagin, un afamado tele evangelista pentecostal de la rama "Word


Faith" del protestantismo nos dice que la seguridad de esta salvación viene a través
de ser "renacido": "Si no nacéis de nuevo, no entraréis en el Reino de Dios" (Jn.
3,3). En su pequeño libro, El Nuevo Nacimiento (The New Birth), Hagin nos dice
que, "el nuevo nacimiento es una necesidad para ser salvo. A través del nuevo
nacimiento tu entras en la correcta relación con Dios".

De acuerdo con Hagin, hay muchas cosas que este nuevo nacimiento no es. "El
nuevo nacimiento no es: Confirmación, miembro de la Iglesia, agua del Bautismo,
el recibir los Sacramentos, observar las obligaciones religiosas, una intelectual
recepción del cristianismo, ortodoxia en la fe, ir a la iglesia, decir oraciones, leer la
Biblia, ser bueno, ser culto o refinado, hacer buenas obras, hacer lo mejor que
puedas (la idea es esforzarse en lo de uno), ni ninguna de las muchas otras cosas
en que algunos hombres confían que los salvarán". Aquellos que obtuvieron el
nuevo nacimiento "hicieron lo necesario: aceptaron a Cristo Jesús como el Salvador
personal repitiendo y volviéndose a Dios con todo el corazón como un niño". Aquel
singular acto de la voluntad, explica, es todo lo que necesitaban hacer. ¿Pero, es
esto verdad? ¿Sostiene la Biblia este concepto?

La Iglesia Católica enseña que la salvación final depende del estado del alma al
momento de la muerte (cf. Mat. 25,31-46). El que muera en el estado de amistad
con Dios (el estado de gracia) irá al cielo. El que muera en estado de enemistad y
rebelión en contra de Dios (el estado de pecado mortal, cf. Jn. 5,16-17) irá al
infierno. Cristo ya nos ha redimido, nos abrió las puertas del cielo, como
originalmente estaban. Nótese que redención no es lo mismo que salvación pero es
un preludio necesario. Él hizo su parte, y, como resultado de las gracias que
mereció para nosotros por su muerte violenta en la Cruz, nos capacita para que
nosotros hagamos nuestra parte (Fil. 1,6; 2,13; Heb. 13,20-21). Para pasar por
aquellas puertas debemos estar espiritualmente vivos -en el estado de gracia- en el
momento de nuestra muerte corporal. Si un alma está en el estado de pecado
mortal, sin el regalo de Dios de la gracia santificante -la gracia que da al alma la
vida sobrenatural- entonces está espiritualmente muerta y por lo tanto incapaz de
gozar del cielo.

Todos los demás: al infierno

Para los Fundamentalistas y Evangelistas realmente no interesa -si de la


salvación se trata- cómo vives o terminas tu vida. Tu puedes ser la Madre Teresa,
pero irás al infierno si no aceptas a Cristo (en el sentido fundamentalista de la
frase), y han habido algunos escritores Fundamentalistas y Evangelistas quienes
remarcaron que la Madre Teresa está condenada al infierno. No cuentan ni su fe
(para ellos falsa), ni sus amorosos actos de ternura y caridad hechos en el nombre
de Cristo, ni los excelentes frutos espirituales que dio. Por otro lado, tu te puedes
levantar un Domingo por la mañana, ir a la iglesia, responder al llamado del altar,
anunciar que tu has aceptado a Jesús como tu Salvador personal, y, mientras
realmente lo creas, listo, estás asegurado. Y muchos Protestantes continúan
diciendo que de allí en más no hay nada que puedas hacer, no hay pecado que
puedas cometer que afecte a tu salvación. Tu no puedes ir en contra de tu
salvación, aún cuando así lo desees.

¿Muy bueno para ser real? Fíjate en lo que los fundamentalista y evangelistas
dicen. Wilson Ewin, el autor de un pequeño libro llamado "Entonces, ya no hay
Condenación", dice que, "la persona que ponga su fe en el Señor Jesucristo y en su
sangre derramada en el Calvario está eternamente segura. No puede nunca perder
su salvación. Ninguna violación de las leyes de Dios o de los hombres o de los
mandamientos puede anular este estado".

