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sacerdotal en la comprensión
del papa Francisco
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M. A. PENA GONZÁLEZ
Puede resultar algo obvio, pero no por ello menos importante, pues
los elementos esenciales que caracterizan a la opción del pastor siguen
siendo recurrentes y necesarios en una visión cristiana. Por otra parte, el
lenguaje utilizado por Cordovilla requiere una lectura serena y tranquila,
que posibilite una adecuada comprensión de aquello que se está afir
mando. Podría decirse que se trata de una vuelta a lo esencial, a aquello
que ha estado siempre presente, asumiendo que los lenguajes cambian,
pero permaneciendo un fondo común y profundo, que refiere a una es
piritualidad que podríamos considerar casi atemporal. Pero esto porque
se centra en lo que es genuino y auténtico, en aquello que no puede fal
tar, en lo fundante; que implica pasión por Dios y por su obra, que es el
hombre. En este sentido, es cierto que el Papa ha utilizado un lenguaje
que puede resultar novedoso en nuestro contexto eclesial, expresiones
que han captado gran atención en los medios de comunicación social,
pero la realidad es que los acentos en que se sustenta, nos orientan a esa
mirada crucial que ha de albergar el cristiano. No es otra que la pasión
por Dios, que se concreta en la atención del hombre, haciendo vida lo
que tantos maestros de espiritualidad han realizado a lo largo del tiempo.
Pero esa pasión por Dios es posible, precisamente porque Él la ha tenido
primero por el hombre.
A este respecto, el papa Francisco en el encuentro en Washington
con los obispos de Estados Unidos afirmaba que la mayor alegría se en
cuentra en el ser pastores, «y nada más que pastores, con un corazón in
diviso y una entrega personal irreversible. Es preciso custodiar esta
alegría sin dejar que nos la roben»2. Y quiero comenzar precisamente
con esta idea, que puede ser dirigida también a los presbíteros, pues el
ministerio ha de ser asumido desde una concepción convencida, sagaz,
pero también alegre, pues aunque se sabe que es el lugar de partida, a
nadie se le oculta que al pastor le toca asumir la vida del Maestro, la cual
pasa necesariamente por la asunción de la Cruz.
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Madrid 2013,490.
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pastor. Sirva, como ejemplo, una referencia a los dos últimos pontífices.
Es obvio que, en cada uno de ellos, se han puesto de relieve unos acentos
diversos relativos a la imagen del pastor. Siendo esto obvio, no es menos
cierto que ninguna de las dos ideas agota lo que implica y está compren
dido en el ministerio presbiteral. En este sentido, se necesita orientar la
mirada hacia aquello que es cardinal, no perdiéndose en elementos in
trascendentes y que cautivan en exceso la atención. Pienso, a este res
pecto, en el riesgo que hoy tiene el que todo se convierta en noticia, y
más de manera inmediata. Vivir al estilo del buen pastor supone también
alejarse de lo efímero, para centrarse en lo que es fundante.
Lo expreso de otra manera. Pensemos en dos modelos paradigmá
ticos de presbítero conocidos por todos: el que representa el santo Cura
de Ars y el que nos ofrece el santo Maestro san Juan de Ávila. Es obvio
que son diametralmente diversos. Uno se ha caracterizado por sus pocos
escritos y el otro nos ha dejado un auténtico y valioso testamento vital.
Es también claro que los contextos de uno y de otro son diametralmente
diversos, incluso su propia trayectoria vital lo es. Pero también es cierto
que ambos supieron responder y estar a la altura de las necesidades del
hombre de su tiempo. Se entregaron ardientemente a su servicio y a su
causa: san Juan de Ávila desempeñando una apasionada actividad apos
tólica por las tierras de Andalucía y Extremadura, por su parte, san Juan
M.’ Vianney, desarrollando las tareas tradicionales y propias de un pá
rroco en el contexto de la restauración católica, en un ambiente belige
rante con lo religioso. Asumiendo que hoy en día un modelo puede ser
más adecuado y cercano que el otro, también nos invita a una revisión y
profundización acerca de la idea e imagen del pastor, lo que implica tam
bién una espiritualidad en medio del mundo y de sus necesidades.
Ambos son conscientes de su ministerio y servicio a la causa de
Dios, y para los dos, la presencia de ese «otro Paráclito» (cf. Jn 14,15),
garantiza la fidelidad esencial de la Iglesia peregrina durante el tiempo,
hacia el único proyecto salvífico visibilizado en Cristo. Pero vuelvo a in
sistir que, este proceder, no dista mucho del mantenido a lo largo de toda
la historia de la Iglesia por infinidad de pastores. Es la puesta en escena
de lo que uno está llamado a ser y lo que es en realidad; en la búsqueda
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SAN JUAN DE AVILA,Tratado sobre el sacerdocio [10], in Obras Completas. 1. Audi,
fha 1556. Audi, fila 1574. Pláticas espirituales. Tratado sobre el sacerdocio. Tratado del
amor de Dios, ed. L. Sala Balust E Martín Hernández, Madrid 2000,915.
