Primero que nada, la globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social, empresarial y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Lo segundo es que la identidad es considerada como un fenómeno subjetivo, de elaboración personal, que se construye simbólicamente en interacción con otros. La identidad personal también va ligada a un sentido de pertenencia a distintos grupos socioculturales, con los que compartimos características en común. La globalización en la identidad es el conjunto de elementos que permiten a los países conocer e intercambiar rasgos de su cultura, apropiarse de estos o practicar a diferentes grupos culturales junto a las propias. El autor de la tesis globalización e identidad nos cuenta que la configuración del sistema mundial en las cuales las antiguas sociedades devienen entidades “parciales”, las cuales generalizo el problema de la diversidad como fuente de conflictos intrasociales o interculturales, los cual sígnica que en el primer conflicto que, el resultado de la colaboración de un grupo de profesionales en el campo de la investigación y desarrollo de actividades sociales, son capaces de movilizar los recursos necesarios para proporcionar servicios personalizados. Mientras que en el segundo conflicto los procesos involucrados en preparar, servir y compartir ciertos alimentos y bebidas pueden parecer simples, pero a menudo tienen un significado social y cultural importante. En los últimos dos siglos de modernidad, el ámbito privilegiado de la multiculturalidad es la estructura nacional o sea el estado nacional, lo que surge como un conglomerado con composición heterogénea o bajo mecanismos genéticos que producen el mismo fenotipo, o fenotipos similares. Nos cuenta que para que los grupos consoliden su identidad es necesario que doten de un pasado fundamental y una memoria histórica que otorga sentidos a su unidad sociocultural. Héctor cuenta que la expansión del sistema-mundo se extendió de un “malestar cultural” el cual hace referencia a la infelicidad del hombre que vive en sociedad. Y que la globalización no acaba con la historia, ni homogeniza el repertorio cultural, aunque aquella pueda interpretarse como una compresión de tiempos y espacios. Llega a situar que la historia de las identidades está muy vinculada al poder cambiante y a las estructuras de clase en evolución de los estados, así como a las líneas divisorias del moderno sistema mundial en su conjunto. El llamado proceso de globalización no está provocando homogeneidad sociocultural, por el contrario, va acampado de un notable renacimiento de las identidades en todo el mundo.