Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ROMANTICISMO
SUBJETIVISMO
El romántico es por naturaleza alguien inseguro e insatisfecho, lo que da lugar a una desazón
vital. Se habló del “mal del siglo” para referirse a ese estado de ánimo propio de los románticos,
compuesto por melancolía, tedio de vivir, insatisfacción, desconsuelo. A veces esto constituía
una postura, con más de fingido que de auténtico, como una especie de moda.
Tales son, en un breve acercamiento, las principales características del Romanticismo.
Veamos ahora la relación de Baudelaire con el mismo.
BAUDELAIRE Y EL ROMANTICISMO
Si bien Baudelaire toma del Romanticismo muchos de sus temas más importantes, difiere de
él porque en su obra estos temas adquieren una condensación y una intensidad que los
transforma, en ocasiones, radicalmente.
Los sentimientos más clásicos de los románticos fueron la soledad y la melancolía. En
Baudelaire se transformarán en tedio, hastío, spleen, un sentimiento más radical, que incluye el
asco de sí mismo y que implica una inmóvil e impotente desesperación. “Lo que siento es un
descorazonamiento, una sensación de aislamiento insoportable, un miedo perpetuo a una
desgracia vaga, una desconfianza completa de mis fuerzas, una ausencia total de deseo, una
imposibilidad de descubrir distracción alguna, me pregunto sin cesar para qué esto, para qué
aquello, ese es el verdadero espíritu del spleen, no me acuerdo de haber caído nunca tan bajo
ni de haberme arrastrado tanto tiempo en el hastío” (Baudelaire, 1856).
Si de acuerdo al gusto romántico predominaba una naturaleza espontánea y salvaje, en
Baudelaire aparece distorsionada, contaminada, deformada y artificial. Es la naturaleza
ciudadana, el producto de la técnica y la civilización; en otros casos surgirá la descomposición,
la enfermedad y la muerte, como en “Una carroña”.
En cuanto a la concepción del poeta, para Baudelaire no es ya un vidente seguro de sí, de
misión divina, sino un testigo del dolor y la dignidad humana en medio de los llantos. Baudelaire
se asoma a la literatura del siglo XIX cuando se produce el triunfo de la doctrina romántica pero
también asiste a la desintegración del movimiento en función del Simbolismo, Parnasianismo y
Naturalismo. “Las flores del mal” se publican en el período en el que surgen las obras poéticas
más maduras del movimiento y aparece en él un romántico moribundo, la conciencia crítica más
profunda del romanticismo. La melancolía se convierte en angustia, la irritación de la
emocionalidad se vuelve un “estremecimiento nuevo”, como dijera Víctor Hugo. Su poesía se
hace filosófica y plantea al hombre debatiéndose en la disyuntiva entre el bien y el mal. Dirá el
poeta: “hay en todo hombre, a toda hora, dos postulaciones simultáneas, una hacia Dios, la otra
hacia Satán. La invocación a Dios, o espiritualidad, es un deseo de subir de grado; la de Satán
o animalidad es una alegría de descender”.
Se considera a Baudelaire un romántico cuando renueva y usa la imagen poética y la
metáfora, cuando cultiva lo exuberante y lo enfático, pero es anti-romántico cuando se resiste
frente a todo lo emocional y sentimental, frente a todo lo bonito y fácilmente agradable.
PARNASIANISMO
Entre 1860 y 1870 hay una reacción al Romanticismo de corte sentimental, confesional, que
tiene a Teófilo Gautier como su principal representante : el Parnasianismo, nombre que deriva
del mítico monte Parnaso de los griegos, donde habitaban las Musas, deidades protectoras de
las artes. Cultores de la doctrina de “el arte por el arte mismo”, los poetas parnasianos
expresarán sus ideas en revistas de corta existencia. La doctrina del arte por el arte era
expresada por Gautier cuando afirmaba que “el arte es inútil en el sentido de que no presta
ninguna utilidad. El poeta, artista por excelencia, es libre, dueño de su fantasía, y su obra no
cumple ninguna función social. El arte no es un medio, sino un fin en sí mismo.”