-
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JUAN CRIsÓsToMo, «Homilía III (Hch 1,12-26) [5.9]», Homilías a los Hechos de
los Apóstoles/L (Homilías I-XXX), Madrid 2010, 126.
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GREGORIO MAGNO, Regla pastoral [11,61, in Obras de San Gregorio Magno. Regla
pastoral. Homilías sobre la profecía de Ezequiel. Cuarenta homilías sobre los Evangelios,
ed. P. Gallardo, Madrid 1958,130.
12
SAN AGUSTÍN, Ciudad de Dios [XIX, 14], ed. S. Santamarta del Río al., Madrid
-
2009,853.
13
GREGORIO MAGNO, Regla pastoral [11,6], in Obras de San Gregorio Magno, 130.
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14
Ibid., [1, 8], 116.
15
Ibid., [1, 9], 117.
16 ORÍGENES, «Homilía XXXII, 2», Homilías sobre el Evangelio de Lucas, cd. A.
Agustín. XIII. Tratados sobre el Evangelio de San Jitan (1-35), ed. T. Prieto, Madrid 1955,
195-197.
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SAN JUAN DE AVILA, «Memorial Segundo al Concilio de Trento (1561). Causas y
remedios de las herejías [8]», in Obras Completas, 11,528.
19
Cf. JUAN CRIsÓsToMo, «Homilía 22,2», Obras de San Juan Crisóstomo. 1. Homilías
sobre el Evangelio de San Mateo (1-45), cd. D. Ruiz Bueno, Madrid 1955,451-455.
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22 SAN JUAN ÁVILA, «Carta 177. A don Pedro Guerrero, electo arzobispo de Gra
DE
nada (Montilla, 2 abril [1547])», in Obras Completas. IV. Epistolario, ed. L. Sala Balust -
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más imprime una palabra después de haber estado en oración que diez
sin ella. No en mucho hablar, mas en devotamente orar y bien obrar está el
aprovechamiento. Y por eso así hemos de mantener a los otros, como nunca
nos apartemos de nuestro pesebre y nunca falte el fuego de Dios en nuestro
altar. No sea, pues, muy continuo demasiadamente en darse a otros, mas tenga
sus buenos ratos diputados para sí; y crea en esto a quien lo ha bien probado23.
El pastor debe estar curtido en la oración, hecha diálogo amoroso en fe
y esperanza. El amor en sí, como un medio para estar adecuadamente ubica
dos. Jesús es el modelo de dicho amor, que estamos llamados a seguir en todo
momento, incluso en la incertidumbre y la duda. El papa Francisco habla, al
respecto, de la reserva de eternidad que es la persona del pastor: «Estén aten
tos a que la grey encuentre siempre en el corazón del pastor esa reserva de
eternidad que ansiosamente se busca en vano en las cosas del mundo»24.
Dicha idea la completa en unas imágenes sencillas, que hablan de
ese rescoldo, de esa fe y esperanza pues «es todavía más decisivo con
servar la certeza de que las brasas de su presencia, encendidas en el fuego
de la pasión, nos preceden y no se apagarán nunca»25. En este sentido, la
caridad que se ha de dar en el pastor es una urgencia interior, una soli
citud amorosa por las necesidades de todos los hombres.
El pastor, de esta manera, no es solo el que escucha y acoge, sino
que es también el testigo de esa fidelidad, de tal suerte «que la cercanía
del pastor despierte en la gente la nostalgia del abrazo del Padre»26.
23
ID., «Carta 4. A un predicador [jesuita?]», in Obras Completas, IV, 30-31.
24 «Encuentro con los obispos de Estados Unidos», http://www. vatican.
FRANcisco,
valcontent/francesco/es/speeches/2015/september/documents/papa-francesco_20150923_
usa-vescovLhtml
25
26 Ibid
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27
JUAN CRIsÓsToMO, Obras de San Juan Crisóstomo. IV. Homilías sobre la Primera
Carta a los Corintios [111,3], cd. M.I. Delgado Jara, Madrid 2012,67.
28
JUAN DE AVILA, «Carta 53. A un devoto siervo de Dios [teólogo], que entendía
junto con otros en algunas buenas obras [fragmento]», in Obras c’ompletas, IV, 256.
29
JUAN CRIsósToMo, Los seis libros sobre el sacerdocio [IV, 3], in Obras de San Juan
Crisóstomo. III. Tratados ascéticos, cd. D. Ruiz Bueno, Madrid 2010,40-41.
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°
Cf GREGORIO MAGNO,Reglapastoral[III,25],in Obras de San Gregorio Magno, 199.
