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Musicoterapia: Tipos y beneficios para la ansiedad, la

depresión y más

La musicoterapia consiste en usar las respuestas y conexiones de una persona con la


música para estimular cambios positivos en el estado de ánimo y el bienestar general.
La terapia musical puede incluir crear música con instrumentos de todo tipo, cantar,
moverse con la música o simplemente escucharla.

La música tiene efectos poderosos sobre la mente. Los diferentes estilos de música
pueden tener un efecto importante en el estado de ánimo de una persona muy
rápidamente, y pueden ayudarle a experimentar y procesar una amplia variedad de
emociones, desde felicidad hasta entusiasmo, al igual que tristeza, tranquilidad y
contemplación.

Hacer música también puede ser tan beneficioso como escuchar música, y la
musicoterapia motiva a cada persona a crear la música que consideren útil para ella.

Este artículo explica qué es la terapia musical, cómo puede ayudar a mejorar la salud
mental, y sus efectos en diferentes afecciones de salud mental.

La musicoterapia usa las poderosas capacidades de la música para mejorar el bienestar


de una persona. Es una alternativa para otros tipos de terapia, como la terapia
cognitivo-conductual.

Los terapeutas musicales usan las respuestas y conexiones de una persona con la
música para estimular cambios positivos en el estado de ánimo y el bienestar mental
general. La terapia musical puede incluir escuchar música y crear música con
instrumentos de todo tipo. También puede involucrar cantar y moverse con la música.

Puede ayudar a mejorar la confianza en uno mismo, la comunicación, la


independencia, la autoconciencia y la conciencia de los demás y la capacidad de
concentración y atención.

La interacción musical entre una persona y su terapeuta es importante durante la


terapia musical.
La improvisación también pueden ser una parte clave de la terapia musical. Esto
consiste en hacer música en el momento, respondiendo a un estado de ánimo o a un
tema, como hacer el sonido de una tormenta usando tambores y un palo de lluvia. La
forma en la que la música afecta el cerebro es muy compleja. Todos los aspectos de la
música; incluyendo el tono, el tiempo y la melodía, se procesan por diferentes zonas
del cerebro.

Por ejemplo, el cerebelo procesa el ritmo, los lóbulos frontales decodifican las señales
emocionales creadas por la música, y una parte pequeña del lóbulo temporal derecho
ayuda a comprender el tono.

El centro de recompensas del cerebro, llamado núcleo accumbens, hasta puede


producir señales físicas fuertes de placer, como escalofríos, cuando escucha música
poderosa.

La musicoterapia puede usar estas reacciones físicas profundas que el cuerpo tiene
frente a la música para ayudar a las personas con problemas de salud mental.

La música ha sido parte de la vida humana por miles de años. Los expertos han
encontrado instrumentos de hace 40,000 años, lo que sugiere que el deseo de los
humanos de expresarse o comunicarse a través de la música está muy arraigado.

El uso de la música para terapia y curación data de la Antigua Grecia, pero el uso
terapéutico actual empezó en el siglo 20, después de que terminara la Segunda Guerra
Mundial. La referencia más antigua a la terapia musical viene de un artículo de 1789
titulado “Consideración física de la música”.

Los años 1800 vieron el crecimiento de la investigación médica sobre la capacidad


terapéutica de la música, y desde 1940, las universidades empezaron a ofrecer
programas de terapia musical. E. Thayer Gaston, uno de los tres hombres que
incursionaron en el uso de la música como herramienta terapéutica, ha organizado y
promovido la práctica para que se convirtiera en un tipo aceptado de terapia.

Ahora, existen muchas asociaciones de musicoterapia en todo el mundo y los


terapeutas musicales trabajan en consultorios privados, escuelas y centros de atención
social.
Acudimos a la música por diversas razones:
buscando contener sentimientos que nos abruman,
para hallar un lugar donde puedan desbordarse
libremente.
Por Jaime Ancajima. 14 agosto, 2020.

La música es un lenguaje universal y del alma que es capaz de despertar


emociones, sensaciones y recuerdos únicos. La música puede ser de cualquier
cultura o país y en cualquier idioma; pero, aún así es capaz de ponernos
alegres o tristes o de hacernos llorar o bailar.

La música hace esta magia en los seres humanos desde tiempos


inmemoriales. En todas las épocas y civilizaciones ha existido esta forma tan
particular de expresión, tan rica en estilos y géneros.

Acudimos a la música por diversas razones: buscando contener sentimientos


que nos abruman, para hallar un lugar donde puedan desbordarse libremente.
Otras veces, nos reunimos para bailar y hacer que los ritmos musicales
marquen el de la fiesta. También buscamos las melodías para tranquilizarnos,
para estudiar o trabajar, y muchas otras razones.

Según estudios realizados, la influencia de la música en nuestra mente es muy


poderosa ya que las notas musicales “generan” energía. Así lo demuestra un
experimento realizado en la facultad de psicología de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, en México por el profesor Roberto
Valderrama Hernández. El problema viene cuando esta energía no puede
gastarse realizando actividad física. En ese sentido, la “música fuerte” es
magnífica para situaciones que exijan conductas enérgicas o competitivas.

Valderrama sostiene que las notas musicales tienen la capacidad de relajarnos.


Se logra con aquellos géneros que tienen ritmos más regulares, lentos y el
volumen no es tan alto. Algunas piezas de música clásica, instrumental o pop
suave contribuyen a tranquilizarnos. Se emplean incluso en salas donde se
llevan a cabo radioterapias o tratamientos médicos agresivos.

La ciencia ha podido establecer que los ritmos musicales estimulan diferentes


áreas del cerebro. Una investigación de la Universidad de La Florida sugiere
que los ritmos musicales ofrecen más activación cerebral que cualquier otro
estímulo conocido.

La música fortalece el aprendizaje y la memoria, regula las hormonas


relacionadas con el estrés, permite evocar experiencias y recuerdos, incide
sobre los latidos, la presión arterial y el pulso y modula la velocidad de las
ondas cerebrales.

Increíblemente, las vacas dan más leche cuando se les ponen las sonatas de
Mozart y las plantas florecen más cuando hay música de fondo. La clave está
en encontrar el ritmo que nos pueda favorecer en cada situación específica.

Aprendamos a escuchar buena música, a tocar un instrumento, a cantar y a


gozar del verdadero lenguaje del alma: la música.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas en él son de


responsabilidad del autor.

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