Se trata de un movimiento poético típicamente francés, que procura la objetividad, la
impersonalidad. No es intimista, reacciona contra el romanticismo confesional y postula la
abolición del yo en la poesía. Se trata de una poesía minuciosa, laboriosamente trabajada,
donde lo formal cobra gran importancia. Se busca la belleza como un fin en sí misma, sin
compromisos sentimentales, intelectuales, políticos o religiosos. Quieren tratar al verso con
prudencia y paciencia, como el escultor al mármol. Si el vínculo del Simbolismo con la Música
es evidente, en el caso del Parnasianismo el vínculo se establece con las artes plásticas en
general y con la escultura en particular.
Algunos de los principales poetas parnasianos son Leconte de Lisle, Teodoro de Banville y
Catulle Mendez, además de Gautier. Muchos de ellos fueron conocidos a través de una
antología de poetas llamada “El Parnaso contemporáneo”, de 1866, que incluso tenía poemas
de Baudelaire. Esta corriente está presente en “Las flores del mal” en su sentido del misterio, el
poder de encantamiento de sus versos, su absorbente culto a la belleza, la cercanía con la
plástica y la pintura y la tendencia a no expresar sentimientos en primera persona.
SIMBOLISMO
Los simbolistas tienen una gran preocupación por el lenguaje, y su influencia será decisiva
en el siglo XX, aun entre aquellos que reaccionaron contra ellos. Formalmente, la suya es una
poesía que explorará la sonoridad del verso, pues “la poesía es música ante todo”. Por ello la
palabra habrá de tener un valor mágico, pues a través de ella se aprehende la realidad y se la
devela. El Simbolismo significó una revolución en la versificación, que habría de culminar en el
verso libre.
Baudelaire se encuentra entre los precursores del Simbolismo, aquellos que de alguna
manera posibilitaron su surgimiento, aunque sin integrarlo. Son similares su uso del símbolo
poético, la sugestión musical de sus versos y su sentido del misterio, que plantea al poema
como un enigma cuya llave debe encontrar el lector.
Otras características simbolistas son la búsqueda de la melodía, la renovación del
vocabulario, la liberación de las palabras de la lógica prosaica. El poeta debe hablar del efecto y
no de la cosa en sí: “el verso no debe componerse de palabras, sino de intenciones, y todas las
palabras se borrarán ante la sensación”. “Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes
del placer del poema, que consiste en la felicidad de volverse tal poco a poco; sugerir, he ahí el
sueño”. Se busca proceder por analogías, lo que está ligado a la búsqueda de
correspondencias ya mencionada. El poeta recibe infinidad de palabras y de imágenes que le
dictan espontáneamente su imaginación o el mundo exterior. Hay que combinarlas entre sí y
hacerles surgir sus analogías.
Algunos simbolistas fueron vistos como los “poetas malditos”, por su humor frío y cruel, su
uso del terror como recurso literario y su gusto por lo fantástico, lo esotérico, lo metafísico. La
poesía sería como un puente al conocimiento metafísico.
Los principales poetas simbolistas fueron Mallarmé, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud.
http://literaturaenobra.blogspot.com/2013/04/6-ano-informacion-sobre-baudelaire.html
El poema “El albatros” escrito por Charles Baudelaire (9 de abril de 1821 - † 31 de agosto de 1867)
está estructurado por cuatro cuartetos.
En él se establece un paralelismo entre el poeta y el albatros, al mismo tiempo que la sociedad se ve
representada por los marineros.
Estructura externa:
- 4 cuartetos
- 12 sílabas
- Versos Alejandrinos
- Rima Alterna o encadenada (AB AB)
- Coinciden par e impar
TÍTULO
- Emblemático:
- Porque ya sugiere de lo que se va a hablar
Este poema va a querer representar en el Albatros al Poeta Romántico en oposición con la sociedad.
Se refiere a un viaje, uno de los temas preferidos de Baudelaire, ya que se evade en grandes y largas
travesías.
Primer cuartero
Ya en el primer verso con la expresión: “por divertirse, a veces, la gente marinera” encontramos un
hipérbaton, es decir que el poeta cambia el orden lógico gramatical del verso, resaltando la palabra
diversión – de alguna manera la enfatiza -, mostrando el móvil que conduce a estos marineros cuyo fin
es malo, sólo por diversión.