Ewin cita a Hebreos 9:12, que dice que Jesús "entro de una vez por todas en el
Lugar Santo, llevando no sangre de machos cabrios ... sino su propia sangre, por lo
tanto asegurando una redención eterna". "Negar la seguridad de la salvación sería
negar la redención perfecta de Cristo", argumenta Ewin, y esto es algo que él
puede decir sólo porque confunde redención y salvación. La verdad es que en un
sentido todos estamos redimidos por la muerte de Cristo en la Cruz -Cristianos,
Judíos, Musulmanes, aún los espiritistas en los más oscuros bosques (1Tim. 2,6;
4,10; 1Jn. 2,2)- pero debemos afirmar que nuestra salvación es condicional.

Tu no puedes perder el Cielo

Ewin dice que "ningún acto erróneo u obra pecaminosa puede nunca afectar la
salvación del creyente. El pecador no hizo nada para merecer la gracia de Dios, así
tampoco no puede él hacer nada para desmerecer esa gracia. Es verdad, una
conducta pecadora siempre lesiona la relación de uno con Cristo, limita su
contribución con la obra de Dios y puede resultar en una seria acción disciplinaria
por parte del Espíritu Santo". (¿Pero que tan seria puede ser esta acción
disciplinaria, si la pérdida del cielo no es parte de ella?).

Más adelante Ewin argumenta que "la absoluta seguridad de salvación dada por
la justicia nunca puede ser quebrada por el pecado. La razón es simple -esta
justicia no tiene nada que ver con cumplir los mandamientos de Dios o la ley moral.
La Biblia dice, 'Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado al justicia de Dios
atestiguada por al Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo,
para todos los que creen' (Rom. 3,21-22). La Ley de Dios o mandamientos fueron
dados para señalar los pecados. La ley muestra cuan débil y perdido está el hombre
aún no regenerado frente a un Dios Santo. Cumplirlos o violarlos, no entra en la
posesión -acreditada o dada- de la justicia por parte del creyente". Pero este
concepto, que podrá ser de algún modo confortante para algunos, es simplemente
inconsistente con la Escritura. "Tu que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres
en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del Juicio de Dios? ¿O desprecias la riqueza da
la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer que esa
bondad te debe llevar a la conversión? Por tu obstinación en no querer arrepentirte,
vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de
Dios, que retribuirá a cada uno según sus obras. Él dará la vida eterna a los que
por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la
inmortalidad. En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que
no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia" (Rom. 2,3-8; ver
también Mat. 19,16-21; 25,31-46).

Con respecto a que si los cristianos tienen una "absoluta" seguridad de salvación
sin relación a sus actos, considera tres advertencias que dio San Pablo: "Todo esto
les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que
vivimos en el tiempo final. Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no
caer!" (1Cor. 10,11-12). "En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen
ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi
conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el
Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a
la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de
los corazones" (1 Cor. 4,3-5); y, "Considera tanto la bondad cuanto la severidad de
Dios: él es severo para con los que cayeron y es bueno contigo, siempre y cuando
seas fiel a su bondad; de lo contrario, tú también serás arrancado" (Rom. 11,22;
ver también Heb. 10, 26-29; 2Pe. 2,20- 21).

De la transmisión "Clase Radial de Biblia" los oyentes pueden obtener un folleto


¿Puede Alguien Realmente Saber con Seguridad? Su autor anónimo dice que "El
Señor Jesús quiso que sus seguidores estén seguros de su salvación así ellos se
regocijen más en la esperanza del cielo que en las victorias sobre la tierra. 'Les he
escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que
sepan que tienen la vida eterna' (1Jn. 5,13)".

