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De acuerdo con Hagin, hay muchas cosas que este nuevo nacimiento no es. "El
nuevo nacimiento no es: Confirmación, miembro de la Iglesia, agua del Bautismo,
el recibir los Sacramentos, observar las obligaciones religiosas, una intelectual
recepción del cristianismo, ortodoxia en la fe, ir a la iglesia, decir oraciones, leer la
Biblia, ser bueno, ser culto o refinado, hacer buenas obras, hacer lo mejor que
puedas (la idea es esforzarse en lo de uno), ni ninguna de las muchas otras cosas
en que algunos hombres confían que los salvarán". Aquellos que obtuvieron el
nuevo nacimiento "hicieron lo necesario: aceptaron a Cristo Jesús como el Salvador
personal repitiendo y volviéndose a Dios con todo el corazón como un niño". Aquel
singular acto de la voluntad, explica, es todo lo que necesitaban hacer. ¿Pero, es
esto verdad? ¿Sostiene la Biblia este concepto?
La Iglesia Católica enseña que la salvación final depende del estado del alma al
momento de la muerte (cf. Mat. 25,31-46). El que muera en el estado de amistad
con Dios (el estado de gracia) irá al cielo. El que muera en estado de enemistad y
rebelión en contra de Dios (el estado de pecado mortal, cf. Jn. 5,16-17) irá al
infierno. Cristo ya nos ha redimido, nos abrió las puertas del cielo, como
originalmente estaban. Nótese que redención no es lo mismo que salvación pero es
un preludio necesario. Él hizo su parte, y, como resultado de las gracias que
mereció para nosotros por su muerte violenta en la Cruz, nos capacita para que
nosotros hagamos nuestra parte (Fil. 1,6; 2,13; Heb. 13,20-21). Para pasar por
aquellas puertas debemos estar espiritualmente vivos -en el estado de gracia- en el
momento de nuestra muerte corporal. Si un alma está en el estado de pecado
mortal, sin el regalo de Dios de la gracia santificante -la gracia que da al alma la
vida sobrenatural- entonces está espiritualmente muerta y por lo tanto incapaz de
gozar del cielo.
¿Muy bueno para ser real? Fíjate en lo que los fundamentalista y evangelistas
dicen. Wilson Ewin, el autor de un pequeño libro llamado "Entonces, ya no hay
Condenación", dice que, "la persona que ponga su fe en el Señor Jesucristo y en su
sangre derramada en el Calvario está eternamente segura. No puede nunca perder
su salvación. Ninguna violación de las leyes de Dios o de los hombres o de los
mandamientos puede anular este estado".
Ewin cita a Hebreos 9:12, que dice que Jesús "entro de una vez por todas en el
Lugar Santo, llevando no sangre de machos cabrios ... sino su propia sangre, por lo
tanto asegurando una redención eterna". "Negar la seguridad de la salvación sería
negar la redención perfecta de Cristo", argumenta Ewin, y esto es algo que él
puede decir sólo porque confunde redención y salvación. La verdad es que en un
sentido todos estamos redimidos por la muerte de Cristo en la Cruz -Cristianos,
Judíos, Musulmanes, aún los espiritistas en los más oscuros bosques (1Tim. 2,6;
4,10; 1Jn. 2,2)- pero debemos afirmar que nuestra salvación es condicional.
Ewin dice que "ningún acto erróneo u obra pecaminosa puede nunca afectar la
salvación del creyente. El pecador no hizo nada para merecer la gracia de Dios, así
tampoco no puede él hacer nada para desmerecer esa gracia. Es verdad, una
conducta pecadora siempre lesiona la relación de uno con Cristo, limita su
contribución con la obra de Dios y puede resultar en una seria acción disciplinaria
por parte del Espíritu Santo". (¿Pero que tan seria puede ser esta acción
disciplinaria, si la pérdida del cielo no es parte de ella?).
Más adelante Ewin argumenta que "la absoluta seguridad de salvación dada por
la justicia nunca puede ser quebrada por el pecado. La razón es simple -esta
justicia no tiene nada que ver con cumplir los mandamientos de Dios o la ley moral.
La Biblia dice, 'Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado al justicia de Dios
atestiguada por al Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo,
para todos los que creen' (Rom. 3,21-22). La Ley de Dios o mandamientos fueron
dados para señalar los pecados. La ley muestra cuan débil y perdido está el hombre
aún no regenerado frente a un Dios Santo. Cumplirlos o violarlos, no entra en la
posesión -acreditada o dada- de la justicia por parte del creyente". Pero este
concepto, que podrá ser de algún modo confortante para algunos, es simplemente
inconsistente con la Escritura. "Tu que juzgas a los que hacen esas cosas e incurres
en lo mismo, ¿acaso piensas librarte del Juicio de Dios? ¿O desprecias la riqueza da
la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer que esa
bondad te debe llevar a la conversión? Por tu obstinación en no querer arrepentirte,
vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de
Dios, que retribuirá a cada uno según sus obras. Él dará la vida eterna a los que
por su constancia en la práctica del bien, buscan la gloria, el honor y la
inmortalidad. En cambio, castigará con la ira y la violencia a los rebeldes, a los que
no se someten a la verdad y se dejan arrastrar por la injusticia" (Rom. 2,3-8; ver
también Mat. 19,16-21; 25,31-46).