En el segundo verso se presenta una descripción del albatros, dice que son “grandes aves del mar”,
podemos ver claramente cómo los marineros por el sólo hecho de de estar aburridos capturan a los
albatros, recurren a la violencia para pasar el tiempo.
Seguidamente, aparece la palabra “indolentes”, es un adjetivo a través del cual se describe la cualidad
de este pájaro, el cual acompaña al navío pase lo que pase, es incondicional.
En el cuarto verso de la primera estrofa, la expresión: “al navío que surca los amargos abismos” se
representa a la sociedad, el no saber a dónde ir, en qué va a terminar nuestra vida, la inseguridad que
genera el no saber qué va a suceder. A su vez, “amargos abismos” es una sinestesia, característico
de los simbolistas, los cuales entremezclan las sensaciones provocando extrañas armonías, se cruzan
las imágenes sensoriales, en este caso, gustativas “amargos” y visuales “abismos”.
ESQUEMA:
Encontramos 2 elementos:
El Albatros y Los Marineros
- Los Albatros no agreden, ni motivan a que los atrapen, simplemente acompañan las
embarcaciones.
Simbolizan al Poeta Romántico que le gusta expresarse libremente.
El ave está en su espacio, en el cielo, en el aire que es donde se destaca. Observa, acompaña a los
navegantes. El poeta se compara con el ave, observa y acompaña a la sociedad, la ve desde su altura.
- Los Marineros: después de estar meses en el mar, se aburren y para matar este aburrimiento,
se entretienen capturando a los Albatros.
Simbolizan a la sociedad que rechaza y discrimina al Poeta porque no se identifica con su lado
espiritual.
El Poeta, como el Ave, observa desde su altura a la sociedad, la acompaña, pero no se mezcla, forma
parte de ella pero no comparte sus valores.
La sociedad es Naturalista, el Poeta es Espiritual.
La sinestesia es también una figura retórica que, además de la mezcla de sensaciones auditivas,
visuales, gustativas, olfativas y táctiles, asocia elementos procedentes de los sentidos físicos con
sensaciones internas (sentimientos).- 2 imágenes contrapuestas en la misma expresión.
NAVÍO = SOCIEDAD
Segunda estrofa
En la segunda estrofa, la expresión: “los reyes del azur” identifica a los albatros mediante una cualidad,
hace mención a la infinitud, a la superioridad de esta ave. Cuando dice “torpes y vergonzosos”
encontramos una antítesis, una contradicción entre “reyes del azur” como lo nombraba anteriormente,
lo cual es símbolo de poder, de superioridad, de infinitud y “torpe”, que simboliza la falta de poder, la
inferioridad, la bajeza. Son adjetivos a través de los cuales vemos sus cualidades, estos pájaros son
para volar libremente, es su naturaleza, la inmensidad del cielo es su hábitat y ahora se encuentran en
cubierta, lo arrancan de su medio natural, de su ambiente.
En el tercer y cuarto verso se visualiza una acción involuntaria “sus grandes alas blancas tristemente
abandonan”, ya que no lo hacen por su propio consentimiento, porque quisieran, sino que de alguna
manera, son obligados a ello. Luego “semejantes a remos arrastrando a sus lados”, muestra
claramente un sentimiento de derrota, dolor, pena.
Esas alas que en algún tiempo le sirvieron para mantenerse en vuelo, ya no le sirven de nada, le
estorban, le impiden moverse.
ESQUEMA:
Aquí cambia la situación, el espacio, vemos una antítesis.
En el cielo el ave era grande, fuerte, hermosa, en cambio en tierra se vuelve torpe y vergonzosa. Todo
pasa cuando la sacan de su mundo. Lo mismo le sucede al Poeta Romántico.
Las alas que en el aire le sirven para mantenerse en vuelo, en tierra no le sirven para nada, al contrario
estorban.
El Albatros se siente:
- insignificante
- torpe
- no sabe lo que hace
1º hemistiquio 2º hemistiquio
Cuando la sociedad logra sacar al Poeta de su mundo se desubica, siente que no es lugar, no
comparte los mismos valores, está totalmente fuera de su contexto, toda su poesía, su imaginación no
le sirven de nada, (como las alas del ave) en un mundo materialista.-
Tercera estrofa
A continuación, la tercera estrofa en el primer verso, cuando menciona: “¡Qué torpe y débil es el alado
viajero!”, esta expresión se encuentra entre signos de exclamación para enfatizarla, darle importancia y
de alguna forma resaltarla.