Como la mayoría de las citas bíblicas de éste y otros folletos, este versículo
puede querer decir justamente lo que el autor del folleto nos quiere hacer creer. El
admite, sin embargo, que hay una falsa seguridad: "El Nuevo Testamento nos
enseña que una genuina seguridad es posible y deseable, pero también nos
previene ya que podemos ser engañados por una falsa seguridad. Jesús declaró:
'No son los que me dice "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los cielos'
(Mat. 7,21)". Pero uno puede hallar verdadera seguridad. "Primero, debes aceptar
la obra de Cristo. Reconociendo tu pecado (Rom. 3,23; 6,23) e imposibilidad de
salvarte a ti mismo (Ef. 2,8-9), pon tu esperanza en Jesucristo como tu Salvador
personal (Heb. 16,13). Habiendo hecho esto, tu salvación ya es real. ¡Esto es
verdadera seguridad!

Una engañosa seguridad

¿Cómo puede un Fundamentalista saber si su experiencia de salvación fue real, -


esto es que haya funcionado? Sencillamente, no puede. Llevando una buena vida
después de haber sido "renacido" no prueba nada, ya que uno puede pecar
gravemente en un momento posterior. Y llevar una mala vida inmediatamente
después de haber sido salvado, no lo desaprueba, ya que los pecados de uno son
inmateriales. De todos modos, la doctrina parece casi inútil porque, cuando se
reflexiona seriamente sobre ella, parece hacer imposible la misma seguridad que se
supone que nos da.

Por otro lado, hay muchos otros versículos que refutan absolutamente la noción
de una seguridad infalible: "Castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que,
después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado" dice San
Pablo (1Co. 9,27). Esto sigue a los versículos donde S. Pablo exhorta a sus lectores
a correr la carrera cristiana (de Cristo). El se refiere a la carrera de la vida, siendo
la línea final la entrada al cielo.

Para llegar a esto, el autor del folleto de la "Clase Radial de Biblia" dice que
Pablo "no quiso perder la recompensa de servir y satisfacer a su Señor a través de
su flaqueza; el no temía perder su salvación". Tal interpretación fuerza el pasaje
(lee todo el capítulo 9 y verás), y otros pasajes lo contradicen. Por ejemplo,
Filipenses 2,12 dice: "Por eso queridos míos, ustedes que siempre me han
obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando
estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente". Esta no es una
expresión de seguridad total. Nuestra salvación es algo en lo que todavía se debe
trabajar. San Pablo nos dice también, "Porque todos debemos comparecer ante el
tribunal de Cristo (esto incluye a los cristianos que serán salvados e irán al cielo, cf.
Mat. 25,31-45), para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o
malas, lo que mereció durante su vida mortal" (2 Co. 5,10); "porque el que siembra
en la carne, de la carne sólo recogerá la corrupción; y el que siembra según el
Espíritu, del Espíritu recogerá la vida eterna . No nos cansemos de hacer el bien,
porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos" (Gal. 6, 8-9).

Éstos versículos demuestran que seremos juzgados por lo que hacemos -y no


por un sólo acto de aceptación de Jesús como nuestro Salvador personal.
"Entonces", podríamos preguntar: "¿es suficiente ser 'alguien que hace el bien' para
obtener la salvación? ¡De ningún modo! La Biblia es bastante clara al decir, para
que ninguno de nosotros se gloríe, que no somos salvados por nuestras obras, sino
por el regalo de Dios de la gracia que recibimos a través de la fe (Ef. 2,8-9).

Los Protestantes que citan Ef. 2, 8-9, como un texto-prueba están justamente
repitiendo la constante enseñanza da la Iglesia Católica. Yerran cuando piensan que
somos salvados por sólo la fe. (Fue Martin Luther quien, en una deliberadamente
incorrecta traducción de la Escritura, insertó la palabra "sola" en Romanos 3,28 y
Gálatas 2,16 y quitó el libro de Santiago del Nuevo Testamento porque este (el
libro) dice: "¿Quieres convencerte, hombre insensato, de que la fe sin obras es
estéril?...¿Ves cómo la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó
la perfección?" (Santiago 2,20 y 22).