Con respecto a que si los cristianos tienen una "absoluta" seguridad de salvación
sin relación a sus actos, considera tres advertencias que dio San Pablo: "Todo esto
les sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los que
vivimos en el tiempo final. Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no
caer!" (1Cor. 10,11-12). "En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen
ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi
conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el
Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a
la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de
los corazones" (1 Cor. 4,3-5); y, "Considera tanto la bondad cuanto la severidad de
Dios: él es severo para con los que cayeron y es bueno contigo, siempre y cuando
seas fiel a su bondad; de lo contrario, tú también serás arrancado" (Rom. 11,22;
ver también Heb. 10, 26-29; 2Pe. 2,20- 21).
Como la mayoría de las citas bíblicas de éste y otros folletos, este versículo
puede querer decir justamente lo que el autor del folleto nos quiere hacer creer. El
admite, sin embargo, que hay una falsa seguridad: "El Nuevo Testamento nos
enseña que una genuina seguridad es posible y deseable, pero también nos
previene ya que podemos ser engañados por una falsa seguridad. Jesús declaró:
'No son los que me dice "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los cielos'
(Mat. 7,21)". Pero uno puede hallar verdadera seguridad. "Primero, debes aceptar
la obra de Cristo. Reconociendo tu pecado (Rom. 3,23; 6,23) e imposibilidad de
salvarte a ti mismo (Ef. 2,8-9), pon tu esperanza en Jesucristo como tu Salvador
personal (Heb. 16,13). Habiendo hecho esto, tu salvación ya es real. ¡Esto es
verdadera seguridad!
Por otro lado, hay muchos otros versículos que refutan absolutamente la noción
de una seguridad infalible: "Castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que,
después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado" dice San
Pablo (1Co. 9,27). Esto sigue a los versículos donde S. Pablo exhorta a sus lectores
a correr la carrera cristiana (de Cristo). El se refiere a la carrera de la vida, siendo
la línea final la entrada al cielo.
Para llegar a esto, el autor del folleto de la "Clase Radial de Biblia" dice que
Pablo "no quiso perder la recompensa de servir y satisfacer a su Señor a través de
su flaqueza; el no temía perder su salvación". Tal interpretación fuerza el pasaje
(lee todo el capítulo 9 y verás), y otros pasajes lo contradicen. Por ejemplo,
Filipenses 2,12 dice: "Por eso queridos míos, ustedes que siempre me han
obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando
estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente". Esta no es una
expresión de seguridad total. Nuestra salvación es algo en lo que todavía se debe
trabajar. San Pablo nos dice también, "Porque todos debemos comparecer ante el
tribunal de Cristo (esto incluye a los cristianos que serán salvados e irán al cielo, cf.
Mat. 25,31-45), para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o
malas, lo que mereció durante su vida mortal" (2 Co. 5,10); "porque el que siembra
en la carne, de la carne sólo recogerá la corrupción; y el que siembra según el
Espíritu, del Espíritu recogerá la vida eterna . No nos cansemos de hacer el bien,
porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos" (Gal. 6, 8-9).
Los Protestantes que citan Ef. 2, 8-9, como un texto-prueba están justamente
repitiendo la constante enseñanza da la Iglesia Católica. Yerran cuando piensan que
somos salvados por sólo la fe. (Fue Martin Luther quien, en una deliberadamente
incorrecta traducción de la Escritura, insertó la palabra "sola" en Romanos 3,28 y
Gálatas 2,16 y quitó el libro de Santiago del Nuevo Testamento porque este (el
libro) dice: "¿Quieres convencerte, hombre insensato, de que la fe sin obras es
estéril?...¿Ves cómo la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó
la perfección?" (Santiago 2,20 y 22).
Ahora bien, si es verdad que somos juzgados y premiados acorde con nuestras
buenas obras hechas por la gracia de Dios en la fe (cf. Rom. 2,6-7), entonces no se
puede decir que sólo la fe, en el sentido protestante (i.e. un mero confiar en las
promesas de Cristo) pueda ser suficiente para la salvación. Si así fuere, no
deberíamos preocuparnos por el papel de las obras, del cual, como hemos visto, la
Biblia hace hincapié en que debemos ocuparnos (cf. 1Jn. 3,21-24; 4,20-21, Ap.
20,11-15).
Recordemos que a Nicodemo le fue dicho por Cristo que debemos renacer por el
agua del Espíritu Santo (Jn 3,5). Los católicos sostienen, siguiendo a la Biblia, que
toda la frase "agua y el Espíritu Santo" es una unidad; significa bautismo. Pero
algunos Protestantes piensan que solo la segunda parte de la frase es operativa. En
el típico esquema Evangélico, el agua no realiza absolutamente nada. El Espíritu
Santo hace su trabajo, dicen, convenciéndonos de pecado y mostrándonos que
necesitamos depositar nuestra fe en Cristo. Pero la necesidad del agua de bautismo
está totalmente olvidada.
¿Qué responder?