“Alado viajero” es una frase que utiliza para referirse al albatros, ya que lo nombra indirectamente a
través de una cualidad del mismo, es decir que se refiere a una cosa utilizando otro nombre. Los
adjetivos “torpe y débil”, hace alusión a que no tienen defensas, se sienten sin fuerzas, carecen de
energía para luchar contra la sociedad.
En el verso: “¡Él, antes tan hermoso, cuán cómico y cuán feo! Está entre signos de exclamación para
resaltarlo, se nota un antes y un después, una oposición entre el pasado y el presente, antes era
hermoso y ahora que se encuentra en el navío es cómico y feo, es objeto de burla, es insignificante.
En el cielo ellos eran los reyes, eran fuertes, grandes, mientras que ahora que se encuentran en
cubierta son torpes.
El verso está dividido en dos partes, a cada una de las cuales se le denomina hemistiquio, separados
por una cesura, en donde se marca una oposición, una antítesis.
Estos se exponen a la crítica y a la burla, se vuelven ridículos, “uno el pico le quema” aquí se refleja la
crueldad, no lo comprenden, se nos muestra una imagen derrotada de este, los marineros se
convierten en los enemigos de los albatros, se ríen de él por ignorancia, por no entenderlo, se nota
claramente la superficialidad de la sociedad, lo cual no les permite ver más allá.
Se trata de una lucha constante, un duelo, con el mundo que lo rodea, sólo con la intención de burlarse
de él, le hacen daño, se creen superiores a él, impidiéndoles que vivan libremente, lo humillan.
ESQUEMA
Esta imagen miserable del ave se contrapone con la anterior “el Rey del Azur”, el Albatros y el Poeta se
sienten torpes y débiles para luchar contra la sociedad.-
Se exponen a la crítica y a la burla, se vuelven algo feo, cómico, ridículo para la sociedad.
El quemar el pico del ave con una Pipa, para el poeta significa que el Ave no se puede alimentar y el
no puede expresarse. La sociedad intenta hacer callar al poeta, evitar que se exprese libremente.-
Baudelaire se identifica con el Albatros totalmente.
Cuarta estrofa
Seguidamente en la cuarta estrofa en la expresión: “El poeta es igual a este rey de las nubes”,
notamos claramente el paralelismo que se establece entre el albatros y el poeta, hay una relación de
semejanza, equidad, igualdad entre ambos.
De alguna manera hay una identificación entre la imagen del albatros y el poeta, lo cual hace que este
último se identifique con el ave.
El segundo verso: “que habita en la tormenta y ríe del arquero”, es una metáfora mediante la cual se
está refiriendo a la sociedad en la que habita este poeta, muestra el conflicto del poeta con la
sociedad, la cual como ya mencionamos es dura con él, lo rechaza radicalmente.
Cuando dice: “ríe del arquero”, está refiriéndose a que el poeta sabe que en realidad son ellos, la
sociedad, la que no sabe nada, y se ríe por su falta de conocimiento, que muestran nada más que una
actitud de ignorancia, una falta de conocimiento, pero el poeta sí conoce, sí comprende, aunque los
demás no logran comprender, y por eso es tan rechazado.
A continuación en el tercer verso, cuando dice: “exiliado en el suelo”, hace mención a que el poeta es
arrancado de su lugar, lo desarraigan, no tiene un sentimiento de pertenencia hacia la sociedad, sino
que contrariamente siente que ese no es su lugar, no se identifica con ella, ya que allí, es sólo visto
como un objeto de burla y desprecio.
En pocas palabras el poeta es como ya mencionamos, un ser excepcional, pero a su vez exiliado y
solitario.
Finalmente en el cuarto verso de la última estrofa que dice: “sus alas de gigante le impiden caminar”,
nos refleja cómo esas alas que en su mundo, son símbolo de superioridad, que lo hacen ser un ser
inspirador, que le permiten avanzar, en la tierra lo hacen sentir desolado, no es nadie, aquí sus
sentimientos y su sensibilidad no le valen de nada, lo han entorpecido.
El poeta es un ser tan sabio que nadie logra comprender, impidiéndole así que avance en este mundo.