La enseñanza de la Biblia es que nuestras buenas obras -como resultado de


nuestra fe en Cristo- son real y verdaderamente la obra de Dios en nosotros
("Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su
designio de amor" Fil. 2,13). En otras palabras, ambas, nuestra fe y nuestras
obras, son realizadas en nosotros no por nuestra justicia separadamente de Cristo,
sino que son regalos de la gracia de Dios en nosotros. Es por eso que no podemos
jactarnos aun cuando nuestras obras fueran nuestro propio actuar únicamente.

Ahora bien, si es verdad que somos juzgados y premiados acorde con nuestras
buenas obras hechas por la gracia de Dios en la fe (cf. Rom. 2,6-7), entonces no se
puede decir que sólo la fe, en el sentido protestante (i.e. un mero confiar en las
promesas de Cristo) pueda ser suficiente para la salvación. Si así fuere, no
deberíamos preocuparnos por el papel de las obras, del cual, como hemos visto, la
Biblia hace hincapié en que debemos ocuparnos (cf. 1Jn. 3,21-24; 4,20-21, Ap.
20,11-15).

El rol del Bautismo en la salvación

Recordemos que a Nicodemo le fue dicho por Cristo que debemos renacer por el
agua del Espíritu Santo (Jn 3,5). Los católicos sostienen, siguiendo a la Biblia, que
toda la frase "agua y el Espíritu Santo" es una unidad; significa bautismo. Pero
algunos Protestantes piensan que solo la segunda parte de la frase es operativa. En
el típico esquema Evangélico, el agua no realiza absolutamente nada. El Espíritu
Santo hace su trabajo, dicen, convenciéndonos de pecado y mostrándonos que
necesitamos depositar nuestra fe en Cristo. Pero la necesidad del agua de bautismo
está totalmente olvidada.

Aunque la mayoría de los Evangelistas y Protestantes miran al bautismo como


una disposición importante, al mismo tiempo están persuadidos que no es
necesario para la salvación. Es una buena cosa para hacer, una manera de mostrar
a los demás en al congregación de que ahora eres un Cristiano (y, por supuesto,
admiten todos que Jesús mandó a los creyentes bautizarse - aunque meramente
como un signo exterior), pero sostienen que no hay conexión entre bautismo y
salvación porque el bautismo en sí mismo no realiza nada en el alma. Es la sincera
e intelectual aceptación de Cristo que lo hace todo -más o menos así lo piensan.

Desafortunadamente, no es esto lo que la Biblia enseña. San Pedro lo explica de


varias maneras: Primero, dice: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de
Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del
Espíritu Santo" (Hech. 2,38), y también: "...Dios esperaba pacientemente, en los
días que Noé construía el arca. En ella, unos pocos -ocho en total- se salvaron a
través del agua. Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son
salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el
compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo,..."
(1Pe. 3,20-21) Pedro es bastante claro al respecto: "Bautismo, por el que ahora
son salvados". Esto se refiere al sacramento del agua del bautismo el cual Pedro lo
compara a cómo la familia de Noé "se salvo a través del agua". Si bien el bautismo
no borra las manchas físicas de nuestros cuerpos, nos salva limpiando nuestras
almas por la gracia de Dios. San Pablo repite esto cuando le dice a Tito: "...no por
las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él
nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo, y renovándonos por el Espíritu
Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de
Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en
esperanza herederos de la vida eterna" (Tito 3,5-7).

¿Qué responder?

"¿Usted está salvado?", pregunta el fundamentalista. Un católico le respondería:


"Como la Biblia dice, ya estoy salvado (Rom. 8,24; Ef. 2,5-8), pero también estoy
siendo salvado (1Co. 1,8; 2Co. 2,15; Fil. 2,12), y tengo la esperanza de que seré
salvado (Rom. 5,9-10; 1Co. 3,12-15)". "Estoy redimido," responde el católico, "y
como el Apóstol Pablo, estoy trabajando por mi salvación con temor y temblor (Fil.
2,12), con esperanzada fe en las promesas de Cristo (Rom. 5,2; 2Tim. 2,11-13) -
pero no con una falsa y "absoluta" seguridad acerca de mi capacidad de perseverar
(2Co. 13,5). Y hago todo esto como la Iglesia Católica ha enseñado, sin cambios,
desde el tiempo de Cristo".

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