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Las personas mayores y los prejuicios sociales
Introducción
Este capítulo intentará ayudarnos a reflexionar sobre los prejuicios respecto a la vejez, tanto
sociales como individuales, entendiendo que cada uno desde su lugar puede aportar al cambio
cultural que permita construir representaciones positivas sobre el envejecimiento.
En los últimos años se han obtenido grandes logros respecto a la construcción social de la vejez.
Una muestra de ello es, por ejemplo, que desde el 15 de junio de 2015 la Región de las Américas
cuenta con la Convención Interamericana sobre la Protección de los derechos de las Personas
Mayores (CIPDPM), aprobada en la Organización de Estados Americanos (OEA) y
convirtiéndonos en el primer y único continente en tener un instrumento vinculante para
defender los derechos de las personas mayores.
Sin embargo, resulta necesario continuar trabajando sobre las representaciones sociales que
tenemos, sobre todo porque estamos en una sociedad que enaltece a los atributos de la
juventud.
Cada uno de nosotros somos responsables de las opiniones que formamos. En este sentido, es
esencial prestar especial atención a cuáles son los juicios que emitimos y el lenguaje que
utilizamos a la hora de hablar de las personas mayores, entendiendo que esto puede construir
o reforzar estereotipos negativos de la vejez.
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Los prejuicios
En primer término, es importante aclarar que un “prejuicio” es un juicio u opinión sobre algo,
antes de tener verdadero conocimiento de ello, es decir, sin contar con información suficiente.
Los prejuicios hacen que quien los porta vea algo de una manera particular, más allá que los
hechos muestren lo contrario.
En general, el conjunto de ideas contenidas en un prejuicio se basan en la ignorancia, tanto por
falta de conocimiento como por el conjunto de ideas falsas respecto de algo; estas últimas, son
irracionales, por lo tanto, difíciles de superar.
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El autor argentino Leopoldo Salvarezza introduce el concepto de “viejismo” para hacer
referencia a toda conducta social utilizada para devaluar, consciente o inconscientemente, el
estatus social de las personas mayores, y que incluye todos aquellos prejuicios y
discriminaciones que se aplican a las personas sólo en función de su edad cronológica.
Antecedentes que nos muestran que los estereotipos respecto a la vejez no son un fenómeno
actual los muestran por ejemplo, pensadores de los siglos V y IV A.C., como Platón y Aristóteles.
El primero con una visión positiva de la vejez, hacía hincapié en la importancia del proceso de la
vida en el que nos vamos forjando viejos; es decir, uno envejece según ha vivido. En cambio para
Aristóteles la vejez está asociada a la decrepitud como un hecho natural, a la que considera una
etapa de deterioro y ruina.
Tipos de prejuicios
Los prejuicios no son necesariamente negativos. Pueden estar cargados de contenidos o
sentimientos tanto desfavorables como favorables.
Desde otro punto de vista, los prejuicios pueden ser explícitos o implícitos.
Es decir, que pueden ser puestos en evidencia con palabras: “ya estoy viejo para decidir”
(prejuicio explícito), o sin utilizar palabras, cuando funciona sin advertencia conciente o
intención, (prejuicio implícito). Sería, por ejemplo, el caso de ocultar el fallecimiento de alguien
cercano al adulto mayor bajo el supuesto que “no debe sufrir”.
Muchos académicos alertan respecto del contenido que se emite desde los distintos medios de
comunicación como formadores de cultura y de representaciones sociales, lo cual actúa, de
alguna manera como guía social.
De esta manera, los medios masivos de comunicación en todas sus formas, desde la televisión
hasta la radio, los diarios, las publicidades, entre otros, contribuyen fuertemente a la
construcción social de la imagen de la vejez.
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Así, los prejuicios referidos a la condición de edad en las personas mayores, se refuerzan e
influyen en la percepción de la audiencia. Recordemos el personaje de “Mamá Cora”, que
representa una imagen caricaturesca del envejecimiento considerado erróneamente ‘senil’.
También suele repetirse insistentemente en los medios televisivos, prejuicios referidos al rol
social de los mayores, reforzando una concepción limitada de la vejez. Lo podemos ver, por
ejemplo, cuando a la hora de presentar noticias que involucran a una persona mayor se lo
nombra como “abuelo / jubilado” (“abuelo asaltado“, “abuelos en situación de calle”, “abuelo
fue encontrado atado y amordazado”, “jubilado fue atropellado”, entre otras). Parece que las
personas mayores atraviesan una etapa de pasividad total y son sólo abuelos.