El poema se presenta como una alegoría (encadenamiento de símbolos relacionados entre si)
Alegoría = Simbolo = Albatros
ALBATROS POETA
En el cielo - FUERZA -- en sus mundos --- Poesía FUERZA
Debilidad y Miseria -- exilio --- Debilidad y Miseria
Alas de gigante -- impiden caminar --- Poesía
Víctima -- Burla --- Víctima
CORRESPONDENCIAS
Estructura interna.
Análisis.
Primer cuarteto
Fundamentación del uso del símbolo (correspondencias verticales) Fundamentación del uso de la
sinestesia (correspondencias horizontales) Ilustración de las correspondencias horizontales a través de
las sensaciones olfativas
El primer cuarteto con versos encabalgados, primero con segundo, tercero con cuarto, plantea el
fundamento de la analogía universal. Esta se basa en que Dios es el creador, y en ese ser único,
perfecto, está contenida la multiplicidad y diversidad del mundo. Generalmente el ser humano toma
contacto con lo creado sin establecer un nexo entre seres, objetos, ideas, formas, como si todo
estuviera escindido, disociado. Sin embargo, el yo lírico del poeta afirma que todo está ligado,
relacionado, haciéndose eco de lo que dice Víctor Hugo, poeta francés romántico, “nada es solitario,
todo es solidario”. Hay dos mundos relacionados: el mundo creado, terrenal, y el mundo celestial o
divino, produciéndose las correspondencias verticales. Este es el fundamento para la afirmación de los
primeros dos versos: “Naturaleza es un templo donde vivos pilares dejan salir a veces confusas
palabras” El poema comienza, como se puede observar, con una rotunda afirmación, jerarquizando
una idea de origen panteísta: Dios, el creador, está presente en todo lo creado y, fundamentalmente,
en la naturaleza. Estar en contacto con ella es estar en contacto con Dios.
A través de la metáfora “templo” se le adjudica un carácter ritual, porque del mismo modo que en un
templo creado por el hombre se adora a la divinidad, estar en contacto con la naturaleza es volverse a
ligar al creador. A diferencia de los templos construidos por el hombre, en este los pilares son
“vivientes”, puesto que los elementos de la naturaleza no son objetos inanimados, sino seres vivos,
que individualmente o en forma integrada permiten que fluya el mensaje cifrado. El mismo aparece en
el texto en la expresión: “confusas palabras”, que implica una personificación de la naturaleza. Se
sugiere el misterio de la creación y que no es tarea fácil para el hombre, ser limitado e imperfecto,
poder acceder a ese mundo, que es ininteligible. No todos los hombres que pasan por el bosque de
símbolos son capaces de develar el mensaje, solo el intuitivo, el sensible e imaginativo llegará a
entreverlo. “Acceder a ese sentido oculto es alcanzar el conocimiento verdadero, único conocimiento
real de las cosas, que no son más que una parte de lo que significan, y es poder descubrir, detrás de la
heterogeneidad y diversidad aparentes del universo creado, una entidad última, “tenebrosa y profunda”
que le da homogeneidad y unidad”. (Eithel Orbit Negri, José María Ferrero: “De la teoría al texto
literario”.)
Del mismo modo la poesía simbolista no es para todos, puesto que el sentido suele ser difícil de
desentrañar, más aún teniendo en cuenta el empuje positivista que domina el siglo, asociado al ideal
del progreso. Este desarrolla la faceta racional del individuo, que no es el medio adecuado para la
comprensión cabal de un texto simbolista. “El hombre”, intención de universalizar, “pasa entre bosques
de símbolos”. Este verbo, como todos los otros del soneto está en presente, dándole eternidad,
atemporalidad al mensaje poemático; el hombre siempre está pasando. Formalmente se destaca la
idea de eternidad, de repetición de la acción a través del uso del presente. En cuanto al contenido el
verbo pasar sugiere tránsito, permitiendo señalar lo efímero de la existencia humana por oposición a la
eternidad de la naturaleza (creación directa de Dios). La metáfora “bosques de símbolos” sugiere lo
intrincado, confuso, oscuro, misterioso, enmarañado propio de los bosques, correspondiéndose con el
concepto de símbolo. De este modo la metáfora sugiere la idea. Para el poeta simbolista el símbolo es
polivalente, y dependerá de la intuición del receptor captar el sentido. Los “bosques de símbolos”,
pilares del templo de la naturaleza, “observan atentos con familiar mirada” al hombre que pasa por él.