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‘ JUAN DE ÁVILA, «Sermón 76. Al monte sube la Magdalena. ¡Al monte, señora,
con ella! [12]», in Obras Completas. III. Sermones, ed. L. Sala Balust F Martín Hernán
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6. Fraternidad y belleza
Quisiera, por último, detenerme sobre esta idea que tiene una es
pecial importancia en la espiritualidad del pastor, puesto que también
tiene una responsabilidad a la hora de proteger nuestra casa común, en
una lectura de lo que podemos entender como ecología integral. Y, en
esta línea, se trata de promover la preocupación por unir a toda la familia
humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral (LS 13).
n ORÍGENES, Homilías sobre el Éxodo [XIII, 4], ed. M.I. Danieli A. Castaño, Ma
—
drid 1992,218.
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Ju CRISÓsTOMO, «Homilía XXX, 4», ni Obras de San Juan Crisóstomo. 1. Ho
milías, 609.
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En este orden de cosas, no cabe duda que hay dos conceptos que
ocupan un papel relevante: los de fraternidad y belleza (cf. LS 11).
Ambos describen, particularmente bien, una manera de ser propia y es-
pecffica cristiana, que también identifica la espiritualidad secular del pas
tor. La conciencia de una antropología teológica en la que todos somos
hijos en el Hijo y, por lo mismo, hermanos. Esta idea de una fraternidad
universal supone una expresión incluso externa de belleza, de caballe
rosidad al estilo medieval. Algo que este mundo sigue necesitando. For
mas respetuosas y elegantes, capaces de trasparentar otra manera de
relacionarse, que hablan de lo que uno tiene en su interior y que, por
otra parte, ponen límite a la zafiedad y a la frivolidad que lo llena todo
en la vida cotidiana. Una manera de estar y comportarse que reconoce
permanentemente el lugar del otro y su propia especificidad, pero que
al mismo tiempo dice referencia al cuidado que Cristo tiene de los hom
bres, mostrándose como un singular pedagogo que visibiliza una miinera
diversa y novedosa de relacionarse. Al pastor le corresponde recrear y
visibilizar esa manera de hacer; algo que supone un hacer constante y
decidido. Una manera respetuosa que va desde la relación con los otros
hombres, pero que dice también referencia a toda la obra de la creación.
Para los cristianos, las palabras de Jesús tienen también otra dimensión
trascendente; implican reconocer al mismo Cristo en cada hermano aban
donado o excluido (cf. Mt 25,40.45). En realidad, la fe colma de motivaciones
inauditas el reconocimiento del otro, porque quien cree puede llegar a re
conocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito y que «con
ello le confiere una dignidad infinita». A esto se agrega que creemos que
Cristo derramó su sangre por todos y cada uno, por lo cual nadie queda
fuera de su amor universal. Y si vamos a la fuente última, que es la vida ín
tima de Dios, nos encontramos con una comunidad de tres Personas, origen
y modelo perfecto de toda vida en común. La teología continúa enrique
ciéndose gracias a la reflexión sobre esta gran verdad (FT 85).
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7. A modo de conclusión
Una idea fundamental que se deduce de la espiritualidad del pastor
es que el ministerio ordenado solo tiene sentido pleno desde la óptica
evangélica del servicio. Y esto implica una dedicación total pero, también,
la oportunidad de retirarse cuando uno se encuentre incapacitado para
prestar dicho servicio de manera adecuada39.
Pero presentemos una síntesis de las ideas fundamentales:
— Una atención más cuidadosa al hombre de hoy, como tarea propia
del pastor. No existe el hombre como una entidad metafísica se
parada de la naturaleza, independiente del tiempo, del lugar, de
las circunstancias e, incluso, de las modas pasajeras. Para ayudar a
otros es necesario hacer caso de su entidad empfrica. Si el anuncio
del Evangelio no toma a los destinatarios en cuenta, sirve bien
poco.
— Conocer a los hombres de hoy, en su contexto y realidad cotidiana,
significa tomar conciencia de que no podemos contar más con la
certidumbre de una sociedad que fue. En otras palabras, el pastor
tiene el reto de pasar de la catequesis al kerygma y no darlo ya por
superado.
Cf. JUAN CRIsÓsToMo, Sobre el sacerdocio [III, 10-11], in Obras de San Juan Cri
sóstomo, 49-53.
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Apuntes para una espiritualidad sacerdotal en la comprensión del papa Francisco
echarlo tras las espaldas, mas poner delante de los ojos estas palabras y
ejemplos de santos varones, para en ellos conocer nuestras faltas, llorarlas
y procurar de la remediar. Lo cual no es invención mía, sino doctrina que el
Señor dio, aunque en figura, a los sacerdotes de la vieja ley40.
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