Es importante que los receptores vean a personas mayores que representen y visibilicen
diversas maneras de envejecer. En este sentido, es responsabilidad de los medios mostrar que,
además de los aspectos negativos que se pueden presentar durante la vejez (como en cualquier
otra etapa de la vida), existen factores positivos de la vejez, como una etapa más de la vida que
puede ser productiva, activa, saludable y, sobre todo gratificante ligada al disfrute. Esto es lo
que está demostrando la actual generación de mayores, personas de más de 60 años que se
gradúan de carreras universitarias, se lanzan en paracaídas, entrenan, enseñan, protagonizan
películas y shows musicales, y aparecen en el Libro Guinness de los récords. Son las propias
personas mayores las que nos enseñan que el envejecimiento puede ser un proceso de plenitud
y de realización.
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Prejuicios habituales acerca de la vejez
Se propone aquí reflexionar sobre algunos de los prejuicios más habituales sobre el
envejecimiento y la edad, para tratar de pensar qué podemos aprender o qué podemos hacer
para empezar a desterrarlos.
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PREJUICIO PARA REFLEXIONAR
Las personas mayores están todas Es importante conocer que, según el Censo
institucionalizadas. 2010, en Argentina sólo el 1,34% de la
La gran parte de las personas mayores vive en población mayor se encuentra
residencias de larga estadía porque ya no pueden institucionalizada.
vivir solas, etc.
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Cuando hablamos de personas de 60 años y
más, debemos referimos a ellos como
personas mayores; no utilizando los términos
tercera edad ni ancianidad. Y en lo particular,
será importante llamar a los mayores por su
nombre, o indagar cómo prefieren ser
llamados.
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sólo queda asociado a etapas de la vida
anteriores.
Nota: Argentina proclamó la Ley 26.618 de
Matrimonio Igualitario y la Ley 26.743 de
Identidad de Género.
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personalidad y la historia particular de cada
uno.
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para uno mismo, tiempo libre para realizar
proyectos que se habían postergado o que
nunca se habían podido realizar priorizando
otras responsabilidades.
La imagen social del envejecimiento, en general derivada de estos prejuicios negativos, influye
fuertemente en la vida cotidiana de las personas, en cómo las generaciones se van preparando
para vivir esa etapa de la vida y, obviamente, en el modo con que los mayores desarrollan su
vida, se relacionan con otros y enfrentan al mundo.
Los prejuicios referidos a la vejez condicionan y limitan nuestra mirada acerca de las personas
de edad y, por tanto, nuestra manera particular de relacionarnos con ellas. La imagen que les
devolvemos variará si los consideramos “objetos de cuidado” o “sujetos de derecho”, si los
pensamos “inactivos, pasivos, incapaces” o “activos, protagonistas, capaces”,…
Para seguir transformando la realidad y desterrar estos prejuicios, hay que tener presente, en
primer lugar, que el proceso de envejecimiento no es único ni idéntico, sino que varía de persona
a persona.
Además, en tanto envejecemos desde el día que nacemos, será importante empezar a
pensarnos viejos a nosotros mismos, entendiendo que la vejez no es un hecho aislado, distante,
que está en el futuro, sino que la llevamos dentro y nos acompaña en el presente.
Todos fuimos niños, luego adolescentes y adultos, esto nos permite comprender con mayor
facilidad situaciones referidas a esos grupos etarios.
Pero como no hemos llegado a viejos, la brecha que nos separa de las personas de edad resulta
difícil de salvar si no realizamos un ejercicio anticipado de pensarnos futuros viejos, el cual
además nos permitirá llegar a nuestro propio envejecimiento sin prejuicios.
El desafío que debe asumir un cuidador domiciliario comprometido con su rol, será reflexionar
internamente su imagen construida de la vejez como primera herramienta, en pos de derribar
prejuicios arraigados relacionados con la edad y facilitar el vínculo con las personas mayores
para mejorar su calidad de vida.
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mayores protagonistas que de a poco van desenterrando, o por lo menos cuestionando, estos
prejuicios, procurando una mayor participación e inclusión social.
Autoras:
Mariana Nadal:
Licenciada en Trabajo Social (UBA).
Especialista en Cuidados Paliativos (UBA).
Especialista en Planificación y Gestión de Políticas Públicas (UBA).
Especialista de la Carrera de Posgrado Gerontología Comunitaria e Institucional (UNdMP y MDS).
Área Registro Nacional de Cuidadores Domiciliarios de la Dirección Nacional de Políticas para
Adultos Mayores (MDS).
Bibliografía:
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Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores 2012. ENCaViAM.
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Salvarezza, L. (2002), Psicogeriatría. Teoría y Clínica, Cap. 1; Viejismos. Los prejuicios
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