La personificación del último verso se asocia con el primero. La naturaleza observa al hombre a quien
reconoce (“familiar”) como un integrante más de ese mundo de la creación, como una creatura. Al
mismo tiempo que se generaliza se particulariza, puesto que todos pasan, pero no todos son capaces
de descifrarlos (los bosques de símbolos).
Segundo cuarteto
En el segundo cuarteto se plantea la correspondencia que existe entre los sentidos, es decir, las
correspondencias horizontales, aquellas que se dan en el mundo terrenal exclusivamente. En esta
estrofa los versos están encabalgados porque el significado se prolonga, y el uso del hipérbaton
privilegia las imágenes en lugar de la idea central, que se expone recién en el cuarto verso.
Esa unidad de la que se habla es “vasta como la noche, como la claridad”. El tercer adjetivo que
complementa a unidad señala el carácter ilimitado de la misma. Por medio de dos comparaciones
opuestas, antitéticas en cuanto a sus imágenes, se ilustra el concepto enunciado. “Claridad” destaca la
idea de ilimitado e infinito en tanto "noche” aporta a la imagen anterior lo misterioso, confuso e
irracional de la unidad de la creación como del mundo del poeta. “Como muy largos ecos de lejos
confundidos” marca la distancia entre el mundo sensible y el mundo ininteligible; las sensaciones se
multiplican y unen en el espíritu del poeta, y esto es posible porque en la unidad de la creación todo se
encuentra confundido.
Primer terceto
El primer terceto puede considerarse una macro sinestesia. En ella las sensaciones olfativas, aquellas
que revelan la esencia de los objetos, no aparecen solas sino asociadas con imágenes pertenecientes
a otros sentidos. El primer verso es el más sugerente. En él se produce la asociación de lo olfativo, lo
táctil (en este caso relacionado con lo térmico), pero cuando se introduce la comparación, la imagen de
la misma tiene un componente espiritual que va mas allá de lo puramente sensorial. La frescura de la
“carne de niño” no alude solo a la suavidad y delicadeza de la piel de estos, sino que también sugiere
la inocencia infantil y su pureza. A diferencia del primer verso, el segundo está estructurado en dos
hemistiquios simétricos: “dulces como el oboe, verdes como praderas”. Cada uno de los hemistiquios
comienza con adjetivos, el primero correspondiente a lo gustativo, el segundo a lo visual y cromático.
Estos adjetivos se asocian al sustantivo “perfumes” que se encuentra elíptico. A su vez se establece
una relación por analogía con las imágenes de las comparaciones: oboe y praderas.
“El perfume reconstruye en la sensación olfativa la unidad perdida del ser, haciéndole poseer un
universo evaporado aunque enteramente presente y resucitado en cada aspiración y en cada partícula
inhalada. Al mismo tiempo, moviliza al ser adormecido y le devuelve la energía propia de la
embriaguez. Merced a esta energía, el sujeto pone en marcha el mecanismo de la evocación y de la
imaginación que inicia un viaje en el espacio o en el tiempo” (Enrique López Castellón: “Simbolismo y
bohemia: la Francia de Baudelaire” pag. 14).
La más compleja y rica es “dulce como el oboe”, pues en ella se asocia lo olfativo, lo auditivo y lo
gustativo. En la segunda, entretanto, se asocia lo olfativo con lo visual y cromático. Como se puede
observar en este primer grupo de perfumes se prioriza lo sensorial, a través de las imágenes de las
comparaciones. Pero en el último verso del primer terceto aparecen otro tipo de perfumes a los que se
describe a través de tres adjetivos: “corrompidos, ricos y triunfantes”. Se percibe una oposición entre el
primer y el segundo grupo de perfumes. Mientras que en el primero predominan sensaciones más
suaves y delicadas que sugieren armonía y equilibrio, el segundo grupo, precedido por el adjetivo
”corrompido” despierta en el receptor la idea de degradación de la carne y del espíritu. Estos dominan
y se imponen sobre los otros. Son “ricos y triunfantes”, “ricos” por la pluralidad, por su diversidad y
“triunfantes” por la fascinación que ejercen sobre el poeta. En el primer grupo predomina lo sensorial y
lo imaginativo a través de las tres comparaciones. En el segundo, en cambio, se acentúa la
personificación con connotaciones moralizantes “corrompidos”, y el recurso estilístico utilizado es la
acumulación de adjetivos, que produce la intensificación. Estos están al final del primer terceto
haciendo que se destaquen, porque luego debe instalarse el silencio que implica pasar de un terceto al
otro, que se vuelve más inquietante porque el significado no se ha completado.
Segundo terceto
La idea planteada en el segundo verso del segundo terceto: “como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el
incienso” continúa en el tercero: “que cantan los transportes del espíritu y los sentidos”, donde se
establece la capacidad de estos por transportar al hombre más allá de la realidad empírica y fáctica.
En el primer grupo el ser humano permanece prisionero de este mundo, en tanto con el segundo se
evade, se transporta. Si bien al igual que en el primer grupo se asocia cada característica con un
perfume que puede ser identificado: almizcle, ámbar, benjuí, incienso; aquí no se asocia una
característica a un perfume, sino a todos al mismo tiempo, provocando esa sensación de misterio y
ambigüedad que tiene el texto. El almizcle hace hincapié en lo religioso, así como el incienso, que se
utiliza como el anterior en rituales. Se los usa para llegar al infinito, como medio para escapar de las
limitaciones que conlleva la razón. El ámbar y el benjuí son fuertes, y el primero se utiliza para fijar los
perfumes. Por lo tanto, los “corrompidos, ricos y triunfantes, embebidos de infinito, (...) son los que
obran el tránsito del alma y los sentidos, de modo casi místico, al más allá espiritual.
Para finalizar se transcribe aquí lo expuesto por Enrique López Castellón en su libro “Simbolismo y
bohemia: La Francia de Baudelaire”: “Este poema ha sido interpretado de dos formas distintas: la
primera, trascendentalista, insiste en la importancia que concede Baudelaire a las correspondencias
verticales, esto es, las de la tierra respecto al Cielo, en una dirección irreversible y según una jerarquía.
Las correspondencias horizontales o sinestesias, por el contrario, establecen la unidad en un mismo
plano mediante una especie de transformación de energía, detectando las afinidades que existen entre
percepciones de órdenes diversos, sin que intervenga en ellas la valoración. Las correspondencias
verticales vinculan lo invisible con lo visible pero mantienen la noción de escala, en las horizontales, en
cambio, se trata de una simple equivalencia dentro de la fusión de los sentidos, es decir, de una
simetría y no de una proporción desigual: se puede pasar de lo auditivo a lo visual porque cada sentido
vale tanto como cualquier otro axiológica o fácticamente, es decir, como medio plástico de producción.
Por el contrario entre el signo y la cosa significada sigue habiendo un hiato, y ese intervalo, esa
distancia, representa el índice de amplitud que le sirve de medida.
El ansia de unidad de Baudelaire desemboca, entonces, en una sensación en la que se funden dos o
más sensaciones y la misión del poeta se limita a descubrir correspondencias entre contenidos
sensoriales distintos (...). Los últimos versos del poema, en fin, nos retrotraerían al plano metafísico de
la primera estrofa, aunque ahora ya no se hace referencia a los símbolos que nos observan desde la
naturaleza, sino a ciertas “cosas infinitas” cuya interminable expansión nos viene sugerida por el
carácter “corrompido, rico y triunfante” de ciertos perfumes. El poeta no vincula ya dos experiencias
sensoriales entre sí sino que alude a determinados estimulantes que pueden producir “arrebatos” o
“transportes”, esto es sentimientos violentos que les disocian de sí mismos. Tales sensaciones no
“recuerdan” ni “vinculan” nada, pero generan una “expansión” y unos “arrebatos”: se convierte en
“cosas infinitas”. Al tiempo que actúan sobre los sentidos (particularmente sobre el olfato) trascienden
el plano sensorial, lo que equivale a señalar que la sensualidad espiritualiza: como si al superar un
umbral máximo de intensidad la sensualidad se convirtiera de pronto en su contrario.” Ambas
interpretaciones no se contradicen; se limitan a dar prioridades.”